Flacso Clase 7

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CURSO CONFLICTOS AMBIENTALES, PLANIFICACION PARTICIPATIVA Y MEDIACIÓN

Clase 7: Prevención, Gestión, Transformación de Conflictos. Lineamientos teórico-metodológicos() Alejandro Nató y Liliana Carbajal Tabla de contenidos

​Presentación I. Aproximaciones conceptuales II. Aproximaciones metodológicas III. Dinámica del conflicto social IIII. Consideraciones Finales V. Ejercicio de Análisis

Presentación Los escenarios sociales urbanos territoriales contemporáneos requieren de nuevas y urgentes respuestas. El campo de Gestión, Prevención, Transformación de Conflictos cuenta con una diversidad de procesos entre los cuales puede mencionarse: Negociación, Mediación Comunitaria, Facilitación, Planificación Participativa, Actividades o Procesos Dialógicos, Intervención en Crisis, Acciones en Calle, entre otros. Distintas experiencias y desarrollos permiten formular algunos lineamientos teórico-metodológicos con el fin de ofrecer una mirada general de las nuevas perspectivas de intervención que den cuenta de la complejidad de estos escenarios. La densidad de temáticas que atraviesan la conflictividad social nos exigen seleccionar los lineamientos teórico-metodológicos en orden genérico refiriendo a las dimensiones o aspectos relevantes y singulares que podemos destacar en los conflictos que nos ocupan. Si bien las claves teórico-metodológicas se configuran con aspectos indisociables, a los fines de una mejor comprensión quedan presentadas según el acento o el aspecto a destacar, bajo los títulos referidos al orden conceptual o metodológico. Esta clase tiene como objetivos: • Identificar los lineamientos teórico-metodológicos de una perspectiva del campo de Prevención, Gestión, Transformación de conflictos sociales en general y de conflictos sociales con contenido ambiental en particular. • Ofrecer a los alumnos una aproximación a algunas claves y características del diseño de un abordaje integral y estratégico de la conflictividad social y la conflictividad social con contenido ambiental.


I. Aproximaciones conceptuales Observar las transformaciones del tiempo actual o simplemente el nuevo diseño mundo significa observar procesos convergentes, divergentes, contrapuestos, “paralelos”, en sus continuidades y rupturas, sus ambigüedades y contradicciones. Algunos de estos procesos han sido definidos con nominaciones o un conjunto de términos que por su uso cotidiano han pasado a ser del sentido común, en ocasiones banalizando los conflictos sociales, sin problematizarlos y sin siquiera haber llegado a comprenderlos. Hoy algunos de estos términos han entrado también en discusión. Se trata entonces, como describe Jordi Borja (2012) desde su título “la ecuación virtuosa e imposible o las trampas del lenguaje", de la necesidad de recuperar un lenguaje desde el cual comprender los problemas de la sociedad actual, sus causas, sus responsables y posibles salidas. Así intentaremos, en un recorrido desigual y discontinuo, ofrecer algunas notas acerca de un conjunto de descripciones que atraviesan las dinámicas sociales urbanas territoriales contemporáneas y las conflictividades propias de las mismas. En este propósito, una primera cuestión ha sido para nosotros, revisar aquella vieja idea con la que nos manejábamos en cuanto al pasaje de la idea de conflicto como situación a la que se le atribuye una connotación negativa a otra que pensaba el conflicto con un signo neutro “no es ni positivo ni negativo, es un fenómeno complejo que brinda una oportunidad de aprendizaje” (Nató, A.-Rodríguez Querejazu, M.G.Carbajal, L., 2006). Desde allí entendíamos que quienes ven el conflicto como negativo tienden a anularlo, a disolverlo, a bloquearlo, sin resolver o atender las causas que lo originaron. En esa línea podemos agregar que quienes lo ven como positivo no dan cuenta que en esos procesos hay sufrimientos, se pierden sueños, a veces se pierden vidas. Sin embargo, hoy podemos ver que el problema o las dificultades para trabajar en la conflictividad social se presentan también en abordar el problema bajo el signo “neutro” o en su alternativa de “aprendizaje”, aún cuando esta alternativa esté presente. El recorrido transitado nos permite pensar en términos de que la noción de conflicto no es unívoca, sino compleja y contradictoria, y refiere a un fenómeno a veces irruptivo, disruptivo, en el que el orden y el desorden no serían momentos distintos sino parte de una dinámica que los contiene mutuamente y que se definen en un espacio multidimensional, en el devenir político y social. Se trataría entonces de reconocer la legitimidad del conflicto y a los actores que intervienen, sus demandas, reivindicaciones o propuestas, en el marco de una confrontación de valores, intereses y necesidades. El conflicto es, fundamentalmente revelador de las contradicciones en el orden social urbano territorial, de la necesidad del cambio de un orden dado, y abre una secuencia de procesos que se resuelven en una relación intersubjetiva en luchas de poder, luchas por el sentido, luchas por el reconocimiento, luchas por la apropiación o el acceso a bienes materiales o simbólicos, en relaciones a veces fuertemente asimétricas. Para quienes aspiran a sociedades y ciudades más justas el conflicto podrá ser positivo, para quienes prefieren o pretenden sostener las condiciones del orden dado, que incluye la fórmula “que arreglen lo de ellos pero sin tocar lo mío”, el conflicto puede ser negativo o una patología social. Nunca es neutro. La tensión entre “conservación” y “transformación” del statu quo, requiere de umbrales de conflicto aceptables o un enfoque productivo del desorden, de discursos y prácticas que de manera desigual, diversificada y contradictoria, oponen resistencia a la dominación o subvierten el orden dado, subvierten la dinámica sistémica, abren la posibilidad de cambio de las reglas de juego, abren la oportunidad de un orden nuevo. .


