Piceras v.1 n.1

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N° 1

Editorial. Breves palabras de varios amigos

Tres

amigos, tres cuentos

Conservando a través de la narración

Sueño en mil palabras. Conmovedor relato de un investigador

Charlando con la profe Estela Un pequeño homenaje a las bosques y páramos

Crónica de una invasión arácnida. Desmitificando historias

© Mateo Giraldo 1


© Mateo Giraldo

Comité editorial Camilo García Carolina Ospina Diego Villanueva Froilán Garcés Simón Robledo Valentina Mejía

Ilustraciones Sara Buitrago

Fotografías Andrea Ramírez Alejandra Serna Daniel Garza García David Bermúdez Laura Moreno Mateo Giraldo Salomé Colorado Hernández Simón Robledo

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Durante una tarde de ejercicio en la universidad, conversando sobre qué podríamos hacer para mejorar el pregrado de biología, cayó sobre nosotros una tormenta de ideas que confluyó en la creación de un espacio de reflexión para estudiantes, profesores e investigadores; un espacio que visibilizara las ideas que se opacan en el témpano académico, pero que se diluyen en el vertiginoso torbellino mediático. Este espacio, acordamos, debía ser una revista de divulgación para nuestro pregrado. Como suele pasar con las ideas, llegamos a un punto de incertidumbre, la vida académica nos inundó con sus preocupaciones y pormenores, las dudas sobre si podríamos seguir con la idea se hicieron más y más frecuentes, y el entusiasmo llegó a un punto crítico de renuencia. Hoy queremos contarles que perseveramos, que creemos que nuestra idea es importante y debe persistir en el tiempo, y más importante aún: queremos que ustedes hagan parte de ella, queremos darles un espacio para demostrar que sus pensamientos también merecen ser leídos, hoy sumamos cinco editores y nos sentimos orgullosos y felices de decirles: ¡Bienvenidos a Piceras! Camilo García & Froilán Garcés.

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Contenido Editorial Bienvenidos a Piceras Camilo García & Froilán Garcés

p.3

Biocultura Tres cuentos, tres amigos Simón Robledo, Camilo García & Froilán Garcés

p.5

Columna del investigador Sueño en mil palabras Diego F. Villanueva-Mejía

p.10

Anecdotarios Mi experiencia en Purdue Salomé Colorado Hernández

p.14

Revolucionar la biotecnología Daniel Garza García

p.16

Mirando con lupa el enigmático mundo de las orquídeas miniatura Alejandra Serna

p.17

Crónica de una invasión arácnida David Bermúdez Tamayo

p.19

Una idea vigilante Daniela Buitrago

p.21

Semillero de invertebrados: explorando el microcosmos Laura Moreno & Andrea Ramírez

p.22

Ensayos Ecologizar la economía o economizar la ecología David Bermúdez Tamayo

p.24

Revisando la moralidad desde una perspectiva bioética Daniel Rojas

p.26

¿Conocer para conservar? Simón Robledo Cardona

p.28

Proyectos destacados Charlando con la profe Estela Valentina Mejía & Estela Quintero

p.32

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Biocultura: tres cuentos, tres amigos

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Mi sangre ebulló de ira para después coagularse en tristeza; al ver al último cetáceo, reseco, en la playa desierta. La enorme masa blanca de muerte y ballena giraba sus ojos, colmados de sabiduría y cataratas, hacia el infinito, resignada; consciente del gallinazo semi-desplumado que aleteaba despacio, incansable, esperando sin prisa a que el mito se transformara en carroña. Todo parecía más pesado cerca del animal. El calor se hacía insoportable y el sudor, pegajoso como la baba de los peces. Un enjambre de moscas prehistóricas me rodeaba mientras posaba mi mano en una costilla ya visible, una estructura gigantesca que bien podría servir de barca. Después de caminar un buen rato a lo largo del cuerpo pude vislumbrar la cola. Un apéndice colosal y hermosísimo que antaño hacía y deshacía corrientes marítimas con su solo aleteo, hundía carabelas con su golpe aplastante y era cuento de marinos que no sufrían pesadillas con krakens ni torbellinos, sino con aquel terror triangular; una cola enorme, que apagaba el sol y las estrellas antes de aplastar a sus víctimas bajo su peso. (Aquella criatura de proporciones míticas fue probablemente la fuente de inspiración de Herman Melville en su novela. Aunque este, por miedo a que no le creyeran y para darle algo de ventaja al capitán Ahab, redujo

considerablemente el tamaño de la criatura).

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Nunca concebí la existencia de un ente de semejantes proporciones. El animal más grande hasta entonces era la ballena azul, ya extinta; tan larga que se podían acostar diez y ocho personas, una después de la otra, y aún así ser superadas en longitud. Tan enorme, solo su lengua pesaba lo mismo que un elefante africano. Tan majestuosa... La gente las extinguió por carne y grasa; era un renacuajo al lado del enorme cetáceo que inútilmente contemplaba yo aquella mañana. El mamífero, aplastado bajo su propia gravedad como un filósofo enfermo en su lecho de muerte, comenzó a emitir un sonido amorfo, tan antiguo como la Tierra misma. Grave, fuerte, pausado en la soledad que lo envuelve; un llamado que estremeció las entrañas del planeta, un retumbo que convoca a la nostalgia. El tiempo se detuvo. Todo se detuvo. El gallinazo se detuvo. Del ruido surgió una melodía, tan delicada que se podría romper bajo su propia belleza. Una brisa musical casi inaudible que congela el corazón de quien la respira, rodeando su alma en un abrazo frío que la libra del cuerpo. El cuerpo colisiona con el alma, el alma con el cuerpo, dejando en cada impacto chispas de lágrimas que exaltan en mí, la tristeza del tiempo. El gallinazo retoma su vuelo pausado. No entiendo. La música se pierde en el mar. Ya entiendo. La presencia de la muerte satura el aire. No hay más melodía, no hay más mito. El cetáceo, encallado en las arenas del tiempo y la soledad, sucumbe en un amasijo adiposo que en tiempos pasados representaba el terror de hombres y calamares. El mundo se hace gris. El canto último cesa y con él muere la magia restante en un mundo de acero y humo. Los marinos pueden dormir tranquilos, mas no pueden soñar… Simón Robledo.

No se sabe exactamente cuándo, pero hace muchos años, un ejército de más de cuarenta mil tropas de caballeros errantes llegaron a Suramérica. Estando ahí, como cualquier ejército, tenían una enmienda, una tarea: llegar a todos los rincones que pudieran en el continente. La tarea no era fácil y menos aún cuando su tamaño no excedía al de una uña, sin embargo en los bosques circulaban rumores sobre bestias, viajeras que recorrían bosques con mucha destreza y cuidado. En ocasiones estas bestias hacían pactos inexorables, inquebrantables con quienes pudieran librarlos de sus más terribles enemigos: los ixódidos . Se decía que si alguien los libraba de su terrible enemigo, estas misteriosas bestias transportarían a su salvador a cualquier sitio, por remoto que fuese. Los caballeros podían ser pequeños, pero eran valientes, tenían seis brazos, una armadura gruesa, un par de alas y un arma infalible: una mandíbula tan poderosa que inclusive les permitía devorar a sus enemigos. En vista de sus atributos y armados de valor, decidieron comprobar el rumor y salieron una noche a buscar las madrigueras de la bestia, pero con tan mala suerte que no lograron encontrarla en ningún sitio. Fue así como durante varias noches, los caballeros salieron al bosque en busca de las bestias a sus madrigueras sin ninguna conquista. Mientras tanto, se oían rumores sobre otros caballeros que alguna vez habían intentado montar de improvisto a las bestias y que habían sido masacrados por ellas; se decía que cuando los caballeros se lanzaban sobre el lomo de las bestias y no eran correspondidos, ellas se incomodaban y los bajaban de sus espaldas para asesinarlos, esto aumentaba el miedo de las tropas. 7


