Palabras del Presidente José Mujica en su audición radial correspondiente al martes 18 de marzo de 2014 Un gusto amigos retomar este decir a través de esta emisora. Hoy porque hemos entrado en tiempos electorales se encienden las pasiones —y es natural que así sea— se lanzan programas, se lanzan iniciativas. Parece inevitable y está además muy bien que la sociedad pueda discutir a fondo estas cosas. Quiero señalar sí en ese marco que nadie puede discutir hoy ni nadie discute el papel de la enseñanza para la gestación de un país en desarrollo y un país que apunte, además, a la generación de justicia social. Tal vez la calificación del punto de vista que puede dar y volcar la enseñanza, es uno de los elementos que más contribuye, en el fondo, a la equidad en la sociedad, a las políticas de igualdad, porque tiende o puede tender a dar herramientas a favor de la calificación en materia laboral que hagan los ciudadanos. Pero quiero dar un paso más. Si bien nadie discute el papel de la enseñanza, hay que discutir y en profundidad una vez más, y esto se ha discutido a lo largo de 100 años, dónde hay que poner los acentos de esa enseñanza, cuáles son —porque no es cualquier enseñanza que necesita el país— por lo menos la parte fundamental del mayor esfuerzo que hay que hacer. En realidad la forjación y la calificación general del país, debiera anotar en gran medida, no en única medida, pero sí en gran medida, el apuntalar el desarrollo del país productivo, y esto hay que subrayarlo, el país productivo. La enseñanza que se transforma no solo en la lucha por crear seres libres, críticos, que puedan resolver por sí mismos, sino que además y en el seno de esta enseñanza de carácter integral, hay que acentuar enormemente la formación tecnológica y la formación científica. ¿Por qué? Porque el Uruguay productivo está en marcha y el que lo niega es por fanatismo. Basta mirar la globalidad de nuestras exportaciones, el salto que dio el Uruguay, basta recorrer el interior, negar eso es negar la realidad, pero junto con esa realidad, las que vienen de la mano son, aquí y allá, las falencias que tenemos de trabajadores calificados en todos los niveles. Cuando decimos en todos los niveles lo decimos en poder arreglar la inteligencia de una maquinaria moderna, pero cuando decimos la calificación técnica también nos referimos a los niveles superiores. Todos sabemos que en el país hay que marchar hacia el riego, pero regar es una cosa compleja que hay que adaptarla a cada lugar y que en definitiva hay que medir el costo energía, la probable salinización del suelo, las medidas mitigadoras, y esto necesita esfuerzo universitario calificado, de especialistas, y apenas estoy tocando un rubro real que muerde la realidad.
No quiero hablar de biología, de la genética, de un país que siendo agroexportador tiene que caminar para ser un país agrointeligente, que saque cada vez más partido de lo que tiene, y esto significa calificación de orden universitario pero de universidad especializada en la formación de tecnología superior y con capacidad de investigación. ¿Por qué? Porque estas cuestiones ligadas a la biología, por ejemplo, necesitan investigación in situ. Allí están nuestros viejos pastos como el paspalum, que cualquier criollo conocedor sabe que es un formidable pasto forrajero, pero todavía no hemos podido dominar su domesticación para hacerlo francamente sembrable y manejable, y apenas estoy tocando algo, porque noto que en este país hay un dejo peyorativo de lo que puede ser la intelectualización pura de la enseñanza y de la intelectualización que apunta al conocimiento puro útil. A lo largo de un siglo la vieja discusión de Vaz Ferreira, el papel de la enseñanza tecnológica, mil veces el país le dio vuelta la espalda a esta realidad y tal vez nuestra vieja cultura afrancesada considera que la única formación importante es aquella que tiene que ver con la sociología, con la filosofía, etcétera, que tiene importancia. Y cuando hablamos de formación integral hay que entender que junto al nudo biológico de la vida de las cosas más pequeñas también se puede aprender filosofía. Pero necesitamos una intelectualización de hombres concretos, prácticos, con los pies en la tierra y útiles, francamente útiles a la multiplicación del país en todas partes en materia de valor. Este hecho nos suscribe un segundo elemento, que la enseñanza masivamente tiene que apostar a desarrollar el interior, y que no habrá un Uruguay desarrollado si no desarrollamos el interior. Y que por razones sociológicas, por las características sociales que imprimió en nuestra historia, la pecuaria, la historia del Uruguay se ha caracterizado por pasarle la espumadera al interior y traer al final toda la inteligencia medianamente calificada hacia el sur. ¿Por qué? Porque sencillamente los que podían estudiar eran familias relativamente acomodadas que podían mandar a sus hijos a la capital y estos la más de las veces echaban raíces en la capital y el interior perdía precisamente a sus hijos más calificados, por lo menos, los que tuvieron mayor margen de oportunidad de recibir una enseñanza superior. El Uruguay ya no tiene que discutir como Chile de la enseñanza gratuita o esto o lo otro. No, eso está largamente superado. Pero el Uruguay necesita formación técnico-científica a fondo, masificada, y ha habido un desprecio en el Uruguay. El gurí que no encajaba en el liceo, que fuera a la UTU. Tratamos durante años a la UTU como si fuera de segunda, como si a la UTU los que van son los sirvientes y los calificados van en todo caso al liceo. No debemos aceptar esta dicotomía, hay que dar enseñanza integral en todas partes, pero el conocimiento concreto es tremendamente útil para el conjunto de la sociedad y para la formación, incluso, del individuo.