Este marco espacio-temporal, al que se puede llamar “espacio intermedio”, no es estático sino un espacio de fluctuación, de tensiones, confrontaciones y negociaciones de los actores involucrados -o aún prescindentes- con las estructuras vigentes y la posibilidad de generar un nuevo orden de las palabras y las cosas. Como dice Rossana Reguillo Cruz, al analizar un acontecimiento excepcional en México pero que podríamos asimilar a otros procesos, ese espacio no es el del antes o el del después, sino el espacio del “durante”, configurado en función del antes, ahora con sus desanclajes o desencajes, pero cuyo después depende de la capacidad de los actores para manejar la fuerza potencial de este espacio y las pulsiones a volver atrás, al orden pasado.(1996) Si el acervo social empieza a mostrarse insuficiente se requiere de “prácticas mediadas” o “prácticas mediadoras” en un espacio intermedio como marco espacio-temporal en el que convergen interacciones significativas, una condensación de múltiples relaciones de posiciones de enunciación, que tiene como fin generar nuevos consensos. Este espacio, “no se produce en el vacío, sino en el marco de luchas por la constitución del mundo social […] Las interacciones en el espacio intermedio también tenderán a reproducir las relaciones objetivas de poder que se han constituido como efecto y producto de la desigualdad […] Pero si algo puede empujar a la transformación es precisamente la interacción, una co-presencia (R. Reguillo Cruz, 2000) acrecentada en el espacio público que otorga sustento a las nuevas visiones, una autoridad moral colectiva que proporciona al ser conocido y reconocido por los otros y por tanto afirmado en la significación divergente. Esa es la fuerza del espacio intermedio, una fuerza simbólica que altera los modos de percepción y acción y que es capaz de hacer surgir un nuevo estado de cosas sí y sólo sí los actores que participan en ese proceso son capaces de generar mecanismos de legitimación, en el marco de un proceso activo de constitución de poder.” (R. Reguillo Cruz 1996). El espacio intermedio puede entenderse entonces –tomado la formulación de Reguillo Cruz, 1996- como el proceso abierto por la irrupción -a veces violenta- de un acontecimiento, una crisis en la vida social que: ▪ Genera sus propias coordenadas espacio-temporales. ▪ Se caracteriza por la tensión entre el orden anterior y la nueva realidad. Expresa la tensión a través de la lucha política por el poder de conservar o transformar las categorías para pensar el mundo. ▪ Actualiza la lucha en la fuerza simbólica y en la potencia comunicativa que la co-presencia hace posible. De cómo abordemos ese espacio intermedio depende que puedan iniciarse un proceso de transformación o que esta alternativa quede cancelada. Para ello es preciso comprender estas dinámicas en un ciclo heterogéneo, polisémico, ambiguo, opaco, y explorar las alternativas de intervención en algún momento de este ciclo. Estas dinámicas pueden leerse a partir de una familia de términos alrededor de los cuales es preciso explorar y que por cierto exceden las posibilidades de esta instancia. Así, a modo de simple enunciado se pueden destacar: ▪ Democracia representativa (Rosanvallon, Pierre, 2010, 2011) ▪ Nuevos movimientos sociales – Protesta social (Calderón Gutiérrez Fernando, 2011) ▪ “Contrademocracia” (V. Rosanvallon, Pierre, 2011) ▪ “Democracia de lo público” (V. Rosanvallon, Pierre, 2011) ▪ Discurso Social (De Ípola, Emilio, 2002) ▪ Lógica y actoralidad de los MEDIOS (V. Vasilachis de Gialdino, Irene) ▪ Desarrollo, desarrollo sustentable, gobernabilidad, gobernanza… (V. Borja, Jordi-Herce Manuel, 2011)