Así como su temor, su hambre era cada vez mayor. Había pasado ya bastante tiempo, la comida se hacía cada vez más difícil de conseguir y las tropas comenzaban a debilitarse, algunas de hecho perdieron sus alas, por lo que el pacto con las bestias se hacía más urgente. Un día la Tropa Sanborni que rondaba los bosques en las mañanas, logró ver que en una de las madrigueras algo se movía. Alentados por la curiosidad se dirigieron hacia ella y al entrar se encontraron con una criatura de quince veces su tamaño y cuya cola era igual de grande a su cuerpo. Las patas eran cortas, pero estaban equipadas con garras afiladas. Sin embargo lo que más sorprendió a los caballeros, tal vez, fue el color de la bestia: su pelaje por encima era de un color rojizo; su garganta, vientre y pecho, resplandecían, intensamente, de un blanco, luminoso y fue por esto último, quizás, que la bautizaron Garganta Blanca. La bestia parecía dormida y no estaba sola: lo que habían visto moverse los caballeros, era a algunos ixódidos del bosque que la chuzaban y mordían sin que se diera cuenta alguna, dejándole grandes heridas que la hacían sufrir luego; en vista de esto los caballeros de la Tropa Sanborni rodearon a los ixódidos y comenzaron a batallar con tanta furia que arrasaron con el mal de la bestia. Al final de la batalla, cuando ya caía la noche, los caballeros se encontraron aferrados a la piel de la bestia y esta no hizo ningún intento por aniquilarlos. Desde este momento el pacto entre los caballeros errantes de la tropa Sanborni y la bestia Garganta Blanca quedó sellado: nunca más los caballeros podían volver a desprenderse de la bestia, excepto para defenderla de los ixódidos y otros enemigos que la atacaran durante el día y en contraparte, la bestia los llevaría por todos los rincones del continente viajando solo por las noches, y asegurando en las mañanas un buen festín de ixódidos para los caballeros. Después de esto ambos estrechamente, han recorrido los bosques del continente, algunas veces los caballeros se hacen detrás de las orejas, pero otras veces bajan un poco hasta la nuca. Dicen quienes caminan con cautela por los alrededores del Valle de Aburrá, que han visto con frecuencia a los caballeros errantes de la Tropa Sanborni cabalgar en la bestia Garganta Blanca durante las noches y que en las mañanas, cuando la bestia regresa a su madriguera, los caballeros se dan un gran y suculento banquete de ixódidos, liberando a la bestia de todos sus enemigos. Camilo García.

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Era apenas enero, viajaba por el metro muy al norte, en los alrededores de la estación Niquia y dentro de la misma, un fenómeno extraño que jamás había observado se presentaba ante mí: pululaban bellezas mexicanas, que se hospedaban en El Suribio, un lugar que podía albergar cientos de ellas cada día y que quedaba justo al lado de la estación. Muchas de ellas decían que venían de México porque las condiciones de vida habían cambiado para mal, que ya no sentían que fuera un buen lugar para vivir. En vista de eso, El Suribio era la sensación para las mexicanas, iban atraídas por el rico sabor del néctar colombiano -principal producto ofrecido en El Suribio- y este, parecía tener propiedades psicoactivas, pues muchas de ellas parecían adictas a él, fue así como pasaron meses poblando la zona. Desde la estación, las observaba hacerse paso entre la gente, con elegancia y sensualidad. Las percibía tan ligeras que parecían flotar. Tan libres y atrevidas, aparentaban desconocer los peligros de nuestra agreste ciudad. Tuve la fortuna de conocer de cerca a una de ellas, su nombre era Urania, en poco tiempo vivimos momentos tan íntimos y cercanos, en que, sin ningún tipo de retraimiento, se posaba sobre mí y parecía saludarme, pero solo con su lenguaje corporal. Se despidió de la misma forma en que llegó, con un despliegue de majestuosidad. Jamás olvidaré ese vestido de lentejuelas negro de franjas verdes. Recuerdo que sentía gran horror al observar los cadáveres de algunas de ellas en las calles, víctimas de los autos y en el viaducto del metro, corriendo la misma suerte, después de verlas viajar libres por la ciudad. Me parecía ver a Urania en todos lados. Meses después, supe, que su verdadero objetivo no era Colombia, sino un lugar al norte de Ecuador llamado Omphalea, donde muchas de ellas, por tradición, se quedaban para vivir y procrear. Parece ser que ese lugar les recordaba su antiguo hogar, en otros tiempos en los que al vivir no se estaba expuesto a tanta toxicidad. Hoy en día no sé mucho de ellas, pero quisiera viajar a Omphalea, encontrar a Urania y averiguar por cuenta propia, si vale la pena tanta aventura y osadía. Froilán Garcés.

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Š Mateo Giraldo

Columna del investigador 10


Un sueño en mil palabras ¿Quieres un helado? Todo podría resumirse en seis palabras: “Me impresiona el ADN, es mágico”. Aún recuerdo esa extraña tarde de sábado. Estudié biología en una universidad pública departamental y como tal, los paros, las protestas fueron muy comunes. Como en la gran mayoría de los semestres, debido al retraso en el calendario académico, no hubo más opción que compensar el tiempo los fines de semana, el tiempo más preciado de los jóvenes. Hay que decir las cosas como son -no hay nada más tedioso para un joven estudiante, que le impongan clases en los días de su descanso-. Nunca me imaginé, que esa tarde sabatina, en la que debería hacer algo diferente, como por ejemplo, compartir un helado con mi novia, pasaría uno de los momentos más mágicos de mi vida. Ahí estaba yo, a punto de empezar una clase de Biología Molecular en un laboratorio... -Diego, ¿Quieres servir el gel?, dijo el profesor, - ¿Yo? ¿Por qué yo?, respondí. Para interpretar ese momento, hay que imaginar que éramos más de 30 jóvenes en esa clase. Todas las miradas apuntaron al mismo sitio, al mismo lugar, a la misma matriz, un gel de agarosa pequeño con 8 pozos. Solo quienes hemos pasado por este momento - burlas, silbidos, susurros- en el que todo te suda y tiembla, comprendemos que hasta nuestro linaje se pone en juego. Ese momento marcó mi vida, todo desde ese momento se hizo mágico. Ya había aprendido todo sobre el “Antes pensábamos que nuestro futuro estaba en las estrellas. Ahora sabemos que está en nuestros genes” James Watson.

ADN, todo desde la teoría, ¡lo juro!. Lo que nunca me había imaginado, era saber que podías estar trabajando con una molécula que ni siquiera ves, que no percibes, que mientras experimentas solo está en tu imaginación, hasta que el gel, un elemental gel, te dice lo contrario. Era el año 1999, ¿Secuenciar?, estábamos en una universidad pequeña, de ciudad intermedia, y ni siquiera internet había. Todo se resumía en un gel y eso me encantó. A partir de ese momento, todo se volvió cuestionable, ¿Proteína p53, guardían del genoma? Ideas sueltas. Mi mamá se llama Dolly, y para ese momento, habían pasado solo tres años de la clonación de una oveja que llevaba su nombre, y eso se hizo mágico. Mi imaginación empezó a volar, mis carpas y mochilas pasaron al cuarto útil, mis salidas al nevado terminaron, mis salidas a pajarear se volvieron cuentos y anécdotas. Ya no quería salir del laboratorio. Fue ahí, cuando supe lo que quería hacer, donde me veía matando mis fines de semana. El laboratorio es un lugar fenomenal, y si es de Biología Molecular, tienes los equipos para volar…. ¡y seguí volando!

¿Harías algo por mí? Proteger las plantas de papa frente al ataque de una polilla, ha sido uno de los retos más grandes que he enfrentado. Para el año 2009, llevaba siete años como investigador científico en Medellín, -la ciudad que ha visto nacer a mis hijos, la ciudad que me abrió sus puertas y a la que entrego todo en cada día para generar desarrollo– y ya estaba coordinando una línea de investigación en un laboratorio de biotecnología de plantas. “Estar preparado es importante, saber esperar lo es aún más, pero aprovechar el momento adecuado es la clave de la vida”. Arthur Schnitzler 11


Me dejé guiar, aprendí todo, nunca dejé de soñar, siempre supe que algún día lideraría el programa de investigación en el que participaba. Usando técnicas de Ingeniería Genética, pudimos acceder al genoma de las plantas y hacerlas tolerantes al ataque de la polilla más perjudicial del cultivo de papa. Fue un hito en la historia de Colombia. Éramos, para ese momento, el primer grupo de colombianos que usábamos técnicas de primer nivel mundial, para afrontar el reto, y yo estaba liderándolo. Los medios de comunicación no dieron espera y en menos de un año, Caracol, RCN, El Tiempo, El Colombiano, entre otros querían la primicia sobre este avance tecnológico. Mi jefe era tímido, de hecho, lo sigue siendo, y gracias a él soy quien soy y obtuve mi mejor “yo”. Salir en un especial de la revista semana como uno de los 100 personajes de Antioquia y entre ellos, uno de los tres jóvenes científicos con mayor futuro, fue magnífico, pero no fue lo realmente importante: ganar la confianza de los pares académicos y de las comunidades en general fue lo mejor. Para el año 2012, no solo había consolidado 10 años como investigador científico, además había logrado aprender demasiado, estaba por terminar mi doctorado en Biotecnología y me consideraban a nivel nacional como un gran referente en biotecnología de plantas. Con mis colegas del grupo de investigación, quienes siempre me apoyaron, logramos demostrar que la ciencia es el camino y que con ello se aportan soluciones y se genera desarrollo.

¿Sabes quién hace mejoramiento genético? Una tarde de miércoles, en abril de 2015, apretada como siempre, fue el momento indicado en que el universo se alineó y me puso otro reto en frente. Tres años al frente del pregrado de Biología en EAFIT, parecían no ser suficientes. Para aquel entonces recién había obtenido mi título de doctor en Biotecnología. Había logrado un escalón más en mi vida profesional y estaba dispuesto a seguir comiéndome al mundo. “El hombre no puede descubrir nuevos océanos a menos que tenga el coraje de perder de vista

la costa” André Gide.

