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José Mujica: “Es bueno que los gobernantes vivan parecido a la forma en que vive su gente” Lo llaman “el Presidente más pobre del mundo”, pero se reconoce una persona más bien sobria, que prefiere viajar ligero, sin ataduras materiales. En entrevista con La Segunda dice que nada lo frenó para legalizar la comercialización de la marihuana, habla de su último año de gobierno, de sus planes al dejar la Presidencia y de qué queda de su veta Túpac Amaru. POR: LUISA NAVEA LUCAR, LA SEGUNDA

Al dejar la Presidencia, Mujica se dedicará a instruir a jóvenes en una escuela agraria que inaugurará en su casa. Foto AFP

miércoles, 12 de marzo de 2014

Este miércoles, el Presidente José Mujica despegó desde Santiago de Chile rumbo a Uruguay en el mismo avión que lo trajo a la toma de mando de Michelle Bachelet. Un bimotor turbohélice, modelo Brasilia: “una versión un poco más moderna que la aeronave que se estrelló en la cordillera de los Andes” con 16 rugbistas uruguayos que le ganaron a la muerte. Los más estrechos colaboradores del Mandatario uruguayo bromean con esta similitud antes de abordar. Y es que Mujica se ha caracterizado por su estilo “antiderroche”, populista, de izquierda, pero progresista y liberal en temas como la marihuana y el aborto.

Lo seguimos por meses en Uruguay, pero decidió contestar seis de las 12 preguntas que La Segunda le formuló por escrito en tierra chilena; en medio de una apretada agenda con reuniones protocolares que sostuvo con el ex Presidente Sebastián Piñera y la Mandataria Michelle Bachelet; con el representante de la Unión Europea, en el marco de las negociaciones con el Mercosur, y de otros encuentros en la Cepal, con la comunidad de uruguayos en Chile, la entrega de las llaves de la ciudad... Y así suma y sigue.... En esta entrevista habla de su peculiar estilo de vida, de la comercialización de la marihuana -proyecto que partirá en diciembre y por el que fue conocido mundialmente-, los proyectos de su último año de gobierno y de su retiro de la Presidencia.


-El único bien que usted declaró al asumir la Presidencia fue su Volkswagen de 1987, ¿qué siente cuando lo llaman “el Presidente más pobre del mundo”? -Yo no soy pobre, no hago apología de la pobreza. Soy sobrio, prefiero viajar ligero de equipaje, sin demasiadas ataduras con cosas materiales. Porque si tengo demasiadas cosas, es mucho el tiempo que tengo que dedicar a conseguirlas y cuidarlas, y ese es tiempo que desperdicio para hacer las cosas que realmente me motivan. Para mí, la felicidad es tener tiempo libre para hacer las cosas que a uno más le gustan. ¿Qué sentido tendría que me pusiera a acumular riqueza a los 78 años? ¿Para qué? Realmente no le encuentro ningún sentido. Pero no pretendo dar lecciones a nadie. Vivo como vivo porque así lo siento, porque siempre viví así, y no voy a cambiar porque sea Presidente. Creo sí que en este intento de vivir en forma coherente con lo que uno piensa, hay un mensaje para el pueblo, que cada vez cree menos en los políticos y en la política. Y ello es en parte porque ve a sus gobernantes viviendo una vida que no tiene nada que ver con la que ellos mismos viven. Las repúblicas nacieron basadas en la idea de la igualdad entre todos. Yo creo que es bueno que los gobernantes vivan lo más parecido posible a la forma en que vive su gente. -Parlamentarios del Frente Amplio y catedráticos alemanes del Drugs Peace Institute lo han propuesto para el Premio Nobel de la Paz 2014 por la legalización de la marihuana y sus méritos en la protección de los derechos humanos. ¿Son esos los méritos por los cuales a usted le gustaría ser recordado, ahora que deja la Presidencia de Uruguay? -Por supuesto que estoy satisfecho por las cosas que usted menciona. Pero mi mayor satisfacción ha sido que en estos años de gobierno hemos logrado que la gente viva un poco mejor. Aumentaron los salarios y el poder adquisitivo, la desocupación se mantuvo en mínimos históricos para nuestro país, muy poco por encima del seis por ciento, se hizo un duro combate contra el trabajo informal. La pobreza descendió en 10 años de gobierno de nuestra fuerza política de porcentajes cercanos al 40 por ciento, a poco más del 10 por ciento. Y estamos muy cerca de eliminar estadísticamente la pobreza extrema, la indigencia. Hace 10 años, la gran mayoría de los jóvenes uruguayos soñaba con emigrar a buscar el futuro en otros países. En la actualidad, miles de uruguayos están retornando a su patria. “No habrá venta a turistas” El año pasado la revista británica The Economist eligió a Uruguay como el país del año por sus reformas “pioneras”, como el matrimonio homosexual y la legalización de la marihuana. Una visión contraria a la del 66% de los uruguayos -que se oponen a la nueva normativa- y a la de la ONU, que señala que la legislación tendrá el efecto perverso de alentar la experimentación temprana reduciendo la edad del primer consumo. -¿En su fuero interno, hubo algo que lo frenara a aprobar la ley que despenalizó el consumo, producción y distribución de la marihuana? -No, es una ley que yo mismo impulsé. Mucha gente subraya que es un riesgo político, pero el mundo nunca habría cambiado si sólo actuásemos tratando de evitar riesgos, siguiendo las conveniencias electorales. Nosotros impulsamos esta ley para combatir mejor el narcotráfico. Muchos años de combate contra esta plaga nos han mostrado que por más que los golpeamos, no conseguimos nada, que el problema es cada vez peor. Nosotros pretendemos con esta medida quitarle al narcotráfico parte sustancial del mercado, arruinarle el negocio.


