Innovar, como dijo el poeta, implica “crear algo nuevo con la materia de lo existente”. Un acto de reordenamiento, un proceso inconcluso, abierto y libre, próximo a la creación de una obra de arte, que cuando se aplica en el ámbito educativo no sólo contempla los últimos avances tecnológicos -tan próximos a los jóvenes-, si no también didácticas experimentales que colocan en su centro al estudiante de hoy, pues esta cercanía –empática– facilita un proceso de enseñanza-aprendizaje en permanente cambio, tan distinto a aquél con el aprendimos nosotros, los profesores.