Audición del Presidente del 07 de marzo de 2014

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Palabras del Presidente de la República, José Mujica, en su audición radial correspondiente al 7 de marzo de 2014.

Amigos, es un gusto poder volcar por este espacio algunas reflexiones, alguna información, como en alguna medida hace tanto tiempo solemos hacer, llegando a una audiencia, parte de la cual, hace mucho, mucho nos acompaña. Hoy es un día peculiar, es un día que tiene que ver con esa larga lucha que viene tal vez desde el fondo de la historia, con algunas excepciones: aquellas antiguas y viejas sociedades prehistóricas que funcionaron con sistema de matriarcado. Es una fecha elegida intelectualmente para establecer una fecha de referencia de las luchas por la igualdad de la mujer en este mundo. Igualdad con las diferencias notorias que la naturaleza determina, pero igualdad de oportunidades, de derechos, de reconocimiento, que está todavía muy lejos de ser realidad en nuestras sociedades, de ser realidad en nuestra educación, sobre todo en el seno de nuestros hogares, porque muchísimas tradiciones sobreviven y a veces no solo que sobreviven, achican la visión de los hombres, y acá me refiero al género, para considerar en todos los días de nuestra existencia el papel tremendo que cumple la mujer en la historia de la humanidad. En esa agenda de derechos apenas necesito hacer una referencia a las mujeres más pobres que obviamente suelen cargar con el doble drama: el de los tácitos derechos negados, y soportar el flagelo de la pobreza, allí donde las mujeres, instintivamente, para tener algo que en parte las reconforte y les haga germinar inconscientemente la autoestima, tienen hijos. Y muy frecuentemente, en el marco de la pobreza, los hombres disparan a veces de su responsabilidad y allí quedan mujeres con hijos, a pelear por la vida de sus hijos y la de ellas, como pueden. Es sabido que la bajísima natalidad de este país tiene una excepción muy fuerte en las mujeres pobres, en las más pobres. Por eso la agenda social, la agenda de género, la agenda de derechos nunca debe apartarnos de otra agenda permanente que es la de las desigualdades en nuestra sociedad y la lucha contra la pobreza, que tiene tantas dificultades o más que la igualdad de género, que la lucha de género. Son luchas paralelas con ciertos puntos coincidentes. Esto no quiere decir, de ninguna manera, que en otra escala de la sociedad no existan hechos de discriminación contra la mujer en la clase media, o en las clases más acomodadas del país, también ahí existe. Pero las dificultades se multiplican mucho más allá en el fondo de la sociedad. Por eso es un día que conviene reflexionar, revisar nuestras costumbres, nuestra cultura, nuestra manera de proceder. La vida es en pareja, la vida es


