Medicina renacimiento

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LA MEDICINA EN EL RENACIMIENTO

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SERIE DE LECTURAS SOBRE LA HISTORIA DE LA MEDICINA COMO PARTE DEL TRABAJO REALIZADO POR LOS ALUMNOS DE 4º ESO CIENCIAS DEL IES FCO. PACHECO PARA EL DESARROLLO DE LAS COMPETENCIAS CLAVE EN TORNO A LA CELEBRACIÓN DEL V CENTENARIO DE LA I VUELTA AL MUNDO

PROFESORA BIOLOGÍA: PIEDAD JIMÉNEZ CURSO 2015-2016

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OBJETIVO DEL TRABAJO Con motivo de la Celebración del V Centenario de la I Vuelta al Mundo en 2019, los alumnos de Ciencias de 4º de ESO del IES Fco. Pacheco realizan un trabajo sobre la Historia de la Medicina en la época de la I Circunnavegación, en el Renacimiento, con el fin de desarrollar las Competencias Clave.

Con este trabajo además pretendemos dar a conocer un poco más el Renacimiento científico, mucho menos conocido que el humanístico, pero que contribuyó mucho más que él a la transformación del hombre medieval en moderno.

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1. INTRODUCCIÓN Hasta finales del siglo XV los conocimientos teóricos en medicina no habían avanzado mucho más que en la época de Galeno (siglo II d.C.) y la teoría humoral de la enfermedad de Hipócrates (460 a.C.) con agregados religiosos y astrológicos dominó toda la Edad Media. Los médicos, al poseer la mejor formación científica de su época (junto con Leyes y Teología, la Medicina era uno de los tres temas que se podían estudiar hasta el grado de doctorado en las Universidades medievales) sobresalieron entre los líderes de la revolución científica. Así por ejemplo, Gilbert, el estudioso del magnetismo era médico de Isabel I de Inglaterra. Un rasgo importante en la profesión médica que quizás resultó importante para el desarrollo de la ciencia moderna fue el estrecho contacto entre los elementos artesanales y cultos de la profesión: en medicina había dos oficios artesanales, el de los cirujanos y barberos y el de los boticarios, que tenían contacto con los estudiosos médicos, ya que los médicos educados en la Universidad recetaban medicinas que preparaban los boticarios y, en ocasiones, supervisaban operaciones realizadas por cirujanos. Aunque la formación de los médicos siempre fue más empírica que la de los eruditos, la enseñanza de la medicina era más bien abstracta y doctrinaria: Un lector leía pasajes de los libros de autores antiguos como Galeno mientras el profesor en su cátedra hacía comentarios. Un cirujano barbero hacía la disección pero no podía participar de los comentarios, por muy conocedor del cuerpo humano que fuera, porque estos se hacían en latín. Por otro lado los médicos no practicaban disecciones. Tal método de enseñanza no llevaba al progreso anatómico ni de la medicina en general, pero a lo largo del siglo XVI los boticarios y barberos cirujanos se tornaron más ilustrados y cultos, mientras que los estudiosos empezaron a emprender disecciones prácticas por sí mismos. El renacimiento del estudio de la anatomía mediante disección práctica resultó notable al norte de Italia. El papa Sixto IV, que había sido estudiante en Bolonia y Padua, autorizó en el siglo XV la disección de cadáveres humanos lo que supuso una revolución en el mundo de la medicina y de la anatomía en particular.

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Fue allí donde artistas renacentistas como Leonardo da Vinci realizaron dibujos precisos y exactos sobre el cuerpo humano y más tarde los profesores de medicina adjuntaron excelentes ilustraciones a sus libros de Anatomía. Destaca la figura de Vesalio cuya obra, Fabrica, sobre la Estructura del cuerpo humano, destaca entre las más importantes de todos los tiempos. El desarrollo de la anatomía influyó poderosamente en el desarrollo de otras ramas de la medicina especialmente en cirugía donde destaca por su importancia Ambroise Paré. Otro médico renacentista a destacar fue Fracastoro que desarrolló la Teoría del Contagio, una fina malla de hipótesis e intuiciones sobre el contagio de las enfermedades, pero que no pudo demostrar. Fracastoro se adelantó a su tiempo, pero si hubiera nacido un siglo más tarde cuando los microscopios alcanzaron el desarrollo necesario para revelar el universo microscópico, sus “semillas” hubieran pasado de ser meras hipótesis a convertirse en algo concreto y con ello su contribución al progreso de la medicina hubiera sido mucho mayor.

2. PRELUDIO DEL RENACIMIENTO LA PRÁCTICA DE LA MEDICINA Hasta fines del siglo XV los conocimientos teóricos en medicina no habían avanzado mucho más que en la época de Galeno. La teoría humoral de la enfermedad reinaba suprema, con agregados religiosos y participación prominente de la astrología. La teoría de los cuatro humores o humoral, fue una teoría acerca del cuerpo humano adoptada por los filósofos y físicos de las antiguas civilizaciones griega y romana. Desde Hipócrates, la teoría humoral fue el punto de vista más común del funcionamiento del cuerpo humano entre los «físicos» (médicos) europeos hasta la llegada de la medicina moderna a mediados del siglo XIX. En esencia, esta teoría mantiene que el cuerpo humano está compuesto de cuatro sustancias básicas, llamadas humores (líquidos), cuyo equilibrio indica el estado de salud de la persona. Así, todas las enfermedades y

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discapacidades resultarían de un exceso o un déficit de alguno de estos cuatro humores. Estos fueron identificados como bilis negra, bilis, flema y sangre. Tanto griegos y romanos como el resto de posteriores sociedades de Europa que adoptaron y adaptaron la filosofía médica clásica, consideraban que cada uno de los cuatro humores aumentaba o disminuía en función de la dieta y la actividad de cada individuo. Cuando un paciente sufría de superávit o desequilibrio de líquidos, entonces su personalidad y su salud se veían afectadas.

