Patrimonio Nacional

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1 PATRIMONIO NACIONAL




Patrimonio Nacional.

Joyas dominicanas de la cultura y la naturaleza

Enriquece el contenido con la realidad aumentada de la aplicación.

Mtr. Arq. Mauricia Domínguez Manuel García Arévalo Lic. Pedro Morales Frank Moya Pons Dr. Arq. Juan Mubarak Dr. Manuel Vargas Payano © BANCO POPULAR DOMINICANO

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Fotografías Víctor Siladi Diseño Víctor Siladi / Fractal Studio Diagramación Jimmy González Fotografía aérea Daniel Moreno Editor Víctor Siladi

popularenlinea.com/mira 1 Descarga la aplicación MIRA Popular desde el Play Store o App Store. 2 Presiona “escanea” y apunta la cámara a los elementos del libro identificados con este logo:

Corrección de estilo Clara Dobarro Lamas Traducción al inglés Amanda Livoti Traducción al francés Katia San Millán Posproducción fotográfica Damian Siladi / Daniel Moreno Fotografías adicionales Eladio Fernández Marvin del Cid Pedro Borrell Bentz Aníbal Beriguete Pedro Morales Virginia Flores Ricardo Hernández/INTEC ISBN: 978-9945-9316-2-4 Impresión Amigo del Hogar Año 2023

3 Vive experiencias de realidad aumentada en las siguientes páginas: 1. Portada 2. Página 36 - Catedral de Santo Domingo 3. Página 58 - Fortaleza de San Felipe 4. Página 64 - Ingenio de Engombe 5. Página 78 - Basílica Catedral de Nuestra Señora de la Altagracia 6. Página 82 - Monumento de Santiago 7. Página 200 y 254 - Ruinas de San Francisco

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P. 5

Christopher Paniagua

P. 7

Anne Lemaistre

P. 11

Dr. Arq. Juan F. Mubarak Pérez

5

Mtr. Arq. Mauricia Domínguez Rodríguez

La arqueología, los museos y el acervo prehistórico nacional P. 121 Manuel A. García Arévalo

Patrimonio cultural subacuático

P. 145

Lic. Pedro Morales Dr. Arq. Juan Mubarak Colaboración de Ruth Pion

Génesis y transformación de la cultura dominicana: una mirada panorámica P. 173

El patrimonio natural dominicano: defensa y conservación P. 219

Dr. Manuel Vargas

Frank Moya Pons

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El patrimonio material: mueble e inmueble P. 23


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Presentación

Christopher Paniagua Presidente ejecutivo Banco Popular Dominicano

La República Dominicana es una joya del Caribe, rica en histo-

Los arquitectos Juan Mubarak y Mauricia Domínguez, el an-

ria y tradición, y poseedora de un legado inigualable fruto de

tropólogo Manuel Vargas, el licenciado Pedro Morales y los

una intensa mezcla cultural y asentado en múltiples primacías

historiadores Frank Moya Pons y Manuel García Arévalo unen

derivadas del encuentro de culturas que se originó en esta tie-

sus conocimientos a las fotografías y el diseño de Víctor Siladi,

rra y se extendió por toda América. De muchas maneras, nues-

y nos llevan por una travesía temporal donde los patrimonios

tro país es cuna del proceso globalizador del mundo moderno.

materiales y naturales se superponen a la inmaterialidad de los ritmos, sabores y creencias que conforman nuestra particu-

Un amplio conjunto de patrimonios materiales, inmateriales y

lar visión del mundo.

naturales conforman el corazón de esta tierra fértil y vibrante, y tenemos el deber moral de conservarlos. La preservación

Se ama lo que se conoce y de ahí la necesidad de conser-

del patrimonio equivale a la conservación de nuestras raíces,

var nuestros patrimonios históricos y naturales, porque vivi-

de la memoria histórica y de la idiosincrasia, todo lo cual nos

mos en un paraíso natural con profundos mestizajes históricos

permite reconocernos ante el mundo como dominicanos.

que merece ser protegido. El patrimonio es nuestra seña de

Desde el Banco Popular Dominicano mantenemos el compro-

que reconocen en la República Dominicana un lugar especial

miso de ayudar a salvaguardar los tesoros patrimoniales de la

y único.

nación, aportando a la educación de la población, auspiciando espacios culturales y alianzas que promuevan las vías para

Como acostumbramos, esta publicación editorial se acompa-

robustecer nuestra identidad y estimulando la generación de

ña de una propuesta audiovisual y multimedia con el objetivo

valor de nuestros creadores a través de la economía de las

de llevar su mensaje a un público más amplio y heterogéneo.

industrias culturales y creativas, la llamada economía naranja.

Todo el contenido es accesible en la web:

Con este nuevo aporte al acervo bibliográfico de la nación

www.popularenlinea.com/patrimonionacional

bajo el título de Patrimonio nacional. Joyas dominicanas de la cultura y la naturaleza, de la autoría de conocidos exper-

Confiamos en que los lectores y los espectadores disfruten de

tos en patrimonio y gestión cultural y medioambiental, bus-

este viaje a través del tiempo, la cultura y la naturaleza patri-

camos resaltar la relevante herencia tangible e intangible que

monial que nos identifican como singular conglomerado hu-

nos define, y con ello aportar a su protección, despertando el

mano y como nación emergente con un indiscutible liderazgo

conocimiento del público para que defienda el arraigo de su

en toda la región.

dominicanidad.

Detalle del friso de la fachada principal de la Catedral Metropolitana de Santo Domingo.

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identidad ante el mundo y ante los turistas que nos visitan,


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Prólogo

Anne Lemaistre Directora de la Oficina Regional de Cultura para América Latina y el Caribe de la Unesco

El Caribe es espacio privilegiado de influencias sincréticas,

La República Dominicana es también música. Las influencias de

inspirado en particular en tres fuentes: el Caribe nativo, Eu-

estos diferentes mundos se han unido creativamente en dos

ropa y África. La República Dominicana goza de esta riqueza

expresiones del patrimonio vivo, reconocidas ambas por la

cultural, diversa y alegre.

Unesco en la Lista de Patrimonio Cultural Representativo de la Humanidad en 2008. La primera es la tradición del Teatro Cocolo Danzante, simbiosis de música y danza de origen africano

Santo Domingo, reconocida como patrimonio mundial de la

con leyendas y personajes dramáticos extraídos de la literatura

Unesco desde 1990. Fundada seis años después del arribo de

europea bíblica y medieval. La mezcla de tradiciones culturales

Cristóbal Colón a La Española, Santo Domingo es la ciudad

africanas y británicas y su adaptación al medio católico español

donde se construyeron la primera catedral, el primer hospi-

revelan una notable creatividad. La segunda expresión es el es-

tal, la primera universidad y la primera aduana del continente

pacio cultural de la Cofradía del Espíritu Santo de los Congos

americano. Su trazado urbano sirvió de inspiración y mode-

de Villa Mella, que se destaca en el ámbito de la música, la dan-

lo al resto de los asentamientos hispanos del llamado Nuevo

za y las fiestas populares. Los músicos de la Cofradía percuten

Mundo. En la contemporaneidad, es un sitio estratégico para

con sus manos los congos, tambores cuyo origen se atribuye al

la industria del turismo, con una concentración de bienes pa-

Espíritu Santo. La Cofradía, actualmente abierta a todos, inde-

trimoniales y culturales relevantes.

pendientemente del sexo u origen, fue fundada en el siglo XVI por esclavos y mestizos africanos.

La República Dominicana reconoce el papel social y económico del patrimonio cultural y dinamiza las áreas urbanas, la

Igualmente, están reconocidos por la Unesco la música y el

economía y el turismo cultural de la Ciudad Colonial a tra-

baile del merengue, con su ritmo frenético, considerados

vés de la recuperación de espacios públicos y monumentos

como parte integrante de la identidad nacional, que desem-

históricos, así como de la promoción de medidas orientadas

peñan un papel activo en muchos ámbitos de la vida cotidia-

a mejorar los estándares de habitabilidad de sus residentes.

na: educación, reuniones sociales y amistosas, eventos festi-

Este espacio concentra el mayor número de museos de la Re-

vos e incluso campañas electorales. La práctica de este baile

pública Dominicana y ofrece un clúster de economía creativa,

en parejas atrae a personas de muy diversos orígenes socioe-

con arte, música y cocina local. Se estima que la mayoría de

conómicos, ayudando así a promover el respeto y la conviven-

sus negocios pertenecen a las industrias culturales y creativas.

cia entre las comunidades. El cuarto, y más reciente, elemento

La Ciudad Colonial de Santo Domingo nos recuerda, en el

declarado por la Unesco como patrimonio cultural inmaterial

contexto de la celebración de los 50 años de la Convención

de la humanidad es la música y la danza de la bachata domini-

sobre la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural,

cana. Esta expresión musical bailable, nacida de la fusión del

que el patrimonio cultural es un diálogo permanente y dinámi-

ritmo del bolero con otros géneros musicales afrocaribeños,

co con el pasado sobre la base de valores compartidos.

bebe de la herencia cultural indígena y está omnipresente en

Bóveda de la capilla del Santísimo Sacramento, considerada la más hermosa de la Catedral de Santo Domingo.

Pódcast Herencias: Conoce más sobre nuestro patrimonio nacional. Episodio 6: “Legado”

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La influencia europea se advierte en la Ciudad Colonial de


celebraciones comunitarias o encuentros informales, desde la infancia se inicia espontáneamente su aprendizaje y disfrute. Tanto el merengue como la bachata gozan de un profundo arraigo, no solo entre los dominicanos que habitan la isla sino también en su diáspora, y su influencia se ha extendido por toda la región y el continente. El vigésimo aniversario de la Convención para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco nos invita a la reflexión sobre la importancia de este tipo de patrimonio en el mundo contemporáneo, particularmente sobre la riqueza de conocimientos y habilidades que se transmiten de una generación a otra. La República Dominicana demuestra especial interés en concienciar sobre la importancia de todas las músicas y danzas tradicionales, y de las artes del espectáculo en general, así como sobre la pertinencia de su salvaguarda y la creación de capacidades a escala local y nacional para la transmisión, educación e investigación en este ámbito. Además, estas prácticas culturales han abierto la puerta a nuevos PATRIMONIO NACIONAL

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enfoques para el entendimiento, la protección y el respeto del patrimonio cultural que suponen el reconocimiento de las comunidades y grupos como aquellos que identifican, ejecutan, recrean y transmiten este patrimonio vivo. Nuestras culturas únicas y diversas enriquecen nuestras vidas y nos ayudan a construir sociedades innovadoras, inclusivas y pacíficas. Gracias a sus siete convenciones culturales, la prioridad de la Unesco es preservar, promover y compartir este patrimonio de la humanidad. Todas estas expresiones patrimoniales, en su extensa diversidad, están protegidas celosamente, compartidas y valorizadas por República Dominicana con políticas culturales pertinentes que son poderosas impulsoras para la acción pública. Tal práctica es coherente con el mensaje que hemos destacado recientemente en México en la Conferencia Mundial de la Unesco sobre Políticas Culturales y Desarrollo Sostenible (MONDIACULT 2022), donde ciento cincuenta Estados, la

Retablo en madera policromada, siglo XVI, Museo del Alcázar de Colón.

República Dominicana entre ellos, adoptaron una ambiciosa declaración que confirma que la cultura es un bien público mundial con un valor intrínseco para facilitar e impulsar el desarrollo sostenible. Gracias a esta publicación que cuenta con destacados autores y el apoyo del Banco Popular Dominicano, la República Dominicana, con su patrimonio construido y su patrimonio vivo, declarado y no declarado, fortalece la creatividad, la solidaridad y la inclusión de la nación. La Unesco se complace en acompañar estos esfuerzos y será siempre un aliado en la salvaguarda de la extraordinaria riqueza cultural dominicana.


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El parque Colón de la Ciudad Colonial de Santo Domingo con la Catedral Metropolitana al fondo. En el centro del parque, la estatua del almirante Cristóbal Colón.


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Introducción

Dr. Arq. Juan F. Mubarak Pérez

Director Nacional de Patrimonio Monumental “La ciudad histórica no es únicamente arquitectura, es fundamentalmente formas de vida, relaciones sociales, relaciones con el entorno, actividades económicas, etc.”. Carta para la integración de la arquitectura contemporánea en las Ciudades Patrimoniales Córdoba, noviembre de 2009

El concepto de cultura actualmente está vinculado a la cul-

las diferentes en el tiempo, pasando de generación en gene-

tura local, no a una definición estándar que tiene un marco

ración. De ahí su importancia existencial y universal.

general que limita su desarrollo. Anteriormente, el término

El origen de nuestro patrimonio cultural se estruc-

se refería solo a los monumentos y al arte. Relacionar el pa-

tura a partir del encuentro de tres culturas: indígena, espa-

trimonio con lo local asegura aquellos aspectos vinculados

ñola y africana. El doctor Manuel Vargas, director actual del

a la creatividad, y con esto, los elementos que nos relacio-

Museo del Hombre Dominicano, considera que esta diver-

nan con nuestros ancestros.

sidad se desarrolla o se expande, metafóricamente hablan-

Entender, valorar y apreciar la transcendencia de lo patrimonial, la herencia como legado cultural, requiere

do, de manera líquida hasta nuestros días, conformando lo que somos culturalmente hoy, nuestra dominicanidad. Esta introducción tiene como objetivo formular,

ideal de futuro. La significación del tiempo nos posiciona

desde una óptica territorial, un marco de referencia contex-

no solo como individuos, sino como comunidad y como so-

tual del proceso de construcción de la cultura dominicana

ciedad: “No existe un momento histórico en la ciudad que

para ofrecer al mismo tiempo un perfil de los eventos y

sea más histórico que otro. Su realidad es la suma de una

criterios que han caracterizado la evolución del patrimonio

sucesión de épocas distintas que responden a momentos

cultural e histórico de la República Dominicana. Podemos

sociales y culturales igual de válidos” (Carta para la inte-

así aproximarnos al estado actual del patrimonio cultural a

gración de la arquitectura contemporánea en las ciudades

nivel nacional a partir de cuatro ejes relacionados y articula-

patrimoniales).

dos entre sí: a. Sincretismo cultural: tres múltiples culturas;

El patrimonio cultural puede entenderse como hue-

b. Lo regional: ocupación y construcción del territorio; c.

llas, rastros de valores y bienes tangibles, intangibles y na-

Marco legislativo: protección del patrimonio cultural nacio-

turales generados a través de las prácticas sociales, capaces

nal; y d. Patrimonio material e inmaterial.

de crear imaginarios, de revelar significados de una época y

Los textos contenidos en este libro ilustran los dis-

generación a otra. Permite construir un sentido de pertenen-

tintos patrimonios de la República Dominicana: patrimonio

cia, de individualidad y diversidad, susceptible de estimación

cultural inmaterial, patrimonio cultural material, patrimonio

económica, y proveer una multiplicidad de recursos de esca-

natural, arqueología terrestre y subacuática, y museos.

Escultura de Gonzalo Fernández de Oviedo, cronista de Indias y alcalde de la Fortaleza entre los años 1533 y 1557, realizada por el escultor español Joaquín Vaquero Turcios en 1976. Al fondo, la Torre del Homenaje en la Fortaleza Ozama.

Pódcast Herencias: Conoce más sobre nuestro patrimonio nacional. Episodio 1: “Raíces”

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sensibilidad, un talante cultural y la capacidad de forjar un

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Sincretismo cultural: tres múltiples culturas

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Debemos conceptualizar los elementos y aspectos que es-

la orden de los dominicos u Orden de los Predicadores, el

tructuraron la base de la cultura actual y revisar, entender

cual dio paso a las Leyes de Burgos de 15122, que ordena-

y analizar más de 500 años de historia. En La isla que se

ban el buen trato a los indígenas. No se tiene una certeza

repite, Antonio Benítez Rojo señala que somos un crisol de

de la cantidad de la población indígena a la llegada de

culturas (melting pot). Es precisamente esa mezcla la que

Colón.

nos habla de la evolución, de dónde venimos y de cómo

Esto ocurre en el momento del gran auge de la in-

desarrollamos el concepto de territorio y, consecuente-

dustria azucarera en la isla, para la cual hubo que impor-

mente, de ciudadanía.

tar negros esclavizados. Para los años 1519-1520 se inicia

A la llegada de Cristóbal Colón, en 1492, la isla es-

uno de los procesos de esclavitud más importantes a nivel

taba dividida en cinco cacicazgos, cada uno gobernado por

mundial, que finaliza en 1521. En 1527 había en la isla 19

un cacique. Existían cuatro grupos culturales principales: ci-

ingenios y 6 trapiches funcionando a plena capacidad3. Se

guayos, macorixes, taínos y caribes. Estos últimos no tenían

tienen registros de 36,000 viajes trasatlánticos realizados

un asentamiento permanente, de ahí su menor capacidad

entre 1525 y 1866 en el marco del comercio triangular en-

de incidir de manera estratégica en el territorio.

tre Europa, África y las Américas (Alex Borucki, 2019). En

En el segundo viaje de Colón, en 1493, llegaron

esos viajes fueron transportados más de 11 millones de

desde la península ibérica 17 barcos y aproximadamente

africanos esclavizados que procedían de múltiples tribus:

1,500 personas procedentes de distintas regiones de Espa-

yorubas, provenientes de Nigeria y Benín; igbos, de Nige-

ña, sobre todo extremeños y andaluces; en ese momento

ria; akan, de Ghana y Congo (hoy Angola), y mandingas,

se les tenía prohibido viajar a América a valencianos, ara-

de Senegal; estos últimos fueron vendidos principalmente

goneses, catalanes y mallorquines. A raíz de la destrucción

en los actuales Estados Unidos y Brasil. A esta diversidad

del fuerte de La Navidad, construido en el primer viaje en la

cultural hay que agregar la inmigración de árabes, chinos

costa norte de la isla, se fundó, muy cerca, el primer asenta-

y cocolos llegados en el siglo XIX, quienes, ubicándose en

miento oficial, La Isabela, que sirve de punto de partida de

distintas partes del territorio dominicano, conformaron par-

la exploración y conquista del interior del territorio a través

te de la cultura criolla actual.

del llamado “paso de los Hidalgos”.

Es importante destacar que todos estos múltiples

Una vez agotado en la isla Española el proceso de

grupos culturales (aborígenes, españoles y africanos) tienen

las encomiendas por el desgaste y maltrato de la pobla-

en común la “travesía”, y el consiguiente “trauma del viaje”,

ción indígena, en cuya defensa pronunció en 1511 el fa-

como una condición inicial determinante en la construcción

moso sermón de Adviento fray Antonio de Montesino, de

de todos los procesos histórico-culturales que conformaron

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1

La encomienda consistía en la asignación, por parte de la Corona, de una determinada cantidad de aborígenes a un súbdito español, llamado encomendero, en compensación por los servicios prestados. Tras esto, el encomendero se hacía responsable de los nativos puestos a su cargo, los evangelizaba y percibía los beneficios obtenidos del trabajo que estos realizaban (claseshistoria.com).

Es importante destacar que estas leyes constituyen las bases o referencias fundamentales para la Declaración de los Derechos Humanos por la Asamblea General de las Naciones Unidas, en París en 1948. 3 Frank Moya Pons, Manual de Historia Dominicana, Librería La Trinitaria, Santo Domingo, 2022, Pág. 46. 2


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Bóveda de la capilla del Rosario en el convento de los Dominicos, obra maestra excepcional y única en Hispanoamérica. Siglo XVI.


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Monumento a fray Antonio de Montesino, inaugurado en 1983 y donado por México un año antes para conmemorar la defensa de los derechos de los primeros habitantes de la isla y su legado. La escultura fue elaborada por el escultor mexicano Antonio Castellanos Basich.


la actual estructura geopolítica latinoamericana. Esta mezcla

Ozama, estableció en 1496 la Nueva Isabela, que, luego

genera una condición especial en cada uno de esos grupos

de ser destruida por un ciclón, fue refundada en la orilla

culturales y sus circunstancias, que propicia las diversas

occidental en 1502 por el nuevo gobernador, fray Nicolás

tendencias y manifestaciones del sincretismo sociocultural,

de Ovando, quien la bautizó con el nombre de Santo Do-

evolucionando en el tiempo de manera particular y única

mingo de Guzmán. Jacagua, hoy Santiago de los Caballe-

como patrimonio intangible: la religiosidad, la gastronomía,

ros, y Cotuí fueron fundadas por Ovando en 1504 y 1505,

la música, la danza, el lenguaje, entre otros, así como las

respectivamente. Con estas fundaciones se consolidaba un

actividades lúdicas que van a ir conformando los símbolos

eje norte-sur que atravesaba la isla. Durante los primeros años del gobierno de Ovan-

de la identidad actual. El patrimonio cultural tangible o material es aquel

do, se crearon por todo el territorio diez villas, las cuales

que se puede palpar. Son, por una parte, los reconocidos

sirvieron para controlar políticamente la isla, aunque so-

como bienes inmuebles: el paisaje cultural, los asentamien-

brevivieron pocas. Entre las más importantes se encuentra

tos humanos y la arquitectura. Los bienes muebles se reco-

Puerto Plata, Azua (Pueblo Viejo, primera fundación) y San

nocen por su naturaleza transportable; en su gran mayoría,

Juan de la Maguana. Es importante destacar la figura de

se refieren a objetos: pintura, escultura, mobiliario, ropa,

Diego Velázquez, quien fue parte fundamental de la élite

libros, artesanías, menaje doméstico, entre otros.

ovandista durante el proceso fundacional.4

Lo regional: ocupación del territorio sar la importancia que tiene el entendimiento del desarrollo geopolítico, sociopolítico, económico y cultural de un país o de una región en donde se entretejen y se estructuran los recursos en función del manejo político. Esta perspectiva histórica nos coloca en el espacio-tiempo del territorio que ocupamos y los recursos que poseemos. Cristóbal Colón y el grupo de nobles que cruzaron el paso de los Hidalgos (de ahí su nombre) partieron de La Isabela o Puerta de América; atravesaron La Luperona, como es conocida hoy, los asentamientos indígenas de El Carril y El Flaco, hasta llegar a Jánico, donde construyeron en marzo de1494 el fuerte de Santo Tomás, segundo fuerte de América fundado por europeos; igualmente, en ese

mentación de la estructura política, y su posterior ocupación por otras naciones, fue producto de la falta de control sobre el territorio. A finales del siglo XVI el contrabando, principalmente en la franja norte de la isla, casi pasó a formalizarse y se convirtió en parte fundamental del intercambio comercial de pieles. Fue determinante la carta que escribió el arzobispo de Santo Domingo, fray Nicolás Ramos, en 1594, en la que planteó como estrategia para acabar con esa práctica el traslado de la población que ocupaba la franja norte y otros territorios sin control a zonas cercanas a la ciudad de Santo Domingo. Otro argumento que acompañó esta idea fue la posibilidad de la pérdida de fieles cristianos debido a las incursiones de holandeses e ingleses, de creencia protestante. En enero de 1603, la Junta de Guerra del Consejo de Indias ordenó, a instancias del escribano de la Real

año, se fundó la Concepción de la Vega (la Vega Vieja). En 1495, Bartolomé Colón, adelantado y gobernador general de las Indias, fundó Bonao; y durante 1496-1498 exploró la costa sur de la isla. Allí, en la desembocadura del río

4

Esteban Mira Caballos, Nicolás de Ovando y los orígenes del sistema colonial español 1502-1509. Editora Amigo del Hogar, Santo Domingo, Rep. Dom. Págs. 102-103.

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Todo es un asunto de territorio. Con esto queremos expre-

El giro fundamental que dio como resultado la frag-


Audiencia de Santo Domingo Baltasar López de Castro, las despoblaciones de los pueblos de Puerto Plata, Bayajá y la Yaguana. Este llegó en 1604 a Santo Domingo con esa orden que debía ejecutar el gobernador Antonio de Osorio. Ya para febrero de 1605 se dio comienzo a lo que se conoce como “Devastaciones de Osorio”. Estas desocupaciones del territorio ocasionaron grandes pérdidas que fueron en detrimento de la estabilidad económica de la isla, provocando importantes problemas de abasto de carne, pero principalmente crearon las bases para la formalización de la ocupación de la parte oeste por parte de los franceses. Este desarraigo de la tierra conllevó un sentimiento de no pertenencia local que fue muy bien aprovechado por la otredad. El impacto de estas actuaciones resultó en un giro geopolítico regional que cambió las relaciones de poder en la navegación y la ocupación del territorio. De ahí, la diversidad de países que ocupan hoy la región del Caribe. Las Devastaciones de Osorio5 (1605-1506) supusieron el abandono de las zonas este, centro y norte de la isla, PATRIMONIO NACIONAL

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dejando una gran franja central que se convirtió en tierra de nadie y debilitó el control sobre el territorio, acelerando el contrabando y generando la posibilidad de permanencia por parte de piratas y corsarios. Administrativamente, se dividió la isla en dos alcaldías: Norte y Sur. La isla fue prácticamente abandonada por España y comenzó a vincularse con Francia y Holanda. La población miraba hacia adentro, hacia la tierra, y esto permitió la ocupación y formalización por parte de Francia de la parte oeste, tras firmarse en 1777 el Tratado de Aranjuez entre Francia y España, que dividió la isla en dos. También fue el momento del sincretismo, de

Lo regional: construcción del territorio En 1804, la parte oeste de la isla declaraba su independencia con el nombre de Haití, que se convertía en el segundo país del continente americano en hacerlo, tras los Estados Unidos, y en el primero de América Latina. La parte oriental española se dividió en los llamados cinco partidos. A raíz de la ocupación de 1822, el Gobierno haitiano dividió la isla en seis departamentos, y de 1844 a 1845 se dividió en cinco unidades territoriales que luego pasarían a ser provincias. En 1865, al restablecerse la República, se crearon seis distritos marítimos y seis provincias. En 1907 se oficializó la división territorial en 12 provincias. Entre 1930 y 1961 se pasa de 12 a 27 provincias. Los tres momentos históricos que representan la dominicanidad y el esfuerzo por consolidar y defender el territorio tienen una relación temporal de unos cien años. Son: 1844, independencia de Haití; 1861-1865, anexión a España y guerra de la Restauración; y 1916-1924, ocupación de los Estados Unidos, cuyo término marca el inicio de la llamada Tercera República. Cien años después, tenemos: 1961, asesinato del dictador Rafael Leónidas Trujillo; 1963, golpe de Estado contra el gobierno constitucional del presidente Juan Bosch; 1965, revolución civil con el objetivo de instaurar el gobierno de Bosch, y 1965-1966, segunda ocupación estadounidense. Actualmente, nuestro territorio de 48,730 km2 está dividido en tres grandes regiones, 32 provincias6, un Distrito Nacional, 158 municipios y 235 distritos municipales.

la mezcla, cuando la escasez y la falta de recursos primaron en las relaciones socioeconómicas y culturales. 5

Alejandro Paulino Ramos, Historia Dominicana, DEVASTACIONES DE OSORIO, 1605-1606 Y LA IGLESIA CATÓLICA, marzo 22, 2008.

6

La Ley No. 163-01 crea la provincia de Santo Domingo y un Distrito Nacional. Inicialmente la constituían cinco municipios, pero para el 2006 ya había siete municipios y nueve distritos municipales. Esta fragmentación del territorio tiene una relación con una visión neoliberal de la economía, la privatización de las industrias del Estado y la utilización de grandes extensiones de territorio antes dedicadas al cultivo de caña de azúcar. Esta división territorial concentra los servicios y las dinámicas económicas más importantes a nivel nacional.


Esta fragmentación ocasiona serios conflictos en las com-

loniales, conjuntos urbanos y otras construcciones de se-

petencias, manejo y conservación del patrimonio a nivel

ñalado interés histórico o artístico, así como las estatuas,

nacional. Dos hechos marcan estos conflictos: la creación

columnas, pirámides, fuertes, coronas y tarjas destinadas a

del Ministerio de Cultura, con la Ley No. 41-00, y contra-

permanecer en un sitio público de carácter conmemorativo.

dictoriamente, la Ley No. 176-07 sobre la protección del

Podemos decir que el 70% del patrimonio declarado es ar-

patrimonio por parte de los Ayuntamientos.

queológico.

Legislación: protección del patrimonio cultural nacional Proteger nuestro patrimonio cultural en todas sus dimensiones y su integridad equivale a preservar y valorar nuestra memoria histórica como sociedad. A efectos de la Ley No.

Entre las nueve zonas monumentales protegidas de la República Dominicana, están las siguientes: Ciudad Colonial de Santo Domingo, por la Ley No. 492 del año 1969, luego por la Unesco en la XIV reunión del Comité del Patrimonio Mundial en Banff, Canadá, 1990; la ciudad de Puerto Plata, en el año 1973; Montecristi, en 1987; Santiago de los Caballeros, en 1991, y San Pedro de Macorís, en 1992. Existen tres declaratorias municipales mediante resoluciones por parte de las alcaldías de Moca, La Vega y La

318-68, el patrimonio cultural de la nación se subdivide en:

Romana, y una mediante ordenanza municipal por parte de

a) patrimonio monumental; b) patrimonio artístico; c) patri-

Santo Domingo Este. Tenemos desde 2001 unos 12 bienes

monio documental; y d) patrimonio folclórico.

inscritos en la Lista Indicativa de la Unesco, un inventario de los bienes que cada Estado miembro de la Convención

entre 1870 y 2022 consta de 30 leyes, 56 decretos, el Re-

sobre la Protección de Patrimonio Mundial, Cultural y Na-

glamento No. 4195 del año 1969, una orden ejecutiva, una

tural considera que poseen Valor Universal Excepcional.

resolución de la Unesco y tres designaciones como país

Posteriormente, después de dos años de investigación, se

signatario. Cabe destacar el Decreto No. 1397-67, que crea

deben llenar los requisitos para la postulación para patri-

la Oficina de Patrimonio Cultural (hoy Dirección Nacional

monio mundial.

de Patrimonio Monumental —DNPM—); la Ley No. 318-68,

Cabe destacar que, en el caso de la Ciudad Colo-

que declara el patrimonio cultural de la nación; el mencio-

nial, su trama urbana está reconocida como uno de los tres

nado Reglamento 4195-69, que regula el funcionamiento

criterios para la declaratoria de patrimonio mundial. Fue el

de la actual Dirección Nacional de Patrimonio Monumental

modelo urbanístico de ciudad europea adoptado en Amé-

y detalla los monumentos arquitectónicos y los sitios ar-

rica por el gobernador fray Nicolás de Ovando, y posterior-

queológicos de 21 provincias, incluyendo el D.N., que su-

mente se reprodujo en el continente. Actualmente, está en

man 33 monumentos, 61 lugares arqueológicos (incluyen 4

proceso de renovación mediante el Plan Integral de Revitali-

cuevas más el sistema de cuevas de la sierra de Bahoruco),

zación de la Ciudad Colonial de Santo Domingo (PIRCCSD),

5 yacimientos submarinos y 4 sitios históricos (que detalla

que está ejecutando el Ministerio de Turismo, mediante un

el art. 4); y la Ley No. 41-00, que crea el Ministerio de Cul-

préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo, en cola-

tura, que incluye la Oficina de Patrimonio Cultural.

boración con el Ministerio de Cultura y el Ayuntamiento del

Forman parte del patrimonio monumental ruinas y enterratorios de la arqueología precolombina, edificios co-

Distrito Nacional. Se trata de una segunda etapa, pues la primera se ejecutó en el período 2011-2019.

19 PATRIMONIO NACIONAL

El marco regulatorio y normativo de nuestro país


En la República Dominicana poseemos cuatro declaratorias de la Unesco como patrimonio mundial intangible, el cual incluye música, danza, rituales, cultura culinaria, artesanía, entre otros aspectos. Estas declaratorias son: el espacio cultural de la Cofradía del Espíritu Santo de los Congos de Villa Mella (Mata de los Indios, Santo Domingo Norte); la tradición del teatro cocolo danzante, llamado popularmente guloyas; la música y el baile del merengue, y la música y baile de la bachata dominicana. Las dos primeras corresponden a 2008, la tercera a 2016 y la cuarta a 2019. Respecto a las primicias o primacías, en la República Dominicana se ubican los dos primeros asentamientos europeos en América: La Isabela (1493) y La Nueva Isabela (1496-1498) —origen de Santo Domingo—. En ambos se registraron hechos históricos transcendentes que caracterizaron las primeras décadas del siglo XVI en la isla Española. Solo La Isabela cuenta con 31 primacías, y en Santo Domingo se encuentran las principales edificaciones de

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primacías que ocurrieron en el actual territorio dominicano:

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principios del siglo XVI. Cabe destacar algunas de estas “primeras monedas metálicas que circularon y se acuñaron en América”; “primeras rebeliones indígenas por la libertad”, iniciadas con Caonabo, entre las que resalta la de Enriquillo; “primera revuelta de esclavos negros en América” en diciembre de 1521, en el ingenio de Diego Colón; “primer acuerdo de paz en América”, firmado en 1533 entre el emperador Carlos V, representado por Francisco de Barrionuevo, y el cacique Enriquillo; “primera universidad de América”, aprobada mediante la bula In apostolatus culmine, del papa Paulo III, el 28 de octubre de 1538; y, por su gran relevancia, la Catedral Primada de América, erigida por autorización del papa Julio II en 1512. La Dirección Nacional de Patrimonio Monumental (DNPM), dependencia del Viceministerio de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura, es el punto focal de la Unesco para Patrimonio Mundial y cuenta con un equipo multidisciplinario de especialistas graduados en diversas

áreas de la conservación y protección del patrimonio cultural. Se encarga, entre otras competencias, de la aprobación y supervisión de los proyectos que incluyen el patrimonio inmueble, tanto en zonas declaradas patrimoniales como en zonas de amortiguamiento, así como áreas arqueológicas, además de realizar las declaratorias de patrimonio nacional. A través de la historia se constata una conexión entre espiritualidad y naturaleza, evidente en muchas áreas protegidas en todo el ámbito de la República Dominicana. Muestra de ello son las pictografías que aparecen en múltiples sistemas de cuevas, como las del Pomier; o lugares ceremoniales como el manantial de La Aleta, en el parque Cotubanamá, que constituye el mayor asentamiento ceremonial de la isla y, según algunos autores, es un lugar único en el Caribe. El Parque Mirador del Sur, en Santo Domingo, constituye un ejemplo de esta combinación a nivel urbano. Óleo de la ribera del río Ozama. Año 1893. Autor: Desconocido. Colección Dirección Nacional de Patrimonio Monumental.


21 y construyen ese espacio cultural integral y que formulan y

cionar, tener la capacidad de transformarse, dentro de pro-

preservan nuestro acervo cultural, nuestros imaginarios, el

cesos que permitan evaluar los aspectos y todo aquello que

querer ser y con ello nuestro futuro.

influya directa o indirectamente en ella. Esta introducción

Nuestro país posee una riqueza diversa, múltiple; el

presenta, a manera casi de ensayo, tres visiones que estruc-

mestizaje y las eventualidades surgidas dentro de su proce-

turan el patrimonio cultural, superpuestas como tres fluidos

so histórico lo han dotado de una gran capacidad de resi-

que se derraman, desbordan, salpican, se vierten, se filtran:

liencia, evidente en la actualidad. Esperamos que esta obra

el sincretismo producto de esta multiplicidad cultural, el

se constituya en un aporte y referente importante del patri-

mestizaje resultante de este crisol durante más de 500 años

monio nacional. Visibilizar y dar a conocer la importancia de

que teje nuestra cotidianidad; el sentido de pertenencia, de

nuestro legado cultural es uno de los grandes retos actuales

territorialidad, que genera la espacialidad existencial, cons-

para dar continuidad a la identificación, valoración y protec-

truyendo y haciendo nuestro el territorio; y las bases que

ción del patrimonio cultural dominicano, que tiene el poder

formulan y formalizan este legado y sentido de pertenencia

de convertirse en una oferta cultural integral y única a nivel

(legal), que solo tienen sentido si son reconocidos, protegi-

mundial que impacte de manera determinante la calidad de

dos y asimilados en el tiempo por los procesos sociopolíti-

vida, nuestra industria turística, la oferta de servicios y las

cos, económicos y culturales, ya que son los que delimitan

dinámicas de los principales renglones productivos del país.

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Entendemos que la cultura, por definición, requiere evolu-


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El patrimonio material: mueble e inmueble Mtr. Arq. Mauricia Domínguez Rodríguez Directora de Planificación y Proyectos Dirección Nacional de Patrimonio Monumental

“El patrimonio no es sólo un conjunto de monumentos históricos sino la totalidad dinámica y viva de la creación del hombre y la naturaleza”. Debenedetti

Esta obra de divulgación sobre el patrimonio dominicano en sus diversas manifestaciones materiales e inmateriales es una ventana abierta al conocimiento de la gran diversidad que nos identifica como un pueblo con cultura propia. Mediante una gestión participativa de actuaciones integrales y sustentables, podemos poner en valor nuestros recursos patrimoniales, ya sean de tipo inmueble, en los espacios públicos y edificados, o mueble, desde el ámbito cotidiano y familiar. La evolución del concepto de patrimonio cultural, conforme se desarrolla la sociedad y toma conciencia del legado heredado de generaciones anteriores, ha permitido término de obra de arte y, en el caso de la arquitectura, al de las obras maestras o monumentos, integrando también las manifestaciones muebles como la artesanía y el folclore. Si logramos comprender cuáles han sido los aportes

Izquierda. Detalle del coro alto de la Catedral Metropolitana tallado en piedra, que servía como cantoría desde donde se recitaban los textos litúrgicos. Arriba. Detalle de la fachada de una vivienda de San Pedro de Macorís.

del pasado, del presente y la significación para las generaciones futuras de lo que entendemos como patrimonio cultural, estamos entonces obligados a su identificación, a su valoración multidisciplinaria, a mantener su sustentabilidad, su integridad, y a garantizarlas ante los desafíos a que se enfrenta el patrimonio en el siglo XXI1. Es a través de la divulgación de nuestros recursos culturales que podemos

Pódcast Herencias: Conoce más sobre nuestro patrimonio nacional. Episodio 1: “Raíces”

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lograr la protección y su reconocimiento por la sociedad, al entender este patrimonio como una fuente de desarrollo y progreso.

Plantea Walter Debenedetti en su artículo “Patrimonio y sustentabilidad, los desafíos del siglo XXI” (p. 39) que el patrimonio cultural se enfrenta en este siglo a varios desafíos como resultado de diferentes crisis: crisis de la identidad nacional y regional por el consumo de masas y la superficialidad de la cultura debido a la globalización; crisis de las ciudades, al deformarse y atrofiarse las relaciones ciudad-territorio, espacio privado-espacio público y ciudadano-espacio público, y producirse la gentrificación de los centros históricos; crisis climática, debido a las consecuencias del cambio climático, y crisis de la sociedad, con la pérdida de valores, educación, seguridad e integridad y cohesión.

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cambiar la idea decimonónica del patrimonio circunscrito al

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Entre los bienes inmuebles, es la arquitectura la expresión más distintiva de los pueblos. Son las características arquitectónicas individuales o de conjunto, por la constitución física de los bienes culturales asociados a ellas, las que constituyen la materia de valor patrimonial. No todo lo construido puede considerarse de valor, existe una gran diferencia entre una obra de construcción simple y una obra de arquitectura. Bien dijo el crítico y teórico inglés Nikolaus Pevsner que el término arquitectura se aplica exclusivamente a edificios proyectados para suscitar una emoción estética, porque es más que construcción: es arte. Es el concepto de la dimensión espacial y de la tridimensionaEl maravedí, antigua moneda española utilizada entre los siglos XII y XIX.

lidad lo que diferencia a la arquitectura de la pintura y la escultura.

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Vistas aéreas de La Isabela, la primera ciudad fundada en América por los españoles, en 1494. Cristóbal Colón eligió el emplazamiento en sustitución del fuerte de La Navidad, en la costa norte de La Española.


La historia de la humanidad se ha contado a través de la forma en que el hombre ha dominado el espacio; cuando un producto significativo es motivo de atesoramiento, se convierte en testimonio del colectivo humano en el tiempo y se valora como patrimonio cultural. De igual forma, se traslada esa situación a la sociedad en relación con los objetos, al conjugarse en ellos elementos mágicos, religiosos, educativos, de dominio, políticos o informativos que, al exaltarse, alcanzan el estatus de reliquia o de símbolo, congregando desde las naciones hasta las familias. Durante el período colonial, el objeto de culto religioso adquiere su significado místico. El inicio, en 1955, de las obras de reconstrucción del Alcázar de Diego Colón, que había permanecido en ruinas durante casi dos siglos, y de la antigua iglesia de los Jesuitas, acentúa la importancia del monumento histórico. Al finalizarse, ambas obras estaban dotadas de un amplio catálogo de piezas muebles de valor artístico e histórico que han incrementado la riqueza cultural del país. En la década de 1970, se ubica el conjunto de mu-

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seos estatales en dos polos de la ciudad de Santo Domingo: el período colonial en el centro histórico, con los museos de las Casas Reales, Alcázar de Diego Colón y de la Familia Dominicana; y el período republicano, contemporáneo y prehispánico en la Plaza de la Cultura, con los museos de Historia y Geografía, Historia Natural, Arte Moderno, del Hombre Dominicano y con la Biblioteca Nacional. Se logra con esta iniciativa dotar al país del mayor espacio de protección para los bienes culturales muebles. Posteriormente, museos privados y semiprivados se integraron al conjunto de protecArtesonado en madera policromada procedente de Toledo, España, siglo XV. Alcázar de Colón.

ción y difusión del patrimonio artístico, histórico, folclórico y documental, como el de la Fundación García Arévalo, el Bellapart, el de la Porcelana, el Memorial de la Resistencia Dominicana, en Santo Domingo; el Centro León, en Santiago; y el Centro Cultural Cándido Bidó, en Bonao.

El Alcázar de Colón o Palacio Virreinal de don Diego Colón, de inicios del siglo XVI, ubicado en la plaza de España en la Ciudad Colonial de Santo Domingo. Fue el hogar de tres generaciones de la familia Colón, desde 1512 hasta 1577. En 1809 y 1835 sufrió derrumbes y quedó en ruinas. En 1957 fue restaurado y reconstruido en parte.


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En 1992 finaliza el proyecto del Faro a Colón, que fue objeto de un concurso convocado en 1928 para conmemorar la memoria de Colón, en el marco del panamericanismo. El retraso de su construcción convirtió el proyectado mausoleo en un nuevo contenedor con limitados espacios disponibles para mostrar bienes culturales de interés de los países latinoamericanos en los adaptados espacios residuales, producto del cambio de materialidad del proyecto. El contenido de las investigaciones arqueológicas subacuáticas ha podido exhibirse en la instalación museográfica más reciente del país, el Museo de las Atarazanas Reales2 (MAR), abierto al público en 2021 en el antiguo edificio colonial de las Atarazanas Reales de Santo Domingo. Relevante para el país es la conservación, organización y difusión del patrimonio documental, función que recae en el Archivo General de la Nación (AGN), creado en 1935 mediante la Ley No. 912, donde se resguardan los documentos de la época colonial, de la fundación de la República y de la administración pública, rescatando la memoria cultural e histórica nacional. El AGN resguarda

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un amplio acervo de documentos textuales, revistas, pe-

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riódicos, libros, fotografías, audiovisuales, mapas y planos. Cuenta con 33 kilómetros de documentos y posee más de 615 fondos y colecciones de origen público y privado. Dispone también de una hemeroteca, una fototeca y una cartoteca, además de la amplia biblioteca física y digital, disponible para el público a través de su portal web.

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La colección del MAR asciende a unas 1,200 piezas valiosas provenientes de las investigaciones de más de una decena de naufragios ocurridos desde el siglo XV al XIX en las costas de la isla. Se han restaurado unos 1,400 bienes de interés cultural para exhibirse en las salas del museo. Los pecios del Marqués de Tolosa, el Guadalupe y el Concepción han aportado importantes piezas que permiten conocer el sistema de vida en los barcos, las mercancías que transportaban y un sinnúmero de aspectos relacionados con la sociedad de la época.

La Casa del Cordón, de los primeros años del siglo XVI, de estilo gótico isabelino. Fue la primera casa europea de piedra de América y sede de la Real Audiencia. Allí residió Francisco de Garay, gobernador de Jamaica, adelantado y servidor de Cristóbal Colón. En 1509, el virrey Diego Colón y María de Toledo vivieron en ella por un tiempo breve.


La declaratoria como bien de interés cultural patrimonial es solo uno de los pasos requeridos para la permanencia del bien. Sin el reconocimiento de la población, sin el fomento del sentido de pertenencia, sin el conocimiento, capacitación y visión de las autoridades, sin los incentivos crediticios, tributarios y fiscales necesarios para la preservación de los inmuebles de valor patrimonial, se genera un detrimento irreversible e irreparable del bien. Este hecho se evidencia principalmente en los cinco centros históricos dominicanos declarados cuando, producto de la poca valoración o la falta de identidad, se destruyen los inmuebles patrimoniales como objetos desechables de una sociedad eminentemente consumista, en lugar de poner el foco en el turismo cultural como fuente de ingresos económicos. Esta situación se traslada también a los bienes culturales muebles, transformados y desvalorizados por el volumen de mercancías y mobiliarios de importación que ahogan la expresión y el mercado local. Una acción prioritaria para la conservación de los PATRIMONIO NACIONAL

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valores históricos, estéticos, arquitectónicos y urbanos de nuestras ciudades es la identificación de los inmuebles y sitios arqueológicos que definen nuestra historia y, por ende, nuestra identidad nacional a partir del patrimonio cultural declarado y el reconocido sin declarar. Este esfuerzo de listar e identificar se organiza cronológicamente desde los inicios de nuestra historia escrita, con la llegada de los europeos conquistadores a finales del siglo XV, hasta el año 2000, siguiendo los períodos del desarrollo histórico nacional, de acuerdo con los acontecimientos e influencias relevantes que marcaron las épocas de desarrollo arquitectónico. En estos quinientos años prevalecieron el mestizaje, la adaptación creativa y el eclecticismo, producto de las influencias de pueblos y etnias que dejaron su huella en la isla, lo que ha producido una diversidad cultural que nos identifica como dominicanos.

La Casa de Nicolás de Ovando, también conocida como Casa de la Virreina y Casa de los Cañones. Construida en 1502, esta impresionante mansión colonial fue una de las primeras construcciones de piedra de Santo Domingo y sirvió como residencia del gobernador Nicolás de Ovando y Cáceres (1460-1511).


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Arriba. Urna funeraria que le habría regalado el Gobierno francés al Gobierno dominicano cuando murió Ulises Heureaux para guardar sus cenizas. Derecha. El Museo Casa de Tostado le debe su nombre al primer propietario de esa casa, Francisco Tostado de la Peña, escribano del gobernador. En la fachada se puede observar una ventana geminada de estilo gótico isabelino, única en América. Construida en 1505, este edificio de dos plantas fue una de las primeras viviendas familiares de la ciudad y una de las más lujosas de toda la colonia.


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Nuestra historia documentada empieza con la colonización española. Este hecho de por sí despierta controversias en relación con las actuaciones de los personajes involucrados, pero también marca un hecho trascendental que cambió la historia moderna del mundo: el descubrimiento del continente americano por Europa. Y en esta nueva etapa, la isla de Santo Domingo juega un papel preponderante en el proyecto de conquista y colonización de estas tierras, marcado por el encuentro de culturas diversas y en diferentes etapas de desarrollo. Fuimos el punto de partida y de abastecimiento para los exploradores, y el espacio de aclimatación de las especies de flora y fauna traídas del Viejo Mundo. La historia americana se escribe a partir de la cololos errores que se cometieron y de sus consecuencias. Esas primeras manifestaciones se han ido transformando y adaptando para convertirse hoy en la base de nuestra cultura, en los elementos que reconocemos como nuestro patrimonio cultural, muchos de los cuales trascienden nuestras fronteras para convertirse en patrimonio de la humanidad, para constituirse en las primacías americanas de la adecuación de la cultura europea en el nuevo continente. Un hecho que muchas veces no llegamos a apreciar o a valorar en su justa dimensión.

Arriba. La Casa de Bastidas está ubicada en la calle Las Damas, junto a la Fortaleza Ozama, en la Ciudad Colonial. Es una magnífica construcción que se remonta a inicios del siglo XVI. Rodrigo de Bastidas fue alcalde honorario de Santo Domingo en 1512 y fundó diversas ciudades de América del Sur, como Santa Marta, en Colombia, o la primera capital de Venezuela. Izquierda. Portada en piedra de la Casa de los Cinco Medallones, llamada así por sus cinco medallones platerescos. Data de la primera mitad del siglo XVI, en torno a 1540. También es conocida como la Casa de la Moneda, ya que se ha relacionado con la acuñación de monedas.

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nización de La Española, de los ensayos que se hicieron, de


Joyel de peje. De oro, rubís y perlas. Siglo XV.

Cruz procesional de plata, siglo XVIII.

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Joyel de caballo marino. De oro, perlas berruecas y aljófares. Siglo XV. Piezas de la Colección Tesoro. Museo de la Catedral de Santo Domingo.

Joyel de lagarto. De oro, rubís y perlas. Siglo XV.

Custodia de plata dorada, siglo XIX.


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El Palacio de Borgellá fue una de las quince casas que ordenó construir Nicolás de Ovando en el siglo XVI y durante un tiempo fue la casa de Hernán Cortés. A principios del siglo XIX fue adquirido por el gobernador haitiano Gerónimo Borgellá.


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Los nativos A la llegada de los españoles en 1492, la isla de Santo Domingo estaba habitada por varias etnias aborígenes que empezaban a tener conformaciones de asentamientos con espacios urbanos diferenciados. Algunos de los vestigios encontrados incluyen plazas ceremoniales, calzadas y cementerios comunes fuera de las viviendas. Había muchos pueblos y pequeños poblados, siempre cercanos a fuentes de agua, y las construcciones eran de materiales vegetales perennes. La distribución de estos asentamientos aborígenes ha sido registrada por los escritores y cronistas de Indias de los siglos XV y XVI, y se ha podido confirmar por algunas de las excavaciones arqueológicas realizadas en los últimos años en la costa norte del país. El material cultural producto de estas investigaciones arqueológicas se expone en museos dominicanos y del extranjero, así como en colecciones privadas. Los antiguos poblados indígenas y plazas ceremoniales localizados han sido declarados yacilos Indios, en San Juan de la Maguana; las plazas ceremoniales de Chacuey y Estebanía, en Azua; la piedra de Monte Bonito, también en Azua; las petrografías del río Yuma, en Bonao; y los asentamientos de El Carril y El Flaco, en el valle del Cibao. Aunque no se haya conservado ninguna de las estructuras de habitación de los aborígenes nativos, aún permanecen evidencias de esa forma tradicional de construcción en nuestra arquitectura vernácula, influenciada por las condiciones climáticas y la materialidad del contexto. Sí encontramos algunos restos de plazas ceremoniales, abrigos rocosos, cuevas y grandes piedras donde han quedado rastros de petrografías y pictografías de simbología religiosa de Pintura sobre tabla de Nuestra Señora de la Antigua, siglo XVI, ubicada en una capilla de la Catedral.

gran valoración patrimonial, y que están dispersos por todo el territorio nacional, muchos de ellos aún por descubrir.

La Catedral Primada de América, Catedral de Santo Domingo o Basílica Menor de Santa María de la Encarnación fue consagrada en 1541 por el obispo Alonso de Fuenmayor. El papa Pablo III la convirtió en Metropolitana Primada de las Indias.

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mientos arqueológicos. Algunos de ellos son: el Corral de


Arriba. El Panteón Nacional fue originalmente una iglesia de la Orden de los Jesuitas. Se conservan aquí los restos de personajes históricos destacados. Desde 1990, forma parte del Patrimonio de la Humanidad, adscrito a la Ciudad Colonial de Santo Domingo. Construido, posiblemente, entre 1714 y 1755. Derecha. Detalles en piedra del altar. Vista del mural de la cúpula.


Las primeras manifestaciones europeas Reconocida como el primer asentamiento europeo en el continente americano, la villa de La Isabela, denominada así en honor de la reina Isabel de Castilla, patrocinadora del primer viaje del almirante Cristóbal Colón, está ubicada en la costa norte de la isla, en el actual municipio de Luperón (Puerto Plata), en un promontorio frente a una pequeña bahía protegida. Fue fundada entre diciembre de 1493 y enero de 1494 por Colón en su segundo viaje. La expedición se componía de una flota de diecisiete naves y unas 1,500 personas, además de animales, plantas y semillas europeas. La primera misa católica de América tuvo lugar allí el 6 de enero de 1494, una fecha conmemorativa que tradicionalmente se celebra en La Isabela.

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De corta duración (1493-1498), La Isabela fue un asentamiento medieval que reproducía el modelo de factoría portuguesa y donde se produjeron las primeras relaciones entre los indígenas y los españoles y los primeros intercambios de especies de flora y fauna entre el Nuevo y el Viejo Mundo. Organizada con una estructura administrativa de cabildo y alcaldía mayor, sirvió para emprender la conquista de los territorios de La Española, nombre dado por Colón a la isla. Tras despoblarse, durante años se mantuvo allí la construcción de barcos y sirvió luego como refugio de contrabandistas y piratas. Al ser abandonada muy temprano, los sillares labrados de piedra de sus edificaciones fueron desmantelados para llevarlos a nuevos asentamientos cercanos, como el de Puerto Plata, en los inicios del siglo XVI. Para la celebración del Cuarto Centenario del Descubrimiento de América, en el siglo XIX, fue redescubierta; se iniciaron entonces algunas investigaciones y declaraciones de utilidad pública del área ocupada por la antigua villa. Durante varios siglos los visitantes se llevaban como recuerPATRIMONIO NACIONAL

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do las piezas y los restos que encontraban. Los terrenos del sitio denominado Solar de las Américas fueron declarados desde 1913 de utilidad pública, junto con La Vega Real y Santiago. En 1944 se planteó su reconstrucción, en 1969 se declaró monumento nacional y se iniciaron los trabajos en la década de 1980. Su valoración patrimonial es eminentemente histórica por el valor documental del primer encuentro entre dos culturas tan disímiles en tierras americanas. Aquí se establece la primera villa, donde se implanta la arquitectura europea; por aquí llegan las primeras mujeres españolas; por

Detalle de fachada de la iglesia Regina Angelorum.

aquí entran a América el caballo, el cerdo, la cabra, el trigo, la cebolla y la caña de azúcar, entre otros rubros, y desde aquí se envían a España productos nativos como la piña y el maíz. Aún el sitio conserva el genius loci o espíritu del lugar,

La iglesia Regina Angelorum es el primer recinto de monjas dominicas de Santo Domingo. Su construcción se data a mediados del siglo XVI y presenta un diseño gótico característico de la época colonial.


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que recuerda lo que implicó la empresa del descubrimiento y conquista de las Américas. Las excavaciones arqueológicas han rescatado estribos de caballos, monedas, sellos, vasijas de barro, anillos y osamentas del siglo XV de los primeros ocupantes europeos, y huellas de sus predecesores indígenas. Desde La Isabela, en 1494, se realiza la primera penetración, por los senderos indígenas, hacia el valle del Cibao. Aunque muchos de los primeros asentamientos españoles no perduraron, los lugares donde se encuentran sus ruinas han sido declarados monumentos nacionales, al igual que cualquier otro resto de estructuras y artefactos de la época colonial y precolombina que aún no hayan sido identificados. En el transcurso de los primeros años de la conquista se fundan villas como la Concepción de la Vega primera vez. Son los primeros ensayos donde se utilizan los códigos y disposiciones urbanas de finales del siglo XV, a la vez que se construyen fortalezas militares a la usanza medieval. No será hasta la fundación de Santo Domingo en 1502 cuando se transforme el modelo de asentamiento por la inclusión de la cuadrícula urbana. Monumentos nacionales correspondientes a esos primeros años de la colonización son La Vega Vieja, donde se encuentra el parque con las ruinas de la Fortaleza (1495), y las ruinas del primer monasterio de la Orden de San Francisco de Asís.

Izquierda. Altar de la iglesia Regina Angelorum, revestido de plata repujada con decoración de cuadrículas que contienen rosetones estilizados. Der. abajo. La iglesia de Santa Bárbara fue originalmente una humilde construcción de paja y madera, y así permaneció durante casi 30 años, hasta que se inició la construcción del nuevo templo en 1560. El exterior presenta un estilo español-colonial con ciertos detalles barrocos. Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1990.

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Real, segunda en importancia y donde se fundió oro por


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Izquierda y derecha. La iglesia de Nuestra Señora de las Mercedes, una hermosa estructura del siglo XVI, era conocida en tiempos de la colonia como la Iglesia de la Madre de Dios. Su construcción se inició en 1527 y finalizó en 1555.


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La consolidación de la colonia española En 1498, por mandato de la reina, ordena el Almirante a su hermano Bartolomé la construcción de una nueva ciudad en la parte sur de la isla, más cercana a las nuevas minas de oro descubiertas. Es el momento en que se funda la Nueva Isabela en la orilla oriental del río Ozama y se traslada la sede del virreinato desde La Isabela, con su tribunal de justicia, el cabildo y la alcaldía mayor. Solo permanece de este primer asentamiento a orillas del Ozama la capilla del Rosario y el horno de cal en el farallón. Dicha capilla es parte de los monumentos nacionales declarados, y su construcción con materiales permanentes es anterior a 1544. En 1502, el gobernador Nicolás de Ovando traslada la ciudad a la margen occidental y traza un nuevo asentamiento, más ordenado, con cuatro amplias calles en ambos sentidos, bautizado como Santo Domingo. Cuenta con las principales estructuras de índole religiosa, militar, institucional y de servicios vigentes durante la colonia y posteriormente. Se destaca por su riqueza estilística e histórica y por lugar ni abandonado. Esta permanencia y su temprana fundación la han hecho poseedora de las grandes primicias arquitectónicas en el Nuevo Mundo, como el primer y último uso del estilo gótico europeo, la primera torre del homenaje, la primera catedral, el primer hospital, la primera Casa de Contratación, la primera universidad, el primer acueducto, el primer palacio virreinal, la primera Real Audiencia, la primera plaza de armas, las primeras y únicas atarazanas reales, las primeras murallas defensivas, entre un sinnúmero de otras edificaciones. Cada una de ellas forma parte de los monumentos nacionales protegidos y amparados por leyes y decretos emitidos por el Gobierno dominicano. Izquierda. La iglesia de Nuestra Señora del Carmen fue construida después de 1615 y ampliada en 1729. De la obra primitiva solo se conserva el ábside. Su fachada presenta una preciosa talla (obra de escultura) en ladrillo que rodea el portal principal barroco; sobre ella, un pequeño nicho acoge una imagen de la Virgen del Carmen tallada en piedra. Der. abajo. La iglesia de San Miguel, fundada en el siglo XVII, es una de las iglesias barrocas más antiguas de América. Debido a los terremotos que asolaron la ciudad en 1562 y 1673, tuvo que ser reconstruida en varias ocasiones. La fachada es sencilla y de estilo gótico.

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ser el único de los asentamientos que no fue trasladado de


La mayor riqueza estilística y ornamental de la arquitectura colonial puede apreciarse en los diecisiete templos católicos construidos dentro del centro histórico, entre los que se encuentran capillas, iglesias, ermitas, conventos y la catedral. Otros ocho templos de la época se localizan en pueblos del interior. Piezas de gran relevancia patrimonial son el Alcázar de don Diego Colón (1511-1514); los palacios de la Casa de Contratación y de los Capitanes Generales; la Catedral Metropolitana de Santa María de la Encarnación (15211540); el hospital de San Nicolás de Bari (iniciado en 1503); la Casa de los Medallones (circa 1540); la Torre del Homenaje (1503-1507) y la Fortaleza. Asimismo, los conventos de las órdenes mendicantes: San Francisco, al norte (15021664); el Real Convento Dominico, al sur (1510-1535), y Las Mercedes, al oeste (1527-1555). Entre 1492 y 1520 se fundaron más de quince viPATRIMONIO NACIONAL

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llas, desarrolladas en tres momentos de ocupación territorial. El primero fue la década colombina; el segundo, el período ovandino, bajo la férrea gobernación del comendador de Lares, y el tercero, el período de Diego Colón. La extensión y ocupación de la isla enfrentó un despoblamiento continuo y paulatino, agravado por la destrucción causada por terremotos como el de 1562. El abandono se apropió de los lugares y muchos desaparecieron con el tiempo. A mediados del siglo XVII solo quedaban cinco ciudades y cuatro villas, descritas en las relaciones de los canónigos. Las reformas borbónicas acaecidas en el siguiente siglo buscaban aumentar el número de habitantes, repoblando las zonas abandonadas y las antiguas villas. Emigrantes de las islas Canarias llegaron con tal propósito a finales de ese siglo y durante todo el siguiente. Izquierda y derecha. El monasterio de San Francisco fue una de las obras de Nicolás de Ovando. Su construcción se inició con motivo de la llegada de los padres franciscanos, en 1508, y se concluyó en 1560. Fue el primer monasterio del Nuevo Mundo.



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Algunos de los pueblos que hoy son parte de nuestra cotidianidad y de la vida republicana fueron reedificados y fundados durante el siglo XVIII, como Puerto Plata (1736), Montecristi (1752), Samaná y Sabana de la Mar (1756), y Baní (1768). Las repoblaciones trajeron consigo el desarrollo de pueblos con modestas ermitas e iglesias parroquiales que han aumentado el patrimonio cultural colonial en pie fuera de la Ciudad Colonial de Santo Domingo. En el caso de la arquitectura doméstica de la colonia, se construyeron casas grandes y palacios para los altos funcionarios de la Corona y los enriquecidos conquistadores. Se destacan, dentro del centro histórico de Santo Domingo, la Casa del Cordón, las casas del escribano Francisco de Tosdas, y especialmente, el palacio del virrey. Fueron estas las primeras edificaciones protegidas por ley, cuya importancia y reconocimiento ha sido refrendada varias veces, hasta ser declaradas monumentos nacionales. También llegaron a levantarse viviendas suburbanas en áreas rurales para terratenientes y propietarios de ingenios, entre ellas, las casas de Engombe, de Palavé y de Ponce de León (esta última en Boca de Yuma, en La Romana), todas ellas bajo protección.

Izquierda y derecha. La iglesia y convento de los Dominicos es la edificación católica más antigua en uso continuo de América. De estilos gótico, gótico isabelino y barroco. Su construcción se inicia a partir de la llegada de la Orden de los Dominicos a Santo Domingo, alrededor de 1510. Hoy día forma parte del conjunto de la Ciudad Colonial, como Patrimonio de la Humanidad.

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tado, de Juan de Villoria, del gobernador Rodrigo de Basti-


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dujeron, pues, gran cantidad de edificaciones. Ubicadas la

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Los trescientos años de dominación colonial española promayoría en la Ciudad Colonial de Santo Domingo, en pocos casos se conservan completas en su interior y la mayoría se encuentran en forma de ruinas y restos arqueológicos. Cabe destacar la parte industrial, con los ingenios y trapiches para el procesamiento de la caña de azúcar. Durante el siglo XVIII se llegaron a inventariar unos 27 ingenios; podemos hoy en día ubicar las ruinas de por lo menos una docena, construidos entre el siglo XVI y el XIX, cuando la tecnología y los capitales conformaron los nuevos centrales azucareros. Estos lugares de memoria fueron los protagonistas de la industrialización y de la supervivencia de la isla, orientada a la exportación de azúcar a Europa. Trapiches de sangre e hidráulicos fueron testigos del uso de mano de obra esclava, primero aborigen y después africana.

Arriba y derecha. La Fortaleza de Santo Domingo o Fortaleza Ozama, construida por los españoles durante la época virreinal, es el fuerte europeo más antiguo de América. Su principal objetivo era proteger a la ciudad de los ataques de los piratas ingleses y de invasores franceses y portugueses. Fue declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad.




Las primeras sublevaciones de esclavos africanos ocurrieron en los ingenios. En 1521, en el ingenio de Montealegre, perteneciente al virrey Diego Colón, tuvo lugar la primera de ellas; muy posteriormente, Boca de Nigua fue escenario de otra revuelta de esclavos. Hoy se celebran en este último lugar manifestaciones que exaltan la libertad del esclavo y del negro cimarrón. Un ambicioso proyecto conocido como la Ruta del Esclavo relaciona los ingenios dominicanos con los de Cuba, Puerto Rico, Jamaica y Haití. Los sitios del azúcar más cercanos a Santo Domingo han sido presentados a la Lista Indicativa del Patrimonio Mundial de la Unesco. Entre ellos están el ingenio de Santa Ana de Engombe, la casona de Palavé, el ingenio hidráulico de Diego Caballero y el complejo de Boca de Nigua. Existen, además, un sinnúmero de ruinas de antiguos ingenios por todo el territorio nacional, como el ingenio de Sanate, en Higüey. es la defensa y protección contra los invasores extranjeros durante la colonia. Primero, los conquistadores se protegían de los indígenas con fortalezas de madera, de las que no quedan restos; después, eran ya de mampostería de ladrillo, como se evidencia en las ruinas de La Vega Vieja. Con el exterminio de los indígenas se hizo innecesaria su permanencia. Inicialmente, no se pensó proteger las ciudades con murallas a la usanza medieval, hasta que los imperios europeos entendieron la magnitud de las tierras descubiertas y constataron la negativa española a repartir el botín.

