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un populista: fotos 18-20
lo entre sacrificio de sus militantes y fortalecimiento de su organización y proyecto político es ratificado al hablar del "día de la heroicidad", a saber la matanza de más de doscientos senderistas en las prisiones de Lima en junio de 1986. "El 19 de junio ―dice Guzmán― es una fecha que muestra ante nuestro pueblo y el mundo lo que son capaces de hacer comunistas firmes y revolucionarios consecuentes".
En conjunto, analizados desde una perspectiva de respeto a la vida y la dignidad de las personas la actuación de Sendero Luminoso no puede haber dejado un peor saldo. No podemos por ello dejar de mencionar aquí como, sometido a rigores mucho menores a los que impuso a sus adversarios o exigió a sus fieles, Abimael Guzmán se quebró anímicamente y accedió a negociar con el gobierno la paz que había siempre descrita como la peor de las traiciones, en la práctica, a cambio de mínimas condiciones carcelarias.
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CUANDO LOS GUERREROS COINCIDEN
Llegados a este punto queremos hacer notar, y para terminar de completar el panorama tan complejo en el que se debió actuar como, en el caso peruano, se va a producir una perversa coincidencia en la apreciación del tema de los derechos humanos, práctica y conceptualmente, entre Sendero Luminoso y los responsables de concebir y ejecutar la estrategia antisubversiva.
Ambos van a atribuir, por ejemplo, con la misma convicción la preocupación por los derechos humanos a una inadmisible intervención de los Estados Unidos con propósitos de dominación. Así recordemos como nada menos que en la IV Cumbre de Jefes de Estado de la región Fujimori sostuvo textualmente su "rechazo a los intervencionismos solapados so pretexto de defender la democracia continental o los derechos humanos" sosteniendo que "cada pueblo debe resolver como pueda sus asuntos internos" inclusive en los "casos de Haití y Cuba".13 Guzmán no podía ser menos y sostendría: "hoy día, el imperialismo, principalmente yanqui, usa los derechos humanos para imponer sus normas internacionales que justifiquen su intervención en cualquier parte del mundo y someter a todos a su hegemonía" (Guzmán 1991).
en Ayaeucho y sólo en cinco de sus provincias (Huamanga, Huanta, Cangallo, La Mar y Víctor Fajardo) se producen 5,645 muertes; es decir el 46% de todas las que se producirían en Ayacucho en los catorce años de violencia y, quizás más revelador aún, el 20.5% de las que se produjeron en todo el Perú en el mismo período. Es igualmente ilustrativo del nivel de la violencia que se concentró en esa zona, por ejemplo, el señalar que "para que en Lima hubiera habido víctimas en la proporción de las que hubo, por ejemplo en Huanta, estas tendrían que haber sido no de 2,014 como en realidad fueron, sino i213,453! ya nivel nacional no 24,117 sino i816,540!" (Basombrío 1994). 13 El Comercio 15/6/94 y Expreso 14/6/94.
Otro tema de impresionante coincidencia es el de la valoración del rol de las ONGs de derechos humanos. En una interesantísima encuesta respondida de manera anónima por más de cien comandantes y mayores de las Fuerzas Armadas (De la Jara 1994) en respuesta a la pregunta de qué opinaban sobre los organismos de derechos humanos el 57.26% opinó que éstas sólo se preocupan de los terroristas y que responden a sus propios intereses o a los de otros países, un 31.62% adicional señalaba que si bien tenían un fin loable, en la práctica favorecen el accionar subversivo. Difícil pensar de otro modo si eso es lo que han escuchado de sus mandos y de los sucesivos presidentes todos estos años, y en particular de Fujimori, quien ha hecho de la denigración de los grupos de derechos humanos una cruzada personal.
Recordemos aquí solamente dos de sus múltiples alegatos contra nosotros: "sabemos que los terroristas y sus organismos de fachada, o los tontos útiles, no se va a resignar y van a utilizar todos los recursos para dañar la imagen del país aduciendo que las Fuerzas Armadas violan sistemáticamente los derechos humanos". También que "...estas organizaciones profesionales no son consecuentes en la defensa de la vida y de la libertad humana porque, en algunos casos, son brazos legales de la subversión, pero nosotros los vamos a desenmascarar" (cit. en IDL 1991).