La anatomía estaba empezando a estudiarse no sólo en los textos de Galeno y Avicena sino también en el cadáver, aunque en esos tiempos muy pocos médicos habían visto más de una disección en su vida (la autorización oficial para usar disecciones en enseñanza de la anatomía la hizo el papa Sixto IV (1471-1484) y la confirmó Clemente VII (1513-1524)). El diagnóstico se basaba sobre todo en la inspección de la orina que se interpretaba según las capas de sedimento que se distinguían en el recipiente, ya que cada una correspondía a una zona específica del cuerpo; también la inspección de la sangre y la del esputo eran importantes para reconocer la enfermedad. La toma del pulso había caído en desuso, o por lo menos ya no se practicaba con la acuciosidad con que lo recomendaba Galeno. El tratamiento se reducía a cuatro medidas generales: 1) Sangría, realizada casi siempre por flebotomía, con la idea de eliminar el humor excesivo responsable del desequilibrio o bien para derivarlo de un órgano a otro, según se practicara del mismo lado anatómico donde se localizaba la enfermedad o del lado opuesto, respectivamente. Las indicaciones de la flebotomía eran muy complicadas, pues incluían no solo el sitio y la técnica sino también condiciones astrológicas favorables (mes, día y hora), número de sangrados y cantidad de sangre obtenida en cada operación, que a su vez dependían del temperamento y la edad del paciente, la estación del año, la localización geográfica, etc. Había muchas opiniones distintas y todas se discutían acaloradamente, usando innumerable citas de Galeno, Rhazes, Avicena y otros autores clásicos. También se usaban sanguijuelas, aunque con menor frecuencia que en el siglo XVIII; los revulsivos se practicaron durante toda la Edad Media y hasta el siglo XVIII, en forma de pequeñas incisiones

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cutáneas en las que se introduce un cuerpo extraño (hilo, tejido, frijol, chícharo) para evitar que cicatricen. 2) Dieta, para evitar que a partir de los alimentos se siguiera produciendo el humor responsable del desequilibrio. Desde los tiempos hipocráticos la dieta era uno de los medios terapéuticos principales, basada en dos principios: restricción alimentaria, frecuentemente absoluta, aun en casos en los que conducía rápidamente a desnutrición, y direcciones precisas y voluminosas para la preparación de los alimentos y bebidas permitidos, que al final eran tisanas, caldos, huevos y leche. 3) Purga, para facilitar la eliminación del exceso del humor causante de la enfermedad. Esta medida terapéutica era herencia de una idea egipcia muy antigua, un principio patológico que se generaría en el intestino y de ahí pasaría al resto del organismo, produciendo malestar y padecimientos. Quizá ésta sea la medida terapéutica médica y popular más antigua de todas: identificada como eficiente desde el siglo XI a.C. en Egipto, todavía tenía vigencia a mediados del siglo XX. A veces los purgantes eran sustituidos por enemas. 4) Drogas de muy distintos tipos, obtenidas la mayoría de diversas plantas, a las que se les atribuían distintas propiedades, muchas veces en forma correcta: digestivas, laxantes, diuréticas, diaforéticas, analgésicas, etc. La polifarmacia era la regla y con frecuencia las recetas contenían más de 20 componentes distintos. La preparación favorita era la teriaca, tenía 64 sustancias distintas, incluyendo fragmentos de carne de víboras venenosas, y su preparación era tan complicada que en Venecia en el siglo XV se debía hacer en presencia de los priores y consejeros de los médicos y los farmacéuticos. Entre sus componentes la teriaca tenía opio, lo que quizá explica su popularidad; la preparación tardaba meses en madurar y se usaba en forma líquida y como ungüento. Otras sustancias que también se recomendaban por sus poderes mágicos eran cuernos de unicornio, sangre de dragón, esperma de rana, bilis de serpientes, polvo de momia humana, heces de distintos animales, etcétera. Al mismo tiempo que estas medidas terapéuticas también se usaban otras basadas en poderes sobrenaturales. Los exorcismos eran importantes en el manejo de trastornos mentales, epilepsia o impotencia; en estos casos el sacerdote sustituía al médico. La creencia en los poderes curativos de las reliquias era generalizada, y

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entonces como ahora se rezaba a santos especiales para el alivio de padecimientos específicos. La tuberculosis ganglionar cervical ulcerada o escrófula se curaba con el toque de la mano del rey, tanto en Inglaterra como en Francia, desde el año 1056, cuando Eduardo el Confesor inició la tradición en Inglaterra, hasta 1824, cuando Carlos X tocó 121 pacientes que le presentaron Alibert y Dupuytren en París.

