Audición por M24 del Presidente de la República, José Mujica Un gusto amigos poderlos saludar por este espacio, poder volcar algunas reflexiones, alguna información, algún punto de vista para que la gente le dé vuelta. Hace, queridos amigos porque el alma de un veterano es una mochila llena de recuerdos, hace unos 65 años era niño y solía acompañar a mi abuelo en aquellas primaveras cuando se sembraba maíz, el cultivo en el Uruguay en aquella época, estrictamente, tesoro de los pobres. ¿Por qué? Porque se precisaban doce, quince kilos de maíz semilla para sembrar una hectárea. Esos maíces se elegían de las mejores espigas de la cosecha; se guardaban en un galpón; se guardaban colgadas; se desgranaban; para el próximo año ser sembradas. Así, de año en año. Las filas iban separadas a 80 o 90 centímetros una de otra, por lo menos. Y en realidad no había más de cuatro o cinco plantas por metro lineal en cada fila. Los rendimientos, ¡ah!... cuando se lograban 800 kilos por hectárea se estaba muy contento, se decía: “¡logramos, conseguimos el ocho!” Han pasado 65 años y todo ha cambiado. Y ha cambiado particularmente en los últimos 15 o 20 años con una velocidad que a los seres humanos nos cuesta registrar. Hoy el maíz ya no es un cultivo de los pobres porque se planta mucho más cantidad de semilla, que es muchísimo más complejo y cara y tiene atrás una alta tecnología. Son plantas más chicas, que dan por lo menos dos choclos cada una. Se plantan en filas cerquitas y las filas son densas. En realidad hay cinco, seis, siete veces más cantidad de plantas por hectárea que antes. Son semillas híbridas por esta razón o por la otra. Por muchas razones. Tienen altísima tecnología, resultan caras. Hay que fertilizar, y en condiciones de semi sequía, con malas condiciones suelen dar 2 o 3 mil kilos por hectárea. Pero cuando la humedad no es limitante, cuando llueve abundantemente pueden dar 7 u 8 mil kilos por hectárea y aún bastante más en algunos casos. Todo ha cambiado. No solo cambió la forma de cultivar, cambiaron las herramientas. Cambió el capital que hay que invertir. Hoy reina la siembra directa, cambió la forma de trabajar, cambió la forma de cosechar las variables. Y tuvo que ir cambiando el hombre, el que trabaja. Hoy necesita, inevitablemente aun para tomar decisiones ante los dilemas que se le plantean, necesita un hombre, un trabajador, con un horizonte intelectual mucho más vasto porque todo es de altísimo rendimiento, de altísimo costo y de altísimo riesgo. Y requiere, por supuesto, un hombre mucho más avezado. En realidad, este relato sencillo que hago me viene a la memoria por lo siguiente: me invitaron no hace mucho tiempo a andar en una cosechadora