Guerra y democracia. Los militares peruanos y la construcción nacional
Estado peruano, es decir, situaciones que para llegar a solucionarse necesitaban aún negociarse con los países involucrados (Porras Barrenechea, 1926: IV), la idea generalizada fue que los espacios disputados eran en realidad parte legítima del territorio peruano, y “codiciados” por sus vecinos. Por lo tanto, los esfuerzos del Estado debían concentrarse en su defensa. Por otro lado, uno de los aspectos que había contemplado el incipiente Estado peruano desde mediados del siglo XIX fue el potencial control que podía ejercer sobre la región amazónica que se hallaba en su circunscripción. Por una serie de consideraciones geográficas y de administración política de los territorios, la selva se presentaba como una región en donde la presencia del Estado era escasa, si no nula, a pesar de ser más del 60% del territorio nacional. En todo caso, las incipientes acciones de penetración y colonización que se habían iniciado quedaron truncas, y no serán retomadas hasta la última década del siglo XIX (Santos y Barclay, 1995: 53-64; 2002: 57-59; García Jordán, 2001:157-197). Un tercer aspecto era lo que las diversas constituciones políticas remarcaban como la otra tarea de las fuerzas armadas, además de la vigilancia de las fronteras externas: el control del orden interno. Este aspecto recién se limitó a circunstancias específicas — sin desaparecer— con la Constitución de 1979. Entonces se dispuso que las fuerzas armadas pasaran a controlar los territorios que el Ejecutivo declarara en emergencia o en estado de sitio, situaciones en las que se suspendían las garantías sancionadas en ese mismo texto jurídico. En términos generales, tanto el orden interno como las situaciones de excepción nunca fueron explícitamente detallados, dando pie para un espectro muy amplio de posibles interpretaciones. De esta manera, cuestiones que pudieron aparecer sin relaciones específicas una con otra, como la integridad territorial y el orden interno, tuvieron en realidad vinculaciones muy estrechas. Más aun, desde la visión que fueron construyendo los militares peruanos, una no pudo entenderse sin la otra.
La organización
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Un primer punto, referido a los criterios institucionales vigentes en las fuerzas armadas peruanas hasta ese momento, fue la inexistencia de un cuerpo profesional. Tal como aconteció en otros lugares de Latinoamérica, el ejército era poco más que la sumatoria de caudillos, cada quien con sus propias tropas, y desenvolviéndose fundamentalmente a partir de sus propios intereses y no bajo la égida de un