Los médicos no practicaban la cirugía, que estaba en manos de los cirujanos y de los barberos. Los cirujanos no asistían a las universidades, no hablaban latín y eran considerados gente poco educada y de clase inferior. Muchos eran itinerantes, que iban de una ciudad a otra operando hernias, cálculos vesicales o cataratas, lo que requería experiencia y habilidad quirúrgica, o bien curando heridas superficiales, abriendo abscesos y tratando fracturas. Sus principales competidores eran los barberos, que además de cortar el cabello vendían ungüentos, sacaban dientes, aplicaban ventosas, ponían enemas y hacían flebotomías. Los barberos aprendieron estas cosas en los monasterios, adonde acudían para la tonsura de los frailes; como éstos, por la ley eclesiástica, debían sangrarse periódicamente, aprovechaban la presencia de los barberos para matar dos pájaros de un tiro. Los barberos de los monasterios se conocían como rasor et minutor, lo que significa barbero y sangrador. Los cirujanos de París formaron la Hermandad de San Cosme en 1365 con dos objetivos: promover su ingreso a la Facultad de Medicina de París e impedir que los barberos practicaran la cirugía. Al cabo de dos siglos consiguieron las dos cosas, pero a cambio tuvieron que aceptar los reglamentos de la Facultad, que los obligaban a estudiar en ella y a pasar un examen para poder ejercer, y también incorporar a los barberos como miembros de su hermandad. En Inglaterra los cirujanos y los barberos fueron reunidos en un solo gremio por Enrique VIII, y así estuvieron hasta 1745, en que se disolvió la unión, pero en 1800 se fundó el Real Colegio de Cirujanos. En Italia la distinción entre médico y cirujano nunca fue tan pronunciada, y desde 1349 existen estatutos que se aplican por igual a médicos, cirujanos y barberos; todos debían registrarse y pasar exámenes en las escuelas de medicina de las universidades.

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El paso de la Edad Media al Renacimiento ocurrió mucho antes en las humanidades y en las artes que en las ciencias y en la medicina. Dante escribió su Divina Comedia a fines del siglo XIII Petrarca y Boccaccio fueron contemporáneos en el siglo XIV, y Giotto y Donatello trabajaron en ese mismo siglo. En cambio, el texto de Benivieni sobre patología apareció en 1504, Copérnico y Vesalio publicaron sus respectivos libros en 1543, y Gilbert dio a la luz su volumen sobre el magneto hasta 1600, año en que Giordano Bruno fue quemado vivo por sus ideas. Hay por lo menos tres siglos de diferencia entre el Renacimiento humanístico y el científico, pero a fines de la Edad Media, en el campo de la medicina, destacan dos precursores interesantes pero muy distintos: Fernel y Paracelso.

Jean Fernel (1497-1558) fue filósofo, matemático, astrónomo, filólogo y médico, esto último por razones económicas, pues requería abundantes recursos para la obtención y mantenimiento de sus aparatos astronómicos. Fue profesor de medicina en París y escribió varios libros, el más famoso de todos, Medicina, volumen de 630 páginas fechado el 18 de noviembre de 1553. Fue uno de los textos de medicina más leídos en los siglos XVI y XVII y se reimprimió cerca de 30 veces.

Phillipus Bombastus von Hohenheim(1493-1541), contemporáneo de Fernel, nació en Einsiedeln, Suiza, y posteriormente adoptó los nombres Aureolus Theophrastus Paracelsus, que es como se le conoce. Estudió medicina en Basilea pero no llegó a graduarse, y viajó extensamente en Italia y Alemania trabajando como médico itinerante. En 1527 fue invitado a residir en Basilea como médico de la ciudad y nombrado profesor de medicina de la universidad, pero su estancia fue muy tormentosa. Paracelso tenía un carácter difícil y defendía ideas muy heterodoxas con posturas arrogantes y lenguaje agresivo. Condenaba toda la medicina que no estuviera basada en la experiencia, especialmente las teorías de Galeno y Avicena, cuyos libros quemó en público; además, dictaba sus clases en alemán, en lugar de hacerlo en latín, como era lo apropiado en una universidad tan conservadora. Procedió a pelearse con los médicos locales, a quienes insultaba públicamente, llamándolos charlatanes, estafadores y asnos certificados; los

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estudiantes también lo odiaban, lo bautizaron como "Cocofrastus" y le escribieron un poema insultante que se suponía había sido enviado por Galeno desde el infierno. Paracelso es un precursor del Renacimiento no por lo que hizo sino por lo que intentó. Insatisfecho con las creencias galénicas prevalecientes en su tiempo, se rebeló contra ellas, pero no para revivir las doctrinas hipocráticas sino para sustituirlas por las suyas, que eran todavía más oscuras y dogmáticas. En su juventud (1520) Paracelso publicó un pequeño libro en donde presenta una de sus principales teorías sobre la enfermedad (propuso varias), un reto abierto a la patología humoral galénica predominante. Distinguió cinco causas principales de enfermedad, consideradas como cinco principios o esferas (Etia): 1) Ens astri, la influencia de las estrellas; 2) Ens veneni, que no incluye sólo tóxicos sino todo el ambiente; 3) Ens naturale, o sea la complexión del organismo, que incluye a la herencia; 4) Ens spirituale, el alma; 5) Ens Dei, los padecimientos enviados por Dios y que son incurables. Paracelso introdujo el uso del láudano, del mercurio, del azufre y del plomo en la farmacopea; además, insistió en que las heridas tienden a cicatrizar espontáneamente y se opuso a la aplicación de ungüentos y emplastes, tan favorecidos en esa época. Tanto Fernel como Paracelso pertenecen por completo a la Edad Media, pero vivieron cuando ésta se acercaba a su fin y en sus obras ya existen indicios renacentistas: Fernel vislumbró un concepto moderno de la patología en la medicina, diferente del que había prevalecido por más de 1 000 años, mientras Paracelso se rebeló en contra de la autoridad de los textos clásicos y predicó (aunque él mismo no lo hizo) que la medicina debería basarse en la experiencia personal del médico y no en Galeno y Avicena. ACTIVIDADES 1. Recuerda quién era Galeno, cuándo vivió y por qué la medicina no había tenido avances desde su época. 2. ¿Cuándo se empiezan a hacer las primeras disecciones? 3. ¿Con qué medidas generales se trataban entonces las enfermedades? 4. Explica en qué consiste cada una y explica su ineficacia desde tus conocimientos actuales. 5. ¿Qué otras medidas terapéuticas se usaban además de las cuatro anteriores? 6. Distingue entre médico, cirujano y barbero. 7. ¿Qué fue anterior el Renacimiento humanístico o el científico? 8. ¿Quiénes eran Dante, Petrarca, Giotto y Donatello? ¿Y Benivieni y Gilbert? Sitúa a estos dos últimos en la línea temporal que estamos realizando.

