Titulo original: Pequeño buzo somnoliento Poemas: Alex Nogués Otero Ilustraciones: Silvia Cabestany, Jacqueline Molnár, Esther Gómez, Delphine Labedan, Ana Yael y Carmen Queralt Ilustración de portada: Silvia Cabestany Música: Daniel Nogués Otero Maquetación: Marc Villalba 1ª edición: xxxxxxx ISBN-13 xxx-xx-xxx-xxxx-x D.L.B-xxxx-2012 Impreso en Barcelona por xxxxxxxxxxxxx Este libro se distribuye bajo una licencia de Creative Commons “Reconocimiento-No Comercial-Sin Obra Derivada”
Contacto: alex.nogues@nablahidro.net
PEQUEÑO BUZO SOMNOLIENTO Alex Nogués Otero Ilustraciones /
Silvia Cabestany, Jacqueline Molnár, Esther Gómez, Delphine Labedan, Ana Yael y Carmen Queralt Música /
Daniel Nogués Otero
“Para Max y Pema, mis sueños hechos realidad”
Un tipo muy flaco Ilustración / Carmen Queralt
Un tipo muy flaco Y un sapo de trapo Pasean saltando cantando, silbando Mil estrellas de tela penden del cielo La luna está llena Es un gran lucero Ulula búho de tiza. Aúlla loba hecha trizas. Suspira si quieres erizo pero bajito… bajito, pues duerme mi niño y es un sueño bonito.
El río murmura Con gotas de seda. El bosque susurra palabras muy viejas. Toca tu violín grillo. Rechina jabalí tus colmillos. Ronronea si quieres gatito pero bajito… bajito que duerme mi niño Y es un sueño bonito Sueña con un sapo de trapo y un tipo muy flaco que saltando buscan a su mamá hermosa y a una ranita de loza
Pequeño buzo somnoliento Ilustración / Silvia Cabestany
Si el mar besa la noche y aun no vence el sueño. Saltad, saltad cachalotes y pasead al pequeño. Ponte la escafandra. Calza pies de plomo. Anda despacito anda y abre bien tus ojos.
—Buenas noches— dicen las merluzas Convirtiendo agua en burbujas. —A dormir — susurra el calamar palabras de tinta al mar.
Pues verás…
Danzan las rayas y las mantas. Y con sus profundas gargantas cantan las ballenas y a coro, de lejos, sirenas.
Sardinas, almejas, crustáceos. Corales, medusas, cetáceos. Un tiburón reluciente y un hipocampo de frente. Verás… Doradas, esponjas, moluscos. Anémonas, plancton y pulpos. Estrellas de mar luminosas. Y erizos de púas hermosas.
Es la hora de dormir sueños de agua mansa. Profundos. Salados. Mil Cierra los ojitos, descansa… Reposa en tu trono de algas rojas. Suelta los plomos y flota con ellas, flota…
En el vientre de la ballena Ilustraci贸n / Jacqueline Moln谩r
En el vientre de la ballena hay flores. Una mesa, un flexo y un sill贸n con orejones. En el vientre de la ballena, colores. Una hoguera, una manta y una pila de almohadones En el vientre de la ballena vive un marinero Su esposa, una tortuga y su perrito faldero En el vientre de la ballena un mundo entero. Las estrellas, senderos y el amor verdadero
Lo más crudo del invierno Ilustración / Esther Gómez
Copos de nieve, viento helado. Carámbanos en el tejado. Aúlla el lobo, calla el venado. Lo más crudo del invierno, ha llegado.
Entra en la cabaña, entra conmigo. Tengo caldo recién hecho y pan de trigo. Pero no te quites ni bufanda ni abrigo y súbete los calcetines hasta el ombligo
Largos meses de luna se avecinan. Fuera hay osos buscando comida, millares de lemmings formando una fila y rebaños de renos en estampida.
Entra en la cabaña y enciende la hoguera que hace demasiado frio ahí fuera. Abrázate a mí y se hará corta la espera cuando por fin nos salve la primavera Entra en la cabaña y no temas nada; hasta lo más crudo del invierno se acaba.
Noches de reyes Ilustración / Delphine Labedan
Dicen que en realidad Melchor monta un caballo, Gaspar un camello vago y Baltasar una cebra, ¡qué raro!
Pero aún lo es más saber que había un cuarto rey mago cuyo nombre se ha olvidado o mejor dicho, ha cambiado. Tras adorar al niño, bajó de su elefante dejó a un lado el turbante Atrás el desierto ondulante, los oasis, las palmeras, sus costumbres viajeras.
Y se mudó a un lugar cubierto de nieve repleto de duendes de renos valientes de trineos que vuelan Ho, ho, hos, chimeneas. Desde entonces los niños buenos se duermen Y reciben regalos, ¡qué suerte! cada veinticinco de diciembre y el seis de enero del año siguiente.
Ciervo blanco Ilustración / Ana Yael
¡Qué oscura esta noche! se quejan los animales ¡Tenemos miedo! ¡Qué alguien de nosotros se apiade! Todos miran al rey del bosque, el gran ciervo blanco. Orgulloso se marcha al galope hacia la cima, a lo más alto. Allí, contra el cielo, brama y agita su cornamenta. Una, dos, cinco, quince, veinte, sesenta, noventa. Lentamente, se prenden las estrellas en sus cuernos. En el bosque se hace la luz y los animales tan contentos.