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LA MECHA. UNENTRAÑABLERECUERDO. ESTEBAN LANGA

LA MECHA

recuerdo Un entrañable

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Alo largo de mi vida profesional me ha quedado una con un director facultativo a pie de tajo, aunque él disponía estela de extraordinarios amigos, algunos ya falleci- también de despacho, pero no era de cargar voladuras. Exisdos, a los que me acercó y distanció mi actividad tía una muy estrecha relación entre la cantera y la fábrica de profesional. Algunos los perdí de vista definitivamente pero, explosivos de Galdácano, pues UEE ofrecía a aquella su asetras tantos años, sigo sintiendo por ellos la misma estima y soramiento técnico como un cliente preferencial, pero lo han permanecido en mi memoria como entrañables recuer- que comenzó como una relación entre empresas, culminó en dos y juraría que ni el posible Alzheimer, si un día viene a una relación personal de amistad y camaradería entre los por mí, conseguirá borrarlos de ella. Con algunos se han pro- miembros de estas, que aprovechaban cada voladura para ducido acercamientos y alejamientos alternativos por los mantener algún encuentro, culminado con una comida de cambios producidos en su vida profesional o en la mía. Uno confraternización. de ellos muy especial fue un vasco, Jesús Lavín. En aquella ocasión nos acompañaba Carlos Iceta, subdi-

Jesús era facultativo de minas y abogado. La segunda carre- rector de la fábrica de UEE de Galdácano y jefe de fabricara la cursó a la vez que su hijo, del que ción de detonadores; Jaime Ríos, otro decía haber sido compañero de pupitre El cura entró y, tras compañero de UEE, que luego fue en la universidad, en aquellas clases un seco saludo, comen- consejero delegado de Río Blast, de la en las que los alumnos estaban senta- zó la conversación que yo fui director; Luis Letona, un fados por orden alfabético. echándole en cara el cultativo también de UEE de su deJunto con la actividad como abogado, Jesús repartía su tiempo con otras varias, entre las que se encontraba la que en la voladura del día anterior se hubiepartamento técnico; y Manuel Zurro, que era entonces jefe de minas de Vizcaya. Jesús era imparable, siempre dirección de la explotación de Peña ran producido proyec- contando anécdotas, siempre con broLemona, una importante cantera de ciones de pedruscos mas, radiante con inmejorable humor. caliza para una cementera en las cer- que habían alcanzado Le rebosaba la vida y sobrepasaba con canías del pueblo de Lemona. de nuevo al pueblo. creces la ilusión de muchos jóvenes de

Conocí a Jesús al terminar mi carre- su entorno. ra, cuando comencé a trabajar en Unión Española de Explo- Tras la voladura, la cantera invitó a comer a los presentes, sivos (UEE) allá por el año setenta o setenta y uno. Luego, de los que nos habíamos ganado el sustento los que la cargapasados unos años, nos perdimos de vista cuando yo marché mos, o sea, su facultativo y operarios, Luis Letona, Fernando de UEE y volvimos a retomar nuestro trato cuando trabajé Sánchez y este que escribe, porque todos los demás resultaen Río Blast, y más tarde en Ibernobel, una empresa compe- ron espectadores, viendo nuestros esfuerzos para cargar aquetidora de UEE. llos barrenos horizontales, cartucho a cartucho empujando

Nuestro primer contacto tuvo lugar precisamente en aque- cada uno con un atacador como un ariete. En nada se parella cantera de Peña Lemona, donde colaboré junto a otro cía el esfuerzo necesario para cargar una zapatera, al requericompañero de promoción, Fernando Sánchez, a ayudar en la do para la carga de un barreno vertical en el que los cartucarga de la primera voladura en la que participé. La perfora- chos descienden solos en él. ción se realizaba con un equipo Stenuik, un chasis sobre Celebramos la comida en el restaurante El Cojo. Así se llaneumáticos provisto de una cabeza de rotación neumática. maba y se sigue llamando el sitio. Comer mal en el país vasco Utilizaba martillo en fondo y, si no recuerdo mal, con brocas es casi imposible, pero El Cojo, en Amorebieta, era un lugar de cuatro pulgadas de diámetro. Los bancos especial por la cantidad y calidad excepciode trabajo eran de gran altura, creo recordar nal de sus platos caseros. En aquella comida que de unos treinta o treinta y cinco metros. escuché la primera historia jocosa de labios La velocidad de perforación era muy baja, de Jesús. Contaba que, en cierta ocasión, por lo que cada barreno tardaba en perforar- mientras andaba por el monte ataviado con se varios días. Las últimas voladuras habían traje, corbata y gabardina, tratando de localidejado algunos repiés, que se trataban de zar una finca con intención de adquirirla con eliminar con aquella voladura mediante za- vistas a la futura ampliación de la cantera, se pateras (barrenos horizontales al piso del le arrancó un perro lobo de un caserío cercabanco). no ladrando ferozmente. Jesús era el director de “traje y corbata” y su lugar de trabajo eran las oficinas de la Esteban Langa Fuentes Jesús pensó que lo mejor era poner tierra de por medio y puso en práctica la idea, pero empresa en Bilbao. En la cantera contaba Ingeniero de Minas el perro le seguía a la carrera, ganando terre-

