Inventario de
ANTONIO COLINAS
Junta de Castilla y Le贸n
Inventario de Antonio Colinas
Por
SUSANA AGUSTÍN FERNÁNDEZ
Colaboraciones
JOSÉ LUIS PUERTO JOSÉ ENRIQUE MARTÍNEZ FERNÁNDEZ FRANCISCO ESTÉVEZ
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Patronato de la FUNDACIÓN INSTITUTO CASTELLANO Y LEONÉS DE LA LENGUA Junta de Castilla y León, Federación Regional de Municipios y Provincias de Castilla y León, Cámara de Comercio e Industria de Burgos, Universidad de León, Universidad de Salamanca, Universidad de Burgos, Universidad de Valladolid, Diputación Provincial de Ávila, Diputación Provincial de Burgos, Diputación Provincial de León, Diputación Provincial de Palencia, Diputación Provincial de Salamanca, Diputación Provincial de Segovia, Diputación Provincial de Soria, Diputación Provincial de Valladolid, Diputación Provincial de Zamora, Ayuntamiento de Ávila, Ayuntamiento de Burgos, Ayuntamiento de Aranda de Duero, Ayuntamiento de Miranda de Ebro, Ayuntamiento de Ponferrada, Ayuntamiento de Palencia, Ayuntamiento de Salamanca, Ayuntamiento de Segovia, Ayuntamiento de Soria, Ayuntamiento de Valladolid, Ayuntamiento de Medina del Campo y Ayuntamiento de Zamora.
Director de la Fundación Instituto Castellano y Leonés de la Lengua: Gonzalo Santonja Gómez-Agero Gerente: Alejandro N. Sarmiento Carrión Coordinadora de Lengua: Beatriz Díez Calleja
© FUNDACIÓN INSTITUTO CASTELLANO Y LEONÉS DE LA LENGUA Real Monasterio de San Agustín. c/ Madrid, 24. 09001 Burgos. Tel.: 947 256 090 www.ilcyl.com © De los textos: SUSANA AGUSTÍN FERNÁNDEZ JOSÉ LUIS PUERTO JOSÉ ENRIQUE MARTÍNEZ FERNÁNDEZ FRANCISCO ESTÉVEZ © De las fotografías e ilustraciones: Archivo Personal de Antonio Colinas
Coordinación y edición: Félix Maraña Diseño y maquetación: Félix Maraña & Concetta Probanza [Oficina de Ideas] Bermingham 5, 20002 San Sebastián Digitalización de imágenes: Clara Colinas Fotografía de portada: Susana Alonso e Inés Marful
ISBN: 84-934951-4-5 Depósito Legal: Impresión: Gráficas CEYDE. Somosierra 20. 40006 Segovia
Índice
Inventario cumplido, por GONZALO SANTONJA GÓMEZ-AGERO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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I. ENTRE LA LUZ Y EL SILENCIO. LA POESÍA DE ANTONIO COLINAS por SUSANA AGUSTÍN FERNÁNDEZ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1. Rasgos que definen e individualizan a Antonio Colinas . . . . . . . 2. Etapas poéticas en la creación literaria de Antonio Colinas . . . . 3. El mito temático . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.1. La tradición cultural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.2. Retorno a las raíces . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.3. Los dos viajes que el poeta emprende por el mar Mediterráneo 3.4. Hacia un misticismo de raíz universal . . . . . . . . . . . . . . . . II. TRES ENTREVISTAS ESENCIALES – Conversación con Antonio Colinas, por JOSÉ LUIS PUERTO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . – La fidelidad a una voz, por JOSÉ ENRIQUE MARTÍNEZ FERNÁNDEZ . . . . . . . . . . . . . . . . . – La palabra nueva, por FRANCISCO ESTÉVEZ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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67 83 95
III. EPÍLOGO – Imágenes de Antonio Colinas, por JOSÉ LUIS PUERTO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105 IV. BIBLIOGRAFÍA GENERAL por SUSANA AGUSTÍN FERNÁNDEZ I. BIBLIOGRAFÍA DE ANTONIO COLINAS 1. Poesía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.1. Primeras ediciones y reediciones en volumen independiente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.2. Recopilaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.3. Antologías seleccionadas por el autor . . . . . . . . . . . . . . . . 1.4. Plaquettes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.5. Poemas Sueltos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.5.1. Poemas Aparecidos en publicaciones periódicas . . . . 1.5.2. Poemas no incluidos en ningún libro . . . . . . . . . . . .
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1.6. Poesía de Antonio Colinas traducida a otros idiomas . . . . . 140 1.7. Antologías de poesía española que incluyen poemas de Antonio Colinas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143 2. Narrativa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.1. Novela . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.2. Cuento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.2.1. Libros de relatos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.2.2. Cuentos recogidos en Antologías Colectivas . . . . . . . 2.2.3. Cuentos aparecidos en publicaciones periódicas . . . . . 2.3. Libros de Memorias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.4. Libros de viajes y lugares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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3. Libros Esenciales para el Autor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157 4. Ensayo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4.1. Libros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4.2. Estudios Biográficos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4.3. Catálogos de pintores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4.4. Artículos periodísticos y otras colaboraciones . . . . . . . . . . . 4.5. Reseñas de libros realizadas por el autor . . . . . . . . . . . . . .
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5. Traducciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 199 6. Otras colaboraciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6.1. Antologías de poesía preparadas por Antonio Colinas . . . . . 6.2. Algunos Premios Literarios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6.3. Algunos Congresos Internacionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6.4. Prólogos y Epílogos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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II. BIBLIOGRAFÍA SOBRE ANTONIO COLINAS 1. Entrevistas publicadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2. Respuestas a cuestionarios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3. Monográficos dedicados a Antonio Colinas . . . . . . . . . . . . . . . . 4. Tesinas y tesis doctorales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5. Reseñas de libros del autor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6. Noticias y otras referencias sobre el autor . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Inventario cumplido Gonzalo Santonja Gómez-Agero
Vivo siempre asomado a esta baranda. RAFAEL ALBERTI,
El matador.
E
n la encrucijada, feliz y lograda, de los sesenta años, en la inminencia de los ocho lustros de vida provechosa y descendencia fecunda de su primer libro (Poemas de la tierra y de la sangre, escrito en 1967, aunque publicado dos años después), y todavía en la celebración de Tiempo y abismo (2002), su último (por el momento) poemario, con varias tesis doctorales realizadas sobre su obra, así en España como en Italia y Estados Unidos, patente resulta que se hacía necesario levantar relación exhaustiva de las distintas facetas, tan múltiples como complementarias, del escritor Antonio Colinas. Notoria la de poeta, con unanimidad alabadas sus traducciones, muy conocidos sus ensayos y bien reseñadas las cinco obras narrativas (dos novelas, tres libros de cuentos) que hasta el presenta ha firmado, pero dispersas sus reflexiones críticas, actividad en él nada menor, sin ordenar sus artículos y carente del menor conato de sistematización rigurosa la recepción de su escritura, con territorios absolutamente desatendidos, sea el de las versiones de sus textos a diversas lenguas o el de la colaboración con pintores, concretado este en publicaciones tan apasionantes como en la práctica, por minoritarias, inalcanzables. Ante tal panorama, qué duda cabe, resultaba imprescindible una visión de conjunto. Susana Agustín, estudiosa de la obra de Colinas, ha llevado a cabo tal empresa con un rigor encomiable y una exhaustividad ciertamente lograda, estableciendo el asiento puntual de esa primera etapa que todo escritor tiene, tan difícil de recuperar al cabo de los años como interesante, sin desatender por eso, sino al contrario, las publicaciones de los últimos tiempos, extremos que se reflejan en la referencia a ese artículo inicial sobre Leopoldo Panero, acogido a las páginas –para Colinas bien entrañables– de El Adelanto Bañezano, y en el listado completo de los artículos de crítica literaria del autor, aspecto cuya entidad sobresale al considerarse sin fragmentaciones. [7]
En consecuencia, he aquí el Inventario de Antonio Colinas, la baranda que Susana Agustín ha construido para la visión panorámica y en detalle del universo, prodigiosamente decantado, del autor de Sepulcro en Tarquinia (1975) y Noche más allá de la noche (1982), entre otros muchos poemarios fundamentales. Estamos ante un libro, por riguroso, imprescindible, ante la más adecuada y útil obra de referencia sobre la trayectoria creativa de uno de los grandes poetas de nuestro tiempo, oportunamente trazada, como diría el clásico, en la mitad del camino de su vida. Con el paso de los años, y para fortuna de todos, necesitará segundas y terceras partes. Ahora se trataba de proceder a la primera ordenación, que siempre resulta la de mayor complejidad. La tarea, creo yo, está cumplida de la mejor manera.
Ilustración de Alcains para Sepulcro en Tarquinia.
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[I] Entre la luz y el silencio La poesía de Antonio Colinas por SUSANA AGUSTÍN FERNÁNDEZ
SUSANA AGUSTÍN FERNÁNDEZ (Madrid, 1964) es doctora en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid, con una tesis sobre la obra de este poeta. Coordinadora de la sección “Liber” de la Revista Alter Ego durante varios años, donde han aparecido varias entrevistas con escritores. Asimismo, ha realizado numerosas reseñas bibliográficas de autores clásicos y contemporáneos. Volcada en la investigación y crítica literaria, escribe en diversas revistas y suplementos literarios, como Renacimiento de Sevilla, Base, Madrygal e Iberoamericana, de Madrid, o Filandón, de León. Es profesora en un Instituto de Enseñanza Secundaria de Madrid.
Para Claudia, Diego y JosĂŠ.
“El vivir podía definirse en última instancia como un estado, como un estado de ánimo que, sin embargo, no puede imaginarse”. CARL GUSTAV JUNG, Recuerdos, sueños, pensamientos.
Antonio Colinas. Retrato de JosĂŠ MarĂa Marcos Lefler, 1969.
Introducción
C
ONOCIDO sobre todo como poeta, Antonio Colinas es un gran escritor que ha cultivado prácticamente todos los géneros literarios. Son muchos los lectores que prefieren sus libros de poesía, otros se decantan por los libros esenciales, así llamados por el propio autor. No son pocos los que siguen puntualmente sus reseñas y ensayos más o menos breves aparecidos en revistas y periódicos nacionales y extranjeros. Algunos sin embargo, se inclinan por su narrativa, ya novela, ya cuento. También se celebran sus traducciones. En definitiva, la obra de Colinas es muy amplia, rica y variada, fruto de una gestación lenta, pero continuada, personal y libre. Comenzó a escribir en la adolescencia en torno a los 16 ó 17 años. Varios de estos poemas vieron la luz en un libro titulado Junto al lago editado en 2001. Desde 1969 cuando apareció su primer poemario, Poemas de la tierra y de la sangre, y hasta la fecha no ha dejado de publicar. La presente bibliografía quiere poner de manifiesto una vida entera dedicada a la literatura. Y es que para Antonio Colinas vida y literatura es un binomio indisoluble. De la misma manera que literatura y pensamiento también lo es. Indudablemente la muestra León, 1969. más fehaciente son sus libros esenciales. Su creador se refiere con dicha denominación a un conjunto de obras suyas en las que expone su particular cosmovisión. Según explica, “los libros nacían de una contemplación objetiva y serena, de una impresión vivida sin prisas en el medio de la naturaleza pura”. Se encuentran próximos a los tratados de filosofía oriental. Por el contenido, se asemejan a los libros de aforismos. Hemos querido respetar la designación dada por el autor, ya que además son libros muy personales y difíciles de clasificar en género alguno. En la presente bibliografía ocupan el tercer apartado colocados entre la narrativa y el ensayo. Aunque resulta evidente que a través de todos ellos late el pulso del poeta y se pueden leer sus meditaciones, acaso porque los textos que los componen no sean sino poemas escritos en prosa. Dividida en dos secciones, esta bibliografía consta de una primera parte muy extensa, la obra propia de Antonio Colinas, y una segunda que versa sobre Antonio Colinas. Ambas se encuentran actualizadas hasta el día 31 de diciembre de 2005. Con respecto a esta última, hay que precisar cómo va aumentando progresivamente, pues la crítica cada
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vez se hace más eco y concede mayor importancia a la obra del autor bañezano. Con el título “Otras colaboraciones” se incluyen los premios y galardones recibidos, así como los congresos en los que ha participado. Queremos precisar que hemos recogido tan sólo algunos de los numerosos premios literarios que han jalonado la tarea del escritor, los más importantes. Del mismo modo bajo el epígrafe “Algunos Congresos Internacionales” se enumeran tan sólo aquellos más relevantes a los que Antonio Colinas ha asistido representando a nuestro país. Quedan por tanto excluidos aquellos otros numerosos congresos de carácter nacional, así como las conferencias, inauguraciones, cursos o jornadas internacionales en las que ha participado. Sabedores de lo mucho que facilita una bibliografía a estudiosos y lectores en general, nos proponemos revisarla periódicamente, ya que Colinas es un autor infatigable que en el futuro seguirá ofreciéndonos numerosas páginas. Para ello contamos con el generoso empeño del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, y de su director, Gonzalo Santonja, verdadero impulsor de este libro. No podemos concluir esta introducción sin expresar aquí el más sincero agradecimiento a Antonio Colinas, quien en todo momento nos abrió las puertas de su casa y puso a nuestra disposición su archivo personal y también su tiempo. Sin su aliento, su amistad, su paciencia, entrega y comprensión esta maravillosa travesía jamás hubiera arribado a buen puerto.
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1. Rasgos que definen e individualizan a Antonio Colinas
H
de rasgos marcadamente personales que se pueden rastrear especialmente en la poesía, pero también en la obra literaria de Antonio Colinas y que lo definen e individualizan desde sus primeros libros. Así sucede en el tratamiento que el medio natural recibe en sus escritos. Cuando se analiza la Naturaleza se aprecia el empeño del poeta por vivir en comunión con ésta, como los antiguos lo hacían en la Edad de Oro. Colinas busca la armonía, que para Filolao residía en el alma, y el sujeto lírico la encuentra en el medio natural: en el mar y en el bosque, en las abejas y en la nieve, en las fuentes, en las estrellas o en su perro. Se podría alargar esta enumeración aparentemente caótica hasta el infinito, tantos son los elementos de la naturaleza que pueblan sus poemas. Colinas indaga en la imagen del mundo que se ha forMadrid, 1969. jado en su mente. Para ello se vale de las percepciones de los sentidos, pero no sólo de ellas. Serán el conocimiento, el estudio y el pensamiento los que desvíen la evidencia hacia derroteros más firmes. Como los pensadores griegos, el poeta escribe en verso sus reflexiones, que descubren un mundo diferente a nuestros sentidos. Se estudian los cuatro elementos fundamentales en torno a los cuales Empédocles desarrolla su teoría, los cuatro considerados esenciales por los filósofos presocráticos: agua, tierra, aire y fuego. Entre los elementos que habitan la tierra, el almendro es el primero que avisa de la llegada de la primavera y extiende su blancura y su luz: AY UNA SERIE
nieva sobre el almendro florido, nieva sobre la nieve. [RS, 361]*
Los árboles siempre han suscitado la atención de Colinas: “El árbol, –sombra tutelar, escala cósmica, axis mundi, fuerza maravillosa que alimentándose con sus raíces en lo negro busca con sus ramajes la luz– es uno de los símbolos vivos con los que más ha gozado y aprendido el género humano. Los antiguos consideraban a los árboles seres dotados de alma. No se equivocaban”(1). El árbol es un axis mundi: elemento que une el *
Antonio COLINAS, El río de sombra (Treinta y cinco años de poesía, 1967-2002), Madrid, Visor, 2004, 6ª edición, p. 361. [En lo sucesivo, este libro se cita con iniciales RS, junto a su página correspondiente]. (1) Antonio COLINAS, La llamada de los árboles, Barcelona, Elfos, 1988. [Con estas palabras el autor comienza su obra].
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cielo con el centro de la tierra. Entre hombre y árbol existe una atracción en la que Colinas descubre una semejanza: “El cuerpo del hombre, como otro árbol más de nervios y de sangre, tendía sus brazos –las ramas– hacia las estrellas, deseoso del más allá, de la luz”(2). Es la luz que persigue el poeta, como la del sol que ilumina el mundo, la razón a los hombres o la zambraniana razón poética. El hombre se busca incansable a sí mismo, busca la armonía. No siempre la encuentre entre sus semejantes y no comprende el mundo que habita. En ocasiones los sentimientos más puramente humanos no están en posesión de los hombres: Pero abro la puerta a mi perro y con él entra en casa calor, entra la humanidad. [RS, 361]
Colinas encuentra la armonía en lugares recónditos y apartados. El poeta indaga en lo más profundo de su ser al igual que siglos antes lo hicieran los alquimistas en las entrañas de la tierra. El sujeto lírico busca la armonía como si de metales preciosos se tratara. El monte, sus laderas y cima, escondía en su interior la cueva San Sebastián, 1972. que cobijaba lo misterioso, aunque también se extraía el negro, frío y oscuro carbón. El monte era el útero de la madre Naturaleza para nuestros antepasados, cuyo interior albergaba gemas y al que se adentraban para llevar a cabo sus ritos iniciáticos. El monte, el bosque son sus lugares solitarios. En otras ocasiones la soledad se entrecruza con elementos cotidianos de la vida del poeta, su casa y su jardín, su esposa y sus hijos, sus padres. Los poemas “Para Clara” de Astrolabio, “La casa” de Jardín de Orfeo, o “Si a vuestra vida un día llegase el huracán” y “Los últimos veranos” de Libro de la mansedumbre son bien ilustrativos. El jardín simboliza la idea del paraíso perdido que el hombre anhela en la tierra. Son numerosos los poemas que vienen acompañados por el símbolo del muro. La casa del poeta le proporciona el retiro para llevar a cabo su labor creativa, es la “isla dentro de la isla” donde ha encontrado sosiego y paz interior, donde se mezclan “el silencio de los libros y de la música”. Cuando la casa se equipara con la isla, el mar adquiere especial interés porque el agua en esta poesía tiene gran importancia, principio líquido que tanto interesó al filósofo de Mileto. El agua adopta diferentes formas. Une al poeta con su pasado en las montañas de León cuando el abuelo le ofrecía agua en un humilde bote para saciar su sed: No he podido olvidar aquel sabor a hierro de la fuente [RS, 204] (2)
Antonio COLINAS, La llamada de los árboles, Barcelona, Elfos, 1988. [sic. en el original].
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La fuente aunque oculta tras la maleza del bosque, permite acceder a ella y disfrutar de su caudal, de modo que se relaciona con lo misterioso. El manantial de claras connotaciones machadianas es otra de las formas que adopta. Rememora al maestro en “Memorial amargo”, poema incluido en el libro Los silencios de fuego se puede leer: “Brotar, cual manantial de luz, del sur” [RS, 359]. Pero es el río la más frecuente, incluso proporciona un título, El río de sombra. El río simboliza la idea del continuo devenir de Heráclito para quien nada posee identidad propia sometido a constantes transformaciones. También influido por la filosofía oriental, es un todo en constante movimiento, el universo entero, la naturaleza y hasta el hombre se encuentran en continua evolución. Es la teoría del constante devenir de la vida y de la transformación de la energía. Hay tamPrimera edición. León, 1975. bién otras manifestaciones del agua: el “vinoso ponto” de Homero o el “mar de luz” que circunda la isla de Ibiza. El tercer elemento, el fuego está presente en las ceremonias sagradas y en las ofrendas paganas. Para Heráclito era principio explicativo del Universo porque en sus orígenes era fuego y la ley que rige el Universo es la lucha de contrarios que se complementan y tras la cual nace la armonía: El fuego ahuyenta el dolor del mundo, condena a la ceniza el hielo de los astros, abstrae o funde las almas dolientes. [RS, 250]
El fuego adquiere para Colinas un carácter dulce, irrenunciable. Evoca las hogueras de la infancia y cuanto en ellas se prendió, siempre en constante movimiento, tiene un carácter musical. Este elemento también da título a otro de sus libros, Los silencios de fuego. Con él en tanto que elemento purificador adopta una dimensión cósmica e individual y se perfila como “la lumbre gozosa de amor y de silencio”. Aunque también se puede convertir en el agente destructor que quema los bosques. El poeta no duda en denunciar ese mal uso que de él se hace. Estas denuncias ecológicas alcanzan el mundo contaminado y el aire que lo rodea. Es el aire el último de los cuatro elementos presocráticos que aquí se analizan. Va unido a la respiración: “Me he sentado en el centro del bosque a respirar” [RS, 343]. La respiración marca el ritmo de la vida humana y simboliza una existencia armónica. El poeta así lo recoge en [ 19 ]
Tratado de armonía: “Inspiración y ritmo: he aquí dos claves decisivas para desvelar la creación poética, dos palabras que tienen mucho que ver con la respiración”. En el aire sobrevuela la lechuza, símbolo de inteligencia, atributo de Atenea: Luego volaste hacia la negra noche, pájaro misterioso, como un son dulcísimo de flauta en los olivos. [RS, 394]
El aire envuelve al sujeto poético con frío o calor; trae consigo nieve, escarcha o tormentas, y permite admirar el firmamento durante la noche. Tras unir a los amantes, invita a la reflexión y a la contemplación; ha acompañado al escritor en su poético devenir sonámbulo y al filósofo en sus meditaciones sin tregua. Numerosos son los títulos de poemas que aluden a la noche. Quizá los más representativos sean los incluidos en Noche más allá de la noche. Protectora del conocimiento, amiga de la sabiduría, compañera de la ciencia, la noche simboliza el deseo de belleza y misterio absolutos y emparenta a Colinas con la tradición romántica centroeuropea, Novalis, Leopardi o Hölderlin, y con los poetas españoles del segundo Renacimiento, Fray Luis o San Juan, por tanto se une a la tradición mística. La relación de Colinas con la mística supone “un ingreso, al fin, en el deseado mundo de la Verdad y de la Belleza, en el mundo del conocimiento absoluto”, señala José Enrique Martínez Fernández(3). Otro elemento emparentado con la Naturaleza lo constituyen las ruinas, reminiscencias del pasado que cuando emergen en un determinado lugar éste se transforma en paisaje especial, se convierte en el espacio elegido para llevar a cabo una fundación. Es el “espacio fundacional” de que habla Mircea Eliade. El poeta ha estudiado culturas remotas. Sus inquietudes arqueológicas se ponen de manifiesto en no pocos poemas, “Excavación”, “Cabeza de la diosa entre mis manos” o “La estatua mutilada”. Los yacimientos permiten extraer de las entrañas de la tierra objetos únicos, preciados pues por ellos se ha dejado sentir el tiempo, hablan del pasado desde su silencio yerto y constituyen una “lección de la simple materia que, no siendo nada, lo es todo”(4). El hombre actual tiende la mano a los alquimistas de la antigüedad que buscaban preciados hallazgos en las entrañas de la tierra con las que mantener su rango de iniciados en el máximo saber, en la ciencia superior. Todos estos elementos de la Naturaleza están cargados de profundas connotaciones metafísicas que se pueden explicar a partir de las tesis de Mircea Eliade. Su comprensión requiere un alejamiento del mundo tal (3)
José Enrique MARTÍNEZ FERNÁNDEZ, “La voz del renacimiento en la obra de Antonio Colinas: tradición y actualidad”, en VV.AA, El viaje hacia el centro. (La poesía de Antonio Colinas), Madrid, Calambur, 1997, p.101. (4) Antonio COLINAS, Tratado de armonía, Barcelona, Tusquets, 1991, p. 71.
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y como lo ven los ojos físicos. Se trata de descender hasta el fondo de nosotros mismos, “olvidándonos de salir a la superficie”. En el proceso creativo, el poeta como en el mito de Orfeo desciende a los infiernos para salir de nuevo a la superficie sin aquello que fue a buscar al Averno. Colinas indaga en el sentido último de las cosas, profundiza en el significado que poseen. Por esta razón el poeta continúa su búsqueda incansable guiado por la música de la lira de Orfeo que proporciona bienestar, despeja inquietudes y facilita el hallazgo de la Luz, que simboliza la perfección, que “es la suprema Unidad”, afirma Colinas. “Respirando esta luz fría el espíritu se reconcilia con el cuerpo y el cuerpo con el mundo”. La luz como contrapunto de la muerte, de la oscuridad, de lo oculto, lo que nadie revelará. La Luz proporciona la Armonía final tras la fusión de contrarios, es la perfección que descubre la Naturaleza aunque de forma pasajera: “La sangre, la carne perecedera y la belleza del mundo sólo pueden estar temporalmente en armonía”. Resulta novedoso el estilo de Colinas. En su literatura los elementos extraídos de la naturaleza se cargan de significado y simbología. Su contemplación evoca el pensamiento inspirado cuyo origen se remonta a los presocráticos y continúa con Eliade, Jung, Zambrano o el pensamiento oriental. Colinas analiza y repara en la importancia metafísica, no se queda en la epidermis de los objetos. Asimismo resultan novedosas las llamadas de atención ecológica, sus advertencias y preocupación: denuncia y critica incansable los excesos que sobre el planeta y su atmósfera se llevan a cabo. Todo ello sentido con una profunda y sincera emoción. La misma que le lleva a reflexionar acerca del compromiso del escritor con su soledad para que ésta resulte fértil. El testimonio personal recogido en “El compromiso del escritor con su soledad” recuerda al Una[ 21 ]
Segunda edición. Barcelona, 1976.
Font de La Cometa. Alicante, 1999.
Segovia, 1994. Amagatotis, Barcelona, 1982.
muno más reflexivo de Niebla. Son las quejas de Augusto Pérez ante la realidad de la vida, de “ser uno mismo”, de serse. El poeta busca la armonía en su vida, lo que proporciona emoción en su obra. Obra y vida permanecen unidas en Antonio Colinas. El escritor indaga en cada palabra, en su sentido originario, es decir, adopta la palabra poética como reflexión y meditación, aunando belleza y pensamiento, Poesía y Filosofía: “La palabra del escritor tiende a perder su función originaria: la de ser, a la vez, testimonio y revelación”. La intensidad en la obra de Antonio Colinas lo diferencia de su grupo generacional. Para Colinas, junto con el ritmo es pilar fundamental sobre el que se sustenta el poema. La intensidad marca la diferencia entre poesía y prosa a la vez que aporta emoción al verso. Para Ezra Pound intensidad y emoción “son los fundamentos de la mejor poesía”(5). El poeta norteamericano relacionaba la categoría del poema con el voltaje que contenía, lo que a juicio de Colinas es “...cantidad de energía emotiva que el poeta desarrolla a lo largo de su vida”. Es decir, estaba íntimamente ligado a la madurez del escritor. En su opinión, el voltaje mide la calidad del poema y también la categoría del poeta: “La verdadera obra del poeta nace, pues, del temple vital, del paso del tiempo. Pound reconoce como vergonzosa toda obra que no progrese crecientemente”. El influjo de Ezra Pound ha calado hondo en la poética de Antonio Colinas cuya poesía efectivamente ha ido aumentando en madurez emotiva a medida que el tiempo transcurre. La intensidad como el ritmo se relacionan íntimamente con la inspiración en la respiración humana. (5) Antonio COLINAS, “Ezra Pound: la palabra como “voltaje”, en El sentido primero de la palabra poética, Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1989.
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Estos elementos delimitan la poesía de Antonio Colinas dentro de lo que él denomina la pureza formal. Colinas huye del prosaísmo y busca en su poesía el voltaje. Desecha la poesía que no es sino prosa cortada a pedazos. En este sentido se encuentra muy cercano a Antonio Machado. La evolución del poeta sevillano fue inclinándose hacia formas más sencillas huyendo del modernismo inicial. La del leonés ha sido semejante: los tres últimos libros de poesía se enmarcan dentro de la poética de la mansedumbre. No es éste el único punto común entre ambos poetas. Los aforismos y reflexiones plasmados en el Juan de Mairena recuerdan los tratados de armonía y las páginas de Diario que Colinas ha publicado. La Naturaleza desempeña un papel determinante en ambas obras: el camino, la fuente, los álamos... Antonio Colinas reflexiona acerca del tratamiento que ésta recibe: “También para Machado la Naturaleza es como el “alfabeto” de la lengua poética, algo en verdad imprescindible para la composición del canto”(6). Machado tiene una doble proyección, como poeta y como pensador. Las palabras sencillas de sus versos como en Colinas, poseen un segundo significado más profundo e innovador. La lectura de esta poesía ahonda en el pensamiento de los poetas. Los versos adquieren una carga metafísica, trascendental. Pérez Gago estudia la poesía de Antonio Machado desde una perspectiva diferente, tomando como base toda una tradición de filósofos y pensadores, Platón y los presocráticos, Eliade y Zambrano. Son precisamente éstos los cimientos que sujetan el edificio poético e ideológico de Colinas. Además surge inevitable el mito de Orfeo: la búsqueda incansable del misterio. La palabra poética se hace misterio que se desvela, “fenómeno del espíritu, antiguo, transmutador, fertilizador [...]”. Colinas y antes Machado se encuentra consigo mismo, con su propia verdad, lo que le inspira un sentimiento de filantropía. Orfeo en su mito revaloriza la palabra poética, puesto que con su lira hace sonar la armonía: Orfeo, que adormece o torna beodos a animales y a plantas, que del alma humana arranca con trinos y músicas –sueño tras sueño, espina tras espina– todo el dolor que supura del mundo [RS, 408]
El misterio permanece oculto bajo apariencias de sencillez en estos versos. Colinas comunica el misterio, es decir, lo que el hombre aún desconoce, a sus lectores. La Poesía no es otra cosa sino silencio creador que el poeta alcanza en madurez y soledad.
(6) Antonio COLINAS, “Antonio Machado: dudas de hoy, poesía de siempre”, en El sentido primero de la palabra poética, Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1989.
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Antonio Colinas, con MarĂa Zambrano en el domicilio de la escritora en Madrid (1987).
2. Etapas poéticas en la creación literaria de Antonio Colinas
E
de Antonio Colinas podemos distinguir cinco etapas correspondientes a otros tantos momentos que se suceden y complementan a lo largo de su evolución. El poeta empezó su andadura en la adolescencia. A estos comienzos pertenecen Poemas de la tierra y de la sangre y Preludios a una noche total, aparecidos ambos en el mismo año, en 1969. Son libros bien conocidos por el público, ya que algunos de éstos han sido seleccionados en diferentes antologías y todos se han incluido en las seis ediciones que hasta la fecha hay de la poesía completa de Antonio Colinas. Dentro de la primera etapa se incluirían otros dos libros: Junto al lago y Córdoba adolescente. Este último fue publicado en 1997 y consta de poemas inéditos y otros ya publicados. Al primer momento poético de Colinas sólo corresponden los seis escritos en 1963 que no habían sido nunca antes publicados. Se integran bajo el título “Del Cancionero de la Sierra (1963)”, compuestos en su mayoría en arte menor, aunque también se puede encontrar algún endecasílabo, como en el “III (Nocturno)”. Son versos de adolescente. El joven Colinas brinda un homenaje a la ciudad en la que “nace a la Poesía”: aromas y perfumes del Sur, colores y pinceladas de Andalucía, luces y sombras de la ciudad de Córdoba. Antonio Colinas explica a este respecto: “No he tenido ningún pudor o reparo en abrir estas páginas con un grupo de poemas escritos en 1963, a mis 17 años. Se cuentan entre los primeros que escribí y más deben ser leídos como símbolos de lo que luego nacería (y de lo que para mí suponen como persona), que como verdaderos poemas”(7). Los dieciséis poemas que componen Junto al lago publicado en 2001, fueron compuestos durante el verano de 1967 cerca del lago de Sanabria. En ellos se encuentra la emoción, la intensidad y la pureza formal que caracterizan el quehacer poético posterior. “El lector no debe ver estos poemas como un rescate arqueológico, como unas páginas de interés exclusivamente literario, sino como el sentido testimonio de un poeta que salía de la adolescencia”(8), advierte Antonio Colinas en el preámbulo del libro. Los dos primeros libros aludidos, Poemas de la tierra y de la sangre y Preludios a una noche total, guardan entre sí semejanzas muy marcadas tanto en el plano formal cuanto en el del contenido: compuestos ambos en versos alejandrinos discurren a través de un mismo paisaje, las altas N LA OBRA POÉTICA
(7)
Antonio COLINAS, “Presentación”, Córdoba Adolescente, Córdoba, Los Cuadernos de Sandua, 1997, pp. 7-8. (8) Antonio COLINAS, “Nota a la edición”, Junto al lago, Salamanca, Cuadernos para Lisa, 2001, pp. 5-6.
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tierras de León. Este primer momento es de balbuceo literario, de iniciación. El conjunto forma un cuerpo poético interesante, pues se pueden rastrear las constantes que caracterizarán la obra del autor en el futuro. Poemas de la tierra y de la sangre está formado tan sólo por seis poemas. Escrito en el verano del año 1967, Antonio Colinas realiza un homenaje a su tierra natal. El libro adquiere gran unidad temática y formal, esto proporciona gran perfección al libro que podría leerse como un único y extenso poema en alejandrinos. De hecho José Olivio Jiménez lo considera una “breve suite”(9) y ha señalado la incidencia que tuvo Campos de Castilla de Antonio Machado en estos comienzos. La crítica no se hizo eco de su publicación, debido a la poca repercusión que podía alcanzar en los ambientes literarios el libro de poesía de un autor novel de provincias editado por la Diputación Provincial. Preludios a una noche total fue compuesto entre octubre de 1967 y junio de 1968. Y a pesar de la juventud del autor, en sus versos se encuentra ya la voz lírica del poeta. Antonio Colinas se consagrará ya con este libro como prometedor poeta de futuro. Acogido con esperanzas por la crítica para la que no podía pasar inadvertido, pues el poemario había merecido el Accésit del Premio Adonais en 1969. César Aller(10) y Francisco Umbral(11) pronto reseñan. El primero destaca el idealismo y la proximidad al romanticismo europeo; el segundo el gusto por la forma, la cuidada expresión y el lenguaje depurado. Rafael Morales(12) considera el libro romántico y al poeta neorromántico(13), adjetivo aplicado a Colinas en numerosas ocasiones a partir de este momento. Asimismo rastrea las influencias de Juan Ramón, Aleixandre y Cernuda. Tras su publicación, logrado cierto reconocimiento público y también prestigio literario, se quiere relacionar al autor con la generación poética emergente, la de los “novísimos”. López de Andrada apunta alguna diferencia bien marcada entre la poesía del poeta leonés y la estética novísima: “Antonio Colinas utiliza de un modo sabio y fascinante los elementos de la Naturaleza: los árboles, las flores, los animales, no aparecen en el poema como adornos, sino como unidades llenas de sentido, como símbolos o palabras necesarias para (9) José Olivio JIMÉNEZ, “Prólogo” a Antonio COLINAS, Poesía, 1967-1980, Madrid, Visor, 1984, p.15. (10) César ALLER, “Preludios a una noche total”, Arbor, 285-286 (1969). (11) Francisco UMBRAL, “Preludios a una noche total”, de Antonio Colinas”, Poesía Española, (1969). (12) Rafael MORALES, “El intimismo neorromántico de Antonio Colinas”, Arriba, 1969. (13) Miguel GARCÍA–POSADA en su magnífico libro Acelerado Sueño, señala que Dámaso Alonso utiliza el término “neorromanticismo” refiriéndose a Aleixandre, Alberti y Lorca en 1932. Término ya empleado también por José Díaz Fernández con anterioridad, en 1930, y que da título a su ensayo El nuevo Romanticismo. Miguel GARCÍA–POSADA, Acelerado Sueño. Memoria de los poetas del 27, Madrid, Espasa, 1999.
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Cáceres. [En preparación].
Madrid, 2005.
captar la luz del poema en su totalidad”(14). Todo en el libro es preludio de posteriores entregas. La segunda etapa poética, a la que pertenecen Truenos y flautas en un templo y Sepulcro en Tarquinia, se caracteriza por una mayor presencia del culturalismo, hecho este por el que se ha relacionado la poesía de Colinas con los autores de los 70. Este segundo momento se encuentra próximo a la estética novísima por cuanto se refiere a renovación poética y al cuidado del lenguaje, aunque se mantiene distante porque se trata de un culturalismo vivido y experimentado. Son en realidad, referencias vitales: las alusiones culturales resultan de las vivencias del poeta. Además se mezclan con la tradición cultural de España. Por tanto, el culturalismo de Antonio Colinas es absolutamente personal. Ambos libros constituyen una buena muestra de lo que José Luis Puerto ha llamado fusión de tradiciones(15). Se funde la tradición cultural experimentada por el poeta en su país con la descubierta y vivida posteriormente en Europa. En algunos países prolonga su estancia(16) animado por la agobiante situación política que España atravesaba entonces. Se aprecia una clara influencia de autores extranjeros, Rimbaud, Verlaine, Perse, Leopardi, Quasimodo, Novalis o Hölderlin, algunos de los cuales traduci(14)
Alejandro LÓPEZ DE ANDRADA, “El roce mágico de la naturaleza. (Preludios a una noche total)”, en VV. AA., El viaje hacia el centro, pp. 175-178. (15) “La asimilación de diversas tradiciones poéticas y literarias de distintos momentos históricos. Dicha asimilación se configura como un diálogo vivo con las mismas y no supone mera imitación, sino que, a partir de ellas, y de la fusión a que las somete, levanta una voz propia y nueva, que suena de otro modo”. José Luis PUERTO, “Antonio Colinas: La poesía como itinerario de purificación”, en VV.AA, El viaje hacia el centro. (La poesía de Antonio Colinas), Madrid, Calambur, 1997, p. 157. (16) Son cuatro los años en que trabaja en las universidades de Milán y Bérgamo como Lector de Español.
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dos por Antonio Colinas. Muy diversos registros confluyen en estos versos, Romanticismo, Simbolismo, Modernismo, Dante... que se mantendrán en entregas posteriores. El primero de estos libros lo comenzó a escribir en París en 1968 y fue publicado en 1972. En 1970 obtiene el Primer Premio Ciudad de Irún. La crítica se hizo eco tanto del acto de entrega de los premios, como del libro premiado. Aparecen sucesivas reseñas en varios periódicos del país. Julio Llamazares subraya la influencia de Saint-John Perse. Jesús María Barrajón apunta el predominio de “un irracionalismo poético que se instala en el terreno de la ilogicidad...”(17). Sepulcro en Tarquinia es sin ninguna duda el libro más conocido de Antonio Colinas y también el más aplaudido por el público. Son numerosas las reseñas que aparecen en periódicos y revistas de tirada nacional, la casi totalidad de la prensa escrita celebra la aparición del libro. Tan cálida acogida se materializó con la concesión en 1975 del Premio de la Crítica que otorga el Gremio de Libreros de España al libro mejor publicado durante ese año en nuestro país. Prácticamente toda la crítica coincide y recibe con gran agrado el nuevo libro de Colinas. Se ensalza el dominio de la forma, la sensibilidad cultural y el lirismo intenso, el léxico rico, la marcada musicalidad y los ritmos suaves. Ya se apunta incluso una fuerte espiritualidad en estos poemas(18) lo que será una constante en futuras entregas. Un romanticismo de corte clásico enlaza este poemario con los anteriores. Huellas de Keats o Blake aparecen junto a las de Novalis y Juan Ramón, Neruda o Paz. Se aprecia una mayor amplitud de temas, entre los que destaca la preocupación por el tiempo. La repercusión que este libro tuvo fue muy importante. En este sentido hay que señalar que los poemas “Novalis” y “Sepulcro en Tarquinia” de Colinas resultaron entre los diez más votados en una encuesta realizada por López de Abiada(19). Con ella se proponía seleccionar los “mejores poemas publicados después de 1939” y escritos por “poetas españoles nacidos después de 1905”. Antonio Colinas fue elegido tras Gil de Biedma, Otero, Hierro, Gimferrer, Hernández, Claudio Rodríguez y Carnero. En la lista aparecían también algunos nombres de poetas novísimos. Este libro es para Luis Antonio de Villena(20) la conjunción del lirismo puro inconfundible en Colinas que lo separa de sus compañeros genera(17)
Jesús María BARRAJÓN, “El irracionalismo poético en la lírica de Antonio Colinas”, en VV.AA, El viaje hacia el centro. (La poesía de Antonio Colinas), Madrid, Calambur, 1997, p. 182. (18) Marcos Ricardo BARNATÁN, “Antonio Colinas y su Sepulcro en Tarquinia”, ABC, 21 diciembre 1975. (19) José M. LÓPEZ DE ABIADA, “Los novísimos en la última encuesta sobre poesía española contemporánea”, Ínsula, 505 (1989), pp. 18-19. (20) Luis Antonio DE VILLENA, “Sobre Sepulcro en Tarquinia, de Antonio Colinas”, Ínsula, 505 (1989), pp. 5-6.
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cionales. Sepulcro en Tarquinia se encuentra próximo al culturalismo y al venecianismo, seguramente porque la primera mitad está situado en Italia(21). La primera edición aparece en León en 1975. Un año después la editorial Lumen de Barcelona realiza una segunda que se abre con un prólogo firmado por Francisco Brines. En él señala la simbiosis entre cultura y vida, “lo literario se ha transformado en vida”(22), destaca la importancia de los viajes en estos poemas y expresa su convicción de que Colinas es un poeta maduro(23). El poemario está estructurado en cuatro partes. Las dos priMadrid, 1979. meras tienen un tema común, el mundo de Italia, el Renacimiento, el mundo clásico, el mediterráneo. Las dos últimas logran una armoniosa unidad pues ambas tienen un motivo común: las tierras altas de León, la legendaria Petavonium, lo telúrico, el Camino de Santiago antes de adentrarse en Galicia. Estos dos libros tienen un elemento común que les proporciona mayor unidad: las constantes alusiones culturales. Sin embargo esta carga culturalista no posee la misma intensidad a lo largo de ambos, por el contrario dicho culturalismo va aumentando: describe una curva ascendente que alcanza su clímax en “Los cantos de ónice” de Truenos y flautas en un templo. A partir de estos poemas se observa un empleo más restringido. En las dos últimas partes de Sepulcro en Tarquinia se produce un regreso a las raíces. Ambos libros constituyen un nuevo modo de hacer poesía. Forman una unidad: comparten el mismo lenguaje literario, participan del mismo estilo, si bien percibimos una progresión. El poeta indaga, pues necesita encontrar sus señas de identidad. Colinas asegura que en su poesía se distingue un antes y un después de Italia. Hay una búsqueda constante: no ceja en su empeño por hallar un tono poético propio, su voz personal. Características ambas que ya se pueden rastrear desde las primeras composiciones, pero ahora se van afianzando y tomando cuerpo. En todos sus libros, ya incluso desde sus comienzos, adopta un estilo propio, ha encontrado cauce para una voz depurada y única en sus versos. (21) De hecho en este país fueron escritos la mayoría de los poemas: “Como en la vida que soñé o como en el sueño que ahora vivo, aparece el Caffé Tasso, donde escribiera una buena parte de Sepulcro en Tarquinia y donde el protagonista de una de mis novelas escribe la larga carta que es en sí la novela.”. De este modo lo recoge el autor en Nuevo tratado de armonía, Barcelona, Tusquets, 1999. (22) Francisco BRINES, “Presentación de Antonio Colinas”, en VV. AA., El viaje hacia el centro. (La poesía de Antonio Colinas), Madrid, Calambur, 1997, p. 189. (23) “La cultura es consustancial al hombre que él es, y se sabe, ante todo, hijo de Europa”. Francisco BRINES, ídem.
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Astrolabio constituye junto con un libro muy breve, En lo oscuro, el tercer momento en el quehacer poético de Antonio Colinas. El primero fue compuesto en su mayor parte en la isla de Ibiza(24), hasta donde viaja gracias a una Beca de Creación concedida durante un año por la Fundación Juan March. Se trata de una etapa de transición, lo que se corrobora con el último verso del poemario anterior, “el tiempo dormirá en el astrolabio” que parece reforzar esta idea de puente en la poesía de Antonio Colinas. En Astrolabio conviven poemas cuyas referencias culturales evocan la etapa anterior, junto con otros de calado más intimista y reflexivo. A pesar de ello el libro posee una gran unidad estilística: son poemas de lo cotidiano, las meditaciones provienen de las vivencias diarias, inmediatas, más sencillas. La fusión del mundo mediterráneo con el mundo mítico del noroeste de León origina una voz poética nueva, más personal y auténtica que rehuye las modas. Hay un acercamiento al Aleixandre de la primera época que viene marcado por la presencia de la naturaleza. El simbolismo de la piedra sintetiza la fascinación y el misterio. La noche representa la fusión de contrarios, en ocasiones acompañada por el silencio y el sueño en los que espera el hombre revelar el misterio, es decir la poesía. De la repercusión que tuvo la publicación de Astrolabio, toda la aprueba unánimemente la aparición del nuevo libro de Antonio Colinas. El libro consta de seis partes de extensión y temática muy diferentes. Abundan los versos largos y melódicos, endecasílabos y alejandrinos, junto a otros más breves y ágiles de arte menor, heptasílabos y eneasílabos. Llama la atención el uso de algún dodecasílabo junto a hexasílabos u octosílabos, al lado de versos de muy diferente medida, quince, dieciséis, diecisiete, dieciocho..., hasta veintiuna sílabas. Se produce una ruptura con respecto a la métrica empleada anterior y posteriormente. Asimismo las citas son clarificadoras: Pessoa y Rimbaud encabezan un poemario en cuyo interior se pueden leer otras de Mariano Villangómez Llobet y de Salvatore Quasimodo, poetas ambos traducidos por Colinas. Seferis y Dante aparecen en las dos últimas partes. De manera que se hacen evidentes las influencias que Colinas recibe en momento tan decisivo de su trayectoria: son poetas del Mediterráneo que evocan el mundo mítico del mar de la antigüedad, cantan y representan el mar de las culturas, el primitivo mar de todos los mundos. En lo oscuro consta de nueve poemas cortos en los que predomina el verso breve y el tema amoroso en los que es decisiva la presencia de la naturaleza, del mar y la noche. Los amantes se mueven en el anonimato de los pronombres como en la poesía amorosa de Pedro Salinas. Se abre (24)
Recordemos que Antonio Colinas y su familia se instalan en Ibiza en 1977. En la isla vivirán durante veinte años, hasta el otoño de 1998. Sin embargo, son frecuentes los viajes y las breves estancias en la isla.
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el libro con una cita de Ovidio del Ars Amatoria. Para la crítica la publicación de este opúsculo en Córdoba en 1981, pasó inadvertida, a pesar de que el autor ha querido incluirlo siempre en las ediciones de su poesía completa. El cuarto momento poético supone un cambio decisivo en la trayectoria de Antonio Colinas. Viene marcado con la publicación de dos nuevos libros, Noche más allá de la noche y Jardín de Orfeo. Esta nueva etapa avanza hacia la poesía mística. Se produce la unión entre filosofía y pensamiento con la Poesía. Colinas Madrid, 1983. gusta de referirlo como la poesía que se encamina “hacia un misticismo de raíz universal”. Recibe influencias decisivas: los místicos europeos, preferentemente San Juan de la Cruz y fray Luis de León; el pensamiento de María Zambrano y los filósofos presocráticos, si bien éstos ya habían sido leídos y estudiados con anterioridad. Pero las influencias llegan también de otras culturas más remotas, desde países lejanos de civilizaciones y religiones menos conocidas: la filosofía oriental, tan cercana por otra parte a los presocráticos griegos; las religiones orientales, budismo e hinduismo principalmente; los místicos orientales, ya musulmanes, ya hebreos. El símbolo adquiere una importancia capital. La voz del poeta se caracValladolid, 2004. teriza por su individualismo y lirismo. Javier Huerta(25) considera que la composición de Noche más allá de la noche señala una distancia definitiva del autor con sus restantes compañeros generacionales. Afirmación que puede hacerse extensiva tras la finalización de Jardín de Orfeo. El escritor había buscado desde sus inicios su propia y auténtica voz, lo que había contribuido a no encasillarle dentro de ningún grupo literario. La trayectoria poética de Colinas ha supuesto una búsqueda constante de la Poesía desde una perspectiva absolutamente personal y que puede rastrearse ya en sus primeras entregas. Siente la necesidad como antes otros autores, como también Jung, de ahondar en la concepción china del Tao, tan decisiva en la composición de Noche más allá de la noche. Esta obra poética ha sido el (25)
Javier HUERTA CALVO, “Comentario de un poema de Antonio Colinas (Noche más allá de la noche, Canto X)”, Foro hispánico, 6 (1992), p 151; y recogido posteriormente en VV.AA, El viaje hacia el centro. (La poesía de Antonio Colinas), Madrid, Calambur, 1997, pp. 211-228.
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resultado de la comunión entre vida y poesía. La unión indisoluble entre pensamiento y lírica en pocas ocasiones alcanza cotas tan estimables como en el quehacer poético de Antonio Colinas. Logra cimas cada vez más altas de plenitud poética, halla una veta singular en el panorama literario, evoluciona y madura su voz. Los libros de esta cuarta etapa son pues, la cristalización de un proceso de profundización y enriquecimiento del poeta, un ahondamiento en la filosofía oriental, una incursión en el terreno de la mística universal. Noche más allá de la noche es el proyecto Rota, 1981. poético más ambicioso iniciado por Antonio Colinas. Escrito íntegramente en versos alejandrinos, se abre con citas de Heráclito y Parménides. Consta de treinta y cinco cantos de veintiocho versos cada uno y un Post-scriptum de veinte, encabezado por un verso del Inferno de Dante. Casi todo el libro está escrito en versos blancos aunque algunos cantos sean aconsonantados. Así los cantos I, VI, XI, XIV, XV, XVI y XXXIII están compuestos por siete serventesios. El libro posee una perfecta unidad que se evidencia ya con el primer hemistiquio, “Oscuro oboe de bruma”, con el que comienzan el Canto I y el Post-scriptum que sirve de estribillo, tantas son sus repeticiones. El sonido de este instrumento cerraba la última parte de Astrolabio, pues la última intervención del Amado en “Penumbra de la piedra” así finaliza: “Sino una sola, oboe entre la bruma”. También aparecía ya en el canto V de “Los cantos de ónice”: “Quise con vuestros huesos hacer flautas, oscuros oboes de / bruma, [...]”. Se pone de manifiesto el sentido de continuidad que el poeta confiere al libro. Escrito entre 1980 y 1981 tras la concesión de una Beca de Creación del Ministerio de Cultura y publicado en 1983, el proceso de composición fue especialmente dificultoso. Un año antes su autor resultó galardonado con el Premio Nacional de Literatura en la especialidad de poesía escrita en castellano. Nuevamente la repercusión que tiene la publicación del último libro de poesía de Antonio Colinas es inmensa. Aparecen reseñas en toda la prensa escrita que mantiene una opinión unánime: se trata de un magnífico libro de poesía que busca la armonía órfica y en definitiva lo esencial. La noche es el tema predominante. Este símbolo opuesto a la luz redunda en lo mistérico(26). Es (26)
Para García Gual el poemario refleja “un esencial itinerario intelectual, espiritual y poético, en el que reencontramos los temas fundamentales de la ya amplia obra de nuestro poeta”. Carlos GARCÍA GUAL, “Paisajes clásicos y presencias helénicas en Noche más allá de la noche”, en VV.AA, El viaje hacia el centro. (La poesía de Antonio Colinas), Madrid, Calambur, 1997, pp. 201-209.
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un libro de indiscutible madurez que el poeta escribe en la plétora de sus treinta y cinco años. No es arbitraria la disposición en treinta y cinco cantos coronados por un Post-scriptum: resultado de quien se sabe “nel mezzo del cammin della vita” con la misma edad y vigor poético que el Dante que firma esos versos, afirma Francisco Martínez(27). Los treinta y seis poemas que completan el poemario no son fruto de la casualidad, antes al contrario el número fue elegido premeditadamente por el poeta. “Como los pitagóricos, los kabalistas ven en la cifra “36” un reflejo de la solidaridad cósmica, del encuentro entre los elementos y las evoluciones cíclicas”, explica Mario Satz a este respecto(28). Por otra parte la proximidad entre el cielo, la tierra y el hombre guarda relación con esta cifra . Así lo expresa Satz: “También para los chinos ese número, el 36, es el “gran total”, y los hindúes lo relacionan con el “año divino” porque el movimiento de procesión de los equinoccios es de uno cada 60 años, y los ciclos vuelven a comenzar juntos cada 360 años (60 x 60 = 72 x 5)”. Las cuentas aritméticas prometen un número redondo: treinta y cinco partes o cantos compuestos por veintiocho alejandrinos, suman un total de novecientos ochenta versos a los que hay que añadir los veinte del Post-scriptm final, esto nos lleva hasta el número total de mil versos. El libro alcanza de este modo la perfección formal: se puede considerar un único y extenso poema de mil versos dividido en 36 partes o una sucesión de poemas. La estructura circular se enfatiza con unos versos que abren y cierran el extenso poema y que evocan el estribillo de una melodía: Oscuro oboe de bruma, cómo sepulta el mar tu solemne sonido que despierta a los muertos. [RS, 309]
Estos versos que abren y cierran el poemario subrayan la idea de perfección y enlazan con el mito del eterno retorno. El sentido circular que Antonio Colinas ha dado a su libro está íntimamente relacionado con la idea del destino. Semejante idea se encuentra en Ibn Arabí(29) para quien el centro y los puntos de la circunferencia guardan una relación de permanencia y de ida y vuelta a la vez, pues son dos eternidades distintas pero iguales al mismo tiempo. Para el místico sufí todos los seres realizan un recorrido circular entre existencia y preexistencia denomi(27) Martínez García considera este libro un documento excepcional, “la autobiografía del poeta mismo en el medio del camino de su vida, una autobiografía a niveles esenciales pero también accidentales, una autobiografía proyectada medularmente, visceralmente sobre el número del milenio, número perfecto y discernidor, incluso en términos cosmogónicos y apocalípticos, de las épocas más decisivas de la historia de la humanidad”. Francisco MARTÍNEZ GARCÍA, “Cuatro notas de invitación a la lectura de la obra poética de Antonio Colinas”, Anthropos, 195 (1990), p. 39. (28) Mario SATZ, Umbría lumbre, Madrid, Hiperión, 1991, p. 89. (29) IBN ARABÍ, Las iluminaciones de La Meca, Madrid, Siruela, 1999, 2ª ed.
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nado “trayecto”. También se pueden encontrar concomitancias con el sufismo en Jardín de Orfeo, que al igual que los anteriores tuvo buena acogida por parte del público y de la prensa, pues cada vez son más los críticos que celebran la aparición de un nuevo libro de Colinas. Y todos coinciden en la madurez del libro. Con Jardín de Orfeo avanza hacia un misticismo único de raíz universal. Consta de treinta y dos poemas en los que el poeta ofrece un homenaje a la inmensidad que encierra un jardín, la grandeza espiritual que guarda ese microespacio, símbolo místico. Estructurado en tres partes ordenadas según el mito de Orfeo. La primera, “Jardín-Leteo” evoca el regreso de los ínferos del héroe clásico. La segunda parte, “Jardín de la sangre” recuerda que fue Orfeo quien instauró los misterios órficos. En la última parte, “Jardín de Orfeo” se ensalza la figura del héroe y su importancia para la poesía y para la música, pues con su voz y con su arpa apaciguaba la violencia de las bestias del mundo. Experiencia semejante a la que Colinas plasma en estos versos tras el conocimiento más profundo del pensamiento místico. Para Francisco Javier Díez de Revenga el libro posee una estructura muy meditada(30). En la última parte, que da título a todo el poemario, aparecen por vez primera cuatro poemas en prosa: II, IV, VI y VIII. Este hecho pone de manifiesto la ruptura con su poesía anterior, al menos por cuanto a la forma se refiere. Sin embargo los poetas que aparecen en estos versos, Quevedo, Lorca y Juan Ramón, demuestran la vuelta a lo íntimo, a lo más sencillo, a lo cotidiano. Pero las influencias de Mircea Eliade o de Jung hacen que esta realidad sea sólo sencilla en apariencia, pues transciende. La realidad no es sólo la que a los ojos se presenta: la poesía revela lo que estos versos simbolizan. Precisamente es la importancia que va adquiriendo el símbolo lo que caracteriza el quinto y por ahora, último momento poético en la trayectoria de Antonio Colinas. Para esta quinta etapa, hemos respetado la denominación del autor, Trilogía de la mansedumbre. Compuesta por Los silencios de fuego, Libro de la mansedumbre y Tiempo y abismo. En estos versos se muestra comprometido con su momento histórico. Sorprende la incorporación de temas nuevos: denuncia injusticias, aborda conflictos militares y políticos, trata asuntos relacionados con la ecología, junto a otros ya abordados en libros anteriores. Alejado casi por completo del verso bien medido y rimado, de la métrica tradicional, predomina el verso libre. El poeta encuentra mayor comodidad con un (30)
Considera que quizá sea “uno de los libros mejor estructurados (...) desde el punto de vista de la conformación de obra poética, y de la distribución de sus materiales constitutivos, Jardín de Orfeo sea más perfecta, más acabada, más completa, con los consiguientes efectos de calidad expresiva añadida”. Francisco Javier DÍEZ DE REVENGA, “Antonio Colinas: tiempo en jardines”, en VV.AA, El viaje hacia el centro. (La poesía de Antonio Colinas), Madrid, Calambur, 1997, p. 230.
