Audición del Presidente Mujica del 14.01.2014 Es un gusto, amigos, saludarlos a través de este espacio, y hoy tal vez con un comentario que, naturalmente, a mucha gente de este país le pueda resultar curioso. Por la peculiaridad de nuestra cultura, hemos… somos un país muy joven y que históricamente somos un país pecuario. Un país que siempre, según nuestra peripecia económica, de una forma u otra estuvo ligado a la pradera, al pasto. De arranque, al cuero, después, al tasajo. Después al tasajo y a la lana, más adelante a la carne congelada y así sucesivamente hasta llegar hoy a todo eso más la lechería. Nuestra historia se formó en derredor de estos fenómenos. En realidad, podríamos decir que históricamente, dándonos cuenta o no, hemos sido unos vendedores de pasto transformado. La gran materia prima es el pasto, tan unido a los ciclos naturales y con la evolución contemporánea hacia la masificación de la agricultura y de la siembra, de todas maneras, la fotosíntesis sigue siendo directamente o indirectamente la función vital más importante que nos da presencia en buena parte del mundo para conseguir las divisas con las cuales pagamos buena parte del mucho de lo que importamos. Señalado así este fenómeno es aparentemente simple, pero recordemos que aún hoy, aún hoy, con todas las transformaciones de la modernidad, la principal actividad de carácter industrial es la industria frigorífica desparramada a lo largo y a lo ancho del país en no menos de 30 plantas que están por ahí. Y que unido al trabajo del campo en sí, y todas las otras razones, como el transporte, la producción de raciones, de vacunas, etc., etc., herramientas agrícolas, componen por lejos la principal actividad que mueve la gente de este país, aparte de la cuestión de las divisas. La industria frigorífica es una industria basada esencialmente en tener capacidad de faenar lo máximo posible en los momentos en que existe disponibilidad de ganado. La disponibilidad de ganado no es una cosa constante, está muy sujeta a los ciclos de la naturaleza, las estaciones, el pasto, por ejemplo. Naturalmente tenemos un desborde forrajero, un aumento de existencia de forraje en los períodos normales de primavera cuando las gramíneas tienden a engañar y el crecimiento es mayor; tenemos otro tanto en otoño. Y tenemos normalmente una crisis relativamente soportable en verano, siempre que llueva, y una crisis de forraje más fuerte en invierno. El arte y la profesión ganadera se basan en tener la mayor capacidad de recolección de forraje en el momento que hay mayor disponibilidad. Un animal adulto puede aumentar 800, 900 gramos por día, en términos promedio, y a veces más. Y si se le ayuda con ciertos
artilugios contemporáneos, si los precios lo permiten, como los granos y eso, puede ser mucho más. Por lo tanto quien está ligado a la actividad ganadera no tiene otro camino que especular con el forraje de que dispone. Si tiene abundancia de forraje prefiere no vender, siempre que sus finanzas se lo permitan, para incorporar kilos a los animales que están recogiendo forraje. Por el contrario, si hay penuria de forraje, porque no llueve o porque la estación no lo permite, es tiempo, se dice, de alivianar los campos, es decir, de sacar las categorías que estén más maduras en todo lo posible. Porque de lo contrario los animales ya empiezan a perder peso y es lo que equivale a perder riqueza. Del otro lado, desde los compradores, desde quienes manejan la industria frigorífica se conocen estos fenómenos y, naturalmente, es el costo mayor que tiene la industria frigorífica, el costo mayor es la materia prima. Entonces, el manejar las cosas tratando de conseguir los mejores precios posibles es natural, es la defensa de la industria. Por el contrario, el negocio del ganadero es obtener los máximos precios, hay pues una disputa constante. En los últimos años, dos o tres años, no le fue tan bien al parecer a la industria frigorífica, ¿por qué?, porque por razones de competencia y otros factores que jugaron, el margen de ganancia industrial al parecer estuvo muy comprometido e incluso pudo haber momentos de pérdida. Unos de los fantasmas de la industria frigorífica son los costos fijos, lo que cuesta mantener una planta cuando esta no trabaja o cuando trabaja muy lejos de su capacidad. Y acá entra la otra parte de la cadena, los trabajadores que viven de la industria, cada cual, pues, tiene sus razones. El Uruguay ha manejado, como estrategia, para tratar de incidir a que los precios que pagan los frigoríficos sea lo mejor posible, tener una ventana abierta hacia el exterior pudiendo en algún momento vender animales en pie. Una ganadería importante no puede vivir de vender animales en pie, porque sencillamente esto es un verdadero disparate. Es un disparate esencialmente para los que compran y, en general, cuando lo hacen es por razones muy particulares, pero económicamente llevar a un animal muy lejos, terminarlo de engordar y faenarlo, como negocio tiene muy poco negocio, salvo de que se busque amparar el trabajo u otros factores de protección de la economía. Pero un país ganadero que faena más de 2 millones y pico de animales por año, si apostara a vender en pie seguramente sería un desastre. Porque los vaivenes de vender en pie… pero realmente esa puerta abierta siempre se ha tratado de tener como un elemento alternativo que ayude a controlar la natural tendencia a la baja en el
