conferencia_alcalde_abril08

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Una
Estrategia
Compartida
 Conferencia
de
D.
Jerónimo
Saavedra
Acevedo.
Alcalde
de
la
Ciudad
y
Presidente
de
 la
Asociación
Iniciativa
para
la
Reflexión
Estratégica

 Auditórium
Alfredo
Kraus,

9
de
Abril
de
2008.

Buenas
tardes:

 Me
 han
 pedido
 de
 la
 Asociación
 Iniciativa
 para
 la
 Reflexión
 Estratégica
 que
 con
 esta
 conferencia
dé
el
banderazo
de
salida
a
lo
que
hasta
ahora
se
ha
llamado,
en
términos
 genéricos,

Plan
Estratégico
o
Proceso
de
Reflexión
Estratégica
,
y
desde
hoy
queremos
 denominar:
Las
Palmas
de
Gran
Canaria
PROA
2020:
Una
Estrategia
Compartida.
 He
 querido
 que
 el
 título
 de
 esta
 intervención
 sea
 el
 mismo
 lema
 que
 va
 a
 usar
 la
 Asociación,
porque
expresa
de
manera
clara
los
objetivos
que
nos
marcamos
en
su
día
 cuando
la
creamos.
 Aunque
 las
 palabras
 “plan”
 y
 “estratégico”
 siempre
 han
 estado
 asociadas
 en
 este
 contexto,
el
significado
de
cada
una
de
ellas
no
es
intercambiable.
Después
de
décadas
 de
 experiencia,
 actualmente
 se
 ha
 habla
 de
 planes
 estratégicos
 de
 segunda
 generación,
en
ellos
se
da
más
importancia
al
proceso
que
al
plan;
entre
otras
cosas
 porque
en
un
mundo
cada
vez
más
complejo
e
impredecible
la
planificación
pierde
su
 carácter
 rígido
 y
 normativo
 por
 estar
 sujeta
 a
 constantes
 revisiones
 y
 a
 una
 permanente
actualización.
 Preferimos
 hablar,
 por
 tanto
 ,
 de
 estrategia
 entendiendo
 por
 ella
 una
 dinámica
 de
 reflexión
abierta
y
recurrente
que,
si
se
me
permite
la
metáfora
artística,
sería
como
 las
espirales
de
Martín
Chirino
que
giran
una
y
otra
vez
sobre
su
eje
ampliando
su
área
 de
influencia
a
medida
que
avanza
el
tiempo.
 Siguiendo
 con
 este
 argumento
 solo
 quiero
 hacerles
 notar
 el
 uso
 de
 la
 palabra
 estrategia,
 en
 singular.
 No
 hablamos
 de
 múltiples,
 sino
 de
 una,
 porque
 la
 estrategia
 aquí
la
entendemos
como
expresión
de
una
visión
de
la
ciudad
futura,
elegida
entre
 otras
 visiones
 posibles.
 Para
 que
 
 una
 estrategia
 sea
 viable,
 necesita
 ser
 sólida
 en
 su
 formulación,
tener
vocación
de
estabilidad
temporal,
estar
basada
en
la
concertación
y
 el
compromiso,
o
lo
que
es
lo
mismo,
ser
compartida.

 Quiero
detenerme
un
momento
en
las
trasformaciones,
nuevas
formas
y
posibilidades
 del
 Gobierno
 Local.
 Desde
 los
 primeros
 noventa
 en
 el
 mundo
 anglosajón,
 posteriormente
 en
 el
 marco
 de
 la
 construcción
 de
 las
 instituciones
 europeas
 y
 más
 recientemente
en
el
debate
sobre
la
planificación
estratégica
territorial,
han
aparecido
 términos
como
Estado
cooperativo,
gobierno
relacional,
gobierno
red,
o
Gobernanza,

 de
gran
impacto
en
la
ciencia
política
y
la
sociología
de
las
instituciones
y
a
la
vez
de
 gran
 trascendencia
 práctica
 para
 los
 responsables
 de
 las
 instituciones
 de
 ámbito
 territorial.
 Se
ha
dicho
que
vivimos
una
época
en
la
que
el
poder
político
se
encuentra
en
apuros,
 que
la
“política
es
débil
frente
a
la
poderosa
competencia
de
los
flujos
financieros
y
los
 poderes
 mediáticos;
 que
 su
 espacio
 propio
 se
 pierde
 en
 los
 formatos
 inéditos
 de
 la
 globalización
 y
 frente
 a
 la
 exigencias
 particulares
 que
 plantean
 los
 procesos
 de
 1


individualización”.

También
se
afirma
la

situación
actual
se
caracteriza
por
una
gran
 desconfianza
 hacia
 las
 instituciones,
 los
 políticos,
 e
 incluso
 en
 la
 Política
 con
 mayúsculas.
Una
explicación
a
tal
desconfianza

es
que
se
produce
en
un
contexto
de
 ausencia
de
espacios
de
autorreflexión
colectiva

donde
“la
capacidad
de
neutralizar
es
 incomparablemente
 mayor
 que
 la
 de
 configurar”
 y
 “la
 sociedad
 se
 aglutina
 con
 más
 facilidad
en
torno
a
la
indignación
que
a
la
esperanza”.


 Lo
cierto
es
que

en
los
últimos
años
han
proliferado
formas
de
hacer
política
que
han
 dado
primacía
al
espectáculo
respecto
al
contenido,
al
ataque
antes
que
a
la
reflexión,
 a
 la
 crítica
 exacerbada
 antes
 que
 al
 aprendizaje
 de
 los
 propios
 errores.
 En
 definitiva,
 parece
que
se
ha
implantado
un
desprestigio
generalizado
de
las
formas,
como
si
fuera
 posible
 separarlas
 de
 lo
 que
 expresan,
 como
 si
 todo
 fuera
 lícito
 con
 tal
 de
 mantener
 alta
la
moral
de
la
hinchada.