▪ Espacio público - Derecho a la ciudad Desde allí, se requiere de crear espacios y canales en los que las problemáticas que se suscitan puedan ser abordadas en el marco de un régimen político representativo y su contrajuego con otras formas de lo político democrático: experiencias participativas, deliberativas, de construcción de consensos, etc. Sin embargo, estructurar un enfoque dialógico requiere de una voluntad política en el cambio de paradigmas que puede quedar representado en la fórmula: de la coexistencia a la convivencia y del, multiculturalismo a la interculturalidad. Asimismo, hay que diferenciar el diálogo o enfoque dialógico como concepción política al diálogo como instrumento de acción política. Esta diferencia es sustancial en tanto en este último se trata de una instancia de poder que utiliza el diálogo como un mecanismo más para llevar adelante sus propios intereses o imponer una decisión. El enfoque dialógico, en términos de gobernanza, implica, en cambio, hacer horizontales las decisiones. Adoptar el modelo dialógico requiere, entonces, de una transformación en el orden de entender la participación como instrumento estratégico que fortalece la gobernabilidad en el marco del pluralismo. Luego, en el universo amplio de los nuevos movimientos sociales podemos distinguir lógicas y dinámicas distintas, con movimientos “de arriba hacia abajo” donde a partir de una posición o preocupación general se acercan a problemas concretos, mientras que los otros son a la inversa, “de abajo hacia arriba”, donde el problema concreto es el generador de posiciones o marcos más amplios. Algunas de las diferentes movilizaciones que emergen hoy en América Latina, tienen como núcleo de sus demandas cuestiones ambientales. Estas, muchas veces nacen como movimientos espontáneos, movilizaciones campesinas, asambleas de autoconvocados y muchas de ellas, por su radicalidad, configuran lo que se ha dado en llamar minorías de preferencias intensas (V. Palermo, V. –Reboratti, C. (2007).Este registro se inscribe en lo que Ana Esther Ceceña señala como las 4 M en las que se debate la lucha de los nuevos movimientos sociales: materia prima (control de los recursos naturales) - mano de obra (expulsión o explotación) militarización (control/procesos de resistencia) - medios de comunicación (apoyo a la represión) (Ceceña, María Esther, 2008) Estos registros están atravesados también por una lógica global, transnacional y local y una representación alrededor de la idea del “despojo” o de la “entrega”: “Cuando esta visión encarna en una clave ambientalista o ecológica vs. desarrollo o productivismo deja afuera de la discusión un tema que podría ser analizado, problematizado, reformulado como es la distribución de la rentabilidad de la explotación de esos recursos. No al saqueo, no a la contaminación, hacia un mundo natural, resultan consignas sino fundamentalistas al menos intransigentes que obturan otra discusión. En la misma lucha, entonces, coexisten y se formulan las contradicciones: el desarrollo/el no cambio, la cultura ancestral/la modernidad, los derechos comunitarios/los derechos sociales, los derechos/las responsabilidades… Muchas de estas manifestaciones progresivamente van conformando movimientos sociales o se articulan con movimientos ya constituidos. En lo general presentan una dinámica organizacional y confrontacional propia, con capacidad para sostener sus demandas en el tiempo, más allá de su propia vulnerabilidad vinculada, entre otras, a una situación de gran asimetría social o de poder. Estos movimientos con una fuerte identidad sociocultural y que pone de relieve la territorialidad, se articulan y cohesionan a partir de la práctica asamblearia y de un repertorio de acción que combina la acción directa no convencional y disruptiva, como herramienta de lucha, acompañada de la acción institucional, en base a la figura de “licencia social”, en las instancias de gobiernos locales, nacionales o transnacionales. (V.


Svampa, Maristella, 2010) Se estimulan así nuevas estructuras de participación en un horizonte más asimilable a la idea de democracia directa, con posibilidad de veto por las comunidades afectadas o por organizaciones vinculadas a estas demandas. La forma asamblearia podemos observarla también en sus virtudes y sus límites. Esta práctica o esta fórmula es una oportunidad de “aprendizaje en el proceso” a la vez que el propio modo de construcción de la propia fuerza del actor colectivo. . Sin embargo, en términos de construcción democrática, la forma asamblea tiene también sus desajustes o desvíos. En este sentido esta fórmula tiende a disolver los matices y disensos en el interior de la propia asamblea y deja casi ningún espacio para que emerjan otras líneas de opinión o formulación de las demandas. Si se piensa en un escenario de diálogo más amplio resulta central construir condiciones para una participación plural que contemple las asimetrías entre un actor consolidado y otros que, estando al margen de este conjunto o en disidencia, puedan ingresar a la situación comunicativa. Se trata entonces de explorar e intentar convocar a una pluralidad de voces tal vez minoritarias pero que en conjunto pueden configurar las mayorías difusas en su potencial transformador. Movimientos Sociales en “clave ambiental”. Más allá del “efecto emancipatorio” o el “valor refugio” de ciertas formas de acción colectiva, estas abren la discusión acerca de la nueva dinámica político-social y la emergencia de nuevos movimientos sociales como elemento gravitante en las nuevas condiciones de gobernabilidad en la región. Aún cuando estas acciones colectivas de reacción y protesta colocan los problemas de la contaminación o del medio ambiente en el centro de los debates, afectan la coyuntura política. De allí la preferencia en cuanto a inscribir los habitualmente llamados “conflictos ambientales” en los “conflictos sociales” como categoría general y “conflictos sociales de contenido ambiental” como categoría específica. (V. Calderón Gutiérrez, Fernando, 2011) En este tópico, podemos inscribir el “caso de las papeleras” y el movimiento social que emerge en Gualeguaychú (ACAG), el cual coloca el tema ambiental en la escena pública, en orden a la relevancia y manera diferenciada que presenta esta dimensión en las preocupaciones contemporáneas. La acción vecinal hizo visible la existencia de percepciones, intereses y orientaciones opuestas y en conflicto, imbricadas en una cuestión multidimensional que involucra tanto aspectos productivos, ambientales, socioculturales y políticos, como así también a numerosos actores: poblaciones a ambas orillas del río Uruguay, las empresas productoras de celulosa, el gobierno local (Gualeguaychú) y provincial (Entre Ríos) y los gobiernos nacionales de ambos países (Argentina y Uruguay) los medios de comunicación, otros actores productivos tanto del Uruguay como de la Argentina, organismos internacionales, gobiernos extrarregionales, etc. El conflicto, como se señala en el texto de Vicente Palermo y Carlos Reboratti (2007), transitó de lo que se visualizaba como un conflicto ambiental a un conflicto geo-político. En el propósito de observar o intervenir en estos escenarios, la multiplicidad de factores y su compleja relación debe eludir toda simplificación en términos “ambientales” o “socioambientales” y abordar un análisis en orden a la multideterminación de la situación y a los múltiples efectos producidos o que pueden producirse a partir de cualquier intervención. En este sentido, como señala Svampa, más allá de las ambivalencias, limitaciones y matices, los nuevos movimientos socioambientales también se instalan en un campo de difícil disputa. Por un lado, deben enfrentar directamente la acción global de las grandes empresas transnacionales. Por otro lado, en el plano local, deben confrontarse con las políticas y orientaciones generales de los Gobiernos -tanto a nivel provincial como nacional- quienes, en la actual coyuntura internacional,


