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Los Riesgos laborales del Técnico en Cuidados Auxiliares de Enfermería y su prevención.

Formación y Orientación Laboral Francisco José Franco León 1º CAE-A 2011/12 1


Riesgos Laborales del Auxiliar de Enfermería Dado la importancia de las lesiones musculoesqueléticas (afectaciones en los músculos, articulaciones o huesos de los hombros, cuello o espalda) y la frecuencia con que estas aparecen en los auxiliares de enfermería, vamos a tratar por separado el riesgo de padecer una de estas lesiones del resto de riesgos que afectan al colectivo.

Riesgos de enfermedad del Auxiliar de Enfermería Diplomados en Enfermería y Auxiliares de Enfermería son los dos colectivos del sector sanitario que integran un mayor número de trabajadores y que ostentan, a su vez, el índice más elevado de accidentes y enfermedades profesionales. Dado que su principal actividad consiste en el tratamiento y el cuidado de enfermos, los problemas de salud laboral más importantes que sufren estos trabajadores provienen, precisamente, del contacto físico y emocional que establecen con los pacientes. A continuación se citan los principales riesgos laborales de estos profesionales: • El contagio de enfermedades, más o menos peligrosas, como la tuberculosis, la hepatitis B y C o el SIDA. • patologías de origen psicosocial (ansiedad, depresión, alteraciones digestivas, trastornos del sueño, etc.) impulsadas por situaciones de estrés o de burnout (incapacidad de soportar la elevada demanda emocional asociada al trabajo). Los fracasos terapéuticos, la atención especial que necesitan muchos enfermos, los casos urgentes, el trabajo a turnos, la forma de organizar el trabajo, la escasez de recursos, etcétera, son factores determinantes para la aparición de estos riesgos que, por otro lado, cada día adquieren más protagonismo entre el personal sanitario. • Riesgo de sufrir agresiones y actos de violencia por parte de los enfermos o sus familiares, especialmente en servicios de urgencias y en Centros de Atención Primaria. • Dermatitis producidas por el contacto con detergentes y con algunos materiales que componen los guantes. • Pinchazos o cortes ocasionados por agujas, tijeras, bisturís, cristales rotos, etc. o los golpes producidos por contacto con objetos estructurales y por caídas. 2


Medidas preventivas 1. Informar de los riesgos específicos asociados a cada una de las actividades que realiza el personal sanitario, así como de las precauciones que debe adoptar, y facilitar formación adaptada a los puestos de trabajo y a la naturaleza de las tareas. Esta información debe darse cuando el trabajador se incorpora a un trabajo nuevo y debe repetirse en función de la evolución o la aparición de nuevos riesgos. 2. Usar guantes siempre que se manipule o toque sangre, fluidos biológicos, mucosas, heridas u objetos contaminados, con el fin de prevenir la exposición a agentes biológicos trasmisores de enfermedades, algunas de ellas muy peligrosas como son: la hepatitis B y C o el SIDA. En actividades donde se puedan generar salpicaduras de sangre u otros fluidos, hay que usar máscaras y protectores oculares para evitar el contacto con las mucosas. Así mismo, siempre hay que utilizar la ropa de trabajo entregada por la empresa: batas, chaquetas, pantalones o delantales. 3. Extremar las medidas de higiene personal. Antes y después de usar los guantes, hay que lavarse siempre las manos, y también las superficies que hayan entrado en contacto con fluidos biológicos. 4. Tomar las máximas precauciones para evitar heridas por causa de agujas, bisturís u otros instrumentos cortantes, durante la utilización, limpieza o eliminación de este material. No hay que reencapsular, doblar, romper o quitar manualmente las agujas de las jeringuillas tras su uso. Se debe disponer de recipientes resistentes para desechar estos materiales que estarán cerca de las áreas de trabajo. 5. Seguir las pautas de vacunación recomendadas en el lugar de trabajo en función de los agentes infecciosos a los que se esté expuesto con el fin de minimizar los daños que pueda producir el contagio. 6. Respetar al máximo el ciclo del sueño cuando se trabaje a turnos. Al establecer los cambios de personal, se tendrá en cuenta el horario siguiente: por la mañana, entre las 6:00 y las 7:00; al mediodía, entre las 14:00 y las 15:00 y por la noche, entre las 22:00 y las 23:00. También es conveniente fijar ciclos cortos de trabajo, por lo cual es recomendable cambiar de turno cada dos o tres días, ya que apenas se alteran los ritmos circadianos. Dichos ritmos biológicos regulan determinadas funciones fisiológicas —la respiración, la temperatura o el funcionamiento del riñón— siguiendo un ciclo de 24 horas.

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7. Establecer una red de comunicaciones sencilla y ágil que posibilite la solución rápida de problemas que puedan plantearse en los momentos de cambio de turno. Es recomendable disponer de algún sistema de registro de información que facilite la comunicación entre turnos y equipos de trabajo distintos. 8. Efectuar pausas cortas a lo largo de la jornada puesto que tienen efectos reparadores de la fatiga mental. Si las pausas las puede distribuir la propia persona, en lugar de que estén establecidas, resultan más eficaces para la recuperación del organismo.