Izquierda. La muralla de Santo Domingo comenzó a erigirse a mediados del siglo XVI para defender la ciudad de los ataques de piratas. Se construyó con piedra coralina. Se pueden ver diferentes fuertes alrededor de la misma, como el fuerte Invencible del siglo XVII, el fuerte de San Antón y el de San Diego. Derecha. La Puerta de San Diego, que data de 1576, era la entrada principal a Santo Domingo desde el mar. Está blasonada con los escudos del rey, de la isla Española y de la ciudad. Fue restaurada en la década de los ochenta del siglo XIX cuando se construyó la avenida del Puerto.

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Otro aspecto que se valoriza de forma patrimonial

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Francisco del Rosario Sánchez. Juan Pablo Duarte.

Ramón Matías Mella. Armas pertenecientes a los padres de la patria.

Espingarda, obsequio de la reina Isabel II a Pedro Santana durante la Anexión.

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Piano restaurado donde el maestro José Reyes ejecutó las notas del Himno Nacional dominicano, interpretado por primera vez el 17 de agosto de 1883. Todas ellas son piezas del Museo de Historia y Geografía.


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Arriba. La Puerta de la Misericordia, la primera de las puertas de Santo Domingo, fue construida con grandes bóvedas de piedra en 1543. Aquí se disparó el trabucazo que estableció la soberanía dominicana en 1844. Abajo. El Baluarte del Conde, que servía de entrada a la ciudad de Santo Domingo, fue escenario del primer acto de independencia de la República Dominicana el 27 de febrero de 1844. Aquí se izó por primera vez la bandera nacional. El nombre es en honor del conde de Peñalva (Bernardino de Meneses Bracamonte y Zapata), quien luchó contra la invasión inglesa de William Penn y Robert Venables en 1655. Fotografía: Ricardo Hernández / INTEC.


La Fortaleza de San Felipe está situada en una colina en la llamada Puntilla del Malecón, en Puerto Plata, con vistas al océano Atlántico. Su ubicación estratégica protegía la entrada de la ciudad. Su construcción, encargada por el rey Felipe II de España, fue completada en 1577. Hoy es un museo.


En Santo Domingo, la fundación se inicia con la construcción de la Torre del Homenaje, para controlar y defender la entrada del puerto. La consolidación como fortaleza y la edificación de la torrecilla del lado oriental del río completaron un sistema elemental de protección. Las presiones de los imperios y de los buscadores de fortuna agilizarían 1543 por los lienzos este y oeste. Tardó alrededor de 180 años en completarse el cerco citadino, consistente en un sistema inicial de defensa medieval y el posterior sistema de fortificaciones abaluartadas creadas por los Antonelli. Igualmente, tenemos las ruinas de la fortaleza de La Vega, la fortaleza de San Felipe en Puerto Plata (1564-1577), los fuertes extramuros para la defensa de Santo Domingo, el desaparecido castillo de Haina (en la desembocadura del río) y el castillo de San Gerónimo, destruido este en gran parte por una explosión de su polvorín durante la década de 1940. Además, la fortaleza de San Luis, en Santiago, de fecha posterior. Todas estas construcciones militares han sido declaradas monumentos nacionales.

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un proceso de amurallamiento de la ciudad, iniciado en


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Arriba. Detalle de Tschinke Rifle, arcabuz con exuberante decoración de nácar y hueso. Siglo XVII. Colección Museo de las Casas Reales. Abajo. Museo de las Casas Reales y parte de la muralla de Santo Domingo.


Las transformaciones formales y constructivas de la República Con la llegada del siglo XIX, se sucedieron los cambios de dominación, primero por la cesión a Francia de la isla y posteriormente por la ocupación haitiana. Estas ocupaciones ejercieron un cambio en la arquitectura de las ciudades, por primera vez había una influencia que no procedía de España. Las modificaciones se percibieron en la arquitectura civil: se abrió la vivienda al exterior, con el balcón corrido como elemento de conexión que adaptaba la casa al clima tropical; se regularizaron y ampliaron los huecos de los vanos, y se introdujeron antepechos en las antiguas casas para aumentar su altura exterior. Fue un cambio radical en demos encontrar todavía algunos de estos balcones que recorrían toda la fachada. Este elemento se mantuvo durante el siglo XIX y perduró ya entrado el siglo XX, cuando el antiguo balcón de madera fue sustituido por el de concreto armado. Un símbolo de estatus para las importantes familias que habitaban la ciudad.

Espléndida talla de marfil de extensa iconografía relacionada con la caza. Su terminal representa un ángel y una trompeta. Museo de las Casas Reales

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la fisonomía de la ciudad de Santo Domingo, donde po-


La creación de la República genera la fundación de nuevas poblaciones, como Yamasá, Jarabacoa y San José de Ocoa entre 1844 y 18613. Se efectúa un acelerado crecimiento poblacional, apoyado en parte por la abolición de la esclavitud y la presencia de refugiados de la región fronteriza con Haití y de grupos de emigrantes. Unas 38 poblaciones fueron fundadas o elevadas a puerto cantonal o común durante el siglo XIX, según relata Vicente Celestino Rojas en su libro Historia de la división territorial 1492-1943. En la segunda mitad del siglo XIX, el país recibe importantes capitales provenientes de Cuba que impulsaron la industria azucarera a niveles nunca antes vistos. Comienza la expansión comercial, que influye en la adopción de nuevos modelos arquitectónicos provenientes de Europa y Norteamérica. Llegan tipologías de casas por catálogo que utilizan la técnica constructiva del Balloon Frame, como demostración de la influencia del momento, y son interpretadas luego por los carpinteros locales con creativas soluciones y buen gusto. Es importante resaltar las amplias galerías frontales, PATRIMONIO NACIONAL

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laterales o perimetrales, la ornamentación en las cresterías pendientes y los juegos de cubiertas y varias puertas en sus vanos, que proliferan por los pueblos; también las estaciones de ferrocarril, los almacenes y mercados prefabricados. La transformación tocó también el espacio interior de los inmuebles, cambiando el perfil urbano de nuestras ciudades costeras y del interior, que por primera vez incurrían en una plasticidad representativa del ambiente caribeño. La madera machihembrada, los adornos de fantasía y las planchas metálicas acanaladas para las cubiertas se convirtieron en el modelo referencial de las nuevas construcciones a lo largo y ancho de la nación. Montecristi y Puerto Plata serían representativas de esta nueva corriente angloantillana. El Reloj de Sol es una majestuosa columna de piedra de 12 pies de altura construida en 1753, durante el reinado de Carlos III. Permitía a los magistrados de la Real Audiencia ver la hora desde sus despachos. 3

Referencia tomada de “Introducción al período republicano”, en Gustavo Luis Moré et al., Historias para la construcción de la Arquitectura Dominicana, 14922008, Grupo León Jimenes, 2008, p. 150.


Pistolas de la colección de armas del Museo de las Casas Reales.

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Escopeta de caza alemana. Primera mitad del siglo XIX. Museo de las Casas Reales.



La reactivación de la economía atrajo más capitales y demandó mano de obra extranjera. Fue cuando llegaron grandes migraciones procedentes de varios países: entre estos grupos se encontraban árabes, judíos, españoles, canarios, italianos, chinos y de otras islas del Caribe de habla inglesa. Con los inmigrantes vinieron los adelantos tecnológicos en boga en otras partes del mundo: se mejoraron los métodos de comunicación interna con la introducción de ferrocarriles de carga y de pasajeros, del telégrafo y el teléfono, el uso del correo, y la instalación de puentes, tranvías y acueductos en las zonas urbanas. Además, vemos nuevos métodos y materiales de construcción, incluido el uso de piezas prefabricadas de hierro, de la mano de profesionales extranjeros. La riqueza ornamental permitida por estas nuevas tecnologías constructivas y sus artífices se extendió por muchas de las poblaciones del interior, enriqueciendo la arquitectura tradicional y popular, y dotando de identidad a los diferentes pueblos. Desde los modelos de galerías madera, la arquitectura de la época republicana representaba a la joven nación. El auge de la industria azucarera y el puerto comercial convirtieron a San Pedro de Macorís, a inicios del siglo XX, en una ciudad pujante y de vertiginoso desarrollo que adoptó la nueva tecnología del hormigón armado. Aquí se erigieron las primeras edificaciones del país con cemento Portland y varillas alemanas, de las que son buena muestra el Gran Hotel, el edificio Armenteros, la iglesia de San Pedro Apóstol y muchos otros que hicieron florecer la ciudad Izquierda. El ingenio de Engombe es uno de los ejemplos más importantes del patrimonio industrial dominicano de tiempos de la colonia.` Estuvo destinado durante varios siglos a la fabricación de azúcar. El conjunto consta de una casa de dos pisos, una pequeña capilla, una construcción adicional que pudo haberse utilizado como almacén o galpón de esclavos, restos de un posible trapiche y otros restos dispersos en el entorno. Arriba. La iglesia de Santa Ana de Engombe fue construida en piedra a solicitud del Arzobispado entre los años 1533 y 1535. Era la única construcción religiosa de la isla en el siglo XVI que no incluía detalles de estilo gótico.

con los estilos en boga del momento: art nouveau, art decó, neomudéjar, neogótico, neohispánico, neoclásico, ecléctico y angloantillano. La técnica se utilizará luego en Santo Domingo y La Romana, y se extenderá por todo el país.

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frontales o perimetrales a la policromía de las viviendas de



Los nuevos métodos constructivos de madera, metal prefabricado y hormigón armado, valorados como parte de nuestro patrimonio edificado, están ejemplificados en los cuatro centros históricos declarados desde 1970: Puerto de Macorís. Con estas declaraciones se intentó proteger la uniformidad estilística que existía en los conjuntos urbanos históricos, que se convirtió en un atractivo para el turismo cultural. Un caso particular fue el de Puerto Plata, que, además de la declaratoria de centro histórico por su riqueza arquitectónica, también se erige en el primer polo turístico del país, lo que refleja la importancia de la riqueza patrimonial como atractivo y soporte de la industria del turismo. Es de reconocer que el estado actual del patrimonio inmueble de los centros históricos republicanos se ha venido transformando con el devenir. Se está haciendo un esfuerzo para tratar de mantener las tipologías excepcionales y las zonas que conservan los valores históricos, estéticos, arquitectónicos y urbanos. Un ejemplo actual es Sánchez, en su momento un puerto comercial relevante de la zona norte del país, que conserva algunas casas de estilo ecléctico, actualmente en restauración y reconstrucción.

El histórico ingenio de Boca de Nigua fue declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en 2005. Poco queda del lugar donde se protagonizó la histórica rebelión de los negros esclavos contra los españoles en 1796.

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Plata, Montecristi, Santiago de los Caballeros y San Pedro


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Trapiche usado para extraer el jugo de la caña de azúcar. Colección Museo de las Casas Reales.


En cuanto a los bienes muebles de la época republicana, el mayor acervo estatal está en el Museo de la Familia Dominicana, en la Ciudad Colonial, con cerca de 700 objetos de menaje doméstico del siglo XIX. Entre ellos se encuentran pinturas, dibujos, porcelanas, esculturas, grabados, litografías, fotografías, objetos litúrgicos y utilitarios, indumentaria secular, utensilios y mobiliario religioso y doméstico, medallas e inscripciones, objetos culinarios, baúles e instrumentos musicales (como el piano que perteneció a Damián Báez, hermano del presidente Buenaventura Báez). Otra colección de gran relevancia se encuentra en el Museo Nacional de Historia y Geografía, que abarca desde la época republicana a la contemporánea, con importantes piezas de uso personal de valor histórico pertenecientes Matías Ramón Mella, Pedro Santana, Gregorio Luperón, Ulises Heureaux, Ramón Cáceres y Rafael L. Trujillo. Pinturas, esculturas, documentos, mobiliario, armas y artillería militar solo son una parte de las colecciones en custodia del museo. Se destacan la mesa donde se firmó la Constitución de la República en San Cristóbal y la Biblia personal del patricio Francisco del Rosario Sánchez.

Vistas del ingenio de Boca de Nigua.

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a las figuras más representativas de nuestra historia, como


Ruinas de La Vega Vieja, originalmente llamada Concepción de la Vega, fundada en diciembre de 1494. En ella se estableció el fuerte de la Concepción. En esta villa se erigió una de las dos primeras diócesis de América.

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Ruinas del hospital de San Nicolás de Bari, el primer hospital de América. Presentaba una mezcla de arquitectura renacentista y gótica. Su construcción se inició en 1503 durante la gobernación de Nicolás de Ovando.

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La Catedral de Santiago Apóstol fue bautizada así en honor de Santiago el Mayor. La primitiva iglesia parroquial fue destruida por un terremoto en 1842. La actual estructura se construyó entre 1868 y 1894, y fue consagrada en 1895. El templo, de estilo ecléctico, sigue el rito romano o latino y es la iglesia madre de la arquidiócesis de Santiago de los Caballeros, creada como diócesis en 1953 por el papa Pío XII.


Desarrollo de la modernidad: la autoridad impulsa el progreso Tras varios años de inestabilidad política y económica a inicios del siglo XX, el incremento de la deuda externa y los intereses regionales por el control del Caribe conducen al país en 1916 a la primera intervención militar norteamericana, que trajo consigo elementos que se han ido convirtiendo en parte de nuestro acervo cultural. Instalaciones hospitalarias y escolares como las casas escuelas en San Carlos y en varios pueblos, nuevas tipologías de viviendas y las carreteras con sus puentes de metal han quedado registradas en la memoria colectiva del dominicano y forman parte del legado patrimonial. Tras la retirada de los norteamericanos, el gobierno progresista de Horacio Vásquez aporta a la conservación de 666-27 sobre la creación del Museo y la Biblioteca Nacional. El clima de estabilidad que representaba su gobierno promueve la construcción de los primeros edificios en altura en Santo Domingo, los edificios Baquero y Diez, en la calle El Conde, que son los más altos hasta 1968. Durante los treinta años de la tiranía trujillista, se ponen en marcha los planes de modernización iniciados anteriormente. Una visión de progreso de las ciudades se ejecuta desde la supuesta visión del mandatario. La ingeniería y la arquitectura se desarrollarán como nunca antes; de ello son buena muestra La iglesia de Nuestra Señora del Rosario, en Moca, fue construida a principios del siglo XIX. Originalmente, fue una modesta edificación de tablas de palma y techo de canas. En 1946, un fuerte sismo derribó sus dos torres frontales, que fueron reconstruidas con distintos diseños y altura. Esta iglesia fue declarada Patrimonio Nacional en 2011.

los grandes puentes colgantes, como el Ramfis sobre el río Higuamo, el Radhamés sobre el río Ozama —hoy Duarte— y el puente sobre el río Yaque en Santiago.

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los bienes culturales muebles con la promulgación de la Ley

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El Santo Cerro, también conocido como Santuario de la Virgen de las Mercedes, donde Cristóbal Colón plantó la primera cruz del Nuevo Mundo. Es una hermosa iglesia blanca de estilo gótico que reemplazó a la pequeña ermita. Fue diseñada y construida por el arquitecto Alarife Onofre de Lora a principios de 1880. Derecha. Nave central del Santuario Nacional Sagrado Corazón de Jesús, en Moca, magnífico templo concebido en la década de 1940 por el padre salesiano Antonio Flores e inaugurado en 1956.


La construcción de edificaciones se incrementó, dando cabida a los primeros arquitectos dominicanos graduados en el extranjero, que cambiaron el perfil urbano de nuestras ciudades con arquitectura moderna que intentaba colocar al país al nivel de las naciones desarrolladas. Los grandes complejos que representan este cambio fueron el campus de la Ciudad Universitaria de Santo Domingo, iniciada en 1940; el conjunto de hoteles urbanos para el turismo; las construcciones para celebrar el Primer Centenario de la República, entre las que se encontraban el Cuerpo de Bomberos de la avenida Mella y el Mercado Modelo; el Palacio Nacional, inaugurado en 1947, de un neoclasicismo ecléctico tardío, de gran riqueza artística y con un mobiliario digno de resaltar; el Monumento a la Paz de Trujillo y la Feria de la Paz. Deben ser reconocidos por sus aportes en la espacialidad y la simplicidad de juegos de planos, en contraposición al academicismo de las obras representativas del poder. El arte y la plástica dominicana deben mucho al desenlace de la guerra civil española. En 1939 comenzó

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a llegar un grupo de exiliados políticos, la gran mayoría

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artistas, entre ellos pintores, escultores, escritores, músicos y dramaturgos. Estos contribuyeron a crear la Escuela de Bellas Artes, que apoyó y formó el talento local. Se organizan exposiciones de artes plásticas, que se institucionalizarán con las bienales durante el resto del siglo, incluidas las de arquitectura, iniciadas en 1986. Entre los exiliados españoles llegaron también arquitectos4 que introdujeron una arquitectura de vanguardia que propició el surgimiento de nuevas soluciones creativas dentro de la modernidad regional. Proliferaron entonces altorrelieves escultóricos, pin-

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Los arquitectos Joaquín Ortiz García y Tomás Auñón realizaron en sociedad e individualmente alrededor de cuarenta obras, distribuidas entre Santo Domingo, Jarabacoa y La Romana. Principalmente, construyeron residencias, donde integraron mobiliario, piezas escultóricas, herrería ornamental, materiales y formas diversas no trabajadas con anterioridad. Entre estas, se destacan la residencia La Torre, de la familia Vitienes Colubi, en Santo Domingo, y la residencia Zorrilla, en Jarabacoa.



turas murales y frescos que adornaban las catedrales y los edificios. El máximo representante del muralismo en Santo Domingo fue el español Vela Zanetti, que llegó a pintar más de cien murales, no todos conservados. En el marco de la conjunción entre ciencia y arte, se fundó durante la década de 1930 el Museo Nacional5, dirigido por Abigaíl Mejía, que exhibía bienes culturales muebles de gran valor histórico en un espacio ubicado en un inmueble cercano a las ruinas del Alcázar de Colón. Posteriormente, el Palacio de Bellas Artes, concluido en 1955, se concibió como un espacio cultural y artístico de gran relevancia para las artes dominicanas. De inigualable valor arquitectónico y simbólico es la Basílica de Nuestra Señora de la Altagracia, en Higüey. Iniciada en 1956 y finalizada en 1972, es la pieza de arquitectura del siglo XX de mayor trascendencia por su espade su ejecución. En 2012 se crea en sus jardines el Museo de la Altagracia Alejandro E. Grullón E., concebido para la exhibición y resguardo de objetos religiosos de culto de más de trescientos años de antigüedad. Alberga la serie de 16 medallones del último tercio del siglo XVIII del pintor Diego José Hilaris, piezas de orfebrería, exvotos, santos de palo, esculturas religiosas de madera y de yeso, casullas y estolas, cálices, copones, patenas y custodias del culto religioso, entre otros objetos.

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Izquierda. Catedral de San Pedro Apóstol, en San Pedro de Macorís. La primera, de principios del siglo XIX, construida con palma y madera, fue destruida por huracanes e incendios al poco tiempo. En 1910 se comenzó la construcción actual con el primer cargamento de cemento llegado a la isla. De exterior gótico e interior románico, destaca por los vitrales en grisalla, que conforman la colección más valiosa de vitrales de la República Dominicana. Derecha. Catedral Nuestra Señora de la Regla.

Gran parte de la colección del Museo Nacional puede verse hoy en día en el Museo Nacional de Historia y Geografía, en la Plaza de la Cultura de Santo Domingo. Fue inaugurado en 1982 por el presidente Antonio Guzmán.

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cialidad, la expresividad del hormigón armado y la calidad



La llegada de los regímenes democráticos provoca cambios en la arquitectura al generar una serie de intervenciones de crecimiento urbano en las principales ciudades, además de dotaciones culturales, deportivas e institucionales. Son piezas arquitectónicas que se han convertido en una importante representación de la evolución de la arquitectura dominicana a finales del siglo XX. El momento será también el detonante para la declaratoria del patrimonio nacional y su preservación, con los trabajos de restauración de los principales monumentos del centro histórico de Santo Domingo y de la periferia, comenzando con el conjunto del Banco Central y la Plaza de la Cultura de Santo Domingo, sede del Teatro Nacional, la Biblioteca Nacional y los diversos museos que congregan los objetos más representativos de la historia, evolución y creatividad artística del pueblo doEl Jardín Botánico Nacional, la Plaza de la Independencia, el Faro a Colón, el Paseo de los Indios, las piezas escultóricas urbanas de los próceres de la patria y figuras de renombre extranjeras han definido, junto con piezas de menor categoría, el repertorio de bienes de interés cultural inmueble que aún espera por sus declaratorias como parte del patrimonio nacional.

Óleo de la Virgen de la Altagracia.

La Basílica Catedral de Nuestra Señora de la Altagracia, en Higüey, es uno de los santuarios más concurridos del Caribe. Fue diseñada por los arquitectos franceses André-Jacques Dunoyer de Segonzac, Pierre Dupré y Pierre Domino. Su construcción comenzó en 1954 por orden del primer obispo de Higüey, monseñor Juan Félix Pepén, para reemplazar un antiguo santuario que data de 1572 donde habría aparecido la Virgen de la Altagracia. Se inauguró el 21 de enero de 1971.

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minicano, como la colección del Museo de Arte Moderno.


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Izquierda. La Catedral de la Inmaculada Concepción de la ciudad de La Vega es uno de los santuarios más importantes de la República Dominicana. El diseño correspondió al arquitecto dominicano Pedro Mena Lajara y fue inaugurada el 22 de febrero de 1992. Derecha. Pintura sobre tabla de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción, Museo de la Catedral de La Vega.

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Izquierda. El Monumento a los Héroes de la Restauración, conocido también como el Monumento de Santiago, se erigió en la ciudad de Santiago de los Caballeros para conmemorar el centenario de la independencia del país. Su construcción comenzó en 1944 y terminó en 1953. Derecha. Monumento al Grito de Capotillo, erigido para honrar la memoria de los héroes de la Restauración. Fue diseñado en 1987 por el Arq. Rafael Calventi Gaviño.


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Izquierda. 1. Casa de tradición victoriana. 2. Ayuntamiento de Puerto Plata, de estilo neoclásico. 3. Casa de la Cultura, Puerto Plata. De estilo angloantillano afrancesado. 4. Casa de balconcillo, Puerto Plata. De estilo angloantillano. Derecha. Glorieta victoriana ubicada en la plaza Independencia de Puerto Plata. Fue remodelada en 1983 manteniendo un respeto absoluto por la original de 1880.

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Faro de la Puntilla, Puerto Plata, construido durante el Gobierno de Gregorio Luperón y a iniciativa del prócer puertoplateño para guiar a los barcos que tenían como destino el puerto de la ciudad.

La estructura del reloj de Montecristi fue diseñada por el famoso ingeniero francés Alexandre Gustave Eiffel. El reloj, construido por el relojero francés Jean-Paul Garnier, sigue funcionando con el mecanismo original instalado a finales del siglo XIX. Fotografía: Virginia Flores.


El Palacio Consistorial de Santo Domingo (1502-1504) se erigió como residencia del alcalde mayor. En el siglo XIX, fue completamente remodelado con el estilo neoclásico propio de la época. Ha sido testigo de hechos trascendentes de la historia nacional.

Palacio Consistorial de San Cristóbal, sede del Ayuntamiento. Se inauguró en 1937. De estilo barroco victoriano, propio de la época. Fue declarado Patrimonio Cultural de la República Dominicana. Fotografía: Archivo del Centro León.


Arriba. Edificio Fermoselle. Propietario: José Armenteros. Constructor: Ing. Nicolás Cortina. 1915. Ecléctico. San Pedro de Macorís. Abajo. Centro Español. Autor: Ing. Nicolás Cortina. 1919-1920. Neoclásico. San Pedro de Macorís.

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Edificio Porfirio Herrera. Autores: Malla y Turull. 1915-1920. Art nouveau. San Pedro de Macorís

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Vivienda angloantillana. Parque Colón, Santiago de los Caballeros.

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Vivienda angloantillana, actualmente oficina de abogados. Frente al parque Colón, Santiago de los Caballeros.


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Izquierda. Edificio Baquero, construido por el ingeniero Benigno Trueba Soares en 1928 en la calle El Conde para albergar la Ferretería Baquero y oficinas. Por muchos años fue el más alto de la ciudad y el primero en usar ascensores. Consta de una torre esquinera que une las dos fachadas de este emblemático edificio. Derecha. Casa de los Vitrales, de estilo neoclásico ecléctico. Construida en 1912 por el arquitecto Antonín Nechodoma. De hormigón armado y techos de estructuras de madera y láminas galvanizadas.


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La Casa Peynado fue construida por Andrés Gómez Pintado en 1910. En ella se firmó el Plan Hughes-Peynado, que puso fin a la ocupación estadounidense de 1916-1924. Se considera el primer edificio de estilo neoclásico registrado en la ciudad de Santo Domingo.


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Casa Mudéjar, que alberga el Museo de la Porcelana. Construida de hormigón armado en los inicios del pasado siglo XX. Tres estilos se destacan: el art nouveau, el art decó y un estilo ecléctico fundamentado en tradiciones hispánicas de Andalucía.


Vista del Faro a Colón, de 800 m de largo y 36.5 m de alto. Su planta de cruz alude a la cristianización de las Américas. El diseño es del arquitecto británico Joseph Lea Gleave, posteriormente modificado por el dominicano Teófilo Carbonell. Se inauguró el 6 de octubre de 1992.


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Majestuosa tumba de Cristóbal Colón. Contiene una urna de plomo con los restos del Almirante encontrada durante los trabajos de remodelación de la Catedral de Santo Domingo, en cuya parte superior se puede leer: “gran almirante de la Mar Oceána don Cristóbal Colón”.


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La Plaza de la Bandera, antes llamada “de la Independencia”, se inauguró en 1978. El diseño y supervisión estuvo a cargo del arquitecto Christian Martínez.


El Altar de la Patria es un mausoleo de mármol blanco que alberga los restos de los padres fundadores de la República Dominicana: Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez y Ramón Matías Mella.


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Palacio de Bellas Artes, inaugurado en 1956. De estilo neoclásico, fue diseñado por el arquitecto Francisco Manuel Batista. Alberga la Dirección General de Bellas Artes, sus compañías, escuelas, la galería nacional y un magnífico teatro. Acoge murales de gran valor.


Mural Las Bellas Artes, de Vela Zanetti, realizado con motivo de la inauguración del palacio de Bellas Artes.


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Izquierda. El Palacio Nacional de la República Dominicana, sede del Poder Ejecutivo, es el lugar de trabajo del presidente y vicepresidente de la República. Su construcción es de estilo neoclásico. Se inauguró el 16 de agosto de 1947. Arriba. Vista interior de la cúpula del Palacio, que conjuga diferentes estilos: victoriano, neoclásico y renacentista italiano.



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Izquierda. Salón de Embajadores, Palacio Nacional. Arriba. Detalle de Cariátides. Salón de las Cariátides, Palacio Nacional.


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El Teatro Nacional Eduardo Brito, diseñado por el arquitecto Teófilo Carbonell, fue inaugurado el 16 de agosto de 1973. Sus tres salas acogen a renombradas figuras del arte mundial y nacional, tanto en la música como en la danza y el teatro.


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La magnífica edificación del teatro está rodeada por esculturas de diversos estilos, jardines y áreas verdes de la Plaza de la Cultura Juan Pablo Duarte, en Santo Domingo.


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Arriba. Sala del Museo de Arte Moderno de Santo Domingo con una retrospectiva del maestro Iván Tovar. Abajo. El Museo de Arte Moderno de Santo Domingo, diseñado y construido por el arquitecto dominicano José Miniño en la Plaza de la Cultura, se creó el 15 de diciembre de 1976. Cuenta con una colección permanente de arte dominicano, moderno y contemporáneo, también con obras extranjeras, principalmente latinoamericanas.


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El Centro Cultural Eduardo León Jimenes, también llamado Centro León, es un museo ubicado en Santiago de los Caballeros e inaugurado en el año 2003. Desarrolla diversos programas culturales y educativos que contribuyen a la valoración del arte y la cultura dominicanos.


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Izquierda. El Museo Bellapart, diseñado por el arquitecto Leopoldo Franco, es el primer museo privado de artes plásticas del país. Fundado en 1999 por el empresario catalán Juan José Bellapart, está dedicado íntegramente al arte dominicano. Su colección incluye más de dos mil obras de una gran variedad de artistas dominicanos. Derecha. Retrato de una mujer, de Abelardo Rodríguez Urdaneta (1870-1933), quien, además de pintor, fue un gran escultor y fotógrafo retratista. Colección Museo Bellapart.


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Altos de Chavón. Diseñado por el arquitecto dominicano José Antonio Caro y el diseñador italiano Roberto Coppa, su construcción se inició en 1976. Cuenta con una galería de arte, un museo arqueológico, la iglesia de San Estanislao y un anfiteatro con cinco mil asientos que ha acogido a grandes artistas nacionales e internacionales.



Antigua residencia Jóvine. Autor: Octavio Pérez Garrido. 1940 c. Neomudéjar. Gazcue, Santo Domingo.


Antigua residencia Tejera Álvarez. Propietario: Emiliano Tejera. Autor: Pedro Adolfo de Castro. 1928. Neomudéjar. Ensanche Primavera, Santo Domingo.


Villa Hena. Propietario y autor: Zoilo Hermógenes García. 1916. Art nouveau. Gazcue, Santo Domingo.


Antigua residencia Munné Taulé. Autora: Margot Taulé. 1948. Estilo moderno. Gazcue, Santo Domingo. Margot Taulé fue la primera arquitecta dominicana registrada como tal.

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La arqueología, los museos y el acervo prehistórico nacional Manuel A. García Arévalo

Historiador e investigador

El inicial interés por los estudios prehistóricos en la isla Española se debe a la afición por las “antigüedades” que mostraron los viajeros y cronistas de la colonia francesa de Saint Domingue, quienes, imbuidos de las inquietudes intelectuales y la sed de conocimiento propios de la Ilustración, localizaron, describieron y conservaron reveladoras evidencias de los vestigios pertenecientes a los pobladores aborígenes insulares. de las ciencias naturales, ya que los primeros prehistoriadores concebían al ser humano como un ente biológico más que cultural. Aun así, los naturalistas y coleccionistas franceses se convirtieron, desde mediados del siglo XVIII, en precursores de las investigaciones arqueológicas, como fuente del conocimiento histórico basado en los testimonios materiales del pasado. Y muchos de los antiguos objetos reunidos entonces en Saint Domingue tuvieron por destino los gabinetes o cámaras de curiosidades exóticas, de donde pasaron, con el transcurrir de los años, a las colecciones de los museos franceses y europeos en general.

Izquierda. Cerámica taína. Colección Fundación García Arévalo. Derecha. Hacha de piedra. Colección del Museo del Hombre Dominicano.

Pódcast Herencias: Explora los elementos que conforman nuestra identidad. Episodio 3: “Encuentros”

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Para entonces, la arqueología se consideraba parte


En la parte española de la isla, la primera referencia de carácter arqueológico la hizo, a fines de 1749, fray Juan de Talamanco, historiador de la Orden de la Merced, quien le solicitó a fray Ángel de Palenzuela, residente en Santiago de los Caballeros, que recolectara varios ídolos de los pobladores aborígenes. Al llegar a España, estas piezas fueron depositadas en la Real Biblioteca, actualmente Biblioteca Nacional, para luego ser trasladadas al Museo Arqueológico Nacional, fundado en 1867. Al crearse el Museo de América en 1941, pasaron, junto con el resto de las colecciones americanas, a formar parte de sus fondos arqueológicos. Los dibujos y notas descriptivas que se conocen sobre estos objetos taínos fueron recopilados por los copistas de Juan Bautista Muñoz (1745-1799), historiador oficial de Indias y fundador del Archivo de Indias de Sevilla, y se encuentran entre los papeles de la Colección Muñoz (tomo a/118, fol. 114-115) conservados en la Real Academia de la Historia, en Madrid. En una visita realizada en 1977 al Museo de AméPATRIMONIO NACIONAL

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rica con el historiador Roberto Marte, logré identificar tres de los ejemplares líticos provenientes de la isla Española a mediados del siglo XVIII, a pesar de que en el antiguo libro de registro de la Biblioteca Nacional se había alterado la procedencia de algunas de las piezas. Afortunadamente, aún se atesoran como evidencia de esa prístina experiencia arqueológica de nuestra época colonial.1

1

Sobre la identificación de los ídolos taínos que pertenecieron a fray Juan de Talamanco, localizados actualmente en el Museo de América, en Madrid, ver Manuel A. García Arévalo, “Primeras ilustraciones arqueológicas de la isla de Santo Domingo”, Revista de la Fundación García Arévalo, núm. 2, Santo Domingo, 1988.

Arriba. Dr. Narciso Alberti Bosch, pionero de la arqueología dominicana y organizador del Museo Nacional de Santo Domingo. Abajo. Espátula de hueso de manatí, Colección Museo de la Fundación García Arévalo.


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El descubrimiento, mural de Clara Ledesma, Museo de Historia y Geografía.


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En los albores de la República Dominicana, el primer cónsul británico que llegó al país fue el naturalista alemán sir Robert Schomburgk. Arribó en 1849, y elaboró un informe sobre varios sitios de interés prehistórico, publicado poco después, en 1854, en el Journal of Ethnological Society of London. Entre ellos, se refiere al Cercado o Corral de los Indios de San Juan de la Maguana y a los túmulos o “Las Paralelas” del valle de Constanza, considerados ambos centros ceremoniales o canchas donde los taínos celebraban los bailes o areítos y practicaban los juegos de pelota. Además, registró el extraordinario conjunto de pictografías aborígenes que se conservan en el interior de las cuevas del Pomier, en San Cristóbal.

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Izquierda. Pictografías zoomorfas de origen taíno halladas en una de las cuevas del complejo antropológico Cuevas de Borbón o del Pomier. Fotografía: Marvin del Cid. Arriba. Grabado de la plaza ceremonial aborigen de San Juan de la Maguana, publicado por Robert Schomburgk en 1851. Abajo. Toma aérea del Corral de los Indios. Fotografía: Aníbal Beriguete.


El doctor Narciso Alberti Bosch, de origen catalán, está considerado el pionero de los estudios arqueológicos en el país. Es el autor de una obra profusamente ilustrada publicada en 1912 con el título Apuntes para la prehistoria de Quisqueya, donde expone sus teorías sobre el remoto poblamiento aborigen desde una perspectiva difusionista, muy en boga en su época entre los autores europeos, mientras da a conocer sus exploraciones tras las huellas del arte parietal prehistórico, que lo condujeron a las guácaras de Sierra Prieta, Comedero y Hernando Alonso, entre otras cavernas que contienen numerosas pictografías y petroglifos. Cerámica taína. Colección Fundación García Arévalo.

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Arriba. Enterramiento taíno. Fundación García Arévalo. Derecha. Mapa con objetos de la cultura taína realizado por el cartógrafo Jean-Baptiste d’Anville en 1731 para la obra Histoire de L’Isle Espagnole ou de S. Domingue, de PierreFrançois-Xavier de Charlevoix.


Figura antropomorfa taína que fray Juan de Talamanco depositó en la Real Biblioteca en el siglo XVIII. Actualmente, en el Museo de América, Madrid. Majador taíno. En piedra. Colección Museo del Hombre Dominicano.

Majador taíno. En piedra. Colección Museo del Hombre Dominicano.

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La creación del Museo Nacional Cabe resaltar que fue en la ciudad de Santiago de los Caballeros donde se fundó el primer museo del país, el 22 de agosto de 1907. Surgió a instancias de la Sociedad Amantes de la Luz, a la cual se unió la Alianza Cibaeña. Las autoridades municipales acogieron la idea favorablemente y resolvieron nombrar una comisión pro museo formada por los siguientes miembros: Carlos Sully Bonnelli, presidente; Ulises Franco Bidó, vicepresidente; José Manuel Saleta, tesorero; Augusto Fernández y Amado Franco Bidó, secretarios; Miguel Román y L. E. Gómez, vocales. A ellos se sumó un grupo de colaboradores que ofrecieron su mejor concurso para alcanzar el éxito deseado. El museo abrió sus puertas al público en la segunda planta del Palacio Municipal de Santiago, y luego se trasladó al primer piso de esa edificación edilicia con el propósito de ofrecer mayor facilidad al público interesado en visitarlo. El director y organizador de este primer muingente labor de organización y activó la adquisición de varias colecciones particulares, logrando reunir numerosos objetos tanto de procedencia indígena como de la época colonial. El primer intento de crear un Museo Nacional ocurrió durante el Gobierno del arzobispo Adolfo A. Nouel, mediante la Ley No. 5207 del 25 de marzo de 1913, y se estableció su sede en el vetusto palacio conocido como “Casa de don Diego Colón”, para cuya restauración el Estado aportaría la suma de veinte mil pesos. Sin embargo, no fue hasta 1927, con la Ley No. 666 promulgada por el preIzquierda. Palacio Consistorial de Santiago de los Caballeros, donde se instaló en 1907 el Museo Municipal, primera institución museográfica del país. Derecha. Caonabo encadenado, escultura en bronce de Abelardo Rodríguez Urdaneta, considerado el padre de la escultura dominicana.

sidente Horacio Vásquez, cuando finalmente se llevó a cabo la creación del “Museo y Biblioteca Nacional”, erogándose para su sostenimiento la suma de cinco mil pesos anuales.

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seo municipal fue Amado Franco Bidó, que desarrolló una


El doctor Narciso Alberti Bosch, designado conservador del Museo Nacional, se encargó de la clasificación de los objetos arqueológicos e históricos hasta su fallecimiento en 1932. Al año siguiente, se creó la dirección de esta entidad, que recayó en Abigail Mejía Soliere, quien desempeñó el cargo de directora hasta su muerte en 1941. Durante su gestión se establecieron seis salas museográficas dedicadas a las siguientes temáticas: prehistoria, época colonial, padres de la patria, armas, arte moderno e historia natural, y se creó una biblioteca sobre historia de la cultura y arte universal. Abigail Mejía fue una destacada feminista, educadora y fotógrafa que residió en Barcelona y París, donde realizó sus estudios; y a su regreso de Europa, en 1925, emprendió una campaña de prensa en diarios y revistas para promover la idea de crear el Museo Nacional, argumentando lo siguiente: Es un caso de conciencia ciudadana, una deuda del patriotismo es la falta de un museo, y la institución que hay que fundar enseguida poniendo cuando antes los primeros materiales, es el Museo Nacional Dominicano. Es una deuda que mantiene en pie nuestra República con respecto a nuestros antepasados de la Prehistoria; con los recuerdos de la Conquista y la Colonización que van quedando; con los mismos padres de la Patria –cuyos objetos, de su uso personal y de su tiempo, permanecen en manos de particulares, sin que la Nación agradecida, los recoja y exponga a la veneración pública en sus archivos del pasado que se llaman Museos.2

2

Izq. arriba. Retrato de Abigail Mejía. Izq. abajo. Abigail Mejía Soliere en una sala del Museo Nacional con objetos arqueológicos. La destacada feminista y fotógrafa fue la primera directora de esa institución. Derecha. Restauración del cuadro que muestra a Caonabo prisionero junto a Cristóbal Colón y Alonso de Ojeda. Óleo de Luis Desangles. Museo de Historia y Geografía.

Revista Blanco y Negro, año VII, núm. 321, 27 de marzo de 1926.


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Después de ocupar varios locales en la Ciudad Colonial, el Museo Nacional fue trasladado en octubre de 1960 a un recinto de dos plantas de líneas modernas y funcionales ubicado en el complejo urbanístico denominado entonces Feria de la Paz, hoy Centro de los Héroes de Constanza, Maimón y Estero Hondo. El edificio, obra del ingeniero Leo Pou Ricart, presenta en su fachada dos laterales con relieves que reproducen piezas indígenas. El vestíbulo acogía dos grandes imágenes o ídolos columnares. Como parte de la ambientación museográfica, un mural de la artista Clara Ledesma ilustraba los modos de vida del indígena quisqueyano, obra que actualmente se conserva en el Museo Nacional de Historia y Geografía, y otro mural de José Vela Zanetti reflejaba la evolución histórica del pueblo dominiRepública. También se exhibían dos esculturas de Abelardo Rodríguez Urdaneta, el cacique Caonabo encadenado y la figura de un soldado desconocido; alude esta última a los numerosos patriotas que cayeron en las guerras de independencia. Integraba, igualmente, el conjunto un óleo de gran formato de la autoría de Luis Desangles, titulado “Caonabo en prisión, visitado por Cristóbal Colón y Alonso de Ojeda”, escena de “buena estructura compositiva y relaciones cromáticas”,3 que expresa con gran sensibilidad un agudo contenido etnohistórico. El último director del Museo Nacional fue el jurista e historiador Ramón Lugo Lovatón. El encargado del departamento técnico, Luis Chanlatte Baik, realizó importantes trabajos arqueológicos y logró reveladores hallazgos que han profundizado el conocimiento del pasado aborigen en el ámbito de las islas antillanas. Der. arriba. Espátula taína de hueso. Centro. Amuleto en piedra. Der. abajo. Amuleto en hueso. Izquierda. Collar en concha. Colección Fundación García Arévalo.

3

Nereida Lahit-Bignott, Luis Desangles. Un pintor antillano, Santo Domingo, Amigo del Hogar, 1998, p. 80.

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cano desde el Descubrimiento hasta la proclamación de la


El impacto del Museo del Hombre y la institucionalización de la investigación arqueológica El Museo del Hombre Dominicano, creado por medio de la Ley No. 318 de 1972, se alojó en un soberbio edificio de cuatro plantas, obra del arquitecto José Antonio Caro Álvarez, quien fue además su primer director. La sede —a punto de cumplir su cincuentenario— fue inaugurada el 12 de octubre de 1973. Está ubicado en la Plaza de la Cultura Juan Pablo Duarte, constituida en un lugar de esparcimiento para disfrutar de la historia y las artes, en un ambiente familiar, educativo y turístico, con un entorno arbolado y una arquitectura vanguardista que constituye un pulmón natural dentro del casco urbano de la ciudad de Santo Domingo, contribuyendo a la sostenibilidad ambiental.

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de la espectacular colección arqueológica prehispánica que

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El Museo del Hombre Dominicano fue depositario se conservaba en el antiguo Museo Nacional, considerada uno de los acervos patrimoniales más valiosos con que cuenta nuestro país. A esta se sumó la colección de objetos indígenas reunida por el fundador del Instituto Dominicano de Investigaciones Arqueológicas (INDIA), ingeniero Emile de Boyrie de Moya, y legada por su familia, que asimismo se exhibe en las salas dedicadas a los períodos prehistóricos. Han nutrido también los fondos museográficos los hallazgos de las excavaciones de campo realizadas por el equipo de arqueólogos del propio museo, ya que en torno al Museo del Hombre Dominicano se formó un importante núcleo de jóvenes investigadores encabezado por el doctor Marcio Veloz Maggiolo, que lamentablemente no ha tenido un adecuado relevo generacional, situación que amerita una mayor atención por parte del Estado y de las universidades nacionales.

Sala taína del Museo del Hombre Dominicano.


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Arriba. Fachada del Museo del Hombre Dominicano, inaugurado el 12 de octubre de 1973 y diseñado por el Arq. José Antonio Caro Álvarez. En la entrada se aprecian las estatuas del padre Bartolomé de las Casas, Enriquillo y el esclavo negro Lemba. Abajo. Trigonolito de piedra, Colección del Museo del Hombre Dominicano.


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Cabeza de Macoríx en piedra.

Amuleto taíno en hueso.

Amuleto taíno en hueso.


Mediante el empleo de métodos y técnicas de investigación sistemáticos e interdisciplinarios, los arqueólogos vinculados al Museo del Hombre Dominicano se propusieron definir e interpretar las fases del pasado prehistórico, con miras a establecer los horizontes culturales y las etapas evolutivas de los diversos grupos aborígenes que habitaron la isla Española. Estos estudios han permitido trazar la trayectoria y el comportamiento de los grupos cazadores y recolectores del período arcaico, cuya antigüedad sobrepasa los 5000 años, así como las características de las posteriores migraciones agroalfareras de origen arahuaco, procedentes de la selva del Orinoco y la costa nororiental de Suramérica, mostrando de esta manera las diversas hibridaciones y evoluciones culturales que se produjeron en las Antillas hasta la gestación y desarrollo de la sociedad taína, lo que resultó ser un avance conceptual significativo, y dando cabida a nuevas perspectivas para comprender el patrón de los acontecimientos. Este equipo de especialistas se ha esforzado por ampliar el conocimiento de las ideas y prácticas mágico-re-

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ligiosas de los taínos, basadas en creencias mitológicas y

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rituales animistas, y por explicar la organización política y económica de las etnias tribales y caciquiles radicadas en la isla antes del período colonial. Asimismo, se han valorizado los aportes indígenas al proceso de criollización acaecido durante el período de contacto y convivencia con los grupos españoles y africanos. Dentro del conjunto de las ciencias sociales, el Museo del Hombre Dominicano ha priorizado la arqueología, considerada como “el tiempo pasado de la antropología cultural”, que tiene por objeto de estudio la localización, clasificación, análisis e interpretación de los restos materiales dejados como vestigios culturales por los pobladores originarios en los lugares que les sirvieron de hábitat, ampliando así considerablemente el horizonte histórico.

Arriba. Sala taína del Museo del Hombre Dominicano. Izquierda. Piezas de la colección del Museo del Hombre Dominicano.

Amuleto taíno en piedra.

Amuleto taíno en piedra.


A este respecto, la contribución más relevante de la arqueología reside en revelar los modos de vida y pautas de comportamiento de las sociedades que nos han precedido, tanto en su dimensión cultural material como inmaterial. Para ello esta disciplina basa su quehacer en el estudio exhaustivo de las estructuras y artefactos representativos de la actividad humana, ampliando considerablemente el horizonte de la historia y asumiendo el gran reto de dar voz al silencio de los pueblos desaparecidos para que puedan integrarse a la memoria nacional.

Los museos y el sector privado Simultáneamente al Museo del Hombre Dominicano, se creó la Fundación García Arévalo con el objetivo de rescatar, preservar y difundir el patrimonio arqueológico nacional. En 1973 la Fundación instaló la Sala de Arte Prehispánico como un aporte a la preservación y puesta en valor del PATRIMONIO NACIONAL

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acervo cultural y artístico de las etnias que poblaron la isla antes del descubrimiento de América. La exposición, abierta al público en general, recibe permanentemente la visita de estudiantes y turistas que tienen así la oportunidad de apreciar una muestra representativa del legado aborigen. Desde sus inicios, la Fundación García Arévalo ha establecido cercanos vínculos de colaboración con los programas de investigación y publicaciones del Museo del Hombre Dominicano, además de copatrocinar congresos y seminarios y organizar exposiciones en importantes museos y galerías del exterior, contribuyendo a difundir internacionalmente el acervo cultural prehispánico. En idéntico sentido, auspicia un fondo editorial sobre temas de arqueología, historia y folclore dominicanos en el que también figuran obras destinadas al público infantil, que incluyen álbumes de cromos y libros para colorear.

Inhalador de cohoba en hueso. Colección Fundación García Arévalo.


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Arriba. Cerámica taína. Abajo. Maraca taína. Piezas de la colección del Centro León.


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Izquierda. Salas del Museo de la Fundación García Arévalo Derecha. Inhalador de cohoba de madera, Colección Fundación García Arévalo.


Concebí en mi temprana juventud la idea de crear esta Fundación, motivado por mi vocación por el estudio del pasado. Y ha sido muy gratificante haber podido establecer, con el apoyo de mi familia, una entidad del sector privado dedicada a la gestión de actividades culturales que ha realizado una labor significativa con el propósito de conservar y revalorizar el patrimonio prehistórico nacional. Siento una gran satisfacción por haber contribuido, en la medida de mis posibilidades, a generar una conciencia entre la gente de mi comunidad sobre la importancia de preservar el acervo aborigen dominicano. No menos importante ha sido la aportación realizada en el ámbito de la arqueología por el Centro León, en Santiago de los Caballeros, auspiciado por la Fundación Eduardo León Jimenes, que ha ejercido un sólido mecenazgo en lo relativo a la investigación y valorización del patrimonio arqueológico y artístico nacional, que incluye la realización de conciertos, festivales musicales, seminarios, conferencias y exposiciones permanentes e itinerantes de artes plásticas, moda y artesanía. Logros entre los que cabe tosamente en varios museos de Europa y Latinoamérica. En la actualidad, el Centro León proyecta extender su presencia y su quehacer cultural a la Ciudad Colonial de Santo Domingo, con el propósito de establecer un lugar de encuentro interactivo, con espacios culturales y recreativos para resaltar y difundir las identidades dominicanas. En la consecución de este objetivo, se está llevando a cabo el remozamiento del inmueble que originalmente ocupó la hilera de casas solariegas cuya construcción ordenó el gobernador Nicolás de Ovando en los inicios del siglo XVI. El Museo Arqueológico Altos de Chavón, ubicado en Altos de Chavón, La Romana, y auspiciado originalmente por la Fundación Bluhdorn, constituye otro ejemplo notable de la participación del sector privado en la conservación de las evidencias arqueológicas. Formado a partir de la colección que a lo largo de su vida reunió Samuel Pión, muestra una exquisita selección de piezas indígenas de los

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destacar la muestra “Tesoros del arte taíno”, exhibida exi-


Izquierda. Sala del Museo Arqueológico Regional Altos de Chavón, museo privado inaugurado en 1981 que exhibe, conserva, interpreta y difunde la cultura taína de la isla. / Izq. abajo. Trigonolito en piedra. Derecha. Cetro de piedra. / Der. arriba. Vaso efigie. Piezas de la colección del Museo de Altos de Chavón.

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distintos grupos aborígenes que poblaron la región oriental de La Española, donde estuvo ubicado el cacicazgo de Higüey. Su museografía fue realizada en 1982 por la diseManuel García Arévalo. En la actualidad, su custodia está bajo la responsabilidad del Patronato Benéfico Oriental, que preside Xiomara Menéndez Dajer, y la dirección la asume la museóloga Margarita González Auffant. En años recientes, a iniciativa del presidente Luis Abinader, se ha implementado un programa de colaboración con el sector privado en la gestión de los museos por medio de voluntariados, como una forma de fortalecer la función de conservación y exposición, a la vez que se potencia el ámbito de acción educativa y de divulgación cultural de las instituciones museográficas auspiciadas por el Estado. Bajo este nuevo paradigma de alianza público-privada, existen razones para el optimismo, desde una perspectiva que hoy apenas empezamos a vislumbrar, con nuevos recursos museísticos como la realidad virtual y otras herramientas digitales que mejoran la experiencia del público, proporcionándole una creciente inmersión en el ambiente expositivo, que pretende representar en lo esencial la reconstrucción del pasado nacional.

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ñadora y museógrafa Patricia Reid Baquero y el historiador


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Izquierda. Reloj de péndulo de doble cuerda marca Windmills (Londres). Naufragio: galeón Nuestra Señora de Guadalupe. Colección Museo del Mar. Derecha. Perro o león de Fu. Naufragio: Ntra. Sra. de la Pura y Limpia Concepción, 1641. Colección Museo del Mar.


Patrimonio cultural subacuático Lic. Pedro Morales

Director Nacional de Patrimonio Cultural Subacuático

Juan Mubarak

Director Nacional de Patrimonio Monumental

Colaboración de Ruth Pion

A principios del siglo XVI, el mar se constituyó en el territorio de transición para la conquista. La isla de Santo Domingo forma parte de un archipiélago que se convirtió en el escenario de la lucha de los europeos por el territorio de ultramar. Portugueses, franceses, holandeses e ingleses fueron los protagonistas de estas luchas que llevaron a la multiplicidad y diversidad de naciones que conforman hoy la Gran Región del Caribe, la cual incluye los bordes contiDurante la conquista y colonización de los territorios americanos por parte de los imperios, la región caribeña fue la ruta obligada de los navíos europeos. En la primera mitad del siglo XVI, la actual República Dominicana, por su localización privilegiada, fue lugar de toque donde se abastecían los navíos y se realizaba el intercambio comercial. Por aquí pasaron grandes exploradores como Francisco Pizarro, Vasco Núñez de Balboa y Hernán Cortés. Y el frecuente tránsito de naves iba acompañado de los inevitables naufragios, debido sobre todo a la climatología. Algunas investigaciones plantean que solo el 0.8% de estos fueron causados por la piratería.

Pódcast Herencias: Sumérgete en el patrimonio subacuático. Episodio 5: “Profundidades”

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nentales de América Central y Suramérica.


Realizando un análisis comparativo con relación a la cantidad de viajes realizados durante unos 300 años, diversos autores mencionan que hay más de setecientos pecios a nivel regional. Se tiene localizado un porcentaje mínimo de esas embarcaciones (algunos autores mencionan un 23.3%). La Dirección de Patrimonio Cultural Subacuático está en proceso de inventariar estos naufragios. Recordemos que la Santa María, que formó parte de la expedición de Colón de 1492, fue el primero de estos naufragios documentado; con sus restos se construyó el fuerte de La Navidad, en la costa del actual Haití.

Patrimonio cultural subacuático: marco legal La Convención de la Unesco de 2001, ratificada por la República Dominicana en 2019, establece que el patrimonio cultural subacuático (PCS) comprende todos los restos de existencia humana de carácter histórico o cultural que hayan estado parcial o totalmente sumergidos en un cuerpo PATRIMONIO NACIONAL

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de agua por lo menos durante cien años.1 Esta definición abarca un amplio rango de elementos que incluye embarcaciones hundidas, con cargamentos y contextos arqueológicos y naturales, así como otras estructuras, edificios, artefactos e incluso paisajes. Pueden encontrarse en el fondo del océano, en las zonas costeras, en los estuarios y en los ríos y lagos. Con el desarrollo moderno del buceo en todo el mundo en la década de 1960, el patrimonio cultural subacuático se ve muy afectado por la acción de los buceadores profesionales y deportivos recreativos. Tomando como referencia las leyes de salvamento de 1967 de Florida, en la República Dominicana se promulga un decreto que establece la repartición igualitaria de los restos recuperados. En 1977 se crea la Comisión de Recuperación Arqueológica, en un intento de controlar las actividades relacionadas con el patrimonio cultural subacuático e inventariar los naufragios mediante la concesión de grandes superficies a diversas empresas. 1

Unesco, Convención sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático, París, 2001, p. 1.

Porcelana de la dinastía china Ming, siglo XII. Este período se considera la edad de oro de la porcelana azul y blanca. Naufragio: Ntra. Sra. de la Pura y Limpia Concepción, 1641. Colección Museo del Mar.


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Broche de oro y perlas. Naufragio: Solo Dios Gloria, Nagua, siglo XVII. Colección Museo del Mar.

Collar en oro. Naufragio: galeón Ntra. Sra. de la Pura y Limpia Concepción. Banco de la Plata, 1641. Colección Museo del Mar.


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Abajo. Colgante de oro y 24 diamantes recuperado de los restos del galeón Conde de Tolosa. Museo del Mar. Broches de oro con 25 diamantes cada uno. Naufragio: Ntra. Sra. de la Pura y Limpia Concepción, 1641. Colección Museo del Mar. Arriba. Colgante con la cruz de la Orden de Santiago y diamantes. Naufragio: galeón Nuestra Señora de Guadalupe.


En 1999 surge la Oficina Nacional de Patrimonio Cultural Subacuático (ONPCS) con el fin de establecer un marco legal y capacidades técnicas para el estudio y protección de este patrimonio. Dicha oficina pasa a formar parte de la Secretaría de Estado de Cultura a partir del año 2000. En el año 2012 cambia su denominación a Dirección Nacional de Patrimonio Cultural Subacuático (DNPCS), por decisión del Consejo de Cultura.2 Actualmente, están en proceso de remodelación las instalaciones de esta Dirección Nacional de Patrimonio Cultural Subacuático, ubicadas al borde de las murallas en la Ciudad Colonial de Santo Domingo. En las últimas décadas, a través de su oficina regional de La Habana y de otras instancias, la Unesco ha colaborado con el país en materia de formación de personal institucional y de grupos interesados en la protección y gestión del patrimonio cultural subacuático.

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Arqueología subacuática: los naufragios más significativos en la República Dominicana El interés por el patrimonio subacuático surge debido a la necesidad de protección, conservación y puesta en valor de este patrimonio cultural sumergido de la nación. Los antecedentes de la arqueología subacuática se remontan al mandato de la Corona española de recuperar los bienes de sus naufragios en nuestras aguas territoriales. Desde el salvamento comercial de la década de 1970 hasta el establecimiento en el siglo XXI de las Áreas Marinas Protegidas como Museos Vivientes del Mar, hemos estado involucrados en su protección. Recientemente, se está impulsando el turismo cultural y el aporte al medio ambiente con relación a la biología marina mediante la cooperación entre el Ministerio de Turismo, el Ministerio de Cultura y el de Medio Ambiente.

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Ministerio de Cultura, Memoria Institucional Año 2012, Santo Domingo, 2012, p. 39.

Arriba. Pendiente de oro con perlas. Naufragio: Solo Dios Gloria, Nagua, siglo XVIII. Abajo. Pendiente en forma de cruz, fabricado con coral negro y rojo. Naufragio: Flota de Azogues, 1724. Ambos de la Colección Museo del Mar.


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Cuatro joyas exteriores: Oro y diamantes. Arriba: Aretes de oro. Esq. inf. izquierda. Anillo con ocho diamantes. Esq. inf. derecha. Colgante de oro en forma de flor. Naufragio: Flota de Azogues, 1724. Pieza central. Anillo de oro y dos jades de tonos diferentes. Posiblemente, procede del naufragio del San Miguel, hundido en Río San Juan, siglo XVI. Colección Museo del Mar.


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Izq. arriba. El capitán Tracy Bowden realizando anotaciones sobre una de las cubiertas colapsadas del galeón Tolosa. Utiliza un casco de buceo para protegerse de la contaminación existente en el pecio. Fotografía: Museo del Mar / Pedro Borrell Bentz. Izq. abajo. Colgante en forma de crucifijo y cruz de Caravaca en bronce. Naufragio: galeón Conde de Tolosa. Fotografía: Museo del Mar / Pedro Borrell Bentz. Derecha. Doblones de oro procedentes del galeón Nuestra Señora de Guadalupe.


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Entender y valorar este patrimonio requiere un talante educativo que nos permita aproximarnos al conocimiento y la sensibilidad para categorizar su importancia. La arqueología marítima es una disciplina relativamente reciente y de lento desarrollo en América Latina, “principalmente, por lo novedoso de su aplicación en terreno, por la falta de profesionales capacitados para el desarrollo de estas labores y por la carencia de legislaciones internas o posturas claras subacuático” (Pérez Díaz, 2019). Al desarrollo de esta especialidad debemos el desguace de importantes pecios hundidos en Samaná, Miches, Montecristi, La Isabela, Punta Cana, Palenque, Barahona y Santo Domingo, entre otros naufragios históricamente relevantes de los cuales se tiene una valiosa información sin la rigurosidad arqueológica. Es incalculable e intangible la riqueza que en tiempos de la colonización quedó sumergida en estas áreas del territorio nacional.

Izquierda. Monedas de plata solidificadas en forma de talego (bolso de cuero). Naufragio: fragata Ntra. Sra. de Begoña, 1725. Colección Museo del Mar. Arriba. Sello de Galicia y monedas españolas de oro. Abajo. Plato de peltre solidificado con monedas de plata de las cecas de México y Potosí. Naufragio: Ntra. Sra. de la Pura y Limpia Concepción. Banco de la Plata, 1641. Colección Museo del Mar

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para proteger, investigar y divulgar el patrimonio cultural



El patrimonio cultural subacuático de la República Dominicana es de los más relevantes de la región. Algunos naufragios son muy conocidos, como los de Nuestra Señora de la Limpia y Pura Concepción (1715), el Conde de Tolosa y el Nuestra Señora de Guadalupe (1724) y el Begoña (1725). Otros menos conocidos pero de gran importancia, aunque no han sido objeto de las investigaciones necesarias, son el Marigalante, buque insignia de Colón en su segundo viaje (1495); unas siete naves destruidas durante el huracán de junio de 1496 en la bahía de La Isabela, en donde murió Caonabo, quien era llevado prisionero a España; Scipion Punta Hicaco, en la bahía de Samaná (1782); la flota de Ovando, ubicada en Cayo Blanco, en la isla Saona (1515); Fiance, en el cayo Tururú, bahía de Montecristi (1653); Bannister, en el cayo Vigía (siglo XVIII), y otros pecios que datan de épocas similares. y estudiados: Nuestra Señora de la Limpia y Pura Concepción, Conde de Tolosa y Nuestra Señora de Guadalupe.

Nuestra Señora de la Limpia y Pura Concepción En julio de 1641, la flota de Nueva España partió de Veracruz en su viaje de vuelta a la Península. El convoy estaba formado por treinta naves. A la cabeza iba, como capitana, la nave del almirante Juan de Villavicencio, Nuestra Señora de la Pura y Limpia Concepción, un galeón de 600 toneladas que había sido construido en La Habana en 1620. Llevaba una carga de incalculable valor de oro y plata, así

Izquierda. Conjunto de pipas de caolín. Naufragio: barco holandés de las pipas, Isla Cabra. Siglo XVII. Colección Museo del Mar. Arriba. Atacador de tabaco en bronce. Naufragio: barco holandés de las pipas. Siglo XVII.

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Caben destacar los tres naufragios más importantes


como miles de monedas de Felipe IV —correspondientes a la producción de oro y plata de las minas de México y Potosí—, porcelana china de la dinastía Ming, joyas y las pertenencias de la viuda de Hernán Cortés. Después de hacer escala en La Habana para reparar averías, la flota reanudó el viaje. Tras capear un temporal, quedó a la deriva y, finalmente, la noche del 30 de octubre, el fuerte oleaje hizo colisionar el Concepción con unos arrecifes sumergidos a 75 millas náuticas al norte de la República Dominicana. Durante esa noche las corrientes lo arrastraron hasta que impactó contra otro arrecife, se partió por la popa y se hundió entre dos aristas de coral, a 15 metros de profundidad. De 500 tripulantes tan solo 200 lograron salvarse. La extraordinaria carga de oro y plata del Concepción hizo que, de inmediato, surgiera el proyecto de rescatar los bienes hundidos.

Conde de Tolosa y Nuestra Señora de Guadalupe PATRIMONIO NACIONAL

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El Conde de Tolosa fue comprado por la Armada alrededor de 1718. Usó los nombres de Conde de Tolosa, Tolosa y San José. Sobre su procedencia, lo más probable es que se trate del francés Toulouse, construido por François Coulomb en Tolón en 1703. Hundido en 1707, fue reflotado ese mismo año. El 12 de diciembre de 1707 fue capturado por el navío británico Stirling Castle, y sus nuevos dueños lo renombraron como Toulouse, aunque fue dado de baja al año siguiente y no realizó ningún servicio para la Marina británica. El 3 de julio de 1724 zarpó de Cádiz al mando del capitán de navío D. Sebastián de Villaseñor, acompañado de la nave Nuestra Señora de Guadalupe. Ambos formaban parte de la flota de azogues, que transportaba azogue a Veracruz, y estaban al mando del teniente general D. Baltasar de Guevara. El Conde de Tolosa llevaba a bordo un cargamento de mercurio y otras mercancías, además de 600 hombres entre tripulantes y pasajeros.


Pistola de hierro y madera con incrustaciones de oro. Naufragio: galeón Nuestra Señora de Guadalupe, 1724. Colección Museo del Mar.

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Pistolas tipo Flintlock del XVII, en concreción de coral.

Izquierda. Espada de bronce, marfil y cuero. Procedencia: Montecristi, siglo XVII. Colección Museo del Mar.

Detalle de pistola con un rostro en la empuñadura.


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Izquierda. Virgen del Pilar y crucifijos, fabricados en peltre. Naufragio: galeón Nuestra Señora de Guadalupe. Depósito de Patrimonio Cultural Subacuático. Derecha. Cañón y ancla de la época colonial en proceso de desalinización, que se conservan en el laboratorio de la Oficina Nacional de Patrimonio Subacuático.


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Tras una escala en Tenerife, llegaron a Puerto Rico el 13 de agosto para hacer aguada y reparar el mastelero del Tolosa, y volvieron a hacerse a la mar el día 23. En la ruta de Puerto Rico a La Habana les sorprendió un temporal el 24 de agosto, por lo que se refugiaron en la bahía de Samaná. Pero, rebasado el cabo de San Rafael, encallaron en unos arrecifes, en medio de fuertes vientos. En el Guadalupe se salvaron unas 500 personas de las 680 que iban a bordo, mientras que en el Tolosa apenas hubo 30 sobrevivientes entre los 600, por naufragar más lejos de la costa. El general Guevara murió en uno de los botes.

