especial reinicio (ii)
contenido: reinicio a単os 80 coclusiones
empezar de nuevo por Gabriel Gañán (Frikilogía) DC anunció el completo reinicio de su sello principal Universo DC. Eso supone la cancelación de todas sus series y el relanzamiento de sus 52 colecciones desde el número 1. Con simultaneidad de publicaciones de formato digital y de papel. Todo esto llegará tras terminar la saga de FlashPoint, que es la más reciente de la editorial, anunciando el 31 de agosto como el Día D. Ese mismo día, DC también se convertirá en la primera editorial en sacar al mismo tiempo la versión impresa y la versión digital de un cómic. Al fin la industria ha captado que las descargas les están dañando las arcas y han decidido competir en un mano a mano. Por supuesto, esto supondrá un golpe durísimo para las tiendas de cómics, pero era cuestión de tiempo para que uno de los dos gigantes diera este paso. Según cuenta el USA Today, parece que quieren llegar al público joven de hoy en día. En los últimos tiempos el cómic de superhéroes estaba alcanzando una madurez inusitada (véase Civil War de Marvel o Kingdom Come de DC) y es posible que las historias que cuenten los comics de DC vuelvan a ser productos únicamente destinados a adolescentes.
Bob Wayne, después de soltar la bomba, intentó aclarar algunas de las millones de dudas que han surgido sobre el reinicio: “Estos nuevos nº 1 introducirán a los lectores a un Universo DC más moderno y diverso, con algunas variaciones de personajes en apariencia, origen y edad. Todas las historias estarán ambientadas en la leyenda del personaje – pero relacionadas a situaciones del mundo real, interacciones, tragedia y triunfo [...] Nos posicionamos para contar las historias más innovadores con nuestros personajes para permitir a los fans verles desde un nuevo ángulo. Hemos tenido mucho cuidado en mantener la continuidad en los puntos más importantes, pero los fans verán nuevos acercamientos a nuestra narración. Algunos de los personajes tendrán nuevos orígenes mientras otros tendrán cambios menores. Nuestros personajes están siempre actualizándose; sin embargo, esta es la primera vez que todos nuestros personajes serán presentados de un nuevo modo todos a la vez.”
nuevos logos
LAS IMÁGENES DEL INICIO Para intentar calmar un poco los ánimos y, a su vez, servir también de promoción, esta DC Comics New 52, como se conoce a esta renovación, se ha presentado con un vídeo de presentación con varias de las personas detrás de todo el proyecto (se podría decir que detrás de todo DC en estos momentos) como Grant Morrison, Jim Lee, Bob Harras y Eddie Berganza. Se extraña la presencia de Geoff Johns, uno de les escritores -y actual Chief Creative Officer de DC- a quien le debemos las nuevas y geniales historias que durante los últimos años han puesto luces en algunos
de los personajes más clásicos de esta editorial. Muy rescatable uno de los comentarios de Dan Didio “en muchas maneras nuestros personajes son más famosos incluso que DC“, es por eso que en parte se lleva esta renovación, para llevar estos personajes clásicos a todo el mundo. Para hacer que todos podamos formar parte de la fiesta que es el Universo DC.
El reinicio de los 80´s por Felipe rodriguez (la habitación n.26)
El pasado mes de junio, DC Comics pilló por sorpresa a los aficionados y a la industria, anunciando que tras la finalización del gran evento anual de la compañía, Flashpoint, en el que podemos ver un mundo alternativo con semejanzas con la famosa Era del Apocalipsis que vivieron los X-Men a mediados de la década de los 90, reiniciaría su universo, renumerando todas sus series con un nuevo número uno y reinventando a muchos de sus personajes para poder atraer a muchos aficionados que no se atreven a entrar en un universo de más de 75 años de antiguedad y que tiene fama de hermético para todo neófito que intente aproximarse a dicho mundo. Las críticas, sobre todo de los aficionados veteranos comenzaron a aparecer, pareciendo que el fin del mundo se acercaba, cuando ni siquiera había aparecido ningún número de las 52 nuevas colecciones que DC pondrá en circulación. Pero como decían en la genial Battlestar Galactica, esto ya ha ocurrido y volverá a ocurrir. Y esto ya ocurrió a mediados de los años 80, dando como resultado, los mejores tebeos de la historia del medio.
LOS ORÍGENES DEL REBOOT La primera mitad de la década de los 80 no había sido una de las mejores épocas de la editorial. Aunque en 1978 se estrenó el primer Superman cinematográfico de Richard Donner, eso no hizo que el Hombre de Acero ganara aficionados en su versión en papel, ya que sus tebeos languidecían en ventas comparado con los títulos de su competencia, Marvel Comics,
que arrasaba entre los aficionados con títulos como Uncanny X-Men de Chris Claremont y John Byrne, el Daredevil de Frank Miller, Amazing Spiderman de Roger Stern y John Romita Jr o Los 4 Fantásticos de Byrne. Lo mismo ocurría con los otros primeros espadas de la casa, Batman y Wonder Woman. DC Comics estaba anticuada y nada tenía que hacer frente a los más modernos e interesantes personajes y autores de la competencia. Cierto es que la nueva presidenta y editora DC contratada en 1976, Jenette Kanh, junto a Paul Levitz, habían comenzado a dar una serie de pasos revolucionarios como la edición de cómics para el mercado directo de las librerías especializadas, llamadas Edición Baxter y que tenían una mejor calidad de impresión donde publicaban títulos como su gran y única serie de éxito del momento, Los Nuevos Titanes de Wolfman y Perez o la famosa miniserie de 9 números Camelot 3000 de Mike W. Barr y el británico Brian Bolland. También innovaron con una miniserie llamada Ronin precursora del formato prestigio reali-
zada como autor completo por un Frank Miller recién salido de su primera etapa de Daredevil y que aunaba su amor por el manga Lone Wolf and Cub de Kazuo Koike, con la ciencia ficción más distópica, en una obra que acercaba la calidad, planteamientos y libertad creativa de la novela gráfica europea al mercado americano, junto al aliciente para el autor de conservar y ser dueño de los derechos de la obra.
Nuevos Titanes. Ambos autores crearon una epopeya de 12 números, que sirvió a DC para acabar con sus múltiples tierras paralelas y empezar de cero su universo con una única tierra y una única versión de sus personajes emblemáticos. La excusa argumental fue crear a dos personajes antagónicos, El Monitor y el Anti-Monitor. El primero, era el protector del Multiverso, y el segundo todo lo contrario. Lo que DC ofreció fue la macro-saga por excelencia, en doce números que redefinieron el género, con momentos tan míticos y emblemáticos como la muerte de Supergirl en el número 7 o el sacrificio final de Barry Allen, el Flash de la Silver Age en el número 8 de la colección. Tras un final épico, donde los héroes acabaron con el Anti-Monitor y salvaron la única tierra que quedaba, DC Comics podía comenzar a plantar las bases en las que se sostendría su nuevo universo y el mayor éxito artístico y económico de su historia.
EL REBOOT DE LA SAGRADA TRINIDAD DE DC Pero el gran problema para DC Comics era su universo establecido, un universo repleto de personajes, tierras alternativas e incongruencias, que hacían muy complicado para un lector neófito el acercarse a un mundo que se antojaba viejo y rancio, frente a otro que era moderno y más sencillo, como el de la Marvel. DC tenía que actuar rápidamente para no caer en el ostracismo. La herramienta tenía un nombre: Crisis en Tierras Infinitas.
Lógicamente, si DC Comics quería reiniciar su línea editorial con garantía de éxito, lo primero que tenía que conseguir era reinstaurar en el imaginario colectivo a sus tres personajes más emblemáticos, aquellos por los que es conocida la editorial no sólo por los aficionados al cómic, sino por el público en general, y que también fueron los originadores no sólo de la editorial, sino del género superheróico a finales de los años 30: Superman, Batman y Wonder Woman.
CRISIS EN TIERRAS INFINI- Superman de John Byrne: el TAS O LOS MEGA-EVENTOS retorno de un icono. NUNCA VOLVIERON A SER LO El Hombre de Acero necesitaba un lavado de cara urMISMO.
gente. Tras casi 50 años de historias del personaje, el En 1985, DC Comics publicó el primer número de único superviviente de Krypton se había desgastado Crisis en Tierras Infinitas. Sus autores eran la mayor y había perdido su aureola de único, debido a una garantía de éxito que podía tener DC en ese momen- sobre-explotación de personajes periféricos a la franto, Marv Wolfman y George Perez, los autores de Los quicia como Superboy, Supergirl, Krypto el Super Perro y la multitud de tipos de Kryptonita y aventuras absurdas, que habían convertido al personaje en una parodia de si mismo y con poco que ofrecer al aficionado de los años 80. Pero las cosas había que hacerlas bien. Lo primero que la cúpula editorial decidió hacer fue darle un final en condiciones y a la altura del mito a la etapa pre-Crisis del personaje. El encargado fue ni más ni menos que Alan Moore, un joven autor inglés que estaba saboreando las mieles del éxito crítico y
inteligente hombre de negocios dueño de Metrópolis, que se siente amenazado por el hijo de Krypton en el momento que este hace su primera aparición.