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verso que busca la musicalidad en la palabra. La mansedumbre es una postura ante la vida; es un modo de vivir y ser en el mundo, de comportarse, pensar y también de escribir. La mansedumbre es un nuevo estilo en el que se pueden rastrear las huellas de la razón poética de María Zambrano y del pensamiento oriental, budismo, taoísmo, zen, hinduismo, además del sufismo y otras influencias que ya habían incidido anteriormente. El primer título, Los silencios de fuego está estructurado en tres partes. La primera “Homenajes y presencias” es un canto de agradecimiento a algunos de los poetas del siglo XX que más profundamente han influido en su obra. Nombres como Antonio Machado, San Juan de la Cruz o Boris Pasternak despiertan admiración tanto por su literatura como por sus posturas comprometidas, denuncias y posteriores renuncias. “Entre el bosque y el mar” es la segunda parte y recoge influencias de Zambrano y Homero. Sorprende una cita de Goethe en el poema titulado “Tántalo contra Sísifo”. Son poemas en los que destaca la presencia de la isla, el color blanco, el bosque, la luz..., Madrid, 1988. símbolos vinculados al mundo mediterráneo. Elementos todos imprescindibles en un poema como “La prueba”, sin duda verdadera declaración de principios, auténtica poética de Antonio Colinas, Poética de la Mansedumbre. En “Tierra adentro”, tercera y última parte, rescata el paisaje de su tierra natal. Porque esta vuelta a los orígenes, a la vida más sencilla, alejada de toda ambición es el gusto por la mansedumbre. Son versos de amor: a la vida, a la literatura, al paisaje, a la tierra, a los hombres..., pero sobre todo a la persona amada a quien dedica el poemario en su integridad. Libro de la mansedumbre es una auténtica “fe de vida”. El título coincide como ya ocurriera en otras ocasiones, con el dado a uno de los poemas. Abren el poemario dos citas, una de Hölderlin y otra de Marina Tsvietáieva, referidas ambas al amor. Se diría que advierte al lector sobre el contenido de sus versos, por otra parte resumen de toda una vida. Se divide de nuevo el libro en tres partes, la primera referida a la noche, la segunda a la luz y la tercera está compuesta por un extenso poema. El libro se centra en la realidad inmediata, aborda la vida, lo sencillo: el perro, el fuego, la familia, los viajes... La última parte se abre con una cita de Rilke y está constituida por “La tumba negra”, largo poema compuesto por cuatrocientos ochenta y seis versos en los que el poeta lanza un alegato pacifista. Ante la tumba de Bach el sujeto lírico reflexiona acerca de las situaciones violentas por las que Euro-
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pa ha atravesado. Se atacan las guerras que tantas injusticias arrastran. Aunque sobre todo, es un homenaje a la música, la más abstracta, intelectual y bella de las bellas artes, cuyo lenguaje está por encima de fronteras y lenguas oficiales. Es un poema cargado de futuro: el tiempo venidero aún está por descubrir. Es un poema cuajado en el amor que nace de la mansedumbre y del que surge la armonía. El último libro de poesía publicado hasta la fecha, Tiempo y abismo se abre con unos versos de Rilke. Estructurado también en tres partes, constituye un repaso de la vida del poeta: se cruzan experiencias personales de su infancia en las tierras del noroeste peninsular con la presencia de fray Luis de León. Giran las composiciones en torno al paso del tiempo y la proximidad de la muerte, cuya presencia es determinante, ya en la evocación de seres queridos y perdidos para siempre, ya la reflexión ineludible acerca de su propio fin. Destacan de nuevo la presencia de nombres propios, principalmente de los ámbitos literario y musical: Rilke y Bach, Claudio Rodríguez, José Hierro o Cioran... Son poemas en los que se retoman lugares ya aparecidos en obras anteriores, la isla, París o el mar, junto a otros nuevos, Medellín. La muerte y la trascendencia, lo metafísico y el sueño son ahora los temas en torno a los cuales giran estos versos: No hay más verdad que dormirse en esta luz cual telamón de piedra derribado, y no despertar nunca. O, quizá, dormir profundamente en luz de abismo: dormir, muy dulcemente, en el morir. ¿Para, al fin, despertar a nueva vida? [RS, 613]
En la última composición Colinas se despide de la palabra poética como ya hiciera en anteriores ocasiones. Sin embargo la aparición de nuevos poemas en revistas recientes y plaquettes demuestran que el poeta no ha enmudecido y sigue revelando el misterio. Podemos concluir afirmando que la obra de Antonio Colinas ha tenido una evolución muy personal en la que su voz ha ido individualizándose, logrando mayor hondura, encaminándose hacia una poesía de la reflexión y de la meditación. Si bien se aprecian unas constantes: el hondo lirismo que caracterizó las primeras publicaciones, así como la intensidad y emoción que han marcado siempre este quehacer poético y que aún hoy en sus últimos poemas, se pueden rastrear. Con este hecho se comprueba la vinculación que ha regido esta obra: la profunda e indisoluble unión entre vida y poesía, entre pensamiento y poesía. Estas han sido las constantes que han permanecido inalteradas en la trayectoria vital y poética de Antonio Colinas.
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3. El mito temático
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OR MEDIO DE SU LITERATURA, Antonio Colinas profundiza en su propia visión del universo, plasma su percepción del mundo, su propio microcosmos. El poeta explora y rastrea la realidad íntima y la exterior. Su pensamiento traspasa lo físico e indaga en lo metafísico. La poesía participa de la existencia y de la trascendencia. El hombre permanece en una búsqueda constante que se torna actitud literaria: el impulso indagador se transforma en experiencia poética. Hombre y realidad se funden en síntesis creadora: el ser humano, su existencia y cuanto le rodea, en definitiva, el poeta y su obra. Dicho tema se mantiene constante a lo largo de la trayectoria poética de Colinas y es abordado desde diferentes prismas. La ósmosis entre lo físico y lo metafísico es la macroestructura temática básica que desemboca en un conjunto de modalidades literarias temático-formales que se mantienen prácticamente invariables. Distinguimos cuatro modalidades temáticas: la tradición cultural, el regreso a los orígenes, los mundos nacidos junto al mar Mediterráneo y el misticismo de raíz universal.
3.1. La tradición cultural En Colinas la poesía es cultura y la cultura es vida, por tanto la cultura es parte importante de su vida y de su poesía. Por esta razón, se convierte en herencia poética como señala García Berrio(31). La cultura se transforma en estímulo de creación poética, de manera que el culturalismo nunca es vacía vanidad pues es el resultado del poso de la experiencia. En una entrevista realizada por José Luis Puerto explica: “Si debajo de la cultura no existe vida, esa cultura no es tal cultura. Tuve la suerte y la desgracia de ver coincidir mi estancia en Italia con el nacimiento de ciertos tópicos en torno a mi generación, como “culturalismo”, “venecianismo”. Quienes los emplean no hacen sino agarrar, al menos en mi caso, “el rábano por las hojas”(32). La modalidad literaria de la tradición cultural se relaciona con el régimen diurno, el regreso a las raíces con el nocturno y ambas están estrecha e íntimamente relacionadas. Dos mundos se contraponen con singular maestría en Sepulcro en Tarquinia, explica Colinas(33) refiriéndose a este poemario: “En todo (31) García Berrio considera que la tradición cultural es “el caudal histórico de experiencias depositado como saber poético”. Antonio GARCÍA BERRIO, “Poemas sublimes o frustrados”, El Cultural, 5 abril 2000, p. 14. (32) José Luis PUERTO, “Conversación con Antonio Colinas”, en VV.AA, El viaje hacia el centro. (La poesía de Antonio Colinas), Madrid, Calambur, 1997, pp. 157-171. (33) COLINAS, Antonio, “Autopercepción intelectual”, Anthropos, 105 (1990), p. 20.
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el libro se daba, pues, esa contraposición de mundos y también de símbolos: dos ciudades (Tarquinia-Petavonium), dos sepulcros (el etrusco, el pagano, y el cristiano de ”No se aloja en los mesones sino bajo el cielo estrellado”, visión ésta desmitificada del Camino de Santiago); dos luces (una dorada y renacentista, otra negra y medieval); dos tipos de piedras fundacionales (las de las ruinas del sur y las firmes de la catedral leonesa en “Misterium Fascinans”). En efecto, en sus versos hallamos asuntos bien distintos incluso contrarios: el refinado mundo de Francia, el renacentista de Italia y el oscuro medieval de las tierras altas de León. Varias ciudades oponen su carga simbólica, Córdoba y París, Tarquinia y Petavonium. Estilos arquitectónicos bien distanciados, ruinas etruscas y romanas, ojivas, cúpulas, vidrieras y rosetones góticos. Dos sendas se cruzan sin percibirlo: los caminos que van desde los Alpes italianos hasta Roma pasando por Tarquinia, y el Camino de Santiago. Sin embargo esta aparente oposición va Córdoba, 1985. más allá de temas, motivos y lugares; alcanza también al estilo. En Truenos y flautas en un templo y en Sepulcro en Tarquinia muchos son los poemas en los que se pierde la puntuación y desaparecen las mayúsculas a comienzo de frase(34), “Encuentro con Ezra Pound”, “Noviembre en Inglaterra”, “Poseidonia, vencedora del tiempo”, “Sepulcro en Tarquinia” o la serie “Castra Petavonium”. Resulta llamativa la ortografía original de algunos nombres propios, condottiero, Romantic Revolt, Gran Bois de Boulogne. Frente a “Poemas con un paisaje al fondo” referidos exclusivamente a España, “Truenos y flautas en un templo” alude íntegramente a Francia y las dos primeras partes de Sepulcro en Tarquinia transcurren en Italia, entre el mundo romano y el renacentista, en tanto que las dos últimas evocan las tierras romanizadas del noroeste leonés. En Astrolabio el mundo mediterráneo se contrapone a las tierras y a las alusiones culturales referidas a Grecia y a Italia. No obstante, se trata (34) Con respecto a esta peculiaridad, señala Carmen Ruiz: “Poemas éstos sin mayúsculas iniciales, artificio que más que concesión a la moda responde intrínsecamente a la intención del poeta. Observamos que en la primera parte este uso es menos frecuente que en las siguientes, casi generalizado. Con él pretende a veces incidir en lo metafísico –como en el poema titulado “Sepulcro en Tarquinia”, que constituye la segunda parte–, o indicar otras veces la pervivencia de las cosas y de los seres a través del tiempo, como en “Piedras de Bérgamo”, en la primera parte. Pero donde este procedimiento alcanza su plenitud será en la última parte, “Castra Petavonium”, donde el ser de cada cosa no se resalta en el fluir del tiempo, la monotonía y el cansancio se abaten sobre este mundo aislado y abandonado. Un buen ejemplo es el poema VI “Trasmontes” con total ausencia de puntuación y mayúsculas”. Carmen RUIZ, “Sepulcro en Tarquinia de Antonio Colinas”, Álamo, (1976).
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de un enfrentamiento dialéctico, ya que son contrarios complementarios. Alcanzan sentido completo mediante la oposición, buscando la armonía que el poeta viviera en la infancia. Apunta hacia una poesía más meditativa como ya observara Ángel Barrajón(35). A nuestro parecer son claramente culturalistas “Piedras de Bérgamo”, “Truenos y flautas en un templo” y sobre todo “Los cantos de ónice”. En el mismo sentido se manifiesta Luna Borge(36) para quien Truenos y flautas en un templo es “su libro más culturalista”. En el extenso poema “Sepulcro en Tarquinia” hay también un fuerte componente culturalista, por lo que cabría considerarlo puente entre el quehacer culturalista, la poesía más reflexiva en opinión de Julia Barella(37) y la más meditativa a la que se refiere Rupérez. Son numerosas las alusiones culturales: las ruinas de Sirmione, las selvas de Tarquinia o el lago de Trasimeno, el cementerio de Père Lechaise o la escalinata de un palacio semiderruido; desde Patinir, Poussin y Fiésole, a Botticelli y Simonetta o el friso antiguo; desde Bérgamo y Petavonium hasta Santillana, Comillas, Córdoba o Astorga; desde Vivaldi y Chopin a Scarlatti o Mozart; en fin, desde Catulo, Ezra Pound y Valle-Inclán, hasta Beatrice d’Este o la Vita Nuova. Se diría que acaso Colinas huyera de “la inmensa mayoría”. Sin embargo el poeta reflexiona sobre el paso del tiempo, la fugacidad de la vida, o el amor, temas todos ellos imperecederos, a partir de un personaje literario, unas ruinas o un determinado paisaje. El poeta va más allá: las alusiones culturales se cargan de simbolismo y trascienden en estos versos. Colinas ha repetido hasta la saciedad su disconformidad por el abuso de nombres propios: los que en su poesía aparece no cantan ni al hombre ni a los nombres allí Madrid, 1982. reflejados, evocan el paso del tiempo. La pala(35)
“Pero, algunas veces –pocas, pero significativas–, la poesía de Colinas deja de lado ese tono sugerente, simbólico, meditativo, y se adentra en un territorio de dolor claro y confusión exacerbada. En esos momentos, su voz poética se transforma y se hace alucinada, visionaria”. Jesús María BARRAJÓN, “El irracionalismo poético en la lírica de Antonio Colinas”, en VV.AA, El viaje hacia el centro. (La poesía de Antonio Colinas), Madrid, Calambur, 1997, p. 180. (36) José LUNA BORGE, La generación poética del 70. Cuestión de perspectiva, Sevilla, Qüasyeditorial, 1991, p. 101. (37) “Regresan las virtudes clásicas: la lealtad, el coraje, la serenidad, la bondad. Aquellas virtudes, en suma, que conforman la condición humana en todo tiempo. La condición de un hombre con vida privada, objetos queridos, costumbres, amigos, viajes, ciudades y calles”. Julia BARELLA, Después de la modernidad. Poesía española en sus lenguas literarias, Barcelona, Antrophos, 1987, p. 13.
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bra nueva nacida a finales de los años sesenta se mantiene fiel a la voz de la experiencia. El verso se enriquece con una nueva sensibilidad, el lenguaje poético absorbe la riqueza que proporcionan las nuevas lecturas descubiertas. Queda patente la relación entre vida, cultura y poesía en la obra de Antonio Colinas: los datos biográficos y el poso bibliográfico(38) del autor han adquirido categoría de obra literaria. Las referencias europeas y culturales que se encuentran en estos poemas, de Friburgo a Ginebra o de Escocia a París, desde Welwyns Gardens al Bosque de Boulogne, son componentes tanto del mito personal del propio poeta como de aquellos mitos que han obsesionado a la colectividad a través del tiempo. En los poemas escritos después de que Colinas se instalara una temporada en París se puede rastrear la impronta dejada por poetas en lengua francesa. Singular importancia para la formación del poeta tuvieron Verlaine, Rimbaud, Baudelaire, Mallarmé, Lautrémont, Musset y Perse, nombres propios desfilan por estos versos. Entre todos sobresale el de Saint-John Perse, auténtico descubrimiento, cuya poesía es distinta, deslumbrante y enigmática, e interesa a Colinas por la gran variedad de registros que ofrece y porque posee un nuevo tono, elegíaco unas veces, épico otras, pero siempre sorprendente. Su surrealismo es atrevido e innovador. No han sido pocas las veces que se ha apuntado la impronta surrealista en el Colinas de estos poemarios, aunque él matiza y prefiere hablar de irracionalismo. Hay una expresión depurada y sorprendente próxima a Perse en “Los cantos de ónice”. Sin embargo otros poetas resultaron igualmente decisivos en aquellos momentos(39). Los años que Antonio Colinas vive en Italia serán fundamentales para su formación poética y las referencias culturales versan sobre una obra de arte, un libro o a los instantes que encuadran acontecimientos importantes personales y colectivos. De este modo, el mito personal queda interrelacionado con la mitología colectiva. Italia deslumbra al poeta y su asombro aumenta con cada paseo: recluido entre tanta belleza, se sucederán años decisivos para su vida. Se produce una asimilación entre culturalismo y vida. El culturalismo aislado no existe en la poesía de Colinas(40). La síntesis entre vida y cultura no puede ser más escueta y (38)
Julia Barella. destaca un hecho que parece incuestionable: “Los poetas prescinden hoy por completo de demostrar al lector que la literatura y la vida deban o no identificarse: ese es un tema que ha dejado de interesar”. No es este el caso de Colinas, para quien “poesía y vida son algo consustancial al ser”. Julia BARELLA, ídem, p. 11. (39) Asegura Colinas en una entrevista reciente: “Cuando escribí este libro [Truenos y flautas en un templo] estaba viviendo en París, –corría el otoño de 1968–, y significativamente algo se me debió pegar del surrealismo; aunque, a decir verdad, a quien sobre todo yo leía por entonces era a Rimbaud”. En el nuevo lenguaje poético también pesan Campana, Cardarelli, Pascoli, Quasimodo, Dante y Pound. PUERTO, José Luis, “Me interesaba más una poética de la plenitud que de la desesperación”, Diario de León, Filandón, 2 octubre 2005, pp. 4-5. (40) En su opinión, la cultura no tiene sentido si no ha sido experimentada. “Cultura para mí es sinónimo de vida; vida más allá de los nombres propios”, afirmaba el poeta en unos
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elocuente. Italia supone para Colinas un descubrimiento: símbolo del conocimiento, representa la búsqueda de la sabiduría como forma de vida y la fusión con la belleza como expresión de lo inefable. “Piedras de Bérgamo” representa la fascinación y el deslumbramiento que el encuentro con Italia produjo en el poeta. Se canta la belleza bien con forma femenina, “Simonetta Vespucci” o tallada en la piedra, “Piedras de Bérgamo”; la belleza en estado natural, “Lago de Trasimeno” o la artificial de ”Florencia”. Como Baudelaire, dedica algunos de sus mejores versos a aspectos sórdidos: la vejez vestida como “Giacomo Casanova”, la locura silenciosa tras el “Encuentro con Ezra Pound” o sencillamente los “lupanares de Pompei”. En estos versos Colinas trasciende la realidad: Simonetta Vespucci o Giacomo Casanova son cara y cruz de una misma moneda. La dama simboliza la juventud y la belleza en todo su esplendor y se ajusta a los cánones de belleza vigentes en el Renacimiento(41). Casanova representa la decrepitud de quien ha agotado las fuentes de la vida. Los versos a él dedicados evidencian el paso del tiempo, el miedo del hombre ante su propio final, el vértigo a las puertas de la muerte. Si es un poema culturalista tiene claros tintes metafísicos. Una obra literaria inmortaliza el devenir de la existencia: Y yo sólo deseo salvar mi claridad, sonreír a la luz de cada nuevo día, mostrar mi firme horror a todo lo que muere. [RS, 139]
Aunque estos sean los más famosos, no son los únicos ejemplos: en otros poemas evoca a Novalis o a Ezra Pound. En el primero abundan los elementos nocturnos, la noche, astros y esferas, en clara referencia a los Himnos a la noche. El sujeto lírico canta el ansia de plenitud bajo la inmensidad de la noche, siente el peso infinito y quiere fundirse con su infinita negrura: “Deteneos, esferas, y que arrecie la música” [RS, 100]. Morir a la vida para vivir con plenitud otra vida más elevada en comunión con su pensamiento y con la naturaleza, en armonía consigo mismo y con el mundo como lo soñaron los románticos centroeuropeos. El verdadero protagonista es la Noche y cuanto simboliza, su misterio tratado como divinidad. Colinas canta la comunión con la noche de los sentidos, recuerda la música de las esferas entre perfumes y fuegos azules. Es éste un homenaje al Romanticismo. Hay otro a Ezra encuentros que tuvieron lugar en Alemania. VV. AA., Diálogos sobre poesía española: José Mª Valverde, Antonio Colinas, Rafael Argullol, Antoni Marí y Jaime Siles en el Göttinger Hain, Frankfurt/Madrid, Vervuet/Iberoamericana, 1994 (Nieves Trabanco editora). (41) “El período renacentista es para Antonio Colinas,... uno de los cuatro o cinco momentos decisivos en el logro de la fusión armónica hombre-cosmos y en la historia de la creación artística universal...” José Enrique MARTÍNEZ FERNÁNDEZ, “La voz del Renacimiento en la obra de Antonio Colinas: tradición y actualidad”, en VV.AA, El viaje hacia el centro. (La poesía de Antonio Colinas), Madrid, Calambur, 1997, p. 92.
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Pound, “aquel americano un poco loco” [RS, 99]. El poeta busca a quien ha facilitado una aproximación entre el mundo occidental y la cultura oriental. El sujeto poético se admira del lugar donde se produce el encuentro, lo que pone en evidencia la importancia de los espacios en esta literatura. La poesía une a los poetas en el silencio: “Lo que más impresiona son sus ojos. La suya es una mirada penetrante, dulce y endiabladamente inteligente; una mirada cargada de humor, pero severa en su contenido. (El rostro de Caronte que Cocteau veía en Pound.) De alguna forma debe contrarrestar sus silencios. Calla, pero lo pone todo en la mirada, que lo sabe todo”(42). También realiza una fervorosa evocación de la pintura en “Homenaje a Poussin” como otros poetas ya antes hicieran. Colinas rescata una escena mitológica, la disposición y perspectiva, la luz, el color y el clasicismo. Todo en el poema es perfección: Meleagro valeroso y la diosa Diana de talle de mármol. Ante los ojos se extiende una luz verde y nubes de cobre y oro viejo. Frente al oído resuena un relincho de corceles o la tromba de guerreros. En los labios queda el sabor del aire. Es la dominante postural con sus derivados manuales y el adyuvante de las sensaciones el esqueleto de este poema característico del régimen diurno. Es un homenaje a todos los sentidos: Cicatrices, relámpagos del cielo. Muerden los cascos todo el césped frío. Suena como un tambor la tierra fértil. Sabroso viene el aire hasta los labios. Las puntas de las lanzas: con rocío. [RS, 118]
El largo poema que constituye la segunda parte da título al libro, “Sepulcro en Tarquinia” y supone al mismo tiempo una ruptura y una continuación con poemas anteriores. Esta última viene marcada por las referencias culturales: Tiziano, Lenz, Catulo, Sirmione, Beatriz, Burano, el pobre Francesco o la diosa Diana. El esplendor se enmohece y da paso a ruinas de aspecto fantasmal, San Francesco del Deserto, tumbas, sepulcros y salitre. Todo ha sido transformado. El modo en que “lloraba aquella niña” o “una hecatombe de armas oxidadas y corrompidas vestimentas” se refieren a la muerte. La ausencia de cualquier forma de vida, el dolor ante la parca, la presencia de los cementerios, la insistencia de la muerte cuya imagen se magnifica, presagia un cambio en el quehacer del poeta. Este poema supone un profundo cambio respecto a los que lo anteceden y suceden. Acerca de su composición el autor descubre en una página de sus Diarios: “Segunda semana en Bérgamo. Ayer, la nieve cubría la ciudad y hoy aún respiraba el otoño en árboles (42)
Antonio COLINAS, “Ezra Pound: la palabra con “voltaje”, El sentido primero de la palabra poética, Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1989, p. 147.
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y muros. La gran sorpresa de estos días la constituye la iniciación de un largo poema del que llevo escritos ya 150 versos [...]”. Explica cómo considerarlo: “Sepulcro en Tarquinia”, más que un “poema-río”, como se ha dicho no sin razón, yo lo veo como un microcosmos. Hay en él una historia humana que entrama el conjunto, pero éste está lleno de irisaciones metafísicas, telúricas, culturales”. La vida del poeta se deja ver en estos versos: el hombre ha recibido la visita de la muerte, a ella se enfrenta el poeta cuerpo a cuerpo. si me sueñas, si esperas, te hallaré enterrada bajo una losa fría que desgastó la lluvia hecha de bronce, morir contigo en esta tarde única cantando en las murallas sonrosadas por las luces más frías del invierno, [RS, 159-160]
Se ha repetido hasta la saciedad que estos versos son consecuencia de un desengaño amoroso. Duque Amusco apunta la posibilidad de que no se trate tanto de un episodio vivido cuanto imaginado, a lo que añade “da igual”(43). Tampoco creemos que el tema central del poema sea un fracaso amoroso. Nos inclinamos más que por una historia de desamor, por el golpe más duro que un ser humano puede recibir. En este mismo sentido parece decantarse también Luis Miguel Alonso cuando afirma: “Poco sabemos de las causas y de los efectos de ese dolor”. Si bien, añade “a causa de aquél hubo de renunciar [durante un tiempo] a las clases”(44). Recientemente el poeta ha afirmado que no es una historia de amor, sino un “poema de poemas y, por tanto, con múltiples significados. En él, los sentidos se irisan y la muerte, la enfermedad, el tiempo, la naturaleza, son presencias que pesan tanto como la del amor”(45). Emplea una técnica tan verdaderamente innovadora que marca su trayectoria poética. El cambio resulta palpable incluso en la puntuación, particularidad que se puede rastrear en la tercera parte. El largo poema es una sucesión de imágenes, de visiones, de metáforas. En estos versos encontramos similitudes con el Juan Ramón Jiménez de Espacio, el Neruda de Tentativa del hombre infinito y el Octavio Paz de Piedra y sol. Los tres son poemas extensos, bien escasos en la literatura española. Aunque Colinas(46) puntualiza: “Estaba naciendo de un tirón el poema que daría título a todo el libro. En la forma yo tenía presente –inconscientemente presente– un (43) Alejandro DUQUE AMUSCO, “Sepulcro en Tarquinia: Inteligencia es Belleza”, en VV.AA, El viaje hacia el centro. (La poesía de Antonio Colinas), Madrid, Calambur, 1997, p. 191. (44) Para ampliar detalles sobre esta información, se puede consultar Luis Miguel ALONSO GUTIÉRREZ, El corazón desmemoriado. Claves poéticas de Antonio Colinas, León, Diputación Provincial, 1990, p. 56. (45) PUERTO, José Luis, “Me interesaba más una poética de la plenitud que de la desesperación”, Diario de León, Filandón, 2 octubre 2005, pp. 4-5. (46) COLINAS, Antonio, “Autopercepción intelectual”, Anthropos, 105 (1990), p. 20.
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texto de Neruda (Tentativa del hombre infinito) y no algún texto de Octavio Paz, como ha creído erróneamente algún crítico. Respecto al contenido yo no hacía otra cosa que recoger los reflejos de oro y musgo que me entregaba ese espejo, roto en mil pedazos, de una realidad plena... Muros, yedras, nieves, fuegos, bosques, eran los libros en los que yo por entonces leía”. La muerte ha sido vivida, la carga cultural se une al dolor: vida y experiencia se complementan. No hay banal culturalismo. Habían sido muchos los esfuerzos por aprender en libros lo que en años decisivos había de experimentar en la realidad de la vida. Tras el venecianismo late la fugacidad de la vida, la injusticia de la muerte, el rigor del paso del tiempo. En “Sepulcro en Tarquinia” palpitan la rebeldía y el inconformismo del ser humano contra su destino. En estos versos son protagonistas la desesperación e impotencia del hombre. El sujeto lírico se muestra limitado, semejante a las pinturas surgidas de los enterramientos etruscos. El poeta se rebela ante la vida y clama justicia ante la muerte. Es un grito desgarrado. Quisiera Colinas dejar constancia de su renuncia a la vida y al amor porque éste sólo es posible en un marco intemporal, alejado del paso del tiempo y la vida es una sucesión de renuncias. La acción transcurre durante la noche: las tinieblas del desamor producen gran realismo sensorial. Como Rubén Darío, el poeta se ha topado ante lo fatal: abres los muslos, abres las dos manos, tus dos pechos apuntan a la nieve, tu vientre es una zarza a medio arder, ¿son ramos o racimos esos labios? morir sin estrujarlos qué delicia [RS, 160]
Se produce una identificación del poeta con el paisaje: Colinas sólo encuentra de noche y frente al mar fórmulas que expresan su empeño por vivir con intensidad. El poeta prefiere la noche porque en ella encuentra la intemporalidad. El tiempo se ha detenido y en su estancamiento se produce el salto hacia lo desconocido. La confusión es una característica del régimen nocturno de dominante digestiva. Asimismo son característicos los adyuvantes coenestésicos y térmicos así como sus derivados táctiles, olfativos y gustativos. La reflexión dolorida del sujeto poético en torno a la muerte se vale de visiones irreales, que no oníricas. Dicho irracionalismo es consecuencia de la estructura mística en la que se encuadra este largo poema. La separación forzosa de los amantes tiene lugar en una noche que no une, sino que trae la muerte y el desconsuelo consigo. Es tanto el dolor que el poeta ha de expresarlo mediante imágenes(47) que no guardan relación aparente con la realidad. (47) Dichas imágenes son consideradas por Alían Richard como la naturaleza misma de la poesía: “...no es otra cosa que la sistematización del fenómeno de la “inspiración poética”. Alían RICHARD, El pensamiento poético de Pablo Neruda, Madrid, Credos, 1981.
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Hay en los poemas escritos durante estos años un vitalismo alimentado con la sabiduría y reflexión. La contemplación de lugares y objetos hermosos, unas ruinas, una pintura; la rememoración de acontecimientos importantes y personajes ilustres, Valle-Inclán, Aleixandre; el contacto con elementos de la historia o paisajes que fueron escenarios de la historia, Tarquinia, Sirmione, serán la evidencia del paso del tiempo. La muerte acecha. Y con ella finaliza cualquier intento de superación del hombre. Astrolabio es el libro de los homenajes: se abre con el dedicado a Tiziano con motivo del cuarto centenario de su fallecimiento y se cierra con el largo poema “Penumbra de la piedra” que no es sino un homenaje al amor. Pero hay otros muchos, el de Dante con su “Motivo para una Vita Nuova”, el de Freud en 1904, año en el que por vez primera revela sus investigaciones en torno a la teoría del psicoanálisis(48). Los dedicados a Córdoba y a la amada, así como multitud de elementos anónimos, una estatua mutilada, una cabeza desprendida o una “Biografía para todos”. Aunque sin duda alguna, el mayor homenaje lo constituye Libro de las noches abiertas, diecinueve poemas dedicados en su integridad a la isla de Ibiza. Hay en ellos más posada sabiduría y reflexión que en libros anteriores. La contemplación de lugares y objetos, unas ruinas, una pintura; la rememoración de acontecimientos importantes y personajes ilustres, Theodoor Huygen, Fabrizio del Dongo; el contacto con elementos y paisajes que fueron escenarios de la historia, servirán para mostrar la caducidad del tiempo. A nuestro parecer el afán de superación y (48)
Madrid, 1984.
Madrid, 1994.
El poeta quiere unir poesía y psicoanálisis en un intento por recuperar la armonía de la que ha quedado huérfana la vida. Se trata de un poema en el que una vez más las vivencias y la experiencia personal del poeta constituyen el axis temático en torno al cual se construyen los versos. Antonio COLINAS hizo un comentario del presente poema en unas jornadas celebradas en la Asociación Colegial de Escritores bajo el título “Taller de Psicoanálisis y Literatura”, que tuvieron lugar el día 13 de marzo de 2000. La interpretación que en este trabajo realizamos están basadas en la mencionada charla.
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aprendizaje, la pausada y silenciosa reflexión se hace más palpable en el presente poemario, una muestra más de la clara simbiosis entre cultura y vida en la poesía de Antonio Colinas y que se refleja en una sucesión de nombres propios. En los cinco poemas que constituyen “Las sombras iluminadas” el poeta realiza su particular homenaje. Llama especial atención el que se ofrece a la Pintura. Los colores, amarillos, ocres o violetas; los contrastes y claroscuros; las formas, muros, tejas, cirios y herrerías; hasta los maestros, Tiziano, Tommaso Caccio o Corot, serán los protagonistas en estos versos. Resulta ya evocador el título que, como en los lienzos de Tiziano, es un juego de luces y de sombras, de oscuridades desvanecidas por la luz, de negruras transformadas. Comienza con el citado “Homenaje a Tiziano” y finaliza con “Amaryllo”, de Tommaso Caccio”. En ambos se rememoran nuevamente experiencias italianas como hiciera en libros anteriores: Murano, las madrugadas adriáticas o los jardines de Navagero, Pompeya o Florencia. Aunque no son las únicas sombras que se iluminan, también lo hace la de Theodoor Huygen al recibir una carta llena de admiración que el poeta le envía. Los poemas de la quinta parte del libro confirman la atención del poeta por la realidad cultural. En “La losa desolada” son constantes las evocaciones mitológicas: Teseo y Pasifae, Homero y Ulises, Venus y Fedra. Desfilan lugares emparentados con el mundo griego: el Ágora, Epidauro, Maratón y Salamina, Atenas y Esparta. En estas alusiones a la Grecia clásica ve Vicente Valero un nuevo componente: “La grecidad de esta poesía, que es también su mediterraneidad...”(49). Aunque también aparecen lugares italianos, Grianta, la Toscana y Lombardía, Roma o Milán. Se refuerza la presencia del mundo clásico con dos citas, de Seferis y Quasimodo, respectivamente. Contrastan estos poemas con otros de carácter más hermético e intimista, “La ciudad está muerta”, verso tomado de Quasimodo, “Del vacío del mundo” y “Biografía para todos”. Antonio Colinas busca la armonía en el mundo y la halla en el jardín interior. Las referencias culturales de Jardín de Orfeo reflejan esta búsqueda. El hallazgo se manifiesta en estos versos. El poeta encuentra la armonía tras un proceso de iniciación semejante al recorrido por los místicos a través de las tres vías. Noche más allá de la noche y Jardín de Orfeo ofrecen una completa simbología. El culturalismo se hace palpable no sólo en los nombres propios, sino también en las referencias literarias. Son constantes las alusiones a poetas de diferentes culturas, épocas y creencias religiosas. Colinas dedica a Fray Luis de León su Canto XV y a San Juan de la Cruz el Canto XVI de Noche más allá de la noche. Se ha de tener en cuenta que Colinas considera que los poetas revelan lo oculto y (49)
Vicente VALERO, “Grecia en la poesía de Antonio Colinas”, Anthropos, 105 (1990), p. XIV.
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así se han de interpretar los poemas dedicados a Lorca, “En Granada”, a Ibn Gabirol, o el que dedica al poeta sufí Rumi en “Retrato”. Se puede afirmar con Carlos García Gual que es el “libro de una notoria madurez, tanto formal como de contenido, donde los símbolos de sabor clásico vuelven de nuevo”(50). Las alusiones literarias no se refieren solamente a nombres propios, también al Budismo y al Taoísmo: Dormía sin soñar, mas soñaba profundo y, al despertar, mis labios musitaban despacio en la luz del aroma: “Aquel que lo conoce se ha callado y quien habla ya no lo ha conocido”. [RS, 343]
3.2. Retorno a las raíces En los dos primeros libros que publica Antonio Colinas, Poemas de la tierra y de la sangre y Preludios a una noche total, el paisaje leonés adquiere gran importancia. Su presencia se mantendrá constante en restantes publicaciones: añoranza ante el paso del tiempo, tristeza por experiencias irrecuperables, recuerdo de sentimientos vividos. Las reflexiones que suscitan la contemplación del paisaje trascienden en entregas posteriores. La primera parte de Truenos y flautas en un templo se encuentra próxima en el tiempo a las primeras publicaciones, parte de lo más cercano e inmediato: aparecen constantes referencias a la tierra natal del poeta relacionadas con su infancia, adolescencia y primera juventud. Elocuentes son a este respecto los nombres propios, Astorga, Córdoba, Comillas o Santillana del Mar, Góngora, Valle-Inclán, Ricardo Molina o Vicente Aleixandre. Estos “Poemas con un paisaje al fondo” están íntimamente relacionados con una de las citas que inauguran el libro, unos versos de Antonio Machado(51) en los que pone de manifiesto la importancia que para Colinas tienen la memoria y los sueños. Recuerdos, raíces y poesía unidos una vez más, dan forma a estos poemas del régimen nocturno. Son las raíces intelectuales, poéticas y literarias del poeta. La naturaleza adquiere decisiva importancia, permanece siempre presente: el sujeto lírico contempla un paisaje al que le unen determinadas vivencias y los sentimientos y pensamientos originales que cruzan por su mente son plasmados en los poemas. Antonio Colinas recupera un tiempo olvidado y casi perdido. La presencia de la naturaleza en estos versos tiene un sentido amplio, trascendente. Los (50)
Carlos GARCÍA GUAL, “Paisajes clásicos y presencias helénicas en Noche más allá de la noche”, en VV.AA, El viaje hacia el centro. (La poesía de Antonio Colinas), Madrid, Calambur, 1997, p. 201. (51) Reproducimos aquí textualmente la cita a que nos referimos, dada la importancia que nos parece encierra: “De toda la memoria sólo vale / el don preclaro de evocar los sueños.”
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poemas de la dominante copulativa son más abundantes. Se caracterizan por los saltos en el tiempo hacia el futuro o el pasado. Pero siempre prevalece la idea de la unión: esta poesía une al hombre con la naturaleza y lo enfrenta con los enigmas del universo, con el misterio y con sus impedimentos. En las dos últimas partes de Sepulcro en Tarquinia han desaparecido las referencias culturales y los nombres propios. Algunos elementos no son estrictamente bellos, ruinas, yacimientos arqueológicos, necrópolis... Barcelona, 1992. Otros son claramente desagradables, meretrices, mocos... Este cambio señala el abandono del culturalismo e impone un nuevo rumbo. El poeta escarba en su tierra natal para hallar sus propias raíces. En las huellas de la infancia quiere recobrar la armonía. La melancolía temporal constata el recuerdo sentimental de las cosas. Son “las presencias humanas contra las que se estrella toda ilusión humana de permanencia y eternidad”(52). Los poemas ambientados durante la Edad Media guardan estrecha similitud con los dedicados a Novalis y a Hölderlin. Durante la noche el Caos es transformado en Cosmos, en el Orbe brilla la Vía Láctea y el poeta encuentra sus raíces hundidas en el cielo estrellado porque es símbolo de conocimiento y profundización. Estos poemas marcan con rigor la contradicción y renuevan el vigor del rito. La cuarta y última parte se tiende como puente hacia la siguiente entrega poética, Astrolabio. El último verso de Sepulcro en Tarquinia, “el Tiempo dormirá en el astrolabio”, remarca dicha transición. El nuevo poemario refleja la preocupación por el tiempo: la sucesión de los días, las labores del campo, los ciclos estacionales. En esta ocasión los versos reproducen un recuerdo entrañable. Enlazan con el tópico del beatus ille como quimera de lo apacible. Los poemas desprenden gran serenidad, la que repasa vivencias esenciales. El poeta no lo vive con angustia próxima al existencialismo, antes al contrario en sus versos se percibe la paz que emana el fluir apacible del tiempo. No hay pérdida, sino una recuperación de las tradiciones y un acercamiento a la mítica edad dorada. El poema “La patria de los tocadores de siringa” así lo atestigua: los músicos cobran vida. Es un poema que rememora el paso del tiempo, el pausado transcurso de los acontecimientos, el lento paso de las estaciones. Se trata de una recreación de la Arcadia de Garcilaso:
(52)
GARCÍA BERRIO, Antonio, Forma interior: La creación poética de Claudio Rodríguez, Málaga, Ayuntamiento de Málaga, 1998, p. 496.
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No perdáis la belleza cantándola, vosotros que de ella os rodeáis en los prados de Arcadia. [RS, 188]
“Suite Castellana” está formada por un grupo de poemas en los que Antonio Colinas evoca el espacio mítico de Petavonium. El tiempo presente provoca en el sujeto lírico una honda reflexión sobre la realidad. Semejante idea se puede rastrear en Jung(53). El simbolismo cobra protagonismo en tanto que el tiempo presente facilita las escenas no temporales. “Suite castellana” es una meditación en torno al tempus fugit. Las escenas transitan hacia el Amor o la Muerte. Los versos de la “Suite” prestan su voz a las “Variaciones”: las palabras se entretejen en el primer poema de la serie y dan título y motivos a los restantes. Los personajes se funden con el paisaje al que se asimilan. José Olivio Jiménez(54) apunta mayor predominio de la intimidad en estos versos. Los títulos de los diez poemas siguientes aparecerán englobados todos bajo el título genérico de “Variaciones sobre una Suite Castellana” y se podían encontrar entre los versos de la Suite. Al igual que en el terreno musical una suite está formada por piezas menores muy semejantes entre sí, así también estos poemas guardan numerosas similitudes: En Castilla, la madrugada se alza de pinares fríos y el que pasa cae de rodillas en la gleba y besa la última luz negra en el rocío. [RS, 199]
Los versos anteriores se asemejan al título de la primera de las Variaciones, “Madrugada en pinares fríos”. Lo mismo sucede con los siguientes: De noche, buscamos la humedad de huertos pobres, [RS, 199]
Verdaderamente semejantes al título de la novena parte, “La noche en huertos pobres”. En las restantes, los títulos son prácticamente exactos: “Bajo un coro de puñales, danzáis, reís”, “Hay un joven herido” o “Vino, caballos, rosas” son sólo unos ejemplos. “Suite Castellana” ofre(53) Jung afirma: “... Yo sólo puedo describir el vivir como beatitud de un estado no temporal, en el cual el presente, pasado y futuro son una misma cosa. Todo cuanto sucede en el tiempo estaba allí compendiado en una totalidad objetiva. Ya nada se encontraba separado en el tiempo ni podía medirse mediante normas temporales. El vivir podía definirse en última instancia como un estado, como un estado de ánimo, que, sin embargo, no puede imaginarse”. Carl Gustav JUNG, Recuerdos, sueños, pensamientos, Barcelona, Seis Barral, 1994, 7ª ed., p. 301. (54) Para Jiménez el poeta “se aplica, en “Suite Castellana”, a trenzar apretadamente motivos paisajísticos con motivos culturales, históricos y aun íntimos y familiares que le reclaman desde la faz seca pero vitalísima de su tierra. Y seguidamente, en las “Variaciones...”, vendrán las más detenidas glosas de aquellos motivos.” José Olivio JIMÉNEZ, “Prólogo” a Antonio COLINAS, Poesía, 1967-1980, Madrid, Visor, 1984, p. 30.
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ce un recorrido por el paisaje en diferentes momentos del día. Recuerda las series de los preimpresionistas, como la que Monet hiciera. También Colinas presenta composiciones de madrugada, a mediodía, por la tarde o de noche, los que constituyen las “Variaciones sobre una Suite Castellana”. En ese momento, al final del día el sujeto lírico siente la infinitud de la naturaleza. Se produce una vuelta a tiempos pasados. El poeta apela a todos los sentidos. El retroceso temporal se pone de manifiesto con música y olor a pólvora, entre visiones y deleites para el paladar. El yo lírico asiste a una escena atemporal que ejemplifica la visión sincrónica del tiempo: ¿No os sabe el aire a pan recién cocido y a pólvora quemada las piedra de los muros? Rabeles, liras suenan a los pies del castillo, entre techos de paja y bardales cansados. Vuestras danzas resumen una Historia de miedos infinitos, de ancestrales esperas [RS, 200]
En “El vacío de los límites”, tercera parte de Astrolabio, se recrea la tierra del noroeste aunque el tratamiento es bien distinto. Colinas deja constancia de que, en su opinión, la concepción lineal de la historia ha sido superada: sólo existe una significación transhistórica de los acontecimientos. Del mismo modo que en la concepción romántica de Hegel la historia es el despliegue del Espíritu Universal, para Colinas se materializa en los siguientes versos como el Gran Todo: Ves salir del pinar los caballos nerviosos y en ellos ves el mundo primitivo, impensado: la madera, la carne, el agua y las piedras, tal como son: materia y signo del Gran Todo. Signo de algo total que nunca te han nombrado, signo real (no un sueño, pues soñar aún no sabes) [RS, 214]
El Espíritu Universal al que se refiere Hegel, concreta y da forma a la historia. Y así se lo explica el poeta a su hija Clara en la tercera parte del largo poema “Caballos y molinos en el pinar”(55). Predominan los nombres comunes, el pinar, la fuente, el bosque. Algunos temas resultan recurrentes: la vida, la muerte, la historia, “la Nada heladora” o las estaciones del año. Se evocan recuerdos de la infancia del poeta: la nieve, el Teleno, la Corona, el viento o los aullidos del lobo. Los temas se corresponden con los cuatro elementos esenciales señalados por los presocráticos. Se descubre el agua en forma de lluvia, de mar, de fuen(55) José Olivio Jiménez ve en estos poemas “una interpretación esencial de esa variedad humana general que en León se concreta: esencial por introspectiva, libre y personal, desasistida de noventaiochismos, realismos o costumbrismos formalistas y, por supuesto, de culturalismos pedidos a préstamo”. José Olivio JIMÉNEZ, “Prólogo”, ídem.
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te o de río. El aire también puede ser brisa o viento. La tierra se presenta bien como altas cimas, bosques o laderas. Son distintas las formas del fuego, llamas, luminarias o incendios. Hay asimismo personas sacadas de la realidad íntima del poeta, su hija Clara, Amanda y, por supuesto, el alter ego con el que siempre dialoga. El paisaje de Petavonium queda trascendido en cada verso. El sujeto poético recupera la armonía perdida “escarbando” (Colinas gusta de emplear este término). El hombre recobra su equilibrio por medio del pensamiento, el poeta revela la realidad mediante la poesía. La recuperación del tiempo perdido no sólo se puede rastrear en este retorno a las raíces, también en los poemas que adoptan el mundo del mar Mediterráneo como mito temático. Dichas composiciones no se circunscriben al pasado íntimo del poeta, sino a la tradición mediterránea común y compartida por tantas culturas a lo largo de los siglos. Incluso en el momento presente.
3.3. Los dos viajes que el poeta emprende por el mar Mediterráneo Dos viajes discurren a través del Mediterráneo y en distintas direcciones, van de lo más alejado a lo más íntimo. El primero transcurre por la cuenca mediterránea, eje de la cultura clásica al que ya aludiera en entregas anteriores, principalmente en Sepulcro en Tarquinia. El segundo se circunscribe a un nuevo paisaje: la isla de Ibiza donde el poeta encuentra la armonía: “La casa, el mar, el camino, son territorios de armonía. El mundo, la mayoría de las veces, una trampa”(56). Los viajes imaginarios a los que hacemos referencia tienen lugar principalmente en Astrolabio. Ya el título previene al lector sobre el contenido y así lo manifiesta en el prólogo: “Parece, en definitiva, que el hombre, como el astrolabio, se comporta en el planeta, en sus momentos decisivos, como un modesto y ambicioso instrumento que evidencia su inferioridad o su inutilidad a la infinitud de cuanto siente, interpreta o revela”(57). Pero junto con el pequeño astrolabio, la luz es para el poeta otro elemento imprescindible en su quehacer poético. La cuenca del mar Mediterráneo constituye un espacio privilegiado para el viaje más lejano, el interior. Sus aguas invitan a la profundidad del viaje de la reflexión. “Puestos a simplificar las cosas de una manera absoluta, hoy pienso que la poesía es algo así como el puro y llano testimonio de sentimientos expresados sobre la tierra y entre las piedras, es decir, en el espacio en que nos ha tocado vivir reducido a su mayor elementalidad”, son las palabras introductorias con las que el poeta abre este libro. (56) (57)
Así lo refleja en su obra Nuevo tratado de armonía. Antonio COLINAS, “Prólogo”, Astrolabio, Madrid, Visor, 1979, p. 9.
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A lo largo de sus versos el sujeto poético emprende dos viajes por el Mediterráneo guiado sólo por la luz y por un astrolabio. El primero abarca más espacio: desde Córdoba hasta las costas griegas, hasta Salamina y Epidauro, pasando por Pompeya, Roma o Milán. Rinde homenaje a personajes ilustres bien queridos. Se mantienen dos constantes: el mar y la piedra. Comprende tres partes: “Las sombras iluminadas”, “La losa desolada” y “Penumbra de la piedra”. En todas hay constantes alusiones culturales y nombres propios. En este sentido enlaza nuevamente con la macroestructura temática del culturalismo. En el segundo el poeta realiza una travesía hacia sí mismo. Colinas se ha establecido en Ibiza y allí tiene lugar el viaje más profundo. La isla simboliza la cultura mediterránea que ya había cantado en otros poemas: “En Ibiza he reencontrado el Mediterráneo”(58). Ibiza es para el poeta el microcosmos en el que ha encontrado la armonía, su lugar en el universo, “su centro”. Son los poemas de “Libro de las noches abiertas” en los que se aprecia un auténtico cambio: la poesía se encamina hacia una mayor sencillez, son protagonistas los elementos cotidianos de la vida del poeta durante su estancia en la isla mediterránea. En los poemas que se corresponden con el primer viaje aludido, se pone de manifiesto la estrecha relación que guarda la vida del poeta con la cultura(59). Dado que la cultura es siempre vivida, constituye una particularidad en la literatura de Antonio Colinas. Los poemas de “Las sombras iluminadas” y “La losa desolada” tienen en común el mar Mediterráneo y como en sus libros más culturalistas, abundan los nombres propios con los que el sujeto lírico conversa. Lejos de ser palabras vacías, citas inconexas, responden a sus reflexiones. Si en los poemarios anteriores había admiración y contemplación, en estos versos se establece un diálogo que mueve a la reflexión. En “Retrato” el poeta habla con la ciudad de Segovia y hace una reflexión histórica. En “Del vacío del mundo” el sujeto lírico se asimila a la realidad contemplada, en ocasiones receptora de sus meditaciones. Esto constituye una auténtica novedad. Pues, aunque el diálogo con la naturaleza y la reflexión dialogada se encontraban también en “Castra Petavonium”, en Astrolabio dicho diálogo no se produce sólo con elementos de la naturaleza: el sujeto lírico también se dirige a esos nombres propios aludidos. Así sucede en el poema “Carta a Theodoor E. H. Huygen”, en cuyo comienzo emplea un registro familiar: “Theodoor, amigo, a veces, me llega un rumor” [RS, 193]. (58)
Rosa María Pereda, “Antonio Colinas: “La única misión del poeta es escribir buena poesía”, El País, 12 enero 1980. (59) Pilar Yagüe señala a este respecto: “La superación del culturalismo y el rechazo del intelectualismo metapoético se hacen patentes en este libro de Colinas, anuncio de una poesía que se impondrá con fuerza en la práctica de la siguiente década”. Pilar YAGÜE LÓPEZ, La poesía de los setenta. Los novísimos, referencia de una época, La Coruña, Universidade de Coruña, 1997, p. 174.
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La asimilación entre emisor y receptor de estos versos recuerdan a Machado, “converso con el hombre / que siempre va conmigo”. El hecho de que estos poemas se dispongan en torno a la cuna de la cultura occidental, el Mediterráneo, confirma la presencia de dos mundos concretos, Italia y Grecia(60). El mundo grecolatino(61) es para el poeta “luminoso, también ejemplar, lleno de grandes respuestas”(62). La antigüedad clásica no es motivo para la contemplación, sino para la reflexión. El horizonte de Italia se abrirá como una nueva vía de conocimiento donde redescubre el poeta nuevos Barcelona, 1997. confines culturales: “Habiendo ido a Italia aparentemente para enseñar, yo no sabía que, en realidad, iría a aprender, y precisamente fuera de las aulas”. Este conocimiento se engrandecerá en posteriores viajes. Si en aquellos cuatro años por vez primera se abría a sus ojos con todo su esplendor la cultura de Italia y concretamente la renacentista, en esta ocasión es el mundo del Mediterráneo el que se descubre en plenitud. Desfilan los símbolos del Marenostrum: la luz, los gallos, los olivos... el paisaje mediterráneo. Colinas recrea la antigüedad clásica, porque en ella vislumbra la armonía. Córdoba, 1997. Virgilio es para Colinas símbolo por excelencia del poeta mediterráneo por su evolución y perfeccionamiento: desde las Bucólicas con la pintura que hace de la Arcadia, hasta la Eneida con su intensidad y su especial visión de la historia y las Geórgicas donde refleja la dualidad entre la Edad de Oro y la Época Oscura. Busca la fusión entre la lírica originaria y el espacio arquetípico que tan bien habían logrado los poetas arcaicos. El escritor considera que la armonía existía en la míti(60) Ramón Gabarrós considera que Grecia en la poesía de Colinas es un “lugar mítico, forma ideal de referencia, edad de oro; es texto y contexto”. Ramón GABARRÓS CARDONA, “Antonio Colinas. Poesía, pensamiento e historia”, Anthropos, 105 (1990), p. 2-19. (61) La recreación de la antigüedad grecolatina que hay en sus versos constituye al parecer de José Enrique Martínez, la búsqueda del “sentido mítico de la naturaleza y la búsqueda del todo armónico (ese todo armónico del que el hombre forma parte...” José Enrique MARTÍNEZ FERNÁNDEZ, “La voz del Renacimiento en la obra de Antonio Colinas: tradición y actualidad”, en VV.AA, El viaje hacia el centro. (La poesía de Antonio Colinas), Madrid, Calambur, 1997, p.p. 92. (62) Rosa María PEREDA, “Antonio Colinas: “La única misión del poeta es escribir buena poesía”, El País, 12 enero 1980.
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ca Edad de Oro: “Hoy –tantos siglos después– asistimos a la muerte de ese modelo de sociedad que Virgilio dejó fijado de forma ejemplar en sus Geórgicas: el del campo, cada año renovado, por las labores y los esfuerzos, el tiempo de las siembras y de las cosechas en el que el ser humano funda armónicamente su vida junto a la vibración de las abejas y el perfume de los frutos”(63). La presencia del mundo clásico grecolatino en esta poesía se relaciona con el humanismo. Vicente Valero(64) repara en la importancia que Grecia adquiere en la poesía de Colinas, cuya “grecidad”(65) es sinónimo de mediterraneidad. Consecuencia de ello es la influencia que sobre esta literatura tiene la filosofía griega, concretamente del pensamiento presocrático porque “nacida de la contemplación de la naturaleza, la filosofía presocrática es la filosofía del símbolo por excelencia”. Colinas adopta los símbolos que pensadores y poetas jonios convirtieron en materia fundamental: agua, sangre, aire, fuego, astros, tierra. En estos versos hay observación y meditación, hay trascendencia y simbolismo: Aquí es la tierra quien desprende toda la luz y pone fuego en el espacio. Sacros bosques para el conocimiento. Saludables, las almas se confunden con el aroma intenso de los pinos. Duros brillan los cuerpos entre olivos como la plata de la empuñadura de una espada y el agua cae oscura, pesada, en el hueco de la mano. [RS, 268-269]
Como los filósofos presocráticos, las reflexiones de Colinas, su labor creativa y ética vital parten de la contemplación de la naturaleza. Estos versos señalan una realidad que se asemeja a la mostrada por los pitagóricos, una mirada que coincide con la de Zambrano(66) cuando imagina la de estos pensadores. El poeta continúa buscando la armonía en (63) Antonio COLINAS, “El bosque en llamas. (Claves para un tiempo nuevo)”, en Sobre la Vida Nueva, Oviedo, Ediciones Nobel, 1996, p. 188. (64) “El gran acierto de la poesía de Colinas consiste en, superando todo culturalismo convencional, dejarse impregnar por la cultura y el espíritu griego, con un acendrado sentido de la actualidad y una convincente conciencia de lo auténtico. Su mérito es mayor si nos atenemos a la escasa tradición peninsular en lengua castellana, solamente vinculada a María Zambrano, en el ensayo, y a Juan Gil-Albert en la lírica”. Vicente VALERO, “Grecia en la poesía de Antonio Colinas”, Anthropos, 105 (1990), p. XIII. (65) Sic, en el original. (66) “Su mirada tendía a reunir los mitos en que se podía descubrir un símbolo del doble viaje del alma y de la oculta armonía del universo. Y aún más que mirar, se diría que escuchaban la voz ahogada de una sabiduría que los hombres no habían sabido merecer; situados al margen de la historia oficial para proseguir su secreta, íntima historia –esa reserva histórica que los vencidos constituyen siempre”. María ZAMBRANO, El hombre y lo divino, Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1993, 2ª ed., p. 122.