consideran a las actividades extractivas como clave del progreso y desarrollo. Otro parece ser el caso de las organizaciones urbanas pero, en los casos que aparece el tema ambiental, también se producen fracturas y resistencias. El tema ambiental aunque expresado en clave de conciencia ambiental y social, suele utilizarse para expulsar a quienes están asentados en territorios ambientalmente degradados y que resultan atractivos para emprendimientos públicos o privados de distinto tipo y escala. Las perspectivas en clave ecológica tienen también sus matices y contradicciones. En su libro “El ecologismo de los pobres”, el reconocido ecologista catalán, Joan, propone distinguir entre tres corrientes del ecologismo: el culto de la vida silvestre, el credo ecoeficientista y el movimiento de justicia ambiental. (en Svampa, M. 2008). Estos discursos promueven fórmulas que contradicen el carácter público de los espacios urbanos en defensa de áreas de dominio del espacio público por parte de sectores sociales ideológicamente matrizados en una perspectiva ambiental/ecológica que merece ser discutida. Retomando el tema más general, la lógica del capital y de las grandes empresas asociada al carácter de los territorios en los cuales tienden a implantarse la industria extractiva: zonas relativamente aisladas, empobrecidas o de baja densidad poblacional, construye escenarios de fuerte asimetría social entre los actores en pugna. Así, las comunidades allí asentadas son impulsadas al desplazamiento o desaparición, en nombre de la expansión de las “fronteras”, construcción de una territorialidad excluyente. De este modo se producen “lenguajes de valoración” -a veces divergentes- en torno al territorio: de orden productivista en clave del desarrollo, en clave de la defensa de la tierra o calidad del hábitat. El “desarrollo sustentable”, término acuñado en los años 80, fue una noción introducida en la agenda global en consonancia con la preocupación por el cuidado del medio ambiente y la búsqueda de un tipo de desarrollo que no comprometa el porvenir de las futuras generaciones. Sin embargo, pese a la puesta en agenda de la problemática ambiental y las diferentes discusiones acerca de lo que se entiende por desarrollo sostenible los avances han sido escasos (V. “Rio +20: Insuficientes Avances en la Politica Ambiental Global y Algunas Luces de Esperanza para el Futuro de la Humanidad” www.fundacioncambiodemocratico.org.ar, Rio+20 Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible) y la misma fórmula puesta en discusión. En este contexto cabe la referencia de Carola Posic (2012), en cuanto al discurso (el impecable discurso -dice-) del presidente de Uruguay, José “Pepe” Mujica en la Conferencia sobre Desarrollo Sostenible RIO +20: “cuando todo indicaba que la marcha del evento iba a tener un previsible desarrollo, discursos políticamente correctos sin una fuerte incidencia en la política efectiva, consolidando lo sustentable como el (nuevo) meta discurso del establishment político local”, Mujica abre la pregunta: “¿qué mundo estamos construyendo?; ¿Hasta dónde llega nuestra fraternidad?”, y luego de un recorrido que nos interpela, en tono humanístico, nos dice: “La crisis no es ecológica, es política”. No se trata entonces, de desestimar formas que pueden resultar motivadoras de procesos valorables, sino de ver su contracara y, en cualquier caso, asumir responsablemente que “cada tiempo tiene sus ideas y estamos viviendo un tiempo de cambio de ideas […] precisamos conceptos, no todo es casuística.” (Quetglas Fabio, 2010) La transformación de la conflictividad estructural, emergente o contingente es un resultado entre otros, y su especificidad está marcada tanto por los participantes


como por los operadores y el diseño de los dispositivos que ofrecemos. Abrir posibilidades de cambio es aprovechar los intersticios y fracturas que posibilitan el cambio de las condiciones existentes.

II. Aproximaciones metodológicas Si bien cada caso es específico y debe medirse en relación a las condiciones, propósitos y posibilidades particulares podemos extraer de ellos aspectos y prácticas significativas que puedan resultar referenciales en la región: ▪ Promover un proceso progresivo de vinculación y articulación con la sociedad civil, con la mayor cantidad de actores ciudadanos, con una visión integral y de largo plazo, con el involucramiento de las autoridades institucionales afines: “No se trata sólo de la ejecución colectiva sino de la construcción conjunta con esfuerzos sucesivos de múltiples actores”. ▪ Involucrar a las instituciones públicas competentes como actores protagónicos de los programas, proyectos o estrategias. ▪ Realizar el diseño y planificación de programas con algún grado de participación de los actores. ▪ Presencia cualificada y planificada en los medios de comunicación. ▪ Incorporar a beneficiarios indirectos en cada fase de intervención, priorizando la obtención de su confianza mediante interacciones horizontales y transparentes. ▪ Actividades orientadas al desarrollo y fortalecimiento de la gestión de la ciudad y el territorio mediante la capacitación a los equipos técnicos para implementar acciones y/o actividades estratégicas que permitan generar y promocionar la participación de la sociedad civil de manera más activa y comprometida en el proceso de la gestión que se intenta promover. ▪ Incorporar a los jóvenes en la experiencia de prevención, socialización y divulgación de los principios que se promueven y como potencial transformador de la sociedad en su conjunto. ▪ Trabajar en la transferencia institucional y difusión de conocimientos y experiencias adquiridos en el desarrollo de proyectos, tanto a la sociedad civil, como internamente en las instituciones públicas. ▪ Promover y establecer espacios o actividades de diálogo en torno a las diferentes concepciones o cosmovisiones culturales sobre las temáticas asociadas. ▪ Implementar sistemas de monitoreo informativo, sistematización de información relativa a los conflictos y optimizar sistemas de Sistema de Alerta Temprana y Monitoreo de Conflictos, de tal forma de contar con información confiable, oportuna y especializada para la toma de decisiones respecto al abordaje de conflictos. ▪ Implementar estándares de calidad en abordaje de conflictos desde los derechos humanos, mediante la construcción de instrumentos de análisis, intervención y sistematización de conflictos sociales y divulgación de avances y resultados. ▪ Promover la coordinación intra e inter institucional en el abordaje de los conflictos, así como optimizar el trabajo integral en su atención. Adicionalmente, el abordaje del conflicto deberá obedecer a la realidad e identidad regional para su mejor contextualización. ▪ Construcción de tejidos interinstitucionales, a través de acciones de sensibilización e incidencia y, posteriormente, su concreción en acuerdos de trabajo conjunto, que atiendan áreas de interés común y de manera coordinada. ▪ Promover la institucionalización de espacios de debate de políticas públicas. ▪ Diseño e implementación de instrumentos concretos para la prevención, atención, resolución o transformación de conflictos ▪ Identificar y establecer vínculos entre unidades vinculadas al manejo de conflictos de instituciones estatales dando prioridad a la generación de contactos y aliados estratégicos en instituciones afines, en la prevención de conflictos. ▪ Implementar instancias de capacitación especializada e interdisciplinaria en conflictos sociales. Generar espacios conjuntos de reflexión sobre la conflictividad


