Palabras del Presidente, José Mujica, correspondiente al 1° de abril de 2014
en
su
audición
radial
Es un gusto, amigos, el poder saludarlos hoy con alguna reflexión. Naturalmente siempre la tensión informativa está determinada, más bien, por los aspectos negativos que surgen en la vida y en la sociedad. Es casi una humana tendencia, bastante generalizada: merece la atención aquello que perjudica, que es malo, que tiene problemas o que tiene dificultades, y no merece mucha información la bonanza. Por eso hoy ha habido una cierta “sorpresa”, se difundieron algunos números por ahí y, a pesar de los vaticinios, de los pronósticos bastante grises, a la economía se le ocurrió crecer, al parecer, y mantuvo una tasa interesante. Nosotros queremos encadenar esto a la última audición, porque uno de los agentes que se han aburrido de señalar los famosos analistas —que a veces parecen disecadores de la economía, volcando su información, sus análisis, sus puntos de vista— es que había una tendencia global a la caída, al enlentecimiento y sin embargo los hechos no les dieron la razón. ¿Qué ha pasado entonces? Han pasado varias cosas, pero quiero apenas señalar dos. Que sigue habiendo confianza en el país y hay un nivel importante de inversión. Cualquiera que se dé una vuelta por ahí se va a dar cuenta el volumen que tiene en la economía, por ejemplo, por poner un ejemplo que rompe los ojos, todos los trabajos que conllevan la instalación de los molinos generadores de energía, que son un cúmulo de actividad y que se está orquestando por todo el país y es en materia de importación, precisamente, uno de los rubros más importantes en estos días. Esto, por señalar algún hecho, las inversiones que el país está haciendo en energía eólica hacia el futuro son un agente dinamizador de la economía, no el único, obviamente. Pero no cabe duda de que hay una demanda interna fuerte, que hay poder adquisitivo y esto se junta con lo anterior. Yo sé que alguna gente, particularmente de origen empresarial, por la suba que tienen los costos, las mejoras salariales, y que a veces tienen dificultades con el mundo exterior, debe tener cierta contrariedad para con la política que aplica el gobierno, buscando promover los acuerdos salariales, convocando a los consejos de salarios, buscando todos los mecanismos de reparto. Porque hay que recordar que de cada cuatro habitantes de este país, tres son asalariados y que el salario es, por esencia, el instrumento más importante de reparto social que existe. Pero, curiosamente, es precisamente esa constante lucha por mejorar la igualdad y por la distribución a través del salario, un elemento dinámico de la economía que determina que también a las empresas, frecuentemente, a pesar de aumentar los costos, les vaya mejor, y les vaya mejor porque hay poder de
compra en la gente. Esta es una cadena, si la gente gana más, gasta más, y al gastar más, activa la economía. Todo esto no es infinito, todo esto tiene límites, obviamente, pero eso es lo que está pasando. La política de distribución, fundamentalmente, por la vía del salario, cuando la economía exterior se enlentece, cuando hay dificultades, porque el mundo tiene sus ciclos y particularmente la región, el mercado interno ayuda en gran medida a sostener el tono de la economía. Por supuesto que no se puede tirar de ninguna piola hasta el infinito, porque todo tiene límite. Pero hay que detenerse una vez más, porque el único animal que tropieza varias veces con la misma piedra es el hombre, lo que quiere decir que la gente se olvida. La gente se olvida de que en este país la economía creció incluso en los años de la dictadura entre 1974 y 1981; la economía creció cerca de un 40 % y, sin embargo, merced a la labor de la dictadura, el salario real efectivo bajó casi un 50 %. Y tenemos otra coyuntura, la del 90, cuando asume el gobierno blanco, que la economía creció hasta el año 1998 y sin embargo el valor real del salario bajó, y bajó considerablemente. Quiere decir que no alcanza con que la economía crezca, porque la historia nos demuestra que muchas veces la economía creció pero no creció el salario, es decir, no se distribuyó en la misma proporción. Una de las características de los dos últimos gobiernos es que han hecho crecer la economía pero a su vez han hecho crecer el valor real de los salarios por varios mecanismos. Por un lado la política laboral favoreció esto, se hicieron rutinarias las convocatorias a los consejos de salarios, a la discusión en los acuerdos en materia de salarios, cosa que no se hizo ni en años de la dictadura ni en la década del 90. Más claro, se les dio derecho a las partes del trabajo a discutir y a conveniar su política salarial. Se puede hablar de libertad todo lo que se quiera, y se puede hacer los hermosos discursos y todo lo que se quiera, pero si no se discute, si no hay ámbito para discutir el verdadero valor del trabajo, las otras libertades son siempre relativas. Esta ha sido una característica de estos gobiernos. Al mismo tiempo, la política de pleno empleo. Porque es inútil, si no hay trabajo o si escasea el trabajo como era en el 2002, la gente acepta trabajar en cualquier condición, porque la primera ley es la ley de la necesidad. La política de pleno empleo, a veces abajo del 6 % cuando se dice que estructuralmente la tasa de desempleo del Uruguay anda por el 8 %, determina que la gente pueda luchar por pretender mejores condiciones económicas en su trabajo. La política de formalización del trabajo, hay una masa importantísima de trabajadores que ha crecido, no solo creció el valor del salario, creció la formalización. Hay casi 600 mil nuevas personas cotizantes en estos años, que
