Audición del Presidente José Mujica del 28 de febrero de 2014

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Palabras del Presidente de la República, José Mujica, en su audición en M24 correspondiente al 28 de febrero de 2014 Amigos, un gusto poder comunicarnos. Es un día que no sé si reír, y no sé si llorar. ¿Por qué? Porque sencillamente siento opiniones, informaciones que se largan con un grado de inexactitud doloroso, y se largan a voz engolada, con tono sacrosanto, irrefutable. Porque podemos naturalmente pensar, frente a cualquier problema, podemos pensar distinto, pero lo que es información de datos, lo que es medir tecnología, lo que es difundir información de esa tecnología, tenemos que estar a los parámetros de la realidad, porque de lo contrario, lo único que estamos discutiendo es bronca, o en todo caso, buscamos otras intenciones y no aclarar, intercambiar y construir. ¿Por qué este preámbulo? Se ha dicho, hablando de un floculante, es decir una materia prima que hace precipitar de varias que se usan en el engranaje industrial, alguien ha dicho que en el proyecto minero que tiene que ver con Valentines se iban a consumir 1.400 toneladas diarias. Si se suma eso, cuando uno se pone a averiguar, se encuentra que habría que, tal vez, duplicar la producción mundial para semejante consumo. Tal vez no daría abasto el puerto de Montevideo, porque en la realidad las 1.400 y pico de toneladas no son otra cosa que 1.400 kilos por día de una materia prima que se usa en infinita cantidad de actividades industriales y que inclusive está en nuestras botellas de Coca-Cola, como uno de los componentes, y tantos otros. Y bueno, pero cuando se tiran cifras así o se tiran cifras de la emisión de gases y cuando uno las mide, las emisiones de gases pueden ser equivalentes a 100.000 vacas, lo máximo, a 150.000 vacas de las que hay en el Uruguay; y a nadie se le ocurre que no tengamos vacas. Pero aún bajando en materia de información, empecemos por lo más elemental. Hay en el país cerca de tres millones y pico de hectáreas pedidas, denunciadas, para hacer prospección del subsuelo, tres millones y algo de hectáreas de tierra. Ahora bien, nos hemos puesto a averiguar estadísticamente, para la gente que conoce de estas cosas, y lo que se nos ha arrimado como información científica es que en una dimensión de esa superficie, lo máximo, en realidad, de distrito minero que podría haber de cualquier cosa, puede oscilar entre 40.000, 50.000 hectáreas y lo máximo pueden ser 100.000. Quiere decir que en tres millones y pico de hectáreas no puede haber una superficie de minas equivalente a eso porque si la hubiera, bueno, los uruguayos estaríamos condenados a vivir de rentas. No existe en el mundo algo que se pueda comparar a eso. Pero, ¿qué pasa? A la gente ganadera, a la gente que está en la campaña, a los productores, se les manejan esas cifras como para que la gente termine pensando “me voy a quedar sin tierra” o “no voy a poder trabajar más” o “me tengo que ir”. Y esto es, sencillamente, un disparate, una amenaza, pero es absolutamente contrario a la viabilidad posible de la realidad, pero absolutamente contrario al camino de diversificación que el país debe seguir. No creemos que el país deba renunciar a la ganadería, renunciar a la agricultura, renunciar a la forestación, renunciar al turismo, renunciar a la generación de energía por vía de biomasa, etcétera. Es todo eso y otras diversificaciones que pueda sumar. No vamos a ser jamás una potencia minera porque, por un lado, no tenemos semejantes recursos y, en definitiva, por las


