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2. Tradición radical y voluntad senderista

.. .el Perú esencial, el Perú invariable no fue, no pudo ser nunca sino indio Luis E. Valcárcel (1927)1

MIRADO DESDE FUERA, Sendero Luminoso (SL) es el producto de la expansión mundial del maoísmo en su versión radicalizada, aquella de los tiempos de la Gran Revolución Cultural Proletaria que barrió los campos y las ciudades chinas entre 1966 y 1976. Hay, de otro lado, naturalmente, procesos internos que explican su surgimiento y expansión. Si en la comprensión y sistematización de la historia política las tradiciones son una suerte de nervaduras o cauces que canalizan el aluvión de la memoria, si representan éstas «la ordenación de la materia bruta del pasado»,2 SL es el sedimento de una historia de larga data -la búsqueda de un modelo de relación entre mestizos e indios-3 que en las décadas finales del siglo XIX se traduce en una .tradición radical» que, como un río subterráneo,4 reco

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1. Luis E. Valcárcel, Tempestad en los Andes, Lima, Biblioteca Amauta, 1927, p. 116. 2. Karen Sanders, Nación y tradición. Cinco discursos en tomo a la nación peruana 18851930, Lima, PUCP-Fondo de Cultura Económica, 1997, p. 83. 3.Véase al respecto, Manuel Marzal, .Del paternalismo colonial al moderno indigenismo en el

Perú-, en Miguel León Portilla et al., De palabra y obra en el Nuevo Mundo. vol. 2.

Madrid, Siglo Veintiuno Editores, 1992, pp. 127, 152.

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rre el siglo xx hasta diluirse ante nuestros ojos en las postrimerías del milenio. Entre los acontecimientos que le dan orígen podría mencionarse los siguientes:

(a) La frustración con respecto al liberalismo: oportunidad democratizante desde 1821, devenido excluyente y «oligarquizado» hacia el decenio de 1870. (b) La derrota ante Chile en la guerra del Pacífico (1879-1883) que suscitó una crisis profunda de la «patria criolla». (c) El rumbo tomado por la reconstrucción de post-guerra: hacia fuera, dependiente, de espaldas a la sierra, a la cultura andina. (d) La frustración que la «revolución pierolista» de 1895 significó: apoyada por sectores medios del interior de la República, contra Lima, contra el curso «exportador» de la reconstrucción de post-guerra y, a fin de cuentas, preludio de la llamada «República Aristocrática».

De aquellas experiencias quedó, para un sector de la intelectualidad peruana, una lección fundamental: que para ser una nación moderna, el Perú debía reencontrarse con su eje histórico andino, con el verdadero protagonista de su historía, los indígenas -el «pueblo» perdido de los liberales-, y que su alma no podía ser otra que el glorioso pasado incaico, sistemáticamente desdeñado por los «hijos de los encomenderos» en el poder. Que, por ende, la fuerza capaz de generar tal reencuentro debía provenir de los confines andinos, donde el legado del «pasado milenario» truncado por el conquistador se mantenía vivo, a la espera de su reivindicación. Certeras o ficticias, apreciaciones tales sirvieron para entretejer una visión alternativa de nación, un horizonte impugnador, ora latente ora explícito, traducible en un discurso político en coyunturas particulares -de crisis e irrupción de masas- en quelas ideas descarnadas protagonizaban «encuentros radicales con

4. La imagen del “río subterráneo”fue sugerida por el historiador cuzqueño José Tamayo

Herrera para el caso del indigenismo cuzqueño,en un texto imprescindible para el estudio de los intelectuales peruanos. Historia del indigenismo cusqueño. siglos XVI-XX. Lima.

Instituto Nacional de Cultura. 1980.

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