Pensar el pasado
partamentos de arqueología universitarios, que están dominados mayoritariamente por especialistas en Prehistoria y la época romana. El estudio del período reciente ha recaído con mucha frecuencia en arqueólogos de gestión, que han documentado o excavado restos recientes en el marco de proyectos de impacto cultural (sobre los que hablaremos más adelante). Así, los monumentales restos del Madrid de los Austrias que aparecieron en la plaza de Oriente los excavaron arqueólogos en el marco de un proyecto de urgencias, antes de que fueran destruidos para construir un aparcamiento. Y en Barcelona, los restos del barrio del Born, arrasado por las tropas de Felipe V en 1714, también fueron objeto de excavaciones arqueológicas en el marco de un proyecto de gestión patrimonial. En este caso, los restos han sido conservados y expuestos al público. Pero lo que coincide en ambos contextos es que no se trató de iniciativas de investigación académica. El campo de la arqueología histórica, posmedieval o moderna tiene un extraordinario futuro en la Península Ibérica. Al fin y al cabo, fue aquí donde comenzó la expansión colonial que marcaría la historia global a partir del siglo xv —y, por lo tanto, el inicio de la «arqueología histórica» fuera de Europa.
3. Arqueología contemporánea Desde los años 90 se viene desarrollando una arqueología de tiempos aún más recientes y que se suele conocer como arqueología contemporánea o del pasado contemporáneo. Esta línea de investigación se centra en los siglos xx y xxi, que suelen quedar fuera de la arqueología histórica o posmedieval por considerarse demasiado recientes (Harrison y Breithoff, 2017). Los objetivos de esta arqueología son diversos: puede ser la caracterización arqueológica de la era contemporánea (González Ruibal, 2008) o la intervención creativa en la materialidad del tiempo presente (Harrison, 2011), entre otras cosas. La historia de la arqueología contemporánea, pese a lo corta que es, resulta considerablemente enrevesada: su origen se encuentra en el trabajo de una serie de investigadores americanos que decidieron estudiar su propia sociedad con visión arqueológica en los años 70 (Gould y Schiffer, 1981). De hecho, el primer nombre de esta subdisciplina fue el de «arqueología de nosotros mismos» (Archaeology of Us). La iniciativa más exitosa fue el Proyecto de la Basura, desarrollado por William Rathje entre mediados de los 70 e inicios de los 90 (Rathje y Murphy, 1992). Lo que hizo Rathje fue estudiar el contenido de los cubos de basura de la gente y excavar varios vertederos. Aunque no suena muy atractivo, lo cierto es que tuvo un increíble impacto más allá de la academia. Gracias a estas investigaciones se descubrió que muchas de las asunciones sobre los patrones de consumo de los estadounidenses, basados en entrevistas, estaban radicalmente sesga-
24