dimensiones del país, no podemos esperar serlo, salvo que hubiera un milagro que no conocemos. Todo indica que en el país, hasta ahora, no puede haber una realidad minera que vaya más allá de 40.000, 50.000 hectáreas en todo el país, sumando toda la superficie con distintos manchones. Y esto hay que empezar por tenerlo claro. No somos Canadá, no somos Australia, tampoco somos Alemania, tampoco somos Suecia y tampoco somos Namibia o cualquier país africano. Somos un país que tiene, en su pradera, en su agricultura, en su agua, en su aire, en su posición, diversas formas para pelear por la vida y tiene necesariamente que armonizar unas con las otras. Por eso, creemos que hay un sentido de hiperdimensión de todo, que es una fantasía que puede, primero, en general, estar generada por mala información. Segundo, por información tendenciosa que busca el estancamiento del país, el no progreso del país, el no avance del país utilizando los recursos que tiene; y acá esto es una intención de carácter político. Puede serlo también por una intención de eventual disponibilidad de mano de obra, que la mano de obra del Uruguay esté condenada a pocas actividades y por lo tanto no tenga alternativas. Puede serlo, sincera, una preocupación por el medio ambiente y a esta la aplaudimos, pero no le damos la derecha, porque creemos que la preocupación por el medio ambiente, más importante que existe en el Uruguay es el peso fenomenal que ha tenido la destrucción sistemática a que nos somete la erosión. Y no conocemos ninguna asociación que esté dedicada a difundir los estragos de la erosión y las contramedidas que hay que tomar contra la erosión, que es secular. El Gobierno las ha venido tomando sin hacer alharacas, ha establecido la obligatoriedad de rotaciones y el manejo de paquetes de uso del suelo con un conjunto de restricciones. Pero nadie dice nada de esto. Y por otro lado, se echan a rodar informaciones exageradas que pueden ser que también, porque cosas de esas hemos visto en estos años, sean el fruto de incidencias, de competencias, entre empresas trasnacionales. No sabemos. Pero se nos ha invitado hasta a que seamos importadores de mineral de hierro de Brasil, pero que no vayamos a vender mineral de hierro; que se lo compremos a otros; que traigamos de afuera, que si la minería es desastrosa, el mineral de hierro que consumas que lo produzcan otros y nosotros sabemos que hay minas desastrosas en la historia de la minería mundial y hay otras que son absolutamente lo contrario, porque si no, Alemania no existiría, Suecia no existiría, Canadá no existiría y así sucesivamente. Y el Uruguay se ha esforzado en modificar su viejo Código de Minería que condenaba a mucha gente si se aplicaba como estaba y ha tratado de traer las experiencias modernas más afinadas y no creemos que hayamos hecho un trabajo perfecto, pero hemos hecho un trabajo que casi tuvo el acuerdo de una larguísima discusión política. Por lo tanto, se puede opinar como se quiera, pero no se pueden largar cifras e información que son fantasía, como una especie de terrorismo ambientalista, inventando cosas de un grado de exageración que no tienen que ver con la realidad. Sí hay que aplaudir la preocupación por la sustentabilidad del medio ambiente; esa es otra historia. Sí hay que preocuparse por la suerte de la gente que efectivamente puede ser


afectada y los realmente afectados que pueda haber, y es una causa pendiente, son unos 40, 50 arrendatarios que no pueden quedarse sin suelo para vivir, que son pequeños y medianos productores, que ni siquiera son propietarios; porque si fueran propietarios van a tener una compensación que, si la quieren usar, les permite instalarse florecientemente en otra parte. Esos arrendatarios, así como están las cosas, quedan desamparados y somos conscientes de que hay que hacer mucho por ellos. Por eso, merece que nos empecemos a informar con largueza de este asunto, empezando por definir las dimensiones. La primera dimensión a tener, vuelvo a insistir, es que el sistema de prospección concedido en el Uruguay abarca tres millones y pico de hectáreas, pero la experiencia nacional y sobretodo internacional indica que en tres millones y medio de hectáreas no puede haber más de 50.000 a 100.000 hectáreas de futuros distritos mineros, y no más. ¿Por qué? Porque si hubiera mucho más, el Uruguay sería un país condenado a vivir de renta minera. No es así, eso no existe en el mundo. Más claro: si hubiera tres millones de hectáreas contiguas de minas, probablemente, una suma de tres millones y pico de hectáreas de minas, nos transformaría en una potencia mundial desde el punto de vista de los recursos económicos. No es así. No hay que sembrar sustos, ni hay que tener fantasía. Tendremos que seguir trabajando con las vacas, con los árboles, con la agricultura, con el turismo, con la lucha de sostener la pradera contra la erosión, multiplicando las fuentes de riego sobre todo para aumentar la productividad de la tierra; es una larga marcha. Y si podemos hacer un poco de minería sería una diversificación del Uruguay del futuro.


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