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la tríada platónica, belleza-bondad-verdad, al igual que lo hicieran los del periodo arcaico. Señala Luis Miguel Alonso(67) que la halla en la oposición de contrarios. Sus revelaciones no pueden ser enseñadas, tan sólo mostradas mediante metáforas. Aquí toda la luz llega de arriba, aquí toda verdad viene del cielo. Laberinto de símbolos los muros y este fuego que brota de la tierra es la fiebre extremada del que expira. [RS, 268]
Se mantiene constante el mar Mediterráneo cuya presencia aúna y da forma a los poemas. El homenaje al Mediterráneo se concreta en varios. En “Isla de Circe” encarna el mar primero, aquel que dio vida al mundo, vínculo de unión de diferentes lugares, pero también es el mar de las adversidades. Representa el origen de la vida, de él todo brota y a él todo regresa. Significa la inmensidad, el peligro y lo desconocido, también la dificultad y la experiencia. Emplea dos símbolos fundamentalmente en estos versos, el mar y la piedra. En este poema la isla es una roca que se eleva sobre el mar, que proporciona descanso al poeta en la prolongada travesía de la vida, es un jardín flotante que ofrece sus dones: Isla mía, en ti muere la luz y, sobre ti, como una perla negra, veo la noche. [RS, 191]
El sujeto lírico dialoga con la isla, lo que Jung(68) interpreta como un intento del hombre por expresar sus pensamientos acerca de la isla: roca con forma identificable a la que se atribuyen caracteres humanos. En la poesía de Colinas el mar no es símbolo del ser, sino del estar. Se corresponde con una manera de estar porque permanece en movimiento constante aunque busque reposo. Mediante esta tensión dialéctica, estatismo-dinamismo, el poeta expresa la cosmovisión que las aguas del mar le ofrecen, una percepción armónica del mundo concebido como oposición de contrarios. En su movimiento el agua del mar pone en comunicación aire y tierra. Con ellas se mezcla y forma una única realidad indisoluble. El dinamismo del Mediterráneo se asemeja al contradictorio atribuido al “océano inferior”(69): las aguas en movimiento (67)
“En línea con la ideación ontológica de los filósofos presocráticos (principalmente, los físicos de Mileto), la armonía es concebida como la oposición equilibrada entre contrarios, oposición que fundamenta la estabilidad y la realidad misma de las cosas”. Luis Miguel ALONSO GUTIÉRREZ, Antonio Colinas, un clásico del siglo XXI, León, Universidad de León, 2000, p. 49. (68) “La animación de la piedra tiene que explicarse como la proyección en la piedra de un contenido, más o menos claro, del inconsciente.” Carl Gustav JUNG, El hombre y sus símbolos, Barcelona, Caralt, 1997, 6.ª ed., p. 233. (69) Juan-Eduardo CIRLOT, Diccionario de símbolos, Madrid, Siruela, 1997, p. 305.
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eran fuente de vida y fin de la misma. Se correspondería con la imagen que Ortiz-Osés(70) ofrece del agua como elemento hermético. En los poemas de Homero los griegos adoraban a Océano y Tetis como principios de la regeneración: el mar entendido como símbolo de regeneración de la vida se relaciona con la tierra. Colinas en estos poemas ofrece una nueva visión del mar en tanto que fuente generadora de dádivas. Para el poeta el mar es origen de todas las cosas. También de la poesía. En El hombre y sus símbolos, Jung relaciona el mar con el principio regenerador. Según sus teorías, el mar representa el inconsciente colectivo universal del que todo comienza. Colinas interpreta la presencia del mar en la poesía de Pablo Neruda de la siguiente manera: “Además de una ciclónica fuerza primera, el mar es también para Neruda motivo de amplio e inspirado canto. El mar, ya con humanas dimensiones, en cuyas orillas se extiende el amor. La fusión humana con lo terrestre encuentra en el mar el más claro y voluble de los espejos. El mar lamido por la lluvia y las estrellas en donde el tiempo y los barcos trazan signos, en donde el poeta ve levantarse las estatuas; estatuas geológicas que crecen “sobre nuestra estatura”. La inmensidad del mar es principio y fin último del mundo. Representa la conjunción entre vida y muerte. Resume todas las fuerzas de la naturaleza. La gran extensión de agua marina es la “representación física de lo más profundo y misterioso del ser”, explica el poeta. De igual modo Jung interpreta el agua como el inconsciente individual y colectivo, concretamente el mar se asocia con este último. De manera que el agua del mar es un elemento transitorio entre el fuego y el aire, entre aire y tierra, entre vida y muerte. Por tanto, se puede concluir afirmando que este mar simboliza la producción poética de Antonio Colinas. El agua simboliza la vida natural, física, nunca metafísica, para Carl Gustav Jung. Colinas relaciona el agua con lugares poco frecuentados, secretos, como las grutas o las fuentes: el agua es fuente de vida y el mar su mantenedor. Según las teorías de Tales de Mileto todo proviene del agua porque el principio es el elemento líquido. Ya Lao Tsé observó cómo permanecía en constante movimiento y nunca se detenía: dibujaba un movimiento giratorio desde los ríos a las nubes, desde la lluvia a los mares. Sin embargo no es ésta la única acepción que se puede encontrar de este “lomo vinoso de las aguas” repleto siempre de vivaz dinamismo. El agua en el pensamiento de Heráclito es sinónimo de fugacidad debido a la inercia a que está sometida. Se relaciona de este modo, con el mito del eterno retorno: todo discurre, todo pasa. Se presenta el mar como esa fuerza que une vida y muerte porque es fuente, origen (70) “Materia mediadora, [...] materia simbólica por excelencia de la vida, [...] imagen de la estructura relacional del universo.” Andrés ORTIZ-OSÉS, “El Círculo de Eranos: Figuras e ideas”, Anthropos, 153 (1994), p. 5.
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primero y fin de la vida. El mar es sinónimo del último viaje, entendiendo la muerte como un segundo nacimiento. El oleaje del mar simboliza en sí mismo el paso del tiempo. Constituye el mitema de la transmutación del viaje. En los poemas de Antonio Colinas representa la unión del hombre con el mar, pone en unión el cielo con el aire y con la tierra. Ese mar que para el hombre representa dones y destrucciones. El mar se humaniza, pues hacia él convergen las preguntas del poeta. Preguntas que tantas veces quedan sin respuesta. Entendido el viaje como pretensión y empeño según lo expresa Jung, adquiere este un sentido más amplio, cósmico: se asimila a una travesía por el tiempo. El arquetipo del viaje se relaciona con un recorrido por espacios imposibles, lo que equivaldría a otras actividades tales como soñar o imaginar. En los poemas de Antonio Colinas el símbolo del viaje guarda estrecha relación con la armonía, vinculada con el devenir temporal, y con el espacio como expresión de la sintonía espacial del hombre y el cosmos. Aunque las diferentes civilizaciones mediterráneas compartían las aguas del mismo mar que los bañaba y comunicaba, su tradición ha llegado hasta nosotros en vestigios que devuelve la tierra. Son las piedras cargadas de fragmentos de historia que hablan en silencio elocuente, ya piedras pulidas, ya sin tallar. Y aunque la piedra sea símbolo de lo misterioso, también contribuye con su significado a la revelación. Fernando R. de la Flor(71) descubre la importancia que este símbolo adquiere en Astrolabio. La piedra en fin, como símbolo de múltiples significados en cuya simplicidad el poeta sondea el misterio buscando respuestas. El mismo misterio y las mismas respuestas que buscaban los místicos. En estos viajes metafóricos por el Mediterráneo el poeta se aproxima al ascetismo que rige su pensamiento. Las raíces de Colinas se adentran en el misticismo hacia el que se encamina su creación poética. Místicos de diferentes épocas y tradiciones hacia los que Antonio Colinas vuelve su mirada.
3.4. Hacia un misticismo de raíz universal Una constante en Noche más allá de la noche y en Jardín de Orfeo los distingue de otras entregas del autor, universalidad y particularidad, lo uno y lo diverso, identificación y diferenciación como constituyentes de la conciencia mítica del poeta. El mito general humano plasmado en una nueva etapa de la poesía de Antonio Colinas más reflexiva y meditativa. Los libros se encuentran próximos al misticismo. El nuevo mito temático se caracteriza por una valoración de la historia de la humanidad y de (71)
“Radicada entre las piedras, en el “amplio panorama de ruinas que el paso del tiempo nos ha ido dejando”, la meditación que Astrolabio (1979) propone se acoge a este símbolo fundamental y preciso: la piedra esencial, la piedra cifra desbaratada del discurso del arte”. Fernando RODRÍGUEZ DE LA FLOR, “Astrolabio: La lección de las ruinas”, Letras, 5-6 (1980).
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los espacios intrahistóricos en la que pueden reconocerse experiencias íntimas y personales. Tradicionalmente la naturaleza humana ha indagado en la divina. Colinas encuentra aspectos semejantes entre místicos cristianos, alemanes, franceses o españoles y místicos sufíes o hebreos, que dejan huellas evidentes en sus poemas. Prefiere el mensaje que a través de todas las épocas y desde distintos credos le ofrecen, no distingue fronteras, entiende la mística desde una única raíz universal de la que parten todas. Etimológicamente “místico” proviene del griego mystikós cuyo significado se relacionaba con los misterios religiosos y fue introducido en nuestro idioma hacia 1515(72). El misticismo está emparentado con “estar dormido o silencioso de las tierras y los bosques”. Doctrina que se ocultaba en “el lugar donde se cerraba la boca”, en el umbral entre hombre y Dios. La mística es un conocimiento callado al que se llega antes a través del Madrid, 1999. silencio que del discurso directo. Sabiduría de duración efímera aunque contiene toda la eternidad. Ciencia que posee mayor hondura que las restantes y encierra una terrible ambigüedad, pues guarda el desconocimiento del mundo y del individuo, aunque facilita el entendimiento y ayuda a mejor comprender hombre y universo. Incomprensión a la que aspiran hombres sabios. Mario Satz(73) lo relaciona con el reposo. Antonio Colinas siente un desvalimiento que desarrolla en sus escritos en el umbral entre hombre y Dios. Noche más allá de la noche es buena muestra de ello. En el mundo clásico el filósofo poseía conocimientos científicos y humanistas. La ciencia estaba ligada a la sabiduría y se expresaba de forma poética. Colinas ha logrado aunar la ruptura entre el conocimiento científico y el saber místico. En este sentido continúa lo que denomina cadena iniciática y enlaza con el pensamiento iluminado de María Zambrano. En tanto que los científicos basan sus teorías en leyes (72) Relativo a ceremonias religiosas para iniciados en los misterios. Un misto era el iniciado en el conocimiento esotérico de las cosas divinas y suprahumanas y estaba obligado a - “yo cierro”, por tanto reincide en la guardar silencio. Se trata de una derivación de m´y o, idea de mantener la boca cerrada. Joan COROMINAS, Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana, Madrid, Gredos, 1982, 3ª ed. (73) “La mística, es, en verdad, el eterno clamor del alma humana por hallar su reposo; el insaciable anhelo de un ser en el cual los anhelos ideales infinitos se hallan aherrojados y coartados por un miserable estado de hecho; y en tanto el hombre sea menos que ángel y más que bestia, ese clamor no dejará de oírse un solo instante”. Mario SATZ, Umbría lumbre. San Juan de la Cruz y la sabiduría secreta de la Kábala y el Sufismo, Madrid, Hiperión, 1991, p. 64.
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demostradas empíricamente y expresadas racionalmente, el pensamiento místico enfatiza en el concepto del ser sobre el saber, dando prioridad al sujeto sobre el objeto. La poesía de Colinas desvela la relación entre el hombre y lo divino: fluye el caudal de sus palabras en silencio y sólo habla la palabra-guía cuya presencia es siempre renovada. Su poesía es una búsqueda incesante de lo que está más allá de la evidencia, se exponen experiencias vividas en el proceso de acercamiento al misterio, por lo demás semejante al de María Zambrano(74). En opinión de José Olivio Jiménez(75) Colinas se encamina en Noche más allá de la noche por dos tiempos paralelos y a través de dos direcciones simultáneamente. En primer lugar, asistimos a su propia experiencia vital. Efectivamente es un viaje por el interior del Barcelona, 1999. alma y del ser del poeta que se materializa mediante dos símbolos, la noche y el jardín. Se desarrolla en un tiempo concreto y tiene un día de duración: comienza en la noche oscura del espíritu y se eleva hacia la luz del conocimiento prolongándose más allá de la oscuridad de la noche. Dicha luz prende durante la larga noche en el mundo clásico de Occidente y también en el pensamiento oriental. En esta noche resplandecen nuestros místicos universales, San Juan de la Cruz o fray Luis de León. Aventura nocturna próxima al Romanticismo esencial y al proceso sufrido por los místicos. El misticismo es el tema central de ambos libros en los que Díez de Revenga(76) analiza la importancia del paso del tiempo. En segundo lugar, Colinas ha querido reflejar el “espíritu universal de la mística”. Este propósito encierra enorme dificultad. Los grandes místicos de nuestra literatura, fray Luis, San Juan, Santa Teresa o Sor Juana Inés, continúan la trayectoria del misticismo occi(74) “La presente expresión o exposición de la fenomenología zambraniana supone pues tres etapas bien delimitadas, a saber: 1º) La etapa poética, o de fusión inconsciente con el ser; 2º) La etapa filosófica o de trascendencia: La exposición del ser; 3º) La etapa mística o de inmanencia: unión o con-fusión en el ser”. Chantal MAILLARD, El Monte Lu en lluvia y niebla. María Zambrano y lo divino, Málaga, Diputación Provincial, 1990, pp. 32-33. (75) José Olivio JIMÉNEZ, “Sobre Noche más allá de la noche”, en Antonio COLINAS, Poesía, 1967-1981, Madrid, Visor, 1984, 2ª ed. (76) “El libro reúne una serie de composiciones de diversa factura y distinto contenido, agrupables, sin embargo, en torno a los tres títulos que, en su diversidad responden a un mismo estímulo, el que da coherencia a todo el libro: una angustiada consideración del tiempo que gravita sobre el ser humano y determina su condición en el mundo, la condición de su peregrinar y su imparable destino final”. Francisco Javier DÍEZ DE REVENGA, “Antonio COLINAS: Tiempo en jardines”, en VV.AA, El viaje hacia el centro. (La poesía de Antonio Colinas), Madrid, Calambur, 1997, p. 232.
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dental, pero no fueron pocos quienes se propusieron unir la occidental a la mística oriental: Ramón Lullio, Miguel de Molinos, Ibn Arabí o el Rabí Moisés de León. Tanta incidencia han tenido cristianos como musulmanes o hebreos. La mística occidental diferencia tres vías, la purgativa, la iluminativa y la unitiva, hasta la fusión con la divinidad. El místico ha de sufrir hasta conseguirla y luchar con el mundo exterior y consigo mismo para alcanzar su fin último. La mística oriental, hundiendo sus raíces en los sistemas filosóficos orientales primitivos, Confucianismo, Budismo y Taoísmo, se encamina a poseer un mismo fin sin padecimiento, sin dolor y sin acción. Ve María Zambrano en el Azorín de sus primeros libros, el de La voluntad, al intelectual que conduce España por el sendero de la mística oriental. Sin embargo en los poemas de San Juan ya rastrea Mario Satz profundas concomitancias con la Kábala y con el Sufismo. María Zambrano ha encontrado paralelismos entre la mística alemana y la obra de San Juan y Santa Teresa. Consecuentemente son varios los autores que también apuntan hacia la raíz única y universal de todas las místicas. El propósito de Colinas(77) es el que toda mística persigue, “purificación extrema de la propia personalidad, el vaciado del pensamiento y del ánimo hasta llegar a la pura contemplación”. El poeta quiere transmitir la idea de plenitud. Se encuentra ante lo inefable. Busca en el lenguaje empleado por los místicos y encuentra un perfecto vehículo de expresión que “puede servir para un conocimiento más generoso, más flexible y a la vez más absoluto de la realidad”(78). En el lenguaje poético se aprecia la combinación de sensaciones propias de la dominante digestiva del régimen nocturno. Antonio Colinas se adentra en el taoísmo por las similitudes que encuentra con el misticismo. Sus libros reflejan las enseñanzas adquiridas, poemas como “Invierno tardío” o “Diapasón infinito” así lo atestiguan. Misticismo y Taoísmo muestran sus semejanzas por encima del tiempo y del espacio. El Taoísmo es un tratado de perfección. El autor al que se atribuye la obra principal, Tao Te King, expresa sus doctrinas desde versos que no diferencian moral de teología. Todos los poemas giran en torno a una única idea, la perfección es Tao y la aspiración máxima del hombre es la de fundirse con el Tao. El término Tao se ha traducido a las lenguas occidentales como “camino”, palabra harto frecuente en autores místicos. El Tao no se puede definir si no es mediante constantes paradojas, pues lo es todo y su grandeza resulta inefable. Chuang Tzú(79) da una (77) Antonio COLINAS, “El sentido primero de la palabra poética”, El sentido primero de la palabra poética, Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1989. (78) Antonio COLINAS, “Fray Luis de León: la música razonada”, en Sobre la Vida Nueva, Oviedo, Ediciones Nobel, 1996, p. 113. (79) Chuang TZU, El camino, Madrid, Debate, 1999. Podemos leer: “El tao es grande en todas las cosas, / completo en todas, universal en todas, / total en todas. Estos tres aspec-
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idea aproximada. El Taoísmo considera posible llegar al máximo grado de perfección mediante el esfuerzo personal del individuo. Llegado este momento se produce la ascesis, por lo demás muy semejante al estado de éxtasis que trasmiten los místicos. En este estado se produce la iluminación que consiste en encontrar el elemento divino oculto en el interior del hombre. Cuando se produce esta ascesis, el Tao guía los pasos: “El tao produce tanto la renovación como la descomposición, / pero no es ni renovación ni descomposición. / Causa el ser y el no ser, / pero no es ni ser ni no ser. / Tao une y destruye, / pero no es ni la totalidad ni el vacío”. En los poemas de Colinas el sujeto poético comunica experiencias semejantes a las que Chuang Tzu transmite del hombre soberano que conoce el Tao: “Éste ve en la oscuridad, oye donde no hay sonido alguno. En la profunda oscuridad, sólo él ve luz. Sumido en el silencio, sólo él percibe música”. Experiencias muy parecidas a las comunicadas por autores místicos. En el libro de Lao Tse se expresa el sentimiento de grandeza que causa el Tao. Se vale tanto de los silencios como de las palabras. Silencios que tanta sabiduría encierran: “Actuar y no actuar, / realizar y no realizar, / sabroso e insípido, / grande y pequeño, / mucho y poco, / en todo rige la virtud”. Entre las enseñanzas del Tao y los versos de Colinas hay también otras similitudes. Los taoístas sienten deseos de abandonar el mundo profano y mantener ocultas sus experiencias íntimas: “El sabio no emprende grandes cosas, / y en ello está su propia grandeza”. Así Colinas se despide de la palabra poética como los maestros taoístas, aunque tornará a hacer uso de ella porque “el que promete a la ligera / merece poco crédito. / Al que todo lo encuentra fácil, / difícil le será todo. / Por esto, el sabio en todo considera la dificultad, / y en nada la halla”. Los cantos de Noche más allá de la noche(80) y los poemas de Jardín de Orfeo se organizan alrededor de una idea central que vertebra y confiere sentido a los versos, el misticismo. Ambos poemarios son pues, un hito en la evolución poética de Antonio Colinas, suponen un nuevo rumbo dentro de su obra. No obstante el poeta no fue del todo consciente tos / son distintos, pero la realidad es una”. Recuerdan estos versos el misterio de la Santísima Trinidad. (80) “La aludida experiencia poético-mística no se opera con claridad hasta Noche más allá de la noche. Antes descubrimos ya el uso de signos y símbolos de los utilizados por la mística, como la noche o la música, por ejemplo, y un afán de conocimiento absoluto acorde con su concepción de la poesía como acceso a las puertas del misterio, como revelación; impregnada de espiritualidad, esta ansia de conocer lo que está más allá de la realidad, deriva de manera natural hacia un cierto tipo de misticismo, ayudado el autor por doctrinas como el orfismo, el taoísmo, el sufismo y los grandes místicos españoles del Renacimiento”. José Enrique MARTÍNEZ FERNÁNDEZ, “La voz del Renacimiento en la obra de Antonio Colinas: tradición y actualidad”, en VV.AA, El viaje hacia el centro. (La poesía de Antonio Colinas), Madrid, Calambur, 1997, p. 100.
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mientras escribía: “Leyendo el ensayo que María Zambrano dedica a San Juan de la Cruz, encuentro –indirectamente– las razones últimas de la creación de Noche más allá de la noche”(81). Los versos brotaban sin que intervinieran lógica ni conciencia alguna. Pero no es ésta la única interpretación posible. Se podría aludir al estoicismo que como señala María Zambrano(82), impregna la literatura española. Colinas modifica esta tradición. En Noche más allá de la noche o en Jardín de Orfeo hay diferentes visiones del fenómeno místico. Los cantos dedicados a fray Luis y a San Juan son semblanzas distintas de la mística. Pero también hay una crítica de la Historia y una valoración de los espacios intrahistóricos: Colinas ofrece una significación mística de la existencia del hombre. Se entrelazan algunos aspectos de la vida diaria del poeta con circunstancias históricas, determinadas culturas y una sucesión de civilizaciones. Es un viaje a través del tiempo desde la mítica Edad de Oro y el mundo clásico, a la Edad Media, el Renacimiento de la Reforma y de la Contrarreforma, que llega hasta el mundo del siglo XX, la civilización de las guerras, destrucción y muerte. El viaje transcurre desde la noche de los tiempos hasta otra noche, la del siglo XX que deja paso nuevamente al impulso de la luz. Se establece un paralelismo con el Taoísmo de El camino, de Chuang Tzu en cuyos poemas, meditaciones y anécdotas late el gusto por la simplicidad, la humildad y el silencio. Tanto Noche más allá de la noche como Jardín de Orfeo resumen la existencia del poeta, su andadura vital, la hondura de su pensamiento. Se entretejen sabiamente la vida íntima del poeta con momentos de la Historia que quiere destacar: el hombre anónimo, nombres con mayúsculas que han traspasado los límites de la historia y cuyas acciones han sobrevivido el paso del tiempo. Se rescatan asimismo fragmentos de la herencia de la humanidad. En sus versos Colinas critica en ocasiones duramente la religiosidad del hombre y la evolución del devenir místico y religioso del ser humano. Son momentos que repudia y por los que siente dolor y vergüenza. El Canto XVI de Noche más allá de la noche. “Elegía en Toledo” de Jardín de Orfeo es un lamento ante el sufrimiento infligido al patrón de los poetas. Dedica el Canto XVII al “prototipo de (81) Antonio COLINAS, “Páginas del Diario (1982)”, en VV. AA., El viaje hacia el centro. (La poesía de Antonio Colinas), p. 35. (82) “De todos los sistemas filosóficos de la antigüedad clásica, el estoico es el que ha alcanzado mayor difusión atravesando las fronteras de la pura filosofía para llegar a la masa culta que de un modo formal no se ha entregado a la especulación filosófica. Se podría afirmar, tal vez con alguna precipitación, que el estoicismo ha alternado con las distintas modalidades del platonismo en ser el alimento filosófico de mayor consumo entre los no filósofos de oficio. Pero mientras que el platonismo ha enlazado a menudo con la religión y con frecuencia por vías de heterodoxia, especialmente con la forma mística, el estoicismo, por el contrario, ha sido el pensamiento laico, la zona que pudiéramos llamar más neutral”. María ZAMBRANO, Pensamiento y Poesía en la vida española, Madrid, Endymion, 1996, 3ª ed., p. 55.
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Salamanca, 2000.
Salamanca, 2001.
místico universal”: trata la huida de San Juan de la cárcel toledana, expresa en primera persona las experiencias del místico. También hay una interpretación positiva de la historia, la referida en Tratado de armonía como “el sentido sagrado de la realidad es lo que nos libra del terror del vivir, del terror de la Historia. Sin ese sentido, hombre y tierra sólo estarían abocados a un continuo ciclo de corrupción y de muerte. Con el sentido sagrado de la existencia el mundo es rico y trascendente en cada instante, brilla la esperanza en cada mirada, tiene razón de ser hasta la última de las piedras”. La misma interpretación se puede rastrear en estos versos hasta en las cosas inanes o en actos cotidianos. Cobran importancia acontecimientos de la vida privada del poeta: “Creo que en aquellos primeros días en que el libro nacía, hubo dos hechos que sucedieron prácticamente al mismo tiempo, y que me impulsaron a acelerar el proceso de creación. Me refiero a la muerte de nuestro amigo Karl y al nacimiento de mi hijo Alejandro. Una vez más, estábamos ante el eterno proceso del nacimiento y de la muerte, que esta vez se presentaban juntos (a ello alude el canto “¿Recordáis aún los muertos? ¿Recuerdas la ascensión / lenta hasta la caverna perdida de la diosa...?”(83), que de nuevo dejan impronta en sus versos. Poemas como “La casa”, “Veinte años después”, “Regreso a Petavonium” o “Madrugada en Teotihuacán” constituyen un buen ejemplo. El estudio, una melodía, la lectura de un libro marcan la dirección de sus escritos. Aparecen los poemas dedicados a San Juan, Fray Luis, Lorca o María Zambrano y los titulados “A la manera de Ibn Gabirol”, “Letra para las Variations de Edward Elgar” o “Palabras de Mozart a Salieri”. Algunos (83) Antonio COLINAS, “Páginas del Diario (1982)”, en VV. AA., El viaje hacia el centro. (La poesía de Antonio Colinas), p. 35.
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escenarios son ya conocidos, Italia e Ibiza, Córdoba o los Montes de León, la Europa continental y el Mediterráneo, sin embargo el tratamiento es bien distinto. La naturaleza siempre presente en los poemas de Colinas, adquiere sentido trascendente, en ella busca la armonía(84). La fusión entre naturaleza y armonía lleva al misticismo. Poeta y universo, hombre frente a cosmos. En la poesía de Antonio Colinas se reflejan los interrogantes eternos, los mismos que el hombre primitivo se hacía ante espacios fundacionales. El intelectual antes que nada es hombre. La vida del poeta queda reflejada en sus versos. Posiblemente cuando Antonio Colinas terminó la composición de sus obras le asaltó un sentimiento semejante al de Chuang Tzu(85) al concluir El Camino. El maestro chino ha escrito un libro cuyas enseñanzas ofrecen una doble lectura, del mismo modo Colinas convida a diferentes posibilidades de lectura: el misterio permanece oculto bajo aparente sencillez, oculto tras el silencio. La Poesía no es otra cosa sino luz, silencio creador que los poetas alcanzan en madurez y soledad.
Milán, 1999.
Madrid, 1997.
(84) “El concepto de equilibrio armónico nos retrotrae al espacio fundacional, a los orígenes, en los que la poesía fue armonía musical con el mundo y la Divinidad”. José Enrique MARTÍNEZ FERNÁNDEZ, “Prometeo frente a Orfeo: Poética de la renuncia frente a poética de la plenitud”, Tropelías, 1998, p. 62. (85) “Chuang Tzu, firmemente centrado en el tao, podía ver estas cosas en perspectiva. Sus enseñanzas siguen el principio de “tres de la madrugada”, y está a gusto en dos niveles: el del divino e indivisible tao, que no tiene nombre, y en el de la existencia sencilla, normal y cotidiana”. Chuang TZU, El camino, p. 170.
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[II] Tres entrevistas esenciales
Conversación con Antonio Colinas por JOSÉ LUIS PUERTO
La fidelidad de una voz por JOSÉ ENRIQUE MARTÍNEZ FERNÁNDEZ
La palabra nueva por FRANCISCO ESTÉVEZ
Antonio Colinas. Retrato de JosĂŠ SĂĄnchez-Carralero, 1976.
Conversación con Antonio Colinas José Luis Puerto*
D
ESDE LOS DIÁLOGOS PLATÓNICOS,
la conversación como género –con interlocutores ficticios o reales– ha sido muy cultivada por la literatura occidental, arrojando mucha luz sobre la evolución del sentir y del pensar de los europeos a lo largo de toda nuestra historia. Toda conversación supone un esfuerzo por acotar un espacio de espíritu, un mundo creativo, un itinerario vital e intelectual, también por esclarecerlo e iluminar algunas de sus claves. Tal y como afirma Juan Pedro Eckermann, en el inicio de sus Conversaciones con Goethe: “Suele darse en estos casos un fenómeno de refracción, y es sumamente raro que, al pasar un individuo a través de otro, no pierda algo característico y no tome, en cambio, algo ajeno”. El trasvase, la ósmosis, los vasos comunicantes... serían, así, imágenes que cuadrarían muy bien con el espíritu que anima el arte del diálogo. La presente conversación con Antonio Colinas se produce, debido a un encargo del editor, al empezar el otoño del noventa y seis; pero el germen de la misma nace de un tiempo muy anterior: el de aquellos primeros años setenta, cuando un estudiante, en la universidad salmantina, descubre con asombro la poesía de un –en aquel entonces– poco conocido poeta, estableciéndose, así, el verdadero diálogo característico de la modernidad: el del lector con el escritor, a solas. Parte la misma de unas cuestiones que quería plantearle y que –creo– tienen que ver con su escritura, que Antonio Colinas siempre ha ligado con su vida. Soy consciente de la insuficiencia de esta conversación, de lo cercana que se queda; me hubiera gustado haber tirado más de la cuerda, pero la limitación de espacio se imponía. Aun así, posiblemente, arrojará un dibujo –no sé si difuso o nítido– sobre el autor y algunas claves sobre su escritura, diversa en sus manifestaciones pero con una clara vocación unitaria, tanto en su génesis como en su finalidad. El citado Eckermann indicaba al frente de sus conversaciones: “He aquí mi Goethe”; siguiéndolo, a distancia, y con la modestia con la que puedo manifestarme, me gustaría decir lo mismo: “He aquí mi Colinas”. Y, sobre todo, me gustaría que esta conversación arrojara algo de luz sobre una obra que nos acompaña desde hace más de dos décadas. cxz
* Publicado en Calambur, Madrid, 1997, pp. 157-171.
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El itinerario vital J.L.P. Todo poeta, todo escritor, tiene su prehistoria, ese período vital en el que, por distintas motivaciones, surge la escritura. ¿Cuál es tu prehistoria? ¿Cuáles fueron tus motivaciones para llegar a escribir? A.C. Escribir es, además de otras cosas, un modo de ser. Creo que aquí
radica el sentido originario de la escritura. Escribimos porque deseamos ser en un alto grado de consciencia y encauzar nuestra vida de una determinada manera. Escribimos porque deseamos ser de una manera intensa y necesaria. El escritor de vocación no puede hacer otra cosa. Luego, creo que el proceso del nacimiento de la escritura va muy unido al nacimiento de la personalidad, es decir, a la adolescencia. En ese momento preciso es cuando aparecen algunas de las motivaciones y dudas decisivas para el ser humano: el amor, el sentimiento de la naturaleza, el más allá, etc. J.L.P. ¿Qué papel desempeña en tu escritura el espacio (La Bañeza, León) y el tiempo (la niñez) primordiales? A.C. Es obvio que en la niñez y en sus espacios se halla la raíz del ser.
Yo siempre he dicho que la memoria infantil es como una fuente de la que no cesan de manar dones para el futuro escritor. En la niñez están también los símbolos y los signos primeros, que son los que nos iluminan en momentos de crisis. Mis primeras vivencias están muy estrechamente unidas a esas tierras donde La Bañeza se asienta: tierras de cruces de caminos en el noroeste, tierras de transición geográfica: de las riberas a los montes galaicoleoneses, con al fondo su cima más alta, el Monte Teleno. Son unos espacios muy desnudos, sacudidos por un clima muy riguroso (al menos en aquellos días, pues ahora el cambio climático también es evidente en esas zonas), pero a la vez muy puros. Espacios en los que también se mantiene muy viva, a pesar de la distancia, la influencia del Imperio Romano. El hecho de que esas tierras fueran las últimas en ser conquistadas por Roma en la Península, o el que allí se encontraran enclaves como el de las minas de oro de Las Médulas (las más importantes entonces del Imperio), subrayan esa presencia. Por otro lado, como tú muy bien sabes, porque lo has estudiado, las comarcas de los alrededores del Monte Teleno (las dos Cabreras, Valdería, Maragatería, la “Tebaida” berciana de los anacoretas medievales y de Gil y Carrasco), siempre han sido muy misteriosas y significativas desde el punto de vista antropológico e histórico. J.L.P. Ese espacio del origen aparece reflejado, de modo más amplio, en tu obra: el páramo, la Meseta, como espacio intemporal, cósmico, ámbito de la intrahistoria humana, pero a la vez como escenario de sucesos históricos, en ocasiones desgraciados. Ya, desde el inicio de tu canto poé-
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Antonio Colinas, 1957.
tico, pareces establecer una alianza con el mismo, tal como se deja traslucir en Poemas de la tierra y la sangre... A.C. Me olvidaba, en efecto, de la Meseta. También por ella, La Bañeza
es un cruce geográficamente decisivo, porque reúne en unos pocos kilómetros, los tres parajes de León: el páramo, las riberas y la montaña; aunque hoy el páramo, por la acción de los regadíos, no es sino una prolongación de las riberas. Pero al sur está esa Meseta mucho más desnuda que, como yo digo, es el reverso del mar. La meseta castellana y el mar son símbolos de infinitud. El tercer símbolo de esa infinitud sería el del cielo, la presencia de la noche. En esos tres símbolos todo tiende a la desnudez, a la pureza; y por eso en ellos, o bajo ellos, nos hacemos preguntas decisivas. No es casual que el fenómeno del misticismo primordial se centrara en la meseta castellana. En efecto, en mi primer libro, Poemas de la tierra y la sangre, aunque de manera muy elemental, se fija ese interés –a veces casi fotográfico, azoriniano– por los espacios de mi infancia. Todos esos espacios de la memoria primera quedarán luego fijados en un nombre con una gran carga simbólica: Petavonium. Se trata de un espacio real y mítico para mí, que ya aparece –literariamente hablando– en la tercera parte de Sepulcro en Tarquinia y en Días en Petavonium. En el primero de los relatos de este último libro se fijan muchísimas claves de aquellas vivencias primeras, valiosísimas, de mi infancia. J.L.P. Un año en el sur: Estamos ante una novela sobre la adolescencia, de iniciación, de años de aprendizaje, en el sentido goethiano, que arroja claves sobre vida y obra...
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A.C. Yo escribí mis dos novelas simplemente para expresarme, para echar
fuera sensaciones que llevaba muy vivas dentro de mí, y no porque haya tenido un premeditado afán de ser novelista. Es inútil valorar un libro como Un año en el sur desde las perspectivas teóricas al uso o teniendo en cuenta la novela que en España se hacía cuando el libro apareció. Es simplemente un libro muy mío. No podía haberlo escrito de otra forma. Cuando yo llegué a Córdoba en el otoño de 1964, la ciudad y sus alrededores resultaron para mí algo fascinante; todas aquellas sensaciones revelaban, en efecto, el encanto del sur, una tierra que establecía notables diferencias con aquélla de la que yo procedía. Todas las personas que hemos viajado sabemos que Andalucía es siempre algo muy especial. Dentro de lo genuinamente español, laten en esa tierra otras culturas con gran fuerza. Y luego está su naturaleza, esos alrededores, por ejemplo, de la sierra de Córdoba que son excepcionales. Yo siempre digo que no se puede comprender la poesía de Góngora hasta no haber sentido el sofoco de aquellas sierras. El latido esencial de la poesía de Góngora no es mítico o erudito, como se cree a la ligera, sino que hay una fuerte presencia de lo telúrico que proviene de su paisaje nativo. Ya antes aludí a todo lo que supone el despertar de la adolescencia. Si ese despertar se da en el sur andaluz (o lo vive con más contraste alguien que llega de fuera), los frutos son extraordinarios. Por eso, en mi novela hay una doble iniciación: la interior y la que revela el sur. Hay algo de volcán en esos tres años que pasé allí, para terminar mi bachillerato, que me resulta muy difícil explicar con palabras. Fueron, en efecto, años de iniciación. Al final de la novela (págs. 271-274 de la primera edición) se habla de unas vivencias que fueron, en verdad, especiales, iniciáticas, del tipo de las que luego volvería a reflejar el Canto XVII de Noche más allá de la noche. Son experiencias que nos marcan para siempre, y con ellas nos sostenemos cada día para seguir adelante. Hay, luego, en el libro, ese carácter de aprendizaje que también destacas: determinadas lecturas, el mundo de la música (primordial en mi obra y que yo descubro en esos años precisos), la fuerza de las contemplaciones, las primeras sensaciones amorosas, el aliento de lo sagrado... J.L.P. La experiencia italiana se deja sentir a lo largo de tu escritura, que siempre aparece impregnada por lo clásico. Como ejemplo, podemos hablar de Sepulcro en Tarquinia o de Larga carta a Francesca: el amor y sus escenarios, la naturaleza, las ruinas y toda la información que arrojan, la muerte, todo un poso que se percibe en tus poemas y en tus prosas. José María Valverde ha hablado de tu “afinidad especial” con Italia y lo italiano y Antoni Marí de que la experiencia italiana despierta en ti la experiencia poética...
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Antonio Colinas en Bérgamo, Italia, mayo de 2000.
A.C. Habría que repetir, en cierta medida, lo que acabo de decir de
Andalucía. Creo que una persona no es igual si ha pasado, o no, por la experiencia de vivir en Italia. Por eso, yo he dicho siempre que mi vida se divide en dos grandes periodos: antes y después de haber vivido en Italia. No lo digo, por supuesto, por hacer una comparación petulante, pero todos sabemos que las vidas y las obras de un Cervantes, de un Quevedo, incluso del propio Góngora, serían otras sin sus días de Italia, sin las lecturas que allí hicieron. Esta afirmación mía es sólo la constatación de un hecho. Italia, con todo lo que ello significa, es algo más que lo “romano”. La Italia más fina es, a mi entender, la renacentista. En ella se da una fusión extraordinaria, muy honda, de pensamiento y reflexión; se revive la corriente neoplatónica con gran fuerza, se funde el espíritu con la ciencia. Pero también existe la Italia que mejor conozco, la de los prealpi, la que viviera Stendhal, la de los lagos y la de ese trayecto –hoy desgraciadamente tan cambiado (allí se halla una de las zonas más industrializadas del mundo)– entre Milán y Bergamo, que el propio Stendhal reconocía como “el más bello del mundo”. Siempre he sentido una gran identificación con el mundo de Stendhal. Precisamente hace unos días cumplí una antigua promesa: la de visitar su modesta y olvidada tumba en el cementerio parisino de Montmartre. No lejos de allí, en el Panteón de los hombres ilustres de Francia hay todavía sarcófagos vacíos. Es, sin más, la incomprensión hacia el Arte de la Francia exacerbadamente nacionalista, la que no concebía que Stendhal ironizara sobre su propio país y se reconociera incluso en su tumba como milanese. Afortunada[ 71 ]
mente, en ese Panteón de hombres ilustres sí se encuentra la tumba de Rousseau; ese Rousseau, desengañado y tan injustamente perseguido –no el ideólogo– que dedicaba sus últimos años a la ensoñación en sus paseos y a herborizar, y que a mí tanto me ha interesado. Pero me estoy desviando de tu pregunta... Volviendo a los prealpi..., mucho queda todavía de aquella antigua belleza reflejada en los libros de Stendhal, en la ciudad vieja de Bergamo, por ejemplo. Y queda también en toda Italia –como por extensión queda en Grecia y en todo el mundo mediterráneo– lo que yo he llamado la lección de las ruinas fértiles. Expresión que me lleva a subrayar aquí el sinónimo cultura-vida que para mí siempre ha supuesto la experiencia cultural. Deshago con ello el tópico del “culturalismo”, del que tanto y tan erróneamente se ha abusado. Si debajo de la cultura no existe vida, esa cultura no es tal cultura. Tuve la suerte y la desgracia de ver coincidir mi estancia en Italia con el nacimiento de ciertos tópicos en torno a mi generación, como “culturalismo”, “venecianismo”. Quienes los emplean no hacen sino agarrar, al menos en mi caso, “el rábano por las hojas”. J.L.P. Igual que hemos hecho referencia al espacio del origen, debemos de hacerla a tu espacio de elección en la madurez: Ibiza, el Mediterráneo, que deja huellas y marcas en toda tu escritura: como ámbito clásico, humanizador, en el que el escritor y el poeta tienen a la vez una experiencia vital, plasmada en la poesía (Astrolabio, Noche más allá de la noche, Los silencios de fuego...), o, por ejemplo, en Tratado de armonía, con universales cósmicos... A.C. Las vivencias italianas se diluyen y purifican en las vivencias del
ámbito mediterráneo. Como casi todos los caminos que ha seguido mi vida, en cierta medida, han dependido del azar. Me vine a Ibiza para un año y ya llevo aquí casi veinte. La Fundación March me había concedido una beca de creación para escribir un libro y para acá nos vinimos con mi hija, que por entonces sólo tenía un año. Yo había pasado una infancia y una adolescencia felices en el medio del campo y quien ha pasado por esa experiencia, tarde o temprano, tiende a rescatarla. Comprendo y respeto la vida en las grandes ciudades –Madrid y Milán han sido para mí dos buenas experiencias en este sentido–, pero no es mi ámbito. Así que en Ibiza encontré el medio ideal para seguir siendo el que soy y, a la vez, trabajar con calma. A la estancia en Ibiza le debe mucho mi obra. Libros laboriosísimos como mis traducciones o los estudios biográficos sobre Leopardi o Alberti no los hubiera podido sacar adelante sin el gran sosiego que encontré en esa isla dentro de la isla que es mi casa. Luego, claro está se halla todo lo que el Mediterráneo me ha dado esencialmente. Yo nunca he caído en el tópico de “descubrir” este mar, pero como ya antes sucediera con otros viajeros que llegan del norte, sí [ 72 ]
hay un redescubrimiento de ese mar. Redescubrimiento que pasa por nuestro propio conocimiento interior, por lo que Jung llamó el proceso de individuación de la persona. Este ámbito, pues, me ha ayudado a ser el que debí ser, a reforzar mi vocación, a conocerme mejor. Y aquí hice también la lectura de todos esos símbolos que han quedado recogidos en los libros que señalas en tu pregunta. En efecto, hablando de contenidos, en mi obra poética hay un antes y un después de mi poesía tras Astrolabio, el libro que vine a escribir a Ibiza. A partir de esta obra mi lenguaje se depuró. Tratado de armonía refuerza teóricamente esa nueva etapa isleña, pues, modestamente, este libro recoge lo que pudiéramos llamar mi “filosofía de la vida” en estos momentos.
Diálogo con distintas tradiciones J.L.P. A lo largo de toda tu obra, y especialmente en tu poesía, se percibe una fusión tanto de tradiciones filosóficas (el pensamiento oriental primitivo, los presocráticos, el platonismo, el estoicismo, la filosofía de las religiones, el pensamiento de María Zambrano...) como literarias (Renacimiento, Romanticismo, Simbolismo, Modernismo, cierto Surrealismo y cierta poesía metafísica...). Es un diálogo del que emerge una voz distinta, personal y muy pura en su dicción... A.C. Lo que más detesto en la vida es la parcialidad, el sectarismo, la
visión no global de las cosas. Este rasgo de mi carácter, unido a mi afán de buscar la misma verdad en todo cuanto he leído, me ha permitido aproximarme y leer en todas esas tradiciones que señalas. Siempre he dicho que no soy especialista en nada y que, por ello, he podido tener libertad de escribir de todo, abordar temas muy distintos desde diversos enfoques. Todavía hay personas que no comprenden cómo he podido escribir, a la vez, sobre San Juan de la Cruz y sobre Rafael Alberti. Yo en ningún momento he sentido dañada por ello mi independencia, que por otra parte tanto me ha hecho padecer. Ese rechazo a aceptar toda la realidad pone de relieve el país de extremos en el que vivimos; una actitud que se sustenta en la exclusión y en los enfrentamientos. Por otra parte, en toda esa variada tradición filosófica y literaria que subrayas, hay muchísimo en común, una especie de hilo conductor que delinea “eternos retornos” a verdades eternas. En parte, he reflejado ese entramado en el primero de los ensayos de mi libro El sentido primero de la palabra poética. Las formas de expresión cambian, pero las verdades esenciales siempre son las mismas. Es absurdo, a la hora de crear, convertirse en una especie de saltimbanqui y olvidar las lecciones del pasado. [ 73 ]
J.L.P. La cultura clásica greco-latina está también muy presente en tu escritura, ¿qué buscas en ella, qué elementos te aporta, qué signos de la misma siguen iluminando nuestro presente? A.C. Aquí tendríamos que retomar el tema de lo mediterráneo. No es
la carga erudita, historiográfica de esas culturas la que me ha interesado, sino sus descubrimientos esenciales, fijados en mitos y en símbolos. Yo no entendí, por ejemplo, lo que Homero quería decir con el “vinoso ponto” hasta que vi el mar violáceo de algunas calas. Mi libro Los silencios de fuego revela muchos de esos símbolos imperecederos de la tradición grecolatina: la luz, el bosque, la nave, la fuente, el propio mar, por supuesto, las aves... Esas culturas nos proporcionan, además, la fuerza de los mitos, que, como ha señalado la Psicología última, explican los recovecos más decisivos del ser humano. En ellas está también el ejemplo de lo puramente literario, como el nacimiento de la lírica, o momentos estelares del pensamiento, como los que representan los presocráticos, Platón, el estoicismo... Algunos de los ensayos que abren El sentido primero de la palabra poética ponen de relieve lo que para mí significan esas dos culturas. J.L.P. También conocemos tu interés por los místicos y por las místicas (la oriental, las semíticas). A esta literatura has dedicado artículos y ensayos (por ejemplo, los relativos a Fray Luis de León y a San Juan de la Cruz en Sobre la Vida Nueva); en Tratado de Armonía, toda una parte de la obra (“Tratado de signos”) es un homenaje al poeta abulense; se puede seguir el rastro de la misma en tu escritura poética... A.C. El profesor José Olivio Jiménez fue el primero que habló de la
posibilidad de una lectura mística de mi poesía en el ensayo que precede a las dos primeras ediciones de mi “Poesía reunida”. Él lo hace a partir de la publicación de Noche más allá de la noche, que yo, en cierto sentido, considero el mejor de mis libros. Hay, en efecto, en mí, a partir de esta obra, una concepción de la realidad que, en algunos momentos, se aproxima a la corriente mística. Sin embargo, yo iría con cuidado a la hora de aplicar definiciones. El misticismo, además de muchas otras cosas, es sobre todo un modo muy especial de ser y de sentir la realidad que no sé si cabe aplicar a mi persona. En cualquier caso, mi interés por la mística es evidente; me refiero a ese misticismo de carácter universal que tiene sus raíces en Oriente y, en concreto, en movimientos como el taoísmo. Lo que luego sucede es que el misticismo cristiano aporta el hallazgo y la fuerza del amor. Esta presencia del amor la he intentado rescatar en Los silencios de fuego y también en el libro de poemas que ahora acabo de terminar. Y ese rescate lo he razonado teóricamente en Sobre la Vida Nueva. La mística no es sino una concepción extremadamente verdadera y radical de la existen[ 74 ]
cia. De ahí la dificultad que existe para comprenderla o aceptarla en nuestros días. Nada quiero decir de los que, confundiendo lo clerical con lo sagrado, rechazan a priori el fenómeno místico. Son los mismos que practican un anticlericalismo decimonónico y trasnochado, los que ignoran que, entre otras muchas cosas, San Juan de la Cruz fue un disidente en su tiempo. Yo me he acercado al tema desde mi independencia intelectual, desde una actitud heterodoxa, pero aun así he padecido y padezco cierta incomprensión por ello. Todo ese interés mío por la mística, que tanto me ha ayudado en mi crecimiento personal, se materializó en los veranos de 1990 y 1991, cuando hice viajes a los lugares sanjuanistas. También en 1991, con ocasión del centenario de sus muertes, dirigí en El Escorial el curso sobre Fray Luis de León y San Juan de la Cruz, especial e inolvidable por tantas razones, como José María Valverde reconoció con sus palabras el día de la clausura. J.L.P. ¿Podríamos hablar de una cosmovisión romántica en tu obra? Tu interés por el movimiento romántico y por ciertas figuras cimeras del Romanticismo europeo (Leopardi, Novalis, Hölderlin...) es bien patente. Ciertas corrientes consideran ya el Romanticismo como una “arqueología”. ¿Crees que sigue teniendo vigencia, que sigue incorporado de un modo fértil en nuestra contemporaneidad? A.C. Quienes dicen que el Romanticismo es una “arqueología” son los
mismos que podían decir que el Renacimiento o Platón, Velázquez o Bach son una “arqueología”. Son visiones irritadas y excluyentes de la tradición cultural. En realidad, los que así opinan del Romanticismo desconocen lo que esencialmente fue el Romanticismo. Estas personas tienen un concepto lastimero y necrófilo de este movimiento. Lo juzgan, sobre todo, a través del Romanticismo español que, a decir verdad, fue un poco de “cartón piedra”. Es ese mismo Romanticismo de gestos, “a lo Byron”, que denunciaba María Zambrano y que luego ha quedado fijado como un tópico en nuestros días en el calificativo “romántico”. El Romanticismo esencial es el alemán, algunos aspectos del inglés, los poemas centrales de Leopardi. Es un movimiento con una muy importante base filosófica y está cercano a un tipo de conocimiento armónico y luminoso, a un tipo de conocimiento esperanzador. Su apuesta por la naturaleza adquiere hoy, –cuando se masacra el planeta–, una actualidad vivísima. Las actitudes “arqueológicas” en Arte están hoy, en realidad, en ciertos agotados afanes de vanguardia, en una literatura comercial y de gestos. Cualquier clásico es hoy más vanguardista que esos creadores de piruetas verbales o de quienes elevan las resacas de la sociedad urbana a la categoría de arte. Así que el Romanticismo que a mí me interesa está lejos de cualquier sentido caduco. Respecto a su vertiente literaria, hay, en efecto, en el Romanticismo notables concomitancias con mi obra. Cuando yo publiqué Preludios a [ 75 ]
Encuentro Internacional de Poesía en Medellín (Colombia), 2001.
una noche total, no sabían los que ironizaban con el “neorromanticismo” de mis poemas, que estaban dando en el clavo. Sí, en cierta medida, yo era un poeta neorromántico. Las tres condiciones que yo le pido fundamentalmente al poema –emoción, intensidad, pureza formal– también están en el Romanticismo esencial. Temas como el de la noche o la música, que yo he tratado mucho, también han estado cerca de ese movimiento. Ya no digamos de la presencia de la naturaleza, que es un tema central, irrenunciable, de mi obra. Aceptar valores del pasado no supone dejar de ser personas de nuestro tiempo. J.L.P. Tu diálogo con ciertos poetas contemporáneos (a través de encuentros, de entrevistas, de artículos, de ensayos, de traducciones) parece querer configurar una suerte de constelación, un dibujo secreto: Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Vicente Aleixandre, Rafael Alberti, Juan Gil-Albert, Leopoldo Panero, Ricardo Molina, Francisco Brines...; Pablo Neruda, Octavio Paz...; Marià Villangómez Llobet...; D´Annunzio, Saba, Cardarelli, Montale, Quasimodo, Sanguineti...; Ezra Pound...; Rilke...; Boris Pasternak...; sería ocioso seguir citando... A.C. Bueno, yo establecería un orden de prioridades. Rilke, Antonio
Machado, Juan Ramón, Neruda, significan mucho más en mi obra que nombres como los de Sanguineti o D´Annunzio, a los que, como dices, sólo me he aproximado como traductor o lector. Ante tu relación de nombres alguien pudiera mostrar estupefacción, y puede preguntarse: “¿cómo pueden interesar, a la vez, D´Annunzio y Sanguineti?” Hay, por eso, una escala de valores. Pero el que señales al azar esos nombres –habría [ 76 ]
que recordar también a algunos clásicos (Homero, Dante, Garcilaso, Góngora)– indica esa actitud abierta frente a las lecturas de que antes hablábamos. Determinados poetas que citas tienen una significación especial. Aleixandre es para mí sinónimo de magisterio. Leopoldo Panero revela esas raíces de la propia tierra con las que me identifico, la poética de la mansedumbre, el humanismo. Ricardo Molina es una especie de Góngora del siglo XX al que se tiene en nuestros días en el más deplorable de los olvidos, frente a tanta exaltación del mediocre prosaísmo poético. Con Neruda y Pound tuve encuentros inolvidables. El primero no dejaba de hablar y el último día que nos vimos a punto estuvo de perder el avión. El segundo, aunque se mostró con una cordialidad exquisita, apenas me habló. Me hablaba con una mirada azul y penetrante como yo nunca he visto en ninguna otra persona... Pasternak revela la dignidad del poeta frente a las poderosas lacras ideológicas de nuestro tiempo... J.L.P. ¿Consideras que algún momento de tu poesía o de tu obra tiene contactos con el surrealismo? En el poema de “Sepulcro en Tarquinia” o incluso en Larga carta a Francesca, se percibe cierta ebriedad en el decir que nos recuerdan a este movimiento de vanguardia... A.C. Sí, quizás, pero yo prefiero seguir el criterio de José Olivio Jiménez
y hablar de “irracionalismo” y no de surrealismo en mi obra. Los presupuestos teóricos del surrealismo me parecen tan ortodoxos, que no me gustan en absoluto. Por eso, prefiero hablar del carácter irracionalista, sonámbulo, o ebrio, como tú dices, de algunos de mis poemas. En cualquier caso, a veces sí podríamos hablar de surrealismo en ciertos poemas míos. Recuerdo ahora, por ejemplo, los titulados “Escalinata del palacio” o “Los cantos de ónice”, del libro Truenos y flautas en un templo. Cuando escribí este libro estaba viviendo en París, –corría el otoño de 1968–, y significativamente algo se me debió pegar del surrealismo; aunque, a decir verdad, a quien sobre todo yo leía por entonces era a Rimbaud.
Fusión de géneros J.L.P. Se da en tu escritura el cultivo de varios géneros: la poesía, la novela y la narración, el aforismo, el ensayo y la crítica, la biografía y aun la indagación histórico-literaria... Y esta variedad parece obedecer a una motivación unitaria, parece proceder de un centro común. ¿A qué obedece esa necesidad? A.C. En efecto, existe en mí esa motivación unitaria, esa raíz creadora
común. Es norma generalizada que en España el que es poeta no puede ser otra cosa. O si uno escribe novela ¡ay de él si se le ocurre escribir poesía! ¿Y cómo, además, se pueden escribir biografías o artículos que [ 77 ]
se ocupen de temas de la actualidad más viva? Estas dudas nos hablan, una vez más, de criterios sectarios frente a la literatura. Para mí sólo existe una única motivación como escritor, que es la que te ponía de relieve ante la primera de tus preguntas. Los géneros literarios son algo que viene detrás de ese impulso creador primero. No creo en el dogmatismo, en la rigidez de los géneros literarios. A ello dediqué un artículo, “Contra el dogmatismo de los géneros”, que recogí luego en El sentido primero de la palabra poética. J.L.P. En todos tus libros, sean del tipo que sean, se percibe una suerte de transgresión de los géneros, de superación de los mismos, como una fusión de todos ellos en un territorio que yo llamaría de lo poético; como si toda tu escritura partiera de un único foco irradiador... A.C. Así es. Esa necesidad de unidad creadora es profunda y nace de un
único manantial. Yo, en principio, me siento el mismo escribiendo en los distintos géneros, pero hay esa irradiación primera que, en efecto, podríamos considerar profundamente poética. La poesía es la raíz de casi todo lo que escribo. Lo que sucede es que sólo el poema recoge los momentos más intensos, más plenos. Por eso, siempre hay que estar a la espera de lo que unos llaman “inspiración” y yo prefiero llamar “estado de ánimo especial”. Esta actitud ante el carácter primordialmente revelador que para mí tiene la poesía, no significa que yo no crea en el trabajo, en las numerosas horas que luego hay que dedicar a pulir lo que (perdón por el tópico) la Musa entrega.