Ofrecer una solución agrícola a las comunidades del Bajo Cauca Antioqueño, era un desafío en el que EAFIT venía trabajando. Entre otras investigaciones, se requería generar variedades vegetales de ciertos cultivos oleaginosos con características agroindustriales deseables, y para ello, la ingeniería genética era fenomenal. Pero había muy poco tiempo y el reto era inmenso. Recibí esa llamada de alguien que seguramente esperaba un “no sé” como respuesta, pero siempre he aceptado los retos y sin dudarlo un segundo acepté. Para diciembre de 2017, habían pasado un poco más de dos años, tiempo de un crecimiento científico importante, de afianzar el liderazgo con colegas, de lidiar con regulaciones y gobernantes. Nunca antes había dirigido una investigación tan vigilada, tan auditada, tan esperanzadora, y eso fue importante. Con un grupo conformado por 13 investigadores, trabajamos con eficacia, con ética, con dignidad, y lo logramos. Hoy, marzo de 2018, la historia sigue. He logrado consolidar dieciséis años como investigador científico. Estar al frente del Departamento de Ciencias Biológicas y del pregrado de Biología de EAFIT, no me ha impedido seguir soñando. He obtenido el reconocimiento de Colciencias como “Investigador Senior”, hago consultoría para grandes instituciones del país, soy asesor científico del gobierno para asuntos regulatorios en la agricultura, lidero una unidad de emprendimiento en biotecnología de plantas, y aun así, sigo soñando. Todos los días son excitantes, todos los días son retadores, pero sin duda alguna, mi mayor reto es encontrar el momento indicado para mirar a los ojos a mis hijos y pedirles perdón, un perdón infinito, pues son muchos sábados en la tarde, muchos helados sacrificados, en lo que me he dedicado a hacer ciencia y solo espero que algún día lo comprendan, que algún día me perdonen y que algún día se unan a mí, un sábado en la tarde para volar y seguir soñando juntos en un laboratorio. Diego Villanueva

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© Mateo Giraldo

Anecdotario 13


Mi experiencia en Purdue

© Salomé Colorado Hernández

Ninguna de las personas con las que crecí habían nunca estado en estados unidos, ni hablado un segundo idioma, ni terminado una carrera profesional...así que verme en octavo semestre con visa y con los tiquetes para irme a hacer la práctica profesional a un laboratorio en la USA fue una sensación más bien irreal. Gracias a un esfuerzo gigante de mi familia y a que el profesor Diego Villanueva de EAFIT contactó al Dr. Cramer en una de sus visitas a la Universidad de Purdue en Indiana, tuve la oportunidad de ser la primera estudiante del naciente departamento de ciencias biológicas de EAFIT, en ir a hacer una práctica a la universidad hermana de Purdue. El departamento al que pertenecía el laboratorio del Dr. Cramer era el de Biofísica (Más exactamente Biología Estructural) y allí estuve trabajando en uno de sus proyectos: Rate-limiting step in photosynthesis, que consiste en entender cuál es el paso más lento en la fase lumínica de la fotosíntesis y cómo hacerlo más rápido. Para esto, mi tarea era mutar un grupo de cianobacterias para luego probarlas en experimentos que medían la cinética de oxidación-reducción de estos organismos al contacto con la luz. Aprendí muchas cosas académicas y no académicas, pero algunos tips me quedan de por vida:

Pregunte todo. Todos los laboratorios tienen lógicas diferentes. Es bueno escuchar cómo se hacen los procedimientos allí, como si uno nunca los hubiera hecho en la vida. Es mejor pasar por tonto que por arrogante.

Así como es importante preguntar, es igual de importante proponer, ser proactivo. Eso es pasión por lo que se hace.

Sin importar la cultura o las costumbres o el rango de las personas, a todos nos gusta ser tratados con amabilidad, con humanidad. Somos animales haciendo ciencia, no máquinas.

No es buena idea esperar un bus en invierno, descargue una aplicación para saber qué tan cerca está su bus para salir de casa justo a tiempo (peligro de hipotermia).

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Ojo que alguna comida de perro se parece a la de humano (u.u)

Péguese a amigos con carro para ir a mercar.

Consiga a alguien que le haga un tour de esas cosas que para la gente de la región son intuitivas pero que para usted no: Donde empieza y acaba el campus, qué es caro y qué es barato. Donde es peligroso y donde no. Cosas así.

Una bicicleta siempre es una buena idea.

Contactar a alguien (por ejemplo un miembro del laboratorio que no sea su jefe) antes de viajar puede ayudar mucho para obtener datos del housing por ejemplo o para tener donde llegar.

No haga un contrato de housing por todo el tiempo de su estadía. Haga uno corto con posibilidad de renovación. Ejemplo: Si va a estar 7 meses, haga contrato por 2 o 3 meses; en caso de que encuentre una mejor oferta estando allá o de que los roomates sean un desastre.

Finalmente, lo más importante es pasarlo bien. Aunque no hay manera de conocer exactamente cuál será nuestra suerte, saber que es imposible tener todo siempre bajo control es lo que hace de cada experiencia de viaje una historia única. Salomé Colorado Hernández

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Revolucionar la biotecnología: Colombia Como estudiante de Biotecnología Genómica de la Universidad Autónoma de Nuevo León, la biotecnología se ha convertido como para muchos otros jóvenes investigadores, en una nueva forma de generar impacto, en el poder contribuir al desarrollo no solo de una ciudad o un país sino incluso a nivel mundial. La biotecnología se ha convertido en una nueva herramienta que permite formular ideas novedosas, que permite transformar, es una forma de impulsar la revolución basada en la innovación y el desarrollo científico y tecnológico, alterando el statu-quo de una región como América Latina y que tiene el potencial para crear una bioeconomía sostenible.

Mi interés por ser parte del cambio me ha llevado a buscar nuevas soluciones haciendo uso de la biotecnología, en desafíos presentes en la región, que han sido el motor que me ha impulsado a salir del laboratorio de cruzar fronteras para descubrir así otras perspectivas, ideas, iniciativas y por supuesto jóvenes que comparten los mismos ideales orientados a la biotecnología. Desde la ciudad de Monterrey, México, hasta la ciudad de Medellín, Colombia, ha sido para mí toda una travesía poder adaptarme a una ciudad que aún con las diferencias socioculturales que se pueden apreciar en los primeros días, noto que ambas no son ciudades tan diferentes como pareciera, pues su desarrollo se hace evidente siendo ciudades que basan su progreso en la innovación y en el trabajo determinando de su gente. Una biotecnología sin fronteras es lo que puede significar realizar un esfuerzo académico participando en la investigación científica, en el poder compartir nuevas maneras de abordar nuestras problemáticas. Indudablemente las experiencias obtenidas tras un intercambio académico y en especial cuando se puede colaborar en los proyectos de investigación, son invaluables. Todo esto me ha permitido pensar de una forma global ampliando el rango de visión para afrontar nuevas realidades.

© Daniel Garza

Durante mi estancia en Medellín, pude confirmar una vez más la riqueza que en recursos naturales se posee en América Latina y la urgencia de protegerlos pero sobre todo de aprovecharlos de forma sostenible. Una nueva biotecnología en Latinoamérica basada en la bioeconomía se hace necesaria, pero más importante aún visibilizar el esfuerzo para preservar y proteger la enorme riqueza en recursos naturales. Bio-líderes y Bio-emprendedores son la espina dorsal para el correcto uso de recursos de forma sostenible y de una economía, que se apropie y haga suyos con liderazgo y visión los retos para desarrollar nuevas soluciones de alto impacto en la región. Daniel Garza García 16


Mirando con lupa el enigmático mundo de las orquídeas miniatura

© Alejandra Serna

Cuando comencé el pregrado en biología, mi motivación era la rama de la biotecnología, pero lo que actualmente me apasiona es la biodiversidad y la conservación. Visitando un día el herbario del Jardín Botánico de Medellín, conocí a Tatiana Arias, Líder del Laboratorio de Biología Comparativa de la CIB, quien requería una estudiante para realizar un proyecto de filogenómica de orquídeas. Yo decidí asumir este reto en el 2016, y digo reto porque hasta ese entonces no tenía mucho conocimiento sobre las herramientas que hacen posible las reconstrucciones evolutivas de los organismos. Para febrero de 2017, yo me estaba embarcando en otra experiencia que cambiaría mi vida: el intercambio académico a Nueva Zelanda. Allí reafirmé una vez más que la biodiversidad era el tema dentro de la biología que más me apasionaba; los paisajes espectaculares y la singularidad de la fauna que en ese país habita, me hizo querer saber más sobre los orígenes de la biodiversidad, y sobre todo empezar a entender el por qué Colombia es uno de los países más biodiversos. Para llevar a cabo mi proyecto de investigación que trata sobre conocer a nivel genómico un género de orquídeas miniatura conocido como Lepanthes, estuve aplicando a algunos programas de financiación como Idea Wild, Colombia Biodiversa, NatGeo entre otras y como producto de estas aplicaciones, gané un equipo fotográfico para tomar registro de las orquídeas en campo. Para realizar las secuenciaciones del genoma de las especies de Lepanthes a estudiar, conseguí financiación por parte de la Sociedad Colombiana de Orquideología (SCO). Hoy me encuentro realizando la práctica profesional en la Corporación para Investigaciones Biológicas (CIB), con Tatiana Arias como mi asesora de tesis, adelantando mi proyecto de grado a la vez, así como también colaborando en otros proyectos que están relacionados con el estudio de la biodiversidad.

