ALABADO SEAS, MI SEÑOR Carta encíclica sobre el cuidado de la casa común
LAUDATO SI’
Texto íntegro de la carta encíclica Laudato si’ del papa Francisco con claves y propuestas de trabajo a la luz del Sínodo de la Amazonía José Ortiz Jiménez, José Moreno Losada, Trinidad Ruiz Téllez
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Dirección editorial Francisco Javier Navarro Marín Coordinación editorial Mario González Jurado Edición Antonio González Vinagre Propuestas de trabajo José Ortiz Jiménez, José Moreno Losada, Trinidad Ruiz Téllez Diseño Antonia Rivero Cubiertas Carmen Corrales Maquetación MT Color & Diseño S.L. @ José Ortiz Jiménez, José Moreno Losada, Trinidad Ruiz Téllez (claves y propuestas de trabajo) @ Libreria Editrice Vaticana (Texto de la carta encíclica) © PPC 2019 PPC Cono Sur Av. Callao 410, piso 2. C1022AAR - Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina PPC Colombia Carrera 85K Nº 46ª – 66 Oficina 502 Complejo logístico San Cayetano – Bogotá, Colombia PPC España Urbanización Prado del Espino Impresores 2, 28660 Boadilla del Monte (Madrid) ppcedit@ppc-editorial.com www.ppc-editorial.com PPC Editorial S. A. de C. V. Magdalena 211. Col. del Valle. Del. Benito Juárez. C. P. 03100 D. F. México mx.ppc-editorial.com Comercializa: PPC Editorial y Distribuidora, S. A. ISBN: 978-84-288-3453-7 Depósito legal: M 29923-2019 Impreso en la UE / Printed in EU
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PRÓLOGO
SOÑANDO LA CASA COMÚN En el mundo de hoy, nos dice el Documento eclesial de Aparecida: Como discípulos de Jesucristo nos sentimos interpelados a discernir los signos de los tiempos para ponernos al servicio del Reino, guiados por el Espíritu para que todos tengan vida en plenitud. La novedad de los cambios, en esta nueva época que nos encontramos, tiene un alcance global que afecta a todo el mundo. Esta nueva escala mundial del fenómeno humano, trae consecuencias en todos los ámbitos de la vida social. Como pastores de la Iglesia, nos interesa saber cómo este fenómeno afecta a la vida de nuestros pueblos. Cuando leemos esta joya de la encíclica Laudato si’, somos realmente iluminados ante tantas preguntas que el mundo de hoy puede hacerse ante hechos que acontecen en el planeta tierra y en la vida de los hombres y mujeres que lo habitamos. Laudato si’, es una potente luz que quiere disipar las sombras de las dudas que muchos pudieran tener en torno al comportamiento de los seres vivientes y de los cambios que estamos sufriendo en este espacio vital de la naturaleza que nos rodea. Esta encíclica es la hoja de ruta o el plano para tomar el rumbo correcto, para no perdernos en medio del laberinto que podemos encontrarnos, ante la realidad cambiante y acelerada en que se desenvuelve nuestro mundo. Quisiera agradecer a José Ortiz, José Moreno y Trinidad Ruiz el esfuerzo de hacer más asequible la lectura y reflexión de esta encíclica, con una metodología que hace más fácil y profunda la reflexión y nos lleva a un compromiso en el objetivo de es involucrar a todos a cambiar la forma de actuar con nuevas actitudes y acciones de cara a cuidar la casa común. Agradecer a Trini, mujer entusiasta y con coraje en la defensa de la naturaleza y el medio ambiente, con la que me puse en conexión para escribir estas líneas, por el trabajo que nos une a los que vivimos décadas en la Amazonía, pulmón de nuestro planeta, y por pedirnos el papa Francisco conformar parte de la comisión para el Sínodo especial amazónico convocado por él a celebrarse en Roma el próximo mes de octubre. Es desde este ángulo del Sínodo Panamazónico en el que quiero expresar mi pensamiento. Este sínodo está íntimamente relacionado y diríamos que tiene su raíz en la encíclica Laudato si’, y se convierte en una prolongación del camino para aterrizar en la realidad eclesial de los pueblos que buscan concreción de respuestas. Pero las recetas no se hacen solas, sino en una forma sinodal, caminando juntos, soñando juntos y construyendo juntos, y aprovechando este “kairós“ que Dios nos da en este marco providencial que es el Sínodo. Nunca en la historia de la Iglesia se había convocado un sínodo sobre el tema central de la Amazonía. Pareciera como que no cuadra con los temas que habitualmente la Iglesia suele reflexionar, si bien es verdad que el magisterio de la Iglesia ha tratado temas sociales 3 194412_libro_003-030_ini 3
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profundos con gran influencia respecto al desarrollo y vida de la humanidad. Este específicamente es de vital importancia para la vida del planeta y para la obra evangelizadora de la Iglesia en el mundo y en especial en esta región amazónica. La convocatoria de un sínodo que trate sobre la Amazonía pudiera parecer a simple vista que es un tema regional, como una parte del planeta tierra, pero sin trascendencia para la Iglesia universal y para todo el mundo. Sin embargo, a la luz de la encíclica Laudato si’, el papa Francisco puso en alerta a todo el mundo sobre las consecuencias que trae la irresponsabilidad humana en relación al cambio climático global, al agua como elemento imprescindible para vivir, y la perdida de la biodiversidad en el planeta. Los estudios de la REPAM nos dicen que más de un tercio de todos los bosques y la mitad de los animales y las plantas de todo el mundo vive en la Amazonía. En este espacio amazónico se produce la mayor reserva de agua dulce del planeta, la quinta parte; aquí se produce la quinta parte del oxígeno que respiramos en toda la tierra. Por ello decimos que este sínodo tiene una trascendencia para toda la humanidad. Por ello la defensa del medio ambiente, incumbe a todos los habitantes de esta casa común, tierra que Dios nos regaló. Los habitantes humanos tenemos la obligación de cuidarla, respetarla y defenderla, porque todo en ella esta interconectado, lo que pasa en la Amazonía repercute en Europa y en el mundo entero. Por eso entendemos la razón por la que el Papa, al convocar este sínodo de la Amazonía, no estaba pensando solo en esa región del planeta, sino en que la vida de esta región tiene mucho que ver con la del todo el planeta. Así lo recordaba también el secretario general del sínodo, el cardenal Baldisseri: Las reflexiones que atañen al “Sínodo Panamazónico, superan el ámbito regional, porque alcanzan a toda la Iglesia y también al futuro del planeta. Se trata de un gran “proyecto eclesial, cívico y ecológico” que permite extender nuestra mirada más allá de las respectivas fronteras y redefinir las líneas pastorales, adecuándolas a los tiempos de hoy”. En la región panamazónica, es “prioritaria” la atención a los pueblos nativos que la habitan, ha señalado. Estos pueblos, como dijo el papa Francisco en Puerto Maldonado (19 de enero de 2018), nunca han estado tan amenazados como ahora. En segundo lugar, el cardenal manifestó: Se prestará atención al tema del medio ambiente, de la ecología y del cuidado de la creación, la casa común, a la luz de la enseñanza y de la vida de la Iglesia, que opera en la Región. La REPAM (Red Eclesial Panamazónica), cuya semilla –y lo decimos con noble y sano orgullo– nació en nuestro Vicariato de Puyo, después oficializada en Brasilia, es hoy un gran árbol que cobija a tantos pueblos e iglesias particulares que requieren sus servicios. Con ella se ha realizado un gran trabajo de análisis de la región y su trascendencia, sobre todo para la parte del Ver la realidad de la Amazonía. Ha sido una gran ayuda para la preparación de este sínodo. Cabe destacar en el discurso del Papa en Puerto Maldonado, la insistencia en la necesidad de escuchar a los principales interlocutores de esta realidad, que son los pueblos ancestrales que viven en la Amazonía. Ellos son los vigías de este pulmón de la tierra y 4 194412_libro_003-030_ini 4
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defensores de la naturaleza ante la deforestación y estractivismo minero y petrolero, grandes heridas mortales a las que se ve sometida hoy la Amazonía. A todo esto se suma un “aumento dramático del tráfico de personas”, especialmente mujeres y niños, con el propósito de todo tipo de explotación inhumana. En segundo lugar, viendo la realidad de la Iglesia en su trabajo de evangelización en esta región, constatamos los grandes desafíos que encuentran los misioneros incansables en su celo apostólico. Tales como la falta de sacerdotes para poder atender las grandes extensiones de territorio sin acceso vial a muchos de los pueblos que allí viven, privados de lo fundamental para una vida cristiana, como es la Eucaristía. Se hace necesario abrir nuevos caminos de evangelización en la Iglesia. Igualmente las palabras del Papa en puerto Maldonado sobre pensar en una Iglesia con rostro amazónico e indígena, Partiendo de la vivencia de la diversidad cultural de los pueblos, los nuevos caminos, tendrán una incidencia en los ministerios, la liturgia y la teología. Como nos recordaría el Concilio Vaticano II (AG 11): la Iglesia necesita descubrir con gozo y respeto las semillas del Verbo. Definitivamente la trascendencia de este sínodo para toda la Iglesia será un hecho sin precedentes. Se abre una puerta de esperanza para la iglesia y el mundo. Debemos cuidar juntos la casa común y defender la vida en esta región paradigmática de la Amazonía. Cuando el papa Francisco nos visitaba en Ecuador, en julio de 2015, ya nos recordaba su pensamiento escrito en la encíclica Laudato si’. Decía a nuestros jóvenes recordando el texto del Génesis: Cuando Dios le regala la tierra al hombre, le invita a ser parte de su obra creadora, es un regalo, no es algo adquirido, no es algo comprado. Nos precede y nos sucederá… según el Génesis, le manda cultivar y cuidar, no cultiva quien no cuida y no cuida quien no cultiva. Existe una relación entre nuestra vida y la de nuestra tierra madre la tierra… Hay algo que es claro, no podemos dar la espalda a nuestra realidad a nuestros hermanos y a nuestra madre la tierra. Esta tierra que hemos recibido en herencia ¿cómo la queremos dejar? ¿Para qué luchamos y trabajamos? (LS 160). La Iglesia no es ajena a la preocupación y dolor que sufre el planeta y los hombres que en él vivimos. Así como por primera vez un Papa pisa la Amazonía manifestando: Queremos saber ¿cómo imaginar un futuro sereno y un buen vivir de las generaciones futuras? Nos cuestiona a nosotros ¿cuál es la misión de la Iglesia hoy ante la realidad que vivimos? Como prolongación de la encíclica Laudato si’, este sínodo panamazónico, será luz y esperanza para abrir nuevos caminos para una Iglesia en salida, siempre movida por el espíritu misionero que desde el día del primer Pentecostés sigue acompañando a la Iglesia para que sea cada día más profética y ministerial. Nos queda claro que Laudato si’, y el Sínodo en consonancia con el mismo espíritu, nos invitan a una conversión del corazón de donde sale lo bueno y lo malo del hombre en sus pensamientos y en sus deseos, una conversión a una ecología integral, que nos lleve a vivir en armonía con las cuatro grandes relaciones que debe vivir el hombre: con Dios, consigo mismo, con los demás y con la tierra, respondiendo a las grandes preguntas existenciales que aparecen como eje trasversal de la encíclica: ¿qué mundo queremos dejar para los que vienen detrás?, ¿para qué estamos y trabajamos en esta tierra?, ¿para qué nos 5 194412_libro_003-030_ini 5
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necesita esta tierra? Ello exige un compromiso de trabajar con nuevas actitudes: pensar en el bien común frente al egoísmo e individualismo, vivir con austeridad frente al consumismo y derroche, defender con voz profética y de denuncia ante a las injusticias con los más vulnerables, sembrar una mentalidad positiva de renovación y esperanza “aún estamos a tiempo para restaurar y sanar las heridas de nuestra tierra (LS 13, 58, 205). Que Dios Padre Creador nos bendiga, que el amor redentor del Hijo Jesucristo nos fortalezca, y que el Espíritu Santo nos guie y renueve siempre como Iglesia. +Rafael Cob García Vicario Apostólico de Puyo (Ecuador) Miembro de la Comisión Preparatoria y de la Secretaría para el Sínodo Panamazónico
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PRESENTACIÓN
LO NATURAL, LO HUMANO Y LO DIVINO: ECOLOGÍA INTEGRAL La carta encíclica Laudato si’ fue presentada en junio del año 2015, segunda encíclica promulgada por el papa Francisco. Se trata de una reflexión y propuesta emblemática para el mundo actual, centrada en una cuestión transversal al plantear el reto de la ecología integral, para los creyentes esencialmente unida a la promesa de la verdadera salvación cristiana. En estos años la carta está siendo iluminación e interpelación en la Iglesia y en la sociedad mundial, marcando un antes y un después por su saber y acento ecuménico y plural de la sabiduría y del planteamiento de los problemas centrales que está sufriendo la humanidad actual y, con ella, toda la naturaleza. Hoy no se puede ser cristiano sin entrar en las reflexiones que nos propone el Papa, pero tampoco se puede ser ciudadano con ética sin abrirse a sus interrogantes. Ciudadanía y cristianismo se entrelazan y abrazan en la fraternidad de lo humano y lo esperanzado. Las cuestiones que se lanzan son universales y urgentes. En esta misma dirección se abre ahora el sínodo sobre la Amazonía. Necesitamos colaborar y favorecer la encarnación de este escrito en la comunidad eclesial y en la sociedad.
Futuro y sentido «¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo?» (LS 160). Esta pregunta está en el centro de Laudato si’, la esperada encíclica del papa Francisco sobre el cuidado de la casa común. Y continúa: «Esta pregunta no afecta solo al ambiente de manera aislada, porque no se puede plantear la cuestión de modo fragmentario», y nos conduce a interrogarnos sobre el sentido de la existencia y el valor de la vida social: «¿Para qué pasamos por este mundo?, ¿para qué vinimos a esta vida?, ¿para qué trabajamos y luchamos?, ¿para qué nos necesita esta tierra?». Si no nos planteamos estas preguntas de fondo –dice el Pontífice– no creo que nuestras preocupaciones ecológicas puedan obtener resultados importantes».
Al estilo de Francisco La encíclica toma su nombre de la invocación de san Francisco, «Laudato si’, mi’ Signore», que en el Cántico de las creaturas recuerda que la tierra, nuestra casa común, «es también como una hermana con la que compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos» (1). Nosotros mismos «somos tierra (cf. Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está formado por elementos del planeta, su aire nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura» (2).
Desde el grito y el dolor, humano y natural Pero ahora esta tierra maltratada y saqueada clama (2) y sus gemidos se unen a los de todos los abandonados del mundo. El papa Francisco nos invita a escucharlos, llamando a todos y cada uno –individuos, familias, colectivos locales, nacionales y comunidad internacional– a una “conversión ecológica”, según expresión de san Juan Pablo II, es decir, a «cambiar de ruta», asumiendo la urgencia y la hermosura del desafío que se nos presenta ante el «cuidado de la casa común». 7 194412_libro_003-030_ini 7
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Con la esperanza de un verdadero cambio de estilo de vida Al mismo tiempo, el papa Francisco reconoce que «se advierte una creciente sensibilidad con respecto al ambiente y al cuidado de la naturaleza, y crece una sincera y dolorosa preocupación por lo que está ocurriendo con nuestro planeta» (19), permitiendo una mirada de esperanza que atraviesa toda la encíclica y envía a todos un mensaje claro y esperanzado: «La humanidad tiene aún la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común» (13); «el ser humano es todavía capaz de intervenir positivamente» (58); «no todo está perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarse hasta el extremo, pueden también superarse, volver a elegir el bien y regenerarse» (205).
Dirigido a todos, universal El papa Francisco se dirige, claro está, a los fieles católicos, pero se propone «especialmente entrar en diálogo con todos sobre nuestra casa común» (3): el diálogo aparece en todo el texto, y en el capítulo 5 se vuelve instrumento para afrontar y resolver los problemas. El Papa se abre en diálogo a otras iglesias y comunidades cristianas, otras religiones, a oriente, y agradece todas las colaboraciones que hablan del verdadero ecumenismo del saber: «la reflexión de innumerables científicos, filósofos, teólogos y organizaciones sociales [ha] enriquecido el pensamiento de la Iglesia sobre estas cuestiones» (7) e invita a todos a reconocer «la riqueza que las religiones pueden ofrecer para una ecología integral y para el desarrollo pleno del género humano» (62).
Ver, juzgar y actuar. Un esquema procesual y profundo El recorrido de la encíclica está trazado en el n.º 15 y se desarrolla en seis capítulos. A partir de la escucha de la situación, a partir de los mejores conocimientos científicos disponibles hoy (cap. 1), recurre a la luz de la Biblia y la tradición judeo-cristiana (cap. 2), detectando las raíces del problema (cap. 3) en la tecnocracia y el excesivo repliegue autorreferencial del ser humano. La propuesta de la encíclica (cap. 4) es la de una «ecología integral, que incorpore claramente las dimensiones humanas y sociales» (137), inseparablemente vinculadas con la situación ambiental. En esta perspectiva, el papa Francisco propone (cap. 5) emprender un diálogo honesto a todos los niveles de la vida social, que facilite procesos de decisión transparentes. Y recuerda (cap. 6) que ningún proyecto puede ser eficaz si no está animado por una conciencia formada y responsable, sugiriendo principios para crecer en esta dirección a nivel educativo, espiritual, eclesial, político y teológico. El texto termina con dos oraciones, una que se ofrece para ser compartida con todos los que creen en «un Dios creador omnipotente» (246), y la otra propuesta a quienes profesan la fe en Jesucristo, rimada con el estribillo «Laudato si’», que abre y cierra la encíclica.
La riqueza de lo complementario El texto está atravesado por algunos ejes temáticos vistos desde variadas perspectivas, que le dan una fuerte coherencia interna: «la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que en el mundo todo está conectado, la crítica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnología, la invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso, el valor propio de cada criatura, el sentido 8 194412_libro_003-030_ini 8
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humano de la ecología, la necesidad de debates sinceros y honestos, la grave responsabilidad de la política internacional y local, la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida» (16).
Claves, epígrafes y propuestas de trabajo La riqueza de esta encíclica está en la posibilidad de llevarla realmente a nuestra vida personal, a las comunidades cristianas en las que vivimos y a la sociedad de la que formamos parte, en sus vertientes cultural, educativa, sanitaria, económica, política, etc. Esta edición de PPC ofrece el texto completo de la encíclica y materiales y subsidios que podrán favorecer la formación y acción, personal y comunitaria, a partir de su lectura, reflexión, profundización y posible acción aplicada a la realidad. Sabemos que no será un escrito más para nadie que se acerque con inquietud, tanto a nivel cristiano como humano. La Iglesia tiene que encarnar esta reflexión dentro de ella y en medio del mundo. Por eso queremos colaborar con el espíritu y el método de la encíclica para rumiar y digerir sus claves, sus análisis, sus juicios y sus propuestas. Queremos hacerlo real y concretamente, con profundidad y verdad, a la que vez que con realismo vital y comunitario. En la primera parte ofrecemos una reflexión provocada por el documento en orden a ser eco de los verdaderos planteamientos, de su necesidad, su valoración, su análisis de la realidad y su propuesta de cambio de vida que nos invita e interpela a todos. En la elaboración de nuestra reflexión sobre cuestiones fundamentales en torno a la encíclica y su mensaje, hemos seguido las palabras iluminadoras de monseñor Julio Parrilla, obispo de Ecuador. En la segunda parte, presentamos mapas conceptuales para ver el capítulo en su conjunto y al lado de cada número del texto original incluimos epígrafes marginales que ayuden a descubrir a primera vista las ideas esenciales de cada párrafo. Solo pretendemos facilitar sin condicionar. A la luz de cada capítulo nos esforzamos en presentar propuestas de trabajo, con una fase más personal y otra más de grupo para compartir en revisión de vida junto a otros creyentes o personas en búsqueda. Más adelante ofrecemos un posible esquema o modelo de sesión de grupo. Hemos querido recoger ecos de personas que ya han conocido y reflexionado sobre la encíclica, laicos cristianos y comprometidos en medio del mundo en ámbitos y ambientes plurales; ellos nos ofrecen lecturas creyentes que conectan los capítulos con textos bíblicos y oraciones que surgen en el interior “tras la riqueza de lo descubierto” a la luz de la reflexión y propuestas de la Laudato si’, sin olvidar que nos llama a conversión y que esto solo es posible por la acción del Espíritu en nuestro interior. Ojalá este trabajo sirva para que muchas personas adentrándonos en el camino de una ecología verdaderamente integral nos salvemos y lleguemos al conocimiento auténtico de la Verdad. José Ortiz Jiménez, José Moreno Losada y Trinidad Ruiz Téllez
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ESQUEMA DE LAS PROPUESTAS DE TRABAJO PISTAS PARA EL TRABAJO PERSONAL Y COMUNITARIO Al final de cada capítulo de la encíclica se ofrecen algunas pautas de trabajo, tanto en el plano personal como grupal, así como apuntes y materiales de cara a la profundización, interiorización y oración celebrativa. Presentamos aquí el esquema general en orden a no ser repetitivos en cada sección o capítulo. DE UN VISTAZO Se trata de un cuadro sintético que sin cubrir todos los elementos del capítulo nos da la visión de un marco general en orden a situarnos en el tema que va a centrar nuestra reflexión. Servirá, al comienzo del trabajo para abrir la perspectiva del trabajo planteado. Del mismo modo será útil para contrastar las conclusiones una vez realizado el trabajo. TRABAJO PERSONAL El punto de partida ha de ser la lectura reposada del texto, el encuentro personal con el mensaje. Para ello podemos seguir las siguientes pautas: · Lectura personal. Nos dejamos invadir por la propuesta y atendemos los ecos personales que suscita en cada uno de nosotros, aquello que nos parece lo central, lo que más nos llama o resuena en nuestro interior. · Elección de frases. Un subrayado sencillo desde lo que son llamadas, interpelaciones para nuestra vida personal, familiar, profesional y para la comunidad cristiana a la que pertenecemos y que tenemos como referencia. Nos abrimos a los toques que invitan a la conversión personal y comunitaria, eclesial y ciudadana. · Cuestiones pendientes. Saber acoger las interrogaciones que el texto nos plantea por hacerse difícil en su comprensión, por proponer cosas que cuestionan nuestra visión habitual de la realidad, o invitaciones al cambio de hábitos y de vida. · Selección de frases e interrogantes. Podrá ser de gran ayuda centrar tanto lo que nos parece más importante y llamativo como aquello que más nos interroga y nos seduce de lo planteado. Nos quedamos con aquellas frases más relevantes y cuestiones para compartir y seguir profundizando en común con otros. Así podremos llegar a nuestras propias conclusiones. · Preguntas. Presentamos en cada capítulo, tras el trabajo individual, una serie de preguntas que pueden guiar la reflexión del grupo, una vez que nos las hayamos planteado personalmente. ENCUENTRO EN GRUPO Y TRABAJO COMPARTIDO El trabajo personal se podrá enriquecer desde el compartir en grupo, tanto las conclusiones como las vivencias. Por eso se propone para el grupo comenzar compartiendo las frases e interrogantes para ver líneas más comunes y subrayadas entre
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todos. Es de gran importancia todo lo que nos pueda acercar más a la vida y a su aplicación en nuestros distintos ámbitos humanos, sociales, culturales, laborales, espirituales. Así podremos llegar a conclusiones compartidas. VISUALIZACIÓN E INTERIORIZACIÓN. LA VIDA La segunda parte del trabajo compartido hemos querido centrarla en lo que podríamos llamar la acción encarnada. En ella buscamos el contraste entre el mensaje y nuestra vida ordinaria, nuestro proyecto personal de vida y acción. Todos tenemos una forma de pensar, de sentir y de actuar, lo que podríamos llamar nuestra cultura personalizada, nuestro modo de vivir y ser. Buscamos adentrarnos en la realidad desde la propia vida, y la de nuestra sociedad, en el contraste con el mensaje y reflexión que nos ha propuesto el capítulo tratado de la encíclica. Para ello proponemos unas cuestiones directas y vitales que nos ayudarán a entrar en la encarnación del mensaje de la Laudato si’, más allá de puras ideas y abstracciones. LECTURA CREYENTE Y ORACIÓN · La Palabra. Al hilo del tema y la orientación teológica y pastoral de los capítulos, presentamos un texto bíblico para abrirnos a la Palabra de Dios de un modo directo y contemplativo. · Lectura creyente. Desde los textos bíblicos elegidos, hemos solicitado a distintas personas, comprometidas con el Reino de Dios en medio del mundo, que compartieran con nosotros su lectura creyente del texto propuesto, a la luz de la inspiración de la carta del Papa, en la sección correspondiente. Se trata de dejarnos iluminar por la lectura de fe que un hermano nuestro hace de la Palabra en la vida, desde sus inquietudes y compromisos para vivir en la voluntad de Dios en medio de los hermanos. Ante la palabra del pastor de la Iglesia, el eco de los miembros de ese pueblo de Dios al que se dirige. · Orar desde la vida. Lo mismo hemos querido hacer al presentar la comunión y la relación con el Padre desde la vida de distintos laicos cristianos. Ellos comparten su oración desde la preocupación por la casa común y por la ecología integral, desde las interpelaciones, llamadas e invitaciones a la conversión y al compromiso que nos hace la encíclica. Se trata de recibir el eco del Espíritu Santo en los corazones de estas personas. · Oración para cada día: Acabamos esta parte insinuando una clave de oración para mantenernos unidos espiritualmente en la invocación del Espíritu en orden a nuestra conversión para facilitar el Reino de Dios. OTROS RECURSOS Hemos seleccionado un conjunto de canciones y vídeos acorde con cada capítulo que pueden servir de complemento para profundizar y realizar otro tipo de actividades en torno al mensaje papal. Pueden ser de gran utilidad para trabajar con personas jóvenes y ofrecer otros recursos y materiales complementarios. 11 194412_libro_003-030_ini 11
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PERSPECTIVAS DE COMPRENSIÓN Y CLAVES DE APLICACIÓN DE LA CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ A LA LUZ DEL SÍNODO DE LA AMAZONÍA
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AL HILO DE LA LAUDATO SI’. CINCO CLAVES Y UNA RECETA 1. PRIMERA CLAVE: ¿A QUIÉN AFECTA MÁS ESTO DE LA ECOLOGÍA? Para hacernos con esta primera clave indagaremos: • ¿Qué es la ecología? • Cómo afecta a las personas: ❍ la contaminación ❍ el agua ❍ el cambio climático ❍ la biodiversidad versus la cultura del descarte ❍ la inequidad …y descubriremos que los problemas de la casa común y de las relaciones en la casa común (=ecológicos) quien más los sufren son quienes sean más dependientes.
La ecología La ecología es la ciencia que estudia los ecosistemas, los seres vivos que forman comunidades en la naturaleza: plantas, animales, hongos, bacterias (=biocenosis); y el espacio físico donde se desarrollan (biotopo o hábitat), el lugar concreto, que tiene unas características climáticas y de suelo. Y, además de eso, todas las relaciones que se dan en y entre ambas. O sea, que la ecología, científicamente hablando, no solo enumera listados de especies que se encuentran con mayor o menor frecuencia o singularidad, sino que se encarga, y con bastante afán por cierto, de analizar y cuantificar matemáticamente las relaciones que existen entre esos grupos de animales entre sí, o de animales con vegetales, o de ambos con las temperaturas, el agua disponible, la luz o cualquier otro parámetro del espacio físico que constituye el mencionado hábitat. La ecología es una ciencia muy difícil, porque estudia relaciones y porque es multidisciplinar. En el mundo científico un buen grupo de investigación en ecología es algo mucho más costoso de articular que un gran grupo híper especializado. Está formado por profesionales que proceden de distintas ramas del saber, tanto de materias de biología (para conocer flora, fauna, diversidad), como otras afines de ciencias experimentales, y también de ciencias sociales, como sociología, economía, o incluso matemáticas, informática, historia o geografía. La ecología de calidad es así de relacional e integradora. Los fundamentos en los que se basa son el planteamiento global, la perspectiva de conjunto, el cálculo del funcionamiento de los sistemas naturales considerados desde una óptica multifocal y colectiva. Ecología integral es la ecología académicamente cotidiana, si los equipos tienen suficiente nivel como para asumir la gestión de la complejidad.
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De una manera mucho más sencilla puede comprenderse la ecología y las facetas de su dedicación si se tiene en cuenta la etimología del término eko-casa logos-conocimiento. Entendido el planeta como una grandísima casa común donde habita el ser humano, todo lo relativo a la vida en la casa y sobre todo, a las relaciones que establecen entre si quienes están en este mundo, en este planeta, son relaciones que pueden mirarse desde una perspectiva ecológica. Son ecología. El medio ambiente también es social. La casa en que habitamos, este planeta, tiene ya unos años (se cree que 4.500 millones de años), y ha sido objeto de muchos cambios y reformas de todo tipo durante este largo tiempo. Pero nada comparable con lo sucedido en los últimos tramos del desarrollo de la humanidad. Los científicos llaman al fenómeno rapidación o cambio exponencial. Es la característica más importante del momento en que vivimos. Los cambios en todo son tan rápidos que la velocidad de cambio aumenta no de manera constante, sino de manera exponencial. A ese ritmo no había ocurrido nunca. Y ello ha traído numerosas consecuencias en la vida del planeta, o sea en la ecología, en todo. Con la rapidación hemos entrado en una espiral que nos impulsa, a quienes vivimos en los países más avanzados, a acelerar aún más nuestro ritmo de crecimiento, medido en términos de producción y consumo. Es la sociedad del usar y tirar, del vivir para consumir sin límite bienes y servicios. Mi necesidad es mi horizonte y no hay más. Yo. Esta producción industrial masiva y tan acelerada en el tiempo ha generado unos volúmenes de productos químicos artificiales que en la casa están en el aire, el suelo, el agua; en todas partes. Como proceden de procesos diseñados por la inteligencia humana y son nuevos, en la mayoría de los casos no hay en la casa, en la naturaleza, ninguna bacteria, hongo o levadura que se encargue de degradarlo y devolverlo a la cadena habitual de incorporación a los seres vivos. No son biodegradables. Son contaminantes. Hay muchos tipos de contaminantes, y la calidad del aire y de las aguas es uno de los factores más decisivos para la salud de las poblaciones de un país.
La contaminación El problema de la contaminación ambiental, no es un problema técnico, químico, de Ingeniería de procesos, de meteorología o de calidad hidrológica. Está siempre muy ligado a causas sociales y económicas, su solución pasa indefectiblemente por la adopción de medidas de tipo sociopolítico. El grado de sensibilización por la contaminación ambiental de un país está relacionado con sus índices de desarrollo cultural y humano. Incluso dentro de los países, aquellas zonas que tienen niveles de desarrollo más bajo, coinciden con áreas donde se instalan las industrias más contaminantes. La industria textil de la provincia de Zhejiang, en China, es buen ejemplo de ello. Cosa similar puede decirse de la fabricación de antibióticos y otros medicamentos en India, repetidamente denunciados por Ongs internacionales.
El agua Centrándonos en la cuestión del agua, parece objetivo afirmar que en general se admite que hay una gran inequidad en el mundo en cuando al acceso al agua en las distintas naciones. A ese respecto impera una masiva actitud de indiferencia en aquellos países o sectores de la población que no ven comprometidas sus posibilidades de acceso, y existe 16 194412_libro_003-030_ini 16
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en determinados países una marcada actitud economicista en la línea de privatizarla. Análisis desde perspectivas más globales están advirtiendo ya con temor sobre el riesgo de que el verdadero problema del futuro en el planeta sea precisamente contar con cantidades suficientes del líquido elemento. Y resulta muy curioso constatar que aunque son muchos los diagnósticos sobre las diferencias de acceso al agua en distintos contextos, cuesta mucho más que se profundice en las causas de esas diferencias de acceso. Algunos autores han vaticinado que los próximos grandes conflictos internacionales vendrán por el agua.
El cambio climático Las temperaturas en cambio climático han servido para alertarnos a quienes vivimos en el norte de la magnitud del problema, porque comenzamos a tener molestias e imprevistos. Sin embargo, este calentamiento global, que en ocasiones favorece patologías que mucho tienen que ver con las infecciones y parasitosis, afecta en ese sentido mucho más a países que se encuentran en vías de desarrollo en las zonas intertropicales del planeta. Pudiera objetarse que cambios geológicos siempre ha habido, y que las propias glaciaciones son un ejemplo de profundas modificaciones en los ecosistemas de la mayoría de nuestros países de origen. Pero esta época de rapidación o cambio exponencial, las modificaciones que se están produciendo exceden con mucho la capacidad de respuesta del planeta. Con relación al cambio climático, pudiera en principio pensarse que, al ser un fenómeno de tipo atmosférico o meteorológico, afecta a toda la humanidad de manera más o menos homogénea. Sin embargo, en su influencia con respecto a la agricultura, por ejemplo, está demostrado que, en África, determinadas hambrunas se han producido por falta de yuca no colectada por una meteorología adversa.
La biodiversidad versus la cultura del descarte Personas fascinadas por la contemplación, naturalistas, ecologistas y científicos, son sectores sociales que han compartido con la ecología su interés por defender la biodiversidad. Lo ha hecho desde la valoración de la multiplicidad de las formas y la admiración de los procesos. Con una dimensión espiritual, aunque no eclesial. Muchas veces con la consideración de la naturaleza como reina de un mundo ateo. Por otro lado, personas enraizadas en la tradición, líderes indígenas, ancianos, depositarios de conocimientos tradicionales sobre la biodiversidad, son sectores sociales que han conocido, a través del saber popular y la transmisión oral, el valor de las etnoculturas. Lo han hecho desde el respeto a sus antepasados como compromiso de conservación del conocimiento ancestral compartido. Valoran la heterogeneidad y consideran la naturaleza como algo que los identifica. Y en medio de todo, quizá lo más abundante, conviviendo con los anteriores colectivos en un clima de respeto, que es más bien indiferencia, existe una gran mayoría de personas que forman parte de nuestras sociedades de consumo, que se encuentran tanto en las ciudades como ya en el medio rural. Una sociedad donde a lo que se aspira se practica con naturalidad en la vida la ley de la selva, donde gana el más fuerte, donde se aspira es a consumir y se aplica el usar y tirar, incluso en las relaciones humanas y, si las circunstancias lo requieren, a las personas (cultura del descarte).
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La inequidad Hay un reparto muy desigual en la utilización de recursos de la casa común. A la hora de analizar las relaciones de los distintos integrantes que habitan en el planeta, no hay acuerdo en el diagnóstico de los problemas, pues los enfoques son distintos en función de la comunidad de la que se forme parte, su origen, situación y perspectivas. Pero las diferencias son extremadamente grandes, tanto que esto comienza a ser problemático al parecer de algunos. Para detectar qué colectivos son los más afectados por los problemas que ocurren en la casa común hay que tener en cuenta los recursos que cuentan para solucionarlos. Las poblaciones que viven en lugares donde no es posible la cloración ni el tratamiento de aguas, están mucho más expuestas a la contaminación que las que poseen depuradoras; los enfermos y desnutridos son más vulnerables a la contaminación atmosférica; los discapacitados son más vulnerables a la exclusión social; los niños y los ancianos, al riesgo de patologías transmitidas por el aire. Por todo ello, como dice Mons. Julio Parrilla, obispo de Ecuador “Apoyarás la causa de los pobres, porque las principales víctimas de la crisis ecológica son las poblaciones más pobres de los países empobrecidos”.
2. SEGUNDA CLAVE: LA INVENCIÓN DE LA NATURALEZA: TODO ESTÁ INTERCONECTADO En este apartado comentaremos: • Qué preguntas responde la ciencia y cuáles no. • Cuál es nuestro nivel de conocimientos sobre ciencia y creación ... y descubriremos que no es difícil el diálogo fe-cultura y que la ecología integral incluye la dimensión espiritual.
Que todo en la vida del planeta está interconectado, interdependiente o relacionado, no es una idea admitida en la comunidad científica occidental de siempre. Se dice que en Europa fue Humboldt el padre de ese enfoque y, por ello, de la ecología como ciencia. Él fue quien primero planteó el concepto científico moderno de naturaleza. Se considera que lo elaboró durante sus viajes y exploraciones por América latina en el siglo xix. Eran momentos históricos en los que se estaban poniendo los cimientos de las teorías de Darwin y comenzaba a abandonarse una visión medieval, escolástica, más fijista e inmovilista del origen y la existencia de todo. Por eso, y por otros avatares de la historia, en el mundo académico hoy los equipos de especialistas en biología o biodiversidad hablan de los seres vivos y medio ambiente, utilizan la palabra ecosistema o naturaleza. No dicen creación. La palabra creación, en el ámbito civil, laico, tiene una connotación religiosa. Suele relacionarse con el relato bíblico del Génesis que articula muchos aspectos de las culturas occidentales de tradición judeocristiana. Culturas en las que precisamente con el paso del tiempo, se han desarrollado las ciencias experimentales, la academia, la ilustración, la razón y el progreso científico. 18 194412_libro_003-030_ini 18
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Quizá sea conveniente reconocer que en la Iglesia, sobre los temas de doctrina de la creación, la catequesis de adultos ha fallado o simplemente ha faltado. Y más allá del ámbito catequético, cualquier persona de una mediana cultura en occidente, debería tener claro que los relatos de la Biblia no son libros de historia, ni enciclopedias de ciencias naturales. Aunque una mirada superficial nos hace llegar a la conclusión de que, en otras épocas medievales, en Europa, así se considerasen. Más tarde volveremos sobre este punto, pero ahora simplemente destacaremos que el relato bíblico de la creación está escrito en una época específica datada, la etapa en la que el pueblo de Israel estaba exiliado en Babilonia y pasaban por unas circunstancias muy duras. Tales vicisitudes les hacían recordar otra fase también durísima de su historia, la sufrida con esclavitud en Egipto. Habría que imaginar sus sentimientos. Ellos, gentes nómadas del desierto, que habían hecho un pacto (Alianza) con su Dios (un dios “único”, de dedicación exclusiva, no como los “dioses múltiples” de pueblos vecinos todos politeístas), cifrándose dicho compromiso en una Tierra Prometida y una Salvación, que no acababa de materializarse, que no terminaba de llegar. Y en ese contexto de relectura de su propio pasado, de buscar explicación a su propia historia, a los fracasos que parecían haber tenido, observaron que siempre les había seguido un éxito, una salvación de su Dios, que, a través de sucedidos ocurridos, los había ido sacando de los problemas y los seguía conduciendo. En ese momento de relectura orientada a la confianza en su Dios, y sobre todo en el Amor que su Dios estaba manifestando, porque sí, sin motivo ni razón, por todo y por nada, gratuito, surge el relato de la creación como percepción de “cómo vinimos al mundo”, por qué somos. Para qué somos. Para quien somos. El mensaje del relato del Génesis es trasmitir la idea de que Dios nos hizo por pura voluntad suya (”de la nada”). Es transmitir que Él es el Señor, y vio que todo era bueno (=y el séptimo descansó). Es decir, que el haber hecho lo que Él hizo porque quiso tenía una intencionalidad, no fue un azar, sino algo decidido y querido, voluntario (¡libre!, ¡porque quiso y ya está), a su imagen y semejanza (libres nosotros también). Ese relato del Génesis está escrito en un momento terrible para el pueblo y aporta el argumentario de cómo Dios nos ama y nos anima a que no estemos ciegos, que confiemos en Él, que las cosas no son lo que a corto plazo parecen. Para que recordase el pueblo de Israel su pasado, para que viese signos donde se había hecho presente la existencia de Dios a través de circunstancias históricas, y hasta para que reflexionase sobre por qué somos así (como Dios ha querido, parecidos a Él): libres y con capacidad de amar. El relato del Génesis no es la lección primera de una enciclopedia de ciencias naturales. El relato no se hace para describir cómo llegaron los dos primeros nómadas de la tribu, sino para expresar el sentimiento de que, si somos lo que somos (algo que verdaderamente merece la pena) no es por el azar, la casualidad o la sinrazón, sino por una realidad que nos precede y supera: llámale Yahvé, tu Dios. Y a la vez, misteriosamente, envolviendo todo eso, nos ama=salva. La teoría de la evolución tiene que ver con el relato bíblico de la creación lo que la biología con la teología: bastante poco. Responden a preguntas diferentes relacionadas con el origen; en el primer caso, más relacionado con cómo y cuándo surgió ésta u otra especie o realidad, o sea, con los procesos (modelos descriptivos). En el segundo caso, con el 19 194412_libro_003-030_ini 19
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porqué, para qué, para quien, la finalidad última, el sentido, las causas. Lo primero es físico, lo segundo es meta-físico (modelos explicativos de la existencia). Por tanto, las primeras preguntas, que se interesan por el origen, cuándo, cómo, del ser humano, de las especies, de la vida, de la materia, pueden tener diferentes respuestas. Estas se articulan a través de teorías científicas, que van cambiando según van progresando los avances tecnológicos. La teoría de la evolución no es inmutable, en ciencia no hay dogmas. Las segundas preguntas, meta-físicas, también tienen diferentes posibilidades de respuesta o de posicionamiento en función del interlocutor. Todo ello gracias a la capacidad que tenemos de discernir, pensar y libremente tomar posturas. Ahí en la esfera metafísica, de explicación del porqué de la existencia, las respuestas son variadas también. Responden a las diferentes corrientes filosóficas que hemos conocido articuladas en las distintas culturas. Incluye también la posibilidad de respuesta en negativo: no hay respuesta, todo es azar, casualidad. Abarca las dimensiones transcendentes y la respuesta que ofrece la fe religiosa, incluida nuestra fe católica. Desde esta perspectiva, que es don, apuesta y propuesta, nunca una evidencia experimental, por qué somos está claro que es porque a Dios “le dio la gana”. Lo que en términos clásicos expresaríamos que fuimos creados por amor. Háyase producido nuestra aparición en el planeta como especie tal y como hoy se estudia en la teoría de la evolución, o como se descubra en el futuro con nuevos avances tecnológicos. Ser lo que somos, estar vivos aquí en la Tierra, ser gente con “espíritu y alma”, lo diseñó Dios (porque lo quiso hacer así), “a su imagen y semejanza”. Eso tiene mucha consecuencia. Un ser Libre que “replica” a otros seres también “libres”. Un misterio. La segunda cuestión a plantear sería para qué existimos. Existimos por voluntad de Dios, por la creación. Pero la creación ¿para qué? Para la plenitud, para la felicidad plena, para la Salvación. Cristo resucitado esclarece el para qué del ser humano. Pero lo importante que destacar en este primer momento de reflexión es que la investigación científica de la naturaleza continúa tratando de dar respuesta a las preguntas sobre cuándo y cómo se produjeron los orígenes, los inicios, los principios, y la visión cristiana de la realidad está enfocada en cuestiones de sentido, en el porqué, en el para qué la vida, la naturaleza, el planeta y el tiempo. A ello hay que añadir la necesidad de formación en teología de la creación y doctrina de la creación, que debe darse a las personas adultas y a los niños en la Iglesia, de modo que las personas de diferentes edades y ambientes puedan dialogar desde su fe con la cultura, ciencia y tecnología de los tiempos que vivimos. Especialmente notable hoy es esta faceta no fijista ni parcelada, sino de conexión-relación, influencia mutua, interdependencia. La rapidación del siglo xxi ha disparado las conexiones en este mundo hasta niveles insospechados– Ya se ha medido y comprobado con bastante frecuencia y rigor que lo que hoy día ocurre en un lugar, repercute con mucha probabilidad en otros muy lejanos. Vivimos en la aldea global y todo está interconectado. Esto a veces nos asusta, pero la mayoría de las ocasiones nos fascina. Con los avances de la técnica, además, hemos sido artífices de medios suficientes como para llegar a conocer muy bien, y con bastante detalle, muchos de los secretos de la biología, los seres vivos, la biodiversidad y la vida. El ser humano ha sido capaz de llegar a un alto grado de descripción de las conexiones vitales, de las influencias del mundo inerte para con las bacterias, 20 194412_libro_003-030_ini 20
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los hongos, los animales y las plantas. Hay muchísimos estudios, escritos, investigaciones y a fin de cuentas, contemplaciones, de esta realidad diversa en la que somos y en la que de alguna manera existimos. Sabemos a ciencia cierta que el ser humano lleva miles de años en ese individual y colectivo proceso de observación y cualquiera de nuestras personas (sin necesidad de ser una gran científica) ha vivido la experiencia de cómo y cuánto se goza descubriendo los secretos de la naturaleza, la creación y la vida. Sí, se necesita tiempo, pararse a escuchar, observar, pensar, procesar, interpretar, relacionar, contemplar. Y también se necesita actitud. La experiencia personal de contemplación o estudio va a ser tan diferente como lo somos las propias personas, pero siempre con ese denominador común de la fascinación por el conocer, la seducción por el saber, por averiguar de qué o para qué estamos hechos. O si somos más realistas, admitiremos que nuestro verdadero interés no es saber para qué, sino para quién [somos o existimos]. Y así, sin pretenderlo, pasamos de la biología evolutiva, pura o dura, de biodiversidad y la conservación animal y vegetal, a la filosofía si se quiere, o en el fondo a abrirnos a las posibilidades de otras cuestiones, de otras preguntas. San Agustín decía que se puede pasar progresivamente desde admiración por las cosas hermosas de este mundo a la adoración de quien las ha creado, que reflejan la belleza divina. Sí, se puede asumir la trascendencia [desde la ciencia, incluso] hoy día con toda naturalidad. Sí, se puede, con paz y sosiego, ver cómo la biología va poco a poco aportando sus pequeñas luces y desvelando sus enigmas, mostrando en regocijo nuestro sus millones de especies... ¡Claro que se puede plantear con naturalidad el hecho religioso en una sociedad plural y globalizada como esta del siglo xxi. Y plantearlo no como carga o derecho reivindicativo sobre el que pelear, sino como propuesta que, desde el respeto y el diálogo, también se considere y tenga en cuenta. La cosmovisión del mundo influye en la ecología que vayamos a implementar en nuestra sociedad, a la hora de lo cotidiano. Eso es ecología integral, porque integra todas las dimensiones de la existencia de los seres humanos. Donde la realidad espiritual, como la realidad cultural, es existente, es verdad, aunque sea inmaterial. Es cierto que el reto de un mundo globalizado es articular las visiones y perspectivas religiosas y no religiosas, creyentes y no creyentes. Circunscribiéndonos al caso que nos ocupa aquí, la ecología integral y la tradición bíblica y evangélica que nos une a quienes profesamos la fe católica. El capítulo 2 de la Lumen gentium es una ocasión hermosa de adentrarnos en detalles que la tradición nuestra aporta o puede ofrecer. Básicamente la singularidad de nuestros deberes ecológicos como católicos se resumen en dos: respetar la tierra y vivir procurando que haya para todo el mundo. No es poca cosa llevar a la práctica las palabras de Mons. Julio Parrilla, obispo de Ecuador: “Apreciarás la diversidad de nuestro mundo, donde todo está interconectado”.
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3. TERCERA CLAVE: ¿ES ADMISIBLE TODO LO TÉCNICAMENTE REALIZABLE? En este apartado comentaremos: • En qué consisten el progreso y el desarrollo. • Cuáles son los límites del paradigma tecnocrático. ...y descubriremos que la creatividad no nos hace infalibles: la crisis ecológica tiene una raíz humana. En nuestros modelos occidentales de convivencia, está bastante aceptada la idea de que los términos progreso y desarrollo significan aumento de capacidades, de seguridad, de longevidad, de poder. Las ciencias sociales especializadas en la materia han definido los Índices de Desarrollo Humano. Son parámetros para cuantificar los niveles alcanzados por un colectivo que dependen de variables vinculadas a alimentación y salud, infraestructuras básicas de alojamiento, vivienda, transporte, educación. En niveles más altos incluyen aspectos culturales, artísticos, inmateriales, psicológicos o espirituales. Los Índices de Desarrollo Humano de las organizaciones internacionales más especializadas, incluyen por tanto todas las dimensiones de la persona. Pero en una visión más plana puede decirse que las sociedades occidentalizadas del siglo xxi, están construidas sobre la base del consumo. Se organizan para producir, utilizar y desechar cuantos más bienes y productos mejor. Esta dinámica de funcionamiento, que tiene su origen en razones históricas, encaja muy bien con la idea de entender la ciencia y sobre todo la tecnología, como las herramientas más sensatas de incrementar las capacidades, (el poder) y, en esta lógica, de alcanzar indudablemente el progreso. Por tanto, una primera evidencia constatable es que no hay consenso universal sobre lo que significa para las gentes de unos y otros sitios del mundo la palabra progreso, ni todos entienden igual el término desarrollo. Si vamos a su etimología, (pro-gredior “ir hacia adelante”, dis-rutulus “extender-el rollo”) ambos términos hacen referencia a la idea de avance, evolución, dirección, dinámica, camino. El progreso y el desarrollo implican cambio. Ya hemos hablado de cambios en las páginas anteriores. De grandes velocidades. De rapidación. Nuestra realidad actual se caracteriza por ser momento donde todo se modifica con ritmos extraordinariamente acelerados. También el progreso y el desarrollo nos parecen mucho más evidentes que nunca, entre otras cosas porque a menudo superan nuestras capacidades naturales de adaptación a nuevos escenarios. En las sociedades actuales del mundo occidental, donde a menudo se entiende que alcanzar mayor bienestar es simplemente poder acceder a mayores cotas de consumo, la importancia de la técnica para aumentar las capacidades y requerimientos de los miembros de los distintos sectores sociales, es totalmente crucial. Son la ciencia y la tecnología las actividades que dotan a hombres y mujeres en estos contextos, de las posibilidades para ejecutar actividades o fabricar productos diseñados por su mente y que van superándose cada vez más. Porque esa es precisamente una de las características más identitaria de la persona humana: la cultura. Cultura en el sentido de algo que incorpora el saber de generaciones anteriores para construir sobre ese conocimiento, algo aún más complejo o con mayor valor añadido. El ser humano progresa porque vive en sociedad y se beneficia 22 194412_libro_003-030_ini 22
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de la cultura, del saber previo compartido. Las colectividades animales no pueden por ello progresar ni desarrollarse. Para quienes hemos tenido la fortuna de conocer de cerca la experiencia de los pueblos amazónicos y su vida en el interior de la selva, la simple mención de términos como progreso y desarrollo nos llevan con facilidad al recuerdo de tantos conversatorios y reflexiones compartidas con gentes de allá, sobre lo que significa y no significa “ser avanzado”. La naturaleza, y las personas como parte de ella, tienen muchas variables que no pueden juzgarse con criterios de eficiencia a corto plazo e interés individual. ¿Quién se arroga el papel de juez y dueño del planeta, del mundo? Y sobre todo, ¿quién evalúa los impactos indirectos que tienen nuestras manipulaciones en él? La creatividad no nos hace infalibles. Desde la ciencia y la tecnología, hemos hecho de todo. Una certeza con la que convivimos es que ante esta realidad de “el poder del paradigma tecnocrático”, no hay consenso. Algunos autores entienden que las crisis que estamos viviendo (ecológicas, económicas, incluso el cambio climático), no son más que crisis de “crecimiento” que contribuyen a ponernos en condiciones de hacer de nosotros mismos y del resto de la naturaleza algo mucho mejor de lo que somos. Y a la vez están conviviendo en nuestras sociedades planteamientos totalmente contrarios a ése, donde se destaca que muchas de las desigualdades del mundo actual, el cambio climático, las crisis ambientales, ecológicas y humanitarias que se están dando incluso a nivel transnacional, son verdaderas señales de aviso, que nos debieran servir como muestra de las incapacidades que estamos demostrando tener, pese a ser personas dotadas de inteligencia, a la hora de hacernos conscientes de nuestros propios límites y de hasta qué punto estamos poniendo en juego la supervivencia del planeta. En el pensamiento occidental actual, es muy frecuente vivir bajo el supuesto más común del paradigma tecnocrático. Dicho en palabras sencillas consiste en admitir que “la ciencia y la técnica son neutrales, depende del sentido que se les dé”. Esta frase podemos, si queremos, meditarla más profundamente a la luz de nuestras convicciones creyentes, del Evangelio, y de la doctrina social de la Iglesia. Hagámoslo. Descubriremos que hay en ella mucho que matizar y analizar. Porque debajo de ella subyace una idea de persona y de mundo, de lo que es la persona y de para qué estamos en este mundo. Entra en juego otra dimensión. Una dimensión, si se quiere, trascendente. Se puede optar por aceptar que la economía asuma todo el desarrollo tecnológico en función del rédito, sin prestar atención a lo negativo para las personas. Se puede seguir admitiendo, como ocurre en algunos círculos, que la pobreza y la miseria de los países van a irse resolviendo conforme se produzca el crecimiento del mercado. Pero en estos casos vamos avocados al ensalzamiento del antropocentrismo porque sí. Y por encima de todo… (la vieja tentación del Génesis, el pecado original) Adán y Eva, cualquiera de nosotros, el ser humano, jugando a ser Dios. Queriendo ser lo absoluto. Antropocentrismo desviado, lo llaman los pensadores cristianos. ¿Qué es el hombre, la mujer?, o mejor ¿de quién es el hombre, la mujer? Son las grandes preguntas, antiguas, interesantes, actuales, futuras, para las que a lo mejor cada cual aún no tiene una respuesta propia personalmente elaborada. Si esas cuestiones nos parecen demasiado filosóficas porque nuestra formación en estudios sea más reducida, o tengamos otra orientación profesional, inquietudes, o momento vital, podemos plantearnos lo mismo de otra manera: ¿de quién es el mundo? 23 194412_libro_003-030_ini 23
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Y esa pregunta, puede tener un carácter ecuménico. Está abierta a cualquier diálogo con otras personas sobre dónde están los límites de nuestro actuar. ¿Quién pone los límites? ¿Hasta dónde podemos llegar? ¿Qué es lo próximo que podemos hacer? ¿Para qué? ... Y, sobre todo, ¿para quién? ¿A quién debemos explicaciones? Y resuena de nuevo la pregunta: ¿de quién es el mundo? E incluso, si tengo un rato de tranquilidad y sosiego, puedo llegar a plantearme: ¿Y yo? ¿Mi vida? ¿De quién soy yo? Por todo ello, como dice Mons. Julio Parrilla, obispo de Ecuador: “Superarás el paradigma tecnocrático, porque no todo lo técnicamente realizable es moralmente admisible”.
