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de los 80´s se estableció en la ciudad de Xalapa, Verácruz; lo estructura con un estilo proveniente de las antiguas tradiciones japonesas. Rituales llenos de sincretismo religioso que poseen una comunión del individuo con la naturaleza a través de la introspección. Las piezas están rodeadas de una delicadeza silenciosa y tranquila, producto de un concepto de belleza asociado a la tranquilidad espiritual, al ritual contemplativo de la naturaleza y su interrelación con las emociones. A estos aspectos se unen la influencia y el gusto que el escultor tiene por la escultura prehispánica Con cualquier material que cuyo misticismo religioso decide intervenir Okumura, encuentra un cauce común quien a finales de la década con la estética japonesa. “El encuentro con el material es el principio de mi trabajo. Mi recolección de materiales tiene que ver con los sentimientos, las sensaciones y lo que me transmiten. Si tengo algo que sentir con una piedra doy inicio. No tengo bocetos, trabajo directamente sobre la pieza y el diálogo que tengo con el material”. Así define el escultor japonés el proceso de mutación que transforma a la piedra en escultura. Para él, todo parte del lenguaje milenario y metafórico de una piedra, de escuchar su pasado y los instantes que guarda el material como testigo del tiempo.
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