social, es decir, espacios que propicien el diálogo entre Estado y sociedad civil en materia de conflictividad, tanto para el análisis de coyuntura como respecto de la necesidad de reconceptualización teórico metodológica de las propuestas de intervención estratégica e integral. ▪ Conformación de equipos profesionales multidisciplinarios, interdisciplinarios y transdisciplinarios, con una visión intercultural.

- Nuevas orientaciones Orientación 1: Análisis de Conflictividad - intervención diagnóstica. La investigación diagnóstica es un tipo específico de investigación empírica que nos permite comprender los hechos sociales “situados” o “contextuados”, brindándonos un doble resultado. Por un lado una cosmovisión dinámica de los problemas sociales desde los cuales se pretende generar un proceso de intervención profesional. Por otro lado la investigación diagnóstica nos brinda una delimitación de los espacios estratégicos para la acción. Este tipo de intervención permite dar cuenta de los acontecimientos sociales en el contexto en el que se propone actuar y orientar proyectos que culminarían en la ejecución de acciones tendientes a cambiar inercias reproductoras de problemas, o a alterar la convergencia de factores que pudieran propiciar la ocurrencia de hechos perjudiciales a nivel micro, medio o macro social en el territorio. (V. Escalada, Mercedes -Fernández Soto, Silvia-Fuentes, María PilarKoumrouyan, Elsa- Martinelli, María Lucía-Travi, Bibiana: 2001) Siguiendo a las autoras, la investigación diagnóstica, como momento privilegiado de articulación entre conocimiento e intervención, se orienta a detectar, describir y/o comprender las complejas relaciones entre sujetos (actores), prácticas (acciones) y escenarios (estructura). Esta supone el análisis de situaciones como momento complejo que infiere la necesidad de conocer las representaciones de la realidad y lo que les está sucediendo a quienes están actuando sobre y dentro de los límites de esa realidad que, en su conjunto, denominamos situación. El diagnóstico en su forma más instrumental, dicen, es un conjunto de descripciones que permiten construir significados respecto de los fenómenos sociales en su configuración histórica, coyuntural y tendencial. En este sentido el diagnóstico social permite dar cuenta de la existencia de hechos particulares y, en todo caso, posibilita conocer el singular modo como se entrelazan los hechos específicos para reproducir en una forma particular cierto tipo de fenómeno o acontecimiento social. Entendiendo la cuestión social en su carácter histórico y por lo tanto pasible de ser transformada a través de la acción humana, el diagnóstico se constituye en una herramienta orientadora de intervenciones para corregir, revertir o crear las condiciones para otro devenir del fenómeno que ha motivado nuestra atención. El proceso de evaluación diagnóstica permite comprender cómo se representa la situación, cómo la leen, la descifran y -atendiendo las claves detectadas- con qué instrumental teórico-metodológico se puede intervenir en este escenario. En el mismo sentido, se puede incorporar en la etapa de formulación de programas y en el propio desarrollo un espacio como foro permanente de debate, entre intelectuales, académicos, analistas, equipos de gestión, y consultores (en temáticas específicas o a cargo del “seguimiento y evaluación” de los mismos) como modo de actualizar el “análisis de situación “en los distintos momentos del proceso. Orientación 2: Identificar la pluralidad de grupos socio-culturales presentes en el escenario de intervención y poner el acento en lo intercultural como base de un proceso de una nueva construcción societal en el marco del pluralismo. En contextos de relaciones de dominación, incrustadas en la memoria histórica y en las estructuras económicas, sociales, políticas y culturales, es preciso plantearse el