Faro a Colón y Museo de las Atarazanas Reales: reconocimiento del valor del patrimonio cultural subacuático Un punto de inflexión en el proceso de reconocimiento de este patrimonio lo constituye la construcción e inauguraalberga un museo que contiene bienes del contexto subacuático de gran relevancia. También en este monumento fueron reubicados los restos del almirante Cristóbal Colón con motivo del 500 aniversario del “descubrimiento y evangelización de América”. Era entonces gobernador Pedro Morales Troncoso, también director del Parque Nacional del Este, hoy Cotubanamá, donde se encuentran numerosos sitios taínos, como la cueva de José María, la cual aloja numerosos pictogramas de importancia ceremonial para los indígenas. Recientemente, la DNPCS colaboró con la estructuración de la colección, el diseño y los contenidos de la museografía del actual Museo de las Atarazanas Reales (MAR), inaugurado en 2019, que es, en su género, el más importante y completo de la región, con todas sus piezas originales. Está ubicado en el antiguo edificio de las Atarazanas Reales, en la Ciudad Colonial, que fue construido a princiIzquierda. Herramienta de navegación del siglo XVIII llamada octante. Fabricada en Inglaterra, 1773. Material: ébano, bronce y marfil. Naufragio: Scipion, 1782. Colección Museo del Mar. Derecha. Astrolabios náuticos, herramientas de navegación. Naufragio: Ntra. Sra. de la Pura y Limpia Concepción, 1641. Colección Museo del Mar.

pios del siglo XVI y sirvió para la construcción y reparación

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ción del Monumento del Faro Colón en el año 1992, el cual


de navíos. El museo posee unos mil doscientos objetos que forman parte de los más de cincuenta mil procedentes de distintos naufragios que constituyen parte del patrimonio nacional subacuático. Cabe señalar, dentro de la secuencia museográfica, el ámbito del siglo XV, donde se ilustra el encallamiento de la Santa María. En el siguiente espacio, las vitrinas muestran instrumentos de navegación y objetos obtenidos de naufragios de los siglos XV y XVI, además de bienes de otras civilizaciones que evidencian el interPATRIMONIO NACIONAL

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cambio comercial y cultural que se realizaba en esa época. La siguiente sala contiene una colección que proviene del naufragio de los navíos de azogue de 1724, Nuestra Señora de Guadalupe y Conde de Tolosa. El espacio destinado al siglo XVII muestra el intercambio comercial y cultural de la época bajo el concepto del comercio global. La sala correspondiente al siglo XVIII está pensada para recuperar la noción del edificio a través del anforario, un conjunto de ánforas a modo de contenedores de diversas características que muestran la forma de transportar los productos. Integran la colección del museo algunos objetos rescatados del Begoña (artefactos y restos), ubicado en La Caleta, municipio de Boca Chica, lugar de encuentro donde hubo un asentamiento indígena. Por último, en un modelo a escala natural que constituye una réplica del Nuestra Señora de Guadalupe, el visitante puede experimentar cómo vivían los navegantes de la época durante las travesías.

Arriba. Amuletos de marfil, Depósito de Patrimonio Cultural Subacuático. Abajo. Campana de bronce con inscripción AMESTELODAMIL/ANNO DOMINI 1710, Colección Museo del Mar.


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Reloj de sol de jade y peine-liendrera de marfil. Naufragio: galeón Conde de Tolosa. Depósito de Patrimonio Cultural Subacuático.


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Izquierda. Juego de pesas inglesas en bronce, siglo XVI, Colección Museo del Mar. Derecha. Parte de un sistema de pesas llamado “ponderal de vasos anidados”. Fabricación originaria de Núremberg, Alemania. Los sellos corresponden a España. Naufragio: Punta Cana, siglo XVI. Material: bronce. Colección Museo del Mar.


La creación de Áreas Marinas Protegidas como Museos Vivientes del Mar ofrece la oportunidad de aunar lo recrea-

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cional y lo cultural, además de constituir un aporte a los estudios de biología marina y al Ministerio de Medio Ambiente. Estos Museos Vivientes constituyen una alternativa al salvamento comercial con ejemplos como el Capitán Kidd (1699), el Begoña (1725) y ahora el naufragio de 1550 en la costa este, actualmente protegido para la gestión a largo plazo y el acceso sostenible al público, lo que representa una oferta deportivo-cultural de alto nivel que incentiva el turismo cultural. El patrimonio cultural es un legado que nuestros antepasados nos dejaron para que no olvidemos nuestras raíces, costumbres y tradiciones. Hablar del patrimonio subacuático en nuestro país, más que una remembranza, es una mirada a los acontecimientos de una época, protagonizados por quienes emigraron buscando y trayendo modos diferentes de comunicar y establecer relaciones entre España y el Nuevo Mundo, construyendo uno de los procesos de transculturización de mayor impacto a nivel mundial.

Izquierda. Uno de los cinco decantadores de vidrio tallado recuperados del naufragio del Guadalupe. Colección Museo del Mar. Fotografía: Museo del Mar / Pedro Borrell Bentz. Derecha. Aspecto de la bodega de azogue del galeón Conde de Tolosa, recuperada en la década de los setenta. Fotografía: Museo del Mar / Pedro Borrell Bentz.


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Vasos de vidrio tallados a mano. Naufragio: Conde de Tolosa. Colección Museo del Mar. Fotografía: Museo del Mar / Pedro Borrell Bentz.


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Detalle de Merengue, 1937. Óleo sobre canvas de Jaime Colson (1901-1975). Colección Museo Bellapart.


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Génesis y transformación de la cultura dominicana: una mirada panorámica Dr. Manuel Vargas Payano

Director del Museo del Hombre Dominicano

Ninguna cultura permanece estática ni se transforma en aislamiento total. Eso es especialmente cierto en el caso de las culturas caribeñas, ubicadas en un espacio geográfico y social caracterizado por la apertura y el intercambio dentro y fuera de sus límites territoriales. Para muchos, el proceso de mundialización se gestó en esa región a partir del siglo XVI. La cultura dominicana actual se ha configurado en el curso de una trayectoria realizada por personas concretas en el espacio y el tiempo. Esa trayectoria es inseparable de las relaciones de esas personas con las estructuras sociales, la tierra y el firmamento, las divinidades y los coetáneos como actores y sujetos de procesos específicos.1 En el curso de esa trayectoria, que no ha sido lineal, ni ascendente, ni predestinada, esas personas han utilizado recursos culturales específicos que han conformado un tejido social que vincula dichas relaciones particulares con una gran red cultural resiliente, flexible y diversa. Esa red ha tenido rupturas y continuidades que han derivado en la pérdida, la transformación y la retención de recursos cultuIzquierda. Las cachúas de Cabral representan a los esclavos cimarrones y desfilan durante Semana Santa y el carnaval. El desfile concluye en el cementerio municipal, donde se agitan los foetes encima de las tumbas en honor a las cachúas fallecidas. Fotografía: Eladio Fernández. Derecha. Imagen de carnaval.

rales materiales e inmateriales. Ese es el tejido social dinámico y diverso que sustenta hoy nuestra identidad, nuestra otredad y nuestro sentido de pertenencia a un territorio que cada día incrementa su conectividad con el mundo global y con espacios sociales transnacionales. Las migraciones, el comercio exterior, el turismo, las tecnologías de la comunicación y los acuerdos internacionales sobre temas apremiantes son impulsores clave de nuestra creciente pre-

Pódcast Herencias: Profundiza en nuestro patrimonio inmaterial. Episodio 2: “Tradiciones”

sencia más allá de las fronteras geográficas. 1

Martin Heidegger planteó, en términos filosóficos, que el proceso de habitar y construir un espacio es inseparable de cuidar la tierra, el cielo, las divinidades y otros seres mortales. La estructura social no formó parte de esa teoría.

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mortales que han condicionado sus acciones y reflexiones


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Arriba. Fututo taíno de concha tallada. Abajo. Maraca de madera. Colección Museo del Hombre Dominicano. Grabados de De Bry.


Es como parte de esa trayectoria que podemos entender

En efecto, símbolos clave de nuestra cultura inmaterial, tales

mejor los monumentos, la gastronomía, las actividades lú-

como el escudo, la bandera, el himno nacional, la frontera

dicas, el lenguaje y la religiosidad, expresiones relevantes

como espacio sociocultural y político, el catolicismo y las

de la cultura material e inmaterial dominicana documenta-

ideas liberales se arraigaron en el imaginario colectivo du-

da en este libro. Esos recursos culturales, que están disemi-

rante ese tramo central de nuestra configuración histórica,

nados a lo largo y ancho de nuestro territorio, son insepa-

acentuando así el significado cultural de ser dominicano.

rables de dos nexos de vida que han hecho posible nuestra

La historiografía dominicana ha puesto en evidencia

identidad como dominicanos, a saber: “la experiencia de

que, aunque ciertamente fue en el año 1844 cuando se for-

permanencia a pesar de todos los cambios en nuestra si-

malizó desde el punto de vista jurídico el gentilicio domini-

tuación y en nuestras acciones” y “la experiencia de actuar

cano como símbolo perenne del sentido de pertenencia al

y sufrir” junto a otros.2

nuevo espacio sociocultural y político, ese término empezó

En esta narrativa, se define la cultura como el cam-

a utilizarse mucho antes de dichos eventos, empezando

biante y socialmente estructurado conjunto de prácticas,

con la fundación de la Nueva Isabela en la desembocadura

objetos, símbolos, valores, normas y creencias que hemos

del río Ozama durante el período 1496-1498 y su reubica-

heredado de nuestros predecesores, y que hemos aprendi-

ción, con el nombre de Santo Domingo, luego del huracán

do y transformado junto con nuestros contemporáneos. El

que la destruyó en 1502.

lenguaje se destaca como la fibra imprescindible que teje y mantiene viva esa compleja totalidad.

Cuando se equipara la cultura con la nacionalidad o la ciudadanía, la conclusión lógica es que la génesis de la cultura dominicana actual ocurrió en tres momentos clave: a partir del 1 de diciembre de 1821, cuando se declaró la denominada Independencia Efímera; el 1 de marzo de 1844, cuando, con el impulso del Grito de Independencia del 27 de febrero, la Junta Central Gubernativa empezó un proceso de estructuración social y política; y, finalmente, a partir del 6 de noviembre de ese año, con un nuevo contrato social entre gobernantes y gobernados que legitimó la Constitución de la República Dominicana.

2

Wilhelm Dilthey enfatizó que la sociedad es el espacio donde el individuo construye el sentido de su vida, siempre en relación con otras personas. Sin defender el empirismo, insistió en la relevancia de las experiencias derivadas de las relaciones sociales.

el gentilicio dominicano era de uso habitual en gran parte de nuestro territorio y en ultramar. En otras palabras, empezamos a sentirnos, autodefinirnos y a ser llamados por otros como dominicanos antes de adquirir la categoría de ciudadanos. Un meritorio trabajo multidisciplinario de investigación e interpretación ha servido para afirmar que, a finales del siglo XIX, se consolidó en nuestro territorio una cultura criolla integrada por las matrices culturales indígena, hispana y africana. Desde esa perspectiva, la génesis de esa cultura híbrida tuvo como punto de inflexión los acontecimientos iniciados en el período 1492-1501 con el contacto y la interrelación entre los pobladores aborígenes, los conquistadores españoles y los esclavizados africanos. Como veremos, ese triángulo cultural fundacional se fue complejizando al vincularse con otros tejidos culturales producidos desde entonces.

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Estructuración social, ciudadanía e identidad cultural

Asimismo, se ha documentado que, en el siglo XVII,


Los arcaicos como primeros pobladores: una osadía con sello de diversidad El poblamiento humano de la isla que habitamos estuvo precedido por largos y accidentados procesos geológicos, ecológicos y biológicos ocurridos en el Gran Caribe, es decir, el espacio geográfico integrado por la costa norte de América del Sur, por América Central y por las islas y los miles de islotes de diferente tamaño que conforman el Caribe Insular o islas del Caribe. La migración de plantas, animales y otros organismos vivos fue parte esencial de la diversidad de la fauna y la flora que caracteriza los ambientes naturales en el territorio insular. Y la adaptación humana a esa diversidad fue uno de los condicionantes centrales del poblamiento de la isla, así como de la génesis y transformación de la red cultural en el territorio. El término arcaicos se usa convencionalmente para referirnos a los primeros pobladores de la isla. Originarios PATRIMONIO NACIONAL

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de América del Sur, estos pobladores usaron balsas y canoas carentes de vela para desplazarse por el mar durante un largo proceso migratorio circular de alcance modesto en sus orígenes. Gradualmente, fueron adaptándose a los ambientes naturales específicos de cada isla o grupo de islas. Las relaciones sociales de lucha, intercambio y cooperación marcaron la comunicación entre grupos arcaicos con recursos culturales diversos. A falta de escritura, el lenguaje verbal y simbólico jugó un papel clave en esas relaciones. La cultura inmaterial arcaica se evidencia en el conocimiento y las destrezas requeridos para fabricar piezas líticas. Las hachas, los majadores cónicos, los trozos de coral usados como guayos, así como las pesas para sostener las redes, nos muestran una cultura artesanal arcaica nada despreciable en términos estéticos y funcionales. Ese legado es un componente destacado de nuestro patrimonio cultural. Arriba. Exvotos con figuras de manos y piernas. Museo de la Catedral de Higüey. Abajo. Imagen de las fiestas de las Mercedes. Derecha. Entrada de los toros al atrio de la basílica durante la celebración de la Virgen de la Altagracia. Fotografía: Marvin del Cid.


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Fiesta religiosa de San Francisco de Bánica. Procesión con cantos de salves y toque de atabales hasta la cueva situada en la cima del cerro de Bánica, establecido como santuario de devoción a San Francisco de Asís.


Los agroalfareros: una red cultural híbrida La migración de grupos culturales distintos durante miles

los nuevos ambientes naturales, derivaron en la consolida-

de años derivó en nuevas relaciones sociales de produc-

ción de un sistema de producción agrícola que, combinado

ción, consumo e intercambio dentro del espacio del Gran

con la pesca y la recolección, les aseguró la alimentación

Caribe. Tanto el incremento como la consolidación del po-

y posibilitó el intercambio dentro y fuera de la isla. Inicial-

blamiento y la hibridación cultural de las islas ocurrieron en

mente, ese sistema agrícola se apoyó en el método de cul-

ese contexto. De acuerdo con la interpretación científica

tivo conocido como roza o tumba y quema, es decir, en la

predominante, el sedentarismo, la producción agrícola y

tala y la quema de la vegetación para aprovechar las ceni-

la fabricación de piezas de barro o cerámica definieron un

zas como fertilizante de los rubros sembrados en el conuco

punto de inflexión en la conformación del tejido cultural de

(palabra taína). Posteriormente, el método de siembra en

esos nuevos pobladores insulares.

montículos de tierra aumentó la productividad significativa-

Convencionalmente se llama agroalfareros al con-

mente, generó excedentes e incrementó el intercambio. El

junto heterogéneo de grupos culturales portadores de la

crecimiento poblacional, el mejoramiento de las viviendas

cultura arahuaca que hicieron posible esa transformación.

—denominadas bohío y caney— de las aldeas, así como la

Su lugar de procedencia fue la costa norte de América del

profusión de plazas ceremoniales como espacios centrales

Sur, concretamente las proximidades de la desembocadura

de la sociedad taína, fueron resultados sobresalientes de

del río Orinoco, hoy parte del territorio continental de Ve-

esa adaptación exitosa.

nezuela.

Si bien es cierto que la agricultura taína era diversa, el rubro más importante fue la yuca, cuya raíz se utilizó para

era predominante dentro de los agroalfareros de nuestra

fabricar casabe (palabra taína) mediante un proceso com-

isla. Ese gentilicio, según los cronistas españoles que lo

plejo que incluía el rallado en guayos de piedra, la elimina-

registraron, fue utilizado por los indígenas de localidades

ción de sustancias tóxicas y la cocción en un plato llano de

específicas para autodefinirse como personas pacíficas y

barro llamado burén (palabra taína). La raíz de la guáyiga,

amigables respecto a otros pobladores percibidos como

una planta silvestre que abundó en varios lugares, se usó

distintos. Al destacar la cultura taína como el componente

para elaborar alimentos cocidos con métodos distintos a

predominante del modo de vida agroalfarero, es imperati-

los usados para hacer el casabe, en cuya fabricación la mu-

vo resaltar que otros grupos culturales también habitaron

jer taína ocupó un lugar destacado.

la isla en la época prehispánica. En efecto, tanto los maco-

Hay consenso en que, como resultado de la organi-

rixes como los ciguayos, cada cual con sus especificidades

zación social jerarquizada denominada cacicazgo, encabe-

culturales, fueron habitantes permanentes de importantes

zada por el cacique, y el perfeccionamiento de la agricul-

territorios. El uso de varios idiomas en la vida cotidiana nos

tura, se produjo un salto cualitativo en dos dimensiones de

habla de la complejidad de la cultura inmaterial en esa eta-

la cultura inmaterial taína, a saber: la complejidad, la diver-

pa de nuestra trayectoria. En realidad, ese fue un espacio

sificación y el perfeccionamiento en la fabricación de ob-

cultural híbrido con predominancia de los recursos cultura-

jetos de barro de notable belleza cuyos fines no eran solo

les propiamente taínos.

utilitarios; y la elaboración exquisita de objetos de barro,

Los recursos culturales que trajeron consigo, unidos

piedra, madera, hueso y materiales perecederos para ser

a las destrezas desarrolladas en el proceso de adaptación a

usados en rituales como el de la cohoba, los enterramien-

181 PATRIMONIO NACIONAL

Se ha planteado que el grupo cultural llamado taíno


tos, el areíto y para propiciar la fertilidad. Los trigonolitos, las espátulas vomitivas, los amuletos, los dúhos y los fotutos decorados son algunos de los objetos que muestran el florecimiento de la creatividad artística taína. Esos rituales, encabezados por el cacique y el be-

PATRIMONIO NACIONAL

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hique o sacerdote, formaron parte esencial de la cosmovisión taína, que se caracterizó por su complejidad, sutileza y aguda sensibilidad. En efecto, en esa cosmovisión, la vida y la muerte, lo material y lo inmaterial, tenían significados muy distintos a los de nuestra cultura actual. El politeísmo, por ejemplo, sirvió para vincular a los seres humanos y a las deidades de una manera muy cercana y en un diálogo constante con las fuerzas de la naturaleza. El arte rupestre se expandió y diversificó durante ese período, tanto en las cuevas como en los espacios exteriores. El conocimiento de las plantas para fines curativos y espirituales fue parte vital de la cultura inmaterial taína y estuvo acompañado de la sensibilidad requerida para “dialogar” con la naturaleza. El diálogo con el agua fue importante en esa relación animista. No es accidental que muchas piezas líticas con grabados estén muy cerca o dentro de los ríos, manantiales y arroyos.

Iglesia Evangélica Dominicana Saint Peter, conocida como “La Churcha”, en Samaná. Edificación de madera construida en el siglo XVIII por esclavos libertos procedentes de Filadelfia, Pensilvania y Nueva Jersey y pertenecientes a la Iglesia Metodista Episcopal Africana.


183 PATRIMONIO NACIONAL

Procesión de la Virgen de las Mercedes, celebrada el 24 de septiembre.


Procesión de la Virgen de las Mercedes.


Rupturas y continuidades socioculturales: 1492-1605

Las voces de oposición al maltrato de los aborígenes, especialmente las de Antonio de Montesino y Bartolomé de las Casas, sirvieron como un escudo ético y moral para su protección temporal. Ambas voces humanistas también

Esa red cultural aborigen empezó a transformarse rápida-

contribuyeron a robustecer el peso de la Iglesia católica

mente a partir del 6 de diciembre de 1492, cuando Cristó-

en la conquista. Fue en ese contexto cuando dos símbolos

bal Colón y sus acompañantes pisaron este territorio por

religiosos españoles se convirtieron en parte esencial de

primera vez. En efecto, ese peculiar intercambio de obje-

nuestra cultura inmaterial: la Virgen de la Altagracia y la

tos, alimentos, símbolos, gestos y sonidos entre personas

Virgen de las Mercedes. En efecto, desde que la imagen de

notoriamente diferentes marcó un antes y un después en la

la primera divinidad llegó a Higüey procedente de España

otredad local, es decir, en las nociones de nosotros y ellos.

en 1514, ha ocupado un lugar central en nuestra identidad

También allí se empezó a configurar un nuevo sentido de

nacional. De acuerdo con la narrativa vigente, algo pareci-

pertenencia al territorio.

do ha ocurrido con la Virgen de Las Mercedes desde 1495,

Los diecisiete barcos y los mil quinientos españoles

cuando su imagen fue utilizada como símbolo de la protec-

que integraron el segundo viaje de Colón representaron

ción divina a las tropas españolas en un tenso encuentro

no solamente un encuentro de culturas, sino también un

con los aborígenes del cacicazgo de Maguá, hoy provincia

proyecto de conquista que produjo una ruptura irreversi-

de La Vega. La trata de esclavizados africanos fue la solución

ejecución del plan de control y transformación de la socie-

dada por las autoridades españolas a las repercusiones

dad aborigen dirigido y ejecutado por Nicolás de Ovando

económicas, sociales, políticas y morales de la esclavitud

desde 1502 hasta 1509. Algo similar ocurrió durante los

nativa. Los primeros esclavizados, llamados ladinos, fueron

dos períodos en que Diego Colón gobernó La Española

traídos de España. Estaban cristianizados y se habían fami-

a partir de 1509. En términos culturales, lo ocurrido des-

liarizado con la cultura de una parte de España, incluyendo

de 1492 hasta las devastaciones de Osorio de 1605-1606

el idioma. Se les puso a trabajar en la minería aurífera alu-

es inseparable de los procesos de dominación, resistencia,

vial y de superficie y, posteriormente, en los trapiches don-

intercambio, reciprocidad, reconocimiento, acomodación,

de se fabricaba el azúcar con la caña introducida desde las

poder y creatividad que acompañaron la conquista.

islas Canarias en el segundo viaje de Colón. Más adelante,

Es bien conocido el hecho de que la población in-

la creciente demanda de fuerza de trabajo esclava se satis-

dígena declinó bruscamente como resultado de la escla-

fizo trayendo esclavizados directamente desde África, de-

vitud, el trabajo forzado, las enfermedades —incluyendo

nominados bozales, que pertenecían a cerca de 133 etnias

pandemias—, los enfrentamientos violentos, el castigo y

africanas distintas culturalmente, y con lenguas diferentes.

el suicidio. Menos conocido es el hecho de que el ADN

Tal como ocurrió con las culturas indígenas, ningu-

dominicano tiene cerca del 4% nativo, que cientos de pa-

na de las culturas llegadas aquí desde África sobrevivió ín-

labras taínas forman parte de nuestro vocabulario, que una

tegramente a las rupturas derivadas de la esclavitud y la

buena parte de nuestros ríos tienen nombres taínos, que

colonización. Sin embargo, como ha señalado Bernardo

numerosas prácticas curativas se originaron en la sociedad

Vega, estudios científicos recientes han demostrado que

aborigen, y que en el conuco tradicional todavía se cultiva

cerca del 49% del ADN dominicano es de origen africano.

parte de los alimentos que consumimos.

De igual manera, como demostró Carlos Esteban Deive,

185 PATRIMONIO NACIONAL

ble de la red cultural nativa. Esa ruptura se acentuó con la


PATRIMONIO NACIONAL

186

numerosas palabras, expresiones, creencias y prácticas re-

camente luego de firmar un pacto de paz, tenía el estatus

ligiosas africanas forman parte de la cultura de una parte

noble de don. Un legado cultural intangible suyo es la mo-

de nuestra población. El tambor y las obras de artesanía a

dalidad de lucha no convencional de movilidad constante

base del higüero seco muestran las destrezas artesanales

e invisibilidad, conocida modernamente como “guerra de

llegadas de África.

guerrillas”.

En efecto, las relaciones entre aborígenes taínos,

En los manieles, en tanto que espacios de relativa

ciguayos y macorixes, españoles de distintas regiones, y

libertad, se produjo la interacción entre aborígenes y africa-

esclavizados africanos de etnias diferentes desataron un

nos fuera del control de los conquistadores. Allí, los cima-

proceso de transculturación sin precedentes en la isla. Ese

rrones nativos y africanos tejieron una red cultural híbrida

encuentro tenso, conflictivo y multidimensional marcó la

que sirvió para dar continuidad a muchas de las prácticas y

génesis de una red cultural híbrida. No es exagerado decir

recursos culturales taínos, a pesar de la desaparición física

que, en cada vértice del triángulo indígena-hispano-africa-

de sus creadores. Los pobladores africanos de los manieles

no de esa red, la cultura se expresaba en plural, es decir, allí

actuaron como retenedores de recursos culturales africanos

estaban las Españas, las Áfricas y al menos tres culturas na-

y de una parte de la cultura inmaterial taína, a pesar de

tivas. Posteriormente, esa pluralidad incluyó, con distintos

las rupturas causadas por la colonización y la esclavitud.

grados de intensidad, las influencias culturales provenien-

En esos espacios nació el tambor, hecho con la piel de los

tes de Portugal, Francia, Inglaterra, Holanda y Alemania.

animales provenientes de España y con el conocimiento

La hibridación cultural, el sincretismo religioso y el

nacido en África. Allí también, usando el conocimiento de

fenotipo mulato que nos definen como pueblo tienen ese

africanos y nativos, se sembró plátano, molondrón, ñame,

intercambio como telón de fondo. Aunque la isla proveyó

guandul y otros rubros venidos desde África directamente

el oro tan buscado por los colonizadores, no lo hizo en la

o vía las islas Canarias. La fabricación de objetos de metal

cantidad esperada. Eso explica el giro desde la minería ha-

que allí ocurrió es inseparable del conocimiento de los me-

cia los trapiches y los ingenios azucareros, originalmente

tales que, a diferencia de los nativos, tenían los africanos

movidos por esclavizados nativos y africanos. De ese mun-

ladinos y bozales. El fotuto indígena lo utilizaron ambos

do de opresión emanó la resistencia a la esclavitud y el

grupos. El higüero, planta de múltiples significados mate-

maltrato protagonizada por los cimarrones que escaparon

riales e inmateriales para los taínos, fue parte de la vida

hacia los manieles o palenques. La primera rebelión de ese

cotidiana. En esos espacios de resistencia también hubo

tipo ocurrió en las navidades del año 1521.

intercambios religiosos, simbólicos, musicales, curativos,

Sebastián Lemba, el legendario cimarrón nacido en

culinarios y lingüísticos.

África Occidental en el año 1520 y traído como esclavizado

La imposibilidad de lograr el desarrollo económico

siendo apenas un niño, sobresale como figura icónica de la

de La Española, sustentado principalmente en el oro y

resistencia de los africanos. Por su parte, aunque por razo-

el azúcar y, en menor grado, en la siembra de jengibre y

nes distintas y no ausentes de ambigüedades, la resistencia

otros rubros para la exportación, abrió una larga trayectoria

encabezada por Enrique Bejo, conocido como Enriquillo,

de aguda y creciente pobreza que nos llevó a la miseria

es un referente tanto de la respuesta indígena al maltrato

generalizada desde el siglo XVII hasta parte del siglo

como de la complejidad de la sociedad colonial. Enriquillo

XVIII. Cuando España perdió interés en la isla y esta se fue

inició una larga campaña de resistencia en lugares inhóspi-

quedando sola y poco poblada, cuando la esclavitud se

tos. En el momento de su muerte en 1535, ocurrida pacífi-

flexibilizó, la red cultural cimarrona empezó una trayectoria


Fiesta religiosa de San Francisco de Bánica.


PATRIMONIO NACIONAL

188


fuera de los manieles, tejiendo los fragmentos rotos de las culturas nativas y africanas con la diversa red cultural de los españoles que permanecieron. Para sobrevivir en la difícil situación creada por esa pobreza, que se diseminó por todo el territorio, los pobladores usaron esa red híbrida como un nexo de vida mediante “la experiencia de actuar y sufrir juntos”. Esa red, en lugar de ser homogénea a nivel nacional, tuvo un sello regional y local. Ese anclaje en el territorio se hará más evidente en el siglo XIX, en referencia al norte con el Cibao tabaquero como estandarte, el sur con el corte de maderas como soporte, y el este con la ganadería extensiva del hato como guía. Un punto de inflexión en esa trayectoria fue la transición desde la hacienda, con la relativa rigidez de sus relaciones sociales y raciales, hasta el hato ganadero, con su acentuada flexibilidad y relativa independencia. Los cimarrones transformados en campesinos, el hatero y sus esclavos, los libertos y el montero, a pie o a caballo, con labranzas para trabajar y armas para cazar y defenderse, pacios de supervivencia. Esa tropa también llevó consigo la hamaca para descansar, los santos y vírgenes para rezar, los gallos de pelea, las aves de corral, los perros cazadores, los chanchos proveedores de carne y manteca, la sabiduría para curar, las destrezas para asistir a las parturientas y el conocimiento para aprovechar los recursos de la naturaleza. Sin dejar de ser desigual, esa sociedad rural tuvo que La Cofradía de los Congos del Espíritu Santo de Villa Mella se distingue en el campo de la música, la danza y las festividades populares. Fue declarada en 2008 por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

compartir la escasez más que la abundancia. Como dijo Del Monte, la vida de esos pobladores consistió en “holgar y jugar gallos, rezar y cocinar; cazar ganado y consumir una dieta básica consistente en plátano, carne y frijol, casabe, yuca y batata”. La expansión en el territorio de esa sociedad laxa y el surgimiento de una economía rural de subsistencia es lo que se conoce como la ruralización de la sociedad dominicana, es decir, el alejamiento de los pueblos y el arraigo a la tierra para sobrevivir monte adentro. Ese caminar monte

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se lanzaron monte adentro, abriendo rutas y formando es-


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Músicos de la Cofradía de los Congos del Espíritu Santo de Villa Mella.


adentro sirvió para enraizar en nuestra identidad la cultura

especificidades del sistema esclavista en cada lado de la

de la tierra con mayor firmeza que la cultura del agua.

isla. En efecto, mientras en el lado oeste se implantó un

Las devastaciones de Osorio del período 1605-

modelo férreo de esclavitud que abrió una distancia social

1606 y los eventos posteriores evidenciaron la presencia

marcada entre esclavistas y esclavizados, en el lado este la

en nuestro territorio de un Otro europeo que era portador

esclavitud —sin por ello dejar de serlo— tuvo un carácter

de una cultura distinta a la hispana, que daba señales de

más laxo y permitió una interacción menos distante entre

estar decidido a establecerse en una isla poco poblada, y

ambas clases sociales. La manumisión, es decir, la compra

que activaba el contrabando como una actividad que ge-

de la libertad por parte de algunos esclavizados, jugó un

neraba beneficios económicos de manera casi inmediata.

papel importante en esos procesos, toda vez que los liber-

Hacia dentro de la isla, ese negocio ilegal chocaba con los

tos formaron poblados y crearon espacios culturales vitales,

intereses de España, mientras que hacia fuera nos vincula-

como las cofradías.

ba con los intereses de otras naciones europeas, especial-

Con el nacimiento de los Estados Unidos de Nor-

mente Francia, Inglaterra, Holanda y Alemania, que se fue-

teamérica en 1776, se complejizó el vínculo transnacional

ron asentando en el Caribe insular no hispano, agregando

entre nuestra isla y los países de la región. En efecto, la

diversidad cultural tanto a nivel material como inmaterial.

proximidad geográfica de Norteamérica nos acercó pro-

Las migraciones canarias, ocurridas desde finales

gresivamente a la modernización de corte capitalista sus-

del siglo XVII hasta cerca de la mitad del siglo XVIII, deja-

tentada en la ética protestante llegada al continente ameri-

ron como legado un tejido sociocultural que se ancló en el

cano bajo el liderazgo de Inglaterra.

territorio con la fundación de San Carlos de Tenerife (en la Como parte esencial de la cultura material canaria, permanecen el cultivo de la caña de azúcar y la cañafístola, el regadío de los cultivos, el gofio (fabricado con harina de cereales tostados y molidos), la arepa y numerosos dulces. En el plano inmaterial, una manifestación sobresaliente de la cultura canaria es la tradición oral conocida como chuines, la cual consiste en un canto a capela improvisado en forma de copla. En términos culturales, el año 1697 marcó un punto de inflexión. En efecto, ese año se firmó en Holanda el Tratado de Ryswick, que formalizó dos espacios socioculturales sustancialmente distintos en la isla, empezando por la lengua: Santo Domingo español en la parte oriental y Santo Domingo francés en la occidental. Lo ocurrido en ambos territorios desde esa fecha hasta 1804, cuando nació la República de Haití, tuvo como eje transversal las

PATRIMONIO NACIONAL

capital), Sabana de la Mar y Santa Bárbara de Samaná.

191


PATRIMONIO NACIONAL

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La cultura criolla del siglo XIX: acentuando la complejidad La relativa soledad del Santo Domingo español no fue sinónimo de aislamiento total. En efecto, la creciente importancia económica de la isla como conjunto en el escenario global —causada principalmente por la solidez de la economía esclavista en el Santo Domingo francés— mantuvo sin cerrojo las puertas por las que entraron las corrientes de procesos globales y regionales ocurridos en el siglo XIX. Dos de esos procesos fueron el nacimiento de la República de Haití en 1804, y la etapa histórica conocida como la España Boba (1809-1821), los cuales complejizaron nuestra red cultural tanto en lo material como en lo inmaterial. La utopía modernizante puesta en marcha por Ulises Heureaux (Lilís) desde 1887 hasta 1899 fue inseparable de nuestras relaciones con las economías estadounidense, alemana y holandesa. A modo de ejemplo, varias empresas

193

alemanas participaron directamente en la exportación de

PATRIMONIO NACIONAL

tabaco criollo hacia Alemania. Algo parecido ocurrió en la construcción del ferrocarril. Tanto el capital estadounidense como el alemán jugaron un rol destacado en la modernización de la República Dominicana en el siglo XIX. El impacto social y político que tuvo la ocupación haitiana (1822-1844) en nuestra sociedad se expresó también en el tejido cultural de localidades específicas. Ejemplos sobresalientes son el creole haitiano, las prácticas religiosas, los platos conocidos como chacá y chenchén, y los dulces de ajonjolí y maní. En el caso de las habichuelas con dulce, un plato emblemático de la gastronomía criolla en la Cuaresma, se ha sugerido que la receta original fue traída de Haití por François Delalande, un ciudadano francés que escapó a Montecristi durante la rebelión de los esclavos El Teatro Cocolo Danzante de San Pedro de Macorís, también conocido como Teatro Guloya, se desarrolló entre los descendientes de los esclavos británicos del Caribe a mediados del siglo XIX. Reconocido por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

de Saint-Domingue. Ya en suelo dominicano, ese plato fue modificado y dominicanizado mediante el uso de nuevos ingredientes.


La cultura inmaterial dominicana se diversificó a partir de 1824 con la llegada de los libertos conocidos hoy como los dominicanos de ascendencia afroamericana, o “los afroamericanos de Samaná”. Provenientes de la ciudad de Filadelfia, ubicada en el estado de Pensilvania, la mayoría de esos libertos escaparon de la esclavitud existente en varios estados sureños. Sin tener el estatus de ciudadanos en su país de origen, fueron ubicados por Boyer en diferentes localidades de la isla con el propósito de promover el desarrollo y la modernización. La valoración positiva de su ética protestante, su buena conducta, sus destrezas, el dominio del inglés como lengua materna, así como su procedencia, fueron clave en la misión que se les asignó y en el otorgamiento de la ciudadanía. Además de los recursos culturales mencionados, los PATRIMONIO NACIONAL

194

inmigrantes trajeron consigo la religión protestante, que se congregó inicialmente en la Iglesia Episcopal Metodista Africana (AME, por sus siglas en inglés), llamada chorcha por los criollos como alteración fonética de la palabra inglesa church. Ese espacio religioso fue el epicentro de sus esfuerzos para lograr la continuidad de su cultura a pesar de la ruptura causada por el desarraigo de su tierra natal. De igual manera, los inmigrantes de Samaná trajeron el baile de bamboulá o bamboula, el cual tiene una evidente influencia africana y, en esa época, estaba muy presente en las comunidades afrodescendientes de varios estados sureños. La gastronomía local incluye el uso del coco para cocinar el pescado y elaborar dulces, y las tortas de harina de trigo, sola o mezclada con otros rubros. Danzante representando la pieza de los Wild Indians, San Pedro de Macorís.


195 PATRIMONIO NACIONAL


CARNAVAL

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Diablos cojuelos. El carnaval es la festividad más importante y trascendente de la cultura popular dominicana. Su origen se remonta al año 1520.


197 PATRIMONIO NACIONAL


PATRIMONIO NACIONAL

198


Para acentuar el peso de las inmigraciones en la cultura

La migración italiana ocupa un lugar sobresaliente en la

criolla dominicana de finales del siglo XIX, hablemos de los

dimensión monumental de nuestro patrimonio cultural. A

inmigrantes cubanos, cuyo éxodo ocurrió en el marco de la

esos aportes debemos agregar los realizados en el plano

guerra de independencia. Un símbolo clave de ese nexo de

inmaterial por Alejandro Geraldini, primer obispo residente

vida es la participación del generalísimo Máximo Gómez,

de Santo Domingo, y el padre Fantino Falco. Los aportes

nacido en Baní en el seno de una familia de origen canario,

a la marina de Juan Bautista Cambiaso, fundador de la pri-

quien partió desde Montecristi junto al apóstol José Martí

mera flotilla armada del país y héroe nacional dominicano,

para, actuando y sufriendo juntos, alcanzar la independen-

sobresalen en la trayectoria de la cultura italiana en nuestro

cia de Cuba. Una parte importante de esos inmigrantes

país. En la gastronomía dominicana actual, el legado cultu-

era de origen español y jugó un papel destacado en la in-

ral italiano es notable, especialmente en la gran variedad

dustria azucarera dominicana. Tal es el caso del ingeniero

de platos elaborados con pastas alimenticias de amplio

Juan Amechazurra, originario de Matanzas, que en 1876

consumo en todo el territorio nacional.

construyó en San Pedro de Macorís el ingenio Angelina, el primer ingenio moderno de la República Dominicana.

El tejido cultural del siglo XIX también se complejizó con la llegada, en el año 1880, de un número impor-

La llegada del baseball a nuestro país en la segunda

tante de libaneses y sirios, convencionalmente llamados

mitad del siglo XIX también está vinculada a la migración

aquí árabes o turcos. Procedentes originalmente de Haití,

cubana, toda vez que allí ese deporte empezó a practicarse

se ubicaron en Elías Piña, Las Matas de Farfán y San Juan

desde el año 1874 tras ser introducido en la isla desde Nor-

de la Maguana. Posteriormente llegaron a Dajabón, Puerto

teamérica por estudiantes cubanos. De acuerdo con una

Plata, el Cibao, San Pedro de Macorís y Santo Domingo. Portadores de una cultura propensa al intercambio

extraordinario de nuestra cultura inmaterial se celebró aquí

y el emprendimiento, no debe sorprendernos su acentuado

en 1886 entre dos equipos cubanos.

interés por el comercio. Evidencia de esa actitud fue la

Procedente también de Cuba, en el año 1862 se ini-

introducción del comercio de fantasías, la modalidad de

ció la inmigración china hacia nuestro país. Un primer grupo

venta a plazos, el regateo y la venta itinerante que les

de aproximadamente doscientas personas llegó a Samaná

permitieron llegar a localidades de todo el país. Por ejemplo,

y permaneció allí por cerca de cuatro años. Gradualmente,

cuando los ingenios de San Pedro de Macorís hicieron

ese grupo cultural se diseminó en varias regiones y ciuda-

de esa ciudad “la Sultana del Este”, esos comerciantes

des. En términos culturales, es significativo que un número

itinerantes construyeron una gran red de clientes. La venta

importante de los inmigrantes chinos optara por españolizar

de tejidos era parte de su oferta. Un detalle importante

su nombre de nacimiento como una forma de aligerar el re-

es que aceptaban la venta por encargo, compromiso

chazo que recibieron a su llegada. Las diferencias culturales,

que difícilmente incumplían. Su propensión al ahorro

incluyendo el idioma, fueron clave en ese rechazo. Como

era notable. En la gastronomía criolla contribuyeron a la

veremos más adelante, la migración china se acentuó desde

creación de nuevos hábitos alimenticios, con platos como

los inicios del siglo XX y se mantuvo a lo largo de ese siglo.

el kibbeh o quipe, el tabbouleh o tipile, las berenjenas

Sus aportes a la cultura material e inmaterial dominicana es-

rellenas, el repollito relleno, el yogur y el humus, entre

tán presentes de manera sobresaliente en la gastronomía, el

otros. Como vemos, los sirios, palestinos y libaneses se han

comercio, la academia, las ciencias de la salud y la moderni-

integrado al tejido cultural dominicano con notable éxito, a

zación del cultivo de arroz desarrollada en Bonao.

pesar del rechazo que recibieron a su llegada hace más de

Niños ejecutando atabales en una celebración popular.

199 PATRIMONIO NACIONAL

versión no refutada, el primer partido de ese componente


PATRIMONIO NACIONAL

200

Orquesta de perico ripiao. Conocidos por ejecutar ritmos folclóricos dominicanos, especialmente merengue, mangulina o carabiné, utilizando instrumentos como la tambora dominicana, la güira y el acordeón.


un siglo. Se ha estimado que existen más de cien apellidos de origen árabe en el país. En términos culturales e identitarios, nuestro ingreso al siglo XX es inseparable de la guerra de Restauración (1863-1865). En primer lugar, además de mostrar el heroísmo y el patriotismo del pueblo dominicano, ese extraordinario acontecimiento sirvió como un nexo de vida que aportó recursos culturales muy útiles para reafirmar nuestra dominicanidad. Esa experiencia de actuar y sufrir juntos nos sirvió para pasar de la ruptura a la continuidad con la intención de tener “la experiencia de permanencia a pesar de todos los cambios en nuestra situación y nuestras acciones”.3 En segundo lugar, esa vivencia colectiva definió una nueva red de relaciones con el mundo, toda vez que nos alejamos de España políticamente sin por eso negar su presencia esencial en nuestra cultura inmaterial, empezando bio comercial con las Islas Turcas y Caicos, Saint Thomas y Curazao. La migración desde allí a Montecristi se considera como la primera llegada de cocolos o afrocaribeños angloparlantes a Santo Domingo, aunque no fue permanente, La bachata es una expresión musical bailable nacida de la fusión del bolero con otros géneros musicales afroantillanos como el son cubano, el chachachá y el merengue. Declarada en 2019 Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Fotografía: Kurt Schinitzer (Conrado). AGN.

como sí lo sería la de los inmigrantes que llegaron desde varias islas angloparlantes en el siglo XX a trabajar en los ingenios azucareros de esa y otras provincias. Nuestro ingreso a la nueva centuria se sustentó en una red cultural que entrelazó los recursos culturales aportados por todos los grupos culturales mencionados. La diversidad ha sido y es su cualidad más resiliente.

3

Wilhelm Dilthey. Selected Works. Volumen I. Introduction to the Human Sciences. Princeton: University of Princeton Press. 1991, p. 21.

201 PATRIMONIO NACIONAL

por el idioma. Y, en tercer lugar, se fortaleció el intercam-


PATRIMONIO NACIONAL

202


Siglo XX: transformación cultural en un contexto transnacional. Estructuración, actores y sujetos En tanto que recursos culturales con significados específi-

Esos sujetos y actores, en ese momento, estaban mayori-

cos para seres humanos concretos, las actividades lúdicas,

tariamente arraigados en las zonas rurales del país, donde

la gastronomía, el lenguaje y la religiosidad entraron al si-

se inició un lento proceso de cambio social. A su vez, en las

glo XX siguiendo la trayectoria de los colectivos anteriores

zonas urbanas comenzó un proceso de modernización que

en su aspiración de pertenecer a la sociedad dominicana

tuvo implicaciones relevantes tanto para la ciudad como

y vincularse a la cultura predominante, es decir, la cultura

para el campo.

criolla legitimada por el Estado. Como vimos, el marco jurí-

En efecto, en 1908 la población total del país era de

dico que sustentó el nacimiento de la República Dominica-

638,000 habitantes. De ese total, el 58.9% vivía en el norte,

na también definió un perfil cultural ideal que condicionó la

el 30.1% en el sur (incluyendo la capital) y el 11.8% en el

aspiración de pertenecer como ciudadano.

este. Aunque en el Cibao se incrementó la actividad comercial como resultado de la exportación de tabaco, cacao

Estado nacional se caracterizó por la fragmentación po-

y café por los puertos de la región norte, como conjunto

lítica y la débil cohesión social. Además de los intereses

era una sociedad culturalmente campesina; en el sur más

foráneos, una causa endógena de esa debilidad fue el con-

profundo, el corte de madera era la principal actividad eco-

choprimismo, es decir las frecuentes guerras encabezadas

nómica, mientras que en el sur cercano (incluyendo Santo

por los caudillos locales y regionales caricaturizados como

Domingo) la producción de caña de azúcar y el comercio

Concho Primo. La ocupación norteamericana (1916-1924),

predominaban; como conjunto, en la región este predomi-

si bien inició un acelerado proceso de reestructuración del

naban la ganadería extensiva y la producción de caña de

aparato estatal, mejoramiento de la infraestructura y distri-

azúcar.

bución del territorio con fines empresariales, estuvo lejos

En las tres regiones, el conuco era usado para la

de cohesionar el tejido sociocultural dominicano, especial-

siembra de alimentos, se criaban cerdos, los niños y las ni-

mente los recursos culturales inmateriales. Lo cierto es que,

ñas fabricaban sus juguetes, había apiarios para obtener

aunque la cultura es inseparable de las estructuras sociales

miel y cera, se trabajaba la artesanía con los recursos y

y políticas —incluyendo el Estado—, sus recursos y mani-

conocimientos disponibles, se cocinaba con carbón o con

festaciones no son reducibles a las disposiciones jurídicas

leña, se tomaba agua de la tinaja o del arroyo, la ropa se

que buscan crear bases sólidas para lograr el orden, la es-

lavaba a mano, las planchas se calentaban con carbón, se

tabilidad y el progreso. La cultura inmaterial es un recurso

jugaba dominó, tablero y billar, se volaban chichiguas, las

de estructuración social, pero su ethos es fluido y se resiste

peleas de gallos eran casi sagradas, se tomaba té de jen-

a la petrificación.

gibre para lidiar con el frío, se majaba el arroz con el pilón,

Consecuentemente, la mejor manera de entender

se sembraban plantas medicinales en el patio y habas en

nuestra trayectoria cultural en el siglo XX es interpretando

las empalizadas, la naranja agria no podía faltar en la co-

de manera integral los usos dados por los actores y sujetos

cina, se colaba el café con el colador de tela, se usaban

sociales a los recursos culturales que integran su red cul-

lámparas humeadoras, se colgaba una planta de sábila

tural específica, como la música y la religiosidad popular.

como protección espiritual, se rezaba el novenario para los

Presentación de música y baile típico dominicano en las Ruinas de San Francisco, Ciudad Colonial de Santo Domingo.

203 PATRIMONIO NACIONAL

Durante las tres primeras décadas del siglo XX, el


PATRIMONIO NACIONAL

204


fieles difuntos, se tocaban los palos, se cantaban salves, se hacían promesas a los santos, se rezaba el santo rosario, en Semana Santa no se hacía ruido, se compartían con los vecinos las habichuelas y las habas con dulce, se usaba el convite para labores que requerían la cooperación de otros, se hacían cuentos y adivinanzas, se barría el patio y el frente de la casa con escobas de hierba, se pedía la bendición a los padrinos, se jugaba san. La carne abundaba. También, la pobreza. Y se bailaba perico ripiao. Nuestro patrimonio cultural inmaterial todavía preserva muchos de esos recursos. El tejido cultural de ese mundo de tierra adentro empezó a cambiar gradualmente, en gran medida a causa del incremento de la actividad comercial interna y del comercio exterior, y se aceleró notoriamente a partir de la intervención norteamericana y del período conocido como la era de Trujillo. Demos una rápida mirada a algunos de los procesos que contribuyeron a la transformación social y económica del país como conjunto. en la capital. La llegada de la electrificación en 1896 empezó una larga cadena de innovaciones de gran impacto cultural, al punto de que la interconexión telefónica entre la capital y el Cibao, ocurrida en 1904, se adelantó por mucho a la construcción de la carretera que unió ambos puntos a partir de 1917. Esa vía fue sustancialmente mejorada e inaugurada en el año 1922. El primer vehículo de motor llegó a Puerto Plata en 1903, y en 1905 ya funcionaba una guagua de pasajeros en la capital. Por la carretera que unió a Navarrete, en Santiago, con Montecristi, en la Línea Noroeste, empezó el transporte de bienes alimenticios en camiones. En 1911 se instalaron plantas eléctricas en algunas ciudades del interior. Y en 1930 se inauguró la Compañía Dominicana de Teléfonos (Codetel) en la capital. Meses más tarde, inició sus operaciones en San Pedro de Macorís, convirtiéndose en la primera central telefónica fuera de Santo Domingo. Todos esos cambios incrementaron el inIzquierda. Plantaciones de caña. Arriba. Toma aérea de plantación de caña de azúcar en San Pedro de Macorís. Abajo. Ingenio Angelina, 1876.

tercambio entre la capital, el Cibao y el este.

205 PATRIMONIO NACIONAL

A modo de ejemplo, en 1884 se instaló el telégrafo


PATRIMONIO NACIONAL

206

En 1905, en Puerto Plata se proyectó la primera película

y el chicharrón se mezclaba con la música y la diversión en

en una sala de cine. Ese fue el preámbulo del uso del cine

todas sus formas. La expresión “fiesta y mañana gallos” re-

como espacio lúdico importante para una parte de la pobla-

trata muy bien ese ethos lúdico.

ción. En el año 1924 se instaló la primera emisora de radio,

El interés político de Trujillo de acercarse a la po-

que usaba los equipos para la seguridad militar instalados

blación campesina lo llevó a hacerse acompañar del perico

por las tropas de ocupación en 1916. A su vez, siguiendo la

ripiao en sus recorridos proselitistas. De igual manera, en

tradición en la fabricación de rones y cervezas, en 1927 se

busca de la aprobación de los sectores privilegiados, Truji-

creó la Cervecería Nacional Dominicana. En 1942 se inició

llo apoyó la interpretación de ese ritmo usando instrumen-

la importación de neveras. En 1943 se instaló La Voz del

tos musicales propios de la música de salón o big band.

Yuna en Bonao, y en 1947 comenzó en Santo Domingo la

Todo ello sirvió para legitimar el merengue como la música

construcción del edificio que alojaría La Voz Dominicana,

preferida por la mayoría de los dominicanos.

cuya antena se instalaría en 1950. En 1951 se construyó el

Con el paso de los años, se han integrado otros ins-

primer estudio de televisión del país. En 1952 se inicia la

trumentos, tales como el saxofón, la conga y el bajo eléctri-

importación de televisores en blanco y negro. El segmento

co. Más aún, prominentes merengueros criollos han llevado

llamado Romance Campesino, con Macario y Felipa como

el merengue fuera del país convirtiéndolo en una expresión

personajes centrales, sirvió para difundir la cultura campe-

musical transnacional. Cuando en 2016 la Unesco le otorgó

sina a través de la radio y la televisión.

el rango de patrimonio inmaterial de la humanidad, el me-

Es en ese contexto que se entiende mejor la pe-

rengue trascendió para siempre las fronteras geográficas

culiar trayectoria y la gran relevancia del merengue en la

nacionales. En nuestra memoria histórica está grabada la

cultura inmaterial dominicana. En efecto, ese género mu-

voz de Johnny Ventura (El Caballo) cantando con alegría

sical nació como parte de los nexos de vida propios de la

“¡Yo soy merenguero hasta la tambora!”.

ruralización generalizada de los siglos XVII y XVIII. Original-

La fragmentación de los terrenos comuneros causó

mente, sus instrumentos eran la guitarra, traída de España;

una ruptura casi irreversible del tejido cultural campesino.

la güira, que combinaba elementos indígenas y africanos,

En efecto, allí estaba la tierra para hacer conucos, carbón,

y la tambora, hecha con la piel de chivo importado de Es-

corrales; la tierra para soltar los animales, colocar apiarios,

paña y con el conocimiento llegado desde África, como ya

y también para buscar la madera con que fabricar y reparar

vimos. Esa hibridación musical se complejizó con la llegada

las casas y las enramadas, así como para educar a los jóve-

del acordeón a finales del siglo XIX, el cual sustituyó a la

nes en las labores propias del mundo campesino.

guitarra. La versión más arraigada dice que llegó a Puerto Plata procedente de Holanda.

En el norte, esa fragmentación empezó temprano, fruto de la expansión del comercio interno y exterior, y la

En su proceso de expansión por la región norte, y

concentración progresiva de la tierra. Pero ese hecho no

en compañía de los tabaqueros, el merengue llegó a San-

se tradujo en una descampesinización masiva. Ese no fue

tiago y se convirtió en un componente clave de la vida co-

el caso de gran parte de la región este, donde la transfor-

tidiana cibaeña. Una versión poco refutada da cuenta de

mación de las planicies y los terrenos comuneros en caña-

que la denominación perico ripiao, con la que se conoce

verales y potreros se tradujo en una separación del campe-

su versión tradicional, se originó en un lugar de entreteni-

sinado de la tierra. El desplazamiento de sus localidades

miento que llevaba ese nombre y estaba ubicado en las

significó una ruptura irreversible de su tejido cultural ma-

vecindades de El Hospedaje, donde el olor del sancocho

terial. Como se sabe, una de las respuestas a esa agresión


207 PATRIMONIO NACIONAL

Izquierda. Campesino junto a su gallo. Arriba. Niño con juego de trompo.


PATRIMONIO NACIONAL

208


fue la resistencia de una parte de los campesinos, que recurrieron a la modalidad de guerrillas en el monte. El discurso del poder usó el término gavilleros, es decir bandoleros, para etiquetar esas personas. Por su parte, en las montañas del sur, la fragmentación de los terrenos comuneros también marcó la ruptura del tejido cultural campesino. Un símbolo de la resistencia campesina sureña a ese hecho es Olivorio Mateo (1876-1922), conocido como Papá Liborio. Por su perfil mesiánico, es un ejemplo notorio del sincretismo religioso criollo. San Juan Bautista, un símbolo muy importante para los esclavizados africanos, ocupó y ocupa un lugar prominente en el altar liborista. Tras el asesinato de Olivorio Mateo el 27 de junio de 1922, ese legado ha sido preservado por una comunidad que trasciende la de los pobladores locales. El sitio conocido como Las Agüitas de Liborio es un lugar de peregrinación visitado regularmente por dominicanos y extranjeros. Como tal, forma parte de nuestro patrimonio cultural intangible. La industria azucarera del siglo XX trajo consigo un Unesco en 2005 obra maestra del patrimonio oral e intangible de la humanidad: el teatro danzante guloya, cuyos creadores fueron los inmigrantes angloparlantes llamados cocolos. La gastronomía cocola incluye yaniqueque, mabí, coconete, domplín, bacalao, coco, pescado, cangrejo, y el licor dulce conocido como guavaberry, fabricado con el fruto maduro del arrayán. Además del teatro danzante guloya, otros teatros cocolos son: el baile del buey, el momise, Wild Indians y el baile del faisán. Además del idioma inglés, la cultura cocola incluye la religión protestante, la masonería y Izquierda. El béisbol es el deporte favorito de los dominicanos, también conocido como “la pelota”. Arriba. El juego del dominó es un pasatiempo nacional y parte central de la cultura popular dominicana.

los Odd Fellows. Desde esa comunidad han surgido figuras destacadas en diferentes campos, incluyendo el baseball, la poesía, la música, la educación y la medicina. Casi al mismo tiempo que la migración cocola, se inició la protagonizada por los nuevos trabajadores haitianos de los ingenios azucareros. A diferencia de los

209 PATRIMONIO NACIONAL

recurso cultural que, por su riqueza, fue declarado por la


migrantes cocolos, que mayoritariamente fueron ubicados

caso de la comunidad judía, sus creencias y prácticas reli-

en el batey central, es decir cerca de la factoría, el segundo

giosas contribuyeron a diversificar nuestro tejido cultural en

grupo de migrantes fue alojado en los bateyes agrícolas,

localidades específicas, tales como Sosúa. Ambos grupos

es decir cerca de los cañaverales. Esa diferencia condicionó

culturales han aportado numerosos profesionales que go-

el acercamiento de ambos grupos a los pobladores

zan de un alto prestigio en nuestro país.

dominicanos. El gagá dominicano surgido de esos espacios forma parte de nuestro patrimonio cultural inmaterial.

artistas usaron su talento para producir murales y carteles

transformación sustancial de nuestra red cultural, en gran

que reflejaban el estado de ánimo en ese contexto. Tam-

medida vinculada al tránsito de la ruralidad a la urbaniza-

bién surgió una producción musical con sello propio. Más

ción, y de la agricultura a la manufactura y los servicios.

aún, en la época posterior a la guerra, que René del Risco

zó los recursos culturales hispanos e indígenas, mientras

PATRIMONIO NACIONAL

impacto cultural significativo. En primer lugar, numerosos

Durante el período 1930-1966, se produjo una

Es bien conocido el hecho de que Trujillo enfati-

210

La intervención norteamericana de 1965 tuvo un

Bermúdez llamó “el viento frío”, surgió una narrativa literaria cargada de nostalgia, rabia y dolor.

que rechazó taxativamente aquellos vinculados al legado

No es exagerado decir que el período 1966-2000 es

africano o afrodescendiente. Su régimen fortaleció la base

sinónimo de grandes transformaciones en nuestra cultura

institucional y la infraestructura, propias de la vida cultural

material e inmaterial. Para empezar, el progresivo cambio

legitimada. Cabe resaltar la construcción de parques como

de una economía esencialmente agrícola hacia la manufac-

lugares de esparcimiento, así como el apoyo a las bandas

tura y los servicios aceleró la migración campo-ciudad. El

de música a nivel municipal. En esos espacios surgió un nú-

crecimiento vertical de las ciudades y la formación de ba-

mero importante de músicos, así como relaciones sociales

rrios marcados por la pobreza definieron nuevos espacios

que forman parte de nuestro patrimonio cultural inmaterial.

sociales y culturales con nuevos códigos de comportamien-

El uso de la radio y la televisión como recursos de

to, nuevos valores y nuevos estilos de vida.

difusión cultural sirvió para promover la cultura criolla, in-

La creciente urbanización fue inseparable del sur-

cluyendo el acervo campesino. Ambos medios también

gimiento de una gastronomía muy diferente a “los tasos y

permitieron difundir las expresiones culturales procedentes

trozos” del mundo rural clásico. El florecimiento de los su-

de España, Argentina y México, entre otros países hispano-

permercados es una muestra de la orientación al consumo

parlantes. La música mexicana fue especialmente valorada

de bienes importados, comportamiento inseparable del in-

por los dominicanos en esa época.

cremento del parque vehicular. Aparecen los colmadones

En el campo cultural, hay consenso sobre un hecho

como espacios de usos múltiples —venta de comida, sitio

sobresaliente ocurrido en ese período, la llegada al país de

de baile, consumo de alcohol, pantallas gigantes para ver

numerosos artistas plásticos españoles que revolucionaron

los eventos deportivos—. La denominada economía naran-

la pintura y la escultura nacional.

ja tiene mucho de vida urbana. Lo propio aplica a los sa-

Debemos resaltar también la llegada de los inmi-

lones de belleza y las bancas de apuestas. La gastronomía

grantes japoneses en el año 1956, y la de los judíos euro-

china, especialmente el pica pollo, es un referente de la

peos en 1942. Los aportes de los japoneses incluyen sus

gastronomía urbana en el país.

conocimientos del cultivo de nuevos vegetales y hortalizas

La dimensión comunicacional es de vital importan-

que hoy forman parte de nuestra gastronomía, la práctica

cia en esas transformaciones culturales, concretamente por

del judo, el paisajismo y, más recientemente, el sushi. En el

el incremento de los periódicos impresos y digitales, la ma-


El casabe, alimento de nuestra herencia culinaria que fue la base de la dieta taína. Se espera que sea declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.


Arriba. La guáyiga era el pan principal de los taínos. Abajo izq. El sancocho dominicano es el plato típico dominicano. Fue introducido por la inmigración canaria en el siglo XVIII. Abajo derecha. Lechón de La Vega. El cerdo asado es una tradición durante las fiestas navideñas.


sificación de la televisión, el teléfono y la radio, la llegada

sus huellas en el tejido cultural criollo. Aunque el turismo de

del internet y el enorme incremento de los teléfonos celu-

cruceros y de sol y playa no siempre acerca los visitantes a la

lares. Se estima que cerca de nueve millones de teléfonos

vida cotidiana local, sí se produce un encuentro intercultural

celulares están registrados en el país. Literalmente, la ma-

con sus propios códigos, incluyendo la estética y el idioma.

yoría de nuestra población “tiene el mundo en sus manos”,

Aunque llegó a nuestro territorio cuando la cultura

con todas las implicaciones de ese hecho. Nuestro nivel de

criolla se había consolidado, es evidente que el béisbol o

conectividad es uno de los más altos de la región.

la pelota es hoy tan dominicano como el mangú. En efec-

El tejido cultural dominicano tiene en la educación

to, el talento indiscutible que tenemos para ese deporte

universitaria un soporte vital para caminar hacia las aspi-

ha permitido que los jugadores profesionales dominicanos

raciones de progreso personal y familiar. En efecto, mien-

sean un referente de excelencia. Una evidencia de ese sen-

tras que en el año 1965 la Universidad Autónoma de Santo

timiento es la expresión “plátano power”, que se ha con-

Domingo era el epicentro de la academia dominicana, hoy

vertido en nuestra marca país en el béisbol internacional.

existe un gran número de centros de educación superior

Un fenómeno de gran significación cultural ocurri-

ubicados tanto en la capital como en varias provincias. Más

do en este período es la creciente visibilidad de los recur-

aún, varias generaciones de profesionales dominicanos se

sos culturales originados en la compleja y diversa red de la

han formado en universidades extranjeras y en idiomas ex-

afrodescendencia dominicana. Como vimos anteriormente,

tranjeros. Todo indica que nos encaminamos a ser una cul-

durante décadas muchas prácticas culturales vinculadas a

tura bilingüe.

ese espacio entraron en modo sobrevivencia, frente a la hostilidad de sectores del poder fáctico. La creciente de-

dos de los procesos que han tenido mayor impacto en la

mocratización del país ha permitido que esas expresiones

transformación cultural del país. En efecto, desde 1966 has-

hayan salido a los espacios públicos. Es el caso de los car-

ta la fecha se ha configurado una diáspora dominicana en

navales, el festival de atabales de Sainaguá, la sarandunga

diferentes países del mundo, especialmente en Norteamé-

de Baní, la fiesta de San Miguel en la capital, el uso de los

rica y España. Solo en territorio estadounidense viven cerca

atabales en las celebraciones de la Virgen de Las Mercedes

de 2.2 millones de personas que se sienten dominicanos y

en Hato Mayor, y el espacio cultural de la familia Guillén en

dominicanas. En los hechos, una parte de nuestra diáspora

Yamasá, entre otros. Un punto de inflexión en esa trayecto-

tiene una nacionalidad circular y una cultura híbrida. Más

ria fue la decisión de la Unesco de declarar a la Cofradía de

aún, su impacto sobre el tejido cultural nacional trasciende

los Congos de Villa Mella como Patrimonio Cultural Inma-

el campo económico derivado de las remesas. Existe toda

terial de la Humanidad.

una red de intercambio afectivo entre los de aquí y los de

Por último, hablemos de la bachata. De manera si-

allá que se apoya y circula en la comunicación digital, es

milar a lo ocurrido con el perico ripiao, este género musical

decir, en las nubes. Hoy, viajar en avión es un hecho ruti-

se originó en el mundo de la gente humilde. Sin embargo,

nario para miles de dominicanos. También por la vía área

en este caso hubo un rasgo urbano prominente. Conoci-

llegan nuevos inmigrantes, muchos de los cuales deciden

da originalmente como música de amargue y música de

echar raíces en nuestro suelo y participar en la diversidad

guardia, la bachata enfrentó originalmente el rechazo de

creciente de nuestra cultura criolla.

una parte importante de la población más privilegiada y

En cuanto al turismo, la originalmente denominada

de los jóvenes. Esa actitud empezó a cambiar a partir del

industria sin chimeneas tiene su propia red cultural que deja

año 1964, cuando la emisora Radio Guarachita, ubicada en

213 PATRIMONIO NACIONAL

Probablemente, la diáspora y el turismo han sido


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Arriba. Dulces típicos dominicanos elaborados por Dolores Arias (Lolín) en San José de Ocoa Der. arriba. Vendedora de domplines en Samaná. Der. abajo. Habichuelas con dulce, plato emblemático de Semana Santa. Su origen se ubica a finales del siglo XVIII y se relaciona con la Era de Francia en Santo Domingo. Sus tres ingredientes principales son los frijoles, el azúcar y los lácteos.


la capital, decidió difundir a los bachateros como su marca empresarial. Por cuanto esa emisora tenía cobertura nacional y ofrecía gratuitamente los llamados servicios públicos, su audiencia cautiva escuchó diariamente la bachata y aprendió a disfrutarla y hacerla suya. En 2019, cuando la Unesco declaró la bachata Patrimonio Cultural de la Humanidad, nuestra gente llana recibió un enorme reconocimiento. Hoy, la bachata está en un momento de esplendor, y el merengue está dando señales de un renacimiento tanto a nivel nacional como en el plano internacional.