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9. ¿Cuáles son las aportaciones de Fernel y Paracelso a la Hª de la medicina? 10. Investiga en qué consiste la teoría humoral de la enfermedad.

3. LA REVOLUCIÓN ANATÓMICA Mondino de Luzzi (1270-1326) publicó en 1316 uno de los primeros textos de anatomía humana su libro no contiene ilustraciones y la calidad de sus descripciones es muy variable. De todos modos, Mondino representa el primer paso de la revolución anatómica, que tardó dos siglos en dar el siguiente. El papa Sixto IV, que había sido estudiante en Bolonia y Padua, autorizó en el siglo XV la disección de cadáveres humanos, condicionada al permiso de las autoridades eclesiásticas, lo que fue confirmado por Clemente VII en el siglo XVI. El segundo paso en la revolución anatómica no lo dieron los médicos sino los artistas. Como resultado del naturalismo del siglo XV, los grandes maestros de la pintura como Verrochio, Mantegna, Miguel Ángel, Rafael y Durero hicieron disecciones anatómicas en cadáveres humanos y dejaron dibujos de sus estudios. Uno de los más grandes anatomistas de esa época fue Leonardo da Vinci (1452-1519), porque en sus cuadernos es posible reconocer la transición entre el artista que desea mejorar sus representaciones del cuerpo humano y el científico cuyo interés es conocer mejor su estructura y su funcionamiento Leonardo planeaba escribir un texto de anatomía humana en colaboración con Marcoantonio della Torre (1481-1512), profesor de la materia en Pavía, pero la muerte prematura de éste no lo permitió y sus maravillosos dibujos anatómicos permanecieron ocultos hasta este siglo. El genio de Leonardo no tuvo gran impacto entre sus contemporáneos y sucesores inmediatos, lo que fue una gran pérdida para la humanidad.

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El tercer paso en la revolución anatómica del siglo XVI lo dio un médico belga, Andreas Vesalio (1514-1564). El nombre original de la familia Vesalio parece haber sido Wesel o Wessel. Vesalio representa la quinta generación de médicos en su familia: su tatarabuelo Pedro reunió una valiosa colección de manuscritos médicos de su tiempo (fines del siglo XIV), muchos de ellos se conservaron en posesión de la familia por cuatro generaciones y formaron parte de las lecturas del joven Vesalio más de 150 años después. En 1533 Vesalio inició sus estudios de medicina en la Universidad de París, En 1537 se mudó a Padua y ahí su carrera fue meteórica, pues ese mismo año se graduó de médico y al día siguiente el Ilustre Senado de Venecia lo nombró profesor de cirugía, lo que incluía entre sus obligaciones la enseñanza de la anatomía.

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El joven profesor (tenía entonces 23 años de edad) inició sus lecciones de anatomía humana con un éxito sin precedentes, debido a tres factores principales: 1) sus conocimientos directos de la materia, que ya eran considerables; 2) su práctica de realizar personalmente y sin ayuda de prosectores todas las disecciones; 3) su uso de diagramas o esquemas para ilustrar distintos detalles anatómicos. En abril de 1538 (sólo cinco meses después de haber sido nombrado profesor) publicó sus Tabulae Anatomicae Sex (Seis tablas anatómicas), que son seis carteles, tres de ellos del sistema vascular (dibujados por Vesalio) y los otros tres del, esqueleto (dibujados por Van Kalkar), a los que Vesalio agrego breves explicaciones y nombres de muchas de las estructuras en tres idiomas. En 1543 Vesalio abandonó Padua y al siguiente fue nombrado médico de la corte de Carlos V, donde pasó el resto de su vida. Los cinco años que vivió en Padua fueron suficientes para producir su obra maestra. El título completo del libro de Vesalio es De humani corporis fabrica y consta de siete partes, la primera dedicada al esqueleto y las articulaciones, la segunda a los músculos estriados, la tercera al sistema vascular, la cuarta al sistema nervioso periférico, la quinta a las vísceras abdominales y a los órganos genitales, la sexta al corazón y a los pulmones, y la séptima al sistema nervioso central. El libro termina con un pequeño capítulo sobre algunos experimentos fisiológicos, como esplenectomía, afonía por sección del nervio recurrente, parálisis muscular después de sección medular, sobrevivencia del animal después de abrirle el tórax si la respiración se mantiene con un fuelle, etc. A las dos primeras partes, o sea al esqueleto y a los músculos estriados, Vesalio dedica 42 del total de las 73 láminas, revelando con claridad el interés que tenía en que su libro fuera útil no sólo a los médicos sino también a los pintores y escultores. En muchas de las ilustraciones las figuras posan como estatuas clásicas en un ambiente bucólico, con colinas, árboles, rocas y ruinas romanas, así como un río cruzado por un puente y varias construcciones más recientes; las figuras poseen actitudes y movimientos de seres vivos. En la historia de la medicina el libro de Vesalio brilla como una obra única. Desde luego, antes de la publicación de la Fabrica no había aparecido nada que ni remotamente se le pareciera, no sólo por la riqueza de sus ilustraciones sino por el contenido que, como ya se ha mencionado, critica a Galeno y expone sus errores. Además, después de la publicación de la Fabrica pasaron muchos años para que apareciera otro libro que pudiera compararse con él, y algunos conocedores opinan que eso todavía no ha ocurrido. Pero además de su contribución

