2012 YURY Milena Caballero González Fundación Universitaria Los Libertadores: 30 años de compromiso y calidad al servicio de los colombianos
DISCUSIONES Y DEBATES
Alberto Carvajalino Slaghekke La construcción del paisaje y los bienes comunes: estudio del caso de la Bahía de Santa Marta Gustavo Octavio García Rodríguez La violencia: de la polisemia del discurso a la contundencia de la realidad Alexander Ávila Martínez Wittgenstein, una perspectiva para el análisis filosófico desde la teoría de los juegos del lenguaje Sergio Ángel Baquero Hacia una comprensión de la retórica judicial desde la perspectiva aristotélica Antonio José Rivadeneira VARGAS Identidad, cultura y patrimonio, condiciones actuales del saber científico Miguel Olimpo Moreno Lugo José Pedro Varela: masonería e ideales libertarios en educación Manuel Leonardo Prada Rodríguez Relación de contraste entre el pensamiento andino y la modernidad
5 ISSN 2011-3501 Enero / 2012
Carlos Augusto Corredor Ramírez El positivismo en el discurso de Camacho Roldán
Enero
DOCUMENTOS INSTITUCIONALES
Carlos Augusto Corredor Ramírez Dory Luz González Hernández Jenny Alexandra Jiménez Medina Estructuración y dislocación del sujeto Un acercamiento a su transformación identitaria
REFLEXIONES LIBERTADORAS
Stella Poveda Torres La Fundación Universitaria Los Libertadores en el panorama de la educación superior en Colombia
IN MEMORIAM
Edwin Armando Barrientos Rey Carolina Rodríguez Rodríguez: El laberinto del lenguaje Aporte para una teoría general del lenguaje Carlos Augusto Corredor Ramírez Bernardo Hoyos Pérez: El maestro de la cultura
DOCUMENTOS HISTÓRICOS
Santander: por la Patria, la Libertad y la Justicia Carta de Antonio Nariño al General Simón Bolívar Discurso de Angostura Mensaje a la Convención de Ocaña. A los representantes del pueblo, en la Convención Nacional Bolívar encomienda a Santander la Vicepresidencia de la Nueva Granada
REVISTA DEL DEPARTAMENTO DE FORMACIÓN HUMANA Y SOCIAL
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Dialéctica Libertadora
Bogotá D.C. Colombia
Número 5
pp. 224
Enero
2012
ISSN 2011-3501
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REVISTA DEL DEPARTAMENTO DE FORMACIÓN HUMANA Y SOCIAL
Dialéctica Libertadora
Bogotá D.C. Colombia
Número 5
pp. 224
Enero
2012
ISSN 2011-3501
DIALÉCTICA LIBERTADORA No. 5 Revista del Departamento de Formación Humana y Social Bogotá, Colombia ISSN 2011 – 3501 Enero, 2012 Periodicidad anual
DIRECTIVOS Hernán Linares Ángel Presidente del Claustro Sonia Arciniegas Betancourt Rectora
COMITÉ EDITORIAL
Álvaro Velásquez Caicedo Vicerrector Académico Emma Beatriz Montero Corredor Vicerrectora de Educación Virtual y a Distancia Carlos Alberto Correa Gregory Vicerrector Administrativo
Alejandro Pachajoa Londoño Dory Luz González Hernández Jenny Alexandra Jiménez Medina Yury Milena Caballero González Carlos Augusto Corredor Ramírez Stella Poveda Torres Pedro Bellón Amado
COMITÉ CIENTÍFICO
Paula Lucía Arévalo Mutiz Dirección de Investigación (e)
Dr. Dukeiro de Jesús Amaya Ruíz Dr. Alberto Carvajalino Slaghekke Dra. Carolina Delgado Sahagún Dr. Javier Ocampo López Dr. Edgar Alfonso Ramírez Pinzón
CORRECCIÓN DE ESTILO Camilo Andrés Cuéllar Mejía TRADUCCIÓN Fabián Gonzalo Pérez Gallego CONCEPTO DE DISEÑO Centro de Producción Editorial DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN Flor De Lis Beltrán Acosta FOTOGRAFÍA Natalia La Rotta Lovich
Universidad Santo Tomás Fundación Universitaria Los Libertadores Universidad de Salamanca, España Universidad Pedagógica y Tecnológica de Tunja Universidad Distrital Francisco José de Caldas
ARTICULISTAS INVITADOS
Imagen de cubierta: Fundación Universitaria Los Libertadores, Edificio Nariño Compra, canje o suscripción Departamento de Formación Humana y Social Carrera 16 No. 63A - 68 Edificio Administrativo. Cuarto Piso. Oficina 404 Teléfonos: (57-1) 254 47 78 y (57-1) 254 47 50. Ext. 3581 /82 /83 Correo electrónico: dialecticali@libertadores.edu.co Valor $10.000 El contenido de los artículos es responsabilidad exclusiva de los autores y no compromete la opinión de la Institución.
Alexander Ávila Martínez Sergio Ángel Baquero Edwin Armando Barrientos Rey Gustavo Octavio García Rodríguez Miguel Olimpo Moreno Lugo Manuel Leonardo Prada Rodríguez Antonio José Rivadeneira Vargas
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Universidad Cooperativa de Colombia Universidad Sergio Arboleda Universidad Santo Tomás Corporación Universitaria Republicana Universidad Santo Tomás Universidad La Gran Colombia Academia de la Historia y de la Lengua
PARES EVALUADORES Leonardo Guillermo Moreno Álvarez Indira Chaparro Salamanca Chris Aleidy González Hernández Oscar Mauricio Granados Erazo Oswaldo Linares Guerra Catalina Jiménez Jiménez Miguel Olimpo Moreno Lugo Antonio José Rivadeneira Vargas
Los documentos de esta publicación pueden ser reproducidos total o parcialmente, siempre y cuando sean utilizados con fines académicos y se cite la fuente.
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Director Editora Coeditora Fundación Universitaria Los Libertadores Fundación Universitaria Los Libertadores Fundación Universitaria Los Libertadores Centro de Producción Editorial
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Universidad Nacional de Colombia Universidad Santo Tomás Corporación Universitaria Republicana Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano Universidad Santo Tomás Universidad Externado de Colombia Universidad Santo Tomás Universidad Nacional de Colombia
CONTENIDO CONTENT
Política editorial (pp. 215 - 218)
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DOCUMENTOS INSTITUCIONALES
Yury Milena Caballero González
Fundación Universitaria Los Libertadores: 30 años de compromiso y calidad al servicio de los colombianos
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Alberto Carvajalino Slaghekke
La construcción del paisaje y los bienes comunes: estudio del caso de la Bahía de Santa Marta
Gustavo Octavio García Rodríguez
La violencia: de la polisemia del discurso a la contundencia de la realidad
Alexander Ávila Martínez
Wittgenstein, una perspectiva para el análisis filosófico desde la teoría de los juegos del lenguaje
Sergio Ángel Baquero
Hacia una comprensión de la retórica judicial desde la perspectiva aristotélica
Antonio José Rivadeneira Vargas
Identidad, cultura y patrimonio, condiciones actuales del saber científico
Miguel Olimpo Moreno Lugo
José Pedro Varela: ideales masónicos en la reforma a la educación uruguaya decimonónica
Manuel Leonardo Prada Rodríguez
Relación de contraste entre el pensamiento andino y la Modernidad
Carlos Augusto Corredor Ramírez
El positivismo en el discurso de Camacho Roldán
DISCUSIONES Y DEBATES
Carlos Augusto Corredor Ramírez Dory Luz González Hernández Jenny Alexandra Jiménez Medina
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Estructuración y dislocación del sujeto. Un acercamiento a su transformación identitaria
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DOCUMENTOS HISTÓRICOS
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Stella Poveda Torres
La Fundación Universitaria Los Libertadores en el panorama de la educación superior en Colombia
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REFLEXIONES LIBERTADORAS
Edwin Armando Barrientos Rey
Carolina Rodríguez Rodríguez: el laberinto del lenguaje. Aporte para una teoría general del lenguaje
Carlos Augusto Corredor Ramírez
Bernardo Hoyos Pérez: el adiós al maestro de la cultura
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Santander: por la Patria, la Libertad y la Justicia
179 - 179
Carta de Antonio Nariño al General Simón Bolívar
181 - 182
Discurso de Angostura. Simón Bolívar
185 - 198
Mensaje a la Convención de Ocaña. A los representantes del pueblo, en la Convención Nacional
201 - 209
Bolívar encomienda a Santander la Vicepresidencia de la Nueva Granada
211 - 211
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IN MEMORIAM
Yury Milena Caballero González
INSTITUTIONAL DOCUMENTS
Fundación Universitaria Los Libertadores: 30 years of commitment and quality at the service of colombians
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Alberto Carvajalino Slaghekke
The construction of landscape and common goods: Case Study of the Bay of Santa Marta
Gustavo Octavio García Rodríguez
Violence: Going from the polysemy of the discourse to the strength of reality
Alexander Ávila Martínez
Wittgenstein, a perspective for the philosophical analysis based on the language games theory
Sergio Ángel Baquero
Towards an understanding of judicial rhetoric from the Aristotelian Perspective
Antonio José Rivadeneira Vargas
75 - 80
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Manuel Leonardo Prada Rodríguez
101 - 120
Carlos Augusto Corredor Ramírez
123 - 128
Carlos Augusto Corredor Ramírez Dory Luz González Hernández Jenny Alexandra Jiménez Medina
Building and dislocation of the subject, an approach to its identity transformation
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Miguel Olimpo Moreno Lugo
Positivism in Camacho Roldan´s discourse
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43 - 61
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Relation of the contrast between andean thinking and Modernity
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Identity, Culture and Heritage, Current Conditions of Scientific Knowledge
José Pedro Varela: Masonic ideals in the Uruguayan education reform of the nineteenth century
DISCUSSIONS AND DEBATES
19 - 23
Enero / 2012
131 - 146
153 - 155
161 - 166 171 - 172
Stella Poveda Torres
Fundación Universitaria Los Libertadores within the perspective of higher education in Colombia
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IN MEMORIAM
Edwin Armando Barrientos Rey
Carolina Rodríguez Rodríguez: the language labyrinth. Contribution to a general language theory
Carlos Augusto Corredor Ramírez
Bernardo Hoyos Pérez: A goodbye to the master of culture
Santander: For the homeland, freedom and justice
179 - 179
Antonio Nariño`s letter to General Simón Bolívar
181 - 182
Angostura Address to Simón Bolívar
185 - 198
Message to the convention of Ocaña to the people`s representatives in the National Convention
HISTORICAL DOCUMENTS
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REFLECTIONS OF THE FOUNDERS
Bolívar entrusts the vicepresidency of New Granada to Santander
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Editorial Policy (pp. 215 - 218)
PR E S E N TA C IÓN P R E S E N T AT I O N
En el marco de la celebración de los 30 años de la Fundación Universitaria Los Libertadores, el Departamento de Formación Humana y Social, en la edición 5 de la revista Dialéctica Libertadora, rinde un sentido y profundo homenaje a esta institución por su liderazgo en educación superior ante los desafíos y retos que en tres décadas ha enfrentado con contundencia, altura, decisión y sobre todo con fidelidad a los ideales de los Libertadores. La revista Dialéctica Libertadora en la edición número 5 fortalece el espíritu reflexivo, crítico y de manera especial, expresa un optimismo realista de cara a las nuevas situaciones que la nación entera comienza a experimentar. Así, con un selecto equipo que conforma el Comité Científico se procura, con altura académica, analizar a profundidad los temas más relevantes en el área de las humanidades. Desde cada una de sus disciplinas y especialidades, el Comité Científico apoya el ejercicio de construcción de las reflexiones que visibilizan el
estado actual tanto de las ciencias humanas y sociales como de sus objetos de estudio. De otro lado, esta edición cuenta con el trabajo de un variado grupo de académicos que proceden de instituciones de educación superior como la Universidad Santo Tomás, Universidad Cooperativa de Colombia, Universidad Antonio Nariño, Corporación Universitaria Republicana y la prestigiosa Academia de Historia y de la Lengua de Colombia, cuyos trabajos han nutrido la reflexión sobre los diversos temas de las humanidades. Con el arbitraje realizado por pares evaluadores que representan a universidades como la Nacional de Colombia, la Corporación Universitaria Republicana, Jorge Tadeo Lozano, Santo Tomás y Externado de Colombia. Con este concurso de académicos se pretende editar un número de la revista Dialéctica Libertadora capaz de dar razón de los principales temas humanísticos en el contexto de los 30 años de la Fundación Universitaria Los Libertadores.
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De igual modo, el Comité Editorial de la revista Dialéctica Libertadora conformado por el equipo de trabajo del Departamento de Formación Humana y Social, apunta a altos estándares de calidad que logren perfeccionar esta publicación tanto en su estructura interna como en cada uno de sus artículos, en forma y en contenido, pero fundamentalmente como una publicación capaz de dar razón humanística en los ámbitos sociales, políticos, históricos, económicos, culturales, estéticos y éticos de las ciencias humanas y sociales. En este sentido, la edición número 5 de la revista Dialéctica Libertadora rescata la estructura original presentada en los primeros tres números de la publicación, con un fortalecido espíritu académico y literario, profundizando en su estructura orgánica. La revista se estructura en cinco secciones en las cuales se despliegan trece artículos, a lo que se suma la separata con los documentos históricos. En la sección Documentos institucionales se evocan los inicios y trayectoria de la Fundación Universitaria Los Libertadores, su compromiso en los 30 años que lleva de vida y a la vez, su proyección en el futuro. En la sección Discusiones y debates se plantean problemáticas en torno a la educación y pedagogía, historia y memoria con una perspectiva antropológica y de coyuntura. Se realiza un
recorrido muy interesante entre el ayer y el hoy, en Colombia y en el mundo, con reflexiones locales y globales. Así, esta sección aborda problemáticas filosóficas y de realidades vigentes que tienen bastante impacto en la comunidad académica e investigativa en las ciencias sociales y humanas. En la nueva sección titulada Reflexiones libertadoras, se aborda el panorama de la educación superior en Colombia y el lugar de nuestra institución en este. En In memoriam recordamos a dos grandes de la cultura y de la filosofía en Colombia: al maestro Bernardo Hoyos y a quien fue miembro del Comité Científico de la revista Dialéctica Libertadora en el número 4, la doctora Carolina Rodríguez Rodríguez. Se cierra esta edición con la sección Documentos históricos, una separata que pretende rescatar la obra de los próceres de la independencia. Por último, la revista Dialéctica Libertadora siempre ha pretendido como su misión fundamental servir de mediación académica o pedagógica dentro del quehacer del docente. Por ello, invito para que sea utilizada con los estudiantes, pues en definitiva, el Proyecto Educativo Institucional Libertadores, a la vez que se centra en el estudiante, tiene un enfoque educativo humanístico y holístico, elementos que bien se despliegan en la revista Dialéctica Libertadora. Julio César Murcia Padilla Docente del Departamento de Formación Humana y Social
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EDITORIAL EDITORIAL
MCMLXXXII (1982) Podríamos enumerar cientos de acontecimientos importantes que ocurrieron en 1982, tanto a nivel mundial como nacional. Para el primer caso es posible resaltar desde el lanzamiento de la estación espacial MIR por parte de la URSS, la toma de las Islas Malvinas por parte de las Fuerzas Armadas de Argentina, la incorporación de España a la OTAN, la publicación de la primera novela de Isabel Allende –La Casa de los Espíritus–, el inicio de la comercialización del disco compacto y la entrega del premio Nobel de Literatura a Gabriel García Márquez. Para el caso colombiano, podríamos señalar desde la elección presidencial del Dr. Belisario Betancur, el auge guerrillero de los grupos al margen de la ley y el apogeo del narcotráfico, la expedición de la Ley 35 “Por la cual se decreta la amnistía y se dictan normas tendientes al restablecimiento y preservación de la paz”, en donde se otorgaba la amnistía a los autores, cómplices o encubridores de hechos constitutivos de delitos políticos cometidos con anterioridad, hasta la intervención por parte del Estado de la Financiera Furatena como inicio a la crisis financiera colombiana.
