FANZINE

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EL BARQUITO Que quiso ser un pez

Un relato escrito e ilustrado por Manuele Pizzuti

A

nhelaba vivir como una ballena feliz Más nació con un cuerpo de madera (como Pinocchio). Deseaba tener cola y aletas Más le hicieron con timón y quillas. Soñaba con navegar por los mares salados... Y... ¡esto sí que lo consiguió!

El primer día que le depositaron en el agua, no podía creérselo; una mole tan grande como la suya, flotando igual que una caña de liviano bambú. Cuentos a sangre

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El barquito

Sentía la brisa juguetear con sus velas, y le entraron ganas de deslizarse sobre esas olas que chocaban dulcemente con su casco. Aunque antes debía ponerse a son de mar. Es decir, que era necesario hacer una revisión a fondo, y que estuviera a punto para poder navegar con toda seguridad, en su primera singladura. 34

Winches engrasados, imbornales despejados, chalecos, compás, cartas náuticas, radio... Vaya, no fuera caso que se hundiera en su estreno. En cuanto se comprobó todo, ¡A soltar amarras!

Cuentos a sangre


El barquito Llevaban navegando unas cuantas millas, cuando avistaron ballenas a lo lejos. En cuanto estos inteligentísimos cetáceos se apercibieron de la llegada del barquito, que se llamaba “Capodoglio”, se acercaron. Estaban dichosas, pues el velerito, al propulsarse unicamente con la fuerza del viento, no producía ruido de motor alguno, y les permitía comunicarse entre ellas, sin interferencias. El barquito, que aspiraba a ser pez, veía a los juguetones animales, saltando cerca de él, y pasando por debajo de su quilla, y fue feliz. Cuentos a sangre

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El barquito Cuando las ballenas se alejaron, el patrón las despidió haciendo sonar la campana. Con el pasar de los días, se fueron enganchando algas y pequeños crustáceos a la panza de nuestra ballenita de madera, y podía sentir las cosquillas de los bocaditos de

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los peces que venían a comerse todo lo que se pegaba a su obra viva. Exactamente igual que lo que ocurre en los cuerpos de sus amigas. En muchas de sus salidas al mar, se reencontraba con los enormes cetáceos,y navegaban juntos.

FIN

Cada vez estaba más contento de compartir tan bellos momentos con las ballenas, y a pesar de saber que jamás conseguiría convertirse en una de ellas, se dio cuenta que con la imaginación podemos ser todo lo que deseamos.

Cuentos a sangre


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