no a ritmo poco tranquilizador mientras oía las voces de una para acompañar la segura juerga que inexorablemente se paisana, supuestamente la dueña del perro. producía, con los relatos de Jesús y mis chistes, entre los que —¡No corra! ¡No corra! –gritaba la mujer para tranquili- se mezclaban los esporádicos requerimientos de algún asiszarle–. ¡No tenga miedo, que está capao! tente ubicado en el círculo más externo. —¡No me joda señora, llámelo y agárrelo! –respondía Je- —¡Cagüendiós, más alto, que no se oye, pues! –gritaba alsús también gritando mientras seguía corriendo–. ¡Que a mí guno. no me importa que me dé por culo, lo que me importa es que —¡Cagüenlostia, ya salió el blasfemo de los cojones, oye! me muerda! —espetaba otro, fomentando el cachondeo.

No recuerdo si al final el perro le mordió o no porque de Entre los relatos de Jesús destacaban varios que, no por reaquella historia eso era lo de menos, las risotadas acababan petidos, perdían su capacidad para divertir a todos los precon el relato. sentes, sobre todo por la original forma de exposición de es-

Como solía decir un amigo mío para representar la sacie- tos por su parte. Contaba que al terminar la carrera de deredad, nos pusimos de comida y bebida hasta las “cartolas”. Pa- cho le asignaron en el reparto de oficio la defensa de un inra quien no lo sepa, diremos que las “cartolas” son los suple- dividuo acusado por algo que no recuerdo, ni viene al caso, mentos laterales que se ponen a la caja de algún vehículo de dado que lo destacado de este era la homosexualidad del detransporte para poder aumentar su capacidad, al aumentar la fendido y el aspecto de “adicto al régimen” del juez que le altura de su “vaso”. tocó en suerte, con una pinta de “facha” de mucho cuidado.

Recuerdo que cuando nos encontrábamos con las barrigas Uñas hechas y barnizadas, pelo corto, bigote recortado con tensionadas por el excesivo llenado, que nos obligaba a man- exactamente el mismo número de pelos a cada lado, camisa tenernos “estirados” en las sillas por la dificultad de doblar el blanca, corbata oscura sujeta con alfiler de oro, traje gris y cuerpo en posición de sentados, saciados de comida, hartos zapatos negros lisos con cordones brillantes como espejos. de orujo y fumándonos unos puros “Matacristos” (como lla- Solo le faltaba tararear por lo bajini durante los recesos del mábamos a los Montecristo del nº 5), escuchamos un gran juicio el Cara al sol. bullicio que provenía del exterior de local. —Señor juez –Jesús se dirigió a “su señoría”–, ocurre que, —¡Es una carrera ciclista! –oímos gritar a alguien. como mi defendido es homosexual...

Salimos a la puerta del restaurante y nos apostamos en la —No abogado, no –le interrumpió el juez–. Su defendido acera con los pantalones desabrochados, alguno hasta la bra- no es homosexual. Su defendido es maricón. gueta, para liberar la presión sobre nuestras barrigas, produ- —Bien, señoría, verá –Jesús lo intentó de nuevo–, como ciendo algún intempestivo regüeldo apestando a orujo, con mi defendido es gay... los puros en la boca, y animando a los ciclistas. —¡Que no, abogado, coño! –de nuevo le corrigió el juez–. —¡Hala chavales...! ¡Dadle fuerte...! ¡Viva el deporte...! ¡Que su defendido no es gay; que su defendido es maricón! ¡No desfallezcas, campeón...! —¡Joder, anda que mi defendido lo lleva claro! –se decía

Las miradas de aquellos esforzados deportistas nos aver- para sí Jesús viendo la postura del juez. Este termina como gonzaron. Miguel de Molina cantando la Bien paga en la Argentina.