 En

el
ámbito
de
relaciones
entre
las
instituciones
y
los
ciudadanos
se
plantean
nuevas
 formas
de
interacción
que
se
configuran
en
lo
que
se
ha
denominado
Nuevo
Espacio
 Público,
 un
 espació
 que
 nos
 es
 físico,
 que
 abre
 las
 posibilidades
 de
 la
 acción
 comunicativa,
la

deliberación
y
el
debate,
un
espacio
puede
desarrollarse
otra
manera
 de
entender
el
poder
y
de
hacer
la
política
más
relacional
y
cooperativa.
 Como
expresión
de
la
forma
óptima
de
gobierno
en
ese
Nuevo
Espacio
Público,
se
ha
 desarrollado
el
concepto
de
Gobernanza.
Una
manera
de
gobernar
que
surge
,
en
los
 90,
 en
 contraste
 al
 modelo
 propuesto
 en
 los
 años
 80
 y
 denominado
 New
 Public
 Management
(
o
Nueva
Gestión
Pública),
que
expresaba
de
esta
manera
sintética
de
la
 idea
liberal
del
Estado
mínimo.
En
este
modelo
se
proponía
una
imagen
negativa
de
la
 gestión
 pública
 y
 se
 incorporaban
 los
 métodos
 de
 gestión
 característicos
 del
 sector
 privado
basados
en
la
eficacia,
calidad
y
orientación
al
cliente.

 La
 noción
 de
 Gobernanza
 nace
 en
 oposición
 a
 esa
 visión
 y
 pone
 en
 cuestión
 que
 la
 mera
 optimización
 técnica
 de
 la
 gestión
 lleve
 implícita
 la
 mejora
 en
 la
 calidad
 y
 eficiencia
de
la
misma.
En
ese
nuevo
espacio
público
las
relaciones
entre
lo
público
y
lo
 privado
 están
 en
 permanente
 redefinición
 y
 
 es
 necesario
 contar
 con
 un
 marco
 de
 confianza
 y
 cooperación
 superador
 de
 las
 limitaciones
 de
 la
 gestión
 basadas

 exclusivamente

en
principios
de
jerarquía
y
regulación
total.

 Tomando
en
cuenta
ese
marco
general,
opino
que
lo
que
más
nos
puede
interesar
a
 todos
es

la
aplicación
concreta
de
la
noción
de
gobernanza
a
la
realidad
de
la
ciudad.
 La
modernización
de
España
es
sin
duda
la
modernización
de
sus
ciudades.
El
cambio
 económico
 y
 social
 producido
 en
 España
 desde
 la
 década
 de
 los
 80
 ha
 sido
 protagonizado
 por
 las
 ciudades.
 La
 transformación
 de
 las
 ciudades
 españolas,
 y
 el
 importante
papel
que
han
tenido
los
ayuntamientos,
se
debe
en
buena
medida
a
que
 los
 gobiernos
 de
 las
 ciudades
 han
 asumido
 la
 mayoría
 de
 las
 reivindicaciones
 y
 demandas
ciudadanas,
más
allá
de
sus
competencias.

 Es
 evidente
 que
 en
 la
 Administración
 Local
 existe
 una
 contradicción
 entre
 competencias
y

recursos
disponibles,
pero
precisamente
ese
desajuste
es
el


que
ha

 otorgado
 a
 los
 ayuntamientos
 el
 papel
 protagonista
 en
 la
 modernización
 de
 las
 ciudades.
 Hoy,
 los
 gobiernos
 locales
 son
 los
 más
 avanzados
 en
 el
 nuevo
 tipo
 de
 gobierno
que
está
emergiendo:
el
gobierno
relacional.

 2


Creo
 que
 vale
 la
 pena
 detenernos
 un
 momento
 en
 el
 análisis
 de
 
 estos
 hechos.
 Los
 ciudadanos
han
acudido
a
los
gobiernos
locales
democráticos
con
sus
reivindicaciones
 y
demandas.
Éstos,
al
no
disponer
de
los
recursos,
responder
a
través
de
iniciativas
que
 mejoraran
 las
 prestaciones
 municipales.
 Desde
 esta
 perspectiva
 puede
 entenderse
 el
 importante
 papel
 que
 los
 ayuntamientos
 han
 cumplido
 en
 las
 últimas
 décadas.
 Han
 liderado
 propuestas
 como
 los
 planes
 estratégicos
 elaborados
 con
 principales
 actores
 institucionales,
 económicos,
 sociales
 e
 institucionales,
 o
 
 los
 planes
 sectoriales
 de
 bienestar
 social,
 educación,
 deportes
 y
 salud
 o
 las
 agendas
 21,
 en
 el
 área
 del
 medio
 ambiente.
 Entre
 los
 
 instrumentos
 utilizados
 por
 los
 gobiernos
 locales
 los
 planes
 estratégicos
 territoriales
han
sido
de
la
mayor
importancia.
De
hecho,
las
ciudades
que
han
tenido
 una
 mayor
 transformación
 económica
 y
 social
 han
 dispuesto
 de
 un
 Plan
 Estratégico.
 Este
es
el
caso
de:
Barcelona,
Bilbao,
Málaga,
Sevilla,
Valencia
o
Zaragoza.

 La
 planificación
 estratégica
 
 se
 puede
 ocupar
 de
 impulsar
 las
 energías
 colectivas,
 de
 definir
 proyectos,
 o
 de
 ambas
 cuestiones
 a
 la
 vez.
 Pero
 las
 evaluaciones
 sobre
 sus
 resultados
han
puesto
de
relieve
su

mayor
incidencia
en
la
capacidad
de
organización
 y
 acción
 de
 una
 ciudad
 que
 en
 la
 realización
 concreta
 de
 los
 proyectos.
 Este
 es
 un
 punto
 importante
 porque
 convierte
 a
 la
 planificación
 estratégica
 en
 uno
 de
 los
 principales
 instrumentos
 del
 nuevo
 arte
 de
 gobernar
 que
 se
 ha
 denominado
 gobernanza
territorial.

