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2.Las incongruencias del “Tratado” de Ayacucho
al Libertador: “su carta que he besado muchas veces”. Los tres ambiciosos militares citados fueron más tarde responsables de sangrientas guerras fratricidas, desvalijadores del Tesoro Público y del bien privado, y proclives a recibir encendidos y vergonzosos elogios de sus incondicionales, que no esperaban otra cosa sino medrar con ellos o como ellos.
No sólo eran militares quienes lanzaban tan vergonzosos elogios, también lo hicieron varios civiles, como el ministro José María Pando, que escribió la Epístola a Próspero, en la que aguzó su ingenio y conocimientos poéticos para llenar a Bolívar de elogios y pedirle que se quedara en el Perú: “¿quién podrá sofocar el monstruo infando/ de la anarquía, las cien cabezas de hidra/ sino tu hercúlea, respetada mano?”. También muchas autoridades hicieron demostraciones que dan vergüenza ajena; por ejemplo, el presidente de la Corte Suprema, Manuel Lorenzo de Vidaurre, fungiendo un papel de esclavo se puso de rodillas y con las manos en el suelo hizo que Bolívar pisase en su espalda al montar el caballo. También Vidaurre escribió en una conocida revista sin un ápice de pudor: “yo amaba al general Simón más de lo que había pensado y escrito. Era el esposo que poseyendo a su amada no ha hecho el balance de su afecto”. Otro ministro del gobierno, José Larrea y Loredo, declaró que cuando despidió a Bolívar, él regresó a casa “arrasado en lágrimas y casi enajenado en todos mis sentidos”.
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Una característica de los dictadores es rodearse de aduladores y eliminar a los que se oponen a sus deseos. Bolívar mantuvo esta norma durante toda su estancia en el Perú. Sus colaboradores no se atrevieron a oponerse a sus órdenes, prefirieron callar a pesar de que algunas veces sabían que sus decisiones eran equivocadas. Los opositores, como es de suponer, sufrieron la mordaza, el destierro, y hasta la muerte.
2. LAS INCONGRUENCIAS DEL “TRATADO” DE AYACUCHO
Sucre, vencedor de la última batalla por la independencia, no estuvo preparado para la victoria. Se diría que no la hubiese esperado porque en lugar de hacer firmar a los derrotados una rendición incondicional, fue el general español Canterac quien tomó la iniciativa y redactó un “Tratado”, llamado también “Convenio”, pero no una “Capitulación” ni una “Rendición” como muchos benévolos historiadores la han llamado. Por este tratado los españoles impusieron sus condiciones, entre ellas, que el Estado del Perú respetase sus “propiedades”* , incluyendo las que tenían en el Perú los españoles que viviesen en el extranjero. Por lo tanto se autorizó a continuar la explotación de las minas y las haciendas en detrimento de
* Este acápite no se cumplió siempre, muchas propiedades fueron expropiadas a los españoles, pero ellas revertieron al gobierno y no a sus antiguos propietarios, las comunidades indígenas.
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