comercial, gracias a su reinterpretación de La Cosa del Pantano, un personaje creado en los años 70 por Len Wein y Berni Wrightson y del que Moore sacó oro y convirtió en una de las cimas del cómic de todos los tiempos. La historia de Superman llamada “¿Qué le ocurrió al Hombre del Mañana?”, fue publicada en los números 423 y 424 de la colección Superman y narraba la última historia del personaje. Moore consiguió otra obra maestra y la mejor historia del personaje jamás hecha, cerrando el círculo con una historia atemporal. Y tras cerrar el pasado, había que abrir puertas al futuro. Y quién mejor para ello, que John Byrne, la gran estrella de los 80 y que tanto había hecho disfrutar a los aficionados con títulos como Uncanny X-Men junto a Chris Claremont o ya como autor completo en series como Los 4 Fantásticos o Alpha Flight. En 1986, Byrne estaba cansado de su larga trayectoria en Marvel Comics, agravado sobre todo por sus continuos enfrentamientos con el por aquel entonces editor de la casa de Spiderman, Jim Shooter. En el momento que oyó los cantos de sirena de DC, Byrne abandonó de malas maneras su trabajo en Marvel. Lo primero que hizo Byrne fue una miniserie de 6 números, llamada Superman: El Hombre de Acero, donde reinterpretaría y actualizaría al último hijo de Krypton. Byrne eliminó todo aquello que fuera accesorio al personaje y lo convirtió en el único superviviente de Krypton, acabando con Supergirls, Kandorianos y Kryptonianos varios. También redefinió a Lois Lane, que pasó de ser una mujer apocada y dependiente del héroe, a ser una mujer de los 80 de armas tomar y puso por delante la humanidad del personaje por encima de su herencia kryptoniana. Pero el mayor triunfo de este reboot, fue la nueva versión de Lex Luthor, que pasó de ser un brillante pero excéntrico científico criminal, a ser un despiadado e
Tras una miniserie cuyo primer número batió records, vendiendo la friolera de 200.000 ejemplares en sus primeras tres semanas , John Byrne se hizo cargo del personaje a lo largo de dos años. El autor se encargó tanto del guión como de los dibujos de dos de las tres colecciones que DC puso en circulación. La primera de ellas era una colección completamente nueva, llamada Superman en la que el autor desarrolló las historias del personaje y renovó a villanos clásicos como Metallo o Mr. Mxyzptlk, creó nuevos como Silver Banshee e introdujo a secundarios que luego se instaurarían en la continuidad del universo DC como la capitana de policía Sawyer o una nueva Supergirl en la última historia que realizó al frente del personaje, la cual no tenía orígenes kryptonianos y era creada por Lex Luthor. Su relación con Lois Lane quedó puesta en segundo plano y su interés amoroso se centró en uno más lógico, Wonderman, aunque la relación nunca llegó a cuajar. La otra serie de la que se encargó John Byrne fue de
la mítica Action Comics, que se convirtió en la respuesta de Superman al Marvel Team Up de la Marvel, es decir, una colección en la que en cada número, Superman hacia equipo con un personaje diferente del universo DC mes tras mes. En esos dos años, pasaron por la colección personajes como Los Nuevos Titanes, Demon, Hawkman y Hawkgirl, el cuerpo de Green Lanterns o la propia Wonder Woman, destacando la historia en dos partes en la que Superman y Big Barda, esposa de Mr. Miracle, eran hipnotizados y contratados para ser los protagonistas de una película pornográfica. Aunque el tebeo visto hoy sea de lo más inocente, provocó un pequeño revuelo en su época. La tercera serie del personaje, Adventures
of Superman, no era otra que la antigua Superman con el nombre cambiado para no confundir con la nueva y reluciente colección de John Byrne. Tratada desde un principio como la colección segundona de la franquicia, fue iniciada por Marv Wolfman y Jerry Ordway, hasta que poco después fue el propio Byrne el encargado de los guiones para unificar más la franquicia. Lo poco reseñable de una colección francamente prescindible, fue la presentación de una nueva incorporación en el Daily Planet, la reportera Cat Grant. Batman de Frank Miller: El regreso del Señor de la Noche. Si Frank Miller había sido capaz de originar uno de los mejores y más influyentes tebeos de la década de los 80, con un personaje tan de segunda fila como era el Daredevil original, cambiándolo para siempre y convirtiéndolo en un icono, ¿qué no podría hacer con un personaje tan emblemático como el Hombre Murciélago? Aunque Batman no estaba tan desgastado como el Hombre de Acero, gracias al trabajo que realizaron Denny O’Neill y Neal Adams en los años 70 y que alejaban al protector de Gotham del delirio pop de la serie de televisión protagonizada por Adam West en los años 60, estaba estancado en una serie de historias que no eran malas, pero que no destacaban en el volumen de títulos publicados en los 80. No eran malos tebeos, pero solo llamaban la atención a los lectores más veteranos o nostálgicos. Estaba claro que el personaje necesitaba un revulsivo, y quién mejor que el joven y revolucionario autor que había creado el tebeo y el personaje de superhéroes más ur-
bano desde el Spirit de Will Eisner. Frank Miller era capaz de imprimir la suciedad y opresión de su Nueva York contemporáneo a las oscuras calles de la ciudad de Gotham. Miller estaba en plena ebullición creativa en el año 1986. Dos años antes había publicado con DC Comics la anteriormente mencionada Ronin, su primera obra personal y propia en el medio, junto al entintador Klaus Janson, que complementaba a la perfección sus lápices y el color nunca visto de su esposa por aquel entonces, Lynn Varley. La mezcla de estos tres talentos sobrehumanos dieron como resultado una obra visualmente perfecta. Y ellos tres fueron los encargados de inaugurar un nuevo formato y de contar la última y definitiva historia del Señor de La Noche, en la obra titulada, El Regreso del Caballero Oscuro. En cuatro ejemplares de 48 páginas de extensión cada uno y que inauguraron el nuevo formato prestigio (una mezcla entre el tamaño del cómic book de toda la vida y la calidad de impresión y edición de las novelas gráficas), Miller dio la vuelta al personaje y a su entorno, basándose en las raíces y orígenes del mito, en una historia crepuscular con un Bruce Wayne retirado y presa de sus propios demonios y la muerte de uno de sus protegidos, con una ciudad de Gotham post-apocalíptica donde el crimen y la anarquía campan a sus anchas (esos mutantes que más parecen sacados de una historia de la revista Heavy Metal, que de las páginas de un comic-book) y que sólo puede salvar el regreso de un Batman más paranóico, fascista y violento que nunca.
Miller deconstruye la personalidad de Wayne/Batman y da un paso adelante en la representación de sus villanos más emblemáticos como el Joker y Dos Caras, los cuales no son más que reflejos distorsionados del propio murciélago, y plasma lo que todos sospechábamos desde un principio, que Bruce Wayne no está muy bien de la cabeza, pero que tristemente es la única opción válida para una sociedad nihilista donde todos los valores se han perdido y la corrupción, violencia y caída de las figuras de autoridad están a la orden del día. Frente a un Batman anárquico, Miller plantea un Superman sumiso, herramienta y perrito faldero del gobierno americano de Reagan y toda su paranoia nuclear, la cual es fomentada y alentada por ese mismo gobierno. Porque Superman es quizás el personaje que peor sale parado en esta obra, un alienígena escindido de su mundo adoptivo, que necesita ser aceptado por una humanidad que en el fondo le teme y que el propio Kal-El no comprende. La obra en el momento de su publicación acaparó titulares en los periódicos (por supuesto americanos), algo que en aquella época no era algo habitual como podría ser en la actualidad. La miniserie se vendía a ritmo vertiginoso y DC tuvo que publicar segundas, terceras y cuartas ediciones para poder abastecer la demanda por una obra que junto al Watchmen de Moore y Gibbons cambiaría al mundo del cómic de superhéroes para siempre. Y si Miller había sido el candidato idóneo para contar la última y definitiva historia del Hombre Murciélago, quién mejor que él para volver a interpretar como empezó todo. En 1987, tras entregar su canto del cisne en Daredevil para Marvel, junto al dibujante David Mazuchelli en la historia llamada Daredevil: Born Again, ambos autores fueron los elegidos para contar los inicios de Bruce Wayne.
Si El Regreso del Caballero Oscuro era grandilocuente, exagerada, espectacular y excesiva en todos sus aspectos, Batman: Año Uno, publicado en los números 404 al 407 de la serie regular Batman,era diferente en forma y fondo. En forma, porque el dibujo de Mazzucchelli no tiene nada que ver con el de Miller, con su trazo limpio y clásico, influenciado por autores como Alex Raymond o Alex Toth y el ritmo de la narración es mucho más pausado y sobre todo realista. El fondo también es diferente. Si en El Regreso del Caballero Oscuro el lector se encuentra con un Batman desquiciado y exagerado, aquí tenemos lo contrario, un joven destrozado por la muerte de sus padres, pero ilusionado y motivado al averiguar un modo de disipar su ira y rabia y procurar que aquello que le ocurrió a su familia no le ocurra a nadie más. Y aunque Batman/Wayne sea el hilo conductor del relato, no debemos olvidar que el verdadero protagonista de la
agravado por el nacimiento de su primogénito y su relación extra-matrimonial con la sargento Sarah Essen, convierten a Gordon en el personaje más complejo creado por Miller hasta la fecha, a años luz de los estereotipos en los que ha caído el otrora genio, tras su inmersión en la serie negra que es Sin City. James Gordon es el perfecto detective del relato noir, un hombre al límite que encuentra en la figura del Hombre Murciélago un halo de esperanza y el primer rayo de luz para levantar la ciudad de Gotham City y su propia y aburrida existencia. Tras esta miniserie que hizo que Batman no volviera a ser el mismo para una nueva generación de lectores, había que buscar autores que continuaran el camino de Miller. En paralelo a la publicación de Batman: Año Uno en la serie regular Batman, teníamos en Detective Comics al equipo formado por Mike W. Barr y Alan Davis que realizaron en sólo seis números algunos de los más divertidos y recordados tebeos del personaje, que aunque cronológicamente posteriores en el tiempo a Batman: Año Uno, incluía ya conceptos planteados por el propio Miller, como una Selina Kyle cuyos orígenes se encontraban en la prostitución. Estos mismos autores comenzaron la que sería la secuela de Batman: Año Uno, Batman: Año Dos que se publicó en la serie Detective Comics entre los números 575 y 578. En un principio la historia iba a ser dibujada en su totalidad por Alan Davis, pero este solo realizó el primer número, ya que abandonó DC Comics para realizar junto al guionista Chris Claremont en el año 1987, la nueva serie de la franquicia mutante llamada Excalibur. Su sustituto fue el por entonces novato Todd Mc Farlane, mucho antes de que Spiderman y su personaje de creación propia, Spawn, le convirtieran en uno de los dibujantes de más éxito de la historia del medio.