Para el sector educativo uno de los hechos más importantes y que atañe a nuestra comunidad académica, es el ocurrido el 14 de mayo de 1982, día en el cual se suscribió el acta de constitución de la Fundación Universitaria Los Libertadores y se estructuró el primer Consejo Directivo Provisional, donde el pensamiento de los próceres de la Independencia como Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander y Antonio Nariño, constituyó el fundamento del pensamiento de nuestra institución, plasmado en los valores de libertad, orden y justicia social. Mediante la Resolución 7542 del mismo año se otorga la personería jurídica a la institución por parte del Ministerio de Educación Nacional, y se inicia la construcción de los programas académicos, los cuales a la fecha son dieciocho (18) ofertados por siete (7) facultades, cuyo común denominador es la apuesta que ha hecho la Fundación por el logro de la formación integral de sus estudiantes desde lo profesional y lo ciudadano. Han pasado 30 años desde que los fundadores de la Institución establecieron la formación integral como el pilar funda-
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mental de la misión que se materializa en el Proyecto Educativo Institucional Libertador (PEIL) donde:
…la intencionalidad de la actividad universitaria que orienta sus esfuerzos en la construcción de sujetos entendidos como totalidades en sus múltiples dimensiones: ética, moral, estética, social, política, física, artística, intelectual, cultural, religiosa, productiva, con capacidades y potencialidades como ser humano para incidir de manera crítica y dinámica en la transformación de sí mismo, del devenir histórico y de la sociedad, con libertad y autonomía para construir su propio proyecto de vida, abierto y partícipe en la búsqueda de soluciones cambiantes para la comunidad en la cual está inmerso (PEIL, 2008, p. 9). Durante estos años la institución ha trabajado interesantemente en la creación y establecimiento de la Identidad Libertadora en su comunidad académica, la creación de un sello característico que permita distinguir la formación integral como fundamento de nuestro currículo y evidenciado en las acciones pedagógicas en el aula de clase. Clara consecuencia de lo anterior es la creación de un espacio académico trasversal denominado Cátedra Libertadora que da cuenta de la misión de “formar integralmente profesionales y ciudadanos críticos con amplio sentido de lo social, ético, estético y político; competentes, investigativos, innovadores y con espíritu emprendedor”. El Departamento de Formación Humana y Social se ha unido a este propósito en común y, siguiendo las necesidades de di-
vulgar y democratizar el conocimiento, propias de la sociedad de la información, su aporte se ha manifestado a través de la publicación de la revista Dialéctica Libertadora, que desde el año 2007 ha entregado cinco números a esta comunidad, todos ellos orientados a la difusión de los debates contemporáneos, en los que diversas tendencias de las ciencias humanas y sociales, y numerosos académicos pertenecientes tanto a la comunidad Libertadora como a universidades colombianas y de la región, han entrado a dialogar en función de la construcción de nuevos saberes con una hibridez polisémica. El número 5 de la revista Dialéctica Libertadora se constituye como claro producto que desarrolla los diversos temas a partir de diferentes puntos de vista, desde el análisis de la sostenibilidad de la bahía de Santa Marta, la violencia, un análisis de Wittgenstein, identidad, cultura y patrimonio, retórica judicial, pasando por la masonería y la educación, pensamiento andino y modernidad, hasta dos bellos In memorian dedicados a Bernardo Hoyos y Carolina Rodríguez. Desde el Departamento de Formación Humana y Social, la revista Dialéctica Libertadora se une a la celebración de los 30 años de la Fundación Universitaria Los Libertadores desde la edición de su número 5, a través de una serie de escritos muy bien logrados y de diversos autores que dan cuenta de la transversalidad característica de dicha unidad académica proyectando a través de sus acciones la visión de nuestra respetada alma mater. Meybel Dayana Rodríguez Gómez Editora invitada Revista de Ciencias Económicas y Contables Fundación Universitaria Los Libertadores
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PolĂtica editorial (pp. 215 - 218)
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Palacio de Nari単o
DOCUMENTOS INSTITUCIONALES INSTITUTIONAL DOCUMENTS
Fundación Universitaria Los Libertadores: 30 años de compromiso y calidad al servicio de los colombianos Yury Milena Caballero González* Fundación Universitaria Los Libertadores:
Fecha de recepción: 31 de agosto de 2011
30 years of commitment and quality at the service of colombians
La Fundación Universitaria Los Libertadores cumple en el 2012 treinta (30) años de trayectoria como institución educativa caracterizada por su alto compromiso con la calidad y con el país. Surge de la intención que tenían sus fundadores, los doctores Hernán Linares, Jaime Moreno, Roberto García Peña, Pablo Oliveros, Álvaro Mora Gaitán, Manuel Escobar y el General Luis E. Ordoñez, de suplir ciertas necesidades educativas y sociales de su contexto: la validación de la educación técnica y tecnológica y la profesionalización de los sectores sociales de menores ingresos. Por tal razón deciden recoger en la Fundación el trabajo que venían realizando en otra institución, el INPAHU, que en aquel momento impartía educación de carácter técnico; también permitir que estos estudiantes pudieran acceder a la educación profesional, a través de la aplicación de una metodología de ciclos propedéuticos que les facilitara nivelar sus estudios técnicos a profesionales. De esta manera, se manifestaba aquel compromiso ético de colaboración en la disminución de la brecha en educación que genera inequidad en nuestro país. Por otra parte, la filosofía corporativa y la práctica universitaria están dirigidas por la obra y pensamiento de los más grandes símbolos de la independencia nacional: Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander y Antonio Nariño, de los cuales
Yury Milena Caballero González
Fecha de revisión: 30 de septiembre de 2011 Fecha de aceptación: 14 de octubre de 2011
emanan los principios de libertad, orden y justicia social que gobiernan la acción, tanto académica como administrativa e incluso social, de nuestra comunidad académica. Entendiendo la diversidad innata de los individuos y las necesidades del entorno social, la Fundación desde sus inicios ha procurado la consolidación de un proyecto educativo justificado en esos principios, pero también en la creación de programas académicos que sobresalgan frente a la demanda educativa nacional, generando espacios caracterizados por la formación integral y la utilización de metodologías acordes con el desarrollo tecnológico mundial y las posibilidades de acceso por parte de los colombianos a la educación profesional.
* Politóloga de la Universidad de Los Andes. Magíster en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Salamanca. Docente de la Fundación Universitaria Los Libertadores. Docente Universidad de La Sabana. Correo electrónico: ymcaballerog@libertadores. edu.co.
Tales son las justificaciones para que la Fundación haya sido pionera en el establecimiento de la educación virtual y a distancia, lo cual también manifiesta la capacidad y la responsabilidad de la misma ante un país en el cual es bastante notoria la situación de desigualdad que existe en el campo educacional. La Fundación ha asumido con gran fortaleza y talento los procesos de actualización, en todos los niveles, para acoger las tendencias educativas mundiales y también de concientización sobre las falencias y las posibles soluciones a los problemas presentes dentro del sistema educativo nacional.
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Aquella formación integral asume también las necesidades sociales y educativas del contexto. Los estudiantes libertadores no solo están siendo forjados bajo la estructura de un conocimiento científico específico, sino también bajo una perspectiva humanista que busca generar una transformación social positiva, ética y reflexiva, y un impacto local, nacional e internacional. Es así como la Fundación se ha preocupado por llevar a cabo un proceso de internacionalización que propende por la realización de intercambios culturales, académicos, administrativos y tecnológicos, que respeten su filosofía corporativa y que provean espacios de movilidad para la comunidad académica. Por tal motivo, la Universidad ha suscrito diversos convenios con universidades líderes en otros países como México, Brasil, España, Argentina, Venezuela y Bulgaria, para de esta manera acceder a la dinámica que supone la globalización. La posibilidad de encontrar soluciones conjuntas a problemas que ya no tienen una naturaleza local exclusiva, tal es la importancia de la labor de estructuración de las tecnologías administrativas y educativas necesarias para llevar a cabo este proceso de comunicación e interacción con el contexto internacional. Complementariamente a la formación integral, la Fundación también aboga por la transversalidad de sus programas curriculares, donde se manifiesta la apertura y la puesta a tono con unos contextos regionales, nacionales e internacionales, que les permitan a los estudiantes libertadores la posibilidad de adaptarse a los distintos entornos laborales. Por tal motivo, la transversalidad curricular se justifica en los siguientes lineamientos: formación humana y social, emprendimiento, investigación, informática y aprendizaje de una segunda lengua. De esta manera, también es visible la preocupación institucional por fomentar la investigación en los campos curriculares y disciplinas de la Fundación, generando espacios inter y transdisciplinares que permitan a todos los componentes de la
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comunidad académica su participación en la producción de conocimiento crítico, atado a la realidad del entorno social y que genere un impacto científico, académico y real en nuestra sociedad, y aquí se concreta aún más aquel compromiso de responsabilidad social que mantiene la Fundación desde su inicio. La preocupación por mantener un impacto social es preponderante, por tal motivo los proyectos de investigación y ciertas acciones institucionales se rigen bajo el propósito de la proyección social, que promueve valores y principios de participación, ciudadanía y crítica, para mejorar los procesos de toma de decisión social y así, impulsar una transformación positiva de los mecanismos, procesos y redes en la sociedad. Esto claramente ha generado un proceso de retroalimentación: el impacto externo que tienen los egresados de la Fundación y la reforma de los programas curriculares, de la infraestructura y la misma organización interna, para que se satisfagan esas necesidades del entorno. El esfuerzo para terminar con la brecha que hay en el sector educativo y la inequidad aparente en la formación de los colombianos, problemáticas que están inscritas en las insignias de la Universidad, específicamente dentro de la visión y misión, se hace manifiesto en el compromiso que sus fundadores suscribieron desde el nacimiento de la institución. Uno de los protagonistas de la historia de la Fundación Universitaria Los Libertadores es el Dr. Jaime Moreno, quién al respecto de la celebración de los 30 años de la Fundación dio respuesta a las siguientes preguntas: Dialéctica Libertadora: ¿Qué cargos ha desempeñado en estos 30 años de la Fundación Universitaria Los Libertadores? Dr. Jaime Moreno: Yo hoy me desempeño en la Universidad, por designación de la Asamblea de Fundadores, como Presidente del Consejo Superior. El Consejo Superior, como todos sabemos, es el organismo de gestión, rector y vigilante de la gestión de la Universidad. Corresponde, por hacer una com-
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paración con la organización empresarial, a la Junta Directiva, y tengo el honor de presidirlo. Soy fundador de la Universidad, junto con el Doctor Linares y otra serie de amigos y colegas que ya cumplieron con su deber y no nos acompañan en esta vida, pero que han dejado, sin duda alguna, todo un trayecto de lecciones que son las que inspiran hoy a la Institución. Fundamentalmente, creo que esa es mi ubicación hoy, continuar ese legado de los fundadores, tanto en lo que corresponde a la parte de orientación, misión, visión, como en lo que corresponde a la exigencia del cumplimiento de los planes, proyectos y programas aprobados por la Asamblea y controlados por el Consejo Superior. Ese puede ser un resumen de mi actuación en este instante. Dialéctica Libertadora: ¿Cómo surge la idea de la Fundación Universitaria Los Libertadores? Dr. Jaime Moreno: Sí, eso lo he comentado en varias oportunidades, incluso aquí en el patio de la Universidad he tenido ocasión de expresar lo que recuerdo yo. Corresponde a la inspiración, y digamos, al motivo pragmático, que nos llevó a construir esta institución, como fue el deseo, especialmente inspirador del Dr. Hernán Linares, de cubrir con servicios educativos las distintas modalidades de educación superior de pregrado. Nosotros veníamos trabajando fundamentalmente a nivel técnico, hace 30 años, llevábamos 7 años trabajando con el INPAHU, a nivel de educación técnica, y sentíamos la necesidad de poder darle un poco de movilidad a estos estudiantes que terminaban su formación técnica y querían continuar hacia una educación universitaria. Como entonces no existía, realmente, la posibilidad legal de que una institución pudiera, en formación técnica, graduar como profesionales universitarios, entonces la solución la vimos buscando la creación de una institución universitaria que pudiera recibir a aquellos estudiantes del INPAHU que hubieran hecho su formación técnica, facilitarles una transferencia y darles la continuidad en sus programas de pregrado hacia la formación profesional universitaria.
