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DE VIAJE Escape anónimo

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Escape anónimo

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Entre arquitectura colonial, arte y diseño contemporáneo, el Hotel Sin Nombre propone una experiencia de lujo descalzo en Oaxaca.

ARQUITECTURA JOÃO BOTO CAEIRO • DISEÑO INTERIOR ELLIOTT COON PALABRAS LOREDANA MATUTE • FOTOGRAFÍA HANS VALOR

De VIAJE

En el corazón de una ciudad tan mágica como histórica, Oaxaca, y a tan sólo unos metros del zócalo, la catedral y la Alameda de León, se encuentra una casona del siglo XVII que aloja el nuevo hotspot. Se trata del Hotel Sin Nombre que, como su nombre lo indica, deja de lado los títulos para ceder el protagonismo a la experiencia artesanal que diseñará —a su gusto y forma— cada uno de los huéspedes que lo visiten.

A través de la restauración, el arquitecto portugués João Boto Caeiro buscó mantener el resplandor colonial del edificio, al recuperar los huesos de la antigua casona con un tratamiento en muros y techos, cuyos procesos son ancestrales: pintura a base de carbón, cal y barro molido. Asimismo, sostuvo un minimalismo impecable a lo largo de la edificación, que contrasta con las obras de arte y las piezas de diseño contemporáneo que visten el espacio.

Al cruzar la puerta de la fachada —cuidadosamente recuperada—, emerge un imponente patio rodeado de arcos y dominado por tonos neutros. Éste es rematado en lo alto por un domo de vidrio, que baña de luz natural todo el interior y genera un

Además de las fotografías en blanco y negro de Alberto “el Negrito” Ibáñez, en el hotel se encuentra la obra Chimalli Yanhuitlán en neón, del artista visual juchiteco Sabino Guisu, así como diferentes textiles artísticos de la región.

juego de luces y sombras en cada rincón. Las estrellas del lugar son los tapetes oaxaqueños que adornan el piso, acompañados por mesas de madera natural y rodeados de macetas con cactus. Al fondo, la escalinata central enmarca la obra textil del artesano Rey David, de Teotitlán del Valle, comisionada especialmente para este proyecto.

Las 22 habitaciones del hotel continúan con la línea de diseño minimalista que rige todo el concepto: mobiliario de diseño contemporáneo de maderas tropicales y obras de arte de artistas locales, como las fotografías de desnudos en blanco y negro de Alberto “el Negrito” Ibáñez.

El hotel aloja diferentes experiencias que tienen su propio encanto, como la Bibliotekita, una estantería secreta debajo de una de las escaleras de piedra caliza, que resguarda una curada selección de libros antiguos; la terraza con alberca y arrebatadoras vistas a Monte Albán y San Felipe, y el restaurante Sin Nombre a cargo del chef Israel Loyola, quien reinterpreta la gastronomía local con recetas veganas. El Hotel Sin Nombre propone una experiencia única para descubrir Oaxaca. •

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