Con este proyecto se pretende entonces conocer las relaciones filogenéticas entre 10 especies de Lepanthes y su biogeografía, para el posterior análisis evolutivo. Este género de orquídeas neotropical es fascinante pues es altamente diverso, solo en Colombia existen más de 360 especies dentro de este género y de éstas, aproximadamente 239 son endémicas para el país (Ministerio del Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, 2015). En este trabajo se incorporan la genómica y la bioinformática como herramientas para dilucidar y 17


entender un poco más a estas “mini” orquídeas, donde la flor de algunas especies puede llegar a tener de 3 a 4mm de largo y de 2.75 a 3.75mm de ancho. Las orquídeas además de ser llamativas por sus formas y colores, y por este motivo ser de un gran interés comercial alrededor del mundo, son indicadoras del estado del hábitat en donde se encuentran. El género Lepanthes y en general las especies dentro de la subtribu Pleurothallidinae son importantes indicadoras del estado del bosque Andino, pues prosperan en condiciones ambientales muy específicas, de humedad, precipitación y cobertura boscosa (Carmona Higuita et al., 2017). De manera que si las condiciones am© Esteban Domínguez Vargas bientales de estos bosques comienzan a variar debido a, por ejemplo, el cambio climático, esto se verá reflejado en la presencia de las orquídeas en los bosques Andinos. Es por esto que el estudio de las orquídeas puede dar pistas útiles para la conservación de los espacios donde ellas habitan, buscando que investigaciones de este tipo no queden solo en el papel, o en una mera publicación, sino que entidades de conservación de la biodiversidad se apropien y avalen estrategias para la protección y perpetuación de los hábitats naturales. Alejandra Serna

© Luis Perez Arcila

Referencias 

Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y Universidad Nacional de Colombia. 2015. Plan para el estudio y la conservación de las orquídeas en Colombia. Textos: Betancur, J., H. Sarmiento-L., L. Toro-González & J. Valencia. Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Colombia; Universidad Nacional de Colombia, Bogotá D.C. Pp.336

Carmona Higuita, MJ., Agudelo Palacio, CM., Zuleta, D., Monsalve Correa, S., Idárraga Piedrahíta, A., Betancur, J., Domínguez Vagas, E., Morales M, PA., Aguirre Arias, G., Vieira Uribe, S y Benavides Duque, A. (2017). Prioridades de conservación de la diversidad de orquídeas en el departamento de Antioquia (Colombia). En: Quintero Vallejo, E., Benavides, A.M, Moreno, N., GonzalezCaro, S. (Ed.), Bosques Andinos, estado actual y retos para su conservación en Antioquia (pp. 155-180). Medellín, Colombia: Fundación Jardín Botánico de Medellín Joaquín Antonio Uribe Programa Bosques Andinos (COSUDE). 1 Ed – Medellín, 2018. 542 páginas. Ilustraciones a color

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Crónica de una “invasión arácnida”

© David Bermúdez Tamayo

El pasado 13 de diciembre de 2017 muchos grupos de Whatsapp cayeron en el “pánico colectivo” por cuenta de un audio que empezó a circular por esta aplicación. El audio fue realizado por una funcionaria (bióloga) del Área metropolitana que tras visitar el barrio Santa Ana del municipio de Bello y observar unas fotos de una araña tomadas por la comunidad, aseguró que se trataba de una de las arañas más venenosas del mundo y que existía un peligro latente para esta localidad haciendo necesaria una fumigación para el barrio. Durante las horas y días siguientes empezaron a pulular noticias en radio, prensa y televisión acerca de la presencia de una “plaga” de arañas en Bello, de una araña mortal que se encontraba “invadiendo” nuestra ciudad e incluso aparecieron titulares de prensa donde afirmaban que se trataba de una araña africana que había llegado a “infestar” Medellín. Este revuelo mediático generó una respuesta en el Área metropolitana, quien sacó un comunicado en donde negaba la presencia de estas arañas en el Valle de Aburrá y también desmentía el supuesto brote de estos animales. El tema se convirtió en una telaraña de informaciones (o desinformaciones) que intentaremos desenredar a partir de las investigaciones publicadas sobre este tema y la opinión de expertos que trabajan con arañas en nuestra ciudad.

Empecemos por decir que no existe una sola araña platanera (la protagonista de esta crónica), pues el nombre de bananera o platanera lo reciben ocho especies de arañas pertenecientes al género Phoneutria. Este género se distribuye desde la selva de Costa Rica hasta el oriente de los Andes suramericanos al norte de Argentina. Dentro de estas ocho especies hay una que se encuentra entre las más venenosas del mundo, se trata de la Phoneutria fera (Perty, 1833), la cual únicamente se encuentra reportada para la Amazonía y la Orinoquía. 19


Para Antioquia y la región Andina en general solo se encuentra reportada una especie de araña platanera, se trata de la Phoneutria boliviensis (F. O. Pickard-Cambridge, 1897), de manera que la araña que fue encontrada en Bello muy seguramente fue una P. boliviensis y no una P. fera, la cual es la primera en aparecer en internet cuando buscas araña platanera, además de ser muy reconocida por la toxicidad de su veneno. Esto no quiere decir que la presencia de la P. boliviensis no implique un desafío para la salud pública pues como lo muestra el profesor Florez (2003), en regiones del Urabá antioqueño se han presentado accidentes con P. boliviensis pero en ningún caso ha tenido consecuencias mortales, a diferencia de la P. fera que, aunque poco comunes, si reporta accidentes mortales en humanos. En este sentido vale la pena resaltar la observación del Biólogo Juan David Marín quien trabaja con arácnidos en el museo de entomología de piedras blancas al afirmar que no existe ningún reporte de accidentes con plataneras en Medellín. De manera que en nuestra ciudad sí habita una especie de araña platanera (pero no es la especie que se encuentra entre las más venenosas), no © David Bermudez Tamayo se tiene reporte de ningún accidente con esta araña en los centro médicos y es importante tener presente que la identificación de esta especie requiere de métodos que necesitan mucho más que una foto. En la medida en que se sea riguroso con dicha identificación se podrán evitar este tipo de confusiones; este desafío requiere de apoyos e inversiones concretas en estudios que nos den claridad a nivel taxonómico, ecológico y epidemiológico, ya que existen numerosos vacíos para Medellín sobre esta especie en particular. Que sea entonces esta coyuntura arácnida una oportunidad para que más allá del amarillismo y el sensacionalismo, adquiramos una mirada más crítica de las noticias que recibimos tanto de los medios de comunicación como de los medios oficiales, pues es bastante llamativo (y preocupante) la ligereza con la que se utilizan términos como “plaga”, “infestación” o “brote” al momento de hablar de seres vivos con los que, entre otras cosas, cohabitamos y por ende hacen parte de nuestra biodiversidad urbana, proporcionándonos servicios ecosistémicos que aún no hemos estimado y de los cuales, ojalá, se hiciera tanto ruido como cuando asumimos que estos animales son los villanos de la historia. David Bermúdez

Referencias: 

Hazzi et al. (2013). New records and geographical distribution of ctenid spiders (Araneae: Ctenidae) in Colombia. Zootaxa 3709 (3): 243–254.