4. CUARTA CLAVE: LA ECONOMÍA, ¿PARA QUÉ? Para desentrañar esta cuarta clave reflexionaremos sobre: • la ecología • la economía • la casa común ...y descubriremos que la dignidad de la persona ha de ser siempre lo principal. Oikos-logo, Oikos-nemei. Oikos, casa. La etimología siempre ayuda. Oikos logo, el estudio de la casa, la ecología. Oikos nemei, la administración de la casa, la economía. Dos ciencias distintas y distantes, si se miran con superficialidad. Muy relacionadas cuanto más se profundiza en ellas. Las contemplaremos brevemente, pero sin prisa. La ecología como tal no tiene mucho más de cien años. Es una disciplina científica cuyo fundador fue un naturalista prusiano, contemporáneo a Darwin, Haeckel. Se ha desarrollado enormemente en el ámbito académico y hoy día se dedica a analizar, medir y predecir las interacciones que existen entre los seres vivos y el medio ambiente, incluyendo todo tipo de combinaciones y factores posibles. Es una ciencia de síntesis que maneja muchísimas variables. Por ello, en muchos momentos se considera compleja y es frecuente que la califiquen como materia difícil. No es sencilla la ecología, por definición no lo es. Las personas que se dedican profesionalmente al estudio o la investigación de esta rama del saber reciben el nombre de ecólogos o ecólogas. Curiosamente, tenemos en español otra palabra parecida, ecologista, cuyo significado tiene un matiz diferente, pues está reservada para designar a aquellas personas que participan activamente en movimientos sociopolíticos en defensa de la naturaleza y el medio ambiente. Lo cual da una idea ya así en 24 194412_libro_003-030_ini 24
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principio de que las cuestiones que se manejan en el terreno de la ecología, muchas veces, tienen que ver con la vida real. Incluso desde la más aséptica óptica científica, si es que ésta existe, las cuestiones ecológicas terminan teniendo causas o consecuencias que afectan a los seres vivos, entre los que nos encontramos los humanos. Cuando en el siglo pasado comenzaron a desarrollarse las investigaciones sobre los ecosistemas, o sea, las comunidades de animales, plantas, microorganismos, y su relación con los suelos, aguas, factores climáticos y demás, parecía que los avances en las investigaciones ecológicas no tendrían nunca nada que ver con la historia, la sociología, la economía o la política. La ecología se estudiaba en las universidades, asociada a las facultades de ciencias experimentales, en el contexto de la biología, la zoología, la botánica, la geología, la paleontología, la química analítica, la meteorología o la física del aire. Pero a medida que se ha avanzado hacia tiempos actuales, la perspectiva es mucho más integral. Cualquier planteamiento académico hoy del área de conocimiento de la ecología tiene en cuenta que en el diagnóstico ambiental tan importante como los factores abióticos y de comunidades de flora o fauna, están los factores relativos a las sociedades humanas, la geografía económica, la sociología, la historia y las variables culturales. La ecología académica científica de calidad actualmente es ecología integral. Cosa distinta es el peso que en la sociedad real tenga esa perspectiva en cuanto a la toma de decisiones o a la influencia en el devenir de lo cotidiano. Un caso que puede servir de ejemplo es el cambio climático. Evidentemente no es la voz de las instituciones internacionales académicas de la especialidad de ecología la que se ha escuchado a la hora de tomar las decisiones cotidianas en el mundo en las últimas décadas. Tampoco vamos a analizar aquí qué se ha hecho en esta línea proactiva y de implicación social desde los círculos de la investigación, la universidad o el estudio. Pero sí es evidente que nuestro idioma español está vivo, en cuanto a que recoge con la expresión de esas dos palabras, ecólogo y ecologista, la designación de dos modos diferentes de relacionarse con el concepto de ecología. Y sí parece estar bastante admitido por todos los sectores, y cada vez más, que la ecología no es materia para ser tratada unilateralmente ni desde ópticas simplistas y homogeneizadoras. En ese sentido, las personas cristianas, al hilo de la Laudato si’, podemos hacer una aportación importante que a menudo se olvida: recordar la dimensión espiritual del ser humano. Nuestras sociedades tienen necesidades materiales, culturales y también espirituales. Cuando se contemplan problemáticas ecológicas y del medio ambiente, hoy día a veces se tiene en cuenta una ecología Integral un poco teórica, en el sentido de que se consideran las perspectivas ambientales y culturales con mucho análisis y consideración, pero sin un reconocimiento explícito al hecho religioso. La dimensión religiosa de la persona, debe ser considerada como posibilidad, y ser respetada. Es una faceta más. Los estudios de ecología de principios del siglo pasado no consideraban la faceta sociológica, sino solo la biológica, y hoy día los consideramos incompletos. Una propuesta valiente, desde el diálogo y el respeto, emanada de los colectivos de personas cristianas, podría ser recoger esta propuesta de ecología integral que nos hace Laudato si’, en el sentido de incorporar nuestra dimensión espiritual y religiosa. Esa “salida del armario” en muchos sitios de Europa, desde luego, todavía no la hemos hecho. Primero la ecología, el estudio de la casa, saber de la casa, de nuestra casa (común), de nuestro planeta y quienes vivimos en él, de cómo nos relacionamos entre nosotros y con 25 194412_libro_003-030_ini 25
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el propio lugar donde tenemos que desarrollarnos, de cómo hacerlo para que no haya problemas de convivencia en la casa, para que podamos vivir en ella como hermanos y hermanas, ya que esta casa/planeta no es nuestra, no la hemos construido nosotros, ha sido un regalo, del Padre pensamos los cristianos, de la casualidad piensan nuestros hermanos ateos, pero en todo caso no es suya tampoco... Hay efectivamente un punto de encuentro de dialogo ecuménico, interreligioso y fraterno alrededor del cuidado de la casa común, con motivo del tema de la ecología, que debemos cultivar. Después de la ecología, la economía. La administración. Si la ecología es ciencia compleja, la economía se revela casi como un auténtico enigma, aún para los propios especialistas, tras los sucesos de las últimas crisis globales. Situar al ser humano como centro de la disciplina económica supone un cambio de modelo incluso de las enseñanzas en las universidades donde habría que sustituir el planteamiento actual de la mayoría de ellas, donde lo que se imparte está impregnado por la filosofía de Adam Smith que mantiene que la única salida para organizar una sociedad es el crecimiento por el crecimiento. En su momento, a finales del siglo xviii, las ideas de Adam Smith resultaron eficaces para que los que no tenían acceso a unos mínimos. Pero hemos entrado en el siglo xxi poniendo el acento no en que aquellos que todavía no tienen acaben teniendo, sino en que todos (quienes ya tienen mucho también) logren tener más. Hemos creído en el siglo xx en las posibilidades ilimitadas, es decir, en el crecimiento ilimitado, en el crecimiento económico como única meta de la economía y en la liberalización como el método más adecuado para alcanzar dicho objetivo. Introducir una nueva economía donde los indicadores de éxito fuesen aquellos que consiguieran el desarrollo humano, no parece fácil de conseguir a corto plazo, porque parece necesaria incluso una reformulación de los propios estudios de carácter económico. Se hace necesario además contar con análisis pormenorizados de la economía mundial en clave de desarrollo humano, de mayor número de informes, estudios, indicadores o herramientas de medición. Esta es otra interpelación que Laudato si’ hace a quienes desde ámbitos profesionales puedan contribuir a poner el saber al servicio de una economía diferente. El Foro Creyente de Pensamiento Ético-cristiano, en España, está realizando interesantes aportaciones en la línea de construir una economía donde todos tengamos al menos lo suficiente para llevar una vida digna. Porque solo esto nos permite ser libres y desarrollarnos plenamente como personas. Como ellos han dicho, poner en el centro del debate económico a la persona, supone plantearse si la dirección que tiene la economía es la adecuada y no considerarla como inamovible o indiscutible. Hace falta repensar nuestro quehacer económico en clave humanista, y esto podemos hacerlo juntos cristianos y no cristianos. Reflexionar sobre el objetivo económico de nuestras sociedades va a ayudarnos a ver si nuestro quehacer económico está sirviendo para que las personas que las componemos, podamos (o no) cumplir nuestros principales deseos y aspiraciones. Y para evaluar si se está avanzando (o no) hacia metas que verdaderamente merezcan la pena. Porque vivir solo para consumir, ¿tiene sentido? Por todo ello, como dice Mons. Julio Parrilla, obispo de Ecuador: “No supeditarás tu vida a los intereses económicos, ni la economía al paradigma eficientista, sino al servicio de la dignidad humana”. 26 194412_libro_003-030_ini 26
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5. QUINTA CLAVE: TECNOLOGÍA Y RELIGIÓN, DIRECCIÓN Y SENTIDO En este apartado describiremos un poco más: • El bucle tecnológico que nos envuelve. • Nuestras dificultades para salir. ...y descubriremos que existen líneas de acción propuestas, y que son muy sugerentes.
Si hemos llegado a leer hasta aquí, posiblemente somos personas capaces de ver que los avances de la ciencia y la tecnología no equivalen necesaria o literalmente a progreso de la humanidad. Pero no nos imaginamos renunciando a las posibilidades que ofrece la tecnología. Y seguramente somos gente que de vez en cuando se para a recuperar la profundidad de la vida. La especialización del mundo en que vivimos, implica una gran dificultad para las visiones de conjunto. Puede ser bastante frecuente que, por ejemplo, en nuestros ámbitos de trabajo la fragmentación de los saberes cumpla su función a la hora de lograr aplicaciones concretas, e individualmente cumplamos bien nuestra misión, pero que no tengamos un mínimo sentido de la totalidad del lugar donde nos estamos dejando los años de vida profesional, de las relaciones que existen entre las cosas, del horizonte amplio, de lo que hay más allá. Eso suele ser para la mayoría de nosotros irrelevante. Y cuando esta circunstancia la trasladamos a nuestro ser cívico o ciudadano, por seguir con casos que nos son cercanos, es también corriente que ocurra algo parecido. Extrapolado a estructuras mayores, son estas sencillas causas las que muchas veces impiden encontrar vías adecuadas para solventar asuntos complejos, ambientales, sociales, que no se pueden gestionar teniendo en cuenta un único criterio o visión. Cuando se plantean problemas en nuestra sociedad, en nuestras comunidades, en nuestras vidas cotidianas, es curioso hacernos conscientes de la fe tan grande que tenemos en la técnica. En la ciencia y la tecnología si se quiere. Es lógico. Es la lógica del paradigma tecnocrático en el que vivimos. Se ha vuelto tan dominante que es muy difícil prescindir de sus recursos. Por supuesto que no se trata de volver a las cavernas, ni a la Edad Media. Ni de discutir lo que por ser evidente no necesita mayor demostración. Solo resaltar que vivimos envueltos en una atmósfera impregnada de la ilusión (que lo es porque no siempre se encarna en realidad) de que la técnica es el máximum, el absoluto, el todo, el nuevo dios, la solución de todo. Atención que somos hijos e hijas de estos tiempos, y cerebralmente podemos admitir unos planteamientos, pero vivencialmente preferir engañarnos pensando que, en el fondo, “éste y no otro” es el principal recurso para interpretar nuestra existencia. Porque, a fin de cuentas, nuestras sociedades occidentales del siglo xxi son muchísimas veces autorreferenciales, y viven más o menos aisladas en sus propias conciencias, compartiendo una especie de egoísmos colectivos, difícilmente compatibles con la altura de miras o la apertura a horizontes complejos y diversos. Desde finales de los años noventa del siglo pasado, asistimos además a una transformación de las relaciones entre los desarrollos tecnológicos aplicados a la vida humana y a la sociedad. En primer lugar porque Investigadores han renunciado a cualquier pretensión de neutralidad para pasar a formar parte de los conglomerados constituidos por empresas-centros 27 194412_libro_003-030_ini 27
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tecnológicos-administración pública y medios de comunicación. En segundo lugar porque la Investigación y el desarrollo tecnológico está financiado/sometido a los criterios del mercado para poder mantener su nivel de crecimiento. En tercer lugar porque en muchas de nuestras sociedades el derecho no está cumpliendo ya el papel de garantizar bienes de la persona, sino solo de velar por la calidad de los procesos (por ejemplo, la biotecnología). Se hace difícil salir del bucle tecnocrático. Pero la confianza en el ser humano y su capacidad de cambio, la esperanza de un futuro mejor, y la fe en el Padre, nos alientan a caminar en búsqueda de esa salida, con la seguridad de que la hay. La propuesta ha de ser colectiva, compleja, conjunta. Laudato si’ hace referencia a cómo tienen que estructurarse las organizaciones, los estados, a nivel global, internacional, y cómo es necesaria también una articulación a nivel nacional, local y hasta particular, personal. Las claves están detalladas en el capítulo quinto. Se sugieren muchas líneas de acción. Se pone de manifiesto la necesidad de marcos regulatorios de gobernanza global, de pensar colectivamente en el bien común, en el largo plazo. Se concretan aspectos de las grandes cuestiones pendientes: la seguridad alimentaria, el estado de los océanos, las migraciones, el desarme, el saneamiento de la economía mundial, el cambio climático. Se defiende que las decisiones que ahora se tomen no afecten precisamente al bienestar de los países más pobres. Se aboga por la justicia social. Se plantean caminos para salir del error en el que estamos. Se anima a prevenir antes que curar. Se anima a no dejarse llevar por el oportunismo político ni por las corruptelas, ni por el cortoplacismo. Se nos hace una clarísima invitación a cultivar la dimensión sociopolítica de la fe a quienes nos profesamos cristianos. Se desciende a ejemplos cotidianos para incentivar nuestra acción, y se pone nombre a iniciativas: cooperativas, reciclaje, diversificación de cultivos, medio rural, culturas ancestrales, mercados locales, nuevas formas de consumo… Se hace referencia a posibilidades que están al alcance de todos, de todas: la sinceridad sin ambages, la transparencia en los procesos, la precaución en las innovaciones respecto a sus consecuencias con los más débiles. Que el criterio de elección en la vida, en nuestras vidas, no sea exclusivamente el económico. Y por encima de todo, el bien común. Hay interpelaciones muy sugerentes sobre ese necesario diálogo entre la economía y la política, que, si de verdad se diese, tendría como consecuencia una redefinición del progreso. A la vez, de algún modo se nos pide que redefinamos el progreso, y quizá desde ahí a través de desarrollos más creativos de la tecnología, usando la mente para aumentar nuestra capacidad de darnos a los demás, de abrirnos a los problemas del otro, de otro, de otros mundos y horizontes, o sea, enfocando la tecnología en favor del desarrollo humano, consigamos transformaciones que al final son económicas y hasta políticas, en el mejor sentido de ambos términos. Vuelve a insistirse aquí en una idea que ya se ha esbozado en otras ocasiones. La dimensión espiritual, religiosa, del ser humano en clave de considerarla y respetarla en lo que pueda aportar. Esta faceta sí es revolucionaria. Supone reconocer una trascendencia, un sentido. Avanzamos en una dirección: el progreso tecnológico. Pero el sentido último no lo da la tecnología porque sí. La cuestión es más compleja. Requiere incluir más variables en la matriz. Incorporar también otras voces, otros lenguajes, otros idiomas en el coloquio, en el debate. Se nos invita a abrirnos a otros. Otro significa diferentes, en mentalidad, edad, religión, ideas. Parece ser que el futuro del ser humano en la casa común, el ser de todos, pasa por escuchar y pensar en todos. Así de simple y así de complejo. Espiritual, porque 28 194412_libro_003-030_ini 28
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colectivo. El bien común, la generosidad, la solidaridad, se entienden desde ser humanos. No son los caracteres más propios de la biología evolutiva. Necesitamos una armonía vital que enhebre nuestro día a día. Y nos una a los demás. Porque no sabemos por qué, pero lo necesitamos. Por todo ello, como dice Mons. Julio Parrilla, obispo de Ecuador: “Apostaras por la espiritualidad y la simplicidad de la vida, en favor de la solidaridad y la armonía”. 6. Y UNA RECETA: LA FELIZ SOBRIEDAD. ¡VIVIR DE OTRA MANERA! ¿Pero se puede vivir de otra manera? ¿Hay un modo alternativo de entender la calidad de vida? ¡Claro que sí! La feliz sobriedad (LS 223). La tradición ascética cristiana practicada por gente anónima durante siglos. Modos inteligentes de vivir mejor [El que quiera ganar su vida, la perderá]. Fundamental la PAZ INTERIOR. Cultivar la interioridad, la armonía profunda, la verdadera serenidad de espíritu que es la que te hace plenamente consciente y tomar las pequeñas decisiones cotidianas que configuran nuestro todo. En definitiva, disfrutar hondamente el momento. Te permite además dos cosas importantísimas. La primera: gozar con lo que tengo. La segunda: no entristecerme por lo que no tengo. Estos dos aspectos son fundamentales. Especialmente cuando se ha aprendido a valorar lo intangible, no solo lo consumible como fuente de alegría/felicidad o satisfacción. Las acciones humanitarias, serviciales, fraternales, los afectos, las actividades culturales, artísticas, de naturaleza o deporte, musicales, comunitarias, corporativas, introspectivas, reflexivas, espirituales, la experiencia orante, religiosa, celebrativa, pueden ser ocasiones de verdadero goce y disfrute que no han de implicar específicamente un consumo. Y valorar las pequeñas cosas que están a mi alcance. No se trata de ser conformista. Esta es una receta para educar la mirada hacia un enfoque de mayor sobriedad. Porque así romperemos el círculo vicioso de un hiperconsumo que nos destruye. Seremos más libres. Estaremos más disponibles para cuidarnos. “Ojalá que todo esto te acerque a la tradición ascética cristiana: habrás aprendido a vivir mejor”, dice Mons. Julio Parrilla desde Ecuador. Nosotros así también lo creemos y lo queremos.
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CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ DEL SANTO PADRE FRANCISCO SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
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1. Laudato si’, mi’ Signore» – «Alabado seas, mi Señor», cantaba san Francisco de Asís. En ese hermoso cántico nos recordaba que nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos: «Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba» 1.
Tierra madre que nos acoge
2. Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que «gime y sufre dolores de parto» (Rom 8,22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura.
Herida y sufriente
Nada de este mundo nos resulta indiferente 3. Hace más de cincuenta años, cuando el mundo estaba vacilando al filo de una crisis nuclear, el santo papa Juan XXIII escribió una encíclica en la cual no se conformaba con rechazar una guerra, sino que quiso transmitir una propuesta de paz. Dirigió su mensaje Pacem in terris a todo el «mundo católico», pero agregaba «y a todos los hombres de buena voluntad». Ahora, frente al deterioro ambiental global, quiero dirigirme a cada persona que habita este planeta. En mi exhortación Evangelii gaudium, escribí a los miembros de la Iglesia en orden a movilizar un proceso de reforma misionera todavía pendiente. En esta encíclica, intento especialmente entrar en diálogo con todos acerca de nuestra casa común.
Que clama un abrazo fraterno
4. Ocho años después de Pacem in terris, en 1971, el beato papa Pablo VI se refirió a la problemática ecológica, presentándola como una crisis, que es «una consecuencia dramática» de la actividad descontrolada del ser humano: «Debido a una explotación inconsiderada de la naturaleza, [el ser humano] corre el riesgo de destruirla y de ser a su vez víctima de esta degradación» 2. También habló a la FAO sobre la posibilidad de una «catástrofe ecológica bajo el efecto de la explosión de la civilización industrial», subrayando la «urgencia y la necesidad de un cambio radical en el
Necesidad de un cambio radical
Cántico de las criaturas: Fonti Francescane (FF) 263. Carta ap. Octogesima adveniens (14 mayo 1971), 21: AAS 63 (1971), 416-417.
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comportamiento de la humanidad», porque «los progresos científicos más extraordinarios, las proezas técnicas más sorprendentes, el crecimiento económico más prodigioso, si no van acompañados por un auténtico progreso social y moral, se vuelven en definitiva contra el hombre» 3.
Cambios en los estilos de vida
5. San Juan Pablo II se ocupó de este tema con un interés cada vez mayor. En su primera encíclica, advirtió que el ser humano parece «no percibir otros significados de su ambiente natural, sino solamente aquellos que sirven a los fines de un uso inmediato y consumo» 4. Sucesivamente llamó a una conversión ecológica global 5. Pero al mismo tiempo hizo notar que se pone poco empeño para «salvaguardar las condiciones morales de una auténtica ecología humana» 6. La destrucción del ambiente humano es algo muy serio, porque Dios no solo le encomendó el mundo al ser humano, sino que su propia vida es un don que debe ser protegido de diversas formas de degradación. Toda pretensión de cuidar y mejorar el mundo supone cambios profundos en «los estilos de vida, los modelos de producción y de consumo, las estructuras consolidadas de poder que rigen hoy la sociedad» 7. El auténtico desarrollo humano posee un carácter moral y supone el pleno respeto a la persona humana, pero también debe prestar atención al mundo natural y «tener en cuenta la naturaleza de cada ser y su mutua conexión en un sistema ordenado» 8. Por lo tanto, la capacidad de transformar la realidad que tiene el ser humano debe desarrollarse sobre la base de la donación originaria de las cosas por parte de Dios 9.
Garantizar el respeto al medio ambiente
6. Mi predecesor Benedicto XVI renovó la invitación a «eliminar las causas estructurales de las disfunciones de la economía mundial y corregir los modelos de crecimiento que parecen incapaces de garantizar el respeto del medio ambiente» 10. Recordó que el mundo no puede ser analizado solo aislando uno de sus aspectos, porque «el libro de la naturaleza es uno e indivisible», e incluye el ambiente, la vida, la sexualidad, la familia, las relaciones sociales, etc. Por consiguiente, «la degradación de la naturaleza está estrechamente unida a la cultura que modela la convivencia humana» 11. El papa Benedicto nos propuso reconocer que el ambiente natural está lleno de heridas producidas por nuestro comportamiento irresponsable. También el ambiente social tiene sus heridas. Pero todas ellas se deben en el fondo al mismo mal, es decir, a la idea de que no existen verdades indiscu-
Discurso a la FAO en su 25 aniversario (16 noviembre 1970): AAS 62 (1970), 833. Carta enc. Redemptor hominis (4 marzo 1979), 15: AAS 71 (1979), 287. 5 Cf. Catequesis (17 enero 2001), 4: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (19 enero 2001), p. 12. 6 Carta enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 38: AAS 83 (1991), 841. 7 Ibíd., 58, p. 863. 8 Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis (30 diciembre 1987), 34: AAS 80 (1988), 559. 9 Cf. Id., Carta enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 37: AAS 83 (1991), 840. 10 Discurso al Cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede (8 enero 2007): AAS 99 (2007), 73. 11 Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 51: AAS 101 (2009), 687. 3 4
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tibles que guíen nuestras vidas, por lo cual la libertad humana no tiene límites. Se olvida que «el hombre no es solamente una libertad que él se crea por sí solo. El hombre no se crea a sí mismo. Es espíritu y voluntad, pero también naturaleza» 12. Con paternal preocupación, nos invitó a tomar conciencia de que la creación se ve perjudicada «donde nosotros mismos somos las últimas instancias, donde el conjunto es simplemente una propiedad nuestra y el consumo es solo para nosotros mismos. El derroche de la creación comienza donde no reconocemos ya ninguna instancia por encima de nosotros, sino que solo nos vemos a nosotros mismos» 13. Unidos por una misma preocupación 7. Estos aportes de los papas recogen la reflexión de innumerables científicos, filósofos, teólogos y organizaciones sociales que enriquecieron el pensamiento de la Iglesia sobre estas cuestiones. Pero no podemos ignorar que, también fuera de la Iglesia Católica, otras Iglesias y comunidades cristianas –como también otras religiones– han desarrollado una amplia preocupación y una valiosa reflexión sobre estos temas que nos preocupan a todos. Para poner solo un ejemplo destacable, quiero recoger brevemente parte del aporte del querido patriarca ecuménico Bartolomé, con el que compartimos la esperanza de la comunión eclesial plena.
Ecumenismo ecológico
8. El patriarca Bartolomé se ha referido particularmente a la necesidad de que cada uno se arrepienta de sus propias maneras de dañar el planeta, porque, «en la medida en que todos generamos pequeños daños ecológicos», estamos llamados a reconocer «nuestra contribución –pequeña o grande– a la desfiguración y destrucción de la creación» 14. Sobre este punto él se ha expresado repetidamente de una manera firme y estimulante, invitándonos a reconocer los pecados contra la creación: «Que los seres humanos destruyan la diversidad biológica en la creación divina; que los seres humanos degraden la integridad de la tierra y contribuyan al cambio climático, desnudando la tierra de sus bosques naturales o destruyendo sus zonas húmedas; que los seres humanos contaminen las aguas, el suelo, el aire. Todos estos son pecados» 15. Porque «un crimen contra la naturaleza es un crimen contra nosotros mismos y un pecado contra Dios» 16.
Contra nosotros mismos
9. Al mismo tiempo, Bartolomé llamó la atención sobre las raíces éticas y espirituales de los problemas ambientales, que nos invitan a encontrar soluciones no solo en la técnica sino en un cambio del ser humano, porque de otro modo afrontaríamos solo los síntomas. Nos propuso pasar del
Raíces éticas y espirituales
Discurso al Deutscher Bundestag, Berlín (22 septiembre 2011): AAS 103 (2011), 664. Discurso al clero de la Diócesis de Bolzano-Bressanone (6 agosto 2008): AAS 100 (2008), 634. 14 Mensaje para el día de oración por la protección de la creación (1 septiembre 2012). 15 Discurso en Santa Bárbara, California (8 noviembre 1997); cf. John Chryssavgis, On Earth as in Heaven: Ecological Vision and Initiatives of Ecumenical Patriarch Bartholomew, Bronx, New York 2012. 16 Ibíd.
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consumo al sacrificio, de la avidez a la generosidad, del desperdicio a la capacidad de compartir, en una ascesis que «significa aprender a dar, y no simplemente renunciar. Es un modo de amar, de pasar poco a poco de lo que yo quiero a lo que necesita el mundo de Dios. Es liberación del miedo, de la avidez, de la dependencia» 17. Los cristianos, además, estamos llamados a «aceptar el mundo como sacramento de comunión, como modo de compartir con Dios y con el prójimo en una escala global. Es nuestra humilde convicción que lo divino y lo humano se encuentran en el más pequeño detalle contenido en los vestidos sin costuras de la creación de Dios, hasta en el último grano de polvo de nuestro planeta» 18. San Francisco de Asís
Ecología alegre y auténtica
10. No quiero desarrollar esta encíclica sin acudir a un modelo bello que puede motivarnos. Tomé su nombre como guía y como inspiración en el momento de mi elección como Obispo de Roma. Creo que Francisco es el ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología integral, vivida con alegría y autenticidad. Es el santo patrono de todos los que estudian y trabajan en torno a la ecología, amado también por muchos que no son cristianos. Él manifestó una atención particular hacia la creación de Dios y hacia los más pobres y abandonados. Amaba y era amado por su alegría, su entrega generosa, su corazón universal. Era un místico y un peregrino que vivía con simplicidad y en una maravillosa armonía con Dios, con los otros, con la naturaleza y consigo mismo. En él se advierte hasta qué punto son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior.
Lenguaje fraternal y de belleza
11. Su testimonio nos muestra también que una ecología integral requiere apertura hacia categorías que trascienden el lenguaje de las matemáticas o de la biología y nos conectan con la esencia de lo humano. Así como sucede cuando nos enamoramos de una persona, cada vez que él miraba el sol, la luna o los más pequeños animales, su reacción era cantar, incorporando en su alabanza a las demás criaturas. Él entraba en comunicación con todo lo creado, y hasta predicaba a las flores «invitándolas a alabar al Señor, como si gozaran del don de la razón» 19. Su reacción era mucho más que una valoración intelectual o un cálculo económico, porque para él cualquier criatura era una hermana, unida a él con lazos de cariño. Por eso se sentía llamado a cuidar todo lo que existe. Su discípulo san Buenaventura decía de él que, «lleno de la mayor ternura al considerar el origen común de todas las cosas, daba a todas las criaturas, por más despreciables que parecieran, el dulce nombre de hermanas» 20. Esta convicción no puede ser despreciada como un romanticismo irracional, porque tiene conse-
Conferencia en el Monasterio de Utstein, Noruega (23 junio 2003). Discurso «Global Responsibility and Ecological Sustainability: Closing Remarks», I Vértice de Halki, Estambul (20 junio 2012). 19 Tomás de Celano, Vida primera de San Francisco, XXIX, 81: FF 460. 20 Legenda maior, VIII, 6: FF 1145. 17 18
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cuencias en las opciones que determinan nuestro comportamiento. Si nos acercamos a la naturaleza y al ambiente sin esta apertura al estupor y a la maravilla, si ya no hablamos el lenguaje de la fraternidad y de la belleza en nuestra relación con el mundo, nuestras actitudes serán las del dominador, del consumidor o del mero explotador de recursos, incapaz de poner un límite a sus intereses inmediatos. En cambio, si nos sentimos íntimamente unidos a todo lo que existe, la sobriedad y el cuidado brotarán de modo espontáneo. La pobreza y la austeridad de san Francisco no eran un ascetismo meramente exterior, sino algo más radical: una renuncia a convertir la realidad en mero objeto de uso y de dominio. 12. Por otra parte, san Francisco, fiel a la Escritura, nos propone reconocer la naturaleza como un espléndido libro en el cual Dios nos habla y nos refleja algo de su hermosura y de su bondad: «A través de la grandeza y de la belleza de las criaturas, se conoce por analogía al autor» (Sab 13,5), y «su eterna potencia y divinidad se hacen visibles para la inteligencia a través de sus obras desde la creación del mundo» (Rom 1,20). Por eso, él pedía que en el convento siempre se dejara una parte del huerto sin cultivar, para que crecieran las hierbas silvestres, de manera que quienes las admiraran pudieran elevar su pensamiento a Dios, autor de tanta belleza 21. El mundo es algo más que un problema a resolver, es un misterio gozoso que contemplamos con jubilosa alabanza.
Hermosura y bondad
Mi llamado 13. El desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar. El Creador no nos abandona, nunca hizo marcha atrás en su proyecto de amor, no se arrepiente de habernos creado. La humanidad aún posee la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común. Deseo reconocer, alentar y dar las gracias a todos los que, en los más variados sectores de la actividad humana, están trabajando para garantizar la protección de la casa que compartimos. Merecen una gratitud especial quienes luchan con vigor para resolver las consecuencias dramáticas de la degradación ambiental en las vidas de los más pobres del mundo.
Construir un futuro mejor
Los jóvenes nos reclaman un cambio. Ellos se preguntan cómo es posible que se pretenda construir un futuro mejor sin pensar en la crisis del ambiente y en los sufrimientos de los excluidos. 14. Hago una invitación urgente a un nuevo diálogo sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta. Necesitamos una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos. El movimiento ecológico mundial ya ha recorrido un largo y rico camino, y ha generado numerosas agrupaciones ciudadanas que ayudaron a la concientización.
Desafío ambiental
Cf. Tomás de Celano, Vida segunda de San Francisco, CXXIV, 165: FF 750.
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Lamentablemente, muchos esfuerzos para buscar soluciones concretas a la crisis ambiental suelen ser frustrados no solo por el rechazo de los poderosos, sino también por la falta de interés de los demás. Las actitudes que obstruyen los caminos de solución, aun entre los creyentes, van de la negación del problema a la indiferencia, la resignación cómoda o la confianza ciega en las soluciones técnicas. Necesitamos una solidaridad universal nueva. Como dijeron los Obispos de Sudáfrica, «se necesitan los talentos y la implicación de todos para reparar el daño causado por el abuso humano a la creación de Dios» 22. Todos podemos colaborar como instrumentos de Dios para el cuidado de la creación, cada uno desde su cultura, su experiencia, sus iniciativas y sus capacidades.
Mayor coherencia en nuestro compromiso
15. Espero que esta Carta encíclica, que se agrega al Magisterio social de la Iglesia, nos ayude a reconocer la grandeza, la urgencia y la hermosura del desafío que se nos presenta. En primer lugar, haré un breve recorrido por distintos aspectos de la actual crisis ecológica, con el fin de asumir los mejores frutos de la investigación científica actualmente disponible, dejarnos interpelar por ella en profundidad y dar una base concreta al itinerario ético y espiritual como se indica a continuación. A partir de esa mirada, retomaré algunas razones que se desprenden de la tradición judío-cristiana, a fin de procurar una mayor coherencia en nuestro compromiso con el ambiente. Luego intentaré llegar a las raíces de la actual situación, de manera que no miremos solo los síntomas sino también las causas más profundas. Así podremos proponer una ecología que, entre sus distintas dimensiones, incorpore el lugar peculiar del ser humano en este mundo y sus relaciones con la realidad que lo rodea. A la luz de esa reflexión quisiera avanzar en algunas líneas amplias de diálogo y de acción que involucren tanto a cada uno de nosotros como a la política internacional. Finalmente, puesto que estoy convencido de que todo cambio necesita motivaciones y un camino educativo, propondré algunas líneas de maduración humana inspiradas en el tesoro de la experiencia espiritual cristiana.
Pobreza y fragilidad del planeta
16. Si bien cada capítulo posee su temática propia y una metodología específica, a su vez retoma desde una nueva óptica cuestiones importantes abordadas en los capítulos anteriores. Esto ocurre especialmente con algunos ejes que atraviesan toda la encíclica. Por ejemplo: la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que en el mundo todo está conectado, la crítica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnología, la invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso, el valor propio de cada criatura, el sentido humano de la ecología, la necesidad de debates sinceros y honestos, la grave responsabilidad de la política internacional y local, la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida. Estos temas no se cierran ni abandonan, sino que son constantemente replanteados y enriquecidos. Conferencia de los Obispos Católicos del Sur de África, Pastoral Statement on the Environmental Crisis (5 septiembre 1999).
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LO QUE LE ESTÁ PASANDO A NUESTRA CASA
Capítulo primero
17. Las reflexiones teológicas o filosóficas sobre la situación de la humanidad y del mundo pueden sonar a mensaje repetido y abstracto si no se presentan nuevamente a partir de una confrontación con el contexto actual, en lo que tiene de inédito para la historia de la humanidad. Por eso, antes de reconocer cómo la fe aporta nuevas motivaciones y exigencias frente al mundo del cual formamos parte, propongo detenernos brevemente a considerar lo que le está pasando a nuestra casa común.
Nuestro mundo gime de dolor
18. A la continua aceleración de los cambios de la humanidad y del planeta se une hoy la intensificación de ritmos de vida y de trabajo, en eso que algunos llaman «rapidación». Si bien el cambio es parte de la dinámica de los sistemas complejos, la velocidad que las acciones humanas le imponen hoy contrasta con la natural lentitud de la evolución biológica. A esto se suma el problema de que los objetivos de ese cambio veloz y constante no necesariamente se orientan al bien común y a un desarrollo humano, sostenible e integral. El cambio es algo deseable, pero se vuelve preocupante cuando se convierte en deterioro del mundo y de la calidad de vida de gran parte de la humanidad.
Ritmo intensificado de evolución social
19. Después de un tiempo de confianza irracional en el progreso y en la capacidad humana, una parte de la sociedad está entrando en una etapa de mayor conciencia. Se advierte una creciente sensibilidad con respecto al ambiente y al cuidado de la naturaleza, y crece una sincera y dolorosa preocupación por lo que está ocurriendo con nuestro planeta. Hagamos un recorrido, que será ciertamente incompleto, por aquellas cuestiones que hoy nos provocan inquietud y que ya no podemos esconder debajo de la alfombra. El objetivo no es recoger información o saciar nuestra curiosidad, sino tomar dolorosa conciencia, atrevernos a convertir en sufrimiento personal lo que le pasa al mundo, y así reconocer cuál es la contribución que cada uno puede aportar.
Tomar dolorosa conciencia
I. Contaminación y cambio climático Contaminación, basura y cultura del descarte 20. Existen formas de contaminación que afectan cotidianamente a las personas. La exposición a los contaminantes atmosféricos produce un amplio espectro de efectos sobre la salud, especialmente de los más pobres, provocando millones de muertes prematuras. Se enferman, por ejemplo, a causa de la inhalación de elevados niveles de humo que procede de los combustibles que utilizan para cocinar o para calentarse. A ello se suma la contaminación que afecta a todos, debida al transporte, al humo de la industria, a los depósitos de sustancias que contribuyen a la acidificación
No solo la tecnología es la solución
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del suelo y del agua, a los fertilizantes, insecticidas, fungicidas, controladores de malezas y agrotóxicos en general. La tecnología que, ligada a las finanzas, pretende ser la única solución de los problemas, de hecho suele ser incapaz de ver el misterio de las múltiples relaciones que existen entre las cosas, y por eso a veces resuelve un problema creando otros.
Desechos convertidos en sufrimiento personal
21. Hay que considerar también la contaminación producida por los residuos, incluyendo los desechos peligrosos presentes en distintos ambientes. Se producen cientos de millones de toneladas de residuos por año, muchos de ellos no biodegradables: residuos domiciliarios y comerciales, residuos de demolición, residuos clínicos, electrónicos e industriales, residuos altamente tóxicos y radioactivos. La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería. En muchos lugares del planeta, los ancianos añoran los paisajes de otros tiempos, que ahora se ven inundados de basura. Tanto los residuos industriales como los productos químicos utilizados en las ciudades y en el agro pueden producir un efecto de bioacumulación en los organismos de los pobladores de zonas cercanas, que ocurre aun cuando el nivel de presencia de un elemento tóxico en un lugar sea bajo. Muchas veces se toman medidas solo cuando se han producido efectos irreversibles para la salud de las personas.
Cultura del descarte
22. Estos problemas están íntimamente ligados a la cultura del descarte, que afecta tanto a los seres humanos excluidos como a las cosas que rápidamente se convierten en basura. Advirtamos, por ejemplo, que la mayor parte del papel que se produce se desperdicia y no se recicla. Nos cuesta reconocer que el funcionamiento de los ecosistemas naturales es ejemplar: las plantas sintetizan nutrientes que alimentan a los herbívoros; estos a su vez alimentan a los seres carnívoros, que proporcionan importantes cantidades de residuos orgánicos, los cuales dan lugar a una nueva generación de vegetales. En cambio, el sistema industrial, al final del ciclo de producción y de consumo, no ha desarrollado la capacidad de absorber y reutilizar residuos y desechos. Todavía no se ha logrado adoptar un modelo circular de producción que asegure recursos para todos y para las generaciones futuras, y que supone limitar al máximo el uso de los recursos no renovables, moderar el consumo, maximizar la eficiencia del aprovechamiento, reutilizar y reciclar. Abordar esta cuestión sería un modo de contrarrestar la cultura del descarte, que termina afectando al planeta entero, pero observamos que los avances en este sentido son todavía muy escasos. El clima como bien común
Tomar conciencia, para una verdadera conversión ecológica
23. El clima es un bien común, de todos y para todos. A nivel global, es un sistema complejo relacionado con muchas condiciones esenciales para la vida humana. Hay un consenso científico muy consistente que indica que nos encontramos ante un preocupante calentamiento del sistema climático. En las últimas décadas, este calentamiento ha estado acompañado del constante crecimiento del nivel del mar, y además es
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difícil no relacionarlo con el aumento de eventos meteorológicos extremos, más allá de que no pueda atribuirse una causa científicamente determinable a cada fenómeno particular. La humanidad está llamada a tomar conciencia de la necesidad de realizar cambios de estilos de vida, de producción y de consumo, para combatir este calentamiento o, al menos, las causas humanas que lo producen o acentúan. Es verdad que hay otros factores (como el vulcanismo, las variaciones de la órbita y del eje de la Tierra o el ciclo solar), pero numerosos estudios científicos señalan que la mayor parte del calentamiento global de las últimas décadas se debe a la gran concentración de gases de efecto invernadero (anhídrido carbónico, metano, óxidos de nitrógeno y otros) emitidos sobre todo a causa de la actividad humana. Al concentrarse en la atmósfera, impiden que el calor de los rayos solares reflejados por la tierra se disperse en el espacio. Esto se ve potenciado especialmente por el patrón de desarrollo basado en el uso intensivo de combustibles fósiles, que hace al corazón del sistema energético mundial. También ha incidido el aumento en la práctica del cambio de usos del suelo, principalmente la deforestación para agricultura. 24. A su vez, el calentamiento tiene efectos sobre el ciclo del carbono. Crea un círculo vicioso que agrava aún más la situación, y que afectará la disponibilidad de recursos imprescindibles como el agua potable, la energía y la producción agrícola de las zonas más cálidas, y provocará la extinción de parte de la biodiversidad del planeta. El derretimiento de los hielos polares y de planicies de altura amenaza con una liberación de alto riesgo de gas metano, y la descomposición de la materia orgánica congelada podría acentuar todavía más la emanación de anhídrido carbónico. A su vez, la pérdida de selvas tropicales empeora las cosas, ya que ayudan a mitigar el cambio climático. La contaminación que produce el anhídrido carbónico aumenta la acidez de los océanos y compromete la cadena alimentaria marina. Si la actual tendencia continúa, este siglo podría ser testigo de cambios climáticos inauditos y de una destrucción sin precedentes de los ecosistemas, con graves consecuencias para todos nosotros. El crecimiento del nivel del mar, por ejemplo, puede crear situaciones de extrema gravedad si se tiene en cuenta que la cuarta parte de la población mundial vive junto al mar o muy cerca de él, y la mayor parte de las megaciudades están situadas en zonas costeras.
Claros síntomas de asfixia
25. El cambio climático es un problema global con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas, y plantea uno de los principales desafíos actuales para la humanidad. Los peores impactos probablemente recaerán en las próximas décadas sobre los países en desarrollo. Muchos pobres viven en lugares particularmente afectados por fenómenos relacionados con el calentamiento, y sus medios de subsistencia dependen fuertemente de las reservas naturales y de los servicios ecosistémicos, como la agricultura, la pesca y los recursos forestales. No tienen otras actividades financieras y otros recursos que les permitan adaptarse a los impactos climáticos o hacer frente a situaciones catastró-
Mirada global, el clima es el bien común de todos y para todos
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ficas, y poseen poco acceso a servicios sociales y a protección. Por ejemplo, los cambios del clima originan migraciones de animales y vegetales que no siempre pueden adaptarse, y esto a su vez afecta los recursos productivos de los más pobres, quienes también se ven obligados a migrar con gran incertidumbre por el futuro de sus vidas y de sus hijos. Es trágico el aumento de los migrantes huyendo de la miseria empeorada por la degradación ambiental, que no son reconocidos como refugiados en las convenciones internacionales y llevan el peso de sus vidas abandonadas sin protección normativa alguna. Lamentablemente, hay una general indiferencia ante estas tragedias, que suceden ahora mismo en distintas partes del mundo. La falta de reacciones ante estos dramas de nuestros hermanos y hermanas es un signo de la pérdida de aquel sentido de responsabilidad por nuestros semejantes sobre el cual se funda toda sociedad civil.
Pérdida del sentido de la responsabilidad por nuestros semejantes
26. Muchos de aquellos que tienen más recursos y poder económico o político parecen concentrarse sobre todo en enmascarar los problemas o en ocultar los síntomas, tratando solo de reducir algunos impactos negativos del cambio climático. Pero muchos síntomas indican que esos efectos podrán ser cada vez peores si continuamos con los actuales modelos de producción y de consumo. Por eso se ha vuelto urgente e imperioso el desarrollo de políticas para que en los próximos años la emisión de anhídrido carbónico y de otros gases altamente contaminantes sea reducida drásticamente, por ejemplo, reemplazando la utilización de combustibles fósiles y desarrollando fuentes de energía renovable. En el mundo hay un nivel exiguo de acceso a energías limpias y renovables. Todavía es necesario desarrollar tecnologías adecuadas de acumulación. Sin embargo, en algunos países se han dado avances que comienzan a ser significativos, aunque estén lejos de lograr una proporción importante. También ha habido algunas inversiones en formas de producción y de transporte que consumen menos energía y requieren menos cantidad de materia prima, así como en formas de construcción o de saneamiento de edificios para mejorar su eficiencia energética. Pero estas buenas prácticas están lejos de generalizarse.
II. La cuestión del agua El agua, bien común
27. Otros indicadores de la situación actual tienen que ver con el agotamiento de los recursos naturales. Conocemos bien la imposibilidad de sostener el actual nivel de consumo de los países más desarrollados y de los sectores más ricos de las sociedades, donde el hábito de gastar y tirar alcanza niveles inauditos. Ya se han rebasado ciertos límites máximos de explotación del planeta, sin que hayamos resuelto el problema de la pobreza.
Pobreza, en clave de derechos
28. El agua potable y limpia representa una cuestión de primera importancia, porque es indispensable para la vida humana y para sustentar los ecosistemas terrestres y acuáticos. Las fuentes de agua dulce abastecen a sectores sanitarios, agropecuarios e industriales. La provisión de agua permaneció relativamente constante durante mucho tiempo, pero ahora
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en muchos lugares la demanda supera a la oferta sostenible, con graves consecuencias a corto y largo término. Grandes ciudades que dependen de un importante nivel de almacenamiento de agua, sufren períodos de disminución del recurso, que en los momentos críticos no se administra siempre con una adecuada gobernanza y con imparcialidad. La pobreza del agua social se da especialmente en África, donde grandes sectores de la población no acceden al agua potable segura, o padecen sequías que dificultan la producción de alimentos. En algunos países hay regiones con abundante agua y al mismo tiempo otras que padecen grave escasez. 29. Un problema particularmente serio es el de la calidad del agua disponible para los pobres, que provoca muchas muertes todos los días. Entre los pobres son frecuentes enfermedades relacionadas con el agua, incluidas las causadas por microorganismos y por sustancias químicas. La diarrea y el cólera, que se relacionan con servicios higiénicos y provisión de agua inadecuados, son un factor significativo de sufrimiento y de mortalidad infantil. Las aguas subterráneas en muchos lugares están amenazadas por la contaminación que producen algunas actividades extractivas, agrícolas e industriales, sobre todo en países donde no hay una reglamentación y controles suficientes. No pensemos solamente en los vertidos de las fábricas. Los detergentes y productos químicos que utiliza la población en muchos lugares del mundo siguen derramándose en ríos, lagos y mares.
Enmascarar los problemas
30. Mientras se deteriora constantemente la calidad del agua disponible, en algunos lugares avanza la tendencia a privatizar este recurso escaso, convertido en mercancía que se regula por las leyes del mercado. En realidad, el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos. Este mundo tiene una grave deuda social con los pobres que no tienen acceso al agua potable, porque eso es negarles el derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable. Esa deuda se salda en parte con más aportes económicos para proveer de agua limpia y saneamiento a los pueblos más pobres. Pero se advierte un derroche de agua no solo en países desarrollados, sino también en aquellos menos desarrollados que poseen grandes reservas. Esto muestra que el problema del agua es en parte una cuestión educativa y cultural, porque no hay conciencia de la gravedad de estas conductas en un contexto de gran inequidad.
Negarle el derecho a la vida
31. Una mayor escasez de agua provocará el aumento del costo de los alimentos y de distintos productos que dependen de su uso. Algunos estudios han alertado sobre la posibilidad de sufrir una escasez aguda de agua dentro de pocas décadas si no se actúa con urgencia. Los impactos ambientales podrían afectar a miles de millones de personas, pero es previsible que el control del agua por parte de grandes empresas mundiales se convierta en una de las principales fuentes de conflictos de este siglo 23.
El agua, motivo para la guerra
Cf. Saludo al personal de la FAO (20 noviembre 2014): AAS 106 (2014), 985.
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III. Pérdida de biodiversidad Economía al servicio de unos pocos
32. Los recursos de la tierra también están siendo depredados a causa de formas inmediatistas de entender la economía y la actividad comercial y productiva. La pérdida de selvas y bosques implica al mismo tiempo la pérdida de especies que podrían significar en el futuro recursos sumamente importantes, no solo para la alimentación, sino también para la curación de enfermedades y para múltiples servicios. Las diversas especies contienen genes que pueden ser recursos claves para resolver en el futuro alguna necesidad humana o para regular algún problema ambiental.
Daños irreparables
33. Pero no basta pensar en las distintas especies solo como eventuales «recursos» explotables, olvidando que tienen un valor en sí mismas. Cada año desaparecen miles de especies vegetales y animales que ya no podremos conocer, que nuestros hijos ya no podrán ver, pérdidas para siempre. La inmensa mayoría se extingue por razones que tienen que ver con alguna acción humana. Por nuestra causa, miles de especies ya no darán gloria a Dios con su existencia ni podrán comunicarnos su propio mensaje. No tenemos derecho.
