AUDICIÓN RADIAL POR M24 DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, JOSÉ MUJICA - 4 DE ENERO DE 2012 Amigos, es un gusto saludarlos por este espacio con el cual procuramos arrimar alguna reflexión hacia una audiencia parte de la cual hace mucho tiempo nos acompaña. Al iniciarse el año y en tiempos veraniegos hemos andado contemplando la magnitud de lo que significa esa colosal obra de la nueva planta de fabricación de celulosa que está allí en Conchillas, un verdadero escenario de dimensiones colosales, con un puerto nuevo para barcazas y para barcos, con una estructura complicada que, según todo indica, por mitad de año va a entrar a funcionar y que en este momento debe ser un encuentro de 5500 o 6000 trabajadores que regularmente se ganan la vida en este montaje, donde se está trabajando paralelamente en carreteras, puentes. Es por lejos la inversión más grande que ha conocido la historia del país y como tal va a tener repercusiones de largo plazo incuestionablemente. Esta zona que estaba amortiguada, olvidada, con su viejo Cementerio de Los Ingleses, que fue otrora el emporio de la tierra y la arena que se vendía al gran Buenos Aires en gestación, en la época de las empresas inglesas, quedó detenido, congelado en el tiempo con sus viejos edificios y hoy está asistiendo a un cambio de carácter fenomenal que está repercutiendo en las ciudades y pueblos de este departamento de Colonia. Pero tenemos que remontarnos 25 años atrás por lo menos y recordar la Ley Forestal 15.939, porque estas cosas nos enseñan a todos. Esta Ley que dio inicio, no a la forestación, siempre hubo desde los planes del CIDE (Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico) y desde antes, gente vanguardista que por cuenta propia hizo lo que pudo y experimentó y desarrolló algunos plantíos. La forestación como tal, como fuente importante de la economía uruguaya arranca con esta Ley que fue aprobada por unanimidad por todos los partidos del Uruguay, hace 25 años, la 15.939, y que en su momento fue criticada por algunos por ser muy intervencionista, se la tildó de ultra-estatismo, porque la Ley no solo fijó las tierras, calificó las tierras donde se podía plantar, estableció beneficios, exoneró de Contribución, estableció un fondo, en fin, el Estado se hizo importador de semillas para desarrollar esta actividad y el Uruguay arrancó. Se dieron ventajas iniciales para una inversión de largo aliento que no tenía un horizonte claro todavía en el Uruguay, aunque internacionalmente estaban pasando cosas. Esa Ley, entre otras cosas, ayudó a que aparecieran forestadores nacionales, y contribuyó a que se instalaran algunas empresas extranjeras importantes, que fueron importantes porque contribuyeron a insertarnos en el mercado del mundo. Es muy difícil entender estas cosas a veces si uno no tiene un espíritu muy abierto. Pero hace veintipico de años, la “fibra corta” como se dice en el lenguaje técnico, propia de la especie eucaliptos, era una fibra marginal, pero hubo una revolución tecnológica que permitió que a partir de ella se construyeran papeles de los mejores que existen para el consumo humano.
Este cambio tecnológico traerá apetencias sobre la madera de eucaliptos y traerá un cambio en las relaciones del mundo. Es una cosa curiosa que la primera madera que se pudo transformar en celulosa y vender en el mundo tuvo que viajar previamente a Finlandia, allí se transformó en celulosa y a partir de allí se fue conociendo en el mundo porque naturalmente nadie hubiera comprado una celulosa de origen uruguayo. Son 25 años de desarrollo ininterrumpido, donde una política de Estado dio resultado, estableciendo con claridad que el Estado no se debe lavar las manos y que la intervención del Estado no siempre es negativa sino que en muchos casos, como lo enseña la historia de Corea, el Estado puede y debe ser fundador, iniciador de procesos que al principio no se conocen y como tal necesitan el respaldo de políticas públicas. Y fuimos entrando lentamente primero en el comercio de los rolos. El primer embarque que se hizo en el Uruguay hace unos 20 años demoró 27 días, hubo que hacerlo a mano. Hoy ese mismo embarque demoraría cuatro o cinco días. Ha ido cambiando todo, porque hemos ido aprendiendo, y aprendiendo sobre la marcha. Las experiencias se suceden, y luego de la exportación de rolos entramos a exportar chips nada menos y nada más que a Japón, un mercado muy exigente produciendo chips a partir de madera seca y estableciendo un primer escalón de industrialización, aunque fuera humilde. Al mismo tiempo el desarrollo de la masa forestal fue haciendo posible la aparición de un conjunto de industrias distintas: enchapados, producción de vigas, madera para pisos, para cielorrasos, distintas formas de colocación en el mercado internacional, al punto que el Uruguay hoy de una forma u otra vende productos a unos 125 países, productos de los más diversos, aunque naturalmente la pasta de celulosa sigue siendo el primer producto. Nos queda un subproducto importante, cada vez más importante que es la biomasa que se transforma en energía y que hoy debe estar produciendo la energía eléctrica global en distintos lugares tal vez para el consumo de 250 a 300 mil familias. Es decir, un desperdicio de esta industria se nos transforma en un ahorro en la importación de combustible, etcétera, para la producción de energía. Han pasado 25 años. La tecnología ha cambiado varias veces, hubo que aprender. Desde aquel Estado que importaba semillas, porque no había tradición y recomendaba las variedades donde había que plantarla, se evolucionó a una forma de cultivar, de selección genética, buscando los clones más adaptados a la producción de madera, haciendo trabajos de campo increíbles que están transformando suelos para siempre, porque cuando con maquinaria pesada se rompe la estructura pedregosa de suelos como los de minas, hay que entender que ya nunca más esos suelos pedregosos serán los mismos, que la materia orgánica y el agua penetrarán en profundidad y en un proceso de años, esos suelos serán totalmente distintos. Este esfuerzo forestal significó un cambio en el ambiente. Se dice que hay unas 900 mil hectáreas plantadas entre pinos y fundamentalmente eucaliptos.