pago de los animales que, en determinado momento, puede tener la industria frigorífica. Naturalmente esto se vuelve en contra de los trabajadores que trabajan en la industria y que necesitan desde luego la mayor cantidad de días posibles de trabajo. Como vemos, por acá y por allá, existen contradicciones. Lo que ha pasado en estos dos últimos meses es que ha habido una recomposición del margen industrial, el margen bruto y el margen neto posible, y ha habido una caída fuerte de los precios con los que se pagaban las haciendas. No parece malo de que la industria trate de recomponer su ecuación si los márgenes venían muy comprometidos. No conviene la crisis en ningunos de los sectores de la cadena. El problema es que, al parecer, el proceso ha sido tan violento, tan rápido, que puede constituir una señal negativa en el mediano plazo para un factor clave que veníamos tratando de superar con éxito en el país. Y esto es el siguiente factor, la ganadería tiene varias etapas, la más penosa es la que se llama la cría. El ternero es un animal caro porque cada cien vacas que se entoran, difícilmente… o se pretenden entorar, a la larga no se obtienen más de 60, 65 terneros. Porque muchas fallan en el celo, por esto y por lo otro, hay varios factores que juegan. Quiere decir que en el campo el criador tiene siempre 20 o 30 animales que estuvieron comiendo y que comen y, por lo tanto, consumen y no producen ningún ternero. Esto es sencillo, después con ciertos kilos se puede llegar a 150, se puede llegar a más. El criador vende esos animales y lo compra alguien que lo termina con mejor capacidad. El forrajero trata de llevarlo a su estado más o menos adulto, y al año y pico lo vende al frigorífico. Un poco más, hay algunos que hacen ciclo completo, etc., esto tiene muchísimas variables, no podemos detenernos, pero lo que tenemos que aventar de la cabeza de la gente es la ilusión de que esto es una profesión de “coser y cantar” y de que esto es matemático, y de que etc., etc., etc. En realidad, en el largo plazo, la rentabilidad escondida de la ganadería extensiva, que tiende a desparecer, por suerte, cada vez tiende a ser más intensiva, por suerte, por la evolución global del país. Pero lo que disimuló este negocio de baja rentabilidad es la altísima capitalización, es decir, en largos períodos, la tendencia a la suba del valor de la tierra. Pero la actividad en sí, la ganadera, siempre fue sobre todo la creadora de baja rentabilidad. Ahora, si uno recorre la ganadería del mundo, se va a encontrar que países muy evolucionados como Estados Unidos, las grandes empresas de granos… hay grandes empresas que se dedican a meter en corral los animales y darles comida y hacerlos crecer.
Pero en general no existen grandes empresas que se dediquen a la cría. La cría en general, aún en países muy evolucionados, es una actividad muy ligada a los pequeños productores y, sobre todo, a medianos productores de tierras de relativa, poca productividad, pedregosa, sierras, etc., los que se llaman en Uruguay, groseramente, “los campos de cría”. Ahora bien, si no hay cría no hay nada a la larga de los demás, quiere decir que esta actividad, que es poco rentable, hay que cuidarla porque es como la semilla; si nos falla la cría, a la larga nos falla todo lo demás, incluso la industria. Y el Uruguay ha venido avanzando. Y diríamos, la relación que había entre el novillo preparado y el ternero que sale de la cría era en el último tiempo bastante positiva y desde ese punto de vista los precios que obtenían los criadores era un precio que favorecía esta actividad. Mas alguna gente, entró nuevas técnicas como es el destete precoz, que supone más trabajo y un cierto grado de racionamiento del ternero para apurarlo, y para que la vaca, la vaca madre al tener que amamantar menos tiempo, se mantiene en una situación corporal más aceptable y con ello aseguramos un celo más temprano, y con ello aseguramos una nueva cría más temprano. Es decir, tratar de producir más terneros en menos tiempo, a partir del mismo stock de vacas que mantenemos en el campo. Esta ecuación, si los precios por saturación de terneros, porque los campos están recargados y la gente no vende, y no vende especulando porque el precio que les