Audición del Presidente José Mujica del 20 de febrero de 2014

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Palabras del Presidente de la República, José Mujica, en su audición radial correspondiente al 20 de febrero de 2014.

Un gusto, amigos, poder saludarlos, en este ya espacio veterano, con el cual intentamos llegar con alguna reflexión o alguna información. Amigos, las repúblicas surgieron en un tiempo revolucionario para, en el fondo, abolir las organizaciones monárquicas de los estados y el reconocimiento de hecho jurídico que existía. A veces, de origen divino, a veces, de supervivencia de instituciones de carácter feudal, dominadoras, en las sociedades modernas. Esa era revolucionaria fue estableciendo los fundamentos de la república, de las ideas republicanas, por las cuales, diríamos, por lo menos jurídicamente, de nacimiento, nadie es más que nadie. Básicamente somos iguales y en todo caso las diferencias surgirían del mérito y de la capacidad. Naturalmente, como cualquier definición teórica, desde su enunciación a su reflejo en la vida práctica suele haber la distancia que existe entre la realidad y cualquier propuesta un tanto idealista. Todos sabemos que hay todavía enormes diferencias en las formas de arrancar en la vida. Estamos muy lejos de tener igualdad de oportunidades. Esto no quita sentido a las definiciones centrales. Si la realidad niega lo que afirmamos en teoría republicana, más bien todo indica que tenemos que trabajar sobre la adaptación de la realidad al republicanismo. Y ese es el camino, pero tal vez por esto conviene que nos detengamos, y confieso que este tema daría para mucho más, pero la intención de hoy es señalar más con hechos concretos que en esta América, continente que es el que distribuye peor el ingreso de su economía, el Uruguay siempre se ha caracterizado por ser el país que distribuye mejor. Y esto se tiende a medir contemporáneamente con el avance de tecnologías en el campo de la economía. Hay institutos, y en el Uruguay han funcionado, persiguiendo poder cuantificar la desigualdad en los altos ingresos que hay en el Uruguay. Se combinaron registros tributarios con datos de encuestas de hogares con la colaboración de la DGI. Y el Uruguay participa, es de los 3, 4 países de América Latina que participa, en un registro mundial en el cual hay muchísimos países europeos y pocos latinoamericanos. Qué es en materia de distribución del ingreso, que mucho tiene que ver con la idea de medir la igualdad del punto de vista de la realidad… En síntesis el 1 % de las personas que tienen más altos ingresos en el Uruguay, concentran el 1 %, el 14 y pico % de toda la masa de ingresos en el Uruguay. Y para que se entienda esto con mayor claridad, el 38% de la población más pobre del Uruguay acumula, en materia de ingreso, lo mismo que este 1 % superior en cuanto a la masa total. Y sin embargo, esto, que puede impresionar a muchos, nos coloca en distribución del ingreso por encima de países, proporcionalmente, como EEUU, como Colombia, Argentina, Sudáfrica. Y un poco bastante en la línea A con varios países como Canadá, el Reino Unido, etc. Estamos lejos, lejos, de los que mejor reparten, como Suecia, Dinamarca, Nueva Zelanda, Holanda, nos queda mucho… Esto es así, ¿por qué? ¿Por qué estas diferencias? Porque sencillamente las economías contemporáneas de corte capitalista han demostrado una importante y a veces formidable energía para crear riqueza, pero al mismo tiempo tienden a concentrar esa riqueza. Y aquí viene el papel moderador de los estados, esto tiene que ver con las políticas sociales. Si las


