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VARIOS CENTENARES DE EMPRESARIOS BIEN ARMADOS
En los últimos tiempos del mundo, llegará un momento en que el océano deshará sus lazos y surgirá una tierra grande, y un navegante como el que guio a Jasón descubrirá un nuevo mundo, y entonces la isla de Thule dejará de ser el último límite de la tierra. Séneca, filósofo romano, escrito en Hesperidium [España] durante el siglo i d.C.
El 21 de abril de 1536, Sábado Santo, pocos de los 196 españoles que se encontraban en la capital inca de Cuzco eran conscientes de que en las semanas siguientes iban a morir o verían la muerte tan de cerca que todos y cada uno pediría la absolución y el perdón por sus pecados, y encomendarían su alma al Creador. Apenas tres años después de que Francisco Pizarro y sus españoles hubieran dado garrote al emperador inca Atahualpa (ah tah HUAL pah) y hubieran tomado gran parte de un imperio de cuatro mil quinientos kilómetros de longitud y un ejército de diez mil hombres, las cosas empezaban a aclararse para los conquistadores españoles. En los últimos años habían consolidado sus logros, estableciendo un gobernante inca al que manipulaban cual marioneta, habían robado a sus mujeres, impuesto su dominio sobre millones de personas y habían enviado una enorme cantidad de oro y plata incas a España. Los primeros conquistadores ya eran increíblemente ricos —el equivalente a un multimillonario en nuestros días—, y aquellos que decidieron quedarse en Perú se habían retirado a haciendas extraordinariamente grandes. Los conquistadores se convirtieron en señores feudales, fundadores de dinastías familiares, y cambiaron la armadura por ropas de
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