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al avance del conocimiento anatómico del hombre y de su gran valor artístico, el libro de Vesalio es también un parteaguas en la historia de la ciencia en general, en vista de que es uno de los primeros textos donde se concede más autoridad a la observación de la realidad que a lo escrito sobre de ella por las autoridades. Vesalio no escribió un libro perfecto: la Fabrica contiene más de 200 correcciones a la anatomía galénica pero también muestra errores, más en las ilustraciones que en el texto, que está escrito en estilo afirmativo, con gran autoridad y no poca arrogancia, quizá revelando que el autor (él mismo lo dice) apenas tenía 28 años de edad. Logo de la universidad de Padua

Pero al considerar a Vesalio como hombre representativo del Renacimiento científico, sus equivocaciones se vuelven poco importantes; lo que destaca es su postura frente a la naturaleza, en comparación con las de sus predecesores y contemporáneos.

Otros anatomistas que contribuyeron al gran progreso de esa disciplina en el Renacimiento fueron Bartolomeo Eustaquio (1520-1574), un galenista de Roma cuyos trabajos principales se publicaron dos siglos más tarde (1714), por lo que tuvo poca influencia en su tiempo, pero que hizo casi tantos descubrimientos como Leonardo o Vesalio. Introdujo el estudio de las variaciones anatómicas, describió e ilustró los hilios pulmonares con gran detalle, pero sobre todo produjo una lámina del sistema nervioso simpático tan perfecta que Singer dice: "Dudo que se haya presentado una imagen mejor y más clara de las conexiones de ese sistema hasta nuestros días." Curiosamente, Eustaquio no ilustró la trompa por la que se le conoce, que por otro lado la era conocida por Alcemos (500 a.C.) y por Aristóteles, pero en cambio describió el conducto torácico casi un siglo antes que Jean Pecquet (1651)

El sucesor en la cátedra de Vesalio en Padua fue Realdo Colombo (1516-1559), uno de sus discípulos, cuyo libro póstumo, De re anatomica, es un texto de anatomía basado en Vesalio pero sin ilustraciones; sin embargo, contiene la primera demostración de la circulación pulmonar.

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El sucesor de Colombo en Padua fue Gabriel Falopio (1523-1562), gran admirador de Vesalio, que se distinguió por sus descripciones del aparato genital femenino interno, de algunos pares nerviosos craneales y del oído interno, pero que murió a los 39 años de edad. El sucesor de Falopio en la cátedra de Padua fue Fabricio de Aquapendente(1590-1619), famoso cirujano y profesor de anatomía que construyó con sus recursos el anfiteatro de disecciones que todavía existe; su prestigio atrajo a muchos estudiantes de toda Europa, entre ellos a William Harvey. Fabricio es uno de los fundadores de la embriología científica, gracias a su libro De formato foeti, en el que describe e ilustra en forma magnífica el desarrollo embrionario del hombre y del conejo, cobayo, ratón, perro, gato, oveja, cerdo, caballo, buey, cabra, venado, pez-perro y serpiente. También ilustró claramente las válvulas venosas en De venarunm ostiolis, que ya habían sido descritas antes, y en Opera chirurgica ilustró nuevos instrumentos quirúrgicos y mejoró técnicas operatorias, además de defender la idea de que el mejor cirujano es el que corta menos y lo hace con el mayor cuidado.

ACTIVIDADES 1. Como ya vimos en la lectura anterior, hasta el siglo XV no se autorizó la disección de cadáveres humanos lo que retrasó el avance de la anatomía y, por tanto, el de la medicina. ¿Qué pintores tuvieron un importante papel en el conocimiento de la anatomía humana? ¿Quién es el Hombre de Vitruvio? 2.

¿Quién era Andreas Vesalio? ¿Cuál es su aportación a la de la medicina?

3.

¿De qué emperador fue médico? ¿Sabes algo sobre ese emperador?

4.

Vesalio publicó una obra llamada Tabulae Anatomicae Sex ¿De qué trata?

5. Posteriormente publicó De humani corporis fabrica ¿Qué edad tenía cuando la publicó? ¿De qué trata esta nueva obra? ¿A qué se debe la importancia de esta obra? 6. Hay otros dos anatomistas de la época cuyos nombres te sonarán mucho. Uno de ellos fue Eustaquio ¿Por qué se le conoce? 7.

