Desgrabación de audición del Presidente por Radio Uruguay del 9 de abril de 2013

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Palabras del Presidente de la República, José Mujica, en su audición por Radio Uruguay y Emisoras del Sur, correspondientes al 9 de abril de 2013. Amigos, como habíamos anunciado, entendemos necesario seguir insistiendo en algunas consideraciones que rodean a este cuasi primer documento constitucional de la historia política y social de nuestro país: las Instrucciones del Año XIII. Y señalábamos a modo de resumen la importancia de este formidable documento, por ser el primero que señala la independencia total de España, cosa que asustaba a mucha gente; costó más de tres años para que el Congreso de Tucumán se inclinara por esta posición. El segundo aspecto central, la recomendación de una definición de organización republicana para todo el Río de la Plata, era francamente revolucionario, porque incluía una nítida definición de separación de poderes, como había levantado la enciclopedia y el pensamiento de Montesquieu en los albores de la Revolución Francesa. Al mismo tiempo, como si esto fuera poco, este documento plantea la idea de confederación, es decir la idea clara de que cada provincia tiene su gobierno autónomo, regla sus fuerzas, toma todas las decisiones que corresponde y habrá un gobierno general que se encargará de las cuestiones comunes en general, pero con una clarísima definición de independencia acordada. La idea de confederación viene de la revolución americana y Artigas la adapta. Nos parece muy justo recordar que la idea de unidad latinoamericana que en su momento levanta Bolívar es también de carácter confederado. Bolívar concibe a América como un conjunto de repúblicas o estados confederados, cosa que Santander y otra gente de su tiempo más ligado a los intereses particulares de los puertos no llevaron, y ya sabemos el vía crucis de Bolívar. Desde el punto de vista de las ideas en este aspecto de confederación, salta a la vista la enorme coincidencia de Artigas con Bolívar y esto va a quedar sembrado en la historia del Río de la Plata y es la causa larvada, permanente y sistemática del conjunto de guerras civiles que rodean la historia de la República Argentina. Llevó muchísimo tiempo para que, mitigada la idea federal, se impusiera en Argentina, bastante recortada, bastante mitigada, y sin poder sacarse de encima la primacía de Buenos Aires, como definió don José Artigas. De todos modos, quede claro este aspecto. Sería muy útil recordar la velocidad de todo este proceso y la ubicación en el contexto de su época, porque todo esto es francamente revolucionario en la época en que lo plantea Artigas. A poco andar, esta revolución que fue abrazada por todos, una característica que va a tener en su base y que está insinuada en estos documentos, pero se va a ir definiendo más adelante en un año o dos, es la clarísima orientación popular del gobierno de Artigas en la Banda Oriental y donde tenga incidencia en lo que va a ser la Liga Federal. Por allí dice en una famosa misiva: “No hay que invertir el orden de la justicia, mirar por los infelices y no desampararlos, sin más delito que su miseria. Olvidemos esa maldita costumbre de los engrandecimientos que nacen de la


