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El proteccionismo mercantil

SE HA LLEGADO A ASuMIR quE TRAS LA InDEPEnDEnCIA EL PERÚ ABRIÓ TEMERARIAMEnTE SuS MERCADOS A LOS COMERCIAnTES ExTRAnJEROS, En PARTICuLAR InGLESES. ESTOS HABRíAn InunDADO EL MERCADO LOCAL LLEVAnDO A LA quIEBRA A LOS PRODuCTORES nACIOnALES. COMO LO DEMuESTRA PAuL GOOTEnBERG, EL PERíODO quE VA DESDE EL BOOM GuAnERO ES unO DE ExALTADO PROTECCIOnISMO.

“El proteccionismo fue agrario en el sentido de que encontró su base más amplia entre la vanguardia de la economía mercantil peruana de fines de la Colonia: los hacendados azucareros de las costas del norte, chacareros suburbanos y vinicultores que abastecían las necesidades de Lima, las minas y hasta las tiendas de las alturas. Las nuevas y baratas importaciones de granos, manteca, azúcar, ron, tabaco y algodones (muy poco conocidas durante la Colonia) atentaban letalmente contra los potentados rurales de los años veinte y esto sucedía durante la crisis masiva de desintegración de trabajadores y clientes. Más importante aún, los nuevos patrones de comercio introducidos por eficientes marineros trasatlánticos prometían destruir el último cordón de seguridad en los mercados chilenos, ese antiguo nexo colonial del trigo sureño con el azúcar del norte. Lima, la ciudad, también tenía un agudo interés en preservar la otrora próspera conexión chilena. Su pujante clase molinera y el gremio de panaderos (Lima era la capital del pan de trigo de América del Sur) dependían de grandes inversiones en molinos para el trigo chileno, servidos por los embarcadores limeños que mantenían un fluido comercio con Valparaíso. Súbitamente, todos estos capitales perdieron valor por la inundación de harinas extranjeras de bajo costo que llegaron con la escasez y bloqueos producto de la guerra de la Independencia. Para 1825, estos y otros intereses resurgieron y convergieron en un sueño comercial unificador: un excluyente sistema de comercio regional con Chile. (...) Un tratado de comercio con Chile, para desalentar a los intrusos con derechos diferenciales, podría revivir todas estas lucrativas industrias (azúcar, molinos, transporte marítimo) y proveer de un corredor protegido para la recuperación de las elites centrales. Los contextos coloniales se habían alterado (Lima iba a ser ahora el socio dependiente en cualquier alianza políticocomercial). Aun así, Chile le ofrecía una clara alternativa a la súbita y dolorosa integración a la economía del Atlántico norte presagiada por la caída de España.

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Las manufacturas peruanas, por su calidad, también se adherían a esta causa. Los tambaleantes y tradicionales obrajes peruanos, especializados en lo más tosco de las lanas, fueron remecidos por sencillos tocuyos (de viejo estilo asiático) procedente de modernas fábricas, que significarían el desastre para los fabricantes andinos de ropa. (...) En Lima misma, los antiguos gremios artesanales se unieron al coro, con sus populares y belicosos estribillos proteccionistas”.

Tejidos y harinas, corazones y mentes, Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1989, pp. 2123.

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