¿Quién es el otro? ¿Cuáles fueron sus trabajos más importantes?

8. En esta lectura aparecen dos médicos que tuvieron particular importancia en el estudio de la circulación sanguínea. ¿Quiénes son? ¿Cuál fue su aportación?

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4. LA REVOLUCIÓN QUIRÚRGICA El impulso que recibió el estudio de la anatomía con la Fabrica de Vesalio fue definitivo e irreversible, pero además rebasó los límites de esa ciencia e influyó poderosamente en el desarrollo de otras ramas de la medicina, como la cirugía, la fisiología y la medicina interna. Otros factores ya mencionados también participaron, pero uno tan importante como inesperado fue la guerra. En los siglos XVI y XVII las guerras religiosas fueron prolongadas y feroces y, además, desde el siglo XV ya se contaba con armas de fuego, lo que había aumentado la variedad de lesiones que se producían los combatientes. La cirugía se desarrolló a pesar de que los cirujanos no poseían ni conocimientos ni medios adecuados para controlar el dolor y la hemorragia, ni para combatir la infección. Esto limitaba la naturaleza de los procedimientos que podían llevar a cabo, y que fueron esencialmente los mismos desde la antigüedad hasta después del Renacimiento. Por eso mismo, los instrumentos con que contaban los cirujanos para trabajar entre los siglos XII y XV eran muy semejantes a los que habían usado los médicos hipocráticos del siglo V a.C. Un médico del mundo helénico del siglo I d.C. no hubiera tenido ninguna dificultad para atender la terrible herida por tridente de un pobre gladiador romano con los instrumentos quirúrgicos que Henri de Mondeville usaría en alguno de sus nobles pacientes 13 siglos más tarde.

Instrumentos de la obra de Arderne 1349

Al terminar la Edad Media los enfermos tenían tres fuentes posibles de ayuda para el diagnóstico y tratamiento de sus males: 1) el médico educado en una universidad, de orientación galénica o arabista, que se limitaba a hacer diagnósticos y pronósticos y a recetar pócimas y menjunjes como la teriaca, y que no ejercía la cirugía porque para ingresar a la universidad (París, Montpellier) había tenido que jurar que no lo haría; 2) el cirujano-barbero, que no había asistido a una universidad sino que se había educado como aprendiz de otro cirujano-barbero más experimentado; 3) el curandero, charlatán o mago, un embaucador itinerante que viajaba de pueblo en pueblo vendiendo sus ungüentos y sus talismanes, sacando dientes y ocasionalmente haciendo hasta flebotomías y cirugía menor, casi siempre con resultados desastrosos.

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Ambroise Paré(1517-1590) se inició como aprendiz de barbero y a los 16 años de edad llegó a París, en donde continuó siendo aprendiz pero al poco tiempo ingresó como interno al Hôtel Dieu y pasó ahí tres años, al cabo de los cuales se incorporó al ejército de Francisco I como cirujano. Tenía entonces 19 años de edad y era su primera experiencia en la guerra, pero en ella hizo su primer descubrimiento: las heridas por armas de fuego evolucionan mejor cuando no se tratan con aceite hirviendo como se hacía tradicionalmente, debido a la creencia de que la pólvora era venenosa. Un día al joven cirujano se le acabó el aceite y entonces trató a un grupo de heridos por arcabuz con un "digestivo" preparado con yema de huevo, aceite de rosas y aguarrás. Paré relata este episodio como sigue: “Esa noche no pude dormir bien pensando que, por no haberlos cauterizado, encontraría a todos los heridos en los que no había usado el aceite muertos por envenenamiento, lo que me hizo levantarme muy temprano para revisarlos. Pero en contra de lo anticipado, me encontré que aquellos en quienes había empleado el medicamento digestivo tenían poco dolor en la herida, no mostraban inflamación o tumefacción y habían pasado bien la noche, mientras que los que habían recibido el aceite mencionado estaban febriles, con gran dolor e inflamación en los tejidos vecinos de sus heridas. Por lo que resolví no volver a quemar tan cruelmente las pobres heridas producidas por arcabuces”.

Al cabo de unos años y de varias guerras más, Paré regresó a París y publicó su primer libro, “El método de tratar las heridas hechas por los arcabuces y otras armas de fuego; y de las causadas por flecha; dardos y similares; también de las quemaduras especialmente hechas por la pólvora de cañón”, que apareció en 1545. Así se estableció el patrón que iba a seguir durante casi toda su vida: después de participar en alguna guerra como cirujano, regresaría a París a ejercer su profesión y a escribir sus experiencias en nuevos libros. Escribía en francés, pues no conocía ni el latín ni el griego: "Porque Dios no quiso favorecerme en mi juventud con la instrucción en ninguno de los dos lenguajes": De todos modos, los principales lectores de Paré eran sus colegas cirujanos y barberos que tampoco sabían otros idiomas, por lo que sus libros tuvieron gran éxito. Su segundo libro apareció en 1549 con el título de Briefve collection

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de l'administration anatomique y es un tratado de anatomía dirigido a cirujanos pero sin ilustraciones. Paré corrigió este defecto en la segunda edición, de 1561, reproduciendo muchas láminas de Vesalio y dándole crédito como "...un hombre tan bien versado en estos secretos como el que más en nuestro tiempo". En 1549, en el sitio a Bolonia, hizo otro gran descubrimiento al no cauterizar el muñón de los amputados para cohibir la hemorragia, sino hacerlo por medio de ligaduras de los vasos arteriales y venosos seccionados. En una guerra ulterior Paré cayó prisionero del duque de Saboya, quien le ofreció que se quedara de su lado y a cambio le daría nuevas ropas y lo dejaría andar a caballo, pero Paré rechazó la oferta. Finalmente, Paré curó de una úlcera cutánea a uno de los nobles invasores, con lo que ganó su libertad y regresó a París.