Mike W. Barr abandonaría Detective Comics poco después, en el número 582, para ser sustituido por una pareja de guionistas británicos que serían los artíhistoria es James Gordon y su via crucis personal en el fices de la mejor etapa de Batman de finales de los 80 y principios de los 90, Alan Grant y John Wagner que inhóspito y despiadado paisaje de Gotham City. fueron acompañados por el dibujante Norm BreyfoMuy posiblemente, James Gordon en Batman: Año gle, en una etapa que duraría casi cinco años, aunque Uno sea el personaje mejor desarrollado de toda la Wagner abandonara los guiones a partir del número obra de Miller. Desde su dilema moral de defender y 597 de Detective Comics. apoyar a un vigilante enmascarado, paria social igual que él en los corruptos estamentos policiales de la ciudad de Gotham, a su relación familiar, hasta su situación de prisionero en un matrimonio hecho pedazos,
Mientras, la otra serie regular del murciélago, Batman, no tendría tanta suerte y estabilidad en sus equipos creativos. Tras Batman: Año Uno, el encargado de guionizar las aventuras del personaje sería Max Allan Collins, el reputado escritor de novela negra, cuya etapa nunca llegó a despegar debido a que el guionista no estaba contento con los dibujantes con los que tenía que colaborar. Famosa fue su declaración en la época, tras las críticas a su corta etapa al frente del título, cuando dijo “que le den a Miller a Dave Cockrum y a mi a David Mazzucchelli, y veremos quién hace un mejor Batman”. Hubiera sido cierto o no, su etapa al frente del título sólo duró seis números, siendo sustituido por Jim Starlin, guionista y dibujante que en esta ocasión sólo se encargó de las tareas literarias y al que le acompañó en su etapa el clásico y veterano Jim Aparo, uno de los dibujantes que marcó la imagen visual del personaje, junto a Neal Adams, en los años 70.
una historia que sigue trayendo cola 30 años después y que al igual que “Las Diez Noches de la Bestia”, tiene su mayor valor en las elegantes y llamativas portadas que realizara un primerizo Mike Mignola.
Wonder Woman de George Perez: El clasicismo modernizado
Si hay un autor veterano que ha aguantado el envite de las nuevas generaciones, desde que se diera a conocer en los años 70, ese es George Perez. Su estilo clásico, espectacular y detallista le han hecho ganar ingentes cantidades de fans de diversas edades y épocas diferentes. Un profesional como la copa de un pino, que ha sabido trabajar para las dos grandes sin problemas de ego y peleas con los editores. En Marvel es conoLa etapa de Jim Starlin al frente del cruzado de la capa cido sobre todo por sus diversas etapas al frente de duró casi un año y medio, desde el número 414 al 430 la colección del grupo por excelencia de la editorial, USA. Starlin siguió la estela de denuncia social tan Los Vengadores. Pero si en DC es conocido por algo de moda a finales de los 80 con su primera historia es por su larga etapa al frente de Los Nuevos Titanes “El asesino del vertedero”, quizás su historia más rey Crisis en Tierras Infinitas al lado del guionista Marv donda al frente del personaje, que quedó inconclusa Wolfman. en el número 414 y que fue finalizada en los números 421 y 422. Entre medias, una de las historias con Pero Perez tenía una ilusión. Renovar a la amazona más hype de esa época, “Las Diez Noches de la Bestia”, más famosa de los cómics y colocarla en el lugar que donde Batman se involucraba en una historia política se merecía, tras casi 50 años de ser infrautilizada por y de espionaje y se presentaba a un nuevo villano, la una editorial que no sabía que hacer muy bien con la KGBestia, personaje que representaba todos los miemisma. El primer paso fue la decisión de devolverla dos y mentiras contadas por la administración Reagan al barro primigenio del que nació en el final de Criacerca de los peligros del comunismo a sus conciudasis en Tierras Infinitas. El segundo paso fue el evento danos. Lo mejor de dicha saga, que transcurrió entre posterior a dichas Crisis, Legends, una miniserie de los números 417 y 420, fueron las excelentes portadas 6 números guionizada por Len Wein y dibujada por de Mike Zeck. Para finalizar la etapa Starlin, habría John Byrne, donde se reintroducían los conceptos que hablar de su historia más famosa, uno de los hidel Cuarto Mundo de Kirby a los lectores de los 80, tos mediáticos más importantes de la historia del cóy sirvió a DC como plataforma de la JLI de Giffen y mic, “Una Muerte en la Familia”, donde Jason Todd, DeMatteis, el Escuadrón Suicida de John Ostrander el segundo Robin, moría a manos del Joker, gracias y Luke McDonell, Flash de Messner Loebs y por sua una votación telefónica entre los lectores, que decipuesto Wonder Woman. dieron que el segundo pupilo de Wayne pereciera, en
En un modélico primer número, ayudado en las tareas de guión por Greg Potter y Len Wein, Perez reinventa el origen de la princesa amazona en un tebeo que es un ejemplo a seguir de como contar tanta información de una manera tan clara, concisa y divertida. Planteadas las bases mitológicas del personaje, Diana llega a la tierra como embajadora de paz y la etapa de Perez oscila entre las diferencias entre la mentalidad de una inocente y aguerrida amazona contra la hipocresía y codicia de nuestra sociedad, algo que facilita la entrada del gran villano de la primera saga de la colección, Ares, el dios de la guerra de la mitología griega. Tras esta genial primera aventura, Perez realizó una etapa de unos dos años al frente del personaje, donde acabó como guionista completo de la misma y tuvo que ceder los lápices de la misma a Chris Marrinan, una decisión que provocó un pequeño bajón de calidad, en comparación con uno de los mejores trabajos de Perez. Perez volvió a su personaje más querido en 1991 en la supuesta macrosaga del año La Guerra de los Dioses, pero su caótica distribución, y el hecho de que Perez se enfadara con la editorial por publicar a la vez otro macroevento anual, Armageddon 2001, que tuvo una difusión y una promoción mucho mayor que la historia que presentaba Perez, hizo que esta segunda aproximación a la amazona se quedara en agua de borrajas.
RENOVANDO AL RESTO DEL UNIVERSO Como DC Comics sabe, Superman, Batman y Wonder Woman son el eje de su universo, pero ellos solos no pueden aguantar todo el peso del mismo y debían entregar nuevas versiones y variaciones del resto de sus icónicos personajes. Las sorpresas del reboot: JUSTICE LEAGUE DE KEITH GIFFEN, J.M.DE MATTEIS Y KEVIN MAGUIRE: UN RAYO DE LUZ Y ESPERANZA EN TIEMPOS OSCUROS. De todos es conocido que lo que hicieron Miller y Moore por los superhéroes fue a largo plazo contraproducente. Una gran cantidad de autores creyeron que hacer adulto al género era reinterpretar de manera hosca, pesimista, oscura y violenta a los antaño luminosos vigilantes enmascarados. Lo que en un principio fue original se convirtió en rutinario y algo mucho peor, aburrido, en manos de autores mucho menos capaces e inteligentes que los dos genios del cómic de los 80. Pero de ese pozo negro de desesperanza, apareció una colección que hizo sonreír y desternillarse a toda una nueva generación de lectores: La Liga de la Justicia. Podía parecer que esta nueva Liga de la Justicia salida de la reunión de héroes contra Darkseid iba a ser una puesta a
punto de los mayores y más famosos héroes de la editorial, es decir, lo que se había hecho siempre. La primera sorpresa saltó en el sexto y último número de Legends. Ni Superman ni Wonder Woman se unirían a este grupo como miembros fijos. De los tres grandes sólo Batman se uniría al grupo como líder de un plantel de personajes tan heterogéneo y diferente, formado por Blue Beetle, Canario Negro, El Detective Marciano, Guy Gardner, Mr Miracle y su ayudante Oberón, Capitán Marvel, Doctor Fate y la Doctora Luz. Pero la gran sorpresa fue el tono humorístico del título. Lo que menos importaba era el villano del mes, la gran macrosaga de turno, o los grandes misterios (como quién era ese extraño benefactor con los rasgos del actor Sam Neill, llamado Maxwell Lord) que haberlos los hubo, sino algo más importante, las extrañas y divertidas relaciones e interacciones que se crearon entre los miembros del equipo, plagadas de humor, diversión y sobre todo humanidad. Desde la seriedad y solemnidad cómica de un Batman amargado por cuidar de un jardín de infancia que se hace pasar por un grupo de héroes, a un Guy Gardner que se convirtió en la estrella de la función y en un mito efímero del cómic de los 80, a las divertidas reivindicaciones feministas de Canario Negro o la divertida pareja de amigos que formaron Blue
Beetle y Booster Gold, casi unos calcos de Joey y Chandler de Friends, pero una década antes, el tebeo se convirtió en un “must have” para los lectores de esa época. Sin olvidar la paz zen del Detective Marciano y su desconocida afición por las galletas Oreo, villanos tan divertidos y memorables como Manga Khan y sus eternos soliloquios malignos, o la divertida ineptitud de Gnort o el grupo de villanos La Liga de la Injusticia.
cumbres del género. El autor asignado al mismo era un nuevo talento británico traído por Karen Berger, que en contra de la corriente predominante, ponía por delante la fantasía al realismo, lo absurdo sobre la lógica y era capaz de romper la cuarta pared con resultados sorprendentes.
Todo ello hizo de esta colección el gran éxito sorpresa de la temporada en el momento de su aparición en 1987, entregando sesenta números memorables y un spinoff llamado Liga de la Justicia Europa que en sus primeros números alcanzó la calidad de su serie madre. Pero también sirvió como la presentación en sociedad de talentos ahora tan reconocidos y famosos como Kevin Maguire, Ty Templeton o Adam Hughes e influenció a su directo rival, Marvel Cómics, que en 1988 y 1989 sacó su réplica humorística y ligera en títulos tan buenos e interesantes como fueron Excalibur de Chris Claremont y Alan Davis o Hulka de John Byrne.
Y eso era Animal Man, una colección que comenzó como un manifiesto ecologista y en defensa de los animales, y que fue evolucionando a través de misterios sobrenaturales, viajes temporales, multiversos y como final de traca una conversación entre el creador y su obra, en 26 ejemplares imprescindibles donde no sobra ni falta nada y que están engarzados de una manera francamente extraordinaria. En honor a la verdad, el tebeo nos ganó en su primer número por las fastuosas cubiertas de Brian Bolland, pero tras leer el primer número, caímos rendidos ante las ideas, conceptos e idas de olla maravillosas de un autor que a partir de ahí ha sorprendido y escandalizado a los lectores durante más de 20 años.