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Esa fue la razón de continuidad y justifica por qué en un principio INPAHU y Libertadores tienen básicamente los mismos programas. Uno diría “es una tontería, qué poca visión, generaron una competencia, una antropofagia”, porque con el tiempo INPAHU continuó su desarrollo y también es institución universitaria, entonces hoy tenemos programas allá y acá iguales, pero fue el tiempo el que nos hizo estas jugadas. Lo que nosotros pensábamos en principio era poder con una y otra hacer una complementariedad y generar esa transferencia, que entre otras cosas, se veía casi como una obligación moral, porque este país desafortunadamente no ha tenido claridad sobre la gran importancia de los programas técnicos y tecnológicos. Socialmente el programa técnico o tecnológico se ve como un programa de formación media, de segunda, con posibilidades laborales también muy restringidas, a cargos meramente auxiliares, pero el país necesita de ese profesional. Lo importante es que el país tenga cómo cubrir los cargos. Si usted va a Europa encontrará que dado su desarrollo técnico, tecnológico y empresarial, la gran cantidad de población está centrada y sabe de eso; los profesionales universitarios tienen otros espacios. Pero aquí hay una dificultad muy seria, y es que como no hay espacios tampoco para los profesionales universitarios encontramos que empiezan a competir con los técnicos y encontramos a profesionales universitarios trabajando en oficios y profesiones técnicas que no son para lo cual están formados. Entonces, digamos que en razón a ese desconocimiento de la formación técnica, el tránsito hacia la formación universitaria no era muy aceptado por las universidades de entonces, las clásicas universidades tradicionales, entonces los muchachos veían como frustrado lo que habían hecho en INPAHU. Frustrante también porque no se lo recibían en ninguna parte, ni se lo validaban en casi ningún sitio, entonces nosotros entramos a buscarle ese tipo de solución al asunto.
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Dialéctica Libertadora: ¿Qué logros y dificultades ha experimentado durante estos 30 años de vida de la Fundación Universitaria Los Libertadores? Dr. Jaime Moreno: ¿En lo personal? No, nosotros hemos corrido realmente con mucha fortuna, hemos estado acompañados, normalmente, de un equipo de directivos, de un equipo de consejeros y asambleístas que han estado muy identificados con la Fundación, con la Universidad y han dejado a través de su cooperación sus mejores esfuerzos en beneficio de la Universidad. Entonces, yo creo que nosotros debiéramos mirar la parte más positiva de lo que hemos tenido y uno podría hacer un inventario muy rápido. Yo no tengo desafortunadamente cifras muy precisas en mi cabeza sobre población estudiantil, pero son 30 años no más lo que lleva esta institución, 30 años en la vida de una universidad es como el equivalente a un bebé de 5 años. Si usted mira aquí en el país, hay universidades con 200 años como la Santo Tomás, y en el mundo hay universidades con medio siglo y hasta más. Entonces, decir 30 años y estar ya compitiendo con calidad en programas que se desarrollan tanto en el ámbito de los servicios, como son las administraciones, como son hotelería, con el ámbito de las ingenierías o la parte ya tecnológica, tener unas infraestructuras como las que hoy contamos, partiendo realmente de muy poco como fue el origen. Lo que esto está diciendo sobre nosotros es que hemos cosechado demasiados logros, hay una gran cantidad de egresados bien posicionados y la Universidad tiene, que me parece a mí lo más importante, futuro, viabilidad, no es un ente que esté en este instante naufragando o haciendo un gran esfuerzo por sobrevivir. Nuestro esfuerzo es por manejar la calidad, ese es el esfuerzo que nos mueve permanentemente, pero tenemos una demanda, somos conocidos y llegar a ser uno conocido frente a esta competencia, cuántas universidades, cuántas instituciones de educación, y que hayan unos jóvenes que decidan seguir el escudo Libertador y no otro, eso es un privilegio, una atención que nos hacen y un compromiso.
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Entonces, yo creo que la parte de las dificultades la dejamos para otro capítulo (risas). Porque realmente, aunque no faltan las inconformidades, hay que reconocer que esta Universidad ha alcanzado gran desarrollo en metodologías modernas como la educación a distancia y virtual. Cuando nosotros nacimos la educación a distancia era una fantasía que tenían que apropiar las instituciones que tuvieran más músculo que nosotros y sin embargo hicimos todo un esfuerzo, y cuando digo hicimos no estoy hablando de Jaime Moreno ni Hernán Linares, sino la comunidad, para apropiar con sus docentes, con sus recursos, con sus estudiantes todo un esquema de tecnología y de formación en una modalidad de educación distinta a la tradicional de la tiza y tablero. Realmente se requiere mucha habilidad para conseguir esa incorporación a los nuevos métodos de formación o de educación. Entonces eso quiere decir que estamos ahí; es obvio que hay dificultades, pero creo que lo que en este instante deberíamos dar, por lo menos los fundadores, los que sobrevivimos hoy a esos treinta años, es gracias, porque hemos tenido la suerte de ver esta realización tan grande en tan corto plazo. Tenemos una extensión a Cartagena también ya muy bien posicionada, y tenemos vínculos con el extranjero que no son fáciles de conseguir. La Universidad Autónoma de México es una universidad muy grande, de unas exigencias de calidad muy altas, que para recibir un aliado, no es exactamente que los esté buscando a mitad de la calle y ahí estamos con ella, trabajando de mano, allá hay compañeros que están estudiando, docentes que también se están haciendo, con la garantía de que es un viaje que no es solamente un viaje turístico propiamente dicho, es un viaje de formación académica que nos va a dar resultados positivos a todos. Esas alianzas indican que la gente también nos cree, ellos vienen con cierta regularidad y valoran con quién es el personaje que están bailando, no es con cualquiera. Entonces, yo creo que eso es más bien para mí lo que yo podría pensar que ha sido, en mi sentimiento como persona que en algún momento se involucró en una obra, no puedo tener sino satisfacciones.
Yury Milena Caballero González
Fundación Universitaria Los Libertadores: 30 years of commitment and quality at the service of colombians (pp. 19 - 23)
Dialéctica Libertadora: ¿Qué espera en el futuro para la Fundación Universitaria Los Libertadores? Dr. Jaime Moreno: Que se convierta en una institución dinámica, que esté al día con las necesidades contextuales. No que se convierta en una institución paquidérmica, siempre haciendo lo posible por mantener sus estructuras flexibles y con movilidad, con la posibilidad de modificarse según las necesidades. Que se adapte a las necesidades que el país tenga en cuestiones metodológicas, de formación, para crear profesionales que el país necesite y exija. La misión será siempre la misma: tener siempre presentes los componentes éticos bajo los cuales se creó la Universidad, y eso es mantener el compromiso de colaboración en la formación de los estratos bajos, y así disminuir la brecha de educación que genera inequidad. La educación genera progreso y el reto es impartir una educación en condiciones de competencia y competitividad. Continuar con esa tendencia mundial relacionada con la educación de calidad y por tal motivo, los esfuerzos están dirigidos hacia la acreditación de los programas académicos, el mejoramiento de la planta física, la mejora de los
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docentes a través de la movilidad y la investigación, la generación de líneas de investigación que contribuyan a este propósito que hace parte de un plan a 5 años. ¿Para el futuro? Construcción de conocimiento y ciencia, mejorar la calidad de vida, tener impacto social, tratar de generar conciencia sobre una repartición distributiva, de un bien para todos. Dialéctica Libertadora: ¿Qué hay por mejorar y fortalecer en la educación de Colombia y cómo la Fundación Universitaria Los Libertadores puede contribuir significativamente para estos cambios? Dr. Jaime Moreno: La educación del país tiene que ampliar su cobertura, los colombianos deben poder acceder a la educación superior de calidad, sea esta de carácter técnica, tecnológica o universitaria. La razón de ser de las carreras técnicas y tecnológicas tiene que ver con la necesidad de estas para un país como el nuestro, pues aunque sean cortas, estas carreras satisfacen unas necesidades específicas.
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Academia de la lengua
D I S C U S I O N E S Y D E B AT E S D I S C U S S I O N S A N D D E B AT E S
La construcción del paisaje y los bienes comunes:
estudio del caso de la Bahía de Santa Marta*.
Alberto Carvajalino Slaghekke*
The construction of landscape and common goods: Case Study of the Bay of Santa Marta.
Fecha de recepción: 3 de julio de 2011 Fecha de revisión: 3 de septiembre de 2011 Fecha de aceptación: 4 de octubre de 2011
Abstract
Resumen
This article discusses the causes for degradation of the social capital included within common goods, which is generated in the confrontation between economic powers for the use of land in Santa Marta, Colombia, and suggests paths for collective agreements to reduce the possibility of deterioration and loss of social wealth in Santa Marta, Colombia.
El presente artículo aborda las causas de la degradación del capital social contenido en los bienes comunes que se genera en la confrontación de los agentes económicos por el uso del suelo en Santa Marta, Colombia, y sugiere rutas de acuerdos colectivos que permitan reducir la posibilidad de deterioro y pérdida de la riqueza social en dicha ciudad.
Keywords
Palabras clave
Common goods, social, capital, landscape, biodiversity.
Alberto Carvajalino Slaghekke
La construcción del paisaje y los bienes comunes: estudio del caso de la Bahía de Santa Marta (pp. 29 - 40)
* Disponible en www.academia. edu.página web del autor. * Economista, Universidad Externado de Colombia. Ph.D.(c) Geografía Económica, Universidad de Salamanca (España). Decano Facultad de Ciencias Económicas y Contables, Universidad Los Libertadores. Correo electrónico: decaeconomia@cit. ulibertadores.edu.co.
Bienes comunes, capital social, paisaje, biodiversidad.
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Introducción
1 Su ubicación espacial se localiza entre los 11° 14’ 50” de latitud norte y los 74° 12’ 06” de longitud oeste. 2 Información institucional de UAESPNN. Recuperado el 14 de agosto de 2010 de http:// www.parquesnacionales. gov.co/PNN/portel/ libreria/php/decide. php?patron=01.020217
Santa Marta está ubicada entre dos ecosistemas estratégicos: la bahía, inmersa en el ecosistema costero, y el sistema montañoso de la Sierra Nevada que configura el ecosistema que lleva su mismo nombre1. El 60% del territorio de la ciudad lo ocupan dos parques nacionales naturales (PNN): el PNN Tayrona, creado en 1969, con una superficie de 15.000 hectáreas y el PNN Sierra Nevada, creado en 1977 con 338.000 hectáreas2, ambos ligados al sistema montañoso independiente de la Sierra Nevada de Santa Marta, la cual fue declarada como reserva de la biosfera en 1982 por la UNESCO. Su ubicación geográfica en torno de sistemas ambientales de alta sensibilidad la configuran como un espacio geográfico singular de gran riqueza en flora y fauna. Sin embargo, el estado actual del paisaje en términos de calidad como consecuencia de las actividades humanas a lo largo del tiempo, indica que su conservación se encuentra en entredicho y se hace necesario propiciar los elementos de un debate social en torno a la conservación y su contenido. El presente artículo plantea elementos para abordar tal proceso, en el entendido de que tanto la bahía como la Sierra Nevada, constituyen el patrimonio natural y social primigenio de la sociedad en su conjunto.
El paisaje como contenido y continente del hombre No dejes que nadie diga, y lo diga para tu vergüenza, que todo esto era hermoso y bello hasta que tú llegaste Leyenda ubicada en la entrada del Parque Nacional del Lago Manyara, Kenia La primera percepción del estado de algo parte de la observación. Ella se asocia a una acción pasiva pero es la fuente que posibilita la creación y la innovación y por tanto la interpretación pertinente. La observación genera información, que al ordenarse conforma las medidas de lo observado y la configuración del objeto de estudio, la construcción de hipó-
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tesis y su evaluación. Sin embargo, entender lo observado sin curiosidad genera una descripción sin entendimiento, ello es lo que conduce a encontrar lo subyacente, aquello que articula los elementos que conforman lo observado. Abordar la comprensión del paisaje desde la óptica de los bienes comunes no es un ejercicio estético semejante a una búsqueda artística. El ejercicio que se plantea trasciende los sentidos y busca entender la relación de ese paisaje con los procesos socioeconómicos subyacentes que lo transforman, de tal manera que podamos vislumbrar su condición futura. El paisaje es entonces el nexo entre nuestro objeto de estudio, los bienes comunes y la forma como la sociedad interactúa en y con ellos, por tanto es un vehículo que nos permite interpretar y aproximarnos a los procesos subyacentes de la creación de un espacio y de un lugar, la relación en torno al poder y al ejercicio de este, las inequidades y la expresión de la identidad estética y ética del colectivo que lo ocupa. El paisaje es entonces un lugar dinámico, ya que evoluciona paralelamente a la sociedad, reflejándola. La palabra paisaje, además de joven (aparece en la lengua castellana en el año de 1708), es polivalente y polisémica, ya que de acuerdo a la intencionalidad puede adquirir acepciones ecológicas, geográficas, históricas, urbanas o artísticas (Sotelo, 1992, p. 13). El sentido de la palabra paisaje connota implícitamente una postura antropocéntrica que diferencia entre observador y cosa observada, lo cual supone, por un lado, un ente objetual y, por el otro, una conciencia cognoscente que desempeña el papel de sujeto. El papel transformador del hombre en su entorno y su capacidad de recrear paisajes arroja a la mundanidad lo que en términos de Heidegger no tiene forma de ser ahí. El acto de transformar o de descubrir un nuevo paisaje, pone a la mano lo que, existiendo previamente, no se había transformado en algo útil. De tal modo que la construcción de infraestructuras que modifican un paisaje primigenio lo transforman de algo in-útil por estar fuera de la mundanidad, en útil y pronto para ser utilizado, ya
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como objeto del saber, ya como vehículo o meta del hacer (Vidart, 1999, p. 3). Sin embargo, la palabra paisaje, tan cargada de significantes en nuestra lengua, es inexistente para otras sociedades. En efecto, de acuerdo a Sotelo (1992),
Los pueblos más humanistas no tuvieron una palabra para nombrar al paisaje; a esa entidad donde están reunidos todos los campos, los bosques, playas y cielo que lo componen. Unas veces lo llamaban species (figura, vista, aspecto, fisonomía); otras, locus (lugar, país); otras facies (rostro, semblante, aspecto); otras situs (sitio, paisaje) (p. 13). Para nuestros pueblos ancestrales dicha palabra tampoco existe y su razón descansa en una concepción cosmogónica diferente:
La vida misma aparece como una unidad, la naturaleza misma es nuestro gran cuerpo extendido que va entretejido como una gran mochila y es una entidad viviente, consciente, hecha por la misma mente del creador y animada por su Espíritu. En la naturaleza existe un equilibrio perfecto y todo se rige de acuerdo a una Ley llamada la Ley de origen (Villafañe, 2010). La asimilación del concepto desde la perspectiva de la mujer primigenia revela relaciones en un escenario unidimensional que connota más relaciones e identificaciones que un significante:
Dentro de la cultura y mundo wayuu, los significados no están sujetos ni limitados por conceptos, es solo un conjunto de componentes que juntos dan vida o sentido a lo que se quiera expresar. El término paisaje como tal no existe, puesto que el paisaje es todo el conjunto de elementos del entorno y en sí lleva la significación de lo que es el territorio adjunto a la acepción de propiedad. Así, al denominar un lugar se habla del espacio como tal (el espacio donde cultivar, pastorear, y todas las actividades de vida cotidiana, aun si el espacio esté inhabitado). Pero debe
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existir una constante armonía con la ubicación de cada elemento constitutivo del medio, algo así como cada algo en su lugar... al derecho sobre el territorio, cuidar la tierra, el territorio o el entorno es como cuidar de una mujer o un niño, sin la obligación de una retribución por ese hecho, es una cuestión de reciprocidad sin adulación, no sé si me hago entender… (Epiayú, 2010). El paisaje, por tanto, tiene la acepción que lo concibe como la percepción de una estructura espacial, cuya interpretación se subyuga a la concepción cosmogónica o cualificación intelectual del observador. ¿Qué es lo que realmente sucede cuando el hombre construye una obra de infraestructura en un medio o área natural? Cuando el hombre construye, se instala y relaciona con la naturaleza para complementarla, dominarla y explotarla. El hombre expresa en cualquiera de esas circunstancias su ética y estética en su interrelación con el exterior, provocando un nuevo paisaje que no existía antes de la obra:
Una vez construida, la obra aglutina lo que hay en su derredor, constituyéndose en centro de interés y obliga a nuestra percepción. La obra centra el paisaje y lo transforma con la introducción de nuevas relaciones visuales y espaciales, creando su propio paisaje, de ahí, la importancia de la estética (Aguiló, 2001, p. 34). Ahora bien, si en ese nuevo paisaje, a partir de la nueva obra, se instalan actividades y se acumulan significados, se produce una nueva transformación, trascendiendo la dimensión ya no solo estética sino humana, expresada en las nuevas formas de las relaciones sociales y económicas que de ella se derivan. El desarrollo de la vida con la obra de infraestructura hace penetrar ese emplazamiento en el ámbito vital de lo humano y produce entonces un concepto complejo: el de lugar. Ya no se trata de un espacio abstracto o geométrico, sino de un espacio vital, existencial. Así pues, no se desarrolla la obra en un paisaje que funciona como fondo, es la obra la
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que crea el lugar, lo articula y ordena al ámbito social y de esa forma le da sentido al paisaje (Aguiló, 2001). Cuando las obras de infraestructura generan conflictos, dicho proceso está íntimamente ligado a la cuestión de los significados, generados por la percepción social de las cualidades físicas de la obra, y de su encaje en las expectativas y modos de vida de la sociedad cuyas necesidades ella pretende y espera le resuelvan. En este sentido, la explicación de los significados de las grandes obras de ingeniería civil del pasado o la inexistencia de estas, contribuye a la aceptación social de las obras actuales y reconcilia el sentir ciudadano con lo que se construye para satisfacer sus necesidades (Aguiló, 2005, p. 91). 3 Samario(a), gentilicio dado a los nacidos en Santa Marta, Colombia. 4 Se denomina Morro a un islote rocoso que aparece en el vértice derecho de la bahía de Santa Marta.
