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Entrevista

Entrevista

La rebelión del retail…… o el Meta…. ¿Qué?

1992. ¿Recuerdan? Hasta el otoño de aquel año, la sociedad española estuvo de fiesta.

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El embrujo de Sevilla, la buena organización de Barcelona. Expo y Olimpiadas. Dos acontecimientos que llenaron las dos ciudades de festejos, obras, turistas y de alegría a lo grande. Nadie, o muy pocos, tuvieron la previsión de entender que después de la tempestad viene la calma. Después de la fiesta viene la resaca.

Desde el otoño del 92 hasta pasados varios años, una fuerte crisis asoló nuestra economía. Cicatrices que tardaron mucho en desaparecer y de la frase “los fastos nos han puesto en el mapa” a una depresión que casi nos borra del mismo. Todo ello dejó sin conocimiento un hecho que pasó desapercibido. En este año del 92 se publica la novela Snow crash. En la misma se escribe, por primera vez, el termino Metaverso. Casi treinta años más tarde, la definición, el concepto es de rabiosa vigencia. Pero su autor, Neal Stephenson, no solo se conformó con el citado termino, acuñó y le añadió el de Avatar.

No es de extrañar que, en 1992, la novela pasara algo desapercibida, básicamente en España. ¡No estábamos para metaversos ni avatares! Las empresas con poder pagar y los empleados en poder cobrar, a final de mes ya bailaban de alegría.

Empecé mi billete titulándolo con “la rebelión del retail” y creo que este inicio es correcto.

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Billete

La apuesta de los tiburones, que ustedes ya conocen, por esta nueva realidad – el Meta- es indiscutible. El negocio para ellos también. De momento un software. Luego, veremos.

¿En qué puede beneficiarse el establecimiento de óptica, el retail de todo ello? Pues quizás para algunos no solo sea la supervivencia, sino una forma de obtener ganancias que, con la manera tradicional de comerciar, lo tendrán mucho más crudo.

¿Un ejemplo? Empecemos. Un avatar se introduce en nuestra óptica virtual. Mira monturas, se pasea por delante de los plafones con cientos de artículos. Fisgonea, husmea y finalmente coge varias monturas y se las lleva al probador virtual.

Antes consulta alguna cosilla con nuestro avatar vendedor. Sale del probador, se sienta en un cómodo sillón y delante una máquina que le escanea sus ojos y le reconoce e interpreta sus carencias visuales. Nuestro avatar cliente le entrega a nuestro avatar robot su montura seleccionada y este introduce la montura en la máquina misteriosa. Minutos más tarde, la maquina vomita unas oftálmicas ya montadas en la montura seleccionada y nuestro avatar robot toma nota de la dirección a la que tiene que remitir el producto final. El avatar paciente/cliente se dirige a ¡¡¡Caja!!! Naturalmente paga con criptomonedas. Poco más tarde llega al domicilio -domicilio esta vez real- de nuestro cliente/paciente lo adquirido en nuestra óptica virtual.

Es por supuesto un esbozo. Una idea. Una ensoñación pero mucho más cerca de Julio Verne que de Nostradamus, no me lo tomen al pie de la letra. Pero, rápido, rápido ¡organícense, mis queridos ópticos!

Saben aquella manoseada frase del futuro es hoy, sí: pues bien, no es cierta. El futuro empezó hace tiempo.

José Martín, Director jm@astoriaediciones.es

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