ANIMAL MAN DE GRANT MORRISON, CHAS TRUOG Y DOUG HAZLEWOOD: EL COMIENZO DE LOS META-TEBEOS DEL GENIO ESCOCÉS.
THE QUESTION DE DENNY O’NEIL Y DENYS COWAN: EL ESPÍRITU DE EISNER SIGUE VIVO EN HUB CITY.
Quién nos habría dicho que el tebeo que reintroduciría a uno de los personajes más casposos y absurdos de la DC de los años 50 daría como resultado una de las
En 1983, como veía que tenía pocas tierras alternativas y pocos personajes, DC Comics compró los derechos de los personajes de la editorial Charlton, en
cuyas filas desfilaban personajes como el Capitán Atom, Blue Beetle o The Question. Todos estos personajes fueron en un principio los personajes que Alan Moore y Dave Gibbons tenían pensado usar para su serie Watchmen. Pero DC Comics tenía otros planes para ellos, y el Capitán Atom se convirtió en el Doctor Manhattan, Blue Beetle en Buho Nocturno y The Question en Roscharch. Pero eso es otra historia. Si Blue Beetle y el Capitán Atom fueron reintegrados sin ningún problema dentro de la continuidad DC sin más problema, The Question, el personaje creado por Steve Ditko, tuvo un trato especial, con una colección que duró tres años y continuó durante otro más con cuatro especiales cuatrimestrales y que recuperó el espíritu de Eisner para las audiencias de los 80. El encargado de una de las mejores colecciones de la época fue Denny O’Neil, veterano guionista que había realizado sus mejores trabajos en los años 70 con obras como Green Lantern/Green Arrow y su etapa en la serie regular Batman junto a Neal Adams y que en ese momento era el editor de la franquicia del murciélago. Junto a Denys Cowan, autor que misteriosamente fue bajando su calidad artística a medida que aumentaba la numeración de la colección, nos presentaron a Vic Sage, un periodista de investigación arrogante pero inteligente, que fallecía en el primer número por meterse con quién no debía, es decir, la clase política y criminal de su ciudad, Hub City. Su origen, muy en sintonía con el Spirit de Eisner, dio pie a que O’Neil continuara su labor social de denuncia que ya había comenzado en los años 70 y que aquí pudo desarrollar de la manera que él quería, sin injerencias editoriales. A destacar dentro de los tres años de la colección, la madura e interesante relación entre Vic y Myra, su ex-novia y mujer a su pesar del corrupto y decadente alcalde de la ciudad. O’Neil no deja títere con cabeza, criticando todos los estamentos de la sociedad, desde la iglesia a la
clase política (la carrera a la alcaldía de Myra en los últimos números de la colección es excepcional)o al ejército y los grupos paramilitares ultrasecretos financiados con dinero de los contribuyentes. Es posible que leída actualmente, los guiones de O’Neil pequen de un exceso de verborrea y de un didactismo algo inocente y pretencioso en algunos aspectos, pero sólo por su primera saga narrada en los cuatro primeros episodios, el excelente número 5, una especie de epílogo de la primera historia y que recupera el mejor aroma de las historias multi-personaje del mejor Eisner o relatos como “El Enigma Plástico”, aparecido en el número 19 de la colección y que cuenta la enfermiza pero tierna historia de amor entre un hombre solitario y su muñeca hinchable, merece todos los respetos del aficionado al noveno arte. HÉROES CLÁSICOS, NUEVOS ENFOQUES. FLASH DE WILLIAM MESNER LOEBS Y GREG LAROCQUE: LA GRAN OPORTUNIDAD PERDIDA DE WALLY WEST. Barry Allen se había sacrificado en una de las muertes más recordadas y lloradas de la historia de los cómics en el número 8 de Crisis en Tierras Infinitas. Su legado lo recogió Wally West, su sobrino y Kid Flash en Los Nuevos Titanes. Tras la muerte de su tío, Wally tuvo que recoger su legado, algo habitual y tradicional en el Universo DC. Y la miniserie Legends fue el lugar indicado para su bautismo de fuego. Pero Flash necesitaba una nueva colección regular y la tuvo justo tras el final de Legends. El resultado: un planteamiento interesante (Wally gasta una ingente cantidad de energía al usar sus poderes) que no supo desarrollar un equipo que lo intentó, pero no pudo destacar al lado de gigantes como Byrne, Miller o Perez. El personaje no comenzó a despegar hasta principios de los 90, cuando la colección se puso en manos de Mark Waid, y fuera continuada por talentos tan importantes como Grant Mo-
rrison y Geoff Johns. GREEN LANTERN DE JIM OWSLEY, KEITH GIFFEN, GERARD JONES Y MARK BRIGHT: UN REBOOT TARDÍO Y MODESTO, PERO CORRECTO. En el momento que Crisis en Tierras Infinitas apareció en el mercado, la colección de Green Lantern estaba viviendo un gran momento, con una etapa más que correcta guionizada por Steve Englehart y dibujada por Joe Staton, que culminó en un número 200 que cambió la titularidad singular de la colección, por un colectivo Green Lantern Corps. Pero Hal Jordan estuvo desaparecido e infrautilizado durante cuatro años, con apariciones fugaces en series como Action Comics, el crossover Millenium o en la serie de la JLI. Hasta que en 1989, DC Comics decidió que Hal Jordan era un pilar de la editorial y del universo DC, y decidieron actualizar su origen en una miniserie modesta pero que tuvo un éxito mayor del esperado, llamada Green Lantern:
Amanecer Esmeralda. Tanto éxito tuvo el
título, que dio pie a dos miniseries más y una serie regular en los años 90, que llevarían a la caída en el lado oscuro de Hal Jordan, poseído por la entidad Parallax y su muerte a mediados de dicha década, no siendo resucitado hasta su fulgurante regreso en 2005, de manos del nuevo chico de oro de DC, Geoff Johns. Green Arrow de Mike Grell: El Caballero Verde. Green Arrow nunca había tenido mucho éxito en su carrera en solitario. La única vez que el personaje había destacado había sido en compañía de Hal Jordan en la famosa pero no exitosa en su momento etapa de Denny O’Neil y Neal Adams en los años 70. Otra cosa es que su influencia posterior fuera enorme y hubieran estado adelantados a su tiempo. Pero tras esto, Oliver Queen había dormido el sueño de los justos, un persona
je que en el fondo no era más que un remedo de Bruce Wayne con un arsenal de flechas y trucos que sobrepasaban peligrosamente el ridículo. Y apareció Mike Grell, un autor con aureola de independiente por su Jon Sable para el sello First Comics y que había tenido cierto éxito con la serie Warlord para DC Comics. En 1987, tuvo su mayor oportunidad, con una miniserie prestige (en la época un sello de calidad) de tres números, llamada Green Arrow: El Cazador Acecha, que convertía a Oliver Queen en un justiciero urbano de una sociedad que ya no era tan inocente. Grell cargó las tintas en la violencia y el sexo, en un Green Arrow desprovisto de todos los gadgets absurdos que había ido acumulando a lo largo de muchas décadas y un uniforme más acorde a los tiempos oscuros que le habían tocado vivir, además de resucitar su relación con una Canario Negro más bella que nunca en un entorno en el que no faltaban todos los tópicos de la época: sexo, violencia y crítica social. Tras el éxito de una miniserie que aunque llamó la atención en su época, el paso del tiempo ha hecho mella en ella, le siguió una serie regular que llegó
a los 80 números, donde Grell sólo se encargaba de los guiones, ofreciéndole la parte gráfica al dibujante Ed Hannigan, en unos tebeos que se creían más importantes de lo que eran, pero que actualmente son reflejo de una época y un momento muy concreto. Para lo que sí sirvió fue para que al Arquero Esmeralda se le volviera a tener en cuenta y se le tomara en serio. LOS ORÍGENES DE UN NUEVO SELLO: VERTIGO O LA INVASIÓN BRITÁNICA Cierto es que la línea Vertigo, hogar de colecciones tan adoradas y premiadas como Predicador, 100 Balas o las más recientes Fábulas o Scalped, no se creó como tal hasta 1993, dirigida por su artífice, la editora y visionaria Karen Berger. Realmente, el origen de lo que sería la línea Vertigo y el cómic adulto mainstream americano tiene un título, La Cosa del Pantano y un nombre, Alan Moore, aunque DC Comics ya había coqueteado con el mercado adulto con series como Camelot 3000 o Ronin de Miller.
COMIC
Pero la llegada de Moore a DC Comics, trajo consigo no sólo el comienzo de la línea: de sus páginas saldría un spin-off que se ha convertido en la colección más longeva de la línea, Hellblazer, la colección de terror que sigue las historias del cínico investigador de lo sobrenatural, John Constantine, inspirado en sus orígenes por la figura de Sting. Dicha colección regular comenzó en 1988 guionizada por otro talento británico, Jamie Delano. Tras su larga y en algunos momentos soporífera, etapa al frente de la colección, dio paso al irlandés Garth Ennis, el autor que mejor ha comprendido, aparte de Moore, al carismático personaje. Moore, tras su éxito ante el aficionado americano, realizó su obra más famosa y que seguramente más quebraderos de cabeza le ha dado al psicomago inglés, Watchmen, El Tebeo con mayúsculas, y la obra más reverenciada, copiada, interpretada y adorada de la historia del medio y que no tengo espacio aquí para analizar como es debido. Sólo decir que junto al Batman de Miller es un antes y un después para el medio y los aficionados, cuya influencia se sigue sintiendo casi 30 años después de su publicación. Moore también pudo terminar una de sus mejores obras, V de Vendetta,un trabajo que comenzó a ser publicado en la revista inglesa Warrior y que quedó inconcluso debido a la cancelación de la revista. La historia de una Inglaterra totalitaria, un reflejo del gobierno de Margaret Thatcher, repleto de ideas anárquicas y de rebelión contra el estado, pudo ser terminada cuando DC le ofreció a Moore publicarla y culminarla en una miniserie de 10 números a finales de la década de los 80. No sólo de Moore bebieron estas nuevas propuestas venidas del otro lado del atlántico. En 1988 desembarcaron tres autores británicos que pusieron patas arriba a la industria con sus originales y revolucionarias propuestas de materiales y personajes ya existentes y olvidados. Del primero de ellos, Grant Morrison, ya hemos hablado de su fantástico Animal Man. Algo parecido realizó con La Patrulla Condenada, un supergrupo de los años 60 que nunca había tenido excesivo éxito, y que DC intentó revitalizar de nuevo a partir de 1987, con Paul Kupperberg a los guiones y Steve
Lightle y posteriormente Erik Larsen a los lápices. Tras dieciocho números y con el fin del supergrupo de inadaptados en el evento de 1988 llamado Invasión, DC pudo hacer borrón y cuenta nueva, entregando el concepto y los personajes a un Grant Morrison que utilizó a estos outsiders como campo de pruebas de lo que sería su obra más personal hasta el momento, Los Invisibles, obra aparecida ya sí, bajo el sello Vertigo, entre los años 1994 y 2000.
