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Tiffany Troy

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Li y Kokes

Li y Kokes

Cuentos como metáforas de la represión Tiffany Troy

Leyendo “Yzur” (1906) y “Axo ot ” (1956) en su contexto histórico

El artículo veinte cinco de la Constitución de La Confederación Argentina de 1853 eliminó el poder estatal de “restringir, limitar [y] gravar con impuesto alguno la entrada en el territorio de los extranjeros” para “fomentar la inmigración europea” a Argentina (Constitución). Con la resultante Gran Inmigración europea, Argentina se hizo el exportador principal internacional de la agricultura (Nolan). Sin embargo, la meta estatal de “gobernar para poblar” propuesta por Juan Bautista Alberdi, el jurista y autor intelectual de la Constitución de 1853, no se alcanzó porque la élite educativa quiso la expansión económica sin cambio a la práctica del gobierno, mientras los inmigrantes, predominantemente españoles e italianos, traían ideas izquierdistas como el socialismo, el unionismo y el anarquismo (Maristany) que perturbaron el gobierno conservativo argentino. La desestabilización supuesta del gobierno por los inmigrantes resultó en la Ley Cané, que permitió la expulsión estatal de cualquier extranjero sin juicio en 1902 (Oved 123). Más que cuatro décadas después, 69

en 1943, tras el golpe del estado del presidente burgués Hipólito Irigoyen y el fracaso de un suceso de “presidentes” militares durante la “década infama” de 1930, esta jerarquía política fue invertida. El militar Juan Perón tomó poder con el apoyo de los “descamisados” pobres (Columbia) y usó su control para reprimir la clase media/ alta educativa y antiperonistas como amenaza política en la misma manera que cuarenta años antes, la élite educativa argentina usó su control para reprimir los pobres inmigrantes. Si leemos los cuentos “Yzur” (Fuerzas Extrañas, 1906) por el autor argentino Leopoldo Lugones y “Axolotl” por el autor argentino Julio Cortázar (Final del juego, 1956) al lado de estas dos coyunturas del conflicto entre el estado político y su oposición política, respectivamente, el personaje del mono Yzur se hace un símbolo de los inmigrantes europeos italianos/ españoles tal como el personaje colectivo de los axolotls se hace un símbolo de antiperonistas. Notamos que la descripción del narrador-amo del chimpancé-mascota como “el mejor provisto de cerebro y uno de los más dóciles” “entre los monos” (Lugones 116) en “Yzur” se paralela con la descripción del europeo como el “más adelantad[o] en libertad y en industria” entre los humanos en Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina por Alberdi. Según Alberdi, “Todo lo que es civilizado es europeo, al menos de origen, pero no todo lo europeo es civilizado”: sobre todo—incluyendo la clase y la educación—la capacidad de la civilización sólo pertenece al europeo, justificando la inmigración europea a través de su asimilación esperada a la civilización argentina. No obstan-

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te, mientras que el narrador de “Yzur” y Alberi afirman que el chimpancé Yzur y el inmigrante europeo es un “barbarie humana”, respectivamente, la sociedad del relato le ve el mono como una especie diferente tal como la sociedad argentina le vio el inmigrante europeo deseducado como una categorización de los hombres diferente. La afirmación del narrador de “Yzur” que si los negros y los idiotas pueden hablar, el mono también puede, destaca esta afirmación en la capacidad del mono a asimilar en la cultura de humano en el mismo tiempo que distingue, como Alberti, la cultura (más adelante que la producción aural de palabras) como una propiedad de cultura blanca. Mientras que la percibida diferencia insalvable entre los blancos y los negros, y los normales y los “idiotas” dejó los negros y los “idiotas” perpetuamente barbaries, la expectación es que el mono, que representa el inmigrante europeo, puede, con la ayuda de la autoridad superior, transciende su barbaridad. Al mismo tiempo, esta capacidad sugiere que si el hombre blanco/ el chimpancé no conforma a las expectaciones sociales con la educación estatal/ del narrador, es por “abstención, no a su incapacidad” (Lugones 115). La abstención política del mono—más que los negros y los idiotas sin la capacidad de la civilización— molesta al narrador porque sugiere una traición política por parte del mono de su autoridad. La “abstención,” en particular, lleva significado político como la estrategia empleada por la Unión Cívica Radical para empujar el sufragio universal hasta 1912 (Clarin) tras el fracaso de la revolución de 1905. Al lado de este contexto histórico, la “abstención” de hablar el lenguaje del conquistador, del narrador, connota resistencia política y por eso forma el conflicto central del cuento. La ambivalencia del narrador hacia el mono como