Pasado un tiempo, perdí de vista a Jesús, hasta que comen- Naturalmente perdió el juicio, aunque no supo concretar cé a trabajar en una ingeniería de explosivos, formada por si su defendido marchó a Argentina, al Uruguay o permaneCavosa y Explosivos Río Tinto (antes UEE). Una de nues- ció en España, ensanchando el círculo de sus amistades en la tras actividades consistía en la impartición de cursos de for- clandestinidad a la espera de cambios en el tratamiento legal mación para el manejo de explosivos para artilleros y técni- de la homosexualidad. cos como un servicio de la marca, muchos de ellos en Bilbao, Las voladuras de la cantera producían proyecciones que en a los que Jesús se apuntaba regularmente, disfrutando, como alguna ocasión habían alcanzado al cercano pueblo de Leyo, de nuestros encuentros. mona, lo que no hacía las delicias de los lugareños que tení-

En cada evento que incluyera comida o cena siempre tra- an muy poca simpatía por la explotación, siendo el cura del tábamos de coincidir en la misma mesa, mientras el resto de pueblo especialmente beligerante en la guerra que mantenílos amigos o conocidos competían pa- an contra la cantera y que manifestaba ra ocupar las plazas restantes, porque nos encontrábamos una antipatía declarada contra Jesús. sabían que en aquella el jolgorio iba a con las barrigas La altura del cerro sobre el pueblo ya ser el plato principal del menú. Tras la ingestión de los “manjares”, durante la que ya habían comenzado los chistes y chirigotas, se entraba en tensionadas por el excesivo llenado, que nos obligaba a manteconcedía a la cantera una posición privilegiada para atizarle pedradas sin mucho esfuerzo y, aunque la perforación con martillo en fondo es el sistela fase del café y las copas, momento nernos «estirados» en ma que da lugar a menos desviaciones en el que se relajaba drásticamente la las sillas por la difi- de los barrenos, la gran altura de los etiqueta de la comida y otros comen- cultad de doblar el bancos de trabajo daba lugar a que una sales comenzaban a arrastrar sus sillas hasta nuestra mesa, formándose círculos concéntricos alrededor de ella. Allí se obligaba a los camareros a cuerpo en posición de sentados, saciados de comida, hartos de orumínima desviación en el emboquille produjera importantes desviaciones en el fondo del barreno, provocando proyecciones si se reducía la piedra (dismantener a los reunidos debidamente jo y fumándonos unos tancia del fondo del barreno al frente), aprovisionados de bebidas espirituosas puros «Matacristos». o repiés si se incrementaba.

Relataba Jesús, en palabras entrecor- existían dos grupos preparaba una cocción con cuya intadas por las súbitas risotadas que no conseguía contener, que en cierta ocasión su secretaria entró a su despacho advirtiéndole que el cura del pueblo esde trabajadoras del amor. Uno estaba compuesto por chicas gestión, en una dosis no mayor de una taza de café, se trempaba de forma rápida y duradera. En aquella época la viagra era descotaba en el antedespacho con un paque- residentes en Bilbao, nocida, al menos para el español mete en la mano, esperando para verle. Je- que trabajaban el dio, y decía que estaba obsesionado sús le hizo pasar. El cura entró y, tras un Costa Vasca en su reco- con localizar al negro aquél para haseco saludo, comenzó la conversación echándole en cara el que en la voladura del día anterior se hubieran producido proyecciones de pedruscos que habían rrido Bilbao-Madrid, y otro del mismo porte formado por residencerle un pedido respetable, pero que yo supiera, nunca dio con él. Era seguro que se trataba de una broma que le gastaron algunos de los gamberros que alcanzado de nuevo al pueblo. tes en Madrid que formaban parte de su pandilla. —Imposible, yo estaba presente –Je- alegraban el mismo Otra de sus fantasías era la que alsús Lavín negó la mayor–y comprobé tren en su trayecto guien le había transmitido sobre la personalmente que todo había salido a la perfección. Madrid-Bilbao. existencia de una serie de chicas que prestaban sus amatorios servicios en el

El cura puso trabajosamente el paquete sobre su mesa, lo expreso Costa Vasca, que yo utilizaba en mis idas y venidas a abrió con sumo cuidado y preguntó: Bilbao, aprovechando la noche para viajar y el día para tra—¿Entonces, quiere usted hacerme el favor de explicarme bajar. Según sus informaciones, existían dos grupos de trabacómo coño ha llegado esto al tejado de mi iglesia? jadoras del amor ferroviario. Uno estaba compuesto por chi-