cuna”, le escribe a un señor José Silva. Creemos que esta frase va a definir el tono del gobierno artiguista, y como decía un viejo autor uruguayo: “Gobernar es elegir decisiones que favorecen a unos y pueden perjudicar a otros”. Y no cabe duda de que el carácter popular de las orientaciones artiguistas va a empezar a mellar el apoyo de parte de una clase social fuerte, los criollos fuertes, si no todos, muchos. Y si bien en el primer momento hay una formidable unidad de apoyo al artiguismo, con el correr del tiempo, este carácter popular de las medidas de Artigas lo van soldando hacia abajo y va perdiendo apoyo hacia la pirámide de poder de la sociedad. Este factor va a jugar en estos siete u ocho años, hasta el año 20, seguramente restándole poder al artiguismo y va a explicar muchos de los desencuentros y de la gente que, hablando en lenguaje sencillo, “se dio vuelta”. Para colmo, en los nacientes estados, veíamos el poder que tenía la aduana, y uno de los elementos que tenía la aduana era el manejo de los medios de difusión de la época. Artigas en su campaña con Buenos Aires va a ser acosado, ya en este tiempo hay gente como Pueyrredón que dice por ahí en alguna misiva —y estoy recordando— que la letra de imprenta, una vez escrita por la imprenta adquiere carácter de verdad y Artigas va a tener que soportar en estos años verdaderas campañas, va a aparecer por ahí algún libelo que fue mandado a hacer sembrando un conjunto de insultos y de mentiras en derredor de Artigas, que fue instigado por el gobierno de Buenos Aires coyunturalmente, y que va a recibir, cuando es conocido por Artigas, una memorable definición: “Mi gente no sabe leer”. Pero es lo suficientemente esclarecedor de otra enseñanza general. Aparecen escribas, y en este caso la oligarquía porteña los tuvo, como van a existir en otras coyunturas, que sirven de alguna forma al poder, intelectualidad al servicio del poder, y que va a utilizar el poder económico que daban los medios de Buenos Aires, sobre todo la posición de la aduana, para difundir materiales escritos. Era la única forma de comunicación importante de la época, que van a contribuir a establecer las bases de lo que se llamó la “leyenda negra” sobre Artigas. Por ser republicano definido, por pedirle independencia, por ser federal, por querer que cada provincia mantuviera su autonomía con su gobierno, reglara sus fuerzas, en fin, por sus ideas sociales, definidas a favor de los más postergados, permanentemente Artigas va a ir perdiendo el apoyo de la inteligencia porteña y de buena parte de los letrados, no de todos, de los letrados de la época. Y por supuesto, la ciudad de Montevideo, que siempre mantuvo un cierto grado de resistencia en sus sectores más prominentes, va a mantener una especie de costumbre, de tendencia a obedecer sin cumplir. Ilumina una carta muy poco posterior a la aparición de las Instrucciones del Año XIII cuando Artigas escribe al Cabildo de Montevideo: “Me hacen creer que entrando en esa plaza todos se contaminan, con esa fecha doy mi última providencia y digo al Cabildo, como también a Barreiro, lo conveniente, y si no veo un pronto y eficaz remedio, aguárdenme el día menos pensado en esa. Pienso ir sin ser sentido y verá usted si me arreo por delante al gobierno y a tanto malandrín que no sirve más que para entorpecer los negocios. Ya estoy tan aburrido que verá usted cómo hago una alcaldada y empiezan los hombres a trabajar con más brío”. Esta es una carta que le manda a Rivera y encierra


permanentemente… hay otros testimonios… Insisto, vale la pena que los uruguayos se internen en este tiempo, en las Instrucciones del Año XIII y en el entorno que las rodean. Quiero señalar apenas al pasar, porque se me escapa el tiempo, que algunas de las definiciones que van a aparecer un poco más adelante, en el año 1815, como el Reglamento de Tierras y el Reglamento de Aduanas, terminan completando lo que es el pensamiento primigenio de la época, desde el punto de vista revolucionario. Y quiero dejar una pica en Flandes, allí aparecen las ideas agrarias de Artigas, pero ajustadas al momento y en su tiempo. Lo que más sorprende, siguiendo los estudios de Campal es que los famosos repartos de tierra que va a impulsar el artiguismo son, en términos de productividad, lo que necesitaba para vivir con modestia una familia instalada en ese tiempo, porque era la cantidad de tierra, de acuerdo a los parámetros de la época, que podían producir 100, 120, 140 cueros anuales, que era el producto que se vendía. Aprovecho para cerrar esto. Esto va a levantar una enorme polvareda y resistencia de los sectores acomodados, que le van a ir quitando apoyo a Artigas. Mientras que los analfabetos y los más pobres le dan su apoyo hasta el final, los sectores acomodados se lo van sacando de a poco. Pero lo más notable es el sentido común ajustado a los parámetros de la época, donde establece otra lección: las ideas agrarias no se repiten, no se calcan y se transplantan así como así en cada época, porque las condiciones de productividad y de medio ambiente y sociológicas cambian enormemente. Y este es un tema que merece, a raíz de las medidas del gobierno artiguista que no tienen parangón en la historia de América Latina, conviene ir recordando.


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