Como lugar, la frontera es paradójica: límite preciso y tierra de nadie cuyos contornos se difuminan, barrera que bloquea la relación y lugar de encuentro entre mundos diversos, margen exterior de un territorio y límite imaginario que margina en el interior de un grupo. Como lugares de misión, las fronteras son territorios geográficos que atravesar o en los que transitar; también territorios psicológicos y sociales que reconocer y superar.