reconocimiento y respeto de las diferencias que contiene y al mismo tiempo condiciones que aseguren -en el proceso y hacia el futuro- de igualdad en el acceso/ejercicio de los derechos sociales, políticos, culturales y urbanos. Debe ponerse entonces, especial atención en los criterios de convocatoria, los encuadres y objetivos de los procesos, en base a la inclusión, la equidad y la diversidad. Orientación 3: Diseñar modelos de ejecución y evaluación, documentación y requerimientos, así como también considerar los tiempos y lineamientos generales y específicos de cada fase o eje del programa, a las cualidades, el carácter y los sentidos de los escenarios, dinámicas y procesos objeto de la intervención. Establecer e involucrar una unidad de gestión y coordinación en el diseño de programas y con especial atención en el momento de llegada del programa al terreno. Lograr un grado de participación -formal e informal- y a la apropiación de este por parte de los actores sociales. Incluir instancias de evaluación focalizadas en la percepción de los beneficiarios directos e indirectos del programa desarrolladas mediante instrumentos del tipo “encuesta de percepción”, individual y colectiva. Orientación 4: En relación a la sostenibilidad de los logros alcanzados, dimensión central de los objetivos de Programas de esta índole, el cierre en el terreno debe ser conceptualizado, no como un “punto de llegada”, sino como un nuevo “punto de partida” en un proceso de transformación que trasciende por demás el tiempo de desarrollo del mismo. Por ello debería asegurarse un proceso progresivo entre el acompañamiento hacia la autonomía de los actores e instancias participantes, a partir del cierre del mismo. El cierre de la actividad como punto de inflexión podría atenuarse, con algún tipo de apoyo discontinuo o puntual, por un período que permita el afianzamiento de las capacidades y articulaciones instaladas en el curso del programa a la vez que propiciar nuevas articulaciones en la nueva etapa. En programas cuyos resultados resultan “intangibles”: valores, actitudes, disposición u otros registros de la misma índole resulta por demás complejo considerar o establecer parámetros ciertos en estos registros. Más aún, si esos procesos requieren de un ejercicio efectivo y sostenido de prácticas que permitan “sedimentar” o “incorporar” formas y contenidos, es en el tiempo que puede observarse si estas “sedimentaron”, “erosionaron” o adoptaron nuevos rasgos o sentidos. Hechas estas consideraciones, una optimización de programas de este carácter podría trazarse en términos de un plan de seguimiento y evaluación en el tiempo. Estos propósitos requieren de atender algunos principios y acciones en torno a: a. ​Principio de complementariedad: lograr articulaciones con distintas instancias de gestión de la ciudad con el fin de lograr programas integrales de transformación de conflictos en la ciudad y el territorio. b. ​Trabajo en Red: trabajar e conjunto con todas las instancias de mediación comunitaria y gestión de conflictos en la ciudad o el territorio y promover un trabajo colaborativo con organizaciones de la ciudad mediante convenios de cooperación. c. ​Metodología orientada al monitoreo e investigación y trabajo de campo con una visión centrada en los actores. Luego, se trata de desarrollar una capacidad técnica que incluya la formación de mediadores y delinear posibles líneas de capacitación a actores diversos, construir una masa crítica de saberes y experiencias desde la cual promover y propiciar una nueva construcción societal y una convivencia basada en la equidad y el respeto.


- En cuanto a las prácticas: Por cierto, delinear referencias a la diversidad de propósitos trazados resultaría inabordable en una instancia de esta índole. Se identificarán entonces, a partir de experiencias de distinta amplitud, intensidad y cualidad, algunos elementos relevantes que pueden inscribirse en esta configuración. En este marco entre las figuras que orientan los aspectos metodológicos podemos señalar: ▪ Dimensiones sociales, culturales, identitarias, políticas (dimensión jurídica-política, política-cultural o identitaria, pesos o contrapesos entre ambas) ▪ Evolución, dinámica de la situación de conflicto. Continuidades y rupturas. ▪ Potencialidad conflictiva, potencialidad de radicalización de la conflictividad y escaladas probables… ▪ Factores contribuyentes, alimentadores del potencial conflictivo. ▪ Líneas de tensión y líneas o ejes de adversatividad. ▪ Transformación negativa-positiva, capacidades de coordinación y prevención. ▪ Actores directos e indirectos. Emergencias y ocultamientos de los actores durante el proceso. Pautas de cooperación y enfrentamiento entre los actores. ▪ Restricciones/incentivos/preferencias/contraincentivos de los actores, ▪ Costos-beneficios percibidos por cada actor (costos concentrados y beneficios difusos. claves de distribución) ▪ Posicionamiento de cada uno de los actores. Localización de los intereses. ▪ Actor social - Movimientos sociales. Marcos, formas y repertorios de acción colectiva – Protesta social: dinámica y organización, contención, moderación, represión (lazos de confianza-condiciones de desconfianza…) ▪ Análisis de discursos, percepciones, visiones. Brechas entre discurso y acciones, entre visiones y percepciones. Comprender el sentido o lógica del(los) discurso(s), análisis del modo de argumentación, lógicas del razonamiento, coherencia interna, contradicciones y tensiones que lo atraviesan. Deslizamientos, desplazamientos, indicios discursivos. ▪ Autorepresentaciones y representaciones recíprocas de los actores y que cada actor se hace del tema/problema en cuestión… ▪ Interdependencia relativa, y mutua determinación, contingencias o desencajes... ▪ Escenarios adversativos/escenarios cooperativos/escenarios dialógicos… ▪ Escenarios tentativos, escenarios deseados, escenarios probables. Brechas de viablidad - identificación de los obstáculos y de los elementos facilitadores... ▪ Dinámica de las relaciones ▪ Dinámica de los Medios de Comunicación. ▪ Agendas de los actores, compatibilización de agendas, modos de agenda. ▪ “Lectura alternativa del conflicto” ▪ Conflictos estratégicos-estrategia de conflicto.

III Dinámica del conflicto social Atendiendo las formulaciones hasta aquí enunciadas podemos ilustrar algunos aspectos de la dinámica del conflicto social en su inserción en el contexto local y global, de la interacción entre los actores y las tensiones derivadas de la misma interacción, y los procesos -o las dinámicas que intentan promover los procesos- en términos del interjuego de lógicas de los actores, de las dimensiones de la conflictividad y de los escenarios.