pagan es demasiado poco, tampoco va a comprar el invernador o el presunto invernador, tampoco va a comprar terneros o, en todo caso, los va a comprar si se lo venden baratos. Se produce una retracción global de la cadena que puede afectar este fenómeno que venía jugando a favor en el último tiempo, que es el aumento, la tendencia al aumento en la cantidad de crías, lo que nos llevaba, y era un anuncio positivo, a que con el mismo campo lográbamos producir más cabezas y más kilos. Naturalmente, pasando por los filtros tecnológicos que estoy obviando, sino tratando de transmitir a la gente que no necesariamente conoce los hilos más fundamentales de este proceso. Yo sé que podemos decir aquello del poeta: “las vaquitas son ajenas”, y es cierto que las vaquitas son ajenas, pero la repercusión en el campo del trabajo industrial, en el campo del transporte, en el campo de las divisas son globales para todo el país. Acá, las vaquitas pueden ser ajenas pero el producto que las vaquitas dejan, no por bondad,
no por el Señor de la Paciencia, no por factores religiosos, inevitablemente tienen que repartirse y tienen una parte en el trabajo del conjunto de la sociedad, pero además respaldan la capacidad de pago del país hacia el exterior. Nosotros pensamos que es razonable que una industria que por competencia y por otros factores estaba con sus márgenes comprometidos y que trate de recomponer su margen. Alguna gente, y esto tómese como chisme, o como comentario de gente entendida, opina que un margen de 40, 50 dólares por animal está bien para la industria frigorífica. Pero que cuando pasa eso se pasa de la raya, y entonces empieza a operar en contra del conjunto de la cadena. Puede ganar más en el corto plazo pero va a perjudicar en el mediano y largo plazo al conjunto de la cadena. No quiero decir que estos datos sean terminantes, ni me pongo en el pináculo técnico de afirmar estas cuestiones a rajatabla, es apenas una invitación a que los gobiernos no tengan que intervenir en estas cosas, porque han venido interviniendo cuando multiplicamos el seguro de paro para las plantas que están paradas, lo hacemos para amparar al trabajo de la gente que trabaja en la industria frigorífica, pero estamos amparando también a los frigoríficos, porque de lo contrario la gente se va a buscar otro trabajo y después hay que empezar a trabajar con chambones. Es bueno que la industria retenga su gente más formada, y nosotros lo hemos entendido, pero convengamos que también, en alguna medida, estamos subsidiando que la planta esté parada. Hay una cadena que tiene varios frigoríficos y siempre tiene alguno parado. Por favor, por favor, tenemos que corregir esas cosas, tenemos que darnos cuenta que no tenemos que dar señales negativas contra los criadores, porque eso determina que terminamos a la larga afectando la gallina de los huevos de oro. Si no hay cría abundante no habrá novillos disponibles, ni vacas adultas, ni nada. Entonces, tenemos que cuidar todas las piezas de la cadena y eso significa tratar de no abusar. Hemos pasado por un período muy positivo, la ganadería uruguaya perdió más de un millón y pico de las mejores tierras, de las tierras de invernada que en definitiva, en gran medida, han quedado para la agricultura. Sin embargo, la ganadería uruguaya con esa perdida y con la perdida notoria de muchas hectáreas que fueron a dar a la forestación, y algún forraje siguen produciendo pero son secundarios con respecto a lo que eran, también se afectó el área de cría del país.
Por todo esto, el que el país haya logrado mantener las cifras globales de su ganadería, bajando la edad promedio de lo que faena, ha sido una hazaña importante del complejo que todavía puede ir mejorando más. Pero si hay abusos se desactivan las fuerzas creadoras de la economía. Si a un señor que se lo arriesga a hacerlo, lo matan en el camino, y por aquí y por allá, el hombre va a contestar no apurando más la cría y deja de engordar con granos o con silo. Naturalmente, ¿por qué? porque los números no le cierran. Lo propio pasa con un criador, si la relación del precio de los terneros que vende se va muy abajo en relación a lo que valen los animales gordos por kilo, es probable que preñen muchas vacas y que las vendan preñadas y se saque el fantasma de la cría, si se quiere, de una parte de su stock. Entra en una retracción y en lugar de pelear hacia adelante asume una actitud mucho más conservadora. Es, pues, natural que todos nos demos cuenta que el ganar unos pesos más en determinado momento puede hacernos correr el riesgo de perder muchos más en el mediano plazo. Estos son fenómenos globales, en todas partes hay intereses, pero recordemos, ya que nos acordábamos del poeta, que en otra parte este famoso poeta dice: “que nadie olvide que en todo puchero gordo los choclos se vuelven marlos”.