 Gestionar
una
ciudad,

es
por
consiguiente,
gestionar
sus
relaciones,
sus
redes
sociales,
 para
orientarlas
hacia
el
progreso
humano.

 Es
evidente
que

se
trata

de
gestionar
tan
solo
aquellas
relaciones
que
tienen
que
ver
 con
la
construcción
compartida
del
desarrollo
humano,
es
decir:

 •

Por
un
lado,
las
relaciones
con
los
agentes
con
mayor
capacidad
de
transformación
 del
territorio,
ya
sea
por
sus
recursos
y
competencias
o
por
su
legitimación
social.
 En
 este
 grupo
 encontramos
 las
 relaciones
 intergubernamentales,
 con
 otras
 instituciones,
 con
 agentes
 sociales
 y
 profesionales
 y
 las
 relaciones
 con
 el
 sector
 económico
privado.

 Por
 otro,
 las
 relaciones
 destinadas
 a
 articular
 el
 entramado
 social
 y
 fortalecer
 el
 capital
social
del
territorio.
Éstas
incluyen
a
las
entidades
sociales
y
vecinales
y
las
 relaciones
directas
con
los
ciudadanos
entre
periodos
de
elecciones.
 Hemos
 mencionado
 la
 noción
 de
 capital
 social,
 probablemente
 la
 que
 más
 se
 ha
 utilizado
cuando
se
habla
de
gobierno
y
sociedad
civil.

 Con
una
perspectiva
más
amplia,
se
han
identificado
cinco
tipos
de
capitales:
el
capital
 físico,
 el
 económico,
 el
 humano,
 el
 social
 y
 recientemente
 se
 añade
 también
 el
 capital
 ético.
 Creo
 que
 es
 pertinente
 que
 nos
 detengamos
 un
 momento
 en
 su
 explicación.
 Por
 capital
 físico
 se
 entienden
 las
 infraestructuras,
 la
 calidad
 del
 medio
 ambiente,
 la
 configuración
física
del
territorio
y
la
ordenación
del
espacio
urbano.

 El
 capital
 económico
 expresa
 la
 capacidad
 de
 generar
 riqueza,
 producir
 y
 atraer
 inversiones
a
un
territorio
y
mantener
la
competitividad
de
sus
sectores
productivos.
 3


Por
capital
humano
se
entiende
la
formación
de
los
recursos
humanos
y
la
capacidad
 de
emprender
e
innovar
a
partir
de
los
mismos.

 El
 capital
 social
 se
 refiere
 a
 la
 capacidad
 de
 relacionarse
 con
 otros
 ciudadanos,
 promoviendo
la
confianza
y
de
asociarse
para
fines
de
bien
común.

 Por
capital
ético
se
entienden
los
valores
y
actitudes
que
deben
presidir
una
sociedad
 para
que
se
generen
unas
interacciones
intensas
y
de
calidad
entre
la
ciudadanía
y
los
 actores
sociales.
 La
cuestión
central
es
cómo
conseguimos
promover
el
desarrollo
complementario
de
 los
 diferentes
 capitales
 mencionados.
 Creo
 que
 la
 respuesta
 es
 muy
 simple.
 Impulsarlos
implica
capacidad
de
organización
y
la
capacidad
de
organización
depende
 del
liderazgo.
Es
decir,
de
la
existencia
de
un
actor
o
actores
que
asumen
como
tarea
 principal
 incrementar
 las
 capacidades
 sociales
 de
 una
 ciudad
 para
 responder
 a
 los
 retos
 urbanos
 y
 territoriales.
 Que
 el
 Ayuntamiento
 asuma
 este
 liderazgo
 no
 es
 sólo
 deseable,
es
imprescindible.

 Expresado
en
términos
de
capitales
para
el
desarrollo
humano,
habría
añadir
un
nuevo
 capital
 fundamental:
 el
 capital
 político.
 Un
 capital
 político
 que,
 puesto
 al
 servicio
 de
 los
ciudadanos,
es
capaz
de
mejorar
la
capacidad
de
organización
y
acción
e
incidir
en
 el
desarrollo
urbano
y
territorial.

 En
 conclusión,
 el
 ayuntamiento,
 en
 su
 papel
 de
 organizador
 colectivo,
 es
 el
 capital
 político
necesario
para
el
desarrollo
humano
de
una
ciudad.
,
(Pascual,
2007,
)
 Una
vez
planteado
el
papel
que
a
los
ayuntamientos
y
a
los
alcaldes
nos
cabe
cumplir
a
 la
 luz
 de
 este
 nuevo
 enfoque,
 voy,
 en
 este
 tramo
 de
 mi
 intervención,
 a
 hablarles
 de

 como
 vincular
 la
 elaboración
 de
 la
 estrategia
 con
 el
 objetivo
 señalado
 de
 mejorar
 la
 capacidad
de
organización
y
acción
en
nuestra
ciudad.

 Para
 ello
 quiero
 compartir
 
 con
 uds
 mi
 propio
 proceso
 de
 reflexión
 personal
 de
 los
 últimos
meses,
tratando
de
responder
a
varias
preguntas
que
me
he
hecho
y
que
me
 consta
que
alguno
de
uds
también
se
ha
formulado.

Las
cuestiones
son:
 

¿Qué
entendemos

por
estrategia?

¿Cuál
 puede
 ser
 el
 papel
 del
 Ayuntamiento
 y
 de
 otras
 instituciones
 en
 la
 misma?

¿Cuál
el
de
los
actores
económicos,
sociales,
entre
los
que
se
encuentran
uds,
 algunos
de
los
principales
actores
de
la
ciudad?