Las vías del conocimiento J.L.P. Tu poesía, tu escritura toda, parecen llevarnos a una cierta forma de vida y de conocimiento: a esa “vida profunda y retirada que queda bajo la historia” (según expresión de María Zambrano); a la revelación de esa segunda realidad, velada a la simple vista; a esas entrañas de la vida que capta el latido, la música del corazón (y todo lo que este símbolo lleva adherido: el río, el fuego, la sangre...). Razón cordial, razón afectiva, razón poética (de nuevo, María Zambrano), frente a la razón práctica, a los callejones sin salida a que ha conducido el racionalismo occidental, algo que tú mismo has criticado... A.C. Sí, por eso yo siempre he preferido hablar de la necesidad de una
razón fértil. Para mí la poesía es también una forma de conocimiento, pero un tipo de conocimiento que sirve para desvelar una realidad de sentido trascendente. Para explicar esta idea mía siempre he recordado, que para testimoniar exclusivamente sobre la realidad que los ojos ven, ya existe la fotografía o el cine. En poesía, la palabra es la palabra nueva [ 78 ]
por excelencia; debe fulgir, poseer lo que Ezra Pound llamaba “voltaje”. La palabra en el poema –sea ésta simple o intensa– debe crear una atmósfera de verdad y de misterio. La poesía se distingue de la prosa no sólo por su disposición vertical, sino también por su ritmo, por su intensidad, por ese “voltaje”. Esta actitud mía frente a la poesía me lleva, sin duda, a esa crítica de la razón estéril, a ese tipo de razón que ha conducido a cierto industrialismo alocado, a catástrofes como las de Chernóbil. Pero no quisiera extenderme sobre esta cuestión que, de manera muy extensa, he tratado en mi ensayo “El bosque en llamas (Claves para un tiempo nuevo)”, y en otras zonas de Sobre la Vida Nueva. J.L.P. Poesía del conocimiento sería aquélla capaz de trascender la propia experiencia y la realidad más aparente, en busca de registros metafísicos, místicos..., capaces de iluminar y revelar el ser y el cosmos en el que éste habita. ¿Sientes la tuya en ese territorio que trato de dibujar? A.C. Así es verdaderamente. Y ese criterio tuyo enlazaría con las razo-
nes que yo antes aporté al hablar del misticismo. La mística nos interesa, entre otras razones, porque revela aspectos esenciales del ser humano. Estoy, por ello, a favor de la poesía que revela antes de la que testimonia; aunque esta última me parece igualmente respetable si se escribe con sinceridad. J.L.P. Desde el movimiento simbolista, sabemos que la analogía es uno de los fundamentos de la poesía contemporánea, que surge de las semillas y raíces del Romanticismo. En tu poesía, se observan de continuo correspondencias, “bosques de símbolos” que despliegan significaciones y sugerencias que el lector ha de configurar. Se ha hablado, por ejemplo, de los de la piedra, la noche, la música, la luz, el aire, el fuego... A.C. La analogía es, en efecto, otro de los hallazgos del mejor Roman-
ticismo, aunque hay precedentes en el tiempo –orfismo, pitagorismo– que ya aluden a esa sintonía entre cosas y valores extremos, a una correspondencia con el todo. Otro de los dones de la poesía como fenómeno –además de ofrecernos, como antes señalaba, la palabra nueva por excelencia–, es que en el poema la palabra se irisa, tiene más de un significado. Así sucede con esos símbolos que recuerdas y a los que yo aludía al hablar del mundo mediterráneo. La piedra puede ser lo más simple y negador y, a la vez, puede ser, como señaló Jung, “energía indestructible”, signo de lo eterno. La luz puede ser la física, pero también la de la razón, o la luz interior, de sentido metafísico o místico. La música es uno de los símbolos más presentes en mi poesía: la música de palabras y versos, la de significación órfica, como propagadora de armonía... etc. La montaña, el árbol, los astros, determinados animales, el muro, el agua, son también símbolos de analogía; los mismos que suelen determinar lo que Mircea Eliade llamó espacios fundacionales. [ 79 ]
Otro modo de respiración J.L.P. No sólo en tu poesía, en toda tu obra: en los relatos, en las novelas, en los ensayos, en Tratado de Armonía..., se percibe una música, un ritmo del verso, de las frases, de los períodos..., un modo de respiración, una música que configura una dicción, una forma que parece fluir muy naturalmente por entre las palabras, pero como si no apareciera, como si no se dejara sentir... A.C. El ritmo (y, por extensión, la musicalidad) es la clave del verso, de
la poesía. Creo que mi voz ha tenido la fortuna de contar con esa característica primordial. Luego, a la vez, yo he procurado cuidarla y avivarla en todos mis poemas de manera consciente. Ese sentido de la armonía y de la musicalidad en el poema es el que me ha apartado tanto de las actitudes novedosas en el tratamiento del lenguaje, como del prosaísmo a machamartillo, que tanto se practica en cierta poesía última. También por eso me resultan molestos aquellos poemas de determinados poetas en los que el verso es áspero y chirría; son quizás poetas que poseen otros valores, significativos, pero “sin oído”. Respecto a esa especie de “respiración” poemática, es tema que exigiría una explicación larga y sutil. Por eso, me ciño a recordar un ejemplo, que vale más que cien palabras, y remito a la lectura del Canto XXXV de Noche más allá de la noche. J.L.P. Schelling decía que la perfección de la forma hace desaparecer la forma misma, y que por la perfección de la forma puede ser la forma aniquilada; de modo que la belleza en la obra de arte, en la literatura, en la poesía, es algo que está más allá de la forma, en una suerte de fusión imperceptible entre forma y contenido. Y algo de esto percibimos en tu obra, en tu poesía: una belleza que nace de un modo de mirar, de un modo de expresar el espíritu..., frente a tanta poesía preocupada por lo formal meramente y que no logra dar un salto que se percibe en tu obra... A.C. Tendríamos que seguir insistiendo en cuanto decía en la respuesta
anterior para profundizar en estos interesantes conceptos. Siempre acabamos encontrándonos con ese misterio que es exclusivo de la palabra poética. En el poema auténtico, forma y fondo se confunden; no sabemos dónde comienza una y termina el otro; y viceversa. Sí sucede, en efecto, que a veces un exceso formal destruye el poema y un excesivo afán de contenido, de mensaje (lo que sucede con la poesía “social” o con la excesivamente reflexiva) destruye el encanto formal. Lo importante es ese punto medio conformado por la música del verso. También es muy importante la naturalidad del tono, que no suele admitir los “saltos en el vacío” del lenguaje.
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Con María José (2001).
J.L.P. La presencia de lo clásico y de lo romántico parece con-fundirse en toda tu obra, en la que parece alentar un clasicismo atravesado de romanticismo. Acaso esto último constituya uno de los rasgos de una de las vías poéticas y literarias de la contemporaneidad (esa lectura romántica de la Ilustración, de que a veces se ha hablado). Paul Valéry decía que “El clasicismo supone un romanticismo anterior”. Esa conjunción de lo italiano (el clasicismo, aunque también el aliento romántico de un Leopardi) y lo alemán (el espíritu romántico: Hölderlin, Novalis, Kleist...) está muy presente y asimilado en tu poesía, y armonizado... A.C. Me gusta mucho esa frase de Valéry porque desmonta la rigidez de
lo que Eugenio Montale llamaba gli schedatori del pensiero fisso (los “catalogadores del pensamiento fijo”). Seguramente nada hay nuevo bajo el sol en el campo de los sentimientos y del pensamiento. Lo que, en realidad, hay es una cadena en el tiempo de pensamientos y de sentimientos –comunes y valiosos– que se enlazan; aunque, a veces, de acuerdo con las sacudidas de la Historia y de las ideologías dogmáticas, se trastornan. [ 81 ]
Antonio Colinas con Claudio Rodríguez (Edenkoven, Alemania, 1991).
Quizás clasicismo y romanticismo no son sino caras diferentes de una misma moneda. Existen, en ambos conceptos, unas lógicas diferencias, que el tiempo y la crítica fijan por útiles y necesarias razones didácticas. Pero en el fondo, el aliento del conocimiento inspirado, lúcido, es el mismo en todos los tiempos. Hablando de mi poesía, yo recordaría también la influencia del clasicismo literario español, que hoy está todavía muy presente en mis lecturas, y de manera muy variada: releo con frecuencia el Quijote, la lírica popular, los poetas del Siglo de Oro... J.L.P. Esta respuesta tuya me lleva a pensar en el debate sobre la claridad y el hermetismo en poesía, queriendo adherir a uno de estos términos la connotación de calidad o de falta de la misma. Puede ser un debate estéril. En tu poesía, se percibe siempre una dicción clara, equilibrada, muy pura; algo que la emparenta con las voces de grandes poetas de la Meseta, desde los inicios de la Modernidad: Garcilaso de la Vega, Fray Luis de León, San Juan de la Cruz, Jorge Guillén, Leopoldo Panero, Claudio Rodríguez... A.C. Más allá de estas inmerecidas comparaciones que haces, creo que
el círculo de nuestra conversación se va a cerrar en el mismo punto en el que fue abierta: en mis raíces, en la tierra natal. En ocasiones creo que mi poesía ha sido considerada erróneamente como excesiva en la forma, como barroca. Nada menos cierto. Se confunde el exceso formal con la intensidad poemática, que sí creo que es un don de mi poesía. Por el contrario, como muy bien señalas, sí existe esa transparencia y esa pureza –claridad la llamas tú– que me lleva a identificarme con todos esos poetas que citas. La clave de esa identificación está, en efecto, en la tierra, en la Meseta. Hay un equilibrio y una pureza que sólo proporciona el paisaje sencillo, desnudo. Es el misterio de lo originario, la fuerza de las primeras contemplaciones, el manantial en el que tierra e infancia se funden y que no cesa de surtir. [ 82 ]
La fidelidad a una voz (Conversación con Antonio Colinas) José Enrique Martínez Fernández*
T
ARDE DE UN DIEZ DE JULIO,
en un punto del Noroeste de León, esa zona extensa que Antonio Colinas ha considerado “originaria” de su voz, de su cosmovisión, de su simbología. El marco de esta conversación no es otro que el de un curso sobre la obra en prosa y en verso del poeta Antonio Colinas, que dirigen el autor de esta entrevista y Natalia Álvarez Méndez, al amparo de la Universidad de León y de la Carlos III de Madrid. Cae sobre Villablino un calabobos que tal vez perturbe el recorrido previsto por la senda del oso. Mientras llega la hora, conversamos con el poeta. cxz
J.E.M. A lo largo de este año 2004 has publicado algunos libros nuevos y reediciones de algunas de tus obras anteriores. A.C. Ha aparecido una nueva edición de mi poesía completa que ofrece
la novedad de incluir dos libros nuevos, precisamente el primero y el último; el primero, Junto al lago, es un libro juvenil en el que, sin embargo, ya hay indicios de lo que puede ser mi voz; el último, Tiempo y abismo, cierra por ahora ese arco de treinta y cinco años de poesía. Leyendo las pruebas de este libro, El río de sombra, mi poesía completa, he reparado sobre todo en que hay un tono, una fidelidad a una voz por la que yo aposté en aquellos años finales de los sesenta, en los cuales llegaban muchos y muy distintos clamores: se prolongaba todavía la poesía social, estallaba el fenómeno de los novísimos y yo, desde aquellos momentos, procuré atender a esta voz que era la mía. Pienso también que muchas de las claves de esta poesía, de la de ayer y de la de hoy, ha quedado reflejada en la edición crítica que acaba de publicar Cátedra bajo el título de En la luz respirada y que tú has preparado, que incluye tres libros muy significativos de mi obra poética, tres libros que representan tres grandes etapas en las que se podría dividir mi obra: una primera etapa más irracional, más apegada a la cultura, más cerca de la emoción, que representa Sepulcro en Tarquinia; una segunda etapa de carácter más metafísico, en la que hay una inflexión hacia la reflexión, que representa Noche más allá de la noche; y, por último, una tercera de carácter humanista, de poesía concebida como un medio de conocimiento, un medio de reflexión, una poesía unida, más que nunca, a la experiencia de ser y que yo he valorado mucho; esta tercera etapa está representada por Libro de la mansedumbre. * Publicado en Quimera, 251 (2004), pp. 133-142.
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Navidades en La Bañeza (León, 2004).
J.E.M. Este año 2004 ha supuesto una especie de culminación y resumen de tu obra toda; también ha supuesto un regreso a los orígenes, como evidencia el libro Huellas, que nos acerca a tu narrativa. A.C. Estamos grabando esta entrevista en la montaña leonesa, en uno de
los momentos libres que nos deja un curso generoso de verano que me ha dedicado la Universidad de León y la Carlos III de Madrid, y algo que destacaba yo, precisamente esta mañana, es hasta qué punto son decisivos estos textos, los cuentos, las novelas, también los Tratados de armonía, para observar muchas de las claves de mi poesía. Una de ellas, muy importante, es el papel que juega la memoria de la infancia, el tiempo de las primeras vivencias, de las primeras contemplaciones; luego, hay claves también geográficas: los cuentos, como muchos de mis poemas, aluden a estos espacios del noroeste donde están mis raíces y de donde brotan muchos de mis temas: la presencia de la arqueología, la lección de las ruinas, la meditación sobre el tiempo y la visión intrahistórica de la realidad. Todas estas claves se dan en ese noroeste que en mi obra establece diálogo con el mundo mediterráneo. Junto a la naturaleza como algo fértil y que nos proporciona mucha información, el otro gran tema de mi poesía es el diálogo permanente de esta zona del noroeste con el espíritu mediterráneo; y, a veces, como sucede en Sepulcro en Tarquinia, hay un aspecto que los une, el de la romanización; son dos mundos que se comunican a través de la intrahistoria, más que de la historia. [ 84 ]
J.E.M. Los días en la isla es un libro que recoge artículos diversos de aquellos muchos años que viviste en Ibiza; es, por tanto, una vuelta, un retorno, una rememoración, además de una recopilación. A.C. Hace tiempo que tenía deseos de escribir un libro sobre Ibiza que
reflejara más las vivencias que una lectura general de Ibiza, como he hecho en libros sobre la historia de la isla, sobre la ciudad antigua... Partiendo de una serie de artículos que tenía de los años de Ibiza, he ido construyendo el libro, también con la aportación de capítulos nuevos, sobre todo aquellos que son retratos o semblanzas de personajes, y así ha quedado esa Ibiza interior, la Ibiza de las vivencias, de los símbolos, la Ibiza de los años setenta, sobre todo, en que se dieron unas circunstancias generacionales muy significativas; y, en definitiva, es un libro que ofrece también muchas claves biográficas, así como otras claves que ayudan a conocer otros libros míos.
Poética y poesía J.E.M. Otra obra muy importante, verdadero resumen de otros libros tuyos anteriores, es el que publicó la Fundación Juan March y que se titula Poética y poesía. Es curioso el contraste entre los muchos escritos tuyos en prosa sobre lo que es y lo que significa la poesía para ti y los pocos poemas de carácter metapoético que has escrito. A.C. A medida que el tiempo avanza somos más escépticos sobre la teo-
rización en torno a la propia poesía; cuando releemos las poéticas que hemos escrito no nos sentimos satisfechos e incluso las rechazamos; nos parece que nacieron en momentos tal vez circunstanciales; cuando inauguró este ciclo la Fundación Juan March con una conferencia mía sobre poética me vi obligado a escribir un nuevo texto de poética que procuré centrar en lo que podríamos llamar burdamente la cocina del poema, en cómo se hace un poema, en cuáles son los mecanismos más prácticos del lenguaje poético; entonces nació este texto de poética y poesía que completa otras teorías que yo ya había fijado en artículos sobre el arte de poetizar, sobre la poesía. J.E.M. A mí me resulta curioso el hecho de que, aunque en tus poemas no hables de poesía, sí hables de arte; hay poemas sobre música y músicos, sobre pintura y sobre pintores. Pienso ahora en el viejo tema de la relación entre pintura y poesía; cuando tú haces un poema sobre Botticelli o sobre Tiziano ¿qué quieres expresar en ese poema? A.C. Si sólo nos fijamos en el título del poema, que es el de un cuadro,
nos quedamos en lo aparente. Detrás de la cultura, en el poema tiene que estar la vida, porque si no, daríamos lugar a un poema circunstan[ 85 ]
cial que se escribe de manera fácil cuando vemos una película o un cuadro o leemos un libro. Yo creo que debajo de ese guiño cultural al lector tiene que haber una segunda lección, un segundo mensaje. Por otro lado, todas las artes se interrelacionan; es muy difícil separar la literatura de la música, de la pintura o de otros conocimientos, como la arqueología; en el fondo todo se interrelaciona. Ayer, en una de las charlas de este curso que estamos celebrando recordaba yo la frase de un científico, de Einstein, que decía que el misterio es el fin del verdadero arte y de la verdadera ciencia; al fondo del conocimiento humano siempre existe una única verdad que el escritor o el artista en general tienden a desvelar. J.E.M. Hay un poema tuyo, “En el museo”, dedicado, creo, a la pintura de Ramón Gaya. En él, por encima del afán de convertir la pintura en palabra, hay un deseo superior, el deseo de identificarse con el cuadro, el deseo de ser cuadro. A.C. La poesía es la realidad, pero también es la otra realidad. En la con-
templación de un cuadro –y concretamente en ese poema “En el museo”–, lo que el autor pretende es olvidarse de su realidad e introducirse dentro de la realidad del cuadro, una realidad en la cual frecuentemente nos olvidamos de nuestra vida cotidiana; así que ese cuadro significa lo que en general significa el arte: entrar en un cuadro, entrar en una melodía es entrar en otra realidad que nos enriquece. J.E.M. Hay otros poemas de tema pictórico en tu obra. A.C. El “Homenaje a Tiziano” es un poema que yo valoro mucho por-
que actúa de puente entre dos libros significativos, Sepulcro en Tarquinia y Astrolabio. Es un poema de tono cultural todavía, pero es también un poema-microcosmo en el que, como los granos de la granada, cada verso contiene un mundo y un mensaje diferentes. Aparentemente el tema es el homenaje a Tiziano, pero el poema está lleno de resonancias de otro tipo. En Truenos y flautas en un templo hay un poema de “Homenaje a Poussin”, sobre la “La caza”, un cuadro de Poussin, en el Museo del Prado, el que yo me llevaría si se incendiara el museo. En la revista Arte de este mes de julio hay una sección que es “Mi cuadro favorito” y yo escribo un artículo precisamente sobre “La caza”. J.E.M. Me pregunto si un lector de tu poema sobre “La caza”, que no conociera el cuadro de Poussin, ganaría algo con la reproducción del mismo al lado del poema. A.C. Sería un buen complemento porque en el poema se dan una serie de
detalles o de claves que a la vista del cuadro se entenderían mejor. El cuadro tiene un fondo de un atardecer muy intenso. Hay un momento del poema en que se dice: “cicatrices de luz verde en el cielo”; se alude [ 86 ]
al carácter marmóreo de las figuras de Poussin, pero que a la vez están llenas de vida; la presencia de los caballos... En fin, la reproducción del cuadro no es necesaria para leer el poema, pero tampoco perjudicaría ni al poema ni al lector; serviría simplemente de complemento. J.E.M. En el repaso que hemos venido haciendo de los libros tuyos aparecidos en el 2004 nos queda por aludir a la poesía completa de Quasimodo, traducida por ti, que, según creo, está a punto de salir en Linteo. Entramos así en otro de los grandes campos de tu producción: la traducción. A.C. Yo valoro mucho esta reedición de la traducción mía de la poesía
completa de Quasimodo, por dos razones: una, porque es una de esas traducciones que se hacen por placer; yo siempre he dicho que el traducir tiene dos vertientes: el traducir por placer y el traducir por obligación. La traducción del poeta italiano la hice por placer, despacio, empezando por los poemas que más me gustaban. Se publicó una primera edición de 500 ejemplares, muy reducida y ya agotada. Ahora, esta segunda edición de Linteo –y esta es la otra razón– incluirá dos libros nuevos, dos libros juveniles, aunque póstumos, de Quasimodo, libros que él valoró poco, pero que son importantes, a mi parecer, pues en ellos ya están muchas de las voces y de las virtudes de la poesía del autor, para mí el más grande de su generación; Quasimodo, hombre de su tiempo, fue un poeta que supo combinar de manera extraordinaria el lirismo con el testimonio; su poesía es, en algunos momentos, puramente testimonial, pero sin renunciar a ese lirismo que en él proviene de sus raíces sicilianas, mediterráneas; su madre era griega y en él pesa mucho también la influencia de la poesía griega; como su paisano Leopardi, Quasimodo fue un políglota, tradujo muchísimo y de muchas lenguas. J.E.M. Esta traducción aparecerá en Linteo dentro de una colección de poesía que diriges tú mismo. ¿Te has marcado alguna línea en la colección? A.C. Hemos seguido el criterio de ir publicando obras de autores con-
sagrados, sin que sea una norma obligatoria, y en distintas lenguas. El editor veía que faltaba algo en italiano y al conocer la edición mía de Quasimodo me señaló la oportunidad de reeditarla. Supo vencer mis reparos, al ser yo el director de la colección. Me animó el hecho de añadir estos dos libros póstumos que yo acababa de conocer y de leer. Así que el espíritu de esta colección de poesía es el de apostar por valores seguros, pero también por textos o libros que están en un segundo plano. Tiene la colección un sentido de rescate de obras importantes a las que no se les ha concedido el relieve necesario. Ahora esperamos publicar un libro inédito del poeta árabe Adonis y una antología de Edwards Thomas, que fue un poeta inglés muy valioso, que murió joven, por lo que no tiene mucha obra, y que va a traducir Ángel Rupé[ 87 ]
rez. Esperamos publicar también una antología de Hofmannsthal en traducción de Jaime Siles. J.E.M. Hablando de otro tema, tengo la idea de que el viaje que hiciste a China hace un par de años ha dado origen quizá al próximo de tus libros. A.C. Es un libro que acabo de terminar en estos días. Se titula La simien-
te enterrada, con el subtítulo de Un viaje a China. Partí de las anotaciones que hice durante el viaje para escribir un artículo o un ensayo, pero tales notas han dado en realidad un libro que no es una crónica del viaje, aunque al mismo tiempo sí lo es: el diario del viaje es la hilazón, la trama del libro, pero el viaje me ha servido para decir otras cosas, que a mí siempre me han interesado mucho, sobre la poesía y el pensamiento chinos. Hay incluso una pequeña historia novelesca muy sutil que se desarrolla a lo largo del libro, que es el encuentro en un rastro, en un mercado, con un pequeño Buda que acompaña al viajero; el libro es tanto el viaje geográfico como un viaje interior de iniciación. J.E.M. Contabas a los alumnos del curso que en este momento estabas escribiendo cuentos. A.C. Con estos cuentos, como con los que ya he publicado, sigo en este
mundo del Noroeste. Escribo, pues, nuevos cuentos que tienen como telón del fondo el Noroeste de mis orígenes, las tierras de Petavonium, que no es nombre mítico ni literario, sino muy real, el espacio de mis vivencias. Se trata de una nueva profundización en la memoria, a raíz de la restauración de la casa de mis abuelos que yo heredé al morir mi made; restaurando la casa me pareció que también restauraba un poco mi psique, a la vez que rescataba el pasado. Era una casa que había estado cerrada treinta años, abandonada, ruinosa en algunas de sus partes. Fue algo muy fuerte aceptar ese pasado que a veces volvía de una forma dura e irresistible; pero al final la creación acabó siendo sanación; en los cuentos hay este componente de terapia que yo también atribuyo a la literatura y que creo que es muy importante.
Orfeo y los símbolos J.E.M. Por eso me parece a mí que Orfeo, símbolo de plenitud y de armonía, pero que también tiene el aspecto de sanador, puede ser el gran símbolo que compendia lo que es tu poesía. A.C. La visión órfica de la realidad va unida a un tema muy presente en
mi obra, como es el de la armonía, que, como el término “mansedumbre”, no remite a la anulación, a la evasión, a lo disperso, a lo ilusorio; “armonía” es un término dialéctico; la armonía es lo que llega después [ 88 ]
En Pekin (abril de 2002).
de la prueba, después de la dificultad y del dolor, después incluso de la muerte; la idea de armonía como resonancia de vivencias y también de fusión con el Todo es una idea de sentido órfico plenamente. En los últimos libros míos de poemas, más que la idea de fusión está la idea de aceptación del Todo; hay una mirada piadosa que acepta la Totalidad. J.E.M. Cuando uno observa, como lector, esta sexta edición de tu poesía completa bajo el título de El río de sombra, y la ve tan determinada ya, con sus etapas, con ese último momento centrado en la “poética de la mansedumbre”, tiene el derecho a preguntarse si hemos llegado al ciclo completo de tu poesía. A.C. Cuando terminé Noche más allá de la noche, tuve la sensación de que
no iba a escribir más. El libro termina con un verso que decía “adiós a la palabra, escoria de la luz”; pero el caso es que fueron surgiendo cuatro libros más. Ahora, tras Tiempo y abismo, pienso que se ha cerrado un ciclo, pero la creación es un misterio. Además, creo firmemente que la poesía no es, como se dice, cosa de juventud; por el contrario, a medida que la vida del hombre avanza, la poesía se ahonda con una mayor carga reflexiva. Es un proceso unido al proceso vital. Yo no tendría tampoco inconveniente –lo digo con la mayor sinceridad– en dejar de escribir si la vena poética se secara o si no tuviera nada que decir. Lo cierto es que cada poeta tiene un ritmo creativo. Hay poetas de un solo libro o poetas de una obra muy reducida. Yo he necesitado varios libros para expresar lo que quería decir. [ 89 ]
En Valle de Vidriales (Zamora, 2005).
[ 90 ]
J.E.M. Me gustaría que habláramos un poco de métrica y de ritmo. Tú siempre has dado mucha importancia al ritmo. A.C. Hay dos medidas o dos metros en los que me he sentido más cómo-
do: el endecasílabo y el alejandrino. Valoro mucho el ritmo, la musicalidad del verso. Siempre he dicho que a un poema le podemos quitar todo, la rima, la medida, las imágenes, pero no podemos quitarle el ritmo, que es lo que hace que un verso sea verso y no prosa cortada. El ritmo es el ritmo del verso, el ritmo de la respiración con la que se lee el verso... y, en definitiva, una condición imprescindible para que el verso sea verso y el poema sea poema. J.E.M. En poemas tuyos en verso libre, como “La tumba negra”, ¿cómo se sustenta el ritmo? A.C. “La tumba negra” es un poema bastante libre en su forma. Algu-
nos versos están medidos, pero otros no responden a una medida preestablecida, aunque no carecen de ritmo. Es un poema sorprendente también para mí, porque a veces tiene un tono coloquial muy sencillo; pero he procurado que siempre tenga su ritmo, su música. J.E.M. ¿Y qué sucede en la traducción? A.C. El problema es muy interesante y se me ha planteado en mis tra-
ducciones del italiano, que es una lengua muy concisa. A veces, un endecasílabo italiano es casi un alejandrino en español. A la hora de traducir mantengo la medida hasta donde puedo, pero prefiero darle siempre prioridad al contenido, por lo que no mantener la misma medida que el original resulta un asunto secundario. J.E.M. Hablemos de los símbolos. El lector de tu poesía capta toda una serie de símbolos que la recorren. Uno muy destacado es la piedra. A.C. La piedra nos lleva a otro símbolo que es el de las ruinas. Al igual
que hablamos de ruinas fértiles, de ruinas que tienen un sentido, la piedra tiene una gran riqueza simbólica. Jung nos dice que la piedra es energía indestructible. Cuando observamos una piedra labrada, aunque tenga pocos signos, nos parece que nos transmite el mensaje de una gran intemporalidad. La piedra es la permanencia frente a lo pasajero, lo resistente frente a lo débil, y una piedra sobre otra, el muro, denota también una permanencia que va más allá de la persona que lo construyó. J.E.M. Otro símbolo fundamental es la noche. A.C. La noche y la luz. Son los dos grandes símbolos de la dualidad. La
luz es una realidad física, la luz fogosa del Mediterráneo, la luz más perfilada del norte...; pero es también la luz del conocimiento. De la misma manera, la noche es la noche oscura sanjuanista, es la sombra jungiana; la noche es también el útero que nos acoge; la noche es la [ 91 ]
noche de los románicos, la noche que oculta los misterios... Pero en mi obra hay otros símbolos relevantes: el camino, el bosque, con doble lectura: el bosque en el que se reflexiona y el bosque que se atraviesa, el camino del caminante y el camino de la vida, el camino interior y el exterior; otros símbolos son el mar, la fuente... J.E.M. Y el jardín, el viaje... A.C. Este último símbolo se ve bien en “La tumba negra”. Allí hay dos
viajes: uno es geográfico y otro es el viaje interior. J.E.M. Ya que ha reaparecido “La tumba negra”, es significativo que en tu obra haya dos poemas muy extensos, algo infrecuente en la poesía española actual: ese y “Sepulcro en Tarquinia”. A.C. El poema es como ese manantial del que nace un hilillo de agua y
luego va creciendo. Escribí “Sepulcro en Tarquinia” en varios momentos, no de un tirón. En el caso de “La tumba negra” tenía los primeros versos, pero no había programado un poema extenso. Y algo parecido sucede con otro poema dialogado, “La muerte de Armonía”, que quizá sea uno de mis poemas más reflexivos y que yo valoro mucho, aunque es a veces algo hermético y está más cerca del pensamiento que de la emoción. J.E.M. “Sepulcro en Tarquinia” mantiene una tensión lírica mayor, mientras que “La tumba negra” está más cerca de la anécdota contada. Quizá sea muestra de la evolución de tu poesía hacia una mayor clarificación. A.C. Es interesante esa afirmación. Estos poemas prueban que mi poesía
ha evolucionado. Y prueban también que hay dos estéticas. En “Sepulcro en Tarquinia” anida la estética del fulgor, de la llama, de lo fogoso –dicho metafóricamente–, mientras que “La tumba negra” responde más a la expresión de una idea. Por otra parte, son tiempos también radicalmente diferentes: “Sepulcro en Tarquinia” podría ser una historia intemporal, mientras que “La tumba negra” es un poema muy del siglo XX. J.E.M. En “La tumba negra” está muy presente algo que puede rastrearse a lo largo de tu obra: la música, Bach... A.C. Habría que remontarse a los años de educación estética, que ras-
treó esta mañana en su ponencia sobre Un año en el sur Natalia Álvarez. Las resonancias musicales pertenecen al sustrato autobiográfico del libro. La música es un complemento ideal de la poesía y Orfeo es el símbolo por excelencia de la musicalidad que proporciona la armonía y que nos amansa. Está, además, la “música de las esferas”, que es una idea que me interesa mucho. El fray Luis que me interesa más es éste, el de resonancia órfico-pitagórica, en el que yo me fijé en mi ensayo sobre él incluido en Sobre la Vida Nueva. [ 92 ]
J.E.M. Orfismo, pitagorismo, sufismo..., están muy presentes en obras como Noche más allá de la noche y Jardín de Orfeo; no sé si siguen presentes en la última etapa de tu obra. A.C. Yo creo que sí; por ejemplo, en la idea de la respiración, que se pro-
longa hasta el último libro. Y está en el poema “En la luz respirada”, del que hemos tomado el título para tu edición de Cátedra. El tema de la respiración está también en un poema que yo valoro mucho, que es la “Letanía del ciego que ve”; y esa visión del mundo como unidad, ese afán de fundirse con el Todo, la mirada de aceptación, de piedad, también se ve en el mensaje final de Tiempo y abismo, que es el de las “Cinco canciones con los ojos cerrados”. J.E.M. Saliendo fuera de tu obra, tengo la impresión de que en el momento actual una buena parte de los que se ha llamado “poesía de la experiencia” ha evolucionado en pocos años hacia un tipo de poesía que yo he llamado de la conciencia, pero cuya seña de identidad es el tono reflexivo que adopta. A.C.Yo vengo observando un clarísimo giro de los gustos. El poema de
la experiencia ha sido sustituido por una poesía más cercana a lo metafísico, hay un regreso también de la cultura –no del “culturalismo” ligero–, y es lógico que la poesía y las poéticas evolucionen, no concebimos una estética que se prolongue durante 50 años. J.E.M. Es curioso el hecho de que en esta zona de Castilla y León la poesía de la experiencia no haya prácticamente existido. Yo veo dos grandes vías, una que parte de Claudio Rodríguez, donde las cosas son signo de algo más, y otra vía que podría partir de Gamoneda y todo su discipulazgo, formalmente avanzada y de acceso más complejo. A.C. Así es. Esto destruye un poco el tópico de las generaciones. Yo creo
mucho en estas voces que nacen en unos espacios determinados. Todos admiramos mucho –por citar otra comunidad– el fulgor y la brillantez de los poetas andaluces de ayer y de hoy, pero esta comunidad de Castilla y León tiene unos valores y una concepción de la poesía que vienen de muy atrás, de fray Luis, San Juan de la Cruz, los místicos, y que llegan a un nombre como Claudio Rodríguez. Tras esta conversación, todos los asistentes al curso, con el propio Antonio Colinas, recorrimos la senda del oso, con el calabobos empapándonos los huesos. No vimos al oso, pero dispusimos de horas para disfrutar de la presencia y de la palabra del poeta.
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Antonio Colinas en Aranjuez (Madrid, 1968).
La palabra nueva Francisco Estévez*
C
UANDO LA TRADICIÓN SIRVE COMO CATAPULTA,
se producen obras de singular altura y belleza, como la de Antonio Colinas. De este modo, un río de sombra orilla la gran veta lírica española. La razón soñada que resulta ser su poesía proviene de honda evocación. Una concepción de la palabra como aspiración hacia lo sublime. La fidelidad a su propia voz le permite emprender un viaje hacia sí mismo que le lleva a la recuperación de lo que ya anunciaba el poeta griego, Seferis: “la misión poética es preservar lo que hay de vivo en la larga tradición”. Paradoja de los tiempos, cuando la poesía plena y pura no corre como manantial cristalino, un río de sombra subterráneo riega nuestras esperanzas. Hagamos una cala en sus aguas. cxz
Parece que tras la edición crítica que ha realizado Cátedra de tres de sus más significativos poemarios (Sepulcro en Tarquinia, Noche más allá de la noche y Libro de la mansedumbre) el tiempo confirma un debido reconocimiento a su persona. A.C. En verdad era muy necesaria esta edición crítica de tres de mis
libros más emblemáticos, que representan tres etapas centrales de mi poesía: la que podríamos reconocer como italiana o cultural, la de carácter más reflexivo y metafísico, y la humanista. También leyendo las pruebas de esta edición me alegró el reconocer cómo se mantenía en el tiempo mi voz poética, la resistencia en el tiempo de ésta y mi fidelidad a ella, más allá de la evolución que ha tenido el conjunto de mi poesía. La crítica más aguda no ha dudado en denominarle poeta por antonomasia a pesar de su prolífica producción en otros géneros: novela, traducción, ensayo... Y es que, como usted no se cansa de repetir “la escritura es, para mí, un modo de ser y de estar en el mundo”. A.C. Creo, en efecto, que la poesía es el substrato o nutriente de mis
libros, aunque éstos hayan sido escritos en otros géneros. Desde luego, la poesía es la razón de ser de mi vida, en la medida en que siempre he creído en la relación existente entre la experiencia de ser y la experiencia de crear. Poesía y vida siempre han ido en mi fundidas. De ahí el que hoy piense que ser poeta es simplemente una manera de ser y de estar en el mundo. Sabemos que el poeta es humanamente un ser como los demás, pero a la vez no lo es, en la medida que pone en su palabra una apuesta por la palabra a contracorriente, la palabra que quiere ser nueva. * Publicado en Cervantes, Roma, Año IV. nº 6.
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La constante reedición de su poesía completa le permite refinarla con mínimos cambios y agrupaciones. A.C. En las sucesivas ediciones de mi poesía apenas he hecho cambios.
A mí me gusta hablar más de poesía reunida que de poesía completa. Ahora Visor acaba de publicar la sexta edición de El río de sombra, 35 años ya de poesía, de fidelidad a esa voz de la que antes hablaba. También publicará el año que viene Sepulcro en Tarquinia, un libro que cumplirá los treinta años de existencia y que irá acompañado con un disco que recogerá la grabación de los poemas. Esta fidelidad pasa también por hacer correcciones mínimas de los textos. La Trilogía de la mansedumbre abierta con Los silencios de fuego y Libro de la mansedumbre queda completa con Tiempo y abismo. ¿Hacia dónde cree que se dirigirá esa equilibrada voz que legró últimamente reclama silencio? A.C. No sabría decírselo. Todo poema nuevo, o etapa nueva en poesía,
es un misterio. En efecto, parece que el ciclo que podemos reconocer como “humanista” se ha completado con Tiempo y abismo, y no sé –aunque lo intuyo– por dónde puede seguir mi poesía su camino. También es cierto que a medida que uno avanza en años, la llamada del silencio es cada vez más fuerte. Acaso, al final, el poema ideal sea el que está escrito en una página en blanco; pero a juzgar por alguno de los poemas inéditos que he escrito, creo que voy a insistir en ese tono humanista de mis poemas últimos; tono que refleja la experiencia de ser con todas las consecuencias. Apoyándose en María Zambrano recordaba usted que “los símbolos de la realidad no son otra cosa que el lenguaje de los misterios”. En otro lugar ha hablado de los símbolos más recurrentes en su poesía: la noche, la isla, la piedra. De su cercanía a los místicos podríamos mencionar la luz, el agua, el fuego, la fuente, el pozo. ¿Podría arrojar algo de claridad sobre ellos? A.C. Desde luego los símbolos y su “lectura” son algo primordial en mi
poesía. Precisamente el estudio crítico que ha escrito el profesor José Enrique Martínez al frente de En la luz respirada, incide en este tema esencial. Quiero decir que el estudio rehuye los tópicos sobre los “novísimos”, tan desgastados, así como las connotaciones puramente generacionales, para abordar esa visión esencial de mi obra, partiendo precisamente de su simbología. En los momentos de duda o de crisis el ser humano, y en particular el poeta, no hace otra cosa que leer o interpretar símbolos. Jung ha escrito mucho y de manera fundamentada sobre este tema. En su estudio de Fray Luis de León afirma “Las palabras nuevas [...] las que abren caminos en noches oscuras”. ¿Su experiencia poética le posibilita ese tipo de conocimiento más global de la realidad?
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A.C. Ese sentido de la palabra nueva que es la poesía es un remedio efi-
caz para abordar lo que Juan de la Cruz reconocía como “noche oscura del alma”. Desde luego, además de muchas otras cosas, la poesía es una vía de conocimiento, un medio ideal no sólo para valorar e interpretar la realidad, sino también para trascenderla fértilmente en esos momentos de prueba o de crisis. En la evolución de su voz, el lenguaje, quizá por la vía de la reflexión, ha ganado en síntesis. A.C. Yo siempre le he exigido al poema que tenga intensidad. Esta intensidad pasa, desde luego, por un afán de que el poema sea microcosmo, es decir, síntesis de muchas cosas; o de que el poema posea lo que Ezra Pound reconocía como “voltaje”. El poema se distingue de la prosa precisamente por eso: por su intensidad. De no ser así, el poeta podría engañarnos y ofrecernos como poesía –algo que a veces sucede, sobre todo con una poesía excesivamente plana, “desvitaminada”, como la llamaba José María Valverde– lo que sólo es prosa cortada cuidadosamente en trozos; se trataría en estos casos de un lenguaje que pretende hacerse pasar por poético, pero que no lo es, pues en él no hay ritmo, ni tensión poética. La última vez que se despidió de la palabra (“Adiós a la palabra, escoria de la luz” en “Post-Scriptum”, Noche más allá de la noche) tardó tres años en salir de la luz del silencio. En este Tiempo y Abismo sentencia: Adiós, palabra, adiós. ¿Cuándo volverá a esa oscuridad de la escritura? (rezamos para que se de pronto el salvífico verso inicial) A.C. Yo le concedo mucha importancia a esos años de silencio que hay
entre libro y libro de poemas. Hay poetas que tienen el don de escribir un poco cuando quieren. A mí me resulta imposible, pues sólo escribo cíclicamente, cuando poseo un –vamos a llamarlo así– estado de ánimo especial; un estado que suele ser de equilibro y de plenitud anímicos. De ahí el que no suela forzar nunca el nacimiento del poema. A veces, como en esos casos que me cita, la finalización de un libro es en mí una clara llamada al silencio absoluto, pero lo cierto es que la palabra poética regresa cuando menos lo esperamos. Esa necesidad de silencio creo que contiene también una gran exigencia creadora. En el canto XIX de su libro Noche más allá de la noche ¿podemos intuir su iniciación poética? (“Allí, en un nocturno, fui iniciado por alguien/ .../ de sus muros, oír y ver cómo ascendía/ la voz del almuecín, la palabra de Dios”). A.C. Alude a un momento especial que yo recuerdo en mi novela Un
año en el sur, a un momento concreto en el que re-nacemos a una nueva realidad. Ese es también el momento en el que la poesía se nos revela [ 97 ]
como vocación, o como misión. Es una iniciación que nos viene como del más allá y que proporciona a nuestra vida un sentido de trascendencia. Desde entonces, somos otro tipo de persona. El título con el que obtuvo el accésit del premio Adonais, Preludios a una noche total, anunciaba ya su afinidad musical en aquellos poemas líricos de suave corte neorromántico. La música llega a convertirse en el tema recurrente de su poesía más ignorado por la crítica. A.C. La música es uno de los temas o presencias más significativas de
mi poesía. No sólo la poesía como tema –esto se ve muy bien en “La tumba negra”, el largo poema que cierra mi Libro de la mansedumbre. Este poema es un homenaje concreto a Bach y a la música, además de muchas otras cosas: una reflexión sobre las dos Alemanias de un tiempo, sobre los totalitarismos del siglo XX, los símbolos del viaje y de la frontera, etc. Pero también en el poema hay otra música o ritmo, que son los del propio poema. De tal manera que el sentido órfico de la poesía me parece extremadamente importante. De ahí, sí, esa musicalidad que creo que es uno de los fundamentos de mis poemas. ¿Qué nos dice acerca del tema de la muerte o como gusta decir del más allá? A.C. La muerte es el tema central de Tiempo y abismo, el último de los
libros que he escrito. La muerte, que es sin duda uno de los grandes temas de la tradición poética; un tema recurrente, aunque un crítico, al abordar este libro, lo reconociera como “un tema habitual” (se refería en concreto a la muerte del padre). La muerte tiene también un sentido muy especial: es representación ideal de lo que llamamos “más allá”, y nos suscita preguntas graves, las que nos llevan a esa realidad que está detrás de la realidad que los ojos ven. Porque el poeta no es un fotógrafo o un copista. La palabra del poeta se debe distinguir de la del prosista porque se esfuerza por trascender la realidad que los ojos ven para apresar otras realidades. Con ello no estoy negando el sentido “testimonial” que a veces puede tener el poema verdadero, pero no toda poesía es o debe ser obligadamente testimonial, “fotográfica” Se acusa, con cierta superficialidad, a su poesía de estar ebria de paisaje A.C. Yo hablaría de naturaleza, más que de paisaje. No podemos negar
la importancia de la naturaleza en la poesía, y no sólo porque es un tema que está en la tradición literaria universal, desde Hesíodo y Homero hasta nuestros días. O en momentos verdaderamente grandes del espíritu humano, como fueron el Renacimiento o el Romanticismo. Los reparos en literatura hacia el sentimiento de la naturaleza provienen de que la interpretamos mal. La naturaleza no es, como se cree a la ligera, lo “paisajístico”, la expresión de “lo rural”, “lo costumbrista” o incluso [ 98 ]
El compositor inglés David Hoyland y Antonio Colinas en Salamanca (2004).
lo que reconocemos como lo “noventayochista”. Todas estas son interpretaciones muy parciales. La naturaleza –como lo fue para el Romanticismo esencial–, es una especie de fuente que no cesa de manar y de proporcionarle al poeta una información muy rica. La naturaleza, como escribía un sufí, no es sino una especie de “libro abierto” en el que simplemente tenemos que leer, porque ya está casi todo escrito en ella. De lo que se trata, en consecuencia, es de saber leer ese libro abierto e interpretarlo a través del poema verdadero. O, por volver a recordar lo que hemos comenzado diciendo en esta entrevista, leer símbolos y señales. Los taoístas, o toda la tradición iniciática, sabía de ese manantial fecundo que es la naturaleza. ¿Cómo la va a desaprovechar por ello, el poeta? Si, como afirma, el fenómeno de la creación poética tiene un carácter interdisciplinar quizá sea por ello que no nos deba extrañar que algunos de sus poemarios se acompañen de grabados o dibujos que ensalzan la voz. A.C. A veces no es fácil establecer la interrelación entre obra escrita y
obra gráfica, pero qué duda cabe que a veces se establece un diálogo fecundo con las otras artes. Yo he colaborado, en diversas ocasiones, con pintores y con músicos, y el resultado suele ser bueno, siempre que haya sintonía entre ambas formas o mundos creativos, y que se respeten; no tiene el uno por qué “interpretar” al pie de la letra al otro. La palabra poética se manifiesta en usted como necesidad primordial, como desgarro, ensalmo, invocación, plegaria, imprecación, amenaza. A.C. La palabra poética es, como he venido diciendo, ante todo, palabra
nueva. Ello quiere decir que, a la vez, es palabra primordial, palabra del origen, fundadora. Esta es otra de las características que distinguen al [ 99 ]
lenguaje poético del lenguaje habitual o coloquial. La palabra poética tiene a veces mucho de plegaria, en el sentido más genuino de este término: diálogo con lo que desconocemos, con lo que está más allá, que por cierto es mucho. Así nació la poesía en los orígenes, sin ese sentido erudito o exclusivamente “literario” con que tendemos a contemplarla en nuestro tiempo. La palabra poética era y es, por ello, palabra germinal. En ella sus sentidos y significados se irisan, son múltiples. Lo ha contado en varias ocasiones pero ¿podría repetirnos como experimenta el proceso creativo? A.C. Ya lo he dicho: necesito un estado de ánimo especial. Sin él, nunca
llega ese primer verso que alguien dijo que nos dictan, que nos regalan. Luego, ese primer verso va tirando de los demás y así nace el poema. Cuando el conjunto de poemas tienen sentido y unidad se logra el mensaje de conjunto, pleno, el libro. Este es mi proceso de creación, que desde luego no tiene por qué ser el de otros poetas. Su anhelo de armonía entre reflexión e irracionalidad, razón y sentimiento estaría representado en nuestra tradición más inmediata por Antonio Machado y el último Juan Ramón Jiménez. No en balde a estos autores pertenecen los poemas que le desvelaron el milagro iniciático de la poesía. A.C. Así es. Antes de leer a esos dos poetas yo ya había leído otros, pero
sólo con ellos se me revela la poesía de manera especial. Para mí el poema ideal es aquel en el cual el poeta siente y piensa en la misma medida, con un gran equilibrio, en los límites entre la razón y el corazón, por decirlo de una manera tópica. En ese punto del poema ideal es donde brota también uno de los sentidos que tiene la palabra armonía; concepto del que yo me he ocupado de una manera especial en mis dos “Tratados de armonía”, editados por Tusquets. Es un concepto que revela muy bien lo que Jung reconoció como pleroma, es decir, con un estado de plenitud existencial, por más que sepamos que este estado sea transitorio. La armonía es también el estado en el que se unifican los contrarios. Ahora estoy trabajando en el que va a ser el “Tercer tratado de armonía”, con el que quizá cierre este ciclo de libros de aforismos, o, como yo prefiero llamarlos, de “contemplaciones”. Del Romanticismo se queda con la idea de infinito, de belleza, de sueño, la fusión con la naturaleza, ¿Cómo afecta a su poesía? A.C. Me interesa, en efecto, ese Romanticismo de mirada global, que se
esfuerza por fundir distintas fuentes de conocimiento y que siempre tiene sentido de infinitud. Es un Romanticismo que nada tiene que ver con el español, que yo he reconocido con humor como un poco de “cartón piedra”; un Romanticismo de carácter más lastimero o necrófilo. [ 100 ]
Si hasta la palabra va contra la armonía del universo, ¿su último y mayor libro será el silencio? A.C. Bueno, ésta es una idea para aludir a un principio que en física se
reconoce como de “entropía”. A la larga, cualquier causa o efecto pueden afectar al todo. En este sentido, hay un silencio fértil del que brota la armonía, pero qué duda cabe que la palabra puede ser también creadora de armonía y, de hecho, lo es en el poema logrado. Sus libros de ensayo suelen ser una suerte de poética admirada en el estudio de otros creadores. A.C. Así es sobre todo en los estudios biográficos que he escrito de tres
poetas, Aleixandre, Leopardi y Alberti. Sin embargo, cada uno de esos estudios nacen por una razón particular. En Aleixandre reconozco, junto a María Zambrano, uno de los dos maestros que he tenido. Leopardi va unido a los años que viví en Italia, aunque también me interesa mucho esa etapa central, decantada y pura, de sus Canti. El libro sobre Rafael Alberti supuso una difícil inmersión en el tema complicado y terrible de la Guerra Civil. Por eso, además de la biografía de los meses que pasó el poeta en una isla del Mediterráneo –en Ibiza, en el verano de 1936– es el primer libro escrito sobre la Guerra Civil en esta isla, un tema que era tabú hasta entonces. También me ha gustado mucho tratar en mis libros de ensayo los temas de mística universal, los de orientalismo, los relacionados con autores de la tradición hermética, los de simbología, etc. Ha presentado su lejanía del sur andaluz, aquel que bautizó sus retinas poéticas, como una suerte de exilio (“Retrato”, “Jardín de Orfeo”). ¿Por qué? A.C. Yo descubro la poesía en tierras andaluzas, en Córdoba, a mis die-
ciséis años. Uno es, en buena medida, no sólo de donde nace sino también de donde vive ese tiempo decisivo de la adolescencia. Como decía antes, en la adolescencia uno re-nace a muchas cosas: a la creación artística, al amor al arte, a lo sagrado, a determinadas lecturas... Eso se dio en mí durante aquellos tres años andaluces, entre mis 15 y mis 18 años. Un año en el sur es una novela, un relato de ficción en su trama, pero nunca negaría en él el substrato autobiográfico –formativo, de iniciación–, del mismo. Ahora que ya está lejano de cualquier sur, ¿cuál es la luz que le llega? A.C. Hago todo lo posible porque la luz que me llegue sea la luz del
conocimiento, una luz que ilumina esa realidad que está detrás de la realidad. Hay una presencia de diversas luces físicas en mi vida y en mis libros, pero esa luz última que me interesa va muy unida, como he comenzado señalando, a la experiencia de ser; a la experiencia de ser en un alto grado de consciencia. Bajo este punto de vista, la luz es un sím[ 101 ]
Antonio Colinas en el Palacio de las Conchas (Salamanca, 1999). Foto: Almeida
bolo primordial e ideal; esa luz es el reverso de la sombra, termino también de raíz jungiana y no necesariamente negativo. Y hay esa luz fogosa, blanca, de mis poemas en la que el ser deshace los contrarios y se unifica. El viaje interior y exterior ha sido también una de sus constantes temáticas. A.C. De la misma manera que “leemos” en la luz física y en la luz del
conocimiento, también los seres humanos recorren a lo largo de la vida [ 102 ]
un camino físico. O quizá innumerables caminos. Pero el viaje esencial es siempre un viaje interior, ese que nos ayuda a cada uno a ser lo que debemos y tenemos que ser. En muchos de mis poemas hay, por eso, una doble figura del viaje. En el primer volumen de Del pensamiento inspirado he recogido un largo ensayo que titulo “El viaje de sentido trascendente”. Ha contado en algún sitio su imposibilidad de volver al sur, expuesta de forma lírica e indirecta en “Veinte años después” y “Carta al sur” (Jardín de Orfeo). A.C. La imposibilidad alude siempre al regreso a aquel sur de la ado-
lescencia. Luego, he regresado y regreso siempre que puedo a ese sur concreto de Córdoba, pero como sucede en mi poema “Veinte años después”, ese sur ya no es aquel de entonces. Nadie regresa al tiempo esencial del pasado si no es a través de la creación, de la memoria. De viajar, ¿dónde se dirige? A.C. Depende de a qué viaje se refiera ¿a un viaje físico o al viaje del
conocimiento, al viaje interior? A medida que el tiempo avanza uno va descreyendo bastante de los viajes físicos, mientras que cada vez es más comprometedor el viaje interior. De tener que continuar su conocido “Retrato” (Jardín de Orfeo), ¿qué diría de Salamanca? A.C. En mi libro Tiempo y abismo hay un poema titulado “La encendida
colmena” que explica muy bien lo que puede significar para mí Salamanca en estos momentos; o, en otro poema, “La casa de los veranos de oro”, la casa de mis abuelos, en un valle del noroeste, en el que paso cada vez más tiempo. La nueva edición de El río de sombra, mi poesía reunida, se distingue de las anteriores porque incluye dos libros nuevos, el primero y el último que he escrito, Junto al lago, un libro de amor juvenil que permanecía inédito y Tiempo y abismo, el último escrito hasta el momento. Un libro abre un círculo en el noroeste que cierra el otro en los mismos espacios con la sección “Penumbras del noroeste”. En sus tiempos de lectorado descubrió Italia y de ella ha escrito páginas deliciosas para los que residimos aquí. ¿Qué maravillas nos revelaría de Roma? (Nosotros tres quedamos/ robando a Roma sueños destrozados) A.C. Roma está muy presente en mi memoria vital y creativa y, en con-
creto, la romanización. He nacido en unos espacios, esos a los que aludía del noroeste español, que fueron muy romanizados a causa de Las Médulas, las mayores minas de oro del imperio romano. Este hecho explica muchas cosas. Los campamentos romanos de Petavonium, cercanos a donde yo pasaba los veranos de mi infancia y de mi adolescencia,
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también están presentes en esa memoria y, concretamente, en mis poemas y en algunos de mis relatos cortos. Quiero decir con ello que, para mí, la presencia de lo romano y, por extensión, de lo italiano, no es sólo una vivencia meramente literaria, a la manera de cómo lo ha sido para algunos poetas de mi generación, sino que es una presencia muy arraigada en mis vivencias primeras. ¿Podría ofrecernos alguna intuición más acerca del titulo, El río de sombra, bajo el que recoge su suma poética? (extraído del poema homónimo en Astrolabio) A.C. Es un título claramente dual, en lo que a sus significados se refie-
re. El río remite a los ríos leoneses de mi infancia, pero también al río de la vida. La sombra es el reverso de la luz, el lado difícil u oscuro de la existencia, la prueba. En definitiva, ese río se parece bastante al manriqueño de las Coplas, al río de la vida que va a dar a la mar; pero creo que, a la vez, posee una plasticidad que está muy en consonancia con mi poesía, con esa intensidad que yo siempre he perseguido para mis poemas.
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[III] Epílogo: Imágenes de Antonio Colinas por JOSÉ LUIS PUERTO
Antonio Colinas. Retrato de JosĂŠ Tauste, 1996.