antes o trabajaban “en negro” o no trabajaban. De esas 600 mil, la mitad aproximadamente estaba en empleos precarios no registrados, es decir trabajaban pero no aportaban y estaban “en negro”. Los otros son nuevos trabajos que han aparecido con las políticas de estos años. En definitiva, la política de estos años ha sido, desde el punto de vista global del trabajo, basada en un concepto de propender a la igualdad, tratando de integrar por un lado la política económica que le daba ventajas a quien generara más puestos de trabajo, precisamente con una ley de inversión que afinaba en este sentido, propiciando las inversiones que generaban más puestos de trabajo. Una política social y una política laboral, concordante a la política económica. Todo esto ha constituido un conjunto de medidas, no una medida, articulado entre sí y allí corre desde la convocatoria a los consejos de salarios, que no se convocaba ni durante la dictadura ni durante la década del 90, cuando gobernó el partido nacional, un recurso que estaba olvidado fue puesto a punto, precisamente, por este gobierno. Al mismo tiempo, políticas muy activas en materia de empleo por la promoción de inversiones, el tratar de generar empleo focalizado que ayudara a mujeres y jóvenes que padecían las mayores tasas de desempleo, programas de trabajo especiales, etcétera, para aquellos sectores más vulnerables. Un estímulo constante y permanente a la formalización, manejado por un conjunto de disposiciones, todo esto articulado fue lo que ha producido una mejor distribución del ingreso laboral en este país y es este lo que ha determinado un mercado interno, con fuerte y creciente demanda, que cuando la economía exterior tiende a declinar ha mantenido el tono general de la economía. A todo esto habría que sumar las políticas sociales, sobre todo la reforma de la salud, que la gente no se da cuenta. Tal vez la gente no mira al exterior, lo que significan las dificultades que ha tenido Estados Unidos para generar un sistema relativamente universal de salud, cosa que el Uruguay ha venido mejorando y que va a cubrir a toda la población del país cuando llegue el año 2017. Pero recordemos que el viejo (sistema) dice que hubo unas 600 mil personas y hoy el Fonasa cubre 2.200.000. Nos estamos acercando precisamente a que toda la población quede incluida en un sistema global. Las asignaciones familiares se hicieron una moneda corriente de distribución, porque al decrecer la informalidad se fue masificando esto junto a otros mecanismos que ayudaron a una extensión. Todas estas políticas sociales que propenden para ayudar a la igualdad también han colaborado con mantener la presencia de un fuerte mercado interno demandante que es incuestionablemente un activador de la economía, y por eso señalamos que nada es infinito y que no se puede apostar y tirar de la piola al infinito.
Pero como decía un organismo paralelo a la CEPAL, que hizo el año pasado un congreso, a fines de año, en el Uruguay, eligiéndolo por estas razones: “que la experiencia uruguaya ha sido destacada internacionalmente en los últimos meses porque ha introducido servicios de salud universales, ha aumentado los salarios mínimos, ha introducido impuestos progresivos, provee protección social a los trabajadores rurales y domésticos, eternos olvidados. Ha hecho acciones afirmativas a favor de minorías, como los afrouruguayos, etcétera”. Y señalaba este organismo paralelo a la CEPAL que esos logros son más encomiables si se observa que las desigualdades están aumentando a nivel global en el mundo y en la mayor parte de los países del planeta, ya sean pobres o ricos. Mientras en muchísimos países la desigualdad aumenta, en el Uruguay ha disminuido. Y un poco para cerrar esto, porque estas son verdades como puño. Hace unos cuantos años e inventó un índice que anda por ahí, el llamado índice de Gini, que utilizan los economistas para anotar la igualdad. Desde que existe este registro que mide el grado de desigualdad, el Uruguay tiene hoy las mejores cifras de su historia. Repito, desde que existe este índice para medir la desigualdad, el Uruguay tiene en este momento las mejores cifras de su historia. Esto no cayó del cielo, no fue regalo de los dioses, no es tampoco una consecuencia automática de la demanda asiática, esto es la culminación de un conjunto de políticas laborales, económicas y sociales convergentes atrás de una visión de favorecer el acercamiento de las distancias que hay en la sociedad. Pero que como contracara, y véase lo complejo que es la economía, por un lado ha propendido a la igualdad pero por otro lado ayuda a sostener el tono económico del país, porque la igualdad significa aumentar el poder adquisitivo de las grandes mayorías del país y si las grandes mayorías consumen y demandan más también el mecanismo empresarial, tanto de comercio como industrial, recibe algún aliciente a favor. Esta es la enorme diferencia. Los últimos gobiernos no solo se ocuparon de que la economía creciera, eso ha pasado muchas veces en nuestra historia. Se preocuparon sustantivamente de que se redistribuyera y sería bueno que tengas memoria y que compares.