Natรณ, A.- Carbajal, L.


“un objetivo sin plan es solamente un deseo” (Café de las Ciudades 2012) La idea de plan supone, propósitos, objetivos y trayectos. Luego se deben escoger aquellos instrumentos y técnicas que se integran en un proceso o procesos en plural. Estos procesos no son lineales y aún cuando se establecen etapas estas no necesariamente son secuenciales empezando una cuando termina la otra, sino que se vuelve una y otra vez desde el plan a las experiencias que se van realizando y desde estas al plan en una dinámica de retroalimentación reformulación permanente. Podemos pensar, en una serie de momentos diferenciales, complementarios, paralelos o transversales que se integran de un modo desigual y combinado.

- Análisis de la situación. El análisis de la situación, como forma metodológica, es un momento complejo que infiere la necesidad de conocer las representaciones de la realidad y lo que les está sucediendo a quienes están actuando sobre y dentro de los límites de esa realidad que, en su conjunto, denominamos situación. Este análisis permitirá: ▪ Identificar y priorizar problemas. ▪ Identificar actores, contingencias, acontecimientos pasados y eventualmente

futuros, y condiciones a tener en cuenta. ▪ Obtener una perspectiva situacional diacrónica y sincrónica: los procesos que delinearon esta situación coyuntural, la situación en la misma coyuntura y la dinámica tendencial. ▪ Hacer una evaluación situacional a partir de las preguntas por qué, cómo y con qué propósito intervenir.


El análisis y evaluación situacional nos permiten observar si un proceso dialógico es el adecuado y -eventualmente- diseñar un tipo de proceso -o procesos en plural como sugiere Lederach- que ofrezca las alternativas espaciales, formales y temporales que requiere el contenido, la situación analizada, la disposición de los actores, el horizonte de expectativas de los actores y del proceso.

- Dimensiones de la situación/conflicto Dimensión social: “lucha de clases”, derechos de ciudadanía, derecho a la ciudad, exclusión-inclusión, posiciones-oportunidades. Dimensión cultural: matrices culturales preexistentes, nuevos valores y códigos culturales, inscripción en la agenda pública de las formas culturales presentes o en formación en la misma dinámica de la situación. Dimensión identitaria: señas de identidad, afirmación identitaria y gravitancia de la cuestión identitaria en la situación. Dimensión política: distribución y articulación territorial del poder político… legitimidad, representatividad y pautas de relación con la ciudadanía En este marco se pueden identificar brechas de viabilidad que como forma metodológica, puede imaginarse el escenario deseable y analizar hacia atrás los pasos necesarios o indispensables para llegar al mismo. Este tipo de análisis puede resultar significativo para las alternativas del proceso, en el sentido de "correr" los límites de lo posible…


Fueran cuales fueren las responsabilidades de las partes, así como la dosis de razón que les asista, un resultado satisfactorio debe conllevar logros para todos los actores. Si por el contrario, el conflicto evoluciona hacia un esquema de ganador-perdedor absolutos, muchos de los peligros potenciales, quizás todos se realizarán… es esta una cuestión política más que técnica, mucho menos material que radicada en las percepciones. (Palermo, V. -Reboratti, C., 2007) En el mismo sentido podemos considerar que si la polarización se traza en las diferencias de intereses que cristalizan o remiten a conflictos de identidades, estos pueden cargarse de valores que es difícil desanclar. En este sentido introducir otras


dimensiones que se pongan en diálogo como trazar líneas identitarias múltiples puede producir desencajes que movilicen la situación. Asimismo, observar las emergencias y ocultamientos de los actores en los distintos momentos, sus pautas de cooperación y enfrentamiento, y las continuidades y rupturas en un contexto complejo e inestable, permiten contar con elementos explicativos que nos permitan imaginar otros escenarios posibles.

Las actividades de diálogo se proponen en términos de: hacer convocatorias inclusivas y amplias; legitimar a los participantes individuales o grupales (en este caso, contribuir a su transformación en minorías activas, reconocer e identificar potenciales liderazgos y reconocer su legitimidad, facilitándoles herramientas para desempeñar su rol); tener en cuenta el papel de los medios de comunicación como actores o eventuales actores del conflicto; permitir que los tiempos del proceso se adecuen a la dinámica del conflicto. Consideraciones finales. Formalmente finales en términos de este encuentro académico. Por cierto se trata de conclusiones parciales, provisorias, incompletas. Porque el objetivo no es cerrar una discusión, sino por el contrario abrir la posibilidad de incorporar puntos de vista alternativos y articular principios teórico-metodológicos de forma interdisciplinaria. Desde este campo podemos hacer aportes modestos pero significativos en el orden consolidar un tejido social urbano territorial y favorecer la comunicación y el intercambio entre poblaciones diversas... Estos procesos pueden pensarse entonces como serie de momentos que pueden quedar sintetizados con las siguientes ilustraciones:




Natรณ, A. Carbajal, L.


Como dice John Berger, “no sabemos si otro mundo es posible, pero sí que es necesario”. En suma, se trata de formular propuestas a partir del reconocimiento de los derechos de ciudadanía, y la apuesta a un mundo más justo.