Yo no quisiera ver más intelectuales, honradas personas, que si un día se les pincha una rueda en el camino no se las ingenian como para poner un gato y cambiar la rueda. No quisiera ver esas cosas, porque hay un curso general que antes de ser universitario es ser homus, tener un mínimo de practicidad concreta en la mano que nos permita desarticular un enchufe, atracarle a una cerradura, cambiar una rueda, etcétera, el sentido práctico de la existencia, porque el hombre es por definición un animal constructor de herramientas, por lo tanto un animal de trabajo tecnológico concreto y es a partir de las manos que fue creando el universo y el andamiaje de la civilización que nos sostiene. Ese desprecio a las manos, ese desprecio a la tecnología subyace como un acervo que nos viene desde muy lejos. Hay precisamente que globalizar esta visión. No es que la peripecia humana y sociológica no tenga importancia, vaya que la tiene, pero qué profundidad adquiere cuando uno se queda estupefacto que en ciertos pedazos de aerolitos de la tierra, que son más viejos que la tierra misma y que llegaron por cataclismo. Hay rastros de aminoácidos y por lo tanto la hipótesis de que la vida pudo haber venido de otra parte por el universo. Sí, despreciar a la ciencia y a la tecnología concreta es, incluso, podar el campo de la filosofía, el campo de la sociología, el campo del pensamiento. Por eso, si en cada yuyito hay un laboratorio de una complejidad increíble. Si nos perdemos la posibilidad de gozar por no entender al reino de la vida que nos rodea, la formación de la gente que pondremos adelante o será mero utilitarismo, por un lado, o por el otro, diletantismo inútil. Esto es una de las cosas más graves, que seguimos padeciendo, de puntería en el Uruguay. Todo el mundo debe saber que la idea que tenía el Presidente en la discusión con el conjunto de los partidos políticos era que cada centro importante de la UTU en el interior, definido por regiones, cinco, seis centros, fueron paulatinamente evolucionando con libertad para la gestación de universidades tecnológicas locales, muy unidas a lo local, porque seguramente que en Rocha hay que acentuar tecnologías que son distintas a las que hay que acentuar en Paysandú. No tiene vuelta, el conocimiento tiende a especializarse y necesita puntería, pero cuando hablamos del país productivo no solo podemos hablar de las inversiones, de capital, etcétera, tenemos que calificar seres humanos para ese país. Cuando nos planteamos la idea de la regasificadora no teníamos del punto de vista práctico nadie en el Uruguay que tuviera experiencia en esta materia. Por esas casualidades de Dios o del infierno o de lo que fuere, nos encontramos, nos presentaron, una técnica uruguaya maravillosa que llevaba cuatro o cinco regasificadoras instaladas en el mundo para una multinacional, pero era una química uruguaya y se quería venir al Uruguay y la pudimos traer y menos mal, porque si no, ni entendíamos los papeles. Y así nos pasa en una multitud de frentes.
Cuando hablé con la primera ministra de Alemania le dije con claridad: “señora, nosotros no venimos a pedirle plata, lo que pretendemos pedirle es que nos den un poco de conocimiento”, reconociendo lo que significa Alemania. Alemania tomó una decisión, es capaz de establecer una especie de sistema de vacaciones. Hasta diez mil personas técnicas clasificadas de Alemania, de los que se jubilen, para que vengan a pasar una temporada de trabajo y asesoramiento en el Uruguay. ¿Por qué? Porque precisamente, si ese es un país de vanguardia desde el punto de vista tecnológico, era y es muy importante tratar de arrimar calificación del punto de vista técnico, del punto de vista intelectual. Yo creo que este esfuerzo… Nosotros quisimos darle a la UTU un vuelo que no pudimos, no fuimos comprendidos, tal vez por incapacidad nuestra, tal vez lo que fuera. A cambio de ello nos plantearon la UTEC y acá estamos. Pero era muy distinto fundar una universidad desde cero a arrancar con una realidad viviente, que está instalada, que son los desarrollo de UTU en distintos lugares del interior. Tuvimos que transar y acatar, no es que la UTEC no tenga importancia, claro que la tiene. Ojalá el interior pudiera tener cinco o seis universidades, cuanto más desarrollo desde este punto de vista, mejor. Pero convengamos en que la formación de una universidad desde cero es un largo, larguísimo proceso. Nos parecía infinitamente más inteligente arrancar de realidades que existían, irlas reforzando, sobre todo reforzarse en la frontera con el profesorado que pueden arreglar las zonas aledañas del país, todo el espacio argentino, todo el espacio brasilero, para entender que el conocimiento no debe tener frontera y esa era nuestra idea. Hicimos lo que pudimos.