Los dos autores que faltan, comenzaron en igualdad de condiciones, pero sólo uno de ellos se ha convertido en leyenda, mientras el otro oscila entre lo brillante y lo alimenticio. Sus nombres, Neil Gaiman y Peter Milligan. El primero, comenzó a llamar la atención con su miniserie de tres números en formato prestigio Orquídea Negra, revisión de un oscuro personaje femenino de los 70 creado por Joe Orlando con orígenes inciertos y que Gaiman reconstruyó en una estrategia parecida, pero de menor calidad e interés que la conseguida por Alan Moore con La Cosa del Pantano. La serie limitada quedará en los anales del cómic, por des-
cubrir al público americano al ilustrador Dave McKean que saltaría a la fama sobre todo por su trabajo en la novela gráfica Batman: Arkham Asylum ,escrita por Grant Morrison y por las portadas del que sería
el trabajo que llevaría al olimpo de los autores a Gaiman, The Sandman, la obra más famosa del cómic americano de los 90, cuya publicación comenzó en 1989 y que poco a poco se convirtió en la revelación
de la temporada, atrayendo a una nueva generación de lectores poco habituado a consumir narrativa gráfica. Su acierto, la creación de Los Eternos y sus historias, una mezcla de leyendas, terror y Shakespeare hizo que una generación de lectores se rindieran a sus pies. Y el último británico a destacar es Peter Milligan, que comenzó su andadura americana con la miniserie Skreemer, y de ahí pasó a la que fue su primera obra de envergadura, Shade: El Hombre Cambiante, de nuevo una nueva versión de un personaje de los 70 creado por Steve Ditko y que sirvió a Milligan, ayudado por unos primerizos Chris Bachalo y Mark Buckingham a lo largo de 70 entregas, a realizar un tebeo que cambiaba de género, tono y estilo al igual que las múltiples facetas y personalidades de su protagonista y que merece ser reevaluada y admirada en la actualidad como uno de los mejores trabajos de Peter Milligan. Pero no sólo de británicos y nuevas firmas podía vivir este período que podríamos llamar Pre-Vertigo. Y ahí entran autores tan veteranos como Howard Chaykin, que poco antes de levantar ampollas entre los sectores más conservadores y puritanos de la sociedad americana con su genial Black Kiss, entregó sendas revisiones de personajes tan memorables y pulp, como La Sombra y los Blackhawk, ambas obras repletas de lo que más le gusta al polémico autor americano: sexo, violencia y sangre. Podría hablar también de otras series que encajan dentro de esta rama de DC Comics que no se regía dentro de la continuidad de su universo tradicional, como la obra de ciencia ficción post-apocalíptica Slash Maraud de Doug Moench y Paul Gulacy, o la nueva serie regular de La Sombra, aparecida tras el éxito de la serie de Chaykin, pero sirva este pequeño apartado para demostrar que todas y cada una de estas series, fueron los primeros pasos de un sello que tiene el honor de tener publicadas bajo su manto, algunas de las mejores, más polémicas y revolucionarias obras que ha dado el tebeo americano contemporáneo. JUGANDO E INNOVANDO CON LOS
FORMATOS: EL NUEVO FORMATO PRESTIGE Y EL RESURGIR DE LA NOVELA GRÁFICA Si los años 80 se recordarán eternamente por ser la edad de madurez del cómic, que dejó de ser terreno exclusivo de infantes y un pequeño guetto de aficionados, no sólo fue por la calidad e inteligencia de los productos publicados, sino por los esfuerzos que DC Comics puso también, para presentar productos en los que la calidad de edición estuviera pareja a la calidad del producto interior de sus páginas. Aunque el concepto de “novela gráfica” fuera introducido en los Estados Unidos en los años 70 por Will Eisner en su obra Contrato con Dios, los franceses lo utilizaran como formato habitual para sus series y Marvel Cómics hubiera dado unos tímidos pasos con obras como La Muerte del Capitán Marvel de Jim Starlin o XMen: Dios Ama, El Hombre Mata, el formato no había sido recibido con los brazos abiertos por un público acostumbrado a los precios populares de los comic-books y la manera mayoritaria de presentar las obras seguía siendo el tebeo de toda la vida con una calidad de impresión francamente lamentable. DC comenzó poco a poco: lo primero, fueron las Ediciones Baxter directas a librerías especializadas, de las que ya he hablado al comienzo del artículo. Pero su mayor éxito vino de la mano del nuevo formato denominado “prestigio”, que fue medio introducido con el Ronin de Miller en el año 1983, pero que estalló con la publicación de la primera miniserie en dicho formato en el año 86: El Regreso del Caballero Oscuro. Por supuesto que la obra fue un bombazo, no sólo por la extrema calidad artística de la misma, sino también por una calidad de edición e impresión que sacaba todo el partido del innovador y revolucionario color de Lynn Varley, y el innovador uso del lenguaje del cómic plasmado por Miller y Janson. Tras la puesta de largo del formato, DC sabía que tenía una mina de oro con estas ediciones de mayor número de páginas, pero también mayor precio de portada. Además, gracias a la obra de Miller, en
el inconsciente del público quedó la idea de que todo lo que se publicara en dicho formato era sinónimo de calidad, lo fuera realmente o no. Las siguientes obras publicadas en dicho formato fueron Historia
del Universo DC, una miniserie de dos números realizada por Marv Wolfman y George Perez, que no era más que una minienciclopedia del universo DC post-Crisis, bellamente ilustrada por Perez, Green
Arrow: El Cazador Acecha, el par-
ticular Dark Knight que Mike Grell le hizo al arquero más famoso de la historia del cómic, con perdón de Ojo de Halcón y la que, en mi opinión personal,es la mejor de las tres series prestigio aparecidas tras la estela de la obra de Miller, Blackhawk, la puesta al idea del grupo de pilotos de la segunda guerra mundial creado por Will Eisner en los años 40 y que Howard Chaykin hizo suyos de manera tan excepcional como un año antes había conseguido con La Sombra, el anti-héroe pulp creado por Walter Gibson.
Estas tres miniseries funcionaron, pero no tanto como el Batman de Miller. Tuvo que llegar de nuevo el Caballero Oscuro, para volver a reventar las listas de ventas con dos obras exitosas, publicadas en el año 1988, pero de d e s igual calidad artística:
Batman: The Cult y Batman: La Broma Asesina. La
primera, un trabajo de Jim Starlin y Berni Wrightson, que se planteó en principio como trilogía y que a punto estuvo de no ser terminada debido a una extraña enfermedad que afectó a las manos de Wrightson, es una obra que tuvo gran repercusión en su época, pero que leída actualmente enseña todos los defectos del cómic posterior a la irrupción de Miller y Moore, es decir, una obra que se cree más importante de lo que es, con una violencia y oscuridad forzada, que sonroja al leerla
costal, y aunque su propio escritor Alan Moore reniegue de ella, sólo podemos arrodillarnos ante la mejor interpretación del Joker de toda la historia, en una obra exquisitamente ilustrada por un Brian Bolland que tardó tres años en dibujarla y donde Moore investiga los mecanismos de la locura, la manera de enfrentar la tragedia desde diferentes puntos de vista y la extraña relación de necesidad formada entre Batman y el Joker, dejándonos escenas tan memorables como la conversación final entre ambos némesis o el brutal ataque del Joker a Barbara Gordon frente a su padre. Una obra maestra. Tras esto, el formato diversificó el número de obras publicadas, con obras que iban de lo bueno a lo interesante y de lo interesante a lo francamente prescindible, como Batman: Luz de Gas de Brian Augustyn y Mike Mignola, la cual inició la línea Elseworlds, Cosmic Odissey de Starlin y Mignola, Orquídea Negra de Gaiman y Mckean, Hawkworld de Timothy Truman y muchas más. Y si el formato prestigio lo levantó el murciélago, el formato novela gráfica también debía tener como embajador al personaje de mayor éxito de finales de los 80, el Señor de la Noche. Por lo tanto, la primera novela gráfica que publicó DC Comics estaría centrada en la figura del Caballero Oscuro, en una obra llamada Batman: El Hijo del Demonio, una historia de 80 páginas escrita por Mike W.Barr y dibujada por Jerry Bingham, donde se reintroducía en el nuevo universo DC a una de sus némesis más famosas, Ras A’l Ghul, su hija Thalia y su relación con el murciélago, en una historia famosa actualmente por ser donde Thalia y Bruce tienen al que sería el futuro Damian del Batman de Morrison. La obra tuvo dos secuelas de desigual calidad. Pero si esta novela gráfica publicada en 1988 tuvo éxito, nadie podía esperar la bomba que tenía preparada DC Comics para el verano del estreno del Batman de Burton: Batman: Arkham Asylum de Grant Morrison y Dave Mckean. La obra se vendió como churros, en parte por el éxito del largometraje, aunque temáticamente y estilísticamente poco o nada tuvieran que ver y sobre todo por la calidad de lo presentado por los dos británicos. Como si de una historia de terror se tratara, Batman debe introducirse en el
Asilo de Arkham para salvar a los trabajadores del mismo, hechos prisioneros por los enemigos del murciélago comandados por el Joker. Pero eso es la excusa argumental para tratar y poner en paralelo el descenso a los infiernos del fundador del Asilo, Amadeo Arkham y su dramática y en algunos momentos aterradora existencia, donde el asilo se convierte en un trasunto de casa encantada que cambia, manipula y potencia el estado de ánimo de aquellos que viven en su interior. Y aunque Morrison no pudo hacer todo lo que quería con el personaje, sigue siendo una obra referencial no sólo de Batman, sino del cómic de los 80, no solamente por el guión de Morrison, sino por el trabajo de Mckean, que sumerge al lector en un ambiente de pesadilla, aterrador pero irresistible y francamente inolvidable. TODO ESTO HA OCURRIDO Y VOLVERÁ A OCURRIR Y hasta aquí ha llegado el repaso de la revolución de DC de los años 80, en un reseteo que consiguió hacer interesante un universo añejo y caduco, y que además dio al aficionado algunos de los mejores tebeos jamás realizados. Ahora mismo DC Comics se reinicia de nuevo y dudo que este nuevo reseteo sea de la misma calidad o influencia que el realizado hace ya tres décadas, porque seamos sinceros, exceptuando Morrison, el resto de autores que tiene en plantilla DC no llegan a la suela del zapato a Alan Moore, Frank Miller, Howard Chaykin o John Byrne, por mucho que Geoff Johns sea un artesano competente, o Scott Snyder o Jeff Lemire sean talentos prometedores. Pero lo importante es no tener miedo al cambio, más en una DC que actualmente y exceptuando obras muy pero que muy puntuales (el Batman de Morrison o como mucho el Green Lantern de Geoff Johns) está en un estado de sequía creativa muy pero que muy parecida a la de principios de los 80. Por lo menos esto será un soplo de aire fresco y novedad para una editorial que merece y necesita un lavado de cara para volver a ser sorprendente y diferente. Esperemos que lo consiga y esto no sea un nuevo truco de marketing para levantar de manera artificial las ventas a corto plazo.