Qué vamos a dejar a las próximas generaciones
34. Posiblemente nos inquieta saber de la extinción de un mamífero o de un ave, por su mayor visibilidad. Pero para el buen funcionamiento de los ecosistemas también son necesarios los hongos, las algas, los gusanos, los insectos, los reptiles y la innumerable variedad de microorganismos. Algunas especies poco numerosas, que suelen pasar desapercibidas, juegan un rol crítico fundamental para estabilizar el equilibrio de un lugar. Es verdad que el ser humano debe intervenir cuando un geosistema entra en estado crítico, pero hoy el nivel de intervención humana en una realidad tan compleja como la naturaleza es tal, que los constantes desastres que el ser humano ocasiona provocan una nueva intervención suya, de tal modo que la actividad humana se hace omnipresente, con todos los riesgos que esto implica. Suele crearse un círcu lo vicioso donde la intervención del ser humano para resolver una dificultad muchas veces agrava más la situación. Por ejemplo, muchos pájaros e insectos que desaparecen a causa de los agrotóxicos creados por la tecnología son útiles a la misma agricultura, y su desaparición deberá ser sustituida con otra intervención tecnológica, que posiblemente traerá nuevos efectos nocivos. Son loables y a veces admirables los esfuerzos de científicos y técnicos que tratan de aportar soluciones a los problemas creados por el ser humano. Pero mirando el mundo advertimos que este nivel de intervención humana, frecuentemente al servicio de las finanzas y del consumismo, hace que la tierra en que vivimos en realidad se vuelva menos rica y bella, cada vez más limitada y gris, mientras al mismo tiempo el desarrollo de la tecnología y de las ofertas de consumo sigue avanzando sin límite. De este modo, parece que pretendiéramos sustituir una belleza irreemplazable e irrecuperable, por otra creada por nosotros.
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35. Cuando se analiza el impacto ambiental de algún emprendimiento, se suele atender a los efectos en el suelo, en el agua y en el aire, pero no siempre se incluye un estudio cuidadoso sobre el impacto en la biodiversidad, como si la pérdida de algunas especies o de grupos animales o vegetales fuera algo de poca relevancia. Las carreteras, los nuevos cultivos, los alambrados, los embalses y otras construcciones van tomando posesión de los hábitats y a veces los fragmentan de tal manera que las poblaciones de animales ya no pueden migrar ni desplazarse libremente, de modo que algunas especies entran en riesgo de extinción. Existen alternativas que al menos mitigan el impacto de estas obras, como la creación de corredores biológicos, pero en pocos países se advierte este cuidado y esta previsión. Cuando se explotan comercialmente algunas especies, no siempre se estudia su forma de crecimiento para evitar su disminución excesiva con el consiguiente desequilibrio del ecosistema.
La casa común, todo se compra, todo se vende
36. El cuidado de los ecosistemas supone una mirada que vaya más allá de lo inmediato, porque cuando solo se busca un rédito económico rápido y fácil, a nadie le interesa realmente su preservación. Pero el costo de los daños que se ocasionan por el descuido egoísta es muchísimo más alto que el beneficio económico que se pueda obtener. En el caso de la pérdida o el daño grave de algunas especies, estamos hablando de valores que exceden todo cálculo. Por eso, podemos ser testigos mudos de gravísimas inequidades cuando se pretende obtener importantes beneficios haciendo pagar al resto de la humanidad, presente y futura, los altísimos costos de la degradación ambiental.
Intervención humana al servicio del consumo
37. Algunos países han avanzado en la preservación eficaz de ciertos lugares y zonas –en la tierra y en los océanos– donde se prohíbe toda intervención humana que pueda modificar su fisonomía o alterar su constitución original. En el cuidado de la biodiversidad, los especialistas insisten en la necesidad de poner especial atención a las zonas más ricas en variedad de especies, en especies endémicas, poco frecuentes o con menor grado de protección efectiva. Hay lugares que requieren un cuidado particular por su enorme importancia para el ecosistema mundial, o que constituyen importantes reservas de agua y así aseguran otras formas de vida.
Cuidar, para cuidarnos
38. Mencionemos, por ejemplo, esos pulmones del planeta repletos de biodiversidad que son la Amazonía y la cuenca fluvial del Congo, o los grandes acuíferos y los glaciares. No se ignora la importancia de esos lugares para la totalidad del planeta y para el futuro de la humanidad. Los ecosistemas de las selvas tropicales tienen una biodiversidad con una enorme complejidad, casi imposible de reconocer integralmente, pero cuando esas selvas son quemadas o arrasadas para desarrollar cultivos, en pocos años se pierden innumerables especies, cuando no se convierten en áridos desiertos. Sin embargo, un delicado equilibrio se impone a la hora de hablar sobre estos lugares, porque tampoco se pueden ignorar los enormes intereses económicos internacionales que, bajo
La Amazonía, un pulmón casi sin aire
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el pretexto de cuidarlos, pueden atentar contra las soberanías nacionales. De hecho, existen «propuestas de internacionalización de la Amazonía, que solo sirven a los intereses económicos de las corporaciones transnacionales» 24. Es loable la tarea de organismos internacionales y de organizaciones de la sociedad civil que sensibilizan a las poblaciones y cooperan críticamente, también utilizando legítimos mecanismos de presión, para que cada gobierno cumpla con su propio e indelegable deber de preservar el ambiente y los recursos naturales de su país, sin venderse a intereses espurios locales o internacionales.
La desaparición de la vida
39. El reemplazo de la flora silvestre por áreas forestadas con árboles, que generalmente son monocultivos, tampoco suele ser objeto de un adecuado análisis. Porque puede afectar gravemente a una biodiversidad que no es albergada por las nuevas especies que se implantan. También los humedales, que son transformados en terreno de cultivo, pierden la enorme biodiversidad que acogían. En algunas zonas costeras, es preocu pante la desaparición de los ecosistemas constituidos por manglares.
Consumo sin sentido
40. Los océanos no solo contienen la mayor parte del agua del planeta, sino también la mayor parte de la vasta variedad de seres vivientes, muchos de ellos todavía desconocidos para nosotros y amenazados por diversas causas. Por otra parte, la vida en los ríos, lagos, mares y océanos, que alimenta a gran parte de la población mundial, se ve afectada por el descontrol en la extracción de los recursos pesqueros, que provoca disminuciones drásticas de algunas especies. Todavía siguen desarrollándose formas selectivas de pesca que desperdician gran parte de las especies recogidas. Están especialmente amenazados organismos marinos que no tenemos en cuenta, como ciertas formas de plancton que constituyen un componente muy importante en la cadena alimentaria marina, y de las cuales dependen, en definitiva, especies que utilizamos para alimentarnos.
El mar de los muertos
41. Adentrándonos en los mares tropicales y subtropicales, encontramos las barreras de coral, que equivalen a las grandes selvas de la tierra, porque hospedan aproximadamente un millón de especies, incluyendo peces, cangrejos, moluscos, esponjas, algas, etc. Muchas de las barreras de coral del mundo hoy ya son estériles o están en un continuo estado de declinación: «¿Quién ha convertido el maravilloso mundo marino en cementerios subacuáticos despojados de vida y de color?» 25. Este fenómeno se debe en gran parte a la contaminación que llega al mar como resultado de la deforestación, de los monocultivos agrícolas, de los vertidos industriales y de métodos destructivos de pesca, especialmente los que utilizan cianuro y dinamita. Se agrava por el aumento de la tem-
V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento de Aparecida (29 junio 2007), 86. 25 Conferencia de los Obispos Católicos de Filipinas, Carta pastoral What is Happening to our Beautiful Land? (29 enero 1988). 24
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peratura de los océanos. Todo esto nos ayuda a darnos cuenta de que cualquier acción sobre la naturaleza puede tener consecuencias que no advertimos a simple vista, y que ciertas formas de explotación de recursos se hacen a costa de una degradación que finalmente llega hasta el fondo de los océanos. 42. Es necesario invertir mucho más en investigación para entender mejor el comportamiento de los ecosistemas y analizar adecuadamente las diversas variables de impacto de cualquier modificación importante del ambiente. Porque todas las criaturas están conectadas, cada una debe ser valorada con afecto y admiración, y todos los seres nos necesitamos unos a otros. Cada territorio tiene una responsabilidad en el cuidado de esta familia, por lo cual debería hacer un cuidadoso inventario de las especies que alberga en orden a desarrollar programas y estrategias de protección, cuidando con especial preocupación a las especies en vías de extinción.
Poner al servicio los dones del hombre
IV. Deterioro de la calidad de la vida humana y degradación social 43. Si tenemos en cuenta que el ser humano también es una criatura de este mundo, que tiene derecho a vivir y a ser feliz, y que además tiene una dignidad especialísima, no podemos dejar de considerar los efectos de la degradación ambiental, del actual modelo de desarrollo y de la cultura del descarte en la vida de las personas.
Derecho a vivir y a ser feliz
44. Hoy advertimos, por ejemplo, el crecimiento desmedido y desordenado de muchas ciudades que se han hecho insalubres para vivir, debido no solamente a la contaminación originada por las emisiones tóxicas, sino también al caos urbano, a los problemas del transporte y a la contaminación visual y acústica. Muchas ciudades son grandes estructuras ineficientes que gastan energía y agua en exceso. Hay barrios que, aunque hayan sido construidos recientemente, están congestionados y desordenados, sin espacios verdes suficientes. No es propio de habitantes de este planeta vivir cada vez más inundados de cemento, asfalto, vidrio y metales, privados del contacto físico con la naturaleza.
Conectados al mundo, pero sin el mundo
45. En algunos lugares, rurales y urbanos, la privatización de los espacios ha hecho que el acceso de los ciudadanos a zonas de particular belleza se vuelva difícil. En otros, se crean urbanizaciones «ecológicas» solo al servicio de unos pocos, donde se procura evitar que otros entren a molestar una tranquilidad artificial. Suele encontrarse una ciudad bella y llena de espacios verdes bien cuidados en algunas áreas «seguras», pero no tanto en zonas menos visibles, donde viven los descartables de la sociedad.
Actitudes de un camino equivocado
46. Entre los componentes sociales del cambio global se incluyen los efectos laborales de algunas innovaciones tecnológicas, la exclusión social, la inequidad en la disponibilidad y el consumo de energía y de otros servicios, la fragmentación social, el crecimiento de la violencia y el surgimiento de nuevas formas de agresividad social, el narcotráfico y el con-
Degradación social
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sumo creciente de drogas entre los más jóvenes, la pérdida de identidad. Son signos, entre otros, que muestran que el crecimiento de los últimos dos siglos no ha significado en todos sus aspectos un verdadero progreso integral y una mejora de la calidad de vida. Algunos de estos signos son al mismo tiempo síntomas de una verdadera degradación social, de una silenciosa ruptura de los lazos de integración y de comunión social.
La comunicación, descomunicada
47. A esto se agregan las dinámicas de los medios del mundo digital que, cuando se convierten en omnipresentes, no favorecen el desarrollo de una capacidad de vivir sabiamente, de pensar en profundidad, de amar con generosidad. Los grandes sabios del pasado, en este contexto, correrían el riesgo de apagar su sabiduría en medio del ruido dispersivo de la información. Esto nos exige un esfuerzo para que esos medios se traduzcan en un nuevo desarrollo cultural de la humanidad y no en un deterioro de su riqueza más profunda. La verdadera sabiduría, producto de la reflexión, del diálogo y del encuentro generoso entre las personas, no se consigue con una mera acumulación de datos que termina saturando y obnubilando, en una especie de contaminación mental. Al mismo tiempo, tienden a reemplazarse las relaciones reales con los demás, con todos los desafíos que implican, por un tipo de comunicación mediada por internet. Esto permite seleccionar o eliminar las relaciones según nuestro arbitrio, y así suele generarse un nuevo tipo de emociones artificiales, que tienen que ver más con dispositivos y pantallas que con las personas y la naturaleza. Los medios actuales permiten que nos comuniquemos y que compartamos conocimientos y afectos. Sin embargo, a veces también nos impiden tomar contacto directo con la angustia, con el temblor, con la alegría del otro y con la complejidad de su experiencia personal. Por eso no debería llamar la atención que, junto con la abrumadora oferta de estos productos, se desarrolle una profunda y melancólica insatisfacción en las relaciones interpersonales, o un dañino aislamiento.
V. Inequidad planetaria Lo sufren los más pobres
48. El ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos, y no podremos afrontar adecuadamente la degradación ambiental si no prestamos atención a causas que tienen que ver con la degradación humana y social. De hecho, el deterioro del ambiente y el de la sociedad afectan de un modo especial a los más débiles del planeta: «Tanto la experiencia común de la vida ordinaria como la investigación científica demuestran que los más graves efectos de todas las agresiones ambientales los sufre la gente más pobre» 26. Por ejemplo, el agotamiento de las reservas ictícolas perjudica especialmente a quienes viven de la pesca artesanal y no tienen cómo reemplazarla, la contaminación del agua afecta particularmente a los más pobres Conferencia Episcopal Boliviana, Carta pastoral sobre medio ambiente y desarrollo humano en Bolivia El universo, don de Dios para la vida (2012), 17.
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que no tienen posibilidad de comprar agua envasada, y la elevación del nivel del mar afecta principalmente a las poblaciones costeras empobrecidas que no tienen a dónde trasladarse. El impacto de los desajustes actuales se manifiesta también en la muerte prematura de muchos pobres, en los conflictos generados por falta de recursos y en tantos otros problemas que no tienen espacio suficiente en las agendas del mundo 27. 49. Quisiera advertir que no suele haber conciencia clara de los problemas que afectan particularmente a los excluidos. Ellos son la mayor parte del planeta, miles de millones de personas. Hoy están presentes en los debates políticos y económicos internacionales, pero frecuentemente parece que sus problemas se plantean como un apéndice, como una cuestión que se añade casi por obligación o de manera periférica, si es que no se los considera un mero daño colateral. De hecho, a la hora de la actuación concreta, quedan frecuentemente en el último lugar. Ello se debe en parte a que muchos profesionales, formadores de opinión, medios de comunicación y centros de poder están ubicados lejos de ellos, en áreas urbanas aisladas, sin tomar contacto directo con sus problemas. Viven y reflexionan desde la comodidad de un desarrollo y de una calidad de vida que no están al alcance de la mayoría de la población mundial. Esta falta de contacto físico y de encuentro, a veces favorecida por la desintegración de nuestras ciudades, ayuda a cauterizar la conciencia y a ignorar parte de la realidad en análisis sesgados. Esto a veces convive con un discurso «verde». Pero hoy no podemos dejar de reconocer que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres.
Mirar para otro lado
50. En lugar de resolver los problemas de los pobres y de pensar en un mundo diferente, algunos atinan solo a proponer una reducción de la natalidad. No faltan presiones internacionales a los países en desarrollo, condicionando ayudas económicas a ciertas políticas de «salud reproductiva». Pero, «si bien es cierto que la desigual distribución de la población y de los recursos disponibles crean obstáculos al desarrollo y al uso sostenible del ambiente, debe reconocerse que el crecimiento demográfico es plenamente compatible con un desarrollo integral y solidario» 28. Culpar al aumento de la población y no al consumismo extremo y selectivo de algunos es un modo de no enfrentar los problemas. Se pretende legitimar así el modelo distributivo actual, donde una minoría se cree con el derecho de consumir en una proporción que sería imposible generalizar, porque el planeta no podría ni siquiera contener los residuos de semejante consumo. Además, sabemos que se desperdicia aproximadamente un tercio de los alimentos que se producen, y «el alimento que se
Derechos a la carta
Cf. Conferencia Episcopal Alemana. Comisión para Asuntos Sociales, Der Klimawandel: Brennpunkt globaler, intergenerationeller und ökologischer Gerechtigkeit (septiembre 2006), 28-30. 28 Consejo Pontificio Justicia y Paz, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 483. 27
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desecha es como si se robara de la mesa del pobre» 29. De cualquier manera, es cierto que hay que prestar atención al desequilibrio en la distribución de la población sobre el territorio, tanto en el nivel nacional como en el global, porque el aumento del consumo llevaría a situaciones regionales complejas, por las combinaciones de problemas ligados a la contaminación ambiental, al transporte, al tratamiento de residuos, a la pérdida de recursos, a la calidad de vida.
Deuda ecológica
51. La inequidad no afecta solo a individuos, sino a países enteros, y obliga a pensar en una ética de las relaciones internacionales. Porque hay una verdadera «deuda ecológica», particularmente entre el Norte y el Sur, relacionada con desequilibrios comerciales con consecuencias en el ámbito ecológico, así como con el uso desproporcionado de los recursos naturales llevado a cabo históricamente por algunos países. Las exportaciones de algunas materias primas para satisfacer los mercados en el Norte industrializado han producido daños locales, como la contaminación con mercurio en la minería del oro o con dióxido de azufre en la del cobre. Especialmente hay que computar el uso del espacio ambiental de todo el planeta para depositar residuos gaseosos que se han ido acumulando durante dos siglos y han generado una situación que ahora afecta a todos los países del mundo. El calentamiento originado por el enorme consumo de algunos países ricos tiene repercusiones en los lugares más pobres de la tierra, especialmente en África, donde el aumento de la temperatura unido a la sequía hace estragos en el rendimiento de los cultivos. A esto se agregan los daños causados por la exportación hacia los países en desarrollo de residuos sólidos y líquidos tóxicos, y por la actividad contaminante de empresas que hacen en los países menos desarrollados lo que no pueden hacer en los países que les aportan capital: «Constatamos que con frecuencia las empresas que obran así son multinacionales, que hacen aquí lo que no se les permite en países desarrollados o del llamado primer mundo. Generalmente, al cesar sus actividades y al retirarse, dejan grandes pasivos humanos y ambientales, como la desocupación, pueblos sin vida, agotamiento de algunas reservas naturales, deforestación, empobrecimiento de la agricultura y ganadería local, cráteres, cerros triturados, ríos contaminados y algunas pocas obras sociales que ya no se pueden sostener» 30.
¿Qué lugar ocupan las personas?
52. La deuda externa de los países pobres se ha convertido en un instrumento de control, pero no ocurre lo mismo con la deuda ecológica. De diversas maneras, los pueblos en vías de desarrollo, donde se encuentran las más importantes reservas de la biosfera, siguen alimentando el desarrollo de los países más ricos a costa de su presente y de su futuro. La tierra de los pobres del Sur es rica y poco contaminada, pero el acceso a la propiedad de los bienes y recursos para satisfacer sus necesidades vita29 Catequesis (5 junio 2013): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (7 junio 2013), p. 12. 30 Obispos de la región de Patagonia-Comahue (Argentina), Mensaje de Navidad (diciembre 2009), 2.
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les les está vedado por un sistema de relaciones comerciales y de propiedad estructuralmente perverso. Es necesario que los países desarrollados contribuyan a resolver esta deuda limitando de manera importante el consumo de energía no renovable y aportando recursos a los países más necesitados para apoyar políticas y programas de desarrollo sostenible. Las regiones y los países más pobres tienen menos posibilidades de adoptar nuevos modelos en orden a reducir el impacto ambiental, porque no tienen la capacitación para desarrollar los procesos necesarios y no pueden cubrir los costos. Por eso, hay que mantener con claridad la conciencia de que en el cambio climático hay responsabilidades diversificadas y, como dijeron los Obispos de Estados Unidos, corresponde enfocarse «especialmente en las necesidades de los pobres, débiles y vulnerables, en un debate a menudo dominado por intereses más poderosos» 31. Necesitamos fortalecer la conciencia de que somos una sola familia humana. No hay fronteras ni barreras políticas o sociales que nos permitan aislarnos, y por eso mismo tampoco hay espacio para la globalización de la indiferencia.
VI. La debilidad de las reacciones 53. Estas situaciones provocan el gemido de la hermana tierra, que se une al gemido de los abandonados del mundo, con un clamor que nos reclama otro rumbo. Nunca hemos maltratado y lastimado nuestra casa común como en los últimos dos siglos. Pero estamos llamados a ser los instrumentos del Padre Dios para que nuestro planeta sea lo que él soñó al crearlo y responda a su proyecto de paz, belleza y plenitud. El problema es que no disponemos todavía de la cultura necesaria para enfrentar esta crisis y hace falta construir liderazgos que marquen caminos, buscando atender las necesidades de las generaciones actuales incluyendo a todos, sin perjudicar a las generaciones futuras. Se vuelve indispensable crear un sistema normativo que incluya límites infranqueables y asegure la protección de los ecosistemas, antes que las nuevas formas de poder derivadas del paradigma tecnoeconómico terminen arrasando no solo con la política sino también con la libertad y la justicia.
Políticas ecológicas en clave de derechos
54. Llama la atención la debilidad de la reacción política internacional. El sometimiento de la política ante la tecnología y las finanzas se muestra en el fracaso de las Cumbres mundiales sobre medio ambiente. Hay demasiados intereses particulares y muy fácilmente el interés económico llega a prevalecer sobre el bien común y a manipular la información para no ver afectados sus proyectos. En esta línea, el Documento de Aparecida reclama que «en las intervenciones sobre los recursos naturales no predominen los intereses de grupos económicos que arrasan irracionalmente las fuentes de vida» 32. La alianza entre la economía y la tecnología
Demasiados intereses particulares
Conferencia de los Obispos Católicos de los Estados Unidos, Global Climate Change: A Plea for Dialogue, Prudence and the Common Good (15 junio 2001). 32 V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento de Aparecida (29 junio 2007), 471. 31
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termina dejando afuera lo que no forme parte de sus intereses inmediatos. Así solo podrían esperarse algunas declamaciones superficiales, acciones filantrópicas aisladas, y aun esfuerzos por mostrar sensibilidad hacia el medio ambiente, cuando en la realidad cualquier intento de las organizaciones sociales por modificar las cosas será visto como una molestia provocada por ilusos románticos o como un obstáculo a sortear.
Pasos pequeños ante problemas grandes
55. Poco a poco algunos países pueden mostrar avances importantes, el desarrollo de controles más eficientes y una lucha más sincera contra la corrupción. Hay más sensibilidad ecológica en las poblaciones, aunque no alcanza para modificar los hábitos dañinos de consumo, que no parecen ceder sino que se amplían y desarrollan. Es lo que sucede, para dar solo un sencillo ejemplo, con el creciente aumento del uso y de la intensidad de los acondicionadores de aire. Los mercados, procurando un beneficio inmediato, estimulan todavía más la demanda. Si alguien observara desde afuera la sociedad planetaria, se asombraría ante semejante comportamiento que a veces parece suicida.
Degradación humana y ética
56. Mientras tanto, los poderes económicos continúan justificando el actual sistema mundial, donde priman una especulación y una búsqueda de la renta financiera que tienden a ignorar todo contexto y los efectos sobre la dignidad humana y el medio ambiente. Así se manifiesta que la degradación ambiental y la degradación humana y ética están íntimamente unidas. Muchos dirán que no tienen conciencia de realizar acciones inmorales, porque la distracción constante nos quita la valentía de advertir la realidad de un mundo limitado y finito. Por eso, hoy «cualquier cosa que sea frágil, como el medio ambiente, queda indefensa ante los intereses del mercado divinizado, convertidos en regla absoluta» 33.
Guerras ecológicas
57. Es previsible que, ante el agotamiento de algunos recursos, se vaya creando un escenario favorable para nuevas guerras, disfrazadas detrás de nobles reivindicaciones. La guerra siempre produce daños graves al medio ambiente y a la riqueza cultural de las poblaciones, y los riesgos se agigantan cuando se piensa en las armas nucleares y en las armas biológicas. Porque, «a pesar de que determinados acuerdos internacionales prohíban la guerra química, bacteriológica y biológica, de hecho en los laboratorios se sigue investigando para el desarrollo de nuevas armas ofensivas, capaces de alterar los equilibrios naturales» 34. Se requiere de la política una mayor atención para prevenir y resolver las causas que puedan originar nuevos conflictos. Pero el poder conectado con las finanzas es el que más se resiste a este esfuerzo, y los diseños políticos no suelen tener amplitud de miras. ¿Para qué se quiere preservar hoy un poder que será recordado por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario hacerlo?
Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 56: AAS 105 (2013), 1043. Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1990, 12: AAS 82 (1990), 154.
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58. En algunos países hay ejemplos positivos de logros en la mejora del ambiente, como la purificación de algunos ríos que han estado contaminados durante muchas décadas, o la recuperación de bosques autóctonos, o el embellecimiento de paisajes con obras de saneamiento ambiental, o proyectos edilicios de gran valor estético, o avances en la producción de energía no contaminante, en la mejora del transporte público. Estas acciones no resuelven los problemas globales, pero confirman que el ser humano todavía es capaz de intervenir positivamente. Como ha sido creado para amar, en medio de sus límites brotan inevitablemente gestos de generosidad, solidaridad y cuidado.
Alegre irres ponsabilidad
59. Al mismo tiempo, crece una ecología superficial o aparente que consolida un cierto adormecimiento y una alegre irresponsabilidad. Como suele suceder en épocas de profundas crisis, que requieren decisiones valientes, tenemos la tentación de pensar que lo que está ocurriendo no es cierto. Si miramos la superficie, más allá de algunos signos visibles de contaminación y de degradación, parece que las cosas no fueran tan graves y que el planeta podría persistir por mucho tiempo en las actuales condiciones. Este comportamiento evasivo nos sirve para seguir con nuestros estilos de vida, de producción y de consumo. Es el modo como el ser humano se las arregla para alimentar todos los vicios autodestructivos: intentando no verlos, luchando para no reconocerlos, postergando las decisiones importantes, actuando como si nada ocurriera.
Gafas nuevas, con enfoque ecológico
VII. Diversidad de opiniones 60. Finalmente, reconozcamos que se han desarrollado diversas visiones y líneas de pensamiento acerca de la situación y de las posibles soluciones. En un extremo, algunos sostienen a toda costa el mito del progreso y afirman que los problemas ecológicos se resolverán simplemente con nuevas aplicaciones técnicas, sin consideraciones éticas ni cambios de fondo. En el otro extremo, otros entienden que el ser humano, con cualquiera de sus intervenciones, solo puede ser una amenaza y perjudicar al ecosistema mundial, por lo cual conviene reducir su presencia en el planeta e impedirle todo tipo de intervención. Entre estos extremos, la reflexión debería identificar posibles escenarios futuros, porque no hay un solo camino de solución. Esto daría lugar a diversos aportes que podrían entrar en diálogo hacia respuestas integrales.
Diálogo en clave de construcción
61. Sobre muchas cuestiones concretas la Iglesia no tiene por qué proponer una palabra definitiva y entiende que debe escuchar y promover el debate honesto entre los científicos, respetando la diversidad de opiniones. Pero basta mirar la realidad con sinceridad para ver que hay un gran deterioro de nuestra casa común. La esperanza nos invita a reconocer que siempre hay una salida, que siempre podemos reorientar el rumbo, que siempre podemos hacer algo para resolver los problemas. Sin embargo, parecen advertirse síntomas de un punto de quiebre, a causa de la gran velocidad de los cambios y de la degradación, que se manifiestan tanto
Escuchar y promover en claves de esperanza
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en catástrofes naturales regionales como en crisis sociales o incluso financieras, dado que los problemas del mundo no pueden analizarse ni explicarse de forma aislada. Hay regiones que ya están especialmente en riesgo y, más allá de cualquier predicción catastrófica, lo cierto es que el actual sistema mundial es insostenible desde diversos puntos de vista, porque hemos dejado de pensar en los fines de la acción humana: «Si la mirada recorre las regiones de nuestro planeta, enseguida nos damos cuenta de que la humanidad ha defraudado las expectativas divinas» 35. 35 Id., Catequesis (17 enero 2001), 3: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (19 enero 2001), p. 12.
PROPUESTAS DE TRABAJO DE UN VISTAZO
Lo que le está pasando a la casa común Tomar conciencia, atrevernos a convertir en sufrimiento personal lo que le pasa al mundo.
Contaminación
Degradación ambiental
Cambio climático
Actual modelo de desarrollo
El agua
Cultura del descarte
Pérdida de biodiversidad
Debilidad de reacciones
• Causas y consecuencias. • Repercusión o incidencia sobre diversos grupos humanos o sectores de la sociedad.
• Falta de conciencia. • Falta de soluciones. adecuadas. Grave situación de injusticia social. • Inequidad planetaria.
Diversidad de opiniones FRANCISCO: Invitación de Dios a generar un nuevo pensamiento acerca de la situación y de las posibles soluciones.
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Objetivo: Tomar conciencia Tomar conciencia de lo que está pasando a nuestra casa común, para convertir en sufrimiento personal lo que le pasa al mundo y así reconocer lo que podemos aportar cada uno. Puntos • Análisis de las causas y las consecuencias: Contaminación y el cambio climático (20-26); la cuestión del agua (27-31); la pérdida de biodiversidad (32-42). • Se analizan directa y explícitamente: los efectos de la degradación ambiental, del actual modelo de desarrollo y la cultura del descarte en la vida de las personas (43-52). • La debilidad de las reacciones: no vale una ecología superficial que adormece y lanza a una alegre irresponsabilidad como si nada ocurriera (53-59) • No tenemos la respuesta definitiva, hemos de escuchar y promover el debate honesto de los científicos en todos los ámbitos, respetando la diversidad de opiniones (60-61). Claves • La necesidad de detenernos y considerar la realidad con análisis serios y reales de lo que pasa a nuestra casa común en todas sus dimensiones; naturales, económicas, políticas y sociales. • Mirada crítica y dolida a lo que es degradación en el ambiente, así como en el modelo de desarrollo y cultura que excluye y descarta dando muerte frente a la vida. • Salir de discursos engañosos y adormecedores en la cuestión de la ecología. Necesitamos una verdadera ecología. • Para hablar y elaborar la respuesta no podemos cerrarnos a ningún saber ni sentir, hemos de caminar en la pluralidad y en la escucha mutua. TRABAJO PERSONAL Leo personalmente y con atención el texto. Lo aplico siempre a la realidad que vivo personalmente y también como comunidad (familia, parroquia, grupo). Subrayo las ideas que me resultan sugerentes para mi propia vida. Al final elijo tres frases subrayadas: están en los números: _____ _____ _____.
Pongo un signo de interrogación en las frases que me cuestionan, que no sé cómo llevarlas a la práctica... Al final elijo tres. Están en los números: _____ _____ _____. Saco conclusiones y aplicaciones para mi propia vida.
1. 2. 3.
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ENCUENTRO EN GRUPO Y TRABAJO COMPARTIDO ¿Cómo vivimos? Compartimos en grupo nuestro trabajo personal. Profundizamos y concretamos: Teniendo en cuenta el contenido de los apartados (20-42) relativos a la contaminación y cambio climático, la cuestión del agua y la pérdida de biodiversidad: – ¿Cuáles son a nuestro juicio los problemas más graves que se plantean y que más nos afectan? En lo que se refiere al deterioro de la calidad de la vida humana y degradación social, así como de la inequidad planetaria (43-52): – ¿Cuáles son los aspectos más graves que pone al descubierto la encíclica? ¿Cuáles de estos aspectos estamos viviendo nosotros o se producen a nuestro alrededor? – ¿Qué sensibilidad social es la que hay que despertar con más urgencia en nosotros y en los demás? ¿Qué signos positivos de respuesta vamos viendo en nuestra sociedad? Concluyendo: – ¿Qué has descubierto en este capítulo de lo “que está pasando a nuestra casa” que no conocías? – ¿Consideras importante lo que plantea de cara a una concienciación humana y planetaria? – ¿Te sientes llamado a algún nuevo compromiso “ante lo que está pasando”?
VISUALIZACIÓN E INTERIORIZACIÓN. LA VIDA Nuestro armario, nuestro frigorífico y nuestro móvil – Hacemos un ejercicio sencillo: mirar nuestra ropa, calzado, etc. Y ordenamos con este criterio: lo que es necesario (la higiene y el aseo), lo que es deseo (oler bien), lo que es capricho (una marca de perfume). ¿Qué priorizamos en nuestro consumo? – Lo que compramos y obtenemos y no consumimos, lo que tiramos. Hagamos lista de lo último que hemos arrojado como basura que podía haber sido utilizado y consumido. – ¿Qué relación establecemos entre el móvil y nosotros?, ¿con qué criterios? ¿El móvil nos ha hecho la vida más tranquila y relajada o más rápida? ¿Qué profundidad tienen nuestras relaciones con este medio?
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LECTURA CREYENTE Y ORACIÓN La Palabra Este capítulo de la encíclica recoge sin duda el grito del hombre y de la naturaleza que desea vida y salvación, frente a lo que le rompe y desgarra. Se atisba la promesa y la esperanza de una nueva creación y una nueva humanidad al mismo tiempo, no hay antropología sin cosmología, ni cosmología sin antropología, estamos unidos por el mismo fundamento del amor creador, todos criaturas ante el Padre, llamados a vivir en la corriente de su amor único, así ha de estar unida la humanidad entre sí, y con toda la naturaleza de la que forma parte y cuyo cuidado se le ha encomendado. Oigamos cómo Pablo se lo recuerda a los cristianos de Roma: “Así que, hermanos míos, no somos deudores de la carne para vivir según la carne, Pues, si vivís según la carne, moriréis. Pero si con el Espíritu hacéis morir las obras del cuerpo, viviréis. En efecto, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre! El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Y, si hijos, también herederos: herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él, para ser también con él glorificados. Porque estimo que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros. Pues la ansiosa espera de la creación desea vivamente la revelación de los hijos de Dios. La creación, en efecto, fue sometida a la vanidad, no espontáneamente, sino por aquel que la sometió, en la esperanza de ser liberada de la servidumbre de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto. Y no solo ella; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, nosotros mismos gemimos en nuestro interior anhelando el rescate de nuestro cuerpo” (Romanos 8,13-22). Lectura creyente Antonio Sáenz Blanco, nos ayuda a hacer lectura creyente de este texto bíblico desde la realidad de Latinoamérica. Sacerdote diocesano de Mérida-Badajoz, ha compartido tres lustros de su vida recientemente, en tierras de Cajamarca en Perú, entre campesinos y mineros, y en Celendín, en la zona andina. Afortunadamente, como dice Francisco, “se advierte una creciente sensibilidad con respecto al ambiente y al cuidado de la naturaleza, y crece una sincera y dolorosa preocupación por lo que está ocurriendo con nuestro planeta” (LS 19). Cada vez vamos viendo con más claridad que todos los seres estamos interrelacionados. Lo que sucede recae sobre todos. Eso sí, desigualmente. Lo positivo beneficia más y antes a los poderosos, mientras los pobres son destinatarios preferenciales de las desgracias.
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Entre las cosas que ocurren… “la riqueza natural de América Latina y El Caribe experimentan hoy una explotación irracional que va dejando una estela de dilapidación, e incluso de muerte, por toda nuestra región”. “Por eso, como profetas de la vida, queremos insistir que en las intervenciones sobre los recursos naturales no predominen los intereses de grupos económicos que arrasan irracionalmente las fuentes de vida, en perjuicio de naciones enteras y de la misma humanidad. Las generaciones que nos sucedan tienen derecho a recibir un mundo habitable y no un planeta con aire contaminado” (Aparecida 471, 473). Habiendo vivido 16 años en Perú, en zona andina con presencia de fuertes consorcios mineros, puedo dar fe de ello. Lleva razón ese pensador de origen argentino que afirma que “este sistema económico globalizado mata”. No hará falta aclarar que se refiere al capitalismo neoliberal. Cuando se pone como prioridad fundamental y casi exclusiva el incremento económico, relegando a una posición tangencial tanto la equidad social como el cuidado de la naturaleza, el resultado es un desarrollo mutilado que solo beneficia a una minoría y a costa de causar daños irreparables a la naturaleza y a los pobres. Para llevar a cabo este saqueo, se alían los diversos poderes: empresas mineras, gobierno y fuerzas políticas liberal-conservadoras, grupos editoriales y el Ministerio Público con sus tentáculos judiciales y policiales. Llevan a cabo campañas de amedrentamiento de la población sin reparar en medios perversos, como la información tergiversada, los engaños sutiles o la compra de voluntades. En su caso, el fin justifica los medios. Por eso, sorteando la legalidad, consiguen concesiones de explotación a tajo abierto, removiendo cada día ingentes toneladas de tierra, utilizando para obtener los metales mercurio y productos químicos que producen relaves altamente contaminantes. Todo esto, incluso cuando la mina se encuentra en cabeceras de cuencas, lo que ocasiona que la contaminación se expanda por las distintas cuencas fluviales hasta desembocar en el océano. La contaminación del agua y el aire provoca la degradación de la vida vegetal, animal y humana, especialmente la de los pobres, que se ven abocados a dejar sus tierras y emigrar. La presencia del dinero, poderoso caballero, y la corrupción ponen las necesarias dosis de veracidad al relato. Ahora bien, aunque el sistema está tan bien armado como Goliat, a veces surge un pequeño David que descubre el hueco por donde atacar con la piedra victoriosa. Este pequeño gran héroe tiene por nombre “sociedad organizada”. Cuando un pueblo toma conciencia de su situación de sometimiento y opresión y se pone en pie de modo organizado, nadie dude de que se cumple ese grito revolucionario que proclama que “el pueblo unido jamás será vencido”. En Celendín, pueblo de 20.000 habitantes en el que he vivido trece años, capital de un distrito de unas 100.000 personas, se conformó la PIC, una plataforma que aglutinó a instituciones educativas, sanitarias, religiosas, sindicales, asociaciones gremiales y de barrios y otras organizaciones vecinales, y que lideró un
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movimiento popular que logró detener un proyecto minero que le hubiera supuesto al Gobierno de la nación un ingreso de 5.800 millones de dólares. Es verdad que el costo fue elevado, pues hubo cinco personas a las que la lucha les costó la vida, debido a las respuestas desproporcionadas por parte de las fuerzas armadas frente a un pueblo cuya artillería era su voz, su organización y el amor a su tierra (la Pacha Mama) con la que se siente fuertemente vinculado. Orar desde la vida Oramos con la oración que nace de la vida y de la profesión de Soledad Silva, maestra en escuelas primarias de zonas campesinas, que pertenece a la comunidad cristiana de Celendín en Perú. Por la Pacha Mama Señor, ¿hasta cuándo tu pueblo seguirá sangrando con tanta injusticia? Nuestros corazones sangran y se acongojan de ver cómo destruyen nuestra tierra. Cuántos muertos, presos y acusados falsamente de “terroristas” por defender el regalo que nos diste: el agua. Parecería, Señor, que el poder del dinero y la ambición puede más, pero no; Tú nos das la fuerza y la sabiduría para enfrentarnos a quienes se hacen los “valientes” solo por tener un arma o el poder que les da el tener dinero con el cual compran conciencias y a algunas malas autoridades. En las luchas de tu pueblo, pobre y desanimado por el poder aplastante de empresarios que de manera egoísta aplastan la moral de aquellos que levantan su voz, Tú, Señor, estás presente para animarnos y acompañarnos cada día. Tú, Señor, pones en nuestro camino personas que saben guiar a tu pueblo cansado por la opresión y tanta injusticia. Tú nos despiertas del letargo en que estamos para levantar nuestra voz de protesta y continuar la lucha, aunque nos cueste la vida, para lograr una sociedad mejor, una “Casa Grande” libre de contaminación, utilizando responsablemente los recursos que con gran amor nos regalaste. Ayúdanos, Padre, a mantenernos unidos con firme convencimiento para nunca claudicar ante el poder o el cansancio. Nuestro compromiso Convertimos en acción lo que hemos visto y descubierto: • Hacemos un momento de silencio para dejar que reposen en nosotros todas las ideas, sentimientos, emociones… que han provocado los textos compartidos. • Recordamos las frases o ideas que nos han impactado o algún comentario que nos haya llamado la atención.
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• Nos preguntamos qué podríamos hacer para abordar estas cuestiones en los espacios en los que nos movemos. • Podemos terminar rezando juntos. ¿Cómo podemos vivir? Concretamos líneas de acción. ¿Qué podemos hacer? • Personalmente • En comunidad Oración final Recordamos cada día lo que el Papa nos dice (LS 14): “Las actitudes que obstruyen los caminos de solución, aun entre los creyentes, van de la negación del problema a la indiferencia, la resignación cómoda o la confianza ciega en las soluciones técnicas. Necesitamos una solidaridad universal nueva… Todos podemos colaborar como instrumentos de Dios para el cuidado de la creación, cada uno con su cultura, su experiencia, sus iniciativas y sus capacidades”. OTROS RECURSOS Canción Esta canción es del disco Un agujero con mil colores, del cantante español Migueli Marín. Puedes escuchar la canción de Migueli en el siguiente enlace o escaneando la imagen del código que aparece en el margen. www.e-sm.net/194412-01 Cuídala Me asomé al final de la tierra, un derroche de amor y belleza entre el bosque, las playas, la tundra, la selva y el mar. Nos movemos viviendo al revés, solamente se vive una vez y esta tierra es el gran paraíso que puedes tener. Cuídala, cuídala, cuídala, cuídala, cuídala, cuídala. Tierra generosa, tu esencia preciosa no debe sufrir. Cuídala, cuídala, cuídala, cuídala, cuídala, cuídala. Dulce Madre Tierra, hoy la contraseña es verte vivir. Gran herencia que nunca envejece, una alfombra de panes y peces,
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un regalo de Dios y un lirismo de emotividad. Maravilla, estructura perfecta, un hogar, verdadera riqueza, manantial de los días de gozo y de prosperidad. El agua es de todos, el aire es de todos, el río es de todos también. La playa es de todos, el mar es de todos, no hay nadie que pueda poseerlos. Un twit, nuestra fama, mi ego o el saldo, nada de eso se puede comer. La lava, la nieve, el desierto, los polos, y hasta nuestro corazón se va a derretir. Cuídala, cuídala, cuídala, cuídala, cuídala, cuídala. Tierra generosa, tu esencia preciosa no debe sufrir. Cuídala, cuídala, cuídala, cuídala, cuídala, cuídala. Dulce Madre Tierra, hoy la contraseña es verte sonreír. Dulce Madre Tierra, empeño mi vida en verte revivir. Dulce Madre Tierra, firmamos un pacto para hacerte feliz. Esta canción es un cántico a la Madre tierra, una invitación a cuidar de nuestro planeta. Es una oportunidad más, para reflexionar sobre el cuidado de nuestra casa común. – ¿A qué te invita esta canción? ¿Podías concretar esa invitación en un gesto, reflexión, actividad… concreta? – El autor habla de “nos movemos viviendo al revés” ¿Qué nos quiere decir con esta frase? ¿Hacia dónde te mueves tú? Vídeo Veamos el video de “Cinco Panes”, del capítulo I de la encíclica. www.e-sm.net/194412-02 Formulamos las siguientes preguntas a las que podemos ir dando respuesta: – ¿Qué quiere decir el Papa con la expresión “casa de todos”? – ¿Qué acciones del hombre dañan la naturaleza? ¿Quiénes son los que más sufren estos daños? – ¿Cómo ayudar a descubrir a niños, jóvenes y adultos, que los que más sufren los problemas ecológicos son los más dependientes? – ¿Qué acciones podemos realizar nosotros para cuidar la naturaleza y ser más justos?
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NOTAS
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EL EVANGELIO DE LA CREACIÓN
Capítulo segundo
62. ¿Por qué incluir en este documento, dirigido a todas las personas de buena voluntad, un capítulo referido a convicciones creyentes? No ignoro que, en el campo de la política y del pensamiento, algunos rechazan con fuerza la idea de un Creador, o la consideran irrelevante, hasta el punto de relegar al ámbito de lo irracional la riqueza que las religiones pueden ofrecer para una ecología integral y para un desarrollo pleno de la humanidad. Otras veces se supone que constituyen una subcultura que simplemente debe ser tolerada. Sin embargo, la ciencia y la religión, que aportan diferentes aproximaciones a la realidad, pueden entrar en un diálogo intenso y productivo para ambas.
Ecumenismo de saberes
I. La luz que ofrece la fe 63. Si tenemos en cuenta la complejidad de la crisis ecológica y sus múltiples causas, deberíamos reconocer que las soluciones no pueden llegar desde un único modo de interpretar y transformar la realidad. También es necesario acudir a las diversas riquezas culturales de los pueblos, al arte y a la poesía, a la vida interior y a la espiritualidad. Si de verdad queremos construir una ecología que nos permita sanar todo lo que hemos destruido, entonces ninguna rama de las ciencias y ninguna forma de sabiduría puede ser dejada de lado, tampoco la religiosa con su propio lenguaje. Además, la Iglesia Católica está abierta al diálogo con el pensamiento filosófico, y eso le permite producir diversas síntesis entre la fe y la razón. En lo que respecta a las cuestiones sociales, esto se puede constatar en el desarrollo de la doctrina social de la Iglesia, que está llamada a enriquecerse cada vez más a partir de los nuevos desafíos.
Un saber integral e iluminado
64. Por otra parte, si bien esta encíclica se abre a un diálogo con todos, para buscar juntos caminos de liberación, quiero mostrar desde el comienzo cómo las convicciones de la fe ofrecen a los cristianos, y en parte también a otros creyentes, grandes motivaciones para el cuidado de la naturaleza y de los hermanos y hermanas más frágiles. Si el solo hecho de ser humanos mueve a las personas a cuidar el ambiente del cual forman parte, «los cristianos, en particular, descubren que su cometido dentro de la creación, así como sus deberes con la naturaleza y el Creador, forman parte de su fe» 36. Por eso, es un bien para la humanidad y para el mundo que los creyentes reconozcamos mejor los compromisos ecológicos que brotan de nuestras convicciones.
Fe y ecología
Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1990, 15: AAS 82 (1990), 156.
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II. La sabiduría de los relatos bíblicos Creación: naturaleza y humanidad
65. Sin repetir aquí la entera teología de la creación, nos preguntamos qué nos dicen los grandes relatos bíblicos acerca de la relación del ser humano con el mundo. En la primera narración de la obra creadora en el libro del Génesis, el plan de Dios incluye la creación de la humanidad. Luego de la creación del ser humano, se dice que «Dios vio todo lo que había hecho y era muy bueno» (Gn 1,31). La Biblia enseña que cada ser humano es creado por amor, hecho a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1,26). Esta afirmación nos muestra la inmensa dignidad de cada persona humana, que «no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse y de darse libremente y entrar en comunión con otras personas» 37. San Juan Pablo II recordó que el amor especialísimo que el Creador tiene por cada ser humano le confiere una dignidad infinita 38. Quienes se empeñan en la defensa de la dignidad de las personas pueden encontrar en la fe cristiana los argumentos más profundos para ese compromiso. ¡Qué maravillosa certeza es que la vida de cada persona no se pierde en un desesperante caos, en un mundo regido por la pura casualidad o por ciclos que se repiten sin sentido! El Creador puede decir a cada uno de nosotros: «Antes que te formaras en el seno de tu madre, yo te conocía» (Jr 1,5). Fuimos concebidos en el corazón de Dios, y por eso «cada uno de nosotros es el fruto de un pensamiento de Dios. Cada uno de nosotros es querido, cada uno es amado, cada uno es necesario» 39.
Dios, el prójimo y la tierra
66. Los relatos de la creación en el libro del Génesis contienen, en su lenguaje simbólico y narrativo, profundas enseñanzas sobre la existencia humana y su realidad histórica. Estas narraciones sugieren que la existencia humana se basa en tres relaciones fundamentales estrechamente conectadas: la relación con Dios, con el prójimo y con la tierra. Según la Biblia, las tres relaciones vitales se han roto, no solo externamente, sino también dentro de nosotros. Esta ruptura es el pecado. La armonía entre el Creador, la humanidad y todo lo creado fue destruida por haber pretendido ocupar el lugar de Dios, negándonos a reconocernos como criaturas limitadas. Este hecho desnaturalizó también el mandato de «dominar» la tierra (cf. Gn 1,28) y de «labrarla y cuidarla» (cf. Gn 2,15). Como resultado, la relación originariamente armoniosa entre el ser humano y la naturaleza se transformó en un conflicto (cf. Gn 3,17-19). Por eso es significativo que la armonía que vivía san Francisco de Asís con todas las criaturas haya sido interpretada como una sanación de aquella ruptura. Decía san Buenaventura que, por la reconciliación universal con todas las criaturas, de algún modo Francisco retornaba al estado Catecismo de la Iglesia Católica, 357. Cf. Ángelus (16 noviembre 1980): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (23 noviembre 1980), p. 9. 39 Benedicto XVI, Homilía en el solemne inicio del ministerio petrino (24 abril 2005): AAS 97 (2005), 711. 37 38
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de inocencia primitiva 40. Lejos de ese modelo, hoy el pecado se manifiesta con toda su fuerza de destrucción en las guerras, las diversas formas de violencia y maltrato, el abandono de los más frágiles, los ataques a la naturaleza. 67. No somos Dios. La tierra nos precede y nos ha sido dada. Esto permite responder a una acusación lanzada al pensamiento judío-cristiano: se ha dicho que, desde el relato del Génesis que invita a «dominar» la tierra (cf. Gn 1,28), se favorecería la explotación salvaje de la naturaleza presentando una imagen del ser humano como dominante y destructivo. Esta no es una correcta interpretación de la Biblia como la entiende la Iglesia. Si es verdad que algunas veces los cristianos hemos interpretado incorrectamente las Escrituras, hoy debemos rechazar con fuerza que, del hecho de ser creados a imagen de Dios y del mandato de dominar la tierra, se deduzca un dominio absoluto sobre las demás criaturas. Es importante leer los textos bíblicos en su contexto, con una hermenéutica adecuada, y recordar que nos invitan a «labrar y cuidar» el jardín del mundo (cf. Gn 2,15). Mientras «labrar» significa cultivar, arar o trabajar, «cuidar» significa proteger, custodiar, preservar, guardar, vigilar. Esto implica una relación de reciprocidad responsable entre el ser humano y la naturaleza. Cada comunidad puede tomar de la bondad de la tierra lo que necesita para su supervivencia, pero también tiene el deber de protegerla y de garantizar la continuidad de su fertilidad para las generaciones futuras. Porque, en definitiva, «la tierra es del Señor» (Sal 24,1), a él pertenece «la tierra y cuanto hay en ella» (Dt 10,14). Por eso, Dios niega toda pretensión de propiedad absoluta: «La tierra no puede venderse a perpetuidad, porque la tierra es mía, y vosotros sois forasteros y huéspedes en mi tierra» (Lv 25,23).
Misión: labrar y cuidar
68. Esta responsabilidad ante una tierra que es de Dios implica que el ser humano, dotado de inteligencia, respete las leyes de la naturaleza y los delicados equilibrios entre los seres de este mundo, porque «él lo ordenó y fueron creados, él los fijó por siempre, por los siglos, y les dio una ley que nunca pasará» (Sal 148,5b-6). De ahí que la legislación bíblica se detenga a proponer al ser humano varias normas, no solo en relación con los demás seres humanos, sino también en relación con los demás seres vivos: «Si ves caído en el camino el asno o el buey de tu hermano, no te desentenderás de ellos […] Cuando encuentres en el camino un nido de ave en un árbol o sobre la tierra, y esté la madre echada sobre los pichones o sobre los huevos, no tomarás a la madre con los hijos» (Dt 22,4.6). En esta línea, el descanso del séptimo día no se propone solo para el ser humano, sino también «para que reposen tu buey y tu asno» (Ex 23,12). De este modo advertimos que la Biblia no da lugar a un antropocentrismo despótico que se desentienda de las demás criaturas.
La norma que humaniza
Cf. Legenda maior, VIII, 1: FF 1134.
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Toda criatura posee bondad
69. A la vez que podemos hacer un uso responsable de las cosas, estamos llamados a reconocer que los demás seres vivos tienen un valor propio ante Dios y, «por su simple existencia, lo bendicen y le dan gloria» 41, porque el Señor se regocija en sus obras (cf. Sal 104,31). Precisamente por su dignidad única y por estar dotado de inteligencia, el ser humano está llamado a respetar lo creado con sus leyes internas, ya que «por la sabiduría el Señor fundó la tierra» (Prov 3,19). Hoy la Iglesia no dice simplemente que las demás criaturas están completamente subordinadas al bien del ser humano, como si no tuvieran un valor en sí mismas y nosotros pudiéramos disponer de ellas a voluntad. Por eso los Obispos de Alemania enseñaron que en las demás criaturas «se podría hablar de la prioridad del ser sobre el ser útiles» 42. El Catecismo cuestiona de manera muy directa e insistente lo que sería un antropocentrismo desviado: «Toda criatura posee su bondad y su perfección propias […] Las distintas criaturas, queridas en su ser propio, reflejan, cada una a su manera, un rayo de la sabiduría y de la bondad infinitas de Dios. Por esto, el hombre debe respetar la bondad propia de cada criatura para evitar un uso desordenado de las cosas» 43.
