LECCIONES BREVES DE HISTORIA E IDENTIDAD CULTURAR 2
SOBRE IDENTIDAD Y PATRIMONIO CULTURAL JOSÉ FERNÁNDEZ SÁNCHEZ IDENTIDAD CULTURAL Si los profundos cambios políticos, económicos y sociales, a raíz de los traumas de la conquista y la independencia, hicieron necesaria rupturas con las prácticas sociales y mentalidades asociadas con el pasado. Del mismo modo, ahora no es posible aproximarnos a la visión del futuro deseado sin modificar la imagen que tenemos de nosotros mismos y los hábitos y actitudes que le dan forma y sostienen a nuestra sociedad de identidades y autonomías en conflicto. Pero también sabemos que los cambios en los valores, actitudes y mentalidades son muchos más lentos que los que se dan en la tecnología, la producción y aun en las instituciones. Los cambios de mentalidades exigen fijar una imagen del futuro a que aspiramos en un plazo de dos décadas, incluyendo coyunturas aceleradoras, no siempre controlables, como los tiempos posteriores a la guerra del Pacífico, o los actuales avances de la tecnología informática y la post modernidad. El desafío consiste en preguntarnos: quiénes y qué somos los peruanos, para hallar respuesta o punto de partida y embarcarnos en un profundo proceso de cambio cultural y de valores que, rescatando los rasgos positivos de nuestra dilatada peculiaridad histórica, nos permita establecer metas para acercarnos a lo que queremos ser. Para visualizar y construir un país distinto y mejor que el presente, los valores y actitudes debemos ser congruentes con una estrategia de desarrollo que redefinan las identidades y las prácticas sociales; para que generen transformaciones, y nos lleven hacia la prosperidad y el bienestar para todos. Ahora bien, si toda identidad no es un producto acabado, sino está en permanente construcción. La identidad nacional, a lo largo de la historia, cada generación, en su tiempo, afronta los retos y desafíos de su contexto, manteniendo una continuidad y equilibrio respetando su identidad y los valores que la sustentan. Nuestra identidad republicana, impuesta bajo esquemas europeos: homo-genizantes y discriminantes, denominado el Perú criollo del siglo XIX y parte del siguiente, luego en la asunción de nuevas realidades, ahora toma conciencia del costo de una turbulenta y asimétrica transición frente al ímpetu del mundo globalizado. Felizmente hoy, el concepto de la diversidad está penetrando en la conciencia de la mayoría de los peruanos, como un potencial componente de capital social activo, que debemos aprovechar. Es menester construir, sobre todo desde la escuela, la imagen de nuestra nación desde la heterogeneidad, en la conciencia de diversas formas culturales que se entrecruzan y potencian mutuamente en términos de interculturalidad. Ya nuestra historia andina nos ha dado suficiente experiencia al respecto. Más que nunca, debemos aspirar a convivir en una sociedad plural e integrada, respetuosa de esta diversidad, pues constituye una de las grandes ventajas comparativas que nuestro país del presente y del mañana tiene como fuente principal de inmensa creatividad. Sin embargo, uno de los persistentes errores de los sectores privilegiados, de la clase política y de la escuela ha sido no aceptar de manera positiva la heterogeneidad que nos constituye. Identidad y diversidad han sido y continúan siendo fuente de desigualdad. Así, los 180 años de republica resulta un triste y desolado testimonio de enfrentamientos, discriminación y deterioro de la dignidad humana. Las grandes crisis, las incontenibles migraciones y la vejez de los paradigmas, que evidencian una realidad nacional de múltiples fracturas, conflictos y mecanismos de creciente desigualdad y marginación, que institucionalizan la injusticia étnico-social, nos hace ver un “nosotros” fragmentado y excluyente (estrato, clase, género, cultura y procedencia regional), peligrosamente ajenos como interlocutores en la reformulación de una identidad cultural integrada y plural. Para construir una identidad nacional plural e integrada es fundamental apoyar a los sectores excluidos, en la difícil tarea de crear un capital social y cultural basado en la reafirmación de su auto-