Palabras del Presidente de la República, José Mujica, en su audición por Radio Uruguay correspondiente al 30 de abril de 2013 Amigos, es muy conocida la afirmación artiguista que resume uno de los contenidos fundamentales de su gesta, y por qué no, esto lo hemos visto mucho a lo largo de la historia humana, tal vez una de las causas más profundas, por las que fue quedando en soledad, aquella afirmación: “Que los más infelices sean los más privilegiados”. Semejante afirmación traducida a nuestro lenguaje, a nuestro tiempo, tiene una magnitud de consecuencias a veces muy difíciles de entender y que naturalmente tienden inexorablemente a dividir la sociedad. Es por ello que, encabezando esta frase en un día previo a esta fecha histórica de los trabajadores del 1.º de mayo, dentro de pocos minutos marcharemos lejos, a Tacuarembó, allí donde hay un encuentro de los trabajadores de la tierra, fundamentalmente de los trabajadores de la ganadería extensiva, los que a lo largo de muchas décadas han vivido en los galpones, han arreado los ganados, han estirado los alambres, en ese escenario gigantesco de 14 o 15 millones de hectáreas que rodean la historia de la ganadería en el Uruguay. Y vamos porque no es poca cosa la existencia de un sindicato de este tipo de trabajador rural. En nombre de este Gobierno, en su momento siendo ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca firmé aquella Ley, y traté de motorizarla, para la existencia de las ocho horas como reconocimiento también al trabajador rural, reconociendo que muchas veces hay que trabajar más por las condiciones que tiene esta actividad, pero que en esos casos deben regir los criterios generales que existen para todos los trabajadores. Costó más de un siglo que esto se afirmara en el papel y todavía no está totalmente concretado arriba del terreno. Desde 2005 hasta la fecha, siguiendo esa visión que nos viene desde el fondo de la historia del artiguismo, se fue tratando de concretar sucesivos aportes en lo laboral: la protección de la libertad sindical, generando más de 40 normas; la Ley de negociación colectiva; la Ley del trabajo doméstico, las sirvientas olvidadas; la Ley de ocho horas para los trabajadores rurales; la de tercerización. Se mejoró el acceso al seguro de desempleo, a las asignaciones familiares, a los beneficios jubilatorios hacia las mujeres. Pegó un salto el salario mínimo, que de $ 1310 en el 2004 ahora está casi en los $ 8000 y el aumento de ese salario mínimo mucho tiene que ver con haber atacado la pobreza y la desigualdad, sobre todo en las áreas más profundas de la ruralidad del Uruguay, el Uruguay olvidado, donde paradojalmente hoy existe la tasa de pobreza más baja de todo el país, cuatro y algo por ciento. Se instalaron los consejos salariales y la negociación colectiva se hizo, como proceso, realidad. Y fue un largo proceso que permitió elevar el salario real, en términos reales más de un 36 %. Crecía el salario real y crecía la economía, y bajaba el desempleo, tirando por tierra todo un conjunto de afirmaciones teóricas de la década del 90. Pero lo más notable en el largo plazo es que más de 600 mil trabajadores han sido nuevos registrados en la seguridad social. Y ello es un amparo, en el fondo, a los débiles. En fin, se incluyó las cláusulas de