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sujeto y hacia sí mismo a pesar de su “éxito” científico pone en duda el papel benevolente del amo, tal como la ambivalencia del estado hacia el inmigrante como sujeto a pesar del desarrollo económico nacional. El narrador es “compasivo” por su creencia que la brecha entre el mono y el humano es superable, pero “cruel” por su método violente y físico que se base en nuestra creencia. Los muros físicos de la casa/ del laboratorio del narrador delimitan la cautivad del mono como la propiedad del narrador, su amo pero también encarcelan al narrador. Al esforzarse en revelar la verdadera “humanidad” del mono, pierde la idea de su humanidad. En vez de la evolución del mono/ los inmigrantes europeos, hay el retroceso de ambos el hombre y el mono (el inmigrante y el gobierno) a la violencia física y la abstención de la comunicación política. Como el estado del Argentina reaccionaria, el narrador se convierte en un “estado” del terror para el mono/ el inmigrante. Pero al mismo tiempo, este estado es alienado del resto de la sociedad en su rechazo del “muro” entre el humano/ animal (el inmigrante/ el argentino).

El encuentro entre el amo/ mono y el argentino/ inmigrante europeo diluye “nuestra” identidad (humanidad/ argentinidad) y deja el mono sin voz. La voz—el grito o el ladrido—simboliza un rechazo de la asimilación y una abstención. Como el país durante la primera década del Siglo XX, el narrador responde a esta abstención con la violencia. Una manifestación del temor extremo, “[L]as guiñadas hipócritas” y “una cierta vislumbre de ironía” reflejan sólo la hipocresía del “amo” que en su “forma del espíritu de perversidad” (Lugones 120). Por el fin del cuento, el mono ha perdido la expresividad de su movimiento,

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además de su expresión vocal. Tiene solo su silencio “melancólico” (Lugones 121). Este silencio, en turno, cuestiona “la cosa extraordinaria” (el habla de Yzur) que fue el ímpetu del cuento. El silencio melancólico también define el estado de ánimo del cuento “Axolotl.” Pero la relación entre el humano y el animal ha cambiado de una relación abalanzada entre un amo (el estado) y un sirviente (los inmigrantes) a una entre un espectador (el emigrante) y las victimas colectivas y “anónimas” (los descamisados).

Vemos la misma ambivalencia en la actitud del narrador hacia el muro entre el humano y el animal en “Axolotl”. Pero en este relato, los muros del vidrio del estanque y los muros del acuario son límites geográficos ya construidos desde el comienzo del relato. A diferencia que Yzur en el laboratorio, no hay duda que los axolotls, como Yzur cuando estaba en el circo, son objetos de la diversión del humano sin esperanza de la asimilación. La referencia de las “patas” de los axolotls y el reconocimiento de los rostros “aztecas” de los axolotls por el narrador dan contexto histórico al cuento. Mientras las patas de axolotl recuerdan las “patas” de los descamisados de la fuente protestando el lanzamiento de Juan Perón en el 17 de octubre de 1945 (hoy celebramos como la “Día de la lealtad”) y conmemorando en la foto “Las patas en el frente”, la familiaridad del narrador para la cultura prehispánica quizá sugiere su rasgo hispánico. Bajo esta interpretación, la cautividad de estas “patas” paralela con la represión peronista de los mismos descamisados cuyo apoyo fue instrumental de su surge política mientras que el narrador se devuelve en su contexto histórico como Julio Cortázar, el emigrante-escritor que vive en París debido a la persecución del régimen

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del presidente argentino Juan Perón. Bajo esta interpretación autográfico que es sólo uno de las interpretaciones posibles, intentamos la diferencia entre el “poder” que el narrador-científico de “Yzur” ejerce sobre el mono y la “impotencia” que el narrador de “Axolotl” se siente hacia los axolotls poderosos. En la “mirada ciega” de los axolotls (los descamisados) y el uso del pronombre “nosotros”, nos damos de cuenta que en vez de la individualidad exaltado en la literatura gauchesco de Martín Fierro por autores como Leopoldo Lugones cincuenta años antes, tiene en “Axolotl” una colectividad anónima unificada por su “pueriles esperanza” de escapar del mezquino y angosto del estanque. En esta colectividad, el narrador describe que los axolotls “No eran seres humanos... eran como testigos de algo, y a veces como horribles jueces” (Cortázar 5). ¿Testigos y jueces de qué? No son testigos de un “suicidio intelectual” (Lugones 121), como en “Yzur,” sino de un entierro vivo en el cuerpo del axolotl “como un hombre, incapaces de expresión” (Cortázar 8), custodiados por la presencia del guardia que simboliza la fuerza física que gobernar el estanque. En esta coyuntura entre el hombre y el animal, no hay “una voluntad atávica” (Lugones 121) sino un juzgamiento de ambas su supresión en el estanque (el país) y la impotencia del narrador (la élite expatriada).