¿Dónde está tu hermano?
70. En la narración sobre Caín y Abel, vemos que los celos condujeron a Caín a cometer la injusticia extrema con su hermano. Esto a su vez provocó una ruptura de la relación entre Caín y Dios y entre Caín y la tierra, de la cual fue exiliado. Este pasaje se resume en la dramática conversación de Dios con Caín. Dios pregunta: «¿Dónde está Abel, tu hermano?». Caín responde que no lo sabe y Dios le insiste: «¿Qué hiciste? ¡La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde el suelo! Ahora serás maldito y te alejarás de esta tierra» (Gn 4,9-11). El descuido en el empeño de cultivar y mantener una relación adecuada con el vecino, hacia el cual tengo el deber del cuidado y de la custodia, destruye mi relación interior conmigo mismo, con los demás, con Dios y con la tierra. Cuando todas estas relaciones son descuidadas, cuando la justicia ya no habita en la tierra, la Biblia nos dice que toda la vida está en peligro. Esto es lo que nos enseña la narración sobre Noé, cuando Dios amenaza con exterminar la humanidad por su constante incapacidad de vivir a la altura de las exigencias de la justicia y de la paz: «He decidido acabar con todos los seres humanos, porque la tierra, a causa de ellos, está llena de violencia» (Gn 6,13). En estos relatos tan antiguos, cargados de profundo simbolismo, ya estaba contenida una convicción actual: que todo está relacionado, y que el auténtico cuidado de nuestra propia vida y de nuestras relaciones con la naturaleza es inseparable de la fraternidad, la justicia y la fidelidad a los demás.
Catecismo de la Iglesia Católica, 2416. Conferencia Episcopal Alemana, Zukunft der Schöpfung – Zukunft der Menschheit. Erklärung der Deutschen Bischofskonferenz zu Fragen der Umwelt und der Energieversorgung (1980), II, 2. 43 Catecismo de la Iglesia Católica, 339. 41 42
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71. Aunque «la maldad se extendía sobre la faz de la tierra» (Gn 6,5) y a Dios «le pesó haber creado al hombre en la tierra» (Gn 6,6), sin embargo, a través de Noé, que todavía se conservaba íntegro y justo, decidió abrir un camino de salvación. Así dio a la humanidad la posibilidad de un nuevo comienzo. ¡Basta un hombre bueno para que haya esperanza! La tradición bíblica establece claramente que esta rehabilitación implica el redescubrimiento y el respeto de los ritmos inscritos en la naturaleza por la mano del Creador. Esto se muestra, por ejemplo, en la ley del Shabbath. El séptimo día, Dios descansó de todas sus obras. Dios ordenó a Israel que cada séptimo día debía celebrarse como un día de descanso, un Shabbath (cf. Gn 2,2-3; Ex 16,23; 20,10). Por otra parte, también se instauró un año sabático para Israel y su tierra, cada siete años (cf. Lv 25,1-4), durante el cual se daba un completo descanso a la tierra, no se sembraba y solo se cosechaba lo indispensable para subsistir y brindar hospitalidad (cf. Lv 25,4-6). Finalmente, pasadas siete semanas de años, es decir, cuarenta y nueve años, se celebraba el Jubileo, año de perdón universal y «de liberación para todos los habitantes» (Lv 25,10). El desarrollo de esta legislación trató de asegurar el equilibrio y la equidad en las relaciones del ser humano con los demás y con la tierra donde vivía y trabajaba. Pero al mismo tiempo era un reconocimiento de que el regalo de la tierra con sus frutos pertenece a todo el pueblo. Aquellos que cultivaban y custodiaban el territorio tenían que compartir sus frutos, especialmente con los pobres, las viudas, los huérfanos y los extranjeros: «Cuando coseches la tierra, no llegues hasta la última orilla de tu campo, ni trates de aprovechar los restos de tu mies. No rebusques en la viña ni recojas los frutos caídos del huerto. Los dejarás para el pobre y el forastero» (Lv 19,9-10).
Reconciliación natural
72. Los Salmos con frecuencia invitan al ser humano a alabar a Dios creador: «Al que asentó la tierra sobre las aguas, porque es eterno su amor» (Sal 136,6). Pero también invitan a las demás criaturas a alabarlo: «¡Alabadlo, sol y luna, alabadlo, estrellas lucientes, alabadlo, cielos de los cielos, aguas que estáis sobre los cielos! Alaben ellos el nombre del Señor, porque él lo ordenó y fueron creados» (Sal 148, 3-5). Existimos no solo por el poder de Dios, sino frente a él y junto a él. Por eso lo adoramos.
Alabar al Creador
73. Los escritos de los profetas invitan a recobrar la fortaleza en los momentos difíciles contemplando al Dios poderoso que creó el universo. El poder infinito de Dios no nos lleva a escapar de su ternura paterna, porque en él se conjugan el cariño y el vigor. De hecho, toda sana espiritualidad implica al mismo tiempo acoger el amor divino y adorar con confianza al Señor por su infinito poder. En la Biblia, el Dios que libera y salva es el mismo que creó el universo, y esos dos modos divinos de actuar están íntima e inseparablemente conectados: «¡Ay, mi Señor! Tú eres quien hiciste los cielos y la tierra con tu gran poder y tenso brazo. Nada es extraordinario para ti […] Y sacaste a tu pueblo Israel de Egipto con señales y prodigios» (Jr 32,17.21). «El Señor es un Dios eterno, creador de la tierra hasta sus bordes, no se cansa ni fatiga. Es imposible escrutar su inteligencia. Al cansado da vigor, y al que no tiene fuerzas le acrecienta la energía» (Is 40,28b-29).
Creación y esperanza
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La injusticia es vencible
74. La experiencia de la cautividad en Babilonia engendró una crisis espiritual que provocó una profundización de la fe en Dios, explicitando su omnipotencia creadora, para exhortar al pueblo a recuperar la esperanza en medio de su situación desdichada. Siglos después, en otro momento de prueba y persecución, cuando el Imperio Romano buscaba imponer un dominio absoluto, los fieles volvían a encontrar consuelo y esperanza acrecentando su confianza en el Dios todopoderoso, y cantaban: «¡Grandes y maravillosas son tus obras, ¡Señor Dios omnipotente, justos y verdaderos tus caminos!» (Ap 15,3). Si pudo crear el universo de la nada, puede también intervenir en este mundo y vencer cualquier forma de mal. Entonces, la injusticia no es invencible.
Adán, no Prometeo
75. No podemos sostener una espiritualidad que olvide al Dios todopoderoso y creador. De ese modo, terminaríamos adorando otros poderes del mundo, o nos colocaríamos en el lugar del Señor, hasta pretender pisotear la realidad creada por él sin conocer límites. La mejor manera de poner en su lugar al ser humano, y de acabar con su pretensión de ser un dominador absoluto de la tierra, es volver a proponer la figura de un Padre creador y único dueño del mundo, porque de otro modo el ser humano tenderá siempre a querer imponer a la realidad sus propias leyes e intereses.
III. El misterio del universo Amor y creación
76. Para la tradición judío-cristiana, decir «creación» es más que decir naturaleza, porque tiene que ver con un proyecto del amor de Dios donde cada criatura tiene un valor y un significado. La naturaleza suele entenderse como un sistema que se analiza, comprende y gestiona, pero la creación solo puede ser entendida como un don que surge de la mano abierta del Padre de todos, como una realidad iluminada por el amor que nos convoca a una comunión universal.
Palabra amorosa y eficaz
77. «Por la palabra del Señor fueron hechos los cielos» (Sal 33,6). Así se nos indica que el mundo procedió de una decisión, no del caos o la casualidad, lo cual lo enaltece todavía más. Hay una opción libre expresada en la palabra creadora. El universo no surgió como resultado de una omnipotencia arbitraria, de una demostración de fuerza o de un deseo de autoafirmación. La creación es del orden del amor. El amor de Dios es el móvil fundamental de todo lo creado: «Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que hiciste, porque, si algo odiaras, no lo habrías creado» (Sab 11,24). Entonces, cada criatura es objeto de la ternura del Padre, que le da un lugar en el mundo. Hasta la vida efímera del ser más insignificante es objeto de su amor y, en esos pocos segundos de existencia, él lo rodea con su cariño. Decía san Basilio Magno que el Creador es también «la bondad sin envidia» 44, y Dante Alighieri hablaba del
Hom. in Hexaemeron, 1, 2, 10: PG 29, 9.
44
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«amor que mueve el sol y las estrellas» 45. Por eso, de las obras creadas se asciende «hasta su misericordia amorosa» 46. 78. Al mismo tiempo, el pensamiento judío-cristiano desmitificó la naturaleza. Sin dejar de admirarla por su esplendor y su inmensidad, ya no le atribuyó un carácter divino. De esa manera se destaca todavía más nuestro compromiso ante ella. Un retorno a la naturaleza no puede ser a costa de la libertad y la responsabilidad del ser humano, que es parte del mundo con el deber de cultivar sus propias capacidades para protegerlo y desarrollar sus potencialidades. Si reconocemos el valor y la fragilidad de la naturaleza, y al mismo tiempo las capacidades que el Creador nos otorgó, esto nos permite terminar hoy con el mito moderno del progreso material sin límites. Un mundo frágil, con un ser humano a quien Dios le confía su cuidado, interpela nuestra inteligencia para reconocer cómo deberíamos orientar, cultivar y limitar nuestro poder.
Creador y criaturas
79. En este universo, conformado por sistemas abiertos que entran en comunicación unos con otros, podemos descubrir innumerables formas de relación y participación. Esto lleva a pensar también al conjunto como abierto a la trascendencia de Dios, dentro de la cual se desarrolla. La fe nos permite interpretar el sentido y la belleza misteriosa de lo que acontece. La libertad humana puede hacer su aporte inteligente hacia una evolución positiva, pero también puede agregar nuevos males, nuevas causas de sufrimiento y verdaderos retrocesos. Esto da lugar a la apasionante y dramática historia humana, capaz de convertirse en un despliegue de liberación, crecimiento, salvación y amor, o en un camino de decadencia y de mutua destrucción. Por eso, la acción de la Iglesia no solo intenta recordar el deber de cuidar la naturaleza, sino que al mismo tiempo «debe proteger sobre todo al hombre contra la destrucción de sí mismo» 47.
Historia: pasión y drama
80. No obstante, Dios, que quiere actuar con nosotros y contar con nuestra cooperación, también es capaz de sacar algún bien de los males que nosotros realizamos, porque «el Espíritu Santo posee una inventiva infinita, propia de la mente divina, que provee a desatar los nudos de los sucesos humanos, incluso los más complejos e impenetrables» 48. Él, de algún modo, quiso limitarse a sí mismo al crear un mundo necesitado de desarrollo, donde muchas cosas que nosotros consideramos males, peligros o fuentes de sufrimiento, en realidad son parte de los dolores de parto que nos estimulan a colaborar con el Creador 49. Él está presente en
Dolores de parto
Divina Comedia. Paraíso, Canto XXXIII, 145. Benedicto XVI, Catequesis (9 noviembre 2005), 3: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (11 noviembre 2005), p. 20. 47 Id., Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 51: AAS 101 (2009), 687. 48 Juan Pablo II, Catequesis (24 abril 1991), 6: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (26 abril 1991), p. 6. 49 El Catecismo explica que Dios quiso crear un mundo en camino hacia su perfección última y que esto implica la presencia de la imperfección y del mal físico; cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 310. 45 46
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lo más íntimo de cada cosa sin condicionar la autonomía de su criatura, y esto también da lugar a la legítima autonomía de las realidades terrenas 50. Esa presencia divina, que asegura la permanencia y el desarrollo de cada ser, «es la continuación de la acción creadora» 51. El Espíritu de Dios llenó el universo con virtualidades que permiten que del seno mismo de las cosas pueda brotar siempre algo nuevo: «La naturaleza no es otra cosa sino la razón de cierto arte, concretamente el arte divino, inscrito en las cosas, por el cual las cosas mismas se mueven hacia un fin determinado. Como si el maestro constructor de barcos pudiera otorgar a la madera que pudiera moverse a sí misma para tomar la forma del barco» 52.
Sujetos: tú y yo
81. El ser humano, si bien supone también procesos evolutivos, implica una novedad no explicable plenamente por la evolución de otros sistemas abiertos. Cada uno de nosotros tiene en sí una identidad personal, capaz de entrar en diálogo con los demás y con el mismo Dios. La capacidad de reflexión, la argumentación, la creatividad, la interpretación, la elaboración artística y otras capacidades inéditas muestran una singularidad que trasciende el ámbito físico y biológico. La novedad cualitativa que implica el surgimiento de un ser personal dentro del universo material supone una acción directa de Dios, un llamado peculiar a la vida y a la relación de un Tú a otro tú. A partir de los relatos bíblicos, consideramos al ser humano como sujeto, que nunca puede ser reducido a la categoría de objeto.
De la opresión a la armonía
82. Pero también sería equivocado pensar que los demás seres vivos deban ser considerados como meros objetos sometidos a la arbitraria dominación humana. Cuando se propone una visión de la naturaleza únicamente como objeto de provecho y de interés, esto también tiene serias consecuencias en la sociedad. La visión que consolida la arbitrariedad del más fuerte ha propiciado inmensas desigualdades, injusticias y violencia para la mayoría de la humanidad, porque los recursos pasan a ser del primero que llega o del que tiene más poder: el ganador se lleva todo. El ideal de armonía, de justicia, de fraternidad y de paz que propone Jesús está en las antípodas de semejante modelo, y así lo expresaba con respecto a los poderes de su época: «Los poderosos de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. Que no sea así entre vosotros, sino que el que quiera ser grande sea el servidor» (Mt 20,25-26).
Un solo horizonte universal
83. El fin de la marcha del universo está en la plenitud de Dios, que ya ha sido alcanzada por Cristo resucitado, eje de la maduración universal 53. Así agregamos un argumento más para rechazar todo dominio des Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, 36. 51 Tomás de Aquino, Summa Theologiae I, q. 104, art. 1, ad 4. 52 Id., In octo libros Physicorum Aristotelis expositio, lib. II, lectio 14. 53 En esta perspectiva se sitúa la aportación del P. Teilhard de Chardin; cf. Pablo VI, Discurso en un establecimiernto químico-farmacéutico (24 febrero 1966): Insegna50
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pótico e irresponsable del ser humano sobre las demás criaturas. El fin último de las demás criaturas no somos nosotros. Pero todas avanzan, junto con nosotros y a través de nosotros, hacia el término común, que es Dios, en una plenitud trascendente donde Cristo resucitado abraza e ilumina todo. Porque el ser humano, dotado de inteligencia y de amor, y atraído por la plenitud de Cristo, está llamado a reconducir todas las criaturas a su Creador.
IV. El mensaje de cada criatura en la armonía de todo lo creado 84. Cuando insistimos en decir que el ser humano es imagen de Dios, eso no debería llevarnos a olvidar que cada criatura tiene una función y ninguna es superflua. Todo el universo material es un lenguaje del amor de Dios, de su desmesurado cariño hacia nosotros. El suelo, el agua, las montañas, todo es caricia de Dios. La historia de la propia amistad con Dios siempre se desarrolla en un espacio geográfico que se convierte en un signo personalísimo, y cada uno de nosotros guarda en la memoria lugares cuyo recuerdo le hace mucho bien. Quien ha crecido entre los montes, o quien de niño se sentaba junto al arroyo a beber, o quien jugaba en una plaza de su barrio, cuando vuelve a esos lugares, se siente llamado a recuperar su propia identidad.
Tus lugares
85. Dios ha escrito un libro precioso, «cuyas letras son la multitud de criaturas presentes en el universo» 54. Bien expresaron los Obispos de Canadá que ninguna criatura queda fuera de esta manifestación de Dios: «Desde los panoramas más amplios a la forma de vida más ínfima, la naturaleza es un continuo manantial de maravilla y de temor. Ella es, además, una continua revelación de lo divino» 55. Los Obispos de Japón, por su parte, dijeron algo muy sugestivo: «Percibir a cada criatura cantando el himno de su existencia es vivir gozosamente en el amor de Dios y en la esperanza» 56. Esta contemplación de lo creado nos permite descubrir a través de cada cosa alguna enseñanza que Dios nos quiere transmitir, porque «para el creyente contemplar lo creado es también escuchar un mensaje, oír una voz paradójica y silenciosa» 57. Podemos
Criaturas, un canto divino
menti 4 (1966), 992-993; Juan Pablo II, Carta al reverendo P. George V. Coyne (1 junio 1988): Insegnamenti 5/2 (2009), 60; Benedicto XVI, Homilía para la celebración de las Vísperas en Aosta (24 julio 2009): L’Osservatore romano, ed. semanal en lengua española (31 julio 2009), p. 3s. 54 Juan Pablo II, Catequesis (30 enero 2002), 6: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (1 febrero 2002), p. 12. 55 Conferencia de los Obispos Católicos de Canadá. Comisión para los Asuntos Sociales, Carta pastoral You love all that exists... all things are yours, God, Lover of Life (4 octubre 2003), 1. 56 Conferencia de los Obispos Católicos de Japón, Reverence for Life. A Message for the Twenty-First Century (1 enero 2001), n. 89. 57 Juan Pablo II, Catequesis (26 enero 2000), 5: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (28 enero 2000), p. 3.
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decir que, «junto a la Revelación propiamente dicha, contenida en la sagrada Escritura, se da una manifestación divina cuando brilla el sol y cuando cae la noche» 58. Prestando atención a esa manifestación, el ser humano aprende a reconocerse a sí mismo en la relación con las demás criaturas: «Yo me autoexpreso al expresar el mundo; yo exploro mi propia sacralidad al intentar descifrar la del mundo» 59.
La dependencia que une
86. El conjunto del universo, con sus múltiples relaciones, muestra mejor la inagotable riqueza de Dios. Santo Tomás de Aquino remarcaba sabiamente que la multiplicidad y la variedad provienen «de la intención del primer agente», que quiso que «lo que falta a cada cosa para representar la bondad divina fuera suplido por las otras» 60, porque su bondad «no puede ser representada convenientemente por una sola criatura» 61. Por eso, nosotros necesitamos captar la variedad de las cosas en sus múltiples relaciones 62. Entonces, se entiende mejor la importancia y el sentido de cualquier criatura si se la contempla en el conjunto del proyecto de Dios. Así lo enseña el Catecismo: «La interdependencia de las criaturas es querida por Dios. El sol y la luna, el cedro y la florecilla, el águila y el gorrión, las innumerables diversidades y desigualdades significan que ninguna criatura se basta a sí misma, que no existen sino en dependencia unas de otras, para complementarse y servirse mutuamente» 63.
Alabado seas, mi Señor
87. Cuando tomamos conciencia del reflejo de Dios que hay en todo lo que existe, el corazón experimenta el deseo de adorar al Señor por todas sus criaturas y junto con ellas, como se expresa en el precioso himno de san Francisco de Asís: «Alabado seas, mi Señor, con todas tus criaturas, especialmente el hermano sol, por quien nos das el día y nos iluminas. Y es bello y radiante con gran esplendor, de ti, Altísimo, lleva significación. Alabado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas, en el cielo las formaste claras y preciosas, y bellas. Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento y por el aire, y la nube y el cielo sereno, y todo tiempo, por todos ellos a tus criaturas das sustento.
Id., Catequesis (2 agosto 2000), 3: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (4 agosto 2000), p. 8. 59 Paul Ricoeur, Philosophie de la volonté II. Finitude et culpabilité, Paris 2009, 2016 (ed. esp.: Finitud y culpabilidad, Madrid 1967, 249). 60 Summa Theologiae I, q. 47, art. 1. 61 Ibíd. 62 Cf. ibíd., art. 2, ad 1; art. 3. 63 Catecismo de la Iglesia Católica, 340. 58
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Alabado seas, mi Señor, por la hermana agua, la cual es muy humilde, y preciosa y casta. Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego, por el cual iluminas la noche, y es bello, y alegre y vigoroso, y fuerte» 64. 88. Los Obispos de Brasil han remarcado que toda la naturaleza, además de manifestar a Dios, es lugar de su presencia. En cada criatura habita su Espíritu vivificante que nos llama a una relación con él 65. El descubrimiento de esta presencia estimula en nosotros el desarrollo de las «virtudes ecológicas» 66. Pero cuando decimos esto, no olvidamos que también existe una distancia infinita, que las cosas de este mundo no poseen la plenitud de Dios. De otro modo, tampoco haríamos un bien a las criaturas, porque no reconoceríamos su propio y verdadero lugar, y terminaríamos exigiéndoles indebidamente lo que en su pequeñez no nos pueden dar.
La luz de las criaturas
V. Una comunión universal 89. Las criaturas de este mundo no pueden ser consideradas un bien sin dueño: «Son tuyas, Señor, que amas la vida» (Sab 11,26). Esto provoca la convicción de que, siendo creados por el mismo Padre, todos los seres del universo estamos unidos por lazos invisibles y conformamos una especie de familia universal, una sublime comunión que nos mueve a un respeto sagrado, cariñoso y humilde. Quiero recordar que «Dios nos ha unido tan estrechamente al mundo que nos rodea, que la desertificación del suelo es como una enfermedad para cada uno, y podemos lamentar la extinción de una especie como si fuera una mutilación» 67.
Familiaridad universal
90. Esto no significa igualar a todos los seres vivos y quitarle al ser humano ese valor peculiar que implica al mismo tiempo una tremenda responsabilidad. Tampoco supone una divinización de la tierra que nos privaría del llamado a colaborar con ella y a proteger su fragilidad. Estas concepciones terminarían creando nuevos desequilibrios por escapar de la realidad que nos interpela 68. A veces se advierte una obsesión por negar toda preeminencia a la persona humana, y se lleva adelante una lucha por otras especies que no desarrollamos para defender la igual dignidad entre los seres humanos. Es verdad que debe preocuparnos que otros seres vivos no sean tratados irresponsablemente. Pero especialmente deberían exasperarnos las enormes inequidades que existen entre nosotros, porque seguimos tolerando que unos se consideren más dignos que otros. Dejamos de advertir que algunos se arrastran en una degra-
Equidad humana
Cántico de las criaturas: FF 263. Cf. Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil, A Igreja e a questão ecológica (1992), 53-54. 66 Ibíd., 61. 67 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 215: AAS 105 (2013), 1109. 68 Cf. Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 14: AAS 101 (2009), 650. 64 65
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dante miseria, sin posibilidades reales de superación, mientras otros ni siquiera saben qué hacer con lo que poseen, ostentan vanidosamente una supuesta superioridad y dejan tras de sí un nivel de desperdicio que sería imposible generalizar sin destrozar el planeta. Seguimos admitiendo en la práctica que unos se sientan más humanos que otros, como si hubieran nacido con mayores derechos.
Ecología y humanismo
91. No puede ser real un sentimiento de íntima unión con los demás seres de la naturaleza si al mismo tiempo en el corazón no hay ternura, compasión y preocupación por los seres humanos. Es evidente la incoherencia de quien lucha contra el tráfico de animales en riesgo de extinción, pero permanece completamente indiferente ante la trata de personas, se desentiende de los pobres o se empeña en destruir a otro ser humano que le desagrada. Esto pone en riesgo el sentido de la lucha por el ambiente. No es casual que, en el himno donde san Francisco alaba a Dios por las criaturas, añada lo siguiente: «Alabado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor». Todo está conectado. Por eso se requiere una preocupación por el ambiente unida al amor sincero hacia los seres humanos y a un constante compromiso ante los problemas de la sociedad.
La comunión universal
92. Por otra parte, cuando el corazón está auténticamente abierto a una comunión universal, nada ni nadie está excluido de esa fraternidad. Por consiguiente, también es verdad que la indiferencia o la crueldad ante las demás criaturas de este mundo siempre terminan trasladándose de algún modo al trato que damos a otros seres humanos. El corazón es uno solo, y la misma miseria que lleva a maltratar a un animal no tarda en manifestarse en la relación con las demás personas. Todo ensañamiento con cualquier criatura «es contrario a la dignidad humana» 69. No podemos considerarnos grandes amantes si excluimos de nuestros intereses alguna parte de la realidad: «Paz, justicia y conservación de la creación son tres temas absolutamente ligados, que no podrán apartarse para ser tratados individualmente so pena de caer nuevamente en el reduccionismo» 70. Todo está relacionado, y todos los seres humanos estamos juntos como hermanos y hermanas en una maravillosa peregrinación, entrelazados por el amor que Dios tiene a cada una de sus criaturas y que nos une también, con tierno cariño, al hermano sol, a la hermana luna, al hermano río y a la madre tierra.
VI. Destino común de los bienes Bienes sin exclusión
93. Hoy creyentes y no creyentes estamos de acuerdo en que la tierra es esencialmente una herencia común, cuyos frutos deben beneficiar a todos. Para los creyentes, esto se convierte en una cuestión de fide Catecismo de la Iglesia Católica, 2418. Conferencia del Episcopado Dominicano, Carta pastoral Sobre la relación del hombre con la naturaleza (21 enero1987).
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lidad al Creador, porque Dios creó el mundo para todos. Por consiguiente, todo planteo ecológico debe incorporar una perspectiva social que tenga en cuenta los derechos fundamentales de los más postergados. El principio de la subordinación de la propiedad privada al destino universal de los bienes y, por tanto, el derecho universal a su uso es una «regla de oro» del comportamiento social y el «primer principio de todo el ordenamiento ético-social» 71. La tradición cristiana nunca reconoció como absoluto o intocable el derecho a la propiedad privada y subrayó la función social de cualquier forma de propiedad privada. San Juan Pablo II recordó con mucho énfasis esta doctrina, diciendo que «Dios ha dado la tierra a todo el género humano para que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno» 72. Son palabras densas y fuertes. Remarcó que «no sería verdaderamente digno del hombre un tipo de desarrollo que no respetara y promoviera los derechos humanos, personales y sociales, económicos y políticos, incluidos los derechos de las naciones y de los pueblos» 73. Con toda claridad explicó que «la Iglesia defiende, sí, el legítimo derecho a la propiedad privada, pero enseña con no menor claridad que sobre toda propiedad privada grava siempre una hipoteca social, para que los bienes sirvan a la destinación general que Dios les ha dado» 74. Por lo tanto afirmó que «no es conforme con el designio de Dios usar este don de modo tal que sus beneficios favorezcan solo a unos pocos» 75. Esto cuestiona seriamente los hábitos injustos de una parte de la humanidad 76. 94. El rico y el pobre tienen igual dignidad, porque «a los dos los hizo el Señor» (Prov 22,2); «Él mismo hizo a pequeños y a grandes» (Sab 6,7) y «hace salir su sol sobre malos y buenos» (Mt 5,45). Esto tiene consecuencias prácticas, como las que enunciaron los Obispos de Paraguay: «Todo campesino tiene derecho natural a poseer un lote racional de tierra donde pueda establecer su hogar, trabajar para la subsistencia de su familia y tener seguridad existencial. Este derecho debe estar garantizado para que su ejercicio no sea ilusorio sino real. Lo cual significa que, además del título de propiedad, el campesino debe contar con medios de educación técnica, créditos, seguros y comerciali zación» 77.
La dignidad auténtica
Juan Pablo II, Carta enc. Laborem exercens (14 septiembre 1981), 19: AAS 73 (1981), 626. 72 Carta enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 31: AAS 83 (1991), 831. 73 Carta enc. Sollicitudo rei socialis (30 diciembre 1987), 33: AAS 80 (1988), 557. 74 Discurso a los indígenas y campesinos de México, Cuilapán (29 enero 1979), 6: AAS 71 (1979), 209. 75 Homilía durante la Misa celebrada para los agricultores en Recife, Brasil (7 julio 1980), 4: AAS 72 (1980), 926. 76 Cf. Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1990, 8: AAS 82 (1990), 152. 77 Conferencia Episcopal Paraguaya, Carta pastoral El campesino paraguayo y la tierra (12 junio 1983), 2, 4, d. 71
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No matarás
95. El medio ambiente es un bien colectivo, patrimonio de toda la humanidad y responsabilidad de todos. Quien se apropia algo es solo para administrarlo en bien de todos. Si no lo hacemos, cargamos sobre la conciencia el peso de negar la existencia de los otros. Por eso, los Obispos de Nueva Zelanda se preguntaron qué significa el mandamiento «no matarás» cuando «un veinte por ciento de la población mundial consume recursos en tal medida que roba a las naciones pobres y a las futuras generaciones lo que necesitan para sobrevivir» 78.
VII. La mirada de Jesús Paternidad divina y criaturas
96. Jesús asume la fe bíblica en el Dios creador y destaca un dato fundamental: Dios es Padre (cf. Mt 11,25). En los diálogos con sus discípulos, Jesús los invitaba a reconocer la relación paterna que Dios tiene con todas las criaturas, y les recordaba con una conmovedora ternura cómo cada una de ellas es importante a sus ojos: «¿No se venden cinco pajarillos por dos monedas? Pues bien, ninguno de ellos está olvidado ante Dios» (Lc 12,6). «Mirad las aves del cielo, que no siembran ni cosechan, y no tienen graneros. Pero el Padre celestial las alimenta» (Mt 6,26).
Cariño y asombro
97. El Señor podía invitar a otros a estar atentos a la belleza que hay en el mundo porque él mismo estaba en contacto permanente con la naturaleza y le prestaba una atención llena de cariño y asombro. Cuando recorría cada rincón de su tierra se detenía a contemplar la hermosura sembrada por su Padre, e invitaba a sus discípulos a reconocer en las cosas un mensaje divino: «Levantad los ojos y mirad los campos, que ya están listos para la cosecha» (Jn 4,35). «El reino de los cielos es como una semilla de mostaza que un hombre siembra en su campo. Es más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas y se hace un árbol» (Mt 13,31-32).
Vivir en armonía
98. Jesús vivía en armonía plena con la creación, y los demás se asombraban: «¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?» (Mt 8,27). No aparecía como un asceta separado del mundo o enemigo de las cosas agradables de la vida. Refiriéndose a sí mismo expresaba: «Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen que es un comilón y borracho» (Mt 11, 19). Estaba lejos de las filosofías que despreciaban el cuerpo, la materia y las cosas de este mundo. Sin embargo, esos dualismos malsanos llegaron a tener una importante influencia en algunos pensadores cristianos a lo largo de la historia y desfiguraron el Evangelio. Jesús trabajaba con sus manos, tomando contacto cotidiano con la materia creada por Dios para darle forma con su habilidad de artesano. Llama la atención que la mayor parte de su vida fue consagrada a esa tarea, en una existencia sencilla que no despertaba admiración alguna: Conferencia Episcopal de Nueva Zelanda, Statement on Environmental Issues, Wellington (1 septiembre 2006).
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«¿No es este el carpintero, el hijo de María?» (Mc 6,3). Así santificó el trabajo y le otorgó un peculiar valor para nuestra maduración. San Juan Pablo II enseñaba que, «soportando la fatiga del trabajo en unión con Cristo crucificado por nosotros, el hombre colabora en cierto modo con el Hijo de Dios en la redención de la humanidad» 79. 99. Para la comprensión cristiana de la realidad, el destino de toda la creación pasa por el misterio de Cristo, que está presente desde el origen de todas las cosas: «Todo fue creado por él y para él» (Col 1,16) 80. El prólogo del Evangelio de Juan (1,1-18) muestra la actividad creadora de Cristo como Palabra divina (Logos). Pero este prólogo sorprende por su afirmación de que esta Palabra «se hizo carne» (Jn 1,14). Una Persona de la Trinidad se insertó en el cosmos creado, corriendo su suerte con él hasta la cruz. Desde el inicio del mundo, pero de modo peculiar a partir de la encarnación, el misterio de Cristo opera de manera oculta en el conjunto de la realidad natural, sin por ello afectar su autonomía.
Creado por Él y para Él
100. El Nuevo Testamento no solo nos habla del Jesús terreno y de su relación tan concreta y amable con todo el mundo. También lo muestra como resucitado y glorioso, presente en toda la creación con su señorío universal: «Dios quiso que en él residiera toda la Plenitud. Por él quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz» (Col 1,19-20). Esto nos proyecta al final de los tiempos, cuando el Hijo entregue al Padre todas las cosas y «Dios sea todo en todos» (1 Cor 15,28). De ese modo, las criaturas de este mundo ya no se nos presentan como una realidad meramente natural, porque el Resucitado las envuelve misteriosamente y las orienta a un destino de plenitud. Las mismas flores del campo y las aves que él contempló admirado con sus ojos humanos, ahora están llenas de su presencia luminosa.
Plenitud en Él
Carta enc. Laborem exercens (14 septiembre 1981), 27: AAS 73 (1981), 645. Por eso san Justino podía hablar de «semillas del Verbo» en el mundo; cf. II Apología 8, 1-2; 13, 3-6: PG 6, 457-458; 467. 79 80
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PROPUESTAS DE TRABAJO DE UN VISTAZO
El Evangelio de la creación La armonía del prójimo y de la tierra
El mensaje de cada criatura en la armonía de todo lo creado
La luz que ofrece la fe El agua La sabiduría de los relatos bíblicos
Comunión Universal Destino común de los bienes
El misterio del universo • Responsabilidad del ser humano. • Ambiente como bien común. • Tres claves: la relación con Dios, con el prójimo y con la tierra.
• Armonía de los seres de la tierra. • Prestar atención al futuro que se avecina. • Pecado como ruptura de la creación.
La mirada de Jesús FRANCISCO: Invitación de Dios a generar un nuevo pensamiento acerca de la situación y de las posibles soluciones. Objetivo: Leer creyente y bíblicamente la realidad. Puntos • Sabiduría Bíblica (62-75). • El Misterio del Universo (76-83). • El mensaje de cada criatura (84-88). • Una comunión universal (89-92). • Destino común de los bienes (93-95). • La mirada de Jesús (96-100).
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Claves • La Sagrada Escritura nos descubre al ser humano religado en una triple relación: con Dios, la tierra y el prójimo. El cuidado de estas relaciones conlleva el cuidado del propio yo. • Las relaciones son interdependientes: mi propio yo y mi relación con la naturaleza están unidas a la fraternidad, la justicia y la fidelidad a los otros. • La creación y cada criatura forman parte del proyecto de amor de Dios. • Dios nos llama y nos hace colaboradores suyos en la creación. • Toda criatura tiene su valor y su lugar. • Nuestro horizonte es la comunión universal y total de la creación en el resucitado, que desde su encarnación se ha hecho creatura y nada queda desligado de él. • La naturaleza es una herencia común y así debe ser cuidada y respetada. TRABAJO PERSONAL Leo personalmente y con atención el texto. Lo aplico siempre a la realidad que vivo personalmente y también como comunidad (familia, parroquia, grupo). Subrayo las ideas que me resultan sugerentes para mi propia vida. Al final elijo tres frases subrayadas: están en los números: _____ _____ _____.
Pongo un signo de interrogación en las frases que me cuestionan, que no sé cómo llevarlas a la práctica... Al final elijo tres. Están en los números: _____ _____ _____. Saco conclusiones y aplicaciones para mi propia vida.
1. 2. 3. ENCUENTRO EN GRUPO Y TRABAJO COMPARTIDO ¿Cómo vivimos? Compartimos en grupo nuestro trabajo personal. Profundizamos y concretamos: A la luz de la lectura de este capítulo (Números 62-100), ¿te has sentido enriquecido respecto a tu conocimiento sobre los relatos de los orígenes y sus consecuencias en la consideración de la realidad? – ¿Qué podemos aportar los cristianos desde nuestra fe al problema y reto del cuidado de la naturaleza? ¿Qué mediaciones y caminos podemos utilizar los cristianos para hacer nuestra aportación al mundo actual en esta concienciación planetaria? 79 194412_libro_031-110_ud01 79
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– ¿Qué relaciones se nos proponen bíblicamente para el encuentro hombre– naturaleza en los relatos del A.T.? ¿En qué ha de ser responsable el ser humano en el mundo? En el apartado acerca del “mensaje de cada criatura” (84-88): ¿qué idea te parece fundamental e interpoladora hoy? – “La comunión universal” (89-92) se plantea como principio básico de las relaciones humanas con la naturaleza. ¿Qué exigencias nacen de ahí para el cuidado del mundo? – Como consecuencia de los principios anteriores se nos habla del “destino común de los bienes” (93-95). ¿A qué compromisos se nos llama personalmente? ¿Puede haber ecología sin respetar este principio? – Si atendemos a los evangelios y nos abrimos a la relación de Jesús con la naturaleza, ¿qué aspectos de su modo de vivir y situarse ante la naturaleza deberíamos subrayar y cuidar entre nosotros hoy? VISUALIZACIÓN E INTERIORIZACIÓN. LA VIDA Nuestro lugar, nuestro espíritu y nuestro momento – Hacemos un ejercicio sencillo: mirar nuestra historia y hacer un listado de lugares y criaturas significativos que nos hablan y forman parte de nosotros: donde hemos vivido, descansado, disfrutado, caminado, viajado, trabajado… Y ponemos un calificativo a esos espacios o seres. Pensamos en la gratuidad de los mismos. ¿Forman parte de nosotros y nosotros de ellos? – Miro mi proyecto de vida, mis principios y opciones, mis reglas y usos: ¿Qué aspectos de mi vivir y estilo de vida expresan mi espíritu respecto a la naturaleza y todas las criaturas? ¿En qué y cómo puedo desarrollar esta hermandad natural? – Hoy estamos interconectados y podemos conocer de primera mano lo que está ocurriendo a nuestro alrededor y en el mundo entero. Por nuestra fe estamos llamados al destino común de los bienes. ¿A quién conocemos del mundo de la inmigración y cómo nos relacionamos con ellos? ¿Qué considero que, en este momento, estamos haciendo o podemos hacer, como ciudadanos europeos, en orden al problema de la desigualdad y la injusticia en la distribución de los bienes entre los pueblos del mundo? – Contemplamos. Podemos hacer letanía sálmica por los lugares y espacios naturales, seres, personas que nos han llenado de vida y de paz: Bendito seas mi Dios por la casa de mis padres en la que viví mi infancia, por el río en el que me bañaba, por las ovejas y pastores de mi pueblo, por la montaña que he subido tantas veces... – Pedimos perdón por…
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LECTURA CREYENTE Y ORACIÓN La Palabra Jesús miró la naturaleza como don y signo del amor del Padre, la valoró como tesoro y como lugar de fraternidad y comunión de todos los hombres en el deseo de la paz confiada en la providencia del Padre. Desde ella nos enseñó a confiar y a saber discernir lo más importante de la vida, el amor y la fraternidad universal. “Dijo a sus discípulos: «Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis: porque la vida vale más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido; fijaos en los cuervos: ni siembran, ni cosechan; no tienen bodega ni granero, y Dios los alimenta. ¡Cuánto más valéis vosotros que las aves! Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un codo a la medida de su vida? Si, pues, no sois capaces ni de lo más pequeño, ¿por qué preocuparos de lo demás? Fijaos en los lirios, cómo ni hilan ni tejen. Pero yo os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba que hoy está en el campo y mañana se echa al horno, Dios así la viste ¡cuánto más a vosotros, hombres de poca fe! Así pues, vosotros no andéis buscando qué comer ni qué beber, y no estéis inquietos. Que por todas esas cosas se afanan los gentiles del mundo; y ya sabe vuestro Padre que tenéis la necesidad de eso. Buscad más bien su Reino, y esas cosas se os darán por añadidura. «No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino. «Vended vuestros bienes y dad limosna. Haceos bolsas que no se deterioran, un tesoro inagotable en los cielos, donde no llega el ladrón, ni la polilla; porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. «Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas, y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran. Dichosos los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos: yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá. Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de ellos!” (Lucas 12,22-38). Lectura creyente Leemos creyentemente este texto evangélico desde un hecho de vida protagonizado por una joven arquitecta, Adela Salas Ruiz, que trabaja en el Instituto de Cooperación y Habitabilidad Básica de la Universidad Politécnica de Madrid. Le preocupa el cuidado de la naturaleza –comunión con el mundo– y la humanidad herida –destino universal de los bienes.
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Desde Etiopía y la universidad ¡Buenos días! Escribo desde Shire, al norte de Etiopía. Hemos estado está semana trabajando en un campo de refugiados aún más al norte, cerca de Eritrea, en Shimelba. Hoy volvemos a España, aunque parte de mí se queda en Etiopía y concretamente en Shimelba. Me siento llena de sentimientos que rebosan por todas partes y que tengo que digerir en los próximos días. Tremenda la realidad, dura, desgarradora. La brecha... en pleno siglo xxi es brutal e incomprensible. Y aún por encima, surge la paradoja de que la comunidad de acogida está peor que la comunidad refugiada. La pregunta del POR QUÉ no cesa en mi cabeza. ¿Por qué en pleno siglo xxi no hemos superado la pobreza más extrema? Hablando con la población del campo de refugiados y de la comunidad que la acoge, sobre sus necesidades... me he preguntado cómo sería mi vida en este siglo xxi si no tuviese acceso a energía... No podría cocinar (o lo haría con leña que tengo que comprar o recoger ilegalmente deforestando el entorno, además de provocarme enfermedades respiratorias agudas); no tendría frigorífico donde conservar los alimentos, ni luz en casa, ni lavadora, ni tele, ni ordenador, ni móvil (aunque necesito comunicarme y saber de mi familia en Eritrea)... Pero es que tampoco hay en la calle... No podría (o no querría) salir de noche por miedo, ir a la letrina (casi ni de día, porque tampoco me siento segura)... Y del agua... Comparado con otros campos, no están muy mal, tienen acceso a 30 litros por persona y día. No tienen que hacer mucha cola, en comparación con otros campos, para recogerla..., pero para qué me daría? De la cisterna del váter ni hablamos... No estamos para tirar 6-8 litros (4 las más modernas y sostenibles) cada vez que haga un pis. Adiós al baño, seguramente a la ducha, y dosificar el resto para beber, cocinar, lavar ropa (eso si no tengo que dar de beber a mis animales o regar el huerto que me da los únicos vegetales de la dieta). ¿En fin... pero sí, además, como refugiado no puedo trabajar... qué expectativas de futuro tengo, qué hago durante todo el día? Y a los niños ¿qué futuro les espera? Llevan muchos ahí 14 años... Y ante todo este panorama... Surgen momentos de la esperanza. Te encuentras en el camino chicos jóvenes con un potencial tremendo, listos, ágiles, con ganas de hacer cosas. Mujeres fuertes decididas que gritan bien alto que quieren “Vocational Training” para poder trabajar. Hombres activos que también demandan trabajo. Y ¿qué mejor papel puede tener la universidad que la de ofrecer la educación y la formación al servicio de la sociedad? Me siento tremendamente afortunada de haber participado en esta misión. Estoy desgarrada por dentro, pero también llena de esperanza y de alegría porque ESTA es en la universidad en la que creo. Y este el tipo de profesional que quiero ser y... llegar a encontrar eso en la vida... Es tan alucinante... que no puedo dar más veces gracias a Dios por todo lo que me ha dado.
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Orar desde la vida Oramos con el padrenuestro que escribió Trinidad Ruiz Téllez, militante de Profesionales Cristianos de la Archidiócesis de Mérida-Badajoz, científica, investigadora y amante de la cultura y etnobotánica kichwa. Padrenuestro de la Selva Viviente “Padre nuestro que estás en la Selva Viviente del Bobonaza. Y en los mil verdes de los árboles, y en los colores de los hongos y de los insectos, y en las huellas y sonidos de los animales y hasta en el corazón de la tierra, que guarda los minerales que tu Poder –de alguna manera, en algún momento–, hizo ser lo que son. Señor de esta tierra y de sus aguas, Espíritu que sopla dentro de nuestros espíritus, de nuestras personas, de nuestras gentes, de nuestras comunidades, de nuestro vivir. Señor de la Biodiversidad, generador de lo nuestro, inspirador de nuestras culturas, destellos de Tu grandeza inalcanzable, de Tu olor indescriptible, de la fuerza de Tu presencia pese al tiempo, transmitido en nuestras lenguas ancestrales –hermosas y distintas–, de generación en generación… Sabemos que estás con nosotros y entre nosotros. Por el misterio de la Encarnación, eres uno de los nuestros. Te reconocemos en los árboles sagrados que conservaron nuestros mayores. Signo vivo de lo que no podemos controlar porque nos sobrepasa, nos eleva, nos mueve hacia lo alto, hacia la plenitud, hacia lo que deseamos alcanzar y a la vez está ya dentro de nosotros, de nuestros espíritus, de nuestras plantas, de nuestros sueños. Que se siente en la alegría de las mingas, en el rito pausado de preparar y ofrecer la chicha. Te bendecimos en la yuca y el manduro, en la chunta y el morete, en el platanillo y el tarapoto..., en las plantas que nos dan alimento, cobijo, medicina para nuestras dolencias, sombra, refugio, fibra para tejer cestos como antaño, colorantes para dibujar belleza en nuestros rostros, brillo hermoso para el bello largo, liso y espléndido de nuestras mujeres, madres, hermanas, abuelas… Señor Santo de la Mocawa, tú que vives para ofrecerte y repartirte en la fiesta de ser hermanos y hermanas… Danos tu protección. Ayúdanos en el camino, ofrece lucidez a quienes nos guían, fomenta en nosotros el espíritu familiar y comunitario: que nos tratemos como hermanos y hermanas, que no olvidemos esa manera original de corregirnos fraternalmente, conforme a nuestras tradiciones y culturas. Danos tú la ortiga y el ají, que no nos deje caer en la tentación de olvidar el sabor del diálogo. Señor de la Guayusa, no permitas que descuidemos el tiempo de familia alrededor de nuestras vivencias. Danos la paz, danos los caminos para resolver
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entre nosotros los conflictos, como hacían nuestros mayores, y permítenos tener la alegría de tu perdón. Guarda nuestra tierra del acecho de quienes quieren explotarla sin respeto a la Vida, al Espíritu, a la dimensión transcendente, a la realidad del más allá en la que nosotros creemos. Abre los ojos de quienes están ciegos de materialismo, y solo ven en la Selva, riquezas materiales y una vida espiritual inexistente, una Selva Viviente imposible. Haznos fuertes como la yasa, la kupa y el intachi. Danos fuerzas para luchar, por un reconocimiento de que existe una Vida, una Existencia y una Realidad, una Selva Viviente que es mucho más potente que los dólares, aunque esto parezca increíble a quienes dominan hoy la Ciencia, la Tecnología, la Economía y el Poder. Somos tu pueblo Señor, somos pueblo de Dios, Iglesia Católica y Universal, que con todos los hombres y mujeres que han conocido el mensaje del Evangelio de Jesús de Nazaret, quiere construir un Cielo Nuevo y una Tierra Nueva con el ejemplo del papa Francisco. Bajo el amparo de tu Presencia, tu Fuerza nos hace fuertes, aunque parezca que somos poca cosa. Te damos gracias por esa Iglesia, comunidad Universal, que abrió los ojos de nuestros mayores al conocimiento y a la Fe en Jesucristo. Te agradecemos, Señor, la labor de tantos religiosos, religiosas, sacerdotes y catequistas, que desde tiempos antiguos dedicaron su vida y su tiempo a mostrarnos la Alegría del Evangelio. No nos dejes caer en el desánimo, haz de nosotros instrumentos de tu amor. Protégenos, Señor, y líbranos de todo mal, Eterno riki panka Nuestro, Amén. Nuestro compromiso Convertimos en acción lo que hemos visto y descubierto: • Hacemos un momento de silencio para dejar que reposen en nosotros todas las ideas, sentimientos, emociones… que han provocado los textos compartidos. • Recordamos las frases o ideas que nos han impactado o algún comentario que me ha llamado la atención. • Nos preguntamos qué podríamos hacer para abordar estas cuestiones en los espacios en los que nos movemos. • Podemos terminar rezando juntos. ¿Cómo podemos vivir? Concretamos líneas de acción. ¿Qué podemos hacer? • Personalmente • En comunidad
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Oración final “Señor ayúdame a entender que de nada sirve ganar –hacerme dueño– el mundo entero si pierdo el espíritu de la vida, de la comunión con la naturaleza y con todos mis hermanos en la universalidad de la historia. Dame luz para entender que todo lo has creado porque lo amas y que mi tesoro ha de estar en tu corazón de Padre para saber amar el mundo”. OTROS RECURSOS Canción Puedes escuchar la canción de Mauricio Alen e Itala Rodríguez en el siguiente enlace o escaneando la imagen del código que aparece en el margen. www.e-sm.net/194412-03 Dios te hizo tan bien Dios te hizo tan bien, no se equivocó, eres solo el reflejo de un trabajo bien hecho, un retrato de amor. Dios te hizo tan bien, contigo no descansó, y es que aunque pasen los años horas, meses y días, tú te pones mejor. Y Dios te hizo tan bien, contigo no escatimó, y es que todo lo bueno y más hermoso del mundo está en tu corazón. Cuando Dios pensó en ti no hizo más que sonreír e hizo un tatuaje de tu nombre
en su mano. Cuando Dios pensó en ti dijo “La haré igual a mí”, será la niña que alumbre estos faros, y dijo Dios que todo estaba bien, todo estaba muy bien. Y dijo Dios que todo estaba bien, todo estaba muy bien. Dios te hizo tan bien, todo detalle cuidó, y es que cada milímetro en tu cuerpo fue calculado por Dios. Dios te hizo tan bien y a la Tierra te mandó, has sido el regalo perfecto, no hay casualidad no, no, no.
Esta canción nos habla de ese plan que tiene Dios para cada una de nuestras vidas. Es una oportunidad más para reflexionar sobre el cuidado de nuestra casa común. – ¿A qué te invita esta canción? ¿Podías concretar esa invitación en un gesto, reflexión, actividad…concreta? – El autor habla de “…hacer las cosas bien” ¿Qué cosas te hacen sentir un regalo de Dios? ¿Qué te hace única? ¿Por qué eres especial para Dios?
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Video Vemos el video de “Cinco Panes” del capítulo II de la encíclica. www.e-sm.net/194412-04 Formulamos las siguientes preguntas a las que podemos ir dando respuesta: – ¿Cómo cristianos conocemos el mensaje bíblico sobre la naturaleza, su relación con la humanidad y la voluntad divina? ¿Qué pasajes bíblicos te resultan más familiares? – ¿Qué nos dice nuestra fe cristiana sobre el valor de la creación y la humanidad? – Como casa común de toda la humanidad, tenemos que cuidarla para que pueda ser disfrutada por todos los hombres y mujeres: ¡actuales y futuros! ¿Qué acciones concretas se te ocurren que podrías hacer cerca de tu entorno para contribuir con la mejora de nuestro planeta?
NOTAS
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RAÍZ HUMANA DE LA CRISIS ECOLÓGICA
Capítulo tercero
101. No nos servirá describir los síntomas, si no reconocemos la raíz humana de la crisis ecológica. Hay un modo de entender la vida y la acción humana que se ha desviado y que contradice la realidad hasta dañarla. ¿Por qué no podemos detenernos a pensarlo? En esta reflexión propongo que nos concentremos en el paradigma tecnocrático dominante y en el lugar del ser humano y de su acción en el mundo.