DC THE NEW 52: CONCLUSIONES DE UN POLÉMICO MES DE VENTAS MILLONARIAS por felipe rodriguez (la habitacion n.26) El nuevo reinicio de los cómics de la longeva editorial de cómics americana había traído cola desde el momento en que sus editores, Dan Didio y Jim Lee lo anunciaron el pasado verano. DC comenzaba de cero, cerrando incluso sus colecciones más antiguas como Action Comics y Detective Comics y renumerándolas todas para conseguir simplificar su poco cohesionado universo y sobre todo, atraer nuevos lectores. Las críticas comenzaron antes incluso de que los tebeos aparecieran a la venta, pronosticando una debacle sin precedentes, tanto artística como financiera. Lo primero es relativo y dependerá de la opinión de cada uno, pero lo segundo ha sido un éxito sin paliativos, donde DC ha eclipsado a Marvel en ventas. De los 10 primeros puestos del mes de septiembre, ocho pertenecen a DC Comics y dos a su directa rival, Marvel Comics. El tebeo más vendido es el Batman de Scott Snyder y Greg Capullo, seguido del Action Comics de Morrison y a continuación Green Lantern, Flash, Superman, Detective Comics y Batman: The Dark Knight. Los puestos 8 y 9 son los que ocupan la presencia de Marvel, llegando al 10 con otro título de la línea Batman. Un triunfo comercial absoluto ante su directo rival, ya que si nos adentramos en los puestos 11 al 25 de la lista, sólo cuatro son para Marvel y el resto para DC. Sin olvidar que el mes pasado, el tebeo más vendido fue la serie que abrió el fuego de este nuevo universo, convirtiéndose en el cómic más vendido del año con más de 200.000 ejemplares vendidos, la Justice League de Geoff Johns y Jim Lee. Pero lo que os interesa saber es si el revuelo que ha habido es para tanto, y lo más importante, si los tebeos están
bien, así que a partir de aquí, nos adentraremos en cada línea editorial y familias de personajes, desde los absolutamente imprescindibles hasta los totalmente nefastos.
LÍNEA JUSTICE LEAGUE Esta línea engloba no sólo las colecciones de las diversas ramificaciones de la Liga de la Justicia, sino también las series regulares de miembros que han pertenecido al grupo en las formaciones actuales o del pasado, por supuesto no incluyendo aquellos personajes que son por sí solos una franquicia, como Superman, Batman o Green Lantern. La primera y más importante colección de esta línea es también el tebeo estrella del relanzamiento, la Justice League de Johns y Lee. Leído el primer número, podemos afirmar que no está mal, pero que sabe a poco para poder valorarlo en su justa medida. En esta encarnación de nuestros héroes, nos encontramos en el pasado de este nuevo universo, con una Liga de la Justicia no formada todavía y los superhéroes considerados más una amenaza para los gobiernos y fuerzas del orden que aliados. Jim Lee entrega un buen trabajo, aunque se le note la falta de práctica acumulada estos últimos 15 años, donde se ha dedicado más a tareas editoriales que a lo que se le daba verdaderamente bien, que era dibujar. El guión de Johns no molesta pero tampoco mata y habrá que dejar que la colección avance para poder dar un veredicto definitivo. La otra serie con las palabras Justice League en el título es Justice League International, realizada por el equipo creativo formado por Dan Jurgens y Aaron Lopresti. Este tebeo que intenta
traer de vuelta el divertido concepto y el grupo formado por J.M. De Matteis y Keith Giffen se queda en tierra de nadie, porque no posee la diversión y frescura de la colección original y no aporta nada que no de la Justice League de Johns y Lee. Aquaman, Wonder Woman y Flash, no llegan a la categoría de excelentes, pero no cabe duda de que pueden ser buenos tebeos. Aquaman, con Geoff Johns a los guiones e Ivan Reis a los lápices tiene todas las papeletas para ser el éxito que fue la renovación de Green Lantern a mediados de la década pasada por el mismo autor. Johns tiene la suerte de poder hacer lo que quiera con este personaje, ya que es el menos querido y
valorado de los héroes DC clásicos y tiene la ayuda de un dibujante tan valorado por el fandom como es Ivan Reis. Pero aunque se lee con agrado, sufre el mismo problema que su Justice League, es decir, que no cuenta mucho en su primer número, más allá de algunos guiños metalingüísticos para el lector veterano. Si en esta colección tenemos al mejor Johns de los tiempos de los primeros números de Green Lantern, su etapa en la JSA puede convertirse en uno de los mejores tebeos de la línea. Wonder Woman de Azzarello y Chiang sí que por lo menos plantea el mundo y el tono en el que se va a mover esta nueva encarnación de la amazona. El miedo ante esta propuesta es la poca habili
dad que Azzarello ha demostrado al realizar superhéroes clásicos, como en sus aproximaciones a las figuras de Batman y Superman que fueron un estruendoso fracaso creativo por la ininteligibilidad de sus trabajos. Leído este primer número de un personaje tan icónico como tan mal explotado, hace pensar que estaremos ante una visión violenta y oscura del mundo de los dioses griegos y que si a Azzarello se le va la olla en la historia a contar, tendremos por lo menos la suerte de disfrutar de un apartado gráfico impresionante, gracias al sencillo y limpio estilo de Cliff Chiang que convierte casi a cada página en una obra de arte por sí sola. Flash se acerca más a los resultados de Aquaman que a los de Wonder Woman. Una aproximación ligera e intrascendente pero tremendamente humana de Barry Allen, que tiene su mayor aliciente en las magníficas composiciones de páginas de Francis Manapul que también se encarga de los guiones ayudado por el también colorista de la colección, Brian Buccellato. Y ahora nos adentramos en las partes más mediocres y directamente malas de la línea. Entre lo mediocre, tenemos series como el Capitán Atom de J.T. Krul, que se salva por el trabajo gráfico de Freddie Williams III y sobre todo por el color del maestro José Villarubia, The Savage Hawkman de Tony Daniel y Billy Tan que ya ni recuerdo de que trataba o la intrascente Mister Terrific. Pero las joyas de la corona excremental son The Fury of Firestorm, Green Arrow y DC Universe Presents: Deadman. Me da pena incluir esta última, porque el maravilloso trabajo gráfico de Bernard Chang no se merece un guión tan rematadamente malo del pedante Paul Jenkins que hace que cueste acabarse el tebeo. Pero Firestorm y Green Arrow son un insulto al aficionado. Tebeos que nos devuelven a las peores obras de los 90, insufribles, horribles, casi amateurs. Firestorm me da un poco igual porque nunca ha tenido etapas reseñables, pero lo
hecho con Oliver Queen por parte de Dan Jurgens es de juzgado de guardia, algo que no ha pasado desapercibido por la cúpula de DC Comics que ya ha anunciado el reemplazo de equipo creativo.