Ejercicio de análisis Un ejercicio para quienes quieren explorar en este campo, es comenzar a observar conflictos suscitados en un contexto dado. Los análisis ex post, es decir, vistos necesariamente cuando estos ya han acontecido o sus avatares mayormente se han transitado, ofrecen la condición de posibilidad, la oportunidad, en cuanto a observar el desarrollo-despliegue del conflicto como un laberinto que efectivamente tuvo una salida, y desde allí intentar comprender por qué los otros recorridos quedaron bloqueados, por qué no se pudieron abrir esas fronteras, en definitiva qué no se pudo, qué no se supo, qué no se quiso... en el orden de lograr un entendimiento o iniciar un camino de transformación… Se trata, entonces, de comprender las relaciones siempre difíciles entre las expectativas, los límites o las condiciones, incluso los obstáculos, que se oponen su realización. Esto es, no un relato que hilvana una serie de escenas, sino un universo particular en la cual los resultados no eran un desemboque necesario. Un análisis de un caso del que intentamos comprender por qué ocurrió del modo que ocurrió y eventualmente- qué pudo hacerse o no hacerse para que ocurra de otro modo. Como síntesis de la experiencia transitada, se propone observar algún conflicto social con contenido ambiental específico que les resulte más cercano o más estimulante, y detectar en el proceso alguno de los aspectos analizados. Luego, formular un análisis bajo la forma de relato, esquemas o matrices que describan la situación y una reflexión crítica alrededor de su configuración (proceso y objeto). A modo de mera referencia, pueden considerarse como casos posibles de análisis: “Conflicto de las Papeleras” (Uruguay/Argentina) o el caso del “Parque Indoamericano” en relación a los acontecimientos de 2010 en la Argentina. “El diferendo planteado entre la Argentina y el Uruguay en torno a la construcción de dos plantas de producción de celulosa ha adquirido en poco tiempo aristas sumamente conflictivas. La eclosión de la acción vecinal en Gualeguaychú hizo evidente la existencia de percepciones, intereses y orientaciones opuestas y en conflicto, imbricadas en una cuestión multidimensional que involucra tanto diversos aspectos productivos, ambientales, y socioculturales, como a numerosos actores: las poblaciones de ambas orillas del río Uruguay, las empresas productoras de celulosa, los gobiernos locales y nacionales de ambos países, el gobierno provincial argentino, los medios de comunicación, otros sectores productivos tanto de Uruguay como de Argentina, organismos internacionales, gobiernos extra-regionales, etc.” (Palermo, Vicente - Reboratti, Carlos (compiladores), “Del otro lado del río. Ambientalismo y política entre uruguayos y argentinos”. Editorial Edhasa, Buenos Aires, 2007) En diciembre de 2010 un conjunto de habitantes ocupa un sector del parque, estableciendo algo menos que viviendas precarias y algunos límites que inferían una suerte de “loteo” del suelo. Otros habitantes reaccionan para desarticular la “ocupación”. El parque: un potencial espacio verde, o un gran vacío para quienes, como se dijo a propósito de estos acontecimientos: “Vivían comprimidos y presionados en un polvorín. Calle por medio con el baldío al que aún llamamos Parque. Solo era cuestión de cruzar la calle. La cruzaron. Esta era una tragedia anunciada. Y evitable.”(Pschepiurca, Pablo: “El destino trágico del Parque del


Sur”, Diario Clarín, 13/12/10). 2 o 3 muertos, según las fuentes.

Bibliografía obligatoria: Svampa, Maristella: “Movimientos Sociales, matrices socio-políticos y nuevos escenarios en América Latina” Working Papers 01 / 2010, en http://www.maristellasvampa.net/ Borja, Jordi: “La ecuación virtuosa e imposible o las trampas del lenguaje”, Revista digital del programa de gestión de ciudad -. UOC – “Carajillo de la Ciudad” N°12, “Sostenibilidad y ciudad”, mayo de 2012. Nato, Alejandro; Rodríguez Querejazu, Maria Gabriela y Carbajal, Liliana (2006) Mediación Comunitaria, los conflictos en el escenario social urbano. Buenos Aires, Editorial Universidad.

Bibliografía ampliatoria: Borja, Jordi: “La ecuación virtuosa e imposible o las trampas del lenguaje”, Revista digital del programa de gestión de ciudad -. UOC – “Carajillo de la Ciudad” Año 4, N°12, “Sostenibilidad y ciudad”, mayo de 2012. http://cafedelasciudades.com.ar/carajillo/index.htm Borja, Jordi-Herce Manuel: "Estrategias Metropolitanas", Revista Digital Carajillo de la Ciudad, Posgrado Gestión de la Ciudad, Universidad Oberta de Catalunya (UOC), abril de 2009. Calderón Gutiérrez, Fernando: “Los movimientos socioculturales en tiempos de inflexión”, en prólogo “Movimientos socioculturales en América Latina: Ambiente, Feminismo, Pueblos Originarios y Poder Empresarial” PNUD-SXXI, Cuadernos de Gobernabilidad Democrática, 2011. De Ipola, Emilio: "Discurso social", en AA.VV.: “Términos críticos de sociología de la cultura”, Carlos Altamirano (dir.), Paidós, Buenos Aires, 2002. Escalada, Mercedes -Fernández Soto, Silvia-Fuentes, María Pilar-Koumrouyan, Elsa- Martinelli, María Lucía-Travi, Bibiana: “El diagnóstico Social. Proceso de Conocimiento e Intervención Profesional.” Espacio Editorial, Buenos Aires, 2001. Lederach, John Paul: “Construyendo la paz. Reconciliación sostenible en sociedades divididas”. Bilbao, Bakeaz/Gernika Gogoratuz, 1998. Nató, A.-Rodríguez Querejazu, M. G.- Carbajal, L.: “Mediación Comunitaria, Conflictos en el escenario social urbano”.Buenos Aires, Editorial Universidad, 2006. Palermo, Vicente-Reboratti, Carlos (compiladores): “Del Otro lado del río. Ambientalismo y política entre uruguayos y argentinos”. Editorial Edhasa, Buenos Aires, 2007.


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