Florez, E., Ortiz, A. & Montoya, M. (2003) Accidentes por mordedura de la araña de las bananeras Pho-

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Una idea vigilante

© European Southern Observatory

Aparentemente para un investigador promedio, publicar artículos científicos debe ser una labor rápida y de alta frecuencia, una facultad casi express. Tal vez encontrar anualmente su nombre en papers todas las veces que sea posible, aumente su reconocimiento como investigador y quizá su orgullo personal, pero los pilares de la ciencia no se forjaron bajo estas motivaciones y aunque en la actualidad la construcción del conocimiento es evidentemente más fluido por la accesibilidad a la información, debemos tener presente cual es el propósito real de una publicación. El trabajo de grado, al ser en efecto una investigación donde se aplica el método científico, se ve sometido a estas presiones. Me preguntaban los editores de esta revista: ¿Qué fue lo más difícil de hacer la tesis, escribir o tal vez exponer? Ninguna de las dos, ya que éstas son experiencias inherentes al desarrollo de un estudio, se comparten las mismas tensiones con cualquier investigador en el mundo; exponer asusta y escribir es exhaustivo. El elemento que me resulta realmente difícil es lidiar con esta idea: hacer un trabajo de calidad, que sea relevante o como mínimo contribuya piezas significativas para resolver preguntas más robustas. Esta idea siempre aparece al hacer investigación. Ella le vigila y no muere cuando el maestro de ceremonia dice en el Auditorio Fundadores "felicidades a los graduados", al contrario, ahí es donde la idea mira frente a frente. Si se aloja en su mente, existen dos posibilidades. La primera es que se convierta en su enemigo, una voz incómoda cuando usted quiere publicar algo solo porque cumple los requisitos mínimos para hacerlo. Sin embargo, como segunda opción, es probable que la idea se convierta en su mejor amigo si quiere ser un científico real, que hace ciencia y no solo publicaciones. Si bien durante el pregrado se adquieren habilidad importantes para generar textos científicos y es realmente un logro publicar durante los años universitarios, ésta no debe ser la motivación para involucrarse en investigaciones. No quiero ser una científica express y espero que ninguno de mis compañeros lo sea, que si vamos a publicar algo, estemos seguros de hacerlo con mayor rigurosidad y así aportar al conocimiento colectivo. Publicar sí, pero les propongo algo mejor, hacer ciencia, y luego posiblemente esta pueda ser mostrada al mundo. Daniela Buitrago 21


Semillero de invertebrados: explorando el microcosmos

© Laura Moreno & Andrea Ramírez El semillero de invertebrados fue creado en el año 2015 con la intención de fomentar la investigación, la búsqueda de información y la apertura al conocimiento en todos los aspectos relacionados a los invertebrados. Todo esto dado por la motivación de aquellos estudiantes apasionados por descubrir el mundo de los artrópodos, grupo caracterizado por tener una alta biodiversidad en escala global, que fue inicialmente el enfoque del semillero y que con el paso del tiempo se fue ampliando a otros grupos taxonómicos como los cnidarios, los anélidos, los moluscos, entre otros. Para este año hemos planteado un proyecto denominado Chocó holográfico, con el cual se pretende realizar una exposición que muestre a la comunidad eafitense, la variedad de individuos nativos de una región colombiana biogeográfica, como lo es Chocó, con el propósito de dar a conocer la biodiversidad de la que hacemos parte y a la que afectamos día a día con nuestras acciones. Este proyecto involucra la participación del semillero de óptica, perteneciente a la carrera de ingeniería física, con los cuales se busca recrear la imagen de los seres vivos, específicamente de invertebrados de esta región, por medio de la creación de hologramas.

© Laura Moreno & Andrea Ramírez

Poco a poco se ha logrado obtener una alta participación por parte de los estudiantes, los cuales llegan a cada reunión con grandes expectativas, con entusiasmo por adquirir nuevo conocimiento y diversidad de temas para discutir y desarrollar. Se espera que con el tiempo sean más los estudiantes que se den la oportunidad de vivir esta experiencia en donde siempre se puede aprender algo nuevo de los misterios que ocultan estos seres.

Laura Moreno & Andrea Ramírez 22


© Mateo Giraldo

Ensayos 23


Revisando la moralidad a través de una perspectiva bioética

© Mateo Giraldo

Como bien señala Sócrates en sus diálogos, un buen discurso es aquel que puede sostenerse por sí mismo. Para ello es necesario en primera instancia llegar a un consenso con el auditorio respecto al marco conceptual, es decir, garantizar que las premisas de la argumentación sean como mínimo, aceptables. Dado lo anterior, es prudente iniciar por las definiciones de vida, bioética y biotecnología que serán empleadas como punto de partida. Vida será todo conglomerado molecular que cumpla con los siete pilares de la vida propuestos por Koshland (2002) [1]. Bioética será la rama de la ética dedicada a proveer los principios para la conducta más apropiada del ser humano respecto a la vida. Biotecnología, tal y como sugiere la Organización para la cooperación y el desarrollo económico, será la aplicación de principios de la ciencia y la ingeniería para tratamientos de materiales orgánicos e inorgánicos por sistemas biológicos para producir bienes y servicios. El ser humano a través de la historia se ha beneficiado de sistemas biológicos para la consecución de objetivos, desde la producción de alcohol mediante la fermentación hasta el transporte de carga o directamente la alimentación. La biotecnología puede considerarse entonces como una de las primeras ciencias acuñadas y exploradas por el hombre primitivo en la búsqueda incansable del confort y el poder. A medida que la comprensión del universo circundante (tanto lejano como cercano) se ha hecho más profunda y precisa, se han ido desarrollando tecnologías basadas en dicho conocimiento que, a su vez, sirven de base para el desarrollo de posteriores herramientas y conceptos que han ido desentrañando la naturaleza de las interacciones entre los sistemas biológicos. Es bien sabido que la naturaleza ha actuado como fuente de inspiración para la ciencia, puesto que, de alguna forma, la vida ha hecho ciencia desde el momento mismo de su aparición al extenderse de escenario en escenario, desplegando para ello las más impresionantes maquinarias, siempre bajo los límites impuestos por la física, siendo así, tarde o temprano, el conocimiento del hombre lo llevaría a descubrir el lenguaje de la vida y, después, lo conduciría a descubrir un inmenso repositorio de tecnologías previamente desarrolladas por la misma. 24


La biotecnología tiene inmediatas ventajas con respecto a la tecnología tradicional o sintética dado que los sistemas biológicos pocas veces generan residuos incompatibles con la vida y, ya que las maquinarias celulares son de nivel molecular, su efectividad y especificidad es mucho mayor. Podemos diferenciar dos caminos para el aprovechamiento de los recursos biológicos en el caso tratado, en el primero, se intenta imitar o bien la maquinaria biológica o bien el producto de la misma, mientras que, en el segundo, se aprovechan directamente los sistemas biológicos para alcanzar un bien o servicio deseado. A la luz de lo anterior, la bioética surge de la necesidad por estructurar un marco normativo: ¿Es correcto usufructuar un ser vivo? ¿Es correcto dar un propósito a su existencia amañado a los intereses del hombre que sobrepase su propósito intrínseco? ¿la respuesta a las dos preguntas anteriores es de carácter global o debe ser evaluado en cada situación particular? La bioética, como su nombre lo señala, es una rama de la ética; por tanto, para su comprensión debemos reconocer, en primera instancia, la naturaleza de la ética siendo la rama de la filosofía que busca establecer, de forma objetiva, la línea divisoria universal entre lo correcto y lo incorrecto. Curiosamente y a pesar del objetivo altruista de la ética, la secuencia lógica planteada para la diferenciación de lo correcto parte necesariamente de argumentos que crean la estructura de lo real, y por ende, parten de la interpretación subjetiva de un concepto abstracto con carga semántica variable; dando como resultado un conjunto solución viable para tantos eventos como razonamientos sean aplicables sobre el concepto, siendo cada evento una colección de principios con suficiente autonomía axiomática para derivar en un marco legislativo sincrónico poco sensible a reinterpretaciones, dado que su principal utilidad será la de perpetuar la esencia de un modelo social preconcebido, definiendo así a la moral. Según lo anterior, la bioética será necesariamente un criterio sesgado, tal y como se evidencia en la inmensa escala de grises presentes entre la concepción de todo sistema biológico como una entidad sagrada, sujeto de derecho canónico, hasta la interpretación de dichos sistemas como mero recurso al servicio del hombre. Siendo así, lo más lógico sería replantear la bioética desde un punto de vista dinámico, práctico y robusto frente a situaciones extraordinarias. Los mayores retos que afronta la bioética hacen referencia a la complejidad asociada a los distintos niveles organizacionales de la vida: ¿en qué circunstancias proteger el propósito de la existencia de un ser vivo tiene sentido? Puesto que, evidentemente, transigir el propósito de una bacteria para desviarlo hacia la producción de un compuesto en particular no es fácilmente equiparable con destinar la existencia de un conejo a la experimentación cosmética o la de un humano a la experimentación médica, sin embargo, es perceptible de forma inmediata la doble moral, puesto que destinar un conejo a ser alimento, un caballo a animal de carga o un humano a una vida miserable no provoca el mismo revuelo. ¿Acaso las formas indirectas de transigir un propósito son más dignas que las directas? ¿Cuándo la mano criminal pertenece a un vasto colectivo es más fácil conciliar el sueño y más irrelevante señalar culpables? La bioética debe ser concebida entonces en términos de la más desalmada pero altruista relación costobeneficio-riesgo, donde el fin, justifique significativamente los medios para todo caso extraordinario, y donde el derecho a una vida digna, es decir, una religión por la vida, sea el factor de máxima relevancia, insensibilizando así a la legislación derivada, tanto de las concepciones paternalistas, como de las más despiadadas políticas de lucro. Daniel Rojas

Referencias: 

Koshland, D. E. Jr. (2002). The seven pillars of life. Science 295: 2215-2216.