A manera de conclusión nuidades, surgieron nuevas fibras culturales e identitarias que transformaron la red cultural nacional en un espacio social altamente complejo y multidimensional. Las dimensiones de edad, género, clase social, religión, geografía, preferencia sexual, nacionalidad y ciudadanía adquirieron una fluidez que desafía el marco de lo estrictamente objetivo y se abraza a lo subjetivo y lo intersubjetivo como nunca antes. Hoy, en el siglo XXI, nuestra otredad es una construcción social transnacional. La cultura inmaterial, como parte central de esa transformación, ha integrado recursos foráneos, preservando aspectos clave de la cultura criolla, modificando otros y perdiendo muchos. Nos queda la memoria histórica de nuestra gente y el trabajo institucional para preservar nuestro patrimonio cultural.

PATRIMONIO NACIONAL

En esa trayectoria de cien años, con sus rupturas y conti-

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Referencias bibliográficas

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Los Tiznaos, personajes claves del carnaval, se pintan el cuerpo con aceite quemado mezclado con crema negra.

217 PATRIMONIO NACIONAL


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Bosque de helechos. Fotografía: Eladio Fernández.


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El patrimonio natural dominicano: defensa y conservación Frank Moya Pons

Historiador e investigador

Comparada con otros países ubicados en las grandes masas continentales, la isla de Santo Domingo es una unidad muy pequeña de apenas 72,000 kilómetros cuadrados, pero originalmente dotada de una rica biodiversidad. La mayor parte de ese territorio ha sido impactada considerablemente por la actividad humana y por ello se observan amplias zonas que han perdido su flora y fauna originales, llegando al extremo de padecer visibles proce-

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sos de desertificación como ocurre en el tercio occidental

PATRIMONIO NACIONAL

de la isla ocupado por la República de Haití. Por su particular historia de baja población, la parte oriental de esta isla, ocupada por la República Dominicana, conservó durante varios siglos la mayor parte de su vegetación original, pero en el curso de los últimos 150 años Arriba. Tortuga carey (Eretmochelys imbricata), especie en peligro crítico de extinción. Fotografía: fuente externa. Izq. arriba. Ámbar con insecto. Fotografía: Pedro Borrell Bentz. Izq. abajo. Ámbar sin pulir.

Pódcast Herencias: Viaja por nuestro patrimonio natural. Episodio 4: “Resiliencia”

el desarrollo acelerado de la agricultura comercial, por un lado, y la rápida urbanización en el siglo XX, por otro, han transformado visiblemente el paisaje.


Por eso hoy, en el lado oriental de la isla, existen extensas zonas donde el bosque nativo fue talado y reemplazado por especies importadas, y vemos grandes extensiones

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sembradas de caña de azúcar, hierba de Guinea y pangola, arroz, cacao, café, bananos, mangos, sábila, tomates y otros vegetales, cultivos todos importados de otras tierras. Especies forestales como el cedro, el ébano, la sabina, el guayacán, la caoba, el espinillo, el cambrón, la cabirma, la baitoa, el capá, la canelilla y otros árboles también han sido explotados intensamente y de sus bosques originales apenas quedan muestras. Como excepciones en este proceso quedan, afortunadamente, los extensos bosques de pino de las montañas y los bosques secos y espinosos del suroeste, que, por su extensión, han logrado sobrevivir a la sobreexplotación y los incendios. La fauna que encontraron los europeos cuando llegaron a esta isla también fue impactada por la introducción de animales procedentes del Viejo Mundo, como los perros, los gatos, los caballos, los burros, los chivos, los ovejos y las vacas, además de otros más problemáticos como las ratas.

Cueva de las Maravillas, San Pedro de Macorís. Tiene más de 500 pictografías de gran valor estético y arqueológico.



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Arriba. Bahía de las Águilas, en Pedernales. Con siete kilómetros de playas vírgenes, es un área protegida ubicada en el Parque Nacional Jaragua. Abajo. La iguana terrestre de la Española (Cyclura ricordi).


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Arriba. Vista aérea del Parque Nacional Cotubanamá con la isla Saona al fondo. Abajo.Tortuga carey.



Estos animales alteraron de tal manera el ambiente que algunas especies se encaminaron a la extinción, mientras que otras lograron sobrevivir escondiéndose en nichos naturales adonde el hombre todavía no ha llegado. Mencionemos, por ejemplo, el caso de la jutía. Los cronistas españoles que escribieron acerca de los primeros años de la invasión europea en la isla dicen que era un

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roedor muy común, al igual que el curí, de cuya especie

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quedan ya muy pocos ejemplares. Hoy sabemos que los perros y gatos introducidos por los conquistadores persiguieron a estos animales hasta dejarlos reducidos a unos pocos sobrevivientes que constituyen hoy, como es el caso de la jutía, curiosidades zoológicas. Algo similar ocurrió con las iguanas, muy comunes también en las regiones más secas del país. En estado natural, apenas se observan hoy en la isla Beata, en los alrededores del lago Enriquillo y en algunos apartados parajes del bosque seco entre Azua y Baní.

Izquierda. Vista aérea del pico Duarte y La Pelona, San Juan. Fotografía: Pedro Félix Espinal. Arriba. Solenodonte (Solenodon paradoxus), mamífero endémico de la Española. Fotografía: Eladio Fernández.


A los lobos marinos de la isla Alto Velo solo podemos recordarlos al leer la descripción que hizo de ellos Cristóbal Colón, ya que esos animales desaparecieron hace más de tres siglos. Lo mismo ocurrió más tarde con los cocodrilos que habitaban en la desembocadura del río Yaque del Norte. PATRIMONIO NACIONAL

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Los pocos que quedan hoy en el lago Enriquillo también se dirigen hacia la extinción. Mencionemos, por otro lado, extinciones más modernas, como la que está ocurriendo con la diajaca y el zago, dos peces fluviales que los dominicanos comían en abundancia hace apenas cuarenta años y que han desaparecido de la mesa criolla debido a la introducción de la tilapia nilótica, una especie foránea muy voraz que depreda los huevos y las crías de las especies nativas. La diajaca y el zago dominaban los ríos de la isla hasta finales de los años 50 del siglo pasado, pero a partir de entonces, y con la introducción permanente de la tilapia, su población ha ido reduciéndose hasta desaparecer casi por completo.

Arriba. Mariposas flama. Fotografía: Eladio Fernández. Derecha. Anochecer en Valle Nuevo. Fotografía: Eladio Fernández.



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Algo similar, pero por otras razones, ocurrió con la anguila. Esta constituía una importante fuente de proteínas para los dominicanos. A medida que se fueron desarrollando plantaciones arroceras en las tierras planas del país, o granjas de vegetales en las montañas, los agroquímicos utilizados para proteger y aumentar las cosechas terminaron contaminando los ríos y canales de riego que servían de refugio a las anguilas. En consecuencia, hoy es muy raro encontrar ejemplares adultos de esta especie porque, además de los venenos mencionados, los pescadores han descubierto los puntos de desove en las desembocaduras de ciertos ríos que llegan al mar, y allí atrapan sin controles ni vedas a los recién nacidos y juveniles para atender a un lucrativo mercado de exportación. La construcción de varias represas hidroeléctricas contribuyó a la desaparición de numerosas anguilas, ya que quedaron en los embalses de estas obras, fueron pescados y comidos por los lugareños. También podemos mencionar el caso de la cotorra criolla, que ha estado desapareciendo a una velocidad tal que ha sido declarada en peligro de extinción. Existen regulaciones que prohíben su comercio y traslado, tal como ha ocurrido con la cotorra de Puerto Rico, de la cual apenas quedan unos pocos ejemplares viviendo en estado natural. La paloma coronita también ha desaparecido casi por completo. Muchos dominicanos cazaban esta ave para comer, pues su carne es sabrosa, pero entre los cazadores Izquierda. Río Bao, San José de las Matas. Fotografía: Eladio Fernández. Arriba. Cabo Rojo, Pedernales. Abajo. Reserva de Ébano Verde, Constanza. Fotografías: Eladio Fernández.

había algunos que hacían competencias no para buscar alimento, sino para ver quién mataba más palomas en un fin de semana.

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sin poder regresar al mar, miles de ejemplares que luego


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Izquierda. Salto El Limón, Samaná. Fotografía: Aníbal Beriguete Derecha. Cabo Cabrón, Samaná. Fotografía: Eladio Fernández.


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Izq. arriba. Vista aérea de la bahía de Samaná desde el Parque Nacional Los Haitises. Fotografía: Marvin del Cid. Izq. abajo. Manglar Barracote, Bajo Yuna. Fotografía: Eladio Fernández. Derecha. Parque Nacional Los Haitises, entrada a la cueva de La Línea. Fotografía: Pedro Félix Espinal.


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Otra especie que fue mermada hasta desaparecer es el cangrejo rojinegro. Muchos de los que viajaron por la autopista de Las Américas en los años 50 y 60 del siglo pasado recuerdan que la desaparición de esta especie, entre los ríos Ozama e Higuamo, comenzó con la construcción de esta vía. Entonces, todo el pavimento de la autopista de Las Américas enrojecía totalmente, como si estuviera cubierto por una alfombra viva, mientras los vehículos que transitaban por la vía machacaban millones de cangrejos en un proceso que a fuerza de repetirse terminó extinguiendo esa especie totalmente. Otros cangrejos, como los azules, que son favoritos en la cocina criolla, redujeron significativamente su población debido a la recolección masiva que durante años sufrieron por parte de exportadores de “jueyes” a Puerto Rico, hacia donde los embarques se hacían por toneladas en naves que venían especialmente al país a recoger esta mercancía. Antiguos habitantes de Uvero Alto, entonces un paraje semidespoblado de Higüey, recuerdan que hace medio

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siglo anclaba frente a ellos un barco procedente de Puerto

PATRIMONIO NACIONAL

Rico, que no regresaba a su país hasta que los pescadores llenaran completamente sus bodegas de cangrejos.

Izquierda. Playa Bonita. Las Terrenas, Samaná. Arriba. Guano (Coccothrinax argentea), Jardín Botánico, Santo Domingo. Abajo der. Guano de Bosh. Fotografia: Eladio Fernandez. Abajo izq. Guaney (Zombia antillarum), palma endemica de la isla, en peligro de extinción.


De la paulatina disminución del lambí también es mucho lo que dicen los grandes montones de conchas acumuladas por los indígenas en la isla Beata y las costas de Pedernales desde antes de la llegada de Colón. El tamaño promedio de las conchas fósiles nunca variaba, pues ellos y sus sucesores solo pescaban animales adultos. Los pescadores de la época republicana todavía utilizan esos mismos lugares para descartar las conchas, y allí puede verse cómo ha estado decreciendo el tamaño de los caracoles capturados, pues los pescadores dominicanos y haitianos no están permitiendo que la población alcance la madurez ni se reponga. En consecuencia, la industria del lambí de Pedernales descansa en gran medida en la pesca de juveniles, lo que está produciendo una rápida disminución de esta especie en la isla. Otra especie que se ha visto muy amenazada por la sobrepesca es el carey, por lo que hubo que colocarla en la lista de animales cuya cacería y comercio están prohibidos, pero también está en grave peligro. Mayores riesgos de PATRIMONIO NACIONAL

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extinción enfrentan las hicoteas criollas, de las cuales hoy es muy difícil ver un ejemplar. Muchas otras especies animales están en vías de desaparición en la isla de Santo Domingo. En la parte occidental, ocupada por Haití, las extinciones han sido más profundas y duraderas, y posiblemente sean irreversibles, debido a la intensa sobreexplotación que ejerce sobre ellas una población humana numerosa y hambrienta. A pesar de las extinciones mencionadas, en la parte dominicana quedan todavía muchos nichos ecológicos que contienen ejemplos de comunidades animales y vegetales que forman parte del patrimonio natural de la nación y, debido a su singularidad o sus funciones ecológicas, merecen ser protegidos.

Izquierda. Papagayo o trogón de la Española (Priotelus roseigaster). Fotografía: Eladio Fernández. Derecha. Ceiba pentandra de Tamboril, Santiago. El árbol más grande y antiguo de la isla. Der. arriba. Cigua palmera (Dulus dominicus), declarada ave nacional. Fotografía: Pedro Félix Espinal. Der. abajo. Cotorra de la Española (Amazona ventralis). Fotografía: Eladio Fernández.



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Ejemplares sobresalientes por su antigüedad y dimensiones son las ceibas. De estos magníficos árboles todavía quedan muchos, entre los cuales se destaca la famosa ceiba de Tamboril, cuya edad estimada sobrepasa los mil años y se distingue por ser un ejemplar protegido mediante disposición oficial. Además de esta, existen varias docenas de ceibas antiguas cuyo enorme tamaño maravilla a todos los que las contemplan. Una de ellas, más joven pero igual de imponente, está ubicada en la orilla de un callejón en Las Terrenas, turismo la resguarden con medidas especiales de protección antes de que algún desaprensivo llegue a hacerle daño. Algo similar ocurre con muchos conglomerados de palmas reales y árboles de cana, representativos de antiguos bosques que, por su magnificencia, debieron impresionar a quienes cultivaron la tierra en esos lugares y no se atrevieron a cortarlos. Palmares grandes, antiguos y densos quedan en las zonas de Gonzalo y el río Ya, cercanas a Sabana Grande de Boyá, así como entre Cabarete y Yásica, provincia de Puerto Plata. Otros conjuntos de esas plantas, densos y muy antiguos, son visibles desde la autopista Duarte, en Bonao. Gracias a su aislamiento en lugares inexpugnables, quedan todavía grandes bosques de la palma manacla, que crece por encima de los 800 metros de altitud en los bosques nublados y muy húmedos de la Cordillera Central.

Ballena jorobada con ballenato (Megaptera novaeangliae). Fotografía: Eladio Fernández

241 PATRIMONIO NACIONAL

donde espera que las autoridades medioambientales o de


Grandes bosques de helechos arborescentes pueden verse hoy en las tierras elevadas y lluviosas del extremo oriental de la Cordillera Septentrional, en las cuencas altas de los ríos Nagua y Boba. Estos bosques, verdadero tesoro natural, están amenazados por los recolectores de sus troncos, que los venden a los viveros para utilizarlos en la siembra de orquídeas sin considerar que muchos de esos ejemplares talados, tal vez la mayoría, tienen edades superiores a los quinientos años. Afortunadamente, no todo está perdido en la parte oriental de la isla, pues desde 1926 la República Dominicana ha venido construyendo un sistema nacional de áreas protegidas. Este comenzó con la creación del llamado Vedado del Yaque, ideado por los alpinistas Miguel A. Canela Lázaro y Juan Bautista Pérez Rancier, para proteger las cuencas altas de la Cordillera Central, que proporciona la mayor parte del agua que consumen las personas y los cultivos en el resto de la isla.

PATRIMONIO NACIONAL

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Izq. arriba. Cangrejo terrestre (Geocarcinus ruricula), Isla Saona. Fotografía: Marvin del Cid. Izq. abajo. Neonato de tortuga verde (Chelonia mydas), Isla Saona. Fotografía: Marvin del Cid. Derecha. El manatí antillano (Trichechus manatus manatus) es nativo de las Antillas y se encuentra en peligro de extinción. Fotografía: Marvin del Cid.


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El ejemplo del Vedado del Yaque fue replicado a lo largo del siglo XX, a medida que los gobernantes y sus asesores iban adquiriendo conciencia de la importancia de preservar las grandes comunidades bióticas que constituyen los grandes bosques del país, en particular aquellos donde las precipitaciones y la densidad forestal aseguran la dotación de agua. Producto de esa conciencia ha sido la creación de numerosos parques nacionales, reservas científicas, resercomponen casi un tercio del territorio nacional. Después de la creación del Vedado del Yaque, el Estado creó los parques nacionales Armando Bermúdez y José del Carmen Ramírez en el corazón de la Cordillera Central. A ellos les siguió la creación de los parques nacionales Nalga de Maco, Montecristi, Jaragua, Baoruco, Los Haitises, del Este (hoy Cotubanamá) y La Humeadora. Otras áreas protegidas incluyen los manglares de Barracote y desembocadura del río Yuna, los manglares de la laguna Saladillo, en Manzanillo, y la reserva científica de Ébano Verde, en Casabito, así como otras igualmente necesarias por su función protectora de las fuentes de agua y conservadora de la biodiversidad insular.

Izquierda. Río Mulito, Pedernales. Fotografía: Eladio Fernández. Derecha. Playa Las Terrenas, Samaná. Der. arriba. Orquídea cacatica (Tolumnia henekenii), especie exclusiva del bosque seco de la República Dominicana. Fotografía: Eladio Fernández.

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vas forestales y monumentos naturales que, en conjunto,


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Izquierda. Jardín Japonés, diseñado por el maestro Mamoru Matsunaga. Combina flora autóctona y flora exótica de Japón. Jardín Botánico Nacional, Santo Domingo. Der. arriba. Rosa de Bayahíbe (Pereskia quisqueyana), flor nacional dominicana. Der. abajo. Vista aérea del Jardín Botánico Nacional, Santo Domingo.


Gracias a ese sostenido esfuerzo y a pesar de las continuas amenazas y ataques por personas ignorantes o desaprensivas, la República Dominicana exhibe hoy un rico patrimonio natural que también está siendo adecuado como plataforma de visitaciones por la industria turística, de la cual depende hoy en buena medida la economía dominicana. Gradualmente, los gobiernos han ido descubriendo que la protección del patrimonio natural depende mucho del conocimiento que la ciudadanía tenga de su valor y funciones. Aquellos que no conocen el valor que representan esos bosques, ríos o costas no sabrán o no se interesarán en protegerlos o defenderlos. En consecuencia, poco a poco, los parques nacionales y otras áreas protegidas más pequeñas han sido dotadas de estructuras de visitación: vías de acceso, oficinas de PATRIMONIO NACIONAL

248

guardaparques, casetas de bienvenida y de pernoctación, centros de información, señalizaciones y senderos. Aunque todavía muy limitados, estos servicios sirven de apoyo a sus usuarios y visitantes. Ejemplos de esas estructuras son las facilidades de embarque y penetración a la cueva del Ferrocarril en Los Haitises, la cueva de las Maravillas en San Pedro de Macorís, las cuevas del Pomier en San Cristóbal, el santuario de manatíes y manglares en Estero Hondo, los manglares del parque nacional de Montecristi, el Morro de esa misma zona, el Hoyo de Pelempito en Baoruco, el valle de Lilís en la base de los picos Duarte y La Pelona, el pico Diego de Ocampo en Santiago, entre otros.

Izquierda. Río Anton, Sape Bueno, Cordillera Central. Derecha. Hoyo de Pelempito, sierra de Bahoruco.


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Papaya (Carica papaya L.).

Guanábana (Annona muricata).

Frutas y vegetales 3/4 PATRIMONIO NACIONAL

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Ají tití o ají caribe (Capsicum frutescens).

Piña (Ananas comosus).

Caimito (Chrysophyllum cainito).

Grabado de Theodore de Bry alusivo al tabaco.


Por otro lado, la sociedad dominicana conserva como tra-

a esa singularidad, el Museo de Historia Natural de la

diciones el consumo de frutas y raíces heredadas de los an-

Smithsonian Institution, en Washington D.C., le dedica un

tiguos pobladores taínos. En el caso de las frutas, se desta-

diorama especial para llamar la atención a la unicidad de

can la piña, la guanábana, el caimito, el mamón, la lechosa

esta especie que no habita en ningún otro territorio fuera

y los ajíes. De estos últimos había tres variedades en la isla

de la isla de Santo Domingo.

que fueron mencionadas por los cronistas españoles en el

Otras especies llamativas por su resiliencia y capa-

siglo XVI: el ají caribe, el ají tití y otro pimiento cuya identifi-

cidad de multiplicación son los pericos, que han sabido

cación todavía está pendiente. De la piña afirmó el cronista

adaptarse al medio ambiente urbano, a diferencia de las

Gonzalo Fernández de Oviedo que era la fruta más sabrosa

parlanchinas cotorras dominicanas que se mantienen ais-

que los españoles habían probado jamás.

ladas en las montañas altas y frías, lejos de los centros ur-

De las humildes raíces han quedado la yuca y la batata, además del lerén, sobre los cuales Bartolomé de las

banos, donde se les ha perseguido durante mucho tiempo para capturarlas y convertirlas en mascotas. Más raros que estas amazonas son los ejemplares

escrita en el siglo XVI. El tabaco es otro cultivo que for-

que todavía quedan en la isla del mal llamado papagayo,

ma parte del acervo natural de la isla de Santo Domingo y

el “trogón de la Española”, que habita escondido en los

otros territorios antillanos y continentales. Su industrializa-

bosques nublados de la Cordillera Central. En esas mismas

ción y comercialización a partir del siglo XVII se extendie-

zonas frías se escucha también en concierto, al mediodía

ron por todo el planeta y desembocaron en la creación de

y al atardecer, el silbido de dos notas de los esquivos jil-

una industria transnacional y planetaria que debe mucho al

gueros, que se percibe por doquier sin que los humanos

ejemplo de sus cultivadores y fumadores taínos en esta isla.

puedan verlos.

Además de los casos anteriores, el territorio domi-

Así pues, el patrimonio natural de la República Do-

nicano alberga muchas de las aves que encontró Cristóbal

minicana, aun cuando muchos de sus componentes han su-

Colón cuando desembarcó en la isla hace más de quinien-

frido ataques y los padecen actualmente, sigue siendo muy

tos años. La mayoría de esas especies prosperan en sus

valioso y diverso, y está en vías de recuperación porque los

correspondientes hábitats y es posible observar hoy su re-

dominicanos reconocen cada día más sus funciones y su im-

cuperación después de haber estado amenazadas por la

portancia para la conservación de la biodiversidad de la isla.

agricultura comercial, la cacería y la urbanización.

Es de celebrar, por ello, la edición de obras como

Un ejemplo de estas especies resilientes lo tenemos

esta que ayudan a expandir la conciencia ciudadana acerca

en la cigua palmera, cuyo nombre científico es Dulus do-

de la importancia de preservar y defender la riqueza patri-

minicus, lo cual apunta al raro fenómeno biológico de ser

monial del país, sea esta cultural, intelectual, monumental

una especie única, de una familia única. En reconocimiento

o natural.

251 PATRIMONIO NACIONAL

Casas habló en detalle en su famosa Historia de las Indias,


PATRIMONIO NACIONAL

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253 PATRIMONIO NACIONAL


PATRIMONIO NACIONAL

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Presentation Dominican Republic is truly a Caribbean gem, rich in history and heritage, with a unique patrimony resulting from a powerful cultural amalgamation, the effect of the multiple primacies that have arisen from the convergence of different cultures originating in this land before spreading throughout the Americas. In many ways, our country is the cradle of the globalizing process of the modern world. We have a moral obligation to preserve the tangible, intangible, and environmental legacies of this vibrant land. The conservation of our patrimony is synonymous with the preservation of our roots, historical memory and idiosyncrasy, all of which are what allow us to recognize ourselves as Dominicans in the eyes of the world.

This latest addition to the national bibliographic collection, entitled “Patrimonio Nacional. Joyas dominicanas de la cultura y la naturaleza” authored by renowned experts in the fields of heritage, and cultural and environmental management, is a celebration of the rich tangible and intangible heritage that defines us as a people. Our goal is to raise awareness of the importance of protecting our cultural and natural treasures, and to educate and inspire the public to defend and preserve the roots of their Dominican identity. This book showcases our heritage, including examples of traditional mu-

sic, food, and architecture that are part of what makes us unique and worth preserving for future generations. Architects Juan Mubarak and Mauricia Domínguez, anthropologists Manuel Vargas and Pedro Morales, and historians Frank Moya Pons and Manuel García Arévalo combine their knowledge with the photography and design of Víctor Siladi and take us on a temporal journey where material and natural heritage are superimposed on the immateriality of the rhythms, flavors, and beliefs that make up our particular vision of the world. We love what we know, hence the need to preserve our historical and natural heritage, because we live in a natural paradise with a profound historical blend that merits our protection. It is imperative that we learn to protect the exquisite natural paradise with its rich blend of history that we call our home. Our heritage is the embodiment of the image we project to the rest of world as well as to the tourists who visit us and who recognize the special and unique place the Dominican Republic is. As usual, this editorial publication is accompanied by an audiovisual and multimedia proposal aimed at reaching a wider and more heterogeneous audience. All content is accessible on the web www. popularenlinea.com/patrimonionacional. We trust that readers and viewers will enjoy this journey through time, culture and natural heritage that identify us as a unique human conglomerate and as an emerging nation with undisputed leadership throughout the region.

Izquierda. Juramentación del presidente Alejandro Woss y Gil, de Luis Desangles. 1903. Óleo sobre tela. Colección Museo Bellapart.

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Banco Popular Dominicano is committed to helping safeguard the nation’s patrimonial treasures, contributing to the education of the population, sponsoring cultural spaces and alliances that promote ways to fortify our national identity, and promoting the appreciation of our creative people through the cultural and artistic industries, the so-called “orange economy”.

Christopher Paniagua Executive Chairman, Banco Popular Dominicano


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Ruinas de San Francisco.


Prologue The Caribbean is a privileged space with syncretic influences, particularly inspired by three sources: the native Caribbean, Europe and Africa. The Dominican Republic enjoys this cultural wealth, which is both diverse and joyful. The European influence can be seen in the Colonial City of Santo Domingo, recognized as a UNESCO world heritage site since 1990. Founded six years after the arrival of Christopher Columbus to La Hispaniola, Santo Domingo is the city where the first cathedral, the first hospital, the first university and the first customs office in the American continent. Its urban layout served as an inspiration and as a model for the rest of the Hispanic settlements of the so-called New World. Nowadays, it is a strategic site for the tourism industry, with a concentration of relevant heritage and cultural assets.

The Dominican Republic is also music. The influences of these different worlds have been creatively united in two expressions of living heritage, both recognized by UNESCO in the List of Representative Cultural Heritage of Humanity in 2008. The first is the tradition of the Teatro Cocolo Danzante, a symbiosis of music and dance of African origin with legends and dramatic characters taken from biblical and medieval European literature. The mixture of African and British cultural traditions and its adaptation to the Spanish Catholic environment reveal notable creativity. The second expression is the cultural space of the Brotherhood of the Holy Spirit of the Congos of Villa Mella, which stands out in the field of music, dance and popular festivals. The musicians of the Brotherhood beat with their hands the drums called congos, whose origin is attributed to the Holy Spirit. The Brotherhood, currently open to all, regardless of sex or origin, was founded in the 16th century by African slaves and mestizos. Likewise, the music and dance of merengue is recognized by UNESCO, with its frenetic rhythm, considered an integral part of the national identity, which plays an active role in many areas of daily life: education, social and friendly gatherings, events, holidays and even electoral campaigns. The practice of this dance in pairs attracts peo-

ple from very diverse socioeconomic backgrounds, thus helping to promote respect and coexistence between communities. The fourth, and most recent element declared by UNESCO as intangible cultural heritage of humanity is the music and dance of Dominican bachata. This danceable musical expression, born from the fusion of the bolero rhythm with other Afro-Caribbean musical genres, draws on indigenous cultural heritage and is omnipresent in community celebrations or informal gatherings, where its learning and enjoyment begins spontaneously from childhood. Both merengue and bachata enjoy deep roots, not only among the Dominicans who live on the island but also in their diaspora, and their influence has spread throughout the region and the continent. The twentieth anniversary of the UNESCO Convention for the Safeguarding of Intangible Cultural Heritage invites us to reflect on the importance of this type of heritage in the contemporary world, particularly on the wealth of knowledge and skills that are transmitted from one generation to another. The Dominican Republic demonstrates special interest in raising awareness about the importance of all traditional music and dance, and the performing arts in general, as well as the relevance of the safeguarding and the creation of capacities at the local and national level for the transmission, education and research on this area. Furthermore, these cultural practices have opened the door to new approaches to understanding, protecting and respecting cultural heritage, which involve the recognition of communities and groups as those who identify, execute, recreate and transmit this living heritage. Our unique and diverse cultures enrich our lives and help us build innovative, inclusive and peaceful societies. Thanks to its seven cultural conventions, UNESCO’s priority is to preserve, promote and share this heritage of humanity. All these heritage expressions, in their extensive diversity, are jealously protected, shared and valued by the Dominican Republic with relevant cultural policies that are powerful drivers for public action. Such a practice is consistent with the message that we have recently highlighted in Mexico at the UNESCO World Conference on Cultural Policies and Sustainable Development (MONDIACULT 2022), where one hundred and fifty States, the Dominican Republic among them, adopted an ambitious declaration that confirms that culture is a global public good with intrinsic value to facilitate and drive sustainable development. Thanks to this publication with prominent authors and the support of Banco Popular Dominicano, the Dominican Republic, with its built heritage and its living heritage, declared and undeclared, strengthens the creativity, solidarity and inclusion of the nation. UNESCO is pleased to accompany these efforts and will always be an ally in safeguarding the extraordinary Dominican cultural wealth.

257 PATRIMONIO NACIONAL

The Dominican Republic recognizes the social and economic role of cultural heritage and energizes the urban areas, economy and cultural tourism of the Colonial City through the recovery of public spaces and historical monuments, as well as the promotion of measures aimed at improving the habitability standards of its residents. This space concentrates the largest number of museums in the Dominican Republic and offers a creative economy cluster, with art, music and local cuisine. It is estimated that the majority of its businesses belong to the cultural and creative industries. The Colonial City of Santo Domingo reminds us, in the context of the celebration of the 50 years of the Convention on the Protection of the World Cultural and Natural Heritage, that cultural heritage is a permanent and dynamic dialogue with the past based on shared values.

Anne Lemaistre Director of the UNESCO regional office of culture for Latin America and the Caribbean


Introduction

Juan F. Mubarak Pérez “The historic city is not only architecture, but also fundamentally ways of life, social relations, relations with the environment, economic activities, etc.” Charter for the integration of contemporary architecture in heritage cities Córdoba, November 2009 Nowadays, the notion of culture is associated more with local cultures rather than the standard definition that imposes a general framework, thereby allowing for its growth and diversification. Previously, the term referred solely to monuments and art. Objectively linking heritage to the local environment ensures the preservation of aspects linked to creativity and, consequently, the elements that connect us to our ancestors.

PATRIMONIO NACIONAL

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Understanding, valuing, and appreciating the importance of heritage, heritage as a cultural legacy, requires sensitivity, a cultural mindset, and the ability to forge an ideal for the future. The meaning of time positions us not only as individuals, but also as a community and as a society: “There is no historical moment in the city that is more historical than another. Its reality is the sum of a succession of different epochs that respond to equally valid social and cultural moments” (Charter for the Integration of Contemporary Architecture in Heritage Cities). Cultural heritage can be understood as traces, traces of tangible, intangible, and natural values and assets generated through social practices capable of creating imaginaries, of revealing meanings from one era and generation to another. It allows the formation of a sense of belonging, individuality, and diversity, open to economic valuation. It provides a multiplicity of resources from different times, transmitted from generation to generation. Hence its existential and universal importance. Our cultural heritage originates from the intersection of three distinct cultures: indigenous, Spanish, and African. According to Dr. Manuel Vargas, the current director of the Museum of the Dominican Man, this diversity has metaphorically evolved and expanded in a fluid manner up until the present day, giving rise to what we now know as our “Dominican-ness”, or Dominican identity.

The aim of this introduction is to provide a contextual framework for the development of Dominican culture from a territorial standpoint. Additionally, it seeks to present an overview of the events and principles that have shaped our cultural and historical legacy. We can thus approach the current state of cultural heritage at the national level based on four interrelated and articulated axes: a. cultural syncretism: three multiple cultures; b. the regional: occupation and construction of the territory; c. legislative framework: protection of national cultural heritage; and d. tangible and intangible heritage. The contents of this book showcase the diverse legacies of the Dominican Republic, including intangible and tangible cultural heritage, natural heritage, terrestrial and underwater archeology, as well as museums. Cultural syncretism: three multiple cultures To conceptualize the elements and aspects that form the basis of today’s culture, we must examine, understand, and analyze more than 500 years of history. In La Isla que se Repite (“The Island that repeats Itself”), Antonio Benítez Rojo observes that we are a melting pot of cultures. Precisely this mixture from each of the regions of the different countries of origin tells us about our evolution, where we come from and how we developed the concept of territory and, consequently, of citizenship. At the time of Christopher Columbus’ arrival in 1492, the island was divided into five chiefdoms, each governed by a cacique. There were four main cultural groups: Ciguayos, Macorixes, Taínos and Caribs. Having no permanent settlement in the region, the latter exerted only a modest strategic influence in the territory. On Columbus’ second voyage in 1493, 17 ships and more than 1,500 people from different regions of Spain arrived from the Iberian Peninsula, mainly from Extremadura, Andalusia, and the Canary Islands; Valencians, Aragonese, Catalans and Mallorcans were forbidden to travel to America at that time. Following the destruction of the La Navidad fort, built during the first voyage on the north coast of the island, the first official settlement, La Isabela, was founded nearby, serving as a starting point for the exploration and conquest of the interior of the territory.

Beginning in 1493, several incursions were made in search of gold and the first towns and forts were founded. The most important of these was Nueva Isabela, founded in 1498 on the eastern side of the mouth of the Ozama River, south of the island. In 1502, Friar Nicolás de Ovando arrived with 32 ships and about 2,500 colonists to implement the political, social, religious and administrative structures of the colony; one of his acts, in the midst of various indigenous rebellions, was to formally implement the encomienda system, an institution of medieval Europe that consisted of the Crown conferring a certain number of indigenous people to a Spanish subject, or encomendero, in exchange for services rendered by the latter. In 1542, the New Laws put an end to the encomiendas, and in 1549 their prohibition was specified. The encomienda regimen had a direct influence on the extinction of the indigenous population, in whose defense Fray Antonio de Montesino, of the Dominican Order or Order of Preachers, gave his famous Advent sermon in 1511, which gave way to the Laws of Burgos in 1512, which ordered the fair treatment of the indigenous people. There is no certainty about the number of the indigenous population at the time of Columbus’ arrival. The decimation of the indigenous labor force and the decline of gold production coincided with the beginning of the great sugar boom on the island, for which enslaved blacks had to be imported from Africa. Between 1519 and 1521, one of the most important slavery processes in world history began. By 1527, the island had 19 sugar refineries and six sugar mills operating at full capacity. Records show that 36,000 transatlantic voyages were made in the triangular trade between Europe, Africa, and the Americas between 1525 and 1866 (Borucki, 2019). More than 11 million enslaved Africans from multiple tribes were transported on these voyages: Yorubas from Nigeria and Benin, Igbo from Nigeria, Akan from Ghana, and Congo (now Angola), and Mandingas from Senegal; the latter sold mainly in today’s United States and Brazil. To this ethnic and cultural diversity, we must add the arrival of Arab, Chinese and Cocolo immigrants in the 19th century, who, having settled in various parts of the Dominican territory, contributed to shaping the Creole culture we know today. It is important


to highlight that all these multiple cultural groups (aborigines, Spaniards, and Africans) have in common the “crossing” and the consequent “trauma of the journey”, as a determining initial condition in the development of the historical-cultural processes that constituted the current Latin American geopolitical structure. This mixture produces a special condition in each of these cultural groups and their circumstances, which fosters the various trends and manifestations of sociocultural syncretism, which evolve over time in a particular and unique way as intangible heritage. We are talking about religiosity, cuisine, music, dance, language, among others, which will shape the symbols of our current identity. Regional: occupation of territory Everything is a matter of territory. This is to emphasize the importance of understanding the geopolitical, socio-political, economic, and cultural development of a country or region where resources are intertwined and structured according to political management. This historical perspective places us in the space-time of our territory and resources.

During the early years of Ovando’s government, 10 villages were founded throughout the territory, which served to politically control the island, although few survived.

This fundamental shift resulting in the breakdown of the political structure, and its subsequent occupation by other nations, was the result of the lack of control exercised over the territory. By the end of the 16th century, smuggling, mainly along the northern fringe of the island, practically became the norm and transformed into a fundamental part of the commercial exchange of furs. In 1594 the Archbishop of Santo Domingo, Friar Nicolás Ramos penned a decisive letter proposing a strategy to put an end to this practice by relocating the population that occupied the northern strip and other uncontrolled territories to areas close to the city of Santo Domingo. Another line of reasoning supporting this idea was based on the fears of losing Christian faithful to the incursions of the Dutch and English, of Protestant belief. In January 1603, the War Board of the Council of the Indies ordered the depopulation of the towns of Puerto Plata, Bayajá and La Yaguana, at the request of Baltasar López de Castro, notary public of the Royal Audience of Santo Domingo. He arrived in Santo Domingo in 1604 with this order that was to be executed by Governor Antonio de Osorio. By February 1605, what became known as «devastations» began. These occupations of the territory caused great losses detrimental to the economic stability of the island, causing important problems in the supply of meat, but primarily laying the foundations for the formalization of the occupation of the western part by the French. This uprooting from the land brought with it a feeling of non-belonging locally that was very well exploited by the otherness. The impact of these actions resulted in a regional geopolitical shift that changed the balance of power in the navigation and occupation of the territory. Hence, the diversity of countries that occupy the Caribbean region today. The so-called “Devastations of Osorio” (1605-1606) led to the abandonment of the eastern, central, and northern areas of the island, leaving a large central area that became a no man’s land, undermining control over the territory, causing poverty and a shortage of meat, encouraging smuggling,

and allowing pirates and corsairs to settle in the area. Administratively, two large mayoralties were created: north and south. The island was practically abandoned by Spain and began to be unofficially linked through commerce with France and Holland. This allowed France to occupy the western part, first along the coast and then deeper into the territory. This occupation was later formalized after the signing of the Treaty of Aranjuez between France and Spain in 1777, which divided the island in two. It was also a period of syncretism, of intermingling, of scarcity, and lack of resources in the socioeconomic and cultural relations of the inhabitants. Regional: construction of territory In 1804, the western portion of the island declared its independence under the name of Haiti, which made it the second country on the American continent to do so, after the United States, and the first in Latin America. The Spanish eastern part was divided into the so-called five partitions. Following the Haitian occupation of 1822, the island was divided into six departments, and from 1844 to 1845 it was divided into five territorial units that would later become provinces. In 1865, upon the re-establishment of the Republic, six maritime districts and six provinces were created. In 1907, the territorial division into 12 provinces was made official. Between 1930 and 1961, the number of provinces increased from 12 to 27. The three historical moments that embody the Dominican Republic and its efforts to consolidate and defend the territory have a temporal relationship of about one hundred years. They are the independence from Haiti in 1844, the annexation to Spain and the war of the Restoration between 1861 and 1865, and the occupation by the United States between 1916 and 1924, whose end marks the beginning of the so-called Third Republic. One hundred years later, we have: the assassination of dictator Rafael Leonidas Trujillo in 1961, the coup d’état against the constitutional government of President Juan Bosch in 1963, the subsequent civil revolution of 1965 aimed at reinstating the Bosch government, followed by the second U.S. occupation between 1965 and 1966. Currently, our territory of 48,730 km2 is divided into three large regions, 32 provinces, one National District, 158 municipalities, and 235 municipal districts. This fragmentation causes serious conflicts in the compe-

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Christopher Columbus and the group of nobles departed from La Isabela crossed the Hidalgos Pass (hence its name) and crossed La Luperona, as it is known today, the indigenous settlements of El Carril and El Flaco, until they reached Jánico, where in March 1494 they built the Santo Tomás fort, the second fort in America founded by Europeans; also, in that year, Concepción de la Vega (the Old Vega) was founded. In 1495, Bartolomé Colón, Adelantado and Governor-General of the Indies, founded the city of Bonao. He then went on to explore the southern coast of the island from 1496-1498. In 1498, he established Nueva Isabela at the mouth of the Ozama River. This was later demolished by a cyclone. In 1502, the new governor, Friar Nicolás de Ovando, re-founded the city on the western shore and named it Santo Domingo de Guzmán. Jacagua, which is known today as Santiago de los Caballeros, and Cotuí were also founded by Ovando in 1504 and 1505, respectively. With these foundations, a north-south axis crossing the island was consolidated.

Among the most important were Puerto Plata, Azua (Pueblo Viejo, first foundation), and San Juan de la Maguana. It is important to note the figure of Diego Velázquez, who was a fundamental part of the Ovandista elite during the foundational period.


tency, handling, and conservation of cultural heritage at the national level. Two events punctuate these conflicts: the creation of the Ministry of Culture, with Law No. 41-00 and, paradoxically, Law No. 176-07 on the protection of heritage by the municipalities. Legislative framework: protection of national cultural heritage Protecting our cultural heritage in all its dimensions and integrality is tantamount to the preservation and valuation of our historical memory as a society. For the purposes of Law No. 318-68, the nation’s cultural heritage is subdivided into monumental heritage, artistic heritage, documentary heritage, and folkloric heritage.

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The regulatory and normative framework of our country, between 1870 and 2022, consists of 30 laws, 56 decrees, Regulation No. 4195 of 1969, an executive order, a UNESCO resolution and three designations as a signatory country. It is worth mentioning Decree No. 1397-67, which established the Office of Cultural Heritage (today the National Directorate of Monumental Heritage -DNPM-); Law No. 318-68, which declares the nation’s cultural heritage; the aforementioned Regulation 4195-69, which regulates the operation of the current DNPM and details the architectural monuments and archeological sites in 21 provinces including the National District, totaling 33 monuments, 61 archeological sites (including 4 caves plus the cave system of the Sierra de Bahoruco), 5 underwater sites and 4 historic sites (which details art. 4); and Law No. 41-00, which creates the Ministry of Culture, which includes the Office of Cultural Heritage. The DNPM, a division of the Vice-Ministry of Cultural Heritage of the Ministry of Culture, is the UNESCO Focal Point for World Heritage as the technical institution that must answer on behalf of the State regarding the conditions of the cultural property. It has a multidisciplinary team of specialists graduated in various areas of conservation and protection of cultural heritage and is responsible, among other functions, for the approval and supervision of projects that include immovable heritage, both in declared heritage areas and in buffer zones, as well as archaeological areas, in addition to carrying out the declarations of national heritage. Monumental heritage includes ruins and burial sites of pre-Columbian archeology,

colonial buildings, urban complexes, and other constructions of marked historical or artistic interest, as well as statues, columns, pyramids, forts, corona, and plaques destined to remain in a public commemorative site. Approximately 70% of the declared heritage is archeological. Among the nine protected monumental areas of the Dominican Republic are the following: Colonial City of Santo Domingo, per Law No. 492 of 1969, then by UNESCO at the XIV meeting of the World Heritage Committee in Banff, Canada, in 1990; the city of Puerto Plata in 1973; Montecristi in 1987; Santiago de los Caballeros in 1991, and San Pedro de Macorís in 1992. There are three municipal declarations through resolutions by the mayors’ offices of Moca, La Vega and La Romana, and one by municipal ordinance in Santo Domingo East. Since 2001, we have had some 12 properties enrolled on the UNESCO Tentative List, which is an inventory of properties that each member state of the Convention for the Protection of World Cultural and Natural Heritage considers to be of outstanding universal value. After two years of research, the requirements for nomination as world heritage must be met. It is worth noting that in the case of the Colonial City, its urban layout is recognized as one of the three criteria for the declaration of world heritage. It was the urban model of the European city adopted in America by Governor Fray Nicolás de Ovando, and later reproduced throughout the continent. It is currently being renovated through the Integral Plan for the Revitalization of the Colonial City of Santo Domingo (PIRCCSD), which is being executed by the Ministry of Tourism through a loan from the Inter-American Development Bank, in collaboration with the Ministry of Culture and the National District City Hall. This is the second stage, as the first was executed in the period 20112019. In the Dominican Republic we have four UNESCO designations as intangible world heritage, which include music, dance, rituals, culinary culture, artisanry, among other aspects. These designations include the cultural site of the Cofradía de los Congos del Espíritu Santo (Mata de los Indios, Santo Domingo Norte); the tradition of the dancing cocolo theater, popularly called guloyas; the music and dance of merengue, and the music and dance of Dominican bachata. The first two correspond to 2008, the third

to 2016 and the fourth to 2019. Regarding firsts or primacies, the first two European settlements in the Americas are in the Dominican Republic: La Isabela (1493) and La Nueva Isabela (1496-1498), the latter being the origin of Santo Domingo. In both, transcendent historical events were recorded that characterized the first decades of the 16th century on the island. La Isabela alone has 31 primacies, and Santo Domingo contains the main buildings from the beginning of the 16th century. It is worth mentioning some of these primacies that occurred in the modern Dominican territory: “first metallic coins that circulated and were minted in America”; “first indigenous rebellions for freedom”, initiated with Caonabo, among which the rebellion led by Enriquillo stands out; “first revolt of black slaves in America”, in December 1521, in the sugar mill of Diego Colón; “first peace agreement in America”, signed in 1533 between Emperor Charles V, represented by Francisco de Barrionuevo, and the cacique Enriquillo; “ the first university in America”, approved by the bull In apostolatus culmine, of Pope Paul III, on October 28, 1538; and, because of its great relevance, the first Cathedral of America, erected by authorization of Pope Julius II in 1512. Throughout history, we find evidenced a connection between spirituality and nature, evident in many protected areas throughout the Dominican Republic. Proof of this are the pictographs that appear in multiple cave systems, such as those of Pomier; or ceremonial sites such as the La Aleta spring in Cotubanamá Park, which is the largest ceremonial site on the island and, according to some authors, a singular place in the Caribbean. An example of this connection at the urban level is the Mirador del Sur Park in Santo Domingo, which has a system of caves that offer a unique image, some with petroglyphs, coupled with a natural landscape. Reflection With the discovery of America, the world was changed and because of the exploitation of the riches of the New World, mainly metals and minerals, what we might call pre-capitalism began. The island of Hispaniola served as the spearhead of Hispanic expansion and the shaping of the Western world as we know it today. Transculturation, the mixing of cultures as a catalyst, has accompanied these changes and transforma-


tions to the present day, leaving deep traces that have hastened the processes and laid the socioeconomic foundations of what we now call globalization. We understand that culture, by definition, needs to evolve, to have the capacity of self-transformation, within processes that allow us to evaluate its facets and all that directly or indirectly exert influence on its evolution and readaptation to the times. This introduction presents, almost as an essay, three visions that structure the cultural heritage, superimposed like three fluids that spill, splash, pour, filter: the syncretism resulting from this cultural multiplicity, the mixture resulting from this melting pot for more than 500 years that weaves our daily life; the sense of belonging, of territoriality, which generates the existential spatiality, building and making the territory our own; and the bases that formulate and formalize this legacy and sense of belonging (territorial), which only make sense if they are acknowledged, protected and assimilated in time by the socio-political, economic and cultural processes, since these are the ones that define and build this integral cultural space and formulate and preserve our cultural heritage, our imaginaries, our desire to be and, with it, our future.

Physical Heritage: Movable and Immovable

Mauricia Domínguez Rodríguez “Heritage is not just a set of historical monuments but the dynamic and living totality of the creation of man and nature.” DeBenedetti

Through participatory management techniques for comprehensive and sustainable actions, we can improve and increase the value of our patrimonial resources, whether they are the immovable ones found in public and built spaces, as well as movable resources found within every day and family environments. The evolution of the concept of cultural heritage, as society develops and becomes aware of the legacy inherited from previous generations, has made it possible to change the nineteenth-century idea of heritage circumscribed to the term work of art and, in the case of architecture, to that of masterpieces or monuments, integrating also movable manifestations such as craftsmanship and folklore. To preserve and protect our cultural heritage for future generations, it is essential to understand its past and present contributions. We must value it in a multidisciplinary way, maintain its sustainability, and ensure its integrity despite the challenges of the 21st century. By sharing our cultural resources, we can raise awareness and gain recognition from society, allowing us to use this heritage as a source of development and progress. Architecture is the most distinctive cultural expression amongst other forms of immovable properties. The specific architectural features, along with the physical attributes of cultural properties, generate a valuable heritage that reflects the identity of individuals or the collective values of their society. Not everything that is built is valuable; there is a great difference between simple construction and architectural works. The English critic and theorist Nikolaus Pevsner rightly said that the term architecture applies only to buildings designed to arouse an aesthetic emotion, because it is more than just construction: it is art. It is the concept of spatial dimension and three-dimensionality that differentiates architecture from painting and sculpture. The history of mankind has been told by the ways man has dominated space; when a significant object is treasured, it becomes

a testimonial of the human collective over time and is valued as cultural heritage. In the same way, this situation is transferred to society in relation to objects, since they combine magical, religious, educational, dominating, political or informative elements which, when exalted, acquire the status of relics or symbols that unite nations as well as families. In colonial times, religious objects acquire their mystical meaning. In 1955, the reconstruction of the Alcázar de Diego Colón, which had been in ruins for almost two centuries, and the former Jesuit Church began, underscoring the importance of these historical monuments. Once completed, both works were endowed with an extensive catalogue of movable objects of artistic and historical value, which added to the cultural wealth of the country. In the 1970s, the group of state museums was located at two poles of the city of Santo Domingo: the colonial period in the historic center, with the museums of the Casas Reales, Alcázar de Diego Colón and the Dominican Family; and the republican, contemporary and pre-Hispanic period in the Plaza de la Cultura, with the museums of History and Geography, Natural History, Modern Art, Dominican Man and the National Library. This initiative would provide the country with the largest protected space for movable cultural property. Subsequently, private and semi-private museums would be incorporated to protect and disseminate artistic, historical, folkloric and documentary heritage, such as the García Arévalo Foundation, the Bellapart Museum, the Porcelain Museum, the Dominican Resistance Memorial in Santo Domingo, the León Center in Santiago and the Cándido Bidó Cultural Center in Bonao. In 1992, the Columbus Lighthouse Project was completed, which had been the subject of a competition held in 1928 to commemorate the memory of Columbus in the context of Pan-Americanism. The delay in its construction resulted in a change in the materiality of the project turning the planned mausoleum into a new vessel, with adapted spaces available for the display of cultural assets of interest to Latin American countries. The content of the underwater archaeological research has been on display in the country’s newest museum facility, the Museo de las Atarazanas Reales2 (MAR), which opened to the public in 2021 in the former

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Our country possesses a diverse and multiple richness; the mestizaje and the eventualities that have arisen within its historical process have endowed it with a great capacity for resilience, which is evident today. We hope this work constitutes an important contribution and reference of our national Heritage. Making visible and promoting the importance of our cultural legacy is one of the great current challenges to give continuity to the identification, valuation, and protection of our heritage, which has the potential to become an integral and unique cultural offer worldwide, which has a decisive impact on the quality of life, our tourism industry, the supply of services and the dynamics of the main productive sectors of the country.

This work of dissemination delving into the various material and immaterial aspects of Dominican heritage serves as an enlightening perspective on the vast diversity that characterizes us as a people with a unique and rich culture.


colonial building of the Atarazanas Reales de Santo Domingo. The General Archives of the Nation (AGN), created in 1935 by Decree 912, oversees preserving, organizing, and disseminating the country’s documentary heritage, where documents from the colonial period, the foundation of the Republic and the public administration are kept, thus preserving the national cultural and historical memory. The AGN has a large collection of texts, periodicals, newspapers, books, photographs, audiovisuals, maps, and plans. It holds 33 kilometers of documents and more than 615 public and private collections. In addition to the extensive physical and digital library, it also houses a newspaper library, a photo library, and a map library, which are accessible to the public through its web portal.

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Declaring a property of cultural interest is only one of the steps necessary for its permanence. Without the recognition of the populace, without the promotion of a sense of ownership, without the knowledge, training, and vision of the authorities, without the necessary credit, tax, and fiscal incentives for the preservation of properties of patrimonial value, irreversible and irreparable damage to the property will result. This is especially evident in the five declared Dominican Historic Centers, where heritage is destroyed because of low valuation or lack of identity, as disposable objects of an eminently consumerist society, instead of focusing on cultural tourism as a source of economic income. This situation also applies to movable cultural property. It is transformed and devalued by the volume of imported commodities and furnishings that stifle expression and the local market. A primary measure for the preservation of the historical, aesthetic, architectural and urban values of our cities is the identification of the objects and archaeological sites that define our history and, consequently, our national identity, based on declared and undeclared cultural heritage. This effort of listing and identification is arranged in chronological order, from the beginning of our written history, with the arrival of the European conquerors at the end of the fifteenth century, until 2000, following periods of national historical development, according to the relevant events and influences that marked the periods of architectural development. In these five hundred years, there has been intermingling, creative adaptation, and eclecticism, because of the influences of peoples

and ethnic groups that have left their mark on the island, producing the cultural diversity that defines us as Dominicans. Our recorded history begins with Spanish colonization. This fact raises controversial questions about the actions of the people involved, but it also marks a transcendental event that changed the course of modern world history: the discovery of the American continent by Europe. During this new stage, the island of Santo Domingo played a preeminent role in the project of conquest and colonization of these lands, characterized by the convergence of distinct cultures at different stages of development. We were the point of departure and supply for the explorers, and the space for acclimatization of flora and fauna species brought from the Old World. The history of the Americas begins with the colonization of Hispaniola, the endeavors that were attempted, the mistakes that were made, and the consequences that were suffered. These initial manifestations were transformed and adapted to form the basis of our culture today, in the elements that we recognize as our cultural heritage, many of which transcend our borders to become the heritage of humanity, to become the American primacies of the adaptation of European culture to the new continent. A fact that we often fail to appreciate or value in its proper dimension. The natives Upon the arrival of the Spaniards in 1492, the island of Santo Domingo was inhabited by several aboriginal ethnic groups that were beginning to form settlements with distinct urban areas. Some of the archaeological remains found include ceremonial plazas, causeways, and common cemeteries outside the dwellings. There were many towns and small villages, always near water sources, and the structures were built of perennial plant materials. The distribution of these aboriginal settlements was recorded by the writers and chroniclers of the Indies in the 15th and 16th centuries and confirmed by several archaeological excavations carried out in recent years on the country’s northern coast. The cultural material that has resulted from these archaeological investigations is on display in museums in the Dominican Republic and abroad, as well as in private collections. The ancient indigenous settlements and ceremonial plazas have been declared archaeological sites. Some of them are the Corral de los Indios, in San Juan

de la Maguana; the ceremonial plazas of Chacuey and Estebanía, in Azua; the Monte Bonito stone, also in Azua; the petrographs of the Yuma River, in Bonao; and the settlements of El Carril and El Flaco, in the Cibao Valley. Although none of the original aboriginal dwellings have been preserved, we can still find evidence of this traditional construction in our vernacular architecture, influenced by the climatic conditions and environmental materials found in the surrounding area. We have found some remains of ceremonial plazas, rock shelters, caves, and large stones where traces of petrographs and pictographs of religious symbolism of great patrimonial value have survived, scattered throughout the national territory, many yet to be discovered. The first European events Recognized as the first European settlement in the Americas, La Isabela, named in honor of Queen Isabella of Castile, sponsor of Admiral Christopher Columbus’ first voyage, is located on the north coast of the island, in the present municipality of Luperón (Puerto Plata), on a promontory overlooking a small, sheltered bay. It was founded between December 1493 and January 1494 by Columbus on his second voyage. The expedition consisted of a fleet of seventeen ships and about 1,500 people, as well as European animals, plants, and seeds. The first Catholic Mass in the Americas was celebrated there on January 6, 1494, a memorable date traditionally commemorated in La Isabela to this day. The short-lived (1493-1498) La Isabela was a medieval settlement based on the Portuguese factory model, where the first relations between indigenous people and the Spanish were established, as well as the first exchanges of plant and animal species between the New and Old Worlds. Organized with an administrative structure of Town Council and Town Hall, it served to carry out the conquest of the territories of Hispaniola, the name given by Columbus to the island. After being depopulated, it was used for years for the construction of ships and later as a refuge for smugglers and pirates. Shortly after its desertion, the carved stone blocks of its buildings were dismantled and transported to new settlements nearby, such as Puerto Plata, at the beginning of the 16th century. It was rediscovered in the 19th century on the occasion


of the Fourth Centennial of the Discovering of America, after which some studies and declarations of public utility were made for the area where the ancient villa was located. For several centuries, visitors would take the pieces and remains they found home as souvenirs. The area of the site, called Plaza de las Américas, was declared of public interest in 1913, along with La Vega Real and Santiago. In 1944 there was a proposal for its reconstruction, in 1969 it was declared a National Monument and work began in the 1980s.

Although many of the first Spanish settlements did not last, the sites of their ruins have been declared National Monuments, as well as any other structures and artifacts of colonial and pre-Columbian times that have not yet been identified. During the first years of the conquest, towns such as Concepción de la Vega Real were founded, the second most important town in the country, which was the site of the first gold smelter. These were the first attempts to apply the urban codes and regulations of the late 15th century, while simultaneously building military fortifications in medieval style. It was not until the foundation of Santo Domingo in 1502 that the settlement model was transformed by the incorporation of the urban grid. National monuments corresponding to those early years of colonization are La Vega Vieja, where the park with the ruins of the fortress (1495) is located, and the ruins of the first convent of the Order of St. Francis of Assisi.

In 1498, on the orders of the Queen, the Admiral directed his brother Bartolomé to build a new city in the southern part of the island, closer to the newly discovered gold mines. Nueva Isabela was founded on the eastern bank of the Ozama River, and the seat of the Viceroyalty, including the Court of Justice, Town Hall, and Mayoralty, was transferred there from La Isabela. All that remains of this first settlement on the banks of the Ozama River is the hermitage of Rosario and the lime kiln on the cliff. This chapel is declared a National Monument and was built with permanent materials before 1544. In 1502, Governor Nicolás de Ovando transplanted the city to the western margin and laid out a new, more orderly settlement, with four wide streets in both directions, christened Santo Domingo. It contains the main religious, military, institutional and service structures that were in effect during the colony and after. It stands out for its stylistic and historical richness and for being the only settlement that has not been moved or abandoned. This permanence and its early foundation have made it the owner of the great architectural firsts in the New World, such as the first and last use of the European Gothic style, the first tower of homage, the first cathedral, the first hospital, the first House of Contracts, the first university, the first aqueduct, the first viceregal palace, the first Royal Audience, the first parade ground, the first and only royal shipyards, the first defensive walls, among countless other buildings. Each one of them is part of the protected national monuments and is preserved by laws and decrees issued by the Dominican Government. The greatest stylistic and ornamental richness of colonial architecture can be seen in the seventeen Catholic temples built within the historic center, among which are chapels, churches, hermitages, convents, and the cathedral. Another eight temples of the period are in towns of the interior of the island. Of great patrimonial importance are the Alcazar of Don Diego Colón (1511-1514); the palaces of the Casa de Contratación and the Captains General; the Metropolitan Cathedral of Santa María de la Encarnación (1521-1540); the Hospital of San Nicolás de Bari (begun in 1503); the Casa de los Medallones (around 1540); the Torre del Homenaje (1503-1507) and the Fortress.

Also, the convents of the mendicant orders: San Francisco, to the north (1502-1664); the Royal Dominican Convent, to the south (1510-1535); and Las Mercedes, to the west (1527-1555). Between 1492 and 1520 more than fifteen towns were founded, developed during three periods of territorial occupation. The first was the decade of Columbus; the second, the Ovandino period, under the iron rule of the Comendador de Lares, and the third, the period of Diego Columbus. The extension and occupation of the island faced a continuous and gradual depopulation, aggravated by the destruction caused by earthquakes such as the one in 1562. The villages were eventually abandoned, and many disappeared over time. By the middle of the 17th century, according to canonical reports, only five towns and four villages remained. The Bourbon reforms of the following century sought to increase the population by repopulating the abandoned areas and the old villas. For this purpose, emigrants from the Canary Islands arrived at the end of that century and during the whole of the following one. Some of the towns that are part of our daily and republican life today were rebuilt and founded during the 18th century, such as Puerto Plata (1736), Montecristi (1752), Samaná and Sabana de la Mar (1756), and Baní (1768). These repopulations also brought with them the establishment of towns with modest hermitages and parish churches that have added to the existing colonial cultural heritage outside of the colonial city of Santo Domingo. In the case of the domestic architecture of the colony, large houses and palaces were built for the high officials of the Crown and the wealthy conquistadors. Within the historic center of Santo Domingo, the Casa del Cordón, the houses of the notary Francisco de Tostado, Juan de Villoria, the governor Rodrigo de Bastidas, and especially the palace of the viceroy stand out. These were the first buildings protected by law, whose importance and recognition has been endorsed several times, until they were declared national monuments. Suburban houses were also built in rural areas for landowners and sugar mill owners, including the Engombe, Palavé and Ponce de León houses (the latter in Boca de Yuma, in La Romana), all of them protected sites. The three hundred years of Spanish colo-

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Its patrimonial value is eminently historic, because it documents the first encounter between two so dissimilar cultures in the Americas. It was here where the first village was founded, where European architecture was introduced, where the first Spanish women arrived, where horses, pigs, goats, wheat, onions, and sugar cane, among other products, were brought to the Americas, and from where native products such as pineapples and corn were sent to Spain. The site still preserves its genius loci, or spirit of the place, which evokes the enterprise of discovery and conquest of the Americas. Archaeological excavations have uncovered horse stirrups, coins, stamps, clay pots, rings, and bones from the 15th century of the first European inhabitants, as well as traces of their indigenous predecessors. From La Isabela, in 1494, the first incursion into the Cibao Valley was made along the indigenous trails.

Consolidation of Spanish colonialism


nial rule generated many buildings. Most of them lie within the colonial city of Santo Domingo, but only a few have been preserved intact in their interior; most are ruins and archaeological remains. The industrial section, with its sugar refineries and mills for processing sugar cane, deserves special mention. In the 18th century, about 27 sugar mills were inventoried; today we can find the ruins of at least a dozen of them, built between the 16th and 19th centuries, when technology and capital were influencing the new sugar mills. These places of memory were the protagonists of the industrialization and survival of the island, geared to the export of sugar to Europe. Blood and hydraulic trapiches were witnesses to the use of slave labor, first aboriginal and later African.

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The first uprisings of African slaves took place in the sugar mills. The first of these took place in 1521 at the Montealegre sugar mill, belonging to Viceroy Diego Colón; much later, Boca de Nigua was the scene of another slave revolt. Today, celebrations exalting the freedom of the slave and the black maroon are celebrated there. An ambitious project known as the Slave Route links Dominican sugar mills with those of Cuba, Puerto Rico, Jamaica, and Haiti. The sugar sites closest to Santo Domingo have been submitted to UNESCO’s World Heritage Tentative List. Among them are the Santa Ana de Engombe sugar mill, the Palavé mansion, the Diego Caballero hydraulic mill and the Boca de Nigua complex. There are countless other ruins of old sugar mills throughout the country, such as the Sanate sugar mill in Higüey. Defense and protection against foreign invaders during the colonial period are another aspect that possesses patrimonial value. Initially, the conquistadors protected themselves from the natives with wooden fortresses, of which no remains exist; later they were made of brick, as seen in the ruins of La Vega Vieja. After the extermination of the indigenous population, their maintenance became unnecessary. At first, there was no intention of protecting the cities with medieval-style walls, until the European empires began to comprehend the magnitude of the possibilities these new lands had to offer and the Spanish refusal to share the spoils. In Santo Domingo, the foundation began with the construction of the Torre del Homenaje (Homage Tower) to control and defend the entrance to the port. The consolidation as a fortress and the construction

of the tower on the east side of the river completed an elementary system of protection. The threat of empires and fortune seekers would hasten the process of fortifying the city, which began in 1543 on the east and west walls. It took about 180 years to complete the encirclement of the city, consisting of an initial medieval defense system and the subsequent system of bastioned fortifications created by the Antonelli family. We also have the ruins of the fortress of La Vega, the fortress of San Felipe in Puerto Plata (1564-1577), the forts outside the walls for the defense of Santo Domingo, the extinct castle of Haina (at the mouth of the river) and the castle of San Geronimo, largely destroyed by an explosion of its powder magazine during the 1940s. In addition, the fortress of San Luis, in Santiago, of a later date. All these military structures have been declared national monuments.

book History of the Territorial Division 14921943. (Historia de la división territorial).