Imágenes de Antonio Colinas José Luis Puerto
H
al acercarnos a la vida y a la obra de Antonio Colinas y que aparece cifrado por nombres como los de disponibilidad, o entrega. Porque toda creación, cuando es verdadera –y la de nuestro autor lo es en alto grado–, lleva en su misma sustancia una actitud moral. Y la actitud que percibimos en el quehacer creativo y vital de Antonio Colinas es la de una disponibilidad, la de una entrega, que configuran un mundo propio –a través de un decir impregnado de emoción, de intensidad, de reflexión, de sabiduría y de belleza– del que los lectores nos beneficiamos. Esta actitud, en unos tiempos tan pragmáticos, calculadores e interesados como los que nos toca vivir, supone un itinerario a contracorriente de los modos usuales de estar en la creación, en la poesía y en la literatura; pero es fecunda y beneficiosa, porque entronca con los logros más altos de la cultura occidental, a la que un escritor como Antonio Colinas sigue renovando y revitalizando desde una perspectiva abarcadora y humanista. Edmond Jabès afirma que la salvación se encuentra en la disponibilidad del hombre, del creador, para convertirse él mismo en don, en ofrenda, para convertir su palabra en un territorio en el que todos puedan reconocerse, pues en el ámbito de la palabra poética que emerge de la verdad del hombre nadie se siente extranjero. Todo esto lo percibimos, de un modo muy intenso, cuando recorremos los diversos caminos, los distintos itinerarios, por los que la obra de Antonio Colinas nos conduce. Una obra y un autor abarcadores, que nos transmiten distintas imágenes que hemos de saber captar para componer y comprender ese todo configurado por un escritor que, más allá de los convencionalismos literarios, ha sabido fundar y perfilar un espacio creativo propio en el que se conjugan, de un modo conseguido, distintas tradiciones esenciales de la poesía y del pensamiento, con el propio impulso creador que nace del centro del espíritu. De un modo esbozado y sucinto, trataremos de plasmar las distintas imágenes que nos transmiten la vida y la creación de Antonio Colinas, convirtiéndolo en uno de los autores más significativos de la literatura española de las últimas décadas. La primera imagen que se nos impone es que estamos ante una obra imantada toda ella por la poesía y por lo poético, algo que le confiere unidad y coherencia. Antonio Colinas, antes que otra cosa, poeta. Y lo poético atraviesa todo su quehacer y su escritura toda, sea del género que sea. AY UN TERRITORIO QUE SE NOS IMPONE
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Hasta sus versos llega, y en ellos se renueva de un modo conseguido, la gran tradición central de la poesía europea y española: ésa que se funda en la modernidad renacentista, bebiendo en las fuentes del clasicismo greco-latino, que luego se renueva a través de la intensidad romántica, que enriquece sus veneros con el simbolismo y que llega a la contemporaneidad, ya consolidada, a través de escrituras que sintetizan para todos tal tradición poética, como las de Rainer María Rilke o Juan Ramón Jiménez, y que la ensanchan a través, por ejemplo, de nuevas vías metafísicas. En esta tradición está la poesía de Antonio Colinas, a ella pertenece con derecho propio y, acaso, hoy, en nuestra lírica sea el poeta en español que más la está renovando en nuestros días y desde hace ya casi cuarenta años. En la poesía de Antonio Colinas, hay vibración, musicalidad, emoción, hondura, tejido hermoso de símbolos y gran capacidad de simbolización como modo privilegiado del conocer, amplia cosmovisión del ser humano y del mundo, raíz y universalidad, cántico y elegía, cultura y vida, meditación e indagación en el otro lado de la realidad. Es una de las líricas más luminosas del panorama poético español de las últimas décadas y acaso de toda nuestra poesía contemporánea. Cuando canta las tierras altas de la Meseta, las más cercanas y queridas del Noroeste, los mitos del Sur, los dilatados espacios mediterráneos; cuando utiliza un alter ego (Hölderlin, Novalis, Casanova...) para expresar con intensidad su propio sentir; cuando se sirve del arte, de la música, de las letras, de la cultura..., para dar vía a un fluir lírico emotivo, meditativo e intenso; cuando respira el mundo desde el centro del bosque, que es el centro del ser; cuando recurre a la naturaleza como puerta que guarda y que revela el territorio del misterio más fascinante; cuando evoca a los seres próximos y más queridos; cuando teje su decir con los hilos de los universales: amor, muerte, vida, tiempo...; en todos los momentos de su poesía, la escritura de Antonio Colinas está atravesada por esos dos requisitos que propugnara Keats, como fieles expresan la validez de una obra: verdad y belleza. Porque en la escritura de Antonio Colinas no advertimos registro alguno impostado. Es, sin más, hermosa y verdadera. Y esta primera imagen de lo poético, que nos llega de Antonio Colinas, no sólo la advertimos en su lírica, sino también en su narrativa –en sus dos hermosas novelas y en sus cuentos hasta ahora publicados–, en esos sucesivos tratados de armonía, e incluso en su muy conseguido libro de viajes por China, en los que el autor nos vierte no sólo una visión intensa y lúcida sobre la iniciación vital humana, sobre los espacios del origen y los de elección, sobre el amor y otros universales, sobre otras culturas..., sino también un modo, de clara estirpe moral, de entender el mundo, en la línea de las grandes corrientes de la mística [ 108 ]
universal, tanto orientales como occidentales, de los tratados morales (Marco Aurelio y otros varios), así como del humanismo occidental. Una segunda imagen que nos transmite la escritura y la figura de Antonio Colinas es la del ser y del escritor no dogmático, no encerrado en sí mismo, sino abierto al diálogo, continuo y permanente, con distintas culturas, con distintas tradiciones, con distintas corrientes místicas y espirituales, con las obras de los grandes autores y maestros (Dante, Fray Luis de León, San Juan, Leopardi, Juan Ramón Jiménez, Aleixandre...); mostrándosenos, en este aspecto, como un creador y un estudioso atento a lo que son los grandes logros del espíritu, capaces de enriquecernos y de humanizarnos, de hacernos mejores, por su capacidad de conjurar cualquier tipo de barbarie. Vinculadas con esta imagen del ser y del escritor dialogante están otras varias de sus facetas intelectuales y creativas. Por una parte, su labor como traductor de poetas de expresión italiana (Leopardi y Quasimodo, son, en esta lengua, los ejemplos más paradigmáticos; sin olvidar las excelentes antologías de poesía italiana de las que es autor) y catalana, de los que es un verdadero recreador, por la finura y el acierto de sus versiones. Por otra, su labor reflexiva, vertida en distintos ensayos, sobre poética y poesía, sobre escritores y movimientos literarios de su interés, sobre el arte y los artistas, sobre la naturaleza, sobre los monasterios... En esta labor ensayística, marcada por un tipo de reflexión que sabe conjugar la experiencia propia y el mundo de distintas tradiciones culturales que han llegado hasta nosotros, Antonio Colinas se nos muestra como un creador consciente, que nos da pautas no sólo sobre su propio quehacer y sobre su propia escritura, sino también interpretaciones muy personales y enriquecedoras sobre autores, movimientos, corrientes..., que nos ayudan a entender de un modo más hondo las creaciones humanas. Esta imagen de ser y de escritor dialogante, de hombre que ha elegido el diálogo como modo de captar y de entender los logros históricos, espirituales y culturales humanos en profundidad, nos interesa mucho en Antonio Colinas, pues la consideramos de una ejemplaridad muy alta, al habernos tocado vivir, por desgracia, en un mundo marcado por las exclusiones, por los dogmatismos, por las vías ciegas..., que crean violencia y odio; cuando toda la obra de nuestro autor está marcada por una búsqueda inequívoca de la superación de los contrarios y de la armonía, como modo de realización del ser humano en el mundo y en el cosmos. Y terminaríamos por una tercera imagen –entre otras muchas posibles, en las que, por ahora, no entramos– de Antonio Colinas, de la que, [ 109 ]
Antonio Colinas con sus hijos Alejandro y Clara, en Las Salinas (Ibiza, 1998).
hasta el momento, apenas se ha hablado ni apenas se le ha prestado la atención que merece: la de dinamizador cultural, labor que denota por su parte una gran generosidad y que indica que no estamos ante un creador encerrado en el egoísmo y la exclusión de su torre de marfil. Tal labor la advertimos en su participación continua en la vida cultural, a través de vías tan diversas como lecturas poéticas, conferencias y charlas, mesas redondas, cursos, jornadas, presentaciones de libros...; a través de su participación en jurados de distintos tipos de premios; a través de su labor periodística, como columnista y articulista en distintos medios escritos; a través de sus introducciones a libros ajenos, de textos en distintos tipos de catálogos, o de obras colectivas; y a través de otras varias presencias en el mundo de la cultura que aquí no vamos ahora a enumerar. Esta imagen denota, ya lo apuntábamos, un modo generoso de ser y de estar en la sociedad. Es la generosidad –y esta actitud tiene un componente moral muy claro– de quien sabe que los dones recibidos han de estar al servicio de todos, no han de ser guardados como la lámpara bajo el celemín, sino puestos al servicio del mundo al que se pertenece, sin cicatería alguna. Y esta imagen nos devuelve otro perfil mediante el que se expresa también la ejemplaridad de Antonio Colinas. Imágenes posibles, entre otras, de un poeta, de un escritor, de un contemplador, de un meditador, de un recogido, que no es huraño, pero que tampoco hace de su creación gesticulación y teatro, como tantos otros en estos tiempos que vivimos. Imágenes posibles que nos devuelven todas ellas distintos perfiles de una ejemplaridad que se expresa en la creación, en la meditación, en la reflexión, en el análisis, en el modo de estar..., porque procede, como no podía ser de otro modo, de la vida, de una vida propia, entregada, como un don, para todos.
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Antonio Colinas, con su hermano Jos茅 y amigos comunes, en el Monte Teleno (Le贸n), 2004.
[IV] Bibliografía general por SUSANA AGUSTÍN FERNÁNDEZ
I. BIBLIOGRAFÍA DE ANTONIO COLINAS 1. Poesía 2. Narrativa 2.1. Novela 2.2. Cuento 2.3. Libros de Memorias 2.4. Libros de viajes y lugares 3. Libros Esenciales para el Autor 4. Ensayo 4.1. Libros 4.2. Estudios Biográficos 4.3. Catálogos de pintores 4.4. Artículos periodísticos y otras colaboraciones 4.5. Reseñas de libros realizadas por el autor 5. Traducciones 6. Otras colaboraciones 6.1. Antologías de poesía preparadas por Antonio Colinas 6.2. Algunos Premios Literarios 6.3. Algunos Congresos Internacionales 6.4. Prólogos y Epílogos
115 147 147 148 150 151 157 159 159 163 165 166 190 199 203 203 204 204 206
II. BIBLIOGRAFÍA SOBRE ANTONIO COLINAS 1. Entrevistas publicadas 2. Respuestas a cuestionarios 3. Monográficos dedicados a Antonio Colinas 4. Tesinas y tesis doctorales 5. Reseñas de libros del autor 6. Noticias y otras referencias sobre el autor
209 215 216 217 219 236
Antonio Colinas. Retrato de Miguel ElĂas, 2002.
I. Bibliografía de Antonio Colinas
1. Poesía 1.1. PRIMERAS EDICIONES Y REEDICIONES EN VOLUMEN INDEPENDIENTE 1.
Poemas de la tierra y de la sangre, León, Diputación Provincial, 1969. Premio “Segundo Bimilenario de la Fundación de León”, el VIII Día Provincial de las Comarcas Leonesas en 1968. Mide 13 x 22 cms. Se terminó de editar este libro el 20 de mayo de 1969, en edición de 1.000 ejemplares, en los talleres de la Imprenta Provincial de León. Tiene 20 páginas. Ilustrado con cinco dibujos, cuatro en el interior y otro más en la cubierta, de Cayetano Portellano.
2.
Preludios a una noche total, Madrid, Adonais, 1969. Volumen n.º 260 de la colección Adonais publicado por Ediciones Rialp, S.A. Se acabó de imprimir el día 10 de abril de 1969 en los talleres de Gráficas Color de Madrid. Este libro obtuvo Accésit en el Premio ADONAIS de Poesía 1968. De la primera edición se realizaron 2.000 ejemplares en papel de edición y 100 más en papel especial, de los cuales cincuenta (numerados del 1 al 50) para los suscriptores de lujo de ADONAIS y cincuenta (numerados de I al L) para los suscriptores de honor. El poemario mide 12’5 cm. x 18 cm., consta de 56 páginas y se abre con tres citas, una de Aleixandre, otra de Saint-John Perse y la tercera de Valéry. Está dividido en tres partes numeradas en romanos. La primera con trece poemas se titula “... Y los bosques de otoño en fuego han de trocarse”. La segunda es “La presencia del mundo en mi invernal estancia” y tiene doce poemas. Se cierra la obra con los cuatro que constituyen “Epílogo desde la niñez y el sueño”.
3.
Truenos y flautas en un templo, San Sebastián, Caja de Ahorros Provincial de Guipúzcoa, 1972. Esta primera edición consta de 3.000 ejemplares. Se terminó de imprimir en el mes de abril de 1972 en los talleres de I.G. Seix y Barral Hermanos, S.A. de Barcelona. El libro obtuvo el primer premio en la especialidad de “Poesía en Castellano” en 1970 de los Premios Literarios “Ciudad de Irún”, creados por la Caja de Ahorros Provincial de Guipúzcoa, en colaboración con el Ayuntamiento de la Ciudad de Irún. El presente poemario es el primero de la “Colección Premios Literarios Ciudad de Irún”. Comienza con un “Prólogo” y una “Dedicatoria” en la que se leen tres citas, una de Machado, otra de Hölderlin y de Saint John-Perse. Mide 13’5 cm. x 21 cm. y tiene 56 páginas. Se estructura en tres partes numeradas en romanos. La primera titulada “Poemas con un paisaje al fondo” consta de quince poemas. La segunda, que da título a la obra, es
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“Truenos y flautas en un templo” con siete poemas. Los ocho de la tercera “Los cantos de ónice”, carecen de título y van numerados en romanos. 4.
Sepulcro en Tarquinia, León, Diputación Provincial, 1975. Primera edición. Mide 14 x 20 cms. Tiene 80 páginas. Según reza en el colofón es el volumen XXIX de Provincia, colección de Poesía al cuidado editorial de la Institución “Fray Bernardino de Sahagún”, se acabó de imprimir el día 30 de septiembre de 1975 en los talleres de la Imprenta Provincial de León. El libro comienza con las palabras “A Vicente Aleixandre” y está estructurado en cuatro partes. La primera de las cuales se titula “Piedras de Bérgamo” y está formada por diez poemas. La segunda es un poema extenso y presta el título al libro, “Sepulcro en Tarquinia”. La tercera titulada “Castra Petavonium” posee ocho poemas numerados en romanos y con diferentes títulos. La última parte, “Dos poemas con luz negra”, es la más breve ya que sólo tiene en efecto, dos poemas. El libro se cierra con unas “Dedicatorias” a sus hermanos y a diferentes personas, Marcos Ricardo Barnatán, Francisco Brines, Antonio Gamoneda, entre otros. Finaliza, “En años tan intensos como difíciles”.
5.
Sepulcro en Tarquinia, Barcelona, Lumen, 1976. Segunda edición. Volumen n.º 109 de la colección El Bardo de poesía, dirigida por José Batlló. El diseño gráfico es de Joaquín Monclús. Fue impreso por Gráficas Diamante de Barcelona. Mide 14’5 cm. x 21 cm. La obra recibió el Premio de la Crítica al mejor libro de poesía publicado en España en 1975. Se mantiene la dedicatoria, “A Vicente Aleixandre”. Comienza con unas palabras de Francisco Brines que llevan por título “Sepulcro en Tarquinia”. El poemario consta de 64 páginas. Se mantiene el mismo contenido de la edición anterior.
6.
Astrolabio, Madrid, Visor, 1979. Alberto Corazón es el editor de este libro que hace el volumen n.º 103 de la colección Visor de Poesía. La ilustración de la cubierta está basada en un dibujo de la edición de La Odisea, de John Flaxman. Fue impresa en los Talleres Gráficos Montaña de Madrid. El libro tiene 134 páginas y mide 12’5 cm. x 19’5 cm. Se abre con unas palabras del propio autor encabezadas por el mismo título “Astrolabio”. La obra fue escrita gracias a una Beca de Creación concedida por la “Fundación March” que permitió incluir poemas ya aparecidos en diferentes medios, Informaciones, Papeles de Son Armadans, Hiperion o la revista alemana Akzente. El poeta dedica el libro “A María José y a Clara; también a los muchos y buenos amigos de mis días en la isla”. Se inaugura el poemario con dos citas, una de Pessoa y otra de Rimbaud. La obra consta de seis partes tituladas: “Las sombras iluminadas”, “Suite Castellana”, “El vacío de los límites”, “Libro de las noches abiertas”, “La losa desolada” y “Penumbra de la piedra”. Cinco poemas
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constituyen la primera y la tercera; dos la segunda; diecinueve la cuarta; once la quinta, y sólo uno más largo y dialogado, la sexta y última. 7.
En lo oscuro, Rota, Cuadernos de Cera, 1981. Se trata del número dos de la colección. Con dibujos en la portada y contraportada de José Díez Pardo. Tiene 15 páginas. Mide 13 x 22 cms. El libro se abre con una cita de Ars Amatoria, de Ovidio.
8.
Sepulcro en Tarquinia. (Poema), Barcelona, Galería Amagatotis, 1982. Primera edición del poema “Sepulcro en Tarquinia”. Con seis dibujos de Montserrat Ramoneda. Sin paginar. Se terminó de imprimir el 15 de septiembre de 1982 con una tirada de 520 ejemplares todos ellos numerados. Mide 8’5 x 13 cms. Esta edición se presenta también en una carpeta que contiene otras tres obras de Agustí Bartra, ilustrado por Carlos Sapena; Francesc Parcerisas, ilustrado por Arranz-Bravo; y Rafael Argullol, ilustrado por Albert Reig.
9.
Noche más allá de la noche, Madrid, Visor, 1983 Primera edición. Número CLXI de la colección Visor de Poesía. Se terminó de imprimir en los talleres Gráficas Valencia de Madrid. El diseño de la cubierta es de Alberto Corazón. Mide 12’5 x 19’5 cms. Tiene 86 páginas. Se abre con dos citas, una de Heráclito y otra de Parménides. Está estructurado en treinta y cinco poemas numerados en romanos y un “Post-scriptum”. Escrito en alejandrinos, el conjunto total lo componen mil versos. El autor prefiere considerar su obra como un único y extenso poema, si bien puede tomarse como un conjunto de cantos de veintiocho versos cada uno seguidos de uno más breve de veinte versos, el Postscriptum que se abre con un verso del Inferno, de Dante. En la última página se pueden leer unas “Dedicatorias”, así como una referencia al título, “reflejo de un verso de la quinta elegía de Carles Riba”.
10.
La viña salvaje, Córdoba, Antorcha de Paja, 1985. El libro es el n.º 5 de la colección Suplementos de Antorcha de Paja que edita Francisco Gálvez y diseña Julio Juste. Tiene 54 páginas. Mide 12 x 17 cms. Se acabó de imprimir el día 30 de enero de 1985 en los talleres de Imprenta San Pablo de Córdoba. Consta de tres partes. La primera titulada “Del Libro de Ocios y de Burlas de un monje alpino (1972)” tiene siete sonetos numerados en romanos. La segunda parte es “En el bosque perdido (1978)” y para el autor es un único poema dividido en catorce partes, numeradas en romanos. Lo mismo sucede en la tercera parte, que lleva el título del volumen, “La viña salvaje (1980)”, y consta de otros catorce fragmentos, asimismo numerados en romanos.
[ 117 ]
11.
Diapasón infinito, Barcelona, Talleres de Alain Chardon y Yamamoto, 1986. Mide 53 x 70 cms. Tiene 8 páginas. Obra con dos litografías, un grabado y una serigrafía originales de Perejaume. La tirada consta de 25 ejemplares numerados y firmados por los autores, más cinco ejemplares P. A. y otros cinco H. C. Todas las obras están impresas a mano en papel Velin Arches de 250 gramos.
12.
Jardín de Orfeo, Madrid, Visor, 1988. El libro mide 12 x 19 cms. Tiene 75 páginas. Al final aparece una “Nota a la edición” en la que el poeta recoge las diferentes dedicatorias. Volumen CCXVII de la Colección Visor de Poesía. Imprime Gráficas Muriel de Getafe, Madrid. El diseño de la cubierta es de Alberto Corazón. Se abre con una cita del Parnaso, de Quevedo. Dividido en tres partes tituladas “Jardín-Leteo”, “Jardín de la sangre” y “Jardín de Orfeo”. La primera de las cuales consta de nueve poemas; la segunda de catorce. En los nueve de la tercera, que aparecen numerados en romanos, van alternándose los poemas en verso y en prosa, encabezados por un verso de Juan Ramón Jiménez.
13.
Libro de las noches abiertas, Milán, Peter Pfeiffer Editore, 1989. El libro es una colaboración entre Antonio Colinas, que escribe el texto, y Mario Arlati, del que se ofrecen dieciséis ilustraciones. Las fotografías de éstas últimas han sido realizadas por Aldo Tutino y se presentan todas en formato 50 x 70 cm. Según consta en el colofón final ha sido publicado por Peter Pfeiffer con la colaboración de Antonio Nitto y Raffaele Repossi en Milán, en los talleres Arti Grafiche Ubezzi & Dones en el mes de mayo de 1989. Se realizaron 1.333 ejemplares numerados de 1 a 1.333, de los que los primeros 333 están personalizados. Cuenta con 58 páginas de gran formato, pues mide 30’5 x 31 cm. y lo forman los quince poemas que constituyen la cuarta parte de Astrolabio, del mismo título. Se abre con unas palabras introductorias de Colinas tituladas “Junto al muro” y fechadas en “Ibiza, otoño de 1988”. Finaliza con una breve semblanza de los dos artistas.
14.
Blanco / Negro, Milán, Peter Pfeiffer Editore Milano / Galería Ignacio de Lassaletta Barcelona, 1990. Edición bilingüe español-italiano. La versión al italiano es de Daria Tieghi. Se incluyen 5 pinturas de Mario Arlati. Esta obra consta de 75 ejemplares únicos sin paginar. Las cinco obras del pintor están realizadas a mano y poseen variantes en cada ejemplar. El conjunto se guarda en una caja entelada. Mide 38’5 x 52’5 cms. Impresa por Grafica Claudio Cianpini de Milano. Se incluyen sendas biografías de los autores. Papel especial de alto gramaje.
[ 118 ]
15.
Los silencios de fuego, Barcelona, Tusquets, 1992. Este volumen es el n.º 121 de los Marginales de los Nuevos textos sagrados, colección dirigida por Antoni Marí. El diseño de la colección es de Clotet-Tusquets, y el de la cubierta de M.B.M. La ilustración de ésta última es un mandala tipo Schry-Yantra, es decir, un diagrama simbólico en el tantrismo hindú y budista que representa la evolución e involución del universo en relación a un punto central. El libro fue impreso en los talleres Grafos, S.A. de Barcelona. En la solapa anterior aparece una foto del autor realizada por Carles Riba. Asimismo, unas palabras referidas al texto y una breve referencia biográfica de Colinas. El poemario tiene 95 páginas y mide 14 x 21cm. Se abre con una dedicatoria, “A María José, nel mezzo del cammin”. Consta de tres partes sin numerar. La primera se titula “Homenajes y presencias” y tiene diez poemas. Doce poemas forman la segunda, titulada “Entre el bosque y el mar”. La última es “Tierra adentro” y está formada por ocho. Se cierra con unas “Dedicatorias” de poemas a sus hijos y a diferentes amigos, Ramón Gaya, Claudio Rodríguez, Amancio Prada, Mario Arlati o Jean Serra, entre otros.
16.
La hora interior, Barcelona, Les Edicions, Taller Joan Roma, 1992. Edición del poema de Antonio Colinas acompañado por un grabado original de Ramiro Fernández. Se realizó una tirada limitada de 25 ejemplares numerados del 1 al 20 y tres pruebas de autor y dos H.C., todos ellos firmados por los autores. Impreso a mano sobre papel Velin Arches de 270 gramos realizado por Joan Roma en su taller de Barcelona en el mes de octubre de 1992. Mide 62 x 41’5 cms. Tres páginas sin numerar y cubiertas en cartón con lomo de tela.
17.
Sepulcro en Tarquinia. (Poema), Segovia, Pavesas, 1994. Segunda edición del poema exento. Colección Hojas de Poesía número III. Instituto de Bachillerato Francisco Giner de los Ríos de Segovia. Tiene 42 páginas. Mide 12 x 16 cms. Con un estudio “Mi visión del poema ‘Sepulcro en Tarquinia” de Juan Manuel Rozas. Viñeta de la portada de Joan Roma. Se acabó de imprimir el 14 de junio de 1994 en la imprenta R. Rosa de Carbonero el Mayor de Segovia. Edición no venal de 300 ejemplares numerados a mano al cuidado de José Luis Puerto.
18.
Pájaros en el muro / Birds in the wall, Barcelona, Taller Joan Roma, 1995. Edición bilingüe español-inglés, con tres grabados de Barry Flanagan. Papel de alto gramaje. Encuadernación M. Bueno. Tiene 12 páginas. Mide 32’5 x 38 cms. Encuadernado en tela gris. Se presenta dentro de una caja. Versión al inglés de Richard McNeff.
[ 119 ]
19.
Libro de la mansedumbre, Barcelona, Tusquets, 1997. Este libro es el n.º 155 de los Marginales de la colección Nuevos textos sagrados, dirigida por Antonio Marí y diseñada por Clotet-Tusquets. Sus medidas son 14 x 21 cm. Tiene 93 páginas. El diseño de la cubierta es de B.M. y aparece una ilustración que representa al dios Tánatos según un dibujo extraído de Iconographic Encyclopedia of Science, Literature and Art de 1851. En la solapa hay una foto del poeta hecha por Carles Riba, una breve sinopsis de la obra y unas notas biográficas de Antonio Colinas. Comienza con dos citas, de Hölderlin y Tsvietáieva, respectivamente. Consta de tres partes sin numerar cuyos títulos son: “Aunque es de noche”, “Manantial de la luz” y “La tumba negra”. Este último es un largo poema encabezado por un verso de Rilke. La primera parte está formada por nueve poemas y la segunda por quince. En la última página aparece una “Nota a la edición” en la que el poeta advierte la aparición de algunos poemas en diferentes lugares con anterioridad, así como las dedicatorias, a José Luis Puerto, Diego Doncel, Guillermo Urbizu o López Andrada, entre otros.
20.
Córdoba adolescente, Córdoba, Los Cuadernos de Sandua, 1997. Este libro ha sido publicado por la Obra Social y Cultural de Cajasur dentro de la colección Los Cuadernos de Sandua, de la que hace el n.º 18. El coordinador de la colección es Antonio Rodríguez Jiménez. Hay una ilustración de Rafael Álvarez Ortega en la cubierta y (la misma) en la portada. En la solapa anterior se incluye una breve reseña vital y bibliográfica del poeta. El libro tiene 44 páginas, mide 10 x 14’5 cm. y fue impreso en los talleres San Pablo, S.L. de Córdoba. En el colofón final se puede leer que “se terminó de imprimir el día 7 de mayo de 1997, festividad de San Augusto”. Se abre con una “Presentación” firmada por el autor y fechada en la primavera de 1997. El libro está formado por veintidós poemas, varios son inéditos y otros ya publicados. Estos últimos pertenecen a varios poemarios, Truenos y flautas en un templo, Noche más allá de la noche y Jardín de Orfeo. Inédito es el poema “Vía del Calatraveño” y la serie titulada “Córdoba adolescente” que consta de seis y fueron escritos en 1963.
21.
Sepulcro en Tarquinia. (Poema), Alicante, La Font de la Cometa, Pedreguer, 1999. Tercera edición del poema. Incluye ocho grabados de Ramón Pérez Carrió. Colección Font de la Cometa número I. Impresión Avellà Gràfiques de Pedreguer de Alicante. Tiene 41 páginas. Mide 15’5 x 27 cms. Edición muy bella y cuidada para la que se ha empleado papel natural de fibra de algodón. Cosido a mano. Se presenta en un estuche. Cubierta de lienzo pintado al óleo con un elemento escultórico, una plancha de zinc y una grabada. Cada ejemplar lleva una portada diferente, si bien el tema es el mismo, pero se introducen pequeñas variantes a mano. En el colofón se puede leer que la edición consta de 100 ejemplares numerados del 1 al 100 todas firmadas por el grabador y el autor del poema.
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La impresión y los grabados se han realizado sobre papel Superalfa de 250 gramos con tipografía Bchancery, Kis y Belwe Light. La encuadernación, manipulación y acabados finales se han realizado manualmente en el taller del grabador. Ocho grabados originales realizados sobre matriz de plancha de zinc acompañan al poema, lo que refuerza la particularidad de cada uno de los cien ejemplares que, de inmediato, se convierte en un original. 22.
Milán, 1989.
El anochecer morado. (Poema en prosa), Galería Soledad Lorenzo, Madrid, 1999. Con textos e ilustraciones de Perejaume. Traducciones de estos textos de Perejaume del catalán al castellano y al inglés de Antonio Colinas y Sam Abrams, respectivamente. Tiene 49 páginas. Mide 22 x 27’5 cms. En portada aparece una fotografía del artista. Impreso por Julio Soto en la localidad madrileña de Torrejón de Ardoz. Fotografías de Gasull. Aparece un agradecimiento de Perejaume fechado en su casa de Les Tribunes.
23.
En las noches azules, Milano, Instituto Cervantes / MARSH, 2000. Versión en español y en italiano de la cuarta parte del libro Nuevo tratado de armonía. La traducción al italiano es de Daria Tieghi. Realizado en colaboración con el pintor Mario Arlati, autor de las 28 ilustraciones. Se incluyen 5 fotografías de Lucia Sammarco. Tanto la cubierta como la contracubierta están basadas en una obra de Arlati. Sin paginar. Mide 23 x 33 cms.
24.
Barcelona, 2002.
Junto al lago, Salamanca, Cuadernos para Lisa, 2001. Este libro es el quinto título que aparece en la presente colección, dirigida por Cristina G. Prieto y Jorge Barco. Cuenta con una subvención de Caja Duero. Las ilustraciones de cada portada son originales y diferentes, hechas a mano por Maite Cabero quien firma en la última hoja el “Dibujo de portada”. Fue impreso en los talleres Europa Artes Gráficas, S.A. de Salamanca. Consta de 29 páginas y mide 12 x 18 cm. Comienza con unas palabras de Anto-
[ 121 ]
París, 2002.
nio Colinas que titula “Nota a la edición” y firma en Salamanca, invierno de 2000. En ella explica que los dieciéis poemas que completan este título fueron escritos junto al Lago de Sanabria en 1967. Se abre con una dedicatoria, “A M.J., lejos del lago, cerca de aquel tiempo”. Los poemas carecen de título y van numerados en romanos. El conjunto se completa con dos facsímiles de sendos poemas manuscritos. 25.
Tiempo y abismo, Barcelona, Tusquets, 2002. El libro aparece en la colección Nuevos textos sagrados que dirige Antoni Marí y es el n.º 203 de los Marginales. Fue impreso por Grafos, S.A. de Barcelona. El diseño de la colección es de Clotet-Tusquets y el de la cubierta de B.M. La ilustración de la cubierta es un dibujo de Perejaume realizado especialmente para el autor. Las medidas del libro son 14 x 21 cm. y tiene 130 páginas. Está estructurado en tres partes: “Penumbras del Noroeste”, “Del ser y del no ser” y “Clamor del más allá”. La primera de las cuales consta de trece poemas; la segunda de diecisiete, y la tercera de siete.
26.
L’amour, el amor, París, Editions du Labyrinthe, 2002. Incluye poemas de Antonio Colinas y de Michel Bohbot e ilustraciones de Leopoldo Irriguible. Tiene 40 páginas. Mide 12 x 12 cms. El volumen se contiene en una caja. Es el número 28 de la colección Près du Coeur. Edición de 120 ejemplares numerados, los 30 primeros llevan una obra única de Irriguible firmada y un manuscrito de Colinas y otro de Bohbot. Impreso por Editions Sefrioui en noviembre de 2002 en Essaouira de Marruecos.
27.
Noche más allá de la noche, Valladolid, Fundación Jorge Guillén, 2004. Segunda edición. Este libro fue coeditado entre la Fundación Jorge Guillén y la Junta de Castilla y León, el Ayuntamiento, la Diputación y la Universidad de Valladolid. La dirección editorial corre a cargo de Antonio Piedra. Es el número 52 de la colección Cortalaire. Se acabó de imprimir en los talleres Gráficas Andrés Martín, S.L. de Valladolid el día 23 de abril de 2004. Mide 13’5 x 22 cm. Tiene 46 páginas. El poemario se abre con citas de Heráclito, Parménides y Carles Riba, respectivamente. Se mantiene la estructura de la primera edición del libro, es decir consta de treinta y cinco cantos numerados en romanos sin títulos y un Post-scriptum. Cada uno de los cantos está formado por veintiocho versos alejandrinos. El último titulado Post-scriptum, a su vez por veinte y lleva una cita del Inferno de Dante. Sin embargo, hay alguna ligera variación en algunos versos. El libro se cierra con una “Nota a esta edición” en la que el autor expresa que se trata de una edición exenta y pulida que aparece veinte años después de la primera.
[ 122 ]
28.
En la luz respirada, Madrid, Cátedra, 2004. Es el n.º 565 de la colección Letras Hispánicas. En la cubierta hay una ilustración que reproduce un detalle de la obra Cielo de Salamanca. Sagitario, de la Antigua Biblioteca. Fresco de Fernando Gallego hacia 1473. El libro fue impreso por Anzos, S.L. en la localidad madrileña de Fuenlabrada. Consta de 300 páginas y mide 11 x 18 cms. El título ha sido tomado de un poema aparecido en Tiempo y abismo. La edición y el estudio introductorio corren a cargo de José Enrique Martínez. Se editan tres libros emblemáticos de Antonio Colinas, Sepulcro en Tarquinia, Noche más allá de la noche y Libro de la mansedumbre. Asimismo se incluye una bibliografía del poeta.
29.
En Ávila, unas pocas palabras, Valladolid, El Gato Gris, 2004. Colección Ediciones de Poesía número 20-21. Mide 22 x 19’5 cms. Poema manuscrito e impreso del poema del mismo título con un texto en prosa del autor titulado “¿?”. La obra va acompañada de seis proyectos gráficos de los arquitectos Jerónimo Durán, Francisco Gómez, Miquel Madera, Jesús Menéndez, Mariano Olcense y Roberto Valle. Según figura en el colofón se acabó de hilvanar este volumen doble de la colección Manuscritos de Poesía en el otoño de 2003, se cosieron las ideas al papel en la primavera de 2004. La tirada consta de140 ejemplares siendo venales los numerados del uno al cien. Los numerados con caracteres romanos y griegos se destinan al pago de los autores y a los depósitos marcados por la ley. Se ha utilizado para la confección del libro diferentes tipos de papel: Michel, Fabriano y Super Alfa de Guarro. La obra ha sido estampada por medios calcográficos, serigráficos e infográficos, conforme a los proyectos de los autores. Los textos hacen un todo con las propuestas de los arquitectos. El conjunto se guardó en estuche de madera serigrafiado en portada y contraportada. Edición al cuidado de José Noriega, autor de la ilustración de la caja en la que se guarda la obra. Se presentó en la Escuela de Arquitectura de Valladolid.
30.
Esperando frente a la llama, París, Taller de Isabel Echarri, 2004. Se trata de un libro-escultura que consta de un poema en prosa de Antonio Colinas de 5 páginas, contenido en una pirámide de cobre de 43 cms. de altura x 45 cms. de base, obra de la artista Isabel Echarri. Está elaborada con diversos papeles y materiales. Acompaña la obra un poema de Fernando Arrabal titulado “Dormir a cortinas verdes”. Los poemas van manuscritos e impresos en edición bilingüe español-francés. La versión francesa es de Janine Faggiani-Maurer. Esta obra consta de 5 ejemplares. La artista ha presentado esta obra en París y en Brasil.
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31.
Sepulcro en Tarquinia, Madrid, Visor Libros, 2005. Tercera edición. Serie “De Viva Voz”, editado con la ayuda de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Impreso en los talleres gráficos Huertas I.G., S.A. de la localidad madrileña de Fuenlabrada. Mide 14’5 x 13’3 cms. Esta nueva edición contiene los poemas del libro en su totalidad y además se complementa con un disco. Éste contiene la grabación de todos los poemas que forman el poemario en la voz del autor. Se incluye el texto “Unas pocas palabras imposibles” como prólogo del autor, así como varias fotografías ilustrativas del poeta, de algunos lugares emblemáticos y de varias cubiertas de sus libros.
32.
Sepulcro en Tarquinia. (Poema), [en preparación]. Caligrafiado e iluminado por Javier Alcaíns (20 iluminaciones). Lleva el siguiente colofón: “Este poema, escrito en Italia por Antonio Colinas, lo iluminó Javier Alcaíns en la antigua y bella ciudad de Cáceres. Tocó la última página mientras la lluvia del 26 de febrero del año 2003 caía interminable. Por buen amor, con vino rojo”. Tiene 43 páginas. Mide 33’5 x 50’5 cms.
1.2. RECOPILACIONES 33.
Poesía (1967-1980), Madrid, Visor, 1982. Volumen n.º CXLIX de la Colección Visor de Poesía. La fotocomposición es de Secomp y la impresión de Gráficas Valencia de Madrid. Tiene 236 páginas. Mide 12 x 19 cms. En la cubierta, diseño del autor, aparece el cuadro La encina de Tasso en el Gianicolo, de G. Drugmann. Prólogo de José Olivio Jiménez. Incluye los libros Poemas de la tierra y de la sangre, Preludios a una noche total, Truenos y flautas en un templo, Sepulcro en Tarquinia y Astrolabio. Asimismo y bajo el epígrafe “Otros poemas”, aparecen diez composiciones que formarán parte de Noche más allá de la noche, si bien con diferentes títulos. El libro se cierra con una página de “Dedicatorias”, dado que el poeta no concibe el poema junto con la dedicatoria. Asimismo, y siguiendo su criterio personal, estas dedicatorias sólo aparecen en la primera edición, pues posteriormente las elimina.
34.
Poesía (1967-1981), Madrid, Visor, 1984. Se mantienen las características tipográficas de la edición anterior, lo que sucede en las posteriores. La ilustración de la cubierta es obra de Alberto Corazón basada en La Primavera, un fresco pompeyano. Tiene 327 páginas. Volumen n.º CXCIII. Prólogo de José Olivio Jiménez.
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Incluye los libros Poemas de la tierra y de la sangre, Preludios a una noche total, Truenos y flautas en un templo, Sepulcro en Tarquinia, Astrolabio, En lo oscuro y Noche más allá de la noche. 35.
El río de sombra. Poesía (1967-1990), Madrid, Visor, 1994. Volumen n.º CCCIX de la colección Visor de Poesía. El libro fue impreso en las Gráficas Muriel de Madrid. Tiene 350 páginas. Mide 13 cm. x 20 cm. En la cubierta aparece una fotografía de la iglesia de Santa Eulalia del Río, de Ibiza. Incluye todos los libros de poesía aparecidos hasta el momento, es decir: Poemas de la tierra y de la sangre, Preludios a una noche total, Truenos y flautas en un templo, Sepulcro en Tarquinia, Astrolabio, En lo oscuro, Noche más allá de la noche, Jardín de Orfeo y un poema dialogado inédito, La muerte de Armonía.
36.
El río de sombra. (Treinta años de Poesía, 1967-1997), Madrid, Visor, 1999. Es el volumen n.º CDVIII de la colección Visor de Poesía. Impreso en los talleres Gráficas Muriel de Getafe (Madrid). Tiene una dedicatoria al comienzo, “A María José, a Clara y Alejandro, nel mezzo del cammin”. Tiene 480 páginas y mide 13 cm. x 20 cm. La ilustración de la cubierta es un cuadro de Raoul Dufy. Incluye todos los poemarios de Colinas conocidos hasta el momento: Poemas de la tierra y de la sangre, Preludios a una noche total, Truenos y flautas en un templo, Sepulcro en Tarquinia, Astrolabio, En lo oscuro, Noche más allá de la noche, Jardín de Orfeo, La muerte de Armonía, Los silencios de fuego y Libro de la mansedumbre.
37.
6ª edición, Madrid, 2004.
Madrid, 2004.
El río de sombra. (Treinta años de Poesía, 1967-1997), Madrid, Visor, 1999. Esta edición, considerada la quinta, es en realidad una reedición de la anterior.
38.
Obscur hautbois de brume, Le Cri édition, Belgique, 2003. Este libro se presenta en edición bilingüe en la colección In’hui, dirigida por Jacques Darras, de la que es el n.º 58. En la cubierta aparece un cuadro de Friedrich de 1820, La bruma se eleva sobre el
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Bruselas, 2003.
puente de Riesenge (detalle). Tiene 123 páginas. Mide 13 x 20’5 cm. En el colofón final se puede leer: “Achevé d’imprimer en Belgique, février 2003”. La obra ha sido publicada con la ayuda del Centre National du Livre y del Centre PPACI de l’Université de Picardie. Introducción, coordinación y traducción de Françoise Morcillo. Traducen asimismo: Agnès Lelièvre, Philippe Reynés y Pierre Thiollière. Se incluye el libro Noche más allá de la noche completo y una selección de poemas de Jardín de Orfeo, La muerte de Armonía, Los silencios de fuego, Libro de la mansedumbre, y Tiempo y abismo. 39.
El río de sombra. (Treinta y cinco años de poesía, 1967-2002), Madrid, Visor, 2004. Es el n.º DXXXVII de la colección Visor de Poesía. Impreso por Gráficas Muriel de Madrid. En la cubierta reproduce una Estela Votiva del siglo III d.C. con caracteres griegos que se encuentra en el Museo de León. El libro tiene 673 páginas y mide 13 x 20 cm. Recoge la poesía completa en su totalidad publicada hasta el momento de manera cronológica. Incluye los libros Junto al lago, que aparece en primer lugar, y Tiempo y abismo, en último.
1.3. ANTOLOGÍAS SELECCIONADAS POR EL AUTOR 40.
Dieciocho poemas, Ibiza, Caja de Ahorros de Baleares “Sa Nostra”, 1987. Publicat per la Caixa de Balears “Sa Nostra” amb la col-laboració de l’Institut d’Estudis Eivissencs. Se imprime el libro por Imprenta Ibosim, S.A. de Ibiza. Son 24 páginas. Mide 15 x 22 cms. Diseño de la portada de Antoni Cardona. Con tres ilustraciones de Leopoldo Irriguible. Se hicieron de esta edición 16 ejemplares más en papel especial. Esta edición se realizó con ocasión de una lectura del propio poeta en la Sala de Cultura de “Sa Nostra” de Ibiza, el día 10 de abril de 1987.
41.
Catorce Poemas, Palma de Mallorca, Universitat de les Illes Balears, 1990. El libro aparece en la Col.lecció de poesía de paper, de la que es el primer número de la colección. El diseño es de Jaume Falconer. Tiene 26 páginas. Mide 15 x 22 cms. Imprime Impresrapit de Palma. Esta publicación se hizo con ocasión de la lectura realizada por el autor en el Centre de Cultura de Sa Nostra de Palma de Mallorca, el 27 de marzo de 1990.
42.
Amor que enciende más amor, Barcelona, Plaza y Janés Editores, 1999. Es el n.º 30 de la colección Poesía dirigida por Ana María Moix. El diseño de la colección es de Marta Borrell y la fotografía de la portada de
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Stock Photos. Fue impreso en los talleres Romanyà Valls de Barcelona.Tiene 68 páginas. Mide 12’5 x 16 cm. Se publican 33 poemas de los libros Preludios a una noche total, Truenos y flautas en un templo, Sepulcro en Tarquinia, Astrolabio, Noche más allá de la noche, Jardín de Orfeo, Los silencios de fuego, y Libro de la mansedumbre. 43.
La hora interior. Antología poética 1967-2001, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2002. El libro es editado en la colección Barrio de Maravillas de poesía por la Consejería de Educación y Cultura de la Junta de Castilla y León con la colaboración de Caja Duero. La impresión se llevó a cabo en los talleres Europa Artes Gráficas, S.A. de Valladolid. Tiene 293 páginas. Mide 22 x 13 cms. La antología consta de 133 poemas seleccionados por el poeta entre todos sus poemarios. Se abre con un prólogo del autor, “Para una antología de mi poesía” y se cierra con las “Ediciones de la obra poética de Antonio Colinas”.
44.
Seis poemas, Burgos, Instituto de la Lengua de Castilla y León, 2003. Colección “Cuadernos del Instituto. El escritor en el Aula”. Comentados por Luis Miguel Alonso. Tiene 22 páginas más una de “Notas” al final sin paginar. Mide 17 x 28 cms. Se abre con unas palabras iniciales de Luis Miguel Alonso tituladas “Seis poemas de Antonio Colinas”. A continuación aparece publicado cada poema seleccionado seguido del comentario de Alonso. Los poemas comentados son los siguientes: “Nacimiento al amor”, “Simonetta Vespucci”, “Canto X”, “Regreso a Petavonium”, “Si a vuestra vida un día llegase un huracán”, “Zamira ama los lobos”. La edición viene acompañada de fotografías relacionadas con los poemas. En la cubierta y contracubierta se muestran respectivamente, una fotografía y un dibujo del poeta.
45.
Antonio Manso, grabador (1934-1993), Madrid, Real Casa de la Moneda, 2003. Poemas y textos literarios de Antonio Colinas. El libro ha sido editado por la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre - Real Casa de la Moneda. Se terminó de imprimir el 8 de diciembre de 2003, festividad de la Inmaculada Concepción, en los Talleres Gráficos de DIN Impresores de Arganda del Rey (Madrid). La edición consta de 1.000 ejemplares numerados. Se utilizó papel registro ahuesado de 160 gr. y en la cubierta papel acquerello avorio de 160 gr. Tiene 167 páginas. Mide 27’5 x 35 cm. Coordina la obra Santiago Losada, quien también firma un “Recordatorio-evocación” al final del libro. Se abre con dos presentaciones, la primera es del Presidente-Director General de la Fábrica Nacional de Moneda y TimbreReal Casa de la Moneda y la segunda del Director del Museo Casa de la Moneda. A continuación hay una “Nota biográfica de Antonio Manso” seguida por una relación de sus obras gráficas más importantes y unas palabras de Antonio Colinas tituladas “El tiempo humilde y sabio de
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Antonio Manso”. El grueso de la obra lo constituye una relación de láminas de grabados de Manso y una selección de poemas de diferentes libros de Colinas, desde Poemas de la tierra y de la sangre hasta Tiempo y abismo. 46.
Poética y poesía. Antonio Colinas, Madrid, Fundación Juan March, 2004. Con este título se inaugura una nueva colección, Poética y POESÍA. Es ésta una actividad cultural que organiza la Fundación March en la que un día un reconocido poeta pronuncia una conferencia sobre poesía y otro día lee una selección de sus poemas. El libro tiene 60 páginas, mide 15 x 21 cm. y fue editado por Gráficas Jomagar en Móstoles, en Madrid. Comienza y finaliza con unas palabras de Antonio Gallego, “Preludio para Antonio Colinas” y “Posludio. La poesía en la Fundación Juan March”. La conferencia dictada por Antonio Colinas el día 17 de febrero aparece publicada bajo el título “Nuevas notas para una Poética”. Hay a continuación una breve selección de poemas leídos el 19 del mismo mes y que se completa con dos inéditos, “En Ávila, unas pocas palabras” y “En la muerte de un poeta (M.V.LL.)”. Se incluye una “Bibliografía” con la obra poética de Antonio Colinas y algunas monografías básicas. Asimismo las “Nuevas notas para una Poética” y la lectura de poemas fueron recogidas en una grabación de dos CD realizada también por la Fundación Juan March.
1.4. PLAQUETTES 47.
Castra Petavonium, separata publicada en Cuadernos Hispanoamericanos, 289-290 (1974). Incluye los poemas “Castra Petavonium”, “Venía un viento negro”, “A la salida del campamento...”, “Laderas de Peña Trevinca”, “A un brazo de bronce”, “Trasmontes”, “Los estanques” y “Necrópolis”.
48.
La patria de los tocadores de siringa, separata publicada en Papeles de Son Armadans, CCLIX (1977). Incluye los poemas “La patria de los tocadores de siringa”, “Homenaje a Tiziano”, “Isla de Circe”, “Carta a Theodoor E.H. Huygen”.
49.
Antonio Colinas, en Aula de Poesía, 19 (1981). Incluye los poemas “Nacimiento al amor”, “Despedida”, “Novalis” y “Alguien se detiene ante las flores de un cementerio”. Se corresponde con una lectura de poemas que tuvo lugar en la Universidad de Granada.
50.
Poesía para vencejos, Palacios de Valduerna, Diputación Provincial de León-Junta de Castilla y León-Caja España, 1985.
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Varios poetas leen sus poemas en agosto de 1985. Participan Antonio Gamoneda, Juan Carlos Mestre, entre otros. Antonio Colinas lee “Valle del Silencio”. Se acompaña el conjunto con fotografías del palacio en el que tiene lugar el acto. 51.
Material de lectura, México, Universidad Autónoma de México, 1987. Serie Poesía Moderna número 119. Selección y nota del autor. El colofón lleva fecha de 15 de mayo de 1997. Se tiraron 2.000 ejemplares. Tiene 25 páginas.
52.
Antonio Colinas, Poesía en el Campus, 2, 1988. Presentación de María Zambrano. Ilustraciones de Carlos Díez Galán. Editado en Zaragoza. El conjunto lo componen una selección de poemas de Antonio Colinas que incluye también una “Poética”, así como diversos textos en prosa y en verso sobre el autor. Colaboran Jaime Siles, Guillermo Urbizu y Manuel Vilas, entre otros.
53.
Antonio Colinas, Málaga, Diputación Provincial, 1988. Cuaderno del Centro Cultural de la Generación del 27 publicado el 6 de septiembre de 1988 con el diseño de José F. Oyarzábal y cuidado de Javier la Beira. Al principio hay una fotografía del poeta. Comienza con unas palabras de María Zambrano, “La poesía de Antonio Colinas”. A continuación hay una “Poética” de Antonio Colinas y una selección de poemas, “Nacimiento al amor”, “Giacomo Casanova...”, “Friso antiguo”, “Novalis”, “Canto X” y “Canto XX”. Se cierra con una Bibliografía del poeta.
54.
Invitación a la poesía, Valladolid, P.O.E.M.A.S., 1990. Selección de poemas de Antonio Colinas, Antonio Gamoneda, Fanny Rubio, Marcelo del Campo, Alfonso Reissoa e Isidoro Ducas.
55.
La última noche, La Bañeza, Teatro Pérez Alonso, 1993. Ciclo de canciones sobre poemas de Antonio Colinas compuesto por David Hoyland. El estreno mundial tiene lugar el 17 de agosto de 1993 en el Teatro Pérez Alonso de la localidad leonesa de La Bañeza. Los poemas musicados son: “Nocturno”, “Envío”, “Suite castellana”, “Barcarola” y “La última noche”. Hoyland es también autor de una ópera basada en el poema dialogado “La muerte de Armonía”, de Antonio Colinas.
56.
Perfil del Noroeste, León, Ayuntamiento de Ponferrada, 1993.
[ 129 ]
Recital poético del 5 de septiembre de 1993 que tuvo lugar en la Basílica de Nuestra Señora de La Encina. Participan los poetas: José Hierro, Juan Carlos Mestre, Adolfo Alonso Ares y Antonio Colinas. Incluye los poemas “Laderas”, “Caballos y molinos en el pinar”, “La Corona”, de Astrolabio; “Canto XXIX”, “Canto XXXII”, de Noche más allá de la noche; “Regreso a Petavonium”, de Jardín de Orfeo; “Valle del Silencio”, de Los silencios de fuego. Asimismo se recoge un poema inédito, “Canción junto al Cúa”. 57.
Antonio Colinas. Poemas, Badajoz, Junta de Extremadura, 1994. Lectura de poemas el día 24 de marzo de 1994 en el Aula Enrique DíezCanedo. Selección de poemas leídos: “Nacimiento al amor”, “Nocturno”, “Homenaje a Poussin”, “Friso antiguo”, “Giacomo Casanova...”, “Novalis”, “Homenaje a Tiziano”, “Hacia el orden y la locura de las estrellas”, “Cabo de Berbería”, “Tumba hacia Oriente”, “Ensoñación de Fabrizio del Dongo en Grianta”, los cantos X, XX, XXXV, “Regreso a Petavonium”, “En el museo”, “La noticia” y “La prueba”.
58.
Viernes y Poesía en la Alhambra, Granada, Junta de Andalucía, 1994. Lectura de poemas de Antonio Colinas. Este ciclo contó en otros días con la presecia también de otros poetas como Eugenio de Nora, José Agustín Goytisolo, Felipe Benítez Reyes y Carlos Marzal. Coordina y presenta Luis García Montero. El acto tiene lugar en la Alhambra durante el mes de mayo de 1994. Se publica el poema “Lumbres de Tanit” de Antonio Colinas.
59.
Poemas del Claustro, León, Ayuntamiento de León, 1994. Con poemas de Carlos Bousoño, José Hierro y Antonio Colinas. Incluye los poemas “Nocturno en León”, de Poemas de la tierra y de la sangre; “La espera en la penumbra”, de Preludios a una noche total; “Friso antiguo”, de Truenos y flautas en un templo; “Misterium fascinans”, de Sepulcro en Tarquinia; “Caballos y molinos en el pinar”, “El camino cegado por el bosque”, de Astrolabio; “Canto X”, “Canto XXIX”, “Canto XXXIV”, de Noche más allá de la noche; “Invierno tardío”, de Jardín de Orfeo; “Memorial amargo (Antonio Machado)”, “La noticia”, “La prueba”, “Valle de Silencio”, “Duruelo” y “Paraíso en la nieve”, de Los silencios de fuego. Contiene 87 páginas. El colofón está fechado el 20 de junio de 1994. Recoge poemas leídos en el recital celebrado en el Claustro de la Catedral de León en la noche del 23 de junio de 1994. La edición consta de mil ejemplares.
60.
Séptima entrega de El acordeón, Madrid, NEDRO (Asociación Literaria), 1994. Edición al cuidado de José Ramón Trujillo. En el colofón se puede leer que la intención de este volumen es recoger el espíritu que animó el II Ciclo de Veladas Poéticas, que tuvo lugar en el Colegio Mayor N.ª S.ª
[ 130 ]
de África. Participaron en dicho ciclo además varios poetas como Clara Janés, Claudio Rodríguez, Jaime Siles, Luis Alberto de Cuenca, Diego Doncel o Vicente Valero, entre otros en diferentes días. Se publica el poema “Aunque es de noche” de Antonio Colinas. 61.
Antonio Colinas en casa, La Bañeza, El Adelanto Bañezano, 1995. Idea, datos, comentarios y textos elegidos por Polo Martínez. En el colofón final se puede leer que se trata de una edición no venal que se terminó de entregar a los suscriptores y lectores de El Adelanto Bañezano en el mes de enero de 1996. Se abre con unas palabras de María Zambrano sobre la poesía de Antonio Colinas. Consta de una “Presentación” de Polo Martínez, unas palabras introductorias tituladas “Antonio Colinas en casa”, una selección de quince poemas de Colinas comentados, un texto inédito del poeta titulado “Las raíces, la memoria, la tierra”, acompañado por una “Síntesis biográfica” y una “Bibliografía general”. El conjunto va acompañado de una fotografía y una ilustración del poeta bañezano realizados por Leopoldo Irriguible y Antonio-Odón Alonso, respectivamente, así como de un manuscrito del poema “Ascuas” del autor.
62.
X Jornadas de Poesía y ASTROLABIO, Palencia, Excmo. Ayuntamiento, 1995. Contiene poemas de Antonio Colinas, Antonio Gamoneda, Fernando Martos y José Luis Puerto. Aparecen los poemas “La prueba”, de Los silencios de fuego; “Regreso a Petavonium”, de Jardín de Orfeo. Del primero se incluye copia autógrafa del poeta. Asimismo presenta el inédito “La plegaria del que regresa (En el X aniversario de Astrolabio)”.
63.
Centena, Valladolid, P.O.E.M.A.S., 1996. Número 100 extra en el que participan entre otros, Adolfo García Ortega, Olvido García Valdés, Antonio Colinas, Antonio Gamoneda o Alfonso Sastre.
64.
Boris Pasternak. Poemas, Segovia, Pavesas, 1999. Aparece en la colección “Hojas de Poesía” con el número XIII. Se abre con una “Nota de presentación” de José Luis Puerto, seguida de “Dos textos sobre Boris Pasternak” de Antonio Colinas y “Pasternak: Raíz cósmica de una humilde verdura” de Víctor Toledo. A continuación se incluye una selección de poemas del poeta ruso traducidos por Víctor Toledo. Dibujos de portada y contraportada de Francisco Aliseda.
65.
Antonio Colinas: Aula de Literatura José Antonio Gabriel y Galán, Plasencia, Junta de Extremadura, 1999. Lectura de poemas del 19 de enero de 1999. Cuaderno n.º 6. Incluye algunos poemas ya publicados, “Nocturno en León”, “El poeta visita la
[ 131 ]
casa donde nació”, “Invocación a Hölderlin”, “Truenos y flautas en un templo”, “Giacomo Casanova...”, “Encuentro con Ezra Pound”, “Noviembre en Inglaterra”, “Homenaje a Tiziano”, “Suite castellana”, los cantos X, XV, XXXII y XXXV de Noche más allá de la noche, “Otoñal”, “La encina”, “Los últimos veranos”; así como tres más inéditos: “Si a vuestra vida...”, “En la luz”, “El náufrago”. 66.
Antonio Colinas. Poemas, Zafra, Ayuntamiento de Zafra, 1999. Lectura de poemas el día 21 de enero de 1999 en el Parador Nacional “Hernán Cortés” de la localidad de Zafra, en Badajoz. El acto fue organizado por la Asociación de Escritores Extremeños. El volumen es el n.º 11 del Seminario Humanístico de Zafra. Se incluyen los poemas: “Novalis”, “La patria de los tocadores de siringa”, “El río de sombra”, “Motivo para una Vita Nuova”, “Canto X”, “Canto XI”, “Canto XXXV” y “Los últimos veranos”.
67.
Nueve poemas, Salamanca, C.E.L.Y.A. (Centro de Estudios Literarios), 2000. Se publica el libro en la colección Aedo de Poesía. Incluye los poemas “Plegaria en los páramos negros”, inédito; “Fe de vida”, ”Los últimos veranos” y “La dama blanca (Monasterio de la Veracruz)”, de Libro de la mansedumbre; “Simonetta Vespucci”, reproducción autógrafa del poema “Novalis” y “Giacomo Casanova acepta el cargo de bibliotecario que le ofrece, en Bohemia, el Conde de Waldstein”, de Sepulcro en Tarquinia; “Canto X” y “Canto XXV”, de Noche más allá de la noche.