Las
 respuestas,
 aunque
 no
 simples,
 están
 en
 la
 realidad,
 en
 casos
 concretos
 con
 los
 que
 me
 encuentro
 cada
 día
 y
 que
 me
 hacen
 estar
 cada
 vez
 más
 convencido
 de
 la
 necesidad
 de
 la
 estrategia
 compartida
 para
 conseguir
 la
 solución
 adecuada
 a
 los
 grandes
retos
de
la
ciudad.
 El
primer
caso
que
quiero
comentarles
tiene
que
ver
con
el
Proyecto
Guiniguada.
No
 voy
a
entrar
en
las
características
concretas
del
proyecto
ni
en
sus
antecedentes.
Voy
a
 presentarlo
 como
 un
 punto
 de
 partida,
 como
 una
 
 buena
 ocasión
 para
 la
 reflexión
 sobre
los
contenidos
de
la
estrategia
y
su
relación
con
otros
procesos
de
planificación.

 4


Como
 saben
 el
 actual
 equipo
 de
 gobierno
 ha
 asumido
 el
 proyecto,
 con
 algunas
 modificaciones;
pocos
días
después
de
haberlo
hecho,
en
una
reunión
de
coordinación
 con
 el
 Cabildo
 se
 vuelve
 a
 plantear
 el
 tema
 del
 metro.
 Lo
 cierto
 es
 que
 el
 proyecto
 afecta
a
un
nodo
importante
para
la
ciudad
y
no
contempla
la

posibilidad
de
que
en
su
 día
el
metro
pueda
atravesarlo.
No
quiero
entrar
ahora
en
el
debate
de
si
metro
sí
o
 metro
 no,
 lo
 que
 pretendo
 es
 hacerles
 notar
 la
 diferencia
 que
 existe
 entre
 hacer
 ciudad
a
través
de
proyectos,
por
muy
buenos
que
sean
y
hacer
ciudad
mediante
un
 instrumento
de
orden
superior
que
orienta,
prioriza
y
jerarquiza
los
proyectos.
Hasta
 ahora
en
esta
ciudad
hemos
procedido
así:
se
identifica
una
necesidad
–
más
o
menos
 urgente
–
y
esa
urgencia
se
valora,
a
veces,
más
en
términos
de
oportunidad
política
o
 intereses
 particulares
 que
 en
 función
 de
 la
 importancia
 para
 el
 conjunto
 de
 la
 ciudadanía
o
su
impacto
en
el
futuro.
Después
se
encarga
el
proyecto,
se
presenta,
y
se
 pone
uno
en
marcha
en
busca
de
recursos
de
los
que
no
dispone.

 La
cuestión
es
hasta
dónde
los
proyectos
deben
definir
la
dirección
en
que
la
ciudad
se
 construye,
se
modifica,
se
reforma…
Hasta
dónde
esa
solución
parcial
a
un
problema
 no
 crea
 otros
 o
 impide
 su
 solución
 futura.
 Se
 dirá
 que
 los
 proyectos
 deben
 ser
 coherentes
con
la
norma
urbanística,
y
que
esta
ya
tiene
en
cuenta
las
relaciones
entre
 los
diferentes
sistemas
que
conforman
la
ciudad.
Y
ese
es
precisamente
el
debate:
la
 ordenación
del
espacio
físico
y
los
llamados
sistemas
generales
es
condición
necesaria
 pero
no
es
suficiente
para
integrar
todas
las
variables
que
definen
la
orientación
futura
 de
la
ciudad.
 La
 planificación
 urbanística
 es
 un
 instrumento
 esencial
 en
 la
 gestión,
 pero
 no
 puede
 situarse
 al
 inicio
 del
 proceso
 marcando
 la
 línea
 que
 los
 demás
 instrumentos
 de
 planificación
deben
seguir.
Por
el
contrario,
debe
ser
expresión
de
la
voluntad
política
 definida
en
una
visión
de
la
ciudad
que
tenga
en
cuenta
las
relaciones
entre
el
capital
 físico,
económico,
social,
humano,
natural
y,
por
supuesto,
ético.
El
cambio
de
los
usos
 del
 suelo
 y
 los
 proyectos
 que
 lo
 ordenen
 y
 lo
 cualifiquen
 no
 puede
 ser
 el
 centro
 del
 debate
político.
 Para
 ilustrar
 este
 tema
 voy
 a
 recurrir
 al
 ejemplo
 de
 Sevilla.
 Allí
 el
 Plan
 Estratégico
 definió
 el
 “qué”
 y
 el
 “cuándo”
 del
 modelo
 de
 ciudad
 y
 sus
 principales
 proyectos.
 Posteriormente
 el
 Plan
 General,
 ya
 en
 su
 “Avance”
 definió
 el
 “dónde”
 y
 posteriormente
 avanzó
 en
 los
 criterios
 territoriales
 del
 “cómo”
 que
 luego
 han
 de
 desarrollarse
 en
 los
 proyectos.
 Ambos
 planes
 definen
 el
 modelo
 completo
 de
 ciudad
 tomando
en
consideración
todas
sus
dimensiones:
económica,
social,
de
sostenibilidad
 y
territorial.
El
proceso
de
participación
en
el
plan
estratégico,
el
logro
de
acuerdos
con
 gran
soporte
social
en
temas
clave
para
la
ciudad,
dio
la
posibilidad
al
equipo
redactor
 del
 Plan
 General
 de
 atreverse
 a
 diseñar
 proyectos
 urbanísticos
 y
 de
 reconversión
 de
 espacios
que
de
otro
modo
hubieran
tenido
importantes
déficit
de
legitimación
social.
 Teniendo
 en
 cuenta
 las
 reflexiones
 planteadas
 y
 los
 resultados
 de
 las
 experiencias
 comentadas,
la
conclusión
es
clara:
necesitamos
dotarnos
de
un
marco
referencial
más
 general
 que
 oriente
 la
 planificación
 urbanística
 y
 los
 proyectos
 y
 ese
 marco
 es
 la
 elaboración
de
una
estrategia
compartida.
 Los
 contenidos
 mínimos
 que
 debemos
 alcanzar
 para
 llegar
 a
 ese
 objetivo
 son
 los
 siguientes:
 5