Formal and structural transformations of the Republic At the start of the 19th century, there were changes of dominion, first with the cession of the island to France and later with the Haitian occupation. These occupations introduced changes in the architecture of the cities, and for the first time, there was a non-Spanish influence. The changes were visible in the civil architecture: the house was opened to the outside, with the balcony as a connecting element adapting the house to the tropical climate; the window openings were regularized and enlarged, and parapets were introduced in the old houses to increase their exterior height. It was a radical change in the physiognomy of the city of Santo Domingo, where we can still find some of these balconies that ran along the entire façade. This element was maintained throughout the 19th century and lasted until the 20th century when the old wooden balcony was replaced by one made of reinforced concrete. It was a status symbol for the important families that lived in the city.

The reactivation of the economy attracted more capital and a demand for foreign labor. This was when large migrations arrived from various countries: among these groups were Arabs, Jews, Spaniards, Canary Islanders, Italians, Chinese, and others from the English-speaking Caribbean islands. With the immigrants came the technological advances in vogue in other parts of the world: internal modes of communication were improved with the introduction of freight and passenger railroads, the telegraph and telephone, the use of the mail, and the installation of bridges, streetcars, and aqueducts in urban areas. In addition, we see new construction methods and materials, including the use of prefabricated iron components, by foreign professionals. The ornamental richness made possible by these new building technologies and their architects spread to many cities of the interior, enriching traditional and popular architecture, and giving identity to the different cities. From the models of front or perimeter galleries to the polychromies of wooden dwellings, the architecture of the Republican era represented the young nation.

The foundation of the Republic generated the establishment of new towns, such as Yamasá, Jarabacoa, and San José de Ocoa between 1844 and 18613. There was an uptick in population growth, supported in part by the abolition of slavery and the presence of refugees from the border region with Haiti and groups of emigrants. Some 38 towns were founded or elevated to cantonal or common ports during the 19th century, according to Vicente Celestino Rojas in his

The boom of the sugar industry and its commercial port turned San Pedro de Macorís, at the beginning of the 20th century, into a vibrant and rapidly developing city that adopted the new technology of reinforced concrete. It was here that the first buildings in the country were constructed with Portland cement and German rebar, including the Gran Hotel, the Armenteros Building, the San Pedro Apóstol Church, and many others that made the city blossom with the styles

During the second half of the 19th century, Cuba provided the country a substantial injection of capital, which boosted the sugar industry to unprecedented levels. Commercial development took off, which influenced the adoption of new architectural models from Europe and North America. The transformation also influenced interior spaces, changing the urban profile of our coastal and inland cities, which for the first time acquired a plasticity representative of the Caribbean environment. The tongue and groove wood, the fanciful ornaments and the corrugated metal sheets for the roofs became the reference model for new constructions throughout the nation. Montecristi and Puerto Plata would be emblematic of this new Anglo-Antillean trend.


that were in vogue at the time: Art Nouveau, Art Deco, Neo-Mudejar, Neo-Gothic, Neo-Hispanic, Neoclassical, Eclectic, and Anglo-Antillean. This technique would later be used in Santo Domingo and La Romana and shortly spread throughout the rest of the country. The new construction methods of wood, prefabricated metal, and reinforced concrete, valued as part of our architectural heritage, are exemplified in the four historic centers declared since 1970: Puerto Plata, Montecristi, Santiago de los Caballeros, and San Pedro de Macorís. These declarations sought to protect the stylistic uniformity that existed in the historic urban centers, which then became a major attraction for cultural tourism. A particular case was that of Puerto Plata, which, in addition to being declared a historic center for its architectural wealth, also became the first tourist center in the country, reflecting the importance of rich heritage as an attraction and basis for the tourism industry.

As for movable goods from the Republican period, the largest state collection is in the National Dominican Family Museum, in the Colonial City, with nearly 700 items of household goods from the 19th century. Among them are paintings, drawings, porcelain, sculptures, engravings, lithographs, photographs, liturgical and utilitarian objects, secular clothing, religious and domestic utensils and furniture, medals and inscriptions, culinary objects, trunks, and musical instruments (such as the piano that belonged to Damián Báez, brother of President Buenaventura Báez). Another collection of great relevance is found in the National Museum of History and Geography, which encompasses collections from the Republican era to contemporary times, with important pieces of personal use of historical value belonging to our history’s most iconic figures, such as Matías Ramón Mella, Pedro Santana, Gregorio Luperón, Ulises Heureaux, Ramón Cáceres and Rafael L. Tru-

Development of modernity: authority as a driver of progress After several years of political and economic instability at the beginning of the 20th century, the mounting foreign debt, and regional interests for control of the Caribbean led the country in 1916 to the first U.S. military intervention, which brought with its elements that are now part of our cultural heritage. Hospital and school facilities such as the schoolhouses in San Carlos and several other towns, new housing typologies, and the roads with their metal bridges have been recorded in the collective memory of Dominicans and form part of our patrimonial legacy. After the withdrawal of the American forces, the progressive government of Horacio Vásquez contributes to the conservation of movable cultural property with the promulgation of Decree 666-27 on the creation of the National Museum and the National Library. The climate of stability represented by his government promoted the construction of the first high-rise buildings in Santo Domingo, the Baquero and Diez buildings on El Conde Street, which were the tallest until 1968. During the thirty years of Trujillo’s dictatorship, the modernization plans initiated earlier were put into action. A vision of urban progress was implemented based on the supposed vision of the president. Engineering and architecture were developed as never before, as evidenced by the construction of the great suspension bridges, such as the Ramfis Bridge over the Higuamo River, the Radhames Bridge over the Ozama River -today Duarte- and the bridge over the Yaque River in Santiago. As the pace of construction increased, the door opened for the first foreign trained Dominican architects to change the profile of our cities with modern architecture that sought to place the country among developed nations. The great complexes that represent this change were the Campus of the University City of Santo Domingo, begun in 1940; the group of urban hotels for tourism; the projects for the celebration of

the First Centennial of the Republic, among which were the Fire Station on Mella Avenue and the Model Market; the National Palace, inaugurated in 1947, of late eclectic neoclassicism, of great artistic richness and with furniture worthy of note; the Trujillo Peace Monument and the Peace Fair. They should be recognized for their contribution to the spatiality and simplicity of the interplay of levels, as opposed to the academicism of the works representative of power. Dominican fine art and plastic arts owe much to the outcome of the Spanish Civil War. In 1939, a group of political exiles began to arrive, most of them artists, including painters, sculptors, writers, musicians, and playwrights. They were instrumental in the creation of the School of Fine Arts, which fostered and trained local talents. Exhibitions of fine arts were organized, which were to become institutionalized with the Biennales for the remainder of the century, including those for architecture, which began in 1986. Among the Spanish exiles also came architects who introduced an avant-garde architecture that led to the emergence of new creative solutions within regional modernity. Sculptural high reliefs, wall paintings and frescoes that adorned cathedrals and buildings proliferated. The maximum representative of muralism in Santo Domingo was the Spaniard Vela Zanetti, who painted more than a hundred murals, unfortunately not all of which have been preserved. Within the framework of the convergence of science and art, the National Museum4 was founded in the 1930s, under the direction of Abigaíl Mejía, which exhibited movable cultural goods of great historical value in a space located near the ruins of the Alcázar de Colón. Later, the Palace of Fine Arts, completed in 1955, was conceived as a cultural and artistic space of great relevance for the Dominican arts. Of unparalleled architectural and symbolic value is the Basilica of Our Lady of Altagracia, in Higüey. Begun in 1956 and completed in 1972, it is regarded as the most transcendental piece of 20th century architecture due to its spatiality, the expressive use of reinforced concrete and the quality of its workmanship. In 2012, the Alejandro E. Grullón E. Altagracia Museum was created in its gardens, conceived for the display and safekeeping of religious objects of worship of more than three hundred years of antiquity. It houses a series of 16 medallions from the last third of the 18th century by the painter Diego José Hilaris, gold and

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It is necessary to recognize that the current state of the immovable heritage of the historical centers of the Republic has evolved over time. Efforts are being made to preserve the exceptional typologies and areas that conserve historical, aesthetic, architectural, and urban values. A recent example is Sanchez, once an important commercial port in the north of the country, which preserves some eclectic houses currently being restored.

jillo. Paintings, sculptures, documents, furniture, weapons, and military artillery make up only a portion of the collections in the museum’s custody. Highlights include the table where the Constitution of the Republic was signed in San Cristobal and the personal bible of the patrician Francisco del Rosario Sanchez.


silverware, votive offerings, wooden saints, wooden and plaster religious sculptures, chasubles and stoles, chalices, ciboria, patens and ostensorium for religious worship, among other objects.

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The advent of democratic regimes brought about changes in architecture by generating a series of interventions for urban growth in the major cities, as well as cultural, sports, and institutional endowments. These architectural features have become an important representation of the evolution of Dominican architecture at the end of the 20th century. The period will also trigger the declaration of national heritage and its preservation, with the restoration of the main monuments of the historic center of Santo Domingo and its periphery, starting with the Central Bank and the Plaza de la Cultura de Santo Domingo, home of the National Theater, the National Library and the several museums that gather the most representative objects of the history, evolution and artistic creativity of the Dominican people, such as the collection at the Museum of Modern Art. The National Botanical Garden, the Plaza de la Independencia, the Columbus Lighthouse, the Paseo de los Indios, the urban sculptures of national heroes and renowned foreign figures have defined, along with lesser works, the repertoire of immovable cultural assets that are still waiting to be declared as part of our national patrimony.

Archeology, museums, and the National Prehistory Collection Manuel A. García Arévalo

The earliest interest in prehistoric studies on the island of Hispaniola stems from the interest in “antiquities” shown by travelers and chroniclers from the French colony of Saint Domingue who, imbued with the intellectual concerns and thirst for knowledge of the Enlightenment, located, described and preserved revelatory evidence of the remains belonging to the island’s aboriginal inhabitants. At the time, archaeology was considered part of the natural sciences, as early prehistorians thought of the human being as a biological rather than a cultural entity. Even so, French naturalists and collectors became, from the middle of the 18th century, precursors of archaeological research as a source of historical knowledge based on material evidence of the past. And many of the ancient objects gathered at that time in Saint Domingue were destined for the cabinets or

chambers of exotic curiosities, from where they eventually passed, over the years, to the collections of French and European museums in general. On the Spanish side of the island, the first archeological reference was made in late 1749 by Friar Juan de Talamanco, historian of the Order of Mercy, who asked Friar Angel de Palenzuela, resident in Santiago de los Caballeros, to collect several idols from the aboriginal inhabitants. Upon arriving in Spain, these pieces were deposited in the Royal Library, now the National Library, and later transferred to the National Archaeological Museum, founded in 1867. When the Museum of America was created in 1941, they, along with the rest of the American collections, became part of its archaeological holdings. The drawings and descriptive notes that are known of regarding these Taino objects were compiled by the copyists of Juan Bautista Muñoz (1745-1799), official historian of the Indies and founder of the Archive of the Indies in Seville, and are found among the papers of the Muñoz Collection (volume a/118, fol. 114-115) conserved in the Royal Academy of History, in Madrid. During a 1977 visit to the Museum of America with historian Roberto Marte, I was able to identify three of the stone artifacts that came from the island of Hispaniola in the mid-18th century, even though the provenance of some of the pieces had been altered in the old record book of the National Library. Fortunately, they are still treasured as evidence of that pristine archaeological experience of our colonial era. At the early days of the Dominican Republic, the first British consul to arrive in the country was the German naturalist Sir Robert Schomburgk. He arrived in 1849 and wrote a report on several sites of prehistoric interest, published shortly after, in 1854, in the Journal of Ethnological Society of London. Among them, he refers to the Cercado or Corral de los Indios in San Juan de la Maguana and the burial mounds or “Las Paralelas” in the Constanza Valley, both believed to be ceremonial centers or courts where the Tainos celebrated dances or areítos and practiced ball games. He also recorded the extraordinary set of aboriginal pictographs preserved in the interior of the Pomier caves in San Cristóbal. Dr. Narciso Alberti Bosch, of Catalan origin,

is considered the pioneer of archeological studies in the country. He is the author of a profusely illustrated work published in 1912 under the title Notes on the prehistory of Quisqueya (Apuntes para la prehistoria de Quisqueya), where he expounds his theories on the remote aboriginal settlement from a diffusionist perspective, very much in vogue at the time among European authors, while making known his explorations in the footsteps of prehistoric cave art, which led him to the guácaras of Sierra Prieta, Comedero and Hernando Alonso, among other caves that contain numerous pictographs and petroglyphs. The creation of the National Museum It is noteworthy that it was in the city of Santiago de los Caballeros where the first museum in the country was founded on August 22, 1907. It arose at the request of the Society Amantes de la Luz, later joined by the Alianza Cibaeña. The municipal authorities welcomed the idea and decided to appoint a pro-museum commission formed by the following members: Carlos Sully Bonnelli, president; Ulises Franco Bidó, vice president; José Manuel Saleta, treasurer; Augusto Fernández and Amado Franco Bidó, secretaries; Miguel Román and L. E. Gómez, members. They were joined by a group of collaborators who gave their best to achieve the desired success. The museum opened its doors to the public on the second floor of the Municipal Palace of Santiago, and later moved to the ground floor of that building to offer greater accessibility to the public interested in visiting it. The director and organizer of this first municipal museum was Amado Franco Bidó, who carried out an immense organizational task and instigated the acquisition of several private collections, managing to gather numerous items of both indigenous and colonial origin. The first attempt to create a National Museum took place during the government of Archbishop Adolfo A. Nouel, through Decree No. 5207 of March 25, 1913, and its headquarters were established in the dilapidated palace known as “Casa de Don Diego Colon”, for whose restoration the State would contribute the sum of twenty thousand pesos. However, it was not until 1927, with Decree No. 666 promulgated by President Horacio Vásquez, that the creation of the “National Museum and Library” was finally carried out, and the sum of five


thousand pesos per year was allocated for its maintenance. Dr. Narciso Alberti Bosch, appointed curator of the National Museum, was entrusted with the classification of archeological and historical objects until his death in 1932. The following year, Abigail Mejía Soliere was appointed director of the museum and served as its director until her death in 1941. During her administration, she established six museum rooms dedicated to the following themes: prehistory, colonial times, fathers of the country, weapons, modern art and natural history, and created a library on the history of culture and universal art.

After occupying several premises in the colonial city, the National Museum was moved in October 1960 to a two-story building with modern and functional lines located in the urban complex then called Feria de la Paz, today Centro de los Héroes de Constanza, Maimón and Estero Hondo. Designed by the engineer Leo Pou Ricart, it features two façades decorated with reliefs that recreate indigenous items. The vestibule houses two large images or columnar idols. As part of the museographic setting, a mural by the artist Clara Ledesma illustrated the way of life of the indigenous Quisqueyano, a work that is currently preserved in the National Museum of History and Geography, and another mural by José Vela Zanetti reflected the historical evolution of the Dominican people from the discovery to the proclamation of the Republic. Also on display were

The last director of the National Museum was jurist and historian Ramón Lugo Lovatón. The person in charge of the technical department, Luis Chanlatte Baik, carried out important archeological work and made revealing discoveries that have furthered our knowledge of the aboriginal past in the Antillean islands. The impact of the Museum of Man and the institutionalization of archaeological research. The Museum of Dominican Man, created by Decree No. 318 of 1972, was housed in a superb four-story building designed by architect José Antonio Caro Álvarez, who was also its first director. The venue - about to celebrate its fiftieth anniversary - was inaugurated on October 12, 1973. It is located in the Plaza de la Cultura Juan Pablo Duarte, a place of recreation to enjoy history and the arts, with a familial, educational and touristic atmosphere, surrounded by trees and an avant-garde architecture that serves as a natural lung within the urban area of the city of Santo Domingo, thus furthering environmental sustainability. The Museum of the Dominican Man became the repository of the spectacular pre-Hispanic archeological collection that was kept in the old National Museum, considered one of the most valuable patrimonial collections in our country. This collection was supplemented by the collection of indigenous objects gathered by the founder of the Dominican Institute of Archaeological Research (INDIA), engineer Emile de Boyrie de Moya, and bequeathed by his family, which is also exhibited in the halls dedicated to the prehistoric periods. The museum’s collections have also been enriched by the findings of field excavations carried out by the museum’s own team of archaeologists, since the Museum of Dominican Man formed an important nucle-

us of young researchers led by Dr. Marcio Veloz Maggiolo, who unfortunately has not had an adequate generational replacement, a situation that deserves greater attention from the State and the national universities. Through the use of systematic and interdisciplinary research methods and techniques, the archaeologists linked to the Museum of Dominican Man set out to define and interpret the phases of the prehistoric past, with a view to establishing the cultural horizons and evolutionary stages of the various aboriginal groups that inhabited the island of Hispaniola. These studies have made it possible to trace the trajectory and behavior of the hunter-gatherer groups of the archaic period, whose antiquity surpasses 5000 years, as well as the characteristics of the later agro-potter migrations of Arawak origin, coming from the Orinoco jungle and the northeastern coast of South America, thus showing the diverse hybridizations and cultural evolutions that took place in the Antilles until the emergence and development of the Taino society, which represented a significant conceptual advance and opened up new perspectives for understanding the pattern of events. This team of specialists sought to broaden our knowledge of Taino magical-religious ideas and practices, based on mythological beliefs and animist rituals, and to explain the political and economic organization of the tribal and cacique ethnic groups living on the island before the colonial period. Likewise, the indigenous contributions to the Creolization process that took place during the period of contact and coexistence with Spanish and African groups have been valued. Within the social sciences as a whole, the Museum of the Dominican Man has given priority to archeology, considered as “the past tense of cultural anthropology”, whose object of study is the location, classification, analysis and interpretation of the material remains left as cultural vestiges by the original inhabitants in the places that served as their habitat, thus considerably broadening the historical horizon. In this respect, the most relevant contribution of archaeology lies in revealing the lifestyles and behavioral patterns of the societies that have preceded us, both in their tangible and intangible cultural dimensions. To this end, this discipline bases its work on the exhaustive study of structures and artifacts representative of human activity, con-

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Abigail Mejía was a distinguished feminist, educator and photographer who lived in Barcelona and Paris, where she studied; and upon her return from Europe in 1925, she undertook a press campaign in newspapers and magazines to promote the idea of creating the National Museum, arguing as follows: “It is a matter of civic conscience, a debt of patriotism is the lack of a museum, and the institution that must be founded immediately, installing the first artifacts as soon as possible, is the Dominican National Museum. This is a debt that our Republic owes to our ancestors of prehistory; to the memories of the Conquest and Colonization still remaining; to the fathers of the country themselves -whose objects, of their personal use and of their time, remain in the hands of private individuals, without a grateful Nation to collect them and display them for public veneration in its archives of the past, which are called museums”.

two sculptures by Abelardo Rodríguez Urdaneta, the cacique Caonabo in chains and the figure of an unknown soldier, the latter alluding to the numerous patriots who fell in the wars of independence. Also included in the group was a large format oil painting by Luis Desangles, entitled “Caonabo in Prison, visited by Christopher Columbus and Alonso de Ojeda”, a scene of “good compositional structure and chromatic relationships”, which expresses with great sensitivity an acute ethno-historical content.


siderably broadening the horizon of history and assuming the great challenge of giving voice to the silence of the disappeared peoples so that they may be integrated into the national memory. Museums and the private sector Concurrently with the Museum of the Dominican Man, the García Arévalo Foundation was created with the objective of rescuing, preserving, and disseminating the national archeological heritage. In 1973, the Foundation installed the Pre-Hispanic Art Salon as a contribution to the preservation and enhancement of the cultural and artistic heritage of the ethnic groups that inhabited the island before the discovery of America. The exhibit, open to the general public, permanently welcomes students and tourists who have the opportunity to appreciate a representative sample of the aboriginal legacy.

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Since its inception, the García Arévalo Foundation has established close ties of collaboration with the research and publication programs of the Museum of Dominican Man, in addition to co-sponsoring congresses and seminars and organizing exhibitions in important museums and galleries abroad, contributing to the international dissemination of the pre-Hispanic cultural heritage. It also sponsors a collection of publications on Dominican archeology, history and folklore, which also includes works for children, including sticker albums and coloring books. As a young man, I conceived the idea of creating this Foundation, motivated by my vocation for the study of the past. It has been most gratifying to have been able to establish, with the support of my family, a private sector entity dedicated to the management of cultural activities that has done significant work with the purpose of conserving and revaluing the national prehistoric heritage. I feel tremendous satisfaction for having contributed, to the best of my ability, to raise awareness among the people of my community about the importance of preserving the Dominican aboriginal heritage. The contribution made in the field of archaeology by the León Center in Santiago de los Caballeros, sponsored by the Eduardo León Jimenes Foundation, has been no less important. The Center has been a steadfast patron for research and promotion of the national archaeological and artistic heritage, including concerts, music festivals,

seminars, conferences and permanent and traveling exhibitions of plastic arts, fashion and handicrafts. Achievements among which it is worth mentioning the exhibition “Treasures of Taino Art”, successfully showcased in several museums in Europe and Latin America. Centro León is currently planning to extend its presence and cultural activities to the colonial city of Santo Domingo, with the aim of establishing an interactive meeting place with cultural and recreational spaces aimed at highlighting and disseminating Dominican identities. In pursuit of this objective, the building that originally occupied the row of ancestral homes whose construction was ordered by Governor Nicolás de Ovando at the beginning of the 16th century is being renovated. The Altos de Chavón Archaeological Museum, located in Altos de Chavón, La Romana, and originally sponsored by the Bluhdorn Foundation, is another notable example of the participation of the private sector in the conservation of archaeological evidence. Formed from the collection that Samuel Pión gathered throughout his life, it displays an exquisite selection of indigenous specimens from the various aboriginal groups that populated the eastern region of Hispaniola, where the chiefdom of Higüey was located. Its museography was carried out in 1982 by designer and museographer Patricia Reid Baquero and historian Manuel García Arévalo. At present, its custody is under the responsibility of the Patronato Benéfico Oriental, presided over by Xiomara Menéndez Dajer, and its direction is carried out by museologist Margarita González Auffant. In recent years, under the initiative of President Luis Abinader, a program of collaboration has been implemented with the private sector in the management of museums through volunteer work, as a means of strengthening the conservation and exhibition services, while at the same time reinforcing the educational and cultural dissemination activities of the museographic institutions sponsored by the State. There are reasons for optimism under this new paradigm of public-private partnership, from the perspective that today we are just beginning to grasp, with new museum resources such as virtual reality and other digital tools to enhance the public experience, providing an increasing immersion in the ex-

hibition environment, intended to represent in essence to reconstruct our national past.

Underwater cultural heritage Lic. Pedro Morales Arq. Juan Mubarak Contribution by Ruth Pion

At the beginning of the sixteenth century, the sea became the transitional territory of conquest. The island of Santo Domingo is part of an archipelago that became the scene of the battle between Europeans for overseas territory. The historic struggles that took place between the Portuguese, French, Dutch, and English eventually gave shape to the diverse array of nations that today exist throughout the Greater Caribbean region as well as along the coastal borders of Central and South America During the conquest and colonization of American territories by these empires, the Caribbean region became the obligatory route for European ships. In the first half of the sixteenth century, the current Dominican Republic, because of its central location, was the stopover point for ships to resupply and carry out commerce. Great explorers such as Francisco Pizarro, Vasco Núñez de Balboa and Hernán Cortés passed through here. The frequent transit of ships was inevitably accompanied by shipwrecks, mainly due to the weather. Some research suggests that only 0.8% of these were caused by piracy. Performing a comparative analysis in relation to the number of trips made over a period of about 300 years, several authors mention that there are more than seven hundred wrecks on the regional level. A minimum percentage of these vessels has been located (some authors mention 23.3%). The Directorate of Underwater Cultural Heritage is in the process of inventorying these shipwrecks. The Santa Maria, part of Columbus’ 1492 expedition, was the first of these shipwrecks to be documented; its remains provided the materials to build the fort of La Navidad, on the coast of present-day Haiti. Underwater cultural heritage: legal framework. The 2001 UNESCO Convention, ratified by the Dominican Republic in 2019, establishes that underwater cultural heritage (SCP) includes all remains of human existence of a historical or cultural nature that have been


partially or totally submerged in a body of water for at least one hundred years. This definition encompasses a wide range of elements including sunken vessels, with cargoes, archaeological and natural contexts, as well as other structures, buildings, artifacts and even landscapes. They can be found at the bottom of the ocean, in coastal areas, in estuaries and in rivers and lakes. With the modern development of diving around the world in the 1960s, underwater cultural heritage is greatly affected by the action of professional and recreational sport divers. Using Florida’s 1967 salvage laws as a reference, a decree is enacted in the Dominican Republic that establishes the 50/50 division of the recovered wreckage. In 1977, the Archaeological Recovery Commission was created in an attempt to manage activities related to underwater cultural heritage and to inventory shipwrecks through the concession of large areas to various companies.

In recent decades, through its regional office in Havana and other bodies, UNESCO has collaborated with the country in the training of institutional personnel and groups interested in the protection and management of underwater cultural heritage. Underwater Archaeology: The Most Significant Shipwrecks in the Dominican Republic The interest in underwater heritage arises due to the need for protection, conservation, and enhancement of the nation’s submerged cultural heritage. The antecedents of underwater archaeology date back to the mandate of the Spanish Crown to recover the goods from its shipwrecks within our territorial waters. From the commercial salvage of the 1970s to the establishment in the twenty-first century of Marine Protected Ar-

The understanding and appreciation of this heritage call for an educational approach that can provide the knowledge and sensitivity needed to categorize its importance. Maritime archaeology is a relatively recent and slowly developing discipline in Latin America, “mainly, due to the novelty of its application in the field, the lack of trained professionals for the development of these tasks and the lack of internal legislation or clear positions to protect, investigate and disseminate underwater cultural heritage” (Pérez Díaz, 2019). We owe the development of this specialty to the salvage of important shipwrecks sunk in Samaná, Miches, Montecristi, La Isabela, Punta Cana, Palenque, Barahona and Santo Domingo, among other historically relevant shipwrecks of which we have valuable information without archaeological rigor. The wealth that was submerged in these areas of the national territory during the colonial period is incalculable and intangible. The underwater cultural heritage of the Dominican Republic is one of the most relevant in the region. Some shipwrecks are well known, such as those of Nuestra Señora de la Limpia y Pura Concepción (1715), the Conde de Tolosa and the Nuestra Señora de Guadalupe (1724) and the Begoña (1725). Other less known but of great importance, although they have not been the subject of the necessary investigations, are the Marigalante, Columbus’ flagship on his second voyage (1495); about seven ships destroyed during the hurricane of June 1496 in the bay of La Isabela, where Caonabo, who was taken prisoner to Spain, lost his life; Scipion Punta Hicaco, in Samaná Bay (1782); Ovando’s fleet, located in Cayo Blanco, on Saona Island (1515); Fiance, in the Tururú key, Montecristi bay (1653); Bannister, in the key Vigía (eighteenth century), and other wrecks dating from similar times. It is worth mentioning the three most important and studied shipwrecks: Nuestra Señora de la Limpia y Pura Concepción, Conde de Tolosa and Nuestra Señora de Guadalupe.

Nuestra Señora de la Limpia and Pura Concepción In July 1641, the fleet of New Spain departed from Veracruz on its return voyage to the Peninsula. The convoy consisted of thirty ships. At the head was, as captain, the ship of Admiral Juan de Villavicencio, Nuestra Señora de la Pura y Limpia Concepción, a 600-ton galleon built in Havana in 1620. It carried a priceless cargo of gold and silver, as well as thousands of Philip IV coins—produced from gold and silver from the mines of Mexico and Potosí—, Chinese porcelain of the Ming dynasty, jewelry and the belongings of the widow of Hernán Cortés. After stopping in Havana for repairs, the fleet continued its course. After weathering a storm, it was left adrift and, finally, on the night of October 30, the strong waves crashed the Concepción on submerged reefs 75 nautical miles north of the Dominican Republic. During that night the currents dragged it until it hit another reef, breaking the stern and sinking it between two coral ridges, 15 meters deep. Out of 500 crew members, only 200 managed to save themselves. The extraordinary cargo of gold and silver from the Concepción immediately led to the project of their recovery. Count of Tolosa and Our Lady of Guadalupe The Count of Toulouse was bought by the Navy around 1718. She went by the names of Count of Toulouse, Toulouse, and Saint Joseph. She was most likely built by François Coulomb in Toulon in the French Toulouse, in 1703. Sunk in 1707, she was refloated that same year. On 12 December 1707 she was captured by the British ship Stirling Castle, when her new owners renamed her Toulouse, although she was decommissioned the following year and never performed any service for the British navy. On July 3, 1724, she sailed from Cádiz under the command of captain D. Sebastián de Villaseñor, accompanied by the ship Nuestra Señora de Guadalupe. Both were part of the quicksilver fleet, which transported quicksilver to Veracruz, and were under the command of Lieutenant General D. Baltasar de Guevara. The Count of Toulouse carried on board a cargo of mercury and other goods, in addition to 600 men between crew and passengers. After a stopover in Tenerife, they arrived in

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In 1999, the National Office of Underwater Cultural Heritage (ONPCS) was created to establish a legal framework and technical capacities for the study and protection of this heritage. This office became part of the Secretary of State for Culture in 2000. In 2012 it changed its name to the National Directorate of Underwater Cultural Heritage (DNPCS), by decision of the Council of Culture. Currently, the installation of this National Directorate of Underwater Cultural Heritage, located on the edge of the walls in the Colonial City of Santo Domingo, is in the process of being remodeled.

eas as Living Museums of the Sea, we have been involved in their protection. Recently, the Ministry of Tourism, the Ministry of Culture, and the Ministry of the Environment have been collaborating to promote cultural tourism and contribute to the environment related to marine biology.


Puerto Rico on August 13 to gather water and repair the Tolosa mast and then returned to sea on the 23rd. Along the route from Puerto Rico to Havana they were surprised by a storm on August 24 and sought refuge in the bay of Samaná. But rounding the Cape of San Rafael, they ran aground on some reefs, in the midst of strong winds. Of the 680 on board the Guadeloupe about 500 people were saved, while only 30 of the 600 on board the Tolosa survived, having shipwrecked further from the shore. General Guevara died in one of the boats. Columbus Lighthouse and Royal Shipyard Museum: recognition of the value of underwater cultural heritage

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A turning point in the process of recognition of this patrimony is the construction and inauguration of the Columbus Lighthouse Monument in 1992, which houses a museum containing objects recovered from these wrecks that are of great relevance. The remains of Admiral Christopher Columbus were also relocated to this monument on the occasion of the 500th anniversary of the “discovery and evangelization of America”. Pedro Morales Troncoso, governor at that time, also served as director of the Parque Nacional del Este, today Cotubanamá, where numerous Taino sites are found, such as the José María cave, which houses numerous pictograms of ceremonial importance for the indigenous people. Recently, the DNPCS collaborated in the restructuring of the collection, design and content of the museography of the current Royal Shipyard Museum (MAR), to be inaugurated in 2019, which is the most important and comprehensive in its genre in the region, with all original objects. It is located in the old building of the Royal Shipyards, in the Colonial City, which was built in the early sixteenth century and served for the construction and repair of ships. As part of the national underwater heritage, the museum boasts over fifty thousand objects from various shipwrecks, with about twelve hundred objects on display. One of the highlights of the museum is the 15th-century area, which showcases the stranding of the Santa Maria. The following exhibit displays navigational instruments and objects obtained from shipwrecks of the 15th and 16th centuries. The artifacts from other civilizations highlight the commercial and cultural exchange of that time. In the next room, visitors can see a collection of goods salvaged from the 1724 shipwreck of the quicksilver

ships, Nuestra Señora de Guadalupe and Conde de Tolosa. The section dedicated to the 17th century shows the commercial and cultural exchanges of the time, under the concept of global trade. The room devoted to the 18th century is designed to recapture the essence of the building through the amphorary, a series of amphoras as containers with different properties that illustrate how products were transported. The museum’s collection includes some objects rescued from the Begoña (artifacts and remains), located in La Caleta, in the municipality of Boca Chica, a meeting place where there was an indigenous settlement. Finally, a scale model of the Nuestra Señora de Guadalupe allows visitors to experience how sailors lived during their voyages. The creation of Marine Protected Areas as Living Museums of the Sea offers the opportunity to combine the recreational with the cultural, as well as constituting a contribution to the studies of marine biology and the Ministry of the Environment. These Living Museums constitute an alternative to commercial salvage with examples such as Captain Kidd (1699), the Begoña (1725) and now the shipwreck of 1550 on the east coast, currently protected for long-term management and sustainable access to the public, which represents a high-level sports-cultural offer to attract cultural tourism. Cultural heritage is the legacy left to us by our ancestors to remind us of the origins of our roots, customs, and traditions. Talking about the underwater heritage in our country is more than a reminiscence, it is an overview of the events of an era led by those who emigrated, seeking opportunities, bringing new ways of communication, forging ties between Spain and the New World, and building one of the most influential processes of transculturation in the world has ever known. Genesis and transformation of the Dominican culture: A panoramic view Manuel Vargas The cultures around the world are never static and they never exist in complete isolation. The same is true for the Caribbean cultures, which lie within a social and geographic space that is known for being open and interactive, both within and beyond its territorial boundaries. The process of globalization started in this region in the 16th century, and the Dominican culture of to-

day has been shaped by a specific group of people over time and space. This journey is closely tied to the people’s interactions with social structures, nature, gods, and their contemporaries, which have influenced their thoughts and actions as they played different roles in various processes. During this trajectory, which has been neither linear, nor ascending, nor predestined, these people through specific cultural resources have formed a social fabric linking these relationships with a large, resilient, flexible, and diverse cultural network. This network has had ruptures and continuities that have resulted in the loss, transformation, and retention of tangible and intangible cultural resources. This is the dynamic and diverse social fabric that today underpins our identity, our otherness, and our sense of belonging to a territory that every day expands its connectivity with the global world and with transnational social spaces. Migration, foreign trade, tourism, communication technologies, and international agreements on pressing issues are key drivers of our growing presence beyond geographical borders. It is as part of this trajectory that we can better understand the monuments, gastronomy, recreational activities, language and religiosity, and all relevant expressions of the Dominican tangible and intangible culture documented in this book. These cultural resources, which are scattered throughout our territory, are inseparable from two links of life that have made possible our identity as Dominicans, namely: “the experience of permanence despite all the changes in our situation and in our actions” and “the experience of acting and suffering” together with others. In this narrative, culture is defined as the changing and socially structured set of practices, objects, symbols, values, norms, and beliefs that we have inherited from our predecessors, and that we have learned and adapted together with our contemporaries. Language stands out as the essential fiber that weaves and nurtures that complex totality. Social structuring, citizenship, and cultural identity When equating culture with nationality or citizenship, it is logical to conclude that the genesis of today’s Dominican culture occurred at three key moments: from Decem-


ber 1, 1821, when the so-called Ephemeral Independence was declared; on March 1, 1844, when, with the impetus of the Cry for Independence of February 27, the Central Governing Board began a process of social and political structuring; and, finally, from November 6 of that year, with a new social contract between governors and governed that legitimized the Constitution of the Dominican Republic. Indeed, key icons of our intangible culture, such as the shield, the flag, the national anthem, the border as a sociocultural and political space, Catholicism, and liberal ideas, took root in the collective imagination during that central stretch of our historical configuration, thus accentuating the cultural significance of being Dominican. Dominican historiography has shown that although it was certainly in 1844 that the denomination Dominican was formalized from a legal point of view as a perennial symbol of the sense of belonging to the new socio-cultural and political space, the term “Dominican” had been in use long before those events, beginning with the foundation of Nueva Isabela at the mouth of the Ozama River during the period 1496-1498. and its relocation, with the name of Santo Domingo, after the hurricane that destroyed it in 1502.

A meritorious multidisciplinary work of research and interpretation has served to affirm that, by the end of the nineteenth century, a Creole culture integrated by the indigenous, Hispanic, and African cultural matrices was consolidated in our territory. From this perspective, the genesis of this hybrid culture had as a turning point the events that began in the period 1492-1501 with the contact and interconnection between the aboriginal settlers, the Spanish conquerors, and the enslaved Africans. As we shall see, this basic cultural triangle grew in complexity as afterwards it was merged and adapted anew with each cultural encounter that followed. The Archaic people as the first settlers: a daring act with a seal of diversity

The term archaic peoples conventionally refer to the first settlers of the island. Originally from South America, these settlers used rafts and canoes without sail to move by sea during a long circular migratory process of modest scope in its origins. Gradually, they adapted to the specific natural environments of each island or group of islands. The social relations of struggle, exchange and cooperation marked the communication between archaic groups with diverse cultural resources. In the absence of writing, verbal and symbolic language played a key role in those relationships. Archaic intangible culture is evidenced in the knowledge and skills required to manufacture lithic pieces. The axes, the conical grinders, the pieces of coral used as mortars and weights to secure the fishing nets show us an archaic craft culture that is not to be underestimated in terms of aesthetics and function. This legacy is an outstanding part of our cultural heritage. Agro-potters: a hybrid cultural network The migration of different cultural groups over thousands of years led to new social relations of production, consumption and trade within the area of Greater Caribbean. Both the increase and consolidation of the settlement and cultural hybridization of the islands occurred in this context. According to the predominant scientific interpretation, sedentary lifestyle, agricultural production and the manufacture of clay or ceramic pieces defined a turning point in the shaping of the cultural fabric of these new island settlers. The heterogeneous group of Arawak cul-

ture-bearing groups that made this transformation possible are conventionally referred to as agro-potters. Their place of origin was the northern coast of South America, specifically near the mouth of the Orinoco River, today part of the Venezuelan mainland. It has been suggested that the cultural group called Taino was predominant within the agro-potters of our island. This adjective, according to the Spanish chroniclers who recorded it, was used by the indigenous people of specific localities to define themselves as peaceful and friendly people with respect to other settlers perceived as different. When highlighting the Taino culture as the predominant component of the agro-pottery way of life, it is imperative to highlight that other cultural groups also inhabited the island in pre-Hispanic times. Indeed, both the Macorixes and the Ciguayos, each with its own cultural specificities, were permanent inhabitants of important territories. The use of several languages in everyday life speaks to us of the complexity of intangible culture at this stage of our trajectory. This was a hybrid cultural space with a predominance of Taino cultural resources. The cultural resources they brought with them, together with the skills developed in the process of adaptation to the new natural environments, led to the consolidation of an agricultural production system that, combined with fishing, and gathering, guaranteed a food supply and enabled trade both within and beyond the island. Initially, this agricultural system was based on the cultivation method known slash and burn, that is, in the felling and burning of vegetation to take advantage of the ashes as fertilizer for the items planted in the conuco (Taino word). Subsequently, the method of planting in earthen mounds increased productivity significantly, generated surpluses and increased commerce. Population growth, the improvement of the houses – called bohío and caney – of the villages, as well as the profusion of ceremonial squares as central spaces of Taino society, were outstanding results of this successful adaptation. While it is true that Taino agriculture was diverse, the most important item was cassava, whose root was used to make casabe (Taino word) through a complex process that included grating on stone guayos, eliminating toxic substances and cooking in a flat clay dish called burén (Taino word). The root of the guáyiga, a wild plant that grew abundantly in several places, was used to pre-

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Likewise, documentation shows that, in the seventeenth century, the Dominican adjective was commonly used throughout much of our territory as well as overseas. In other words, we began to feel, define ourselves and be called by others as Dominicans before acquiring the category of citizens.

The human settlement of the island we inhabit was preceded by long and uneven geological, ecological, and biological processes that occurred in the Greater Caribbean, that is, the geographic space made up of the northern coast of South America and Central America and the islands and thousands of islets of different sizes that make up the Insular Caribbean or Caribbean islands. The migration of plants, animals and other living organisms was an essential part of the diversity of fauna and flora that characterizes the natural environments in the island territory. And human adaptation to this diversity was one of the central determinants of the settlement of the island, as well as the genesis and transformation of the cultural network in the territory.


pare foods cooked by methods other than those used to make cassava, the preparation of which was the dominion the Taino women. There is consensus that, as a result of the hierarchical social organization called cacicazgo, headed by the cacique, and the improvement of agriculture, there was a qualitative leap in two dimensions of Taino intangible culture, namely: complexity, diversification and perfection in the manufacture of clay objects of remarkable beauty whose purposes were not confined to the merely utilitarian; and the creation of exquisite objects of clay, stone, wood, bone and perishable materials for use in rituals such as the cohoba, burials, areito and fertility rites. Trigonoliths, vomitive spoonbills, amulets, duhos and decorated fotutos (indigenous wind instruments) are some of the objects that illustrate the flowering of Taino artistic creativity.

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These rituals, led by the cacique and the behique or priest, were an essential part of the Taino worldview, which was characterized by its complexity, subtlety, and acute sensitivity. Indeed, in that worldview, life and death, the material and the immaterial, had meanings very different from those of our current culture. Polytheism, for example, served to link human beings and deities in an intimate way and in constant dialogue with the forces of nature. Rock art expanded and diversified during that period, both in the caves and in the outdoor spaces. The knowledge of plants for healing and spiritual purposes was a vital part of the Taino intangible culture and was accompanied by the sensitivity required to “converse” with nature. The dialogue with water was important in this animistic relationship. It is no accident that many lithic pieces with engravings are very close to or within rivers, springs, and streams. Sociocultural ruptures and continuities: 1492-1605 This land’s indigenous culture underwent a drastic transformation after December 6, 1492, when Christopher Columbus and his companions set foot in this territory for the first time. Indeed, this peculiar exchange of objects, food, symbols, gestures and sounds between markedly different people marked a before and after moment in local otherness, that is, in the notions of us and them. There, too, a new sense of belonging to the territory began to take shape.

The seventeen ships and the fifteen hundred Spaniards that made up Columbus’ second voyage represented not only a meeting of cultures but also a project of conquest that produced an irreversible rupture in the native cultural network. This rupture was accentuated with the execution of the plan of control and transformation of the aboriginal society directed and executed by Nicolás de Ovando from 1502 to 1509. Something similar happened during the two periods in which Diego Columbus ruled Hispaniola from 1509. In cultural terms, what happened from 1492 to the devastations of Osorio of 1605-1606 is inseparable from the processes of domination, resistance, exchange, reciprocity, recognition, accommodation, power, and creativity that accompanied the conquest. It is well known that the indigenous population declined sharply because of slavery, forced labor, disease, including pandemics, violent confrontations, punishment, and suicide. What is not so well known is the fact that Dominican DNA is about 4% native, that hundreds of Taino words are part of our vocabulary, that a good part of our rivers have Taino names, that numerous healing practices originated in aboriginal society, and that in the traditional conuco portion of the food we consume is still cultivated. The voices of opposition to the mistreatment of the aborigines, especially those of Antonio de Montesinos and Bartolomé de las Casas, served as an ethical and moral shield for their temporary protection. Both humanist voices also contributed to strengthening the weight of the Catholic Church in the conquest. It was in this context that two Spanish religious symbols became an essential part of our immaterial culture: The Virgen de la Altagracia (Virgen of the High Grace) and the Virgen de las Mercedes (Virgen of Mercy). Indeed, since the image of the first divinity arrived in Higüey from Spain in 1514, it has occupied a central place in our national identity. According to the current narrative, something similar has happened with the Virgin of las Mercedes since 1495, when her image was used as a symbol of divine protection to the Spanish troops in a tense encounter with the aborigines of the chiefdom of Maguá, today province of La Vega. The trade of enslaved Africans was the solution given by the Spanish authorities to the economic, social, political, and moral reper-

cussions of the enslavement of the native people. The first enslaved, called ladinos, were brought from Spain. They were Christianized and had become familiar with the culture of a part of Spain, including the language. They were put to work in alluvial and surface gold mining and, later, in the sugar mills where sugar was manufactured with the cane introduced from the Canary Islands on the second voyage of Columbus. Later, the growing demand for slave labor was met by bringing enslaved people directly from Africa, called muzzles, who belonged to about 133 culturally distinct African ethnicities, with different languages. As with the indigenous cultures, none of the cultures that arrived here from Africa survived the ruptures resulting from enslavement and colonization. However, as Bernardo Vega has pointed out, recent scientific studies have shown that about 49% of Dominican DNA is of African origin. Similarly, as Carlos Esteban Deive demonstrated, numerous African words, expressions, beliefs and religious practices are part of the culture of a part of our population. The congas and the handicrafts based on the dried gourds show some of the artisanal skills that arrived from Africa. Indeed, the relations between Taino aborigines, ciguayos and macorixes, Spaniards from different regions, and enslaved Africans of different ethnicities unleashed an unprecedented process of transculturation on the island. This tense, conflictive and multidimensional encounter marked the genesis of a hybrid cultural network. It is no exaggeration to say that at each vertex of the Indigenous-Spanish-African triangle of that network, culture was expressed in the plural, that is, there were Spains, Africas and at least three native cultures. Subsequently, this plurality included, with varying degrees of intensity, cultural influences from Portugal, France, England, Holland, and Germany. The cultural hybridization, religious syncretism and mulatto phenotype that define us as a people have this interchange as a backdrop. Although the island provided the gold so sought after by the colonizers, it did not do so in the expected amount. That explains the shift from mining to sugar mills and refineries, originally moved by enslaved natives and Africans. From that world of oppression emanated the resistance to slavery and mistreatment carried out by the maroons who escaped to the manieles or


palenques (inaccessible hiding places deep in the mountains). The first such rebellion occurred at Christmas in 1521. Sebastian Lemba, a legendary maroon who was born in West Africa in 1520 and brought here as an enslaved child, is an iconic figure of African resistance. His story commemorates the struggles and hardships Africans faced during the slave trade. Similarly, Enrique Bejo, also known as Enriquillo, led a resistance against the mistreatment of indigenous people, highlighting the complexities of colonial society. Enriquillo’s long campaign of resistance in inhospitable places is a testament to the strength and resilience of indigenous peoples. At the time of his death in 1535, which occurred peacefully after signing a peace treaty, he had attained the noble status of don. An intangible cultural legacy of his is the unconventional mode of struggle of constant mobility and invisibility, known modernly as “guerrilla warfare”.

The impossibility of achieving the economic development of Hispaniola based mainly on gold and sugar and, to a lesser extent on the planting of ginger and other items for export, opened a long trajectory of acute

For survival in the harsh situation created by his extreme impoverishment that ravaged the entire territory, the settlers used this hybrid network as a nexus of life through “the experience of acting and suffering together”. This network did not have a homogeneous character at the national level, but rather a regional and local character. In the nineteenth century, the network’s local character became more evident in the north with the Cibao tobacco industry, in the south with the timber industry, and in the east with the extensive cattle ranches. A turning point in this trajectory was the transition from the hacienda, with the relative rigidity of its social and racial relations, to the cattle ranching, with its accentuated flexibility and relative independence. The maroons became peasants, the hatero and his slaves, the freedmen and the montero, on foot or on horseback, with tillage to work and weapons to hunt and defend themselves, they threw themselves far into the mountains, opening routes and establishing spaces of survival. This troop also brought with them the hammock to rest in, the saints and virgins to pray to, the fighting cocks, the poultry, the hunting dogs, the pigs for meat and lard, the wisdom to heal, the skills to assist the parturients and the knowledge to take advantage of the resources of nature. While still unequal, this rural society had scarcity rather than abundance to share. As Del Monte said, the life of these settlers consisted of “lounging and playing the cocks, praying and cooking; hunting cattle and consuming a basic diet of plantain, meat and beans, cassava, yucca, and sweet potato”. The expansion of this lax society and the emergence of a rural subsistence economy is what is known as the ruralization of Dominican society- the move away from the towns and the anchoring to the land to survive in the backcountry. This journey inland served to root the culture of land more firmly in our identity than the culture of water.

The “Devastations of Osorio” between 1605-1606 and the subsequent events evidenced the presence in our territory of a European Other who was the bearer of a culture other than the Hispanic one, who showed signs of being determined to settle on a sparsely populated island, and who activated smuggling as an activity that generated economic benefits almost immediately. Within the island, this illegal business clashed with the interests of Spain, while beyond it linked us with the interests of other European nations, especially France, England, Holland and Germany, which were settling in the non-Hispanic Insular Caribbean, contributing both tangible and intangible cultural diversity. The Canarian migrations, which began during the late seventeenth century until about the middle of the eighteenth century, left as a legacy a sociocultural fabric that was anchored in the territory with the foundation of San Carlos de Tenerife (in the capital), Sabana de la Mar and Santa Bárbara de Samaná. As an essential part of the Canarian material culture, the cultivation of sugar cane and Cassia fistula, crop irrigation, gofio (made with toasted and ground cereal flour), arepa and numerous sweets are still enjoyed here. On the immaterial level, an outstanding manifestation of Canarian culture is the oral tradition known as chuines, which consists of an improvised a cappella song in the form of a copla. In cultural terms, the year 1697 marked a turning point. Indeed, that year the Treaty of Ryswick was signed in Holland, which formalized two substantially different socio-cultural spaces on the island, starting with the language: Spanish Santo Domingo in the eastern part and French Santo Domingo in the west. What happened in both territories from that date until 1804, when the Republic of Haiti was born, had as a transversal axis the specificities of the slave system on each side of the island. Indeed, while on the west side an iron model of slavery was implanted that opened a marked social distance between slaveholders and enslaved, on the east side slavery – without ceasing to be so – had a more relaxed character and allowed a less distant interaction between both social classes. Manumission, that is, the purchase of freedom by some enslaved, played an important role in these processes, since the freedmen formed vil-

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In the manieles, wherein a certain modicum of freedom could be enjoyed, there was interaction between aborigines and Africans outside the control of the conquerors. There, native and African maroons wove a hybrid cultural network that served to give continuity to many of the Taino cultural practices and resources despite the physical disappearance of their creators. The African inhabitants of the maniel acted as retainers of African cultural resources and a part of the intangible Taino culture, despite the ruptures caused by colonization and slavery. In these spaces the drum was born, made with the skin of animals from Spain and with knowledge born in Africa. There too, using the knowledge of Africans and natives, bananas, okra, yams, pigeon peas and other items from Africa were planted directly or via the Canary Islands. The manufacture of metal objects that occurred there is inseparable from the knowledge of metals that, unlike the natives, the Ladino and muzzle Africans had. The indigenous fotuto was used by both groups. The higüero, a plant of multiple material and immaterial meanings for the Tainos, formed part of daily life. In these spaces of resistance there were also religious, symbolic, musical, healing, culinary and linguistic exchanges.

and growing poverty that led to widespread misery from the seventeenth century to part of the eighteenth century. When Spain lost interest in the island, leaving it isolated and underpopulated, when slavery was relaxed, and the maroon cultural network began a trajectory beyond the manieles, weaving together the disparate fragments of indigenous and African cultures with the diverse cultural network of the remaining Spaniards.


lages and created vital cultural spaces, such as brotherhoods. With the birth of the United States of America in 1776, the transnational link between our island and the countries of the region became more complex. Indeed, the geographical proximity of North America progressively brought us closer to capitalist modernization based on the Protestant ethic that arrived on the American continent under the leadership of England. The Creole culture of the nineteenth century: accentuating the complexity The relative seclusion of Spanish Santo Domingo was not synonymous with total isolation. Indeed, the growing economic importance of the island on the global stage – based primarily by the soundness of the slave economy in French Santo Domingo – kept the doors through which the currents of global and regional processes that occurred in the nineteenth century entered unlocked. Two of these processes were the birth of the Republic of Haiti in 1804, and the historical stage known as España Boba (Foolish Spain) (1809-1821), which complicated our cultural network both materially and immaterially.

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The modernizing utopia set in motion by Ulysses Heureaux (Lilís) from 1887 to 1899 was inseparable from our relations with the American, German, and Dutch economies. As an example, several German companies were directly involved in the export of Creole tobacco to Germany. Something similar happened in the construction of the railroad. Both U.S. and German capital played a prominent role in the modernization of the Dominican Republic in the nineteenth century. The social and political impact that the Haitian occupation (1822-1844) had on our society was also reflected in the cultural tapestry of certain localities. Outstanding examples include Haitian Creole, religious practices, dishes known as chacá and chenchén, and sesame and peanut candies. In the case of habichuelas con dulce (sweet beans), an emblematic dish of Creole gastronomy during Lent, it has been suggested that the original recipe was brought from Haiti by François Delalande, a French citizen who fled to Montecristi during the rebellion of the slaves of Saint-Domingue. Once on Dominican soil, this dish was modified and Dominicanized through the introduction of

new ingredients. Dominican intangible culture diversified anew from 1824 with the arrival of freedmen known today as Dominicans of African American descent, or “the African Americans of Samaná.” Coming from the city of Philadelphia, Pennsylvania, most of these freedmen escaped slavery in several southern states. Without having the status of citizens in their country of origin, they were placed by Boyer in different localities of the island with the purpose of promoting development and modernization. The positive values of their Protestant ethics, their good conduct, their skills, the mastery of English as their mother tongue, as well as their origin, were key in the mission assigned to them and in the granting of citizenship. In addition to the cultural resources mentioned, immigrants brought with them the Protestant religion, which initially congregated in the African Methodist Episcopal Church (AME), called chorcha by Creoles as a phonetic alteration of the English word church. That religious space was the epicenter of their efforts to maintain the continuity of their culture despite the rupture caused by the uprooting of their homeland. Similarly, immigrants from Samaná brought the dance of bamboulá or bamboula, which has an evident African influence and, at that time, was very present in the Afro-descendant communities of several southern states. The local gastronomy includes the use of coconut to cook fish and make sweets, and wheat flour cakes, alone or mixed with other items. To stress the significance of immigration on Dominican Creole culture at the end of the 19th century, let’s talk about Cuban immigrants, whose exodus occurred in the context of the war of independence. A key symbol of this life link is the participation of General Máximo Gómez, born in Baní in the bosom of a family of Canarian origin, who left Montecristi with the apostle José Martí to, acting and suffering together, achieve the independence of Cuba. An important segment of those immigrants was of Spanish origin and played a prominent role in the Dominican sugar industry. Such is the case of the engineer Juan Amechazurra, originally from Matanzas, who in 1876 built in San Pedro de Macorís the Angelina mill, the first modern mill in the Dominican Republic. The arrival of baseball in our country during the second half of the 19th century is also tied to Cuban migration since the sport

began to be practiced there in 1874 after being introduced to the island from North America by Cuban students. According to an unrefuted version, the first game of this extraordinary facet of our intangible culture was held here in 1886 between two Cuban teams. Also coming from Cuba, in 1862 Chinese immigration to our country began. A first group of approximately two hundred people arrived in Samaná and remained there for about four years. Gradually, that cultural group spread to various regions and cities. In cultural terms, it is significant that a large number of Chinese immigrants chose to Spanishize their birth name as a way to alleviate the rejection they received upon arrival. Cultural differences, including language, were key to that rejection. As we will see later. Chinese migration intensified in the early twentieth century and continued throughout that century. Their contributions to the Dominican tangible and intangible culture are present in an outstanding way in gastronomy, commerce, academia, health sciences, and the modernization of rice cultivation developed in Bonao. Italian migration occupies a prominent place in the monumental dimension of our cultural heritage. To these contributions we must add those made on the immaterial plane by Alejandro Geraldini, first resident bishop of Santo Domingo, and Father Fantino Falco. The contributions to the navy of Juan Bautista Cambiaso, founder of the first armed flotilla in the country and Dominican national hero, stand out in the trajectory of Italian culture in our country. In the current Dominican gastronomy, the Italian cultural legacy is remarkable, especially in the great variety of dishes made with pasta widely consumed throughout the national territory. The cultural fabric of the nineteenth century was also complicated by the arrival, in 1880, of a significant number of Lebanese and Syrians, conventionally called Arabs or Turks here. Originally from Haiti, they were located in Elías Piña, Las Matas de Farfán and San Juan de la Maguana. Later they arrived in Dajabón, Puerto Plata, Cibao, San Pedro de Macorís and Santo Domingo. Bearers of a culture inclined towards commerce and entrepreneurship, we should not be surprised by their particular interest in trade. Evidence of this attitude was the introduction of the fantasy trade, installment sales modalities, bargaining, and itinerant


sales that allowed them to reach localities all over the country. For example, when the sugar mills of San Pedro de Macorís made that city “the Sultana del Este”, these itinerant merchants accumulated a vast network of clients. The sale of fabrics played an important part of their offering. An important aspect is that they accepted sales on request, a commitment they were unlikely to break. Their propensity for thrift is remarkable. In Creole gastronomy, they contributed to the creation of new eating habits, with dishes such as kibbeh or quipe, tabbouleh or tipile, stuffed eggplants, stuffed cabbage, yogurt, and hummus, among others. As we can see, the Syrians, Palestinians, and Lebanese have been integrated into the Dominican cultural fabric with notable success, despite the initial rejection they received upon their arrival more than a century ago. It has been estimated that there are more than one hundred surnames of Arab origin in the country.

Secondly, this collective experience defined a new network of relations with the world, since we moved away from Spain politically without denying its essential presence in our immaterial culture, starting with language. And thirdly, trade with the Turks and Caicos Islands, Saint Thomas and Curaçao was strengthened. The migration from there to Montecristi is considered the first arrival of cocolos or English-speaking Afro-Caribbeans to Santo Domingo, although it was not permanent, as it would be that of the immigrants who arrived from several English-speaking islands in the twentieth century to work in the sugar mills of that and other provinces. Our entry into the new century was based on a cultural network that intertwined the cultural resources provided by all the cultural groups mentioned. Diversity has been and is its most resilient quality.

In the twentieth century, recreational activities, gastronomy, language, and religiosity were viewed as cultural resources that held specific meanings for different groups of people and their quest to establish their identity and association with the dominant Creole culture recognized by the state. As we have seen, the same legal framework that upheld the birth of the Dominican Republic also defined an ideal cultural profile that conditioned the aspiration to belong as a citizen. During the first three decades of the twentieth century, the nation state was characterized by political fragmentation and weak social cohesion. In addition to foreign interests, an endogenous cause of this weakness was conchoprimismo, that is, the frequent wars led by local and regional caudillos caricatured as Concho Primo. The U.S. occupation (1916-1924), although it began an accelerated process of restructuring the state apparatus, improving infrastructure and distributing territory for business purposes, was far from uniting the Dominican sociocultural fabric, especially intangible cultural resources. The truth is that, although culture is inseparable from social and political structures, including the State, its resources and manifestations are not reducible to legal provisions that seek to create solid foundations for achieving order, stability and progress. Immaterial culture is a resource of social structuring, but its ethos is fluid and resists petrification. Consequently, the best way to understand our cultural trajectory in the twentieth century is to interpret in an integral way the uses given by the actors and social subjects to the cultural resources that make up their specific cultural network, such as music and popular religiosity. These subjects and actors, at that time, were mostly rooted in rural areas of the country, where a slow process of social change began. At the same time, in urban areas began a process of modernization that had relevant implications for both the city and the countryside. Indeed, in 1908 the total population of the country was 638,000 inhabitants. Of that total, 58.9% lived in the north, 30.1% in the south (including the capital) and 11.8% in the east. Although commercial activity increased in Cibao because of the export of

tobacco, cocoa and coffee through the ports of the northern region, as a whole it was a culturally peasant society; in the deeper south, timber cutting was the main economic activity, while in the near south (including Santo Domingo) sugar cane production and trade predominated; as a whole, extensive cattle ranching and sugarcane production predominated in the eastern region. In the three regions, the conuco was used for planting food, pigs were raised, boys and girls made their toys, there were apiaries to obtain honey and wax, crafts were worked with the resources and knowledge available, the food was cooked over charcoal or firewood, water was taken from the tinaja (a large earthenware jug) or the stream, clothes were washed by hand, irons were heated with charcoal, dominoes, checkers and billiards were played, kites were flown, cockfights were almost sacred, ginger tea was drunk to deal with the cold, rice was mashed with the mortar, medicinal plants were planted in the courtyard and beans in the gardens, the sour orange could not be missing from the kitchen, coffee was strained with the cloth strainer, smoking lamps were used, an aloe plant was hung as spiritual protection, the novena was prayed for the faithful departed, the sticks were touched, salves were sung, promises were made to the saints, the Holy Rosary was prayed, during Holy Week there was no noise, beans and sweet beans were shared with the neighbors, the treat was used for tasks that required the cooperation of others, stories and riddles were told, the patio and the front of the house were swept with grass brooms, the blessing was asked to the godparents, sans were played. Meat was plentiful. Also poverty. And they danced to the perico ripiao. Our intangible cultural heritage still preserves many of these resources. The cultural fabric of this inland world began to change gradually, largely because of the increase in both domestic and foreign trade and accelerated markedly from the American intervention and the period known as the Trujillo era. Let’s take a quick look at some of the processes that contributed to the social and economic transformation of the country as a whole. For example, in 1884 the telegraph was installed in the capital. The advent of electrification in 1896 began a long chain of innovations of great cultural impact, to the extent that the telephone connections be-

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In cultural and identity terms, our entry into the twentieth century is inseparable from the War of Restoration (1863-1865). In addition to showing the heroism and patriotism of the Dominican people, this extraordinary event served as a life link that provided very useful cultural resources for the reaffirmation of our Dominican-ness. This experience of working and suffering together helped us to move from rupture to continuity with the purpose of having “the experience of permanence in spite of all the changes in our situation and our action.”

Twentieth century: cultural transformation in a transnational context. Structuring, actors, and subjects


tween the capital and the Cibao region, in 1904, came well before the construction of the highway connecting the two points in 1917. This road was substantially improved and inaugurated in 1922. The first motor vehicle arrived in Puerto Plata in 1903, and by 1905 the capital city already operated a passenger bus. The road that connected Navarrete, in Santiago, with Montecristi, on the Northwest Line, began the transportation of foodstuffs by truck. By 1911, some towns outside the capital were equipped with electricity. In 1930, the Dominican Telephone Company (CODETEL) was inaugurated in the capital. A few months later, it began operations in San Pedro de Macorís, becoming the first telephone exchange outside of Santo Domingo. All these changes expanded communications between the capital, the Cibao, and the east.

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In 1905, the first film was shown in a cinema in Puerto Plata. This was the beginning of the use of the cinema as an important leisure activity for a part of the population. In 1924, the first radio station was established, using the military security equipment installed by the occupying troops in 1916. 1927 oversaw the founding of the Cervecería Nacional Dominicana (Dominican National Brewery) in keeping with the tradition of rum and beer production. In 1942 the refrigerators arrived. In 1943 La Voz del Yuna was connected in Bonao, and in 1947 the construction of the future home of La Voz Dominicana began in Santo Domingo, whose antenna would be installed in 1950. In 1951 the first television studio in the country was built. In 1952 the importation of black and white televisions began. The segment called Romance Campesino, with Macario and Felipa as central characters, served to disseminate peasant culture through radio and television. It is in this context that the peculiar trajectory and the great relevance of merengue as part of Dominican intangible culture is better understood. Indeed, this musical genre was born as part of the life links of the generalized ruralization of the seventeenth and eighteenth centuries. Originally, its traditional instruments were the guitar, brought from Spain; the güira, which combined indigenous and African elements, and the tambora, made with goat skin imported from Spain and made with expertise brought from Africa, as we have already seen. This musical hybridization became more complex upon the arrival of the accordion in the late nineteenth century, which replaced the guitar. The most firmly established versions

say that these arrived in Puerto Plata from Holland. In its process of expansion through the northern region, and in the company of tobacco workers, merengue arrived in Santiago becoming a key component of daily life in Cibao. A rarely refuted account claims that the traditional name for this genre “perico ripiao”, originated in a local hangout that bore that name in the vicinity of El Hospedaje, where the smell of sancocho (traditional Dominican stew composed of a variety of meats and local tubers) and chicharron (pork rinds) was mixed with music and fun in all its forms. The expression “fiesta y mañana gallos” (party and tomorrow the roosters) portrays this playful ethos very well. Trujillo’s political interest in reaching out to the peasant population prompted him to have a “perico ripiao” accompany him on his campaign rallies. Likewise, in the quest for the approval of the upper classes, Trujillo made use of musical instruments typical of big band music to encourage the interpretation of this rhythm. All this served to legitimize merengue as the preferred genre of music for the majority of Dominicans. Over the years, other instruments have been integrated, such as the saxophone, conga, and the electric bass. Moreover, prominent Creole merengueros have taken merengue out of the country turning it into a transnational musical expression. When in 2016 UNESCO granted it the rank of intangible heritage of humanity, merengue transcended national geographical borders forever. We all have the voice of the voice of Johnny Ventura (El Caballo) exuberantly singing “I am merenguero up to the tambora!” engraved upon our historical memory. The fragmentation of the communal lands caused an almost irreversible rupture of the peasant cultural fabric. In fact, it is here where the land is to plant conucos, to make charcoal, to build corrals; the land to graze animals, to set up apiaries, to collect the wood to build and repair houses and huts, and to teach young people the tasks inherent to the peasant way of life. In the north, this fragmentation began early, the result of the expansion of internal and foreign trade, and the progressive concentration of land. But this circumstance did not translate into a massive de-peasantization. That was not the case in much of the eastern

region, where the transformation of plains and communal lands into sugar cane fields and pastures resulted in the separation of the peasantry from the land. The displacement of their localities meant an irreversible rupture in their material cultural fabric. One of the reactions to this aggression was the resistance of a part of the peasants, who resorted to the form of guerrillas in the mountains. The discourse of power used the term gavilleros, that is, bandits, to label these people. On the other hand, in the mountains of the south, the fragmentation of the communal lands also marked the rupture of the peasant lifestyle. A symbol of southern peasant resistance to this fact is Olivorio Mateo (18761922), known as Papá Liborio. Because of its messianic profile, it is a notorious example of Creole religious syncretism. St. John the Baptist, a very important symbol for enslaved Africans, occupied and occupies a prominent place on the Liborist altar. After the assassination of Olivorio Mateo on June 27, 1922, that legacy has been preserved by a community that transcends that of the local inhabitants. The site known as Las Agüitas de Liborio is a place of pilgrimage regularly visited by Dominicans and foreigners. As such, it is part of our intangible cultural heritage. The sugar industry of the twentieth century brought with it a cultural resource that, due to its wealth, was declared by UNESCO in 2005 a masterpiece of the oral and intangible heritage of humanity: The Guloya dancing theater, whose creators were English-speaking immigrants called cocolos. Cocola cuisine includes yaniqueque (johnny cakes), mabí (a fermented drink), coconete (a sweet coconut biscuit), dumpling, cod, coconut, fish, crab, and the sweet liquor known as guavaberry, made with the ripe fruit of the myrtle. In addition to the Guloya dancing theater, other cocolo theaters are the ox dance, the mummies, Wild Indians, and the pheasant dance. In addition to the English language, the Cocola culture also brought the Protestant religion, Freemasonry, and the Odd Fellows. From that community leading figures in fields have emerged, including baseball, poetry, music, education, and medicine. Almost at the same time as the Cocolo migration, the one led by the new Haitian workers of the sugar mills began. Unlike the cocolo migrants, who were mostly located


in the central batey (sugar workers’ town), that is, near the factory, the second group of migrants was housed in the agricultural bateyes, that is, out near the cane fields. The approach of both groups to the Dominican population was colored by this distinction. The Dominican gagá (a form of revelry involving percussive sounds, dancing, and singing) that emerged from these spaces is part of our intangible cultural heritage. During the period 1930-1966, there was a substantial transformation in our cultural network, largely linked to the transition from rurality to urbanization, and from agriculture to manufacturing and services. It is well known that Trujillo emphasized Hispanic and indigenous cultural resources, while categorically rejecting those linked to African or Afro-descendant legacy. His regime strengthened the institutional basis and infrastructure of legitimized cultural life. It is worth mentioning the construction of parks as places of recreation, as well as the support for music bands at the municipal level. In these spaces a significant number of musicians emerged, as well as social relations that have become part of our intangible cultural heritage.