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Ecologizar la economía o economizar la ecología

© Mateo Giraldo

¿Cuánto cuestan una abeja, un árbol, un bosque? ¿Le debemos poner un valor económico al mundo natural? El valor intrínseco de la naturaleza debería bastar para sentir un compromiso ético frente a su conservación. Sin embargo, la realidad nos muestra otra cosa y aunque podría parecernos un tema ajeno, lo cierto es que entre más informados estemos, más conscientes seremos de la urgencia de conservar el mundo natural, no solo por ese valor que deberíamos darle, sino además porque dependemos de los recursos y dinámicas de la naturaleza para seguir viviendo.

Aunque es claro que nuestras acciones están generando cambios a escala planetaria, que a su vez desestabilizan una serie de procesos ambientales y ecosistémicos, no extinguirán la vida en el planeta, y así lo han explicado diferentes científicos, puesto que nuestro planeta sabe recuperarse. (Ver: El Valor Oculto, conferencia de Erik Gómez Baggethun). Pero sin duda los que resultaremos perjudicados seremos los mismos humanos. La paradoja está entonces en que a pesar de saber del precipicio al que vamos, las acciones que emprendemos no ayudan a que esta crisis empiece a cambiar. Parte de esta problemática podría radicar en que nuestras sociedades han perdido la conexión con el mundo natural y no detectamos la dependencia que tenemos de éste, como si no identificáramos ese valor oculto que hay en un árbol, un colibrí o un insecto y los hubiésemos convertido en un simple paisaje. ¿Cuánto cuestan una abeja, un árbol, un bosque? ¿Le debemos poner un valor económico al mundo natural? El valor intrínseco de la naturaleza debería bastar para sentir un compromiso ético frente a su conservación.

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La mayoría de los modelos económicos actuales no incluyen en ninguno de sus cálculos el valor que tiene un bosque. En nuestro PIB no aparece referencia alguna al valor de los bosques pero es claro que al talar árboles y convertirlos en madera, adquieren un valor monetario. Los modelos económicos parecen no tener en cuenta que el recurso natural es finito y que no siempre habrá recursos disponibles para continuar con los procesos de lo que habitualmente denominamos desarrollo. En nuestra historia han colapsado civilizaciones completas por tener esa visión del recurso natural, estas crisis sucedieron a nivel local, hoy por primera vez el impacto es a escala mundial, altamente peligroso, en especial porque es sumamente impredecible y no estamos seguros hasta qué punto podremos seguir presionando sin llegar a un colapso. Con el objetivo de darle visibilidad a la dependencia que tenemos de los ecosistemas, en los años setenta surgió el término de Servicios Ecosistémicos: “Beneficios que los seres humanos obtenemos de las funciones de los ecosistemas” Con el objetivo de darle visibilidad a la dependencia que tenemos de los ecosistemas, en los años setenta surgió el término de Servicios Ecosistémicos: “Beneficios que los seres humanos obtenemos de las funciones de los ecosistemas” (Millennium Ecosystem Assessment. 2005). Se forman así las bases y argumentos que plantean la conservación como una parte vital en la toma de decisiones políticas y económicas, dado que todos los productos y servicios que recibimos son transformaciones de materiales y energía que solo podemos extraer de la naturaleza, directa e indirectamente, nos generan bienestar. El punto clave es entender que ese mundo natural tiene límites y necesitamos administrarlo adecuadamente para poder seguir beneficiándonos. Aunque los economistas clásicos tenían noción de esos límites y dejaron evidencias de su preocupación al respecto, el calor de la revolución industrial extendió la idea de que no era grave perder la naturaleza puesto que la industria podría reemplazar los bienes que recibimos del ambiente. Pensamiento equivocado a todas luces pero que aún hoy se mantiene en nuestro imaginario como parámetro que determina el significado del desarrollo. Es por esto que incluir los servicios de los ecosistemas en las políticas públicas, se convierte en una herramienta de vital importancia para conservar y proteger nuestros recursos, con argumentos socioeconómicos vinculados a la valoración del medio ambiente pero fundamentados en unas bases éticas y simbólicas que permitan trascender la concepción de la naturaleza como una mercancía, visibilizándola y reconociéndola como sustento de nuestras vidas.

David Bermúdez Tamayo

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¿Conocer para conservar? Los conservacionistas, es decir los científicos, no los activistas que amedrentan a la gente con “tienes el honor de ser invitado a formar parte de Greenpeace empecemos con 32 mil pesos mensuales”. Hablo exclusivamente de los científicos… están por lo general de acuerdo en que para conservar hay que conocer detalladamente el objeto [1]: el ecosistema, las especies que lo componen y cuantificar la biodiversidad. De manera que la tarea es larga, así como es implícita la necesidad de hacer una radiografía completa, en general costosa y prolongada, para comprender y luego emprender acciones específicas de conservación. Documentar para realizar. De manera que la balanza teórico-práctica se ha inclinado históricamente hacia el lado teórico. Realizando una búsqueda simple en Google Scholar© usando las palabras conservation biology, encontré que para los escasos dos meses que lleva el año 2018 se han publicado 17.400 artículos académicos relacionados. Si se elimina el filtro de búsqueda por fecha de publicación, Google Scholar© arroja 2’940.000 resultados. Por otro lado, de acuerdo a un sondeo disponible en Wikipedia (List of environmental laws by country), basado en [2-11], 47 países en los seis continentes suman un total de 776 leyes ambientales. Absteniéndome de realizar un análisis más exhaustivo, estos datos implican un ratio de 3.672,68 artículos académicos relacionados con biología de la conservación por ley ambiental aprobada. Escribo este ensayo con el propósito de cuestionar el papel del biólogo de la conservación. Cuestionar su prioridad ética y contrastarla con su prioridad científica. Responder ¿qué debe hacer un biólogo de la conservación para lograr conservar de manera más efectiva? ¿En verdad es necesario realizar 3.672,68 trabajos académicos para lograr practicidad jurídica en un solo proyecto de ley? ¿Es relevante disminuir este número? Mi hipótesis consiste en que para lograr conservación efectiva, el biólogo de la conservación debe adquirir un matiz más político, cuyas prioridades científicas estén ancladas a la realidad y al contexto humano. Si tuviéramos todo el tiempo del mundo, si los ecosistemas no estuvieran en incremente amenaza antrópica, si viviéramos en el mundo de las ideas de Platón, conocer a fondo para luego conservar, sería aceptable. Estoy de acuerdo con que, en cierta medida, hay que conocer para conservar, pues se deben conocer ciertos elementos clave de un objeto (ecosistema, especie, población, etc.) para decidir qué tan vulnerable es y para tomar medidas de conservación adecuadas, ajustadas a las condiciones de dicho objeto. Sin embargo, dada la conmovedora complejidad de los ecosistemas, la riqueza de especies descritas (1.2 millones) [12] y el estimado de especies por descubrir (~8.7 millones) [12], si tuviéramos que conocer a fondo para conservar, no habría conservación en lo absoluto. La prioridad científica debe balancearse. Por un lado, reconocer la importancia de descubrir nuevas especies y realizar árboles filogenéticos detallados que destruyan y construyan paradigmas taxonómicos, pues en últimas somos exploradores guiados por el ímpetu humano de hacer descubrimientos; el mismo ímpetu que lleva a los astrónomos a descubrir nuevas galaxias y estrellas. Sin embargo, las galaxias y estrellas no están en vía de extinción, y si lo estuvieran y la humanidad contara con la tecnología y la capacidad de hacer algo al respecto, los astrónomos, deseando salvaguardar lo que aman y estudian, estarían en el mismo dilema que los biólogos. No he mencionado el otro lado: reconocer la importancia de conservar de manera activa, directa y efectiva. Es, entonces, fundamental observar, a través de un lente humano, el objeto a conservar. ¿Hay proyectos urbanísticos que amenazan con talar el bosque? ¿Hay potencial de explotación minera? ¿Existen comunidades que dependen del bosque para subsistir? Dejar de lado este tipo de preguntas es optar por una visión reduccionista del problema, es optar por hacer conservación desviada de la realidad, en condiciones perfectas, en el vacío. Los biólogos no somos físicos, las condiciones ideales, vírgenes, son inexistentes y no deberían suscitar tanto interés. Tenemos que contextualizar política, social y económicamente todas las iniciativas de conservación. Además, es crucial entender que la mayoría de las veces el interés humano inmediato prima sobre el interés del conservacionista, y en esta ruptura de intereses el proyecto de conservación puede fracasar. Es aquí donde el ethos político, un tanto olvidado por los biólogos, juega un papel crucial. Cuando no se puede llegar a un acuerdo, cuando las decisiones se limitan a la posibilidad de conservar ocho hectáreas y no diez, o a que esta sección del río no se puede agregar a la reserva por X o Y, la tarea del biólogo de la conservación es dar a entender la importancia inmediata y futura de conservar diez hectáreas y no ocho, la relevancia de agregar este tramo de río a la reserva, y lo debe hacer en términos humanos, listando beneficios contextualizados y económicos, siendo creativo. Debe ser capaz de ofrecer alternativas, de dialogar y hacer política, porque en últimas, la política es la herramienta por la cual se implementa todo el conocimiento adquirido en décadas de estudios, de salidas de campo, de papers. 28