1.‐
Una
estrategia
urbana
debe
definir
el
posicionamiento
de
la
ciudad
en
el
sistema
 de
redes
con
otras
ciudades
y
los
entornos
territoriales
más
próximos.
 Tendremos
que
definirnos
sobre
si
pretendemos
llegar
a
ser
una
área
de
centralidad
 económica,
 logística,
 cultural
 o
 turística,
 o
 una
 determinada
 
 combinación
 de
 ellas,
 sobre
 cómo
 queremos
 relacionarnos
 y
 qué
 papel
 queremos
 jugar
 en
 las
 redes
 de
 ciudades
en
la
que
estamos
integrados
(insular,
regional,
español,
atlántico…).
 Será
 necesaria,
 así
 mismo,
 la
 definición
 de
 los
 criterios
 de
 actuación
 en
 materia
 de
 accesibilidad
externa,
(
puerto
y
aeropuerto).
 2.‐
 Es
 necesaria
 una
 definición
 de
 la
 estructura
 y
 la
 dinámica
 urbana
 interna
 del
 territorio.
 Se
trata
de
establecer
la
opción
sobre
el
crecimiento
urbano
o
no,
tener
en
cuenta
el
 carácter
policéntrico
del
territorio;
se
necesita
una
definición
sobre
los
criterios
para
la
 creación
 y
 utilización
 del
 espacio
 público
 y
 zonas
 verdes,
 sobre
 la
 ordenación
 de
 densidades
 urbanas;
 la
 vertebración
 entre
 la
 ciudad
 alta
 y
 la
 ciudad
 baja;
 sobre
 la
 función
del
centro
histórico
y
del
patrimonio
natural.
 Otro
 
 aspecto
 fundamental
 de
 los
 criterios
 de
 ordenación
 interna
 es
 la
 movilidad:

 establecer
criterios
sobre
la
intermodalidad
,
la
conexión
entre
barrios
y

la
política
de
 aparcamientos.
 Este
 es
 un
 tema
 fundamental
 tanto
 para
 garantizar
 el
 derecho
 a
 la
 movilidad,
como
desde
el
punto
de
vista
del
desarrollo
sostenible.
 3.‐
Hay
que

tomar
una
opción
por
el
desarrollo
económico.
 Es
 imprescindible
 decidir
 sobre
 los
 sectores
 a
 potenciar
 para
 crear
 un
 mayor
 valor
 añadido
en
el
futuro
que

proporcionen
una
mayor
competitividad

y
también
sobre
los
 criterios
de
una
política
de
innovación
y
difusión
tecnológica.
La
especialización
de
los
 recursos
humanos
y

la
relación
ciencia‐tecnología‐empresa
son
también
retos
de
gran
 importancia
en
este
ámbito.
 4.‐
Establecer
un
posicionamiento
sobre
el
desarrollo
social.
 Una
estrategia
debe
tener
clara
su
opción
sobre
la
estructura
social
de
la
ciudad
con
 respecto
 a
 los
 entornos
 próximos,
 y
 en
 especial
 el
 área
 metropolitana;
 sobre
 los
 principales
criterios
de
actuación
de
las
políticas
educativas,
culturales,
deportivas
y
de
 servicios
sociales,
en
especial
respecto
a
las
políticas
de
desarrollo
de
la
comunidad.

Y,
 por
supuesto,
sobre
la
definición
de
los
criterios
de
seguridad
urbana,
en
los
temas
de
 prevención,
protección
y
promoción
o
integración
social.
 5.‐
Realizar
una
apuesta
por
la
sostenibilidad.
 Si
bien
este
es
un
tema
claramente
transversal,
en
el
momento
actual,
la
estrategia
de
 la
 ciudad
 no
 puede
 dejar
 de
 contemplar
 el
 medio
 ambiente
 y
 pronunciarse
 sobre
 la
 prioridad
 de
 dotarse
 
 de
 un
 modelo
 de
 desarrollo
 urbano
 sostenible.
 Este
 pronunciamiento
 debe
 abarcar
 los
 niveles
 mínimos
 de
 contaminación
 atmosférica
 y
 acústica,
 la
 ordenación
 de
 los
 usos
 de
 espacios
 verdes
 y
 naturales,
 la
 recogida
 y
 tratamiento
 de
 residuos
 sólidos,
 la
 producción,
 usos
 y
 calidad
 del
 ciclo
 del
 agua
 y
 la
 educación
ambiental.
 6.‐
Un
pronunciamiento
sobre
los
intangibles
de
la
conciencia
colectiva.
 6


La
 estrategia
 debe
 pronunciarse
 sobre
 los
 valores
 que
 presidirán
 el
 desarrollo
 estratégico.
 A
 partir
 de
 los
 cuales
 existe
 una
 voluntad
 compartida
 de
 impulsar
 las
 relaciones
sociales
que
identifican
a
las
personas
que
habitan
esta
ciudad.
Es
decir,
hay
 que
pronunciarse
sobre
el
capital
ético.
 Tomar
una
opción
sobre
el
capital
social.
Sobre
el
nivel
organizativo
de
la
sociedad
civil
 y

así
como
los
valores
que
la
fundamentan:
confianza,
solidaridad,
tolerancia,
respeto
 al
otro…
 La
ciudad

debe
ocuparse
de
impulsar
el
desarrollo
del
capital
humano,
que
es
entre
 los
aspectos
intangibles,
un
factor
reconocido
como

clave
del
desarrollo
económico
y
 social.

 7.‐
Adoptar
una
visión
sobre
la
calidad
democrática
local.
 Los
espacios
deliberativos
de
la
ciudadanía
tienen
en
la
ciudad
el
lugar
más
apropiado
 para
 desarrollarse.
 En
 este
 sentido
 una
 estrategia
 de
 ciudad
 debe
 pronunciarse
 en
 aspectos
tan
claves
como:
 ‐

Los
 mecanismos
 para
 asegurar
 la
 continuidad
 de
 los
 aspectos
 esenciales
 de
 la
 estrategia
 y
 en
 especial
 de
 los
 proyectos
 estructurantes
 ante
 los
 cambios
 institucionales.