El contenido del paquete era un pedrusco del tamaño de cas residentes en Bilbao, que trabajaban el Costa Vasca en su un buen melón, pero de roca caliza, claramente procedente recorrido Bilbao-Madrid, y otro del mismo porte formado de la cantera. por residentes en Madrid que alegraban el mismo tren en su —¡Joder que si era mía, pues! –decía Jesús–. Claro que era trayecto Madrid-Bilbao. de la cantera. Anda que no las conocía yo, oye. Para el grupo vasco las ciudades claves eran Aranda de

Naturalmente, tuvo que envainársela y arreglar el tejado Duero como punto de encuentro y Miranda de Ebro como de la iglesia. punto de retorno. Jesús decía conocer la mecánica y la logís-

Jesús tenía una idea muy personal sobre los descubrimien- tica de actuación. El control de los pedidos corría a cargo del tos paleontológicos que se producían en terrenos particula- jefe de tren de Wagons Lits, que tomaba nota de estos en la res, basada en su propia experiencia. Reconocía que el que ciudad de origen del convoy, en su caso Bilbao, al recibir a apareciera en una cantera cualquier tipo de fósil o restos de los pasajeros. Las trabajadoras del sexo eran avisadas antes antiguas construcciones era una absoluta maldición, pues de la salida del tren y esperaban la parada de este en Mirancualquier hallazgo de este tipo cuyo conocimiento pudiera da de Ebro con los bajos lavados y perfumados y lencería y llegar a la Administración supondría, sin más, la paralización vestimenta acorde con la misión. de todos los trabajos. En el recorrido desde Bilbao a Miranda de Ebro los encan-

Como ejemplo de ello, recordaba que en una ocasión le dilados pasajeros disponían del tiempo necesario para cenar habían parado la cantera porque habían aparecido en ella un en el vagón restaurante y acomodarse en sus compartimenpar de “caracoles muy gordos”, pegados, uno encima de otro. tos preparando su artillería, después de haber ajustado cali-

Naturalmente eran dos fósiles, a la vista de los cuales, un dad y precio con el jefe de tren, que disponía de un muestradocto funcionario vasco habría exclamado algo como: rio fotográfico más o menos fiable de las posibles candidatas. —¡Cagüenlostia, a estos ya les pillaría el Mioceno follan- A la llegada a Miranda de Ebro, las chicas subían al tren y el do, pues! ¡Esto hay que estudiarlo profundamente, oye! jefe de este acomodaba a cada una en el compartimento del

Y mientras unos cuantos “bandarras” trataban de justificar correspondiente cliente. El tiempo disponible para el disfrusus sueldos públicos mareando la perdiz con los fósiles, in- te del pasajero era el del recorrido desde Aranda de Duero tentando desvelar qué coño andarían haciendo aquellos dos hasta Miranda de Ebro, donde, tras terminar el servicio, las caracoles de aquella guisa, a él le pararon la explotación una chicas se apeaban para coger de nuevo el tren de subida rebuena temporada. gresando a Bilbao.

Volvimos a perder el contacto, pero lo volvimos a recupe- No me contó cómo era la combinación de trenes para la rar al cabo de los años, cuando yo comencé a trabajar en prestación del servicio en el trayecto Madrid-Bilbao, pero Ibernobel y realizaba continuos viajes a Bilbao. Jesús ya no supongo que sería algo parecido. Insistía en que me informacolaboraba con la cantera de Peña Lemona y comenzó a co- ra de la existencia de ese tipo de servicio en alguno de mis laborar con nosotros en la promoción de nuestros productos viajes y cada vez que nos encontrábamos en Bilbao me preexplosivos entre las canteras vascas. guntaba si me había puesto al corriente.

Yo utilizaba el tren, el expreso Costa Vasca, viajando de Nunca lo hice. Nunca supe si aquello era cierto o no, penoche en coche-cama. Jesús había hecho correr un par de ro no era tan descabellado como para que no fuera posible, leyendas eróticas muy graciosas, que transmitía a los asis- aunque echar un polvo en aquellas camas de aquellos comtentes a los diferentes eventos. Una era la dudosa existencia partimentos y con el tren traqueteando por el mal estado de de un negro procedente de un extraño y exótico país que la vía, podría ofrecer bastante morbo, pero muy poca comopululaba por Bilbao y comercializaba una raíz con la que se didad. •

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