Audición del Presidente José Mujica del 7 de febrero de 2014

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Palabras del Presidente de la República, José Mujica, de la audición del 7 de febrero de 2014 Amigos, es un gusto saludarlos, muy a pesar de las circunstancias climatológicas por la cual estamos pasando: llueve y llueve y llueve en forma interminable. Todos sabemos que no podemos evitarlo, todos sabemos que esto no puede traer otra cosa que consecuencias negativas. Son obvios y palpables, destrozos en la caminería, las pérdidas particularmente en el mundo chacarero, en la horticultura a cielo abierto porque esto repercute en todas partes. El agua es fundamental pero tiene un límite, y es posible que existan consecuencias que tardaremos algunos meses…, como puede ser la eventual podredumbre radicular de los durazneros, cosas que pueden pasar. Cosas penosas, con el cultivo de papa que se cosecha en otoño y mil y una ramificación que tienen estas cuestiones con las que no puedo detenerme. Pero seguramente que vamos a soportar pérdidas importantes, y también la dramática circunstancia que tienen que pasar compatriotas que tiene que “disparar”, particularmente en Durazno pero también en otros departamentos, de sus casas, de sus hogares, con todo lo que ello significa y con la incertidumbre que plantea. No hay duda, por las informaciones que trae la información internacional, que estamos viviendo aquello que señalaban, hace muchos años, los hombres de ciencia, en Kyoto, que íbamos a asistir a un período en que los fenómenos extremos cada vez son más frecuentes, y cada vez son más intensos. Y así está pasando, sequías frecuentes, crónicas, inundaciones, la aparición de nevadas en lugares increíbles, congelamientos increíbles, como se están dando en algunas zonas del hemisferio norte. Sube el nivel de los mares, sentíamos en los discursos de los primeros ministros de la CELAC, de varias islas del Caribe, hay algunas que perdieron 10, 15 puntos en un día o dos, del PBI, esos pequeños estados, por lo que significan estas cuestiones climatológicas. Y todos sabemos que para revertir esto se necesitan políticas de carácter mundial, en primer término encabezadas por las grandes potencias donde habría que emplear recursos que son cuantiosos. Y el mundo de hoy se entretiene en la lucha de los gobiernos por permanecer, se entretiene, obviamente, en las cosas urgentes que en cada sociedad golpean. Pero no hay país, por grande que fuera, que tenga capacidad de hacer frente a las consecuencias globales, porque en este planeta estamos todos. Y si bien es cierto que en la historia de nuestra tierra ha habido varios períodos de cambios climáticos, este es el primero que es consecuencia impensada de lo que ha desatado el hombre y como tal debiera ser el hombre quien encare la reversión. Pero ello implicaría que en lugar de pensar como países, pensáramos como especie y pudiéramos tomar medidas de carácter global que cubran toda la Tierra, porque el clima es cuestión de toda la Tierra.


Estamos lejos, muy lejos, por eso creo, que en última instancia, el grave problema es que nuestra civilización, en el fondo, no tiene conducción de alta política ante los problemas que la aquejan. Pasando a otro tema que está emparentado, indirectamente, le quiero recordar a la audiencia que hace varios años, allá por el 2001-2002, aquí tuvimos un desastre de carácter financiero que nos sepultó, que nos colocó, como consecuencia, a casi un 40 % de la población bajo la línea de pobreza, que dejó desocupada a muchísima gente, fueron miles las empresas pequeñas que desaparecieron, fueron años muy amargos como consecuencia de un desastre financiero. Algunos se conformaron con que era un coletazo indirecto que producía la explosión del sistema financiero argentino que repercutió aquí. Lo cierto es que nosotros pensamos que, si bien ese factor existió, nosotros teníamos una larga responsabilidad porque habíamos dejado suelto al sistema financiero, en gran medida, bajo la consigna de que se autorregulaba, que no había que poner trabas, que no había que tener pesados controles y por allí empezaron a marchar varios bancos y ya sabemos todo lo que pasó. Hoy, el Uruguay de hoy, podrá tener temporales y los tiene, y tendrá que pagar las consecuencias. No podemos hacer mucho contra el tiempo. Pero el Uruguay de hoy no va a tener temporales financieros, porque, si algo se nos achaca, es que el sistema financiero está tremendamente controlado y tratamos en todo momento de poner en práctica lo que la lección de la historia nos enseñó por el camino del dolor. Y esto importa, porque así como el clima necesitaría medidas que cubrieran toda la Tierra, política generales, hace mucho que el sistema financiero de carácter internacional como alguien dice jocosamente: “Hoy la cola mueve al perro y no el perro mueve la cola”, es decir, el sistema financiero se escapó de control de los gobiernos y de los estados y anda suelto, haciendo de las suyas con sus leyes, buscando la más rápida y fácil de las ganancias y se mueve, de un lado hacia el otro, especulando. No tiene que sorprendernos lo que pasó en Estados Unidos con casas que se llegaron a hipotecar 5 veces, no tiene que sorprendernos que se especule con el precio del trigo y que sea más importante la masa de valor representado en dinero que se mueve atrás del trigo que el valor del propio trigo. No tiene que sorprendernos que masas enormes de recursos… algunos analistas señalan, que la representación de valor financiero es 19 veces la suma de riqueza que hay arriba de la Tierra. Y este hecho que nos queda grande a nosotros para confirmarlo, pero de tener algo de cierto es espeluznante, nos está marcando que los gobiernos del mundo, y sobre todo del mundo central, debieran de tratar de sujetar esta calesita de carácter financiero. Ponerla bajo control, pero es difícil, muy difícil en un mundo donde nada más y nada menos que la reserva federal de la primera potencia está en manos de un grupo de bancos privados, es muy difícil. Por eso, la inestabilidad; ahora especulan contra la Argentina, antes de ayer