La acusación de parcialidad contra los organismos de derechos humanos y de no comprender las "razones" para hacer lo que se hace es idénticamente opuesta de parte de los senderistas: "Cuando el PCP dentro del marco del desarrollo de la guerra popular, aplica acciones militares de aniquilamiento selectivo contra soplones, funcionarios del estado y otros, como fue la ejecución de María Elena Moyano ('Madre Coraje'), las organizaciones 'defensoras de los derechos humanos' exclaman ¡horror! Pero cuando las Fuerzas Armadas y Policiales asesinan a personas indefensas incluyendo niños, no dicen nada. Mantienen un asqueroso silencio cómplice". 14
Abimael Guzmán mismo sostendría, en una época en que todavía sus palabras eran casi sinónimo de amenaza de muerte: "no hemos encontrado hasta hoy entre las ONGs (se refiere a las de derechos humanos), un organismo que abierta y valientemente defienda los derechos de los más pobres, menos aún posiciones revolucionarias avanzadas; a lo más se encuentran posiciones humanitarias burguesas, pero la gran mayoría son lacayos conscientes o inconscientes del imperialismo" (Guzmán 1991).
No sin cierto escalofrío retrospectivo citó aquí una de las varias referencias a la institución a la que pertenezco, que usó Guzmán en el texto aludido para ejemplificar su punto de vista: "Entre las ONGs: el Instituto de Defensa Legal
14 El Diario Internacional, N° 18, marzo de 1993.
(IDL), organismo no gubernamental que defiende los derechos humanos al servicio del imperialismo principalmente yanqui (…) como siempre sirviendo a las exigencias de sus amos imperialistas y actuando como la mano blanda de éstos, contra el marxismo y la guerra popular y deslindando y hasta criticando a los gobernantes reaccionarios cuando el imperialismo lo necesita".
Un último tema de coincidencia que queremos resaltar está referido a cómo desde ambos lados se prefiere incluso, en ocasiones, reconocer y aceptar los "excesos" contra la población civil, si a cambio se puede avanzar en el objetivo principal de acabar con el enemigo. Martha Chávez, la más prominente líder parlamentaria del fujimorismo sostendría así: "Yo pongo en una balanza la guerra contra el terrorismo y la subversión en un platillo y, en el otro, el asunto de los derechos humanos de algunos (...) es doloroso, pero me quedo con la guerra antisubversiva".15 Guzmán complementa la idea desde su perspectiva al analizar los "excesos" que admite sus hombres cometieron en la ya referida matanza de Lucanamarca: "puede cometerse excesos, el problema es llegar hasta un punto y no pasarlo porque si lo sobrepasas te desvías, es como un ángulo hasta cierto grado de apertura tiene más allá no" (Guzmán 1988).
TRAJO DESAFÍOS ENORMES
A estas alturas y con este panorama no es difícil de imaginar lo difícil que fue, a lo largo de estos quince años, la actuación de las organizaciones de defensa de los derechos humanos, Habría que agregar, por supuesto, que a similares dificultades hubieron que hacer frente también quienes tuvieron un compromiso consistente con el tema en los medios de comunicación, en las iglesias cristianas, en el mundo académico y a quienes, estos sí contados con los dedos de la mano, lo hicieron desde partidos políticos.16
Las acusaciones y el chantaje bajo el que se actuó son bastante conocidos y tienen su origen en los elementos que hemos descrito antes: sólo se preocupan de los derechos de los terroristas, callan cuando las víctimas son causadas por la subversión, atan de manos a las fuerzas del orden para actuar eficazmente, son
15 Declaraciones en "Panorama", reproducidas en La República del 12 de julio de 1993. 16 En Acción Popular y el Partido Popular Cristiano habría que hacer un esfuerzo de imaginación muy grandes por identificar algún nombre propio que se pueda asociar a esta causa. En el APRA hay que usar el singular para referirse exclusivamente a Javier Valle Riestra y, en los diferentes sectores de izquierda, si bien los derechos humanos estuvieron muy presentes en el discurso político, solamente podemos referirnos a Javier Dícz Canseco, Enrique Bernales, Rolando Ames y Henry Pease, como protagonistas de una acción concreta y consistente en el tiempo, En el por entonces Cambio 90, el grupo de Fujimori, la única persona sensible al tema, el segundo Vice Presidente Carlos García y García, tomó clara distancia delrégimen casi inmediatamente de iniciarse éste.