estas dos cosas. Pero hay que luchar contra la herencia de nuestro crónico machismo, agresivo, impositivo, dominador, que frecuentemente se expresa en todas nuestras costumbres, y germina incluso en el seno de nuestra educación, en la enseñanza que impartimos a nuestros hijos. Amigos, en esa larga batalla que podemos sintetizar como cosa previa la lucha por el desarrollo, definiendo el desarrollo como llegar a un nivel en el cual el progreso material sucesivo de nuestra sociedad en gran medida entra a depender de nosotros mismos, de nuestras fuerzas interiores, de nuestra acumulación de capital, de nuestro desarrollo intelectual aplicado en el trabajo y en las relaciones sociales, eso es el desarrollo. Y no quiere decir que llegado ese punto, que algunos economistas pretenden resumir con algunas señas de carácter económico, tocamos el cielo con la mano en materia de justicia, no. Pero para nosotros es condición fundamental para poderse plantear algún día una sociedad mucho más justa, tener un nivel de riqueza, de conocimiento y de cultura masificado, que supere ampliamente las realidades que tenemos hoy. Y ese camino es largo, contradictorio, lleno de baches. Los pueblos que han pretendido saltar a otro tipo de sociedad, a partir de la pobreza, no lo han logrado, porque esa acumulación de riqueza, acumulación que va a llevar en su maleta injusticias, pero da los medios para masificar el conocimiento y la cultura, es condición. Así como un agricultor que realmente sea inteligente, procura mejorar el suelo en el cual trabaja, sabiendo que eso demora mucho, pero que si pretende futuros mejores rendimientos lo primero es cuidar el suelo. Así para tentar una sociedad superior hay previamente que acumular riqueza, conocimiento, cultura, oficio, masivamente. Con eso no alcanza, en absoluto no alcanza, pero sin eso no se puede plantear uno otras metas. Por eso queremos hablar un poquito de cosas que no conocemos, que no sabemos, que no hemos hecho. En este mundo lleno de incertidumbres, cuanto más podamos diversificar nuestra economía, más estables estaremos en un mundo inestable, en un mundo donde la riqueza financiera se ha disparado largamente, muy por encima de la riqueza real, y especula, nos somete a cambios monetarios, nos amenaza por todas partes, porque el capital es cobarde, a veces se asienta en un lugar y crea prosperidad y de pronto dispara y se aleja. Por eso el concepto de desarrollo, depender de nosotros mismos. Pero para eso hay que tener un nivel de acumulación enorme y de diversificación de la economía. Por eso el Uruguay se está asomando, empieza a asomarse, a darse cuenta de que fuimos, somos y seguiremos siendo un país ganadero, somos un país agrícola, en el sentido más amplio nos transformamos en un país forestal, luchamos por agregar valor en cada uno de sus frentes, en mejorar la inteligencia de nuestros trabajadores, de nuestros técnicos, calificar gente.


Han aparecido otras ramas, allí están las oportunidades que nos dan la esquina, de donde se ha formado este país, la logística. Allí está el turismo como otra alternativa. Hemos desarrollado una lechería, de las más importantes dentro de las proporciones de nuestro país, una lechería que es un orgullo nacional, lo cual no quiere decir que no tenga problemas, pero es un orgullo de esta nación. Y nos asomamos al mundo probable de la minería, porque nuestros suelos tienen no menos de 3.500 millones de años, son suelos asentados, viejos, con historia. Esconden en sus entrañas algunos de los elementos imprescindibles para la vida humana. Al fin y al cabo hace 7 u 8 mil años el hombre empezó a trabajar los metales y nuestro salto civilizatorio está ligado al avance de la metalúrgica; no es lo único, no debe ser lo único, pero no se entiende el mundo moderno si no se entiende esto. Tenemos posibilidades que nos da la naturaleza, pero lo primero, no sabemos. No sabemos porque no tenemos cultura, porque nos hicimos ganaderos por historia, porque alguien trajo las vacas, que no eran de aquí, y se fue desarrollando una historia en la relación de las vacas y el pasto, nuestra economía, nuestro paisaje humano, durante mucho tiempo y así también vino la agricultura. En la vida se aprende trabajando y tenemos experiencia de carácter mundial. A veces gente que se considera muy progresista y que seguramente tiene preocupaciones sanas, porque es cierto que la minería en países subdesarrollados en el mundo, particularmente de África, ha servido de oportunidad de saqueo y no de desarrollo, y eso es cierto. Pero nosotros tenemos que aprender de la experiencia del mundo y no tenemos que imitar a Namibia o a países africanos, tenemos que aprender de los que hacen mucho, de los suecos, de los noruegos, de los finlandeses, de los alemanes, de los canadienses, aún en países subdesarrollados como en Brasil. En algún momento nos tomamos el trabajo de ir a Butiá, una vieja mina clausurada en Río Grande, tapada y con pradera donde pastan las ovejas hoy. El hombre ha hecho estragos pero el hombre también puede recuperar. La era industrial surgió en las orillas del Támesis y durante casi un siglo el Támesis se transformó en una cloaca, hoy el Támesis tiene pescados. El hombre destruye pero el hombre puede preservar y el hombre debe aprender de sus errores y de su dolor. Pero el hombre lo que no debe ser es negativo, debe proponerse tareas difíciles, aprender, juntar medios y dar otro salto. Este mundo de hoy surgió entre otras cosas de las cenizas de la segunda Guerra Mundial y de la muy criticada y olvidada Unión Soviética. Hay que recordar que en el año 1942 armaban 1.000 tanques por día, que fueron decisivos para frenar el nazismo y eso se lo tenemos que agradecer a las fábricas norteamericanas y al pueblo soviético y al pueblo ruso, que puso la