LÍNEA BATMAN Una de las líneas más exitosas tanto de este reinicio como anteriormente. Batman es un valor seguro y siempre o casi siempre vende, más ahora con la multimillonaria saga de Christopher Nolan y el inminente estreno el verano que viene de la tercera y última parte que pone fin a su trilogía del hombre murciélago. Dentro de esta línea nos encontramos con cuatro series protagonizadas por el propio Batman y otras seis colecciones de la familia que las protagonizan sus amigos y aliados. Cuatro series de Batman que se antojan excesivas en su número. La primera de ellas y más importante desde el punto de vista creativo es Batman de Scott Snyder y Greg Capullo. Snyder ya había demostrado su buen hacer con Batman en su corta pero intensa etapa en Detective Comics y aquí no va a ser menos, porque esta serie es todo lo que una colección de Batman tiene que ser: atmósfera siniestra y opresiva, misterios, giros argumentales interesantes y un dibujo de Greg
Capullo, donde el autor que se crió en el mundo de Spawn, deja atrás parte de su barroquismo y basándose en la imagen del Batman de Miller en “The Dark Knight Returns” hacer un buen trabajo al que sólo le falla el desvaído tratamiento de color. No imprescindible, pero sí muy recomendable es la colección Batman and Robin del dúo creativo formado
por Peter Tomasi y Patrick Gleason. Un buen primer número donde sobresale la excelente caracterización e interactuación entre Bruce Wayne y su hijo Damian. Un punto por debajo, pero por lo menos correcta es Detective Comics con Tony Daniel como autor completo. Esta colección, al igual que Justice League y Action Comics, se sitúa cronológicamente en el pasado, en los orígenes del personaje y Tony Daniel realiza un tebeo entretenido, con un final chocante y extremadamente violento, que se deja leer pero que si no existiera, nadie echaría de menos. Y llegamos a la cuarta y peor serie del murciélago Batman The Dark Knight de David Finch, ayudado por Paul Jenkins en los guiones. Mucha posturita, mucha desproporción anatómica, muchos tics de los tebeos de los 90 y del sello Top Cow donde se forjó Finch y mucha voz en off para hacer parecer que existe algo parecido a un guión, cuando este es una excusa para colocar a Batman en posturas inverosímiles pero que sirven para vender camisetas para el fan menos exigente. Dentro del universo expandido del murciélago, tenemos una serie imprescindible como es Batwoman de J.H. Williams,
donde el asombroso autor sigue demostrando que no hay quién le pise en cuestión de composición de páginas a cuál más alucinante y que se merece estar en una galería de arte y se revela como un más que competente guionista. No excelentes, pero si muy buenas son las colecciones Batgirl y Catwoman. La primera, porque siempre es un placer traer de vuelta a un personaje tan querido como Barbara Gordon, sobre todo si está escrito por la guionista que mejor entiende al personaje, Gail Simone y la segunda, Catwoman, porque obviando la estúpida polémica por la escena de sexo con Batman, resuelta con elegancia y estilo, es una delicia para la vista gracias al trabajo de Guillem March (menos algunos excesos anatómicos femeninos en viñetas concretas) y un guión de Judd Winick que es capaz de lo mejor y lo peor, y aquí parece ser de lo primero. Correcta sin más Birds of Prey, sobre todo por el dibujo de Jesús Sáiz, que me trae al recuerdo una de las mejores y más injustamente infravaloradas colecciones de los últimos años de DC, Manhunter con el guionista Marc Andreyko. Y llegamos a las cloacas de la línea Batman. Lo primero, una colección biza
rra y absurda como pocas, Batwing donde nos encontramos al peor Winick y un personaje con cero carisma y atractivo, el Batman de color y africano. Y de la bizarrada a la mediocridad, con Nightwing de Kyle Higgins y Eddy Barrows. Un tebeo que no es bueno ni malo, sino todo lo contrario. Y para el final, no sólo el peor tebeo de la línea Batman, sino de todo este reinicio, Red Hood and the Outlaws. No sé qué es peor, si el guión de un Scott Lobdell que nunca tuvo que volver a los cómics o los horripilantes dibujos de Kenneth Rocafort. O quizás es aún peor el sexismo de Swimsuit de Image de la década de los 90, o ese tufillo a tebeo del estudio de Rob Liefeld, repleto de mujeres recauchutadas en posturas imposibles, artificiales y profundamente antieróticas y héroes chulos porque el mundo les ha hecho así con los dientes bien apretados.
LÍNEA SUPERMAN Quizás la línea más moderada y la que en conjunto es más redonda con la excelente
línea Dark que comentaré más adelante. Cuatro colecciones engloban esta línea. Dos dedicadas al personaje principal y otras dos para personajes periféricos. Comenzamos con la serie de la línea y la que es para mí, la mejor serie del reinicio, Action Comics. Y el motivo tiene un nombre, Grant Morrison, su guionista. Un loco genial con un profundo amor por estos personajes que sabe revolucionarlos basándose en la tradición y en los orígenes del mito. Y eso es lo que hace con este Superman, que nos cuenta los principios del superhéroe que lo originó todo y cuya base se encuentra en la prehistoria del medio, en los tebeos originales de Siegel y Shuster, los creadores del personaje. Mucho he leído donde supuestos aficionados critican que este Superman no es el Superman original. Craso error. Este Superman es el más puro, el héroe de la clase obrera surgido en una América post-crisis del 29 y que viendo nuestra situación actual es el que el público necesita, un héroe que lucha por los intereses del pueblo, no por una clase política co-
rrupta y unos empresarios codiciosos y mezquinos. Y si Action Comics nos cuenta los orígenes del héroe, Superman, de Perez y Merino nos trasladan al presente. Aquí ya nos encontramos con un Superman más acorde con lo que el público en general conoce del personaje, aunque no del todo, porque hay diferencias. Lois no está con Clark (genial el momento en el que éste escucha gracias a sus poderes lo que Lois piensa realmente de él) y el Daily Planet ha pasado a manos de Morgan Edge debido a la caída física del mismo. Incógnitas interesantes gracias al trabajo clásico de Perez y Merino, en un tebeo que valora el significado del cómic-book como unidad de valor y que lamentablemente no tendrá la continuidad deseada porque Perez y Merino son relegados para dar paso al equipo parche de esta nueva DC, Keith Giffen y el temible Dan Jurgens. Fuera del personaje principal tenemos una serie correcta y simpática, Supergirl, sobre todo por el dibujo de una de las sorpresas agradables de esta nueva DC, llamado Mahmud Asrar y otra que es una nueva mediocridad de Scott Lobdell, Superboy, que aunque no tiene una mala premisa, no se desarrolla con pericia, además de tener un dibujo francamente mejorable de un tal RB Silva.
LÍNEA GREEN LANTERN La franquicia de más éxito en los últimos años en DC no es un reboot, pero tampoco es una continuación de lo contado estos últimos años, sino todo lo contrario. ¿No entendéis nada? No os preocupéis, los editores de DC tampoco. Green Lantern es otra franquicia que se ha estropeado y disminuido sus aciertos por la cantidad de títulos satélites
aparecidos alrededor de la colección principal. Y en esta nueva DC no iba a ser la cosa diferente. Cuatro colecciones tenemos de estos guerreros esmeralda. Mientras tres de ellas continúan fielmente la continuidad de lo anterior al reinicio, otra no se sabe bien a qué está jugando. Comenzamos con la más importante, Green Lantern, donde continúa el mismo equipo creativo de antaño, Geoff Johns y Doug Manhke. Novedades: Sinestro es el Green Lantern del sector 2814 y Hal Jordan ha vuelto a la tierra. Y tras las últimas y espesísimas sagas espaciales con linternas de todos los colores y sabores, esto se agradece. Johns se centra en Sinestro, Hal y Carol Ferris y el tebeo comienza a respirar de nuevo. Si la colección continúa lo expuesto en este correcto primer número, Johns parece que volverá a tener algo que contar con el personaje. La siguiente colección de la verde franquicia es Green Lantern Corps, protagonizada por Guy Gardner y John Stewart. Su guionista es un viejo conocido de la colección, Peter Tomasi, ya que éste fue el que la relanzó gracias al éxito del Green Lantern de Johns. Un tebeo que está bien, que se puede leer, pero que si no lo compras tampoco pasa nada. Y nos acercamos a lo peor de la línea. En la línea entre lo malo y lo bueno, es decir, de lo mediocre, tenemos Green Lantern: The New Guardians. Y esta es la colección de las incoherencias. Porque aquí tenemos un nuevo origen de Kyle Rayner, el que fue sustituto de Hal Jordan cuando este estaba supuestamente muerto. Esta nueva versión parece que invalida todo lo ocurrido estos últimos años con el personaje, o tal vez no, porque a lo mejor transcurre en otro momento (pasado o futuro) diferente del
del resto de colecciones de la línea. Pero nadie sabe nada. Y lo peor del caso: a quién le importa, porque el tebeo no merece la pena. Pero donde la línea toca fondo es con la colección Red Lanterns de Peter Milligan y Ed Benes. Uno de esos trabajos que Milligan hace para poder comer a fin de mes. Un tebeo que quiere ser una típica historia de ciencia ficción de la revista 2000 AD de los años 80 y que se queda en un tebeo aburrido con personajes muy violentos y muy chulos, pero que no te importan nada y que tienen cero carisma.
LÍNEA “THE DARK” Y llegamos a la línea más redonda de todo el reinicio. Una línea que no tiene ninguna colección mala y que todas ellas, en mayor o menor medida merecen
ser leídas. Para comenzar a hablar de esta línea “oscura”, habrá que saber qué es. Y no es más que una vuelta de las colecciones que inauguraron la línea Vertigo antes de que existiera dicha línea y que estaban adscritas al universo DC general. Series como la Cosa del Pantano de Alan Moore, el Animal Man de Grant Morrison o los primeros números del Sandman de Neil Gaiman. Y DC quiere aprovechar a esos personajes más oscuros o mágicos que había expulsado de su universo original y que se ha dado cuenta que pueden dar mucho juego en él. Empezaré con las series imprescindibles y excelentes de la línea. Aquellas que ningún lector se debe perder. La primera es Justice League Dark con unos guiones del mejor Peter Milligan y un buen trabajo artístico del español Mikel Janin.
Un tebeo repleto de momentos, escenas e ideas maravillosas y prometedoras, y un grupo de personajes a cuál mejor del universo mágico de la editorial, como John Constantine y Shade (viejos conocidos del guionista), Madame Xanadu, Zatanna y Deadman. Quizás el mayor riesgo dentro de la línea y el mayor atrevimiento sean las colecciones dedicadas a la Cosa del Pantano y Animal Man. Atrevimiento, porque es muy difícil estar a la sombra de los trabajos que Alan Moore y Grant Morrison realizaron sobre sendos personajes, los cuales los redefinieron y donde nadie posteriormente a ellos han sabido que hacer con ellos. Scott Snyder en Swamp Thing y Jeff Lemire en Animal Man se atreven y aprueban con nota, con sendos tebeos muy atractivos, donde Snyder da una vuelta de tuerca al enigma Alec Holland/Cosa del Pantano y Lemire sigue más los preceptos de Jamie Delano que los de Morrison con Buddy y su familia, apoyados ambos en el trabajo artístico de Yanick Paquette que se supera a sí mismo, homenajeando con su estilo a los grandes autores del personaje como Stephen Bissette y John Totleben y Lemire en el particular estilo de Travis Foreman, con su siniestro pero atractivo dibujo que le aporta su particular atmósfera a los sombríos guiones de Lemire. Lemire tiene otra colección en la línea Dark que considero imprescindible dentro de este nuevo giro de DC. Su título es Frankenstein Agent of S.H.A.D.E. y es una de las propuestas más refrescantes de la editorial con un equipo de lo paranormal en la línea de Hellboy y compañía. Las otras cuatro colecciones que completan la línea editorial también son dignas de ser leídas. Las dos más interesantes serían Resurrection Man de Dan Abnett y Andy Lanning y Demon Knights de Paul Cornell. La primera funciona a través de efectivos golpes de efecto como el mejor capítulo de Lost y la
segunda es una inteligentísima revisión de todos los personajes mágicos de la editorial situada en la Edad Media, que sirve como elemento complementario de la Justice League Dark de Milligan. Finalizamos esta línea tan redonda con otra serie del británico Paul Cornell, Stormwatch, donde el guionista introduce a los personajes de la adorada The Authority dentro de la continuidad del Universo DC con un correcto primer tebeo que si se desarrolla con propiedad puede aportar gratas sorpresas al aficionado.