Los cimientos de la crisis ecológica
I. La tecnología: creatividad y poder 102. La humanidad ha ingresado en una nueva era en la que el poderío tecnológico nos pone en una encrucijada. Somos los herederos de dos siglos de enormes olas de cambio: el motor a vapor, el ferrocarril, el telégrafo, la electricidad, el automóvil, el avión, las industrias químicas, la medicina moderna, la informática y, más recientemente, la revolución digital, la robótica, las biotecnologías y las nanotecnologías. Es justo alegrarse ante estos avances, y entusiasmarse frente a las amplias posibilidades que nos abren estas constantes novedades, porque «la ciencia y la tecnología son un maravilloso producto de la creatividad humana donada por Dios» 81. La modificación de la naturaleza con fines útiles es una característica de la humanidad desde sus inicios, y así la técnica «expresa la tensión del ánimo humano hacia la superación gradual de ciertos condicionamientos materiales» 82. La tecnología ha remediado innumerables males que dañaban y limitaban al ser humano. No podemos dejar de valorar y de agradecer el progreso técnico, especialmente en la medicina, la ingeniería y las comunicaciones. ¿Y cómo no reconocer todos los esfuerzos de muchos científicos y técnicos, que han aportado alternativas para un desarrollo sostenible?
¿Tecnología al servicio de quién?
103. La tecnociencia bien orientada no solo puede producir cosas realmente valiosas para mejorar la calidad de vida del ser humano, desde objetos domésticos útiles hasta grandes medios de transporte, puentes, edificios, lugares públicos. También es capaz de producir lo bello y de hacer «saltar» al ser humano inmerso en el mundo material al ámbito de la belleza. ¿Se puede negar la belleza de un avión, o de algunos rascacielos? Hay preciosas obras pictóricas y musicales logradas con la uti-
Tecnología de la belleza
Juan Pablo II, Discurso a los representantes de la ciencia, de la cultura y de los altos estudios en la Universidad de las Naciones Unidas, Hiroshima (25 febrero 1981), 3: AAS 73 (1981), 422. 82 Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 69: AAS 101 (2009), 702. 81
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lización de nuevos instrumentos técnicos. Así, en la intención de belleza del productor técnico y en el contemplador de tal belleza, se da el salto a una cierta plenitud propiamente humana.
Límites y garantías
104. Pero no podemos ignorar que la energía nuclear, la biotecnología, la informática, el conocimiento de nuestro propio ADN y otras capacidades que hemos adquirido nos dan un tremendo poder. Mejor dicho, dan a quienes tienen el conocimiento, y sobre todo el poder económico para utilizarlo, un dominio impresionante sobre el conjunto de la humanidad y del mundo entero. Nunca la humanidad tuvo tanto poder sobre sí misma y nada garantiza que vaya a utilizarlo bien, sobre todo si se considera el modo como lo está haciendo. Basta recordar las bombas atómicas lanzadas en pleno siglo xx, como el gran despliegue tecnológico ostentado por el nazismo, por el comunismo y por otros regímenes totalitarios al servicio de la matanza de millones de personas, sin olvidar que hoy la guerra posee un instrumental cada vez más mortífero. ¿En manos de quiénes está y puede llegar a estar tanto poder? Es tremendamente riesgoso que resida en una pequeña parte de la humanidad.
Tecnología, libertad y seguridad
105. Se tiende a creer «que todo incremento del poder constituye sin más un progreso, un aumento de seguridad, de utilidad, de bienestar, de energía vital, de plenitud de los valores» 83, como si la realidad, el bien y la verdad brotaran espontáneamente del mismo poder tecnológico y económico. El hecho es que «el hombre moderno no está preparado para utilizar el poder con acierto» 84, porque el inmenso crecimiento tecnológico no estuvo acompañado de un desarrollo del ser humano en responsabilidad, valores, conciencia. Cada época tiende a desarrollar una escasa autoconciencia de sus propios límites. Por eso es posible que hoy la humanidad no advierta la seriedad de los desafíos que se presentan, y «la posibilidad de que el hombre utilice mal el poder crece constantemente» cuando no está «sometido a norma alguna reguladora de la libertad, sino únicamente a los supuestos imperativos de la utilidad y de la seguridad» 85. El ser humano no es plenamente autónomo. Su libertad se enferma cuando se entrega a las fuerzas ciegas del inconsciente, de las necesidades inmediatas, del egoísmo, de la violencia. En ese sentido, está desnudo y expuesto frente a su propio poder, que sigue creciendo, sin tener los elementos para controlarlo. Puede disponer de mecanismos superficiales, pero podemos sostener que le falta una ética sólida, una cultura y una espiritualidad que realmente lo limiten y lo contengan en una lúcida abnegación.
Romano Guardini, Das Ende der Neuzeit, Würzburg 19659, 87 (ed. esp.: El ocaso de la Edad Moderna, Madrid 1958, 111-112). 84 Ibíd. (ed. esp.: 112). 85 Ibíd., 87-88 (ed. esp.: 112). 83
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II. Globalización del paradigma tecnocrático 106. El problema fundamental es otro más profundo todavía: el modo como la humanidad de hecho ha asumido la tecnología y su desarrollo junto con un paradigma homogéneo y unidimensional. En él se destaca un concepto del sujeto que progresivamente, en el proceso lógico-racional, abarca y así posee el objeto que se halla afuera. Ese sujeto se despliega en el establecimiento del método científico con su experimentación, que ya es explícitamente técnica de posesión, dominio y transformación. Es como si el sujeto se hallara frente a lo informe totalmente disponible para su manipulación. La intervención humana en la naturaleza siempre ha acontecido, pero durante mucho tiempo tuvo la característica de acompañar, de plegarse a las posibilidades que ofrecen las cosas mismas. Se trataba de recibir lo que la realidad natural de suyo permite, como tendiendo la mano. En cambio ahora lo que interesa es extraer todo lo posible de las cosas por la imposición de la mano humana, que tiende a ignorar u olvidar la realidad misma de lo que tiene delante. Por eso, el ser humano y las cosas han dejado de tenderse amigablemente la mano para pasar a estar enfrentados. De aquí se pasa fácilmente a la idea de un crecimiento infinito o ilimitado, que ha entusiasmado tanto a economistas, financistas y tecnólogos. Supone la mentira de la disponibilidad infinita de los bienes del planeta, que lleva a «estrujarlo» hasta el límite y más allá del límite. Es el presupuesto falso de que «existe una cantidad ilimitada de energía y de recursos utilizables, que su regeneración inmediata es posible y que los efectos negativos de las manipulaciones de la naturaleza pueden ser fácilmente absorbidos» 86.
Imposición y manipulación de la mano humana
107. Podemos decir entonces que, en el origen de muchas dificultades del mundo actual, está ante todo la tendencia, no siempre consciente, a constituir la metodología y los objetivos de la tecnociencia en un paradigma de comprensión que condiciona la vida de las personas y el funcionamiento de la sociedad. Los efectos de la aplicación de este molde a toda la realidad, humana y social, se constatan en la degradación del ambiente, pero este es solamente un signo del reduccionismo que afecta a la vida humana y a la sociedad en todas sus dimensiones. Hay que reconocer que los objetos producto de la técnica no son neutros, porque crean un entramado que termina condicionando los estilos de vida y orientan las posibilidades sociales en la línea de los intereses de determinados grupos de poder. Ciertas elecciones, que parecen puramente instrumentales, en realidad son elecciones acerca de la vida social que se quiere desarrollar.
Reduccionismo de lo integral
108. No puede pensarse que sea posible sostener otro paradigma cultural y servirse de la técnica como de un mero instrumento, porque hoy el paradigma tecnocrático se ha vuelto tan dominante que es muy difí-
¿Dominantes o dominados?
Consejo Pontificio Justicia y Paz, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 462.
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cil prescindir de sus recursos, y más difícil todavía es utilizarlos sin ser dominados por su lógica. Se volvió contracultural elegir un estilo de vida con objetivos que puedan ser al menos en parte independientes de la técnica, de sus costos y de su poder globalizador y masificador. De hecho, la técnica tiene una inclinación a buscar que nada quede fuera de su férrea lógica, y «el hombre que posee la técnica sabe que, en el fondo, esta no se dirige ni a la utilidad ni al bienestar, sino al dominio; el dominio, en el sentido más extremo de la palabra» 87. Por eso «intenta controlar tanto los elementos de la naturaleza como los de la existencia humana» 88. La capacidad de decisión, la libertad más genuina y el espacio para la creatividad alternativa de los individuos se ven reducidos.
Devoradores de creación
109. El paradigma tecnocrático también tiende a ejercer su dominio sobre la economía y la política. La economía asume todo desarrollo tecnológico en función del rédito, sin prestar atención a eventuales consecuencias negativas para el ser humano. Las finanzas ahogan a la economía real. No se aprendieron las lecciones de la crisis financiera mundial y con mucha lentitud se aprenden las lecciones del deterioro ambiental. En algunos círculos se sostiene que la economía actual y la tecnología resolverán todos los problemas ambientales, del mismo modo que se afirma, con lenguajes no académicos, que los problemas del hambre y la miseria en el mundo simplemente se resolverán con el crecimiento del mercado. No es una cuestión de teorías económicas, que quizás nadie se atreve hoy a defender, sino de su instalación en el desarrollo fáctico de la economía. Quienes no lo afirman con palabras lo sostienen con los hechos, cuando no parece preocuparles una justa dimensión de la producción, una mejor distribución de la riqueza, un cuidado responsable del ambiente o los derechos de las generaciones futuras. Con sus comportamientos expresan que el objetivo de maximizar los beneficios es suficiente. Pero el mercado por sí mismo no garantiza el desarrollo humano integral y la inclusión social 89. Mientras tanto, tenemos un «superdesarrollo derrochador y consumista, que contrasta de modo inaceptable con situaciones persistentes de miseria deshumanizadora» 90, y no se elaboran con suficiente celeridad instituciones económicas y cauces sociales que permitan a los más pobres acceder de manera regular a los recursos básicos. No se termina de advertir cuáles son las raíces más profundas de los actuales desajustes, que tienen que ver con la orientación, los fines, el sentido y el contexto social del crecimiento tecnológico y económico.
Romano Guardini, Das Ende der Neuzeit, 63s (ed. esp.: El ocaso de la Edad Moderna, 83-84). 88 Ibíd., 64 (ed. esp.: 84). 89 Cf. Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 35: AAS 101 (2009), 671. 90 Ibíd., 22: p. 657. 87
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110. La especialización propia de la tecnología implica una gran dificultad para mirar el conjunto. La fragmentación de los saberes cumple su función a la hora de lograr aplicaciones concretas, pero suele llevar a perder el sentido de la totalidad, de las relaciones que existen entre las cosas, del horizonte amplio, que se vuelve irrelevante. Esto mismo impide encontrar caminos adecuados para resolver los problemas más complejos del mundo actual, sobre todo del ambiente y de los pobres, que no se pueden abordar desde una sola mirada o desde un solo tipo de intereses. Una ciencia que pretenda ofrecer soluciones a los grandes asuntos, necesariamente debería sumar todo lo que ha generado el conocimiento en las demás áreas del saber, incluyendo la filosofía y la ética social. Pero este es un hábito difícil de desarrollar hoy. Por eso tampoco pueden reconocerse verdaderos horizontes éticos de referencia. La vida pasa a ser un abandonarse a las circunstancias condicionadas por la técnica, entendida como el principal recurso para interpretar la existencia. En la realidad concreta que nos interpela, aparecen diversos síntomas que muestran el error, como la degradación del ambiente, la angustia, la pérdida del sentido de la vida y de la convivencia. Así se muestra una vez más que «la realidad es superior a la idea» 91.
Técnica versus existencia
111. La cultura ecológica no se puede reducir a una serie de respuestas urgentes y parciales a los problemas que van apareciendo en torno a la degradación del ambiente, al agotamiento de las reservas naturales y a la contaminación. Debería ser una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que conformen una resistencia ante el avance del paradigma tecnocrático. De otro modo, aun las mejores iniciativas ecologistas pueden terminar encerradas en la misma lógica globalizada. Buscar solo un remedio técnico a cada problema ambiental que surja es aislar cosas que en la realidad están entrelazadas y esconder los verdaderos y más profundos problemas del sistema mundial.
Cultura ecológica integral
112. Sin embargo, es posible volver a ampliar la mirada, y la libertad humana es capaz de limitar la técnica, orientarla y colocarla al servicio de otro tipo de progreso más sano, más humano, más social, más integral. La liberación del paradigma tecnocrático reinante se produce de hecho en algunas ocasiones. Por ejemplo, cuando comunidades de pequeños productores optan por sistemas de producción menos contaminantes, sosteniendo un modelo de vida, de gozo y de convivencia no consumista. O cuando la técnica se orienta prioritariamente a resolver los problemas concretos de los demás, con la pasión de ayudar a otros a vivir con más dignidad y menos sufrimiento. También cuando la intención creadora de lo bello y su contemplación logran superar el poder objetivante en una suerte de salvación que acontece en lo bello y en la persona que lo contempla. La auténtica humanidad, que invita a una nueva síntesis, parece habitar en medio de la civilización tecnológica, casi
Reorientar la mirada
Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 231: AAS 105 (2013), 1114.
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imperceptiblemente, como la niebla que se filtra bajo la puerta cerrada. ¿Será una promesa permanente, a pesar de todo, brotando como una empecinada resistencia de lo auténtico?
Preguntarse por el sentido de la vida
113. Por otra parte, la gente ya no parece creer en un futuro feliz, no confía ciegamente en un mañana mejor a partir de las condiciones actuales del mundo y de las capacidades técnicas. Toma conciencia de que el avance de la ciencia y de la técnica no equivale al avance de la humanidad y de la historia, y vislumbra que son otros los caminos fundamentales para un futuro feliz. No obstante, tampoco se imagina renunciando a las posibilidades que ofrece la tecnología. La humanidad se ha modificado profundamente, y la sumatoria de constantes novedades consagra una fugacidad que nos arrastra por la superficie, en una única dirección. Se hace difícil detenernos para recuperar la profundidad de la vida. Si la arquitectura refleja el espíritu de una época, las megaestructuras y las casas en serie expresan el espíritu de la técnica globalizada, donde la permanente novedad de los productos se une a un pesado aburrimiento. No nos resignemos a ello y no renunciemos a preguntarnos por los fines y por el sentido de todo. De otro modo, solo legitimaremos la situación vigente y necesitaremos más sucedáneos para soportar el vacío.
Revolución cultural integral
114. Lo que está ocurriendo nos pone ante la urgencia de avanzar en una valiente revolución cultural. La ciencia y la tecnología no son neutrales, sino que pueden implicar desde el comienzo hasta el final de un proceso diversas intenciones o posibilidades, y pueden configurarse de distintas maneras. Nadie pretende volver a la época de las cavernas, pero sí es indispensable aminorar la marcha para mirar la realidad de otra manera, recoger los avances positivos y sostenibles, y a la vez recuperar los valores y los grandes fines arrasados por un desenfreno megalómano.
III. Crisis y consecuencias del antropocentrismo moderno La tierra prometida
115. El antropocentrismo moderno, paradójicamente, ha terminado colocando la razón técnica sobre la realidad, porque este ser humano «ni siente la naturaleza como norma válida, ni menos aún como refugio viviente. La ve sin hacer hipótesis, prácticamente, como lugar y objeto de una tarea en la que se encierra todo, siéndole indiferente lo que con ello suceda» 92. De ese modo, se debilita el valor que tiene el mundo en sí mismo. Pero si el ser humano no redescubre su verdadero lugar, se entiende mal a sí mismo y termina contradiciendo su propia realidad: «No solo la tierra ha sido dada por Dios al hombre, el cual debe usarla respetando la intención originaria de que es un bien, según la cual le ha sido dada; incluso el hombre es para sí mismo un don de Dios y, por tanto, debe respetar la estructura natural y moral de la que ha sido dotado» 93. Romano Guardini, Das Ende der Neuzeit, 63 (ed. esp.: El ocaso de la Edad Moderna, 83). 93 Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 38: AAS 83 (1991), 841. 92
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116. En la modernidad hubo una gran desmesura antropocéntrica que, con otro ropaje, hoy sigue dañando toda referencia común y todo intento por fortalecer los lazos sociales. Por eso ha llegado el momento de volver a prestar atención a la realidad con los límites que ella impone, que a su vez son la posibilidad de un desarrollo humano y social más sano y fecundo. Una presentación inadecuada de la antropología cristiana pudo llegar a respaldar una concepción equivocada sobre la relación del ser humano con el mundo. Se transmitió muchas veces un sueño prometeico de dominio sobre el mundo que provocó la impresión de que el cuidado de la naturaleza es cosa de débiles. En cambio, la forma correcta de interpretar el concepto del ser humano como «señor» del universo consiste en entenderlo como administrador responsable 94.
Realidad bien entendida y con límites
117. La falta de preocupación por medir el daño a la naturaleza y el impacto ambiental de las decisiones es solo el reflejo muy visible de un desinterés por reconocer el mensaje que la naturaleza lleva inscrito en sus mismas estructuras. Cuando no se reconoce en la realidad misma el valor de un pobre, de un embrión humano, de una persona con discapacidad –por poner solo algunos ejemplos–, difícilmente se escucharán los gritos de la misma naturaleza. Todo está conectado. Si el ser humano se declara autónomo de la realidad y se constituye en dominador absoluto, la misma base de su existencia se desmorona, porque, «en vez de desempeñar su papel de colaborador de Dios en la obra de la creación, el hombre suplanta a Dios y con ello provoca la rebelión de la naturaleza» 95.
Colaboradores, no suplantadores
118. Esta situación nos lleva a una constante esquizofrenia, que va de la exaltación tecnocrática que no reconoce a los demás seres un valor propio, hasta la reacción de negar todo valor peculiar al ser humano. Pero no se puede prescindir de la humanidad. No habrá una nueva relación con la naturaleza sin un nuevo ser humano. No hay ecología sin una adecuada antropología. Cuando la persona humana es considerada solo un ser más entre otros, que procede de los juegos del azar o de un determinismo físico, «se corre el riesgo de que disminuya en las personas la conciencia de la responsabilidad» 96. Un antropocentrismo desviado no necesariamente debe dar paso a un «biocentrismo», porque eso implicaría incorporar un nuevo desajuste que no solo no resolverá los problemas, sino que añadirá otros. No puede exigirse al ser humano un compromiso con respecto al mundo si no se reconocen y valoran al mismo tiempo sus capacidades peculiares de conocimiento, voluntad, libertad y responsabilidad.
Valor único de lo humano
Cf. Declaración Love for Creation. An Asian Response to the Ecological Crisis, Coloquio promovido por la Federación de las Conferencias Episcopales de Asia (Tagaytay 31 enero – 5 febrero 1993), 3.3.2. 95 Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 37: AAS 83 (1991), 840. 96 Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2010, 2: AAS 102 (2010), 41. 94
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Sanación de relaciones humanas
119. La crítica al antropocentrismo desviado tampoco debería colocar en un segundo plano el valor de las relaciones entre las personas. Si la crisis ecológica es una eclosión o una manifestación externa de la crisis ética, cultural y espiritual de la modernidad, no podemos pretender sanar nuestra relación con la naturaleza y el ambiente sin sanar todas las relaciones básicas del ser humano. Cuando el pensamiento cristiano reclama un valor peculiar para el ser humano por encima de las demás criaturas, da lugar a la valoración de cada persona humana, y así provoca el reconocimiento del otro. La apertura a un «tú» capaz de conocer, amar y dialogar sigue siendo la gran nobleza de la persona humana. Por eso, para una adecuada relación con el mundo creado no hace falta debilitar la dimensión social del ser humano y tampoco su dimensión trascendente, su apertura al «Tú» divino. Porque no se puede proponer una relación con el ambiente aislada de la relación con las demás personas y con Dios. Sería un individualismo romántico disfrazado de belleza ecológica y un asfixiante encierro en la inmanencia.
No todo vale
120. Dado que todo está relacionado, tampoco es compatible la defensa de la naturaleza con la justificación del aborto. No parece factible un camino educativo para acoger a los seres débiles que nos rodean, que a veces son molestos o inoportunos, si no se protege a un embrión humano aunque su llegada sea causa de molestias y dificultades: «Si se pierde la sensibilidad personal y social para acoger una nueva vida, también se marchitan otras formas de acogida provechosas para la vida social» 97.
Verdad en diálogo
121. Está pendiente el desarrollo de una nueva síntesis que supere falsas dialécticas de los últimos siglos. El mismo cristianismo, manteniéndose fiel a su identidad y al tesoro de verdad que recibió de Jesucristo, siempre se repiensa y se reexpresa en el diálogo con las nuevas situaciones históricas, dejando brotar así su eterna novedad 98. El relativismo práctico
Descentrarse para encontrarse
122. Un antropocentrismo desviado da lugar a un estilo de vida desviado. En la Exhortación apostólica Evangelii gaudium me referí al relativismo práctico que caracteriza nuestra época, y que es «todavía más peligroso que el doctrinal» 99. Cuando el ser humano se coloca a sí mismo en el centro, termina dando prioridad absoluta a sus conveniencias circunstanciales, y todo lo demás se vuelve relativo. Por eso no debería llamar la atención que, junto con la omnipresencia del paradigma tecnocrático y la adoración del poder humano sin límites, se desarrolle en los sujetos este relativismo donde todo se vuelve irrelevante si no sirve a los propios intereses inmediatos. Hay en esto una lógica que permite comprender cómo se alimentan mutuamente diversas actitudes que provocan al mismo tiempo la degradación ambiental y la degradación social. Id., Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 28: AAS 101 (2009), 663. Cf. Vicente de Lerins, Commonitorium primum, cap. 23: PL 50, 668 : «Ut annis scilicet consolidetur, dilatetur tempore, sublimetur aetate». 99 N. 80: AAS 105 (2013), 1053. 97 98
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123. La cultura del relativismo es la misma patología que empuja a una persona a aprovecharse de otra y a tratarla como mero objeto, obligándola a trabajos forzados, o convirtiéndola en esclava a causa de una deuda. Es la misma lógica que lleva a la explotación sexual de los niños, o al abandono de los ancianos que no sirven para los propios intereses. Es también la lógica interna de quien dice: «Dejemos que las fuerzas invisibles del mercado regulen la economía, porque sus impactos sobre la sociedad y sobre la naturaleza son daños inevitables». Si no hay verdades objetivas ni principios sólidos, fuera de la satisfacción de los propios proyectos y de las necesidades inmediatas, ¿qué límites pueden tener la trata de seres humanos, la criminalidad organizada, el narcotráfico, el comercio de diamantes ensangrentados y de pieles de animales en vías de extinción? ¿No es la misma lógica relativista la que justifica la compra de órganos a los pobres con el fin de venderlos o de utilizarlos para experimentación, o el descarte de niños porque no responden al deseo de sus padres? Es la misma lógica del «usa y tira», que genera tantos residuos solo por el deseo desordenado de consumir más de lo que realmente se necesita. Entonces no podemos pensar que los proyectos políticos o la fuerza de la ley serán suficientes para evitar los comportamientos que afectan al ambiente, porque, cuando es la cultura la que se corrompe y ya no se reconoce alguna verdad objetiva o unos principios universalmente válidos, las leyes solo se entenderán como imposiciones arbitrarias y como obstáculos a evitar.
Relativismo sin principios
Necesidad de preservar el trabajo 124. En cualquier planteo sobre una ecología integral, que no excluya al ser humano, es indispensable incorporar el valor del trabajo, tan sabiamente desarrollado por san Juan Pablo II en su encíclica Laborem exercens. Recordemos que, según el relato bíblico de la creación, Dios colocó al ser humano en el jardín recién creado (cf. Gn 2,15) no solo para preservar lo existente (cuidar), sino para trabajar sobre ello de manera que produzca frutos (labrar). Así, los obreros y artesanos «aseguran la creación eterna» (Si 38,34). En realidad, la intervención humana que procura el prudente desarrollo de lo creado es la forma más adecuada de cuidarlo, porque implica situarse como instrumento de Dios para ayudar a brotar las potencialidades que él mismo colocó en las cosas: «Dios puso en la tierra medicinas y el hombre prudente no las desprecia» (Si 38,4).
Cuidar y labrar
125. Si intentamos pensar cuáles son las relaciones adecuadas del ser humano con el mundo que lo rodea, emerge la necesidad de una correcta concepción del trabajo porque, si hablamos sobre la relación del ser humano con las cosas, aparece la pregunta por el sentido y la finalidad de la acción humana sobre la realidad. No hablamos solo del trabajo manual o del trabajo con la tierra, sino de cualquier actividad que implique alguna transformación de lo existente, desde la elaboración de un informe social hasta el diseño de un desarrollo tecnológico.
El sentido del trabajo
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Cualquier forma de trabajo tiene detrás una idea sobre la relación que el ser humano puede o debe establecer con lo otro de sí. La espiritualidad cristiana, junto con la admiración contemplativa de las criaturas que encontramos en san Francisco de Asís, ha desarrollado también una rica y sana comprensión sobre el trabajo, como podemos encontrar, por ejemplo, en la vida del beato Carlos de Foucauld y sus discípulos.
Tiempos de desierto
126. Recojamos también algo de la larga tradición del monacato. Al comienzo favorecía en cierto modo la fuga del mundo, intentando escapar de la decadencia urbana. Por eso, los monjes buscaban el desierto, convencidos de que era el lugar adecuado para reconocer la presencia de Dios. Posteriormente, san Benito de Nursia propuso que sus monjes vivieran en comunidad combinando la oración y la lectura con el trabajo manual (ora et labora ). Esta introducción del trabajo manual impregnado de sentido espiritual fue revolucionaria. Se aprendió a buscar la maduración y la santificación en la compenetración entre el recogimiento y el trabajo. Esa manera de vivir el trabajo nos vuelve más cuidadosos y respetuosos del ambiente, impregna de sana sobriedad nuestra relación con el mundo.
Autor, centro y fin de la vida económica y social
127. Decimos que «el hombre es el autor, el centro y el fin de toda la vida económico-social» 100. No obstante, cuando en el ser humano se daña la capacidad de contemplar y de respetar, se crean las condiciones para que el sentido del trabajo se desfigure 101. Conviene recordar siempre que el ser humano es «capaz de ser por sí mismo agente responsable de su mejora material, de su progreso moral y de su desarrollo espiritual» 102. El trabajo debería ser el ámbito de este múltiple desarrollo personal, donde se ponen en juego muchas dimensiones de la vida: la creatividad, la proyección del futuro, el desarrollo de capacidades, el ejercicio de los valores, la comunicación con los demás, una actitud de adoración. Por eso, en la actual realidad social mundial, más allá de los intereses limitados de las empresas y de una cuestionable racionalidad económica, es necesario que «se siga buscando como prioridad el objetivo del acceso al trabajo por parte de todos» 103.
Trabajo como bien común
128. Estamos llamados al trabajo desde nuestra creación. No debe buscarse que el progreso tecnológico reemplace cada vez más el trabajo humano, con lo cual la humanidad se dañaría a sí misma. El trabajo es una necesidad, parte del sentido de la vida en esta tierra, camino de maduración, de desarrollo humano y de realización personal. En este
Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, 63. 101 Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 37: AAS 83 (1991), 840. 102 Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio (26 marzo 1967), 34: AAS 59 (1967), 274. 103 Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 32: AAS 101 (2009), 666. 100
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sentido, ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre una solución provisoria para resolver urgencias. El gran objetivo debería ser siempre permitirles una vida digna a través del trabajo. Pero la orientación de la economía ha propiciado un tipo de avance tecnológico para reducir costos de producción en razón de la disminución de los puestos de trabajo, que se reemplazan por máquinas. Es un modo más como la acción del ser humano puede volverse en contra de él mismo. La disminución de los puestos de trabajo «tiene también un impacto negativo en el plano económico por el progresivo desgaste del “capital social”, es decir, del conjunto de relaciones de confianza, fiabilidad, y respeto de las normas, que son indispensables en toda convivencia civil» 104. En definitiva, «los costes humanos son siempre también costes económicos y las disfunciones económicas comportan igualmente costes humanos» 105. Dejar de invertir en las personas para obtener un mayor rédito inmediato es muy mal negocio para la sociedad. 129. Para que siga siendo posible dar empleo, es imperioso promover una economía que favorezca la diversidad productiva y la creatividad empresarial. Por ejemplo, hay una gran variedad de sistemas alimentarios campesinos y de pequeña escala que sigue alimentando a la mayor parte de la población mundial, utilizando una baja proporción del territorio y del agua, y produciendo menos residuos, sea en pequeñas parcelas agrícolas, huertas, caza y recolección silvestre o pesca artesanal. Las economías de escala, especialmente en el sector agrícola, terminan forzando a los pequeños agricultores a vender sus tierras o a abandonar sus cultivos tradicionales. Los intentos de algunos de ellos por avanzar en otras formas de producción más diversificadas terminan siendo inútiles por la dificultad de conectarse con los mercados regionales y globales o porque la infraestructura de venta y de transporte está al servicio de las grandes empresas. Las autoridades tienen el derecho y la responsabilidad de tomar medidas de claro y firme apoyo a los pequeños productores y a la variedad productiva. Para que haya una libertad económica de la que todos efectivamente se beneficien, a veces puede ser necesario poner límites a quienes tienen mayores recursos y poder financiero. Una libertad económica solo declamada, pero donde las condiciones reales impiden que muchos puedan acceder realmente a ella, y donde se deteriora el acceso al trabajo, se convierte en un discurso contradictorio que deshonra a la política. La actividad empresarial, que es una noble vocación orientada a producir riqueza y a mejorar el mundo para todos, puede ser una manera muy fecunda de promover la región donde instala sus emprendimientos, sobre todo si entiende que la creación de puestos de trabajo es parte ineludible de su servicio al bien común.
Dignidad del trabajo
Ibíd. Ibíd.
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Innovación biológica a partir de la investigación
Ecología experimental e incluyente
130. En la visión filosófica y teológica de la creación que he tratado de proponer, queda claro que la persona humana, con la peculiaridad de su razón y de su ciencia, no es un factor externo que deba ser totalmente excluido. No obstante, si bien el ser humano puede intervenir en vegetales y animales, y hacer uso de ellos cuando es necesario para su vida, el Catecismo enseña que las experimentaciones con animales solo son legítimas «si se mantienen en límites razonables y contribuyen a cuidar o salvar vidas humanas» 106. Recuerda con firmeza que el poder humano tiene límites y que «es contrario a la dignidad humana hacer sufrir inútilmente a los animales y sacrificar sin necesidad sus vidas» 107. Todo uso y experimentación «exige un respeto religioso de la integridad de la creación» 108.
El valor alegre de la tecnología
131. Quiero recoger aquí la equilibrada posición de san Juan Pablo II, quien resaltaba los beneficios de los adelantos científicos y tecnológicos, que «manifiestan cuán noble es la vocación del hombre a participar responsablemente en la acción creadora de Dios», pero al mismo tiempo recordaba que «toda intervención en un área del ecosistema debe considerar sus consecuencias en otras áreas» 109. Expresaba que la Iglesia valora el aporte «del estudio y de las aplicaciones de la biología molecular, completada con otras disciplinas, como la genética, y su aplicación tecnológica en la agricultura y en la industria» 110, aunque también decía que esto no debe dar lugar a una «indiscriminada manipulación gené tica» 111 que ignore los efectos negativos de estas intervenciones. No es posible frenar la creatividad humana. Si no se puede prohibir a un artista el despliegue de su capacidad creadora, tampoco se puede inhabilitar a quienes tienen especiales dones para el desarrollo científico y tecnológico, cuyas capacidades han sido donadas por Dios para el servicio a los demás. Al mismo tiempo, no pueden dejar de replantearse los objetivos, los efectos, el contexto y los límites éticos de esa actividad humana que es una forma de poder con altos riesgos.
El respeto de la siembra
132. En este marco debería situarse cualquier reflexión acerca de la intervención humana sobre los vegetales y animales, que hoy implica mutaciones genéticas generadas por la biotecnología, en orden a aprovechar las posibilidades presentes en la realidad material. El respeto de la fe a la razón implica prestar atención a lo que la misma ciencia biológica, desarrollada de manera independiente con respecto a los intereses económicos, puede enseñar acerca de las estructuras biológicas y de sus posibilidades y mutaciones. En todo caso, una intervención legítima es Catecismo de la Iglesia Católica, 2417. Ibíd., 2418. 108 Ibíd., 2415. 109 Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1990, 6: AAS 82 (1990), 150. 110 Discurso a la Pontificia Academia de las Ciencias (3 octubre 1981), 3: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (8 noviembre 1981), p. 7. 111 Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1990, 7: AAS 82 (1990), 151. 106 107
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aquella que actúa en la naturaleza «para ayudarla a desarrollarse en su línea, la de la creación, la querida por Dios» 112. 133. Es difícil emitir un juicio general sobre el desarrollo de organismos genéticamente modificados (OMG), vegetales o animales, médicos o agropecuarios, ya que pueden ser muy diversos entre sí y requerir distintas consideraciones. Por otra parte, los riesgos no siempre se atribuyen a la técnica misma sino a su aplicación inadecuada o excesiva. En realidad, las mutaciones genéticas muchas veces fueron y son producidas por la misma naturaleza. Ni siquiera aquellas provocadas por la intervención humana son un fenómeno moderno. La domesticación de animales, el cruzamiento de especies y otras prácticas antiguas y universalmente aceptadas pueden incluirse en estas consideraciones. Cabe recordar que el inicio de los desarrollos científicos de cereales transgénicos estuvo en la observación de una bacteria que natural y espontáneamente producía una modificación en el genoma de un vegetal. Pero en la naturaleza estos procesos tienen un ritmo lento, que no se compara con la velocidad que imponen los avances tecnológicos actuales, aun cuando estos avances tengan detrás un desarrollo científico de varios siglos.
Necesaria discusión científica y cultural
134. Si bien no hay comprobación contundente acerca del daño que podrían causar los cereales transgénicos a los seres humanos, y en algunas regiones su utilización ha provocado un crecimiento económico que ayudó a resolver problemas, hay dificultades importantes que no deben ser relativizadas. En muchos lugares, tras la introducción de estos cultivos, se constata una concentración de tierras productivas en manos de pocos debido a «la progresiva desaparición de pequeños productores que, como consecuencia de la pérdida de las tierras explotadas, se han visto obligados a retirarse de la producción directa» 113. Los más frágiles se convierten en trabajadores precarios, y muchos empleados rurales terminan migrando a miserables asentamientos de las ciudades. La expansión de la frontera de estos cultivos arrasa con el complejo entramado de los ecosistemas, disminuye la diversidad productiva y afecta el presente y el futuro de las economías regionales. En varios países se advierte una tendencia al desarrollo de oligopolios en la producción de granos y de otros productos necesarios para su cultivo, y la dependencia se agrava si se piensa en la producción de granos estériles que terminaría obligando a los campesinos a comprarlos a las empresas productoras.
Intermediarios de la naturaleza y la producción
135. Sin duda hace falta una atención constante, que lleve a considerar todos los aspectos éticos implicados. Para eso hay que asegurar una discusión científica y social que sea responsable y amplia, capaz de considerar toda la información disponible y de llamar a las cosas por su nombre. A veces no se pone sobre la mesa la totalidad de la información,
Mirada integral e interdisciplinar
Juan Pablo II, Discurso a la 35 Asamblea General de la Asociación Médica Mundial (29 octubre 1983), 6: AAS 76 (1984), 394. 113 Comisión Episcopal de Pastoral social de Argentina, Una tierra para todos (junio 2005), 19. 112
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que se selecciona de acuerdo con los propios intereses, sean políticos, económicos o ideológicos. Esto vuelve difícil desarrollar un juicio equilibrado y prudente sobre las diversas cuestiones, considerando todas las variables atinentes. Es preciso contar con espacios de discusión donde todos aquellos que de algún modo se pudieran ver directa o indirectamente afectados (agricultores, consumidores, autoridades, científicos, semilleras, poblaciones vecinas a los campos fumigados y otros) puedan exponer sus problemáticas o acceder a información amplia y fidedigna para tomar decisiones tendientes al bien común presente y futuro. Es una cuestión ambiental de carácter complejo, por lo cual su tratamiento exige una mirada integral de todos sus aspectos, y esto requeriría al menos un mayor esfuerzo para financiar diversas líneas de investigación libre e interdisciplinaria que puedan aportar nueva luz.
Principios de vida humana
136. Por otra parte, es preocupante que cuando algunos movimientos ecologistas defienden la integridad del ambiente, y con razón reclaman ciertos límites a la investigación científica, a veces no aplican estos mismos principios a la vida humana. Se suele justificar que se traspasen todos los límites cuando se experimenta con embriones humanos vivos. Se olvida que el valor inalienable de un ser humano va más allá del grado de su desarrollo. De ese modo, cuando la técnica desconoce los grandes principios éticos, termina considerando legítima cualquier práctica. Como vimos en este capítulo, la técnica separada de la ética difícilmente será capaz de auto limitar su poder.
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PROPUESTAS DE TRABAJO DE UN VISTAZO
Raíz humana de la crisis ecológica Crisis ecológica y globalización
La tecnología: creatividad y poder
El relativismo práctico
Globalización del paradigma tecnocrático
Necesidad de preservar el trabajo
Crisis y consecuencias del antropocentrismo moderno
Innovación biológica a partir de la investigación
• Causas más profundas • Conocimiento y poder económico • Posición justa del ser humano • Yo mismo y el poder
• Falta de lógica • Sociedad de descarte • Valor del trabajo • Usar y tirar
“Usar y Tirar” que justifica todo tipo de descarte, que trata al otro y a la naturaleza como un simple objeto FRANCISCO: Invita a una discusión científica y social que sea responsable y amplia. Objetivo: Descubrir las causas de fondo de la crisis eco-social. Puntos • La tecnología: creatividad y poder (102-105). • La globalización del paradigma tecnológico (106-114). • Crisis y consecuencias del antropocentrismo moderno (115-121). • El relativismo práctico (122-123). • Necesidad de preservar el trabajo (124-129). • Innovación biológica a partir de la investigación (130-136).
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Claves • Hay un modo de entender la vida y de actuar que se desvía y contradice la realidad llegando a destruir y doler. No se debe separar técnica y ética, porque la técnica sin ética se agiganta y oprime a los más pequeños y pobres de la historia. • Hay un progreso más humano, más social e integral, que orienta la técnica y la humaniza. • Se hace urgente avanzar en una valiente revolución cultural y desarrollar una cultura ecológica, pero para ellos hemos de ser militantes comprometidos, no resignados, sin renunciar a saber preguntarnos por los fines y sentido de todo. La cuestión del sentido hemos de recuperarla.
TRABAJO PERSONAL Leo personalmente y con atención el texto. Lo aplico siempre a la realidad que vivo personalmente y también como comunidad (familia, parroquia, grupo). Subrayo las ideas que me resultan sugerentes para mi propia vida. Al final elijo tres frases subrayadas: están en los números: _____ _____ _____.
Pongo un signo de interrogación en las frases que me cuestionan, que no sé cómo llevarlas a la práctica... Al final elijo tres. Están en los números: _____ _____ _____. Saco conclusiones y aplicaciones para mi propia vida.
1. 2. 3. ENCUENTRO EN GRUPO Y TRABAJO COMPARTIDO ¿Cómo vivimos? Compartimos en grupo nuestro trabajo personal. Profundizamos y concretamos: ¡Estamos en una sociedad de tecnología (102-105), donde la creatividad se lanza sin límites y con un gran poder. Este proceso tecnológico tiene sus pros y sus contras. – Señalemos lo positivo, lo negativo o los riesgos que conlleva, y cuáles deben ser los límites para orientar dicha tecnología. La globalización y su paradigma tecnológico (106-114) nos ha de llevar a preguntarnos sobre los problemas actuales que están planteados: – ¿Qué tipo de persona se está construyendo? ¿Qué consecuencias en la economía? ¿Es posible una cultura ecológica y una revolución cultural?
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– ¿Ves algún signo de ellas hoy en tu contexto? ¿Te atrae personalmente esta invitación? – ¿Qué queremos decir cuando hablamos de “antropocentrismo” (115-119)? – ¿Estamos de acuerdo que olvidarnos de la naturaleza, centrándonos en nosotros mismos, al final se vuelve contra nosotros mismos y nos deshumanizamos? Subrayemos aquellos elementos que el Papa destaca en la consideración del concepto de trabajo (124-129) y lo que ha de cambiar desde una visión humanizadora del mismo. – ¿Qué problemas de los derivados de la innovación biológica (130-136) a partir de la investigación nos parecen más importantes hoy? VISUALIZACIÓN E INTERIORIZACIÓN. LA VIDA Mi tecnología vital y diaria Un ejercicio muy sencillo para descubrir nuestra relación personal con la tecnología. Analicemos los elementos tecnológicos que utilizamos normalmente en nuestra vida diaria: • Pensemos lo que nos aportan y facilitan, así como aquello en lo que nos limitan y acomodan. • Analicemos las consecuencias que tienen en las relaciones con los demás, en la economía, en los trabajadores; los efectos ecológicos que causan. • Pensemos si nuestro modo de utilizar la tecnología y la energía pesa sobre los más pobres de la tierra. ¿De cuáles podríamos prescindir o limitar el uso para una mejor vida de todos? LECTURA CREYENTE Y ORACIÓN La Palabra La dinámica de la tecnología y el deseo del progreso sin límites, no deja de ser una versión de la pretensión divina de lo humano que le lleva a la idolatría. Los ídolos siempre acaban subyugando lo humano y victimizando a los más débiles, como ocurrió en Egipto. Jesús desde la sabiduría del Padre nos hace caer en la cuenta de que no podemos servir a dos señores, que hemos de optar entre el absoluto o por los dioses falsos del relativismo práctico deshumanizador que ofrecen la gloria, pero acaban degradando nuestra vida. Oigamos hoy una parábola a pie de calle que se cumple diariamente y que este mundo de tecnología salvaje no llega a entender. “«¡Tened cuidado! –advirtió a la gente–. Absteneos de toda avaricia; la vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes». Entonces les contó esta parábola:
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–El terreno de un hombre rico le produjo una buena cosecha. Así que se puso a pensar: “¿Qué voy a hacer? No tengo dónde almacenar mi cosecha”. Por fin dijo: “Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes, donde pueda almacenar todo mi grano y mis bienes. Y diré: Alma mía, ya tienes bastantes cosas buenas guardadas para muchos años. Descansa, come, bebe y goza de la vida”. Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te van a reclamar la vida. ¿Y quién se quedará con lo que has acumulado?”. Así le sucede al que acumula riquezas para sí mismo, en vez de ser rico delante de Dios»” (Lucas 12,15-21). Lectura creyente Nos ayuda a hacer lectura creyente de la parábola lucana propuesta Trinidad Ruíz Téllez, investigadora universitaria, botánica, que hace de puente entre su universidad de Extremadura y la universidad de Puyo en Ecuador. Ella nos habla desde la experiencia eclesial vivida en la Amazonía ecuatoriana, junto al obispo de Puyo y otros agentes pastorales, en una visita a la Misión de Canelos, de la tensión entre Dios y el dinero, dos modos distintos de valorar la vida. Misión de Canelos: Ispingho Canela (cinamomum zeylanicum) es lo que buscaban los exploradores europeos de tiempos del descubrimiento en la zona. Pero allí no existe ese árbol, sino otro de la familia, el canelo o ispingho (Ocotea quixos), desconocido en Europa y no tan demandado por eso en los tiempos históricos de la gran deforestación y los expolios por la madera y el caucho. Estamos a finales del siglo xix y en la cabecera del río Bobonaza, afluente del Pastaza y éste del Marañón, muy cerca de la frontera con Perú, en el oriente ecuatoriano. Unos misioneros dominicos instalan allí una misión, de la que se acaban de celebrar los 130 años de evangelización permanente, hoy como vicariato apostólico con un obispo diocesano al frente, Rafael Cob García, natural de Burgos (España). Visité con él la misión de Canelo. Él mismo me llevó conduciendo un todoterreno por unas pistas amazónicas que ellos decían que estaban muy bien, mientras me explicaba el impacto ambiental y humano que producen las prospecciones sísmicas de las petroleras en los animales del bosque, que huyen a lugares lejanos por las vibraciones y producen falta de carne/proteína en la alimentación local, que en las comunidades que viven adentradas río abajo, son la fuente de sustento porque no son culturas que practiquen ganadería. Su identidad y su vida están articuladas en torno a la caza. Participé en la Eucaristía con ellos. Allí todo era natural, la capilla muy sencilla, de madera y materiales simples. Pero los cantos todos en kichwa, me parecieron ricos y bellos, ¡era todo tan alegre! Cantaban y se movían en medio de un calor fuerte. Las canciones eras largas, pesadas, repetitivas, hermosas, como una letanía rítmica que te apetece acompasar con las manos o echar a bailar.
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Ellos casi lo hacían, palmeaban con afán. Me sorprendió todo aquello, yo deseaba saber kichwa, cantar con ellos, rezar con ellos, experimentar como ellos, el rito se alargaba… la misa. Yo no me explicaba como Rafael, un señor de Burgos, de la alta paramera castellana, no moría bajo aquellos ropajes litúrgicos, que, aunque al estilo indígena, no dejaban de ser los de la Iglesia Católica universal. Debía ser la inculturación después de tantos años en la Amazonía. Después de la misa, compartimos mesa con la población, en la plaza de tierra de la misión, con zumos naturales, luego se fueron dispersando hacia dentro del bosque. Me enseñaron multitud de árboles, había plataneras impresionantes y un montón de mingiberales enormes como los que yo solo había visto en libros de Heywood. La tarde caía sobre el Bobonaza y yo nunca olvidaré aquella imagen del obispo y la religiosa, explicándome todo lo que se veía allá abajo en el río. Pasado el tiempo he tenido que leer, con motivo de preparación de una tesis, los escritos de los dominicos de Canelos, de 1887 y muchos otros textos del lugar. Ahora Canelos, canelo, ispingho, ocotea quixos, obispo Rafael, hermana Carmen, aquella plaza es mucho más que una plaza, muchos más que un obispo o una religiosa, mucho más que una flor, la alegría indescriptible del Evangelio cantado en Kichwa. Hay dos modos muy distintos de acercarse a Canelos: o Dios o el dinero, las petroleras y los dominicos. A mí me dio vida mirarlo desde Dios. La naturaleza estaba llena de vida y de humanidad, allí estaba el Evangelio para nosotros los sabios de Europa, allí estaba la invitación de Dios a saber amazonizarnos, a saber encontrarnos con la naturaleza, la vida y los otros, como los sencillos de aquella plaza.
Orar desde la vida Oramos con el rezo creativo y profundo de Jesús Sánchez Martín, ingeniero químico. Desde su ser padre y profesor universitario, sabe de la riqueza de la vida como don y gratuidad. Ora y sueña desde la universalidad de lo creado en el amor que nos llama a la comunidad y la solidaridad entrañable de lo gratuito. En ello quiere educar a sus hijos y a sus alumnos. Orar desde la vida Padre del Cielo y del Suelo. De las ciudades ruidosas, donde el bullicio crepita y los hombres se afanan. Señor de la vida, que hiciste las cosas que nos son propicias y buenas, ¡cómo no agradecer tanto don! ¡Cómo no sentir tanta gracia! La mirada se pierde en el azul y en la nube, y recuerda el mar y la montaña fresca, donde el sol se hunde o se esconde, preñando de belleza lo ordinario. Qué extraño ese sentir pequeño y frágil, cuidado y sencillo, querido, amado…
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El cosmos armónico, como entero hogar viviente en una gota de agua, el océano espumoso, el arroyo trémulo, el rumor parpadeante de la viva corriente. Y Tú detrás de lo grande y lo minúsculo, profunda expresión de lo bueno. La vida que estalla, la risa que fluye, el agua que brama. El viento que silba canciones de otoño. Por todo, Señor, no alcanzo a hablarte. Me abarca y me abraza. Inmenso y pequeño. Tan solo me siento sentido en tu arrullo, tan solo comprendo, con la certeza del alma, que todo está hecho para la Gracia. Un mundo de vida soñado a diario. Fecundo. Simiente de todo. Amor sin medida. Nuestro compromiso Convertimos en acción lo que hemos visto y descubierto: • Hacemos un momento de silencio para dejar que reposen en nosotros todas las ideas, sentimientos, emociones… que han provocado los textos compartidos. • Recordamos aquellas frases o ideas que nos han impactado o algún comentario que me ha llamado la atención. • Nos preguntamos qué podríamos hacer para abordar estas cuestiones en aquellos espacios en los que nos movemos. • Podemos terminar rezando juntos: ¿Cómo podemos vivir? Concretamos líneas de acción. ¿Qué podemos hacer? • Personalmente • En comunidad Oración final “Danos, Señor, la gracia de saber creer creando, y de crear creyendo que somos colaboradores tuyos, cocreadores de una realidad en armonía. Qué sepamos mirar la tecnología desde tu gracia para que esté llena de vida, para que sepa conducirse por los caminos de lo humano, del respeto a la naturaleza, del cuidado y del cultivo de todo lo que ha sido creado para la unidad y el amor. Que los hombres y mujeres de hoy sepamos ser corrientes de tu gracia y tu cuidado entre todas las criaturas, para que el amor de creador no falte en nuestro pensar, sentir y actuar. Danos los sentimientos de tu hijo Jesucristo”. 106 194412_libro_031-110_ud01 106
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OTROS RECURSOS Canción Puedes escuchar la canción del Grupo Atlantis en el siguiente enlace o escaneando la imagen del código que aparece en el margen. www.e-sm.net/194412-05 Madre tierra Yo soy la tierra, yo soy tu mundo, te hablo del suelo, desde el cielo y de los mares profundos. Soy la madre tierra, me estás destrozando, no oyes mis lamentos y mi voz en el viento cuando te estoy hablando. Soy la madre tierra y me estas destruyendo y aún no sé, no entiendo por qué lo estás haciendo. Yo fui para ti un mundo perfecto y tú me cambiaste sin pensar en los efectos, un mundo natural fui un mundo ideal, me cambiaste por tu mundo artificial, después de todo lo que di por ti, mira, ah ah... ah... lo que has hecho de mí. Cubres mi cuerpo de cemento, llenas mis pulmones de polución, en mi pecho abres agujeros y haces guerras en mi corazón. Cubres mi cara de basura y llenas mis ojos de lágrimas, pues ya no veo vida pura, no veo armonía y no veo paz. Llenas mis venas de veneno y llenas mi alma de desesperación, en mi vientre que un día fue fértil es donde construyes: destrucción. Y construyes, más construyes, más construyes: destrucción. Yo soy la tierra, soy quien te cuida de mi te haces de mi tú naces, soy fuente de vida,
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soy la madre tierra, doy todo por ti, pero si me maltratas, me abusas, me matas, yo no puedo seguir. Yo fui para ti un mundo tan puro, limpio, sagrado, libre y seguro, me llenaste de barreras fronteras y muros acabaste con tu propio futuro. Como parte de un hechizo has logrado transformar lo que fue un paraíso, en un caos infernal. Donde cubres mi cuerpo de cemento, llenas mis pulmones de polución, en mi pecho abres agujeros y haces guerras en mi corazón. cubres mi cara de basura y llenas mis ojos de lágrimas, pues ya no veo vida pura, no veo armonía y no veo paz. Llenas mis venas de veneno y llenas mi alma de desesperación y en mi vientre que un día fue fértil es donde construyes: destrucción. Soy la tierra, en mi puedes sembrar y cosechar tus sueños, pero no, no me intentes cambiar, pues tú no eres mi dueño. Llegas de visita y cuando mueres te vas, pero yo tengo que durar: una eternidad. Pero tú construyes más construyes más, más, más y más: destrucción más construyes más construyes: tu destrucción. • Esta canción nos habla del cuidado de la tierra, del uso irresponsable que en muchas ocasiones hacemos de la misma. Una vez más descubrimos que la técnica separada de la ética difícilmente será capaz de auto limitar su poder. Es una oportunidad más, para reflexionar sobre este tema. – ¿A qué te invita esta canción? ¿Podías concretar esa invitación en un gesto, reflexión, actividad…concreta? – ¿Cuáles pueden ser, a tu juicio, esos otros caminos para un futuro feliz?