No son, porque en realidad esos son los predios que ocupan, pero probablemente no lleguen a 750 mil hectáreas, porque siempre hay lugares que no se plantan por dejar corredores, por ser bajo, por matafuego, etcétera. Y es un hecho además que esta forestación una vez adulta está totalmente integrada con la ganadería y es un hecho además que aquella forma de forestación que trabajan a más largo plazo, como aquellos que quieren producir madera de calidad y se toman 20 años en un ciclo, previamente van radiando, van podando, y naturalmente generan mucho valor agregado por el trabajo, a tal punto que esta industria en su conjunto se calcula hoy que directamente ocupa unas 21 mil personas de las cuales unas 12 o 13 mil trabajan propiamente en los montes, desde las plantadas a las podas, al combate a las hormigas, etcétera. Después suman en las distintas ramas industriales otro tanto de gente en el chipeado, en el aserrado de la madera, en las fábricas de celulosa, y no contamos todo el mundo de la logística que tiene que apoyar a esto. La forestación tiene un impacto fenomenal en nuestra economía. Hoy ya estamos exportando por valor de 1250 millones de dólares pero seguramente en pocos años más va a pasar a ser el primer producto en las cifras agropecuarias del país. Y existen cuestiones, aspectos que son contradictorios. Gracias a la forestación, la cuenta de carbono del Uruguay está equilibrada y tendrá un haber en el futuro si crece algo más. ¿Qué quiero decir? Que ese fenómeno tan importante para sostener el clima y la atmósfera que son las emisiones de carbono y en las cuales entre otras cosas, no solo los motores, sino que el proceso digestivo de las vacas tiene una influencia notable, todos sabemos que el ganado vacuno por su forma y asimilación genera masas enormes de anhídrido carbónico que van a la atmósfera y se suman para ese fenómeno que se llama la tendencia al calentamiento de la atmósfera. Pues bien, la masa forestal extrae ese carbono, filtra esa atmósfera y fija el carbono en la madera, en las raíces, en la tierra, por eso el Uruguay hoy tiene este beneficio lateral que podrá transformarse en un valor a través de los bonos de carbono si se sigue creciendo, que algunos especialistas calculan un remanente que puede llegar a cerca de 200 millones de dólares anuales. Sin entrar a esto, el hecho es que desde el punto de vista del medio ambiente, la forestación nos está regalando esto. No quiere decir que los árboles no tengan incidencia en el medio ambiente. Seguramente todavía no podemos medir la cuenta del agua. Se están haciendo estudios, pero no cabe dudas que “a ojo de buen cubero”, los años de grandes sequías las masas forestales evaporan fuertemente, y en las zonas donde están implantadas producen cierto déficit en las fuentes de agua superficiales. Esto se ha constatado. De todas maneras ni aparece como un cataclismo, ni el Uruguay se propone de ninguna manera tapar el país de eucaliptos. Apenas estamos hablando de una cifra que no llega a un millón de hectáreas en el mejor de los casos. El Uruguay sostiene medio millón de hectáreas de monte primitivo y se pone énfasis en que el monte primitivo, merced a la acción de esta Ley ha sido cuidado y se mantiene. Es cierto. También es cierto que el monte primitivo está siendo invadido por un par de especies que no son de aquí como el ligustro de
origen japonés, cierto tipo de acacia espinuda que poco tiene que ver con el bosque primitivo del Uruguay, pero que lo están invadiendo por todas partes y sería buena cosa hacerse cargo de este asunto, porque si al monte primitivo no lo ayudamos, no existirá más de seguir esta invasión. La naturaleza demuestra que vive en el cambio permanente y que de algunos de los conceptos que manejamos los hombres se ríe, porque trabaja muy en el largo plazo. En Uruguay existen unas 800 empresas forestadoras. Más de la mitad son empresas chicas, que suelen ser la mayoría mixtas, explotaciones ganaderas que hacen un poco de plantaciones de silvicultura y producen un poco de madera. Existe un puñado pequeño de empresas grandes y muy grandes que han empujado en la cuestión genética, técnica, pero sobre todo están empujando en la evolución tecnológica del complejo. Se dice que en los montes del Uruguay están las formas más adelantadas de trabajo que existen en América Latina, porque también es cierto que los señores forestadores se quejan de que el salario promedio del Uruguay ha subido el doble de lo que se le paga a los trabajadores de los montes en Brasil, en Chile, en países