En su contexto histórico, la impotencia del narrador en el cuento destaca el papel cambiado del intelectual entre los dos periodos históricos argentinos: la inmigración de los descamisados europeas que vemos durante el fin del Siglo XIX fue reversado con la emigración de los intelectuales

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argentinos antiperonistas. De hecho, durante la década de los 1950s, los muros de Buenos Aires estaban llenos de grafiti delas consignas anti-intelectuales como “Haga patria, mate un estudiante” (Cosgrove, Weiss and Yeo 45). El narrador, como los axolotls, es el “otro” desde el principio. La obsesión con la “inmovilidad” de los axolotls en el estanque “mezquino” y “angosto” se paralela la obsesión de los autores argentinos con la opresión intelectual y política en casa. El “muro” entre el narrador y los axolotls, por lo tanto, destaca no solo im borde geográfico, sino también un borde de categorización entre el “yo” (el narrador) y el “nosotros” (los axolotls). Además, el cuento hace claro que esta opresión extiende a ambos los intelectuales y los descamisados-inmigrantes. El deseo de escapar este entierro vivo da credibilidad a la llamada “Sálvanos, sálvanos” (Cortázar 5), el grito silencioso entendido por solo el narrador. Al mismo tiempo, se implica que esta salvación ocurre con la transformación de un parte del narrador-humano a un animal. En este sentido, los “humanos” como las “patas” sufren en la homogeneidad impuesta por el estado.

Esta distinción entre el “muro” en los dos cuentos también se refleja el método de la salvación de los animales de su animalidad completamente diferente. Mientras que la adquisición del lenguaje humana por el mono en “Yzur” es la meta clara del narrador-amo, quien afirma su superioridad como una humana a través del lenguaje, el narrador en “Axolotls” no tiene una meta clara porque la esperanza de expresar el inexpresable sufrimiento radica en el narrador-humano quien “va a escribir sobre nosotros, creyendo imaginar

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un cuento va a escribir todos eso sobre los axolotls” (Cortázar 8). El parte humano del narrador-escritor es la única esperanza para el parte animal de su mismo dejado en el estanque porque esta parte que verdaderamente asimila su mismo en la suciedad del agua ya no puede expresar la inexpresividad de los axolotls por definición. Sólo el escritor fuera del muro vidrio, es decir, el escritor no consumido por el mezquino, puede salvar los axolotls un día cuando se recuerde de ellos. La distancia física entre el narrador-emigrante y los axolotls-descamisados, por lo tanto, es también una distancia emocional que el narrador-emigrante intenta a sobrepasar a través del cuento, una metáfora de la represión. En este sentido, el escritor en ambos cuentos, sirve su papel como una metáfora de la élite educada que explora la tensión entre su mismos (como el educado) y los “otros” en su contexto histórico. Lado a lado, vemos el cambio histórico del estatus del narrador-escritor desde el privilegio político hacia la inmigrante-descamisados durante el principio del siglo XX hacia la persecución política tal como la masa-descamisados bajo Perón. El cuento “Axolotl”, en particular, sugiere que a pesar de la asimilación del inmigrante a la clase baja argentina, la abstención política continúa. Esta vez, sin embargo, la abstención no es una afirmación del poder sino la impotencia política bajo el clima rígido peronista.

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Obras Citadas

Cortázar, Julio. “Axolotl”. Final de juego, 1956. Ministerio de Educación de Gobierno Argentina. Web. <http:// planlectura.educ.ar/wp-content/uploads/2016/01/Axolotl-en-Final-de-juego-Julio-Cort%C3%A1zar1.pdf > “La Constitución de la Confederación Argentina.” 1853 May 1. 1853. Web. <http://www.wipo.int/edocs/lexdocs/ laws/es/ar/ar147es.pdf> “La revolución. De 1890 a 1905.” Clarin. Web. <http:// edant.clarin.com/diario/especiales/yrigoyen/lucha/ re1890.htm#top> Lugones, Leopoldo. “Yzur,” Fuerzas Extrañas, 1906. Ministerio de Educación de Gobierno Argentina. Web. < https://www.educ.ar/recursos/126539/yzur-de-leopoldo-lugones-texto > Maristany, José. “Argentina.” Encyclopedia of Latin American and Caribbean Literature, 1900-2003. Ed. Balderston, Daniel and Mike Gonzalez, Routledge, 2004.

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