carne y la oficialidad que condujo esa guerra y pudo contener la formidable maquinaria que el nazismo había levantado en un país industrial. ¿Cómo fue posible que un país, que armó el primer tractor en 1929, apenas 12 años después pudiera armar 1.000 tanques por día? Fue posible porque aquella Unión Soviética que debió haber cometido muchos errores, también tuvo muchos aciertos e hizo en la década del 30 convenios con la General Motors, la Ford y se instalaron y desarrollaron una formidable industria metalúrgica y de la mecánica, que a la hora de la verdad sirvió como un ariete. Seguramente que ganaron plata porque no fueron a trabajar gratis. Pero esta es una historia de acero que salvó al mundo. ¿Qué hicieron los soviéticos? Aprendieron de los que sabían y aprendieron con los que sabían. No hay otra forma de aprender, siempre fue así. Y se aprende trabajando, no vamos a ser mineros jamás si no aprendemos trabajando con los que saben y con los que tienen espalda en materia de capital. Tal vez dentro de 10 o 15 años nos podamos plantear otra cosa. Tal vez tengamos una generación de geólogos, de mineros. ¿Quién iba a estudiar con cariño Geología a muerte en un país que no hacía minería? ¿Quién iba a hacer ingeniería minera? ¿Qué sentido tenía? En la vida se aprende trabajando. Como pasan otras cosas, como nos ha pasado siempre y cuando no se sabe, hay que hacer alianza con el que sabe, que puede traer tecnología y que no va a venir a trabajar gratis. Y es un angelito. Y hay que precisamente trasladar toda la experiencia de prevención para cuidar el medio ambiente que hay en los países más desarrollados que, obviamente, siguen haciendo minería. Por eso, despacito por las piedras. Pero comparto la inquietud. La minería bien regulada puede integrarse como una actividad útil sin afectar en lo fundamental a las otras y tradicionales actividades. Pero incluso, esto es lo más importante, la minería debe generar recursos importantes, contantes y sonantes, para hacer obras fundamentales que el agro uruguayo necesita, medios financieros que financien obras de riego de largo plazo y con bajísimo interés para que sean amortizables. Medios financieros para tener políticas fuertes de subsidio a la fosforita. Porque hace 150 años que los huesos de los animales extraen fósforo y lo exportamos en el hueso de los animales hacia el mundo rico y nuestro suelo tiene una carencia de ese mineral básico y ese mineral hay que traerlo de donde está y ponerlo en la tierra. Porque los vegetales tienen dos alimentos básicos: el nitrógeno, que es reponible, pero el fósforo, que no tiene mecanismo de reposición y eso significa invertir, invertir mucho arriba del suelo para mejorar la viabilidad de ese suelo y eso se hace con recursos. También, dada la evolución de nuestras costumbres y de la propiedad en este país, multiplicar los medios financieros con los que cuenta Colonización. Porque Colonización es la única férrea garantía de mediano y largo plazo que