68.
Antonio Colinas en el Aula José María Valverde, Cáceres, Junta de Extremadura, 2000. Lectura en el aula cacereña José María Valverde el 12 de febrero de 2001. Incluye algunas declaraciones del autor sobre la literatura, además de una selección de poemas ya publicados: “Nocturno”, “Giacomo Casanova...”, “El río de sombra”, “Canto X”, “Canto XXXV”, “Veinte años después”, “La prueba”, “Si a vuestra vida un día...”, “Fe de vida”, cuatro fragmentos de “Nuevo tratado de armonía”; así como algunos inéditos: “Zamira ama los lobos”, “Plegaria en los páramos negros” y “Almeida”.
69.
Aula de Poesía, Almería, Ayuntamiento de Almería, 2000. La lectura de poemas de Antonio Colinas tiene lugar en el mes de febrero.
70.
Antonio Colinas, Cádiz, Fundación Municipal de Cultura “Luis Ortega Brú”, 2001. Número ochenta y dos de la Colección Cuadernos del Aula de Literatura “José Cadalso”. Consta de trece poemas que se inauguran con unas pala-
[ 132 ]
bras del autor tituladas “Poética”, acompañadas de una fotografía de Colinas, unas breves notas biográficas y una relación de sus libros de poesía. 71.
Los símbolos originales del escritor. Antonio Colinas Lobato, Poeta y Escritor, Astorga, Centro de Estudios Astorganos “Marcelo Macías”, 2001. Publicado dentro de la serie “Cuadernos” con el n.º 18. Conferencia pronunciada en el Salón de Sesiones del Ayuntamiento de Astorga el día 7 de marzo de 2001.
72.
Antonio Colinas, Alicante, Universitat d’Alacant, 2001. Colección “Aula de Poesía” que recoge la lectura de poemas del día 27 de febrero de 2001 y se publica como “Pliego n.º 18”. Incluye los poemas: “Giacomo Casanova...”, “Canto X”, “Canto XXXV”, “La prueba”, y los inéditos “Zamira ama los lobos”, “Plegaria en los páramos negros”, “Almeida”.
73.
Lectura poética, Madrid, Círculo de Lectores-Galaxia Gutenberg, 2002. Con motivo de la publicación del libro Las ínsulas extrañas. Antología de poesía en lengua española (1950-2000). Se publica una selección de poemas divididos en dos partes. Consta de 39 páginas. A la lectura asisten varios poetas y cada uno lee poemas suyos y de otros autores. Antonio Colinas leyó su poema “Isla de Circe” y un poema de Alberto Blanco, “La primera estrella”.
74.
Poetas en Bilbao, Bilbao, Ayuntamiento de Bilbao, 2002. Se publica con motivo a la 3.ª Semana de Poesía en Bilbao, organizada por el Área de Cultura y Turismo del Ayuntamiento. Los actos tienen lugar en la Carpa del Arenal los días 19 y 20 de octubre de 2002. Antonio Colinas lee su poema “Zamira ama los lobos” de Tiempo y abismo. Participan entre otros poetas, Amancio Prada, Juan Carlos Mestre, Concha García, Cristina Peri Rossi, Rikardo Arregui o Rafael Coloma.
75.
Selected Poems by Antonio Colinas. [2003]. Selección de poemas de La hora interior, fechada en Nevada, Illinois en el año 2003. Edición bilingüe español-inglés. Las versiones al inglés las realiza Walter Matherly. Los poemas seleccionados son: “Zamira ama los lobos”, “Regreso a Petavonium”, “Giacomo Casanova” y “Lamento de la Magdalena”.
76.
Poemas del Claustro, León, Ayuntamiento de León, 2005.
[ 133 ]
Con poemas de Victoriano Crémer, Juan Van-Halen y Antonio Colinas. Incluye dos poemas manuscritos, “Ascuas” y “Toledo”; y nueve mecanografiados “Nocturno en León”, “Canto X”, “Canto XXIX”, “Juan de la Cruz sestea en el pinar de Almorox”, “Los últimos veranos”, “Fe de vida”, “Zamira ama los lobos”, “Letanía del ciego que ve”, incluidos todos en diferentes libros y un inédito, “En el lugar del odio. (11-M)”. Edición muy bella con dibujo de la portada de Modesto Llamas Gil e ilustraciones interiores de Luis García Zurdo, Rafael Montesinos y Olga Llama. Se acompaña el conjunto con encartes de poemas manuscritos de los tres poetas y una carta manuscrita de Jacinto Benavente. Hay al comienzo unas palabras del Alcalde de León. Se leyeron estos versos el día 24 de junio de 2005 en el claustro de la Catedral de León. 77.
Letanía del ciego que ve, A Coruña, Centro de Profesores, 2005. Fragmento del poema del mismo título. Lleva una ilustración del psiquiatra y pintor Fidel Vidal. Edición de 16 ejemplares numerados y firmados por el artista.
78.
¿Conocéis el lugar?, Málaga, Ediciones Sin Importancia, 2005.
79.
Para olvidar el odio, Málaga, Ediciones Imperfectas, 2005.
80.
Fuego blanco, La Robla (León), Fund. Hullera Vasco-Leonesa, 2006 [En preparación]. Entrega n.º 1 de la colección Cuadernos del Bernesga publicada en Gráficas Celarayn, de León. José Luis Puerto estuvo al cuidado de la edición, no venal, que consta de 300 ejemplares numerados a mano. Incluye siete poemas inéditos.
1.5. POEMAS SUELTOS 1.5.1. Poemas aparecidos en publicaciones periódicas 81.
“Tres poemas: ‘Cementerio del Pere Lachaise (París)’, ‘Las horas últimas’ y ‘El templo de la diosa”, Poesía Española, 192 (1968), pp. 17-18.
82.
“Consumación serena: Homenaje a Vicente Aleixandre“, Ínsula, (1968).
83.
“Nocturno en León”, Proa, 25 junio 1968, p.9.
84.
“Nocturno en León”, Sueño de Piedra, p. 23. [León].
85.
“De la consolación por la poesía”, La Estafeta literaria, 431 (1969), p. 25.
86.
“Fantasía y fuga en Santillana del Mar”, Ínsula, 279 (1970), p. 16.
[ 134 ]
87.
“Para Leopoldo Panero”, León, 188 (1970), p.21.
88.
“Canto frente a los muros de Astorga”, El Pensamiento Astorgano, 1 septiembre 1970, p. 2; El Adelanto Bañezano, 5 septiembre 1970, p. 3.
89.
“Cementerio de Comillas”, El Adelanto Bañezano, 19 diciembre 1970, p. 1.
90.
“A la noche”, El Adelanto Bañezano, 7 agosto 1971.
91.
“Cita con una muchacha sueca entre el Sena y los Campos Elíseos”, Trece de nieve, 1 (1971), p. 23.
92.
“Encuentro con Ezra Pound”, Ínsula, 313 (1972), p. 3.
93.
“Castra Petavonium”, “Venía un viento negro”, “A la salida del campamento...”, “Laderas de Peña Trevinca”, “A un brazo de bronce”, “Trasmontes”, “Los estanques” y “Necrópolis”, Cuadernos Hispanoamericanos, 289-290 (1974), pp. 210-215.
94.
“No se aloja en los mesones, sino bajo el cielo estrellado”, La Ilustración Poética Española, 8 (1975).
95.
“Venía un viento negro”, Informaciones, 9 octubre 1975.
96.
“Piedras de Bérgamo”, Poesía, 27 (197), pp. 22-23. [Valencia-Venezuela]
97.
“Homenaje a Tiziano”, Informaciones, 4 noviembre 1976.
98.
“La patria de los tocadores de siringa”, Papeles de Son Armadans, 259 (1977); Nova 2, 2, pp. 11-13. [Lisboa-Portugal]; y en Álbum de Artes y Letras, 40 (1994).
99.
“La noche tiene sus fuegos”, Cal, 23-24 (1977), p.6. [Sevilla, homenaje a Luis Cernuda].
100.
“Caballos y molinos en el pinar”, Hiperión, 1 (1978).
101.
“Laderas”, Alcance, 1 (1978), pp. 35-36. [León, primavera].
102.
“Ensoñación de Fabrizio del Dongo”, La Moneda de Hierro, 1 (1979), pp. 9-10. [Madrid, primavera].
103.
“En esa zona en que el pinar se tala”, Taberna de Cimbeles, 1 (1979), p. 3. [Valencia].
104.
“La estatua mutilada”, Ínsula, 391 (1979), p. 2.
105.
“Negrura del Ágora, pinos del Epidauro”, Cuadernos Hispanoamericanos, 343-345 (1979).
106.
“Otoñal”, Tránsito, (1980), p. 6. [Murcia].
107.
“Hacia el orden y la locura de las estrellas”, Eivissa, 10 (1980), pp. 2829. [Ibiza, homenaje a Villangómez Llobet].
108.
“Laderas”, Alcance, primavera (1983).
109.
“Partenón (Homenaje a María Zambrano)”, Litoral, 124-126 (1983).
[ 135 ]
110.
“En el Sur”, El Cardo de Bronce, 1 (1985), p. 5. [Tomelloso].
111.
“Dos poemas”, en VV.AA., Jornadas poéticas, 1984, pp. 42-43. [Cuenca].
112.
“La ladera sepulta el cadáver de un dios”, En pie de paz, 1984, p. 24. [Universidad de Zaragoza]. (El título definitivo será “Jardín-Leteo”).
113.
“La voz”, Claros del bosque, 1 (1985), p. 41. [Sevilla].
114.
“De noche”, Pliegos de Poesía Hiperión, 2 (1985-1986), p. 14. [Este poema será publicado con el título “Órfica” en Jardín de Orfeo, con alguna ligera variante: se suprime el primer verso].
115.
“Muro con fuego”, Ínsula, 470-471 (1986), p. 10.
116.
“Poética y tres poemas”, Los Cuadernos del Norte, monografía n.º 3 (1986).
117.
“Tres poemas”, Bitzoc, I (1986). [Palma de Mallorca, octubre].
118.
“Cuatro poemas”, Revista de Occidente, 187 (1986), pp. 141-146.
119.
“Tres poemas inéditos: ‘Égloga bárbara’, ‘Invierno tardío’ y ‘Otoñal”, Pico Gallo, 4 (1986), p. 41-44. [Incluidos en Jardín de Orfeo].
120.
“Otoñal”, Gálibo, 4-5 (1986), p. 9. [Cáceres, homenaje a Juan Manuel Rozas].
121.
“Novalis”, Poemas autógrafos, 1987, p. 100. [Madrid, exposición en el Círculo de Bellas Artes].
122.
“Jardín-Leteo”, Ínsula, 485-486 (1987), p. 36.
123.
“Regreso a Petavonium”, ABC-Literario, 26 diciembre 1987, p. XX.
124.
“A Venecia”, Fin de Siglo, 12-13 (1988), p. 16. [Jerez].
125.
“Cuatro poemas”, Revista de Occidente, 103 (1989). [Madrid, diciembre].
126.
“La fuente”, Torre de las Palomas, 1 (1989), p. 3. [Málaga].
127.
“Memorial amargo”, Encuentros, 9-10 (1989).
128.
“Blanco/Negro”, Vuelta, 168 (1990), pp. 24-25. [Méjico]; Salina, 5 (1990), pp. 3-5.
129.
“Antología de Textos”, en “Antonio Colinas. Antología poética y otros escritos. (Selección de textos, documentos y homenaje)”, Anthropos, suplemento n.º 21 (1990). Incluye una selección de poemas de sus libros Poemas de la tierra y de la sangre, Preludios a una noche total, Truenos y flautas en un templo, Sepulcro en Tarquinia, Astrolabio, Noche más allá de la noche, y Jardín de Orfeo. También bajo el epígrafe “Poemas inéditos”, aparecen los poemas “Memorial amargo”, “La fuente” y “Duruelo”, publicados en Los silencios de fuego. Se recogen asimismo algunos fragmentos narrativos, de crítica y ensayo, así como una selección de artículos.
130.
“Amanecer”, Menú, 6 (1991). [Cuenca, junio].
131.
“Dos poemas y Síntesis Bibliográfica de Antonio Colinas”, República de las Letras, 31 (1991).
[ 136 ]
132.
“Homenaje a Poussin”, en “100 poetas españoles por lo menos”, Cambio 16, 1042 (1991), p. XII. Breve antología seleccionada por Miguel García Posada.
133.
“Toledo”, Caligrafía poética, 1992. [Valencia].
134.
“Valle del Silencio” y “En el Museo”, Barcarola, 39 (1992), pp. 9-11. [Albacete].
135.
“Paraíso en la nieve”, La Crónica 16 de León, 30 enero 1994, p. XV. [Suplemento El Dominical de León].
136.
“La noche de los ruiseñores africanos”, El País Semanal, 178 (1994).
137.
“Dos poemas”, Vuelta, 213 (1994), pp. 13-15. [Méjico].
138.
“El poeta”, Vuelta, (1994), pp. 49-50. [Méjico, homenaje a Octavio Paz en sus 80 años].
139.
“Canto VIII”, Revista de Occidente, 158-159 (1994), p. 220.
140.
“En la luz”, Barcarola, 46 (1994), p. 9. [Albacete].
141.
“Sintra”, Turia, 30 (1994). [Zaragoza, noviembre].
142.
“Expreso Milán-Roma”, El humo de los trenes, (1994). [León].
143.
“Misterium fascinans”, en Sueño de piedra: la catedral de León, León, Ayuntamiento, 1995.
144.
“La llama”, Sibila, 1 (1995), p. 2. [Sevilla].
145.
“La ladera de los podencos salvajes”, Aracne, Eivissa, Sa Moderna d’Edicions, 1995.
146.
“Cuatro poemas”, Revista de Occidente, 187 (1996), pp. 141-145. [Madrid, diciembre].
147.
“Torres d’en Lluc”, Ánfora Nova, Rute, 27-28 (1996), pp. 53-54. [Córdoba. Homenaje a Rafael Alberti].
148.
“Excavación”, Álamo, (1996), p. 8. [Salamanca, abril. Homenaje a Gerardo Diego].
149.
“12 poemas de Antonio Colinas”, en PUERTO, José Luis, “Antonio Colinas: I due volti dell’armonia”, Poesia, 104 (1997), pp. 64-73. [Milán]. En versión bilingüe italiano-español.
150.
“Nocturno”, El País Semanal, 1063 (1997), p. 64. [Madrid, 9 febrero 1997].
151.
“Nacimiento al amor”, “Novalis”, “Homenaje a Tiziano”, “Canto X”, “La prueba”, “Juan de la Cruz sestea en el pinar de Almorox”, “Fe de vida”, El Ciervo, 554 (1997), pp. 474-476. Publicados junto con una entrevista y una bibliografía del autor.
152.
“Fe de vida”, Poesía en la Diana, 1 (1997), p. 43. [Madrid].
153.
“El muro blanco”, “La Dama blanca” y “La tumba negra (fragmento del poema final)”, La Crónica 16 de León, 30 marzo 1997. Publicados junto a una entrevista concedida por el autor.
[ 137 ]
154.
“En el museo. A Ramón Gaya”, Álbum de Artes y Letras, 51 (1997), p. 55.
155.
“La tumba negra” (fragmento), La revista de Ibiza, 54 (1997), pp. 38 y 39.
156.
“La encina”, en VV.AA., Homenaje a Claudio Rodríguez, Pozuelo de Alarcón, Ayuntamiento de Pozuelo, 1997, pp. 23-24.
157.
“Cuatro poemas”, El Cobaya, 4 (1998). [Ávila].
158.
“La encina”, Poesía en la Diana, 2 (1998), p. 54-55. [Madrid. Homenaje a Claudio Rodríguez].
159.
“Tiempo y abismo”, CARNICERO, Luis (edición de), Presencias del origen en la poesía leonesa actual, La Bañeza, Letras de Venatia, 1999, p. 45-47. Será incluido en el libro Tiempo y abismo como la parte IV del poema titulado “Cinco canciones con los ojos cerrados”.
160.
“Plegaria en los páramos negros”, El Cielo de Salamanca, 1 (2000), pp. 211-212; Aula de Poesía, 2 (2000); también en Diario de León, Filandón, 2 abril 2000, p. 3. [El título definitivo del poema será “En los páramos negros”].
161.
“Zamira ama los lobos”, El Cultural, 1 noviembre 2000, pp. 12 y 13. Bajo el título de “Poemas calientes”, publican poemas inéditos varios autores, Brines, Bousoño, Gimferrer, J. L. Panero, Carvajal o Caballero Bonald, entre otros.
162.
“Ocaso en Zamora (Claudio Rodríguez)”, Boletín de la Fundación Federico García Lorca, 27-28 (2000). [Granada]; Álamo, (2000). [Salamanca].
163.
“Combate de la ceniza y la música. (Capilla de la Universidad de Salamanca)”, Revista Cultural de Ávila, Segovia y Salamanca, abril (2002), p. 22.
164.
“La encendida colmena”, Álamo, (2002). [Salamanca].
165.
“En Ávila, unas pocas palabras”, El cielo de Salamanca, 5 (2003), pp. 83-84.
166.
“Cinco poemas”, Revista... à Beira, 2 (2003). [Universidade da Beira Interior. Departamento de Letras. Junho 2003].
167.
“Laberinto abierto. (Plaza Mayor de Salamanca)”, Álamo. (2005), p. 14. [Salamanca].
1.5.2. Poemas no incluidos en ningún libro 168.
“Al Teleno” y “Carta a tres amigos castellanos”, El Adelanto Bañezano, 3 julio 1965, p. 3.
169.
“Recuerdo de la Mancha” y “Soneto para un día”, El Adelanto Bañezano, 10 julio 1965, p. 7.
170.
“Ciudad del Sur” y “Cristo castellano”, El Adelanto Bañezano, 31 julio 1965, p. 4.
171.
“En la tierra del chopo”, El Adelanto Bañezano, 11 agosto 1965.
[ 138 ]
172.
“Atardecer último”, El Adelanto Bañezano, 23 octubre 1965, p. 3.
173.
“Dos sonetos para un Cristo castellano, I y II”, El Adelanto Bañezano, 2 abril 1966, p.5.
174.
“Desde el llano. (Tierra de Campos)”, El Adelanto Bañezano, 3 septiembre 1966, p. 8.
175.
“De cómo el sueño acudió a los ojos del Niño Dios”, El Adelanto Bañezano, 24 diciembre 1966.
176.
“Meditación junto a tres ciudades: I, Madrugada en León; II, Atardecer en Segovia; III, Nocturno en Toledo”, El Adelanto Bañezano.
177.
“El milagro del pan” y “Si todo consistiera...”, Poesía Española, 177 (1967), pp. 18 y 19.
178.
“La noticia”, República de las Letras, 79 (1980). Monográfico “Escritores contra la guerra”.
179.
“En la luz del aroma (Canto XXXV)”, Camp de l’Arpa, 87 (1981). [Barcelona, Homenaje a Juan Ramón].
180.
“Brasas”, Sa Raqueta, 27 (1989). [Palma de Mallorca].
181.
“¿De dónde nace este clamor del bosque?”, Revista de Educación Ambiental, 2 (1991), p. 11. [Instituto Politécnico de la F.P. de León].
182.
“Aquí en nuestra tierra”, Revista de Educación Ambiental, 2 (1991), p. 12. [Instituto Politécnico de la F.P. de León].
183.
“El mal”, en VV.AA., Solidaridad con la mujer bosnia, Zaragoza, Gobierno de Aragón, 1993.
184.
“Siciliana”, Calas (Revista de Literatura del Centro Cultural de la Generación del 27), 1 (1997), p. 83. [Málaga].
185.
“A las estrellas de la infancia” y “Siciliana”, Cuadernos del Matemático, 20 (1998), pp. 37-38. [Getafe, Madrid].
186.
“Con los ojos cerrados”, Viana, patios de poesía, 3 (1998), p. 13. [Granada].
187.
“Límites”, Diario de León, 14 mayo 2000, p. 8. Poema en prosa publicado junto a otros de Juan Pedro Aparicio, Carmen Busmayor y María Dolores García.
188.
“Dos poemas: ‘Universidad’ y ‘Plaza Mayor”, Salamanca azul y oro, Salamanca, Ayuntamiento, 2002.
189.
“Tres poemas de Antonio Colinas”, La luminosa voz de la poesía, Salamanca, Instituto Fray Luis de León, 2003, pp. 11-15.
190.
“La noticia”, República de las Letras, 79 (2003), pp. 37-38. [Monográfico “Escritores contra la guerra”].
191.
“En la catedral”, en VV.AA., El cielo de Salamanca. Catedrales, Salamanca, Ayuntamiento, 2003, pp. 15-16. Nueva versión del poema “Misterium fascinans” de Sepulcro en Tarquinia.
[ 139 ]
192.
“En el lugar del odio”, El Mundo, 13 marzo 2004. [Poema en memoria de los atentados que tuvieron lugar en Madrid el 11 de marzo de 2004. Nueva versión del poema pulido y ampliado titulado “Las raíces del mal”].
193.
“En la muerte de un poeta (M.V.Ll.)”, poética y POESÍA. ANTONIO COLINAS, Madrid, Fundación Juan March, 2004, p. 46.
194.
“¿Conocéis el lugar?”, ABC-Blanco y Negro, Cultural, 6 noviembre 2004, p. 14.
195.
“Riberas del Órbigo”, en CARNICERO, Luis y ODÓN ALONSO, Antonio (eds.), Letras de Veniatia, La Bañeza, 2005. Desplegable con 12 páginas. [Poema publicado con ocasión de la exposición del fotógrafo Manuel Raigada en agosto de 2005 en La Bañeza].
196.
“La hora del agua”, “1995”, “El valle, frontera de los siglos”, Hélice, 6, pp. 20-23. [Granada].
1.6. POESÍA DE ANTONIO COLINAS TRADUCIDA A OTROS IDIOMAS 197.
Abanico. Antología della poesia spagnola d’oggi, Bari, Edizioni LevanteBari, 1986, pp. 80-86. Edición de Emilio Coco. [Italia].
198.
Agenda. An Anthology of Spanish Poetry, (verano, 1997), pp. 76-79. Editor Jordi Doce. [Londres, Reino Unido].
199.
Akzente, Heft 5 / Oktober 1978, p.484. [Munich, Alemania].
200.
Antologia da Poesia Espanhola Contemporanea, Lisboa, Assirio e Alvim, 1985, pp. 803-812. Selección y traducción de José Bento. [Portugal].
201.
Antología poética, Universidad de Chicago. Basada en La hora interior. Traducción realizada por Walter Matherley en colaboración con Gilda Calleja Medel. [En preparación].
202.
Antologia poezji hiszpanskiej, Varsovia, Elma Books, 2000, pp. 333-334. Edición de Janusz Strasburger. [Polonia].
203.
Anthologie bilingüe de la poésie espagnole, París, Gallimard Bibliothèque de la Pléiade, 1995, pp. 970-977 y 1291-1293. Edición de Nadile Ly. [Francia].
204.
Anthologie. Brugge Poésie 2002, Brujas, Festival Internacional de Poesía, 2002, pp. 30-34. [Bélgica].
205.
“Cerca de la montaña Geumgang”, Koreana, 4 (2005), pp. 76-77. [Seúl, Corea, invierno].
206.
Cien años de poesía. 72 poemas españoles del siglo XX: estructuras poéticas y pautas críticas, Bern, Peter Lang, 2001. Edición de Peter Fröhlicher. Incluye “Palabras de Mozart a Salieri” de Jardín de Orfeo y “Meditación en el simposio” de Los silencios de fuego. [Suiza].
[ 140 ]
207.
Cinq poètes espagnols contemporains, Bruxelles, Le Cri, 2000, pp. 77-109. Presentación y traducción de François Morcillo. [Bélgica].
208.
“Dead city”, Denver Quarterly, 3 (1982). Traducción de Anthony KERRIGAN. [University of Denver- Colorado.U.S.A.].
209.
De vertraagde boodschapper. Twaalf hedendaagse Spaanse dichters, Amsterdam, Meulenhoff, 1985, pp. 24-32. Edición de Francisco Carrasquer. [Holanda].
210.
Ein Schiff aus Wasser. Spanische Literatur von heute, Colonia, Kiepnhuer & Witsch, 1981, pp. 323-333. Edición de Felipe Boso y Ricardo Bada. (Existe una edición de Bolsillo de esta obra del año 1991). [Alemania].
211.
Een Zolder Voor Herinneringen. (Antología de Antonio Colinas y Julio Llamazares), Oss, Festival Contempo, 1992, pp. 8-43. [Holanda].
212.
Festa de la Poesia, Pen Congress, Palau de la Música, Barcelona, 21 abril 1992, pp. 17-25. Traducciones al catalán, al inglés y al francés de Montserrat Abelló y Barbara de Lataillade. [España].
213.
Freundeschaft der dichter, Zürich, Ammann Verlag, 1997, p. 26. Edición Werner Söllner. [Suiza].
214.
“Giacomo Casanova” y “To Ezra Pound”, Confrontation, 14 (1977), pp. 28-29. Versiones de Anthony KERRIGAN. (Long Island University of New York, sping-summer). [U.S.A.].
215.
Hispanistica, Vol. I, n.º 2, “Seven (Post)contemporay Spanish Poets”, Trans. S.P.Ganguly. Delhi, 1993. [India].
216.
Ich Bin der König aus Rauch. Poesie aus Spanien, Bremerhaven, Editorial Die Horen, 1991, pp. 78-101. [Alemania].
217.
“Le livre de la mansuétude”, Europe. Revue littéraire mensuelle, Voix d’Espagne. Romanciers & Poètes, 852 (Avril 2000), pp. 161-165. Versión de Marie-Claire Zimmermann. [París].
[ 141 ]
Bruselas, 2000.
Londres, 1988.
París, 1995.
Roma, 1989.
Colonia, 1981. 218.
Obscur Hautbois de brume, Bruxelles, Le Cri, 2003. Traduction sous la directios de Françoise MORCILLO. Edición bilingüe de una selección de poemas de diferentes libros de Antonio Colinas que incluye completo Noche más allá de la noche. [Bélgica].
219.
“Pietre di Bergamo”, L’Eco di Bergamo, 13 aprile 1976, p. 3. Versión de Luigia Bonicalzi. [Italia].
220.
Poesia de paper.1990-2000, Palma de Mallorca, Universitat de les Illes Balears, 2000, p. VII. [España].
221.
Poesie des Regions d’Europe. D’une Espagne a l’autre, Namur, Sources, 1995, pp. [Bélgica].
222.
Poetry Monthy, 8 (2003), pp. 40-45. Traducción y selección Zhao Zhenjiang. [Pekín, China].
223.
Quattro poeti spagnoli d’oggi, Roma, Bulzoni editore, 1989. Edición de Giuseppe Bellini. Estudio introductorio y presentación de Jaime J. MARTÍNEZ. Edición bilingüe. Incluye una “Poética” de Antonio Colinas, p. 116. Selección de poemas de Antonio Colinas, pp. 114-155). [Italia].
224.
Recent Poetry of Spain, Sachem Press, New York, 1983, pp. 316-323. Traductores y editores Louis Hammer y Sara Schyfter. [U.S.A.].
225.
Spanische Lyrik des 20. Jahrhunderts, Stuttgart, Philipp Reclam Jun., 1985, pp. 336-338. [Alemania].
226.
The image of diversity, Junta de Castilla y León, Salamanca, 2002, pp. 121-136. Coordina M.A. de Isabel Estrada.
227.
The International Portland Review. (Antología de la Poesía Mundial), Portland, 1980, pp. 342-345. [Oregon, U.S.A.].
228.
The Lace Curtain, Dublin (otoño, 1988), pp. 11-13. “Antonio Colinas, traslation by Anthony Kerrigan. [U.S.A.]
229.
The penguin book of Spanish Verse, England, 1988, 3.ª ed., pp. 573-577. Edición de J.M.Cohen. [Inglaterra].
230.
“Three poems”, The Literary Review, (36) 1993. [Nueva York, U.S.A.].
[ 142 ]
1.7. ANTOLOGÍAS DE POESÍA ESPAÑOLA QUE INCLUYEN POEMAS DE A. COLINAS 231.
AGUIRRE, J. M. (ed.), Antología de la poesía española contemporánea, Zaragoza, Ebro, 1962; Zaragoza, Ebro, 1972, 2ª ed.
232.
ALBERTI, Rafael, y MATEO, María Asunción (eds.), Canción de canciones, Madrid-Barcelona, Anaya-Mario Muchnik, 1995, pp. 945-946.
233.
ALONSO, Santos (ed.), Literatura leonesa actual, Valladolid, Junta de Castilla y León, 1986.
234.
APARICIO, Manuel y ALLEGRETTO, Isabel, Me chifla la poesía. Antología poética y didáctica, Salamanca, Editorial Celya, 2003, pp. 259-260.
235.
ANSON, Luis María (ed.), Antología de las mejores poesías de Amor en Lengua Española, Barcelona, Plaza y Janés, 1998.
236.
BATLLÓ, José (ed.), Poetas españoles postcontemporáneos, Barcelona, Lumen, 1974.
237.
—, El Bardo. Memoria y antología. 1964-1974, Barcelona, Los Libros de la Frontera, 1995, pp. 457-459.
238.
BERGUA, J. (ed.), Las mil mejores poesías de la lengua castellana, Madrid, Ediciones Ibéricas, 2004, pp. 737-738.
239.
BENSOUSSAN, Albert y LE BIGOT, Claude (eds.), Poetas españoles del siglo veinte, Rennes (Francia), Presses Universitaires Rennes, 1996, pp. 225231.
240.
CAMARERO, Manuel (ed.), Antología Prima de la Poesía Española. Madrid, Castalia Prima, 2002, pp. 221-222.
241.
CANO, José Luis (ed.), Lírica española de hoy, Madrid, Cátedra, 1990, (12ª ed.).
242.
CASADO, Miguel (ed.), Esto era y no era, vol. 3, Antología de poetas de Castilla y León, Valladolid, Ámbito, 1985, pp. 77-87.
243.
CILLERUELO, José Angel (ed.), Antología de la poesía contemporánea, Barcelona, Biblioteca Hermes-Clásicos Castellanos, 2002, pp. 271-278.
244.
CONDE PARRADO, Pedro y GARCÍA RODRÍGUEZ, Javier (eds.), Orfeo XXI. Poesía española contemporánea y tradición clásica, Oviedo, Cátedra Miguel Delibes-Llibros del Pexe, 2005, pp. 134-135.
245.
CORREA, Gustavo (ed.), Antología de la poesía española (1900- 1980), vol. 2, Madrid, Gredos, 1980.
246.
DÍEZ RODRÍGUEZ, Miguel, y DÍEZ TABOADA, Mª Paz, (eds.), Antología de la Poesía Española del siglo XX, Madrid, Istmo (col. Fundamentos), 1991, pp. 294-297.
247.
DUQUE AMUSCO, Alejandro (ed.), Cómo se hace un poema. El testimonio de 52 poetas, Valencia, El Ciervo y Pre-Textos, 2002, pp. 145-147.
[ 143 ]
248.
FERNÁNDEZ-DELGADO, Manuel (ed.), Poemas para un pintor: Ramón Gaya, Murcia, Museo Ramón Gaya, 1993, pp. 43-44.
249.
FRÖHLICHER, Peter (et al.), Cien años de poesía. 72 poemas españoles del siglo XX: estructuras poéticas y pautas críticas, Bern, Peter Lang, 2001.
250.
GARCÍA MARTÍN, José Luis (ed.), Las voces y los ecos, Barcelona, Júcar, 1980.
251.
—, Treinta años de poesía española (1965-1995), Sevilla-Granada, Renacimiento-La Veleta, 1996, pp. 183-203.
252.
GARCÍA MORAL, Concepción y Rosa María PEREDA (eds.), Joven poesía española, Madrid, Cátedra, 1979.
253.
GARCÍA-POSADA, Miguel Ángel (ed.), 40 años de poesía española (19391979), Madrid, Kapelusz, 1979.
254. JIMÉNEZ
MARTOS, Luis (ed.), Antología General de Adonais (1943-68), Madrid, RIALP, 1969.
255.
—, (ed.), Tercera Antología de Adonais, Madrid, RIALP, 1973.
256. JORDÁ,
Eduardo y MATEOS, José (eds.), Madrid, once de marzo. Poemas para el recuerdo, Valencia, Pre-Textos, 2004, pp. 44-45.
257.
LANZ, Juan José (ed.), Antología de la poesía española. 1960-1975, Madrid, Espasa Colección Austral, n.º 420, 1997, pp. 417-431.
258.
LÓPEZ DE ABIADA, José Manuel, Luis MARTÍNEZ DE MINGO y Javier PÉREZ ESCOHOTADO (eds.), Poemas memorables: antología consultada y comentada (1939-1999), Madrid, Castalia, 1999, pp. 201-225.
259.
MARTÍ, F. y DE MIGUEL, P. (eds.), Antología comentada de poesía española, Madrid, Ediciones Merino, 1993, pp. 285-286.
260.
MARTÍN PARDO, Enrique (ed.), Nueva poesía española (1970), Madrid, Scorpio, 1970; Hiperión, 1990, 2ª ed. (consolidada).
261.
MARTÍNEZ FERNÁNDEZ, José Enrique (ed.), Antología de la poesía española (1939-1975), Madrid, Castalia, 1989; Madrid, Castalia Didáctica, 1991, 2ª ed.
262.
Once Festival Internacional de Poesía de Medellín (Colombia), Medellín, Prometeo Editorial, 2001, pp. 192-198.
263.
D’ORS, Miguel (ed.), La montaña en la poesía española contemporánea, Barcelona, Ediciones Internacionales Universitarias (EIUMSA), 1996, PP. 459-461.
264.
PALOMERO, Mari Pepa (ed.), Poetas de los 70. Antología de poesía española contemporánea, Madrid, Hiperión, 1987.
265.
PAULINO AYUSO, José (ed.), Antología. Poesía española del siglo XX, I (1900-1939), II (1940-1980), Madrid, Castalia, 1996, pp. 623-630.
266.
—, Antología de la Poesía española del siglo XX. (1900-1980), Madrid, Castalia, 2003, pp. 933-940.
[ 144 ]
267.
PÉREZ ALENCART, Alfredo (ed.), Cumbre Poética Iberoamericana. Antología de Salamanca, Salamanca, Edifsa, 2005, pp. 139-152. Selección, notas, epílogo y cuidado de Alfredo Pérez Alencart. Ilustraciones de Miguel Elías Sánchez y Luis Cabrera Hernández. Antología de poesía iberoamericana en la que cada país elige un poeta. Antonio Colinas representa el nuestro.[Además de su intervención, Antonio Colinas participa con la “Salutación” a los asistentes].
268.
—, Ut pictura poesis. Pintores y poetas desde la Salamanca universal, MadridSalamanca, Editorial Verbum/Trilce Ediciones, 2002, pp.20-23.
269.
PÉREZ OLIVARES, José (ed.), El hacha y la rosa. Tres décadas de poesía española, Sevilla, Renacimiento, 2000, pp. 100-107.
270.
PÉREZ SANTAMARÍA, José (ed.), Caminos de la palabra. Antología poética, Castellón, Fundación Max Aub, 2001, p. 27-29. Contiene un disco y las partituras musicales sobre los poemas de María José Cordero.
271.
PRIETO DE PAULA, Ángel Luis (ed.), Antología de Poesía Española, 19391975, Alicante, Aguaclara, 1993, pp. 349-354.
272.
POLO, Milagros (ed.), Cuarteto y fuga para un espacio desierto, Madrid, Ediciones Libertarias, 1995, pp. 181-221.
273.
POLO, Victorino (ed.), Encuentros con José Hierro, Murcia, Fundación Cajamurcia, 2003, pp. 35-37.
274.
POZANCO, Vicente (ed.), Nueve poetas del resurgimiento, Barcelona, Anthropos, 1976.
275.
PRIETO, Melquíades (ed.), Antología de la poesía española e hispanoamericana, Madrid, Biblioteca Edaf n.º 235, 2000, p. 488.
276.
PROVENCIO, Pedro (ed.), Poéticas españolas contemporáneas. La generación del 70, Madrid, Hiperión, 1988.
277.
PUERTO, José Luis (ed.), Fuego blanco, La Robla, Fundación Hullera Vasco-Leonesa, 2006. n.º 1 de la colección Cuadernos del Bernesga. (Incluye siete poemas inéditos).
278.
REGALADO, José Manuel (ed.), Ronda literaria. Diez años, Salamanca, Diputación Provincial, 2005. Contiene diez poemas de Antonio Colinas.
279.
RODRÍGUEZ, Basilio (ed.), Milenio: Última poesía española (Antología), Ed. Celeste, Sial ediciones/Contrapunto, 7, 1999; pp. 28, 29, 34, 470.
280.
ROSALES, Luis (director), Nueva Estafeta, Madrid, Ministerio de Cultura, 1981.
281.
RUBIO, Fanny y FALCÓ, José Luis (eds.), Poesía española contemporánea (1939-1988), Madrid, Alhambra, 1984, 2ª ed.
282.
RUIZ CASANOVA, José Francisco (ed.), Antología Cátedra de Poesía de las Letras Hispánicas, Madrid, Cátedra, 1998, pp. 857 y 858.
283.
RUIZ SORIANO, Francisco (ed.), Poetas órficos, Madrid, Huerga y Fierro, 2004, pp. 131-145.
[ 145 ]
284.
SÁNCHEZ SANTIAGO, Tomás, (ed.), Once poetas del siglo XX en Castilla y León, León, Edilesa, Junta de Castilla y León, pp. 29, 206, 182-198.
285.
SÁNCHEZ ROBAYNA, Valente, Varela, Las ínsulas extrañas. Antología de poesía en lengua española (1950-2000), Madrid, Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, 2002, pp. 814-818.
286.
SOLNER, G. L. (ed.), Poesía española hoy, Madrid, Visor, 1982.
287.
VIRTANEN, Ricardo (ed.), Hitos y señas. Antología crítica de la poesía en castellano. (1966-1996), Madrid, Ediciones del Laberinto, 2001, pp. 324-335.
288.
VV. AA., En pie de guerra, Plurabelle, Córdoba, 2003.
[ 146 ]
2. Narrativa 2.1. NOVELA 289.
Un año en el Sur. (Para una educación estética), Madrid, Trieste, 1985. El libro, n.º 29 de la Biblioteca de Autores Españoles, consta de 298 páginas. Sus dimensiones son 12 x 17 cm. Según reza en el colofón, se acabó de imprimir el 25 de mayo de 1985, en los Talleres de Musigraf Arabí de Torrejón de Ardoz de Madrid. En la cubierta aparece el dibujo de una guirnalda realizado por Juan Ramón Jiménez para la portada de su libro Laberinto, de 1913. La edición se compone de varios ejemplares en rústica y varios encuadernados en tela. Consta de una dedicatoria, “A mis padres”, y tres citas, una de Herman Broch, La muerte de Virgilio, otra de Arnold Schönberg, Estilo e Idea, y la última de Rilke, Primeros Poemas. Aparece una fecha en el subtítulo de la portada entre paréntesis, (1972-1984). La novela se estructura en tres partes: “Otoño-Invierno”, “Invierno-Primavera” y “Primavera-Verano”.
290.
Un año en el Sur, Barcelona, Seix Barral, 1990. Segunda edición. Primer volumen de la trilogía Para una educación estética. El libro aparece fechado en septiembre de 1990. Tiene 207 páginas. Mide 12’5 x 20 cms. Impreso en los Talleres Gráficos Duplex de Barcelona. En la cubierta se reproduce un fragmento de Recuerdo de Johann Bremer, de C.D. Friedrich. La estructura, dedicatoria y citas se mantienen idénticas a la primera edición.
291.
Madrid, 1985.
Barcelona, 1990.
Larga carta a Francesca, Barcelona, Seix Barral, 1986. Primera edición. Segundo volumen de la trilogía Para una educación estética. El tercero permanece inédito. Este libro aparece fechado en junio de 1989 y fue impreso en los Talleres Gráficos DUPLEX, S.A. de Barcelona. En la cubierta aparece un fragmento de
[ 147 ]
Barcelona, 1986.
una obra de Joachim Patinir, Paisaje con la huida a Egipto. Mide 13 x 20 cms. Contiene 189 páginas. La obra se abre con una cita de Mircea Eliade de La prueba del laberinto. Consta de diez capítulos agrupados a su vez en tres partes tituladas “El arte”, “El deseo” y “La enfermedad”. 292.
Larga carta a Francesca, Barcelona, Seix Barral, 1989. Segunda edición. Se mantienen las mismas características de la primera.
2.2. CUENTO 2.2.1. Libros de relatos 293.
Días en Petavonium, Barcelona, Tusquets, 1994. La primera edición es de enero de 1994. Fue impreso sobre papel Offset-F Crudo de Leizarán en los talleres Libergraf, S.L. de Barcelona. Se publica en la colección Andanzas, dirigida por Guillemot-Navares. Tanto en la cubierta como en la contracubierta aparece una ilustración: un detalle de L’idylle sur la passarelle, obra de Émile Friant de 1883, que se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Nancy (Francia). El libro mide 14 x 21 cms. Tiene 118 páginas y consta de dos partes. En la primera de las cuales se incluyen los siguientes cuentos: “Días en Petavonium”, “Esperando a Lidia”, “Tormentas de verano”, “El sueño de Armuz” y “El cofre”. La segunda parte la componen tres narraciones: “Contemplaciones desde la azotea”, “Los novios” y “Ella”.
294.
Huellas, Valladolid, Castilla Ediciones, 2003. Este título hace el n.º 3 de la colección Raíces-Narrativa, dirigida por José Luis Puerto. El libro fue impreso por Simancas Ediciones, S.A. de la ciudad palentina de Dueñas. Mide 14 x 20 cms. Tiene 109 páginas. La ilustración de la cubierta es una reproducción fotográfica de la pieza votiva de Rosinos de Vidriales, número 346 del Inventario General del Museo de Zamora. Incluye el poema “Regreso a Petavonium”; cuatro cuentos ya editados anteriormente, “Días en Petavonium”, “Esperando a Lidia”, “Tormentas de verano” y “El sueño de Armuz”; y siete cuentos inéditos hasta la fecha, cuyos títulos son: “Los espacios de la memoria”, “Las tres casas”, “Huellas”, “Historias de lobos”, “El Divino Morales”, “La fragua” y “Viajes”. Comienza con una “Nota de presentación” de José Luis Puerto.
295.
Leyendo las piedras, Madrid, Editorial Siruela, 2006.
[ 148 ]
2.2.2. Cuentos recogidos en Antologías Colectivas 296.
VV.AA., Una infancia de escritor, Zaragoza, Xordica Editorial, 1997. Edición a cargo de Mercedes Monmany. Se incluyen textos de diversos autores, Bernardo Atxaga, Luis Landero, Enrique Vila-Matas, Clara Janés, entre otros. Antonio Colinas publica “Un tiempo que fluye”, páginas 4550.
297.
VV.AA., Tierra de Silencio. Doce relatos. de Castilla y León, Barcelona, Muchnik Editores, 2001.
Barcelona, 1994.
Obra realizada en colaboración con varios autores. Selección y prólogo de Andrés Sorel. Contiene la narración “Los espacios de la memoria”. 298.
Antología. El cuento literario en Castilla y León, II, León, Edilesa, 2002, pp. 51-56. Edición de José Luis Puerto. Colección Vuelapluma coordinada por Esperanza Ortega y Amparo Medina-Bocos. Se publica el cuento “Días en Petavonium” de Antonio Colinas.
299.
VV.AA., Relatos a la luz de la farola, La Bañeza, Letras de Venatia, 2004.
Valladolid, 2003.
Incluye relatos de varios autores, Antonio Colinas, José Dionisio Colinas, Alfonso García, Emilio Gavilanes, Gonzalo Santonja y Luis Carnicero. Se publica “Tormentas de verano” de Antonio Colinas ya editado con anterioridad. 300.
VV.AA., Relatos a la luz de la farola, La Bañeza, Letras de Venatia, 2005. Se recogen narraciones de diferentes autores como Antonio Colinas, Pedro Escapa, Desiré Piñero, Alberto Toricas, Jorge Villalmanzo y Luis Carnicero. Se incluye la titulada “San Bresme” de Colinas.
[ 149 ]
Barcelona, 2001.
2.2.3. Cuentos aparecidos en publicaciones periódicas 301.
“Aquella Nochebuena estrellada”, en Belén, 1965. Astorga, Radio Popular, 1965, pp. 43-50.
302.
“El Sueño de la vaguada”, en El Adelanto Bañezano, 21 mayo 1966, p. 3; 28 mayo 1966, p. 3; y 4 junio 1966, p. 3.
303.
“Los días en la isla”, en Teorías de Ibiza, Ibiza, La Gorgona, 1983.
304.
“Días en Petavonium”, en Figuraciones. León, Breviarios de la Calle del Pez, 1986, pp. 85-94. Edición de Santos Alonso, 1ª ed.; Madrid, CSIC, 1986, 2ª ed.; recogido posteriormente en Días en Petavonium, Barcelona, Tusquets, 1994, 3ª ed.; asimismo aparece antologado en Antología. El cuento literario en Castilla y León, II, León, Edilesa, 2002, pp. 51-56. Edición de José Luis Puerto, 4ª ed.; publicado nuevamente en Huellas, Valladolid, Castilla Ediciones, 2003, 5ª ed.
305.
“Ella”, en Los Cuadernos del Norte, monografía n.º 40 (1986-1987), pp. 76-81; Barcarola, 22-23 (1987), pp. 69-75; recogido posteriormente en Días en Petavonium, Barcelona, Tusquets, 1994.
306.
“Esperando a Lidia”, en La Crónica de León, 1987; El País, 21 diciembre 1987, pp. 16-17, 2ª ed.; El País Semanal, 585 (1988), pp. 104111, 3ª ed.; publicado nuevamente en Días en Petavonium, Barcelona, Tusquets, 1994, 4ª ed.; recogido posteriormente en Huellas, Valladolid, Castilla Ediciones, 2003, 5ª ed.
307.
“El cofre”, León, La Crónica de León, 4 septiembre 1988; recogido posteriormente en Días en Petavonium, Barcelona, Tusquets, 1994, 3ª ed.
308.
“Los novios-Das Liebespaar”, Insel, 25 (1994), pp. 27-29. [Ibiza].
309.
“Historia de lobos”, en Una grandiosa espina, 2 (2003). Selección de relatos de diferentes autores editada por Médicos del Mundo. Participan varios escritores además de Antonio Colinas como Almudena Grandes, Benjamín Prado, Josefina Aldecoa o Manuel Vidal, entre otros. Cada narración va acompañada por una ilustración de diferentes artistas como Alba Cuenca, Valerie Zylbersztein o Francisco Miguel Lara, entre otros.
310.
“Huellas”, en Kafka, 2 (2003), pp. 203-272. [Salamanca].
2.3. LIBROS DE MEMORIAS 311.
El crujido de la luz, León, Edilesa, 1999. Evocación de la infancia. Edición muy cuidada y con ilustraciones. Aparece en la colección Los libros de la candamia, cuyo diseño corre a cargo de Antón Díez. El director editorial es Vicente Pastor, que es asimismo director de arte junto con Joaquín Alegre.
[ 150 ]
El libro se terminó de imprimir el 4 de octubre de 1999, festividad de San Francisco de Asís. Consta de 144 páginas y mide 16 x 22 cms. En la cubierta y en la contracubierta hay una foto de Antonio Colinas de niño con un paisaje nevado al fondo. Está estructurado en catorce capítulos todos ellos titulados. Al comienzo aparece una dedicatoria: “A mi hermano José. A mis amigos de ayer, que aún lo son hoy y, espero, lo serán siempre”. Finaliza con un pequeño album que contiene varias fotografías correspondientes a la infancia del poeta y a paisajes de La Bañeza, su ciudad natal. Se completa el conjunto con una estrofa del poema “Paraíso en la nieve” publicado en Los silencios de fuego y del que aparece asimismo un manuscrito de su autor.
León, 1999.
2.4. LIBROS DE VIAJES Y LUGARES 312.
Viaje a los monasterios de España, Barcelona, Planeta, 1976. Primera edición. El libro fue coeditado por Editorial Planeta, Prensa Española, Magisterio Español y Editora Nacional. Aparece con el número 76 de la colección Biblioteca Cultural RTVE. Tiene 157 páginas y mide 12 x 18 cms. Fue impreso sobre papeles Martelé y Offset PM, de Sarrió en la industria gráfica de sa Sant Vicenç dels Horts de Barcelona. Se abre con una dedicatoria “A mis padres” y con tres citas, de Valle Inclán, de Antonio Yepes y de Thomas Merton. El libro está estructurado en 21 capítulos todos ellos titulados con el nombre de un monasterio español, encabezados por un prólogo y coronados por un epílogo. Edición muy cuidada con profusión de fotografías de los monasterios y de personas con ellos relacionadas.
313.
Barcelona, 2003.
Orillas del Órbigo, León, Ediciones del Teleno, 1980. Primera edición. Este volumen inaugura la Colección Biblioteca Popular Leonesa de las Ediciones del Teleno, dirigida por Ernesto Escapa. El diseño y la dirección artística
[ 151 ]
León, 1980.
corren a cargo de Marga Merino. Impreso por Gráficas Celarayn de León. El texto y acompaña con numerosas fotografías en blanco y negro de los archivos de José Marcos de Segovia y del archivo de Ediciones del Teleno, y también en color de Hortensio Jamuz, Luis Cuevas y del archivo de Ediciones del Teleno. Tiene 189 páginas. Mide 11 x 20 cms. Barcelona, 1989.
314.
Segunda edición. Este volumen es el número 15 de la colección Breviarios de la Calle del Pez, coordinada y dirigida por el Grupo de Estudios Gumersindo de Azcárate, y se acabó de imprimir el día 23 de febrero de 1987, en los talleres de la Imprenta Provincial de León. El libro tiene 129 páginas y mide 12 x 21 cms. El libro se abre con un “A modo de prólogo” que firma Antonio Colinas en La Bañeza, en agosto de 1986. Seguidamente se incluye el poema “Riberas del Órbigo (1968)” aparecido en Poemas de la tierra y de la sangre. A continuación hay una cita de Plinius, de Naturalis Historia, así como un mapa a color de las tierras bañadas por el Órbigo. Está estructurado en once partes sin numerar y todas ellas tituladas, que se refieren a La Bañeza y otras localidades y ríos de la zona. Se complementa con una serie de fotografías a blanco y negro que ilustran el texto.
Barcelona, 1991.
315.
Palma de Mallorca, 1999.
Orillas del Órbigo, León, Diputación Provincial de León, 1987.
Pere Alemany: La música de los signos, Barcelona, Ámbito, 1989. Impreso en Tipografía Empòrium de Barcelona para Àmbit Serveis Editorials, S.A. Fechado en abril de 1989. Tiene 95 páginas. Mide 26’5 x 25 cms. Encuadernado en tela. En la sobrecubierta aparece una fotografía de una de las obras del artista. El texto se acompaña de numerosas fotografías realizadas por Vicenç Matas, la mayoría a color aunque hay alguna a blanco y negro. En el libro Colinas ofrece un viaje a la isla de Mallorca junto al pintor. Su escrito fechado en “Ibiza, diciembre de 1988-enero de 1989” se publica también traducido al inglés por Elaine Lerrigan.
[ 152 ]
316.
Ibiza: la nave de piedra, Barcelona, Lunwerg, 1991. Mide 26 x 30 cms. Tiene 232 páginas. Con 144 fotografías de Antoni Pomar. Incluye una traducción del texto al inglés.
317.
Eivissa: la nau de pedra, Barcelona, Lunwerg, 1991. Se trata de una versión al catalán del libro anterior con idénticas características.
318.
Grand Tour, Madrid, Album de Artes y Letras, 1995. Con numerosos grabados de ciudades italianas de los siglos XVIII y XIX. Tiene 140 páginas. Las mismas características del libro anterior, aunque éste va contenido dentro de un estuche. Existe una segunda edición con el título Grand Tour. Viaje a Italia, del año 2000.
319.
Ibiza y Formentera: dos símbolos, Palma de Mallorca, Turismo Balear, 1999. Tiene 166 páginas. Se acabó de imprimir en abril del año 2000. Con numerosas fotografías de Manfred i Margitta Ballheimer. Mide 24 x 27 cms. Existen ediciones de este libro en otros idiomas (catalán, inglés y alemán).
320.
Eivissa & Formentera: dos símbols, Palma de Mallorca, Turismo Balear, 1999. Edición catalana con las mismas características que el anterior.
321.
Eivissa & Formentera: two symbols, Palma de Mallorca, Turismo Balear, 1999. Edición inglesa con las mismas características que el anterior.
322.
Eivissa & Formentera: zwei symbole, Palma de Mallorca, Turismo Balear, 1999. Edición alemana con las mismas características que el anterior.
323.
Grand Tour. Viaje a Italia, Madrid, Album de Artes y Letras, 2000. Segunda edición. Se mantienen el texto y los grabados igual que en la primera edición. Cambia además del título, la cubierta del libro y la presentación, pues no va contenido en estuche alguno.
324.
Ibiza, Segovia, ARTEC ediciones, 2000. Prólogo de Concha García Campoy. Incluye numerosas fotografías de José M. Díez Laplaza. Tiene 189 páginas. Mide 28 x 30 cms. Impresión Artes Gráficas Toledo. Se hizo una edición en catalán de este libro.
[ 153 ]
325.
Eivissa, Segovia, ARTEC ediciones, 2000. Edición catalana de Margalida Torres y Carles Torres. Se mantienen exactas las características del libro anterior.
326.
Las islas de la imaginación: Mallorca, Menorca, Eivissa & Formentera, Palma, Edicions de Turisme Cultural, Illes Balears, 2001. Obra en colaboración con los escritores Carlos Garrido que se ocupa de las Islas Baleares en general, Carmen Riera que se ocupa de Mallorca, Pau Faner que se ocupa de Menorca y Antonio Colinas que se ocupa de las Pitiusas, Ibiza y Formentera. Tiene 344 páginas. Reportaje fotográfico con abundantes fotografías de Picornell, Miralles, Pallicer, Caballero, Mory, Negre, Real y Manfred y Margitta Ballheimer. Mide 24 x 27 cms. Edición y diseño Baltar & Associats de Palma de Mallorca. También se editó este libro en inglés.
327.
Islands of the imagination: Mallorca, Menorca, Eivissa & Formentera, Palma, Edicions de Turisme Cultural, Illes Balears, 2001. Versión al inglés del libro anterior. Se mantienen exactas las características de la edición en español.
328.
Viaje a los monasterios de España, León, Edilesa, 2003. Segunda edición corregida y ampliada con dos nuevos capítulos, “Peña de Francia y Batuecas” y “Nuestra Señora del Carmen de La Bañeza”. Asimismo incluye el poema “En el camino sin camino (Yuste)” al final de dicho capítulo. El libro aparece editado en la colección Pasos Literarios de Edilesa. Tiene 159 páginas. Mide 15 x 21 cms. Fue impreso en los talleres gráficos LetterMAC de León. Según reza en el colofón, se terminó de imprimir el día 7 de julio de 2003, festividad de San Fermín. Se mantienen la dedicatoria, las citas, el prólogo y el epílogo igual que en la anterior. Aparece una “Nota a la presente edición” en primer lugar del autor. Edición muy rica y cuidada con nuevas fotografías.
329.
Salamanca. Cuatro tiempos, Salamanca, Fundación Salamanca Ciudad de Cultura, 2005. El libro consta de 140 páginas numeradas y tres más sin numerar. Mide 31 x 31 cms. En la cubierta se reproducen cuatro fotografías de diferentes vistas de Salamanca en cuatro épocas del año. Cuatro escritores escriben sobre las cuatro estaciones del año en la ciudad: Antonio Colinas lo hace sobre el otoño, Luciano Egido sobre el invierno, Fernando R. de la Flor sobre la primavera y Gonzalo Santonja sobre el verano. “Símbolos y metáforas del otoño en Salamanca” es el título del escrito de Colinas. Los textos se acompañan de numerosas fotografías.
[ 154 ]
330.
El agua, la piedra, la palabra. Salamanca en la memoria, Salamanca, Ediciones Plaza Mayor de Salamanca, 2005, 174 pp. Contiene todos los textos del autor que tratan de la ciudad y sobre tema salmantino, tanto en prosa como en verso.
331.
Salamanca, Plaza Mayor, Salamanca, Ediciones Tempora, 2006 [En preparación]. El texto de este libro se cierra con el poema inédito “Plaza Mayor: El laberinto abierto”. Se acompaña de fotografías.