especulaban contra Turquía, contra la India, mañana puede ser frente a cualquiera, el que esté débil, si al fin y al cabo han especulado contra países centrales, si al fin y al cabo el mundo central ha sentido la crisis. Esto tiene una magnitud de carácter tremenda y podemos controlar lo que se quiera pero si no se empieza por entender que la cuestión financiera, en sus usos y abusos, crea un tipo de economía fantasiosa y que en última instancia le da una inestabilidad y una volatilidad tremenda, porque la riqueza expresada en papeles y solo en papeles es asustadiza. Responde a cualquier señal y cualquier señal la puede espantar y se va de un lugar rápidamente y crea la pobreza y la desgracia en una zona y emigra hacia otra. La baja de las tasas, el aumento de la cantidad de dólares circulantes que buscaron su colocación en los países emergentes en los momentos que los países centrales estaban muy debilitados, naturalmente. Cuando se empieza a recoger, a acotar la emisión, y hay síntomas de mejoras en el mundo central y alarmas en el mundo emergente y periférico tiende a volver a expresar su conducta de manada y a emigrar abruptamente, creando estas inestabilidades que importan por las consecuencias que tienen en el mundo débil, en el campo del trabajo y, ya sabemos, cuando estamos acostumbrados a ver empresarios ricos y empresas fundidas que en última instancia estos escalones se pagan con desocupación, con gente que no puede encontrar explicación al porqué de lo que les ha pasado. Estas son deudas de carácter internacional, como la del clima; las coloco casi en el rango de la misma importancia. La falta de acuerdos mundiales para defender el clima y cumplirlos a rajatabla y la falta de control en el sistema financiero mundial hablan a las claras de la debilidad contemporánea de la alta política. Estamos muy lejos de poder razonar algunas cosas decisivas para la suerte del mundo entero. Nuestra casa ya no es un país, nuestra casa ya es el planeta. Queremos arreglar los techos y las vigas de nuestra casa y hay que pelear por ello y por sostenerla. Pero hay un sobretecho que corresponde a la humanidad, que nos corresponde a todos. Allí es donde estamos tremendamente inermes; por eso tenemos que darle a los temas la importancia que tienen. Yo sé que en algún momento va a terminar de llover, contaremos las heridas y las pérdidas. Tendremos que socorrer como podamos a la caminería, trataremos de darle aliento a los chacareros, que quedan mal heridos. Juntaremos nuestras penas, soportaremos los reclamos, soportaremos las incomprensiones. Pero está por encima de cualquier fuerza la “timba” financiera de carácter internacional y el devenir del clima que depende de cuestiones de carácter mundial Por eso, compatriotas, más que nunca, dureza con nosotros mismos. En el mundo de hoy nadie nos va a regalar la prosperidad, tenemos que cuidar los pocos recursos valiosos que tenemos y una y otra vez volver a empezar como corresponde, y buscar que las diferencias internas no nos atomicen frente a causas que en el fondo son comunes.


Se volverá a plantar, se volverá a arrancar, pero todos tenemos que entender que hay márgenes de incertidumbre en nuestro tiempo que nos obligan más que nunca a tener prevenciones de reserva, y tener mucha prudencia. El Uruguay de hoy no ha solucionado todos sus problemas, ha solucionado algunos gravísimos. Hace 8 años lo que nos pedía la gente era trabajo, ahora nos pide más ingresos, nos pide mejor enseñanza y nos pide, precisamente, algunos escalones que son desafíos para el porvenir. Lo peor que podemos hacer es perder las conquistas y el haber que hemos logrado. Pero uno de los haberes importantes que hemos logrado, corrientes de inversión, por la confianza que ha generado el país, no le pateemos la confianza que ha generado y el prestigio que ha generado este pequeño país hacia el mundo. Porque más que nunca, si la globalización nos ha traídos desgracias como las que señalé, también en el marco de la globalización, existen recursos que nos pueden ayudar, siempre y cuando generemos estabilidad, confianza y compromiso.


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