En definitiva, la idea de lugar permite considerar la obra construida como parte del mundo en que vivimos, desde la naturaleza que la origina y da sentido, hasta la sociedad que la necesita y utiliza, con una perspectiva más próxima a lo humano que la simplemente técnica. Así las cosas, la bahía de Santa Marta en Colombia es un escenario donde chocan precisamente las formas de utilización y explotación y es por tanto un lugar de tensión, en la medida en que las obras no traducen en apariencia un medio que ayude a solucionar necesidades y por tanto se percibe como fuera de lugar e invasora de un bien común. Paralelamente, los procesos sociales históricos desarrollados en la Sierra Nevada de Santa Marta muestran cómo las concepciones económicas y estéticas de sus habitantes y explotadores han afectado su equilibrio. Su paisaje actual, en el que se observan laderas erosionadas y débiles corrientes de agua que ayer eran portentosos torrentes y ríos, comprueba un proceso de degradación inocultable. Basta con escuchar las frases de sus moradores cuando expresan que hoy no se avistan especies de flora y fauna que ayer eran habituales en el entorno. El paisaje percibido sobre los dos bienes comunes que caracterizan la ciudad de Santa Marta refleja los procesos socioeconómicos que actores decisorios y dominantes han ge-
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nerado y cuya incidencia es inocultable a nuestra percepción y comprobable en diversos trabajos científicos sobre la calidad de las aguas de la bahía o sobre la cobertura vegetal y fuentes de agua que hoy son escasas en la Sierra Nevada de Santa Marta. Las consecuencias futuras de estos procesos son hoy fácilmente predecibles pero absolutamente indeseables y ello nos obliga a buscar un acuerdo social que persiga el equilibrio entre los intereses de los agentes que conforman el colectivo y que son excluídos de su uso y disfrute por la acción de los usuarios y que por extensión trascienda la estructura legal con respecto a la regulación y control efectivo de estos bienes. Ese vacío en el cual se enmarcan los bienes comunes tiene honda repercusión en la visión de futuro de la ciudad y la región.
Aproximación a los bienes comunes naturales de Santa Marta La bahía de Santa Marta es un vínculo de identidad poderoso de la sociedad samaria3. La bahía y el Morro4 son emblemáticos en el colectivo. Reclús (1965, p. 133), el geógrafo francés, narra en su obra la importancia de la bahía en el siglo XIX y cómo en ella y a partir de ella la ciudad solidificó su ritmo de vida. Sin embargo, las dinámicas económicas posteriores a la Segunda Guerra Mundial provocaron cambios profundos y el espíritu provincial cedió el espacio al frenético intercambio comercial de un mundo globalizado. Al aumentar el tamaño del comercio y la especialización del puerto, su incidencia en el precio de la tierra y las actividades conexas a la logística portuaria provocaron un uso más intensivo del bien común. Las concesiones sobre el litoral y su efecto excluyente para el resto de la sociedad, así como la densificación del litoral por efecto de la expansión urbana, provocaron un cambio drástico en la calidad del paisaje por efecto de la degradación ambiental que sobre este se ha efectuado (Díaz, 1997; Ramos, Vidal y Vilardy, 2008; Ramírez, 1983). No menos incidente en la degradación del ecosistema ha sido el transporte del carbón que, por sus efectos, incide en la calidad de un producto
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turístico asociado a los bienes comunes que se empeña en ofrecer la ciudad. Con respecto a lo anterior, Díaz y Causado (2005) advierten que
Por el crecimiento de la explotación de los yacimientos carboníferos del Cesar, Santa Marta se está especializando en la exportación de carbón. Esta actividad está generando una serie de externalidades que afectan negativamente las posibilidades de desarrollo turístico en la zona centro y sur de la ciudad, hecho en el cual se vislumbra una desarmonía entre las dos actividades (p. 74). Se observa entonces cómo la ciudad, en su búsqueda de un modelo de crecimiento económico, ha provocado el enfrentamiento entre dos actividades que en las condiciones actuales de manejo generan tensiones al interior del territorio. El turismo, como actividad económica, requiere de un paisaje limpio, lo cual es impedido por las consecuencias derivadas de las actividades logísticas en relación con las exportaciones de carbón. Si bien es cierto que en un escenario teórico puede llegarse a cumplir el ideal de mitigar y reducir la contaminación visual y del aire por efectos de la manipulación del mineral, no es menos cierto que las condiciones actuales observadas en el entorno configuran una relación asimétrica que genera signos de insostenibilidad precisamente sobre el corredor turístico de la ciudad. La comprobación empírica se evidencia ante la pregunta: ¿por qué ninguna cadena hotelera internacional ha desarrollado inversiones en el desarrollo de hoteles importantes en Santa Marta, como sí lo han hecho en otros lugares del Caribe e incluso en Cartagena, ciudad distante a menos de doscientos kilómetros de Santa Marta, pero con un inventario menor de playas? La Corporación Regional del Magdalena (Corpamag), entidad responsable de la gestión y protección de los recursos medioambientales del departamento del Magdalena, en su página institucional diagnostica la problemática ambiental del sistema costero donde se inserta la bahía de Santa Marta en los siguientes términos:
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…se observa que los principales problemas ambientales de la zona marino-costera del departamento están asociados a la incompatibilidad de los usos del suelo y a la falta de una racional y eficaz planificación ambiental urbana que controle, mitigue y maneje la contaminación generada por las actividades terrestres y su efecto sobre la población, los ecosistemas y recursos naturales localizados en la franja marino-costera del departamento (Corpamag, 2012). Para la entidad, máxima autoridad ambiental de la región, la problemática se centra en dos hechos básicos: el evidente conflicto en el uso de los suelos y el vertimiento directo sin tratamiento de las aguas residuales a la zona costera. En efecto, el último informe de la Red de Vigilancia para la Conservación y Protección de las Aguas Marinas y Costeras de Colombia señala en ocho playas de Santa Marta la presencia de enterococos o coliformes termotolerantes (anteriormente denominados fecales), en concentraciones superiores a los valores de referencia establecidos nacional e internacionalmente (Invemar, 2012). Por su parte, la Sierra Nevada de Santa Marta conforma una subregión estratégica para el Caribe colombiano, ya que ella es una fantástica fábrica de agua para una región donde se asientan aproximadamente 2 millones de habitantes. Estudios han calculado que los ríos que nacen en este sistema montañoso independiente producen más de 10.000 millones de metros cúbicos al año (Viloria, 2005, p. 28). La Sierra Nevada de Santa Marta alberga dos PNN, como se indicó en la introducción de este artículo. Es el centro de endemismo continental más importante del neotrópico con 36 especies de aves de rango restringido, 18 de ellas limitadas al Área de Endemismo de Aves Sierra Nevada. Nueve especies de aves de la eco-región están restringidas al área Caribe Colombia y Venezuela. Además, 55 subespecies dependen totalmente de los bosques premontanos, montanos y de los páramos del macizo en elevaciones arriba de 900 m.s.n.m. (Alpec, 2012). Un impresionante récord de 628 especies de aves ha sido registrado en la Sierra, lo cual repre-
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senta cerca del número total de especies de Estados Unidos y Canadá combinados. Por otra parte, allí se encuentran más de 120 especies de mamíferos y 46 especies de anfibios y reptiles, algunos de los cuales habitan por encima de los 3.000 metros de altura y no se encuentran en ninguna otra parte del planeta, al ser especies evolucionadas en completo aislamiento. Más de 3.000 especies de plantas vasculares son encontradas en el área (Natura, 2010). Su riqueza endémica supera la sumatoria de los inventarios de Alemania, Checoslovaquia, Austria, Suecia, Dinamarca, Polonia, Bélgica y Reino Unido. 5 El Programa sobre el Hombre y la Biosfera (MAB) es un proyecto intergubernamental que busca establecer una base científica con el fin de mejorar la relación global de las personas con su entorno. Puesto en marcha a principios de la década de 1970, el MAB propone una agenda de investigación interdisciplinaria y de fomento de la capacidad centrada en las dimensiones ecológicas, sociales y económicas de la pérdida de la biodiversidad y su reducción.
En 1982, la UNESCO, dentro del Programa MAB5, declara la reserva de biosfera de la Sierra Nevada de Santa Marta, identificada como prioritaria por los bienes y servicios ambientales que presta, los cuales garantizan el desarrollo socioeconómico regional y por ser territorio ancestralmente ocupado por grupos indígenas. Dentro de esta reserva está incluido el PNN Tayrona, lo que reafirma la importancia de esta región en términos de conservación y de desarrollo regional (Cano y Hernández, s.f., p. 5). No obstante, se evidencian en esta región serias afectaciones de bosques y fuentes de agua. Una razón que explica la afectación sobre la biodiversidad de este ecosistema es la ineficacia en el cumplimiento de la regulación ambiental y la permisividad para la implementación de formas de producción y actividades económicas inapropiadas sobre su superficie. La Sierra Nevada es de formación rocosa y no volcánica, como sí lo es gran parte de la cordillera de los Andes. Esta característica influye en las capacidades agrológicas de sus terrenos, ya que con excepción de pequeños valles del macizo, no pueden recomendarse ni estimularse cultivos de los denominados limpios o semilimpios, por la susceptibilidad de los suelos a la erosión. Esto se debe a los elevados grados de pendientes del terreno. Al respecto escribió Reichel-Dolmatoff (citado en Viloria, 2005):
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Las tierras de la Sierra Nevada han sido objeto de fantásticas especulaciones por parte de entusiastas, guiados más bien por las bellezas de su panorama que por un criterio objetivo económico. De alguna manera, la Sierra Nevada se consideraba y aun se considera como una especie de Tierra de Promisión, de Paraíso Perdido, en fin, de una riqueza económica enorme… La realidad es que la Sierra Nevada no representa la tan elogiada riqueza económica. Reichel-Dolmatoff encontró que los suelos de la Sierra Nevada eran de inferior calidad que la mayoría de los suelos andinos de Colombia: “En efecto, la capa de humus que cubre sus terrenos es muy delgada y, además, por lo inclinado de su perfil, está muy expuesta a la obra de la erosión…” (pp. 14-15). Resulta paradójico que existiendo estudios específicos desde la década de 1940 no se hayan tomado los correctivos adecuados para el uso de las condiciones naturales de este ecosistema, lo que, por el contrario, ha contribuido en su afectación y degradación. Por tanto, si las condiciones inherentes de la Sierra Nevada de Santa Marta con respecto a la calidad de los suelos indica que su potencial no radica en la agricultura mediana o extensiva y que la pendiente de su suelo no favorece el desarrollo de la ganadería, ¿cuál es entonces su papel estratégico en la región? Viloria señala que es la principal fuente de agua para tres de los departamentos de la región. Los ríos que nacen en sus montañas producen más de 10.000 millones de metros cúbicos de agua por año, parte de la cual abastece una población de un millón y medio de personas. Las cuencas forman en la parte plana y circunvecina de la Sierra valles aluviales que en conjunto suman más de 280.000 hectáreas de fértiles tierras. Sin embargo, la deforestación, aunada a los efectos del calentamiento global, ha reducido el casquete de hielo en un 41% de 1987 al 2007, quedando reducido a solo 6 kilómetros cuadrados (Poveda, 2010). Si la sociedad no reencauza urgentemente su relación con esta riqueza natural, se estima que el cuerpo de hielo se extinguiría completamente en me-
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nos de treinta años. Paralelamente, las prácticas reflejadas en el uso abusivo de agentes representativos de la estructura social asociados a un uso irracional del recurso provocan un deterioro en los puntos de captura para abastecimiento del acueducto y su utilización excluyente en faenas agrícolas de las tierras más bajas. Este potencial que permite dinamizar la riqueza de toda una región se encuentra en peligro por las razones anotadas anteriormente, constituyendo ese hecho un claro ejemplo de exclusión progresiva por parte de una minoría a toda una sociedad que gravita y depende de este bien común. Factores de tipo social también han incidido en el desarrollo del estado actual de este sistema montañoso como es la presencia de colonos. Es preciso entender la lógica del colono para aproximarnos más a una comprensión de la complejidad en las relaciones sociales al interior del colectivo. Tal como lo explica Vidart (2002, p. 5), el colono no se establece en un desierto, en un vacío humano, sino sobre las fuentes de agua, las rutas migratorias o sobre las tierras con potencial de producción, generando de inmediato tensión con los raizales. Esta dinámica es una constante en la historia de la Sierra Nevada de Santa Marta y se exacerbó aún más con la aparición de las bandas ilegales dedicadas a la producción de marihuana y hoja de coca. Posteriormente, con la aparición de los movimientos guerrilleros y la respuesta de las fuerzas paramilitares, la sensación de inseguridad conllevó un estado de inercia económica en la región que afectó notoriamente el nivel de bienestar de la población (Viloria, 2005, pp. 45-50). Los Sierra Nevada de Santa Marta es también lugar de residencia ancestral de las cuatro etnias –koguis, wiwas, arhuacos y kankuamos– que la habitan, las cuales han sufrido de manera profunda en sus estructuras sociales la lucha por el territorio, siendo desplazadas a tierras de mayor altura o refugiándose en los centros urbanos donde se diluye la riqueza cultural de su sociedad.
