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en profundidad BUENOS NEGOCIOS

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Los negocios tienen que ser buenos para todos…

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… si no, no son buenos negocios

por gonzalo fuster-fabra La temática de hoy es muy diferente a la que habitualmente suelo tratar en este rincón de la revista: os propongo una innovación en el sector en beneficio de este y de todos sus profesionales

Hace unos meses tuve la oportunidad de participar como conferenciante en una ponencia en IFEMA con motivo de Salón Look. En ese mismo foro intervenía una de las personas más brillantes y mejor documentadas del sector: Óscar Mateo. Para quien no lo sepa, es la persona encargada de los estudios que realiza STANPA, la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética.

A mí me correspondía hablar de los retos de la digitalización y su aplicación práctica en el sector. Llegué con mi presentación, pero antes había intervenido él, dando un dato muy significativo: la media de los salones de peluquería en España tiene menos de dos empleados. Esa afirmación trastocó el enfoque de mi presentación, ya que con microempresas como las que tenemos, ¿qué retos sobre digitalización podemos asumir?

He reflexionado mucho desde entonces sobre ese dato ofrecido por Óscar Mateo y sobre la situación del sector. Desafortunadamente la tan “cacareada” recuperación económica loada desde nuestra clase política no ha llegado a nuestros negocios. Son muchos los que han desaparecido a pesar de los ERTE y las ayudas; desafortunadamente, estas medidas no han servido en todos los casos para salvar los negocios de nuestros colegas de profesión.

Hace unos años, un amigo me explicó que su madre, peluquera, se quería jubilar. Tenía un salón ya amortizado y lo quería traspasar. Le tuve que decir la verdad: su salón no ofrecía garantías para formalizar un traspaso y su facturación. Trabajando sola, no era lo suficientemente atractiva para el fin que pretendía.

Se me ocurrió que, antes de jubilarse, podríamos sacarle un último rédito a su buen trabajo y le pregunté: ¿cuál es la peluquería que trabaja más de tu zona? Ella me dio un nombre y una dirección, me fui hacia allí y le ofrecí a la propiedad de dicho salón quedarse con la clientela (fondo de comercio) de la madre de mi amigo.

La madre de mi amigo cerró su peluquería y se fue a trabajar seis meses al salón comentado. Cerramos la negociación que consistió en que durante este periodo la madre de mi amigo trabajaría para él, descontados los gastos de Seguridad Social e IRPF, cobraría el 100% de lo que facturase y así luego el salón se quedaría ya con su clientela, porque ésta se habría habituado a ir a esa nueva dirección.

La clientela vio cómo se respetaron sus precios, se acostumbró a ir a ese salón y la madre de mi amigo se jubiló materializando gran parte del esfuerzo de su vida profesional como si hubiese sido un traspaso sin gastos. Todo el mundo ganó. La madre de mi amigo consiguió su objetivo: la clientela no tuvo

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que testar otros salones hasta encontrar el suyo y el salón con el que se pactó, sin jugarse nada, salió altamente favorecido porque incrementó su plataforma de clientes.

Una propuesta: integrar varios salones en uno solo

Escribo esta historia porque creo que los negocios tienen que ser buenos para todos; y así fue en este caso. Si no hubiésemos encontrado esa solución, la clientela se habría dispersado, la madre de mi amigo no hubiera obtenido nada por el cierre de su negocio y la propiedad del salón no hubiera incrementado su facturación con las clientas de la madre de mi amigo.

Ahora que hay tantos salones de pocas personas que a duras penas son capaces de cubrir sus gastos, creo que la integración de varios salones en uno solo puede ser la solución para muchos profesionales. Por un lado, reducimos los gastos estructurales de nuestros negocios, ya que en un único local podemos juntar a clientela de tres o más salones. En consecuencia, sumamos facturaciones, pero no gastos.

Otra cosa es la fórmula jurídica que ampare este nuevo negocio en el que se convertirá el salón. Cada caso habría que estudiarlo por separado, ya que la legislación española en algunas materias está muy alejada de la realidad de los mercados. Su clase política, más. De hecho, el otro día me apuntaba un tertuliano de un programa en el que participé que ningún ministro de trabajo de la democracia había sido empresario. Pensé yo, ¡así nos va!

Con estas perspectivas, hay fórmulas adaptadas a la legislación que, sin ser lo que debería ser, sí permiten buscar el beneficio de todos sobre la base de que todos ganemos en ingresos y también en beneficios, disminuyendo los gastos estructurales que de forma individual cada día se nos hacen más insostenibles.

Creo firmemente en esta profesión, en su componente social y económico, que ha jugado de forma trascendente a favor de la independencia de la mujer y su transformación en la sociedad. No entiendo cómo, desde los estratos más “reivindicativos” de nuestra clase política, se ningunea, denuesta, abandona y maltrata una y otra vez. 

“Todo el mundo ganó: la clientela no tuvo que testar otros salones hasta encontrar el suyo y el salón con el que se pactó salió altamente favorecido”

Gonzalo Fuster-Fabra Abogado www.fusterfabra-abogados.com

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