Riesgos de lesiones de espalda en el personal sanitario Además, Las personas que ejercen esta actividad (personal de enfermería, fisioterapeutas o cuidadores de personas mayores dependientes) tienen un elevado riesgo de sufrir lesiones de espalda debido a las altas exigencias físicas del trabajo. La movilización de enfermos implica levantar, mover o desplazar personas, lo cual significa manipular pesos elevados. En la ejecución de esas tareas se pueden presentar diversos factores que aumentan la posibilidad de padecer problemas musculoesqueléticos (afectaciones en los músculos, articulaciones o huesos de los hombros, cuello o espalda) La mayoría de estos riesgos tienen relación con: • • • •

Manipular una carga que supere la capacidad del trabajador. Utilizar una técnica inadecuada. Realizar repetidamente movilizaciones de enfermos durante un largo periodo de tiempo. Hacer frente a situaciones difíciles, como es evitar la caída de una persona o acomodarla tras un accidente, en las que se producen movimientos bruscos e inesperados.

A continuación, presentamos un conjunto de medidas preventivas que pueden ayudar a las personas que realizan tareas de movilización de enfermos a prevenir las lesiones de espalda, a manipular pesos elevados y a la ejecución de esas tareas se pueden presentar diversos factores que aumentan la posibilidad de padecer problemas musculoesqueléticos. 4


Medidas preventivas 1. Implantar un programa de formación que permita asegurar que todos los trabajadores tienen conocimiento de cuáles son las técnicas más seguras de movilización que tienen que aplicar en función de cada tarea concreta. Para que este programa sea efectivo, deberá hacerse un seguimiento continuado del mismo. 2. Disponer de medios de ayuda mecánicos o electrónicos; la movilización manual de los enfermos sólo se debe efectuar en situaciones estrictamente necesarias. 3. Tener un listado en el que estén relacionados los equipos de ayuda que se dispongan para el trabajo, con el fin de facilitar la planificación de las distintas actividades. Es conveniente designar a una persona responsable de estos equipos (conservación, mantenimiento, instrucciones, etcétera) que también recoja las sugerencias del personal para mejorar su rendimiento. 4. Seleccionar los medios de ayuda en función del estado y las características del paciente —dependiente o semidependiente, peso, edad, etcétera—, así como de las dimensiones de los espacios de trabajo, los pasillos o las escaleras. Los medios más usuales son: camas y camillas de altura graduable; sábanas deslizantes que facilitan los desplazamientos longitudinales; deslizadores que ayudan a trasladar al paciente de la cama a la silla o viceversa; y el trapecio o las barras de apoyo que permiten al paciente sujetarse con las manos y colaborar en la movilización. 5. Evitar que una persona sola realice manipulaciones de riesgo. En esas circunstancias hay que pedir siempre ayuda a otros compañeros. Es conveniente fomentar el trabajo en equipo, de tal manera que los trabajadores estén coordinados y sepan de antemano cuál es la función que corresponde a cada uno. Cuando sea posible, los componentes de estos equipos tendrán una estructura física semejante, ya que esto facilita la unificación de los movimientos durante la manipulación del enfermo. 6. Facilitar la rotación de tareas con el fin de evitar que siempre sean las mismas personas las que realicen los trabajos de movilización y traslado de enfermos, disminuyendo, de este modo, el riesgo de sobrecarga física. 7. Disponer de un tiempo durante la jornada laboral para realizar ejercicios de estiramientos y calentamiento muscular, con el fin de que los empleados 5


mantengan un estado físico saludable y puedan reducir el riesgo de contracturas u otro tipo de lesiones musculoesqueléticas. 8. Planificar detalladamente la técnica que se empleará antes de iniciar la movilización (zonas idóneas de sujeción, elementos de ayuda, etc.). Estudiar la disposición del mobiliario y eliminar los obstáculos que puedan representar un impedimento durante la manipulación o traslado del enfermo (muebles, alfombras, objetos, etcétera). 9. Explicar al paciente de forma clara y sencilla el trabajo que se va a realizar y solicitar, al mismo tiempo, su colaboración: un paciente bien informado puede contribuir en mucho a que la movilización se lleve a término con seguridad. Del mismo modo, hay que comentar las distintas intervenciones con el compañero de equipo, siendo siempre la misma persona la que dirija el movimiento. 10. Emplear las técnicas básicas de movilización segura. Mantener la espalda recta, contraer los glúteos y los músculos abdominales para conservar la pelvis en posición correcta y utilizar los músculos de las piernas para levantarse y moverse. 11. Sostener a los enfermos con los antebrazos manteniendo los brazos cerca del cuerpo; con ello se consigue desplazar lo mínimo el centro de gravedad y se requiere menos fuerza para mantener el equilibrio. 12. Separar los pies, con una amplitud igual a la anchura de los hombros, adoptando una postura estable. El pie de delante se colocará en la dirección en la que vaya a efectuarse el giro. 13. Ayudarse con puntos de apoyo exteriores y con el contrapeso del propio cuerpo para aumentar la fuerza aplicada al movimiento. 14. Utilizar ropa de trabajo que no moleste para realizar movimientos y un calzado seguro, que sujete bien el pie y sea antideslizante. Datos publicados por el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el trabajo (Ministerio de Trabajo e Inmigración) a través del boletín de prevención de riesgos laborales para la Formación Profesional en sus números 56 y 57 Boletín número 56

http://www.insht.es/InshtWeb/Contenidos/Documentacion/TextosOnline/ErgaFP /2007/ErFP56_07.pdf Boletín número 57 http://www.insht.es/InshtWeb/Contenidos/Documentacion/TextosOnline/ErgaFP /2007/ergafp57.pdf

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