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Video Vemos el video de “Cinco Panes” del capítulo III de la encíclica. www.e-sm.net/194412-06 Formulamos las siguientes preguntas a las que podemos ir dando respuesta: – ¿De qué manera contribuyes (positiva o negativamente) a la crisis ecológica? – En el n.º 113 leemos: “el avance de las ciencias y de la técnica no equivale al avance de la humanidad y de la historia… son otros los caminos fundamentales para un futuro feliz.” ¿Cuáles pueden ser, a tu juicio, esos otros caminos para un futuro feliz?, ¿qué han de aportar a las personas y a la sociedad? – Cuando compras productos, ¿eres consciente de cómo se han desarrollado? – ¿Estamos dispuestos a embarcarnos en esta revolución cultural, humana y ecológica a la que el papa Francisco nos invita?
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NOTAS
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UNA ECOLOGÍA INTEGRAL 137. Dado que todo está íntimamente relacionado, y que los problemas actuales requieren una mirada que tenga en cuenta todos los factores de la crisis mundial, propongo que nos detengamos ahora a pensar en los distintos aspectos de una ecología integral, que incorpore claramente las dimensiones humanas y sociales.
Capítulo cuarto Ecología humana y social
I. Ecología ambiental, económica y social 138. La ecología estudia las relaciones entre los organismos vivientes y el ambiente donde se desarrollan. También exige sentarse a pensar y a discutir acerca de las condiciones de vida y de supervivencia de una sociedad, con la honestidad para poner en duda modelos de desarrollo, producción y consumo. No está de más insistir en que todo está conectado. El tiempo y el espacio no son independientes entre sí, y ni siquiera los átomos o las partículas subatómicas se pueden considerar por separado. Así como los distintos componentes del planeta –físicos, químicos y biológicos– están relacionados entre sí, también las especies vivas conforman una red que nunca terminamos de reconocer y comprender. Buena parte de nuestra información genética se comparte con muchos seres vivos. Por eso, los conocimientos fragmentarios y aislados pueden convertirse en una forma de ignorancia si se resisten a integrarse en una visión más amplia de la realidad.
Modelos de desarrollo sostenibles
139. Cuando se habla de «medio ambiente», se indica particularmente una relación, la que existe entre la naturaleza y la sociedad que la habita. Esto nos impide entender la naturaleza como algo separado de nosotros o como un mero marco de nuestra vida. Estamos incluidos en ella, somos parte de ella y estamos interpenetrados. Las razones por las cuales un lugar se contamina exigen un análisis del funcionamiento de la sociedad, de su economía, de su comportamiento, de sus maneras de entender la realidad. Dada la magnitud de los cambios, ya no es posible encontrar una respuesta específica e independiente para cada parte del problema. Es fundamental buscar soluciones integrales que consideren las interacciones de los sistemas naturales entre sí y con los sistemas sociales. No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental. Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza.
Pensar integralmente en medio del ambiente
140. Debido a la cantidad y variedad de elementos a tener en cuenta, a la hora de determinar el impacto ambiental de un emprendimiento concreto, se vuelve indispensable dar a los investigadores un lugar prepon-
Cuidar, generar y regenerar
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derante y facilitar su interacción, con amplia libertad académica. Esta investigación constante debería permitir reconocer también cómo las distintas criaturas se relacionan conformando esas unidades mayores que hoy llamamos «ecosistemas». No los tenemos en cuenta solo para determinar cuál es su uso racional, sino porque poseen un valor intrínseco independiente de ese uso. Así como cada organismo es bueno y admirable en sí mismo por ser una criatura de Dios, lo mismo ocurre con el conjunto armonioso de organismos en un espacio determinado, funcionando como un sistema. Aunque no tengamos conciencia de ello, dependemos de ese conjunto para nuestra propia existencia. Cabe recordar que los ecosistemas intervienen en el secuestro de anhídrido carbónico, en la purificación del agua, en el control de enfermedades y plagas, en la formación del suelo, en la descomposición de residuos y en muchísimos otros servicios que olvidamos o ignoramos. Cuando advierten esto, muchas personas vuelven a tomar conciencia de que vivimos y actuamos a partir de una realidad que nos ha sido previamente regalada, que es anterior a nuestras capacidades y a nuestra existencia. Por eso, cuando se habla de «uso sostenible», siempre hay que incorporar una consideración sobre la capacidad de regeneración de cada ecosistema en sus diversas áreas y aspectos.
Ecología económica integradora
141. Por otra parte, el crecimiento económico tiende a producir automatismos y a homogeneizar, en orden a simplificar procedimientos y a reducir costos. Por eso es necesaria una ecología económica, capaz de obligar a considerar la realidad de manera más amplia. Porque «la protección del medio ambiente deberá constituir parte integrante del proceso de desarrollo y no podrá considerarse en forma aislada» 114. Pero al mismo tiempo se vuelve actual la necesidad imperiosa del humanismo, que de por sí convoca a los distintos saberes, también al económico, hacia una mirada más integral e integradora. Hoy el análisis de los problemas ambientales es inseparable del análisis de los contextos humanos, familiares, laborales, urbanos, y de la relación de cada persona consigo misma, que genera un determinado modo de relacionarse con los demás y con el ambiente. Hay una interacción entre los ecosistemas y entre los diversos mundos de referencia social, y así se muestra una vez más que «el todo es superior a la parte» 115.
Ecología social
142. Si todo está relacionado, también la salud de las instituciones de una sociedad tiene consecuencias en el ambiente y en la calidad de vida humana: «Cualquier menoscabo de la solidaridad y del civismo produce daños ambientales» 116. En ese sentido, la ecología social es necesariamente institucional, y alcanza progresivamente las distintas dimensiones
Declaración de Río sobre el medio ambiente y el desarrollo (14 junio 1992), Principio 4. 115 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 237: AAS 105 (2013), 1116. 116 Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 51: AAS 101 (2009), 687. 114
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que van desde el grupo social primario, la familia, pasando por la comunidad local y la nación, hasta la vida internacional. Dentro de cada uno de los niveles sociales y entre ellos, se desarrollan las instituciones que regulan las relaciones humanas. Todo lo que las dañe entraña efectos nocivos, como la perdida de la libertad, la injusticia y la violencia. Varios países se rigen con un nivel institucional precario, a costa del sufrimiento de las poblaciones y en beneficio de quienes se lucran con ese estado de cosas. Tanto en la administración del Estado, como en las distintas expresiones de la sociedad civil, o en las relaciones de los habitantes entre sí, se registran con excesiva frecuencia conductas alejadas de las leyes. Estas pueden ser dictadas en forma correcta, pero suelen quedar como letra muerta. ¿Puede esperarse entonces que la legislación y las normas relacionadas con el medio ambiente sean realmente eficaces? Sabemos, por ejemplo, que países poseedores de una legislación clara para la protección de bosques siguen siendo testigos mudos de la frecuente violación de estas leyes. Además, lo que sucede en una región ejerce, directa o indirectamente, influencias en las demás regiones. Así, por ejemplo, el consumo de narcóticos en las sociedades opulentas provoca una constante y creciente demanda de productos originados en regiones empobrecidas, donde se corrompen conductas, se destruyen vidas y se termina degradando el ambiente.
II. Ecología cultural 143. Junto con el patrimonio natural, hay un patrimonio histórico, artístico y cultural, igualmente amenazado. Es parte de la identidad común de un lugar y una base para construir una ciudad habitable. No se trata de destruir y de crear nuevas ciudades supuestamente más ecológicas, donde no siempre se vuelve deseable vivir. Hace falta incorporar la historia, la cultura y la arquitectura de un lugar, manteniendo su identidad original. Por eso, la ecología también supone el cuidado de las riquezas culturales de la humanidad en su sentido más amplio. De manera más directa, reclama prestar atención a las culturas locales a la hora de analizar cuestiones relacionadas con el medio ambiente, poniendo en diálogo el lenguaje científico-técnico con el lenguaje popular. Es la cultura no solo en el sentido de los monumentos del pasado, sino especialmente en su sentido vivo, dinámico y participativo, que no puede excluirse a la hora de repensar la relación del ser humano con el ambiente.
El arte de cuidarnos
144. La visión consumista del ser humano, alentada por los engranajes de la actual economía globalizada, tiende a homogeneizar las culturas y a debilitar la inmensa variedad cultural, que es un tesoro de la humanidad. Por eso, pretender resolver todas las dificultades a través de normativas uniformes o de intervenciones técnicas lleva a desatender la complejidad de las problemáticas locales, que requieren la intervención activa de los habitantes. Los nuevos procesos que se van gestando no siempre pueden ser incorporados en esquemas establecidos desde
La riqueza individual es la riqueza global
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afuera, sino que deben partir de la misma cultura local. Así como la vida y el mundo son dinámicos, el cuidado del mundo debe ser flexible y dinámico. Las soluciones meramente técnicas corren el riesgo de atender a síntomas que no responden a las problemáticas más profundas. Hace falta incorporar la perspectiva de los derechos de los pueblos y las culturas, y así entender que el desarrollo de un grupo social supone un proceso histórico dentro de un contexto cultural y requiere del continuado protagonismo de los actores sociales locales desde su propia cultura. Ni siquiera la noción de calidad de vida puede imponerse, sino que debe entenderse dentro del mundo de símbolos y hábitos propios de cada grupo humano.
Identidad cultural amenazada
145. Muchas formas altamente concentradas de explotación y degradación del medio ambiente no solo pueden acabar con los recursos de subsistencia locales, sino también con capacidades sociales que han permitido un modo de vida que durante mucho tiempo ha otorgado identidad cultural y un sentido de la existencia y de la convivencia. La desaparición de una cultura puede ser tanto o más grave que la desaparición de una especie animal o vegetal. La imposición de un estilo hegemónico de vida ligado a un modo de producción puede ser tan dañina como la alteración de los ecosistemas.
La riqueza de las minorías
146. En este sentido, es indispensable prestar especial atención a las comunidades aborígenes con sus tradiciones culturales. No son una simple minoría entre otras, sino que deben convertirse en los principales interlocutores, sobre todo a la hora de avanzar en grandes proyectos que afecten a sus espacios. Para ellos, la tierra no es un bien económico, sino don de Dios y de los antepasados que descansan en ella, un espacio sagrado con el cual necesitan interactuar para sostener su identidad y sus valores. Cuando permanecen en sus territorios, son precisamente ellos quienes mejor los cuidan. Sin embargo, en diversas partes del mundo, son objeto de presiones para que abandonen sus tierras a fin de dejarlas libres para proyectos extractivos y agropecuarios que no prestan atención a la degradación de la naturaleza y de la cultura.
III. Ecología de la vida cotidiana Mejora integral en la vida humana
147. Para que pueda hablarse de un auténtico desarrollo, habrá que asegurar que se produzca una mejora integral en la calidad de vida humana, y esto implica analizar el espacio donde transcurre la existencia de las personas. Los escenarios que nos rodean influyen en nuestro modo de ver la vida, de sentir y de actuar. A la vez, en nuestra habitación, en nuestra casa, en nuestro lugar de trabajo y en nuestro barrio, usamos el ambiente para expresar nuestra identidad. Nos esforzamos para adaptarnos al medio y, cuando un ambiente es desordenado, caótico o cargado de contaminación visual y acústica, el exceso de estímulos nos desafía a intentar configurar una identidad integrada y feliz.
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148. Es admirable la creatividad y la generosidad de personas y grupos que son capaces de revertir los límites del ambiente, modificando los efectos adversos de los condicionamientos y aprendiendo a orientar su vida en medio del desorden y la precariedad. Por ejemplo, en algunos lugares, donde las fachadas de los edificios están muy deterioradas, hay personas que cuidan con mucha dignidad el interior de sus viviendas, o se sienten cómodas por la cordialidad y la amistad de la gente. La vida social positiva y benéfica de los habitantes derrama luz sobre un ambiente aparentemente desfavorable. A veces es encomiable la ecología humana que pueden desarrollar los pobres en medio de tantas limitaciones. La sensación de asfixia producida por la aglomeración en residencias y espacios con alta densidad poblacional se contrarresta si se desarrollan relaciones humanas cercanas y cálidas, si se crean comunidades, si los límites del ambiente se compensan en el interior de cada persona, que se siente contenida por una red de comunión y de pertenencia. De ese modo, cualquier lugar deja de ser un infierno y se convierte en el contexto de una vida digna.
Generosidad al servicio del bien común
149. También es cierto que la carencia extrema que se vive en algunos ambientes que no poseen armonía, amplitud y posibilidades de integración facilita la aparición de comportamientos inhumanos y la manipulación de las personas por parte de organizaciones criminales. Para los habitantes de barrios muy precarios, el paso cotidiano del hacinamiento al anonimato social que se vive en las grandes ciudades puede provocar una sensación de desarraigo que favorece las conductas antisociales y la violencia. Sin embargo, quiero insistir en que el amor puede más. Muchas personas en estas condiciones son capaces de tejer lazos de pertenencia y de convivencia que convierten el hacinamiento en una experiencia comunitaria donde se rompen las paredes del yo y se superan las barreras del egoísmo. Esta experiencia de salvación comunitaria es lo que suele provocar reacciones creativas para mejorar un edificio o un barrio 117.
Amor como fuente de vida y energía renovable
150. Dada la interrelación entre el espacio y la conducta humana, quienes diseñan edificios, barrios, espacios públicos y ciudades necesitan del aporte de diversas disciplinas que permitan entender los procesos, el simbolismo y los comportamientos de las personas. No basta la búsqueda de la belleza en el diseño, porque más valioso todavía es el servicio a otra belleza: la calidad de vida de las personas, su adaptación al ambiente, el encuentro y la ayuda mutua. También por eso es tan importante que las perspectivas de los pobladores siempre completen el análisis del planeamiento urbano.
Urbanismo sostenible
Algunos autores han mostrado los valores que suelen vivirse, por ejemplo, en las «villas», chabolas o favelas de América Latina: cf. Juan Carlos Scannone, S.J., «La irrupción del pobre y la lógica de la gratuidad», en Juan Carlos Scannone y Marcelo Perine (eds.), Irrupción del pobre y quehacer filosófico. Hacia una nueva racionalidad, Buenos Aires 1993, 225-230. 117
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Arquitectura ecológica
151. Hace falta cuidar los lugares comunes, los marcos visuales y los hitos urbanos que acrecientan nuestro sentido de pertenencia, nuestra sensación de arraigo, nuestro sentimiento de «estar en casa» dentro de la ciudad que nos contiene y nos une. Es importante que las diferentes partes de una ciudad estén bien integradas y que los habitantes puedan tener una visión de conjunto, en lugar de encerrarse en un barrio privándose de vivir la ciudad entera como un espacio propio compartido con los demás. Toda intervención en el paisaje urbano o rural debería considerar cómo los distintos elementos del lugar conforman un todo que es percibido por los habitantes como un cuadro coherente con su riqueza de significados. Así los otros dejan de ser extraños, y se los puede sentir como parte de un «nosotros» que construimos juntos. Por esta misma razón, tanto en el ambiente urbano como en el rural, conviene preservar algunos lugares donde se eviten intervenciones humanas que los modifiquen constantemente.
Nadie sin hogar
152. La falta de viviendas es grave en muchas partes del mundo, tanto en las zonas rurales como en las grandes ciudades, porque los presupuestos estatales solo suelen cubrir una pequeña parte de la demanda. No solo los pobres, sino una gran parte de la sociedad sufre serias dificultades para acceder a una vivienda propia. La posesión de una vivienda tiene mucho que ver con la dignidad de las personas y con el desarrollo de las familias. Es una cuestión central de la ecología humana. Si en un lugar ya se han desarrollado conglomerados caóticos de casas precarias, se trata sobre todo de urbanizar esos barrios, no de erradicar y expulsar. Cuando los pobres viven en suburbios contaminados o en conglomerados peligrosos, «en el caso que se deba proceder a su traslado, y para no añadir más sufrimiento al que ya padecen, es necesario proporcionar una información adecuada y previa, ofrecer alternativas de alojamientos dignos e implicar directamente a los interesados» 118. Al mismo tiempo, la creatividad debería llevar a integrar los barrios precarios en una ciudad acogedora: «¡Qué hermosas son las ciudades que superan la desconfianza enfermiza e integran a los diferentes, y que hacen de esa integración un nuevo factor de desarrollo! ¡Qué lindas son las ciudades que, aun en su diseño arquitectónico, están llenas de espacios que conectan, relacionan, favorecen el reconocimiento del otro!» 119.
El uso de lo público
153. La calidad de vida en las ciudades tiene mucho que ver con el transporte, que suele ser causa de grandes sufrimientos para los habitantes. En las ciudades circulan muchos automóviles utilizados por una o dos personas, con lo cual el tránsito se hace complicado, el nivel de contaminación es alto, se consumen cantidades enormes de energía no renovable y se vuelve necesaria la construcción de más autopistas y lugares de estacionamiento que perjudican la trama urbana. Muchos especialistas coinciden en la necesidad de priorizar el transporte público. Consejo Pontificio Justicia y Paz, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 482. Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 210: AAS 105 (2013), 1107.
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Pero algunas medidas necesarias difícilmente serán pacíficamente aceptadas por la sociedad sin una mejora sustancial de ese transporte, que en muchas ciudades significa un trato indigno a las personas debido a la aglomeración, a la incomodidad o a la baja frecuencia de los servicios y a la inseguridad. 154. El reconocimiento de la dignidad peculiar del ser humano muchas veces contrasta con la vida caótica que deben llevar las personas en nuestras ciudades. Pero esto no debería hacer perder de vista el estado de abandono y olvido que sufren también algunos habitantes de zonas rurales, donde no llegan los servicios esenciales, y hay trabajadores reducidos a situaciones de esclavitud, sin derechos ni expectativas de una vida más digna.
Son personas, son derechos
155. La ecología humana implica también algo muy hondo: la necesaria relación de la vida del ser humano con la ley moral escrita en su propia naturaleza, necesaria para poder crear un ambiente más digno. Decía Benedicto XVI que existe una «ecología del hombre» porque «también el hombre posee una naturaleza que él debe respetar y que no puede manipular a su antojo» 120. En esta línea, cabe reconocer que nuestro propio cuerpo nos sitúa en una relación directa con el ambiente y con los demás seres vivientes. La aceptación del propio cuerpo como don de Dios es necesaria para acoger y aceptar el mundo entero como regalo del Padre y casa común, mientras una lógica de dominio sobre el propio cuerpo se transforma en una lógica a veces sutil de dominio sobre la creación. Aprender a recibir el propio cuerpo, a cuidarlo y a respetar sus significados, es esencial para una verdadera ecología humana. También la valoración del propio cuerpo en su femineidad o masculinidad es necesaria para reconocerse a sí mismo en el encuentro con el diferente. De este modo es posible aceptar gozosamente el don específico del otro o de la otra, obra del Dios creador, y enriquecerse recíprocamente. Por lo tanto, no es sana una actitud que pretenda «cancelar la diferencia sexual porque ya no sabe confrontarse con la misma» 121.
Verdadera ecología humana, liberadora e integral
IV. El principio del bien común 156. La ecología humana es inseparable de la noción de bien común, un principio que cumple un rol central y unificador en la ética social. Es «el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección» 122.
Alcanzar metas comunes
Discurso al Deutscher Bundestag, Berlín (22 septiembre 2011): AAS 103 (2011), 668. 121 Catequesis (15 abril 2015): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (17 abril 2015), p. 2. 122 Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, 26. 120
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Bien común y justicia distributiva
157. El bien común presupone el respeto a la persona humana en cuanto tal, con derechos básicos e inalienables ordenados a su desarrollo integral. También reclama el bienestar social y el desarrollo de los diversos grupos intermedios, aplicando el principio de la subsidiariedad. Entre ellos destaca especialmente la familia, como la célula básica de la sociedad. Finalmente, el bien común requiere la paz social, es decir, la estabilidad y seguridad de un cierto orden, que no se produce sin una atención particular a la justicia distributiva, cuya violación siempre genera violencia. Toda la sociedad –y en ella, de manera especial el Estado– tiene la obligación de defender y promover el bien común.
Tanto tienes, tanto vales
158. En las condiciones actuales de la sociedad mundial, donde hay tantas inequidades y cada vez son más las personas descartables, privadas de derechos humanos básicos, el principio del bien común se convierte inmediatamente, como lógica e ineludible consecuencia, en un llamado a la solidaridad y en una opción preferencial por los más pobres. Esta opción implica sacar las consecuencias del destino común de los bienes de la tierra, pero, como he intentado expresar en la Exhortación apostólica Evangelii gaudium 123, exige contemplar ante todo la inmensa dignidad del pobre a la luz de las más hondas convicciones creyentes. Basta mirar la realidad para entender que esta opción hoy es una exigencia ética fundamental para la realización efectiva del bien común.
V. Justicia entre las generaciones La lógica del don
159. La noción de bien común incorpora también a las generaciones futuras. Las crisis económicas internacionales han mostrado con crudeza los efectos dañinos que trae aparejado el desconocimiento de un destino común, del cual no pueden ser excluidos quienes vienen detrás de nosotros. Ya no puede hablarse de desarrollo sostenible sin una solidaridad intergeneracional. Cuando pensamos en la situación en que se deja el planeta a las generaciones futuras, entramos en otra lógica, la del don gratuito que recibimos y comunicamos. Si la tierra nos es donada, ya no podemos pensar solo desde un criterio utilitarista de eficiencia y productividad para el beneficio individual. No estamos hablando de una actitud opcional, sino de una cuestión básica de justicia, ya que la tierra que recibimos pertenece también a los que vendrán. Los Obispos de Portugal han exhortado a asumir este deber de justicia: «El ambiente se sitúa en la lógica de la recepción. Es un préstamo que cada generación recibe y debe transmitir a la generación siguiente» 124. Una ecología integral posee esa mirada amplia.
Cf. n. 186-201: AAS 105 (2013), 1098-1105. Conferencia Episcopal Portuguesa, Carta pastoral Responsabilidade solidária pelo bem comum (15 septiembre 2003), 20.
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160. ¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo? Esta pregunta no afecta solo al ambiente de manera aislada, porque no se puede plantear la cuestión de modo fragmentario. Cuando nos interrogamos por el mundo que queremos dejar, entendemos sobre todo su orientación general, su sentido, sus valores. Si no está latiendo esta pregunta de fondo, no creo que nuestras preocupaciones ecológicas puedan lograr efectos importantes. Pero si esta pregunta se plantea con valentía, nos lleva inexorablemente a otros cuestionamientos muy directos: ¿Para qué pasamos por este mundo?, ¿para qué vinimos a esta vida?, ¿para qué trabajamos y luchamos?, ¿para qué nos necesita esta tierra? Por eso, ya no basta decir que debemos preocuparnos por las futuras generaciones. Se requiere advertir que lo que está en juego es nuestra propia dignidad. Somos nosotros los primeros interesados en dejar un planeta habitable para la humanidad que nos sucederá. Es un drama para nosotros mismos, porque esto pone en crisis el sentido del propio paso por esta tierra.
Mi mundo, tu mundo, nuestro mundo
161. Las predicciones catastróficas ya no pueden ser miradas con desprecio e ironía. A las próximas generaciones podríamos dejarles demasiados escombros, desiertos y suciedad. El ritmo de consumo, de desperdicio y de alteración del medio ambiente ha superado las posibilidades del planeta, de tal manera que el estilo de vida actual, por ser insostenible, solo puede terminar en catástrofes, como de hecho ya está ocurriendo periódicamente en diversas regiones. La atenuación de los efectos del actual desequilibrio depende de lo que hagamos ahora mismo, sobre todo si pensamos en la responsabilidad que nos atribuirán los que deberán soportar las peores consecuencias.
No es una predicción, es una realidad
162. La dificultad para tomar en serio este desafío tiene que ver con un deterioro ético y cultural, que acompaña al deterioro ecológico. El hombre y la mujer del mundo posmoderno corren el riesgo permanente de volverse profundamente individualistas, y muchos problemas sociales se relacionan con el inmediatismo egoísta actual, con las crisis de los lazos familiares y sociales, con las dificultades para el reconocimiento del otro. Muchas veces hay un consumo inmediatista y excesivo de los padres que afecta a los propios hijos, quienes tienen cada vez más dificultades para adquirir una casa propia y fundar una familia. Además, nuestra incapacidad para pensar seriamente en las futuras generaciones está ligada a nuestra incapacidad para ampliar los intereses actuales y pensar en quienes quedan excluidos del desarrollo. No imaginemos solamente a los pobres del futuro, basta que recordemos a los pobres de hoy, que tienen pocos años de vida en esta tierra y no pueden seguir esperando. Por eso, «además de la leal solidaridad intergeneracional, se ha de reiterar la urgente necesidad moral de una renovada solidaridad intrageneracional» 125.
Los pobres del futuro y del presente
Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2010, 8: AAS 102 (2010), 45.
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PROPUESTAS DE TRABAJO DE UN VISTAZO
Ecología integral Ecología humana, ambiental económica social y cultural
Ecología ambiental, económica y social Ecología cultural
El principio del bien común
Justicia entre las generaciones
Ecología de la vida cotidiana • Ecología integral como nuevo paradigma de justicia. • Ecología que coloque al ser humano en este mundo y sus relaciones con la realidad que lo rodea. • Todo está relacionado.
• Compleja crisis socio ambiental. • Personas descartables. • Privación de derechos básicos. • Opción preferencial por los más pobres.
La ecología integral implica también la vida cotidiana, en particular en el ambiente urbano. SER HUMANO: es admirable la creatividad y la generosidad de personas y grupos que son capaces de revertir los límites del ambiente, aprendiendo a orientar su vida en medio del desorden y la precariedad. Objetivo: Pensar en todos los aspectos de la ecología integral, incorporando las dimensiones humanas y sociales”. Puntos • Ecología ambiental, económica y social: Relación naturaleza y sociedad (138-142). • Ecología cultural: estilos de vida en comunión con la naturaleza (143-146). • Ecología de la vida cotidiana: creatividad y bondad de las relaciones humanas. Sentido de pertenencia y arraigo. Contaminación urbana, descuido rural. La naturaleza del propio ser humano y de su cuerpo (147-155).
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• El principio del bien común: Persona, familia, paz social, opción preferencial por los pobres (156-158). • Justicia entre las generaciones: don y solidaridad intergeneracional. Los que vendrán y el sentido de nuestra vida. Catástrofes, deterioro ético y cultural unidos al deterioro ecológico (159-162). Claves • Existe una relación esencial entre naturaleza y sociedad. El cuidado del medio ambiente es multidimensional, se ve afectado por la dinámica económica de la sociedad y tiene consecuencias sobre lo humano. Es un reto la ecología cultural, no permitir que la dinámica económica acabe con la singularidad de lo humano. • La vida cotidiana es el espacio propio de lo humano para avanzar en la ecología integral. Es necesario un sentido de lo urbano, de la casa, de la tierra, del consumo, que genere calidad de vida real a todas las personas. • No hay ecología sin bien común, ha de ser el centro de interés de toda sociedad. El bien común es la respuesta al dolor y a la desigualdad injusta, a la defensa de los pobres. El mismo sentido de lo común y de la vida interpela sobre el mundo que hemos de dejar a los que vendrán tras nosotros. TRABAJO PERSONAL Leo personalmente y con atención el texto. Lo aplico siempre a la realidad que vivo personalmente y también como comunidad (familia, parroquia, grupo). Subrayo las ideas que me resultan sugerentes para mi propia vida. Al final elijo tres frases subrayadas: están en los números: _____ _____ _____.
Pongo un signo de interrogación en las frases que me cuestionan, que no sé cómo llevarlas a la práctica... Al final elijo tres. Están en los números: _____ _____ _____. Saco conclusiones y aplicaciones para mi propia vida.
1. 2. 3. ENCUENTRO EN GRUPO Y TRABAJO COMPARTIDO ¿Cómo vivimos? Compartimos en grupo nuestro trabajo personal. Profundizamos y concretamos: – Hablamos de ecología ambiental, económica y social, cultural (138-146): ¿qué ideas de fondo están tras cada una de estas calificaciones? ¿Qué relación descubres entre ellas?
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– Nos habla el Papa de la ecología de la vida cotidiana (147-155), es decir, de lo que está en nuestro día a día: nos habla de lugares comunes y de arraigo, de acogida y pluralidad, de integración, hasta del cuidado y respeto a nuestro propio cuerpo ¿Qué aspectos de lo que se habla en la ecología de la vida cotidiana veo que tienen que ver directamente con nosotros? – ¿Quiénes deben velar por el bien común en nuestra sociedad actualmente? ¿hemos pensado y sentido alguna vez la realidad de vida y mundo que vamos a dejarle a las próximas generaciones? ¿Qué sentimos al pensarlo? (156-162). VISUALIZACIÓN E INTERIORIZACIÓN. LA VIDA Identidad, pueblo y mundo – Sentido de pertenencia y arraigo: Hagamos silencio y dibujemos nuestra identidad, lo que somos, nuestras raíces, nuestras relaciones, nuestros quehaceres; qué nos hace salir del anonimato y nos da verdadera identidad como persona, familia, pueblo, región… ¿Qué hemos ganado y qué hemos perdido de cara a nuestra identidad y arraigo con el progreso? – Completa esta frase: “no me importaría vivir con menos de lo que tengo y tener… o ser… o hacer…”. – Señalemos gestos y acciones que se dan en nuestra sociedad a favor del bien común y de los más pobres ¿Qué estructuras, leyes y mediaciones son nacidas del bien común y el deseo de la igualdad, públicas… cuáles favorecen la ecología integral y humana? ¿Se podrían universalizar? – ¿Qué mundo y sociedad nos gustaría dejarles a nuestros nietos y a sus descendientes? LECTURA CREYENTE Y ORACIÓN La Palabra Para los cristianos, herederos del pensamiento judío, no hay cosmología sin antropología. El mundo adquiere lenguaje y sentido en el ser humano y el ser humano no se entiende sin el mundo. Hay una relación de bondad de origen y de destino último, Dios es el fundamento y el hombre como imagen suya tiene la responsabilidad de cuidar y animar la creación, desde el amor y la complementariedad. Por eso no hay ecología de la creación que no sea humana, y no hay ecología humana integral sin la creación. Se trata de una relación de armonía y de amor, de proceso y progreso en el camino hacia la plenitud consumada. No hay dimensión humana, natural, social que no tenga que ver con la salvación, y el ser humano con su vocación de bien común está llamado a quererlo y animarlo.
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Salmo 8 “¡Oh Yahvé, Señor nuestro, qué glorioso tu nombre por toda la tierra! Tú que exaltaste tu majestad sobre los cielos, en boca de los niños, los que aún maman, dispones baluarte frente a tus adversarios, para acabar con enemigos y rebeldes. Al ver tu cielo, hechura de tus dedos, la luna y las estrellas, que fijaste tú, ¿qué es el hombre para que de él te acuerdes, el hijo de Adán para que de él te cuides? Apenas inferior a un dios le hiciste, coronándole de gloria y de esplendor; le hiciste señor de las obras de tus manos, todo fue puesto por ti bajo sus pies: ovejas y bueyes, todos juntos, y aun las bestias del campo, y las aves del cielo, y los peces del mar, que surcan las sendas de las aguas. ¡Oh Yahvé, Señor nuestro, qué glorioso tu nombre por toda la tierra!” Lectura creyente Nos adentramos creyentemente en el salmo de la creación y de lo humano de la mano de Jesús Pérez Mayo, director regional de Cáritas en la provincia eclesiástica de Mérida-Badajoz y copartícipe de los informes Foessa sobre la pobreza en España. Él nos ayuda a proclamar la grandeza de la creación y el valor sagrado de la imagen de Dios en cada persona, dignidad que ha de ser reconocida por todos en todos los lugares del mundo para que haya verdadera justicia y paz. Este texto ha sido, en mi opinión, malinterpretado a lo largo de la historia. Dios nos da la creación como regalo y nos hemos sentido reyes indiscutibles con pleno dominio sobre ella. Así, en los últimos siglos el paradigma dominante ha sido crecer, crecer por encima de todo, crecer sin tener en cuenta sus consecuencias. Lo importante ha sido y es producir cada vez más para progresivamente consumir más porque se considera que tener más equivale siempre a estar mejor. Sin duda si quien no tiene nada pasa a tener alguna necesidad cubierta estará mejor, pero ¿el crecimiento económico siempre es necesario y cuanto más mejor? Si ampliamos la mirada a toda la creación de manera integral, ¿podemos seguir afirmando que un mayor crecimiento equivale a un mayor desarrollo? ¿No prestar atención a los efectos que este proceso está provocando sobre el medio ambiente y los recursos?
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Si el cuidado de la creación nos lleva a que todos no podemos crecer al mismo ritmo, ¿estamos dispuestos a aceptar que otros crezcan más que nosotros o, incluso, que sean los únicos que crezcan? O, por el contrario, ¿les condenamos a perpetuar su situación actual porque el cambio climático no les permite crecer? ¿Existen diferentes grados de señorío de las obras de Sus manos en la familia humana? Todo cambia si introducimos la noción de justicia del Evangelio porque, entonces, buscaremos justicia para aquellos que tienen derecho a los bienes y derechos que otros disfrutamos ahora, justicia para aquellos que deben salir de sus países buscando acceder a mayores y mejores oportunidades, justicia para las generaciones futuras que merecen una casa común en las mismas condiciones en que nosotros la recibimos, al menos, justicia, en definitiva, para participar de manera equitativa en los frutos del proceso económico. Sin embargo, me pregunto si, como comunidad y como personas, somos conscientes y aceptamos ese proceso de conversión. ¿Aceptamos el cambio de conducta que esta consideración implica? ¿Estamos dispuestos a dar el paso que este cambio conlleva? ¿Y a transmitir, incidir y actuar en este sentido? ¿Seguimos pensando y apoyando que es necesario crecer para repartir? Esta última pregunta es clave porque, a pesar de todo lo anterior, seguimos a veces pensando que dicha idea es inmutable. Incluso de buena fe estamos convencidos que cuanto más mejor, porque así podremos repartir más. Sin embargo, la creación nos interpela. No podemos seguir haciendo lo mismo de siempre. Seguramente la tecnología llevará a sistemas más eficientes, pero el impacto sobre el medio ambiente es innegable y difícil de eliminar, si no imposible. Permitidme que termine esta breve lectura creyente con una imagen tomada del Evangelio. Recordad la parábola de Lázaro y Epulón donde Lázaro se sienta bajo la mesa de Epulón y come las migas que caen de la mesa. La solución que hemos planteado –y seguimos haciendo– como sociedad es verter más comida en la mesa para que caigan más y mayores migas. Pero… ¿no deberíamos sentar a Lázaro en la mesa en lugar de mantenerlo debajo? ¿No sería eso incluir a los excluidos? ¿No tienen derecho a participar en la mesa y el pan como personas con igual dignidad? ¿Estamos dispuestos y convencidos a cambiar el paradigma dominante y luchar por un reparto más justo de los beneficios de la producción humana cuidando al mismo tiempo la casa común? Orar desde la vida María Guerrero González y Francisco Zamora Polo, desde la docencia y la empresa, oran ante su hijo pequeño. Muestran su deseo de un mundo lleno de fraternidad intergeneracional. Se dirigen al Padre con la confianza de que otro mundo es posible. Nosotros nos unimos a su oración de amor y esperanza, mirando a todos los pequeños de la tierra.
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Cuando escribimos estas líneas son las 10 de la noche de un viernes del mes de febrero de 2019. Nuestro hijo Francisco, que pronto cumplirá diecisiete meses, se acaba de dormir. Termina de esta forma una semana laboral, y lo hacemos con una mezcla de cansancio, provocado por intentar conciliar nuestra vida profesional con la ilusión de ser padres primerizos, y el agradecimiento por contemplar cómo la vida irrumpe en medio de nosotros y en medio de la debilidad comienza a mostrar su propia alteridad. Podemos decir que es un momento bueno para poder contemplar, en silencio ahora inusitado en nuestras vidas, la vida de nuestro hijo. Agradecemos al Señor esta experiencia de descentramiento. Agradecemos de igual modo el entorno vital en el que desarrolla su vida, la escuela Infantil donde se forma, la sanidad pública que lo cuida, la familia extendida (abuelos, tíos) que lo adoran, los amigos que nos quieren y cuidan. Tomamos conciencia también de cuántos niños a día de hoy no cuentan con un entorno adecuado donde poder desarrollar su existencia, aquellos que mueren por enfermedades que no suelen revestir gravedad en los países desarrollados, los que no tienen un hogar o no tienen acceso al agua y al saneamiento, aquellos cuyo entorno social no les es propicio. Durante esta semana hemos estado orando, con el resto de la Iglesia con el relato del Génesis. En este relato metafórico, contemplamos un Dios que crea un mundo que tiene recursos para todos, que nos lo ofrece a los seres humanos para cuidarlo y disponer de él para nuestro desarrollo, y en el que también aparece el pecado. En ocasiones nos asustan algunas dinámicas o estructuras de pecado que vemos en nuestro mundo, y nos hacen cuestionarnos por el mundo que le dejaremos en herencia a Francisco y a las futuras generaciones. Vemos con temor la preponderancia del capital, la desigualdad creciente entre los seres humanos, la aparición de la inteligencia artificial que puede excluir aún más a muchos que no podrán aportar nada al mercado. Sin embargo, creemos que el pecado y la cruz no tienen la última palabra, seguimos pensando que estamos llamados a un horizonte vital que nos lleva a la resurrección. Por ello, en el día de hoy queremos manifestar nuestro compromiso para trabajar desde nuestros espacios profesionales, desde nuestros compromisos ciudadanos, por una sociedad más justa y ecológica, que tenga en cuenta a tantos excluidos como hoy existen y que piense también en la herencia que la dejaremos a nuestros descendientes. Queremos comprometernos en dedicar tiempo y recursos a educar a nuestro hijo, en competencias que lo hagan compasivo, justo, sensible a tantas necesidades como hay en nuestro mundo. Somos conscientes de que todo lo que queremos no está en nuestras manos, por ello también nos ponemos en manos de Dios para que vaya transformando
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nuestro corazón en un corazón más semejante al suyo, que nuestros sentimientos cada vez sean más parecidos a los suyos, porque en el fondo sabemos que las transformaciones de nuestro mundo vendrán, ya vienen, por la acción de su Espíritu entre nosotros. Nuestro compromiso Convertimos en acción lo que hemos visto y descubierto: • Hacemos un momento de silencio para dejar que reposen en nosotros todas las ideas, sentimientos, emociones… que han provocado los textos compartidos. • Recordamos las frases o ideas que nos han impactado o algún comentario que me ha llamado la atención. • Nos preguntamos qué podríamos hacer para abordar estas cuestiones en los espacios en los que nos movemos. • Podemos terminar rezando juntos. ¿Cómo podemos vivir? Concretamos líneas de acción. ¿Qué podemos hacer? • Personalmente • En comunidad Oración final “Padre de la tierra, de la vida y la humanidad, nadie hay tan grande como tú y nadie tan regalado y querido como el ser humano y la creación. Ayúdanos a entrar en tu amor y en tu comunión, descúbrenos la fuente de una ecología integral, salvadora y liberadora. Queremos caminar contigo hacia la plenitud de tu reino, con todas las criaturas, y con todos los hermanos. Ayúdanos para concienciarnos de la necesidad de trabajar por dejarles un mundo sano y salvo a los que nos sucederán y completarán la historia de tu salvación.”
OTROS RECURSOS Canción Puedes escuchar la canción de Maná, ¿Dónde jugaran los niños? en el siguiente enlace o escaneando la imagen del código que aparece en el margen. www.e-sm.net/194412-07
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¿Dónde jugaran los niños? Cuenta el abuelo que de niño él jugó entre árboles y risas y alcatraces de color. Recuerda un río transparente sin olores donde abundaban peces. No sufrían ni un dolor. Cuenta el abuelo de un cielo muy azul en donde voló papelotes que él mismo construyó. El tiempo pasó y nuestro viejo ya murió. Y hoy me pregunté después de tanta destrucción. ¿Dónde diablos jugarán los pobres niños? ¡Ay ay ay! ¿en dónde jugarán? Se está quemando el mundo. Ya no hay lugar. La tierra está a punto de partirse en dos. El cielo ya se ha roto ya se ha roto el llanto gris. La mar vomita ríos de aceite sin cesar. Y hoy me pregunté después de tanta destrucción. Con esta canción Maná pretende concienciarnos sobre la situación de peligro que vive la tierra, ante los efectos de la globalización económica; la extinción de los recursos energéticos, la contaminación del agua, la destrucción de los bosques y mares, la emisión de gases contaminantes a la atmosfera y el consiguiente incremento del cambio climático reflejado en el deshielo de los polos y como no podía ser de otra manera mientras el norte contamina la sur paga la factura. – ¿A qué te invita esta canción? ¿Podías concretar esa invitación en un gesto, reflexión, actividad…? – ¿Percibes en tu entorno esta situación de desigualdad entre todos los tipos de ecología?, ¿qué han de aportar a las personas y a la sociedad? – El papa Francisco dice que la ecología Integral es un acercamiento que une los problemas ambientales con los económicos y sociales, ¿cómo ves esta conexión? – La canción también nos habla de una visión consumista de los seres humanos y dice que los ritmos de consumo, de desperdicio y de alteración del ambiente, han superado las posibilidades del planeta de manera tal que el estilo de vida actual solo puede terminar en una catástrofe. ¿Cómo contribuye nuestro estilo de vida a esta situación?
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Video Vemos el video de “Cinco Panes” del capítulo IV de la encíclica. www.e-sm.net/194412-08 Formulamos las siguientes preguntas a las que podemos ir dando respuesta: – ¿Cómo crees que están relacionados el destino universal de los bienes del mundo, que son de todos, y la evangélica opción preferencial por los pobres? – El papa Francisco afirma que “la solidaridad entre las generaciones no es opcional, es más bien una cuestión esencial de justicia” ¿Qué se debe hacer para garantizar un mejor futuro a las generaciones que vendrán? – ¿Cuáles son las riquezas culturales e históricas de nuestra sociedad? – ¿Qué clase de mundo estamos dejando para nuestros hijos e hijas?
NOTAS
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ALGUNAS LÍNEAS DE ORIENTACIÓN Y ACCIÓN
Capítulo quinto
163. He intentado analizar la situación actual de la humanidad, tanto en las grietas que se observan en el planeta que habitamos, como en las causas más profundamente humanas de la degradación ambiental. Si bien esa contemplación de la realidad en sí misma ya nos indica la necesidad de un cambio de rumbo y nos sugiere algunas acciones, intentemos ahora delinear grandes caminos de diálogo que nos ayuden a salir de la espiral de autodestrucción en la que nos estamos sumergiendo.
Es hora de cambiar el rumbo
I. Diálogo sobre el medio ambiente en la política internacional 164. Desde mediados del siglo pasado, y superando muchas dificultades, se ha ido afirmando la tendencia a concebir el planeta como patria y la humanidad como pueblo que habita una casa de todos. Un mundo interdependiente no significa únicamente entender que las consecuencias perjudiciales de los estilos de vida, producción y consumo afectan a todos, sino principalmente procurar que las soluciones se propongan desde una perspectiva global y no solo en defensa de los intereses de algunos países. La interdependencia nos obliga a pensar en un solo mundo, en un proyecto común. Pero la misma inteligencia que se utilizó para un enorme desarrollo tecnológico no logra encontrar formas eficientes de gestión internacional en orden a resolver las graves dificultades ambientales y sociales. Para afrontar los problemas de fondo, que no pueden ser resueltos por acciones de países aislados, es indispensable un consenso mundial que lleve, por ejemplo, a programar una agricultura sostenible y diversificada, a desarrollar formas renovables y poco contaminantes de energía, a fomentar una mayor eficiencia energética, a promover una gestión más adecuada de los recursos forestales y marinos, a asegurar a todos el acceso al agua potable.
Un proyecto común
165. Sabemos que la tecnología basada en combustibles fósiles muy contaminantes –sobre todo el carbón, pero aun el petróleo y, en menor medida, el gas– necesita ser reemplazada progresivamente y sin demora. Mientras no haya un amplio desarrollo de energías renovables, que debería estar ya en marcha, es legítimo optar por lo menos malo o acudir a soluciones transitorias. Sin embargo, en la comunidad internacional no se logran acuerdos suficientes sobre la responsabilidad de quienes deben soportar los costos de la transición energética. En las últimas décadas, las cuestiones ambientales han generado un gran debate público que ha hecho crecer en la sociedad civil espacios de mucho com-
Decrecer para crecer
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promiso y de entrega generosa. La política y la empresa reaccionan con lentitud, lejos de estar a la altura de los desafíos mundiales. En este sentido se puede decir que, mientras la humanidad del período postindustrial quizás sea recordada como una de las más irresponsables de la historia, es de esperar que la humanidad de comienzos del siglo xxi pueda ser recordada por haber asumido con generosidad sus graves responsabilidades.
Falta de decisión política
166. El movimiento ecológico mundial ha hecho ya un largo recorrido, enriquecido por el esfuerzo de muchas organizaciones de la sociedad civil. No sería posible aquí mencionarlas a todas ni recorrer la historia de sus aportes. Pero, gracias a tanta entrega, las cuestiones ambientales han estado cada vez más presentes en la agenda pública y se han convertido en una invitación constante a pensar a largo plazo. No obstante, las Cumbres mundiales sobre el ambiente de los últimos años no respondieron a las expectativas porque, por falta de decisión política, no alcanzaron acuerdos ambientales globales realmente significativos y eficaces.
La persona en el centro
167. Cabe destacar la Cumbre de la Tierra, celebrada en 1992 en Río de Janeiro. Allí se proclamó que «los seres humanos constituyen el centro de las preocupaciones relacionadas con el desarrollo sostenible» 126. Retomando contenidos de la Declaración de Estocolmo (1972), consagró la cooperación internacional para cuidar el ecosistema de toda la tierra, la obligación por parte de quien contamina de hacerse cargo económicamente de ello, el deber de evaluar el impacto ambiental de toda obra o proyecto. Propuso el objetivo de estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera para revertir el calentamiento global. También elaboró una agenda con un programa de acción y un convenio sobre diversidad biológica, declaró principios en materia forestal. Si bien aquella cumbre fue verdaderamente superadora y profética para su época, los acuerdos han tenido un bajo nivel de implementación porque no se establecieron adecuados mecanismos de control, de revisión periódica y de sanción de los incumplimientos. Los principios enunciados siguen reclamando caminos eficaces y ágiles de ejecución práctica.
Paraguas común
168. Como experiencias positivas se pueden mencionar, por ejemplo, el Convenio de Basilea sobre los desechos peligrosos, con un sistema de notificación, estándares y controles; también la Convención vinculante que regula el comercio internacional de especies amenazadas de fauna y flora silvestre, que incluye misiones de verificación del cumplimiento efectivo. Gracias a la Convención de Viena para la protección de la capa de ozono y a su implementación mediante el Protocolo de Montreal y sus enmiendas, el problema del adelgazamiento de esa capa parece haber entrado en una fase de solución.
Declaración de Río sobre el medio ambiente y el desarrollo (14 junio 1992), Principio 1. 126
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169. En el cuidado de la diversidad biológica y en lo relacionado con la desertificación, los avances han sido mucho menos significativos. En lo relacionado con el cambio climático, los avances son lamentablemente muy escasos. La reducción de gases de efecto invernadero requiere honestidad, valentía y responsabilidad, sobre todo de los países más poderosos y más contaminantes. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el desarrollo sostenible denominada Rio+20 (Río de Janeiro 2012) emitió una extensa e ineficaz Declaración final. Las negociaciones internacionales no pueden avanzar significativamente por las posiciones de los países que privilegian sus intereses nacionales sobre el bien común global. Quienes sufrirán las consecuencias que nosotros intentamos disimular recordarán esta falta de conciencia y de responsabilidad. Mientras se elaboraba esta encíclica, el debate ha adquirido una particular intensidad. Los creyentes no podemos dejar de pedirle a Dios por el avance positivo en las discusiones actuales, de manera que las generaciones futuras no sufran las consecuencias de imprudentes retardos.
Cuidado de la diversidad biológica y desertificación
170. Algunas de las estrategias de baja emisión de gases contaminantes buscan la internacionalización de los costos ambientales, con el peligro de imponer a los países de menores recursos pesados compromisos de reducción de emisiones comparables a los de los países más industrializados. La imposición de estas medidas perjudica a los países más necesitados de desarrollo. De este modo, se agrega una nueva injusticia envuelta en el ropaje del cuidado del ambiente. Como siempre, el hilo se corta por lo más débil. Dado que los efectos del cambio climático se harán sentir durante mucho tiempo, aun cuando ahora se tomen medidas estrictas, algunos países con escasos recursos necesitarán ayuda para adaptarse a efectos que ya se están produciendo y que afectan sus economías. Sigue siendo cierto que hay responsabilidades comunes pero diferenciadas, sencillamente porque, como han dicho los Obispos de Bolivia, «los países que se han beneficiado por un alto grado de industrialización, a costa de una enorme emisión de gases invernaderos, tienen mayor responsabilidad en aportar a la solución de los problemas que han causado» 127.
El precio de lo intangible
171. La estrategia de compraventa de «bonos de carbono» puede dar lugar a una nueva forma de especulación, y no servir para reducir la emisión global de gases contaminantes. Este sistema parece ser una solución rápida y fácil, con la apariencia de cierto compromiso con el medio ambiente, pero que de ninguna manera implica un cambio radical a la altura de las circunstancias. Más bien puede convertirse en un recurso diversivo que permita sostener el sobreconsumo de algunos países y sectores.
Se compra y se vende contaminación
Conferencia Episcopal Boliviana, Carta pastoral sobre medio ambiente y desarrollo humano en Bolivia El universo, don de Dios para la vida (2012), 86. 127
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Verdadero desarrollo sostenible
172. Los países pobres necesitan tener como prioridad la erradicación de la miseria y el desarrollo social de sus habitantes, aunque deban analizar el nivel escandaloso de consumo de algunos sectores privilegiados de su población y controlar mejor la corrupción. También es verdad que deben desarrollar formas menos contaminantes de producción de energía, pero para ello requieren contar con la ayuda de los países que han crecido mucho a costa de la contaminación actual del planeta. El aprovechamiento directo de la abundante energía solar requiere que se establezcan mecanismos y subsidios de modo que los países en desarrollo puedan acceder a transferencia de tecnologías, asistencia técnica y recursos financieros, pero siempre prestando atención a las condiciones concretas, ya que «no siempre es adecuadamente evaluada la compatibilidad de los sistemas con el contexto para el cual fueron diseñados» 128. Los costos serían bajos si se los compara con los riesgos del cambio climático. De todos modos, es ante todo una decisión ética, fundada en la solidaridad de todos los pueblos.
Acuerdos que se cumplan
173. Urgen acuerdos internacionales que se cumplan, dada la fragilidad de las instancias locales para intervenir de modo eficaz. Las relaciones entre Estados deben resguardar la soberanía de cada uno, pero también establecer caminos consensuados para evitar catástrofes locales que terminarían afectando a todos. Hacen falta marcos regulatorios globales que impongan obligaciones y que impidan acciones intolerables, como el hecho de que países poderosos expulsen a otros países residuos e industrias altamente contaminantes.
