Los inicios (la formación de los criterios institucionales)
así como las de los ríos Pichis y las zonas limítrofes, especialmente los márgenes del río Putumayo. Todo parece indicar que hubo abundancia de planes, pero escasa posibilidad de llevarlos a la práctica, y los pocos que se ejecutaron se caracterizaron por sus modestos resultados. Aun así, este fue un aspecto central de los planes militares a través de todo el siglo XX, y si alguna variación hubo fue el énfasis puesto en uno u otro proyecto. En la década de los años veinte hubo quienes consideraron que las colonizaciones no debían empezar por el territorio interno sino por las fronteras: […] Es allí a donde debemos llevar núcleos de gente, a la vez que dan vida a esas apartadas regiones, sirvan de centinelas avanzados para la conservación de la integridad territorial. Desde luego esta idea, no significa un reproche […] Son zonas aquellas, llamadas a un gran porvenir, como todo lo que al Departamento de Loreto corresponde; pero, dejemos que esos lugares sean colonizados por extranjeros, como pasa actualmente en el Pachitea, Oxapampa, Satipo y otros. A nosotros como nacionales, nos corresponde establecer de preferencia, colonias militares en nuestros ríos fronterizos […]44.
Las vías de comunicación. La conscripción vial Un correlato directo de la necesidad de integrar el territorio para los fines de la defensa nacional, fue la red de vías de comunicación, especialmente carreteras, que diseñaron los militares. No estábamos frente a una novedad. Durante el siglo XIX hubo planes e incluso sueños acerca de cómo debía ocuparse el espacio nacional y articularse mediante la debida integración de sus regiones. En la base de estas preocupaciones yacían, en última instancia, las posibilidades y limitaciones que el país mostraba para la construcción de un Estado nacional. Es cierto que la Guerra del Pacífico truncó los procesos anteriores en este sentido pero, aunque importante en el desarrollo de una conciencia nacional construida desde la catástrofe, la necesidad de organizar el país obedeció también a la renovada importancia de una serie de debates e iniciativas que habían quedado suspendidas precisamente debido a la experiencia bélica. En todo caso, estas propuestas incidían en la necesidad de una balanza comercial a nuestro favor, y lo que sucedió luego fue algo que tuvo correspondencia con ello, más aún cuando la situación ruinosa lo hacía imperioso.
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