MIENTRAS ESPERO...
O el artista que no tenía tiempo para morir Un relato escrito e ilustrado por Manuele Pizzuti
L
legó el día, y vino a cercenar su vida. Pero el creador de mil colores, no se hallaba preparado. Le dijo a la muerte que aún tenía proyectos que realizar y conocimientos que aprender. La parca, que no escuchaba a ninguna de sus víctimas, asombrosamente puso atención a las explicaciones del artista. Éste le recreó con palabras, todas las imágenes que quería plasmar sobre el papel,, las formas que deseaba modelar, y las nuevas técnicas que le quedaban por estudiar. La descarnada figura le ofreció un trato inaudito hasta entonces: volvería a pasar al cabo de diez años desde esa fecha, ya que deseaba conocer las nuevas obras que iba a ser capaz de regalar al mundo, ese genio de alma inquieta.
Cuentos a sangre
37
Mientras espero Más el tiempo no perdona, y diez años pasan muy rápido, para quién no desperdicia ni un instante. Volvió la huesuda contrincante, y quedóse embelesada, contemplando lo que albergaba el taller y la mente del creador de arte. Quiso que éste la acompañara, pero volvió el hombre a negarse, Nunca temí morir - dijo - pero ocurre que, en los dos lustros que me concediste, además de llevar a cabo los proyectos que tenía pendientes, fui acumulando nuevos propósitos y más inquietudes. Si cerrara en este punto, quedarían como obsesiones, que arrastraré conmigo toda la eternidad -.
38
Cuentos a sangre
Mientras espero del cada vez más anciano maestro. Trascurrieron de ese modo, sesenta, ochenta y cien vueltas al sol. El venerable artista, que por entonces había compuesto sonetos, escrito libros, pintado y esculpido todo lo pintable y esculpible, y aprendió también a tocar los instrumentos musicales de una orquesta al completo, se sentó a mirar el sol que se escondía tras el horizonte, a la vera de su vieja enemiga, y le quiso preguntar: - ¿Como es posible Los veinte años que tú, que riges se alargaron, y los bosquejos de nuevas con severidad el pinturas y páginas tiempo de los humanos, hayas accedido mil por escribir, y a darme tantos mucha música, y poesía, se amonto- latidos que no me correspondían...? naban en el alma La pelona quedó callada un rato, después abrió la mandíbula inferior, y surgió una risa, que nada tenía de terrorífico. Era una carcajada franca y límpida. Cuando terminó de reír, volvió a ampliar el plazo, pues le picaba la curiosidad... Así fue que prometió regresar veinte años después y volvería a sondearle. Si estaba listo por entonces, para entregarse a su guadaña, se lo llevaría.
Cuentos a sangre
39
Mientras espero Tú, que jamás esperas a nadie. Las cuencas sin ojos, se fijaron en el rostro de quién pronto cumpliría 244 años, y después de varios minutos de guardar silencio, respondió - Todos me gritan que no quieren morir. Pero solamente tú me dijiste que querías vivir. - y añadió con voz jocosa - además, ¡MIENTRAS ESPERO, ME DIVIERTO! y contemplaron el atardecer.
40
FIN
Cuentos a sangre