Sin la política, la biología de la conservación queda en los textos científicos, en las aulas de clase, en la concientización, a veces, inocua de la población, pues sin leyes y regulaciones sería escaso el panorama en que la conservación de un bosque prime sobre el interés económico inmediato. Sin una penetración científica más rotunda en la política, las medidas holísticas, las medidas más efectivas quedan en el mundo de las ideas. En mi opinión, la mayéutica, la lógica aristotélica, el debate, todos elementos antiguos en la caja de herramientas de un abogado o de un político, serían en extremo útiles como parte de la caja de herramientas de un biólogo de la conservación. Fomentar el estudio de estos conocimientos en el pensum de biología, por medio de materias electivas, sería un gran paso que beneficiaría en últimas a toda la humanidad. En resumen, con científicos más políticos, habría menos gente que dude del cambio climático; y es en parte debido a que existe una simbiosis más fuerte entre la política y los intereses económicos a corto plazo de las multinacionales, que la simbiosis existente entre la política y la biología de la conservación, que muchos proyectos de ley ambientales quedan en el mundo de las ideas de Platón, junto con los círculos y los cuadrados perfectos… inmateriales. Una clara fractura entre la biología de la conservación y la política es vigente en el congreso de Estados Unidos. Según Govtrack®, de un total de 230 leyes ambientales propuestas, solo 8 han pasado el senado y 5 han pasado la cámara (el 5.6%), y solo dos proyectos de ley (el 0.8%) han sido firmados por el presidente Trump (acto necesario para que un proyecto de ley deje de ser proyecto y se transforme en ley). Titulados “H.J.Res. 38: Disapproving the rule submitted by the Department of the Interior known as the Stream Protection Rule” y “S. 2273: A bill to extend the period during which vessels that are shorter than 79 © Simón Robledo feet in length and fishing vessels are not required to have a permit for discharges incidental to the normal operation of the vessel”, ambos proyectos de ley entorpecen la mitigación del impacto de la actividad humana sobre el ecosistema; el primer proyecto elimina una normativa que protege los arroyos, el segundo extiende el tiempo en que ciertos barcos pueden no tener permiso para hacer descargas incidentales al mar. Sin embargo, esta tendencia no es exclusiva de la administración de Trump. De acuerdo a un artículo del THE HUFFINGTON POST publicado el 22 de Abril del 2014, el congreso de ese país no había aprobado una ley ambiental importante en 1,894 días. Queda en manos de los que lean este ensayo o de los que se concienticen con otros textos, aportar a la abominable tarea de dejar atrás el arraigado y en ocasiones cómodo imaginario: “soy biólogo, soy científico, en temas políticos no puedo hacer nada”. Cabe aclarar que el llamado no es que los biólogos de conservación dejen las botas de caucho, las redes de niebla y las trampas Sherman y se pongan trajes y corbatas mientras planean el próximo evento de lobbying político. No… desprecio tanto ese panorama como posiblemente lo desprecie cualquier otro biólogo que esté leyendo este texto. Pretendo sembrar la duda, plantar la molesta inquietud, para que los biólogos lectores siembren la duda y planten la inquietud en sus alumnos, en sus colegas, en el público interesado. Todo para que en últimas, cuando se pase un proyecto de ley en conservación al congreso de la república, tenga una menos remota posibilidad de ser aprobado e implementado, y los biólogos podamos hacer historia natural y taxonomía, sin el temor de que los grupos naturales que con tanto esmero describimos desaparezcan.

Para lograr penetrar las decisiones políticas como biólogos, es primordial evitar el reduccionismo científico. Sin embargo, como científicos modernos, es en extremo difícil evitar ser reduccionista. Estamos en una época donde decirle reduccionista (especialista) a un colega es elogiarlo. Mientras más especializado sea el estudio y más especializados sean los conocimientos del individuo que lo realiza, este logra una jerarquía más alta en la comunidad científica (grupo social donde el reconocimiento y los egos componen la moneda de cambio).

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Sin embargo, la información anterior no la proporciono a manera de excusa, sino para hacer énfasis en la urgencia de cambiar, de reestructurar la prioridad y el modo de calificar a los científicos; brindar más peso a la palabra hablada, las conferencias divulgativas, los seminarios, y restarle peso al número de publicaciones y de citas como mecanismo calificador del científico, sería una estrategia en aras de politizar la conservación, brindarle aplicabilidad en un contexto práctico. Para un biólogo de la conservación, ser reduccionista implica quitarle aplicabilidad a su trabajo, y la aplicabilidad de un trabajo de conservación es el comienzo y fin último. No estoy completamente en desacuerdo con el reduccionismo, pues es una herramienta que ayuda a brindar verdad y profundidad a la investigación científica, sin embargo, su abuso roba efectividad práctica a cualquier proyecto, no solo aquellos relacionados con la biología de la conservación. En conclusión: hacer lo que nos apasione, sin olvidar que la pasión puede encontrarse en crítico peligro de extinción; balancear el reduccionismo científico en aras de brindar aplicabilidad a los proyectos; hacer taxonomía, explorar y descubrir, así como desempolvar el ethos político y, creativamente, formar un diálogo entre ambos mundos; dar a entender que todos estamos en un mismo barco girando sobre sí mismo y alrededor de una estrella en el medio de una de las billones de galaxias (presentes, posiblemente, en uno de incontables universos), y que la posibilidad de abandonar el barco y encontrar otro habitable, una vez este se estropee es remota y no nos debería dar muchas esperanzas (en perspectiva, el costo total del programa de transbordadores espaciales de la NASA alcanza los 200 billones de dólares [13], mientras que para la conservación de los océanos, entre más de 90 países, se busca destinar 5.3 billones [14]). Entender que la conservación es tarea de todos, no solamente de los biólogos, pues puede que nosotros seamos los bomberos con las máquinas especializadas y el conocimiento para apaciguar pequeños incendios, pero el incendio es grande y tenemos que pedirle al resto de la humanidad que coja un balde y nos ayude a apagarlo, explicando al mismo tiempo la importancia de ayudar y las consecuencias de no hacerlo, pues el fuego quema y a Marte no va a llegar todo el mundo. Simón Robledo Cardona Referencias

1.

Gaston K. J. (2010). Biodiversity. In Sodhi N. S. and Ehrlich P. R. (Eds.), Conservation biology for all (pp. 2742). DOI: 10.1093/acprof:oso/9780199554232.001.0001

2.

Ministry of State for Environmental Affairs, Egypt. "Law 4 for Protection of the Environment". Retrieved 23 October 2012.

3.

Ministry of Environment; Government of Japan. "The Basic Environment Law - Outline". Retrieved 23 October 2012.

4.

Law on Specially Protected Natural Territories, 2011

5.

Sindh Environmental Protection Act 2014

6.

Boletín Oficial del Estado Español, 2006.

7.

Boletín Oficial del Estado Español, 2013

8.

Environment Canada (4 December 2012). "CEPA Environmental Registry". Retrieved 10 December 2012.

9.

"Environmental Goals and Sustainable Prosperity Act". http://www.novascotia.ca/nse/egspa/. Nova Scotia Government. Retrieved 18 October 2014.

10.

Department of Sustainability, Environment, Water, Population and Communities; Australian Government (6 December 2012). "Environment Protection and Biodiversity Conservation Act". Retrieved 10 December 2012.

11.

Ministry for the Environment; New Zealand (6 December 2012). "Laws and Treaties". Retrieved 10 December 2012.

12.

Mora, C., Tittensor, D. P., Adl, S., Simpson, A. G., & Worm, B. (2011). How many species are there on Earth and in the ocean?. PLoS Biol, 9(8), e1001127.

13.

U.S. meeting on ocean conservation nets $5.3 billion in pledges (2016). Reuters. Disponible en: http:// www.reuters.com/article/us-environment-oceans-pledges-idUSKCN11M24T

14.

Total Cost of NASA's Space Shuttle Program: Nearly $200 Billion (2011). Space.com. Disponible en: http:// www.space.com/11358-nasa-space-shuttle-program-cost-30-years.html 30


Š Mateo Giraldo

Proyecto destacado 31


Charlando con la profe Estela

© Mateo Giraldo

Recientemente, la profesora Estela Quintero PhD en ecología y manejo de bosques de la Universidad Wageningen, participó activamente en la redacción y edición de un libro sobre la conservación de bosques andinos en Antioquia, curiosos al respecto, decidimos hacerle la siguiente entrevista para conocer más a fondo este acontecimiento.