tiene la agricultura familiar en este país. Es inevitable, hay que observar. La familia que trabaja el campo, que tiene un pedazo de tierra y tiene hijos, no necesariamente los hijos quieren seguir trabajando el campo, a veces. Cuando esa familia envejece se termina vendiendo el campo porque hay una buena oportunidad y eso se va concentrando. La garantía de la agricultura familiar la puede y la da Colonización, multiplicando los predios que dan oportunidad y que no se pueden enajenar, son propiedad pública eternamente y sencillamente se paga un arrendamiento y ahí una familia puede organizar su aventura si tiene vocación. Y vaya si esto cuenta para algunos sectores importantes, como los lecheros. Claro está que no se puede hacer una fábrica de pobre y hay que buscar que los chicos se junten, que tengan proyectos comunes, pero esto es otra historia. Tenemos que recoger, obviamente, la experiencia de los países desarrollados y nuestra propia experiencia. Nos hemos puesto a averiguar y encontramos que solo Vialidad en el Ministerio de Transporte tiene más de 4.000 hectáreas de canteras en todo el país, canteras de tosca. Nadie se preocupa por cómo quedan esos agujeros. Dicen que tienen que cumplir el requisito de un plan de cierre. Pero yo cuando camino por los caminos de mi país lo único que veo son agujeros abandonados. El plan de cierre es irse, desde el punto de vista práctico. A esto habría que poner las areneras, las canteras de piedra. Sobre todo las de caliza que se está comiendo un cerro y voy a dejar en el costado, voy a dejar la formidable mina a cielo abierto, en Minas de Corrales, en la cual estaba. Con camiones gigantescos que cuando se los ven en el fondo del pozo parecen chiquititos y tienen ruedas mucho más grandes que una persona, que ha desviado un arroyo y que trabaja con cianuro porque se dedica al oro, y sin embargo no contamina, porque, aunque la palabra cianuro asusta, bien trabajado, es totalmente degradable, esta es la cuestión. Y allí está y no son los vecinos de esa mina los que se asustan, tienen experiencia, les va bien, y es una fuente de ocupación y de riqueza y de muchachos que estudiando Geología han encontrado trabajo. Por eso también tenemos que juntar de nuestra experiencia. Y el Uruguay ha procesado una ley que prácticamente, para un proyecto grande, el Estado, que por Constitución, por Constitución, es el dueño del subsuelo y si queremos cambiar eso tendríamos que cambiarlo. Pero hay un viejo código minero que no lo inventó este gobierno ni el otro, ni el otro. Que viene de atrás. Y el Uruguay es un país de derecho, que establece que aquel agente que hace una denuncia, investiga, tiene preferencia durante algún tiempo para llevar adelante la explotación. Y si el estado quiere negarle tiene que expropiarles y se expone a un juicio. No puede hacer el estado lo que quiere, porque este es un país de derecho, guste o no guste. Pero como hay


tres millones y pico de hectáreas para hacer prospección, esto asusta a los paisanos, se creen que hay tres millones de hectáreas para hacer minas. Si el Uruguay tuviera tres millones de hectáreas para hacer minas, pienso que nos podíamos mudar a la Costa Azul y que nos manden el cheque, todos. No es así, una cosa es ponerse a averiguar y a relevar, y es como buscar mojarras en el océano. La gente que está informada de esto calcula que no existen, en ese tres millones de hectáreas, más de cien mil hectáreas que pudieran justificar esfuerzo minero. Porque esto es así en todas partes del mundo. Quiere decir que en el mejor de los casos la superficie es ínfima; es, a lo máximo, el 10 por ciento de la superficie que cubre la forestación en el Uruguay. Esto quiere decir que se va creando una leyenda en base a que no tenemos información, que no tenemos conocimiento, que traspolamos la información de cosas de otro lado, como hemos sentido, de todo, lastimosamente. Por ejemplo, que nos vamos a quedar sin agua dulce porque es un disparate el agua que gasta, y calculada el agua, equivale al agua que consume una arrocera de 1500 hectáreas, porque, queridos uruguayos, casi el 90 por ciento del agua dulce que se consume en Uruguay la consume el señor arroz. Y queda el 10 % para todo lo demás. Pero cuando decimos se consume, pensemos con sentido común. Es la misma agua que llueve, que en ínfima parte se retiene en los tajamares, en las obras de ragadía y después se va suministrando. Si no se retuviera en esos tajamares, esa agua dulce se dispara por las corrientes y se va al océano y se transforma en agua salada, quiere decir que el agua que se va a usar es un agua de escorrentía, es decir, de la que llueve, que se junta en un tajamar y después se utiliza en esta operación, eventualmente. Se ha dicho “los gases, qué espantoso, qué horrible la combustión”. Los gases que pueden producir fundamentalmente la maquinaria trabajando no equivale a los gases que producen 150 mil vacas y a nadie se le ocurre que no sigamos plantando arroz y mucho menos se le ocurre que tenemos que recortar la ganadería, por el contrario. Entonces tenemos que darle a las cosas la proporción que las cosas tienen y no un sentido de Apocalipsis, de debacle, y nos olvidamos de los recursos constantes y sonantes, y nos olvidamos de no menos de 50-60 millones anuales de salarios y mucho mas del efecto lateral que producen los insumos, etcétera. No podemos agotar este tema. Orientales, tenemos que seguir trabajando. Está muy bien la gente que se preocupa por cuidar y preservar el medio ambiente, hay que aplaudirlos, pero no le damos la desdicha a nadie. Que hay que cuidar la producción de alimentos, claro que sí. Hay que mejorarla y hay que multiplicarla. Y quiero decir con énfasis el que el salto industrializador primero que tiene que dar el Uruguay es masificar las obras de ragadía. Vale la