La
 organización
 de
 la
 participación
 ciudadana
 en
 el
 desarrollo
 estratégico
 y
 favorecer
la
responsabilidad
ciudadana
en
la
construcción
del
futuro
de
la
ciudad.

Las
 relaciones
 intermunicipales,
 y
 el
 desarrollo
 del
 gobierno
 multinivel

 (Ayuntamiento,
 Cabildo,
 Gobierno
 de
 Canarias,
 Gobierno
 de
 la
 Nación…)
 para
 asumir
los
retos
estratégicos.

Estos
 son
 los
 aspectos
 más
 sobresalientes
 que
 debe
 cubrir
 la
 visión
 estratégica,
 o
 el
 modelo
 de
 ciudad
 si
 quiere
 llamarse
 así.
 Por
 tanto,
 no
 estamos
 hablando
 de
 una
 definición
 simple
 ni
 de
 un
 eslogan.
 Estamos
 plateándonos
 preguntas
 serias
 y
 pronunciamientos
 de
 calado,
 estamos
 hablando
 de
 lo
 que
 queremos
 ser,
 de
 nuestra
 identidad
colectiva,
de
responsabilizarnos
de
nuestro
futuro.


 Puede
 que
 parezca
 complejo
 e
 inalcanzable
 y
 que
 algunas
 actitudes
 iniciales
 se
 inspiren
 en
 la
 incredulidad
 
 o
 la
 desconfianza.
 Pero
 
 puedo
 asegurarles,
 que
 las
 experiencias
 desarrolladas
 nos
 indican
 que
 una
 formulación
 ajustada
 de
 la
 visión
 estratégica
no
tiene
porqué
ocupar
más
de
unos
cuantos
folios.
Lo
importante
será
no
 tanto
el
resultado,
como
el
proceso
de
su
elaboración
y
comunicación.
 En
este
punto
quiero
poner
sobre
la
mesa
algo
que
ya
se
ha
debatido
en
el
marco
de
la
 Asociación
 y
 que
 seguramente
 a
 muchos
 de
 Uds.
 les
 preocupa.
 Me
 refiero
 a
 la
 existencia
 de
 una
 posible
 contradicción
 entre
 el
 proceso
 de
 elaboración
 de
 la
 estrategia
y
las
necesidades
de
la
gestión
cotidiana.
Se
puede
pensar
en
la
existencia
 de
un
posible
desajuste
entre
los
ritmos
de
la
reflexión
y
la
imperiosa
necesidad
de
dar
 respuestas.
 Este
 es
 un
 debate
 interesante.
 Para
 
 formularlo
 correctamente
 creo
 que
 debemos
hacer
un
esfuerzo
de
imaginación.

 Aunque
 creo
 que
 ya
 ha
 quedado
 claro
 por
 lo
 dicho
 hasta
 ahora,
 nuestra
 forma
 de
 7


abordar
el
proceso
de
reflexión
estratégica
va
mucho
más
allá
de
la
elaboración
de
un
 documento
 riguroso.
 Si
 fuera
 así
 todo
 sería
 más
 sencillo.
 Este
 Alcalde
 recibiría
 el
 documento,
 haríamos
 una
 rueda
 de
 prensa,
 y
 lo
 repartiríamos
 entre
 los
 más
 interesados.
Por
el
contrario,
lo
que
aquí
se
está
planteando
es
la
creación
de
una
gran
 dinámica
 de
 interacción
 social
 con
 un
 propósito
 colectivo,
 algo
 que
 está
 ciudad
 sin
 duda
necesita
desde
hace
años.

 Supongo
que
todos
estaremos
de
acuerdo
en
que,
desde
esa
perspectiva,
los
tiempos
 consumidos
 en
 las
 distintas
 tareas
 de
 la
 construcción
 de
 la
 estrategia
 han
 de
 ser
 los
 adecuados
para
realizarlas
con
rigor.

 La
 pregunta
 es:
 mientras
 tanto
 qué
 hacemos.
 ¿Paralizamos
 los
 proyectos
 o
 introducimos
en
la
dinámica
de
la
elaboración
de
la
estrategia
las
decisiones
cotidianas
 que
tenemos
sobre
la
mesa?
¿Convertimos
el
proceso
de
elaboración
de
la
estrategia
 en
 un
 espacio
 de
 debate
 político
 alternativo
 o
 complementario
 a
 la
 propia
 gestión
 municipal?
Evidentemente,
ni
una
opción
ni
la
otra
son
recomendables.
 Hay
otra
forma
de
plantear
la
cuestión.
La
propia
de
lo
que
hemos
llamado
gobierno
 relacional.
 

La
toma
de
decisiones
sobre

todos
los
aspectos
de
la
gestión
es
una
obligación
 de
 la
 corporación
 municipal
 y
 del
 resto
 de
 los
 actores
 institucionales
 que
 operan
en
nuestra
ciudad.
Nadie
puede
esperar
a
la
definición
de
la
estrategia
 para
 hacer
 su
 trabajo
 y
 no
 seré
 yo
 el
 que
 cuestione
 las
 competencias
 y
 obligaciones
 del
 poder
 político
 representativo.
 Sin
 embargo,
 hay
 formas
 y
 formas
de
tomar
decisiones.
Y
hay
decisiones
y
decisiones.

