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LA BATALLA CONTRA LAS MALEZAS
Son ellas o nosotros
EL MANEJO INTEGRADO DE MALEZAS (MIM) PROPUGNA ATACARLAS DESDE LA ECOLOGÍA DE CADA ESPECIE. DOS NOVEDOSOS MÉTODOS MECÁNICOS FUERON EXPLICITADOS DURANTE EL CONGRESO DE MALEZAS 2021, ORGANIZADO POR LA ASOCIACIÓN ARGENTINA DE CIENCIAS DE LAS MALEZAS (ASACIM).
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Equipo presentado por Frank Forcella para el desmalezamiento abrasivo. Los costos no se incrementan.
El mundo prueba nuevas herramientas para ponerlas fuera de combate. El profesor de la Universidad de Minnesota, Estados Unidos, Frank Forcella, mostró sus experimentos en “desmalezamiento abrasivo” para evitar el control químico. Se trata de un sistema similar al arenado para la limpieza de pinturas en superficie, pero aplicado con el desarrollo de maquinaria especial (por ahora un tractor chico con manguera, pico pulverizador y sensores en hilera), que puede transportarse entre las hileras de un cultivo. Forcella, miembro de la Sociedad Americana de Malezas, compartió experimentos realizados a partir del molido de residuos de cosechas (marlos de maíz, cáscaras de nuez, hollejos de uva, carozos de aceitunas, borra de café, arenilla extraída del suelo) que se pulverizan y se aplican contra las malezas. En sus pruebas, Forcella aseguró que hubo “muy buen control y atractivos rindes para los cultivos”, como en el caso de maíz; también se empleó en viñedos y manzanares, y las recomendó mayormente en intensivos u orgánicos.
ALTO RIESGO
Satorre enumeró que hay más de 110 especies
relevadas de malezas que podrían convertirse
en problemáticas; dentro de estas, “19 especies están esperando que nos equivoquemos. No hay que perder de vista que cuando aparecen malezas en un 10 % del lote, luego su presencia se volverá exponencial”.
La movida demanda entre 250 y 500 kilos de residuos por hectárea. “No hay daño sobre el cultivo si se aplica con cuidado”, aseguró. Indicó asimismo que la práctica no sería más costosa que una aplicación de herbicida, y tiene la ventaja del uso del desecho de la cosecha (hay una enorme cantidad de marlo que queda en el Cinturón Maicero estadounidense). Finalmente, mencionó la posibilidad del uso de estiércol como material abrasivo, que redundaría a su vez en el empleo del mismo como fertilizante. A su turno, Carlos Torre, director de la firma Agritech, presentó una maquinaria para el control eléctrico de malezas, “una herramienta complementaria al uso de agroquímicos”, aclaró. Se trata de dispositivos electrónicos, con un
electrodo de alto voltaje incorporado a dife-
rentes implementos agrícolas, que “permite realizar un control sistémico de las malezas, sin contaminar el agua y sin evidencia de alteración biológica del suelo. Es de bajo costo y sin riesgo para la salud del operario”. Torre presentó como modelos una máquina para trabajar en surcos y un equipo de aplicación en cultivos (soja, maní, garbanzo, poroto mung y papa).
CAMBIO RADICAL
Horacio Acciaresi, de la EAA INTA Pergamino, advirtió que el problema de las malezas resistentes “es la espada de Damocles” de la agricultura. “Debemos cambiar la manera de hacer las cosas; si no, vamos a seguir sumando integrantes a la resistencia”, afirmó. Así, propuso empezar por “integrar enfoques” y expuso cuatro pasos a seguir: 1. Hacer cultivos de cobertura, una herramienta bastante conocida por el productor. 2. Aumentar la eficiencia de uso de los herbicidas, sabiendo cuándo emerge la maleza y cuándo tiene su pico de crecimiento, y cómo se distribuye a lo largo del año, para generar el mayor impacto posible con la aplicación. 3. Elegir cultivares con mayor habilidad competitiva frente a malezas. 4. Pensar en la salud del ecosistema. Luego, Emilio Satorre, de la FAUBA, recorrió la historia del manejo integrado de malezas (MIM) y del problema de la aparición de las resistencias a los herbicidas. “La dificultad es que la ciencia no se adelanta al problema y se ve obligada a trabajar en las soluciones”, definió. Para Satorre los cultivos de cobertura son una de las “soluciones efectivas, porque van generando cambios en las comunidades de malezas”. Definió que el MIM es más que un enfoque holístico y que no se trata solamente de evitar el uso del control químico. “El manejo integral depende del conocimiento de la ecología de las malezas; no busca tener un cultivo libre de yuyos; antes bien, pretende construir lazos fuertes
entre la tecnología de procesos y la ciencia de
las malezas, junto al concepto ecológico. Hay que convertir la tecnología de insumos en una tecnología de procesos”, resumió.