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Para Corpamag, la problemática ambiental de este ecosistema está asociada a la pérdida de más del 80% de la cobertura vegetal boscosa de la Sierra y con ello la erosión y sedimentación de las cuencas hidrográficas. La confluencia de los factores multidimensionales observados obliga a plantear un análisis que deslinde la simplificación de los diagnósticos realizados y se asuma en la complejidad que representa el proponer soluciones. En este sentido, instrumentos como los planes de ordenamiento territorial resultan ser asimétricos con las características del terreno, el acervo cultural y los intereses económicos de las comunidades, provocando el surgimiento de macroactores que generan en la mayoría de los casos, ante la inobservancia de las reglas institucionales, resultados indeseados en la preservación de la biodiversidad.
¿Qué son los bienes comunes? Cuando se utiliza la expresión “bienes comunes”, ¿a qué nos referimos? ¿Qué son exactamente? ¿Cuál es su papel en la sociedad? Actualmente, como consecuencia de los efectos del proceso de globalización y el desarrollo de la tecnología y comunicaciones, el concepto de “bienes comunes” ha trascendido la acepción primigenia de bienes de la naturaleza a los cuales tienen acceso libremente los habitantes, expuesta por el biólogo Garret Hardin6 en su famoso ensayo “La tragedia de los comunes”7. Hoy el concepto incluye tecnologías digitales, la educación pública (Kalmanovitz, 2008),
6 Garret Hardin (1915-2003). 1936 Universidad de Chicago - Zoología. 1941 Universidad de Stanford - Ph. D. Microbiología. Ha publicado más de 350 artículos y 27 libros. 7 Este artículo fue publicado originalmente bajo el título “The Tragedy of Commons” en Science, Vol. 162 (1968), pp. 1243-1248. En español, con traducción de Horacio Bonfil Sánchez, se publicó en Gaceta Ecológica, No. 37, Instituto Nacional de Ecología, México, 1995.
…la inteligencia artificial / robótica, la biotecnología o la nanotecnología, el espectro de las comunicaciones y evoluciona a nuevas fronteras que generan y posibilitan la liberalización y ensanche del conocimiento. Podríamos plantear por tanto que el concepto refiere a bienes que se producen, se heredan o se transmiten en una situación de comunidad (Ostrom, 1990, Bollier, 2008). De tal manera que estos bienes pertenecen y responden al interés de todos y cada uno de sus miembros (Vercelli, 2009, p. 29).
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Al referirnos a los casos de la bahía y la Sierra Nevada, limitamos el espectro del artículo en dos bienes naturales comunes, dos recursos naturales heredados8, de los cuales la sociedad se beneficia.
8 El concepto “heredado” hace referencia al vínculo de identificación social. No es gratuito que las palabras paisaje y paisano posean la misma raíz, “país”, que connota vínculos superiores de los colectivos en su identificación e identidad.
La abundancia de los recursos de estos dos ecosistemas ha generado en el imaginario colectivo la sensación de su abundancia sin fin y ello, en el contexto de la lógica de mercado, impulsa conductas irracionales en su uso, que explican el origen de su degradación. La irracionalidad de su uso se genera cuando los individuos comparten la explotación de bienes comunes sin acuerdos previos, o si existen, como en el caso de las leyes, estas no se cumplen a cabalidad. Por consiguiente, si cada uno de los agentes sociales relacionados con el bien común actúa con prisa y contundencia sobre los mismos, ese consumo egoísta, pero racional desde la óptica del mercado (ya que es gratuito), es el inicio y la causa de la degradación (Hardin, 1968, p. 4; Ostrom, 2000, p. 264). Al percibir la escasez en grado mínimo, los hombres arrecian su explotación sobre el recurso, acelerando el proceso de degradación:
El resultado es un dilema en el cual el interés individual y el colectivo se encuentran desalineados, ya que la extracción aumenta los ingresos individuales, pero la extracción total por parte de la comunidad reduce los beneficios individuales de cada miembro (Cárdenas y Ramos, 2006, p. 15). Dicha dinámica se explica en la ambigüedad con respecto de la tenencia o propiedad formal de estos bienes, lo cual hace prosperar la abrogación de derechos por parte de una minoría que usa y explota el bien común en detrimento de la sociedad, provocando con su accionar lo que Hardin denomina la ruina de la sociedad. En términos económicos es lo que se conoce como una externalidad negativa. Los ejemplos del colapso maya y la isla de Pascua resultan paradigmáticos (Diamond, 2007, p. 115, 77). La degradación de los bienes comunes es una denuncia inocultable a la desviación de los instrumentos operativos
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e institucionales, del espíritu de una legislación ambiental colombiana que paradójicamente es considerada a nivel internacional como una de las más completas y coherentes. Entonces cabría preguntarse si existe alguien real que proteja la bahía, que proteja a la Sierra, a las fuentes de agua, es decir, a los bienes comunes, al capital social. La evidencia histórica señala que ese vacío ha sido llenado con éxito en muchas situaciones y lugares por la comunidad, la cual asume la solución que se manifiesta en impedir el colapso de su biodiversidad a través de acuerdos reglados entre los agentes involucrados. En otras palabras, estamos ante un escenario en donde la participación y acción colectiva local son la clave y esencia. Ello, por tanto, no es solamente un planteamiento teórico, sino un mecanismo real de acuerdo social. El gran reto es su organización en respuesta a reglas y leyes que existen, pero funcionan (cuando se aplican), de manera ex post, desvirtuándolas:
La diversidad y la complejidad de los recursos ecológicos son enormes. Los sistemas ecológicos también difieren en su extensión espacial. Para que un arreglo institucional haga posible que los seres humanos utilicen o protejan en forma sostenible un recurso en el largo plazo, sobre todo cuando cambia el medio ambiente, las reglas deben ser diseñadas conforme a los atributos del recurso particular en cuestión (Ostrom, 2000, p. 16). Las normas, que pueden ser los acuerdos entre las partes, deben significar la preservación del carácter común del bien en consonancia con las dinámicas contenidas espacialmente, ello trasciende contextos políticos y culturales. Cuando Elionor Ostrom es distinguida con el premio Nobel en Economía en el año 2009, el comité en un aparte de su declaración manifestó:
Elionor Ostrom ha puesto en cuestión la afirmación convencional de que la gestión de la propiedad común suele
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ser ineficiente, razón por la cual debería ser gestionada por una autoridad centralizada o ser privatizada. A partir de numerosos estudios de casos de manejo por parte de sus usuarios de bancos de pesca, pastizales, bosques, lagos y aguas subterráneas, Ostrom concluye que los resultados son, en la mayoría de los casos, mejores que en las predicciones de las teorías estándar. Sus investigaciones revelan que los usuarios de estos recursos desarrollan con frecuencia sofisticados mecanismos de toma de decisiones, así como de resolución de conflictos de intereses, con resultados positivos9. Se refiere el Comité a procesos exitosos que han ayudado a la conservación de la biodiversidad en lugares tan disímiles como Nepal, Kenia, Perú, Brasil, Maine o Amarales en la costa pacífica colombiana o en La Vega o Tabio en Cundinamarca, Colombia, entre muchos otros. Lugares en donde la cooperación libre entre individuos y la solución de los dilemas sociales que generaron situaciones de tensión e insostenibilidad fueron superados siguiendo metodologías generadas a partir de los estudios de la profesora Ostrom. Esta opción coloca en perspectiva las soluciones convencionales de privatización o intervención del gobierno como soluciones únicas para evitar la tragedia de los comunes. Soluciones que en la mayoría de los casos terminan generando externalidades negativas al colectivo relacionado con el bien común.
Trazos para un diseño de futuro como bien común En el caso de Santa Marta, el primer paso es entender que la palabra clave es restauración y ella debe ser concebida en la línea que propone Ostrom referente a la restauración de sistemas ecológicos complejos. Para ella, la restauración no es una búsqueda del pasado, sino de un futuro mejor (Ostrom, 1995, p. 45) y se relaciona con el manejo de la situación compleja por los directamente involucrados para preservar la biodiversidad. Al involucrar a los actores, a partir del reconocimiento de cada uno de ellos y las acciones pasadas
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que provocan el estado actual, se está dando el primer paso encaminado a la preservación del bien común. Identificados los protagonistas y continuando con la línea argumental de Ostrom en su ensayo “Diseños complejos para manejos complejos”, el abordaje de la situación parte de observar que las reglas particulares tomen en cuenta
…los atributos específicos de los sistemas físicos circundantes, las distintas visiones culturales del mundo, y las relaciones económicas y políticas que existen en cada región. Sin reglas diferentes, los propietarios no podrían hacer uso de las ventajas que les otorgan las características positivas de un recurso, ni serían capaces de evitar los errores potenciales que podrían ocurrir en un lugar pero no en otros (Ostrom, 2000, p. 46). Es claro entonces que el libre acceso y explotación del capital social debe ser regulado al cambiar este de régimen, de tal manera que actores regionales no pertenecientes al lugar ingresen al proceso con una mayor valoración en el análisis de la situación, y ello es real únicamente si lo que antes era considerado abierto (Open Access), se eleva a una categoría de régimen de propiedad común (Common Property Regime). Ello permite entonces a los lugareños, a los raizales, tener el poder de aceptar o no el ingreso para el uso del bien común, pero sobre todo, la necesidad de regular el uso del bien para proteger el interés común. En ese momento se crea una institución; el colectivo organizado es la institución, trascendiendo así el uso caótico anterior.
9 Recuperado de http:// www.ecoportal.net/ Temas_Especiales/Economia/ el_pelicano_ciego_acerca_ de_los_bienes_comunes
La definición de dichos principios que configura entonces la institución que abordará la situación, operará bajo los siguientes ocho principios: • Límites claramente definidos. • Congruencia entre las reglas de apropiación y de abastecimiento y las condiciones locales. • Acuerdos de elección colectiva. • Supervisión.
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• • • •
Reflexiones finales
Sanciones graduales. Los mecanismos para la resolución de conflictos. Un mínimo reconocimiento al derecho a organizarse. Presencia de múltiples niveles de gobierno e instituciones10.
La aceptación de estas reglas de juego configura el acuerdo social que permite abordar el problema desde la perspectiva de los involucrados para beneficio comunal y por extensión, de la sociedad.
10 La explicación de cada uno de estos procesos se encuentra detallada en el ensayo “Diseños complejos para manejos complejos de Elionor Ostrom. Disponible en http://www2.ine.gob.mx/ publicaciones/gacetas/244/ ostrom.html
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De acuerdo a la experiencia en la implementación de esta metodología, hay dos razones que asegurarían la conservación de la biodiversidad contenida en los bienes comunes: la primera hace alusión a la capacidad de los pequeños usuarios para la administración de sistemas en pequeña escala y la segunda es la consecuencia que, en el mediano plazo, tiene el hecho de que las comunidades internalicen los costos de la preservación de la biodiversidad, en el entendido de que serán ellos quienes reciban los beneficios de cumplir las reglas de juego.
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La construcción de futuro que permita acceder a niveles más altos de civilidad y bienestar a la sociedad, es también un bien común. Dicho objetivo implica profundos procesos de concertación social liberada de la intencionalidad de usufructo político. El logro de esos estadios que posibilitan escenarios mejores de convivencia y de preservación de la biodiversidad y bienestar es absolutamente factible, como lo demuestran los casos exitosos mencionados en el cuerpo de este artículo. El logro de estos procesos es el triunfo del verdadero ser social, en donde la conservación de la biodiversidad es el reto impostergable de la sociedad, ya que es la preservación de la riqueza social y la demostración de civilidad del colectivo inmerso en ese paisaje que se transforma y evoluciona permanentemente. Reconocernos parte de ese paisaje, es entender que hacemos parte de la acción y de la reacción provocada por nuestra racionalidad económica que se expande materializada en un mundo finito, en donde los signos de saturación indican que los costos de nuestras acciones superan muchos de los beneficios logrados. Ello nos obliga a repensar nuestro paradigma económico.
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La violencia:
de la polisemia del discurso a la contundencia de la realidad*
Gustavo Octavio García Rodríguez** Violence:
Fecha de recepción: 9 de julio de 2011 Fecha de revisión: 4 de septiembre de 2011
Going from the polysemy of the discourse to the strength of reality
Fecha de aceptación: 9 de octubre de 2011
Abstract
Resumen
The article presents elements related to the definition of the concept of violence, from several sources, witch highlights that has caused an unambiguous definition of this concept also, highlights the approaches of social perspective on the violence concept, and also from public health. Then, addresses the phenomenos of violence in the context of urban environments, and subsequently locate that discussion on the problematic of the city of Bogotá. At last, contemplates the foundations of some prevention strategies, witch have been reflected as important to address the phenomenon and some final considerations the issues raited
El artículo presenta elementos relativos a la definición del concepto de violencia desde referentes varios, en donde se destaca el problema que ha suscitado una definición unívoca de la misma. Resalta el abordaje de la violencia a partir los planteamientos que proponen la denominada perspectiva social y la que se realiza desde la perspectiva de la salud pública. Luego, aborda el fenómeno de la violencia en el contexto particular de los entornos urbanos, para posteriormente situar esa discusión en la problemática de la ciudad de Bogotá. Por último, contempla los fundamentos de algunas estrategias de prevención, que han figurado como importantes para hacer frente al fenómeno, así como algunas consideraciones finales frente a la problemática planteada.
