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LAS GUARDIANAS DE GRAU

Las guardianas de Grau Hemos aprendido a valorar el patrimonio del lugar donde vivimos

En agosto de este año, en el marco de la recuperación económica que viene impulsando el Gobierno Central y la implementación del Plan Maestro del Centro Histórico de Lima, se inició el proyecto de recuperación paisajística de la plaza Grau y alrededores. A través del programa Trabaja Perú, 67 vecinos de distintas zonas de Lima afectados por la pandemia se unieron a dicho proyecto. Conozcamos la historia de dos mujeres que son un ejemplo de superación en estos tiempos.

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"Este trabajo lo hacemos de corazón"

Yeslyn Policarpio Huamaní tiene 28 años y vive en el Cercado de Lima, a la espalda del Palacio de Justicia. Ella tenía un pequeño negocio de repostería en casa para ayudar a su familia con los gastos del hogar y mantener a sus dos hijas y a sus papás. La crisis actual hizo que cerrara su negocio; por ello se unió a este proyecto. Yeslyn da gracias a Dios por esta nueva experiencia, pues ha aprendido nuevas labores –como jardinería– pero, sobre todo, porque le ha permitido apoyar a su familia. “Es una experiencia nueva y, a la vez, bonita; he aprendido a valorar el tema de la naturaleza y cuidar nuestro patrimonio cultural, porque es básicamente donde se centra este programa”, indicó.

Policarpio es jefa de brigada y ahora mira con otros ojos el lugar por donde pasaba todos los días. Ella se ha convertido en una guardiana del patrimonio y, como tal, hace un llamado a los ciudadanos. “Cuidemos bastante nuestros parques, nuestro patrimonio cultural, porque tienen un valor importante para nosotros; debemos cuidarlos, no pintarlos: es muy triste ver cómo la gente los maltrata. Por ejemplo, las bancas de mármol del Paseo de los Héroes Navales son deterioradas por algunas personas de mal vivir. Cada día lo limpiábamos y lo volvían a ensuciar. Falta tomar conciencia y valorar lo que tenemos alrededor”, señaló. "Cuidemos el patrimonio con el

ejemplo"

Ruth Cuiro Ramos tiene 45 años y es administradora de empresas. Su pequeño negocio se vio perjudicado por la pandemia; por ello, cuando escuchó del proyecto, no lo pensó dos veces y se unió a la brigada del rescate de la ciudad. Esta labor, cuenta, le cambió la vida. “Hemos aprendido jardinería, cómo limpiar algunas piezas culturales. Hemos tenido que aprender a ser pacientes también, porque un día limpiábamos y al día siguiente volvía a estar sucio. Sinceramente, este trabajo nos ha cambiado la vida, y la experiencia que uno gana creo que suma a la experiencia que antes uno tenía”, expresó.

La señora Cuiro cuenta que lo que más le costó fue dejar a su pequeña hija en casa y no poder ayudarla con sus clases de “Aprendo en casa”. Afirma que antes de iniciar esta labor no conocía nada de plantas, pues en su casa la encargada del sembrado de flores era su mamá. Menciona que esta experiencia le ha permitido ver cuánto nos falta aprender sobre la cultura del cuidado del patrimonio. “No se ve el cuidado por parte de algunas personas que botan basura en la calle, hay que enseñarles con el ejemplo. Cuando vuelva a pasar por este lugar, recordaré que trabajé en este jardín, que lo sembré y que lo hice más bonito; son recuerdos y enseñanzas que me van quedar”, finalizó.

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