LÍNEA “THE EDGE” Es posible que ésta sea el núcleo de series DC con una violencia y una sexualidad más explícita dentro del mainstream del cómic americano. Es una línea mucho más irregular que la Dark, pero donde por lo menos hay dos series que llaman la atención. La primera de ellas es Deathstroke, mercenario asesino creado por Wolfman y Perez en Los Nuevos Titanes que aquí se convierte en una suerte del Masacre marveliano en un primer tebeo de pura acción, donde destaca sobre todo la asombrosa evolución del dibujante Joe Bennet, que sale del ostracismo de la industria con un trabajo al que no se le puede poner ni un solo pero. Un punto por debajo de ésta, pero también interesante es la nueva versión del Suicide Squad con miembros tan atractivos y peligrosos como Harley Quinn o Deadshot en una colección que fue pionera en hacer protagonistas a los villanos mucho antes de que series como Thunderbolts, Secret Six o los Vengadores Oscuros hicieran su aparición. Para finalizar esta parcela del nuevo universo DC, dos colecciones que protagonizan dos antiguos miembros de los Wilcadts de Jim Lee, Grifter y Voodoo. Ninguna de las dos colecciones tienen los suficientes valores como para ser recomendadas, pero si algo hay destacable es el interesante trabajo artístico de Sami Basri en la colección Voodoo.
son series que no olvidan los orígenes chuscos de los inicios de una editorial que ponía por delante un llamativo aspecto visual, para ocultar su inexistente línea argumental. Como un cajón desastre, dentro de esta fallida línea tenemos tres series muy diferentes pero que ninguna consigue cuajar. O.M.A.C. es la primera de ellas y aunque como homenaje-calco del original de Jack Kirby funciona, no tiene ningún sentido más allá de ese simple homenaje sin nada nuevo que aportar. Lo mismo puede decirse de Men of War, trasunto de cómic bélico con dos historias por número, que quiere intentar convertirse en una antología al estilo de los tebeos de los 50 de temática militar al que le auguro una cercana cancelación. Mucho peor es Blackhawks, que nada tiene que ver con el equipo de aviadores creado por Will Eisner en los años 40, repleta de todos los tópicos malos de los tebeos de los 90. Para el final dejo la que quizás es la colección más sorprendente de todo este nuevo universo. Una nueva versión de la
antología All-Star Western y que desde aquí recomiendo a todo aquel que quiera leer un buen tebeo. Su protagonista es Jonah Hex y el entorno en el que se desarrolla es la Gotham City de finales del siglo XIX. Unos crímenes de similar parecido con los asesinatos de Jack el Destripador, harán que Hex y su extraño compañero, Amadeo Arkham, fundador del famoso asilo, investiguen un misterio que les revelará los horribles secretos que ocultan los ricos y poderosos de Gotham. Y si la historia no es suficientemente buena, que lo es, tenemos para agradar la vista los fascinantes, detallados y elegantes dibujos de Moritat, que se convierte en el mayor talento artístico de la nueva DC.
LÍNEA YOUNG JUSTICE Aquí se engloban los peores tebeos de la editorial. Porque exceptuando Legion Lost, una de las dos series basada en los personajes de la Legión de Superhéroes, que por lo menos está entretenida y tiene uno de los mejores apartados artísticos de las 52 series, a cargo de Pete Woods. Porque el resto no hay
por donde cogerlo. Legion of Superheroes continúa siendo una serie compleja y espesa para aquel que no es fanático de estos héroes del siglo XXI, Static Shock, héroe adolescente de color que pretende ser la alternativa al Spiderman de la Marvel es tan, tan aburrido que no pude pasar de las primeras 10 páginas, al igual que la nueva serie de Blue Beetle que es tan mediocre que no llega ni a mala.
los ríos de tinta e información a través de los medios especializados y en el fandom han dejado en segundo lugar a Marvel Comics. Pero por supuesto esto es una maniobra a corto plazo, ya que la novedad puede convertirse en hastío en los próximos meses si las series no ennganchan con un público que ha consumido mucho más debido al morbo y la curiosidad. Y eso sólo se conseguirá con buenos tebeos.
Pero las joyitas de la línea vienen firmadas por dos elementos que deberían haber desaparecido en los 90 y no volver a aparecer, Scott Lobdell y Rob Liefeld. El primero se encarga de los nuevos Teen Titans y cada página que lees provoca las lágrimas de todos aquellos que hemos seguido y amado la colección original de Marv Wolfman y George Perez. Liefeld vuelve a los personajes que le dieron fama Hawk and Dove y si ya era malo en su época, vemos que el paso del tiempo consigue lo imposible, que vaya a peor.
La pregunta clave. ¿Son buenos tebeos estos nuevos 52? Como habéis visto antes, de todo un poco. Hay excelentes tebeos como Action Comics, Batman, Batwoman, All Star Western, Swamp Thing o Animal Man. Pero también hay muchos tebeos nefastos como Batman The Dark Knight, Red Hood and The Outlaws, Hawk and Dove, Static Shock, Teen Titans o The Fury of Firestorm. En general como cualquier editorial de cómics, porque es imposible tener 52 series regulares cada mes y que todas sean buenas. Digamos que hay una mitad de series malas, absolutamente prescindibles, y de la otra mitad 10 tebeos imprescindibles y otros 15 que no están nada mal. Como siempre, como todas las editoriales.
¿EL REINICIO ES UN ÉXITO? Viendo las cifras de ventas sería absurdo decir que no. DC ha copado los primeros puestos de ventas, sus tebeos han sido los más populares del mes y
El gran problema de este reinicio es su labor editorial, que no ha sido pensada
a largo plazo y sólo como revulsivo de marketing. Esto no es un reinicio como el de los 80, donde se empezó de cero y todos los personajes tuvieron una nueva versión de su orígen. Aquí todo depende de la carrera inmediatamente anterior del personaje. Por ejemplo, Batman no se ha reiniciado, continuando lo contado en las series regulares inmediatamente anteriores. Pero Barbara Gordon vuelve a andar y ser Batgirl. Green Lantern tres cuartos de lo mismo. La serie principal continúa los acontecimientos de la guerra de los Green Lanterns, pero en The New Guardians reinician a Kyle Rainer, El lector veterano se queda con la sensación de que vale y que no, que el reinicio es un parche que no ha sido madurado sino improvisado. Y el supuesto lector novel que era el que supuestamente buscaba DC puede acabar con el cerebro fundido para un nuevo universo para el que necesitas un master en física cuántica para poder acceder a él, lleno de referencias a acontecimientos que han ocurrido ¿dónde?. Caso aparte son las contradictorias declaraciones del odiado editor Dan Didio, donde dice que todos los grandes eventos, las Crisis, no han ocurrido. Entonces por qué Paloma en la serie Hawk and Dove comenta que su hermano murió en un gran crisis para el mundo. Hay un descontrol entre el editor jefe, los editores de cada línea y los autores que clama al cielo. Es como en la línea Batman. Tanto en Batman The Dark Knight como en Batman, ocurre el mismo acontecimiento, una fuga de presos de Arkham. ¿Tan difícil es reunir a todos los autores que se encargan de Batman y hacerles ver que dos han tenido la misma idea en el mismo período de tiempo? Eso y declaraciones como la de Gail Simone que ha averiguado gracias al Previews y no de la mano del editor jefe Dan Didio de que su personaje Barbara Gordon, alias Batgirl va a comenzar a aparecer en la serie Birds of Prey,
apoya a todos aquellos que odian a Dan Didio y lo que está haciendo en DC los últimos años. O la expulsión de Perez y Merino de Superman a partir del número 7 y la incorporación de Keith Giffen y Dan Jurgens por motivos desconocidos demuestran que la improvisación es marca de la casa Didio. Pero también es verdad que el universo DC previo al reboot no era nada del otro jueves. Exceptuando alguna serie de Batman (sobre todo la inmensa etapa de Morrison) y el Green Lantern de Johns, nada más interesante había para leer. La franquicia Superman estaba en estado terminal, no digamos Wonder Woman o la JLA que no levantaban cabeza desde no se sabe cuando. Ahora tenemos un genial Action Comics de Morrison, un genial tebeo clásico como es el Superman de Perez y Merino y una Wonder Woman de interesante planteamiento por Brian Azzarello y aunque la Justice League de Johns y Lee con su primer número no haya deslumbrado, es más interesante que todo lo realizado por Meltzer o McDuffie. Así que concluyendo, tenemos una DC más fuerte que la inmediatamente anterior, con un mayor número de colecciones atractivas e interesantes, una línea mágica u oscura que es la joya de la corona de estos nuevos 52, pero que necesita de un mayor control editorial y una mejor comunicación de estos con sus autores para que esto no sea un experimento pasajero y DC pueda enfrentarse en calidad e interés a su directa competencia, Marvel Cómics, que aunque con algún traspiés que otro, ha demostrado que su universo y sus planes editoriales están mucho más cohesionados y son más coherentes, lo que ha hecho que sus fieles sean más. O DC aprende esa lección y no se queda con las millonarias cifras que han conseguido este mes, o serán flor de un día y acabará siendo pan para hoy y hambre para mañana.