Nos vimos obligados, para defender estas ideas, a cambiar el monitoreo y la dirección de la enseñanza poniendo al frente de un aparato que no podíamos modificar, gente con formación y con corazón de UTU al frente de la enseñanza, y los hicimos. Hasta ahí podía llegar nuestro poder independiente no podía llegar a lo otro porque necesitábamos una colaboración legislativa que no supimos conseguir. No tenemos que criticar a nadie, dimos lo que podíamos. Pero cuando hay que plantearse una revisión en el campo de las ideas volvemos a decir: la enseñanza, no únicamente pero prioritariamente, debe respaldar los escalones que necesita el país productivo y por lo tanto acentuar lo tecnológico-científico. Dos: el esfuerzo mayor que tiene que hacer la enseñanza lo tiene que hacer en el escenario del interior del país porque allí es donde está la batalla principal en esta precisa etapa de nuestra historia. El Uruguay es uno de los países más macrocefálicos del mundo. No se puede hablar de descentralización si no se empieza por descentralizar la inteligencia y
la inteligencia es llevar una batalla superior al interior. Nosotros tenemos que saludar a la UdelaR que en esta última administración ha dado un salto formidable, apuntando hacia precisamente el interior. Pero digo, el esfuerzo que necesita el Uruguay significa que hay que multiplicar eso varias veces, pero además no hay que tenerle miedo la libertad. Las universidades locales ligadas a lo local, a lo regional, a las necesidades de las zonas, son fundamentales para que exista un empoderamiento de la sociedad con su universidad que atiende sus problemas y que intenta investigar las cosas más lacerantes del medio que lo rodea. Por eso yo diría universidad para todos y en todo el país pero eso empieza por dar una categoría intelectual a la formación técnica muy distinta a lo que ha hecho el Uruguay en su historia. Y no temer al concurso de lo que se pueda conseguir de afuera. No me canso de repetir que don José Batlle y Ordóñez cuando fundó tantas universidades dijo, entre otras cosas: “para fundar Agronomía vayan a buscar al mejor agrónomo del mundo que puedan conseguir”, y lo trajeron, y era un agrónomo prusiano. Cuando fundó la facultad de Veterinaria: “traten de traer el mejor veterinario del mundo”, y lo trajeron, y creo que era un veterinario norteamericano. Sí, esa política y esa actitud abierta y audaz pienso que el Uruguay la necesita. Sin embargo, el Uruguay es un país institucional donde sus poderes, los poderes desde sus instituciones están férreamente en equilibrio compensado. Esto puede traer a veces inconvenientes pero estratégicamente es una ventaja porque da enormes garantías. El Presidente por suerte no puede hacer lo que se le antoje y el Presidente tiene, a veces, que recular en lo que piensa y así nos pasó a nosotros. Tuvimos que aceptar la idea de la UTEC que la respaldaba la mayoría institucional del país y abdicar y dejar en el cajón lo que nosotros pensábamos con respecto a la evolución de la UTU a lo largo y a lo ancho del interior del país. Pero que lo hayamos tenido que hacer por respeto a la democracia y al juego libre de poderes que se mueven en el país no quiere decir que abdiquemos de nuestra manera de pensar y, por eso, cuando se está batallando, no alcanza con la discusión de presupuesto; siendo algo tan importante la enseñanza, el tono, los acentos globales, lo deben definir el país, porque eso es parte de su futuro y su destino. No pude dejarse esta orientación solo en manos autonómicas de los grandes especialistas de la docencia, que obviamente tienen que iluminarnos y tienen que participar de esta discusión, pero el destino del país es de todos, y por lo tanto esta discusión, acentuar el carácter tecnológico y científico de la enseñanza, hacer el esfuerzo mayor en el gran escenario del interior del país, me parece que son temas de la discusión de hoy. Y que están unidos a la concepción de país productivo.