¿

Ese libro en particular, nació bajo unas condiciones poco comunes porque ya venía ligado a unos fondos, venía financiado por una institución de cooperación Suiza, dentro de un programa macro que se llama “Bosques Andinos”. Este un proProfe, qué tan digrama que pretende avalar las buenas prácticas y la conservación de los bosques andinos a trafícil es escribir un vés de diferentes acciones como acciones para libro sobre conservación en el la conservación de los bosques y divulgación cientípaís? fica al público en general. Además, cuenta con otro componente que es más de servicios ecosistémicos, etc. Entonces el libro nació en buena situación, al menos en términos económicos y en verdad fue muy grato encontrar una respuesta muy positiva de todos los autores de los diferentes capítulos, a los cuales se les envió la invitación, porque a pesar de ser esto un esfuerzo voluntario, donde no había pago, muchos respondieron. La intención del libro era mostrar información actualizada y diversa sobre los bosques andinos, tanto en temas de biodiversidad, como de clima, proyectos sociales, etc.

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La colaboración de los coautores al compartir generosamente su conocimiento y compartir esta información, muestra como estamos en un momento histórico, en el cual la gente del sector académico se da cuenta que es importante que lo que hace se divulgue y se muestre al público en general y que no se quede por allá en los gabinetes, o en los cuadernos de notas, entonces en ese sentido fue una respuesta muy positiva, muy bonita, y la financiación ya estaba. El reto, finalmente, es que llegue esa información a la mayor cantidad de personas. El libro es muy hermoso, la información que contiene es, hasta cierto punto, completa, aunque faltaron varias cositas. Pero el reto es entonces, a quién va a llegar, si finalmente llegará a los que toman decisiones, si los que toman decisiones podrán realmente consultar algo de la información contenida allí, y esa pregunta, en este momento, está difícil de responder, o sea, hemos tratado de hacer la mayor cantidad de divulgación que hemos podido, pero por el momento, en eso vamos. Y, como este libro está atado a otra estrategia, que es el Observatorio como tal, pues, digamos que por ahí se va a ir complementando. Y sí, el reto más grande es que llegue a un público más general, que la gente lo comprenda, lo consulte, entienda un poco y se contextualice con el bosque en el que vive, en el ecosistema en el que vive, pues hay muchas personas, que habitan en Medellín, que no saben que habitan en una altitud que corresponde a los bosques andinos, por ejemplo. Para aquellos que piensan que los bosques andinos están allá en el Parque de los Nevados o en la Serranía del Cocuy, cuando están aquí, al lado de ellos, se trata de crear esa conexión, es importante.

¿

Qué considera a usted que le falta al país para conservar sus bosques?

Primero, pienso que al país le hace falta mucho conocimiento, y eso no me cansaré de repetirlo. Nos falta conocer muchísimo, no sólo de cómo se componen nuestros bosques, sino cómo cambian, cuál es su dinámica, cómo se estructuran y cómo responden al ambiente. Toda esa información no la tenemos, y a veces queremos, incluso, tratar de generar modelos para poder predecir las respuestas del bosque cuando todavía no tenemos suficiente información recopilada para validar estos modelos, entonces, pienso que todavía falta mucho por saber sobre los bosques como tal.

Como segunda medida le falta al país mayor conexión entre la academia, la sociedad civil, los gobiernos, e incluso las empresas privadas que están involucradas con bosques. Digamos que este tema, poco a poco, se va saldando, y que hay una que otra estrategia por allí pero es difícil, los académicos, en ocasiones, se quedan en la academia, los empresarios no acceden a esa información producida por los académicos, lo mismo que la sociedad civil y los sectores gubernamentales. Y por otro lado, también un cierto legado, quizás cultural, en el que no valoramos la ciencia como la fuente de conocimiento que nos permite tomar decisiones, y hasta que nosotros no entendamos esto, todavía nos va a faltar bastante.

E

El Observatorio, como su nombre lo indica, es un sitio donde se realiza una compilación de información que está disponible para el público y que se puede, justan el libro de Bosques Anmente, observar; es precisamente, dinos, mencionan muvisibilizar información para la sociedad, y que la sociedad misma cho el OBA, que quiere decir por sus sisea la que empiece a tener una glas Observatorio de Bosques Andinos, conciencia del tema. El Observatorio nos gustaría saber, de sus palabras, de Bosques Andinos, está en un ¿qué es este ente? Y ¿Qué es lo que hace? programa de Bosques Andinos, comenzó como una parte del programa, pero honestamente, en el largo plazo, queremos que escale a Observatorio de Bosques de Antioquia, esto, porque en la definición de bosques andinos, bajo el marco del programa, están los bosques por encima del límite de 1000 msnm, pero Antioquia, tiene también bosques por debajo de ese límite, entonces sería interesante incluir estos bosques.

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Entonces, ¿qué es el Observatorio? Es una compilación de información, y en este momento, está como una plataforma virtual, un geoportal, que la gente puede consultar. En el momento, tiene una información de base, algo de información climática como pluviosidad, temperatura, algo de geografía, como altitud, etc. También tiene parte de biodiversidad, como de plantas, aves, mamíferos, por mencionar algunos. Es muy interesante porque te proyectan sobre Antioquia, los puntos en que, hasta el momento, con las bases de datos del SIB Colombia, se tienen para registros, por ejemplo, de mamíferos. Vale la pena notar, que la información que se tiene allí, es información que ya está curada. Esto, porque, en la actualidad, tenemos esta tendencia a compilar un montón de información, los big data y todo esto, pero, estamos viendo que, no se trata sólo de tener cantidad, sino calidad en la información. Por poner un ejemplo, en errores pequeños que uno mismo comete, “ay, metí una coordenada mal, y resulta que la especie que está presente en Antioquia, la coordenada quedó por allá en Santander”, errores de ese tipo, así que, la información de base que está en el Observatorio, ha pasado por este proceso de curaduría, y eso es lo que queremos, porque conocemos que hay otras plataformas que contienen información, como mínimo, sobre de biodiversidad, está el IDEAM, que también tiene muchas plataformas sobre aspectos ambientales, como deforestación, pero, lo que queremos es que a nivel local, se visualice más, sea más amigable para el público en general, para las instituciones, los gobernantes, los tomadores de decisiones. No sólo tiene información base sobre los ecosistemas, también tiene información sobre dinámicas, carbono de los bosques y deforestación. Lo que quiere el observatorio, es, si es posible, generar unas alertas sobre ciertos aspectos que amenazan los bosques, el ejemplo más típico es la deforestación, entonces que a través de esta plataforma, la gente quiera saber del estado actual de los bosques en su municipio, y lo pueda explorar en primera medida en el sitio. Esta información está disponible y el geoportal te permite trazar polígonos con el área de tu interés, y genera un informe sobre esa área en ciertos ítems, como los anteriores que les mencioné. Hay que aclarar que todavía está una versión beta, pero ya se puede explorar un poco.

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Pues, varias cositas. Primero, que estudien mucho, porque como justo lo acabé de decir, nos falta mucho por conocer y eso, requiere estudiar muchísimo nuestros bosques. Además de esrofe, en el marco del tudiar mucho, también es importante lanzamiento de su libro, adquirir un compromiso muy ético de pronto hay estudiantes que se ven con la profesión, yo creo que, si uno más animados a participar en este tipo está interesado en la conservación, hay que tratar de hacer bien las code iniciativas de conservación, ¿Qué le sas; que si lo que a mi me gusta son recomendaría a estos estudiantes para los insectos, los mamíferos, o las plantas, aportar a la conservación de bosques? entonces, bueno, los estudio y me encarreto en ello pero con el propósito de hacerlo bien, no por salir a la carrera, no por graduarme, etc, sino que éticamente, me debo comprometer con el conocimiento que estoy produciendo, que así sea un grano de arena pequeño, puede ir avanzando en posibles estrategias después, así que yo pienso que hay un compromiso ético con la profesión que debe ser necesario en los estudiantes, y eso, obviamente, va ligado a estudiar muchísimo, porque para conocer bien, necesitamos formarnos bien, para poder generar proyectos bien diseñados, que la información que se genere de estos proyectos sea de calidad y confiable, en fin, ese tipo de cosas le recomiendo a los estudiantes que quieran hacer parte de la conservación de los bosques. Es como, sí, listo, lo quiero hacer, entonces hay que comprometerse y hacer un esfuercito. Valentina Mejía & Estela Quintero 34


“Somewhere, something incredible is waiting to be known.

For small creatures such as we the vastness is bearable only through love. We're made of star stuff. We are a way for the cosmos to know itself. Every one of us is, in the cosmic perspective, precious. If a human disagrees with you, let him live. In a hundred billion galaxies, you will not find another. We are like butterflies who flutter for a day and think it is forever. If you want to make an apple pie from scratch, you must first create the universe. Imagination will often carry us to worlds that never were. But without it we go nowhere. For me, it is far better to grasp the Universe as it really is than to persist in delusion, however satisfying and reassuring. We live in a society exquisitely dependent on science and technology, in which hardly anyone knows anything about science and technology.

Science is a way of thinking much more than it is a body of knowledge.�

Carl Sagan.

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