que compiten con nosotros. No está mal que la gente gane mejor y creo que este empuje de que la gente gana mejor llevó de la mano a un aumento constante de la inversión para multiplicar la productividad. Este es un hecho tangible para la gente que mide estas cosas. En apenas veintipico de años el cambio tecnológico asusta. No debe existir ningún renglón de la economía uruguaya que haya tenido una evolución tan fantástica, tan agresiva y tan de la mano, a tal punto que está cambiando la vida y las profesiones constantemente. Lo que era una profesión más se está transformando en una altísima especialización, con una cantidad de especializaciones en la base que van desde la fertilización del suelo, la rotura en profundidad de los suelos poco profundos, que son naturalmente de bajísima productividad agrícola-ganadera y que son los que se califican de prioridad forestal, se están transformando de tal manera que dentro de 50 o 100 años serán suelos totalmente distintos para los que van a venir. Una vez viajando por Nueva Zelanda me encontré manchones de tierra forestal con maquinaria pesada que estaba destroncando y eso es carísimo, pero era posible en aquel país por el valor que había asumido la tierra y porque en última instancia aquellas tierras de la isla del sur, un tanto inhóspitas y que habían sido forestados, ahora se empezaban a dedicar a la lechería. Yo no quiero decir tanto, y el tiempo dará lo suyo, pero lo que pensábamos y se decía que era un cultivo degradante cuando se maneja con intensidad e inteligencia y se camina hacia cambios estructurales en las profundidades del suelo, incorporando constantemente en el mediano plazo materia orgánica, naturalmente van a responder con una composición distinta. Por todo esto, si algún dolor de cabeza provocó la forestación, ese dolor de cabeza está en los caminos, en las carreteras, en los puentes, en lo que hay que sostener. Y la forestación tendrá que ayudar al país en el desarrollo de buenas vías. Tenemos retraso en logística, tenemos retraso en el ferrocarril y tenemos que trabajar en los puertos. Y la forestación que ahora es adulta
tendrá que colaborar con el desarrollo de estas cuestiones, como el país en su momento la ayudó a ella para que fuera posible. Así es la vida. Tenemos que felicitarnos en términos generales. Esta actividad enriquece el panorama de futuro del Uruguay en el sentido que seguramente entre el año 15 y 20 habrá madurado esta inversión forestal, por lejos será el primer rubro de exportación con una variedad de productos que no solo será celulosa, sino que además será papel, sino que además serán maderas finas, pero habrá ya entonces incorporado lo que hoy se está iniciando y es la construcción de hermosas casas con madera, en la medida que haya algunos cambios intelectuales en nuestra manera arquitectónica de pensar las viviendas. Seguramente Uruguay, que hoy está en el puesto 15 de los productores mundiales de celulosa, en el puesto 14 superando a Alemania, con la inauguración de la próxima fábrica, seguramente va a quedar en el puesto 10 o en el noveno. Va a ser uno de los grandes del mercado mundial de la producción de celulosa y a su vez habremos multiplicado la producción de energía eléctrica en biomasa y una cantidad importante de productos de exportación como las maderas cerradas, las vigas, los tableros, etcétera, están representados sobre todo en el norte del país por industrias muy importantes. Como vemos, porque hubo un acuerdo sostenido de carácter nacional y estabilidad jurídica durante muchos años, con cambios con ciertos cambios que la lógica y la experiencia recomendaron porque ya no se les regala la Contribución, porque ya no tienen las ventajas que tuvieron, porque ahora está entrando en una edad adulta, de todas maneras, hay que reconocer que las políticas públicas fueron la verdadera semilla del origen de esta industria y esto para aquellos señores que sobran en nuestro país que viven para criticar el Estado, en todo caso al Estado hay que criticarlo sobre todo cuando tienen impotencia y no logra acuerdos nacionales. Eso es al revés, es una demostración de lo que se puede lograr cuando hay acuerdos nacionales y desde este punto de vista, la forestación en estos 25 años, donde se multiplicó casi 30 veces en área y está probablemente cerca de producir 20 millones de metros cúbicos, esta forestación, fruto de un acuerdo nacional nos está diciendo con claridad cuál es el camino político futuro que más le convendría al Uruguay, pero ello depende de la madurez de los uruguayos.