[ 155 ]
Barcelona, 1988.
Barcelona, 1991.
Barcelona, 1999.
Madrid, 2005.
3. Libros Esenciales para el Autor 332.
La llamada de los árboles, Barcelona, Elfos, 1988. Volumen exquisito editado por Rita Schnitzer en la colección Miniaturas Selectas. Iluminado con dibujos de botánica e ilustraciones de cuadros de árboles de diferentes pintores. Hay un agradecimiento por “la amable colaboración de la Escuela de Jardinería Rubiò i Tudurí, de Barcelona”. Fue impreso en los talleres Expograf, S.A. de Barcelona. El libro aparece sin paginar y tampoco tiene índice. De pequeño tamaño, mide 12 x 16 cms. En la cubierta aparece reproducida una obra, Abedul, del holandés Ernst van Cleef fechada en el siglo XIX. En la contracubierta hay un dibujo de una bellota. Consta de unas palabras introductorias sin título alguno del autor, en las que explica su visión personal del árbol como axis mundi y donde dedica el libro a sus hijos, Clara y Alejandro. Estructurado en treinta breves secciones, cada una dedicada a una clase de árbol diferente. Los textos aparecen en la página izquierda, ya que todos vienen acompañados por la reproducción de una pintura en la página derecha.
333.
La crida dels arbres, Barcelona, Elfos, 1988. Versión catalana de La llamada de los árboles, realizada por Marià Villangómez Llobet.
334.
Tratado de armonía, Barcelona, Tusquets, 1991. Volumen 113 de la colección Marginales. Impreso sobre papel Offset-F Crudo de Leizarán, Guipúzcoa, en los talleres barceloneses de Libergraf, S.A. El diseño de la cubierta es de MBM y aparece el detalle del dibujo a la sanguina Estudio de un árbol (c. 1500), de Leonardo da Vinci, que pertenece a la serie conocida por “Paisajes narrativos” y que se conserva en la Royal Library del Castillo de Widsor, en Inglaterra. En la solapa aparece una foto del autor de Carlos Ribas. Tiene 143 páginas. Mide 14 x 21 cms. El libro comienzsa con un “Preliminar” del autor y se cierra con un “Índice onomástico” al final. Consta de dos partes tituladas “Tratado de armonía” y “Tratado de signos. (Homenaje a san Juan de la Cruz)”, respectivamente. La primera de las cuales se abre con dos citas, una de Jung y la otra es un Dicho sufí. La segunda parte se inicia con unas palabras de San Juan de la Cruz. Fueron anticipados unos fragmentos de la primera con el título “De Tratado de armonía” en las revistas Vuelta, 157 (1989), pp. 22-24. [Méjico], e Integral, 128 (1990), pp. 111-114. [España].
335.
Tratado de armonía, Barcelona, Tusquets, 1992.
[ 157 ]
Segunda edición. Conserva idénticas todas las características de la primera. 336.
Nuevo tratado de armonía, Barcelona, Tusquets, 1999. Volumen n.º 182 de la colección Marginales, dirigida por ClotetTusquets. Se imprime sobre papel Offset-F Crudo del Leizarán, S.A., en los talleres gráficos Liberdúplex de Barcelona. En la cubierta, diseño de BM, aparece un detalle de Villa Castello, Capri, obra que Charles Caryl Coleman realizó en 1895 en óleo sobre tabla. En la solapa aparece una foto del autor de Tauste. El libro mide 14 x 21 cms. y tiene 98 páginas. Comienza con unas palabras de Antonio Colinas tituladas “Al lector” y fechadas en Salamanca, septiembre de 1999. Al frente del libro se puede leer la siguiente dedicatoria: “A mis amigas y amigos de la isla, todavía, siempre, en mí, bajo esa luz que ya es todas las luces”. Consta de cuatro partes: “Nuevo tratado de armonía”, “Páginas del icono”, “Los caminos del tiempo” y “En las noches azules”. Dos citas, una de Jung y otra de Swedenborg, inician la primera parte. Se anticiparon algunos fragmentos de esta misma con el título “Para un Nuevo tratado de armonía”, en la Revista de Occidente, 194-195 (1997), pp. 183-189. [Madrid, julio-agosto].
337.
La simiente enterrada. Un viaje a China, Madrid, Siruela, 2005. Aparece en la colección Biblioteca de Ensayo dirigida por Ignacio Gómez de Liaño. Tiene 218 páginas. Mide 15 x 21 cms. En la cubierta y sobrecubierta aparece un detalle de una obra de Zheng Xie (16931765), dinastía Qing, Bambú detrás de las rocas, que se conserva en el Museo de Shanghai. El libro comienza con unas palabras del autor tituladas “Razón de ser de este libro”, que firma en “Salamanca, verano de 2004”. A continuación se abre con tres citas. Una extraída de un Diálogo zen, y las otras son de Tiang Cheng Yang y de Thomas Merton, respectivamente.
338.
Tercer tratado de armonía. [Libro de próxima aparición].
[ 158 ]
4. Ensayo 4.1. LIBROS 339.
El sentido primero de la palabra poética, Madrid-México, Fondo de Cultura Económica, 1989. El libro aparece en la colección Sombras del Origen diseñada por Leo García Navarro en la editorial Fondo de Cultura Económica en las ciudades de Mexico, Madrid y Buenos Aires. Tal y como reza en el colofón final, se terminó de imprimir el día 24 de febrero de 1989, en los talleres gráficos Tave/82, en la localidad madrileña de Leganés, y la edición estuvo al cuidado del Departamento de Producción del F.C.E. de Madrid. En la cubierta aparece una ilustración, se trata de un cuadro de Paul Klee, Ein Genius serviert ein Kleines Frühstück. Tiene 293 páginas y mide 12 x 20 cms. Comienza con una “Introducción” del autor fechada en “Ibiza, julio de Madrid-México, 1989. 1988”. En ella explica Colinas el carácter que a su parecer tiene este libro de Poética. Está estructurado en tres partes, indicadas con letras, cada una de las cuales contiene a su vez varios artículos y ensayos breves, algunos de los cuales ya habían sido publicados. Al final se incluyen tres entrevistas en un “Apéndice”, las realizadas a Eugenio Montale, a Pablo Neruda y a María Zambrano.
340.
Mitología clásica, Madrid, Álbum de Artes y Letras, 1994. Libro realizado en colaboración con Joaquín Lledó. Con numerosos grabados de los siglos XVIII. Tiene 140 páginas en papel Modigliani y Job ivoire. Mide 23 x 31 cms. El diseño es de Jesús Tablate Miquis. La impresión es de Grafofsset, S.L. de Madrid. Antonio Colinas escribe el “Prólogo” y “Presencia y esencia de los mitos clásicos”, texto recogido después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, 1, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 13-21.
341.
Escritores y pintores de Ibiza, Ibiza, Consell Insular D’Eivissa i Formentera, 1993. El libro constituye el n.º 2 de la colección “Quaderns de literatura” que editan el Consell Insular en colaboración con la Conselleria de Cultura, Educació i Patrimoni. Contiene la Conferencia de clausura de la 10ª edición de la Universidad Internacional del Mediterráneo, leída en Ibiza en julio de 1993. La ilustración de la cubierta es una fotografía de Álvaro Astorza, “La Caleta”. Mide 21’5 x 30 cms. Tiene 29 páginas. Se imprimió en Ibiza en la Impremta Ibosim, S.L. de la ciudad.
[ 159 ]
342.
El contenido del libro obtuvo la Mención Especial del Premio Jovellanos de Ensayo. Fue impreso por Gráficas Summa de Llanera (Asturias) para Ediciones Nobel. Apareció con el n.º 3 de la Colección Jovellanos de Ensayo, cuya Dirección de Arte corre a cargo de Luis Vallina. La ilustración de sobrecubierta muestra una superposición de Cabeza de joven mujer, de la Escuela de Leonardo y que se conserva en la Galleria Uffizi de Florencia, sobre la obra Intitulado, realizada por Melquíades Álvarez en exclusiva para este libro, cuya técnica es óleo sobre papel y formato original 16 x 23 cms. El libro tiene 227 páginas. Mide 14 x 21 cms. Se abre con una cita de De Amore, de Marsilio Ficino. Está estructurado en tres partes numeradas en romanos y sin titular, precedidas por unas palabras del autor que constituyen el “Preliminar”. La primera parte es un solo ensayo, “Tanit. (Una teoría del símbolo)”. La segunda consta de tres, el primero de los cuales presta su título al conjunto, “Sobre la Vida Nueva”. Los otros dos se titulan “Fray Luis de León: la música razonada” y “Una aproximación a san Juan de la Cruz seguida de algunas curiosidades”, respectivamente. El último ensayo titulado “El bosque en llamas. (Claves para un tiempo nuevo)” constituye la tercera y última parte del libro que se cierra con un “Índice onomástico”. Fue anticipado un fragmento con el título “Sobre la Vida Nueva. (Fragmento)”, en la revista vallisoletana El Signo del Gorrión, 11 (1996), pp. 27-28.
Oviedo, 1996.
Valladolid, 2001.
343.
Valladolid, 2001.
Sobre la Vida Nueva, Oviedo, Ediciones Nobel, 1996.
El jardín y sus símbolos, Madrid, Album de Artes y Letras, 1997. Con láminas y grabados del siglo XIX. El diseño y la edición corren a cargo de Jesús Tablate Miquis. Son 142 páginas. Va dentro de una caja. Antonio Colinas escribe el “Preliminar” y “El jardín y sus símbolos”. Se mantienen las mismas características que en los libros Mitología Clásica y Grand Tour.
[ 160 ]
344.
Contrarios contra contrarios. (El sentido de la llama sanjuanista), León, La Biblioteca del IES “Lancia”, 2000. Incluido posteriormente en Del pensamiento inspirado II, pp. 138148. Aparece en la colección “Cuadernos del Noroeste” de la que es el número 2. Tiene 22 páginas y mide 21 x 14’5 cms. Como se puede leer en el colofón, se terminó de imprimir en la Imprenta El Cid, de León, el día 24 de junio del año 2000, día en que se conmemora el nacimiento de San Juan de la Cruz y el solsticio de verano. Estuvo al cuidado de la edición no venal José Luis Puerto, quien firma una “Nota de presentación” al comienzo. La edición consta de 400 ejemplares numerados a mano.
345.
Los símbolos originarios del escritor, Astorga, Centro de Estudios Astorganos, 2001. Cuaderno n.º 18 de Marcelo Macías. Tiene 39 páginas. Contiene varios dibujos. Incluido posteriormente en Del pensamiento inspirado II, pp. 31-46.
346.
Del pensamiento inspirado, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, vol. I, 278 pp.; vol. II, 357 pp. La obra completa consta de dos volúmenes editados de manera independiente. Ambos miden 13’5 x 22 cms. Coedición de la Consejería de Educación y Cultura de la Junta de Castilla y León y Caja Duero. Impreso en los talleres Europa Artes Gráficas, S.A., de Salamanca. Ricardo Fidalgo ha diseñado ambas cubiertas. Colección de artículos y ensayos breves, algunos de los cuales ya habían aparecido en diferentes publicaciones, otros sin embargo, permanecían inéditos. El volumen I se abre con unas palabras de Antonio Colinas tituladas “A modo de prólogo” que van fechadas en Salamanca, junio de 2001. Tiene 278 páginas. Tiene dos partes sin enumerar. La primera titulada “Símbolos del origen” está formada por diez ensayos. La segunda, “Once clásicos de excepción”, por catorce. El volumen II tiene 357 páginas. Está dividido también en dos partes sin numerar. “Testimonios del escritor” es la primera y está formada por dieciséis ensayos. La segunda y última, que da título al conjunto, es “Del pensamiento inspirado” y reúne sesenta y dos artículos.
347.
Venecia.(Venecia en sus límites de infinitud), Palma de Mallorca, Edición de Ángeles Cereceda, 2001. Realización y Maqueta de Toni Palmer. Fotografía de las obras de Miguel Font. Impreso por Jorvich, S.L. Edición fechada en mayo de 2001. Este libro reproduce obras realizadas por la artista Ángeles Cereceda en los años
[ 161 ]
Palma de Mallorca, 2001.
2000 y 2001. Tiene 56 páginas. Mide 24 x 23 cms. En la cubierta se reproduce un fragmento de la acuarela San Giorgio Maggiore, de Cereceda. 348.
Llamadas del más allá, Barcelona, Taller de Joan Roma y Takeshi Motomiya, 2003. El libro está fechado en mayo de 2003. Son 25 páginas. Mide 33 x 49 cms. Contiene cinco grabados del pintor catalán Agustí Puig. La edición consta de 30 ejemplares firmados por los autores, de los cuales 25 están numerados en arábigos, 3 son pruebas de imprenta, y 2 son H.C. También se ha hecho una suite de grabados con grandes márgenes firmada y numerada con las cifras romanas I/XXV al XXV/XXV. El texto, compuesto en tipos Garamond, se ha impreso en la tipografía del taller de C. Casacuberta. La encuadernación ha estado al cuidado de Àngels Arroyo. Se ha empleado papel de alto gramaje. La obra fue presentada en la Galería Rayapunto de Salamanca el 6 de febrero de 2004 con ocasión de una exposición de Agustí Puig.
349.
José Portilla. Paraísos soñados, Salamanca, Diputación de Salamanca-Caja Duero, 2003. Tiene 105 páginas. Mide 24’5 x 31 cms. Contiene el texto “La mirada honda y dual de José Portilla” de Antonio Colinas acompañada de la versión al inglés, “The Deep, Dual Vision of José Portilla”. Impreso por Gráficas Varona. Fotografías de Santiago Santos. Diseño y maquetación de José Portilla. Montaje de Antonio Gómez. En cubierta aparece una fotografía de la obra de Portilla Cosido a la memoria.
350.
Los días en la isla, Madrid, Huega y Fierro editores, 2004. Es el número 28 de la colección La rama dorada, diseñada por Juan Carlos Eguillor. Tiene 243 páginas. Mide 14’5 x 22’5 cms. Impreso por Gráficas 85, S.A. de Madrid. En el colofón final se puede leer: “Esta obra se acabó de imprimir bajo los auspicios de Sagrario Fierro Madrid y Antonio M. Huerga Murcia, editores”. Recopilación de sesenta y tres artículos periodísticos aparecidos en la prensa ibicenca. Las fotografías son de Álvaro Astorza. Las del interior aparecen a blanco y negro. También suya en la cubierta y a color hay una fotografía titulada El Valle de Can Furnet. Se abre con unas palabras firmadas por Antonio Colinas en Salamanca, primavera de 2003 que aparecen con el título “Eternidad de los instantes”.
Madrid, 2004.
[ 162 ]
4.2. ESTUDIOS BIOGRÁFICOS 351.
Leopardi, Gijón, Júcar, 1974. Primera edición fechada en mayo de 1975. Aparece en la colección Los Poetas dirigida por Manuel Aragón de la que es el número 13. El libro consta de 213 páginas y mide 11 x 18 cms. Fue impreso en Romanyà/Valls, en la localidad barcelonesa de Capellades. En la cubierta hay una fotografía de un busto de Leopardi y numerosas ilustraciones en el interior. Lleva una dedicatoria en el interior, “Para Mariajosé”. La obra se estructura en tres partes: “Leopardi o el nacimiento de una nueva sensibilidad”; “Leopardi: vida y obra”; “Antología”. Esta última está compuesta por una selección de poemas de Leopardi junto con su correspondiente versión española realizada por Antonio Colinas. Asimismo el libro se completa con una “Bibliografía Fundamental” seleccionada por Colinas; un Cuadro Cronológico, y un Índice de Ilustraciones. Se hizo una segunda edición once años después.
352.
Gijón, 1974.
Leopardi, Gijón, Júcar, 1985. Segunda edición fechada en marzo de 1985. Se mantienen las mismas características de la anterior.
353.
Vicente Aleixandre y su obra, Barcelona, Dopesa, colec. “Conocer”, 1977. Primera edición fechada en diciembre de 1977. Tiene 126 páginas. Mide 12’5 x 18’5 cms. Aparece en la colección Conocer a..., dirigida por Higinio Clotas. Impreso los talleres de Ingemesa en Barcelona. Se vuelve a editar cinco años después con otra editorial.
354.
Vicente Aleixandre y su obra, Barcelona, Barcanova, 1982. Segunda edición fechada en octubre de 1982. El libro es el número 21 de la colección El Autor y su Obra, dirigida por Higinio Clotas y Mauricio Wácquez. Tiene 127
[ 163 ]
Barcelona, 1982.
páginas. Mide 13 x 19 cms. Ha sido impreso en los talleres Romanyà/Valls en la localidad de Capellades, en Barcelona. En la cubierta, diseño de Gràfic Comunicació, aparece una fotografía de Aleixandre. Esta obra es un nuevo estudio de la vida y de la obra del poeta malagueño que se completa con una “Cronología” al principio y con una “Bibliografía” al final. Ésta última es una selección de la bibliografía sobre Vicente Aleixandre que abarca hasta 1977, año en que le fue concedido el Premio Nobel. Barcelona, 1988.
Barcelona, 1995.
355.
Hacia el infinito naufragio. Una biografía de Giacomo Leopardi, Barcelona, Tusquets, 1988. El libro aparece en la Colección Andanzas de la que es el número 79, diseñada por Guillemot-Navares. Esta primera edición aparece fechada en octubre de 1988. Impreso en los talleres barceloneses de Libergraf, S.A. Tiene 295 páginas, aunque sin numerar se incluyen un “Índice onomástico”, un “Índice de ilustraciones”, así como los “Últimos títulos” aparecidos de la colección. Mide 14 x 21 cms. Tanto en la cubierta como en la contracubierta aparece la misma ilustración: un detalle de un retrato de Leopardi a óleo realizado por Faccioli. La obra se abre con una “Nota preliminar” que Colinas firma en “Ibiza, septiembre de 1987” y en la que explica el contenido del libro en el que comenzó a trabajar en 1971. La bibliografía propiamente dicha se abre con dos citas: la primera corresponde a Quaresimale, de Paolo Segneri, y la otra es del propio Giacomo Leopardi, de L’infinito. Está estructurada en XXI partes numeradas en romanos. Se acompaña de seis “Apéndices documentales”, una breve cronología de la historia de Italia, un “Cuadro cronológico de la vida de Leopardi”, así como una “Bibliografía” que completa la preparada por Colinas para su libro Poesía y prosa de Leopardi, publicado por Alfaguara en 1979. El conjunto se completa con numerosas ilustraciones, retratos de la familia de Leopardi y del poeta, y fotografías de los lugares leopardianos.
[ 164 ]
356.
Rafael Alberti en Ibiza. Seis semanas del verano de 1936, Barcelona, Tusquets, 1995. Volumen n.º 232 de la Colección Andanzas, diseñada por Guillemot-Navares. Impreso sobre papel Offset-F Crudo de Leizarán, S.A., de Guipúzcoa, en los talleres gráficos Libergraf, S.L., de Barcelona. La ilustración de la cubierta es un collage, a partir de una idea de B.M. de una foto de Rafael Alberti y María Teresa León en Alicante, embarcando para Ibiza el 28 de junio de 1936, y del detalle de un paisaje al óleo de Ibiza (1853), de Juan Mestre. El libro mide 15 x 22’5 cms. y tiene 300 páginas. Comienza con un “Prólogo” y finaliza con un “Epílogo para desmemoriados”, fechado en Ibiza, invierno de 1993. Está estructurado en once partes acompañadas por unos Apéndices: varios documentos (cartas y poemas del matrimonio protagonista, así como de su hija Aitana y del autor), Agradecimientos, Notas e Índice onomástico. Se reproducen numerosas fotografías ilustrativas de los hechos y lugares, mapas, carteles, manuscritos, cartas, páginas de periódicos...
4.3. CATÁLOGOS DE PINTORES 357.
Teresa Gancedo. Antológica 1977-1990. Caja España, 1991.
358.
“Cabeza de diosa entre mis manos” [poema], en Barry Flanagan, Barcelona, Fundación La Caixa, 1993, p. 145. (Exposición celebrada en Madrid en otoño de 1993. Incluye textos en inglés traducidos al español por Richard McNeff).
359.
“Knossos. La fascinación de las ruinas”, Arturo Guerrero, Palma de Mallorca, 1996. (Exposición del pintor titulada “Knossos. La fascinación de las ruinas).
360.
“Los mensajes de eternidad de Iris Lázaro”, Album de Artes y Letras (64), pp.16-19; publicado posteriormente en el catálogo, Los mensajes de eternidad de Iris Lázaro, Zaragoza, Banco Zaragozano, 2001.
361.
“José Hierro: el dibujo o la vida”, en El último dibujo, Ayuntamiento de Ávila, 2001. (Catálogo de una exposición de José Hierro).
362.
“Los sueños recobrados de Ramiro Tapia”, en Ramiro Tapia. Cincuenta años, Madrid-Bilbao, Guillermo de Osma - Galería Colón, 2002. (Exposición de noviembre de 2002 y marzo de 2003).
363.
“Prólogo” a Tratado sobre la melancolía, Salamanca, Caja Duero, 2003. (Catálogo de una exposición de Salud Parada y Juan Mari Montes).
364.
“Interpretar los símbolos eternos”, en La mirada a estratos. Seis artistas en el Museo de Zamora, Zamora, Museo Etnográfico de Castilla y León, 2003.
365.
“Plenitud de Teresa Gancedo”, en Teresa Gancedo, Barcelona, 2003. (Catálogo de una exposición de óleos de la artista en mayo de 2003).
[ 165 ]
366.
“Energía que avanza: misterio que se desvela”, en Agustí Puig. 100 gravats de Joan Roma, Barcelona, Fundació Vila Casas, 2003. Tiene 282 páginas. Mide 17 x 16’5 cms.
367.
“Preguntas y respuestas de Agustí Puig”, en Agustí Puig. Idediari 1992-2004, Sabadell, Museu d’Art, 2004. Tiene 121 páginas. Mide 23 x 27 cms.
368.
“La revelación de una llamada”, en Últimas pinturas, Salamanca, Galería Adora Calvo, 2004. (Catálogo de una exposición de Jordi Teixidor).
369.
“Más allá todavía”, en Broto. Aire, Salamanca, Galería Adora Calvo, 2005. (Catálogo de una exposición del artista inaugurada en mayo de ese mismo año).
4.4. ARTÍCULOS PERIODÍSTICOS Y OTRAS COLABORACIONES 370.
“Leopoldo Panero poeta de hondos sentimientos”, El Adelanto Bañezano, 7 marzo 1964, p. 3; 14 marzo 1964, p. 3, y 28 marzo 1964, p. 2.
371.
“Recuerdo. Apuntes para un itinerario lírico”, El Adelanto Bañezano, 16 mayo 1964, p. 2.
372.
“Don Juan y la Academia”, El Adelanto Bañezano, 4 julio 1964, p.2.
373.
“Corazón de España”, El Adelanto Bañezano, 24 julio 1964, p. 6.
374.
“Visión del Teleno”, El Adelanto Bañezano, 5 septiembre 1964, pp. 2 y 7.
375.
“Un hombre del 98”, El Adelanto Bañezano, 3 octubre 1964, p. 3
376.
“Carta a D. Juan Gutiérrez sobre “Un hombre del 98”, El Adelanto Bañezano, 24 octubre 1964, p. 6.
377.
“Palabras para un tiempo”, El Adelanto Bañezano, 26 diciembre 1964, p. 3.
378.
“Ante una conmemoración”, El Adelanto Bañezano, 6 febrero 1965, p. 2.
379.
“En un lugar de la Mancha”, El Adelanto Bañezano, 3 abril 1965, p. 6.
380.
“Consideraciones equívocas”, El Adelanto Bañezano, 17 abril 1965, pp. 1 y 4.
381.
“En su presentación triunfa la O.A.R.”, El Adelanto Bañezano, 24 julio 1965, p. 7.
382.
“Intelectualizar La Bañeza”, El Adelanto Bañezano, 28 agosto 1965, p. 3.
383.
“Ha muerto Alejandro Casona”, El Adelanto Bañezano, 25 septiembre 1965, pp. 1 y 4.
384.
“El chopo, el agua, los viejos rincones. (Tres temas para andar por casa). I, El chopo”, El Adelanto Bañezano, 13 noviembre 1965, p. 3.
385.
“Tres temas para andar por casa. Y III, Los viejos rincones”, El Adelanto Bañezano, 27 noviembre 1965, pp.3 y 6.
386.
“Recuerdo”, El Adelanto Bañezano, 11 diciembre 1965, p. 6.
[ 166 ]
387.
“Tres temas para andar por casa. II, El agua”, El Adelanto Bañezano, 18 diciembre 1965, p. 6.
388.
“¿Feliz año nuevo?”, El Adelanto Bañezano, 31 diciembre 1965, pp. 1 y 3.
389.
“El esfuerzo continuado. (Pablo Casals)”, El Adelanto Bañezano, 7 enero 1966, pp. 3 y 6.
390.
“Del monte y los caminos”, El Adelanto Bañezano, 9 abril 1966, p. 6.
391.
“En torno a la juventud”, El Adelanto Bañezano, 9 julio 1966, pp. 1 y 4.
392.
“De la bohemia a la verdad pasando por el arte”, El Adelanto Bañezano, 23 julio 1966, p. 7.
393.
“El milagro cotidiano de la tierra”, El Adelanto Bañezano, 11 agosto 1966, p. 9.
394.
“Crónica fugaz de un viaje al Sur, (I). Amanecer entre dos provincias”, El Adelanto Bañezano, 8 octubre 1966, pp. 2 y 4.
395.
“Crónica fugaz de un viaje al Sur, (II). Camino del mar”, El Adelanto Bañezano, 15 octubre 1966, p. 6.
396.
“Crónica fugaz de un viaje al Sur, (III). La sorpresa de la bahía”, El Adelanto Bañezano, 22 octubre 1966, pp. 2 y 7.
397.
“La búsqueda de la soledad. (Recuerdo de Rainer María Rilke)”, El Adelanto Bañezano, 19 noviembre 1966, pp.2 y 7.
398.
“El mundo de los sueños. Walt Disney”, El Adelanto Bañezano, 21 enero 1967, p. 3.
399.
“Encuentro con El Greco”, El Adelanto Bañezano, 18 febrero 1967, p. 3.
400.
“Azorín”, El Adelanto Bañezano, 11 marzo 1967, pp. 1 y 3.
401.
“Dos etapas en Rubén Darío”, El Adelanto Bañezano, 27 mayo 1967, p. 5.
402.
“Entrevista con Vicente Aleixandre de la Real Academia Española”, julio 1967.
403.
“Páginas de un diario al viento”, El Adelanto Bañezano, 2 septiembre 1967, p. 2.
404.
“Charles Baudelaire”, El Adelanto Bañezano, 7 octubre 1967, p. 7.
405.
“Una opinión sobre la juventud”, El Adelanto Bañezano, 25 noviembre 1967, p.3.
406.
“La Nochevieja de Juan”, El Adelanto Bañezano, diciembre 1967.
407.
“Una ventana a la carretera”, El Adelanto Bañezano, 20 enero 1968, pp. 5 y 6.
408.
“Ante unas nuevas Fiestas”, en Fiestas de La Bañeza, agosto 1968, pp. 3 y 5.
409.
“Palabras para una reina”, en Fiestas de La Bañeza, agosto 1968.
410.
“Recuerdo para Rafael Cabo”, El Adelanto Bañezano, agosto 1968.
411.
“Para Leopoldo Panero. Aniversario”, Luz de Astorga, agosto 1968.
412.
“Una verdadera Casa de la Cultura. (A modo de sugerencia)”, El Adelanto Bañezano, junio 1969.
[ 167 ]
413.
“Galdós vivo”, El Adelanto Bañezano, 24 enero 1970, p. 4.
414.
“Historia sucinta de La Bañeza. Capítulo I”, El Adelanto Bañezano, 24 enero 1970, p. 9.
415.
“Historia sucinta de La Bañeza. Capítulo II”, El Adelanto Bañezano, febrero 1970.
416.
“Historia sucinta de La Bañeza. Capítulo III”, El Adelanto Bañezano, febrero 1970
417.
“Inauguración de la Temporada Musical en León”, El Adelanto Bañezano, 30 octubre 1970.
418.
“Para una desapasionada revisión”, Madrid, 23 diciembre 1970.
419.
“Concierto en La Bañeza”, El Adelanto Bañezano, diciembre 1970.
420.
“Eduardo Martínez, leonés-europeo”, El Adelanto Bañezano, 1970, p. 5.
421.
“Laberíntico Borges”, El Adelanto Bañezano, 1970, p. 5.
422.
“Smiles o la formación del carácter”, El Adelanto Bañezano, 1970, p. 5.
423.
“Gustavo Adolfo Bécquer”, El Adelanto Bañezano, 1970, p. 5.
424.
“Para una revisión desapasionada de Bécquer”, en “Respuesta a “Bécquer, hoy: encuesta a la joven poesía”, Ínsula, 289 (1970), pp. 4-5.
425.
”Notas para una poética de nuestro tiempo”, Ínsula, 293 (1971), pp. 1 y 12.
426.
“Diálogo con el poeta Eugenio Montale”, Madrid, 9 junio 1971, p. 8; Informaciones, 30 octubre 1975; recogido con el título “Encuentro con Montale” en El sentido primero de la palabra poética, Madrid, FCE, 1989, pp. 247-259.
427.
“Encuentro sin palabras con Ezra Pound”, Madrid, 21 julio 1971, p. 3.
428.
“Unas palabras sobre Florencia”, El Adelanto Bañezano, 7 agosto 1971.
429.
“Francisco Ayala en su jardín de las delicias”, Madrid, 22 septiembre 1971.
430.
“Algunas puntualizaciones sobre Paul Valéry”, Madrid, 26 octubre 1971.
431.
“¿Qué pasa en Venecia?”, El Adelanto Bañezano, febrero 1972.
432.
“Para una aproximación al fenómeno poético”, Boletín de la Asociación Europea de Profesores de Español, 7 (1972), pp. 83-92.
433.
“Con ocasión de la Poesía Superrealista de Vicente Aleixandre”, Trece de Nieve, 3 (1972), pp. 28 y 29.
434.
“A propósito de una lectura de Octavio Paz”, Ínsula, 303 (1972), pp. 1 y 3.
435.
“Entrevista con Pablo Neruda”, Revista de Occidente, 111 (1972), pp. 255-266 [separata]; recogido en El sentido primero de la palabra poética, Madrid, FCE, 1989, pp. 260-271.
436.
“Otoño ecológico”, El Adelanto Bañezano, noviembre 1973.
437.
“El primer Aleixandre”, Ínsula, 316 (1973), p. 3.
438.
“Ludwig, un viaje fatal hacia lo imposible”, Camp de l’Arpa, 7 (1973).
[ 168 ]
439.
“Tiempo de Leopoldo Panero”, El Adelanto Bañezano, 15 agosto 1974.
440.
“Anti-Poética”, en José BATLLÓ, Poetas españoles postcontemporáneos, Barcelona, Lumen, 1974.
441.
“Recuperación de Ricardo Molina”, Cuadernos Hispanoamericanos, 295 (1975), pp. 168-175.
442.
”Equilibrio de Francisco Brines”, Cuadernos Hispanoamericanos, 302 (1975), pp. 479-481.
443.
“En torno a los ‘Apócrifos’ de Antonio Machado”, Cuadernos Hispanoamericanos, 304-307 (1975-1976), pp. 1143-1149.
444.
“Pasolini: ¿un realismo trascendente?”, Informaciones, 6 noviembre 1975, p. 3.
445.
“Un poema de P. P. P. [Pier Paolo Pasolini]”, Informaciones, 6 noviembre 1975.
446.
“Antonio Machado: Dudas de hoy, poesía de siempre”, Ínsula, 344-345 (1975), p. 6; y en Diario 16-Culturas, 18 febrero 1989, p. X.
447.
”Aproximación a Montale”, Ínsula, 348 (1975), p. 16.
448.
“Eugene Montale: entre la tradición y la vanguardia. (Entre la tradición y la vanguardia)”, Cuadernos Hispanoamericanos, 309 (1976), pp. 296301. Se publica en una separata de la revista en marzo de 1976.
449.
“Un clásico tibetano”, Informaciones, 18 marzo 1976, p. 5.
450.
“Roma, fábula y alucinación”, Informaciones, 10 junio 1976.
451.
“Poética de Luis Cernuda”, Informaciones, 9 septiembre 1976, p. 3.
452.
“Rainer María Rilke: la soledad profunda”, Pueblo, 21 diciembre, 1976.
453.
“Alejandro Amusco: retorno a la poesía existencial”, Informaciones, 30 diciembre 1976, p. 3.
454.
“Machado como expresión del alma española. En torno a una reciente biografía”, Ínsula, 353 (1976), p. 10.
455.
“Perse: la palabra metálica y antigua”, Informaciones, 6 enero 1977, p. 3.
456.
“Último recuerdo del maestro Odón”, El Adelanto Bañezano, 26 marzo 1977.
457.
“Una etapa crítica en Hermann Hesse”, Informaciones, 21 abril 1977, p. 1.
458.
“Primeros sueños de Rafael Alberti”, Informaciones, 28 abril 1977, p. 3.
459.
“Una lección continua y turbadora (sobre la Generación del 27)”, El Ciervo, 306-307 (1977).
460.
“Alberti: magia de la pintura escrita”, El País, 25 mayo 1977.
461.
“Para una revisión de la Generación del 27: autenticidad frente a vanguardia”, Informaciones, 26 mayo 1977, p. 3.
462.
”Magia de la pintura escrita en Alberti”, Ínsula, 368-369 (1977), p. 7.
463.
“Aleixandre: un Nobel ejemplar”, Informaciones, 7 octubre 1977.
464.
“Velintonia, 3 (Aleixandre visto por la joven generación)”, El País, 9 octubre 1977.
[ 169 ]
465.
“Tres lecciones en una lectura última”, Ínsula, 374-375 (1978), p. 15.
466.
“Un testimonio torrencial: Alascok-ish de Luna”, Informaciones, 9 febrero 1978, p. 5.
467.
“La Cabrera, un espacio del alto León”, El País, 15 abril 1978, p. 20.
468.
“Gil-Albert: testimonio de una recuperación”, La Estafeta Literaria, 641-642 (1978), p. 28.
469.
“Luis Antonio de Villena, a la sombra de las culturas. Poesía de hoy y de ayer”, Informaciones, 6 julio 1978.
470.
“Teoría del paisaje bañezano”, La Hora Leonesa, 13 agosto 1978, p. H.
471.
“Manzú en Bérgamo”, Guadalimar, 24 (1978).
472.
Teoría y obra de Carlos Bousoño”, Cuadernos Hispanoamericanos, 342 (1978), pp. 673-676.
473.
“Ezra Pound: una poética con rigor”, Nueva Estafeta, 4 (1979), pp. 47-50.
474.
“Hesse y la muerte de la razón”, Informaciones, 29 marzo 1979, pp. 1 y 2.
475.
“La poesía amorosa de John Donne”, Ínsula, 389 (1979), pp. 1 y 11.
476.
“La palabra de Salvatore Quasimodo”, Hora de Poesía, 2 (1979).
477.
“La palabra, en el tiempo, de Octavio Paz”, Informaciones, 5 julio 1979, pp. 1 y 2.
478.
“Actualidad y esencia de lo griego”, Nueva Estafeta, 14 (1980), pp. 5665; recogido en El sentido primero de la palabra poética, Madrid, FCE, 1989, pp. 42-61.
479.
“Sobre un soneto de Dante”, Hora de Poesía, 8 (1980).
480.
“K. Meirowsky: un ejemplo de amor a Ibiza”, Diario de Ibiza, 30 abril 1980.
481.
“El entusiasmo y la quietud”, El País, 8 junio 1980.
482.
“Una nueva imagen de Dante”, El País-Libros, 8 junio 1980, p. 1.
483.
“Hermann Broch o la escritura total”, El País, 21 noviembre 1980.
484.
“Poética” en Joven Poesía Española, 2ª ed., Madrid, Cátedra, 1980, p. 222.
485.
“Nostalgia y evocación del Sur y de sus poetas”, Andalucía Libre, 31 (1980), pp. 28-33, [Sevilla]; recogido en El sentido primero de la palabra poética, Madrid, FCE, 1989, pp. 207-223.
486.
“Poesía y naturalidad en Pasolini”, Camp de L’arpa, 83 (1981), p. 25. [Barcelona].
487.
“Los guerreros de Riace”, El País, 11 julio 1981.
488.
“Dos signos, dos símbolos”, El País, 11 julio 1981.
489.
“La carta que no envié a María Zambrano”, Los Cuadernos del Norte, 8 (1981), pp. 15-17; recogido en El sentido primero de la palabra poética, Madrid, FCE, 1989, pp. 199-206.
490.
“Epílogo a una edición leopardiana”, La Vanguardia, 9 agosto 1981.
491.
“Místicos, poetas, clásicos”, El País, 23 agosto 1981.
[ 170 ]
492.
“El mundo púnico, conservado en el museo del Puig des Molins”, El País, 12 diciembre 1981, p. 4; Diario de Ibiza, 27 enero 1982, p. 4.
493.
”Lección primera y última de Virgilio”, Ínsula, 418 (1981), pp. 1 y 5.
494.
“El Teleno, de cima tutelar a campo de tiro”, El País, 8 septiembre 1981, p.18.
495.
“Eugenio Montale y España”, El País, 11 octubre 1981.
496.
“El mundo púnico del Puig des Molins”, El País, 12 diciembre 1981.
497.
“Restos de otras vidas, de otros sueños”, El País, 12 diciembre 1981; Cuervo, monografía n.º 2 (1981), pp. 33-43.
498.
“Razones de un creador. A título personal”, Diario 16, 7 marzo 1982, p. III.
499.
“Nombres que iluminan la sombra”, La Vanguardia, 22 abril 1982.
500.
“El verso de Juan Ramón Jiménez”, El País, 18 julio 1982.
501.
“Recordando a Pablo Neruda”, Quimera, 25 (1982), pp. 20 y 21.
502.
“Evocación de Leopoldo Panero”, El Faro Astorgano, 27 agosto 1982.
503.
“Hoy hace 20 años que murió Leopoldo Panero, autor de Canto personal”, El País, 27 agosto 1982.
504.
“Entrevista con Giorgio Bassani: ‘Vivimos el mundo trágico del industrialismo”, El País, 10 enero 1983; recogido después con el título “Giorgio Bassani y su “Jardín”, en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 309-315.
505.
“Villena: poética de la naturalidad”, El País, 21 febrero 1983.
506.
“La esencia de un mensaje”, El País, 24 junio 1983; recogido en COLINAS, Antonio, “La esencia de un mensaje”, en VV. AA., El pensamiento de María Zambrano. Madrid, Zero, 1983, pp. 102-104.
507.
“Paisaje mediterráneo y teoría lírica”, Ínsula, 444-445 (1983), p. 10; recogido en El sentido primero de la palabra poética, Madrid, FCE, 1989, pp. 33-41.
508.
“Relecturas”, El País, 17 diciembre 1983, pp. 9-10.
509.
“Nota y tres poemas de Antonio Colinas”, en VV.AA., Antología de poesía mediterránea, Valencia, 1983, pp. 91-98.
510.
“Ecología y pacifismo”, El País, 14 enero 1984, pp. 9-10.
511.
“Dos vidas”, El País, 13 febrero 1984, pp. 11-12.
512.
“Encuentro con un nacionalista leonés”, El País, 24 febrero 1984, pp. 9-10.
513.
“La infeliz opulencia”, El País, 14 marzo 1984, pp. 11-12.
514.
“Una difícil universalidad”, El País, 25 marzo 1984, pp. 9-10.
515.
“El silencio de Vicente Aleixandre”, El País, 3 abril 1984, pp. 11-12.
516.
“Noticia de un poeta: Mariano Villangómez Llobet”, Ínsula, 449 (1984), p. 15.
517.
“En el Jardín Botánico”, El País, 12 mayo 1984, pp. 9-10.
518.
“Cinco minutos de silencio”, El País, 29 mayo 1984, pp. 11-12.
[ 171 ]
519.
“El viaje hacia dentro”, El País, 26 junio 1984, pp. 11-12.
520.
“Goethe, Catulo y Sirmione”, Fin de Siglo, 8 (1984), pp. 57-58. [Jerez de la Frontera]; recogido en El sentido primero de la palabra poética, Madrid, FCE, 1989, pp. 74-78.
521.
“La inútil estrategia de la tensión”, El País, 5 julio 1984, pp. 9-10.
522.
“La aventura de huir”, El País, 24 julio 1984, pp. 9-10.
523.
“Rastrear el espacio”, El País, 31 agosto 1984, p. 9.
524.
“Precisiones sobre el escritor comprometido”, El País, 30 septiembre 1984, p. 11.
525.
“Recital para rebecos”, El País, 16 octubre 1984, pp. 11-12.
526.
“Leonardo da Vinci, frente al tiempo”, El Adelanto Bañezano, 28 abril 1973, pp. 2 y 10; El País, 31 octubre 1984, pp. 11-12.
527.
“La palabra de Pablo García Baena”, Ínsula, 455 (1984), p. 16.
528.
“Recordando a Fernando Zóbel”, El País, 11 noviembre 1984, pp. 9-10.
529.
“Hacia el centenario de Ezra Pound”, El País, 14 noviembre 1984, pp. 11-12; recogido después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 266-271.
530.
“Otoño pleno”, El País, 4 diciembre 1984, pp. 11-12.
531.
“La crítica estéril”, El País, 13 diciembre 1984, pp. 11-12.
532.
“La fuerza del ejemplo”, El País, 15 diciembre 1984, p. 29.
533.
“Rafael Alberti, poeta de la luminosidad latina”, Anthropos 39-40 (1984), pp. 72-77. Monográfico dedicado a Rafael Alberti.
534.
“Miseria y esplendor de la arquitectura rural”, El País, 7 enero 1985, pp. 9-10.
535.
“Ecología y pacifismo”, El País, 14 enero 1985.
536.
“A vueltas con los libros”, El País, 21 enero 1985, pp. 9-10.
537.
“Vicente Aleixandre (1898-1984). Primeros y últimos recuerdos”, Ínsula, 458-459 (1985), p. 8.
538.
“El genio y el héroe”, El País, 20 febrero 1985, pp. 9-10.
539.
“Realidad y símbolo de Espriú”, El País, 3 abril 1985.
540.
“Al sur de la Alhambra”, El País, 9 mayo 1985, pp. 9-10.
541.
“Bach o el placer de razonar”, El País, 24 mayo 1985, pp. 11-12.
542.
“Un año en el sur. Revelación”, La Gaceta del Libro, 24 (1985).
543.
“Si ahora cerrara los ojos...”, Diario de León, 10 agosto 1985.
544.
“Quitar los tópicos del camino”, El País, 10 agosto 1985, p. 20.
545.
“Un proyecto a la espera de presupuesto”, El País, 4 septiembre 1985, pp. 9-10.
546.
“José Luis Cano: un español liberal”, El Ciervo, (1985), pp. 19-20. (Homenaje a José Luis Cano).
547.
“Comunicación poética y vida”, en Comunicadores y mensajes. Intervención del poeta en el X Ciclo “Los Coloquios del Alcor” organizado por el Colegio Mayor Alcor de Madrid; se publica posteriormente en
[ 172 ]
VV.AA., Coloquios del Colegio, Madrid, Colegio Mayor Alcor X, 1993, pp. 73-90. (Recoge la conferencia pronunciada con el mismo título). 548.
“Contra el dogmatismo de los géneros”, El País, 15 enero 1986, pp. 78; recogido en El sentido primero de la palabra poética, Madrid, FCE, 1989, pp. 236-240.
549.
“Los frutos de una iluminación”, El País, 1 mayo 1986, p.11.
550.
“Poética”, Los Cuadernos del Norte, monografía n.º 3 (1986), pp. 41 y 42.
551.
“Luces de Moguer”, El País, 14 julio 1986, p. 9.
552.
“Sobre la iniciación. (Conversación con María Zambrano)”, Los Cuadernos del Norte, 38 (1986), pp. 2-9; Álbum de Artes y Letras, 44 (1995), pp. 68-77; publicado posteriormente en El sentido primero de la palabra poética, Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1989.
553.
“El sentido primero de la palabra poética”, Revista de Occidente, 66 (1986), pp. 109-128; recogido en El sentido primero de la palabra poética, Madrid, FCE, 1989, pp. 13-32.
554.
“La poesía”, en Letras Españolas, 1987, Madrid, Castalia, 1988, pp. 4770.
555.
“El crujido de la luz”, El País, 10 enero 1987, p. 9.
556.
“Florencia: ciudad a la luz del conocimiento”, El País Semanal, 511 (1987), pp. 31-36.
557.
“El romanticismo que surgió de la metrópoli”, El País, 2 abril 1987, p. 11; recogido en El sentido primero de la palabra poética, Madrid, FCE, 1989, pp. 108-117.
558.
“Esperando la palabra en el tiempo”, El Urogallo, 12 (1987), p. 34.
559.
“El drama musical”, El País, 18 mayo 1987, p. 12.
560.
“La llamada de los astros: Giacomo Leopardi. (Ciento cincuenta años de Leopardi)”, ABC-Literario, 13 junio 1987, p. VII.
561.
“Los frutos del dolor verdadero. Giacomo Leopardi (1798-1837)”, El País, 14 junio 1987, pp. 42-43.
562.
“Tradición y audacia. (En la muerte de Gerardo Diego)”, ABC, 9 julio 1987.
563.
“Sobre la recuperación de Pasternak”, El País, 1 octubre 1987, p. 38.
564.
“Agresiones a la armonía”, El País, 4 noviembre 1987, p. 14.
565.
“El festín del genio”, El País, 18 febrero 1988, p.12; recogido después con el título “Stendhal, música y silencio”, en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 234-239.
566.
“Desmesura, olvido, intensidad. (Recuerdo de D’Annunzio)”, ABCLiterario, 27 febrero 1988, p. VI.
567.
“Para la amistad verdadera: Paloma Palao. (La última palabra)”, ABCLiterario, 16 abril 1988, p. XVI.
568.
“Señales de humo”, El País, 5 mayo, 1988, p. 11.
[ 173 ]
569.
“La palabra herida. (Cernuda: homenaje en Sevilla)”, ABC-Literario, 30 junio 1988, p. VIII.
570.
“La rosa de los vientos (notas para otra teoría de la poesía novísima)”, El Independiente, 24 junio 1988, pp. IV-V, y 1 julio 1988, pp. IV-V; recogido en El sentido primero de la palabra poética, Madrid, FCE, 1989, pp. 224-235.
571.
“Teoría del verano”, El País, 20 julio 1988, p. 12.
572.
“El arquetipo de la soledad creadora”, ABC, 12 agosto 1988.
573.
“Por la senda de la sabiduría. (La última palabra)”, ABC-Literario, 27 agosto 1988, p. XII.
574.
“Tierra adentro”, El País, 5 octubre 1988, p. 14.
575.
“La duda inspirada”, El País, 26 noviembre 1988.
576.
“María Zambrano: una luz que duele”, Diario 16-Culturas, 3 diciembre 1988, p. IV.
577.
“Sobre mis personajes femeninos”, Lirba, 13 (1988). [La Bañeza-León].
578.
“Carta al Sur”, Silvestra, 4 (1988), p. 1. [Málaga].
579.
“Recuerdo de un silencio”, El País, 7 diciembre 1988, p. 12; recogido después con el título “Stendhal, música y silencio”, en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 234-239.
580.
“La contemporaneidad oculta (sobre el Romanticismo)”, Ínsula, 505 (1989), p. 5.
581.
“Agrofobia”, El País, 11 febrero 1989, p. 11.
582.
“La revelación de una primera lectura”, Ínsula, 506-507 (1989), p. 38.
583.
“Razonar el delirio. María Zambrano, la razón apasionada”, ABC, 23 abril 1989, p. 72.
584.
“La autenticidad del ser poeta. Villangómez, en su universalidad”, El País, 16 mayo 1989, p. 38.
585.
“Un canon en el tiempo”, Ínsula, 509 (1989), pp. 14 y 15.
586.
“El arquetipo de la soledad creadora. (La última palabra)”, ABC-Literario, 12 agosto 1989, p. XII.
587.
“Dulces inviernos, veranos revueltos”, El País, 14 agosto 1989, p. 9.
588.
“Sobre Machado”, El País, 1989. [Sección Cartas al Director].
589.
“Visión de M. Villangómez Llobet”, Anthropos, 101 (1989).
590.
“Aquella madrugada andaluza. (La última palabra)”, ABC-Literario, 4 noviembre 1989, p. 16.
591.
“Para un nuevo humanismo”, El País, 10 noviembre 1989, p. 15.
592.
“La soledad insular de Villangómez Llobet”, Diario 16-Culturas, 25 noviembre 1989, pp. VI y VII.
593.
“Recuerdo de un silencio”, El País, 7 diciembre 1989.
594.
“Coordinador insustituible. (En la muerte de Carlos Barral)”, ABC, 13 diciembre 1989, p. 44.
[ 174 ]
595.
“Símbolos de María Zambrano” en VV. AA., María Zambrano, Premio “Miguel de Cervantes”, Madrid-Barcelona, Ministerio de Cultura-Anthropos, 1989.
596.
“De Tratado de armonía”, Vuelta, 157 (1989), pp. 22-24. [Méjico]; e Integral, 128 (1990), pp. 111-114. Se adelantan algunos fragmentos de Tratado de armonía.
597.
“Cosmogonía del Libro I de las Geórgicas de Virgilio”, Salina, 4 (1989). [Tarragona].
598.
“Poética”, en BELLINI, Giuseppe, Quattro poeti spagnoli d’oggi, Roma, Bulzoni editore, 1989, p. 116. Studio introduttivo e presentazione di Jaime J. MARTÍNEZ. Edición bilingüe. Selección de poemas de Antonio Colinas, pp. 114-155.
599.
“Fuentes”, Prensa de Ibiza, 198?; El Adelanto Bañezano, 198?; en Los días en la isla, Madrid, Huerga y Fierro, 2004, pp. 15-18. [Artículo con el que se otorgó a su autor el primer premio del Concurso periodístico patrocinado por las Cámaras de Comercio, Industria y Navegación de las Islas Baleares].
600.
“Páginas de Diario (Italia, 1971-1973)”, en VV. AA., ”Antonio Colinas. Antología poética y otros escritos. (Selección de textos, documentos y homenaje)”, Anthropos, suplemento n.º 21 (1990); recogido posteriormente en “Fragmentos del Diario italiano”, Clarín, 8, pp. 63-69.
601.
“En la soledad de la luz. (La última palabra)”, ABC-Literario, 6 enero 1990, p. XVI.
602.
“Los jóvenes, tras sus pasos. (En la muerte de Jaime Gil de Biedma)”, ABC, 10 enero 1990, p. 58.
603.
”Releer a Rilke”, La Prensa de Ibiza, 7 enero 1990.
604.
“Dámaso, ya desgarrada incógnita. (En la muerte de Dámaso Alonso)”, ABC, 26 enero 1990; recogido posteriormente en Anthropos, n.º 106107, marzo-abril 1990, p. 139.
605.
“Autopercepción intelectual en un proceso histórico”, Anthropos, 105 (1990), pp. 20-37. Texto extraído de una conferencia, titulada “El arte de escribir: mi experiencia personal”, leída en la Universidad de Murcia en 1988.
606.
“Versos y músicas. (La última palabra)”, ABC-Literario, 10 marzo 1990, p. XVI.
607.
“Alegrías y dudas”, El País, 15 marzo 1990, p. 16.
608.
“Caminos del arte”, La Prensa de Ibiza, 1 abril 1990, p. 22.
609.
“Releyendo a Molinos. (La última palabra)”, ABC-Literario, 28 abril 1990, p. XVI.
610.
“¿Vuelve el mito? (La última palabra)”, ABC-Literario, 2 junio 1990, p. XVI.
611.
“G. [Giacomo] L. [Leopardi] en España”, Diario 16, 8 junio 1990, p. 25.
612.
“La diferencia original”, El Sol, 12 junio 1990.
[ 175 ]
613.
“La razón humanizada”, El Sol, 20 junio 1990.
614.
“Salvar lo excepcional”, El País, 9 julio 1990, p. 16.
615.
“Trascender la pasión. (La última palabra)”, ABC-Literario, 14 julio 1990, p. XVI.
616.
“La pasión de editar. (La última palabra)”, ABC-Literario, 11 agosto 1990, p. XVI.
617.
“El tiempo que fluye (y III)”, Diario 16, verano 1990.
618.
“Pessoa-Caeiro: ¿Panteísmo o Mística?”, Los Cuadernos del Norte, 57-59 (1990), pp. 72-75; recogido después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, 1, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 194-200.
619.
“La verdadera modernidad”, La Crónica 16 de León, 27 septiembre 1990, p. 14.
620.
“Historia del bañezano Francisco Galván”, Lirba, 17 (1990), pp. 21 y 22. [La Bañeza, León].
621.
“Astros”, ABC, 16 septiembre 1990.
622.
“La verdadera modernidad”, La Crónica 16 de León, 27 septiembre 1990.
623.
“Leer a Moravia. (En la muerte de Alberto Moravia)”, ABC, 27 septiembre 1990.
624.
“Delfines”, ABC, 28 septiembre 1990.
625.
“Las comarcas de León”, La Crónica 16 de León, 30 septiembre 1990.
626.
“La Bañeza y su fluir”, La Crónica 16 de León, 3 (1990).
627.
“Un gesto de libertad creadora”, El Sol, 5 octubre 1990.
628.
“Octavio Paz, autor de cosmologías”, El Sol, 12 octubre 1990.
629.
“Sentido de universalidad. (Octavio Paz, Premio Nobel)”, ABC-Literario, 12 octubre 1990.
630.
“Aquella madrugada andaluza”, ABC, 4 noviembre 1990.
631.
“Los lagos del cisne. (La última palabra)”, ABC-Literario, 10 noviembre 1990, p. XVI.
632.
“Leer a Moravia”, ABC, 27 noviembre 1990.
633.
“La otra cara de la escritura”, El País, 18 diciembre 1990.
634.
“El sustrato poético de los libros de viaje de Cela”, en Camilo José Cela: La palabra en libertad, Murcia, Universidad de Murcia, 1991, pp. 109131. Colección Paraninfo. Ponencia leída durante el Congreso celebrado en la Universidad de Murcia en 1991 como homenaje a Cela.
635.
“El temblor de su recuerdo. (En la muerte de Ricardo Gullón)”, ABC, 12 febrero 1991, p. 64.
636.
“Las raíces de lo auténtico”, La Crónica 16 de León, 17 febrero 1991, pp. III-IV.
637.
“Todo un símbolo”, El País, 13 marzo 1991, p. 11.
638.
“Orillas del Huécar”, El Sol, 20 abril 1991, p. 2.
639.
“Primeros libros”, La Prensa de Ibiza, 23 abril 1991.
[ 176 ]
640. 641.
642.
643.
644.
645.
646. 647.
648.
649. 650. 651.
652.
653.
654. 655.
656. 657. 658.
659. 660. 661. 662. 663. 664. 665.
“Sin precedentes”, El Sol, 11 mayo 1991, p. 2. “Una tumba en Damasco. (La última palabra)”, ABC-Literario, 18 mayo 1991, p. XVI; recogido después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 190-192. “Voces en penumbra: Pla, Cunqueiro”, El Sol, 8 junio 1991, p. 2; recogido después con el título “Cunqueiro y sus prosas en libertad”, en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 339-342. “Otra Ibiza, otros viajeros”, Diario 16, Suplemento “Culturas”, 20 julio 1991, pp. IV y V. “Espacios del Harz. (La última palabra)”, ABC-Literario, 27 julio 1991, p. XVI; recogido después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 217-219. “La serenidad del sabio: Tagore”, Diario 16, 9 agosto 1991; La Crónica 16 de León, 9 agosto 1991. “Aprender con placer”, El Sol, 17 agosto 1991, p. 2. “Un intelectual ejemplar: fray Luis de León”, La Crónica 16 de León, 23 agosto 1991. “¿Fue fray Luis un místico?”, ABC-Literario, 24 agosto 1991, pp. VI y VII. “En armonía”, La Prensa de Ibiza, 26 septiembre 1991. “Sentido de universalidad (María Zambrano)”, ABC, 12 octubre 1991. “Tradición literaria leonesa”, La Crónica 16 de León, 2 noviembre 1991, p. 2. “Otra vez lo prometeico: Rimbaud”, La Crónica 16 de León, Suplemento “Culturas”, 2 noviembre 1991, p. II. “¿Hay que rescatar el Premio Cervantes?”, ABC, 15 noviembre 1991, p. 14. “La lección de las ruinas”, El Sol, 15 noviembre 1991. “Noticia y poemas de Villangómez Llobet”, Renacimiento, 5 (1991), pp. 1-2. [Sevilla]. “Nuevos signos”, El Sol, 20 noviembre 1991. “Misterios sanjuanistas”, ABC, 13 diciembre 1991, pp. 22-23. “San Juan-Fray Luis: un mismo deseo”, Letra Internacional, 24 (1991), pp. 26-28. [Madrid]. “Otra dimensión para el arte”, El Sol, octubre 1991. “El regreso de Pasternak”, Versión Celeste, (1991), pp. 22-24. [Madrid]. “Ramón Gaya”, El Sol, 1991. “El precio de la fama”, El Sol, 1991. “Ese rumor del viento”, Integral, 141 (1991), pp. 106-108. [Barcelona]. “Hausmann o el nomadismo”, El Sol, 1991, pp. 113 y 114. “El sustrato poético de los libros de viaje de Cela”, en Homenaje a Camilo José Cela, Murcia, Universidad de Murcia, 1991, pp. 109-131.