En 1561, haciendo a un lado sus estatutos, la Hermandad de San Cosme recibió en su seno a Paré y le otorgó el grado de maestro en cirugía; Paré leyó una tesis ¡en latín! Paré ya era cirujano del rey Enrique II, a quien atendió junto con Vesalio en su accidente letal, después conservó el mismo puesto con el rey Francisco II y a la muerte de éste su sucesor, Carlos IX, lo nombro premier chirurgien du Roi en 1562. Dos años más tarde Paré publicó su obra Dix livres de la chirurgie (Diez libros le la cirugía), en donde critica el uso del cauterio y describe la ligadura de los vasos para controlar la hemorragia en las amputaciones. Carlos IX murió en 1574 pero Paré conservó el título de cirujano. Paré murió a los 80 años de edad, en 1590. La vida y las obras de Paré hicieron por la cirugía lo que Vesalio hizo por la anatomía. Paré compartía muchas de las supersticiones de su tiempo: creía que las brujas causaban desgracias, que los astros influían en las enfermedades, que la plaga se debía a la voluntad divina, que existían monstruos imaginarios (tiene un

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libro famoso sobre el tema) y otras más; en cambio, se enfrentó a las creencias de que el polvo de momia y el del cuerno de unicornio tenían propiedades maravillosas y en un librito precioso examina críticamente y refuta para siempre tales supercherías. Pero quizá la contribución más importante de Paré a la cirugía fue su propia personalidad, el ejemplo de su esfuerzo serio y continuo por aumentar sus conocimientos de anatomía y la habilidad en su práctica profesional, así como su insistencia en que el cirujano debe hacer sus mejores esfuerzos por evitar o aliviar el sufrimiento de sus pacientes.

ACTIVIDADES 1. ¿Qué factores influyeron en el desarrollo de otras ramas de la medicina como la cirugía? 2. ¿Qué inconvenientes presentaba la práctica de la cirugía en esa época? 3. ¿Cómo se trataban las heridas de fuego antes de Paré? ¿Cómo descubrió Paré como tratar las heridas de fuego? 4. ¿Qué otro gran descubrimiento hizo Paré para evitar las hemorragias tras las amputaciones? 5. A pesar de todo, Paré creía en varias supersticiones propias de su época, ¿cuáles son?

5. LA TEORÍA DEL CONTAGIO Aunque la idea de que algunas enfermedades se contagian es muy antigua la primera teoría racional de la naturaleza de las infecciones se debe a Girolamo Fracastoro (Verona, 14781553). Además de medicina, Fracastoro estudió en la Universidad de Padua matemáticas, geografía y astronomía; siempre mantuvo gran interés en los clásicos y fue amigo de varios de los humanistas más famosos de su tiempo. Vivía recluido en su villa en las afueras de Verona dedicado al estudio y disfrute de las artes; sólo ocasionalmente veía enfermos. Muy interesado en la geografía y en los descubrimientos de los viajeros, los seguía en sus globos terrestres; lector voraz de los clásicos, amaba la música. Sólo salía para visitar inválidos distinguidos, o para dar su opinión en casos difíciles o para estudiar epidemias de especial interés o gravedad. Su reputación como poeta, humanista, médico y astrónomo se extendió por toda

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Europa. Cuando murió, a los 77 años de edad, los veroneses honraron su memoria y le erigieron un monumento que todavía puede verse hoy.

Fracastoro es recordado en la historia de la medicina principalmente como autor de un poema aparecido en 1530, en el cual se describe la sífilis y de donde esa enfermedad tomó su nombre. Sin embargo, la contribución más importante de Fracastoro a la teoría del contagio no fue su poema Sífilis, sino De sympathia et antipathia rerum, liber unus, de contagione et contagiosis morbus et curacione, liber III, Venecia, 1546, 77 pp.. En la segunda parte de este volumen, De contagione, se encuentra una serie de conceptos acerca del contagio de algunas enfermedades que tiene un aire casi moderno y que justifica la postura de Fracastoro como el precursor más importante de la teoría infecciosa de la enfermedad. Antes de resumir sus ideas, recuérdese que los únicos hechos que Fracastoro conocía eran sus observaciones clínicas y epidemiológicas. El uso científico de los microscopios y el mundo que descubrieron se encontraban a más de 200 años de distancia en el futuro. En el capítulo 2 de su Liber 1, Fracastoro se refiere a los diferentes tipos de infección como sigue: Los tipos esenciales de contagio son en número de tres: 1) infección por puro contacto; 2) infección por contacto humano y con objetos contaminados, como en la sarna, la tisis, la pelada, la lepra (elefantiasis) y otras de ese tipo. Llamó "objetos contaminados" a cosas como vestidos, ropas de cama, etc., que aunque no se encuentran corrompidos en sí mismos, de todos modos pueden albergar las semillas esenciales del contagio y así producir infección; 3) finalmente hay otra clase de infección que actúa no sólo por contacto humano y con objetos sino que también puede trasmitirse a distancia. Estas son las fiebres pestilenciales, la tisis, ciertas oftalmias, el exantema llamado viruela, y otras semejantes. La infección por contacto la compara Fracastoro con la putrefacción que pasa de un racimo de uvas a otros vecinos, o de una manzana a otras en la misma canasta; en cambio, le parece que la infección por objetos contaminados es de tipo diferente ya que el principio infeccioso (primo