"tontos útiles" ("candelejones",nos llamó una vez Luis Bedoya Reyes) y, en las versiones más extremas, aliados ocultos de quienes ejercen el terror. Del otro lado embellecedores del sistema, cómplices del imperialismo, etc.
El movimiento por los derechos humanos en el Perú tuvo así en hacer frente a este problema político su desafío fundamental. La primera dificultad fue el de romper con la inercia de seguir los esquemas usuales y cuasi universales de defensa de los derechos humanos, a saber que nuestra actuación debía centrarse exclusivamente en denunciar al estado por los abusos que cometiera.17 Pese a que en ningún grupo o persona hubo inclinación alguna, en ningún momento, a favor del senderismo, y de eso puedo dar testimonio personal, si hubo sobre todo en los primeros años un intenso debate sobre nuestro rol y si nos correspondía la denuncia del senderismo en el mismo nivel que el del estado. Estas tesis tenían además un referente doctrinario en toda la tradición jurídica internacional que asociaba como agente violador exclusivo a los estados.
Fue un proceso intenso y complejo, pero con resultados claros. Tuvimos, a nuestro favor la ventaja de haber conseguido todos unirnos tempranamente en una coalición común, la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos,18 a la que todos decidimos convertir en nuestro vocero político a nivel nacional e internacional. Poco a poco en la Coordinadora se opta por dejar de lado cualquier disquisición teórica que pudiera interpretarse como debilidad en la condena al senderismo y se decide actuar con la misma energía y convicción que lo hacíamos ante lo hecho por el estado, frente a todos y cada uno de los crímenes cometidos por el senderismo.19
Además, diferenciándonos de la mayoría de los grupos de derechos humanos en América Latina rompimos con la idea de la neutralidad o con la intención de sólo humanizar los conflictos. Señalamos con absoluta claridad que estábamos en contra de Sendero Luminoso, que nuestra lucha por los derechos humanos estaba intrínsecamente asociada a conseguir la paz y que en ese propó-
17 Años después el periodista Guido Lombardi, insospechado decualquier inclinación pro senderista, nos reclamaría públicamente el no haber perseverado en esa perspectiva: "quiero señalar mi frustración por el hecho de que los organismos de derechos humanos hayan cedido ante la presión de quienes demandaron condenar por igual a las violaciones cometidas por el estado y los crímenes perpetrados por e! terrorismo (…) no es óbice para que siga pensando que son justamente aquellas que proceden del estado las que resultan más graves e intolerables, por deber ser el estado la primera garantía de su protección" (Lombardi 1994). 18 La CNDDHH agrupa en la actualidad a las cincuenta organizaciones civiles y religiosas que actúan en el Perú en el campo de los derechos humanos. 19 Esto pasaba, y de acuerdo a nuestras posibilidades y recursos, por comunicados y notas de prensa, por visitas y cartas privadas de solidaridad con las víctimas, por denuncia internacional; así como, crecientemente, por ayuda humanitaria a las víctimas de la acción de Sendero Luminoso. De hecho, y en la práctica, la CNDDHH ha dado ayuda humanitaria de manera concreta y efectiva a muchísimas más víctimas del scnderismo, que las que atendió el estado.
sito nos sentíamos solidarios con el anhelo de la sociedad civil de derrotar al senderismo y que apoyábamos los esfuerzos legítimos que desde el estado se hicieran con ese propósito.20 Decidimos además convertir nuestra opción política en cuestión de principios y exigimos a todo grupo o persona que quisiera adherirse a nuestros organismos el suscribir públicamente cuatro principios, a saber, rechazo a todo tipo de violencia, reivindicación de la democracia como el mejor sistema político, independencia frente al estado y rechazo a la pena de muerte.
Esta forma de ver el tema delos derechos humanos tuvo repercusiones prácticas en nuestra actuación cotidiana. Así, fue una decisión consciente de los grupos de derechos humanos que nuestro compromiso era esencialmente con las víctimas inocentes del enfrentamiento y que a ellas había que dedicar el mejor de nuestros esfuerzos. En los casos en que los senderistas eran sujeto de violaciones a los derechos humanos optamos en concentrar nuestra actuación sólo, en tanto y en cuanto, su vida estuviera en riesgo. Eso por supuesto no significó en ningún caso el avalar los crímenes cometidos por el estado, porque algunas o todas las víctimas fueran senderistas. Muchas de los más sonados casos de desapariciones o ejecuciones extrajudiciales a los que hemos dedicado tanta atención tuvieron notoriamente entre sus víctimas a miembros de esas organizaciones.
