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ENTREVISTA DEL MES: LA RESTAURACIÓN DE LA IMAGEN DEL SEÑOR DE LOS MILAGROS . LILIANA CANESSA

ENTREVISTA

Liliana Canessa "El Señor de los Milagros guio su restauración"

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Testimonio de la directora del Museo del Señor de los Milagros

La historia de fe del Cristo Moreno tiene un rostro propio que para algunos refleja tranquilidad y paz, y para otros es el camino para entender los designios de Dios y el medio para pedirle una petición; por cualquiera de los motivos que fuera, la imagen que conocemos hoy no era la misma hace algunos años. Liliana Canessa, restauradora e historiadora del arte, fue una de las 5 personas que tuvieron a cargo la recuperación del verdadero rostro del Patrono Jurado de la Ciudad. Ella cuenta que el 1 de noviembre de 1990 su vida profesional dio un giro inesperado.

¿Cómo comienza tu historia con el Señor de los Milagros?

Yo trabajaba en el museo Pedro de Osma, y un día el director Pedro Gjurinovic llamó a Álvaro Sandoval y a mí y nos dijo: “Necesito que me acompañen a algo importante”. Le dijimos: “¿A dónde?”. Y nos respondió: “No les puedo decir, es una sorpresa”. Sabía que era algo para restaurar. Entonces de pronto nos encontramos cerca de Las Nazarenas y me dijo: “Vamos a entrar a ver el ingreso del Señor de los Milagros”, yo en mi vida había estado en el interior del monasterio. Nos dieron la bienvenida la madre Soledad y la madre María Rosa, dos personas muy importantes para el monasterio. Entonces, ingresa el Señor a este lugar donde había un

grupo de personas, y veíamos un poco lo que pasaba alrededor. En medio de la emoción y nerviosismo de no saber qué iba a pasar, empezamos a mirar con mirada profesional cómo desarmaban el anda al final de la procesión. Nuestra sorpresa fue grande cuando vimos que todo el mundo tocaba la imagen, la gente que estaba allí pasaba algodón; eso fue lo que más nos impresionó en el primer contacto con el Señor de los Milagros, esto fue el 1 de noviembre de 1990.

¿Luego de este encuentro vino el proceso de restauración? ¿Cómo fue este proceso?

Después de este primer contacto, junto con Álvaro Sandoval [parte del equipo de restauradores], fuimos más preparados, con algunos elementos para trabajar, porque solo se veía una gran mancha marrón que no permitía ver al Señor. Entonces lo primero que hicimos fue las calas, investigaciones en las laterales para ver qué cosa había debajo y se tomaron radiografías. Después de eso se hizo un planteamiento de trabajo, presupuesto y todas esas cosas. En este proceso las madres depositaron toda la confianza, y para continuar con el trabajo la imagen tuvo que ser trasladada de manera silenciosa al taller del Museo de Osma en enero de 1991; estuvo en el taller hasta el mes de septiembre del mismo año.

¿Cuál fue la parte más complicada de esta experiencia profesional?

La parte más complicada fue la limpieza de la capa pictórica, ya que una vez que la realizas no tienes manera de regresar a lo que ya quitaste. Esta etapa es lo más seria, porque con ello se cambió la iconografía y la forma de cómo la gente lo había visto por muchos años. En esta etapa, para mí fue muy importante el apoyo de la madre Soledad y la madre María Rosa, que iban al taller una vez por semana para ver los avances, así hubiera sido 10 centímetros cuadrados de limpieza. Tuvimos momentos en los que nos atracábamos, que teníamos dudas y parábamos; nos íbamos encomendándonos al Señor y él nos guiaba, porque al día siguiente alguien venía con la solución.

Un dato curioso es que el Cristo tenía las piernas como lo tenía el mural, es decir, en la repintada se había hecho la pierna como el mural, la derecha sobre la izquierda, pero a la hora de hacer la restauración, resulta que en el lienzo era al revés, al igual pasa con el paño de pudor. Es decir, en el repinte alguien dijo “lo han pintado mal, hay que

Trabajos de restauración de la imagen de la Virgen de la Nube.

hacerlo como el muro”, sin saber que antiguamente se pintaba con la técnica de espejos.

¿Cómo fue la presentación de la efigie luego de la restauración?

Recuerdo que estuvimos en la conferencia en el salón Juan XXIII de la Hermandad, estábamos asustados y decíamos entre nosotros “si no quieren esto, nos linchan a los 5”, pero la mayoría estuvo contenta con el trabajo; algunas personas no estuvieron de acuerdo, pero era algo normal. El proceso se hizo de manera profesional, clara, abierta y no hubo ocultismo; creo que eso dio tranquilidad y realmente impresionaba ver cómo había quedado el Señor de los Milagros, habíamos recuperado esa anatomía donde se le ve hermoso.

¿La Virgen de la Nube también fue restaurada?

La Virgen de la Nube también pasó por el mismo sistema de investigación del Señor de los Milagros: radiografía, análisis químicos, etc. La radiografía nos mostraba que había cosas debajo donde se veía claramente un repinte total, la Virgen que teníamos, que llamaban Virgen de la Nube, tenía un escudo mercedario, y entonces ahí entraban todas las dudas: ¿qué hace una mercedaria acá? Debería ser carmelita. Entonces, el repinte le había quitado calidad, empezamos a hacer las calas, quitamos el primer repinte y una gruesa capa de barniz; y encontramos el escudo carmelita y la imagen que tenemos ahora de la Virgen de la Nube con esos tonos grises que daban la impresión de una aparición en horas de la tarde, esto fue confirmado con la investigación histórica. La restauración se realizó en 1991. Luego, en 1993, se prosiguió con la imagen del muro y finalmente con la

restauración de todo el santuario, que tomó aproximadamente 10 años.

¿Qué ha sido lo que más te ha impresionado de esta historia?

Lo que más impresionó fue el regreso de la procesión, el 1 de noviembre de 1991. La madre Carmen Luisa, con permiso de la madre Soledad, la priora, me invitó a subir al campanario y cuando subí me quedé sorprendida, y le dije al Señor: “Aquí me quedo para lo que sea”. Ver ese mar de gente en la avenida Tacna, de esquina a esquina, donde no entraba absolutamente nadie y al fondo una pequeña anda que venía caminando, que se hacía tan pequeña al estar rodeada de este mar humano, eso para mí fue algo que me impactó mucho. Ese día me di cuenta dónde me había metido y la responsabilidad tan grande que habíamos tenido. Yo estoy segura que el Señor guio cada uno de nuestros pasos, nos dio la calma y la seguridad que necesitábamos. El Señor y la Virgen siempre estuvieron allí guiándonos.

¿Cuál es tu reflexión para este octubre 2020 que no habrá procesión por la pandemia?

Tenemos que ser conscientes de eso porque no podemos juntarnos, no podemos hacer reuniones, porque tal vez, sin querer, podemos contagiarnos y podemos llevarnos el virus a nuestra casa. Saber que, aunque no podamos acompañar al Señor en las calles, él está en cada uno de nuestros corazones. Hay que dejar, en este momento de silencio, que entre a nosotros, para agradecerle, para pedirle que acabe la pandemia, para entregarle nuestro sufrimiento y decirle finalmente: “Señor de los Milagros, míranos con piedad”.

Proceso de restauración de la imagen del Señor de los Milagros. Archivo fotográfico de las Madres Nazarenas. Fotos: Álvaro Sandoval.

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