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infecto), al pasar del enfermo al objeto puede permanecer en él sin modificarse durante tiempos variables que pueden ser hasta de dos o tres años. Para explicar la infección a distancia Fracastoro presenta la teoría del hálito o de la exhalación, que supone que todos los cuerpos u objetos están continuamente desprendiendo partículas que percibimos a través de nuestros sentidos; por ejemplo, la exhalación de una cebolla puede apreciarse por el olfato y además produce lagrimeo. De manera similar, las exhalaciones de ciertas enfermedades pueden viajar a distancia y producir contagio, pero con diferencias importantes: en primer lugar, las semillas se unen a los humores con los que tienen afinidad, y en segundo lugar, generan otras semillas similares a ellas mismas hasta que todo el cuerpo se encuentra afectado. Fracastoro no sólo anticipó de esta manera la multiplicación de los agentes biológicos de enfermedad dentro del paciente, sino que además señaló su especificidad como sigue: Existen plagas de árboles que no afectan a los animales y otras propias de las bestias que no atacan a las plantas. También entre los animales hay padecimientos propios del hombre, del ganado, de los caballos, etc. Es más, considerando por separado los distintos tipos de seres vivos, hay enfermedades que afectan a los niños y a los jóvenes que no ocurren en los viejos y viceversa. También hay otras que sólo atacan a los hombres, o sólo a las mujeres, y todavía otras que atacan a ambos sexos. Algunos sujetos atraviesan inermes las pestilencias mientras que otros se enferman de ellas. Fracastoro distingue entre las infecciones y los envenenamientos señalando que estos últimos no producen putrefacción ni pueden reproducir en otro organismo sus semillas, o sea que no son infecciosos. En el libro II de De contagione Fracastoro describe la historia natural de varias enfermedades contagiosas y echa mano de su experiencia personal como clínico y epidemiólogo para comentarlas. En relación con el sarampión y la viruela, señala que afectan principalmente a los niños; además, sólo en raras ocasiones vuelven a ocurrir en sujetos que ya las han padecido. Su descripción del tifo exantemático es clásica. Señala a la tisis como contagiosa y dice que las semillas de este padecimiento son específicas para el pulmón. Dice que la rabia sólo se adquiere por la mordida de un perro rabioso y el periodo de incubación, que en general es de 30 días, puede prolongarse hasta por 8 meses (como en un caso que tuvo oportunidad de observar); que la sífilis puede transmitirse a los hijos a través de la leche de las madres infectadas y la enfermedad ha cambiado su fisonomía con el tiempo, etc. El libro III se refiere en once capítulos al tratamiento de muchas enfermedades contagiosas.

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Existe una controversia acerca de la influencia que las ideas de Fracastoro tuvieron en la medicina de su tiempo y la de sus sucesores. La idea de que, al igual que Vesalio y Paré, Fracastoro fue responsable de una revolución en el pensamiento médico del Renacimiento que transformó conceptos medievales en modernos es difícil de sostener. Sus libros no tuvieron repercusión comparable a la Fabrica de Vesalio o las Oeuvres de Paré. De hecho, estudios recientes no han revelado que los escritos de Fracastoro se usaran para avanzar en la comprensión de las enfermedades infecciosas. Mucho de lo que enseñó a mediados del siglo XVI tuvo que redescubrirse en los siglos XVIII y XIX. Quizá el problema principal es que la obra de Fracastoro fue un intento de retratar la naturaleza con una finísima malla de hipótesis e intuiciones geniales, pero con muy pocos hechos. La principal diferencia de la obra de Fracastoro, en comparación con las de Vesalio y Paré, es que mientras la del primero es casi puramente teórica, las de los segundos son eminentemente prácticas; en ausencia de demostraciones objetivas era válido proponer otras ideas y explorar otros caminos. Fracastoro era un renacentista genial pero se adelantó a su tiempo y pagó por ello; pero si hubiera nacido un siglo más tarde, cuando los microscopios alcanzaron el desarrollo necesario para revelar el universo microbiológico, sus semillas hubieran pasado de ser meras hipótesis a convertirse en algo concreto en el mundo de la realidad, y con ello su contribución al progreso de la medicina hubiera sido incomparablemente mayor.

ACTIVIDADES 1. ¿Por qué se puede considerar a Fracastoro un verdadero hombre del Renacimiento? 2. ¿Qué importancia tuvo como médico? 3. ¿Por qué crees que su teoría del contagio tiene un gran mérito? 4. ¿Por qué entonces no tuvo el éxito, ni el reconocimiento, que sí tuvieron Vesalio y Paré? 5. ¿Qué formas de contagio existían, según Fracastoro? 6. Explica cada una y pon ejemplos.

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BIBLIOGRAFÍA

 http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/ciencia/ volumen3/ciencia3/154/html/sec_13.html  www.ujaen.es/investiga/cts380/.../la_medicina_ del_renacimiento.htm  StephenF. Mason. Historia de las Ciencias. 2. La revolución científica de los siglos XVI y XVII. Alianza Editorial.

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