Basuras en los océanos
174. Mencionemos también el sistema de gobernanza de los océanos. Pues, si bien hubo diversas convenciones internacionales y regionales, la fragmentación y la ausencia de severos mecanismos de reglamentación, control y sanción terminan minando todos los esfuerzos. El creciente problema de los residuos marinos y la protección de las áreas marinas más allá de las fronteras nacionales continúa planteando un desafío especial. En definitiva, necesitamos un acuerdo sobre los regímenes de gobernanza para toda la gama de los llamados «bienes comunes globales».
Respuestas globales para problemas globales
175. La misma lógica que dificulta tomar decisiones drásticas para invertir la tendencia al calentamiento global es la que no permite cumplir con el objetivo de erradicar la pobreza. Necesitamos una reacción global más responsable, que implica encarar al mismo tiempo la reducción de la contaminación y el desarrollo de los países y regiones pobres. El siglo xxi, mientras mantiene un sistema de gobernanza propio de épocas pasadas, es escenario de un debilitamiento de poder de los Estados nacionales, sobre todo porque la dimensión económico-financiera, de características transnacionales, tiende a predominar sobre la política. En este contexto, se vuelve indispensable la maduración de instituciones internacionales
Consejo Pontificio Justicia y Paz, Energía, justicia y paz, IV, 1, Ciudad del Vaticano 2013, 57.
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más fuertes y eficazmente organizadas, con autoridades designadas equitativamente por acuerdo entre los gobiernos nacionales, y dotadas de poder para sancionar. Como afirmaba Benedicto XVI en la línea ya desarrollada por la doctrina social de la Iglesia, «para gobernar la economía mundial, para sanear las economías afectadas por la crisis, para prevenir su empeoramiento y mayores desequilibrios consiguientes, para lograr un oportuno desarme integral, la seguridad alimenticia y la paz, para garantizar la salvaguardia del ambiente y regular los flujos migratorios, urge la presencia de una verdadera Autoridad política mundial, como fue ya esbozada por mi Predecesor, [san] Juan XXIII» 129. En esta perspectiva, la diplomacia adquiere una importancia inédita, en orden a promover estrategias internacionales que se anticipen a los problemas más graves que terminan afectando a todos.
II. Diálogo hacia nuevas políticas nacionales y locales 176. No solo hay ganadores y perdedores entre los países, sino también dentro de los países pobres, donde deben identificarse diversas responsabilidades. Por eso, las cuestiones relacionadas con el ambiente y con el desarrollo económico ya no se pueden plantear solo desde las diferencias entre los países, sino que requieren prestar atención a las políticas nacionales y locales.
Todas las manos son necesarias
177. Ante la posibilidad de una utilización irresponsable de las capacidades humanas, son funciones impostergables de cada Estado planificar, coordinar, vigilar y sancionar dentro de su propio territorio. La sociedad, ¿cómo ordena y custodia su devenir en un contexto de constantes innovaciones tecnológicas? Un factor que actúa como moderador ejecutivo es el derecho, que establece las reglas para las conductas admitidas a la luz del bien común. Los límites que debe imponer una sociedad sana, madura y soberana se asocian con: previsión y precaución, regulaciones adecuadas, vigilancia de la aplicación de las normas, control de la corrupción, acciones de control operativo sobre los efectos emergentes no deseados de los procesos productivos, e intervención oportuna ante riesgos inciertos o potenciales. Hay una creciente jurisprudencia orientada a disminuir los efectos contaminantes de los emprendimientos empresariales. Pero el marco político e institucional no existe solo para evitar malas prácticas, sino también para alentar las mejores prácticas, para estimular la creatividad que busca nuevos caminos, para facilitar las iniciativas personales y colectivas.
Cultivar una sociedad sana
178. El drama del inmediatismo político, sostenido también por poblaciones consumistas, provoca la necesidad de producir crecimiento a corto plazo. Respondiendo a intereses electorales, los gobiernos no se exponen fácilmente a irritar a la población con medidas que puedan afectar
Focos cortos para problemas largos
Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 67: AAS 101 (2009), 700.
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al nivel de consumo o poner en riesgo inversiones extranjeras. La miopía de la construcción de poder detiene la integración de la agenda ambiental con mirada amplia en la agenda pública de los gobiernos. Se olvida así que «el tiempo es superior al espacio» 130, que siempre somos más fecundos cuando nos preocupamos por generar procesos más que por dominar espacios de poder. La grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo. Al poder político le cuesta mucho asumir este deber en un proyecto de nación.
Amor a la tierra
179. En algunos lugares, se están desarrollando cooperativas para la explotación de energías renovables que permiten el autoabastecimiento local e incluso la venta de excedentes. Este sencillo ejemplo indica que, mientras el orden mundial existente se muestra impotente para asumir responsabilidades, la instancia local puede hacer una diferencia. Pues allí se puede generar una mayor responsabilidad, un fuerte sentido comunitario, una especial capacidad de cuidado y una creatividad más generosa, un entrañable amor a la propia tierra, así como se piensa en lo que se deja a los hijos y a los nietos. Estos valores tienen un arraigo muy hondo en las poblaciones aborígenes. Dado que el derecho a veces se muestra insuficiente debido a la corrupción, se requiere una decisión política presionada por la población. La sociedad, a través de organismos no gubernamentales y asociaciones intermedias, debe obligar a los gobiernos a desarrollar normativas, procedimientos y controles más rigurosos. Si los ciudadanos no controlan al poder político –nacional, regional y municipal–, tampoco es posible un control de los daños ambientales. Por otra parte, las legislaciones de los municipios pueden ser más eficaces si hay acuerdos entre poblaciones vecinas para sostener las mismas políticas ambientales.
Sembrar en justicia e igualdad
180. No se puede pensar en recetas uniformes, porque hay problemas y límites específicos de cada país o región. También es verdad que el realismo político puede exigir medidas y tecnologías de transición, siempre que estén acompañadas del diseño y la aceptación de compromisos graduales vinculantes. Pero en los ámbitos nacionales y locales siempre hay mucho por hacer, como promover las formas de ahorro de energía. Esto implica favorecer formas de producción industrial con máxima eficiencia energética y menos cantidad de materia prima, quitando del mercado los productos que son poco eficaces desde el punto de vista energético o que son más contaminantes. También podemos mencionar una buena gestión del transporte o formas de construcción y de saneamiento de edificios que reduzcan su consumo energético y su nivel de contaminación. Por otra parte, la acción política local puede orientarse a la modificación del consumo, al desarrollo de una economía de residuos y de reciclaje, a la protección de especies y a la programación de una agricul-
Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 222: AAS 105 (2013), 1111.
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tura diversificada con rotación de cultivos. Es posible alentar el mejoramiento agrícola de regiones pobres mediante inversiones en infraestructuras rurales, en la organización del mercado local o nacional, en sistemas de riego, en el desarrollo de técnicas agrícolas sostenibles. Se pueden facilitar formas de cooperación o de organización comunitaria que defiendan los intereses de los pequeños productores y preserven los ecosistemas locales de la depredación. ¡Es tanto lo que sí se puede hacer! 181. Es indispensable la continuidad, porque no se pueden modificar las políticas relacionadas con el cambio climático y la protección del ambiente cada vez que cambia un gobierno. Los resultados requieren mucho tiempo, y suponen costos inmediatos con efectos que no podrán ser mostrados dentro del actual período de gobierno. Por eso, sin la presión de la población y de las instituciones siempre habrá resistencia a intervenir, más aún cuando haya urgencias que resolver. Que un político asuma estas responsabilidades con los costos que implican, no responde a la lógica eficientista e inmediatista de la economía y de la política actual, pero si se atreve a hacerlo, volverá a reconocer la dignidad que Dios le ha dado como humano y dejará tras su paso por esta historia un testimonio de generosa responsabilidad. Hay que conceder un lugar preponderante a una sana política, capaz de reformar las instituciones, coordinarlas y dotarlas de mejores prácticas, que permitan superar presiones e inercias viciosas. Sin embargo, hay que agregar que los mejores mecanismos terminan sucumbiendo cuando faltan los grandes fines, los valores, una comprensión humanista y rica de sentido que otorguen a cada sociedad una orientación noble y generosa.
Políticas en clave de servicio
III. Diálogo y transparencia en los procesos decisionales 182. La previsión del impacto ambiental de los emprendimientos y proyectos requiere procesos políticos transparentes y sujetos al diálogo, mientras la corrupción, que esconde el verdadero impacto ambiental de un proyecto a cambio de favores, suele llevar a acuerdos espurios que evitan informar y debatir ampliamente.
Procesos transparentes
183. Un estudio del impacto ambiental no debería ser posterior a la elaboración de un proyecto productivo o de cualquier política, plan o programa a desarrollarse. Tiene que insertarse desde el principio y elaborarse de modo interdisciplinario, transparente e independiente de toda presión económica o política. Debe conectarse con el análisis de las condiciones de trabajo y de los posibles efectos en la salud física y mental de las personas, en la economía local, en la seguridad. Los resultados económicos podrán así deducirse de manera más realista, teniendo en cuenta los escenarios posibles y eventualmente previendo la necesidad de una inversión mayor para resolver efectos indeseables que puedan ser corregidos. Siempre es necesario alcanzar consensos entre los distintos actores sociales, que pueden aportar diferentes perspectivas, soluciones y alternativas. Pero en la mesa de discusión deben tener un lugar
Mesas de encuentro
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privilegiado los habitantes locales, quienes se preguntan por lo que quieren para ellos y para sus hijos, y pueden considerar los fines que trascienden el interés económico inmediato. Hay que dejar de pensar en «intervenciones» sobre el ambiente para dar lugar a políticas pensadas y discutidas por todas las partes interesadas. La participación requiere que todos sean adecuadamente informados de los diversos aspectos y de los diferentes riesgos y posibilidades, y no se reduce a la decisión inicial sobre un proyecto, sino que implica también acciones de seguimiento o monitorización constante. Hace falta sinceridad y verdad en las discusiones científicas y políticas, sin reducirse a considerar qué está permitido o no por la legislación.
Planes transparentes y sostenibles
184. Cuando aparecen eventuales riesgos para el ambiente que afecten al bien común presente y futuro, esta situación exige «que las decisiones se basen en una comparación entre los riesgos y los beneficios hipotéticos que comporta cada decisión alternativa posible» 131. Esto vale sobre todo si un proyecto puede producir un incremento de utilización de recursos naturales, de emisiones o vertidos, de generación de residuos, o una modificación significativa en el paisaje, en el hábitat de especies protegidas o en un espacio público. Algunos proyectos, no suficientemente analizados, pueden afectar profundamente la calidad de vida de un lugar debido a cuestiones tan diversas entre sí como una contaminación acústica no prevista, la reducción de la amplitud visual, la pérdida de valores culturales, los efectos del uso de energía nuclear. La cultura consumista, que da prioridad al corto plazo y al interés privado, puede alentar trámites demasiado rápidos o consentir el ocultamiento de información.
Respuestas para preguntarnos
185. En toda discusión acerca de un emprendimiento, una serie de preguntas deberían plantearse en orden a discernir si aportará a un verdadero desarrollo integral: ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿De qué manera? ¿Para quién? ¿Cuáles son los riesgos? ¿A qué costo? ¿Quién paga los costos y cómo lo hará? En este examen hay cuestiones que deben tener prioridad. Por ejemplo, sabemos que el agua es un recurso escaso e indispensable y es un derecho fundamental que condiciona el ejercicio de otros derechos humanos. Eso es indudable y supera todo análisis de impacto ambiental de una región.
Pilares fundamentales
186. En la Declaración de Río de 1992, se sostiene que, «cuando haya peligro de daño grave o irreversible, la falta de certeza científica absoluta no deberá utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas eficaces» 132 que impidan la degradación del medio ambiente. Este principio precautorio permite la protección de los más débiles, que disponen
Consejo Pontificio Justicia y Paz, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 469. 132 Declaración de Río sobre el medio ambiente y el desarrollo (14 junio 1992), Principio 15. 131
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de pocos medios para defenderse y para aportar pruebas irrefutables. Si la información objetiva lleva a prever un daño grave e irreversible, aunque no haya una comprobación indiscutible, cualquier proyecto debería detenerse o modificarse. Así se invierte el peso de la prueba, ya que en estos casos hay que aportar una demostración objetiva y contundente de que la actividad propuesta no va a generar daños graves al ambiente o a quienes lo habitan. 187. Esto no implica oponerse a cualquier innovación tecnológica que permita mejorar la calidad de vida de una población. Pero en todo caso debe quedar en pie que la rentabilidad no puede ser el único criterio a tener en cuenta y que, en el momento en que aparezcan nuevos elementos de juicio a partir de la evolución de la información, debería haber una nueva evaluación con participación de todas las partes interesadas. El resultado de la discusión podría ser la decisión de no avanzar en un proyecto, pero también podría ser su modificación o el desarrollo de propuestas alternativas.
Evaluar para mejorar
188. Hay discusiones sobre cuestiones relacionadas con el ambiente donde es difícil alcanzar consensos. Una vez más expreso que la Iglesia no pretende definir las cuestiones científicas ni sustituir a la política, pero invito a un debate honesto y transparente, para que las necesidades particulares o las ideologías no afecten al bien común.
Consenso sostenible
IV. Política y economía en diálogo para la plenitud humana 189. La política no debe someterse a la economía y ésta no debe someterse a los dictámenes y al paradigma eficientista de la tecnocracia. Hoy, pensando en el bien común, necesitamos imperiosamente que la política y la economía, en diálogo, se coloquen decididamente al servicio de la vida, especialmente de la vida humana. La salvación de los bancos a toda costa, haciendo pagar el precio a la población, sin la firme decisión de revisar y reformar el entero sistema, reafirma un dominio absoluto de las finanzas que no tiene futuro y que solo podrá generar nuevas crisis después de una larga, costosa y aparente curación. La crisis financiera de 2007-2008 era la ocasión para el desarrollo de una nueva economía más atenta a los principios éticos y para una nueva regulación de la actividad financiera especulativa y de la riqueza ficticia. Pero no hubo una reacción que llevara a repensar los criterios obsoletos que siguen rigiendo al mundo. La producción no es siempre racional, y suele estar atada a variables económicas que fijan a los productos un valor que no coincide con su valor real. Eso lleva muchas veces a una sobreproducción de algunas mercancías, con un impacto ambiental innecesario, que al mismo tiempo perjudica a muchas economías regionales 133. La burbuja financiera también suele ser una burbuja productiva. En definitiva, lo que
Todo no tiene un precio
Cf. Conferencia del Episcopado Mexicano. Comisión Episcopal para la Pastoral Social, Jesucristo, vida y esperanza de los indígenas y campesinos (14 enero 2008).
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no se afronta con energía es el problema de la economía real, la que hace posible que se diversifique y mejore la producción, que las empresas funcionen adecuadamente, que las pequeñas y medianas empresas se desarrollen y creen empleo.
Economía y valor real de las cosas
190. En este contexto, siempre hay que recordar que «la protección ambiental no puede asegurarse solo en base al cálculo financiero de costos y beneficios. El ambiente es uno de esos bienes que los mecanismos del mercado no son capaces de defender o de promover adecuadamente» 134. Una vez más, conviene evitar una concepción mágica del mercado, que tiende a pensar que los problemas se resuelven solo con el crecimiento de los beneficios de las empresas o de los individuos. ¿Es realista esperar que quien se obsesiona por el máximo beneficio se detenga a pensar en los efectos ambientales que dejará a las próximas generaciones? Dentro del esquema del rédito no hay lugar para pensar en los ritmos de la naturaleza, en sus tiempos de degradación y de regeneración, y en la complejidad de los ecosistemas, que pueden ser gravemente alterados por la intervención humana. Además, cuando se habla de biodiversidad, a lo sumo se piensa en ella como un depósito de recursos económicos que podría ser explotado, pero no se considera seriamente el valor real de las cosas, su significado para las personas y las culturas, los intereses y necesidades de los pobres.
Desacelerar para avanzar de otro modo
191. Cuando se plantean estas cuestiones, algunos reaccionan acusando a los demás de pretender detener irracionalmente el progreso y el desarrollo humano. Pero tenemos que convencernos de que desacelerar un determinado ritmo de producción y de consumo puede dar lugar a otro modo de progreso y desarrollo. Los esfuerzos para un uso sostenible de los recursos naturales no son un gasto inútil, sino una inversión que podrá ofrecer otros beneficios económicos a medio plazo. Si no tenemos estrechez de miras, podemos descubrir que la diversificación de una producción más innovativa y con menor impacto ambiental, puede ser muy rentable. Se trata de abrir camino a oportunidades diferentes, que no implican detener la creatividad humana y su sueño de progreso, sino orientar esa energía con cauces nuevos.
Producción creativa y reflexionada
192. Por ejemplo, un camino de desarrollo productivo más creativo y mejor orientado podría corregir el hecho de que haya una inversión tecnológica excesiva para el consumo y poca para resolver problemas pendientes de la humanidad; podría generar formas inteligentes y rentables de reutilización, refuncionalización y reciclado; podría mejorar la eficiencia energética de las ciudades. La diversificación productiva da amplísimas posibilidades a la inteligencia humana para crear e innovar, a la vez que protege el ambiente y crea más fuentes de trabajo. Esta sería una creatividad capaz de hacer florecer nuevamente la nobleza del ser humano, porque es más digno usar la inteligencia, con audacia y respon Consejo Pontificio Justicia y Paz, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 470.
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sabilidad, para encontrar formas de desarrollo sostenible y equitativo, en el marco de una noción más amplia de lo que es la calidad de vida. En cambio, es más indigno, superficial y menos creativo insistir en crear formas de expolio de la naturaleza solo para ofrecer nuevas posibilidades de consumo y de rédito inmediato. 193. De todos modos, si en algunos casos el desarrollo sostenible implicará nuevas formas de crecer, en otros casos, frente al crecimiento voraz e irresponsable que se produjo durante muchas décadas, hay que pensar también en detener un poco la marcha, en poner algunos límites racionales e incluso en volver atrás antes que sea tarde. Sabemos que es insostenible el comportamiento de aquellos que consumen y destruyen más y más, mientras otros todavía no pueden vivir de acuerdo con su dignidad humana. Por eso ha llegado la hora de aceptar cierto decrecimiento en algunas partes del mundo aportando recursos para que se pueda crecer sanamente en otras partes. Decía Benedicto XVI que «es necesario que las sociedades tecnológicamente avanzadas estén dispuestas a favorecer comportamientos caracterizados por la sobriedad, disminuyendo el propio consumo de energía y mejorando las condiciones de su uso» 135.
Decrecer para crecer sanamente
194. Para que surjan nuevos modelos de progreso, necesitamos «cambiar el modelo de desarrollo global» 136, lo cual implica reflexionar responsablemente «sobre el sentido de la economía y su finalidad, para corregir sus disfunciones y distorsiones» 137. No basta conciliar, en un término medio, el cuidado de la naturaleza con la renta financiera, o la preservación del ambiente con el progreso. En este tema los términos medios son solo una pequeña demora en el derrumbe. Simplemente se trata de redefinir el progreso. Un desarrollo tecnológico y económico que no deja un mundo mejor y una calidad de vida integralmente superior no puede considerarse progreso. Por otra parte, muchas veces la calidad real de la vida de las personas disminuye –por el deterioro del ambiente, la baja calidad de los mismos productos alimenticios o el agotamiento de algunos recursos– en el contexto de un crecimiento de la economía. En este marco, el discurso del crecimiento sostenible suele convertirse en un recurso diversivo y exculpatorio que absorbe valores del discurso ecologista dentro de la lógica de las finanzas y de la tecnocracia, y la responsabilidad social y ambiental de las empresas suele reducirse a una serie de acciones de marketing e imagen.
Redefinir el progreso
195. El principio de maximización de la ganancia, que tiende a aislarse de toda otra consideración, es una distorsión conceptual de la economía: si aumenta la producción, interesa poco que se produzca a costa de los recursos futuros o de la salud del ambiente; si la tala de un bos-
Crecimiento equitativo y comunitario
Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2010, 9: AAS 102 (2010), 46. Ibíd. 137 Ibíd., 5: p. 43. 135 136
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que aumenta la producción, nadie mide en ese cálculo la pérdida que implica desertificar un territorio, dañar la biodiversidad o aumentar la contaminación. Es decir, las empresas obtienen ganancias calculando y pagando una parte ínfima de los costos. Solo podría considerarse ético un comportamiento en el cual «los costes económicos y sociales que se derivan del uso de los recursos ambientales comunes se reconozcan de manera transparente y sean sufragados totalmente por aquellos que se benefician, y no por otros o por las futuras generaciones» 138. La racionalidad instrumental, que solo aporta un análisis estático de la realidad en función de necesidades actuales, está presente tanto cuando quien asigna los recursos es el mercado como cuando lo hace un Estado planificador.
No la economía sin política
196. ¿Qué ocurre con la política? Recordemos el principio de subsidiariedad, que otorga libertad para el desarrollo de las capacidades presentes en todos los niveles, pero al mismo tiempo exige más responsabilidad por el bien común a quien tiene más poder. Es verdad que hoy algunos sectores económicos ejercen más poder que los mismos Estados. Pero no se puede justificar una economía sin política, que sería incapaz de propiciar otra lógica que rija los diversos aspectos de la crisis actual. La lógica que no permite prever una preocupación sincera por el ambiente es la misma que vuelve imprevisible una preocupación por integrar a los más frágiles, porque «en el vigente modelo “exitista” y “privatista” no parece tener sentido invertir para que los lentos, débiles o menos dotados puedan abrirse camino en la vida» 139.
Conciencia de las lógicas subyacentes de la cultura
197. Necesitamos una política que piense con visión amplia, y que lleve adelante un replanteo integral, incorporando en un diálogo interdisciplinario los diversos aspectos de la crisis. Muchas veces la misma política es responsable de su propio descrédito, por la corrupción y por la falta de buenas políticas públicas. Si el Estado no cumple su rol en una región, algunos grupos económicos pueden aparecer como benefactores y detentar el poder real, sintiéndose autorizados a no cumplir ciertas normas, hasta dar lugar a diversas formas de criminalidad organizada, trata de personas, narcotráfico y violencia muy difíciles de erradicar. Si la política no es capaz de romper una lógica perversa, y también queda subsumida en discursos empobrecidos, seguiremos sin afrontar los grandes problemas de la humanidad. Una estrategia de cambio real exige repensar la totalidad de los procesos, ya que no basta con incluir consideraciones ecológicas superficiales mientras no se cuestione la lógica subyacente en la cultura actual. Una sana política debería ser capaz de asumir este desafío.
Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 50: AAS 101 (2009), 686. 139 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 209: AAS 105 (2013), 1107. 138
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198. La política y la economía tienden a culparse mutuamente por lo que se refiere a la pobreza y a la degradación del ambiente. Pero lo que se espera es que reconozcan sus propios errores y encuentren formas de interacción orientadas al bien común. Mientras unos se desesperan solo por el rédito económico y otros se obsesionan solo por conservar o acrecentar el poder, lo que tenemos son guerras o acuerdos espurios donde lo que menos interesa a las dos partes es preservar el ambiente y cuidar a los más débiles. Aquí también vale que «la unidad es superior al conflicto» 140.
Unidad al servicio de los últimos
V. Las religiones en el diálogo con las ciencias 199. No se puede sostener que las ciencias empíricas explican completamente la vida, el entramado de todas las criaturas y el conjunto de la realidad. Eso sería sobrepasar indebidamente sus confines metodológicos limitados. Si se reflexiona con ese marco cerrado, desaparecen la sensibilidad estética, la poesía, y aun la capacidad de la razón para percibir el sentido y la finalidad de las cosas 141. Quiero recordar que «los textos religiosos clásicos pueden ofrecer un significado para todas las épocas, tienen una fuerza motivadora que abre siempre nuevos horizontes […] ¿Es razonable y culto relegarlos a la oscuridad, solo por haber surgido en el contexto de una creencia religiosa?» 142. En realidad, es ingenuo pensar que los principios éticos puedan presentarse de un modo puramente abstracto, desligados de todo contexto, y el hecho de que aparezcan con un lenguaje religioso no les quita valor alguno en el debate público. Los principios éticos que la razón es capaz de percibir pueden reaparecer siempre bajo distintos ropajes y expresados con lenguajes diversos, incluso religiosos.
Principios éticos, ecológicos y religiones
200. Por otra parte, cualquier solución técnica que pretendan aportar las ciencias será impotente para resolver los graves problemas del mundo si la humanidad pierde su rumbo, si se olvidan las grandes motivaciones que hacen posible la convivencia, el sacrificio, la bondad. En todo caso,
Regresar a las fuentes religiosas
Ibíd., 228: p. 1113. Cf. Carta enc. Lumen fidei (29 junio 2013), 34: AAS 105 (2013), 577: «La luz de la fe, unida a la verdad del amor, no es ajena al mundo material, porque el amor se vive siempre en cuerpo y alma; la luz de la fe es una luz encarnada, que procede de la vida luminosa de Jesús. Ilumina incluso la materia, confía en su ordenamiento, sabe que en ella se abre un camino de armonía y de comprensión cada vez más amplio. La mirada de la ciencia se beneficia así de la fe: esta invita al científico a estar abierto a la realidad, en toda su riqueza inagotable. La fe despierta el sentido crítico, en cuanto que no permite que la investigación se conforme con sus fórmulas y la ayuda a darse cuenta de que la naturaleza no se reduce a ellas. Invitando a maravillarse ante el misterio de la creación, la fe ensancha los horizontes de la razón para iluminar mejor el mundo que se presenta a los estudios de la ciencia». 142 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 256: AAS 105 (2013), 1123. 140
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habrá que interpelar a los creyentes a ser coherentes con su propia fe y a no contradecirla con sus acciones, habrá que reclamarles que vuelvan a abrirse a la gracia de Dios y a beber en lo más hondo de sus propias convicciones sobre el amor, la justicia y la paz. Si una mala comprensión de nuestros propios principios a veces nos ha llevado a justificar el maltrato a la naturaleza o el dominio despótico del ser humano sobre lo creado o las guerras, la injusticia y la violencia, los creyentes podemos reconocer que de esa manera hemos sido infieles al tesoro de sabiduría que debíamos custodiar. Muchas veces los límites culturales de diversas épocas han condicionado esa conciencia del propio acervo ético y espiritual, pero es precisamente el regreso a sus fuentes lo que permite a las religiones responder mejor a las necesidades actuales.
Diálogo interreligioso para una ecología integral
201. La mayor parte de los habitantes del planeta se declaran creyentes, y esto debería provocar a las religiones a entrar en un diálogo entre ellas orientado al cuidado de la naturaleza, a la defensa de los pobres, a la construcción de redes de respeto y de fraternidad. Es imperioso también un diálogo entre las ciencias mismas, porque cada una suele encerrarse en los límites de su propio lenguaje, y la especialización tiende a convertirse en aislamiento y en absolutización del propio saber. Esto impide afrontar adecuadamente los problemas del medio ambiente. También se vuelve necesario un diálogo abierto y amable entre los diferentes movimientos ecologistas, donde no faltan las luchas ideológicas. La gravedad de la crisis ecológica nos exige a todos pensar en el bien común y avanzar en un camino de diálogo que requiere paciencia, ascesis y generosidad, recordando siempre que «la realidad es superior a la idea» 143.
Ibíd., 231: p. 1114.
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PROPUESTAS DE TRABAJO DE UN VISTAZO
Algunas líneas de orientación y acción Una acción basada en el diálogo.
Diálogo sobre el medio ambiente en la política internacional Diálogo hacia nuevas políticas nacionales y locales Diálogo y transparencia en los procesos decisionales • Tenemos que pensar en un solo mundo y en un proyecto común. • Lo que ayuda a superar la corrupción es la transparencia.
Política y economía en diálogo para la plenitud humana Las religiones en el diálogo con las ciencias • La protección ambiental no puede asegurarse solo en base al cálculo financiero de costos y beneficios. • Diálogo Interreligioso • Pensar en el bien común.
Queda mucho por hacer PENSAR en el bien común y avanzar en un camino de diálogo que requiere paciencia, ascesis y generosidad, recordando siempre que la realidad es superior a la idea. Objetivo: De cara a la acción se han de buscar propuestas de diálogo y de acción que nos comprometan, a nosotros y a la política internacional, para salir de la espiral de autodestrucción en la que nos estamos sumergiendo. Puntos • Diálogo sobre el medioambiente en la política internacional (164-175). • Diálogo hacia nuevas políticas nacionales y locales (176-181). • Diálogo transparencia en los procesos decisionales (182-188).
y
• Política y economía en diálogo para la plenitud humana (189-198). • Las religiones en diálogo con las ciencias (199-201).
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Claves • Lo personal y lo internacional en la cuestión de la ecología han de ir de la mano: ciudadanía y política se exigen mutuamente. • Llamados a ser críticos con los procesos y las decisiones políticas actuales en torno a las cuestiones ecológicas y su gravedad actual. • El concepto de progreso y su cultura necesitan una alternativa urgente, no podemos continuar con una cultura mercantil, que pone en peligro lo humano y lo natural, que no es sostenible. • La política ha de caminar por sendas nuevas donde la economía esté realmente al servicio de la persona y tenga en cuenta a toda la humanidad. Necesitamos ámbitos políticos de universalidad en este contexto de globalización. • Las religiones necesarias para colaborar en un nuevo modo de ser y vivir, han de comprometerse y han de ser respetadas en su aporte de espiritualidad e interioridad.
TRABAJO PERSONAL Leo personalmente y con atención el texto. Lo aplico siempre a la realidad que vivo personalmente y también como comunidad (familia, parroquia, grupo). Subrayo las ideas que me resultan sugerentes para mi propia vida. Al final elijo tres frases subrayadas: están en los números: _____ _____ _____.
Pongo un signo de interrogación en las frases que me cuestionan, que no sé cómo llevarlas a la práctica... Al final elijo tres. Están en los números: _____ _____ _____. Saco conclusiones y aplicaciones para mi propia vida.
1. 2. 3. ENCUENTRO EN GRUPO Y TRABAJO COMPARTIDO ¿Cómo vivimos? Compartimos en grupo nuestro trabajo personal. Profundizamos y concretamos: – Mirando nuestro mundo y la información que tenemos de la realidad humana, política, social, económica, natural: ¿Qué consideramos urgente y necesario para plantear en los diálogos políticos a nivel internacional? ¿Podemos decir que hemos logrado ya algunos pasos? ¿Qué dificultades son las que impiden progresar en las líneas de ecología integral?
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– Situándonos en nuestras comunidades autónomas o regionales: ¿Qué es lo más grave a tener en consideración y qué nos parece más positivo desde una perspectiva ecológica? ¿Y si miramos nuestra localidad? – ¿Qué progreso hemos de buscar y en qué hemos de cambiar para lograr ese progreso que nos propone la Laudato si’? – ¿De qué han de preocuparse y que han de aportar las religiones para el reto de la ecología integral? VISUALIZACIÓN E INTERIORIZACIÓN. LA VIDA La política y las fronteras, mi vida y mi fe – “Yo no soy político, la política no me interesa, la política es un mundo de corrupción”: ¿nos identificamos con estas frases? ¿A la luz de este capítulo y sus planteamientos qué llamadas e interpelaciones recibimos como cristianos y ciudadanos de cara a lo que está pasando en nuestro mundo actual? – Qué concepción de frontera es la que tengo y cómo la uso: noticias actuales que interpelan las fronteras en todos los niveles: internacionales, nacionales, regionales, locales… Apoyo el muro o construyo puentes con mi vida. ¿Tenemos alguna experiencia de relación y amistad con algún inmigrante para compartir? – ¿Mi vida es una vida de progreso, en qué sí y en qué no? ¿Por dónde avanzar en mi ser y hacer para colaborar con un verdadero progreso humano? Posibilidades de ciudadanía internacional que debemos tener en cuenta y formarnos para poder avanzar en nuestra sociedad. – ¿Nuestra religión tiene algo que ver con el decrecimiento para avanzar en humanismo y justicia? Claves de espiritualidad que nos invitan a decrecer: ¿Cómo podemos decrecer para ser más humanos y vivir mejor? LECTURA CREYENTE Y ORACIÓN La Palabra Nos sacaste al desierto y nos dijiste levantad la ciudad. Nos diste una mesa vacía y nos dijiste llenadla de pan. La tarea del hombre es vivir agradecido y construir un mundo con la lógica del don. No hay nada que no tenga como fuente al Señor y que no vaya dirigido a la humanidad, nuestro Dios no lo es de individuos sino de personas, de comunidad y familia, de pueblo. Sus promesas son universales y su compromiso es de totalidad. Somos el pueblo de Dios y estamos llamados a la unidad para vivir en el gozo de los amados que han sido nombrados por Dios para la eternidad. La historia para ser de salvación lo ha de ser de reconciliación, de unidad y armonía del hombre con la naturaleza, de los hombres con todos los hombres, de lo humano con Dios.
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“Os recogeré de entre las naciones, os reuniré de todos los países, y os llevaré a vuestra tierra. Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar; y os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos, y que guardéis y cumpláis mis mandatos. Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres. Vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios.” (Ezequiel 36,24-28). Lectura creyente Interpretamos la profecía de Ezequiel de la mano de mano de Leopoldo Gamarra Vílchez, secretario técnico de la Comisión de Trabajo y Seguridad Social del Congreso de la República de Perú. Él nos ayuda a entender las claves bíblicas que están de fondo en la encíclica en lo que se refiera a una nueva política que atienda los problemas profundamente humanos de la economía y de los países más pobres. El sentido del trabajo en la encíclica Laudato si’ para América Latina América Latina es el continente con más inequidad social: “el 30 % de la población vive en la pobreza y el 10 % en la extrema pobreza”; además, la mayoría no goza de un ingreso fijo o confiable. El modelo económico, que tiene muchos años de implementación, basado solo en la acumulación de la riqueza para pocos, no permite el desarrollo social en la región. En ese contexto, la encíclica Laudato si’ recorre nuestros países como luz para las tinieblas (Jn 8,12). Es un diálogo sobre nuestra casa común a través del concepto de ecología integral como paradigma para el desarrollo humano. En esta reflexión personal quisiera referirme solo al capítulo V de la encíclica, específicamente al tema del trabajo, que es mi quehacer cotidiano como profesor universitario de Derecho del Trabajo y funcionario en el parlamento peruano. La encíclica considera “indispensable integrar el valor del trabajo” (124) en la sociedad; que todos deben tener acceso a él sin discriminación de ninguna naturaleza, porque el trabajo “es parte del sentido de la vida en esta
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tierra” (128) ya que contribuye al sustento material y al enriquecimiento espiritual de cada uno. Sin embargo, en el Perú los trabajadores formales solo alcanzan al 20 % de la PEA2 que cuentan con seguros sociales, cifra relativamente similar a muchos países de la región latinoamericana, situación que refleja la ausencia de condiciones necesarias y suficientes para que las personas no trabajadoras puedan contar con protección social. Es decir, la dependencia de las prestaciones sociales a los ingresos laborales es una limitación muy fuerte en el segmento de la mayoría de la población peruana, especialmente de los pobres quienes representan casi dos terceras partes de la población total. En este sentido, es nuestra tarea –mía desde la academia y la política– combatir todo modelo que condicione directamente la calidad de vida de la mayoría de la población. En esta línea, está demostrado que “el crecimiento de los dos últimos siglos no ha significado en todos sus aspectos un verdadero progreso integral y una mejora de la calidad de vida. Algunos de estos signos son al mismo tiempo síntomas de una verdadera degradación social…” (46) y que afecta de un modo especial a los débiles y pobres del planeta, hecho que limita sustancialmente, sobre todo a los países latinoamericanos. Frente a esta realidad, tenemos que insistir en el hecho que las libertades económicas, que se anteponen a las libertades humanas, deben ser limitadas en nombre del desarrollo colectivo e integral del ser humano. Para terminar, debo señalar que la encíclica nos indica el camino a seguir en búsqueda del bien común que significa tomar decisiones solidarias basadas en “una opción preferencial por los pobres…”. Basta mirar la realidad para entender que “esta opción hoy es una exigencia ética fundamental para la realización efectiva del bien común” (158), Eso se puede plasmar con una política pública de seguridad social para todos en función de los impuestos directos a los que más tienen para favorecer a los que menos tienen aplicando el principio de solidaridad por el bien común. Así, se cumpliría la profecía “arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne” (Ezequiel 36,24-28). Orar desde la vida Oramos desde las palabras del Cardenal D. Miguel Ángel Ayuso Guixot, MCCJ, Presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso en el Vaticano. Dicasterio que se ocupa de la promoción del diálogo con todos los adeptos a las diferentes tradiciones religiosas. Oh Creador del Cielo y de la Tierra, en la que vivimos todos los seres humanos compartiendo las riquezas que nos has dado para nuestro gozo y para que sepamos custodiarlas para conservar nuestra casa común.
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Nos dirigimos a Ti, Artífice de todo lo que somos y has puesto a nuestra disposición. Te suplicamos humildemente: Que vivamos siempre unidos como seres humanos, a pesar de nuestras diferencias. Que sepamos apreciar nuestros valores comunes y compartidos, para construir juntos un mundo mejor. Que nunca perdamos el rumbo, ni nos olvidemos de las grandes motivaciones que hacen posible la convivencia, el sacrificio, la bondad. Que seamos coherentes con nuestra propia fe y no contradecirla con nuestras acciones. Siempre abiertos a la construcción y conservación de nuestra casa común por medio de la cohesión social que nos permita integrarnos todos en el amor, la justicia y la paz. Que seamos auténticos adoradores del Dios Único y que, a pesar de que lo creamos de manera diferente, nos sintamos todos con la misma dignidad ante el Creador y la creación, siempre dispuestos, no obstante las diferencias, a custodiar lo creado. Que seamos coherentes y en la riqueza de la diversidad, que no caigamos en el error de maltratar la naturaleza, ni de pensar en dominar al otro de modo despótico, originando guerra, injusticia y violencia, siendo infieles al tesoro de sabiduría que debíamos preservar. Que, al contrario, animados por el espíritu de san Francisco de Asís, sepamos buscar la armonía para vivir juntos, la fraternidad universal por la paz mundial y la convivencia común. Que podamos caminar juntos como seres humanos y como comunidades pertenecientes a distintas religiones y culturas, promoviendo un diálogo orientado al cuidado de la naturaleza, a la defensa de los pobres, a la construcción de redes de respeto y de fraternidad. A ti la gloria por los siglos de los siglos. Amen. Nuestro compromiso Convertimos en acción lo que hemos visto y descubierto: • Hacemos un momento de silencio para dejar que reposen en nosotros todas las ideas, sentimientos, emociones… que han provocado los textos compartidos. • Recordamos las frases o ideas que nos han impactado o algún comentario que me ha llamado la atención. • Nos preguntamos qué podríamos hacer para abordar estas cuestiones en los espacios en los que nos movemos. • Podemos terminar rezando juntos.
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¿Cómo podemos vivir? Concretamos líneas de acción. ¿Qué podemos hacer? • Personalmente • En comunidad Oración final Orar cada día "Padre bueno, el mundo gime en dolor de injusticia e inequidad. Tú repartes generosamente la ración a sus horas para que la humanidad avance fraternalmente en la historia de la vida en el marco de tu creación. Nosotros no sabemos sumar en el amor, y rompemos tu unidad en la resta y en la división, nos llamas a multiplicar y no sabemos hacerlo. Danos el corazón de lo nuevo, de la libertad en la austeridad, del deseo profundo en la construcción de lo humano y lo natural. Enséñanos a ser hijos y hermanos en lo social, lo político, lo económico; enséñanos a andar por el camino de la ecología de la salvación, a ser íntegros en nuestras vidas y comunidades, en nuestros pueblos y ciudades". OTROS RECURSOS Canción Puedes escuchar la canción de Nathalie Hazim, Inmigrante en el siguiente enlace o escaneando la imagen del código que aparece en el margen. www.e-sm.net/194412-09 Inmigrante Vivo la vida con la bandera pegada al pecho como un emblema. Abrí la puerta a echar camino buscando un sueño como destino. Ay ay ay ay lloro y me canto pero el hambre me llena de fe. Somos los que ríen somos los que lloran y se levantan to’ la mañana somos los que tiran pa alante somos los que no se conforman
somos soñadores inmigrantes, inmigrantes. Cierro los ojos veo mi tierra y donde sea vivo por ella Siempre ando en busca de sueños y esperanzas sale el sol la noche cae el día no descansa y aunque la meta muy lejos se me vaya quiero que este corazón un día llegue a casa.
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Con esta canción se nos abre la puerta a nuevos caminos, a cumplir sueños, a mirar hacia adelante. Esta canción es una llamada a todas personas que tienen que migrar por diferentes causas, especialmente debido a la contaminación, el cambio climático o las políticas excluyentes. – ¿A qué te invita esta canción? ¿Podías concretar esa invitación en un gesto, reflexión, actividad…concreta? – ¿Te has sentido en alguna ocasión inmigrante en tu propia tierra? – ¿Conoces personas que han tenido que migrar? Video Veamos el video de “Cinco Panes” del capítulo V de la encíclica. www.e-sm.net/194412-10 Formulamos las siguientes preguntas a las que podemos ir dando respuesta: – ¿Con qué mecanismos contamos para presionar a los políticos que ya han sido elegidos? – ¿Qué campañas podríamos apoyar para avergonzar a las empresas contaminantes y presionarlas para cambiar? – ¿Por qué debo comprometerme por un mundo más justo, donde los pobres tengan voz y puedan disfrutar de dignidad propia?
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EDUCACIÓN Y ESPIRITUALIDAD ECOLÓGICA
Capítulo sexto
202. Muchas cosas tienen que reorientar su rumbo, pero ante todo la humanidad necesita cambiar. Hace falta la conciencia de un origen común, de una pertenencia mutua y de un futuro compartido por todos. Esta conciencia básica permitiría el desarrollo de nuevas convicciones, actitudes y formas de vida. Se destaca así un gran desafío cultural, espiritual y educativo que supondrá largos procesos de regeneración.
Conciencia de un origen común, de todos
I. Apostar por otro estilo de vida 203. Dado que el mercado tiende a crear un mecanismo consumista compulsivo para colocar sus productos, las personas terminan sumergidas en la vorágine de las compras y los gastos innecesarios. El consumismo obsesivo es el reflejo subjetivo del paradigma tecnoeconómico. Ocurre lo que ya señalaba Romano Guardini: el ser humano «acepta los objetos y las formas de vida, tal como le son impuestos por la planificación y por los productos fabricados en serie y, después de todo, actúa así con el sentimiento de que eso es lo racional y lo acertado» 144. Tal paradigma hace creer a todos que son libres mientras tengan una supuesta libertad para consumir, cuando quienes en realidad poseen la libertad son los que integran la minoría que detenta el poder económico y financiero. En esta confusión, la humanidad posmoderna no encontró una nueva comprensión de sí misma que pueda orientarla, y esta falta de identidad se vive con angustia. Tenemos demasiados medios para unos escasos y raquíticos fines.
El tener, frente al ser
204. La situación actual del mundo «provoca una sensación de inestabilidad e inseguridad que a su vez favorece formas de egoísmo colectivo» 145. Cuando las personas se vuelven autorreferenciales y se aíslan en su propia conciencia, acrecientan su voracidad. Mientras más vacío está el corazón de la persona, más necesita objetos para comprar, poseer y consumir. En este contexto, no parece posible que alguien acepte que la realidad le marque límites. Tampoco existe en ese horizonte un verdadero bien común. Si tal tipo de sujeto es el que tiende a predominar en una sociedad, las normas solo serán respetadas en la medida en que no contradigan las propias necesidades. Por eso, no pensemos solo en la posibilidad de terribles fenómenos climáticos o en grandes desastres naturales, sino también en catástrofes derivadas de crisis sociales, porque la obsesión por un estilo de vida consumista, sobre todo cuando solo unos pocos puedan sostenerlo, solo podrá provocar violencia y destrucción recíproca.
Egoísmo colectivo
Das Ende der Neuzeit, Würzburg 19659, 66-67 (ed. esp.: El ocaso de la Edad Moderna, Madrid 1958, 87). 145 Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1990, 1: AAS 82 (1990), 147. 144
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Mirarnos para mirar la libertad
205. Sin embargo, no todo está perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarse hasta el extremo, también pueden sobreponerse, volver a optar por el bien y regenerarse, más allá de todos los condicionamientos mentales y sociales que les impongan. Son capaces de mirarse a sí mismos con honestidad, de sacar a la luz su propio hastío y de iniciar caminos nuevos hacia la verdadera libertad. No hay sistemas que anulen por completo la apertura al bien, a la verdad y a la belleza, ni la capacidad de reacción que Dios sigue alentando desde lo profundo de los corazones humanos. A cada persona de este mundo le pido que no olvide esa dignidad suya que nadie tiene derecho a quitarle.
Cambiar el estilo de vida
206. Un cambio en los estilos de vida podría llegar a ejercer una sana presión sobre los que tienen poder político, económico y social. Es lo que ocurre cuando los movimientos de consumidores logran que dejen de adquirirse ciertos productos y así se vuelven efectivos para modificar el comportamiento de las empresas, forzándolas a considerar el impacto ambiental y los patrones de producción. Es un hecho que, cuando los hábitos de la sociedad afectan el rédito de las empresas, estas se ven presionadas a producir de otra manera. Ello nos recuerda la responsabilidad social de los consumidores. «Comprar es siempre un acto moral, y no solo económico» 146. Por eso, hoy «el tema del deterioro ambiental cuestiona los comportamientos de cada uno de nosotros» 147.
Despertar ante la vida
207. La Carta de la Tierra nos invitaba a todos a dejar atrás una etapa de autodestrucción y a comenzar de nuevo, pero todavía no hemos desarrollado una conciencia universal que lo haga posible. Por eso me atrevo a proponer nuevamente aquel precioso desafío: «Como nunca antes en la historia, el destino común nos hace un llamado a buscar un nuevo comienzo […] Que el nuestro sea un tiempo que se recuerde por el despertar de una nueva reverencia ante la vida; por la firme resolución de alcanzar la sostenibilidad; por el aceleramiento en la lucha por la justicia y la paz y por la alegre celebración de la vida» 148.
Salir hacia el otro
208. Siempre es posible volver a desarrollar la capacidad de salir de sí hacia el otro. Sin ella no se reconoce a las demás criaturas en su propio valor, no interesa cuidar algo para los demás, no hay capacidad de ponerse límites para evitar el sufrimiento o el deterioro de lo que nos rodea. La actitud básica de autotrascenderse, rompiendo la conciencia aislada y la autorreferencialidad, es la raíz que hace posible todo cuidado de los demás y del medio ambiente, y que hace brotar la reacción moral de considerar el impacto que provoca cada acción y cada decisión personal fuera de uno mismo. Cuando somos capaces de superar el individualismo, realmente se puede desarrollar un estilo de vida alternativo y se vuelve posible un cambio importante en la sociedad. Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 66: AAS 101 (2009), 699. 147 Id., Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2010, 11: AAS 102 (2010), 48. 148 Carta de la Tierra, La Haya (29 junio 2000). 146
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II. Educación para la alianza entre la humanidad y el ambiente 209. La conciencia de la gravedad de la crisis cultural y ecológica necesita traducirse en nuevos hábitos. Muchos saben que el progreso actual y la mera sumatoria de objetos o placeres no bastan para darle sentido y gozo al corazón humano, pero no se sienten capaces de renunciar a lo que el mercado les ofrece. En los países que deberían producir los mayores cambios de hábitos de consumo, los jóvenes tienen una nueva sensibilidad ecológica y un espíritu generoso, y algunos de ellos luchan admirablemente por la defensa del ambiente, pero han crecido en un contexto de altísimo consumo y bienestar que vuelve difícil el desarrollo de otros hábitos. Por eso estamos ante un desafío educativo.
Desafío educativo
210. La educación ambiental ha ido ampliando sus objetivos. Si al comienzo estaba muy centrada en la información científica y en la concientización y prevención de riesgos ambientales, ahora tiende a incluir una crítica de los «mitos» de la modernidad basados en la razón instrumental (individualismo, progreso indefinido, competencia, consumismo, mercado sin reglas) y también a recuperar los distintos niveles del equilibrio ecológico: el interno con uno mismo, el solidario con los demás, el natural con todos los seres vivos, el espiritual con Dios. La educación ambiental debería disponernos a dar ese salto hacia el Misterio, desde donde una ética ecológica adquiere su sentido más hondo. Por otra parte, hay educadores capaces de replantear los itinerarios pedagógicos de una ética ecológica, de manera que ayuden efectivamente a crecer en la solidaridad, la responsabilidad y el cuidado basado en la compasión.
Ecología de valores
211. Sin embargo, esta educación, llamada a crear una «ciudadanía ecológica», a veces se limita a informar y no logra desarrollar hábitos. La existencia de leyes y normas no es suficiente a largo plazo para limitar los malos comportamientos, aun cuando exista un control efectivo. Para que la norma jurídica produzca efectos importantes y duraderos, es necesario que la mayor parte de los miembros de la sociedad la haya aceptado a partir de motivaciones adecuadas, y que reaccione desde una transformación personal. Solo a partir del cultivo de sólidas virtudes es posible la donación de sí en un compromiso ecológico. Si una persona, aunque la propia economía le permita consumir y gastar más, habitualmente se abriga un poco en lugar de encender la calefacción, se supone que ha incorporado convicciones y sentimientos favorables al cuidado del ambiente. Es muy noble asumir el deber de cuidar la creación con pequeñas acciones cotidianas, y es maravilloso que la educación sea capaz de motivarlas hasta conformar un estilo de vida. La educación en la responsabilidad ambiental puede alentar diversos comportamientos que tienen una incidencia directa e importante en el cuidado del ambiente, como evitar el uso de material plástico y de papel, reducir el consumo de agua, separar los residuos, cocinar solo lo que razonablemente se podrá comer,
Ciudadanía ecológica
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tratar con cuidado a los demás seres vivos, utilizar transporte público o compartir un mismo vehículo entre varias personas, plantar árboles, apagar las luces innecesarias. Todo esto es parte de una generosa y digna creatividad, que muestra lo mejor del ser humano. El hecho de reutilizar algo en lugar de desecharlo rápidamente, a partir de profundas motivaciones, puede ser un acto de amor que exprese nuestra propia dignidad.
Claves positivas, para una vida digna
212. No hay que pensar que esos esfuerzos no van a cambiar el mundo. Esas acciones derraman un bien en la sociedad que siempre produce frutos más allá de lo que se pueda constatar, porque provocan en el seno de esta tierra un bien que siempre tiende a difundirse, a veces invisiblemente. Además, el desarrollo de estos comportamientos nos devuelve el sentimiento de la propia dignidad, nos lleva a una mayor profundidad vital, nos permite experimentar que vale la pena pasar por este mundo.
Sembrar para la cultura de la vida
213. Los ámbitos educativos son diversos: la escuela, la familia, los medios de comunicación, la catequesis, etc. Una buena educación escolar en la temprana edad coloca semillas que pueden producir efectos a lo largo de toda una vida. Pero quiero destacar la importancia central de la familia, porque «es el ámbito donde la vida, don de Dios, puede ser acogida y protegida de manera adecuada contra los múltiples ataques a que está expuesta, y puede desarrollarse según las exigencias de un auténtico crecimiento humano. Contra la llamada cultura de la muerte, la familia constituye la sede de la cultura de la vida» 149. En la familia se cultivan los primeros hábitos de amor y cuidado de la vida, como por ejemplo el uso correcto de las cosas, el orden y la limpieza, el respeto al ecosistema local y la protección de todos los seres creados. La familia es el lugar de la formación integral, donde se desenvuelven los distintos aspectos, íntimamente relacionados entre sí, de la maduración personal. En la familia se aprende a pedir permiso sin avasallar, a decir «gracias» como expresión de una sentida valoración de las cosas que recibimos, a dominar la agresividad o la voracidad, y a pedir perdón cuando hacemos algún daño. Estos pequeños gestos de sincera cortesía ayudan a construir una cultura de la vida compartida y del respeto a lo que nos rodea.