políticas sociales están ausentes, si la política fiscal no actúa como un elemento que ayuda a amortiguar, las diferencias en las sociedades se van acentuando. Y se llega al colmo, como en algunas sociedades que empieza a aparecer lo que se llama humanidad sobrante, los que ni siquiera están en el mercado, los que no siquiera tienen lugar formal donde pasarla mal, donde recibir ingresos injustos, pero tener cierta seguridad de ingreso. Por eso, este asunto de las políticas sociales va de la mano con la lucha por la expansión económica. No alcanza con la expansión económica, por supuesto, si no se multiplican los panes, si no se multiplica la riqueza, no existe qué repartir. Pero si solo se multiplica la riqueza y no hay preocupación para intentar políticas sociales que se apliquen y que ayuden a mejorar la distribución, no hay caso, se podrá producir mucha riqueza, pero se procesa en nuestra república una desigualdad lacerante que en el fondo nos termina alejando de la idea republicana. Y en estas cosas intervienen, al final, cosas que están muy en el fondo y que son muy simples. Es fácil proclamar el republicanismo por la boca, pero hay que entender que hay una ética de la igualdad tácita. Si nadie es más que nadie, buena cosa fuera que, en primer término, lo entendiéramos en política. Alejado del mundo de la gestión empresarial, teniéndola muy en cuenta, por la necesidad objetiva y determinante que a la larga tiene la economía, pero asumiendo una humilde actitud en el medio de la sociedad por aquellos que practican la política, donde en los hechos tratan de vivir y ser como la mayoría de su sociedad y no como la minoría. No se alejan de la forma de vivir del común de la gente que anda por las calles, que participa, que expresa alegrías y penurias. ¿Por qué? Porque ellos son la mayoría. Y me parece lógico, que cuando lentamente la mayoría vaya subiendo un escaloncito en su forma de vivir, todos suban. Un escaloncito, pero no antes, valiéndose de la prerrogativa del poder político. Hay un ética de la igualdad que hay que pelear por mantenerla y por lo menos si en el mundo de la economía no podemos evitar las diferencias, en el mundo de la política debemos tener claro que somos soldados, soldados de la República y que, como tal, pertenecemos al conjunto mayoritario de la República. Por ello creo que estas cifras a algunos les pueden servir para gritar, a nosotros nos sirven como norte de políticas que hay que perseguir. Que Uruguay esté entre los mejores de América Latina… nunca hay que olvidar la enorme injusticia que todavía hay en América Latina con las inmensas masas. Y por eso a nosotros, no debe afectarnos el conformismo, la meta que queda por delante es muy seria, y sobre todo, nos queda un núcleo de gente indigente, que nuestra lucha debe ser por rescatarlos e incorporarlos, partiendo de que la indigencia no es solo una cuestión económica, es mucho más que eso. Y cuesta, y cuesta porque también tiende a formar una cultura, la cultura de la resignación o la cultura del escape, ambas formas de autodefensa. Por eso de vez en cuando conviene fijarse estas cosas. Pero fijarnos los compromisos que tenemos como sociedad hacia adelante. Hace pocos días alguien volcó un estudio que pienso que es serio, que señala que como viene creciendo y poder alcanzar niveles de país desarrollado va a obligar al Uruguay, de aquí al 2030 aproximadamente, a invertir 7 mil, 8 mil millones de dólares en logística, carreteras, puertos, vías, y eso es una necesidad objetiva. Habría que poner al lado en el campo del conocimiento, de la cultura, de la capacitación técnica, la fortuna que hay que volcar. Me hago esta pregunta a la distancia, si estos son los desafíos. Ayer, un estudio, o una apreciación, del Fondo Monetario señalaba que el estado uruguayo pueda recibir líquidos, que es lo que cuenta, que es lo que podés tener para gastar, 27 mil millones de dólares en los próximos veintipico de


años con el recurso minero. La pregunta es, ¿puede el Uruguay renunciar a utilizar esos recursos? La gran respuesta debe ser no. Pero tampoco puede hacer cualquier cosa, tiene que ser prudente. En el Uruguay debemos seguir siendo diversificados, no poner todos los huevos en la misma canasta, no hacer una cosa sola, varias, y eso significa sostener y multiplicar la riqueza ganadera, sostener la agricultura, sostener y multiplicar la forestación, sostener y multiplicar la logística que es un esfuerzo importante para el país, desarrollar las otras tecnologías como el software como tantas otras ramas de la economía. También incorporar la minería, como un recurso. Y hacer convivir todo eso, porque sencillamente, siempre hay años buenos y años malos para una cosa, siempre hay mercados buenos y mercados malos para ciertas cosas. Si estamos más diversificados, estaremos más sólidos y mucho más seguros. El quid de la cuestión es el arte de hacer convivir todo esto y, sobretodo, hacerlo sustentable en el tiempo, para que sea un logro también para las generaciones que vienen. Creo que en los últimos años, a pesar de todos los pesares, lo venimos haciendo. La consigna país productivo caminó. En el 2001, recuerden los uruguayos, toda la tierra del Uruguay podría valer a reventar 7 mil millones de dólares, hoy toda la tierra del Uruguay sobrepasa los 60 mil millones de dólares. El producto interno y el PBI eran una miseria con respecto a lo que es hoy. Y eso no pasó…


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