In the cultural sphere, everyone agrees on an exceptional phenomenon that took place during this period: the arrival in the country of numerous Spanish plastic artists who revolutionized national painting and sculpture. We must also highlight the arrival in the country of Japanese immigrants in 1956, and that of European Jews in 1942. The contributions of the Japanese include their knowledge of the cultivation of new vegetables that are now part of our gastronomy, the practice of judo, landscaping and, more recently, sushi. In the case of the Jewish community, their religious beliefs and practices contributed to diversifying our cultural fabric in specific localities, such as Sosúa. Both cultural groups have contributed numerous professionals who enjoy high prestige in our country.

It is no exaggeration to say that the period 1966-2000 is synonymous with great transformations in our material and immaterial culture. To begin with, the progressive shift from an essentially agricultural economy to manufacturing and services accelerated rural-urban migration. The vertical growth of cities and the formation of neighborhoods marked by poverty defined new social and cultural spaces with new codes of behavior, new values, and new lifestyles. As urbanization increased, a gastronomy emerged that differed from the “tasos y trozos” (bits and pieces) of the classic countryside. The flourishing of supermarkets is a sign of the orientation towards the consumption of imported goods, a behavior inseparable from the increase in the number of vehicles. The colmadones appear as multipurpose spaces - food sales, dancing, alcohol consumption, and giant screens to watch sporting events. The so-called orange economy has much to do with urban life. The same is true of beauty salons and betting agencies. The Chinese gastronomy, in particular the pica pollo (fried chicken), is a benchmark of the urban gastronomy of the country. The communicational dimension is of vital importance in these cultural transformations, specifically because of the growth in printed and digital newspapers, the massification of television, telephone and radio, the arrival of the internet and the enormous increase in cell phones. It is estimated that about nine million cell phones are registered in the country. Literally, the majority of our population “holds the world in their hands,” with all the implications of that fact. Our level of connectivity is one of the highest in the region. The Dominican cultural fabric has in the university education a vital support on the path towards aspirations of personal and family advancement. Indeed, while in 1965 the Autonomous University of Santo Domingo was

the epicenter of the Dominican academy, today there is a large number of higher education centers located both in the capital and in several provinces. Moreover, several generations of Dominican professionals have been trained in foreign universities and in foreign languages. Everything indicates that we are heading towards being a bilingual culture. The diaspora and tourism have been two of the processes that have had the greatest impact on the cultural transformation of the country. In fact, since 1966 to date, a Dominican diaspora has taken shape in different countries around the world, especially in North America and Spain. In the United States alone, there are about 2.2 million people who consider themselves Dominicans. In fact, part of our diaspora has a circular nationality and a hybrid culture. Moreover, its impact on the national cultural fabric transcends the economic field derived from remittances. There is a whole network of affective exchange between those here and those there that is sustained and circulated through digital communication, that is, in the clouds. Today, air travel is routine for thousands of Dominicans. New immigrants also arrive through the area, many of whom decide to put down roots in our soil and participate in the growing diversity of our Creole culture. As for tourism, the so-called “smokeless industry” has its own cultural network that leaves its mark on the Creole cultural fabric. Although cruise ship and sun and beach tourism does not always bring visitors closer to local daily life, it does produce an intercultural encounter with its own codes, including aesthetics and language. Although it arrived in our territory when the Creole culture had been consolidated, it is evident that baseball or pelota is today as Dominican as mangú. Indeed, the undisputed talent we have for this sport has allowed Dominican professional players to be a benchmark of excellence. Evidence of this sentiment is the expression “plátano power”, which has become our country’s brand in international baseball. A phenomenon of great cultural significance that occurred in this period is the growing visibility of cultural resources originating in the complex and diverse network of Dominican Afro-descendants. As we saw earlier, for decades many cultural practices linked to that space went into survival mode, in the

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The use of radio and television as resources for cultural dissemination served to promote Creole culture, including the peasant heritage. Both media also allowed the dissemination of cultural expressions from Spain, Argentina and Mexico, among other Spanish-speaking countries. Mexican music was especially valued by Dominicans at that time.

The American intervention of 1965 had a significant cultural impact. First, numerous artists used their talents to produce murals and posters that reflected the mood in that context. A musical production with its own label also emerged. Moreover, in the post-war era, which René del Risco Bermúdez called “the cold wind,” a literary narrative charged with nostalgia, rage and pain emerged.


face of hostility from sectors of the de facto power. The growing democratization of the country has allowed these expressions to go out into public spaces. This is the case of the carnivals, the festival of atabales of Sainaguá, the sarandunga of Baní, the feast of San Miguel in the capital, the use of the atabales in the celebrations of the Virgen de Las Mercedes in Hato Mayor, and the cultural space of the Guillén family in Yamasá, among others. A turning point in this trajectory was the decision of UNESCO to declare the Brotherhood of the Congos of Villa Mella as Intangible Cultural Heritage of Humanity.

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Finally, let’s talk about the musical genre known as bachata. Like what happened with the perico ripiao, this genre originated in the world of humble people. However, in this case there was a prominent urban aspect to it. Originally known as música de amargue y música de guardia (bitterness and on-call music) bachata originally faced rejection from a significant portion of the more privileged population and young people. That attitude began to change in 1964, when the radio station Radio Guarachita, located in the capital, decided to broadcast this style of music as its business brand. Because that station had national coverage and offered free so-called public services, its captive audience listened to bachata daily and learned to enjoy it and make it their own. In 2019, when UNESCO declared bachata a World Heritage Site, our plain people received enormous recognition. Today, bachata is in a moment of splendor, and merengue is showing signs of a renaissance both nationally and internationally. In conclusion In this hundred-year trajectory, with its ruptures and continuities, new cultural and identity fibers emerged that transformed the national cultural network into a highly complex and multidimensional social space. The dimensions of age, gender, social class, religion, geography, sexual preference, nationality, and citizenship acquired a fluidity that defies the framework of the strictly objective and embraces the subjective and intersubjective as never before. Today, in the 21st century, our otherness is a transnational social construct. Intangible culture, as a central part of this transformation, has integrated foreign resources, preserving key aspects of Creole culture, modifying others,

and losing many. We are left with the historical memory of our people and the institutional work to preserve our cultural heritage. The Dominican natural heritage: defense and conservation Frank Moya Pons Compared to other countries located on large continental landmasses, the island of Santo Domingo covers a comparatively small area of a mere 72,000 square kilometers and yet is naturally endowed with a rich biodiversity. Human activity has left a significant mark on much of this territory. Unfortunately, as a result, many large areas have lost their original flora and fauna, and some have even begun to experience the process of desertification. One such example is the western third of the island occupied by the Republic of Haiti. Because of its history of scant population, the eastern part of this island, occupied by the Dominican Republic, retained most of its original vegetation for several centuries, but over the course of the last 150 years the accelerated development of commercial agriculture, on the one hand, and rapid urbanization throughout the 20th century, on the other, have had a visible impact on the landscape. As a result, on the eastern side of the island, there are large areas where the native forest has been cleared and replaced with imported species. Now, in their place we see vast areas planted with sugar cane, guinea grass and pangola, rice, cocoa, coffee, bananas, mangoes, aloe vera, tomatoes and other vegetables, all crops foreign to this island. Forest species such as cedar, ebony, sabina, guayacán, mahogany, espinillo, cambrón, cabirma, baitoa, capá, canelilla and other trees have also been intensely exploited and hardly any of their original forests remain. Fortunately, the exceptions to this process are the extensive pine forests of the mountains and the dry and thorny forests of the southwest, which, due to their size, have managed to survive overexploitation and fires. The fauna that Europeans found when they arrived on this island was also affected by the introduction of animals from the Old World such as dogs, cats, horses, donkeys, goats, sheep, and cows, as well as other more problematic ones such as rats.

These animals altered the environment in such a way that some species were driven to extinction, while others managed to survive hiding in natural niches where man has not yet reached. An example is the case of the hutia. The Spanish chroniclers who wrote about the first years of the European invasion of the island say that it was a very common rodent, like the curí, of which very few specimens remain. We now know that the dogs and cats introduced by the conquistadors hunted these animals until their numbers were reduced to a few isolated survivors, which today, as is the case of the hutia, are considered zoological curiosities. Iguanas used to be very common in the drier regions of the country are a similar case. Nowadays on Beata Island, around Lake Enriquillo and in some remote areas of the dry forest between Azua and Baní, are the only places where they can occasionally be seen in their natural state. The only memory we have of the sea lions of the island of Alto Velo is the description of them by Christopher Columbus, since these animals disappeared almost three centuries ago. The same happened later with the crocodiles that inhabited the mouth of the Yaque del Norte River. The few that remain today in Lake Enriquillo are teetering on the verge of extinction. Let us mention, on the other hand, more modern extinctions, such as the one that is happening with the diajaca and the zago, two river fish that Dominicans ate in abundance just forty years ago and that have disappeared from the Creole table thanks to the introduction of Nilotic tilapia, a voracious alien species that preys on the eggs and offspring of native species. The diajaca and the zago dominated the rivers of the island until the middle of the last century, but since then, and with the permanent introduction of tilapia, its population has virtually disappeared. Something similar, but for different reasons, happened with the eel. This was an important source of protein for Dominicans. As rice plantations were developed on the country’s flat lands, or vegetable farms in the mountains, agrochemicals used to protect and increase yields ended up polluting the rivers and irrigation canals that were the eels’ habitat. Consequently, today it is very


rare to find adult specimens of this species because, in addition to the poisons mentioned, fishermen have discovered spawning points at the mouths of certain rivers that reach the sea, and there they trap newborns and juveniles, without regulations or seasonal closures, to serve a lucrative export market. The construction of several hydroelectric dams has also contributed to the disappearance of numerous eels, as thousands of specimens were left trapped in the reservoirs of these projects, unable to return to the sea, and were then caught and eaten by the locals. We can also mention the case of the Creole parrot, which has been disappearing so rapidly that it has been declared endangered. There are regulations that prohibit its trade and transfer, as has happened with the Puerto Rican parrot, of which there are only a few specimens left living in the wild. The crowned pigeon has also almost completely disappeared. Many Dominicans hunted this bird to eat, because its meat is tasty, but among the hunters there were some who made competitions not for food, but to see who killed more pigeons in a weekend.

Other crab species, such as the blue crab, a favorite in Creole cuisine, have seen their population dwindle significantly due to the massive harvesting they endured for years by exporters of “jueyes” to Puerto Rico, when they were exported by the ton on ships that came to the country expressly to pick up this commodity. The old timers of Uvero Alto, then a sparsely populated hamlet in Higüey, remember half a century ago when a Puerto Rican ship would anchor just offshore and would not depart until the fishermen had filled its holds with crabs.

The fishermen of the Republican era still use those same places to discard the shells, and there one can easily see how the size of the captured shells has gradually gotten smaller, because Dominican and Haitian fishermen aren’t allowing the population the time needed to reach maturity or recover. Consequently, the Pedernales lambí industry relies heavily on juvenile fishing, which is leading to the swift decline of this species on the island. Another species threatened by overfishing is the hawksbill turtle, which had to be added to the list of endangered species whose hunting and trade is strictly forbidden. An even greater risk of extinction is faced by the Creole hicotea turtle, which it is now extremely rare to spot in the wild. Many other animal species are disappearing on the island of Santo Domingo. In the western part occupied by Haiti, extinctions have been more profound and long-lasting, and possibly irreversible, due to the intense overexploitation exerted on them by a large and hungry human population. Despite the extinctions mentioned, on the Dominican side of the island there still remain many ecological niches that contain examples of animal and plant communities that are part of the natural heritage of the nation and, due to their uniqueness or their ecological functions, deserve to be protected. Outstanding specimens for their age and dimensions are the ceibas. Of these magnificent trees there are still many, among which stands out the famous ceiba de Tamboril, whose estimated age exceeds a thousand years and is distinguished by being a specimen protected by official decree. In addition to this, there are several dozen ancient ceiba trees whose enormous size astounds all who contemplate them. One of them, younger but equally imposing, is located at the edge of an alley in Las Terrenas, where she hopes that the environmental or tourism authorities will protect her with special protective measures before unscrupulous

people do her harm. Something similar happens with many conglomerates of royal palms and cane trees, representative of ancient forests that, due to their magnificence, must have impressed those who cultivated the land in those places and did not dare to cut them. Large, old and dense palm groves are in the areas of Gonzalo and the Ya River, near Sabana Grande de Boyá, as well as between Cabarete and Yásica, province of Puerto Plata. Other sets of these plants, dense and very old, are visible from the Duarte highway, in Bonao. Thanks to its isolation in impregnable places, there are still large forests of the manacla palm, which grows above 800 meters of altitude in the cloud and very humid forests of the Cordillera Central. Large forests of tree ferns can be seen today in the high and rainy lands of the eastern end of the Cordillera Septentrional, in the upper basins of the Nagua and Boba rivers. These forests, truly natural treasures, are threatened by the harvesters of their trunks, which are sold to nurseries for use in the planting of orchids with no regard for the fact that many of these felled specimens, perhaps most of them, are more than five hundred years old. Fortunately, all is not lost in the eastern part of the island, as since 1926 the Dominican Republic has been in the process of creating a national system of protected areas. This project began with the creation of the socalled Vedado del Yaque, devised by mountaineers Miguel A. Canela Lázaro and Juan Bautista Pérez Rancier, to protect the upper basins of the Cordillera Central, which provides most of the water consumed by people and crops on the rest of the island. The example of Vedado del Yaque was replicated throughout the twentieth century, as the heads of state and their advisors became more conscious of the need of preserving the large biotic communities that constitute the country’s great forests, particularly those where rainfall and forest density ensure the provision of water. The product of this growing awareness has been the creation of numerous national parks, scientific reserves, forest reserves and natural monuments that, together, make up almost a third of the national territory. After the creation of Vedado del Yaque, the State created the Armando Bermúdez and José del Carmen Ramírez national parks in the

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Another species that was depleted until it disappeared is the red-and-black crab. Many of those who traveled along the highway of the Americas in the 50s and 60s of the last century remember that the disappearance of this species, between the Ozama and Higuamo rivers, began with the construction of this road. Then, the entire pavement of the highway of the Americas would turn completely red, as if covered by a living carpet, while the vehicles that traveled along the road crushed millions of crabs in a process that by dint of repetition ended up extinguishing the entire species.

The large piles of shells amassed by the natives of Beata Island and along the coasts of Pedernales before the arrival of Columbus are also evidence of the gradual decline of the lambí, or conch. The average size of the fossil shells never varied because they and their successors only caught adult animals.


heart of the Cordillera Central. They were followed by the creation of the national parks Nalga de Maco, Montecristi, Jaragua, Baoruco, Los Haitises, del Este (today Cotubanamá) and La Humeadora. Other protected areas include the mangroves of Barracote and the mouth of the Yuna River, the mangroves and Laguna Saladillo, in Manzanillo, and the Ébano Verde scientific reserve, in Casabito, as well as others equally necessary for their function as protectors of water sources and conservators of the island’s precious biodiversity. Thanks to that sustained effort and despite the continuous threats and attacks by ignorant or unscrupulous people, the Dominican Republic today exhibits a rich natural heritage that is also being adapted as a platform for the tourism industry, on which the Dominican economy relies to a large extent today. Gradually, governments have been discovering that the protection of natural heritage depends very much on the knowledge that citizens have of its value and functions. Those who do not know the value of those forests, rivers or coasts will not know or will not be interested in protecting or defending them. PATRIMONIO NACIONAL

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Consequently, little by little, national parks and other smaller protected areas have been equipped with visitation structures: access roads, park ranger offices, welcome and overnight booths, information centers, signage, and trails. Although still very limited, these services support their users and visitors. Examples of these structures are the boarding and penetration facilities to the Railroad Cave in Los Haitises, the Cave of Wonders in San Pedro de Macorís, the Pomier caves in San Cristóbal, the sanctuary of manatees and mangroves in Estero Hondo, the mangroves of Montecristi National Park, the Morro of that same area, the Hoyo del Pelempito in Baoruco, the Lilís valley at the base of the Duarte and La Pelona peaks, the Diego de Ocampo peak in Santiago, among others. On the other hand, Dominican society preserves as traditions the consumption of fruits and tubers inherited from the ancient Taino settlers. Of these the pineapple, soursop, caimito, mamón, papaya, and chili peppers stand out. Of the latter there were three va-

rieties on the island that were mentioned by Spanish chroniclers in the sixteenth century: The Caribbean chili, the marmoset pepper, and another pepper whose identification is still pending. The chronicler Gonzalo Fernández de Oviedo said of the pineapple that it was the tastiest fruit that the Spaniards had ever tasted. Of these humble tubers there remains yucca and sweet potato, in addition to the lerén, about which Bartolomé de las Casas spoke in detail in his famous History of the Indies, written in the sixteenth century. Tobacco is another crop that is part of the natural heritage of the island of Santo Domingo and other Antillean and continental territories. Its industrialization and commercialization from the seventeenth century spread throughout the planet and led to the creation of a transnational and planetary industry that owes much to the example of its Taino growers and smokers on this island. In addition to the above cases, the Dominican territory is home to many of the birds that Christopher Columbus found when he landed on the island more than five hundred years ago. Most of these species thrive in their corresponding habitats and it is possible to note their recuperation today after having been threatened by commercial agriculture, hunting and urbanization. One example of these resilient species is the palm cigua, whose scientific name Dulus dominicus indicates the rare biological phenomenon of being a unique species from a unique family. In recognition of this uniqueness, the Smithsonian Institution’s Museum of Natural History in Washington, D.C., is dedicating a special diorama to draw attention to the uniqueness of this species, which is not found anywhere else outside the island of Santo Domingo. Other species striking for their resilience and multiplication capacity are the parakeets, which have learned how to adapt to the urban environment, unlike the chattering Dominican parrots that remain isolated in the high and cold mountains, far from urban centers, where for a long time they have been captured for sale as pets. Rarer than these amazons are the specimens that remain on the island, the misnamed parrot, the “trogon of Hispaniola”, which lives hidden in the cloud forests of the Central Cordillera. In those same cold areas, the two-note whistle of the elusive goldfinch

is also heard in concert, at noon and dusk, which is perceived everywhere without humans being able to see them. Therefore, the natural heritage of the Dominican Republic, although many of its components have suffered and continue to suffer, remains priceless and diverse, and is on the road to recovery as Dominicans increasingly recognize its role and importance in the conservation of the island’s biodiversity. It is to be celebrated, therefore, the edition of works like this that help expand citizen awareness about the importance of preserving and defending the country’s rich heritages, be it cultural, intellectual, monumental or natural.


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Présentation La République Dominicaine est un joyau des Caraïbes, riche en histoire et en tradition, et possède un héritage incomparable résultant d’un mélange culturel intense et enraciné dans de multiples primautés découlant de la rencontre de cultures qui a commencé sur cette terre et s’est étendue à travers toute l’Amérique. Sur bien des points, notre pays est le berceau du processus de mondialisation du monde moderne. Un vaste ensemble de patrimoines matériels, immatériels et naturels constitue le cœur de cette terre fertile et vibrante, et nous avons le devoir moral de les préserver. La préservation du patrimoine équivaut à la conservation de nos racines, de notre mémoire historique et de notre identité, ce qui nous permet de nous reconnaître dans le monde en tant que Dominicains.

Avec cette nouvelle contribution au patrimoine bibliographique de la nation sous le titre «Patrimoine national. Trésors dominicains de la culture et de la nature » rédigé par des experts reconnus en patrimoine et en gestion culturelle et environnementale, nous cherchons à mettre en avant l’héritage tangible et intangible important qui nous définit, et ainsi contribuer à sa protection en éveillant la conscience du public pour

Izquierda. Retrato de la Virgen de la Altagracia. Basílica de Higüey.

qu’il défende son attachement à son identité dominicaine. Les architectes Juan Mubarak et Mauricia Domínguez, l’anthropologue Manuel Vargas, le licencié Pedro Morales, et les historiens Frank Moya Pons et Manuel García Arévalo unissent leurs connaissances aux photographies et à la conception de Víctor Siladi, et nous emmènent dans un voyage à travers le temps où les patrimoines matériels et naturels se superposent à l’immatérialité des rythmes, des saveurs et des croyances qui composent notre vision particulière du monde. On aime ce que l’on connaît, c’est pourquoi il est nécessaire de préserver notre patrimoine historique et naturel, car nous vivons dans un paradis naturel avec de profonds métissages historiques qui mérite d’être protégé. Le patrimoine est notre emblème devant le monde et devant les touristes qui nous visitent, et qui reconnaissent en République Dominicaine un lieu spécial et unique. Comme d’habitude, cette publication éditoriale est accompagnée d’une proposition audiovisuelle et multimédia dans le but de transmettre son message à un public plus vaste et diversifié. Tout le contenu est accessible sur le site web www.popularenlinea.com/patrimonionacional. Nous sommes convaincus que les lecteurs et les spectateurs apprécieront ce voyage à travers le temps, la culture et la nature patrimoniale qui nous identifient en tant que conglomérat humain singulier et en tant que nation émergente avec un leadership indiscutable dans toute la région.

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Depuis le Banco Popular Dominicano, nous maintenons notre engagement à contribuer à la sauvegarde des trésors patrimoniaux de la nation en soutenant l’éducation de la population, en parrainant des espaces culturels et des partenariats qui promeuvent les moyens de renforcer notre identité, et en encourageant la création de valeur par nos créateurs à travers l’économie des industries culturelles et créatives, la fameuse économie orange.

Christopher Paniagua Président exécutif de la Banco Popular Dominicano



Prologue

issues de milieux socio-économiques très divers, contribuant ainsi à promouvoir le respect et la coexistence entre les communautés. Le quatrième et le plus récent élément déclaré par l’UNESCO comme patrimoine culturel immatériel de l’humanité est la musique et la danse de la bachata dominicaine. Cette expression musicale dansante, née de la fusion du rythme du boléro avec d’autres genres musicaux afro-caribéens, s’inspire du patrimoine culturel autochtone et est omniprésente dans les célébrations communautaires ou les rassemblements informels, où son apprentissage et son plaisir commencent spontanément dès l’enfance. Le merengue et la bachata sont tous deux profondément enracinés, non seulement parmi les Dominicains qui vivent sur l’île mais aussi dans leur diaspora, et leur influence s’est répandue dans toute la région et sur le continent. Le vingtième anniversaire de la Convention de l’UNESCO pour la sauvegarde du patrimoine culturel immatériel nous invite à réfléchir sur l’importance de ce type de patrimoine dans le monde contemporain, notamment sur la richesse des connaissances et des compétences qui se transmettent d’une génération à l’autre. La République dominicaine démontre un intérêt particulier pour la sensibilisation à l’importance de toutes les musiques et danses traditionnelles, et des arts du spectacle en général, ainsi qu’à la pertinence de leur sauvegarde et à la création de capacités aux niveaux local et national pour la transmission, l’éducation et la recherche dans ce domaine. En outre, ces pratiques culturelles ont ouvert la porte à de nouvelles approches pour comprendre, protéger et respecter le patrimoine culturel, qui impliquent la reconnaissance des communautés et des groupes comme ceux qui identifient, exécutent, recréent et transmettent ce patrimoine vivant. Nos cultures uniques et diverses enrichissent nos vies et nous aident à bâtir des sociétés innovantes, inclusives et pacifiques. Grâce à ses sept conventions culturelles, la priorité de l’UNESCO est de préserver, promouvoir et partager ce patrimoine de l’humanité. Toutes ces expressions patrimoniales, dans leur grande diversité, sont jalousement protégées, partagées et valorisées par la République Dominicaine avec des politiques culturelles pertinentes qui sont de puissants moteurs de l’action publique. Une telle pratique est conforme au message que nous avons récemment souligné au Mexique lors de la Conférence mondiale de l’UNESCO sur les politiques culturelles et le développement durable (MONDIACULT 2022), où cent cinquante États, dont la République dominicaine, ont adopté une déclaration ambitieuse qui confirme que la culture est un bien public mondial doté d’une valeur intrinsèque pour faciliter et stimuler le développement durable. Grâce à cette publication qui compte des auteurs éminents et le soutien de la Banque Populaire Dominicaine, la République Dominicaine, avec son patrimoine bâti et son patrimoine vivant, déclaré et non déclaré, renforce la créativité, la solidarité et l’inclusion de la nation. L’UNESCO est heureuse d’accompagner ces efforts et sera toujours un allié dans la sauvegarde de l’extraordinaire richesse culturelle dominicaine.

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La Caraïbe est un espace privilégié d’influence syncrétique, inspiré notamment de trois sources : la Caraïbe natale, l’Europe et l’Afrique. La République Dominicaine jouit de cette richesse culturelle, diversifiée et joyeuse. L’influence européenne est visible dans la ville coloniale de Saint-Domingue, classée au patrimoine mondial de l’UNESCO depuis 1990. Fondée six ans après l’arrivée de Christophe Colomb à Hispaniola, Saint-Domingue est la ville où se trouvent la première cathédrale, le premier hôpital, la première université et le premier bureau de douane du continent américain. Son tracé urbain a servi d’inspiration et de modèle pour le reste des colonies hispaniques du soi-disant Nouveau Monde. Il s’agit aujourd’hui d’un site stratégique pour l’industrie touristique, avec une concentration d’actifs patrimoniaux et culturels importants. La République Dominicaine reconnaît le rôle social et économique du patrimoine culturel et dynamise les zones urbaines, l’économie et le tourisme culturel de la ville coloniale à travers la récupération des espaces publics et des monuments historiques, ainsi que la promotion de mesures visant à améliorer les normes d’habitabilité de ses résidents. Cet espace concentre le plus grand nombre de musées de la République Dominicaine et propose un pôle d’économie créative, avec art, musique et cuisine locale. On estime que la majorité de ses entreprises appartiennent aux industries culturelles et créatives. La Ville Coloniale de Saint-Domingue nous rappelle, dans le cadre de la célébration des 50 ans de la Convention pour la protection du patrimoine mondial, culturel et naturel, que le patrimoine culturel est un dialogue permanent et dynamique avec le passé fondé sur des valeurs partagées. La République Dominicaine, c’est aussi la musique. Les influences de ces différents mondes ont été unies de manière créative dans deux expressions du patrimoine vivant, toutes deux reconnues par l’UNESCO sur la Liste du patrimoine culturel représentatif de l’humanité en 2008. La première est la tradition du Teatro Cocolo Danzante, une symbiose de musique et de danse. D’origine africaine avec des légendes et des personnages dramatiques tirés de la littérature biblique et médiévale européenne. Le mélange des traditions culturelles africaines et britanniques et son adaptation au milieu catholique espagnol révèlent une créativité remarquable. La deuxième expression est l’espace culturel de la Confrérie du Saint-Esprit des Congos de Villa Mella, qui se distingue dans le domaine de la musique, de la danse et des fêtes populaires. Les musiciens de la Confrérie battent de leurs mains les tambours appelés congos, dont l’origine est attribuée au Saint-Esprit. La Confrérie, aujourd’hui ouverte à tous, sans distinction de sexe ou d’origine, a été fondée au XVIe siècle par des esclaves et des métis africains. De même, la musique et la danse du merengue sont reconnues par l’UNESCO, avec son rythme frénétique, considéré comme partie intégrante de l’identité nationale, qui joue un rôle actif dans de nombreux domaines de la vie quotidienne : éducation, rencontres sociales et amicales, événements, vacances et même campagnes électorales. La pratique de cette danse en duo attire des personnes

Anne Lemaistre Directeur du bureau régional de la culture pour l’amérique latine et les caraïbes de l’Unesco


Introduction

Juan F. Mubarak Pérez “La ville historique ne se base pas uniquement sur l’architecture, elle est essentiellement faite de modes de vie, de relations sociales, de liens avec l’environnement, d’activités économiques, etc.” Lettre pour l’intégration de l’architecture contemporaine dans les villes patrimoniales Cordoue, novembre 2009 Le concept de culture est actuellement lié à la culture locale, pas à une définition standard qui a un cadre général limitant son développement. Auparavant, le terme ne faisait référence qu’aux monuments et à l’art. Relier le patrimoine au local garantit les aspects ayant à voir avec la créativité et, par conséquent, les éléments qui nous relient à nos ancêtres.

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Comprendre, valoriser et apprécier la transcendance du patrimoine, l’héritage en tant que legs culturel, nécessite de la sensibilité, un état d’esprit culturel et la capacité de forger un idéal pour l’avenir. La signification du temps nous place non seulement en tant qu’individus, mais aussi en tant que communauté et société : «Il n’y a pas de moment historique dans la ville qui soit plus historique qu’un autre. Sa réalité est la somme d’une succession d’époques différentes qui répondent à des moments sociaux et culturels tout aussi valides» (Lettre pour l’intégration de l’architecture contemporaine dans les villes patrimoniales). Le patrimoine culturel peut être compris comme des empreintes, des traces de valeurs et de biens tangibles, intangibles et naturels générés par les pratiques sociales capables de créer des imaginaires, de révéler des significations d’une époque et d’une génération à une autre. Il permet de construire un sentiment d’appartenance, d’individualité et de diversité, susceptible d’une estimation économique, et de fournir une multiplicité de ressources à différentes échelles dans le temps, passant de génération en génération. C’est pourquoi il revêt une importance existentielle et universelle. L’origine de notre patrimoine culturel s’articule autour de la rencontre de trois cultures: indigène, espagnole et africaine. Le Dr Manuel Vargas, actuel directeur du Musée de l’Homme Dominicain, estime que cette diversité se développe ou s’étend méta-

phoriquement jusqu’à nos jours, façonnant ce que nous sommes culturellement aujourd’hui, notre dominicanité. Cette introduction vise à formuler, depuis une perspective territoriale, un cadre de référence contextuel du processus de construction de la culture dominicaine, tout en offrant un profil des événements et des critères qui ont caractérisé l’évolution de notre patrimoine culturel et historique. Nous pouvons ainsi, nous approcher de l’état actuel du patrimoine culturel au niveau national à travers quatre axes liés et articulés entre eux : a. Syncrétisme culturel: trois cultures multiples ; b. Le régional : occupation et construction du territoire ; c. Cadre législatif : protection du patrimoine culturel national ; et d. Patrimoine matériel et immatériel. Les textes contenus dans ce livre illustrent les différents patrimoines de la République dominicaine : patrimoine culturel immatériel, patrimoine culturel matériel, patrimoine naturel, archéologie terrestre et subaquatique, et musées. Syncrétisme culturel : trois cultures multiples Nous devons conceptualiser les éléments et les aspects qui ont structuré la base de la culture actuelle et examiner, comprendre et analyser plus de 500 ans d’histoire. Dans L’île qui se répète, Antonio Benítez Rojo souligne que nous sommes un creuset de cultures (Melting Pot). C’est précisément ce mélange de chaque région des différents pays d’origine qui parle de l’évolution, d’où nous venons et comment nous avons développé le concept de territoire et, par conséquent, de citoyenneté. À l’arrivée de Christophe Colomb en 1492, l’île était divisée en cinq caciquats, chacun gouverné par un cacique. Il y avait quatre groupes culturels principaux : les Ciguayos, les Macorixes, les Taïnos et les Caribéens. Ces derniers n’avaient pas d’établissement permanent, d›où leur capacité moindre à influencer stratégiquement le territoire. Lors du deuxième voyage de Colomb en 1493, 17 navires et plus de 1 500 personnes de différentes régions d’Espagne, principalement de l’Extremadura, de l’Andalousie et des Canaries, arrivèrent de la péninsule ibérique ; à ce moment-là, il était interdit aux Valenciens, aux Aragonais, aux Catalans et

aux Mallorquins de voyager en Amérique. À la suite de la destruction du fort de La Navidad, construit lors du premier voyage sur la côte nord de l’île, le premier établissement officiel, La Isabela, fut fondé non loin de la, servant de point de départ à l’exploration et à la conquête de l’intérieur du territoire. Depuis 1493, de multiples incursions à la recherche d’or ont été entreprises et les premières villes et forts ont été fondés. La ville la plus importante était la Nueva Isabela, fondée en 1498 à l’est de l’embouchure de la rivière Ozama, au sud de l’île. En 1502, Fray Nicolás de Ovando arriva avec 32 navires et environ 2 500 colons dans le but d’établir les structures politiques, sociales, religieuses et administratives de la colonie; l’une de ses réalisations fut d’instituer formellement, au milieu de diverses rébellions indigènes, le système de l’encomienda, une institution du Moyen Âge européen consistant en l’attribution, par la Couronne, d’une certaine quantité d’autochtones à un sujet espagnol ou encomendero, en compensation des services rendus par ce dernier. En 1542, avec les Nouvelles Lois, les encomiendas furent abolies, et en 1549, leur interdiction fut spécifiée. Le système des encomiendas contribua à l’extinction de la population indigène, en défense de laquelle Fray Antonio de Montesino, de l’ordre des Dominicains ou Ordre des Prêcheurs, prononça en 1511 le célèbre sermon de l’Avent, qui ouvrit la voie aux Lois de Burgos de 1512, prescrivant un traitement équitable des indigènes. On ne sait pas avec certitude combien d’indigènes peuplaient l’île à l’arrivée de Colomb. La diminution de la main-d’œuvre indigène et l’épuisement de la production d’or ont coïncidé avec le début du grand essor de l’industrie sucrière sur l’île, pour laquelle il a fallu importer des habitants d’Afrique pour servir d’esclaves . Entre 1519 et 1521, l’un des processus d’esclavage les plus importants au monde a débuté. En 1527, il y avait 19 sucreries et six moulins fonctionnant à pleine capacité sur l’île. On compte 36 000 voyages transatlantiques réalisés entre 1525 et 1866 dans le cadre du commerce triangulaire entre l’Europe, l’Afrique et les Amériques (Borucki, 2019). Au cours de ces voyages, plus de 11 millions d’Africains ont été transportés depuis diverses tribus, notamment les Yorubas du Nigeria et du Bénin, les Igbos du Nigeria, les Akans du Ghana et du Congo (aujourd’hui Angola), et


les Mandingas du Sénégal. Ces derniers ont été principalement vendus aux États-Unis et au Brésil. En plus de cette diversité ethnique et culturelle, le XIXe siècle a vu l’immigration d’Arabes, de Chinois et de «cocolos», qui se sont installés dans différentes parties du territoire dominicain et ont fait partie de la culture créole actuelle. Il est important de noter que tous ces groupes culturels multiples (autochtones, espagnols et africains) partagent l’expérience commune du «voyage» et du «traumatisme du voyage» comme condition initiale déterminante dans la construction des processus historiques et culturels qui ont façonné la structure géopolitique actuelle de l’Amérique latine. Ce mélange crée une condition unique pour chacun de ces groupes culturels et de leurs circonstances, favorisant diverses tendances et manifestations du syncrétisme socioculturel, qui évoluent au fil du temps de manière particulière et unique en tant que patrimoine immatériel. Il s’agit notamment de la religiosité, de la gastronomie, de la musique, de la danse, de la langue, entre autres, qui vont façonner les symboles de l’identité actuelle.

refondée sur la rive occidentale en 1502 par le nouveau gouverneur, le frère Nicolás de Ovando, qui l’a baptisée du nom de Santo Domingo de Guzmán. Jacagua, aujourd’hui Santiago de los Caballeros, et Cotuí ont été fondées par Ovando en 1504 et 1505, respectivement. Avec ces fondations, un axe nord-sud traversant l’île était consolidé. Au cours des premières années du gouvernement d’Ovando, 10 villes ont été créées dans tout le territoire, qui ont servi à contrôler politiquement l’île, bien que peu d’entre elles aient survécu. Parmi les plus importantes figurent Puerto Plata, Azua (Pueblo Viejo, première fondation) et San Juan de la Maguana. Il convient de souligner la figure de Diego Velázquez, qui a joué un rôle essentiel dans l’élite ovandiste pendant le processus de fondation.

Christophe Colomb et le groupe de nobles qui sont partis de La Isabela ont traversé le passage des Hidalgos (d’où son nom) et ont traversé La Luperona, comme elle est connue aujourd’hui, les établissements indigènes d’El Carril et d’El Flaco, jusqu’à arriver à Jánico, où ils ont construit en mars 1494 le fort de Santo Tomás, le deuxième fort d’Amérique fondé par des Européens; également cette année-là, La Concepción de la Vega (la Vieille Vega) a été fondée. En 1495, Bartolomé Colón, avance et gouverneur général des Indes, a fondé Bonao ; et de 1496 à 1498, il a exploré la côte sud de l’île. Là, à l’embouchure de la rivière Ozama, il a établi en 1498 la Nueva Isabela, qui, après avoir été détruite par un cyclone, a été

En janvier 1603, la Junta de Guerra du Consejo de Indias a ordonné, à la demande du greffier de la Real Audiencia de Santo Domingo, Baltasar López de Castro, le dépeuplement des villes de Puerto Plata, Bayajá et La Yaguana. Ce dernier est arrivé à Santo Domingo en 1604 avec cette ordonnance qui devait être exécutée par le gouverneur Antonio de Osorio. Déjà en février 1605, ce qui est connu sous le nom de «dévastations» a commencé. Ces évacuations du territoire ont causé d’importantes pertes qui ont nui à la stabilité économique de l’île, provoquant d’importants problèmes d’approvisionnement en viande, mais surtout elles ont créé les bases de la formalisation de l’occupation de la partie ouest par les

La régionalité : occupation du territoire

Les denommes «dévastations d’Osorio» (1605-1606) ont entraîné l’abandon des régions est, centre et nord de l’île, laissant une grande bande centrale qui est devenue une terre de personne et a affaibli le contrôle sur le territoire, entraînant la pauvreté et la pénurie de viande, accélérant la contrebande et ouvrant la possibilité de séjour pour les pirates et corsaires. Administrativement, deux grandes alcades ont été créées : nord et sud. L’île a été pratiquement abandonnée par l’Espagne et a commencé à être liée de manière informelle par le biais de l’échange commercial avec la France et les Pays-Bas. La population se tournait vers l’intérieur, vers la terre, laissant la côte sans contrôle, ce qui a permis à la France d’occuper la partie ouest, initialement le long de la côte avant de s’enfoncer dans le territoire, puis formalisée après la signature en 1777 du Traité d’Aranjuez entre la France et l’Espagne, qui a divisé l’île en deux. C’était aussi le moment du syncrétisme, du mélange, lorsque la pénurie et le manque de ressources dominaient les relations socio-économiques et culturelles des habitants. La construction régionale du territoire En 1804, la partie ouest proclamait son indépendance sous le nom d’Haïti, devenant le deuxième pays du continent américain à le faire après les États-Unis, et le premier en Amérique latine. La partie orientale, sous domination espagnole, a été divisée en ce que l’on appelait les cinq partis. Suite à l’occupation de 1822, le gouvernement haïtien a divisé l’île en six départements, et de 1844 à 1845, elle a été divisée en cinq entités territoriales qui deviendraient ensuite des provinces. En 1865, lors du rétablissement de la République, six districts maritimes et six provinces ont été créés. En 1907, la division territoriale en 12 provinces a été officialisée. Entre 1930 et 1961, le nombre de provinces est passé de 12 à 27. Les trois moments historiques qui représentent la dominicanité et les efforts pour

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Tout est une question de territoire. Par là, nous voulons exprimer l’importance de la compréhension du développement géopolitique, sociopolitique, économique et culturel d’un pays ou d’une région où les ressources sont entrelacées et structurées en fonction de la gestion politique. Cette perspective historique nous place dans l’espace-temps du territoire que nous occupons et des ressources que nous possédons.

Le virage fondamental qui a entraîné la fragmentation de la structure politique et son occupation ultérieure par d’autres nations était le résultat du manque de contrôle sur le territoire. À la fin du XVIe siècle, la contrebande, principalement dans la bande nord de l’île, était sur le point de se formaliser et est devenue une partie fondamentale du commerce des peaux. La lettre rédigée par l’archevêque de Santo Domingo, le frère Nicolás Ramos, en 1594, dans laquelle il a proposé comme stratégie pour mettre fin à cette pratique le déplacement de la population qui occupait la bande nord et d’autres territoires sans contrôle vers des zones proches de la ville de Santo Domingo, a été déterminante. Un autre argument qui a accompagné cette idée était la possibilité de perdre des fidèles chrétiens en raison des incursions des Hollandais et des Anglais, de foi protestante.

Français. Ce détachement de la terre a entraîné un sentiment de non-appartenance locale qui a été très bien exploité par l’altérité. L’impact de ces actions a entraîné un virage géopolitique régional qui a modifié les relations de pouvoir dans la navigation et l’occupation du territoire. De là, la diversité des pays qui occupent aujourd’hui la région des Caraïbes.


consolider et défendre le territoire ont une relation temporelle d’environ cent ans. Ce sont : l’indépendance d’Haïti en 1844, l’annexion à l’Espagne et la guerre de la Restauration entre 1861 et 1865, et l’occupation des États-Unis entre 1916 et 1924, dont la fin marque le début de la soi-disant Troisième République. Cent ans plus tard, nous avons : l’assassinat du dictateur Rafael Leónidas Trujillo en 1961, le coup d’État contre le gouvernement constitutionnel du président Juan Bosch en 1963, la révolution civile visant à instaurer le gouvernement de Bosch en 1965, et la deuxième occupation américaine entre 1965 et 1966. Actuellement, notre territoire de 48 730 km² est divisé en trois grandes régions, 32 provinces, un District National, 158 municipalités et 235 districts municipaux. Cette fragmentation entraîne de graves conflits dans les compétences, la gestion et la préservation du patrimoine culturel au niveau national. Deux faits marquent ces conflits : la création du ministère de la Culture, par la loi n° 41-00, et, de manière contradictoire, la loi n° 176-07 sur la protection du patrimoine par les municipalités. Cadre législatif : protection du patrimoine culturel national PATRIMONIO NACIONAL

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Protéger notre patrimoine culturel dans toutes ses dimensions et son intégrité équivaut à préserver et valoriser notre mémoire historique en tant que société. En vertu de la loi n° 318-68, le patrimoine culturel de la nation se subdivise en : patrimoine monumental, patrimoine artistique, patrimoine documentaire et patrimoine folklorique. Le cadre réglementaire et normatif de notre pays, entre 1870 et 2022, comprend 30 lois, 56 décrets, le Règlement n° 4195 de 1969, un décret exécutif, une résolution de l’UNESCO et trois désignations en tant que pays signataire. Il convient de noter le Décret n° 1397-67, qui crée le Bureau du patrimoine culturel (aujourd’hui la Direction Nationale du Patrimoine Monumental —DNPM—) ; la Loi n° 318-68, qui déclare le patrimoine culturel de la nation ; le Règlement 4195-69 susmentionné, qui régit le fonctionnement de l’actuelle DNPM et détaille les monuments architecturaux et les sites archéologiques de 21 provinces, y compris le District national, totalisant 33 monuments, 61 sites archéologiques (dont 4 grottes ainsi que le système de grottes de la Sierra de Bahoruco), 5 gisements

sous-marins et 4 sites historiques (détaillés à l›article 4) ; et la Loi n° 41-00, qui crée le Ministère de la Culture, comprenant le Bureau du Patrimoine Culturel. La DNPM, qui relève du Secrétariat d’État à la Culture, est le Point Focal de l’UNESCO pour le Patrimoine Mondial en tant qu’entité technique chargée de représenter l’État en ce qui concerne les conditions du bien culturel. Elle dispose d’une équipe multidisciplinaire de spécialistes diplômés dans divers domaines de la conservation et de la protection du patrimoine culturel. Elle est responsable, entre autres compétences, de l’approbation et de la surveillance des projets incluant le patrimoine immobilier, tant dans les zones déclarées patrimoniales que dans les zones tampons, ainsi que des domaines archéologiques. De plus, elle est chargée de déclarer le patrimoine national. Le patrimoine monumental comprend les ruines et les sépultures de l’archéologie précolombienne, les bâtiments coloniaux, les ensembles urbains et d’autres constructions d’un intérêt historique ou artistique marqué, ainsi que les statues, colonnes, pyramides, forts, couronnes et plaques commémoratives destinées à rester en place publique à des fins commémoratives. On peut dire que 70% du patrimoine déclaré est archéologique. Parmi les neuf zones monumentales protégées de la République Dominicaine, citons les suivantes : la Zone Coloniale de Santo Domingo, par la Loi n° 492 de 1969, puis par l’UNESCO lors de la XIVe session du Comité du patrimoine mondial à Banff, Canada, en 1990 ; la ville de Puerto Plata en 1973 ; Montecristi en 1987 ; Santiago de los Caballeros en 1991 et San Pedro de Macorís en 1992. Il existe trois déclarations municipales par des résolutions des mairies de Moca, La Vega et La Romana, ainsi qu’une par une ordonnance municipale à Santo Domingo Este. Depuis 2001, environ 12 biens sont inscrits sur la Liste indicative de l’UNESCO, qui est un inventaire des biens que chaque État membre de la Convention pour la protection du Patrimoine Mondial, culturel et naturel estime avoir une valeur universelle exceptionnelle. Après deux ans de recherche, les critères pour la nomination en tant que patrimoine mondial doivent être remplis. Il convient de noter que, dans le cas de la Zone Coloniale, son schéma urbain est re-

connu comme l’un des trois critères pour la désignation du patrimoine mondial. Il s’agit du modèle urbanistique de la ville européenne adopté en Amérique par le gouverneur fray Nicolás de Ovando, et qui a ensuite été reproduit sur le continent. Actuellement, il fait l’objet d’un processus de rénovation dans le cadre du Plan intégral de revitalisation de la Zone Coloniale de Santo Domingo (PIRCCSD), mis en œuvre par le Ministère du Tourisme grâce à un prêt de la Banque Interaméricaine de Développement, en collaboration avec le Ministère de la Culture et la Mairie du District National. Il s’agit de la deuxième étape, la première ayant été réalisée de 2011 à 2019. En République Dominicaine, nous avons quatre déclarations de l’UNESCO en tant que patrimoine mondial immatériel, comprenant la musique, la danse, les rituels, la culture culinaire, l’artisanat, entre autres aspects. Ces déclarations sont : l’espace culturel de la Confratrie des Congos de L’Esprit Saint ( Mata de los Indios, Santo Domingo Norte) ; la tradition du théâtre Cocolo dansant, populairement connu sous le nom de guloyas ; la musique et la danse du merengue et la musique y la danse de la bachata Dominicaine. Les deux premières datent de 2008, 2016 pour la troisième et 2019 pour la quatrième. En ce qui concerne les primautés, la République dominicaine abrite les deux premiers établissements européens en Amérique : La Isabela (1493) et La Nueva Isabela (14961498) —l’origine de cette dernière étant Santo Domingo—. Les deux ont enregistré des événements historiques importants qui ont marqué les premières décennies du XVIe siècle sur l’île. La Isabela compte 31 primautés, et à Santo Domingo, on trouve les principales constructions du début du XVIe siècle. Il convient de souligner certaines de ces primautés qui ont eu lieu dans l’actuel territoire dominicain : les «premières pièces de monnaie métallique circulant et frappée en Amérique» ; les «premières révoltes indigènes pour la liberté», initiées par Caonabo, parmi lesquelles la révolte d’Enriquillo se distingue ; la «première révolte des esclaves noirs en Amérique», en décembre 1521, à l’usine de Diego Colón ; le «premier accord de paix en Amérique», signé en 1533 entre l’empereur Charles Quint, représenté par Francisco de Barrionuevo, et le cacique Enriquillo ; la «première université d’Amérique», approuvée par la bulle In apostolatus culmine du pape Paul III le 28 octobre


1538 ; et, en raison de son importance, Cathédrale Primatiale d’Amérique, érigée par l’autorisation du pape Jules II en 1512. À travers l›histoire, on constate une connexion entre la spiritualité et la nature, qui est évidente dans de nombreuses aires protégées à travers la République dominicaine. En témoignent les peintures rupestres que l’on trouve dans de nombreux systèmes de grottes, comme celles de Pomier, ainsi que les lieux cérémoniels tels que la source de La Aleta, dans le parc Cotubanamá, qui constitue le plus grand site cérémoniel de l›île et, selon certains auteurs, est un lieu unique dans les Caraïbes. Un exemple de cette connexion au niveau urbain est le Parque Mirador del Sur à Santo Domingo, qui possède un système de grottes offrant une image unique, certaines avec des pétroglyphes, combinée à un paysage naturel. Réflexion

Nous comprenons que la culture, par définition, doit évoluer, avoir la capacité de se transformer, au sein de processus permettant d’évaluer les aspects et tout ce qui influence directement ou indirectement la culture afin de générer son évolution et son adaptation aux temps présents. Cette introduction présente, presque sous la forme d’un essai, trois visions qui structurent le patrimoine culturel, superposées comme trois fluides qui se répandent, éclaboussent, se déversent, se filtrent : le syncrétisme résultant de cette diversité culturelle, le métissage issu de ce creuset pendant plus de 500 ans qui tisse notre quotidien ; le sentiment d’appartenance, de territorialité, qui génère l’existence spatiale, construisant et rendant notre territoire notre propre ; et les bases qui formulent et officialisent cet héritage et

Notre pays possède une richesse diversifiée et multiple ; le métissage et les événements survenus au cours de son histoire lui ont conféré une grande capacité de résilience, qui est évidente de nos jours. Nous espérons que cet ouvrage deviendra une contribution importante et une référence du patrimoine national. Mettre en lumière et faire connaître l’importance de notre héritage culturel est l’un des grands défis actuels pour continuer à identifier, valoriser et protéger notre patrimoine, qui a le potentiel de devenir une offre culturelle intégrale et unique à l’échelle mondiale, capable d’avoir un impact déterminant sur la qualité de vie, notre industrie touristique, l’offre de services et les dynamiques des principaux secteurs productifs du pays.

Le patrimoine matériel : mobilier et immobilier Mauricia Domínguez Rodríguez

«Le patrimoine n’est pas seulement un ensemble de monuments historiques, mais la totalité dynamique et vivante de la création de l’homme et de la nature.» Debenedetti Cette œuvre de divulgation sur le patrimoine dominicain dans ses diverses manifestations matérielles et immatérielles est une fenêtre ouverte sur la connaissance de la grande diversité qui nous identifie en tant que peuple doté d’une culture propre. Par le biais d’une gestion participative d’actions intégrales et durables, nous pouvons mettre en valeur nos ressources patrimoniales, qu’elles soient immobilières, dans les espaces publiques et bâtis, ou mobilières, dans le cadre de la vie quotidienne et familiale. L’évolution du concept de patrimoine culturel, à mesure que la société se développe et prend conscience de l’héritage légué par les générations précédentes, a permis de dépasser l’idée du patrimoine du XIXe siècle, circonscrit aux œuvres d’art, et, en ce qui concerne l’architecture, aux chefs-d’œuvre ou aux monuments, en intégrant également

les manifestations mobilières telles que l’artisanat et le folklore. Si nous parvenons à comprendre les apports du passé et du présent, ainsi que leur signification pour les générations futures, de ce que nous entendons par patrimoine culturel, alors nous sommes tenus de l’identifier, de l’évaluer de manière multidisciplinaire, de préserver sa durabilité, son intégrité et de le protéger face aux défis auxquels le patrimoine est confronté au XXIe siècle. C’est par la divulgation de nos ressources culturelles que nous pouvons assurer leur protection et leur reconnaissance par la société, en comprenant que ce patrimoine est une source de développement et de progrès. Parmi les biens immobiliers, l’architecture est l’expression la plus distinctive des peuples. Ce sont les caractéristiques architecturales individuelles ou collectives, par la constitution physique des biens culturels qui y sont associés, qui constituent la matière de la valeur patrimoniale. Tout ce qui est construit ne peut pas être considéré comme ayant de la valeur ; il existe une grande différence entre une œuvre de construction simple et une œuvre d’architecture. Comme l’a si bien dit le critique et théoricien anglais Nikolaus Pevsner, le terme architecture s’applique exclusivement aux bâtiments conçus pour susciter une émotion esthétique, car c’est plus que de la construction : c’est de l’art.C’est le concept de dimension spatiale et de tridimensionnalité qui différencie l’architecture de la peinture et de la sculpture. L’histoire de l’humanité a été racontée à travers la manière dont l’homme a dominé l’espace ; lorsqu’un produit significatif est l’objet de soins attentifs, il devient le témoignage de l’humanité collective à travers le temps et est valorisé comme patrimoine culturel. De la même manière, cette situation est transposée dans la société en relation avec les objets, en y mêlant des éléments magiques, religieux, éducatifs, de domination, politiques ou informatifs, qui, une fois exaltés, atteignent le statut de relique ou de symbole, rassemblant des nations entières jusqu’aux familles. Pendant la période coloniale, l’objet de culte religieux acquiert sa signification mystique. Le début, en 1955, des travaux de reconstruction de l’Alcazar de Diego Colón, qui était resté en ruines pendant près de deux siècles, souligne l’importance du monument historique. À leur achèvement, les deux œuvres étaient dotées d’un vaste catalogue

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Avec la découverte de l’Amérique, le monde a changé et ce que l’on pourrait appeler le précapitalisme a débuté, résultant de l’exploitation des richesses du Nouveau Monde, principalement des métaux. L’île d’Hispaniola a été à l’avant-garde de l’expansion espagnole et de la formation du monde occidental que nous connaissons aujourd’hui. La transculturation, le mélange des cultures en tant que catalyseur, a accompagné ces changements et transformations jusqu’à nos jours, laissant des empreintes profondes, accélérant les processus et jetant les bases socio-économiques de ce que nous appelons aujourd’hui la mondialisation.

ce sentiment d’appartenance (territoriaux), qui n’ont de sens que s’ils sont reconnus, protégés et assimilés dans le temps par les processus sociopolitiques, économiques et culturels, car ce sont eux qui délimitent et construisent cet espace culturel intégral et qui formulent et préservent notre patrimoine culturel, nos imaginaires, notre désir d’être et, par conséquent, notre avenir.


d’objets mobiliers à valeur artistique et historique qui ont enrichi le patrimoine culturel du pays. Dans les années 1970, l’ensemble des musées d’État a été situé dans deux pôles de la ville de Saint-Domingue : la période coloniale dans le centre historique, avec les musées des Casas Reales, de l’Alcazar de Diego Colón et de la Famille Dominicaine; et la période républicaine, contemporaine et préhispanique sur la Place de la Culture, avec les musées d’Histoire et de Géographie, d’Histoire Naturelle, d’Art Moderne, de l’Homme Dominicain et la Bibliothèque Nationale. Cette initiative a permis au pays de disposer de l’espace de protection le plus important pour les biens culturels mobiliers. Par la suite, des musées privés et semi-privés se sont intégrés à l’ensemble de protection et de diffusion du patrimoine artistique, historique, folklorique et documentaire, comme la Fondation García Arévalo, le Bellapart, le Musée de la Porcelaine, le Mémorial de la Résistance Dominicaine à Saint-Domingue ; le Centre León à Santiago ; et le Centre Culturel Cándido Bidó à Bonao.

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En 1992, le projet du Phare de Colomb s’est achevé, il avait été lancé en 1928 pour commémorer la mémoire de Christophe Colomb dans le cadre du panaméricanisme. Le retard de sa construction a transformé le mausolée prévu en un nouveau contenant avec des espaces limités pour présenter les biens culturels d’intérêt des pays latino-américains dans les espaces résiduels adaptés, en raison du changement de matériau du projet. Le contenu des recherches archéologiques sous-marines a pu être exposé dans la dernière installation muséographique du pays, le Musée des Atarazanas Reales (MAR), ouvert au public en 2021 dans l’ancien bâtiment colonial des Atarazanas Reales de Santo Domingo. La conservation, l’organisation et la diffusion du patrimoine documentaire revêtent une grande importance pour le pays, et cette mission incombe aux Archives générales de la Nation (AGN), créées en 1935 par la loi n° 912. Les AGN conservent des documents de l’époque coloniale, de la fondation de la République et de l’administration publique, préservant ainsi la mémoire culturelle et historique nationale. Les AGN abritent un vaste ensemble de documents textuels, de magazines, de journaux,

de livres, de photographies, d’audiovisuels, de cartes et de plans. Ils possèdent 33 kilomètres de documents et plus de 615 fonds et collections d’origine publique et privée. De plus, ils disposent d’une hémérothèque, d’une photothèque et d’une cartothèque, ainsi que d’une vaste bibliothèque physique et numérique accessible au public via leur site web. La déclaration en tant que bien d’intérêt culturel patrimonial n’est qu’une des étapes nécessaires pour la préservation du bien. Sans la reconnaissance de la population, sans la promotion du sentiment d’appartenance, sans la sensibilisation, la formation et la vision des autorités, sans les incitations financières, tributaires et fiscales nécessaires pour la préservation des biens immobiliers d’intérêt patrimonial, on assiste à une détérioration irréversible du bien. Cela se manifeste principalement dans les cinq centres historiques dominicains déclarés, où les biens immobiliers patrimoniaux sont détruits comme des objets jetables d’une societe éminemment consumiste soit par faute d’évaluation, soit par manque d’identité, plutôt que de se concentrer sur le tourisme culturel comme source de revenus économiques. Cette situation s’étend également aux biens culturels meubles, transformés et dévalorisés par le volume de marchandises et de meubles importés qui étouffent l’expression et le marché local. Une action prioritaire pour la conservation des valeurs historiques, esthétiques, architecturales et urbaines de nos villes est l’identification des biens immobiliers et des sites archéologiques qui définissent notre histoire et, par conséquent, notre identité nationale à partir du patrimoine culturel déclaré et celui qui est reconnu sans être déclaré. Cet effort d’énumération et d’identification est organisé chronologiquement depuis les débuts de notre histoire écrite, avec l’arrivée des conquérants européens à la fin du XVe siècle, jusqu’en 2000, suivant les périodes du développement historique national, en fonction des événements et des influences pertinentes qui ont marqué les époques du développement architectural. Ces cinq cents ans ont été marqués par le métissage, l’adaptation créative et l’éclectisme, produits par les influences des peuples et des ethnies qui ont laissé leur empreinte sur l’île, créant ainsi une diversité culturelle qui nous identifie en tant que Dominicains. Notre histoire documentée commence avec

la colonisation espagnole. Ce fait suscite déjà des controverses quant aux actions des personnes impliquées, mais il marque également un événement majeur qui a changé l’histoire moderne du monde: la découverte du continent américain par l’Europe. Dans cette nouvelle étape, l’île de Saint-Domingue joue un rôle prépondérant dans le projet de conquête et de colonisation de ces terres, marqué par la rencontre de cultures diverses et à différents stades de développement. Nous étions le point de départ et d’approvisionnement pour les explorateurs, ainsi que l’espace d’acclimatation des espèces de flore et de faune venues du Vieux Monde. L’histoire américaine commence avec la colonisation de L’Hispaniola, avec les essais qui ont été faits, les erreurs qui ont été commises et leurs conséquences. Ces premières manifestations se sont transformées et adaptées pour devenir aujourd’hui la base de notre culture, les éléments que nous reconnaissons comme notre patrimoine culturel, dont beaucoup dépassent nos frontières pour devenir le patrimoine de l’humanité, pour constituer les premières réalisations américaines de l’adaptation de la culture européenne dans le nouveau continent. Un fait que nous n’apprécions pas toujours à sa juste valeur. Les autochtones À l’arrivée des Espagnols en 1492, l’île de Saint-Domingue était habitée par plusieurs ethnies autochtones qui commençaient à former des établissements avec des espaces urbains différenciés. Certains des vestiges découverts comprennent des places cérémonielles, des routes et des cimetières communs à l’extérieur des habitations. Il y avait de nombreux villages et petits hameaux, toujours à proximité de sources d’eau, et les constructions étaient faites de matériaux végétaux durables. La répartition de ces établissements autochtones a été enregistrée par les écrivains et chroniqueurs des Indes des XVe et XVIe siècles, et elle a pu être confirmée par certaines des fouilles archéologiques menées ces dernières années sur la côte nord du pays. Le matériel culturel issu de ces recherches archéologiques est exposé dans des musées dominicains et étrangers, ainsi que dans des collections privées. Les anciens villages autochtones et les places cérémonielles localisés ont été déclarés sites archéologiques. Certains d’entre eux sont : le Corral de los Indios, à San Juan de la Maguana ; les places cérémonielles de Chacuey et Estebanía, à Azua; la pierre de Monte Bonito, également à


Azua ; les pétroglyphes de la rivière Yuma, à Bonao ; et les établissements d’El Carril et El Flaco, dans la vallée du Cibao. Bien qu’aucune des structures d’habitation des autochtones indigènes n’ait été conservée, des traces de cette forme traditionnelle de construction subsistent toujours dans notre architecture vernaculaire, influencée par les conditions climatiques et la matérialité du contexte. Nous trouvons en effet quelques vestiges de places cérémoniales, d’abris rocheux, de grottes et de grandes pierres où des traces de pétroglyphes et de pictogrammes de symbolisme religieux d’une grande valeur patrimoniale ont été découvertes, dispersées sur tout le territoire national, dont beaucoup restent à découvrir. Les premières péennes

manifestations

euro-

De courte durée (1493-1498), La Isabela était une colonie médiévale reproduisant le modèle des factoreries portugaises, où les premiers contacts entre les autochtones et les Espagnols ont eu lieu, ainsi que les premiers échanges d’espèces de flore et de faune entre le Nouveau et l’Ancien Monde. Organisée avec une structure administrative de conseil municipal et de mairie, elle a servi de base pour entreprendre la conquête des territoires de L’Hispaniola, nom donné par Colomb à l’île. Après son abandon, elle a été utilisée pendant des années pour la construction de bateaux et a ensuite servi de refuge à des contrebandiers et à des pirates. Étant abandonnée très tôt, les pierres taillées de ses bâtiments ont été démontées pour être transportées vers de nouveaux établissements à proximité, comme Puerto Plata, au début du XVIe siècle. Pour célé-

Sa valeur patrimoniale est essentiellement historique en raison de la valeur documentaire de la première rencontre entre deux cultures aussi différentes sur le sol américain. C’est ici que la première colonie a été établie, introduisant l’architecture européenne ; c’est ici que sont arrivées les premières femmes espagnoles ; c’est ici qu’ont été introduits en Amérique le cheval, le porc, la chèvre, le blé, l’oignon et la canne à sucre, entre autres produits, et c’est d’ici qu’ont été expédiés vers l’Espagne des produits autochtones comme l’ananas et le maïs. Le site conserve encore le genius loci ou l’esprit du lieu, rappelant ce que fut l’entreprise de la découverte et de la conquête des Amériques. Les fouilles archéologiques ont permis de découvrir des étriers de cheval, des pièces de monnaie, des sceaux, des poteries, des bagues et des ossements du XVe siècle appartenant aux premiers occupants européens, ainsi que des empreintes de leurs prédécesseurs autochtones. Depuis La Isabela, en 1494, la première incursion a été menée, empruntant les sentiers indigènes, vers la vallée du Cibao. Bien que bon nombre des premiers établissements espagnols n’aient pas survécu, les endroits où se trouvent leurs ruines ont été déclarés monuments nationaux, tout comme d’autres vestiges de structures et d’artefacts de l’époque coloniale et précolombienne qui n’ont pas encore été identifiés. Au cours des premières années de la conquête, des villes comme Concepción de la Vega Real ont été fondées, la deuxième en importance, où l’or a été fondu pour la première fois. Ce sont les premières expériences où les codes et dispositions urbaines de la fin du XVe siècle ont été utilisés, tout en construisant des forteresses militaires à la manière médiévale. Ce ne sera qu’avec la fondation de Santo Domingo en 1502 que le modèle de peuplement sera transformé

par l’introduction de la grille urbaine. Les monuments nationaux correspondant à ces premières années de la colonisation comprennent La Vega Vieja, où se trouve le parc avec les ruines de la Forteresse (1495), et les ruines du premier monastère de l’Ordre de Saint-François d’Assise. La consolidation de la colonie espagnole En 1498, par ordre de la reine, l’amiral commande à son frère Bartolomé la construction d’une nouvelle ville dans la partie sud de l’île, plus proche des nouvelles mines d’or découvertes. C’est à ce moment-là que la Nouvelle Isabela est fondée sur la rive orientale de la rivière Ozama, et le siège du vice-roi est transféré depuis La Isabela, avec son tribunal de justice, le conseil municipal et la mairie. Seule la chapelle du Rosaire et le four à chaux sur le promontoire subsistent de cette première implantation au bord de l’Ozama. Cette chapelle fait partie des monuments nationaux déclarés et sa construction en matériaux permanents remonte à avant 1544. En 1502, le gouverneur Nicolás de Ovando transfère la ville sur la rive ouest et trace un nouvel établissement plus ordonné, avec quatre grandes rues dans les deux sens, baptisé Santo Domingo. Il dispose des principales structures religieuses, militaires, institutionnelles et de services en vigueur pendant la colonie et postérieurement. Il se distingue par sa richesse stylistique et historique, ainsi que par le fait d’être le seul des établissements qui n’a pas été déplacé ou abandonné. Cette permanence et sa fondation précoce l’ont rendue propriétaire des grandes primautés architecturales dans le Nouveau Monde, telles que la première et la dernière utilisation du style gothique européen, la première tour d’honneur, la première cathédrale, le premier hôpital, la première Maison de location, la première université, le premier aqueduc, le premier palais vice-royal, la première Audience Royale, la première place d’armes, les premiers et uniques chantiers militaires, les premières murailles défensives, parmi de nombreuses autres constructions. Chacune d’elles fait partie des monuments nationaux protégés et couverts par les lois et décrets émis par le gouvernement dominicain. La plus grande richesse stylistique et ornementale de l’architecture coloniale peut être observée dans les dix-sept temples catholiques construits dans le centre historique, parmi lesquels on trouve des chapelles, des

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Reconnue comme la première colonie européenne sur le continent américain, la ville de La Isabela, ainsi nommée en l’honneur de la reine Isabelle de Castille, mécène du premier voyage de l’amiral Christophe Colomb, est située sur la côte nord de l’île, dans l’actuelle municipalité de Luperón (Puerto Plata), sur un promontoire face à une petite baie abritée. Elle a été fondée entre décembre 1493 et janvier 1494 par Colomb lors de son deuxième voyage. L’expédition se composait d’une flotte de dix-sept navires et d’environ 1500 personnes, ainsi que d’animaux, de plantes et de graines d’origine européenne. La première messe catholique d’Amérique y a été célébrée le 6 janvier 1494, une date commémorative traditionnellement célébrée à La Isabela.

brer le Quatrième Centenaire de la Découverte de l’Amérique au XIXe siècle, elle a été redécouverte ; certaines recherches et déclarations d’utilité publique de la zone occupée par l’ancienne colonie ont alors été entreprises. Pendant plusieurs siècles, les visiteurs emportaient des pièces et des vestiges qu’ils trouvaient, comme souvenirs. Les terrains du site appelé Solar de las Américas ont été déclarés d’utilité publique en 1913, ainsi que ceux de La Vega Real et de Santiago. En 1944, sa reconstruction a été envisagée, en 1969, elle a été déclarée monument national et les travaux ont commencé dans la decenie de 1980.


