Desgrabación de audición del Presidente por M24 del 14 de febrero de 2013

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DESGRABACIÓN DE LA AUDICIÓN RADIAL DEL PRESIDENTE MUJICA DEL DÍA 14 DE FEBRERO DE 2013 PRESIDENTE MUJICA: Es un gusto amigos saludarlos a la distancia por este espacio y hoy naturalmente ante la difundida versión de que la Suprema Corte de Justicia se apresta a tomar una decisión –según informa cierta prensa- negativa con respecto a una iniciativa impositiva, con respecto a la concentración de la tierra, lo primero que tenemos que aclarar es que, más allá de los puntos de vista, las decisiones de la Justicia en un Estado de Derecho hay que obedecerlas. Eso está afuera de cualquier discusión. Pero no podemos ocultar que nuestra manera de pensar con respecto a la concentración de la gran propiedad de la tierra está en el fondo, en línea, con lo que en su tiempo pensaba don José Batlle y Ordóñez y que estuvo muy bien fundamentada por el filósofo norteamericano que en esa materia seguía don José Batlle y Ordóñez. A tantos años pensamos como él, porque para nosotros la tierra es un bien singular, único, es un bien que ha construido la naturaleza y sobre ese bien finito no hay fábrica de tierra. Se asienta en las sociedades, las naciones, la vida de los pueblos. Repito, es un bien finito, acotado, no se multiplica, por el contrario, por su carácter fundamental, permanente, cuando una sociedad es estable, se desarrolla, tiende a crecer, se multiplica la economía, se multiplica la concurrencia de población, inevitablemente el valor de mercado de ese bien natural tiende a crecer. ¿Por qué? Porque ese crecimiento es la consecuencia del avance social. Es un valor en sí que genera la tierra y que continúa indefinidamente incrementándose, siempre y cuando exista desarrollo social, crecimiento de la sociedad, estabilidad social y política en un medioambiente. Es pues la sociedad la que transfiere a esa eventual propiedad privada un plus de valor, ese valor no es hijo del trabajo, hay una parte del valor inmobiliario que es hija del avance de la sociedad. Para que quede más claro: todos nosotros conocemos un solar comprado hace 30 años en una orilla de una ciudad. Se pobló o no se pobló, quedó ahí a la vuelta de los años vale varias veces, porque la ciudad fue creciendo, porque el pueblo fue creciendo y le fue transfiriendo valor a algo que en un principio tenía un valor mucho más acotado. Esta es la cuestión, el propietario del suelo al cabo de un conjunto de años recibe un valor regalado que no es precisamente producto del trabajo y del esfuerzo, es una consecuencia del avance de la sociedad que se lo transfiere y lo recibe particularmente. Es el único bien que hay arriba de la tierra que tiene esta característica. Si tu compras un camión para trabajar, un tractor, una máquina trigadora, lo que fuere último modelo, si lo dejas en un galpón 10 o 15 años sin usar va a perder valor, inevitablemente por el paso del tiempo, como modelo que envejece. Todo envejece y todo pierde valor, menos la tierra. Esta es una ley de hierro por eso este es un bien que no se puede comparar con el resto, porque inevitablemente la sociedad cuando es estable, cuando crece, cuando no tiene tormentas en el horizonte va transfiriendo valor inevitablemente. En términos reales lo que hace ocho años valía unos 400 dólares o 500 de promedio, hoy vale 5.000 o 6.000 dólares y a veces más. Sobra información para afirmar esto por todas partes, no nos vamos a detener en ese fenómeno, la bonanza del país ha hecho posible esa suba de valor y bienvenido. Parece, por lo tanto, moralmente defendible que quienes


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