Donde sí fue más clara la distinción fue en los casos de personas detenidas. Los organismos de derechos humanos decidimos expresamente no proveer de defensa legal, a través de nuestros abogados, a personas frente a las que tuviéramos razonable certeza de que fueran miembros de Sendero Luminoso o el MRTA.21 Ello indudablemente trajo muchos conflictos de conciencia, sobre todo en la última etapa, en el sentido de que en determinados casos, terminábamos convirtiéndonos en cierta medida en jueces anticipados, que no dábamos al acusado el beneficio de la duda, aun sabiendo que para los jueces era tan importante para determinar la inocencia o culpabilidad de una persona el saber quien o quienes estaban detrás de su defensa.
Hay que señalar con claridad que esta opción, a mi modo de ver tomada no sólo por convicción sino porque además era la única políticamente viable, de hecho nos hizo callar frente a determinadas arbitrariedades. Así, si nadie puede entre nosotros dudar de la justicia de que Abimael Guzmán y tantos otros líderes de Sendero Luminoso hayan sido condenados, es evidente aunque nunca lo dijimos en público con firmeza suficiente, que ellos no se beneficiaron en ningún
20 Se podría citar decenas de comunicados públicos con contenidos de ese tipo; el más revelador, sin embargo, el que se emitió luego de la captura de Abimael Guzmán en donde los organismos de derechos humanos manifestamos nuestra satisfacción por el acontecimiento y por los métodos con que se había conseguido. 21 Agreguemos que ellos como regla, preferían no vincularse a nosotros y buscaban la ayuda legal de los miembros de la Asociación de Abogados Democráticos.
caso de las garantías mínimas del debido proceso y que sus juicios tuvieron un valor legal bastante relativo.22
Es conocido, sin embargo, por todos ustedes como nuestras defIniciones de principio y nuestra actuación cotidiana no acabaron con las críticas hacia nosotros de parcialidad y complicidad con la subversión; las que en mucho persisten hasta hoy en día y son en gran medida parte del sentido común popular. Sin menos valorar nuestros propios errores y limitaciones habría que tomar en cuenta, para este resultado, lo extraordinariamente difícil que fue defender los derechos humanos bajo la presión senderista y los efectos que esto tenía en la opinión pública. Habría que agregar, sin embargo, que si en la opinión pública esa percepción era y es honesta, en cambio las autoridades políticas y militares con los que lidiamos todos esos años, e incluso en sectores de los medios de comunicación, se sabía perfectamente que era equivocada pero se alimentó intencionalmente la confusión. Es que lo que se buscaba no era que tuviéramos una posición imparcial y equilibrada, era más bien neutralizar nuestra capacidad de denunciar las violaciones a los derechos humanos cuando eran cometidas por las fuerzas de estado.
CONSECUENCIAS INEVITABLES
Para los derechos humanos en el Perú, y para la lucha por su vigencia, el tipo de movimiento que fue Sendero Luminoso trajo muchas consecuencias negativas y, paradójicamente algunas positivas. Son tantas y tan abrumadoras las primeras, que empecemos por lo que puede ser llamado positivo.
Si uno analiza quiénes fueron las víctimas de las violaciones de los derechos humanos en América Latina en países donde hubo recientemente o hay todavía conflictos armados internos (Colombia, El Salvador, Guatemala y Nicaragua) seva a encontrar con que al igual que en el Perú las víctimas fueron en su abrumadora mayoría campesinos ajenos a los enfrentamientos. Pero en esos países, ya dife- rencia del Perú, las víctimas de la acción del estado se pueden hallar también, muy frecuentemente, entre los activistas de organizaciones populares, los dirigentes políticos de izquierda legal, los líderes estudiantiles y los miembros de organiza- ciones de derechos humanos. Esto, en términos generales, no ocurrió en el Perú, y los casos en que estos sectores son afectados por la represión del esta-
22 La opción autoritaria de Fujimori impidió que el juicio contra Abimael Guzmán se convirtiera, adicionalmente, en un momento de sanción política y moral de sus crímenes, y que se demostrara la superioridad de quienes lo combatían, juzgándolo y condenándolo con un perfecto apego a las normas y los principios de la legalidad que él había despreciado.