plena plantar mucho menos y aumentar la productividad asegurando el agua en el momento necesario, eso es industrializar, porque industrializar es generar más valor en menos tiempo. Más claro, Nueva Zelandia vende corderos, leche, como nosotros y es un país industrializado y desarrollado. ¿Por qué? Porque produce mucho más valor por hectárea y por hora hombre de trabajo. Eso es el concepto de industrializar. Pero para que esto sea posible hay que invertir y mucha plata, entre otras cosa, en es bendición. Aprender a manejar masivamente el agua. El agua que si bien hemos tenido un verano que se pasó, lo normal es lo otro. Y uno sabe lo que es una sequía. Y de esto tenemos que seguir hablando, pero cuidado, podemos discrepar, podemos tener puntos de vista. Yo quisiera que Uruguay tuviera espalda, oficio y capital para emprender proyectos mineros de esta estatura. Pero no la tenemos, ni siquiera sabemos. Tenemos que aprender. Porque una cosa es teorizar, escribir papeles, y otra cosa es trabajar en la práctica. Necesitamos formación académica, pero los académicos se desarrollan una vez que entran a trabajar concretamente y enriquecen con la confrontación de la realidad. La clave es conocimiento básico que han desarrollado. Este es un largo proceso. No hay maravillas, no se hace “por arte de vidivirloque” que podamos llegar a ser un país metalúrgico, estoy de acuerdo. Y ese 15 % que debe ofrecer este esfuerzo minero al consumo nacional es una oportunidad para aprender, aunque más no sea a hacer varillas para la construcción, es una oportunidad y nos lo tenemos que proponer desde ya. Y quiero decir que el Estado uruguayo busca socios, tiene disposición. Hay que arrancar, y hay que arrancar lo más cerca posible, y es posible. Claro, no vamos a hacer metalurgia del gran acero para hacer barcos, tal vez, o rieles, pero hay que empezar en alguna medida con esa metalurgia. Pero en lugar de pelearnos, debemos compartir información, multiplicar organización. Hay sí… en ese eventual esfuerzo minero, eventual porque no hemos firmado nada, y si no tenemos las garantías suficientes no firmaremos nada. Y somos partidarios que si un esfuerzo de esta naturaleza se puede arrancar y concretar, no se debe de encarar otro proyecto de esta magnitud por seis, siete u ocho años, por lo menos. ¿Por qué? Porque tenemos que ganar experiencia y conocimiento. Despacito por las piedras con los problemas difíciles, pero vuelvo a rematar, se aprende solo trabajando. Entonces, este esfuerzo no tiene que servir para dividirnos como país, somos cuatro gatos locos. Tiene que servir para juntarnos, unos trabajando y otros estando alerta. Al gobierno hay que pelearlo, qué va a hacer con esos recursos, dónde los pone, y hay que pelearlo para que se cumpla al pie de la letra esta ley que recoge toda la experiencia positiva que


hay en el mundo, obliga a hacer un fondo de entrada para prever el cierre, y hemos tomado la medida de que el Ministerio de Ganadería y Agricultura participe en la elaboración de ese cierre, tratando de rescatar la mayor cantidad de suelo posible para usos agrícolas en el futuro, porque es posible, según lo que demuestra la experiencia mundial. Nada de no, y sí se puede. Pero hay que hacer las cosas bien, por eso necesitamos una larga batalla de información en la cual vamos a insistir.


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