Keywords
Palabras clave
Violence, urban violence, social perspective, public health, prevention.
Gustavo Octavio García Rodríguez
La violencia: de la polisemia del discurso a la contundencia de la realidad (pp. 43 - 61)
* El presente artículo es producto de la reflexión y discusión sobre los documentos de trabajo que hicieron parte de la investigación: “Experiencias de prevención de la violencia en la ciudad de Bogotá: retos para la intervención del trabajo social”. Facultad de Trabajo Social - Centro de Investigaciones, Corporación Universitaria Republicana. Proyecto de investigación en el cual el autor de este documento se desempeñó como co-investigador al lado del profesor Juan Carlos Gómez Becerra (investigador principal), miembros del grupo de investigación Investigación para la Gestión Social, en la línea de investigación “Conflictos y Problemas Sociales”. ** Sociólogo de la Universidad Nacional de Colombia, candidato a Magíster en Estudios Sociales, Universidad Pedagógica Nacional. Docente-Investigador de la Facultad de Trabajo Social de la Corporación Universitaria Republicana. Correo electrónico: gogarciar@ gmail.com.
Violencia, violencia urbana, perspectiva social, salud pública, prevención.
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El problema del concepto y la teoría
buscar posibles opciones que permitan prevenirla o intervenirla (Mesén, 2007, p. 4).
Cuanto más la practico, con mayor claridad advierto lo lejos que estoy de la plena expresión de la no violencia en mi vida. M. Gandhi. Por más que se intente parece imposible no recaer en esa especie de lugar común según el cual definir la violencia y conceptualizarla se convierte en una tarea, por decir lo menos, titánica. Planteamientos sobre el tema abundan, son varias las perspectivas desde donde se le analiza, múltiples los acercamientos que evidencian reiterados intentos de complementar su definición, de tener en cuenta aspectos soslayados o sencillamente profundizar elementos que a juicio de cada autor son los más importantes. Una verdadera pluralidad en los significados de la palabra misma, un repertorio polisémico en su sentido más literal. La situación peca en lo evidente, en tanto que no es un problema nuevo –ni de magnitudes despreciables– referirse a él unívocamente es harto complicado. Tal vez la figura del politólogo noruego John Galtung sea la que inicialmente y con mayor actualidad viene a la mente de quien se cuestiona acerca del problema de la violencia en la sociedad. Sus trabajos acerca de la violencia, en los cuales se propone una tipificación a razón de tres formas, –violencia directa (que incluye a las formas física y verbal)–, cultural y estructural (Espinar, 2003), han constituido probablemente uno de los epicentros sobre la discusión que aquí queremos referir. Con todo, no queremos limitarnos a las ideas de Galtung. Es nuestro interés presentar un panorama más amplio que evidencie la multiplicidad de ideas que circulan alrededor del tema, al igual que tener muy en cuenta lo siguiente:
La violencia no es un fenómeno natural, es un problema social que se debe definir, examinar, valorar y analizar, es un hecho multicausal que debe investigarse desde una perspectiva holística, crítica, histórica, género sensitiva, tomando en cuenta variables cuantitativas y cualitativas, que permita comprender sus causas, y
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También porque el tema de la violencia cada vez más muestra facetas poco conocidas o que anteriormente no habían sido siquiera contempladas, se concibe como algo imprevisible, inmodificable y hasta inevitable (Hijar, López y Blanco, 1997, p. 2), pero más aún porque su trabajo presupone la mayoría de las veces una serie de elementos que no suelen tenerse en cuenta:
Varios investigadores insistieron en que las categorías con que se analiza la violencia tienden a suponer una “sociedad pacificada”, una intensa separación entre lo público y lo privado, la diferenciación y creciente autonomía entre lo rural y lo urbano, y la centralidad incuestionada de la política, entre otras cuestiones… los fenómenos de violencia contemporánea exigen una consideración cada vez más reflexiva sobre las categorías y métodos utilizados, sobre el tipo de conocimiento que se quiere o se puede producir y, de manera quizá más importante, sobre el lugar de la violencia y del conocimiento de ella en la orientación de la vida política y en el despliegue de la vida diaria (Bolívar y Flórez, 2004, pp. 33-34). Así las cosas, comencemos por resaltar una discusión inherente a la definición de la violencia: la posibilidad de encontrar visiones amplias o circunscritas. Sotelo (2004) es enfático al proponer que un error inicial a la hora de hablar de la violencia es confundirla con el poder –en tanto que relación social asimétrica– así esté íntimamente relacionada con él, puesto que es un elemento fundamental para distribuirlo y controlarlo; a la par que es igualmente necesario no confundir su definición con aquellas que están cargadas de un fuerte referente biológico, como por ejemplo la elaboración por Konrad Lorenz del concepto de “instinto de agresión”1. Sotelo define la violencia a razón de dos grandes tipos: a. La violencia individual, que se subdivide en: la violencia contra sí mismo (un suicidio, por ejemplo) y la violencia contra los demás (un hurto con agresión física).
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b. La violencia colectiva, que comprende: la violencia contra la sociedad (una organización criminal) y una forma excepcional de violencia contra sí mismo pero de carácter colectivo (un suicidio colectivo por razones religiosas, por ejemplo). Inicialmente esta propuesta parece poco novedosa y de hecho muy amplia, ya que serían incontables los casos que se pueden signar a cada uno de los dos tipos propuestos. El autor solo tiene en cuenta la distinción acerca de si la violencia es ejercida hacia un individuo o hacia un grupo, hacia sí mismo o hacia los demás. Sin embargo, sirve para ilustrar la problemática sobre la extensión antes señalada, pero también otra que debe tenerse en cuenta y que Sotelo también identifica: la estrecha conexión que regularmente se encuentra entre las definiciones de la violencia, y más cuando son propuestos tipos o formas diferenciados. De allí que para Arostégui (1994) sea necesario tener claro que la violencia es un fenómeno que posee, a la par que responde, cuando menos, a factores biológicos, mentales, psicosociales, simbólicos, culturales, políticos, éticos e históricos. Es evidente que esta perspectiva no solo amplía una posible definición de la violencia, casi que obliga a pensar que cada uno de esos factores al estar respaldados en lo teórico por áreas definidas de conocimiento (etología, psicología, historia, etc.), ofrecería definiciones o puntos de vista singulares, pero en últimas relacionados. Este autor expone (pp. 20-21) como referente ilustrativo de sus ideas los planteamientos de James Rule –de línea politológica–, según los cuales la violencia se comprende desde tres tipos: violencia civil, interna y colectiva. La primera, al enfatizar problemáticas propias de las relaciones sociales y la acción conjunta, excluye las formas de violencia que tienen niveles de planificación o premeditación que le otorgan un carácter estratégico (destrucción deliberada de una propiedad por parte de un grupo). La segunda, al centrarse en la pugna entre grupos sociales delimitados al interior de una sociedad, deja por fuera las posibles acciones violentas entre sociedades distintas (gru-
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pos armados ilegales versus fuerzas armadas estatales). La tercera, realza manifestaciones de estupor colectivo que pierden de vista el posible carácter criminológico de las acciones (un linchamiento a un criminal). En ese mismo orden de ideas retoma (pp. 25-27) los planteamientos de Coady, ya que este último habla de tres tipos de definición de la violencia: a. Amplios o expansivos: la denominada perspectiva estructural representada por J. Galtung2 y Newton Garner3, los cuales, según Coady, corresponden a tendencias políticas comunistas o social-demócratas. b. Restringidos o observacionales: entendidos como aquellas definiciones que enfatizan las acciones directas mediadas por la fuerza física que repercuten en daños personales o materiales. Aquí se priorizan las consecuencias/resultados de la violencia, mas no sus causas o propósitos. Caben aquí las elaboraciones de H. L. Niebing, propuestas en la línea del reformismo político liberal. c. Legitimistas o estrictas: que comprenden a la violencia como uso directo de la fuerza sin ninguna legitimación o sanción legal. Entran aquí las ideas de Sidney Hook y E. V. Walter, que avizorando el mantenimiento del orden tienden a ser paralelamente bastante restringidas, también llamadas ortodoxas o estrictas, propias del conservadurismo y de los totalitarismos. El problema ya no es solamente si la definición de la violencia abarca un sinnúmero de fenómenos o solo unos pocos, una especie de lucha entre polos opuestos. Corresponde también a esos espacios sumamente difusos donde una definición limita con otra que le es complementaria o contradictoria. De esta forma, para Arostégui (1994) las teorías que definen la violencia
1 “Lorenz va a entender los instintos agresivos, tanto animales como humanos bajo un modelo que podemos calificar de ‘hidráulico’, para seguir con la analogía que dibujan Erich Fromm y Edward Wilson cuando critican a Lorenz. Esto lo que quiere decir es, básicamente, que la agresión humana y animal es entendida como un mecanismo que ‘se llena’, que ocupa por completo las posibilidades de manifestación conductual del organismo y que eventualmente debe ser ‘descargado’ en la forma de conductas agresivas. Es algo así como un pistón que se llena de vapor caliente que debe ser descargado, pero sólo cuando el pistón está lleno” (Palacio, 2003, p. 55). 2 La propuesta de Galtung puede verse en amplitud en su libro Violence, peace and peace hesearld. 3 Esta perspectiva surge a finales de los años setenta preocupada por los elevados índices de maltrato a menores, de violencia juvenil, de pareja y hacia personas mayores; explora la relación entre los factores individuales y contextuales y considera la violencia como el producto de muchos niveles de influencia sobre el comportamiento destacando la causalidad múltiple del fenómeno y su interacción con los posibles factores de riesgo que operan en el interior de la familia y en los ámbitos más amplios: social, cultural y económico (OPS-OMS, 2003, p. 14).
…se insertan en concepciones generales sobre la sociedad, en teorías generales sobre el sistema social, sobre el proceso
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político, sobre el comportamiento psíquico o sobre las formas de cultura… [La violencia] es sobre todo una relación, una situación solo definible relativamente o un conjunto alto de variables o circunstancias (p. 23). El énfasis es puesto en las relaciones sociales, en la interacción social misma. Revisar esa rica dinámica da un interesante carácter a la comprensión de la violencia; es así como Arostégui definirá la violencia a la luz del concepto de anomia resaltando su carácter de situación social: “…toda resolución, o intento de resolución, por medios no consensuados de una situación de conflicto entre partes enfrentadas, lo que comporta esencialmente una acción e imposición que puede efectuarse, o no, con presencia manifiesta de fuerza física” (p. 30). Para Cisneros (2001), en el marco de la violencia urbana, la multiplicidad de interpretaciones sobre la violencia puede en un nivel inicial contemplarse alrededor de dos grupos:
…la primera, alimentada por ensayistas que insisten en construir y definir a la violencia desde descripciones y narraciones de acontecimientos, desde los cuales se hace una descripción catastrófica y amarillista de la violencia en la ciudad. Dentro de este grupo destacamos los estudios estadísticos que se encargan de registrar e identificar los actos violentos. Esta perspectiva nos ofrece un conocimiento incompleto y parcial de la violencia. La segunda matriz de análisis está centrada en una serie de interpretaciones sobre los actos de violencia y los factores intermedios que propician y modifican la acción violenta. Este tipo de estudio ofrece una reflexión un tanto más profunda en la medida en que crea conceptos desde enfoques teóricos concreto (pp. 208-209). Es claro que los planteamientos de Galtung, Sotelo, Coady y Arostégui, pueden enmarcarse en esa segunda perspectiva señalada por Cisneros. De hecho para él la situación llega a tal punto, que se impide de forma casi que definitiva la construcción de una teoría general de la violencia: prima la indistinción de criterios acerca de un conjunto de hechos y situaciones en últimas completamente heterogénea que muchas veces produce el efecto de una total ausencia de conexión
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entre sí. Es decir, las definiciones de la violencia las más de la veces parecen no diferenciarse en cuestiones sustantivas pero, cuando lo hacen, terminan siendo diferentes a tal punto de manifestarse como extremos polares, no obstante se suelan referir a los mismos hechos o situaciones, si es que no se termina por confundir el concepto con el de agresión. Así pues, Cisneros opta por ofrecer dos tipos de teorías que pretenden comprender el fenómeno de la violencia (pp. 216225) y tres condiciones históricas en las que se puede ubicar cada una de esas definiciones: a. Juicios biologistas: de tipo individualista, innatista, reduccionista, patologista y naturalista, representado por los planteamientos de la etología, sociobiología, genética, fisiología, paleoantropología, entre otras. Se centran en el concepto de agresión siendo su representante más característico Césare Lombroso (fundamental en la llamada “frenología”) con su teoría del “hombre delincuente”. b. Interpretación social: que ve a la violencia como efecto de múltiples elementos que gravitan entre lo económico, social, político y cultural característico de cada contexto en donde se manifieste. Desde esta perspectiva ha sido común ver a la violencia como impedimento fundamental del desarrollo social y como elemento influyente de las dinámicas de la pobreza, la marginación, el abuso de poder, la corrupción, la impunidad, entre otros. Charles Murray y sus planteamientos sobre el “Losing Ground” son un buen ejemplo de este tipo desde una perspectiva conservadora. Y como condiciones/dimensiones históricas tenemos (p. 223): 1. Como proceso no explícito: violencia histórica-estructural (pobreza, marginación, bajo desarrollo) fuertemente influenciada por las condiciones socioculturales (violencia estructural). 2. Como acción directamente observable en sujetos o grupos cuyos actos expresan abiertamente violencia de
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forma explícita, cínica y/o depravada (maltrato físico de diverso tipo, asesinatos, etc.). 3. Como fenómeno más amplio que tiene en cuenta elementos simbólicos la mayoría de las veces ocultos, que terminan por legitimar a las dos dimensiones anteriores en razón de causa o efecto (acción cultural). Situándonos ahora en la perspectiva social de la violencia, Gelles y Cavanaugh (2004) ofrecen ideas importantes a este respecto. Desde su óptica, la violencia tiene como supuesto central que las estructuras sociales afectan significativamente a los individuos y a sus comportamientos, así como es de tener en cuenta la influencia de categorías sociales que deambulan dentro de tal estructura: edad, sexo, posición socioeconómica, raza, etnia, entre otras4. De allí que sea posible desarrollar variaciones sociales –mediante tasas, por ejemplo– que permitan comparar diversas sociedades o grupos; identificar contextos específicos como la familia, el trabajo, la escuela, etc.; desarrollar perfiles como el de víctima (mujer maltratada) o agresor (joven agresor); y también posibles tratamientos (agresor doméstico, agresor sexual, agresor psicopático, sistema penitenciario, entre otros). De igual forma, es viable hablar de la influencia de los valores y las normas sociales, ya que son elementos relevantes de toda estructura social –véase, por ejemplo, la teoría de “la subcultura de la violencia” de Wolfgang y Ferracuti–: “Los valores y las normas sociales proporcionan sentido y dirección a los actos violentos y, por lo tanto, favorecen la aparición de la violencia en ciertas situaciones relacionadas con esas normas y valores” (Gelles y Cavanaugh, 2004, p. 51). En tal orden de ideas, Gelles y Cavanaugh proponen tres modelos teóricos que a su juicio incorporan factores sociales para la explicación de la violencia (pp. 52-53): a. Teoría del aprendizaje social: “…los individuos que experimentan o se encuentran expuestos a la violencia
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tienen una mayor probabilidad de cometer actos violentos que aquellos que no estén expuestos o que han experimentado poca o ninguna violencia a lo largo de su vida”. b. Teoría del intercambio social (violencia familiar): la conducta de los individuos dependerá de la recompensa que reciban por sus acciones, esperando un alto grado de reciprocidad: “Cuanto menor es la reciprocidad que se consigue por los servicios ofrecidos, mayor probabilidad existe de que el individuo manifieste algún tipo de comportamiento emocional como la violencia o la volición… Cuanto más en desventaja se sienta un individuo al ver la creciente violación de los conceptos de justicia y reciprocidad más peligrosa y violenta se tornará la interacción” (Homans, 1967, citado en Gelles y Cavanaugh, 2004). c. Teoría general de la presión (General Strain Theory): “…afirma que el comportamiento violento puede estar relacionado con la frustración y con la ira que genera el recibir un trato de inferioridad en las relaciones sociales” (Robert Angrew, 1992, citado en Gelles y Cavanaugh, 2004).