Pero nadie crea que lo que haremos será una liberalización total del consumo de marihuana, que cualquiera podrá comprar lo que quiera y cuando quiera. No. En primer lugar, quienes quieran consumir deberán ser residentes legales en nuestro país, o sea que no habrá venta a turistas. En segundo lugar, deberán inscribirse en un registro y se le autorizará sólo una cantidad mínima para un consumo individual moderado. Este registro nos permitirá al mismo tiempo detectar los casos en los que se crea un problema de salud pública. Si alguien pretende consumir demasiado, lo sabremos, y le pediremos que se atienda en las dependencias de salud. Esto no lo lograríamos nunca si mantenemos la comercialización en la clandestinidad. -¿Qué planes tiene después de las elecciones presidenciales del 26 de octubre? ¿Se dedicará a vender flores como dijo? -Pienso impulsar la creación de una escuela de oficios agrarios en la chacra donde vivo, para los muchachos y muchachas de la zona. Pero tenemos todavía por delante un año de gobierno, y muchas cosas por hacer. Entre sus planes destaca la construcción de un puerto de aguas profundas en la costa atlántica del este del país, con capacidad para recibir a los grandes buques post panamax, que se transformará en boca de salida privilegiada no sólo para la producción de Uruguay sino de Brasil, Paraguay, Bolivia y Argentina, y de toda la región. A ello se suma la recuperación y desarrollo del transporte ferroviario y el inicio de las obras de una empresa de extracción de mineral de hierro de gran porte. Pero su mayor apuesta está en la producción de celulosa -rubro por el cual Uruguay se ha enfrentado con Argentina-. Mujica tiene contemplado poner en funcionamiento una segunda gran planta de producción de pulpa de celulosa, que se está terminando de construir en el departamento de Colonia, al oeste de Montevideo, y que convertirá a la celulosa -a fin de 2014- en el principal rubro de exportación del país. Asimismo espera concretar los acuerdos para la instalación de una tercera planta en la zona noreste de Uruguay. -¿Qué le queda de esa veta revolucionaria de Túpac Amaru, de los seis balazos que le llegaron en los enfrentamientos armados? -Me queda la vocación de luchar para la mejora de la vida de los más humildes, que fue siempre lo que me movió en la acción política. Sin embargo, a esta altura de mi vida, y luego de lo que hemos vivido y sufrido en el mundo en los últimos 20 años, estoy convencido de que no hay más guerras justas, como lo fueron en otra época las guerras de liberación nacional; y que con la sofisticación creciente de la tecnología militar, los responsables matan a distancia y las consecuencias de las guerras las terminan siempre pagando los más débiles e indefensos. Siento que no tengo derecho a pedir a toda una generación que se sacrifique por eventuales beneficios futuros que no verá, y que es más razonable ir mejorando la calidad de vida de nuestros pueblos paso a paso, pero haciendo lo posible para que ellos mismos lo disfruten.


-Usted ha hablado en todos los foros internacionales contra el consumismo. ¿Por qué le preocupa este fenómeno? -El mundo está loco en su carrera desenfrenada tras el consumo desmedido. Y es increíble que a pesar de todas las advertencias sigamos gastando fortunas incalculables en la producción de armamentos, mientras sufren o incluso mueren por hambre o por enfermedades curables cientos de millones de seres humanos.


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