Igual
 que
 en
 los
 planes
 estratégicos
 se
 habla
 de
 proyectos
 estructurantes,
 aquellos
 que
 por
 su
 trascendencia,
 transversalidad
 o
 impacto
 sobre
 el
 territorio
 pueden
 impulsar
 el
 desarrollo
 futuro
 en
 una
 dirección
 u
 otra,
 también
puede
haber
proyectos
desectructurantes;

serían
los
que
por
carecer
 de
 un
 análisis
 de
 los
 impactos
 que
 puedan
 causar
 en
 otros
 sistemas,
 de
 sus
 costes
sociales
o
ambientales
o
de
una
inadecuada
estimación
de
los
recursos
 económicos
que
requieren
pueden
ser
perjudiciales.

Opino,
 por
 tanto,
 que
 entre
 las
 responsabilidades
 de
 gestores
 públicos
 nos
 cabe
la
de
estar
vigilantes
sobre
los
impactos
de
los
proyectos
que
impulsamos
 y
 sobre
 la
 necesaria
 integración
 de
 los
 mismos
 con
 las
 demás
 áreas
 de
 actuación.
 Sería
 deseable
 que
 tomáramos
 en
 consideración
 los
 aspectos
 estratégicos
 de
 nuestras
 decisiones
 aún
 en
 el
 caso
 de
 ausencia
 de
 una
 estrategia
claramente
definida.

Por
 otra
 parte,
 los
 responsables
 de
 impulsar
 la
 visión
 estratégica,
 deben
 entender
 que
 entre
 sus
 responsabilidades
 está
 la
 de
 tener
 en
 cuenta
 y
 evaluar
adecuadamente
las
propuestas
y
proyectos
que
surgen
de
la
sociedad
 y
de
manera
primordial
los
que
se
impulsan
desde
las
instituciones.

Para
 acabar
 quiero
 entrar
 en
 el
 debate
 sobre
 si
 para
 impulsar
 la
 estrategia
 es
 imprescindible
 o
 no
 contar
 con
 un
 proyecto
 movilizador
 que
 funcione
 como
 locomotora
 de
 la
 estrategia
 en
 su
 conjunto
 o
 de
 alguno
 de
 los
 ejes
 en
 que
 esta
 se
 concrete.
 8


Se
ha
hablado
mucho
del
efecto
Guggenheim
en
Bilbao,
del
papel
de
las
olimpiadas
en
 la
redefinición
de
la
trama
urbana
de
la
ciudad
de
Barcelona,
o
del
impacto
positivo
o
 negativo
de
la
Expo
92

para
Sevilla.
Quiero
plantear
este
tema
desde
la
perspectiva
de
 si
los
grandes
proyectos
en
si
mismos
tienen
un
efecto
dinamizador
o
si
lo
que
les
da
 sentido
es
su
integración
en
una
estrategia.

 Una
 de
 las
 tareas
 de
 los
 grupos
 de
 trabajo
 que
 tengan
 lugar
 en
 la
 fase
 que
 hemos
 denominado
 La
 Ciudad
 que
 Queremos,
 será
 la
 de
 evaluar
 los
 proyectos
 que
 se
 consideren
más
importantes
para
movilizar
los
distintos
sectores
económicos

y
para
 conseguir
 la
 movilización
 de
 las
 energía
 creativas
 de
 la
 ciudad.
 Y
 sIn
 referirme
 a
 ninguno
en
concreto,
alguno
de
ellos
puede
tener
el
efecto
de
arrastre
y
dinamización
 que
la
ciudad
necesita.
 En
línea
con
lo
que
les
he
comentado
hace
un
momento
me
ha
llegado
la
iniciativa
de
 un
 grupo
 de
 personas
 del
 mundo
 de
 la
 cultura
 que
 está
 
 promoviendo
 la
 idea
 de
 proponer
a
nuestra
ciudad
como
candidata
a
Capital
Europea
de
la
Cultura
para
2016
 que
es
cuando
le
toca
de
nuevo
a
una
ciudad
española.
 Esa
idea
está
en
nuestro
programa
electoral
y
fue
valorada
en
su
momento
como
una
 interesante
 oportunidad.
 La
 planteo
 ahora
 desde
 una
 
 perspectiva
 más
 orientada
 a
 analizar
 su
 posible
 impacto
 en
 otros
 aspectos
 de
 la
 actividad
 de
 la
 ciudad
 y
 para
 ejemplificar
como
podríamos
articular
un
espacio
de
relación
entre
la
iniciativa
privada
 y
pública
en
torno
a
este

proyecto
concreto.
 Preparar
 la
 candidatura
 no
 es
 tarea
 fácil,
 no
 queda
 mucho
 tiempo:
 tenemos
 hasta
 finales
de
2009,
para
presentar
la
candidatura;
después

diez
meses
más
para
las
líneas
 generales
 del
 programa
 que
 querríamos
 llevar
 a
 cabo
 durante
 el
 año
 2016.
 Hay
 ya
 quince
 ciudades
 españolas
 que
 han
 presentado
 su
 candidatura,
 algunas
 de
 ellas
 lo
 decidieron
 desde
 2002.
 Dicho
 esto,
 he
 estado
 reflexionando
 en
 estos
 días
 en
 la
 oportunidad
de
presentar
en
esta
Conferencia
la
idea
de
preparar
nuestra
candidatura
 y
les
voy
a
hacer
participes
de
mis
consideraciones.
 En
 primer
 lugar,
 hay
 que
 reparar
 en
 cual
 es
 nuestro
 perfil
 distintivo
 respecto
 a
 otras
 ciudades
 españolas,
 cuales
 son
 nuestras
 singularidades
 culturales,
 las
 que
 pueden
 diferenciarnos
de
las
demás.
No
cabe
duda
que
Las
Palmas
de
Gran
Canaria

tiene
hoy
 una
oferta
cultural
de
calidad
en
la
que
prácticamente
cada
día
se
realizan
actividades
 de
ese
tipo.
En
la
actualidad
existen
infraestructuras
culturales
de
rango
internacional
 como
 el
 Teatro
 Pérez
 Galdós,
 este
 mismo
 Auditorio
 y
 otros
 muchos
 espacios.
 Sin
 embargo
 aún
 nos
 queda
 pendiente
 la
 construcción
 de
 grandes
 infraestructuras
 que
 permitan
 albergar
 los
 espectáculos
 masivos
 en
 condiciones
 de
 seguridad,
 sin
 entorpecer
otros
usos
y
sin
molestias
permanentes
a
los
vecinos.
 En
segundo
lugar,
la
capitalidad
cultural
es
un
reto
para
el
sector
turístico