4 De hecho, en tal marco de referentes, la violencia podría tipificarse a nivel general en el grupo de hombres jóvenes de ingresos bajos, y por ejemplo de raza negra en sociedades como la norteamericana.
Una forma concreta de ejemplificar en alguna medida el desarrollo de las ideas anteriores, sería presentar brevemente la conceptualización que sobre la violencia han desarrollado los estudios de género con sus trabajos y producciones conceptuales. Es claro que referirse al fenómeno de la violencia desde una perspectiva tal implica relacionarlo con los significados particulares que tiene ser hombre o mujer en un contexto específico, tener en cuenta el contenido de los derechos que se les atribuyen, así como la forma en que se ejerce el poder (Pineda y Otero, 2004, p. 20), entre otros elementos. Es así como la violencia de género puede ser entendida como
…cualquier forma de discriminación, negación, sometimiento, opresión y violación de los Derechos Humanos vividos tanto por mujeres como por hombres, por el hecho de estar socialmente
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construido con base en distinciones del sexo y luego convertidos en desigualdades de género (García y Cabral, 1999, p. 177). De esta suerte que al interior de esa perspectiva pueda hablarse de un caso concreto como lo es el de la violencia conyugal o de pareja, y a su vez establecer cinco tipos de violencia conyugal (Guido, 2002): física, emocional, sexual, patrimonial o económica, negligencia y abandono (p. 241).
Asimismo, Hijar, López y Blanco (1997, pp. 2-3) proponen una forma de contemplar las diversas visiones que se han producido sobre la violencia, situando a la perspectiva social en compañía de lo que denominan como punto de vista legal y una tercera que para la actualidad se ha venido configurando como central: la perspectiva de la salud pública. En la siguiente tabla se sintetizan esas ideas:
Tabla 1. Tres perspectivas sobre la violencia CIENCIAS SOCIALES (SOCIOLOGÍA)
5 Para una visión crítica de concepto de violencia estructural, véase Tortosa y la Parra (2003).
PUNTO DE VISTA LEGAL
xx Violencia enmarcada dentro de las relaciones macrosociales. xx Violencia y poder como conceptos inseparables: el Estado que organiza el poder y hace uso legítimo de la fuerza. La violencia como medio de dominio, expresión, subyugación y de correlación de fuerzas que se constituye como proceso histórico. xx No toda forma de violencia es negativa, pues puede acelerar procesos económicos y sociales de valor histórico. xx Identifica dos formas de materialización de la violencia: manifiesta (cuantificable) que afecta la vida o la integridad física del individuo o grupos (homicidio, golpes, violación); y estructural5, que centra la causalidad en condiciones estructurales de la sociedad no atribuibles a los individuos (exclusión/ integración del bienestar social).
SALUD PÚBLICA
xx Violencia entendida en tanto hecho criminal: violación de la ley. xx No todo hecho violento es criminal y no todo hecho criminal es violento.
xx La violencia es un problema que ocasiona daños físicos, discapacidad, secuelas, años de vida potencial perdidos y disminución de la calidad de vida. xx Se centra en el estudio de la frecuencia y magnitud de
xx Le es fundamental la determinación de la intencionalidad (premeditación). xx La violencia es un proceso producto de la voluntad individual; su interés se centra en el agresor y no en la víctima. xx Tiende a aislar el hecho violento de su contexto social.
las lesiones, delimitar grupos de riesgo, impacto de dichas lesiones en los servicios de salud (clasificación internacional de enfermedades y causas de muerte, accidentales e intencionales). xx Evidentemente se ha centrado en el daño físico.
Fuente: Hijar, López y Blanco (1997, pp. 2-3).
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La perspectiva que ofrece la salud pública sobre la violencia ha cobrado en la actualidad importancia y protagonismo, a tal punto que se ha convertido en la perspectiva que más se tiene en cuenta a la hora de hablar del tema en lo que a asuntos públicos y gubernamentales se refiere. No obstante este sea un abordaje reciente sobre la violencia, ubica sus esfuerzos en la interacción entre la salud pública y la seguridad pública, resaltando con prioridad los costos que socialmente representa, tanto humanos como económicos (dinero, pérdidas materiales, días laborales, intervenciones varias, costos intangibles, discapacidades, entre otros) (Soberón, Zurita, Ramírez y Torres, 2003).
LA VIOLENCIA COMO PROBLEMA DE SALUD PÚBLICA Hay una premisa fundamental para comprender la propuesta de esta perspectiva que comienza a configurarse con importancia hacia la década de 1980: partir de la base de que la violencia es un fenómeno predecible y por ello prevenible para así poder construir programas y estrategias de prevención (Hijar, López y Blanco, 1997, p. 2); en suma, comprender sus raíces y evitar que surja. Lo anterior en gran medida porque:
…algunos sectores insisten en considerar que las lesiones intencionales son problemas eminentemente individuales o de grupos sociales específicos sobre los cuales poco se puede incidir para su prevención. Por el contrario, estos hechos son resultado de un proceso que tiene que ver con la forma en que el ser humano organiza su vida, con valores culturales respecto a la vida, la enfermedad y la muerte, con las relaciones familiares, con la seguridad física de la vivienda, los estilos de vida y las características del individuo o del grupo (p. 7). De igual forma, la perspectiva predicción/prevención cobra sentido puesto que:
Es posible prevenir la violencia y disminuir sus efectos, de la misma manera en que las medidas de salud pública han logrado
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prevenir y disminuir las complicaciones relacionadas con el embarazo, las lesiones en el lugar de trabajo, las enfermedades infecciosas y las afecciones resultantes del consumo de alimentos y agua contaminados en muchas partes del mundo. Es posible cambiar los factores que contribuyen a producir respuestas violentas, ya sea los dependientes de la actitud y el comportamiento o los relacionados con situaciones sociales, económicas, políticas y culturales más amplias (OPS-OMS, 2003, p. 3). Por otro lado, esta perspectiva acentúa la necesidad de apelar al abordaje interdisciplinario debido a que el fenómeno en sí mismo así lo exige (Rivas, 2000), su complejidad está lejos de permitirse puntos de vista unilaterales o que desconozcan ricos referentes en su problematización. Este enfoque es manifiestamente consciente de la diversidad de modelos explicativos pero, más allá de ver en ellos una problemática, busca orientarse a través de sus planteamientos con tal de lograr una eficaz mitigación de su magnitud y consecuencias en la realidad. Para la salud pública, al problema de la violencia se le han atribuido:
…factores causales de tipo biológico como, por ejemplo, el papel de las hormonas masculinas, o se han hecho acercamientos desde lo psicológico (factores del comportamiento, de la socialización, cognitivos, etc.). Otros hablan de interacciones, como el uso de alcohol o estupefacientes por parte de sujetos con personalidades susceptibles de actos violentos. Hay también acercamientos desde las comunicaciones: el papel incitador y apologista de la violencia por parte de los medios (por algunos llamado efecto CNN), en fin... hay abordajes desde diferentes ópticas y todos tienen alguna razón al igual que son válidos muchos de los intentos por lograr algún control del fenómeno, realizados desde esas miradas (Rivas, 2000, p. 340). La magnitud del problema parece ser tal que en estos momentos difícilmente puede subestimarse su influencia en las sociedades que la padecen:
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La violencia puede y debe ser tratada como problema de salud pública, no solo porque produce directamente lesiones y defunciones, sino por su influencia en el deterioro del entramado de las relaciones sociales de solidaridad y cooperación (Pellegrini, 1999, citado en Soberón, Zurita, Ramírez y Torres, 2003, p. 58). Así las cosas, se hace necesario conocer la perspectiva concreta que sobre la violencia postula el enfoque de salud pública, es decir, su papel frente al problema (Soberón, Zurita, Ramírez y Torres, 2003, p. 58; OPS-OMS, 2003, pp. 3-5). En líneas generales tenemos: a. La prevención es el eje fundamental de sus acciones. b. Actúa bajo la perspectiva interdisciplinaria al igual que se basa en datos y métodos científicos. c. Plantea estrategias concretas para luchar contra problemas de salud de grupos específicos de población. d. Pretende conocer el riesgo de una enfermedad buscando producir información sobre posibles eventos nocivos. e. Diseña programas de salud pública que además de proporcionar servicios específicos de salud enfocados a grupos denominados de alto riesgo, fomentan comportamientos saludables y promueven entornos sanos. f. No se ocupa de los pacientes a título individual. Su interés se centra en los problemas que afectan la salud, buscando lograr el máximo beneficio para el mayor número de personas posible. g. Hace hincapié en la acción colectiva y en la cooperación de sectores diversos –salud, educación, servicios sociales, justicia, política, entre otros–.
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h. Lo anterior para organizar eficaz y eficientemente la respuesta social ante contratiempos de salud que afecten el desarrollo social. El hito material de las ideas anteriores puede evidenciarse en el Informe Mundial sobre la Violencia y la Salud realizado por la Organización Panamericana de la Salud - Organización Mundial de la Salud (OPS-OMS), documento científico técnico que vio la luz en 2003. No obstante, en 1996 la Asamblea Mundial de la Salud, mediante la resolución WHA 49.25 había declarado a la violencia como problema de salud pública. Sintetizaremos a continuación las ideas que de dicho informe son relevantes para el tema aquí discutido. En primer lugar, la definición que establece de la violencia –que dicho sea de paso es de las más aceptadas a la hora de tratar el tema, especialmente en el ámbito de lo público–:
El uso intencional de la fuerza o del poder físico, de hecho o como amenaza, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones (OPS-OMS, 2003, p. 5). Esta definición tiene la cualidad de vincular la intención con la comisión del acto mismo, efecto o daño del evento en las víctimas (Concha, 2003), independientemente de las consecuencias que conlleve, excluyendo los incidentes de tipo no intencional –un accidente, por ejemplo– pero teniendo en cuenta, del lado de la intencionalidad, los descuidos u omisiones. También pretende englobar el ejercicio de las diversas relaciones de poder que desembocan en usos intencionales de la fuerza, contemplando las esferas pública y privada, las formas reactivas –como respuesta– o activas –anticipadas–. En relación con el tema de la intencionalidad se establecen dos puntos que es necesario considerar a la luz de la definición ofrecida (OMS, 2003, p. 6): por un lado, el que la presencia de la intención de usar la fuerza no significa ne-
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cesariamente que haya existido la intención de causar daño; y por el otro, que la intención de lesionar es diferente –o no equivale– a la intención de usar la violencia. Este último especialmente, ya que existe una fuerte determinación cultural sobre el fenómeno de la violencia, es decir, lo culturalmente admisible así como lo proscrito. El marco anterior da pie para que se establezca una tipología de la violencia que se construye según la característica del/los que comete/n un acto de violencia (pp. 6-7): 1. Autoinflingida: cuyas formas más claras serían las autolesiones y el comportamiento suicida. 2. Interpersonal o de pequeños grupos: violencia familiar o de pareja (generalmente dentro del hogar), que se subdivide a la vez en violencia contra la pareja, contra menores de edad y contra adultos mayores, y ha sido ampliamente abordada desde el denominado “modelo ecológico”. Violencia comunitaria (generalmente fuera del hogar sin vínculos de parentesco) contra conocidos o extraños. 3. Colectiva o de grandes grupos: violencia social, política y económica; aquí cada una de estas formas de violencia indica los posibles motivos de su manifestación. Véase por ejemplo la violencia que producen los grupos armados irregulares o el Estado mismo. Finalmente, esta tipología y cada uno de sus subtipos debe entenderse en relación con cuatro componentes que se refieren a la naturaleza del acto juzgado violento: naturaleza física, sexual, psíquica o que incluye privaciones o descuido. La síntesis anterior es evidentemente muy apretada, deja fuera varios elementos de la propuesta así como una discusión sobre los mismos. Con todo, sépase al menos que para sus autores es igualmente una clasificación imperfecta (no contempla a satisfacción la denominada violencia simbólica), de difícil acepta-
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ción universal, a la par que desde cierta perspectiva no existe una divisoria clara entre cada uno de los tipos propuesto, reproduciéndose la problemática referida al inicio de este aparte.