églises, des ermitages, des couvents et la cathédrale. Huit autres temples de l’époque se trouvent dans des villages de l’intérieur. Des pièces d’une grande importance patrimoniale sont l’Alcazar de don Diego Colón (1511-1514) ; les palais de la Casa de Contratación et des Capitanes Generales ; la Cathédrale Métropolitaine Santa María de la Encarnación (1521-1540) ; l’hôpital de San Nicolás de Bari (commencé en 1503) ; la Casa de los Medallones (vers 1540) ; la Tour de l’Hommage (1503-1507) et la Forteresse. De plus, les couvents des ordres mendiants : San Francisco, au nord (15021664) ; le Royal Couvent Dominicain, au sud (1510-1535), et Las Mercedes, à l’ouest (1527-1555).

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Entre 1492 et 1520, plus de quinze villes ou maisons de loisirs ont été fondées, développées en trois périodes d’occupation territoriale. La premiere fut la décennie colombienne ; le deuxième, la période d’Ovando, sous la ferme gouvernance du commandeur de Lares ; et le troisième, la période de Diego Colón. L’expansion et l’occupation de l’île ont été confrontées à un dépeuplement continu et progressif, aggravé par la destruction causée par des tremblements de terre comme celui de 1562. Ces endroits ont été abandonnes et beaucoup ont disparu avec les temps. Au milieu du XVIIe siècle, il ne restait que cinq villes et quatre villages, décrits dans les relations des chanoines. Les réformes bourboniennes du siècle suivant visaient à augmenter le nombre d’habitants en repeuplant les zones abandonnées et les anciens villages. Des émigrants des îles Canaries sont arrivés à cet effet à la fin de ce siècle et tout au long du suivant. Certains des villages qui font aujourd’hui partie de notre vie quotidienne et de la vie républicaine ont été reconstruits et fondés au XVIIIe siècle, comme le sont Puerto Plata (1736), Montecristi (1752), Samaná et Sabana de la Mar (1756), et Baní (1768). Les repeuplements ont entraîné le développement de villages avec de modestes ermitages et églises paroissiales qui ont augmenté le patrimoine culturel colonial existant en dehors de la Cité coloniale de Santo Domingo. En ce qui concerne l’architecture domestique de la colonie, de grandes maisons et palais ont été construits pour les hauts fonctionnaires de la Couronne et les conquistadors enrichis. Dans le centre historique de Santo Domingo, on peut citer la Casa del

Cordón, les maisons du scribe Francisco de Tostado, de Juan de Villoria, du gouverneur Rodrigo de Bastidas, et surtout, le palais du vice-roi. Ce sont les premiers bâtiments protégés par la loi, dont l’importance et la reconnaissance ont été confirmées à plusieurs reprises, jusqu’à ce qu’ils soient déclarés monuments nationaux. Des maisons de campagne ont également été construites dans des zones rurales pour les propriétaires terriens et les propriétaires de plantations, notamment les maisons d’Engombe, de Palavé et de Ponce de León (cette dernière à Boca de Yuma, à La Romana), toutes sous protection. Les trois cents ans de domination coloniale espagnole ont donc produit un grand nombre de bâtiments. La plupart d’entre eux se trouvent dans la Cité coloniale de Santo Domingo, mais dans peu de cas ils sont conservés intacts à l’intérieur, la plupart se présentent sous forme de ruines et de vestiges archéologiques. Il convient de noter la partie industrielle, avec les moulins à sucre et les pressoirs pour le traitement de la canne à sucre. Au XVIIIe siècle, environ 27 moulins à sucre ont été répertoriés; aujourd’hui, nous pouvons localiser les ruines d’au moins une douzaine d’entre eux, construits entre le XVIe et le XIXe siècle, lorsque la technologie et les capitaux ont façonné les nouvelles centrales sucrières. Ces lieux de mémoire ont été les protagonistes de l’industrialisation et de la survie de l’île, axée sur l’exportation de sucre vers l’Europe. Des moulins a sang et hydrauliques ont été temoins de l’utilisation de la maind’œuvre esclave, au début aborigène y plus tard africaine. Les premières révoltes d’esclaves africains ont eu lieu dans les moulins à sucre. En 1521, au moulin de Montealegre, appartenant au vice-roi Diego Colón, eut lieu la première d’entre elles ; beaucoup plus tard, Boca de Nigua fut le théâtre d’une autre révolte d’esclaves. Aujourd’hui, des manifestations célébrant la liberté de l’esclave et du nègre marron ont lieu en ce dernier endroit. Un projet ambitieux connu sous le nom de Route de l’Esclave relie les moulins dominicains à ceux de Cuba, de Porto Rico, de la Jamaïque et d’Haïti. Les sites sucriers les plus proches de Santo Domingo ont été présentés à la Liste indicative du patrimoine mondial de l’UNESCO. Parmi eux figurent le moulin de Santa Ana de Engombe, la grande maison de Palavé, le moulin hydraulique de Diego Caballero et le complexe de Boca de Nigua. Il existe également de nom-

breuses ruines d’anciens moulins à sucre dans tout le pays, comme le moulin de Sanate, à Higüey. Un autre aspect qui est valorisé sur le plan patrimonial est la défense et la protection contre les envahisseurs étrangers pendant la colonie. Tout d’abord, les conquistadors se protégeaient des Indigènes avec des fortins en bois, dont il ne reste aucune trace ; ensuite, ils étaient déjà en maçonnerie de brique, comme en témoignent les ruines de La Vega Vieja. Avec l’extermination des Indigènes, leur présence devint inutile. Initialement, on ne pensait pas protéger les villes avec des murailles à la manière médiévale, jusqu’à ce que les empires européens comprennent l’ampleur des terres découvertes et constatent le refus espagnol de partager le butin. À Santo Domingo, la fondation a commencé par la construction de la Tour de l’Hommage, pour contrôler et défendre l’entrée du port. La consolidation en tant que forteresse et la construction de la petite tour du côté oriental de la rivière ont complété un système élémentaire de protection. Les pressions des empires et des chercheurs de fortune ont accéléré le processus d’enceintes de la ville, initié en 1543 par les murs est et ouest. Il a fallu environ 180 ans pour achever l’enceinte de la ville, composée d’un système initial de défense médiévale et du système ultérieur de fortifications bastionnées créées par les Antonelli. De plus, nous avons les ruines de la forteresse de La Vega, la forteresse de San Felipe à Puerto Plata (1564-1577), les forts extérieurs pour la défense de Santo Domingo, le château de Haina disparu (à l’embouchure de la rivière) et le château de San Gerónimo, en grande partie détruit par une explosion de sa poudrière dans les années 1940. De plus, la forteresse de San Luis, à Santiago, d’une date ultérieure. Toutes ces constructions militaires ont été déclarées monuments nationaux. Les transformations formelles et constructives de la République Avec l’arrivée du XIXe siècle, les changements de domination se sont succédés, d’abord avec la cession de l’île à la France, puis avec l’occupation haïtienne. Ces occupations ont entraîné des changements dans l’architecture des villes, pour la première fois une influence qui ne venait pas d’Espagne était présente. Les modifications ont été perceptibles dans l’architecture civile : les demeures se sont ouvertes vers l’extérieur, avec le balcon continu comme élément de


liaison adaptant la maison au climat tropical; les ouvertures des fenêtres ont été régularisées et agrandies, et des garde-corps ont été ajoutés aux anciennes maisons pour augmenter leur hauteur extérieure. Il s’agissait d’un changement radical dans la physionomie de la ville de Saint-Domingue, où l’on peut encore trouver quelques-uns de ces balcons qui parcouraient toute la façade. Cet élément a perduré tout au long du XIXe siècle et même au début du XXe siècle, lorsque l’ancien balcon en bois a été remplacé par un balcon en béton armé. Ce qui était devenu un symbole de statut pour les familles importantes qui habitaient la ville. La création de la République a entraîné la fondation de nouvelles villes telles que Yamasá, Jarabacoa et San José de Ocoa entre 1844 et 1861. Une croissance démographique rapide a eu lieu, soutenue en partie par l’abolition de l’esclavage et la présence de réfugiés de la région frontalière avec Haïti et de groupes d’émigrants. Environ 38 villes ont été fondées ou élevées au rang de port cantonal ou communal au cours du XIXe siècle, comme le relate Vicente Celestino Rojas dans son livre «Histoire de la division territoriale 1492-1943».

Le redémarrage de l’économie a attiré davantage de capitaux et demandé de la main-d’œuvre étrangère. C’est à ce moment-là que de grandes migrations en provenance de plusieurs pays ont eu lieu : parmi ces groupes se trouvaient des Arabes, des Juifs, des Espagnols, des Canariens, des Italiens, des Chinois et d’autres îles des Caraïbes anglophones. Avec les immigrants sont venus les progrès technologiques en vogue ailleurs dans le monde : des améliorations ont été apportées aux méthodes de communication interne avec l’introduction de chemins de fer de marchandises et de passagers, du télégraphe et du téléphone, de l’utilisation du courrier, ainsi que la construction de ponts, de tramways et d’aqueducs dans les zones urbaines. De plus, de nouvelles méthodes et matériaux de construction ont été introduits, y compris l’utilisation de pièces préfabriquées en fer, grâce à des professionnels étrangers. La richesse ornementale rendue possible par ces nouvelles technologies de construction et leurs artisans s’est répandue dans de nombreuses villes de l’intérieur, enrichissant l’architecture traditionnelle et populaire, et conférant une identité aux différentes villes. De la conception de galeries avant ou périphériques à la polychromie des maisons en bois, l’architecture de l’époque républicaine représentait la jeune nation. L’essor de l’industrie sucrière et du port commercial a transformé San Pedro de Macorís au début du XXe siècle en une ville prospère et en pleine croissance qui a adopté la nouvelle technologie du béton armé. Les premiers bâtiments du pays en ciment Portland et en barres d’acier allemandes ont été construits ici, comme en témoignent le Gran Hotel, le bâtiment Armenteros, l’église San Pedro Apóstol et de nombreux autres qui ont embelli la ville avec les styles populaires de l’époque : art nouveau, art déco, néo-mudéjar, néogothique, néohispanique, néoclassique, éclectique et anglo-antillais. Cette technique sera ensuite utilisée à Santo Domingo et La Romana, et se répandra dans tout le pays. Les nouvelles méthodes de construction en bois, en métal préfabriqué et en béton armé, considérées comme faisant partie de notre patrimoine bâti, sont exemplifiées dans les quatre centres historiques déclarés depuis 1970 : Puerto Plata, Montecristi, Santiago

de los Caballeros et San Pedro de Macorís. Avec ces déclarations, on a cherché à protéger l’uniformité stylistique qui existait dans les ensembles urbains historiques, ce qui est devenu un attrait pour le tourisme culturel. Un cas particulier a été celui de Puerto Plata, qui, en plus de la déclaration de centre historique pour sa richesse architecturale, est également devenu la première destination touristique du pays, ce qui montre l’importance de la richesse patrimoniale comme attrait et soutien de l’industrie du tourisme. Il convient de reconnaître que l’état actuel du patrimoine immobilier des centres historiques républicains a évolué au fil du temps. Des efforts sont faits pour tenter de préserver les typologies exceptionnelles et les zones qui conservent des valeurs historiques, esthétiques, architecturales et urbaines. Un exemple actuel est Sánchez, autrefois un port commercial important de la région nord du pays, qui conserve certaines maisons de style éclectique, actuellement en cours de restauration et de reconstruction. En ce qui concerne les biens meubles de l’époque républicaine, le plus grand ensemble appartenant à l’État se trouve au Musée de la Famille Dominicaine, dans la Ciudad Colonial, avec près de 700 objets de la vie domestique du XIXe siècle. Parmi eux, on trouve des peintures, des dessins, de la porcelaine, des sculptures, des gravures, des lithographies, des photographies, des objets liturgiques et utilitaires, des vêtements séculiers, des ustensiles et du mobilier religieux et domestique, des médailles et des inscriptions, des objets culinaires, des coffres et des instruments de musique (comme le piano ayant appartenu à Damián Báez, frère du président Buenaventura Báez). Une autre collection d’une grande importance se trouve au Musée national d’histoire et de géographie, qui couvre de l’époque républicaine à la période contemporaine, avec d’importantes pièces à usage personnel d’une valeur historique appartenant aux figures les plus représentatives de notre histoire, telles que Matías Ramón Mella, Pedro Santana, Gregorio Luperón, Ulises Heureaux, Ramón Cáceres et Rafael L. Trujillo. Peintures, sculptures, documents, mobilier, armes et artillerie militaire ne sont qu’une partie des collections sous la garde du musée. La table où a été signée la Constitution de la République à San Cristóbal et la bible personnelle du patriote Francisco del Rosario Sánchez sont particulièrement remarquables.

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Dans la seconde moitié du XIXe siècle, le pays a reçu d’importants capitaux en provenance de Cuba qui ont stimulé l’industrie sucrière à des niveaux jamais atteints auparavant. Le commerce s’est développé, ce qui a influencé l’adoption de nouveaux modèles architecturaux en provenance d’Europe et d’Amérique du Nord. Des types de maisons préfabriquées utilisant la technique de la charpente à ballon, en tant qu’expression de l’influence du moment, ont été introduits et interprétés ensuite par les menuisiers locaux avec des solutions créatives et de bon goût. Il est important de noter les larges galeries frontales, latérales ou périphériques, la décoration fantaisiste des pignons en pente et les jeux de toits et de plusieurs portes dans leurs ouvertures, qui ont proliféré dans les villes ; ainsi que les gares ferroviaires, les entrepôts et les marchés préfabriqués. La transformation a également touché l’espace intérieur des bâtiments, modifiant le profil urbain de nos villes côtières et de l’intérieur, qui pour la première fois présentaient une plasticité représentative de l’ambiance caribéenne. Le bois à rainure et languette, les ornements fantaisistes et les tôles ondulées pour les toits sont devenus le modèle de référence des nouvelles constructions à travers le

pays. Montecristi et Puerto Plata sont devenues représentatives de cette nouvelle tendance anglo-antillaise.


Le développement de la modernité : l’autorité stimule le progrès Après plusieurs années d’instabilité politique et économique au début du XXe siècle, l’augmentation de la dette extérieure et les intérêts régionaux pour le contrôle des Caraïbes ont conduit le pays en 1916 à la première intervention militaire américaine, qui a apporté avec elle des éléments qui sont devenus partie de notre patrimoine culturel. Les installations hospitalières et éducatives telles que les maisons-écoles à San Carlos et dans plusieurs villes, de nouveaux types de logements et les routes avec leurs ponts métalliques sont enregistrés dans la mémoire collective des Dominicains et font partie de l’héritage patrimonial.

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la Paix. Ils doivent être reconnus pour leurs contributions à la spatialité et à la simplicité des jeux de plans, en opposition à l’académisme des œuvres représentatives du pouvoir.

Après le départ des Américains, le gouvernement progressiste d’Horacio Vásquez contribue à la préservation des biens culturels mobiliers avec la promulgation de la loi 666-27 sur la création du Musée et de la Bibliothèque Nationale. Le climat de stabilité représenté par son gouvernement a favorisé la construction des premiers gratte-ciel à Santo Domingo, les bâtiments Baquero et Diez, dans la rue El Conde, qui sont les plus hauts jusqu’en 1968. Pendant les trente ans de la tyrannie de Trujillo, les plans de modernisation lancés précédemment ont été mis en œuvre. Une vision du progrès des villes est mise en œuvre depuis la supposée vision du dirigeant. L’ingénierie et l’architecture se développeront comme jamais auparavant ; en sont de bons exemples les grands ponts suspendus, comme le Ramfis sur la rivière Higuamo, le Radhamés sur la rivière Ozama — aujourd’hui Duarte — et le pont sur la rivière Yaque à Santiago.

L’art et la plastique dominicaine doivent beaucoup à l’issue de la guerre civile espagnole. En 1939, un groupe d’exilés politiques a commencé à arriver, la plupart d’entre eux étaient des artistes, dont des peintres, des sculpteurs, des écrivains, des musiciens et des dramaturges. Ils ont contribué à créer l’École des Beaux-Arts, qui a soutenu et formé les talents locaux. Des expositions d’arts plastiques ont été organisées, qui ont été institutionnalisées avec les biennales tout au long du reste du siècle, y compris celles d’architecture, initiées en 1986. Parmi les exilés espagnols, il y avait aussi des architectes qui ont introduit une architecture d’avant-garde favorisant l’émergence de nouvelles solutions créatives dans le cadre de la modernité régionale. Des hauts-reliefs sculpturaux, des peintures murales et des fresques ont alors proliféré, ornant les cathédrales et les bâtiments. Le représentant le plus éminent de la peinture murale à Santo Domingo était l’Espagnol Vela Zanetti, qui a peint plus de cent fresques, dont toutes n’ont pas été conservées. Dans le cadre de la convergence entre la science et l’art, le Musée National a été fondé dans les années 1930, dirigé par Abigaíl Mejía, qui exposait des biens culturels mobiliers de grande valeur historique dans un espace situé dans un bâtiment proche des ruines de l’Alcazar de Colón. Par la suite, le Palais des Beaux-Arts, achevé en 1955, a été conçu comme un espace culturel et artistique d’une grande importance pour les arts dominicains.

La construction de bâtiments a augmenté, ouvrant la voie aux premiers architectes dominicains diplômés à l’étranger, qui ont changé le profil urbain de nos villes avec une architecture moderne visant à placer le pays au niveau des nations développées. Les grands complexes qui représentent ce changement étaient le campus de la Ciudad Universitaria de Santo Domingo, initié en 1940 ; l’ensemble d’hôtels urbains pour le tourisme ; les constructions pour célébrer le Premier Centenaire de la République, parmi lesquelles se trouvaient le Corps des Sapeurs-Pompiers de l’avenue Mella et le Marché Modèle ; le Palais National, inauguré en 1947, d’un néo-classicisme éclectique tardif, d’une grande richesse artistique et avec un mobilier digne d’être souligné ; le Monument à la Paix de Trujillo et la Foire de

La Basilique Notre-Dame de l’Altagracia à Higüey est d’une valeur architecturale et symbolique inégalée. Commencée en 1956 et achevée en 1972, elle est l’œuvre architecturale la plus importante du XXe siècle en raison de son espace, de l’expressivité du béton armé et de la qualité de son exécution. En 2012, le Musée de l’Altagracia Alejandro E. Grullón E. a été créé dans ses jardins pour l’exposition et la conservation d’objets religieux de culte vieux de plus de trois cents ans. Il abrite une série de 16 médaillons du dernier tiers du XVIIIe siècle du peintre Diego José Hilaris, des pièces d’orfèvrerie, des ex-votos, des saints en bois, des sculptures religieuses en bois et en plâtre, des chasubles et des étoles, des calices, des ciboires, des patènes et des ostensoirs religieux, entre autres objets.

L’arrivée des régimes démocratiques a entraîné des changements dans l’architecture en générant une série d’interventions pour le développement urbain dans les principales villes, ainsi que des équipements culturels, sportifs et institutionnels. Ce sont des œuvres architecturales devenues une représentation importante de l’évolution de l’architecture dominicaine à la fin du XXe siècle. C’est également à ce moment-là que le patrimoine national a été déclaré et préservé, avec les travaux de restauration des principaux monuments du centre historique de Santo Domingo et de sa périphérie, commençant par l’ensemble de la Banque centrale et la Plaza de la Cultura de Santo Domingo, siège du Teatro Nacional, de la Biblioteca Nacional et des divers musées qui rassemblent les objets les plus représentatifs de l’histoire, de l’évolution et de la créativité artistique du peuple dominicain, comme la collection du Musée d’Art Moderne. Le Jardin botanique national, la Plaza de la Independencia, le Phare de Colomb, le Paseo de los Indios, les sculptures urbaines des héros de la patrie et de personnalités étrangères renommées ont défini, aux côtés de pièces de moindre importance, le répertoire des biens culturels mobiliers d’intérêt qui attendent encore leur déclaration en tant que patrimoine national. L’archéologie, les musées et le patrimoine préhistorique national Manuel A. García Arévalo L’intérêt initial pour les études préhistoriques sur l’île d’Hispaniola est attribué à l’engouement pour les «antiquités» manifesté par les voyageurs et les chroniqueurs de la colonie française de Saint-Domingue. Ils étaient animés par les préoccupations intellectuelles et la soif de connaissance propres aux Lumières, et ils ont localisé, décrit et préservé des preuves révélatrices des vestiges appartenant aux habitants autochtones de l’île. À cette époque, l’archéologie était considérée comme faisant partie des sciences naturelles, car les premiers préhistoriens considéraient l’homme comme un être biologique plutôt que culturel. Néanmoins, les naturalistes et les collectionneurs français sont devenus, dès le milieu du XVIIIe siècle, des précurseurs de la recherche archéologique, en tant que source de connaissance historique basée sur les témoignages matériels du passé. Bon nombre des anciens


objets rassemblés à l’époque à Saint-Domingue ont été destinés aux cabinets de curiosités exotiques, d’où ils ont été transférés, au fil des ans, aux collections des musées français et européens en général. Dans la partie espagnole de l’île, la première référence d’ordre archéologique a été faite à la fin de l’année 1749 par le frère Juan de Talamanco, historien de l’Ordre de la Merci, qui a demandé à Fray Ángel de Palenzuela, résident à Santiago de los Caballeros, de collecter plusieurs idoles appartenant aux habitants autochtones. À leur arrivée en Espagne, ces pièces ont été déposées à la Real Biblioteca, actuellement la Biblioteca Nacional, avant d’être transférées au Musée Archéologique national, fondé en 1867. Lors de la création du Musée de l’Amérique en 1941, elles ont été intégrées, avec le reste des collections américaines, aux fonds archéologiques de ce musée. Les dessins et les notes descriptives que l’on connaît sur ces objets taïnos ont été recueillis par les copistes de Juan Bautista Muñoz (1745-1799), historien officiel des Indes et fondateur des Archives des Indes de Séville, et se trouvent parmi les documents de la Collection Muñoz (volume a/118, fol. 114-115) conservés à la Real Academia de la Historia, à Madrid.

Au début de la République Dominicaine, le premier consul britannique à arriver dans le pays était le naturaliste allemand sir Robert Schomburgk. Il est arrivé en 1849 et a rédigé un rapport sur plusieurs sites préhistoriques d’intérêt, publié peu après, en 1854, dans le Journal of Ethnological Society of London. Parmi eux, il mentionne le Cercado ou Corral de los Indios de San Juan de la Maguana et les tumulus ou «Las Paralelas» de la vallée de Constanza, considérés comme des centres cérémoniels ou des terrains de jeu où les Taïnos célébraient des danses ou areítos et pratiquaient des jeux de balle. De plus, il a enregistré l’extraor-

Le docteur Narciso Alberti Bosch, d’origine catalane, est considéré comme le pionnier des études archéologiques dans le pays. Il est l’auteur d’une œuvre abondamment illustrée publiée en 1912 sous le titre Apuntes para la prehistoria de Quisqueya, dans laquelle il expose ses théories sur le peuplement aborigène ancien d’un point de vue diffusionniste, très en vogue à son époque parmi les auteurs européens, tout en faisant connaître ses explorations à la recherche de l’art pariétal préhistorique, qui l’ont conduit aux grottes de Sierra Prieta, Comedero et Hernando Alonso, entre autres, qui contiennent de nombreuses peintures rupestres et pétroglyphes. La création du Musée National Il convient de noter que le premier musée du pays a été fondé dans la ville de Santiago de los Caballeros le 22 août 1907. Il est né à l’initiative de la Société des Amoureux de la Lumière, à laquelle s’est jointe l’Alliance Cibaeña. Les autorités municipales ont favorablement accueilli l’idée et ont décidé de former une commission en faveur du musée composée des membres suivants : Carlos Sully Bonnelli, président ; Ulises Franco Bidó, vice-président ; José Manuel Saleta, trésorier ; Augusto Fernández et Amado Franco Bidó, secrétaires ; Miguel Román et L. E. Gómez, membres. Un groupe de collaborateurs s’est également joint à eux, offrant leur meilleur soutien pour atteindre le succès souhaité. Le musée a ouvert ses portes au public au deuxième étage du Palais Municipal de Santiago, puis a déménagé au premier étage de ce bâtiment édilitaires afin de faciliter la visite du public intéressé. Le directeur et organisateur de ce premier musée municipal était Amado Franco Bidó, qui a accompli un travail considérable d’organisation et a activement contribué à l’acquisition de plusieurs collections privées, rassemblant ainsi de nombreux objets d’origine indigène et de l’époque coloniale. La première tentative de créer un Musée National a eu lieu sous le gouvernement de l’archevêque Adolfo A. Nouel, par le biais de la loi n° 5207 du 25 mars 1913, et son siège a été établi dans l’ancien palais connu sous le nom de «Casa de don Diego Colón»,

pour lequel l’État a contribué à la somme de vingt mille pesos pour sa restauration. Cependant, ce n’est qu’en 1927, avec la loi n° 666 promulguée par le président Horacio Vásquez, que la création du «Musée et Bibliothèque Nationale» a finalement eu lieu, avec une allocation annuelle de cinq mille pesos pour son financement. Le docteur Narciso Alberti Bosch, nommé conservateur du Musée National, a été responsable de la classification des objets archéologiques et historiques jusqu’à son décès en 1932. L’année suivante, la direction de cette institution a été créée, et Abigail Mejía Soliere en a été nommée directrice jusqu’à son décès en 1941. Au cours de son mandat, six salles muséographiques ont été établies, dédiées aux thèmes suivants: préhistoire, époque coloniale, pères de la patrie, armes, art moderne et histoire naturelle, et une bibliothèque sur l’histoire de la culture et de l’art universel a été créée. Abigail Mejía était une éminente féministe, éducatrice et photographe qui a résidé à Barcelone et à Paris, où elle a poursuivi ses études. À son retour en Europe en 1925, elle a lancé une campagne de presse dans des journaux et des magazines pour promouvoir l’idée de la création du Musée National, en argumentant comme suit : « Le manque d’un musée est une question de conscience citoyenne, une dette du patriotisme, et l’institution qui doit être créée en plaçant dès que possible les premiers matériaux, c’est le Musée National Dominicain. C’est une dette que maintient notre République envers nos ancêtres de la Préhistoire ; avec les souvenirs de la Conquête et de la Colonisation qui subsistent ; avec les Pères de la Patrie eux-mêmes - dont les objets, de leur usage personnel et de leur époque, restent entre les mains de particuliers, sans que la Nation reconnaissante ne les récupère et ne les expose à la vénération publique dans ses archives du passé appelées Musées.» Après avoir occupé plusieurs locaux dans la vieille ville, le Musée National a été transféré en octobre 1960 dans un bâtiment moderne à deux étages situé dans le complexe urbain alors appelé «Feria de la Paz», aujourd’hui le Centre des Héros de Constanza, Maimón et Estero Hondo. Le bâtiment, conçu par l’ingénieur Leo Pou Ricart, présente sur sa façade deux reliefs reproduisant des pièces indigènes. Le hall abritait deux

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Lors d’une visite effectuée en 1977 au Musée de l’Amérique avec l’historien Roberto Marte, j’ai réussi à identifier trois des spécimens lithiques provenant de l’île d’Hispaniola au milieu du XVIIIe siècle, bien que l’ancien registre de la Biblioteca Nacional ait été altéré en ce qui concerne l’origine de certaines pièces. Heureusement, elles sont toujours conservées comme témoignage de cette expérience archéologique unique de notre époque coloniale.

dinaire ensemble de pétroglyphes aborigènes conservés à l’intérieur des grottes de Pomier, à San Cristóbal.


grandes images ou idoles sous forme de colonnes. Dans le cadre de l’aménagement muséographique, une fresque de l’artiste Clara Ledesma illustrait les modes de vie des indigènes quisqueyans, une œuvre qui est actuellement conservée au Musée National d’Histoire et de Géographie. Un autre mural de José Vela Zanetti reflétait l’évolution historique du peuple dominicain depuis la Découverte jusqu’à la proclamation de la République. Deux sculptures d’Abelardo Rodríguez Urdaneta étaient également exposées, l’une du chef Caonabo enchaîné et l’autre faisant allusion à un soldat inconnu, en référence aux nombreux patriotes tombés lors des guerres d’indépendance. L’ensemble comprenait également une grande toile de Luis Desangles, intitulée «Caonabo en prison, visité par Christophe Colomb et Alonso de Ojeda», une scène dotée d’une «bonne structure en ce qui concerne la composition et les relations chromatiques», exprimant avec une grande sensibilité un contenu ethnohistorique aigu.

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Le dernier directeur du Musée National était le juriste et historien Ramón Lugo Lovatón. Le responsable du département technique, Luis Chanlatte Baik, a réalisé d’importants travaux archéologiques obtenant ainsi des découvertes révélatrices qui ont aidé à approfondir la connaissance du passé aborigène dans les îles des Antilles. L’impact du Musée de l’Homme et l’institutionnalisation de la recherche archéologique Le Musée de l’Homme Dominicain, créé par la Loi No. 318 de 1972, était logé dans un magnifique bâtiment de quatre étages conçu par l’architecte José Antonio Caro Álvarez, qui en était également le premier directeur. Le siège, sur le point de célébrer son cinquantième anniversaire, a été inauguré le 12 octobre 1973. Il est situé sur la Plaza de la Cultura Juan Pablo Duarte, devenue un lieu de détente pour découvrir l’histoire et les arts, dans un environnement familial, éducatif et touristique, entouré d’arbres et d’une architecture avant-gardiste qui constitue un poumon naturel au cœur de la ville de Santo Domingo, contribuant à la durabilité environnementale. Le Musée de l’Homme Dominicain a été le dépositaire de la spectaculaire collection archéologique préhispanique qui était conservée dans l’ancien Musée National et considérée comme l’un des patrimoines les plus

précieux de notre pays. À cela s’est ajoutée la collection d’objets indigènes rassemblée par le fondateur de l’Institut Dominicain de Recherches Archéologiques (INDIA), l’ingénieur Emile de Boyrie de Moya, et léguée par sa famille, qui est également exposée dans les salles consacrées aux périodes préhistoriques. Les fonds muséographiques ont également été enrichis par les découvertes des fouilles de terrain réalisées par l’équipe d’archéologues du musée lui-même, car autour du Musée de l’Homme Dominicain s’est formé un important groupe de jeunes chercheurs dirigé par le docteur Marcio Veloz Maggiolo, qui malheureusement n’a pas bénéficié d’une relève adéquate, une situation qui nécessite une plus grande attention de la part de l’État et des universités nationales. En utilisant des méthodes et des techniques de recherche systématiques et interdisciplinaires, les archéologues associés au Musée de l’Homme Dominicain se sont fixé pour objectif de définir et d’interpréter les phases du passé préhistorique, dans le but d’établir les horizons culturels et les étapes évolutives des différents groupes autochtones qui ont habité l’île d’Hispaniola. Ces études ont permis de retracer le parcours et le comportement des groupes de chasseurs-cueilleurs de la période archaïque, dont l’ancienneté dépasse les 5000 ans, ainsi que les caractéristiques des migrations ultérieures d’agriculteurs-céramistes d’origine arawak, venus de la forêt de l’Orénoque et de la côte nord-est de l’Amérique du Sud. Cela a ainsi mis en lumière les diverses hybridations et évolutions culturelles qui ont eu lieu dans les Antilles jusqu’à la naissance et au développement de la société taïna, ce qui a représenté une avancée conceptuelle significative, ouvrant ainsi de nouvelles perspectives pour comprendre le schéma des événements. Cette équipe de spécialistes s’est efforcée d’élargir les connaissances sur les croyances et les pratiques magico-religieuses des Taïnos, basées sur des croyances mythologiques et des rituels animistes, et d’expliquer l’organisation politique et économique des ethnies tribales et caciques établies sur l’île avant la période coloniale. De plus, elle a valorisé les contributions autochtones au processus de créolisation qui a eu lieu pendant la période de contact et de cohabitation avec les groupes espagnols et africains.

Au sein des sciences sociales, le Musée de l’Homme Dominicain a donné la priorité à l’archéologie, considérée comme «le passé temporel de l’anthropologie culturelle», qui a pour objet d’étude la localisation, la classification, l’analyse et l’interprétation des vestiges matériels laissés en tant que traces culturelles par les habitants autochtones dans les lieux où ils vivaient, élargissant ainsi considérablement l’horizon historique. À cet égard, la contribution la plus importante de l’archéologie réside dans la révélation des modes de vie et des modèles de comportement des sociétés qui nous ont précédées, tant dans leur dimension matérielle qu’immatérielle. Pour ce faire, cette discipline se base sur l’étude approfondie des structures et des artefacts représentatifs de l’activité humaine, élargissant considérablement l’horizon de l’histoire et relevant le grand défi de donner une voix au silence des peuples disparus afin qu’ils puissent s’intégrer à la mémoire nationale. Les musées et le secteur privé Simultanément à la création du Musée de l’Homme Dominicain, la Fondation García Arévalo a été créée dans le but de sauvegarder, préserver et diffuser le patrimoine archéologique national. En 1973, la Fondation a inauguré la Salle d’Art Préhispanique en tant que contribution à la préservation et à la valorisation du patrimoine culturel et artistique des ethnies qui ont peuplé l’île avant la découverte de l’Amérique. L’exposition, ouverte au grand public, reçoit régulièrement la visite d’étudiants et de touristes qui ont ainsi l’opportunité d’apprécier une représentation du legs aborigène. Depuis ses débuts, la Fondation García Arévalo a établi des liens étroits de collaboration avec les programmes de recherche et de publication du Musée de l’Homme Dominicain, en plus de co-parrainer des congrès et des séminaires et d’organiser des expositions dans d’importants musées et galeries à l’étranger, contribuant ainsi à la diffusion internationale du patrimoine culturel préhispanique. De la même manière, elle soutient un fonds éditorial sur des sujets d’archéologie, d’histoire et de folklore dominicains, y compris des œuvres destinées au public infantile, telles que des albums à collectionner et des livres à colorier. J’ai conçu l’idée de créer cette Fondation dès ma jeunesse, motivé par ma vocation


pour l’étude du passé. Il a été très gratifiant de pouvoir établir, avec le soutien de ma famille, une entité du secteur privé dédiée à la gestion d’activités culturelles qui a accompli un travail significatif dans le but de préserver et de revaloriser le patrimoine préhistorique national. Je ressens une grande satisfaction d’avoir contribué, dans la mesure de mes moyens, à sensibiliser les gens de ma communauté à l’importance de préserver le patrimoine aborigène dominicain. Tout aussi importante a été la contribution apportée dans le domaine de l’archéologie par le Centro León, à Santiago de los Caballeros, parrainé par la Fondation Eduardo León Jimenes, qui a joué un rôle de mécène solide dans la recherche et la valorisation du patrimoine archéologique et artistique national. Cela inclut l’organisation de concerts, de festivals musicaux, de séminaires, de conférences et d’expositions permanentes et itinérantes d’arts plastiques, de mode et d’artisanat. Parmi les réalisations, on peut citer avec fierté l’exposition «Tesoros del Arte Taíno» qui a été présentée avec succès dans plusieurs musées d’Europe et d’Amérique latine.

ponsabilité du Patronato Benéfico Oriental, présidé par Xiomara Menéndez Dajer, et la direction est assurée par la muséologue Margarita González Auffant. Ces dernières années, à l’initiative du président Luis Abinader, un programme de collaboration avec le secteur privé dans la gestion des musées par le biais du bénévolat a été mis en place, afin de renforcer la fonction de conservation et d’exposition, tout en renforçant le domaine de l’éducation et de la diffusion culturelle des musées parrainés par l’État. Sous ce nouveau paradigme de partenariat public-privé, il y a des raisons d’être optimiste, d’un point de vue que nous commençons à peine à entrevoir aujourd’hui, avec de nouvelles ressources pour les musées telles que la réalité virtuelle et d’autres outils numériques qui améliorent l’expérience du public, en offrant une immersion croissante dans l’environnement d’exposition, visant essentiellement à représenter la reconstruction du passé national. Patrimoine culturel subaquatique Lic. Pedro Morales / Arq. Juan Mubarak En collaboration avec Ruth Pion Au début du XVIe siècle, la mer est le territoire de transition pour la conquête. L’île de Saint-Domingue fait partie d’un archipel qui devient le théâtre de la lutte des Européens pour les territoires d’outre-mer. Les Portugais, les Français, les Hollandais et les Anglais sont les acteurs de ces luttes qui ont conduit à la multiplicité et à la diversité des nations qui composent aujourd’hui la Grande Région des Caraïbes, comprenant les côtes continentales de l’Amérique Centrale et du Sud.

Le Musée Archéologique Altos de Chavón, situé à Altos de Chavón, La Romana, et initialement parrainé par la Fondation Bluhdorn, constitue un autre exemple notable de la participation du secteur privé à la préservation des preuves archéologiques. Constitué à partir de la collection rassemblée tout au long de sa vie par Samuel Pión, il présente une sélection exquise de pièces indigènes des différents groupes autochtones qui ont peuplé la de Higüey. région orientale de l’île d’Hispaniola, où se trouvait le caciquat d’Higuey.

Pendant la conquête et la colonisation des territoires américains par les empires, la région des Caraïbes était la route incontournable des navires européens. Au cours de la première moitié du XVIe siècle, la République Dominicaine actuelle, en raison de son emplacement privilégié, était un lieu d’escale où les navires se ravitaillaient et où le commerce s’effectuait. De grands explorateurs tels que Francisco Pizarro, Vasco Núñez de Balboa et Hernán Cortés sont passés par ici. Et la fréquence du transit des navires était accompagnée des inévitables naufrages, principalement en raison des conditions météorologiques. Certaines recherches suggèrent que seulement 0,8 % de ces naufrages étaient dus à la piraterie.

Sa muséographie a été réalisée en 1982 par la designer et muséographe Patricia Reid Baquero et l’historien Manuel García Arévalo. Aujourd’hui, sa garde est sous la res-

Patrimoine culturel subaquatique : cadre juridique La Convention de l’UNESCO de 2001, ratifiée par la République Dominicaine en 2019, établit que le patrimoine culturel subaquatique (PCS) comprend tous les vestiges de l’existence humaine à caractère historique ou culturel qui ont été immergés partiellement ou totalement dans un corps d›eau pendant au moins cent ans. Cette définition englobe un large éventail d’éléments, notamment des épaves de navires, avec leurs cargaisons et leurs contextes archéologiques et naturels, ainsi que d›autres structures, bâtiments, artefacts, voire des paysages. Ils peuvent être situés au fond de l’océan, dans les zones côtières, les estuaires, les rivières et les lacs. Avec le développement moderne de la plongée sous-marine dans le monde entier dans les années 1960, le patrimoine culturel subaquatique est fortement affecté par l’action des plongeurs professionnels et des plongeurs récréatifs. En référence aux lois de sauvetage de la Floride de 1967, la République dominicaine a promulgué un décret établissant le partage équitable des vestiges récupérés. En 1977, la Commission de récupération archéologique a été créée dans le but de contrôler les activités liées au patrimoine culturel subaquatique et d’inventorier les naufrages en octroyant de vastes zones à diverses entreprises. En 1999, l’Office National du Patrimoine Culturel Subaquatique (ONPCS) a été créé dans le but d’établir un cadre juridique et des capacités techniques pour l’étude et la protection de ce patrimoine. Cet office a été intégré à la Secrétairerie d’État à la Culture à partir de l’an 2000. En 2012, il a changé de nom pour devenir la Direction

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Aujourd’hui, le Centro León envisage d’étendre sa présence et ses activités culturelles à la ville coloniale de Santo Domingo, dans le but d’établir un lieu de rencontre interactif, avec des espaces culturels et récréatifs pour mettre en valeur et diffuser les identités dominicaines. Pour atteindre cet objectif, la rénovation du bâtiment qui abritait à l’origine la rangée de maisons seigneuriales construites sur ordre du gouverneur Nicolás de Ovando au début du XVIe siècle est en cours.

En effectuant une analyse comparative en ce qui concerne le nombre de voyages effectués sur une période d’environ 300 ans, plusieurs auteurs mentionnent qu’il y a plus de sept cents épaves au niveau régional. Seulement un pourcentage minimal de ces navires a été localisé (certains auteurs mentionnent 23,3 %). La Direction du patrimoine culturel subaquatique est en train d’inventorier ces naufrages. Rappelons que la Santa María, qui faisait partie de l’expédition de Colomb en 1492, a été le premier de ces naufrages documentés ; avec ses restes, le fort de La Navidad a été construit sur la côte de l’actuel Haïti.


Nationale du Patrimoine Culturel Subaquatique (DNPCS), sur décision du Conseil de la Culture. Actuellement, les installations de cette Direction nationale du patrimoine culturel subaquatique, situées en bordure des remparts de la Cité coloniale de Santo Domingo, sont en cours de rénovation. Au cours des dernières décennies, par le biais de son bureau régional à La Havane et d’autres instances, l’UNESCO a collaboré avec le pays en matière de formation du personnel institutionnel et des groupes intéressés à la protection et à la gestion du patrimoine culturel subaquatique. L’archéologie sous-marine: Les naufrages les plus significatifs en République Dominicaine

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L’intérêt pour le patrimoine subaquatique découle de la nécessité de protéger, de préserver et de valoriser ce patrimoine culturel immergé de la nation. Les antécédents de l’archéologie sous-marine remontent au mandat de la Couronne espagnole visant à récupérer les biens de ses naufrages dans nos eaux territoriales. Depuis les opérations de sauvetage commercial des années 1970 jusqu’à la création au XXIe siècle de zones marines protégées en tant que musées vivants de la mer, nous nous sommes engagés dans leur protection. Récemment, le tourisme culturel et la contribution à l’environnement marin par le biais de la coopération entre le Ministère du Tourisme, le Ministère de la Culture et le Ministère de l’Environnement sont encouragés. Comprendre et apprécier ce patrimoine nécessite une approche éducative qui nous permette d’acquérir des connaissances et une sensibilité pour en évaluer l’importance. L’archéologie maritime est une discipline relativement récente et en développement lent en Amérique latine, «principalement en raison de son application novatrice sur le terrain, du manque de professionnels qualifiés pour mener à bien ces travaux et du manque de législations internes ou de positions claires pour protéger, enquêter et diffuser le patrimoine culturel subaquatique» (Pérez Díaz, 2019). Le développement de cette spécialité a entraîné la désintégration de vaisseaux naufragés importants à Samaná, Miches, Montecristi, La Isabela, Punta Cana, Palenque, Barahona et Santo Domingo, entre autres naufrages historiquement importants pour

lesquels nous disposons d’informations précieuses sans la rigueur de l’archéologie. La richesse qui est restée immergée dans ces zones du territoire national à l’époque de la colonisation est incalculable et intangible. Le patrimoine culturel subaquatique de la République dominicaine est l’un des plus importants de la région. Certains naufrages sont très connus, comme ceux du Nuestra Señora de la Limpia y Pura Concepción (1715), du Conde de Tolosa et du Nuestra Señora de Guadalupe (1724), ainsi que du Begoña (1725). D’autres moins connus mais tout aussi importants, bien qu’ils n’aient pas fait l’objet des recherches nécessaires, sont le Marigalante, le vaisseau amiral de Colomb lors de son deuxième voyage (1495) ; environ sept navires détruits lors de l’ouragan de juin 1496 dans la baie de La Isabela, où est mort Caonabo, alors qu’il était emmené en captivité en Espagne ; Scipion Punta Hicaco, dans la baie de Samaná (1782) ; la flotte d’Ovando, située à Cayo Blanco, sur l›île Saona (1515) ; Fiance, à Cayo Tururú, dans la baie de Montecristi (1653) ; Bannister, à Cayo Vigía (XVIIIe siècle), et d’autres épaves datant d’époques similaires. Il convient de souligner les trois naufrages les plus importants et les plus étudiés : Nuestra Señora de la Limpia y Pura Concepción, Conde de Tolosa et Nuestra Señora de Guadalupe. Nuestra Señora de la Limpia y Pura Concepción En juillet 1641, la flotte de Nueva España quittait Veracruz pour son voyage de retour vers la péninsule ibérique. Le convoi était composé de trente navires, avec à sa tête le navire de l’amiral Juan de Villavicencio, Nuestra Señora de la Pura y Limpia Concepción, un galion de 600 tonnes construit à La Havane en 1620. Il transportait une cargaison d’une valeur inestimable en or et en argent, ainsi que des milliers de pièces de monnaie de Philippe IV, provenant de la production d’or et d’argent des mines du Mexique et de Potosí, de la porcelaine chinoise de la dynastie Ming, des bijoux et les effets personnels de la veuve d’Hernán Cortés. Suite à une escale à La Havane pour réparer des dommages, la flotte a repris son voyage. Après avoir affronté une tempête, elle a dérivé jusqu’à ce que la nuit du 30 octobre, des vagues puissantes fassent cha-

virer le Concepción sur des récifs sous-marins situés à 75 milles marins au nord de la République Dominicaine. Cette nuit-là, les courants l’ont entraîné jusqu’à ce qu’il heurte un autre récif, se brisant à l’arrière, puis il a sombré entre deux bords de corail, à une profondeur de 15 mètres. Sur les 500 membres d’équipage, seuls 200 ont réussi à survivre. La cargaison extraordinaire d’or et d’argent du Concepción a rapidement suscité le projet de récupérer les biens naufragés. Conde de Tolosa et Nuestra Señora de Guadalupe Le Conde de Tolosa a été acheté par la Marine vers 1718. Il a porté les noms de Conde de Tolosa, Tolosa et San José. En ce qui concerne son origine, il s’agit probablement du navire français Toulouse, construit par François Coulomb à Toulon en 1703. Naufragé en 1707, il a été renfloué la même année. Le 12 décembre 1707, il a été capturé par le navire britannique Stirling Castle, et ses nouveaux propriétaires l’ont renommé Toulouse, bien qu’il ait été mis hors service l’année suivante et n’ait effectué aucun service pour la marine britannique. Le 3 juillet 1724, sous le commandement du capitaine de vaisseau D. Sebastián de Villaseñor, il a quitté Cadix en compagnie du navire Nuestra Señora de Guadalupe. Les deux faisaient partie de la flotte de l’azogue, qui transportait du mercure à Veracruz, sous le commandement du lieutenant général D. Baltasar de Guevara. Le Conde de Tolosa transportait à son bord une cargaison de mercure et d’autres marchandises, ainsi que 600 hommes parmi les membres d’équipage et les passagers. Après une escale à Tenerife, ils sont arrivés à Porto Rico le 13 août pour prendre de l›eau et réparer le mât du Tolosa, puis ils ont repris la mer le 23. En route de Porto Rico à La Havane, ils ont été pris dans une tempête le 24 août, ce qui les a poussés à chercher refuge dans la baie de Samaná. Cependant, après avoir dépassé le cap San Rafael, ils ont échoué sur des récifs, au milieu de vents violents. Sur le Guadalupe, environ 500 personnes sur les 680 à bord ont survécu, tandis que sur le Tolosa, il y a eu à peine 30 survivants parmi les 600 personnes à bord, car il a sombré plus loin de la côte. Le général Guevara est décédé dans l’un des canots de sauvetage.


Le Phare de Colomb et le Musée des Atarazanas Reales: reconnaissance de la valeur du patrimoine culturel subaquatique

à échelle naturelle permet aux visiteurs de vivre l’expérience de la vie des navigateurs de l’époque lors de leurs voyages.

La construction et l’inauguration du Monument du Phare Colón en 1992 ont marqué un tournant dans la reconnaissance de ce patrimoine, abritant un musée contenant des biens subaquatiques d’une grande importance. Les restes de l’amiral Christophe Colomb ont également été réinstallés dans ce monument à l’occasion du 500e anniversaire de la «découverte et de l’évangélisation de l›Amérique». À l’époque, Pedro Morales Troncoso était gouverneur et directeur du Parc national de l’Est, aujourd’hui Cotubanamá, qui abrite de nombreux sites taïnos, tels que la grotte de José María, qui contient de nombreux pictogrammes d’importance cérémoniale pour les indigènes.

La création de Zones Marines Protégées en tant que Musées Vivants de la Mer offre l’opportunité de combiner le récréatif et le culturel, en plus de contribuer aux études de biologie marine et au Ministère de l’Environnement. Ces Musées Vivants sont une alternative au sauvetage commercial, avec des exemples tels que le Capitaine Kidd (1699), le Begoña (1725) et maintenant le naufrage de 1550 sur la côte est, actuellement protégé pour une gestion à long terme et un accès durable au public, ce qui représente une offre sportive-culturelle de haut niveau qui encourage le tourisme culturel.

La genèse et la transformation de la culture dominicaine : un regard panoramique Manuel Vargas Aucune culture ne reste statique et aucune culture ne se transforme en isolement total. Cela est particulièrement vrai dans le cas des cultures caribéennes, situées dans un espace géographique et social caractérisé par l’ouverture et l’échange à l’intérieur et à l’extérieur de ses limites territoriales. Pour beaucoup, le processus de mondialisation a pris naissance dans cette région à partir du XVIe siècle. La culture dominicaine actuelle s’est configurée au cours d’un parcours réalisé par des personnes concrètes dans l’espace et le temps. Ce parcours est indissociable des relations de ces personnes avec les structures sociales, la terre et le ciel, les divinités et les contemporains mortels qui ont conditionné leurs actions et leurs réflexions en tant qu’acteurs et sujets de processus spécifiques. Au cours de ce parcours, qui n’a pas été linéaire, ascendant, ni prédestiné, ces per-

C’est dans le cadre de cette trajectoire que nous pouvons mieux comprendre les monuments, la gastronomie, les activités ludiques, la langue et la religiosité, des expressions importantes de la culture matérielle et immatérielle dominicaine documentées dans ce livre. Ces ressources culturelles, répandues sur tout notre territoire, sont indissociables de deux liens de vie qui ont rendu possible notre identité en tant que Dominicains, à savoir : “l’expérience de la permanence malgré tous les changements dans notre situation et nos actions” et “l’expérience d’agir et de souffrir” aux côtés des autres. Dans cette narration, la culture est définie comme l’ensemble changeant et socialement structuré de pratiques, d’objets, de symboles, de valeurs, de normes et de croyances que nous avons hérité de nos prédécesseurs et que nous avons appris et transformés aux côtés de nos contemporains. La langue est mise en avant comme la fibre indispensable qui tisse et maintient vivante cette totalité complexe. Structuration sociale, identité culturelle

citoyenneté

et

Lorsque la culture est assimilée à la nationalité ou à la citoyenneté, la conclusion logique est que la genèse de la culture dominicaine actuelle s’est produite en trois moments clés : à partir du 1er décembre 1821, lorsque l’éphémère indépendance a été déclarée ; le 1er mars 1844, lorsque, sous l’impulsion du Cri de l’Indépendance du 27 février, la Junte Centrale du Gouver-

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Plus récemment, la DNPCS a collaboré à la structuration de la collection, à la conception et au contenu de la muséographie du Musée des Atarazanas Reales (MAR), inauguré en 2019, qui est, en son genre, le plus important et complet de la région, avec toutes ses pièces d’origine. Il est situé dans l’ancien bâtiment des Atarazanas Reales, dans la vieille ville, construit au début du XVIe siècle et utilisé pour la construction et la réparation de navires. Le musée abrite environ 1 200 objets faisant partie des plus de 50 000 provenant de différents naufrages et appartenant au patrimoine national subaquatique. Il est important de signaler dans le cadre de la muséographie, la salle illustrant le naufrage de la Santa María au XVe siècle. Dans l’espace suivant, les vitrines exposent des instruments de navigation et des objets provenant de naufrages des XVe et XVIe siècles, ainsi que des biens venant d’autres civilisations témoignant des échanges commerciaux et culturels de l’époque. L’autre salle présente une collection provenant du naufrage des navires de mercure de 1724, Nuestra Señora de Guadalupe et Conde de Tolosa. L’espace destiné au XVIIème siècle témoigne de l’échange commercial et culturel réalisé à cette époque sous le concept de commerce global. La salle correspondant au XVIIIeme siècle, se concentre sur la manière dont les produits étaient transportés à travers une collection d’amphores de différentes caractéristiques. Le musée comprend également des objets récupérés du naufrage du Begoña, situé à La Caleta, municipalité de Boca Chica, où il y avait une installation indigène. Enfin, une réplique du Nuestra Señora de Guadalupe

Le patrimoine culturel est un héritage que nos ancêtres nous ont légué pour que nous n’oubliions pas nos racines, nos coutumes et nos traditions. Parler du patrimoine subaquatique dans notre pays, plutôt qu’un simple rappel, est un regard sur les événements d’une époque, joués par ceux qui ont émigré en cherchant et en apportant des façons différentes de communiquer et d’établir des relations entre l’Espagne et le Nouveau Monde, créant l’un des processus de transculturation les plus impactants au niveau mondial.

sonnes ont utilisé des ressources culturelles spécifiques qui ont façonné un tissu social reliant ces relations particulières à un vaste réseau culturel résilient, flexible et diversifié. Ce réseau a connu des ruptures et des continuités qui ont entraîné la perte, la transformation et la préservation de ressources culturelles matérielles et immatérielles. C’est ce tissu social dynamique et diversifié qui soutient aujourd’hui notre identité, notre altérité et notre sentiment d’appartenance à un territoire qui chaque jour renforce sa connectivité avec le monde global et avec des espaces sociaux transnationaux. Les migrations, le commerce extérieur, le tourisme, les technologies de la communication et les accords internationaux sur des questions urgentes sont des moteurs clés de notre présence croissante au-delà des frontières géographiques.


nement a entamé un processus de structuration sociale et politique ; et enfin, à partir du 6 novembre de cette année-là, avec un nouveau contrat social entre gouvernants et gouvernés qui a légitimé la Constitution de la République Dominicaine. En effet, des symboles clés de notre culture immatérielle, tels que le blason, le drapeau, l’hymne national, la frontière en tant qu’espace socioculturel et politique, le catholicisme et les idées libérales, se sont enracinés dans l’imaginaire collectif au cours de cette période centrale de notre configuration historique, renforçant ainsi la signification culturelle d’être Dominicain. L’historiographie dominicaine a mis en évidence que, bien qu’il soit certain que c’est en 1844 que le gentilé “dominicain” a été formalisé du point de vue juridique en tant que symbole durable du sens de l’appartenance au nouvel espace socioculturel et politique, ce terme a commencé à être utilisé bien avant ces événements, dès la fondation de la Nouvelle Isabela à l’embouchure de la rivière Ozama au cours de la période 1496-1498, et sa relocalisation sous le nom de Santo Domingo après l’ouragan qui l’a détruite en 1502.

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De même, il a été documenté qu’au XVIIe siècle, le mot “dominicain” était couramment utilisé dans une grande partie de notre territoire et outre-mer. En d’autres termes, nous avons commencé à nous sentir, à être appelés par d’autres “dominicains”, et à nous définir comme tel, avant d’acquérir la catégorie de citoyens. Un travail multidisciplinaire de recherche et d’interprétation méritoire a contribué à affirmer qu’à la fin du XIXe siècle, une culture créole s’est consolidée sur notre territoire, intégrant les matrices culturelles indigène, espagnole et africaine. De ce point de vue, la genèse de cette culture hybride a été marquée par les événements survenus pendant la période 1492-1501, avec le contact et l’interaction entre les habitants autochtones, les conquérants espagnols et les Africains réduits en esclavage. Comme nous le verrons, ce triangle culturel fondateur s’est complexifié en se liant à d’autres tissus culturels produits depuis lors. Les archaïques en tant que premiers habitants : une audace marquée par la diversité

Le peuplement humain de l’île que nous habitons a été précédé par de longs processus géologiques, écologiques et biologiques complexes qui ont eu lieu dans les Grandes Antilles, c’est-à-dire la région géographique comprenant la côte nord de l’Amérique du Sud, l’Amérique centrale et les îles et milliers d’îlots de différentes tailles qui composent les Caraïbes insulaires ou les îles des Caraïbes. La migration de plantes, d’animaux et d’autres organismes vivants a été un élément essentiel de la diversité de la faune et de la flore qui caractérise les environnements naturels de ce territoire insulaire. L’adaptation humaine à cette diversité a été l’un des déterminants centraux du peuplement de l’île, ainsi que de la genèse et de la transformation du réseau culturel sur ce territoire. Le terme “archaïques” est conventionnellement utilisé pour désigner les premiers habitants de l’île. Originaires d’Amérique du Sud, ces habitants utilisaient des radeaux et des pirogues sans voile pour se déplacer en mer au cours d’un long processus migratoire circulaire, initialement de portée modeste. Progressivement, ils se sont adaptés aux environnements naturels spécifiques de chaque île ou groupe d’îles. Les relations sociales de lutte, d’échange et de coopération ont marqué la communication entre les groupes arcaïques aux ressources culturelles diverses. En l’absence d’écriture, le langage verbal et symbolique a joué un rôle clé dans ces relations. La culture immatérielle arcaïque se manifeste dans les connaissances et les compétences nécessaires à la fabrication d’objets en pierre. Les haches, les pilons coniques, les morceaux de corail utilisés comme guayos (pièces de meulage), ainsi que les poids pour maintenir les filets, nous montrent une culture artisanale archaïque qui n’a rien à envier en termes d’esthétique et de fonctionnalité. Cet héritage est un élément important de notre patrimoine culturel. Les agroalfareros : un réseau culturel hybride La migration de groupes culturels différents sur plusieurs milliers d’années a donné naissance à de nouvelles relations sociales de production, de consommation et d’échange au sein de l’espace des Grandes Antilles. Tant l’augmentation que la consolidation de la population et l’hybridation culturelle des îles se sont produites dans ce contexte. Se-

lon l’interprétation scientifique dominante, la sédentarisation, la production agricole et la fabrication de poteries en argile ou en céramique ont marqué un tournant dans la formation du tissu culturel de ces nouveaux habitants des îles. Le terme “agroalfareros”(potiers agricoles) est conventionnellement utilisé pour désigner l’ensemble hétérogène de groupes culturels porteurs de la culture arawak, qui ont rendu possible cette transformation. Ils venaient de la côte nord de l’Amérique du Sud, plus précisément des environs de l’embouchure du fleuve Orénoque, aujourd’hui partie du territoire continental du Venezuela. Il a été avancé que le groupe culturel appelé taïno prédominait parmi les agro-alfareros de notre île. Ce terme, selon les chroniqueurs espagnols qui l’ont enregistré, était utilisé par les autochtones de localités spécifiques pour se définir comme des personnes pacifiques et amicales à l’égard d’autres habitants perçus comme différents. En mettant en avant la culture taïna comme composante prédominante du mode de vie agro-alfarero, il est impératif de souligner que d’autres groupes culturels habitaient également l’île à l’époque préhispanique. En effet, les Macorixes et les Ciguayos, chacun avec ses spécificités culturelles, étaient des habitants permanents de territoires importants. L’utilisation de plusieurs langues dans la vie quotidienne témoigne de la complexité de la culture immatérielle à cette étape de notre trajectoire. En réalité, il s’agissait d’un espace culturel hybride avec une prédominance des ressources culturelles typiquement taïnas. Les ressources culturelles qu’ils ont apportées, associées aux compétences développées dans le processus d’adaptation aux nouveaux environnements naturels, ont abouti à la consolidation d’un système de production agricole qui, combiné à la pêche et à la cueillette, assurait leur alimentation et permettait les échanges à l’intérieur et à l’extérieur de l’île. Initialement, ce système agricole s’appuyait sur la méthode de culture connue sous le nom de brûlis ou couper et brûler, c’est-à-dire l’abattage et la combustion de la végétation pour utiliser les cendres comme engrais pour les cultures plantées dans le conuco (terme taïno). Par la suite, la méthode de plantation sur des buttes de terre a considérablement augmenté la productivité, généré des excé-


dents et accru les échanges. La croissance démographique, l’amélioration des habitations - appelées bohío et caney - des villages, ainsi que la prolifération des places cérémonielles en tant qu’espaces centraux de la société taïna, ont été les résultats marquants de cette adaptation réussie. Bien qu’il soit vrai que l’agriculture taïna était diversifiée, la culture la plus importante était le manioc, dont la racine était utilisée pour fabriquer du casabe (terme taïno) par le biais d’un processus complexe comprenant le râpage avec des râpes en pierre, l’élimination de substances toxiques et la cuisson sur une plaque en argile plate appelée burén (terme taïno). La racine du guáyiga, une plante sauvage abondante dans plusieurs endroits, était utilisée pour préparer des aliments cuits selon des méthodes différentes de celles utilisées pour faire le casabe, dans la fabrication duquel les femmes taïnas occupaient une place importante.