de
la
ciudad.
 Pensando
en
los
actuales
niveles
de
la
oferta
alojativa
tengo
dudas
de
si
sería
posible
 cumplir
 con
 los
 requerimientos
 de
 un
 acontecimiento
 que
 puede
 atraer
 a
 tantos
 visitantes.
En
estos
días,
he
pensado
en
que
todo
tiene
un
periodo
de
maduración
y
lo
 que
 aparentemente
 no
 tiene
 relación
 alguna,
 de
 forma
 súbita
 se
 articula
 y
 
 se
 nos
 presenta
con
una
nueva
dimensión
práctica
y
estimulante.
Lo
comento
en
relación
con
 el
 cambio
 de
 usos
 de
 las
 infraestructuras
 de
 la
 Institución
 Ferial
 y
 la
 posibilidad
 de
 ordenar
las
parcelas
que
están
a
continuación
de
este
Auditorio
como
espacio
para
un
 9


complejo
 formado
 por
 un
 palacio
 de
 congresos,
 hotel
 de
 cinco
 estrellas
 y
 otras
 infraestructuras.
Se
daría
continuidad
a
ese
espacio
que
transcurre
bajo
el
puente
del
 Rincón
y

se
podría
rematar
la
oferta
de
equipamientos
de
servicios
y
culturales
con
un
 Parque
de
la
Música
en
su
sentido
más
amplio.
 Si
 planteamos
 la
 candidatura
 de
 la
 ciudad
 a
 Capital
 Europea
 como
 una
 gran
 oportunidad
para
definir
un
posicionamiento
claro
de
la
ciudad
respecto
a
un
tipo
de
 turismo
urbano
cultural
y
de
congresos,
a
una
industria
cultural
viable
y
que
comparta
 espacio
con
la
programación
pública;
si
vemos
oportunidades
reales
en
aprovechar
la
 ventaja
 de
 nuestra
 situación
 respecto
 al
 continente
 africano
 y
 convertimos
 a
 Las
 Palmas
 de
 Gran
 Canaria
 en
 un
 espacio
 de
 producción
 y
 desarrollo
 de
 proyectos
 culturales
y
educativos
que
tengan
como
referencia
la
cooperación
con
el
continente
 cercano;
si
recuperamos
nuestros
antiguos
vínculos
con
Latinoamérica
llenándolos
de
 un
nuevo
sentido
en
la
era
de
las
telecomunicaciones;

si
repensamos
la
ciudad
y
nos
la
 imaginamos
con
un
nuevo
tejido
económico
más
innovador.
Sin
duda,
esta
propuesta
 u
otra
enmarcada
en
la
visión
de
la
ciudad
que
definamos
puede
ser
una
oportunidad,
 un
 estimulo,
 para
 la
 
 difusión
 de
 nuevos
 valores
 de
 ciudad
 abierta
 de
 vocación
 intercultural,
nuestra
redefinición
como
ciudad,
sin
dejar
de
ser
los
que
siempre
hemos
 sido.
 Detrás
 de
 este
 reto
 hay
 muchas
 posibilidades,
 algunas
 de
 ellas
 ni
 siquiera
 las
 he
 mencionado.
Pero
la
más
interesante
de
todas
es
la
oportunidad
de
crear
un
espacio
 de
 interrelación
 entre
 las
 administraciones,
 el
 sector
 privado
 y
 los
 agentes
 culturales
 con
la
meta
de
crear
un
marco
de
dinamización
económica,
social
y
cultural.
Por
todo
 ello,
estoy
en
disposición
de
comprometerme
en
liderar
esta
iniciativa,
como
forma
 de
 impulsar
 un
 nuevo
 espacio
 público
 de
 cooperación
 para
 conseguir
 poner
 en
 marcha
 un
 marco
 ilusionante
 y
 realista
 para
 el
 futuro
 de
 nuestra
 ciudad.

 En
línea
con
lo
que
he
venido
afirmando
esta
tarde,
esta
iniciativa
no
podrá
separase
 de
la
elaboración
de
la
estrategia
para
el
conjunto
de
la
ciudad.

Lo
importante
es
crear
 ese
 espacio
 de
 cooperación,
 apostar
 por
 una
 utopía
 razonable
 que
 nos
 movilice
 y
 asumir
 que
 somos
 capaces
 de
 alcanzarla.
 Si
 es
 
 así
 ganaremos
 siempre,
 con
 independencia
de
que
consigamos
o
no
la
condición
de
Ciudad
Cultural
Europea
para
 el
2016.
 Antes
de
finalizar
quiero
aprovechar
esta
oportunidad
para
anunciar
que
a
finales
de
 junio
 celebraremos
 la
 1ª
 Conferencia
 Estratégica,
 primer
 gran
 hito
 de
 reflexión
 colectiva
 sobre
 la
 
 Ciudad
 que
 Tenemos,
 en
 el
 que
 esperamos
 contar
 con
 la
 participación
y
las
aportaciones
de
todos
los
actores
de
la
ciudad.
 Con
 este
 último
 comentario
 quiero
 dar
 por
 concluida
 esta
 intervención,
 rogándoles

 que
reflexionen
sobre
la
importancia
que
puede
tener
este
proceso
de
elaboración
de
 una
 estrategia
 compartida
 para
 el
 presente
 y
 el
 futuro
 de
 la
 ciudad
 y
 que
 aporten
 todo
 su
 entusiasmo
 y
 compromiso
 como
 miembros
 activos
 de
 esta
 comunidad
 en
 hacerla
una
realidad.

 
 Muchas
gracias.
 10


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