Austeridad responsable
214. A la política y a las diversas asociaciones les compete un esfuerzo de concientización de la población. También a la Iglesia. Todas las comunidades cristianas tienen un rol importante que cumplir en esta educación. Espero también que en nuestros seminarios y casas religiosas de formación se eduque para una austeridad responsable, para la contemplación agradecida del mundo, para el cuidado de la fragilidad de los pobres y del ambiente. Dado que es mucho lo que está en juego, así como se necesitan instituciones dotadas de poder para sancionar los ataques al medio ambiente, también necesitamos controlarnos y educarnos unos a otros.
Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 39: AAS 83 (1991), 842. 149
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215. En este contexto, «no debe descuidarse la relación que hay entre una adecuada educación estética y la preservación de un ambiente sano» 150. Prestar atención a la belleza y amarla nos ayuda a salir del pragmatismo utilitarista. Cuando alguien no aprende a detenerse para percibir y valorar lo bello, no es extraño que todo se convierta para él en objeto de uso y abuso inescrupuloso. Al mismo tiempo, si se quiere conseguir cambios profundos, hay que tener presente que los paradigmas de pensamiento realmente influyen en los comportamientos. La educación será ineficaz y sus esfuerzos serán estériles si no procura también difundir un nuevo paradigma acerca del ser humano, la vida, la sociedad y la relación con la naturaleza. De otro modo, seguirá avanzando el paradigma consumista que se transmite por los medios de comunicación y a través de los eficaces engranajes del mercado.
Ecología, estética y gratuidad
III. Conversión ecológica 216. La gran riqueza de la espiritualidad cristiana, generada por veinte siglos de experiencias personales y comunitarias, ofrece un bello aporte al intento de renovar la humanidad. Quiero proponer a los cristianos algunas líneas de espiritualidad ecológica que nacen de las convicciones de nuestra fe, porque lo que el Evangelio nos enseña tiene consecuencias en nuestra forma de pensar, sentir y vivir. No se trata de hablar tanto de ideas, sino sobre todo de las motivaciones que surgen de la espiritualidad para alimentar una pasión por el cuidado del mundo. Porque no será posible comprometerse en cosas grandes solo con doctrinas sin una mística que nos anime, sin «unos móviles interiores que impulsan, motivan, alientan y dan sentido a la acción personal y comunitaria» 151. Tenemos que reconocer que no siempre los cristianos hemos recogido y desarrollado las riquezas que Dios ha dado a la Iglesia, donde la espiritualidad no está desconectada del propio cuerpo ni de la naturaleza o de las realidades de este mundo, sino que se vive con ellas y en ellas, en comunión con todo lo que nos rodea.
Espiritualidad ecológica
217. Si «los desiertos exteriores se multiplican en el mundo porque se han extendido los desiertos interiores» 152, la crisis ecológica es un llamado a una profunda conversión interior. Pero también tenemos que reconocer que algunos cristianos comprometidos y orantes, bajo una excusa de realismo y pragmatismo, suelen burlarse de las preocupaciones por el medio ambiente. Otros son pasivos, no se deciden a cambiar sus hábitos y se vuelven incoherentes. Les hace falta entonces una conversión ecológica, que implica dejar brotar todas las consecuencias de su encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que los rodea. Vivir la vocación de ser protectores de la obra de Dios es parte esencial de una existencia virtuosa, no consiste en algo opcional ni en un aspecto secundario de la experiencia cristiana.
Protectores de la casa común
Id., Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1990, 14: AAS 82 (1990), 155. Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 261: AAS 105 (2013), 1124. 152 Benedicto XVI, Homilía en el solemne inicio del ministerio petrino (24 abril 2005): AAS 97 (2005), 710. 150 151
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Conversión del corazón
218. Recordemos el modelo de san Francisco de Asís, para proponer una sana relación con lo creado como una dimensión de la conversión íntegra de la persona. Esto implica también reconocer los propios errores, pecados, vicios o negligencias, y arrepentirse de corazón, cambiar desde adentro. Los Obispos australianos supieron expresar la conversión en términos de reconciliación con la creación: «Para realizar esta reconciliación debemos examinar nuestras vidas y reconocer de qué modo ofendemos a la creación de Dios con nuestras acciones y nuestra incapacidad de actuar. Debemos hacer la experiencia de una conversión, de un cambio del corazón» 153.
Redes ecológicas
219. Sin embargo, no basta que cada uno sea mejor para resolver una situación tan compleja como la que afronta el mundo actual. Los individuos aislados pueden perder su capacidad y su libertad para superar la lógica de la razón instrumental y terminan a merced de un consumismo sin ética y sin sentido social y ambiental. A problemas sociales se responde con redes comunitarias, no con la mera suma de bienes individuales: «Las exigencias de esta tarea van a ser tan enormes, que no hay forma de satisfacerlas con las posibilidades de la iniciativa individual y de la unión de particulares formados en el individualismo. Se requerirán una reunión de fuerzas y una unidad de realización» 154. La conversión ecológica que se requiere para crear un dinamismo de cambio duradero es también una conversión comunitaria.
Amorosa y comprometida conciencia
220. Esta conversión supone diversas actitudes que se conjugan para movilizar un cuidado generoso y lleno de ternura. En primer lugar, implica gratitud y gratuidad, es decir, un reconocimiento del mundo como un don recibido del amor del Padre, que provoca como consecuencia actitudes gratuitas de renuncia y gestos generosos, aunque nadie los vea o los reconozca: «Que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha […] y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará» (Mt 6,3-4). También implica la amorosa conciencia de no estar desconectados de las demás criaturas, de formar con los demás seres del universo una preciosa comunión universal. Para el creyente, el mundo no se contempla desde fuera sino desde dentro, reconociendo los lazos con los que el Padre nos ha unido a todos los seres. Además, haciendo crecer las capacidades peculiares que Dios le ha dado, la conversión ecológica lleva al creyente a desarrollar su creatividad y su entusiasmo, para resolver los dramas del mundo, ofreciéndose a Dios «como un sacrificio vivo, santo y agradable» (Rom 12,1). No entiende su superioridad como motivo de gloria personal o de dominio irresponsable, sino como una capacidad diferente, que a su vez le impone una grave responsabilidad que brota de su fe. Conferencia de los Obispos católicos de Australia, A New Earth – The Environmental Challenge (2002). 154 Romano Guardini, Das Ende der Neuzeit, 72 (ed. esp.: El ocaso de la Edad Moderna, 93). 153
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221. Diversas convicciones de nuestra fe, desarrolladas al comienzo de esta encíclica, ayudan a enriquecer el sentido de esta conversión, como la conciencia de que cada criatura refleja algo de Dios y tiene un mensaje que enseñarnos, o la seguridad de que Cristo ha asumido en sí este mundo material y ahora, resucitado, habita en lo íntimo de cada ser, rodeándolo con su cariño y penetrándolo con su luz. También el reconocimiento de que Dios ha creado el mundo inscribiendo en él un orden y un dinamismo que el ser humano no tiene derecho a ignorar. Cuando uno lee en el Evangelio que Jesús habla de los pájaros, y dice que «ninguno de ellos está olvidado ante Dios» (Lc 12,6), ¿será capaz de maltratarlos o de hacerles daño? Invito a todos los cristianos a explicitar esta dimensión de su conversión, permitiendo que la fuerza y la luz de la gracia recibida se explayen también en su relación con las demás criaturas y con el mundo que los rodea, y provoque esa sublime fraternidad con todo lo creado que tan luminosamente vivió san Francisco de Asís.
Reflejos de luz
IV. Gozo y paz 222. La espiritualidad cristiana propone un modo alternativo de entender la calidad de vida, y alienta un estilo de vida profético y contemplativo, capaz de gozar profundamente sin obsesionarse por el consumo. Es importante incorporar una vieja enseñanza, presente en diversas tradiciones religiosas, y también en la Biblia. Se trata de la convicción de que «menos es más». La constante acumulación de posibilidades para consumir distrae el corazón e impide valorar cada cosa y cada momento. En cambio, el hacerse presente serenamente ante cada realidad, por pequeña que sea, nos abre muchas más posibilidades de comprensión y de realización personal. La espiritualidad cristiana propone un crecimiento con sobriedad y una capacidad de gozar con poco. Es un retorno a la simplicidad que nos permite detenernos a valorar lo pequeño, agradecer las posibilidades que ofrece la vida sin apegarnos a lo que tenemos ni entristecernos por lo que no poseemos. Esto supone evitar la dinámica del dominio y de la mera acumulación de placeres.
Menos es más
223. La sobriedad que se vive con libertad y conciencia es liberadora. No es menos vida, no es una baja intensidad sino todo lo contrario. En realidad, quienes disfrutan más y viven mejor cada momento son los que dejan de picotear aquí y allá, buscando siempre lo que no tienen, y experimentan lo que es valorar cada persona y cada cosa, aprenden a tomar contacto y saben gozar con lo más simple. Así son capaces de disminuir las necesidades insatisfechas y reducen el cansancio y la obsesión. Se puede necesitar poco y vivir mucho, sobre todo cuando se es capaz de desarrollar otros placeres y se encuentra satisfacción en los encuentros fraternos, en el servicio, en el despliegue de los carismas, en la música y el arte, en el contacto con la naturaleza, en la oración. La felicidad requiere saber limitar algunas necesidades que nos atontan, quedando así disponibles para las múltiples posibilidades que ofrece la vida.
Necesitar poco para vivir más
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Sana humildad y feliz sobriedad
224. La sobriedad y la humildad no han gozado de una valoración positiva en el último siglo. Pero cuando se debilita de manera generalizada el ejercicio de alguna virtud en la vida personal y social, ello termina provocando múltiples desequilibrios, también ambientales. Por eso, ya no basta hablar solo de la integridad de los ecosistemas. Hay que atreverse a hablar de la integridad de la vida humana, de la necesidad de alentar y conjugar todos los grandes valores. La desaparición de la humildad, en un ser humano desaforadamente entusiasmado con la posibilidad de dominarlo todo sin límite alguno, solo puede terminar dañando a la sociedad y al ambiente. No es fácil desarrollar esta sana humildad y una feliz sobriedad si nos volvemos autónomos, si excluimos de nuestra vida a Dios y nuestro yo ocupa su lugar, si creemos que es nuestra propia subjetividad la que determina lo que está bien o lo que está mal.
Parar, contemplar y bendecir
225. Por otro lado, ninguna persona puede madurar en una feliz sobriedad si no está en paz consigo mismo. Parte de una adecuada comprensión de la espiritualidad consiste en ampliar lo que entendemos por paz, que es mucho más que la ausencia de guerra. La paz interior de las personas tiene mucho que ver con el cuidado de la ecología y con el bien común, porque, auténticamente vivida, se refleja en un estilo de vida equilibrado unido a una capacidad de admiración que lleva a la profundidad de la vida. La naturaleza está llena de palabras de amor, pero ¿cómo podremos escucharlas en medio del ruido constante, de la distracción permanente y ansiosa, o del culto a la apariencia? Muchas personas experimentan un profundo desequilibrio que las mueve a hacer las cosas a toda velocidad para sentirse ocupadas, en una prisa constante que a su vez las lleva a atropellar todo lo que tienen a su alrededor. Esto tiene un impacto en el modo como se trata al ambiente. Una ecología integral implica dedicar algo de tiempo para recuperar la serena armonía con la creación, para reflexionar acerca de nuestro estilo de vida y nuestros ideales, para contemplar al Creador, que vive entre nosotros y en lo que nos rodea, cuya presencia «no debe ser fabricada sino descubierta, develada» 155.
Serena atención
226. Estamos hablando de una actitud del corazón, que vive todo con serena atención, que sabe estar plenamente presente ante alguien sin estar pensando en lo que viene después, que se entrega a cada momento como don divino que debe ser plenamente vivido. Jesús nos enseñaba esta actitud cuando nos invitaba a mirar los lirios del campo y las aves del cielo, o cuando, ante la presencia de un hombre inquieto, «detuvo en él su mirada, y lo amó» (Mc 10,21). Él sí que estaba plenamente presente ante cada ser humano y ante cada criatura, y así nos mostró un camino para superar la ansiedad enfermiza que nos vuelve superficiales, agresivos y consumistas desenfrenados.
Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 71: AAS 105 (2013), 1050.
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227. Una expresión de esta actitud es detenerse a dar gracias a Dios antes y después de las comidas. Propongo a los creyentes que retomen este valioso hábito y lo vivan con profundidad.
Mesas llenas de vida y agradecimiento
Ese momento de la bendición, aunque sea muy breve, nos recuerda nuestra dependencia de Dios para la vida, fortalece nuestro sentido de gratitud por los dones de la creación, reconoce a aquellos que con su trabajo proporcionan estos bienes y refuerza la solidaridad con los más necesitados.
V. Amor civil y político 228. El cuidado de la naturaleza es parte de un estilo de vida que implica capacidad de convivencia y de comunión. Jesús nos recordó que tenemos a Dios como nuestro Padre común y que eso nos hace hermanos. El amor fraterno solo puede ser gratuito, nunca puede ser un pago por lo que otro realice ni un anticipo por lo que esperamos que haga. Por eso es posible amar a los enemigos. Esta misma gratuidad nos lleva a amar y aceptar el viento, el sol o las nubes, aunque no se sometan a nuestro control. Por eso podemos hablar de una fraternidad universal.
Gafas de gratuidad
229. Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos. Ya hemos tenido mucho tiempo de degradación moral, burlándonos de la ética, de la bondad, de la fe, de la honestidad, y llegó la hora de advertir que esa alegre superficialidad nos ha servido de poco. Esa destrucción de todo fundamento de la vida social termina enfrentándonos unos con otros para preservar los propios intereses, provoca el surgimiento de nuevas formas de violencia y crueldad e impide el desarrollo de una verdadera cultura del cuidado del ambiente.
Todos necesitamos de todos
230. El ejemplo de santa Teresa de Lisieux nos invita a la práctica del pequeño camino del amor, a no perder la oportunidad de una palabra amable, de una sonrisa, de cualquier pequeño gesto que siembre paz y amistad. Una ecología integral también está hecha de simples gestos cotidianos donde rompemos la lógica de la violencia, del aprovechamiento, del egoísmo. Mientras tanto, el mundo del consumo exacerbado es al mismo tiempo el mundo del maltrato de la vida en todas sus formas.
Gestos pequeños de amor
231. El amor, lleno de pequeños gestos de cuidado mutuo, es también civil y político, y se manifiesta en todas las acciones que procuran construir un mundo mejor. El amor a la sociedad y el compromiso por el bien común son una forma excelente de la caridad, que no solo afecta a las relaciones entre los individuos, sino a «las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas» 156. Por eso, la Iglesia propuso al mundo el ideal de una «civilización del amor» 157. El amor social es la clave de un auténtico desarrollo: «Para plasmar una sociedad más humana, más digna
Construir un mundo mejor, la cultura del cuidado
Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 2: AAS 101 (2009), 642. Pablo VI, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1977: AAS 68 (1976), 709.
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de la persona, es necesario revalorizar el amor en la vida social –a nivel político, económico, cultural–, haciéndolo la norma constante y suprema de la acción» 158. En este marco, junto con la importancia de los pequeños gestos cotidianos, el amor social nos mueve a pensar en grandes estrategias que detengan eficazmente la degradación ambiental y alienten una cultura del cuidado que impregne toda la sociedad. Cuando alguien reconoce el llamado de Dios a intervenir junto con los demás en estas dinámicas sociales, debe recordar que eso es parte de su espiritualidad, que es ejercicio de la caridad y que de ese modo madura y se santifica.
Sector asociativo fraterno y comunitario
232. No todos están llamados a trabajar de manera directa en la política, pero en el seno de la sociedad germina una innumerable variedad de asociaciones que intervienen a favor del bien común preservando el ambiente natural y urbano. Por ejemplo, se preocupan por un lugar común (un edificio, una fuente, un monumento abandonado, un paisaje, una plaza), para proteger, sanear, mejorar o embellecer algo que es de todos. A su alrededor se desarrollan o se recuperan vínculos y surge un nuevo tejido social local. Así una comunidad se libera de la indiferencia consumista. Esto incluye el cultivo de una identidad común, de una historia que se conserva y se transmite. De esa manera se cuida el mundo y la calidad de vida de los más pobres, con un sentido solidario que es al mismo tiempo conciencia de habitar una casa común que Dios nos ha prestado. Estas acciones comunitarias, cuando expresan un amor que se entrega, pueden convertirse en intensas experiencias espirituales.
VI. Signos sacramentales y descanso celebrativo Encontrar a Dios en todas las cosas
233. El universo se desarrolla en Dios, que lo llena todo. Entonces hay mística en una hoja, en un camino, en el rocío, en el rostro del pobre 159. El ideal no es solo pasar de lo exterior a lo interior para descubrir la acción de Dios en el alma, sino también llegar a encontrarlo en todas las cosas, como enseñaba san Buenaventura: «La contemplación es tanto más eminente cuanto más siente en sí el hombre el efecto de la divina gracia o también cuanto mejor sabe encontrar a Dios en las criaturas exteriores» 160.
Consejo Pontificio Justicia y Paz, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 582. Un maestro espiritual, Ali Al-Kawwas, desde su propia experiencia, también destacaba la necesidad de no separar demasiado las criaturas del mundo de la experiencia de Dios en el interior. Decía: «No hace falta criticar prejuiciosamente a los que buscan el éxtasis en la música o en la poesía. Hay un secreto sutil en cada uno de los movimientos y sonidos de este mundo. Los iniciados llegan a captar lo que dicen el viento que sopla, los árboles que se doblan, el agua que corre, las moscas que zumban, las puertas que crujen, el canto de los pájaros, el sonido de las cuerdas o las flautas, el suspiro de los enfermos, el gemido de los afligidos…» (Eva De VitrayMeyerovitch [ed.], Anthologie du soufisme, Paris 1978, 200). 160 In II Sent., 23, 2, 3. 158
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234. San Juan de la Cruz enseñaba que todo lo bueno que hay en las cosas y experiencias del mundo «está en Dios eminentemente en infinita manera, o, por mejor decir, cada una de estas grandezas que se dicen es Dios» 161. No es porque las cosas limitadas del mundo sean realmente divinas, sino porque el místico experimenta la íntima conexión que hay entre Dios y todos los seres, y así «siente ser todas las cosas Dios» 162. Si le admira la grandeza de una montaña, no puede separar eso de Dios, y percibe que esa admiración interior que él vive debe depositarse en el Señor: «Las montañas tienen alturas, son abundantes, anchas, y hermosas, o graciosas, floridas y olorosas. Estas montañas es mi Amado para mí. Los valles solitarios son quietos, amenos, frescos, umbrosos, de dulces aguas llenos, y en la variedad de sus arboledas y en el suave canto de aves hacen gran recreación y deleite al sentido, dan refrigerio y descanso en su soledad y silencio. Estos valles es mi Amado para mí» 163.
Te veo a ti Señor
235. Los Sacramentos son un modo privilegiado de cómo la naturaleza es asumida por Dios y se convierte en mediación de la vida sobrenatural. A través del culto somos invitados a abrazar el mundo en un nivel distinto. El agua, el aceite, el fuego y los colores son asumidos con toda su fuerza simbólica y se incorporan en la alabanza.
Sacramento signos de vida y libertad
La mano que bendice es instrumento del amor de Dios y reflejo de la cercanía de Jesucristo que vino a acompañarnos en el camino de la vida. El agua que se derrama sobre el cuerpo del niño que se bautiza es signo de vida nueva. No escapamos del mundo ni negamos la naturaleza cuando queremos encontrarnos con Dios. Esto se puede percibir particularmente en la espiritualidad cristiana oriental: «La belleza, que en Oriente es uno de los nombres con que más frecuentemente se suele expresar la divina armonía y el modelo de la humanidad transfigurada, se muestra por doquier: en las formas del templo, en los sonidos, en los colores, en las luces y en los perfumes» 164. Para la experiencia cristiana, todas las criaturas del universo material encuentran su verdadero sentido en el Verbo encarnado, porque el Hijo de Dios ha incorporado en su persona parte del universo material, donde ha introducido un germen de transformación definitiva: «el Cristianismo no rechaza la materia, la corporeidad; al contrario, la valoriza plenamente en el acto litúrgico, en el que el cuerpo humano muestra su naturaleza íntima de templo del Espíritu y llega a unirse al Señor Jesús, hecho también él cuerpo para la salvación del mundo» 165. 236. En la Eucaristía lo creado encuentra su mayor elevación. La gracia, que tiende a manifestarse de modo sensible, logra una expresión asombrosa cuando Dios mismo, hecho hombre, llega a hacerse comer
Eucaristía, la Pascua de la nueva creación
Cántico espiritual, XIV-XV, 5. Ibíd. 163 Ibíd., XIV-XV, 6-7. 164 Juan Pablo II, Carta ap. Orientale lumen (2 mayo 1995), 11: AAS 87 (1995), 757. 165 Ibíd. 161 162
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por su criatura. El Señor, en el colmo del misterio de la Encarnación, quiso llegar a nuestra intimidad a través de un pedazo de materia. No desde arriba, sino desde adentro, para que en nuestro propio mundo pudiéramos encontrarlo a él. En la Eucaristía ya está realizada la plenitud, y es el centro vital del universo, el foco desbordante de amor y de vida inagotable. Unido al Hijo encarnado, presente en la Eucaristía, todo el cosmos da gracias a Dios. En efecto, la Eucaristía es de por sí un acto de amor cósmico: «¡Sí, cósmico! Porque también cuando se celebra sobre el pequeño altar de una iglesia en el campo, la Eucaristía se celebra, en cierto sentido, sobre el altar del mundo» 166. La Eucaristía une el cielo y la tierra, abraza y penetra todo lo creado. El mundo que salió de las manos de Dios vuelve a Él en feliz y plena adoración. En el Pan eucarístico, «la creación está orientada hacia la divinización, hacia las santas bodas, hacia la unificación con el Creador mismo» 167. Por eso, la Eucaristía es también fuente de luz y de motivación para nuestras preocupaciones por el ambiente, y nos orienta a ser custodios de todo lo creado.
Domingo, día de Resurrección y Vida
237. El domingo, la participación en la Eucaristía tiene una importancia especial. Ese día, así como el sábado judío, se ofrece como día de la sanación de las relaciones del ser humano con Dios, consigo mismo, con los demás y con el mundo. El domingo es el día de la Resurrección, el «primer día» de la nueva creación, cuya primicia es la humanidad resucitada del Señor, garantía de la transfiguración final de toda la realidad creada. Además, ese día anuncia «el descanso eterno del hombre en Dios» 168. De este modo, la espiritualidad cristiana incorpora el valor del descanso y de la fiesta. El ser humano tiende a reducir el descanso contemplativo al ámbito de lo infecundo o innecesario, olvidando que así se quita a la obra que se realiza lo más importante: su sentido. Estamos llamados a incluir en nuestro obrar una dimensión receptiva y gratuita, que es algo diferente de un mero no hacer. Se trata de otra manera de obrar que forma parte de nuestra esencia. De ese modo, la acción humana es preservada no únicamente del activismo vacío, sino también del desenfreno voraz y de la conciencia aislada que lleva a perseguir solo el beneficio personal. La ley del descanso semanal imponía abstenerse del trabajo el séptimo día «para que reposen tu buey y tu asno y puedan respirar el hijo de tu esclava y el emigrante» (Ex 23,12). El descanso es una ampliación de la mirada que permite volver a reconocer los derechos de los demás. Así, el día de descanso, cuyo centro es la Eucaristía, derrama su luz sobre la semana entera y nos motiva a incorporar el cuidado de la naturaleza y de los pobres.
Id., Carta enc. Ecclesia de Eucharistia (17 abril 2003), 8: AAS 95 (2003), 438. Benedicto XVI, Homilía en la Misa del Corpus Christi (15 junio 2006): AAS 98 (2006), 513. 168 Catecismo de la Iglesia Católica, 2175. 166 167
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VII. La Trinidad y la relación entre las criaturas 238. El Padre es la fuente última de todo, fundamento amoroso y comunicativo de cuanto existe. El Hijo, que lo refleja, y a través del cual todo ha sido creado, se unió a esta tierra cuando se formó en el seno de María. El Espíritu, lazo infinito de amor, está íntimamente presente en el corazón del universo animando y suscitando nuevos caminos. El mundo fue creado por las tres Personas como un único principio divino, pero cada una de ellas realiza esta obra común según su propiedad personal. Por eso, «cuando contemplamos con admiración el universo en su grandeza y belleza, debemos alabar a toda la Trinidad» 169.
Padre, fuente de vida
239. Para los cristianos, creer en un solo Dios que es comunión trinitaria lleva a pensar que toda la realidad contiene en su seno una marca propiamente trinitaria. San Buenaventura llegó a decir que el ser humano, antes del pecado, podía descubrir cómo cada criatura «testifica que Dios es trino». El reflejo de la Trinidad se podía reconocer en la naturaleza «cuando ni ese libro era oscuro para el hombre ni el ojo del hombre se había entur biado» 170. El santo franciscano nos enseña que toda criatura lleva en sí una estructura propiamente trinitaria, tan real que podría ser espontáneamente contemplada si la mirada del ser humano no fuera limitada, oscura y frágil. Así nos indica el desafío de tratar de leer la realidad en clave trinitaria.
Presencia viva de la Trinidad
240. Las Personas divinas son relaciones subsistentes, y el mundo, creado según el modelo divino, es una trama de relaciones. Las criaturas tienden hacia Dios, y a su vez es propio de todo ser viviente tender hacia otra cosa, de tal modo que en el seno del universo podemos encontrar un sinnúmero de constantes relaciones que se entrelazan secretamente 171. Esto no solo nos invita a admirar las múltiples conexiones que existen entre las criaturas, sino que nos lleva a descubrir una clave de nuestra propia realización. Porque la persona humana más crece, más madura y más se santifica a medida que entra en relación, cuando sale de sí misma para vivir en comunión con Dios, con los demás y con todas las criaturas. Así asume en su propia existencia ese dinamismo trinitario que Dios ha impreso en ella desde su creación. Todo está conectado, y eso nos invita a madurar una espiritualidad de la solidaridad global que brota del misterio de la Trinidad.
Conectados y entrelazados
VIII. Reina de todo lo creado 241. María, la madre que cuidó a Jesús, ahora cuida con afecto y dolor materno este mundo herido. Así como lloró con el corazón traspasado la muerte de Jesús, ahora se compadece del sufrimiento de los pobres crucificados y de las criaturas de este mundo arrasadas por el poder
Desde los ojos de madre
Juan Pablo II, Catequesis (2 agosto 2000), 4: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (4 agosto 2000), p. 8. 170 Quaest. disp. de Myst. Trinitatis, 1, 2, concl. 171 Cf. Tomás de Aquino, Summa Theologiae I, q. 11, art. 3; q. 21, art. 1, ad 3; q. 47, art. 3. 169
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humano. Ella vive con Jesús completamente transfigurada, y todas las criaturas cantan su belleza. Es la Mujer «vestida de sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza» (Ap 12,1). Elevada al cielo, es Madre y Reina de todo lo creado. En su cuerpo glorificado, junto con Cristo resucitado, parte de la creación alcanzó toda la plenitud de su hermosura. Ella no solo guarda en su corazón toda la vida de Jesús, que «conservaba» cuidadosamente (cf. Lc 2,19.51), sino que también comprende ahora el sentido de todas las cosas. Por eso podemos pedirle que nos ayude a mirar este mundo con ojos más sabios.
José, carpintero de la ternura
242. Junto con ella, en la familia santa de Nazaret, se destaca la figura de san José. Él cuidó y defendió a María y a Jesús con su trabajo y su presencia generosa, y los liberó de la violencia de los injustos llevándolos a Egipto. En el Evangelio aparece como un hombre justo, trabajador, fuerte. Pero de su figura emerge también una gran ternura, que no es propia de los débiles sino de los verdaderamente fuertes, atentos a la realidad para amar y servir humildemente. Por eso fue declarado custodio de la Iglesia universal. Él también puede enseñarnos a cuidar, puede motivarnos a trabajar con generosidad y ternura para proteger este mundo que Dios nos ha confiado.
IX. Más allá del sol Él hace nuevas todas las cosas
243. Al final nos encontraremos cara a cara frente a la infinita belleza de Dios (cf. 1 Cor 13,12) y podremos leer con feliz admiración el misterio del universo, que participará con nosotros de la plenitud sin fin. Sí, estamos viajando hacia el sábado de la eternidad, hacia la nueva Jerusalén, hacia la casa común del cielo. Jesús nos dice: «Yo hago nuevas todas las cosas» (Ap 21,5). La vida eterna será un asombro compartido, donde cada criatura, luminosamente transformada, ocupará su lugar y tendrá algo para aportar a los pobres definitivamente liberados.
Enlazados por la esperanza
244. Mientras tanto, nos unimos para hacernos cargo de esta casa que se nos confió, sabiendo que todo lo bueno que hay en ella será asumido en la fiesta celestial. Junto con todas las criaturas, caminamos por esta tierra buscando a Dios, porque, «si el mundo tiene un principio y ha sido creado, busca al que lo ha creado, busca al que le ha dado inicio, al que es su Creador» 172. Caminemos cantando. Que nuestras luchas y nuestra preocupación por este planeta no nos quiten el gozo de la esperanza.
Infinitamente generoso
245. Dios, que nos convoca a la entrega generosa y a darlo todo, nos ofrece las fuerzas y la luz que necesitamos para salir adelante. En el corazón de este mundo sigue presente el Señor de la vida que nos ama tanto. Él no nos abandona, no nos deja solos, porque se ha unido definitivamente a nuestra tierra, y su amor siempre nos lleva a encontrar nuevos caminos. Alabado sea. *** Basilio Magno, Hom. in Hexaemeron, 1, 2, 6: PG 29, 8.
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246. Después de esta prolongada reflexión, gozosa y dramática a la vez, propongo dos oraciones, una que podamos compartir todos los que creemos en un Dios creador omnipotente, y otra para que los cristianos sepamos asumir los compromisos con la creación que nos plantea el Evangelio de Jesús.
Espacio sagrado
Oración por nuestra tierra Dios omnipotente, que estás presente en todo el universo y en la más pequeña de tus criaturas, Tú, que rodeas con tu ternura todo lo que existe, derrama en nosotros la fuerza de tu amor para que cuidemos la vida y la belleza. Inúndanos de paz, para que vivamos como hermanos y hermanas sin dañar a nadie. Dios de los pobres, ayúdanos a rescatar a los abandonados y olvidados de esta tierra que tanto valen a tus ojos. Sana nuestras vidas, para que seamos protectores del mundo y no depredadores, para que sembremos hermosura y no contaminación y destrucción. Toca los corazones de los que buscan solo beneficios a costa de los pobres y de la tierra. Enséñanos a descubrir el valor de cada cosa, a contemplar admirados, a reconocer que estamos profundamente unidos con todas las criaturas en nuestro camino hacia tu luz infinita. Gracias porque estás con nosotros todos los días. Aliéntanos, por favor, en nuestra lucha por la justicia, el amor y la paz. Oración cristiana con la creación Te alabamos, Padre, con todas tus criaturas, que salieron de tu mano poderosa. Son tuyas, y están llenas de tu presencia y de tu ternura. Alabado seas. Hijo de Dios, Jesús, por ti fueron creadas todas las cosas. Te formaste en el seno materno de María, te hiciste parte de esta tierra, y miraste este mundo con ojos humanos. 165 194412_libro_111-176_ud02 165
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Hoy estás vivo en cada criatura con tu gloria de resucitado. Alabado seas. Espíritu Santo, que con tu luz orientas este mundo hacia el amor del Padre y acompañas el gemido de la creación, tú vives también en nuestros corazones para impulsarnos al bien. Alabado seas. Señor Uno y Trino, comunidad preciosa de amor infinito, enséñanos a contemplarte en la belleza del universo, donde todo nos habla de ti. Despierta nuestra alabanza y nuestra gratitud por cada ser que has creado. Danos la gracia de sentirnos íntimamente unidos con todo lo que existe. Dios de amor, muéstranos nuestro lugar en este mundo como instrumentos de tu cariño por todos los seres de esta tierra, porque ninguno de ellos está olvidado ante ti. Ilumina a los dueños del poder y del dinero para que se guarden del pecado de la indiferencia, amen el bien común, promuevan a los débiles, y cuiden este mundo que habitamos. Los pobres y la tierra están clamando: Señor, tómanos a nosotros con tu poder y tu luz, para proteger toda vida, para preparar un futuro mejor, para que venga tu Reino de justicia, de paz, de amor y de hermosura. Alabado seas. Amén. Dado en Roma, junto a San Pedro, el 24 de mayo, Solemnidad de Pentecostés, del año 2015, tercero de mi Pontificado.
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PROPUESTAS DE TRABAJO DE UN VISTAZO
Educación y espiritualidad ecológica “Muchas cosas tienen que reorientar su rumbo, pero ante todo la humanidad necesita cambiar”
Apostar por otro estilo de vida
Nadie puede quitarnos nuestra dignidad humana. Dios siempre puede trabajar en nuestro corazón.
Educación para la alianza entre la humanidad y el ambiente
La familia constituye la sede de la cultura de la vida, porque es allí donde se realizan los pequeños gestos de sincera cortesía y amor
Conversión ecológica
Cuando nos dejemos convertir, va a crecer nuestra creatividad y entusiasmo.
Gozo y Paz
La espiritualidad cristiana propone un crecimiento con sobriedad y una capacidad de gozar con poco.
Amor civil y político
La comunidad se va liberando de la indiferencia consumista.
Signos sacramentales y descanso celebrativo
El secreto de la contemplación es sentir la íntima conexión que hay entre Dios y todos los seres.
La Trinidad y la relación entre las criaturas
La persona humana crece y se santifica cuando entra en relación, cuando vive en comunión con Dios.
Más allá del sol
Dios nos ha convocado para esta gran misión, y Él nos da las fuerzas y la luz para seguir adelante.
INVITADOS a poner nuestra atención en la vida “más allá del sol”, en la vida eterna “donde cada creatura, luminosamente transformada, ocupará su lugar y tendrá algo para aportar a los pobres definitivamente liberados”.
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Objetivo: Descubrir cómo es necesario que la humanidad cambie, para que el mundo reoriente su rumbo. Puntos Se proponen caminos para el cambio auténtico (203-208): • Educación para la alianza entre la humanidad y el ambiente (209-215). • Conversión ecológica (216-221). • Gozo y paz (222-227). • Amor civil y político (228-232). • La iglesia y las comunidades cristianas preocupadas por la casa común, la que Dios ha dejado en nuestras manos. Hemos de caminar por sendas de educación y regeneración, inspirados en lo sacramental y teológico, desde una perspectiva de esperanza escatológica (233-246). Claves • Hemos de pasar de un planteamiento ecológico de retoques y cambio externo de imagen al fondo de los problemas que están planteados para la humanidad hoy, problemas de hondo calado cultural, ético, que tienen que ver con la espiritualidad. • Hoy es posible tomar posturas y relanzar propuestas y acciones que serán liberadoras y evitarán el caos y el fracaso de lo humano y lo natural. Estamos a tiempo desde una verdadera educación y regeneración social, cultural, económica y espiritual. • La Iglesia, los cristianos hemos de apostar fuerte por una vivencia de la fe religada al compromiso por una ecología integral, la que corresponde a la promesa de salvación que nos ha llegado del amor del Padre y de la encarnación del Hijo. Él ha asumido nuestra historia y nuestro mundo, nos presenta la creación con dolores de parto, unida a la suerte del hombre, de la historia. Nada le es ajeno a Él y nada puede sernos ajenos a nosotros en la tarea del mundo y la historia • Tenemos en el horizonte del Reino la teología de la casa común, del cuidado del mundo y de la solidaridad, especialmente con los más pobres y desheredados de la historia. Estamos llamados a celebrar todos los signos del Reino que se van dando y se pueden dar entre nosotros, sacramentos vivos de lo que esperamos. TRABAJO PERSONAL Leo personalmente y con atención el texto. Lo aplico siempre a la realidad que vivo personalmente y también como comunidad (familia, parroquia, grupo). Subrayo las ideas que me resultan sugerentes para mi propia vida. Al final elijo tres frases subrayadas: están en los números: _____ _____ _____.
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Pongo un signo de interrogación en las frases que me cuestionan, que no sé cómo llevarlas a la práctica... Al final elijo tres. Están en los números: _____ _____ _____. Saco conclusiones y aplicaciones para mi propia vida.
1. 2. 3. ENCUENTRO EN GRUPO Y TRABAJO COMPARTIDO ¿Cómo vivimos? Compartimos en grupo nuestro trabajo personal. Profundizamos y concretamos: – Desde el planteamiento de la encíclica, ¿que entendemos por cambio de estilo de vida?, ¿lo consideramos necesario y viable? – ¿Educamos actualmente para vivir más con menos, para cuidar la naturaleza y ser más solidarios? – ¿Este capítulo nos anima a cambiar o presenta un horizonte oscuro que paraliza? ¿Qué es lo que más anima? ¿Qué valor damos normalmente a estas palabras y cuál es el que propone el Papa: desafío educativo, conversión ecológica, sobriedad, cuidado, gozo y alegría? – Puede ser la Virgen María un modelo referente en el tema de esta ecología: Pensemos en el Magníficat. VISUALIZACIÓN E INTERIORIZACIÓN. LA VIDA Ahora y siempre, para todos, un día cualquiera – Pensemos en una jornada cualquiera y veamos detalles y aspectos en los que se puede expresar el cambio de estilo de vida que nos propone el Papa: agua, medio de transporte, consumo de energía, ropa, comunicación, comida, casa, ejercicio físico, nuestro dinero y el banco… – Expresemos cada uno del grupo una norma o hábito sencillo que suponga alianza con el ambiente. – Claves del evangelio y de la vida de Jesús que nos invitan a la conversión ecológica: modelos y medios de educación y formación que pueden desarrollar estas claves en los pequeños y en nosotros adultos – ¿Qué puede hacer que una parroquia pueda definirse como ecológica al estilo de Laudato si’?
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LECTURA CREYENTE Y ORACIÓN La Palabra Lo esencial es invisible a los ojos, solo podemos ver bien con los ojos del corazón, leemos en “El Principito”. Dios es sabiduría profunda, llena de verdad, alegría y gozo. Es la sabiduría de Dios la que hace al hombre hermano, a la tierra materna y lo divino entrañable. Abrirnos a la sabiduría es entrar en aquella dimensión que solo los sencillos y los humildes entienden frente al orgullo de los sabios y los entendidos. El profeta proclama esta sabiduría. “He aquí que para hacer justicia reinará un rey, y los jefes juzgarán según derecho. Será cada uno como un sitio abrigado contra el viento y a cubierto del temporal; como fluir de aguas en sequedal, como sombra de peñón en tierra agostada. No se cerrarán los ojos de los videntes, y los oídos de los que escuchan percibirán; el corazón de los alocados se esforzará en aprender, y la lengua de los tartamudos hablará claro y ligero. No se llamará ya noble al necio, ni al desaprensivo se le llamará magnífico. Porque el necio dice necedades y su corazón medita el mal, haciendo impiedad y profiriendo contra Yahvé desatinos, dejando vacío el estómago hambriento y privando de bebida al sediento. Al fin será derramado desde arriba sobre nosotros espíritu. Se hará la estepa un vergel, y el vergel será considerado como selva. Reposará en la estepa la equidad, y la justicia morará en el vergel; el producto de la justicia será la paz, el fruto de la equidad, una seguridad perpetua. Y habitará mi pueblo en albergue de paz, en moradas seguras y en posadas tranquilas. Dichosos vosotros, que sembraréis cabe todas las corrientes, y dejaréis sueltos el buey y el asno” (Isaías 32). Lectura creyente Angelines Rubio, madre y profesora de instituto, comprometida con la idea de que otra escuela es posible para otro mundo más feliz y justo, trabaja por motivar una enseñanza desde lo profundo de la persona, atendiendo a sus emociones y capacidades. Ella nos ayuda a interpretar desde su quehacer profesional educativo el texto iluminador y esperanzado del profeta. En el complejo mundo de la educación descubro estudiantes llenos de potencialidades, de personas que disponen de multitud de aristas que, como docentes, estamos llamados a pulir y poner al servicio del Bien Común. Cada uno de ellos con sus maletas de experiencias, con sus complejos adolescentes y con un futuro aún por definir y que nos empeñamos en complicar. En estos años he descubierto que es mucho más fecundo conocer las inteligencias dormidas de nuestros estudiantes. ¿Por qué no es igual de válido una inteligencia memorística que una artística? Formar a personas íntegras es
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la base de una educación transformadora. En muchas ocasiones nos acomodamos en la insistencia de un sistema fallido que perpetúa el conocimiento basado en datos numéricos. ¿Cómo pedirles que enumeren datos cuando no conocemos sus motivaciones? ¿Qué derecho tenemos a exigirles a mirar la realidad con unas gafas que no son propias? Paulo Freire ya lo dijo hace unos años, ¿qué hacer cuando les damos respuestas a preguntas que no nos han formulado? Dicho de otro modo, ¿por qué no vemos a la persona que tenemos delante, la ayudamos a descubrirse y a ver qué puede ofrecer al mundo que le rodea? Me pregunto en qué momento hemos deshumanizado la educación cuando ponemos los estándares de evaluación, los contenidos y los objetivos por delante de las competencias. ¿Por qué les pedimos que aprendan a trabajar en equipo cuando ni los propios profesores nos ponemos de acuerdo en elementos y objetivos comunes? En estos años de trabajo descubro que cuando dejamos al estudiante y ponemos a la persona en el centro de sus intereses la educación es transformadora y completa. Sin embargo, el proceso es lento. Nadar a contracorriente siempre es una tarea ardua que requiere de todo el personal educativo. Este sistema requiere esfuerzo, apuesta integral por una enseñanza individualizada, andar por senderos llenos de zarzas burocráticas o acomodamientos profesionales. Incluso por momentos en los que la confianza en el Padre y el salto al vacío son necesarios para resurgir, como el ave Fénix, de las cenizas. En este sentido los docentes estamos llamados a: – Plantear modelos de educación inspirados en aprendizajes– proyectos basados en servicios a la comunidad. – Educar a todos los estudiantes y potenciar sus capacidades intrínsecas que favorezcan un crecimiento sano e integral de su persona. – Escuchar sus puntos de interés y confiar en la toma de sus decisiones, maduras y procesuales. – Favorecer un clima de trabajo en donde confluyan las ideas compartidas y reviertan en la casa común. El encuentro con los otros, los miedos expresados y la emoción compartida es necesaria para avanzar y emocionarse. Dejemos por un momento al lado el tiempo invertido en papeles y cuestiones burocráticas. Miremos al estudiante y seamos capaces de sacar el talento que todos/as llevamos dentro para conseguir ponerlo al servicio del Bien Común. Apostemos por la educación integral y sana de nuestros estudiantes. Y seamos felices en el camino. Orar desde la vida
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Una parroquia ecológica hace que sus niños descubran su fe a pie de vida, desde ellos mismos y con sus propias palabras, haciendo eco del amor de Dios y de los que los cuidan y educan. Hoy oramos nuestro credo adulto y profundo desde la sencillez y la humildad alegre y agradecida de estos niños de catequesis de la Parroquia de Guadalupe de Badajoz. Los niños creemos que Dios es nuestro Padre, que nos quiere y nos cuida como a sus hijos, y nos perdona siempre, hagamos lo que hagamos. Creemos que Dios nos regaló el cielo y la tierra para que vivamos en ella y la cuidemos. Los niños creemos en Jesús, que es nuestro amigo y hermano, nos cuida y nos enseña a ser buenas personas. Nació de la Virgen María y murió por amor. Los niños creemos en el Espíritu Santo, que nos da fuera y nos anima y nos empuja a hacer el bien. Creemos en la Iglesia, porque es nuestra familia cristiana, que nos ayuda a acercarnos a Jesús. Los niños creemos que existe un Cielo en el que están todos nuestros seres queridos que ya no están con nosotros y desde el que Dios nos cuida. Creemos en la Paz de la tierra, si nos amamos unos a otros, y en nuestros padres que nos quieren y nos cuidan. Nuestro compromiso Convertimos en acción lo que hemos visto y descubierto: • Hacemos un momento de silencio para dejar que reposen en nosotros todas las ideas, sentimientos, emociones… que han provocado los textos compartidos. • Recordamos las frases o ideas que nos han impactado o algún comentario que me ha llamado la atención. • Nos preguntamos qué podríamos hacer para abordar estas cuestiones en los espacios en los que nos movemos. • Podemos terminar rezando juntos. ¿Cómo podemos vivir? Concretamos líneas de acción. ¿Qué podemos hacer? • Personalmente • En comunidad Oración final
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"Padre bueno, de qué nos sirve ganar el mundo entero si nos perdemos la vida. Danos tu sabiduría, la de Jesús de Nazaret, para encontrar la alegría del evangelio y hacernos apóstoles de la verdad y la vida. Enséñanos el camino de la entrega generosa y del amor fecundo, ayúdanos a transmitirlo así nuestros hijos para que ellos lo hagan a otras generaciones, hasta que todos unidos vayamos a tu encuentro. Que sepamos vivir con la sencillez de los niños para gozar de tu alegría divina y de tu paz serena". OTROS RECURSOS Canción Puedes escuchar la canción de la campaña de la HOAC, La persona es lo primero en el siguiente enlace: www.e-sm.net/194412-11 La persona es lo primero La persona es lo primero (6 v). Si la persona no es lo primero, alguien ocupará su lugar: los beneficios, la economía, si no tal vez, será el capital. Si la persona no es lo primero el mundo marcha al revés. Si la persona no es lo primero, algo tendremos que hacer. Si hacemos propio el sufrimiento del hermano de aquí y de allá nos convertimos en mensajeros de abrazos tiernos, fraternidad. Si la persona no es lo primero el mundo marcha al revés. Quien llora y sufre irá primero, ¡dale la vuelta otra vez!
Si la persona no es lo primero, quien tenga más, pisoteará nuestras razones, nuestros derechos no podremos siquiera opinar. Si la persona no es lo primero el mundo marcha al revés. Si va delante el usurero, algo habrá que remover. Si construimos un mundo nuevo, poniendo al centro la humanidad un sueño nuevo irá naciendo creando todos comunidad. Si la persona no es lo primero el mundo marcha al revés. Si la persona no es lo primero, algo tendremos que hacer.
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Esta canción nos habla de lo necesario que es afirmar la prioridad de la persona humana siempre y en cualquier situación, sin excepción, pues nada hay más importante que ella. – ¿A qué te invita esta canción? ¿Podías concretar esa invitación en un gesto, reflexión, actividad…concreta? – ¿Cuáles pueden ser, a tu juicio, esos otros caminos para un futuro feliz? ¿qué han de aportar a las personas y a la sociedad? Video Vemos el video de “Cinco Panes” del capítulo VI de la encíclica. www.e-sm.net/194412-12 Formulamos las siguientes preguntas a las que podemos ir dando respuesta: – ¿Qué actitudes, emociones y valores, tendríamos que cuidar y favorecer en los ámbitos educativos y sociales, para la vivencia de la ética del cuidado? – ¿Podrías compartir ejemplos de iniciativas personales y comunitarias que, en el mundo actual, están comprometidas en un nuevo modo de consumo, vida y relaciones que ponen a la persona por encima de todo? – ¿Dónde y a qué nos podemos sumar para construir unas relaciones más auténticas y gozosas con la naturaleza y con los demás?
NOTAS
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ÍNDICE Prólogo. Soñando una casa común. Rafael Cob García ....................................... 3 Presentación. Lo natural, lo humano y lo divino: ecología integral ........................ 7 Esquema de propuesta de trabajo ...................................................................... 10 PRIMERA PARTE: UNA REFLEXIÓN SOBRE LA ENCÍCLICA Al hilo de la Laudato si’. Cinco claves y una receta .............................................. 15 1. Primera clave: ¿A quién afecta más esto de la ecología? ............................ 15 2. Segunda clave: La invención de la naturaleza: todo está interconectado .... 18 3. Tercera clave: ¿Es admisible todo lo técnicamente realizable? .................... 22 4. Cuarta clave: La economía, ¿para qué? ..................................................... 24 5. Quinta clave: Tecnología y religión, dirección y sentido .............................. 27 6. Y una receta: La feliz sobriedad. ¡Vivir de otra manera! .............................. 29 SEGUNDA PARTE: TEXTO ÍNTEGRO DE LA ENCÍCLICA Y PROPUESTAS DE TRABAJO 1. Introducción y capítulo primero Introducción (1-16) ............................................................................................ 33 Capítulo primero. Lo que le está pasando a nuestra casa (17-61) ........................ 39 I. Contaminación y cambio climático .............................................................. 39 II. La cuestión del agua .................................................................................. 42 III. Pérdida de biodiversidad ............................................................................ 44 IV. Deterioro de la calidad de la vida humana y degradación social ................... 47 V. Inequidad planetaria .................................................................................. 48 VI. La debilidad de las reacciones .................................................................... 51 VII. Diversidad de opiniones .............................................................................. 53 Propuestas de trabajo .................................................................................. 54 2. Capítulo segundo. EL EVANGELIO DE LA CREACIÓN (62-100) I. La luz que ofrece la fe ................................................................................ 63 II. La sabiduría de los relatos bíblicos .............................................................. 64 III. El misterio del universo ............................................................................... 68 IV. El mensaje de cada criatura en la armonía de todo lo creado ...................... 71 V. Una comunión universal ............................................................................. 73 VI. Destino común de los bienes ...................................................................... 74 VII. La mirada de Jesús .................................................................................... 76 Propuestas de trabajo .................................................................................. 78 175 194412_libro_111-176_ud02 175
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3. Capítulo tercero. RAÍZ HUMANA DE LA CRISIS ECOLÓGICA (101-136) I. La tecnología: creatividad y poder ............................................................... 87 II. Globalización del paradigma tecnocrático ................................................... 89 III. Crisis y consecuencias del antropocentrismo moderno ................................ 92 Propuestas de trabajo .................................................................................. 101 4. Capítulo cuarto. UNA ECOLOGÍA INTEGRAL (137-162) I. Ecología ambiental, económica y social ....................................................... 111 II. Ecología cultural ......................................................................................... 113 III. Ecología de la vida cotidiana ....................................................................... 114 IV. El principio del bien común ........................................................................ 117 V. Justicia entre las generaciones ................................................................... 118 Propuestas de trabajo .................................................................................. 120 5. Capítulo quinto. ALGUNAS LÍNEAS DE ORIENTACIÓN (163-201) I. Diálogo sobre el medio ambiente en la política internacional ....................... 129 II. Diálogo hacia nuevas políticas nacionales y locales ..................................... 133 III. Diálogo y transparencia en los procesos decisionales .................................. 135 IV. Política y economía en diálogo para la plenitud humana .............................. 137 V. Las religiones en el diálogo con las ciencias ................................................ 141 Propuestas de trabajo .................................................................................. 143 6. Capítulo sexto. EDUCACIÓN Y ESPIRITUALIDAD ECOLÓGICA (202-246) I. Apostar por otro estilo de vida ..................................................................... 151 II. Educación para la alianza entre la humanidad y el ambiente ....................... 153 III. Conversión ecológica .................................................................................. 155 IV. Gozo y paz ................................................................................................. 157 V. Amor civil y político ..................................................................................... 159 VI. Signos sacramentales y descanso celebrativo .............................................. 160 VII. La Trinidad y la relación entre las criaturas .................................................. 163 VIII. Reina de todo lo creado .............................................................................. 163 IX. Más allá del sol .......................................................................................... 164 Propuestas de trabajo .................................................................................. 167
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