Ces rituels, dirigés par le cacique et le behique ou prêtre, faisaient partie intégrante de la vision du monde taïno, qui se caractérisait par sa complexité, sa subtilité et sa grande sensibilité. En effet, dans cette vision du monde, la vie et la mort, le matériel et l’immatériel, avaient des significations très différentes de celles de notre culture actuelle. Le polythéisme, par exemple, servait à relier les êtres humains et les divinités d’une manière très étroite et dans un dialogue constant avec les forces de la nature. L’art rupestre s’est étendu et diversifié au cours de cette période, aussi bien dans les grottes que dans les espaces

Ruptures et continuités socioculturelles : 1492-1605 Ce réseau culturel autochtone a commencé à se transformer rapidement à partir du 6 décembre 1492, lorsque Christophe Colomb et ses compagnons ont foulé pour la première fois ce territoire. En effet, cet échange particulier d’objets, d’aliments, de symboles, de gestes et de sons entre des personnes manifestement différentes a marqué un avant et un après dans l’altérité locale, c’est-à-dire dans les notions de nous et d’ eux. C’est également là que s’est formé un nouveau sens de l’appartenance au territoire. Les dix-sept navires et les mille cinq cents Espagnols qui ont participé au deuxième voyage de Colomb représentaient non seulement une rencontre de cultures, mais aussi un projet de conquête qui a entraîné une rupture irréversible du réseau culturel autochtone. Cette rupture s’est accentuée avec la mise en œuvre du plan de contrôle et de transformation de la société autochtone dirigé et exécuté par Nicolás de Ovando de 1502 à 1509. Quelque chose de similaire s’est produit lors des deux périodes où Diego Colón a gouverné L’Hispaniola à partir de 1509. En termes culturels, ce qui s’est passé de 1492 lors des ravages d’Osorio en 1605-1606 est indissociable des processus de domination, de résistance, d’échange, de réciprocité, de reconnaissance, d’adaptation, de pouvoir et de créativité qui ont accompagné la conquête. Il est bien connu que la population autochtone a fortement décliné en raison de l’esclavage, du travail forcé, des maladies, y compris des pandémies, des conflits violents, des châtiments et du suicide. Moins connu est le fait que l’ADN dominicain contient près de 4 % d’ADN autochtone, que des centaines de mots taïnos font partie de notre vocabulaire, que de nombreuses rivières portent des noms taïnos, que de nombreuses pratiques de guérison ont leurs

origines dans la société autochtone, et que dans la culture traditionnelle, une partie de nos aliments est toujours cultivée. Les voix s’opposant à la maltraitance des autochtones, en particulier celles d’Antonio de Montesinos et de Bartolomé de las Casas, ont servi de bouclier éthique et moral pour leur protection temporaire. Ces deux voix humanistes ont également contribué à renforcer le rôle de l’Église catholique dans la conquête. C’est dans ce contexte que deux symboles religieux espagnols sont devenus essentiels dans notre culture immatérielle : la Vierge de l’Altagracia et la Vierge de las Mercédès. En effet, depuis que l’image de la première divinité est arrivée à Higüey en provenance d’Espagne en 1514, elle occupe une place centrale dans notre identité nationale. Selon le récit actuel, quelque chose de similaire s’est produit avec la Vierge de las Mercédès depuis 1495, lorsque son image a été utilisée comme symbole de la protection divine pour les troupes espagnoles lors d’une rencontre tendue avec les autochtones du caciquat de Maguá, aujourd’hui la province de La Vega. La traite des esclaves africains a été la solution donnée par les autorités espagnoles aux répercussions économiques, sociales, politiques et morales de l’esclavage autochtone. Les premiers esclaves, appelés “ladinos”, ont été amenés d’Espagne. Ils étaient christianisés et s’étaient familiarisés avec la culture d’une partie de l’Espagne, y compris la langue. Ils ont été mis au travail dans l’extraction de l’or alluvial et de surface, puis dans les moulins où le sucre était fabriqué à partir de la canne à sucre introduite depuis les îles Canaries lors du deuxième voyage de Colomb. Plus tard, la demande croissante en main-d’œuvre esclave a été satisfaite en amenant directement des esclaves d’Afrique, appelés “bozales”, qui appartenaient à près de 133 ethnies africaines différentes sur le plan culturel et parlaient différentes langues. Tout comme les cultures autochtones, aucune des cultures venues d’Afrique ici n’a survécu intacte en raison des perturbations causées par l’esclavage et la colonisation. Cependant, comme l’a souligné Bernardo Vega, des études scientifiques récentes ont montré que près de 49 % de l’ADN dominicain est d’origine africaine. De même, comme l’a démontré Carlos Esteban Deive, de nombreux mots, expressions, croyances

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Il y a un consensus selon lequel, en conséquence de l’organisation sociale hiérarchisée appelée cacicazgo (caciquat), dirigée par le cacique, et de l’amélioration de l’agriculture, il y a eu un saut qualitatif dans deux dimensions de la culture immatérielle taïne, à savoir : la complexité, la diversification et le perfectionnement de la fabrication d’objets en argile d’une grande beauté dont la finalité n’était pas seulement utilitaire ainsi que la fabrication exquise d’objets en argile, en pierre, en bois, en os et en matériaux périssables destinés à être utilisés dans des rituels tels que la cohoba, les enterrements, l’areito et pour favoriser la fertilité. Les trigonolitos, les spatules vomitives, les amulettes, les dúhos et les fotutos décorés sont quelques-uns des objets qui témoignent de l’épanouissement de la créativité artistique taïna.

extérieurs. La connaissance des plantes à des fins curatives et spirituelles faisait partie intégrante de la culture immatérielle taïna et était accompagnée de la sensibilité nécessaire pour “dialoguer” avec la nature. Le dialogue avec l’eau était important dans cette relation animiste. Il n’est pas accidentel que de nombreuses pièces lithiques gravées se trouvent très près ou à l’intérieur des rivières, des sources et des ruisseaux.


et pratiques religieuses d’origine africaine font partie de la culture d’une partie de notre population. Le tambour et l’artisanat fabriqué à partir du higüero séché (un calebassier) affichent les compétences artisanales apportées d’Afrique. En effet, les interactions entre les autochtones Taïnos, les Ciguayos, les Macorixes, les Espagnols de différentes régions et les Africains réduits en esclavage, issus de différentes ethnies, ont déclenché un processus de transculturation sans précédent sur l’île. Cette rencontre tendue, conflictuelle et multidimensionnelle a marqué la genèse d’un réseau culturel hybride. Il n’est pas exagéré de dire qu’à chaque sommet du triangle indigène-hispano-africain de ce réseau, la culture s’exprimait au pluriel, c’est-à-dire que les Espagnes, les Afriques et au moins trois cultures autochtones étaient présentes. Plus tard, cette pluralité a inclus, à des degrés divers, les influences culturelles en provenance du Portugal, de la France, de l’Angleterre, de la Hollande et de l’Allemagne.

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La transculturation culturelle, le syncrétisme religieux et le phénotype mulâtre qui nous définissent en tant que peuple ont comme toile de fond cet échange. Bien que l’île ait fourni l’or tant recherché par les colons, elle ne l’a pas fait en quantité attendue. Cela explique le passage de l’exploitation minière vers les trapiches et les usines de sucre, initialement exploités par des autochtones et des Africains réduits en esclavage. De cet univers d’oppression a émergé la résistance à l’esclavage et aux mauvais traitements menée par les marrons qui se sont enfuis vers les refuges (manieles ou les palenques). La première rébellion de ce genre a eu lieu en 1521 à Noël. Sebastián Lemba, le légendaire marron né en Afrique occidentale en 1520 et réduit en esclavage dès son plus jeune âge, se distingue comme une figure emblématique de la résistance des Africains. De son côté, bien que pour des raisons différentes et non dénuées d’ambiguïtés, la résistance menée par Enrique Bejo, connu sous le nom d’Enriquillo, est une référence à la fois de la réponse autochtone aux mauvais traitements et de la complexité de la société coloniale. Enriquillo a lancé une longue campagne de résistance dans des endroits inhospitaliers. À sa mort en 1535, survenue pacifiquement après la signature d’un pacte de paix, il avait le statut noble de “don”. Un héritage cultu-

rel intangible de sa part est la modalité de lutte non conventionnelle caractérisée par une mobilité constante et une invisibilité, aujourd’hui connue sous le nom de “guérilla”. Dans les manieles, en tant qu’espaces de relative liberté, l’interaction entre les autochtones et les Africains a eu lieu en dehors du contrôle des conquistadors. C’est là que les marrons autochtones et africains ont tissé un réseau culturel hybride qui a permis de perpétuer de nombreuses pratiques et ressources culturelles taïnas malgré la disparition physique de leurs créateurs. Les habitants africains des manieles ont agi en tant que gardiens de ressources culturelles africaines et d’une partie de la culture immatérielle taïna, malgré les ruptures causées par la colonisation et l’esclavage. C’est là que le tambour est né, fabriqué avec la peau d’animaux provenant d’Espagne et avec les connaissances nées en Afrique. Là aussi, en utilisant les connaissances des Africains et des autochtones, on a planté des bananiers, des okras, des ignames, des pois d’Angole et d’autres cultures venues d’Afrique directement ou par l’intermédiaire des îles Canaries. La fabrication d’objets en métal qui s’y est produite est indissociable de la connaissance des métaux détenue par les Africains ladinos et bozales, contrairement aux autochtones. Les deux groupes ont utilisé le “photuto (savoir) autochtone”. Le higüero, une plante aux multiples significations matérielles et immatérielles pour les Taïnos, faisait partie de la vie quotidienne. Dans ces espaces de résistance, il y a aussi eu des échanges religieux, symboliques, musicaux, médicinaux, culinaires et linguistiques. L’incapacité à réaliser le développement économique d’Hispaniola principalement basé sur l’or et le sucre, et dans une moindre mesure sur la culture du gingembre et d’autres cultures destinées à l’exportation, a donné naissance à une longue trajectoire de pauvreté aiguë et croissante qui nous a menés à une misère généralisée du XVIIe au XVIIIe siècle. Lorsque l’Espagne a perdu son intérêt pour l’île et que celle-ci est devenue de plus en plus déserte et peu peuplée, lorsque l’esclavage s’est assoupli, le réseau culturel marron a commencé une trajectoire en dehors des manieles, en tissant les fragments brisés des cultures autochtones et africaines avec le réseau culturel diversifié des Espagnols qui sont restés. Pour survivre dans la difficile situation créée

par cette pauvreté qui s’est répandue dans tout le territoire, les habitants ont utilisé ce réseau hybride comme un lien de vie à travers “l’expérience d’agir et de souffrir ensemble”. Ce réseau, au lieu d’être homogène au niveau national, avait une empreinte régionale et locale. Cet ancrage territorial deviendra plus évident au XIXe siècle, avec le nord et le Cibao tabaquero en tant que porte-étendard, le sud et la coupe de bois en tant que support et l’est avec l’élevage extensif du hato comme guide. La transition de l’exploitation agricole à l’élevage du bétail a marqué un tournant dans cette trajectoire, impliquant un changement dans les relations sociales et raciales. Les anciens marrons devenus paysans, les hatos (fermiers) et leurs esclaves, les affranchis et les montagnards, à pied ou à cheval, avec des outils agricoles et des armes pour chasser et se défendre, se sont aventurés à l’intérieur du pays, ouvrant des chemins et créant des espaces de survie. Ce groupe emportait avec lui des hamacs pour se reposer, des saints et des vierges pour prier, des coqs de combat, des oiseaux de basse-cour, des chiens de chasse, des porcs pour la viande et la graisse, leur savoir en matière de guérison, des compétences pour aider lors des accouchements et des connaissances sur la manière de tirer parti des ressources naturelles. En dépit des inégalités persistantes, cette société rurale devait partager la pénurie plus que l’abondance. La vie de ces habitants se caractérisait par “se reposer et jouer avec les coqs, prier et cuisiner ; chasser le bétail et consommer un régime alimentaire de base composé de bananes plantains, de viande, de haricots, de casabe, de manioc et de patates douces”, comme l’a exprimé Del Monte. L’expansion de cette société débile sur le territoire et l’émergence d’une économie rurale de subsistance sont connues sous le nom de “ruralisation” de la société dominicaine. Ce qui impliquait s’éloigner des villages et s’enraciner dans la terre pour survivre à l’intérieur du pays. Ce mouvement vers l’intérieur a contribué à enraciner la culture de la terre dans l’identité dominicaine avec plus de force que la culture de l’eau. Les dévastations d’Osorio au cours de la période 1605-1606 et les événements ultérieurs ont mis en évidence la présence dans


l’île d’un groupe européen différent des Espagnols, déterminé à s’installer dans une île peu peuplée et à participer à la contrebande comme activité lucrative. Cette activité illégale entrait en conflit avec les intérêts de l’Espagne à l’intérieur de l’île et nous liait aux intérêts d’autres nations européennes, notamment la France, l’Angleterre, la Hollande et l’Allemagne, qui s’installaient progressivement dans les Caraïbes non espagnoles, ajoutant diversité culturelle tant sur le plan matériel qu’immatériel. Les migrations en provenance des îles Canaries, qui ont eu lieu depuis la fin du XVIIe siècle jusqu’à environ la moitié du XVIIIe siècle, ont laissé un héritage socioculturel ancré dans la région avec la fondation de San Carlos de Tenerife (dans la capitale), Sabana de la Mar et Santa Bárbara de Samaná.

Du point de vue culturel, l’année 1697 a marqué un tournant. En effet, cette année-là, le traité de Ryswick a été signé en Hollande, officialisant deux espaces socioculturels substantiellement différents sur l’île, à commencer par la langue : Saint-Domingue espagnol à l’est et Saint-Domingue français à l’ouest. Ce qui s’est passé dans les deux territoires entre cette date et 1804, date de la naissance de la République d’Haïti, a eu comme fil conducteur les spécificités du système esclavagiste de chaque côté de l’île. En effet, tandis que dans l’ouest, un modèle strict d’esclavage a été instauré, créant une forte distance sociale entre esclavistes et esclaves, à l’est, l’esclavage, bien qu’il le reste, était plus souple et permettait une interaction moins distante entre les deux classes sociales. La manumission, c’est-à-dire l’achat de la liberté par certains esclaves, a joué un rôle important dans ces processus, car les affranchis ont créé des établissements et ont contribué à la création d’espaces culturels essentiels, tels que les confréries.

La culture créole du XIXe siècle : accentuant la complexité La relative solitude de Saint-Domingue espagnol n’était pas synonyme d’isolement total. En effet, l’importance économique croissante de l’île dans son ensemble sur la scène mondiale, principalement due à la solidité de l’économie esclavagiste à Saint-Domingue français, a maintenu ouvertes les portes par lesquelles sont entrées les influences des événements mondiaux et régionaux survenus au XIXe siècle. Deux de ces processus étaient la naissance de la République d’Haïti en 1804 et la période historique connue sous le nom de l’Espagne Boba (1809-1821), qui ont complexifié notre réseau culturel à la fois sur le plan matériel et immatériel. L’utopie modernisatrice initiée par Ulises Heureaux (Lilís) de 1887 à 1899 était indissociable de nos relations avec les économies américaine, allemande et néerlandaise. Par exemple, plusieurs entreprises allemandes ont directement participé à l’exportation du tabac créole vers l’Allemagne. Il en a été de même pour la construction du chemin de fer. Le capital américain et allemand ont tous deux joué un rôle de premier plan dans la modernisation de la République dominicaine au XIXe siècle. L’impact social et politique de l’occupation haïtienne (1822-1844) sur notre société s’est également exprimé dans le tissu culturel de localités spécifiques. Des exemples notables incluent le créole haïtien, les pratiques religieuses, les plats appelés chacá et chenchén, ainsi que les friandises au sésame et à la cacahuète. Dans le cas des haricots sucrés, un plat emblématique de la cuisine créole pendant le Carême, il a été suggéré que la recette originale a été apportée d’Haïti par François Delalande, un citoyen français qui a fui à Montecristi pendant la rébellion des esclaves de Saint-Domingue. Une fois en République Dominicaine, ce

plat a été modifié et dominicanisé en utilisant de nouveaux ingrédients. La culture immatérielle dominicaine s’est diversifiée à partir de 1824 avec l’arrivée des affranchis aujourd’hui connus sous le nom de Dominicains d’ascendance afro-américaine, ou “les Afro-américains de Samaná”. Originaires de la ville de Philadelphie, en Pennsylvanie, la plupart de ces affranchis ont fui l’esclavage qui existait dans plusieurs États du Sud. Sans avoir le statut de citoyens dans leur pays d’origine, ils ont été installés par Boyer dans différentes localités de l’île dans le but de promouvoir le développement et la modernisation. La valorisation positive de leur éthique protestante, de leur bon comportement, de leurs compétences, de leur maîtrise de l’anglais comme langue maternelle, ainsi que de leur provenance, ont été déterminantes dans la mission qui leur a été confiée et dans l’octroi de la citoyenneté. En plus des ressources culturelles mentionnées, les immigrants ont également apporté la religion protestante, qui s’est initialement rassemblée dans l’Église Episcopale Méthodiste Africaine (AME, pour African Methodist Episcopal), appelée chorcha par les Créoles en altération phonétique du mot anglais “church”. Cet espace religieux était au cœur de leurs efforts pour assurer la continuité de leur culture malgré la rupture causée par leur déracinement de leur terre natale. De même, les immigrants de Samaná ont apporté la danse du bamboulá ou bamboula, qui montre une influence africaine évidente, très présente à l’époque dans les communautés afro-américaines de plusieurs États du Sud. La cuisine locale comprend l’utilisation de la noix de coco pour la cuisson du poisson et la préparation de bonbons, ainsi que des gâteaux à base de farine de blé, seuls ou mélangés avec d’autres produits. Pour souligner l’importance des migrations dans la culture créole dominicaine à la fin du XIXe siècle, parlons des immigrants cubains, dont l’exode a eu lieu dans le contexte de la guerre d’indépendance. Un symbole clé de ce lien de vie est la participation du généralissime Máximo Gómez, né à Baní au sein d’une famille d’origine canarienne, qui est parti de Montecristi aux côtés de l’apôtre José Martí, agissant et souffrant ensemble, pour obtenir l’indépendance de Cuba. Une partie importante de ces immigrants était d’origine espagnole et a joué un rôle impor-

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En tant que partie intégrante de la culture matérielle canarienne, persistent la culture de la canne à sucre et de la cañafístola (casse), l’irrigation des cultures, le gofio (fabriqué à partir de farine de céréales torréfiées et moulues), l’arepa (galette de maïs) et de nombreuses sucreries. Sur le plan immatériel, une manifestation notable de la culture canarienne est la tradition orale connue sous le nom de chuines, qui consiste en un chant a cappella improvisé sous forme de couplet.

Avec la naissance des États-Unis d’Amérique en 1776, les liens transnationaux entre notre île et les pays de la région se sont complexifiés. En effet, la proximité géographique avec l’Amérique du Nord nous a progressivement rapprochés de la modernisation de type capitaliste basée sur l’éthique protestante qui a été introduite sur le continent américain sous la direction de l’Angleterre.


tant dans l’industrie sucrière dominicaine. C’est le cas de l’ingénieur Juan Amechazurra, originaire de Matanzas, qui en 1876 a construit à San Pedro de Macorís l’usine Angelina, la première usine moderne de la République Dominicaine. L’introduction du baseball dans notre pays dans la seconde moitié du XIXe siècle est également liée à l’immigration cubaine, car c’est là-bas que ce sport a commencé à être pratiqué à partir de 1874, après avoir été introduit sur l’île depuis l’Amérique du Nord par des étudiants cubains. Selon une version non réfutée, le premier match de ce composant extraordinaire de notre culture immatérielle a eu lieu ici en 1886 entre deux équipes cubaines.

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Également en provenance de Cuba, l’immigration chinoise vers notre pays a débuté en 1862. Un premier groupe d’environ deux cents personnes est arrivé à Samaná et y est resté pendant environ quatre ans. Progressivement, ce groupe culturel s’est dispersé dans plusieurs régions et villes. Sur le plan culturel, il est significatif qu’un nombre important d’immigrants chinois ait choisi d’hispaniser leur nom de naissance comme moyen d’atténuer le rejet qu’ils ont subi à leur arrivée. Les différences culturelles, y compris la langue, ont été cruciales dans ce rejet. Comme nous le verrons plus loin, la migration chinoise s’est accentuée dès le début du XXe siècle et s’est maintenue tout au long de ce siècle. Leurs contributions à la culture matérielle et immatérielle dominicaine sont particulièrement présentes dans la gastronomie, le commerce, le monde académique, les sciences de la santé et la modernisation de la culture du riz développée à Bonao. La migration italienne occupe une place importante dans la dimension monumentale de notre patrimoine culturel. À ces contributions, nous devons ajouter celles réalisées dans le domaine immatériel par Alejandro Geraldini, le premier évêque résident de Santo Domingo, et le père Fantino Falco. Les contributions de Juan Bautista Cambiaso à la marine, fondateur de la première flottille armée du pays et héros national dominicain, se distinguent dans l’histoire de la culture italienne dans notre pays. Dans la gastronomie dominicaine actuelle, l’héritage culturel italien est remarquable, notamment dans la grande variété de plats élaborés à partir de pâtes alimentaires largement consommées sur l’ensemble du territoire national.

Le tissu culturel du XIXe siècle s’est également complexifié avec l’arrivée, en 1880, d’un grand nombre de Libanais et de Syriens, communément appelés Arabes ou Turcs ici. Venant d’Haïti, ils se sont installés à Elías Piña, Las Matas de Farfán et San Juan de la Maguana. Par la suite, ils sont arrivés à Dajabón, Puerto Plata, au Cibao, à San Pedro de Macorís et à Santo Domingo. Porteurs d’une culture propice à l’échange et à l’entrepreneuriat, il n’est pas surprenant qu’ils aient un intérêt marqué pour le commerce. Une preuve de cette attitude a été l’introduction du commerce de fantaisies, de la vente à crédit, de la négociation et de la vente itinérante qui leur ont permis de toucher des localités dans tout le pays. Par exemple, lorsque les usines de San Pedro de Macorís ont fait de cette ville la “Sultane de l’Est”, ces commerçants itinérants ont construit un vaste réseau de clients. La vente de tissus faisait partie de leur offre. Un détail important est qu’ils acceptaient la vente sur commande, un engagement qu’ils avaient du mal à ne pas respecter. Leur propension à l’économie était notable. Dans la gastronomie créole, ils ont contribué à la création de nouvelles habitudes alimentaires avec des plats tels que le kibbeh ou le quipe, le tabbouleh ou le tipile, les aubergines farcies, les choux farcis, le yogourt et le houmous, entre autres. Comme nous pouvons le voir, les Syriens, les Palestiniens et les Libanais se sont intégrés avec succès dans le tissu culturel dominicain, malgré le rejet qu’ils ont subi à leur arrivée il y a plus d’un siècle. On estime qu’il existe plus de cent noms de famille d’origine arabe dans le pays. L’entrée dans le XXe siècle en termes culturels et identitaires a été étroitement liée à la Guerre de Restauration (1863-1865). Tout d’abord, en plus de révéler l’héroïsme et le patriotisme du peuple dominicain, cet événement extraordinaire a servi de lien de vie en apportant des ressources culturelles très utiles pour renforcer notre identité dominicaine. Cette expérience d’agir et de souffrir ensemble nous a aidé à passer de la rupture à la continuité dans le but d’avoir “l’expérience de la permanence malgré tous les changements dans notre situation et nos actions”. Deuxièmement, cette expérience collective a défini de nouvelles relations avec le monde, car nous nous sommes éloignés politiquement de l’Espagne sans nier pour

autant sa présence essentielle dans notre culture immatérielle, en commençant par la langue. Et troisièmement, le commerce avec les îles Turques-et-Caïques, Saint-Thomas et Curaçao, s’est renforcé. L’immigration depuis ces îles vers Montecristi est considérée comme la première arrivée de “cocolos” ou Afro-Caribéens anglophones à Saint-Domingue, bien qu’elle n’ait pas été permanente, contrairement à celle des immigrants venus de plusieurs îles anglophones au XXe siècle pour travailler dans les sucreries de cette province et d’autres. Notre entrée dans le nouveau siècle s’est appuyée sur un réseau culturel qui a entrelacé les ressources culturelles apportées par tous les groupes mentionnés. La diversité a été et reste sa qualité la plus résiliente. “XXème Siècle”: La transformation culturelle dans un contexte transnational. Structure, acteurs et sujets En tant que ressources culturelles revêtant des significations spécifiques pour des individus concrets, les activités ludiques, la gastronomie, le langage et la religiosité sont entrés dans le XXe siècle en suivant les trajectoires des collectivités précédentes, aspirant ainsi à faire partie de la société dominicaine et à s’inscrire dans la culture dominante, c’est- à - dire la culture créole légitimée par l’État. Comme nous l’avons vu précédemment, le cadre juridique qui a soutenu la naissance de la République Dominicaine a également défini un profil culturel idéal qui a conditionné l’aspiration à la citoyenneté. Pendant les trois premières décennies du XXe siècle, l’État national se caractérisait par la fragmentation politique et la faible cohésion sociale. En plus des intérêts étrangers, une cause endogène de cette faiblesse était le conchoprimismo, c’est-à-dire les fréquentes guerres dirigées par les caudillos locaux et régionaux caricaturés comme “Concho Primo”. L’occupation américaine (1916-1924), bien qu’elle ait initié un processus accéléré de restructuration de l’appareil d’État, d’amélioration de l’infrastructure et de distribution du territoire à des fins commerciales, était loin de cohésionner la trame socioculturelle dominicaine, en particulier les ressources culturelles immatérielles. En effet, même si la culture est indissociable des structures sociales et politiques, y compris l’État, ses ressources et manifestations ne se réduisent pas aux


dispositions juridiques visant à établir des bases solides pour l’ordre, la stabilité et le progrès. La culture immatérielle est une ressource de structuration sociale, mais son éthos est fluide et résiste à la pétrification. Par conséquent, la meilleure façon de comprendre notre trajectoire culturelle au XXe siècle consiste à interpréter de manière globale les utilisations faites par les acteurs et les sujets sociaux des ressources culturelles qui composent leur réseau culturel spécifique, telles que la musique et la religiosité populaire. À cette époque, ces sujets et acteurs étaient majoritairement enracinés dans les zones rurales du pays, où a commencé un lent processus de changement social. Parallèlement, dans les zones urbaines, un processus de modernisation a commencé, ayant des implications importantes à la fois pour la ville et pour la campagne.

Dans les trois régions, le conuco était utilisé pour la culture de produits alimentaires, on élevait des porcs, les enfants fabriquaient leurs propres jouets, il y avait des ruches pour obtenir du miel et de la cire, de l’artisanat était fabriqué avec les ressources et les connaissances disponibles, la cuisson se faisait au charbon de bois ou au bois, on buvait de l’eau dans des jarres ou dans des ruisseaux, les vêtements étaient lavés à la main, les fers à repasser étaient chauffés au charbon, on jouait au domino, au billard et aux échecs, on faisait voler des cerfs-volants, les combats de coqs étaient presque sacrés, on buvait du thé au gingembre pour se réchauffer, le riz était écrasé avec un pilon, on plantait des herbes médicinales dans la cour et des fèves sur les clôtures, l’orange aigre ne pouvait pas manquer dans la cuisine, le café était filtré avec un filtre en tissu,

La structure culturelle de ce monde rural a commencé à changer progressivement, en grande partie en raison de l’augmentation de l’activité commerciale intérieure et du commerce extérieur, et elle s’est accélérée notablement à partir de l’intervention américaine et de la période connue sous le nom de l’ère de Trujillo. Examinons rapidement certains des processus qui ont contribué à la transformation sociale et économique du pays dans son ensemble. Par exemple, en 1884, le télégraphe a été installé dans la capitale. L’arrivée de l’électrification en 1896 a initié une longue série d’innovations ayant un impact culturel majeur, à tel point que l’interconnexion téléphonique entre la capitale et le Cibao, survenue en 1904, a précédé de loin la construction de la route reliant les deux points à partir de 1917. Cette route a été considérablement améliorée et inaugurée en 1922. Le premier véhicule à moteur est arrivé à Puerto Plata en 1903, et en 1905, un bus de passagers circulait déjà dans la capitale. Par la route qui reliait Navarrete, à Santiago, à Montecristi, dans la Línea Noroeste, le transport de produits alimentaires en camions a commencé. En 1911, des centrales électriques ont été installées dans certaines villes en dehors de la capitale. Et en 1930, la Compañía Dominicana de Teléfonos (Codetel) a été inaugurée dans la capitale. Quelques mois plus tard, elle a commencé à fonctionner à San Pedro de Macorís, devenant ainsi la première centrale téléphonique en dehors de Santo Domingo. Tous ces changements ont accru les échanges entre

la capitale, le Cibao et l’Est. En 1905, à Puerto Plata, le premier film a été projeté dans une salle de cinéma. Cela a été le prélude à l’utilisation du cinéma comme espace ludique important pour une partie de la population. En 1924, la première station de radio a été installée, utilisant l’équipement de sécurité militaire installé par les troupes d’occupation en 1916. Suivant la tradition de la fabrication de rhum et de bière, la Cervecería Nacional Dominicana a été créée en 1927. En 1942, l’importation de réfrigérateurs a commencé. En 1943, La Voz del Yuna a été installée à Bonao, et en 1947, la construction du bâtiment qui abriterait La Voz Dominicana a commencé à Santo Domingo, dont l’antenne a été installée en 1950. En 1951, le premier studio de télévision du pays a été construit. En 1952, l’importation de téléviseurs en noir et blanc a commencé. Le segment appelé “Romance Campesino”, avec Macario et Felipa comme personnages centraux, a servi à diffuser la culture rurale à travers la radio et la télévision. C’est dans ce contexte que l’on comprend mieux la trajectoire particulière et la grande importance du merengue dans la culture immatérielle dominicaine. En effet, ce genre musical est né dans le cadre des liens de vie propres à la ruralisation généralisée des XVIIe et XVIIIe siècles. À l’origine, ses instruments étaient la guitare, importée d’Espagne ; la güira, qui combinait des éléments indigènes et africains ; et la tambora, fabriquée avec de la peau de chèvre importée d’Espagne et avec des connaissances venant d’Afrique, comme nous l’avons déjà vu. Cette hybridation musicale s’est complexifiée avec l’arrivée de l’accordéon à la fin du XIXe siècle, qui a remplacé la guitare. La version la plus enracinée dit qu’il est arrivé à Puerto Plata en provenance de la Hollande. Dans son processus d’expansion dans la région nord, aux côtés des producteurs de tabac, le merengue est arrivé à Santiago et est devenu un élément clé de la vie quotidienne de la région du Cibao. Une version peu contestée explique que le terme perico ripiao, qui désigne sa version traditionnelle, est né dans un lieu de divertissement portant ce nom et situé à proximité de El Hospedaje, où l’odeur du sancocho (ragoût) et du chicharrón (porc frit) se mélangeait à la musique et à l’amusement sous toutes ses formes. L’expression “fête et demain les

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En effet, en 1908, la population totale du pays était de 638 000 habitants. De ce total, 58,9% vivaient dans le nord, 30,1% dans le sud (y compris la capitale) et 11,8% dans l’est. Bien que l’activité commerciale se soit développée dans le Cibao en raison de l’exportation de tabac, de cacao et de café par les ports de la région nord, en tant qu’ensemble, c’était une société culturellement rurale ; dans le sud profond, la coupe de bois était la principale activité économique, tandis que dans le sud proche (y compris Santo Domingo), la production de canne à sucre et le commerce prédominaient ; dans la région est en tant qu’ensemble, l’élevage extensif et la production de canne à sucre prédominaient.

on utilisait des lampes à fumée, on suspendait une plante d’aloès comme protection spirituelle, on récitait le chapelet pour les fidèles défunts, on jouait de la musique traditionnelle, on chantait des cantiques, on faisait des promesses aux saints, on récitait le saint rosaire, on observait le silence pendant la Semaine Sainte, on partageait avec les voisins les haricots et les fèves sucrées, on utilisait le convite pour les tâches nécessitant la coopération des autres, on racontait des histoires et des devinettes, on balayait la cour et devant de la maison avec des balais en herbe, on demandait la bénédiction des parrains, on jouait à des jeux traditionnels ( comme le “san”). La viande était abondante. La pauvreté aussi. Et on dansait de la musique typique appelée perico ripiao. Notre patrimoine culturel immatériel préserve encore bon nombre de ces ressources.


coqs” illustre très bien cet ethos ludique. L’intérêt politique de Trujillo pour se rapprocher de la population rurale l’a conduit à être accompagné de perico ripiao lors de ses tournées prosélytes. De même, dans le but d’obtenir l’approbation des secteurs privilégiés, Trujillo a soutenu l’interprétation de ce rythme en utilisant des instruments de musique propres à la musique de salon ou au big band. Tout cela a contribué à légitimer le merengue en tant que musique préférée de la majorité des Dominicains. Avec le temps, d’autres instruments tels que le saxophone, la conga et la basse électrique ont été intégrés. De plus, des merengueros criollos de renom ont exporté le merengue hors du pays, en en faisant une forme musicale transnationale. Lorsque l’UNESCO lui a attribué en 2016 le statut de patrimoine culturel immatériel de l’humanité, le merengue a définitivement transcendé les frontières géographiques nationales. La voix de Johnny Ventura (El Caballo) chantant avec joie “¡Yo soy merenguero hasta la tambora!” reste gravée dans notre memoire historique.

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La fragmentation des terres communales a provoqué une rupture presque irréversible du tissu culturel rural. En effet, ces terres étaient utilisées pour cultiver des produits alimentaires, produire du charbon de bois, ériger des enclos pour le bétail ; elles étaient également utilisées pour libérer les animaux, installer des ruches pour récolter le miel et la cire, ainsi que pour rechercher le bois nécessaire à la construction et à la réparation des maisons et des abris, tout en enseignant aux jeunes les tâches propres à la vie rurale. Dans le nord, cette fragmentation a commencé tôt en raison de l’expansion du commerce intérieur et extérieur, ainsi que de la concentration progressive des terres. Cependant, cela ne s’est pas traduit par une déruralisation massive. Ce ne fut pas le cas dans une grande partie de la région est, où la transformation des plaines et des terres communales en champs de canne à sucre et en pâturages a entraîné une séparation entre les paysans et la terre. Le déplacement de leurs communautés a entraîné une rupture irréversible de leur tissu culturel matériel. Comme on le sait, l’une des réponses à cette agression a été la résistance de certains paysans, qui ont eu recours à des guérillas dans les montagnes. Le discours du

pouvoir utilisait le terme gavilleros, c’est-àdire bandits, pour désigner ces personnes. D’autre part, dans les montagnes du sud, la fragmentation des terres communales a également marqué la rupture du tissu culturel paysan. Un symbole de la résistance paysanne du sud face à cette situation est Olivorio Mateo (1876-1922), connu sous le nom de Papá Liborio. En raison de son profil messianique, il est un exemple notoire du syncrétisme religieux créole. Saint Jean-Baptiste, un symbole très important pour les esclaves africains, occupait et occupe toujours une place prépondérante sur l’autel liboriste. Après l’assassinat d’Olivorio Mateo le 27 juin 1922, cet héritage a été préservé par une communauté qui dépasse celle des habitants locaux. Le site connu sous le nom de Las Agüitas de Liborio est un lieu de pèlerinage régulièrement visité par des Dominicains et des étrangers. En tant que tel, il fait partie de notre patrimoine culturel immatériel. L’industrie sucrière du XXe siècle a apporté avec elle une ressource culturelle qui, en raison de sa richesse, a été déclarée en 2005 chef-d’œuvre du patrimoine oral et immatériel de l’humanité par l’UNESCO : le théâtre dansant guloya, créé par les immigrants anglophones appelés cocolos. La gastronomie cocola comprend des plats tels que le yaniqueque, le mabí, le coconete, le domplín, la morue, la noix de coco, le poisson, le crabe, et la liqueur sucrée connue sous le nom de guavaberry, fabriquée à partir du fruit mûr de l’arrayan. En plus du théâtre dansant guloya, d’autres théâtres cocolos comprennent : la danse du bœuf, le momise, les Indiens sauvages et la danse du faisan. En plus de la langue anglaise, la culture cocola inclut la religion protestante, la franc-maçonnerie et les Odd Fellows. De cette communauté ont émergé des figures éminentes dans divers domaines, notamment le baseball, la poésie, la musique, l’éducation et la médecine. Presque simultanément à la migration cocola, a débuté la migration des nouveaux travailleurs haïtiens des plantations sucrières. Contrairement aux migrants cocolos, qui ont été principalement installés dans les bateyes centraux, c’est-à-dire près de l’usine, le deuxième groupe de migrants a été logé dans les bateyes agricoles, c’està-dire près des champs de canne à sucre. Cette différence a conditionné l’interaction

des deux groupes avec les habitants dominicains. Le gagá dominicain issu de ces espaces fait partie de notre patrimoine culturel immatériel. Pendant la période 1930-1966, une transformation substantielle de notre réseau culturel s’est produite, largement liée au passage de la ruralité à l’urbanisation, de l’agriculture à la fabrication et aux services. Il est bien connu que Trujillo a mis l’accent sur les ressources culturelles hispaniques et indigènes, tout en rejetant catégoriquement celles liées à l’héritage africain ou afrodescendant. Son régime a renforcé les bases institutionnelles et l’infrastructure de la vie culturelle légitimée. Il convient de noter la construction de parcs comme lieux de divertissement, ainsi que le soutien aux fanfares municipales. De nombreux musiciens ont émergé de ces espaces, ainsi que des relations sociales qui font partie de notre patrimoine culturel immatériel. L’utilisation de la radio et de la télévision comme moyens de diffusion culturelle a servi à promouvoir la culture créole, y compris le patrimoine rural. Ces deux médias ont également permis de diffuser les expressions culturelles en provenance d’Espagne, d’Argentine et du Mexique, entre autres pays hispanophones. La musique mexicaine était particulièrement appréciée par les Dominicains à cette époque. Sur le plan culturel, il y a consensus sur un événement remarquable qui s’est produit à cette époque, l’arrivée dans le pays de nombreux artistes espagnols qui ont révolutionné la peinture et la sculpture nationales. Nous devons également souligner l’arrivée dans le pays des immigrants Japonais en 1956, et celle des Juifs européens en 1942. Les Japonais ont contribué avec leurs connaissances dans la culture de nouveaux légumes et plantes potagères qui font aujourd’hui partie de notre gastronomie, la pratique du judo, l’architecture paysagère et, plus récemment, le sushi. En ce qui concerne la communauté juive, leurs croyances et pratiques religieuses ont contribué à diversifier notre tissu culturel dans des localités spécifiques, telles que Sosúa. Ces deux groupes culturels ont apporté de nombreux professionnels qui jouissent d’une grande réputation dans notre pays.


L’intervention américaine de 1965 a eu un impact culturel significatif. Tout d’abord, de nombreux artistes ont utilisé leur talent pour créer des fresques murales et des affiches reflétant l’état d’esprit de cette époque. Une production musicale distinctive a également émergé. De plus, à l’époque postguerre que René del Risco Bermúdez a appelée “le vent froid”, une littérature chargée de nostalgie, de colère et de douleur a vu le jour. Il n’est pas exagéré de dire que la période 1966-2000 est synonyme de grandes transformations dans notre culture matérielle et immatérielle. Pour commencer, le passage progressif d’une économie essentiellement agricole à la fabrication et aux services a accéléré la migration des zones rurales vers les villes. La croissance verticale des villes et la formation de quartiers marqués par la pauvreté ont défini de nouveaux espaces sociaux et culturels avec de nouveaux codes de comportement, de nouvelles valeurs et de nouveaux modes de vie.

La dimension de la communication revêt une importance vitale dans ces transformations culturelles, en particulier en raison de l’augmentation des journaux imprimés et numériques, de la généralisation de la télévision, du téléphone et de la radio, de l’arrivée d’Internet et de l’énorme augmentation du nombre de téléphones portables. On estime qu’environ neuf millions de téléphones portables sont enregistrés dans le pays. Littéralement, la majorité de notre population “a le monde entre les mains”, avec toutes les implications que cela comporte. Notre niveau de connectivité est l’un des plus éle-

Le tissu culturel dominicain repose sur l’éducation universitaire en tant que pilier essentiel pour atteindre les aspirations au progrès personnel et familial. En effet, alors qu’en 1965, l’Université Autonome de Santo Domingo était le centre de l’académie dominicaine, il existe aujourd’hui un grand nombre d’établissements d’enseignement supérieur situés à la fois dans la capitale et dans plusieurs provinces. De plus, plusieurs générations de professionnels dominicains ont été formées dans des universités étrangères et dans des langues étrangères. Tout indique que nous nous dirigeons vers une culture bilingue. Probablement, la diaspora et le tourisme ont été deux des processus ayant eu le plus grand impact sur la transformation culturelle du pays. En effet, de 1966 à aujourd’hui, une diaspora dominicaine s’est constituée dans différents pays du monde, en particulier en Amérique du Nord et en Espagne. Rien qu’aux États-Unis, environ 2,2 millions de personnes se considèrent comme dominicaines. En réalité, une partie de notre diaspora possède une nationalité circulaire et une culture hybride. De plus, son impact sur le tissu culturel national va au-delà du domaine économique lié aux envois de fonds. Il existe tout un réseau d’échanges affectifs entre ceux d’ici et ceux de là-bas qui se soutient et circule grâce à la communication numérique, c’est-à-dire dans les nuages. Aujourd’hui, prendre l’avion est devenu une routine pour des milliers de Dominicains. De nouveaux immigrants arrivent également par voie aérienne, dont beaucoup décident de s’installer sur notre sol et de participer à la diversité croissante de notre culture créole.

que le mangú (plat de bananes plantains écrasées). En effet, le talent indiscutable que nous avons pour ce sport a permis aux joueurs de baseball professionnels dominicains de devenir une référence en matière d’excellence. Une preuve de ce sentiment est l’expression “plátano power” (“pouvoir banane”), qui est devenue notre marque de renommée internationale dans le baseball. Un phénomène culturel significatif survenu pendant cette période est la visibilité croissante des ressources culturelles issues du complexe et diversifié réseau de l’afrodescendance dominicaine. Comme nous l’avons vu précédemment, pendant des décennies, de nombreuses pratiques culturelles liées à cet espace étaient reléguées à un statut de survie en raison de l’hostilité de certains secteurs du pouvoir en place. La démocratisation croissante du pays a permis à ces expressions de sortir dans l’espace public. C’est le cas des carnavals, du festival de tambours de Sainaguá, de la sarandunga de Baní, de la fête de San Miguel à la capitale, de l’utilisation des tambours dans les célébrations de la Vierge de Las Mercedes à Hato Mayor, et de l’espace culturel de la famille Guillén à Yamasá, entre autres. Un tournant dans cette trajectoire a été la décision de l’UNESCO de déclarer la Confrérie des Congos de Villa Mella comme Patrimoine Culturel Immatériel de l’Humanité.

En ce qui concerne le tourisme, l’industrie originellement appelée “l’industrie sans cheminées” a sa propre empreinte culturelle qui laisse des traces dans le tissu culturel créole. Bien que le tourisme des croisières et de la plage ne rapproche pas toujours les visiteurs de la vie quotidienne locale, il y a néanmoins une rencontre interculturelle avec ses propres codes, y compris l’esthétique et la langue.

Enfin, parlons de la bachata. De manière similaire à ce qui s’est passé avec le perico ripiao, ce genre musical est originaire du monde des gens modestes. Cependant, dans ce cas, il y avait une forte influence urbaine. À l’origine connue sous le nom de “musique de l’amertume” et de “musique de garde”, la bachata a initialement été rejetée par une partie importante de la population privilégiée et des jeunes. Cette attitude a commencé à changer à partir de 1964, lorsque la station de radio Radio Guarachita, située dans la capitale, a décidé de promouvoir les bachateros en tant que marque de l’entreprise. Étant donné que cette station avait une couverture nationale et offrait gratuitement ce que l’on appelait les”services publics”, son public captif a écouté la bachata quotidiennement et a appris à l’apprécier et à l’adopter.

Bien qu’il soit arrivé sur notre territoire lorsque la culture créole était déjà consolidée, il est évident que le baseball, ou pelota comme on l’appelle en République dominicaine, est aujourd’hui aussi dominicain

En 2019, lorsque l’UNESCO a déclaré la bachata Patrimoine Culturel de l’Humanité, notre peuple a reçu une reconnaissance immense. Aujourd’hui, la bachata connaît un moment de splendeur, et le merengue

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La croissance de l’urbanisation était indissociable de l’émergence d’une gastronomie très différente de celle du monde rural classique. L’épanouissement des supermarchés est un exemple de l’orientation vers la consommation de biens importés, un comportement étroitement lié à l’augmentation du parc automobile. Les colmadones font leur apparition en tant qu’espaces polyvalents - vente de nourriture, lieu de danse, consommation d’alcool, écrans géants pour regarder les événements sportifs. L’économie créative, également appelée “économie orange”, joue un rôle majeur dans la vie urbaine. Il en va de même pour les salons de beauté et les bureaux de paris. La cuisine chinoise, en particulier le pica pollo (poulet frit), est une référence de la gastronomie urbaine dans le pays.

vés de la région.


montre des signes de renaissance aussi bien au niveau national qu’international. En conclusion Au cours de cette trajectoire de cent ans, avec ses ruptures et ses continuités, de nouvelles fibres culturelles et identitaires ont émergé, transformant le réseau culturel national en un espace social hautement complexe et multidimensionnel. Les dimensions de l’âge, du genre, de la classe sociale, de la religion, de la géographie, de la préférence sexuelle, de la nationalité et de la citoyenneté ont acquis une fluidité qui défie le cadre de l’objectivité stricte et embrasse le subjectif et l’intersubjectif comme jamais auparavant. Aujourd’hui, au XXIe siècle, notre altérité est une construction sociale transnationale. La culture immatérielle, en tant qu’élément central de cette transformation, a intégré des éléments étrangers, préservant certains aspects de la culture créole, en modifiant d’autres et en en perdant beaucoup. Il nous reste la mémoire historique de notre peuple et le travail institutionnel pour préserver notre patrimoine culturel.

Le patrimoine naturel dominicain: défense et conservation

Frank Moya Pons PATRIMONIO NACIONAL

308 Comparée à d’autres pays situés sur les vastes masses continentales, l’île de Saint-Domingue est une unité très petite, couvrant à peine 72 000 kilomètres carrés, mais originellement dotée d’une riche biodiversité. La majeure partie de ce territoire a été considérablement impactée par l’activité humaine, ce qui se traduit par de vastes zones ayant perdu leur flore et leur faune d’origine, allant jusqu’à subir des processus de désertification visibles, comme c’est le cas dans le tiers occidental de l’île occupé par la République d’Haïti. En raison de son histoire particulière marquée par une faible population, la partie orientale de l’île, occupée par la République Dominicaine, a préservé pendant plusieurs siècles la majeure partie de sa végétation d’origine. Cependant, au cours des derniers 150 ans, le développement rapide de l’agriculture commerciale d’une part, et l’urbanisation rapide au XXe siècle d’autre part, ont considérablement transformé le paysage.

C’est pourquoi aujourd’hui, du côté oriental de l’île, on trouve de vastes zones où la forêt native a été abattue et remplacée par des espèces importées, ainsi que de vastes étendues cultivées de canne à sucre, d’herbe de Guinée, de pangola, de riz, de cacao, de café, de bananes, de mangues, d’aloès, de tomates et d’autres légumes, tous importés d’autres contrées. Des espèces forestières telles que le cèdre, l’ébène, la sabine, le guayacán, l’acajou, l’espinillo, le cambrón, la cabirma, la baitoa, le capá, la canelilla et d’autres arbres ont également été intensément exploités, et il ne reste que peu de traces de leurs forêts d’origine. Heureusement, quelques exceptions à ce processus subsistent, notamment les vastes forêts de pins de montagne et les forêts sèches et épineuses du sud-ouest, qui, en raison de leur étendue, ont réussi à survivre à la surexploitation et aux incendies. La faune que les Européens ont trouvée lorsqu’ils sont arrivés sur cette île a également été impactée par l’introduction d’animaux venant du Vieux Monde tels que les chiens, les chats, les chevaux, les ânes, les chèvres, les moutons et les vaches, en plus d’autres animaux plus problématiques comme les rats. Ces animaux ont tellement altéré l’environnement que certaines espèces se sont dirigées vers l’extinction, tandis que d’autres ont réussi à survivre en se cachant dans des niches naturelles où l’homme n’est pas encore parvenu. Prenons par exemple le cas de la hutia. Les chroniqueurs espagnols qui ont écrit sur les premières années de l’invasion européenne de l’île disent qu’il s’agissait d’un rongeur très commun, tout comme le curí, dont il ne reste aujourd’hui que très peu d’exemplaires. Aujourd’hui, nous savons que les chiens et les chats introduits par les conquérants ont pourchassé ces animaux au point de les réduire à quelques survivants qui sont aujourd’hui, comme c’est le cas de la hutia, des curiosités zoologiques. Il en va de même pour les iguanes, également très courants dans les régions les plus sèches du pays. À l’état naturel, on ne les observe presque plus aujourd’hui que sur l’île Beata, aux environs du lac Enriquillo et dans quelques coins reculés de la forêt sèche entre Azua et Baní.

Les phoques de l’île d’Alto Velo, quant à eux, ne peuvent être rappelés que par la description qu’en a faite Christophe Colomb, car ces animaux ont disparu il y a plus de trois siècles. Il en va de même plus tard avec les crocodiles qui habitaient à l’embouchure du fleuve Yaque du Nord. Les rares exemplaires qui subsistent aujourd’hui dans le lac Enriquillo se dirigent également vers l’extinction. Évoquons également des extinctions plus récentes, comme celle qui se produit avec la diajaca et le zago, deux poissons d’eau douce que les Dominicains consommaient en abondance il y a à peine quarante ans et qui ont disparu des tables créoles en raison de l›introduction de la tilapia du Nil, une espèce étrangère très vorace qui dévore les œufs et les juvéniles des espèces natives. La diajaca et le zago étaient deux poissons qui peuplaient les rivières de l’île jusqu’à la fin des années 50 du siècle dernier, mais depuis lors, et avec l›introduction permanente de la tilapia, leur population a diminué jusqu’à disparaître presque complètement des rivières. Un scénario similaire, mais pour d’autres raisons, s’est produit avec l’anguille. Celle-ci constituait une importante source de protéines pour les Dominicains. À mesure que des plantations de riz ont été développées dans les terres plates du pays, ou des exploitations agricoles de légumes dans les montagnes, les produits chimiques agricoles utilisés pour protéger et augmenter les récoltes ont fini par contaminer les rivières et les canaux d’irrigation qui servaient de refuge aux anguilles. Par conséquent, il est aujourd’hui très rare de trouver des spécimens adultes de cette espèce, car en plus des poisons mentionnés, les pêcheurs ont découvert les zones de ponte à l’embouchure de certaines rivières qui se jettent dans la mer, et ils y capturent sans contrôle ni interdiction les nouveau-nés et les juvéniles pour alimenter un lucratif marché d’exportation. La construction de plusieurs barrages hydroélectriques a contribué à la disparition de nombreuses anguilles, car des milliers de spécimens se sont retrouvés piégés dans les réservoirs de ces ouvrages, incapables de retourner à la mer, et ont ensuite été pêchés et consommés par les habitants locaux. Nous pouvons également mentionner le cas de la perruche à couronne, qui disparaît à une telle vitesse qu’elle a été classée


comme en danger d’extinction. Il existe des réglementations interdisant son commerce et son transport, comme c’est le cas pour la perruche de Porto Rico, dont il ne reste que quelques rares spécimens vivant à l’état sauvage. La tourterelle couronnée a également presque complètement disparu. Beaucoup de Dominicains chassaient cet oiseau pour sa viande délicieuse, mais parmi les chasseurs, il y en avait certains qui organisaient des compétitions non pas pour se nourrir, mais pour voir qui pouvait tuer le plus de tourterelles en un week-end. Une autre espèce qui a été réduite jusqu’à disparaître est le crabe rouge-noir. Beaucoup de ceux qui ont voyagé sur l’autoroute Las Américas dans les années 50 et 60 du siècle dernier se souviennent que la disparition de cette espèce, entre les rivières Ozama et Higuamo, a commencé avec la construction de cette route. À l’époque, tout le revêtement de l’autoroute des Amériques était complètement rouge, comme s’il était recouvert d’un tapis vivant, tandis que les véhicules circulant sur la route écrasaient des millions de crabes dans un processus qui, à force de se répéter, a fini par éteindre complètement cette espèce.

Les anciens habitants d’Uvero Alto, qui était alors un endroit semi-désert de Higüey, se souviennent qu’il y a cinquante ans, un bateau en provenance de Porto Rico mouillait devant eux et ne retournait pas dans son pays avant que les pêcheurs n’aient complètement rempli ses cales de crabes. La diminution progressive du lambi est également très visible à travers les grands tas de coquilles accumulées par les indigènes sur l’île Beata et les côtes de Pedernales bien avant l’arrivée de Colomb. La taille moyenne des coquilles fossiles ne variait jamais, car eux et leurs successeurs ne pêchaient que des animaux adultes.

Une autre espèce qui a été gravement menacée par la surpêche est la tortue carey, ce qui a conduit à son inscription sur la liste des animaux dont la chasse et le commerce sont interdits, mais elle reste également en danger. Les tortues terrestres créoles sont encore plus en danger d’extinction, car il est aujourd’hui très difficile d’apercevoir un spécimen. De nombreuses autres espèces animales sont en voie de disparition sur l’île de Saint-Domingue. Dans la partie occidentale, occupée par Haïti, les extinctions ont été plus profondes et durables, et elles sont peut-être irréversibles en raison de la forte surexploitation exercée sur elles par une population humaine nombreuse et affamée. Malgré les extinctions mentionnées, il reste encore de nombreuses niches écologiques dans la partie dominicaine qui abritent des exemples de communautés animales et végétales faisant partie du patrimoine naturel de la nation et méritant d’être protégées en raison de leur singularité ou de leurs fonctions écologiques. Parmi les arbres remarquables par leur ancienneté et leur taille se trouvent les fromagers ou kapokiers (ceibas). Beaucoup de ces magnifiques arbres, parmi lesquels se distingue le célèbre fromager de Tamboril, estimé à plus de mille ans et protégé par une disposition officielle, subsistent encore de nos jours. En plus de celui-ci, il en existe plusieurs dizaines d’anciens et d’une taille énorme qui émerveillent tous ceux qui les contemplent. L’un d’entre eux, plus jeune mais tout aussi impressionnant, se trouve au bord d’une ruelle à Las Terrenas, où il attend que les autorités de l’environnement ou du tourisme le protègent par des mesures spéciales avant que des individus sans scrupules ne lui causent des dommages. Quelque chose de similaire se produit avec de nombreux groupes de palmiers royaux

et d’arbres de cana, représentatifs des anciennes forêts qui, en raison de leur magnificence, ont dû impressionner ceux qui cultivaient la terre en ces endroits et n’osaient pas les abattre. De grands et anciens palmiers royaux subsistent dans les régions de Gonzalo et de la rivière Ya, près de Sabana Grande de Boyá, ainsi qu’entre Cabarete et Yásica, dans la province de Puerto Plata. D’autres ensembles de ces plantes, denses et très anciens, sont visibles depuis l’autoroute Duarte, à Bonao. Grâce à leur isolement dans des endroits impénétrables, de grandes forêts de palmiers manacla subsistent encore, poussant à plus de 800 mètres d’altitude dans les forêts humides et nuageuses de la Cordillère Centrale. De vastes forêts de fougères arborescentes peuvent encore être observées aujourd’hui dans les terres élevées et pluvieuses de l’extrémité orientale de la Cordillère Septentrionale, dans les bassins supérieurs des rivières Nagua et Boba. Ces forêts, véritable trésor naturel, sont menacées par les collecteurs qui coupent leurs troncs pour les vendre aux pépinières afin de les utiliser dans la culture d’orchidées, sans tenir compte du fait que bon nombre de ces spécimens abattus, peutêtre la plupart, ont plus de cinq cents ans. Heureusement, tout n’est pas perdu dans la partie orientale de l’île, car depuis 1926, la République Dominicaine a mis en place un système national d’aires protégées. Cela a commencé avec la création du dénommé «Vedado del Yaque», conçu par les alpinistes Miguel A. Canela Lázaro et Juan Bautista Pérez Rancier, pour protéger les bassins versants de la Cordillère centrale, qui fournissent la majeure partie de l’eau consommée par les gens et les cultures sur le reste de l’île. L’exemple du Vedado del Yaque a été reproduit tout au long du XXe siècle, à mesure que les dirigeants et leurs conseillers prenaient conscience de l’importance de préserver les grandes communautés biotiques que sont les vastes forêts du pays, en particulier celles où les précipitations et la densité forestière assurent l’approvisionnement en eau. Le résultat de cette prise de conscience a été la création de nombreux parcs nationaux, réserves scientifiques, réserves forestières et monuments naturels qui, ensemble, représentent près d’un tiers du territoire national. Après la création du «Vedado del

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D’autres crabes, comme les crabes bleus, qui sont populaires dans la cuisine locale, ont considérablement réduit leur population en raison de la collecte intensive pendant des années par des exportateurs de crabes à destination de Porto Rico, où les expéditions étaient effectuées en tonnes par des navires spécialement affrétés pour collecter cette marchandise dans le pays.

Les pêcheurs de l’époque républicaine utilisent toujours ces mêmes endroits pour jeter les coquilles, et on peut y voir comment la taille des escargots capturés a diminué, car les pêcheurs dominicains et haïtiens ne permettent pas à la population de parvenir à maturité ni de se renouveler. Par conséquent, l’industrie du lambi de Pédernales repose en grande partie sur la pêche de juvéniles, ce qui entraîne un déclin rapide de cette espèce sur l’île.


Yaque», l’État a créé les parcs nationaux Armando Bermúdez et José del Carmen Ramírez au cœur de la Cordillère centrale. Ils ont été suivis par la création des parcs nationaux Nalga de Maco, Montecristi, Jaragua, Baoruco, Los Haitises, de l’Est (aujourd’hui Cotubanamá) et La Humeadora. D’autres zones protégées comprennent les mangroves de Barracote et l’embouchure de la rivière Yuna, les mangroves et la lagune Saladillo à Manzanillo, et la réserve scientifique d’Ébano Verde à Casabito, ainsi que d’autres tout aussi nécessaires pour leur rôle dans la préservation des sources d’eau et de la biodiversité insulaire. Grâce à ces efforts continus et malgré les menaces et les attaques constantes de personnes ignorantes ou irresponsables, la République Dominicaine dispose aujourd’hui d’un riche patrimoine naturel qui est également développé comme une plateforme touristique, ce qui constitue une part importante de l’économie dominicaine.

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Progressivement, les gouvernements ont réalisé que la protection du patrimoine naturel dépend largement de la connaissance que la population a de sa valeur et de ses fonctions. Ceux qui ne comprennent pas la valeur de ces forêts, rivières ou côtes ne sauront pas ou ne seront pas intéressés à les protéger ou à les défendre. Par conséquent, peu à peu, les parcs nationaux et autres zones protégées plus petites ont été équipés d’infrastructures pour les visiteurs : routes d’accès, bureaux de gardes forestiers, postes d’accueil et d’hébergement, centres d’information, signalisation et sentiers. Bien qu’ encore limités, ces services sont utiles aux utilisateurs et aux visiteurs. Des exemples de ces structures sont les installations d’embarquement et d’accès à la grotte du Ferrocarril dans Los Haitises, la grotte des Maravillas à San Pedro de Macorís, les grottes du Pomier à San Cristóbal, le sanctuaire des lamantins (manatis ) et des mangroves à Estero Hondo, les mangroves du parc national de Montecristi, le Morro dans la même région, le Hoyo del Pelempito à Baoruco, la vallée de Lilís à la base des pics Duarte et La Pelona, le pic Diego de Ocampo à Santiago, entre autres. D’autre part, la société dominicaine perpé-

tue des traditions de consommation de fruits et de racines héritées des anciens Taïnos. En ce qui concerne les fruits, on trouve l’ananas, le corossol, la caïmite, la sapotille, la papaye et les piments. Parmi ces derniers, il y avait trois variétés sur l’île mentionnées par les chroniqueurs espagnols au XVIe siècle : le piment caribéen, le piment tití et un autre piment dont l’identification reste encore en suspens. Pour l’ananas, le chroniqueur Gonzalo Fernández de Oviedo a affirmé que c’était le fruit le plus savoureux que les Espagnols avaient jamais goûté.

pendant longtemps pour être capturés et transformés en animaux de compagnie.

Des modestes racines subsistent le manioc et la patate douce, ainsi que le lerén, dont Bartolomé de las Casas a parlé en détail dans sa célèbre Histoire des Indes, écrite au XVIe siècle. Le tabac est une autre culture qui fait partie du patrimoine naturel de l’île de Saint-Domingue et d’autres territoires des Antilles et du continent. Son industrialisation et sa commercialisation à partir du XVIIe siècle se sont répandues dans le monde entier et ont abouti à la création d’une industrie transnationale et planétaire, largement inspirée par l’exemple de ses cultivateurs et fumeurs taïnos sur cette île.

Ainsi, le patrimoine naturel de la République Dominicaine, même si de nombreux éléments ont été attaqués et le sont encore aujourd’hui, reste très précieux et diversifié, et est en voie de récupération car les Dominicains reconnaissent de plus en plus chaque jour ses fonctions et son importance pour la préservation de la biodiversité de l’île.

Outre les cas mentionnés précédemment, le territoire dominicain abrite bon nombre des oiseaux que Christophe Colomb a découverts lorsqu’il a débarqué sur l’île il y a plus de cinq cents ans. La plupart de ces espèces prospèrent dans leurs habitats respectifs et l’on peut aujourd’hui observer leur récu- pération après avoir été menacées par l’agriculture commerciale, la chasse et l’urbanisation. Un exemple de ces espèces résilientes est le palmier cigua ou oiseau palmiste, dont le nom scientifique est Dulus dominicus, ce qui souligne le phénomène biologique rare d’être une espèce unique, d’une famille unique. En reconnaissance de cette singularité, le Musée d’histoire naturelle de la Smithsonian Institution, à Washington D.C., lui consacre un diorama spécial pour attirer l’attention sur l’unicité de cette espèce qui n’habite aucun autre territoire en dehors de l’île de Saint-Domingue. D’autres espèces remarquables par leur résilience et leur capacité de multiplication sont les perroquets, qui ont su s’adapter à l’environnement urbain, contrairement aux cacatoès dominicains qui restent isolés dans les montagnes élevées et froides, loin des centres urbains, où ils ont été pourchassés

Plus rares que ces perroquets sont les spécimens qui subsistent sur l’île du mal dénommé «papagayo», le «trogón de la Hispaniola», qui vit caché dans les forêts de nuages de la Cordillère Centrale. Dans ces mêmes zones froides, on peut également entendre en concert, à midi et au coucher du soleil, le sifflement à deux notes des discrets chardonnerets, que l’on perçoit partout sans que les humains puissent les voir.

Il convient donc de célébrer la publication d’œuvres comme celle-ci qui contribuent à sensibiliser les citoyens à l’importance de préserver et de défendre la richesse patrimoniale du pays, qu’elle soit culturelle, intellectuelle, monumentale ou naturelle.


Agradecimientos Miguelina Ferry Báez • Virginia Flores • Esteban Prieto • Pedro Borrell Bentz • Mónica Gutiérrez Fiallo / Museo del Mar • Mayra Guerrero / Museo Bellapart • Margarita Gonzalez Auffant / Museo Altos de Chavón • Luis Martín Gómez / Banco Central • Ylonka Nacidit-Perdomo • Amaurys Vásquez / Diogenes Santana / Johan Uceta / Museo de Historia y Geografía • Boynayel Mota • Mario Nuñez / Centro León • Francisco Jiménez / Jardín Botánico Nacional • Jorge Selman • Damian Siladi • Ricardo Pujols • Pedro Felix Espinal • Ricardo Hernández / INTEC • Carmen Matos / INTEC • Iris de Mondesert / Museo de las Casas Reales • Maria Castillo / Fundación Tovar • Willie Mejía / Museo de la Familia • Jessica González


Este libro, PATRIMONIO NACIONAL Joyas dominicanas de la cultura y la naturaleza, terminó de imprimirse en el mes de octubre de 2023 en los talleres de la imprenta AMIGO DEL HOGAR, Santo Domingo, República Dominicana.


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