[ 177 ]
666. 667. 668. 669. 670.
671. 672. 673.
674.
675.
676.
677.
678.
679.
680.
681. 682.
“Recordando a José Luis Baeza”, El Adelanto Bañezano. “La soledad es la Unidad”, Integral, 132 (1991), p. 125. [Barcelona]. “Ese rumor del viento”, Integral, 141, pp. 58-59. [Barcelona]. “Otra vez Aleixandre”, ABC, 3 enero 1992, p. 20. “La cueva y la nube”, ABC, 7 enero 1992, p. 50; recogido después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 160-163. “De la música”, Diario de León, suplemento “Filandón”, p. III. “La llamada del bosque”, ABC, 27 marzo 1992, p. 15. “Cincuenta años sin Miguel Hernández. Los primeros pasos”, ABC, 28 marzo 1992, p. 47; recogido después con el título “Primeros poemas de Miguel Hernández”, en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 296-297. “Poesía y vida”, primera conferencia -dentro del ciclo de cuatro- pronunciada en la Fundación March, Madrid, marzo de 1992; recogido posteriormente en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 9-22. “Sobre Noche más allá de la noche”, en Poesía y vida, Madrid, Boletín de la Fundación Juan March, 223 (1992). [Conferencia número 3, pronunciada en la Fundación March de Madrid, dentro del ciclo “Poesía y Vida”, en marzo de 1992, seguida de una lectura de Noche más allá de la noche]; recogida después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 116-121. “Para abrir nuevos caminos”, Ínsula, n.º 547-548, (julio-agosto 1992), pp. 5 y 6. “En torno a Carl Gustav Jung”, Diario 16, 8 octubre 1992; recogido después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, 1, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 201-222. “El más rotundo Góngora”, Saber Leer, 59 (1992), pp. 1-2; recogido posteriormente en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, I, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 157-161. “Salamanca y sus símbolos perennes”, en Salamanca y la cultura universal, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1992; Casa del Tiempo, México, 25 octubre 1993; Álbum de Artes y Letras, 58 (1999), pp. 6267; recogido después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, 1, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 108-117. “Semblanza de Leopoldo Panero”, La Escuela de Astorga, Astorga, Ayuntamiento, 1993. [Libro monográfico que se dedicó a Leopoldo Panero con ocasión del Congreso celebrado sobre este autor en Astorga (León) en 1992]; recogido después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 343-345. “Presencia de Gabriel Celaya”, Zurgai, 1992, pp. 88-89. “Poética y vida”, en VV.AA., Coloquios del Colegio, Madrid, Colegio Mayor Alcor X, 1993, pp. 73-90. (Recoge la conferencia pronunciada con el mismo título).
[ 178 ]
683.
“Viaje más allá de la vanguardia”, La Crónica 16 de León, 30 enero 1993, p. V.
684.
“El pensar con el corazón de Hofmannsthal”, Diario 16, 13 marzo 1993; recogido después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 229-231.
685.
“Emoción, intensidad, pureza. (Claudio Rodríguez, Premio Príncipe de Asturias de las Letras)”, ABC, 29 mayo 1993, p. 77.
686.
“Precisión de Antonio Colinas”, El País, 10 julio 1993. [Cartas al Director].
687.
“Carles Riba: el rigor inspirado”, Diario 16, Culturas, 18 septiembre 1993, p. XX; recogido después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 316-318.
688.
“¿Se pueden abrazar dos ciudades? El Pregón de Antonio Colinas”, El Adelanto Bañezano, 25 septiembre 1993.
689.
“Adonais: algo diferente y entrañable”, en Medio Siglo de Adonais (1943-1993), Madrid, Ediciones Rialp, 1993, pp. 32-37.
690.
“Las obras de Dante”, Barcarola, (42-43) 1993, pp. 251-252.
691.
“El agua, la piedra, la palabra”, Casa del Tiempo, III (1993), pp. 14-20. [Méjico, octubre].
692.
“Sobre el lenguaje de los místicos”, leído en Segovia durante el encuentro celebrado con ocasión del V Centenario del Tratado de Tordesillas, el 9 de marzo de 1994; recogido después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 205-208.
693.
“Majestades, bienvenidos a León”, La Crónica 16 de León, 9 marzo 1994, p. 3. [Manifiesto dirigido a Sus Majestades los Reyes de España firmado por leoneses naturales o de adopción, representantes de todos los sectores sociales].
694.
“Una lección de universalidad”, ABC-Literario, 31 marzo 1994, p. XIII.
695.
“Reflejos de otros mundos. Vida que recuperamos en un aroma, en una mirada, en un sueño de estío, en una luz”, Álbum de Artes y Letras, 40 (1994), pp. 66-71.
696.
“En la muerte de Juan Gil-Albert. En su mar, en su hora”, ABC, 5 julio 1994, p. 68; recogido después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 306-308.
697.
“Sobre los lagos”, Álbum de Artes y Letras, 40 (1994), pp. 71-73.
698.
“Memoria de los Prealpes”, Álbum de Artes y Letras, 40 (1994), p. 71; ABC, 21 diciembre 1995, p. 66; recogido después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, 1, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 76-84.
699.
“Turbación, equilibrio, vida”, ABC, 23 septiembre 1994, p. 42.
[ 179 ]
700.
“La intensa emoción juanramoniana”, Diario 16, 29 octubre 1994; recogido después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 254-256.
701.
“Vicente Aleixandre (1984-1994). La dimensión humana del poeta”, Ínsula, 576 (1994), pp. 19 y 20.
702.
“Sobre la enseñanza de la poesía”, República de las Letras, 42 (1994), pp. 108-111.
703.
“Caminos”, Bitzoc, 22 (1994), pp. 3-9. [Palma de Mallorca, diciembre].
704.
“Rimbaud: otra vez lo prometeico”, Diario 16, 2 febrero 1995; recogido después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 243-247
705.
“Rafael Alberti en Ibiza”, El Mundo, 19 febrero 1995.
706.
“El lenguaje de los místicos”, en Congreso Internacional de escritores castellano-leoneses, hispanoamericanos y portugueses. Actas de las Jornadas celebradas en Segovia del 7 al 11 de marzo de 1994, Valladolid, Sociedad V Centenario, 1995, pp. 110-112.
707.
“Escritores y pintores de Ibiza”, Quaderns de Literatura, Consell insular d’Eivissa i Formentera, 2 (1995).
708.
“El don de la ironía. El último renovador”, La Crónica 16 de León, 1995, p. 54.
709.
“Sciascia, ya con otra realidad”, Diario 16, 1995.
710.
“Espíritu mediterráneo y creación literaria”, Cuadernos Hispanoamericanos, 545 (1995), pp. 47-61, [Madrid]; recogido después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, 1, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 56-69.
711.
“Nihilismo como fuente de esperanza”, ABC, 22 junio 1995, p. 54.
712.
“La dignidad del poeta”, ABC, 24 julio 1995, p. 45.
713.
“El regreso a la costa que es principio: Francisco Brines”, Letra Internacional, 38 (1995), pp. 68-69.
714.
“Nicolás Poussin: Equilibrio y pasión”, Álbum de Artes y Letras, 42, (1995), pp. 34-45; recogido después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, 1, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 85-94.
715.
“Un tiempo feliz...”, El Mundo, 14 octubre 1995.
716.
“Otoño de 1975: Tal como éramos. “Quedan nombres, no generaciones”, ABC, 17 noviembre 1995, p. 18.
717.
“Las raíces, la memoria, la tierra”, en Antonio Colinas en casa, La Bañeza, El Adelanto Bañezano, enero 1996.
718.
“Sobre la Vida Nueva (fragmento)”, El Signo del Gorrión, 11 (1996), pp. 27-28. [Valladolid].
719.
“Los sentidos y el Arte”, Álbum de Artes y Letras, 43 (1996); recogido después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, 1, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 95-99.
[ 180 ]
720.
“Eliade, el vuelo objetivo”, ABC Cultural, 9 febrero 1996; recogido después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 279-281.
721.
“El círculo Eranos”, Cuadernos Hispanoamericanos, 548 (1996), pp. 148150; recogido después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 286-288
722.
“Ritmos de transformación y armonía”, El Urogallo, 118 (1996), pp. 18-21.
723.
“El filósofo autodidacto”, ABC, 15 marzo 1996, p. 14.
724.
“La nueva voz de siempre, Odysseus Elytis”, ABC, 19 marzo 1996, p. 52.
725.
“Humanismo y memoria. En la muerte de José María Valverde”, ABC, 8 junio 1996, p. 40.
726.
“Una antología española en Francia”, Saber Leer, 96 (1996), pp. 1-2; recogido después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 335-338.
727.
“Sobre la muerte de García Lorca”, ABC Cultural, 18 agosto 1996; recogido después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 292-294.
728.
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“El Viaje de Sentido Trascendente”, Álbum de Artes y Letras, 46 (1996), pp. 66-71; recogido después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, 1, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 22-44.
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“Una aproximación a El hombre y lo divino, de María Zambrano”, en María Zambrano: la visión más transparente, Madrid, Trotta, 2004, pp. 91-99. Mide 17 x 25 cms.
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“Aquel fulgor del vino”, en Ofrenda y palabra, Zamora, Museo Etnográfico de Castilla y León, 2004, pp. 134-141. Mide 25 x 26 cms.
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“La literatura de la memoria”, en Lippolis, Andrea (editore), Actas del XXI Congreso de la Associazione Ispanisti Italiani, celebrado en Salamanca entre los días 12 al 14 de septiembre de 2002, Messina, 2004, pp. 71-84.
873.
“Salvatore Quasimodo: intensidad y lucidez de la palabra plena”, en QUASIMODO, Salvatore, Poesía Completa, Orense, Linteo, 2004, pp. 9-27.
874.
“Hector E. Ciocchini. Olvido, dolor, sabiduría en la muerte de un poeta”, El Mundo, 23 mayo 2005.
875.
“Luis Carnicero, poesía y humanismo”, El Adelanto Bañezano, 3 junio 2005, p. 3. [Monográfico dedicado a Luis Carnicero].
876.
“Jiménez Lozano: un humanismo interior revelado”, en A.P. ALENCART (ed.), Naturalezas del escribidor, Salamanca, Trilce Ediciones, 2005, pp. 16-18.
877.
“La hora interior. Círculos que se cierran y se abren”, Album de Artes y Letras, 81 (2005), pp. 85-86.
878.
“Metamorfosis de la realidad. Los microcosmos de Michico Kon”, Matador, vol. I (2005), p. 144. Revista de Cultura, Ideas y Tendencias. Edición bilingüe español-inglés. [otoño, Madrid].
879.
“Unas pocas palabras imposibles”, Diario de León, Filandón, 2 octubre 2005, p. 1; recogido posteriormente como Prólogo a COLINAS, Antonio, Sepulcro en Tarquinia, Madrid, Visor, 2005, pp. 9-14.
880.
“Miguel Torga: una poética de la tierra, una poética del noroeste”, Actas del encuentro sobre Torga en la Casa del Japón de Salamanca de otoño de 2005; Revista de Occidente.
881.
“Mi Quijote esencial”, Actas del Congreso sobre El Quijote de Salamanca de otoño de 2005.
882.
“Razones de mi entrevista con Pablo Neruda”, Actas del Congreso sobre Pablo Neruda de Cáceres de enero de 2005.
[ 189 ]
883.
884.
885.
886.
887.
“Círculos que se cierran y se abren”, Álbum de Artes y Letras, otoño, (2005). “Cerca de la Montaña Kumgang”, Clarín, 60 (2005), pp. 5-7. [Oviedo, noviembre-diciembre]. “El vino y otros poemas. Cinco poemas de Manhae Han Yong-Un en versión y con nota de Antonio Colinas”, Clarín, 60 (2005), pp. 8-9. [Oviedo, noviembre-diciembre]. “Cerca de la Montaña Geumgang”, Koreana, 4 (2005), pp. 76-77. [Seúl, Corea, invierno]. “China a la luz de las preguntas”, El Mundo, 23 enero 2006, p. 48.
4.5. RESEÑAS DE LIBROS REALIZADAS POR EL AUTOR 888.
889.
890. 891.
892.
893.
894.
895. 896.
897.
898.
899.
900. 901.
902.
903.
“El Silencio, de Agustín Delgado”, El Adelanto Bañezano, 21 octubre 1967, p. 3. “Antonio Pereira y su Cancionero de Segres”, El Adelanto Bañezano, 1970, p. 5. “A flor de piel, de Ángel García López”, El Adelanto Bañezano. “Dos semblanzas hispanoamericanas”, Studi di Letteratura Ispano-americana, Universidad de Venecia, 5 (1972), pp. 131-135. Res. de Jorge Luis Borges, de Marcos Ricardo Barnatán, Ínsula, 317 (1973), p. 9. Res. de I paesaggi emotivi di Antonio Machado, de Giovanni Caravaggi, Ínsula, 325 (1973). “Sobre los Poemas de la Consumación, de Vicente Aleixandre”, Revista de la Universidad de Puerto Rico, 22 (1974). “Cosmogonías del Canto General”, Ínsula, 330 (1974), p. 3. “¿Ocaso de la vanguardia? Un nuevo libro de Octavio Paz”, Ínsula, 337 (1974), p. 16. “Variaciones hacia el centro del poema: Guillermo Carnero”, Informaciones, 2 enero 1975, p. 3. Res. de Variaciones y figuras sobre un tema de La Bruyère, de Guillermo Carnero. “Dante, de la mano de Ángel Crespo”, Informaciones, 6 marzo 1975, p. 3. “Autenticidad de Salvatore Quasimodo. La isla de la añoranza”, Informaciones, 24 julio 1975, p.5. “Juan Larrea y su Razón de ser”, Informaciones, 8 enero 1976. “Gil-Albert: nuevas obras en verso y prosa”, Informaciones, 8 septiembre 1977, p. 1. “Un testamento lúcido y ardoroso”, Informaciones, 13 octubre 1977, p. 5. Res. de Poemas de la consumación, de Vicente Aleixandre. “Lucha contra la fugacidad y la muerte”, Informaciones, 1 diciembre 1977, pp. 1 y 2. Res. de Las memorias, de Casanova.
[ 190 ]
904.
“Un testimonio de independencia poética”, El País, 28 junio 1978. Res. de En un vasto dominio, de Vicente Aleixandre.
905.
“Una nueva imagen de Manzoni”, El País, 20 septiembre 1978, p. 25. Res. de Los novios, de Alessandro Manzoni.
906.
Res. de Memorial, de José Luis Jover, Ínsula, 383 (1978), p. 8.
907.
“El concepto y el lenguaje”, Informaciones, 1979. Res. de La escritura del vidente, de Marcos Ricardo Barnatán.
908.
“Releyendo a Lampedusa”, El País, 1 febrero 1981. Res. de El Gatopardo, de G. Tomasi di Lampedusa.
909.
“A vueltas con los griegos”, El País, 8 marzo 1981. Res. de La musa de los muchachos, de Estratón de Sardes.
910.
“Antología final de Juan Ramón”, Ínsula, 417-417 (1981), p. 6.
911.
“Camus: en el corazón de la razón”, El País, 10 enero 1981. Res. de El verano. Bodas, de Albert Camus.
912.
“Rel Aminta, de Tasso”, Hora de Poesía, 16-17 (1981).
913.
“Dos relatos de un teórico de las religiones”, El País, 10 enero 1982. Res. de Medianoche en Serampor, de Mircea Eliade.
914.
“Una poética de la naturalidad”, El País, 21 febrero 1982. Res. de Huir del invierno, de Luis Antonio de Villena.
915.
“Versos de guerra y exilio”, El País, 8 agosto 1982, p. 5. Res. de Elegías de Bierville, de Carles Riba.
916.
“El verso es menos nuestro que la prosa”, El País, 18 junio 1982. Res. de Antología general en prosa, de Juan Ramón Jiménez.
917.
“La resurrección de Mahler”, El País, 31 octubre 1982. Res. de Gustav Mahler o el corazón abrumado, de Arnoldo Liberman.
918.
“La memoria universal de Mircea Eliade”, El País, 26 junio 1983. Res. de Memoria (I, 1907-1937), de Mircea Eliade; recogido en El sentido primero de la palabra poética, Madrid, FCE, 1989, pp. 183-188.
919.
“Una edición imprescindible de Petrarca”, El País, 26 febrero 1984, p. 2. Res. de Cancionero, de Petrarca.
920.
“Saint-John Perse: la palabra contra la palabra”, El País, 18 marzo 1984. Res. de Anábasis, de Saint-John Perse.
921.
“Una visión totalizadora de Antonio Machado”, El País, 27 enero 1985, p. 4. Res. de Razón, sueño y realidad en Antonio Machado, de Santiago Pérez Gago.
922.
“El libro del Tao”, Diario 16, 4 abril 1989.
923.
“Lápidas, de Antonio Gamoneda: un humanismo para el fin de siglo”, Ínsula, 487 (1987), p. 17.
924.
“El Libro del Tao”, Diario 16-Culturas, 4 mayo 1989, p. VIII, recogido en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 139-141.
925.
“Ciudad sin parangón: Florencia”, El Día 16 de Baleares, 31 marzo 1990, p. III. Res. de Florencia de los Médicis, de Luis Racionero.
[ 191 ]
926.
“Día a día: el Zibaldone de Leopardi”, El Día 16 de Baleares, 2 junio 1990. “Desde lo oculto: la poesía de César Antonio Molina”, Diario 16, 13 junio 1991, p. III; La Crónica 16 de León-Libros, 20 junio 1991, p. III. Res. de Las ruinas del mundo, de César Antonio Molina.
927.
“Memoria y poesía”, Diario 16, 21 mayo 1992. Res. de Los cuadernos de Adrián Dale, de José Luis Cano.
928.
“Saber intemporal”, Diario 16, 18 junio 1992. Res. de El dador alegre, de Mario Satz.
929.
“En lo profundo”, Diario 16-Libros, 10 septiembre 1992, p. IV. Res. de Carl Gustav Jung: su vida, su obra, su influencia, de Gerard Gerhard Wehr.
930.
“Extraña relación”, Diario 16-Libros, 8 octubre 1992, p. VI. Res. de El círculo hermético, de Miguel Serrano.
931.
“Con la debida intensidad”, La Crónica 16 de León, 6 marzo 1993. Res. de Poesía, 1979-1987 y de Sombras particulares, de Felipe Benítez Reyes.
932.
“Para pensar con el corazón”, Diario 16-Culturas, 13 marzo 1993, p. XVI. Res. de Cuentos románticos alemanes, selección de Hugo Von Hofmannsthal.
933.
“Para aprender gozando”, Diario 16-Culturas, 23 octubre 1993, p. XX. Res. de Historia de la literatura, IV. Editorial Akal.
934.
“Confirmación de una voz”, Diario 16-Culturas, 30 julio 1994, p. XIII. Res. de El año en estampas, de Marià Villangómez Llobet.
935.
“Para un cambio de rumbo”, Diario 16-Culturas, 10 septiembre 1994, p. XVI. Res. de La odisea de Occidente, de Jordi Pigem.
936.
“La sabiduría del augur”, Diario 16-Culturas, 8 octubre 1994, p. XV. Res. de Augurio hipocampo, de Cristóbal Serra.
937.
“El regreso de la emoción intensa”, Diario 16-Culturas, 29 octubre 1994, p. XIV. Res. de La estación total, de Juan Ramón Jiménez.
938.
“Las estancias del recuerdo”, Diario 16-Culturas, 1994. Res. de La tumba del arco iris, de Alejandro López Andrada.
939.
“El Gatopardo, estética de lo bello”, Diario 16-Culturas, 8 abril 1995, p. XX.
940.
“La gracia y la esfera, de Sor Juana Inés de la Cruz”, ABC, 16 abril 1995, p. 66; recogido después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 215-216.
941.
“Cartas y consideraciones en torno al arte”, ABC-Literario, 21 julio 1995, p. XIV. Res. de Cartas y consideraciones en torno al arte, de Nicolás Poussin.
942.
“Un descenso a los infiernos”, ABC-Literario, 4 agosto 1995, p. 11. Res. de María Zambrano. Nacer por sí misma, de E. Laurenzi.
943.
“La conciencia romántica”, ABC-Literario, 18 agosto 1995, p. 15. Res. de La conciencia romántica, de Javier Fernández Pacheco; recogido después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 220-222.
[ 192 ]
944.
945. 946. 947. 948. 949. 950.
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958. 959. 960.
“Obras completas, de Epicuro”, ABC Cultural, 22 septiembre 1995, p. 19. Res. de Obras completas, de Epicuro; recogido después bajo el título “En el jardín de Epicuro” en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 167-169. “Decálogo de la poesía”, ABC, 4 octubre 1995, p. 54. “El hombre y sus símbolos, de Carl G. Jung”, ABC Cultural, 8 diciembre 1995, p. XX. ”El camino de Vincennes, de Antoni Marí”, ABC, 12 enero 1996, p. 11. “El vuelo mágico, de Mircea Eliade”, ABC, 9 febrero 1996, p. 14. “El filósofo autodidacto, de Ibn Tufayl”, ABC, 15 marzo 1996, p. 14. “Tres poetas filósofos”, ABC-Literario, 13 octubre 1995, p. 14. Res. de Tres poetas filósofos, de George Santayana; recogido después con el título “Los ‘poetas filósofos’ de Santayana”, en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 332-334. “Zen en el arte de escribir”, ABC-Literario, 27 octubre 1995, p. 19. Res. de Zen en el arte de escribir, de Ray Bradbury. “La mente holotrópica, de Stanislav Grof”, Letra Internacional, noviembre 1995, pp. 77-78; recogido después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 289-291. “Avicena y el relato visionario”, ABC Cultural, 24 diciembre 1995, p. 14. Res. de Avicena y el relato visionario, de Henry Corbin; recogido después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 179-181. “A la escucha de la luz”, ABC, 29 marzo 1996, p. 16. Res. de A la escucha de la luz, de Santiago Pérez Gago “Mediterráneo. Tumultos del oleaje”, ABC, 12 abril 1996, p. 19. Res. de Mediterráneo. Tumultos del oleaje, de Baltasar Porcel. “Rafael Alberti. De lo vivo y lo lejano”, ABC-Literario, 24 mayo 1996, p. 8. Res. de Rafael Alberti. De lo vivo y lo lejano, de María Asunción Mateo. “El templo de Salomón”, ABC-Literario, 14 junio 1996, p. 15. Res. de El templo de Salomón, de Isaac Newton; recogido después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 174-176. “El sol a medianoche, de Luce López-Baralt y Lorenzo Piera”, ABC-Literario, 5 julio 1996, p. 15. “Un canto en la espesura del tiempo, de Nuno Júdice”, ABC, 30 agosto 1996, p.8. “Las grandes tendencias de la mística judía”, ABC, 25 octubre 1996, p. 19. Res. de Las grandes tendencias de la mística judía, de Gershom Scholem; recogido después con el título “Scholem y la mística judía”, en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 177-178.
[ 193 ]
961.
962.
963.
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965. 966.
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“Zhuang Zi”, ABC, 22 noviembre 1996, p. 20. Res. de Zhuang Zi, de Chuang Tsé; recogido después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 142-144. “La lámpara maravillosa, de Ramón del Valle-Inclán”, ABC, 6 diciembre 1996, p. 8; recogido después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 251-253. “Claves para una lectura de Hiperión, de Helena Cortés Gabaudan”, ABC, 1996, p. 14. “Cancionero Andalusí”, ABC-Literario, 21 febrero 1997, p. 8. Res. de Cancionero Andalusí, de Ibn Quzmán; recogido después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 187-189. “Tao Te Ching, de Lao Tsé”, ABC-Literario, 28 marzo 1997, p. 14. “Sufismo y taoísmo”, ABC-Literario, 4 julio 1997, p. 15. Res. de Sufismo y taoísmo, de Toshihiko Izutsu; recogido después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 151-153. “Días, de Yorgos Seferis”, ABC, 1 agosto 1997, p. 7; recogido posteriormente en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 276-278. “Diario íntimo de la India, de Mircea Eliade”, ABC-Literario, 5 septiembre 1997, p. 13. “Textos gnósticos. Biblioteca de Nag Hammadi”, ABC-Literario, 17 octubre 1997, p. 14. “Fidelidad a su voz, de Diego Jesús Jiménez”, ABC, 22 octubre 1997, p. 53. “Truena, mente perfecta, de Mario Satz”, ABC-Literario, 21 noviembre 1997, p. 28. “Tres visiones de Giacomo Leopardi”, prólogo a LEOPARDI, Giacomo, Obras, Barcelona, Círculo de Lectores, 1997, pp. 9-33; recogido posteriormente en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, I, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 162-179. “Axis mundi. (Homenaje a A. K. Coomaraswany), de Ananda K. Coomaraswamy”, ABC, 6 marzo 1998, p. 20. “El hombre-Dios o el sentido de la vida”, ABC-Literario, 30 enero 1998, p. 22. Res. de El hombre-Dios o el sentido de la vida, de Luc Ferry. “Hinduismo y Budismo, de Ananda K. Coomaraswamy”, ABC-Literario, 6 febrero 1998, p. 20; recogido después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 145-147. “Hyle. Ser-sueño en España, de Raoul Hausmann”, ABC, 15 mayo 1998, p. 22. “Penumbras de Weimar, de Thomas Mann”, ABC, 28 julio 1998, p. 32. “El agente provocador, de Pere Gimferrer”, El Cultural, 15 noviembre 1998, p. 11.
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979.
“Dhammapada, de Buda”, El Cultural, 22 noviembre 1998, p. 20.
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“De la inexistencia de España, de Juan Pedro Quiñonero”, El Cultural, 13 diciembre 1998, p. 27.
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“El juego del olvido, de Mohammed Berrada”, El Cultural, 20 diciembre 1998, p. 19.
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“Conjuros. Don de la ebriedad, de Claudio Rodríguez”, El Cultural, 20 diciembre 1998, p. 19.
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“El Círculo de la sabiduría, de Ignacio Gómez de Liaño”, ABC, 10 julio 1998, p. 18; El Cultural, 20 diciembre 1998, p. 20.
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“La Trinidad. (Una experiencia...), de Raimon Panikkar”, El Cultural, 3 enero 1999, p. 23.
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“Versos profanos, de Sor Juana Inés de la Cruz”, El Cultural, 3 enero 1999, p. 22.
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“El arte de la política, de Han Fei Zi”, El Cultural, 3 enero 1999, p. 22.
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“Hildegarda de Bingen, de Régine Pernaud”, El Cultural, 10 enero 1999, p. 26.
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“Narraciones, de Alonso Zamora Vicente”, El Cultural, 31 enero 1999, p. 27.
989.
“Libro de la sabiduría, de Ptahhotep”, El Cultural, 14 febrero 1999, p. 20.
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“Discurso de un italiano..., de Giacomo Leopardi”, El Cultural, 21 febrero 1999, p. 27.
991.
“China para hipocondríacos, de José Ovejero”, El Cultural, 7 marzo 1999, p. 23.
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“Claves de la razón poética, de Carmen Revilla”, El Cultural, 28 marzo 1999, p. 24.
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“Memorias y palabras, de Octavio Paz”, El Cultural, 18 abril 1999, p. 11.
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“El entusiasmo y la quietud. Antología del Romanticismo alemán, edición de Antoni Marí”, El Cultural, 25 abril 1999, p. 12.
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“Cartas a Sofía, de Jean-Jacques Rousseau”, El Cultural, 25 abril 1999, p. 22.
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“El arte de callar, de Abate Dionouart”, El Cultural, 25 abril 1999, p. 22.
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“Obra poética, 1 y 2, de José Ángel Valente”, El Cultural, 2 mayo 1999, p. 11.
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“El libro del curso y de la virtud, de Lao Zi”, El Cultural, 9 mayo 1999, p. 26.
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“El tercer ojo, de L. Lobsang Rampa”, El Cultural, 23 mayo 1999, p. 23.
1000.
“Bhagavad Gita, versión de Juan Mascaró”, El Cultural, 23 mayo 1999, p. 23.
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“Eros y magia en el Renacimiento, de Ioan P. Culianu”, El Cultural, 13 junio 1999, p. 25.
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”Antología poética, de Miguel Hernández”, El Cultural, 4 julio 1999, p. 24.
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1013.
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“Recuerdos, sueños, pensamientos, de Carl G. Jung”, El Cultural, 25 julio 1999, p. 33. “Obra completa (volúmenes 1 y 15), de Carl G. Jung”, El Cultural, 10 octubre 1999, p. 27. “El Libro del Génesis, edición de F. Sánchez-Dragó”, El Cultural, 8 noviembre 1999. “Obras escogidas, de Juan Van Ruusbroec”, El Cultural, 8 noviembre 1999. “La carne, la muerte y el diablo..., de Mario Praz”, El Cultural, 28 noviembre 1999, p. 27; recogido después con el título “La visión romántica de Mario Praz”, en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 232-233. “La religión y la nada, de Keiji Nishitani”, El Cultural, 26 diciembre 1999, p. 28. “Vía Spíritus, de Bernabé de Palma”, El Cultural, 27 febrero 2000, p. 25. “El lenguaje del deseo, de Hadewijch de Amberes”, El Cultural, 27 febrero 2000, p. 26. “Filósofos griegos, videntes judíos, de Ignacio Gómez de Liaño”, El Cultural, 29 marzo 2000, p. 20. “Diccionario de San Juan de la Cruz, de Eulogio Pacho (Dir.)”, El Cultural, 26 abril 2000, p. 22. “Correspondencia y escritos, de Querejazu Garrigues”, El Cultural, 3 mayo 2000, p. 24. “Caravaggio, exquisito..., de Luis Antonio de Villena”, El Cultural, 14 junio 2000, p. 22. “El budismo de Occidente, de Frédéric Lenoir”, El Cultural, 21 junio 2000, p. 30. “La vida sexual en la antigua China, de R. H. Gulik”, El Cultural, 12 julio 2000, p. 19. “Antología de la poesía inglesa, de Ángel Rupérez”, El Cultural, 6 septiembre 2000, p. 11. “El camino, de Shirley Maclaine”, El Cultural, 11 octubre 2000, p. 21. “Cuaderno amarillo, de Salvador Pániker”, El Cultural, 18 octubre 2000, p. 20. “Marea solar, marea lunar, de Pere Gimferrer”, El Cultural, 29 noviembre 2000, p. 17. “Los místicos de Occidente (4 vols.), de Elémire Zolla”, El Cultural, 20 diciembre 2000, p. 26. “Crónica de la ultramodernidad, de José Antonio Marina”, El Cultural, 2000. “Más allá de la filosofía, de Ana Bungard”, El Cultural, 21 enero 2001, p. 20. “Obras Completas, III, de Pablo Neruda”, El Cultural, 7 febrero 2001, p. 11.
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“Las conexiones ocultas, de Fritiof Capra”, El Cultural, 17 julio 2003, p. 21.
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“Poesía completa, de Dylan Thomas”, El Cultural, 14 abril 2005, p. 15.
1035.
“Psicología y alquimia. Obra completa XII, de Carl Gustav Jung”, El Cultural, 12 mayo 2005, p. 28.
1036.
“La filosofía del límite, de Jacobo Muñoz y Francisco José Martín”, El Cultural, 26 mayo 2005, pp. 46-47.
1037.
“Poesía esencial, de René Char”, El Cultural, 2 junio 2005, p. 15.
1038.
“El renacimiento del paganismo, de Aby Warburg”, El Cultural, 16 junio 2005, pp. 18-19.
1039.
“Bach”, El Cultural, 23 junio 2005, p. 20. Res. de Bach, de Josep Soler, y de J.S.Bach. Los días. Las ideas, de Ramón Andrés.
1040.
“Poemas, de Aleksandr Pushkin”, El Cultural, 30 junio 2005, p. 15.
1041.
“Poesía clásica japonesa, de Torquil Duthie (edición y traducción)”, El Cultural, 14 julio 2005, p. 16.
1042.
“Orlando furioso, de Ludovico Ariosto”, El Cultural, 28 julio 2005, p. 15.
1043.
“Poemas escogidos, de Adam Zagajewski”, El Cultural, 15 septiembre 2005, p. 15.
1044.
“El arte de la memoria, de Frances A. Yates”, El Cultural, 22 septiembre 2005, p. 22.
1045.
“La voz de Ofelia, de Clara Janés”, El Cultural, 13 octubre 2005, p. 15.
1046.
“El lecho de una extraña, de Mamad Darwish”, El Cultural, 27 octubre 2005, p. 15.
1047.
“Enciclopedia Espasa. Historia de una aventura editorial”, El Cultural, 10 noviembre 2005, p. 24.
1048.
“El canto y la ceniza, de Anna Ajmatova y Marina Tsvetáieva”, El Cultural, 15 diciembre 2005, p. 28.
1049.
“Oficio ardiente, de Juan Gelman”, El Cultural, 5 enero 2006, p. 15.
1050.
“Cervantes visto por un historiador. Cervantes, de Manuel Fernández Álvarez”, El Cultural, 19 enero 2006, p. 24.
1051.
“Deseo, de Adam Zagajewski”, El Cultural, 2 febrero 2006, p. 15.
[ 197 ]
Barcelona, 2000.
Madrid, 1979.
Barcelona, 1997.
5. Traducciones 1052.
ALIGHIERI, Dante, Rime (selección), editadas en Antología esencial de la poesía italiana, Madrid, Austral, 1999.
1053.
—, Vita Nuova (algunos fragmentos), editados en Antología esencial de la poesía italiana, Madrid, Austral, 1999.
1054. D’
ANNUNZIO, Gabriele, “Siete poemas de Gabriele d’Annunzio (1863-1938)”, ABC-Literario, 27 febrero 1988, pp. VIII-IX.
1055.
Del Barroco al Romanticismo. (Pintura napolitana de la Colección Neapolis), Salamanca, Caja Duero, 2005. Publicado con ocasión de la muestra celebrada en el Centro Cultural Conde Duque de Madrid, del 22 de julio al 18 de septiembre de 2005. Se han utilizado los tipos Trajan, Caslon y Garamond. Tiene 141 páginas. Mide 24’5 x 31cms. Se reproducen con los textos de diferentes autores traducidos por Antonio Colinas los 67 cuadros de dicha exposición.
1056.
COLLODI, Carlo, Pinocho, Barcelona, Bruguera, 1986; Las aventuras de Pinocho, Barcelona, Edhasa, 2000 (con ilustraciones de Attilio Mussino).
1057.
GIMFERRER, Pere, El Vendaval, Barcelona, Edicions 62, 1989 (en colaboración con Octavio Paz, Masoliver, Rico, Siles y Xirau).
1058.
—, “Madrigal”, incluido en ANSON, Luis María, Antología de las mejores poesías de Amor en Lengua Española, Barcelona, DeBolsillo, p. 591.
1059.
LAMPEDUSA, Giusseppe Tomasi di, Stendhal, Madrid, Trieste, 1989; Barcelona, Península, 1996, 2ª ed.
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LEOPARDI, Giacomo, Antología poética, Gijón, Júcar, 1974.
1061.
—, Poesía y Prosa. (Cantos, Diálogos, Pensamientos, Diario del primer amor), Madrid, Clásicos Alfaguara, 1979 (edición bilingüe).
1062.
—, Obras, Barcelona, Círculo de Lectores, 1997. (Traducción, prólogo y notas. Nuevo estudio previo y edición revisada de Diario del primer amor, Cantos, Diálogos y Pensamientos).
1063.
—, “A Silvia”, Poemas elegidos, Madrid, Adonais, 1998, p. 70-75; también publicado en Leopardi en los poetas españoles, Madrid, Huerga & Fierro, 2005, p. 157, edición de Pedro Luis Ladrón de Guevara Mellado.
1064.
—, Cantos. Pensamientos, Barcelona, Círculo de Lectores-Galaxia Gutemberg, 2006.
1065.
LEVI, Carlo, Cristo se paró en Éboli, Madrid, Alfaguara, 1980; Barcelona, Plaza y Janés, 1982, 2ª ed.
1066.
MANHAE HAN YONG-UN, “El vino y otros poemas”, Clarín, 60 (2005), pp. 8-9. Nota y versión de los cinco poemas de Antonio Colinas. [Oviedo, noviembre-diciembre].
1067.
MARÍ, Antoni, El Preludio (ed. bilingüe), Barcelona, Llibres del Mal, 1986.
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1068.
MORELLI, Gabriele, “La presencia del cuerpo humano en Pasión de la tierra, de Vicente Aleixandre”, Revista de Letras. Universidad de Puerto Rico, 22; y en Madrid, Taurus, 1977.
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PASOLINI, Pier Paolo, “El Apenino (fragmento)”, en Informaciones, 6 noviembre 1975.
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—, Las cenizas de Gramsci, Madrid, Visor, 1975 (traducción y prólogo de Antonio Colinas); Madrid, Visor, 1985, (traducción y prólogo de Antonio Colinas), 2ª ed.
1072.
PUCCINI, Dario, “Espadas como labios, de Vicente Aleixandre”, en Revista de Letras. Universidad de Puerto Rico, 22; y en Madrid, Taurus, 1977.
1073.
QUASIMODO, Salvatore, Poesías completas (Aguas y tierras, Oboe sumergido, Erato y Apolo, Nuevos poemas, Día tras día, La vida no es sueño, El falso y verdadero verde, De Sicilia, Cuando cayeron los árboles, Epigramas, La tierra incomparable, Debe y Haber, Un poema ocasional), Granada, La Veleta, 1991.
1074.
—, Poesía Completa, Orense, Linteo, 2004. (Incluye dos nuevos libros juveniles inéditos, Bacia la soglia della tua casa y Notturni del re silezioso).
1075.
RIMBAUD, Arthur, Iluminaciones, (traducción inédita).
1076.
ROCA PINEDA, Antoni, Somni en groc, (Trad. Bilingüe catalán/italiano), Ibiza, Galería Karl Van der Voort, 1994.
1077.
SALGARI, Emilio, Los tigres de Mompracen, Madrid, Alianza Editorial, 1981 (colección El libro de bolsillo); Madrid, Alianza Editorial, 2004, 2ª ed. (colección Biblioteca temática).
1078.
—, La Montaña de luz, Madrid, Alianza Editorial, 1982.
1079.
—, El corsario negro, Madrid, Alianza Editorial, 1983.
1080.
SANGUINETI, Edoardo, Wirrwar, Madrid, Visor, 1975; Madrid, Visor, 2000, 2ª ed.
1081.
TÀPIES BARBA, Antoni, Matèria dels astres, Barcelona, Edicions 62, 1992 (edición bilingüe con versiones al castellano de Antonio Colinas, Salvador López Becerra, Andrés Sánchez Robayna y Jaime Siles).
1082.
VV. AA., Poetas italianos contemporáneos, Madrid, Editora Nacional, 1978 (Saba, Campana, Cardarelli, Ungaretti, Montale, Quasimodo, Pavese, Pasolini, Sanguineti).
1083.
VV. AA., Antología esencial de la poesía italiana, Madrid, Espasa-Calpe, 1999. (Selección, introducción y algunas traducciones. Colección Austral).
1084.
VILLANGÓMEZ LLOBET, Marià, Caminos y días, Madrid, Visor, 1990 (edición bilingüe). Traducción y notas a cargo de Antonio Colinas.
1085.
—, “Versión de ‘Luna de estío”, La Moneda de Hierro, 2 (1979), pp. 39-40.
1086.
—, Un vuelo de pájaros/Un vol d’ocells, Madrid, Calambur, 2004 (edición bilingüe). Selección de Isidor Marí. Contiene 283 páginas. Mide 14 x 21 cms.
[ 200 ]
1087.
1088.
VILLANGÓMEZ LLOBET, Marià, Miquel MARTÍ I POL, Pere PONS, Antoni VIDAL FERRANDO y Ponc PONS, Menorca, Naturaleza viva, Menorca, Consell Insular, 1995. WILKOCK, Juan Rodolfo, El estereoscopio de los soñadores, Barcelona, Seix Barral, 1984.
Madrid, 1981.
Madrid, 1982.
Madrid, 1999.
[ 201 ]
Barcelona, 2002.
Granada, 1991.
Madrid, 2002.
Orense, 2004.
Madrid, 1978.
6. Otras colaboraciones 6.1. ANTOLOGÍAS DE POESÍA PREPARADAS POR ANTONIO COLINAS 1089.
ALBERTI, Rafael, Los bosques que regresan. Antología poética (1924-1988), Madrid, Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores, 2002. Incluye “Para una aproximación a la vida y a la poesía de Rafael Alberti” de Antonio Colinas, pp. 7-22.
1090. JIMÉNEZ,
Juan Ramón, Antología poética, Madrid, Alianza Editorial,
2002. Prólogo y selección de Antonio Colinas. En la cubierta aparece un fragmento de Jardín de la casa de Fortuny, de Mariano Fortuny y Federico Madrazo. La introducción de Antonio Colinas se titula “Para una iniciación a la poesía de Juan Ramón Jiménez” y aparece fechada en “Salamanca, noviembre de 2001”. Se acompaña de una Bibliografía General sobre Juan Ramón Jiménez. Tiene 401 páginas. 1091.
LEOPARDI, Giacomo, Poesía y Prosa, Madrid, Alfaguara, 1979. “Estudio preliminar”, notas y traducción de Antonio Colinas. Edición bilingüe italiano-español de los siguientes libros: Cantos, Diálogos, Pensamientos y Diario del primer amor. Se imprimió en los Talleres Velograf de Madrid, el día 18 de agosto de 1979. Aparece en la colección Clásicos Alfaguara, dirigida por Claudio Guillén. Diseño de la cubierta de Enric Satue. Se encuadernó en tela Baviera, papel interior de 71 gramos, sobrecubierta estampada en papel Verjurado Ingres de Guarro Casas, S.A.
1092.
—, Obras, Barcelona, Círculo de Lectores, 1997. Traducción, prólogo y notas. Nuevo estudio previo y edición revisada de Diario del primer amor, Cantos, Diálogos y Pensamientos.
1093.
QUASIMODO, Salvatore, Poesías completas, Granada, La Veleta, 1991. Edición bilingüe italiano-español de las poesías completas. Antonio Colinas se encarga de la edición, la traducción y el prólogo. Incluye los libros: Aguas y tierras, Oboe sumergido, Erato y Apolo, Nuevos poemas, Día tras día, La vida no es sueño, El falso y verdadero verde, De Sicilia, Cuando cayeron los árboles, Epigramas, La tierra incomparable, Debe y Haber, Un poema ocasional. Publicadas en Granada por la Fundación Comares y La Veleta, ésta última dirigida por Andrés Trapiello. La viñeta es de Manuel Antonio Benítez Reyes. La edición consta de 700 ejemplares numerados a mano. Tiene 489 páginas más un índice sin paginar.
1094.
—, Poesía Completa, Orense, Linteo, 2004. Incluye dos nuevos libros juveniles inéditos en español y no editados tampoco en vida del poeta, Bacia la soglia della tua casa y Notturni
[ 203 ]
del re silezioso. Se actualiza y revisa la edición anterior aparecida en 1991 en La Veleta. Edición bilingüe italiano-español. Antonio Colinas realiza la traducción y la introducción, titulada “Salvatore Quasimodo: intensidad y lucidez de la palabra plena”. Tiene 771 páginas. 1095.
VV. AA., Poetas italianos contemporáneos, Madrid, Editora Nacional, 1978. Traducción de poemas de Saba, Campana, Cardarelli, Ungaretti, Montale, Quasimodo, Pavese, Pasolini, Sanguineti.
1096.
VV. AA., Antología esencial de la poesía italiana, Madrid, Espasa-Calpe, colec. Austral, 1999. Selección, introducción y algunas traducciones.
1097.
VILLANGÓMEZ LLOBET, Marià, Caminos y días, Madrid, Visor, 1990 (edición bilingüe). Traducción y notas a cargo de Antonio Colinas.
1098.
—, Nueva antología poética, Madrid, Calambur, 2005. (Selección de Isidor Marí; traducción de Antonio Colinas).
6.2. ALGUNOS PREMIOS LITERARIOS 1099.
1968: “Premio de la Exaltación de los Valores Leoneses” en el Segundo Bimilenario de la Fundación de León el VIII Día Provincial de las Comarcas Leonesas.
1100.
1969: Accésit Premio Adonais.
1101.
1970: Primer Premio “Ciudad de Irún” en la especialidad “Poesía en castellano”.
1102.
1975: Premio Nacional de la Crítica al mejor libro de poesía publicado en España por Sepulcro en Tarquinia.
1103.
1982: Premio Nacional de Literatura.
1104.
1996: Mención Especial del Premio Internacional Jovellanos de Ensayo por su obra Sobre la Vida Nueva.
1105.
1998: Miembro de la Academia Castellana y Leonesa de la Poesía.
1106.
1999: Premio Internacional Carlo Bettochi, concedido en Italia.
1107.
1999: Premio de las Letras de Castilla y León.
1108.
2001: Premio de Poesía de la Academia Castellana y Leonesa de la Poesía.
1109.
2005: Premio Nacional a la mejor Traducción literaria y científica publicada en el extranjero, concedido por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Italia por Poesía completa, de Salvatore Quasimodo.
6.3. ALGUNOS CONGRESOS INTERNACIONALES 1110.
Asiste a la Primera Jornada del VI Congreso Mundial de Poetas celebrado en el Ateneo de Madrid en julio de 1982.
[ 204 ]
1111.
Participa en el Primer Congreso de escritores del Mediterráneo, organizado por la Universidad de Valencia en diciembre de 1982.
1112.
Encuentro Internacional de Poetas, en Struga (Macedonia), Yugoslavia, 1983.
1113.
Encuentro de Intelectuales Españoles celebrado en la Universidad de Salamanca en 1984.
1114.
I Encuentro Poético de las Lenguas de España, celebrado en Verines (Asturias) en 1985.
1115.
Jornadas de Cultura Española celebrado en Midelbury College, University of Vermont (USA), 1985.
1116.
Interviene en el Palacio de la Madraza dentro de las actividades organizadas por el Aula de Poesía de la Universidad de Granada en el mes de marzo de 1985.
1117.
I Encuentro de Poetas del Mundo Latino, celebrado en la Universidad Autónoma de México, 1986.
1118.
Congreso Internacional de Intelectuales (Conmemorativo del celebrado en 1937), Valencia 1987.
1119.
Participa en el Congreso Internacional de escritores castellano-leoneses, hispanoamericanos y portugueses, celebrado con ocasión del aniversario del Tratado de Tordesillas, en 1994.
1120.
Recital de Poesía celebrado en el Piccolo Teatro de Milán. Participan siete poetas de la Comunidad Europea. marzo 1997. “Siete Poetas Europeos del 900” en el Piccolo Teatro de Milán.
1121.
Conferencia de inauguración del Congreso sobre Antologías Poéticas, celebrado en la Universidad de Burdeos, dirigido por la profesora Nadyne Ly, en 1998.
1122.
Lectura de poemas en la Universidad de La Sorbona, París, en otoño del año 2000.
1123.
Festival Internacional de Poesía celebrado en Medellín (Colombia) en 2001.
1124.
Festival Internacional de Poesía celebrado en Brujas (Bélgica) el año 2002.
1125.
Lecturas de poemas en las Universidades de la Sapienza (Roma) y Orientale (Nápoles) en el otoño de 2004.
1126.
Conferencias y recitales de su poesía en cinco universidades chinas durante el mes de abril de 2002.
1127.
Encuentro Internacional de Poesía en favor de la Paz Mundial celebrado en Seúl (Corea) en agosto de 2005.
1128.
Cumbre Poética Iberoamericana celebrado en Salamanca en octubre de 2005. Se edita una antología: Cumbre poética Iberoamericana de Salamanca, Salamanca, Edifsa, 2005.
1129.
Participa en el Encuentro entre poetas árabes e israelíes celebrado en el lago Tiberíades, en Israel en marzo de 2006.
[ 205 ]
6.4. PRÓLOGOS Y EPÍLOGOS 1130.
1131.
1132.
1133. 1134. 1135.
1136.
1137.
1138. 1139.
1140. 1141. 1142.
1143.
1144.
1145.
1146.
1147.
BASSANI, Giorgio, El jardín de los Finzi-Contini, Madrid, Espasa-Calpe, 1993. (Traducción de Carlos Manzano. Colección Austral); recogido después con el título “Giorgio Bassani y su “Jardín”, en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 309-315. CARNICERO, Luis, Manchas en el borde, La Bañeza, Ediciones del Curueño, 1999. CIOCCHINI, Héctor, Ofrenda, León, Ediciones del Lobo Sapiens, 2004. El prólogo de Antonio Colinas se titula “En la luz del dolor”, pp. 7-9. CRESPO, Ramón, Vía nova, Granada, Diputación Provincial, 2001. CUSTODIO, Zacarías, El temblor de las espigas, Madrid, Libertarias, 2001. GARCÍA MARTÍN, José Luis (editor), Nuevas visiones de El Quijote, de Miguel de Cervantes, Oviedo, Nobel, 1999, 2 vols. Con prólogo de Antonio Colinas titulado “Cervantes: sabio antes que narrador”; recogido posteriormente en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, I, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 149-156. GONZÁLEZ GARCÍA, José Luis, La bisagra: relatos, Salamanca, Brujazul, 1996. (Prólogo de Enrique Panyagua y con Presentación de Antonio Colinas). LÓPEZ ANDRADA, Alejandro, El cazador de luciérnagas, Madrid, Visor, 1996. (Prólogo de Antonio Colinas). LÓPEZ, Ángeles, Iscariote, Madrid, Huerga y Fierro, 2002. LOSTALÉ, Javier, La rosa inclinada: (poesía 1976-2001), Madrid, Calambur, 2002 (“Nota” de Antonio Colinas, “Prólogo” de Luis García Jambrina). LUCIANO RUIZ, José, Piedra de incesto, Eivissa, Can Sifre, 1991. MARÍ, Antoni, El preludio, Barcelona, Edicions del Mall, 1986. PARADA, Salud y MONTES, Juan Mari, Tratado sobre la melancolía, Salamanca, Caja Duero, 2003. (Antonio Colinas escribe el “Prólogo” a este catálogo de una exposición de Salud Parada y Juan Mari Montes). PASOLINI, Pier Paolo, Las cenizas de Gramsci, Madrid, Visor, 1975 (traducción y prólogo de Antonio Colinas); Madrid, Visor, 1985, 2ª ed. PÉREZ GAGO, Santiago, Órficos. Proceso de identidad estética, Salamanca, Editorial San Esteban, 1985, pp. 11-13. (“Introducción” de Antonio Colinas. Selección, orden y “Presentación” de Luciano Espinosa Rubio). SÁNCHEZ, Basilio, La mirada apacible, Valencia, Pre-Textos, 1996. (Premio de Poesía “Jaime Gil de Biedma” en su V Edición. Prólogo de Antonio Colinas). SARA Y TISTA, Silencio, Vaivén, 2003. (Grabación discográfica en la que además del prólogo de Antonio Colinas, incluye una versión musicada del poema “Nocturno”). SERRA, Jean, Illa, Ibiza, 1982 (Prólogo de Antonio Colinas, “La lírica temporal y luminosa de Illa”). [Inédito].
[ 206 ]
1148.
1149. 1150.
1151.
1152.
SKÁRMETA, Antonio, El cartero de Neruda, Barcelona, Bibliotex-El Mundo, 2001; recogido después con el título “El Neruda de Skármeta”, en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 300-303. SUÁREZ, José Manuel, Desde más luz, Madrid, Calambur. TABLATE MIQUIS, Jesús, La isla del ensueño, Madrid, Álbum de Artes y Letras, 1990. “Panorama de la poesía italiana”, prólogo a su Antología esencial de la poesía italiana, Madrid, Espasa-Calpe, 1999; recogido después en COLINAS, Antonio, Del pensamiento inspirado, II, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 103-112. UNGARETTI, Giuseppe, El dolor, Tarragona, Igitur, 2000 (traducción de Carlos Vitale).
[ 207 ]
II. Bibliografía sobre Antonio Colinas 1. Entrevistas publicadas 1153. 1154.
1155. 1156. 1157. 1158. 1159. 1160. 1161. 1162. 1163. 1164. 1165.
1166. 1167. 1168. 1169. 1170. 1171.
“Antonio Colinas: Aún no hay una alternativa a los ‘Novísimos”, ABC, 30 julio 1988. “Antonio Colinas: “No podemos levantar “muros” entre poesía y vida”, El Ciervo, 41 (1997), pp. 474-476. [Barcelona, mayo]. Se incluyen unos poemas, “Nacimiento al amor”, “Novalis”, “Homenaje a Tiziano”, “Canto X”, “La prueba”, “Juan de la Cruz sestea en el pinar de Almorox”, “Fe de vida” y una bibliografía del autor. ALCALÁ, Eduardo, “Antonio Colinas, más allá del Culturalismo”, ABC, 13 agosto 1978, p. 24. —, “Antonio Colinas: Un culturalista más allá del culturalismo”, ABC, 16 junio 1982. ÁLVAREZ, Lázaro, “Antonio Colinas, poeta en el que poesía y pensamiento se tocan”, El Universal de Caracas, 5 febrero 2000, pp. 2-5. ANTOLÍN, Enriqueta, “Antonio Colinas: ‘Hoy más que nunca, la poesía está en las catacumbas”, El Sol, 13 junio 1991. ASTORGA, Antonio, “Antonio Colinas: ‘La gran misión de un poeta es alimentar la llama de la armonía”, ABC, 13 junio 1991. —,”Antonio Colinas: ‘Pessoa creía más que nadie en la intensidad del poema”, ABC, 24 julio 1989, pp. 9 y 34. —, “Colinas: “Leopardi encendió en España la llama del Romanticismo”, ABC, 4 enero 1998, p. 56. AZANCOT, Nuria, “Antonio Colinas: “El gozo puede ser, para el escritor, el comienzo de lo terrible”, El Cultural, 27 febrero 2000, p. 28. —, “Antonio Colinas: ‘La poesía sin conocimiento es puro espasmo, puro gesto”, El Cultural, 3 marzo 2005, p. 58. BADÍA, Javier, “Entrevista con Antonio Colinas”, ABC, 7 agosto 1985. BAJO, José Ramón, “Antonio Colinas: ‘La historia de mi vida es la historia de una vocación literaria’”, Diario de León, 29 septiembre 1985, pp. 14 y 15. BALTASAR, Basilio, “El valor de lo auténtico”, El País, 26 junio 1986. BASUALDO, Ana, “Antonio Colinas: el poeta que canta los símbolos del día y de la noche”, La Vanguardia, 23 enero 1984. BENAVIDES, Mateo, “Colinas: Las raíces leonesas de una poesía esencial”, Generación 81, León, febrero 1982, pp.25-26. BERASÁTEGUI, Blanca, “Entrevista con Antonio Colinas”, ABC, 6 enero 1980. BERMEJO, José María, “Antonio Colinas: ‘La armonía es la verdadera clave del ser”, El Independiente, 13 junio 1991. BUERES, Enrique, “Antonio Colinas: ‘El poeta debe desvelar las verdades que comúnmente el hombre no ve’”, La Nueva España, 30 enero 1987, p. 5.
[ 209 ]
1172.
1173.
1174.
1175.
1176.
1177.
1178.
1179.
1180.
1181.
1182.
1183.
1184.
1185.
1186.
1187.
1188.
1189.
1190.
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1280. 1281. 1282. 1283. 1284. 1285. 1286. 1287. 1288. 1289. 1290.
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Se termin贸 de imprimir el 24 de junio de 2006, en la ciudad de Segovia, por encargo de la Fundaci贸n Instituto Castellano y Leon茅s de la Lengua.
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ISBN 84-934951-4-5
Junta de Castilla y Le贸n