LA VIOLENCIA EN EL ENTORNO URBANO En América Latina encontramos más muertes en la calma de la paz que en los tormentos de la guerra. Roberto Briceño L. Es en las ciudades donde el tema de la violencia se torna manifiesto y explícito, donde los medios de comunicación y sus “pasarelas de cadáveres y criminales vueltos show” producen ese estado mental en el que “las personas anochecen con alivio de sobrevivientes y amanecen convertidas en víctimas en potencia” (Cisneros, 2001). La influencia de los medios de comunicación en este tema es tan marcada que llegan a ser determinantes o hasta factores de riesgo para la generación de la violencia. Paralelo a ese crecimiento del fenómeno, los modelos explicativos y las acciones encaminadas a mitigarlo no se han hecho esperar, siendo también abundante la literatura y las políticas/ acciones diseñadas. La “criminología clínica” de los años setenta es un buen indicador del comienzo de esa discusión en el ámbito urbano, así como su preocupación manifiesta –en la agenda pública– en la década de 1990 (del Olmo, 2000).
6 Un interesante referente sobre la violencia urbana desde la perspectiva sociológica puede revisarse en Briceño (2007, pp. 541-574).
Desde la perspectiva de las ciencias sociales6 tiende a destacarse el tema de la violencia urbana en términos de violencia social en tanto las cifras expresan conflictos cuya base es social y económica en lo fundamental, de allí que se establezcan zonificaciones violentas que se equiparan con las zonas pobres. Téngase en cuenta que lo anterior no quiere decir que la pobreza produce casi que de forma ineluctable actos violentos, obsérvese los casos concretos de Bolivia o Haití –antes del terremoto de 2010– como ejemplo.
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Roberto Briceño (2002, pp. 36-37) propone una hipótesis en tal línea argumentativa: “Es el empobrecimiento y la desigualad, y no la pobreza, lo que origina la violencia urbana”. Son la exclusión escolar y laboral –la informalidad–, la caída del crecimiento económico, de las posibilidades de mejorar socialmente, sumado al aumento y homogeneización de las expectativas de vida, las principales causantes de las acciones y fenómenos violentos.
7 “El cartucho” era una zona del centro de Bogotá (barrio Santa Inés, localidad de Santa Fe) que hacia los años 80 se caracterizó por ser el eje del expendio de drogas más grande de la ciudad, así como por los elevados índices de violencia, delincuencia y prostitución. Fue intervenido y demolido a finales de los 90 para construir lo que hoy se conoce como el Parque Tercer Milenio. La “L”, es un sector de más o menos tres cuadras, también ubicado en el centro de la ciudad, que para el 2002 se consolidó como el nuevo cartucho de la ciudad.
Petrella y Vanderschueren (2003, pp. 216-217) además de causas sociales (exclusión, debilitamiento de las redes sociales, desintegración de la familia) identifican causas institucionales (sistema judicial inadecuado, política institucional), y causas relacionadas con el ambiente físico (incapacidad de gestionar/regular el crecimiento urbano, falta de servicios, ausencia de la noción de seguridad, espacios mal protegidos, ilegalidad, entre otros). Sin embargo y antes de referir otras ideas al respecto, Carrión (2008) expresa un cuestionamiento acerca de la violencia urbana, especialmente interesante para lo hasta aquí expuesto:
A pesar de la trascendencia de la violencia en las ciudades latinoamericanas, aun no existe un correlato respecto a su conocimiento, porque no se ha concedido tal importancia, ni ha sido incorporada en la discusión de los problemas del desarrollo y de las formas de vida urbana. En esa perspectiva, el tema de la relación ciudad-violencia es –probablemente– uno de los menos estudiados y conocidos, porque, en primer lugar, hay un problema metodológico que nace de una definición de la violencia entendida a partir de ciertos atributos y no de relaciones sociales, lo que impide conocer con profundidad la violencia y establecer los puentes correspondientes con la ciudad (p. 112). Además, propone pensar las siguientes preguntas: ¿existe una causalidad urbana en la violencia? ¿La ciudad es el escenario –no externo– del delito? ¿La violencia es conceptualmente plural, es factible encontrar una clase de violencia que tenga un origen específicamente urbano? (p. 113). El autor pretende con estas reflexiones cuestionar el determinismo unívoco de la causalidad urbana de la violencia, en donde
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violencia es sinónimo de ciudad, convirtiendo a esta última en el origen de la primera; una especie de criminalización del entorno urbano o como dice Carrión, “que la violencia es urbana, y lo urbano lo determina” (p. 114). Desde otra perspectiva, la discusión no solo se centra en establecer las causas posibles que generan la violencia; sus efectos también son tenidos en cuenta. Góngora y Suárez (2008, p. 130) ven como función de la violencia urbana delimitar y regular espacios definidos de las ciudades que se encuentran determinados por ideas de degeneración o muerte. Claro ejemplo de ello era la antigua zona de Bogotá conocida como “El cartucho”, o los recientes “cartuchitos” como “la L” que han surgido en la ciudad7. Otro efecto que probablemente todos los que vivimos en entornos urbanos hemos experimentado en algún momento es el miedo, la sensación constante de inseguridad, de desconfianza, de no salir de noche o evitar ciertas zonas peligrosas; un miedo corporeizado en personas concretas como el habitante de calle, el ebrio, el drogado, los pandilleros o en sus versiones más actuales, como el atacante sin rostro que porta agujas infectadas con VIH:
El extranjero, no solo de otro país sino del grupo social es designado como el chivo expiatorio de las agresiones que sufren las víctimas. El espacio entre las estadísticas de la delincuencia real y los sentimientos de inseguridad son el terreno donde se desarrolla el imaginario de la violencia, expresado a la vez en leyendas urbanas y rumores… Casos y hechos aislados y reales se mezclan aquí con el imaginario de la violencia irracional en las ciudades que nos dicen que todos somos víctimas potenciales de una agresión que transformaría para siempre nuestra vida: ¿Por qué a mí? (Cortázar, 2008, pp. 65-68). Este juego entre victimización real y el efecto del miedo, desafortunadamente produce una respuesta adversa por parte de las personas: una respuesta violenta, que no solo se manifiesta en actos violentos concretos como respuesta, sino también en el plano actitudinal mediante una propensión a aceptar –y pedir– acciones y medios igualmente violentos (Briceño, 2002).
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Claro ejemplo es el auge de la justicia privada/seguridad privada en los últimos veinticinco años: cerramientos cada vez más elevados, alambres de púa, sistemas residenciales e institucionales cargados de celadores, perros guardianes, cámaras de video, sistemas de identificación, que hacia el interior operan independientemente y suelen ser los principales receptores del apoyo policial. Para Del Olmo (2000) esta situación termina por generar una disyuntiva en donde la política pública se hace servidora de la población en general y la seguridad privada se hace servidora de intereses individuales u organismos particulares, generándose dos instancias de control social: la que sirve a la población con un carácter preventivo y la que sirve a intereses y agentes particulares con un carácter reactivo (intervención directa).
violencia (causas, formas, agentes, etc.) que sufren ciertas poblaciones como las que poseen fuerte presencia de actores armados como Corinto en el Cauca, con la que podría presentarse, por ejemplo, en una ciudad como Cartagena.
De tal forma que se está desplazando el control social del Estado a los individuos; se discrimina a las personas aumentando el temor y la desconfianza hacia ese otro extraño potencialmente peligroso, un juego entre “excluidos y seguros”.
La inseguridad que afecta a los bogotanos sigue siendo mayoritariamente inseguridad humana. La tasa de homicidios sigue manteniéndose en niveles altos y, más importante, la tasa de lesiones a las personas es de las más altas del país y del continente (Aguirre y Restrepo, 2005, p. 7)8.
EL CASO DE LA CIUDAD DE BOGOTÁ Al referirse al tema de la violencia en Colombia, o tocarlo particularizando alguno de sus territorios o poblaciones, se genera casi que per se una sensación según la cual la violencia es en esta nación una especie de pan de cada día. Se percibe una idea general a la hora de relacionar las palabras “violencia” y “Colombia” que parece configurar un sentido común sobre el tema en el país. Por ejemplo, para Velásquez (2004a, p. 2) “la violencia se ha legitimado en Colombia como uno de los medios más eficaces para ser escuchado y para obtener lo que se necesita y/o desea”, y más aún, para la autora es un “factor constitutivo y generador de la identidad de los colombianos” (p. 2). Este es un lastre que más allá de ser fruto de la exageración –véase la prensa roja nacional– tiene manifestaciones objetivas y formas distintas de presentarse según contextos particulares, es un problema real de magnitud contundente que no puede tratarse a la ligera; sería completamente absurdo equiparar la
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Así las cosas, la ciudad de Bogotá experimenta una problemática interesante a la hora de revisar su situación en términos de violencia y delincuencia, si bien las cifras exponen variaciones que pueden entenderse como mejorías, también es claro que no pueden revisarse descontextualizadamente y mucho menos al margen de las acciones de la política pública que ha pretendido hacerle frente. Con todo, la ciudad de Bogotá se presenta a este respecto como un caso especial que amerita ser visto en su particularidad:
Ahora bien, más allá de centrar este aparte en el tratamiento de cifras y datos que generan una idea sobre la violencia en la ciudad, resulta más interesante para la mirada preventiva hacer referencia a una discusión propuesta por Llorente, Echandía, Escobedo y Rubio (2001, pp. 18-19), quienes plantean tres mitos que se han construido en torno al problema de la violencia urbana en Colombia:
8 Esta perspectiva se matiza revisando las cifras más actuales frente al tema, que en suma muestran mejorías respecto de periodos anteriores: para el mes de junio de 2012 la tasa de homicidios de la ciudad se situó en 16.6 por cada 100.000 habitantes (una de las más bajas en los últimos 30 años), en cuanto a las lesiones personales, en ese mismo mes se registraron 574 casos frente a los 756 del mismo mes en el 2011. Recuperado el 4 de septiembre de 2012 de http://oasportal.policia. gov.co/portal/pls/portal/ JOHN.NOTICIAS_NUEVAS_ DETALLADAS.SHOW?p_arg_ names=identificador&p_arg_ values=315998
- El primero, según el cual el mayor número de muertes en los contextos urbanos del país es producido por la llamada “violencia cotidiana” que es en lo fundamental producto de la intolerancia imperante entre los ciudadanos. También llamada “violencia impulsiva”, cuyas manifestaciones comunes serían el maltrato al interior del hogar, las riñas, disputas, entre otras. Para estos autores la mayoría de los datos que respaldan tal planteamiento son débiles, si es que no inexistentes. -
Que la violencia impulsiva se escala hacia expresiones más organizadas que la “violencia instrumental”, entendiendo
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esta como la que se usa con algún fin y que se asocia en especial con formas relativamente organizadas del crimen y con grupos armados irregulares. Esta afirmación también contaría con evidencia empírica insuficiente. -
Que existen causas objetivas que explican la violencia en el país como la pobreza, desigualdad, injusticia social, desempleo, marginalidad, entre otras. Este planteamiento resulta ser el más aceptado, no obstante las evidencias a las que apela que son difíciles de interpretar y muchas veces poco contundentes.
Estos “mitos” chocan directamente con la interpretación del tema que hace, entre otros, Hugo Velásquez (2004), y que han sido parte central de muchas de las acciones tomadas frente al tema. Para este autor la combinación entre individualismo y anonimato es un nicho propicio para que se creen y reproduzcan conductas ciudadanas que afectan la convivencia:
En medio de ese ambiente, era normal que todos los ciudadanos se convirtieran en agentes de violencia y en víctimas de ella: se peleaban por pasar la calle, se irrespetaban los semáforos, había lucha entre automovilistas y peatones, entre peatones y peatones y entre automovilistas y automovilistas (p. 61). De tal forma que hacia 1995 se considera que la sociedad colombiana se caracteriza por un alto grado de divorcio e incongruencia entre ley, moral y cultura, dando como resultado situaciones violentas. Para Llorente et ál. (2001), las ideas de Velásquez no poseen el apoyo de datos empíricos fuertes que puedan dar sustento a sus planteamientos. Más bien, el tema de la violencia en Bogotá obedece a la presencia y actividad de formas organizadas de crimen:
En síntesis, el común denominador de estos mitos es que, por un lado, se percibe la violencia como un fenómeno generalizado fruto de una cultura que hace a los colombianos
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particularmente intolerantes y, por el otro, se ignora, minimiza o explícitamente niega la incidencia de la violencia organizada y sus posibles vínculos con la delincuencia común. Para el caso de Bogotá, quizás por las tasas de homicidio relativamente bajas que ha exhibido desde mediados de los noventa, se ha tendido a aceptar sin mayor discusión el diagnóstico que se desprende de estas creencias comunes (p. 20). No obstante, el caso de Bogotá es tan complejo que estos autores reconocen que además de la violencia como producto de la acción del crimen organizado –correspondiente a su postura frente al tema– es igualmente irrefutable la existencia de violencia de tipo instrumental, lo cual se hace imposible de desestimar, aunque se debe tener en cuenta que este tipo de violencia se encuentra altamente concentrada en ciertos sectores de la ciudad, no siendo un común denominador de la misma. Es en este punto donde al menos los datos no son tan sensibles a las incongruencias. Igualmente, vale la pena tener en cuenta que:
Otra variante que debe destacarse acerca de la concentración por tipos de violencia es que la categoría de la violencia impulsiva en el hogar, o sea aquella representada mayoritariamente por el maltrato contra los niños y las mujeres, se encuentra bastante dispersa por toda la ciudad (p. 22). El documento Creencias, actitudes y prácticas sobre la violencia en Bogotá, Cali y Medellín (Ministerio de Protección Social, 2004) ilustra con mayor especificidad esa situación: - El castigo a los niños que incluye golpes con un objeto es un comportamiento violento con alta prevalencia. - Son las mujeres las que castigan con mayor frecuencia a los menores bajo su cargo.
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Se encontró una fuerte evidencia de la reproductividad del comportamiento violento hacia los niños en las personas que fueron objeto de maltrato físico en la niñez.
- Hay evidencia de correspondencia entre los tres comportamientos violentos (hacia los niños, la pareja y los otros), lo cual sugiere que el diseño de las intervenciones puede ser dirigido a los más prevalentes y se afectará en alguna medida a los comportamientos relacionados de menor prevalencia. Es un hecho que en ciertos sectores de la ciudad las tasas de homicidio son críticas. Corresponden a esa situación las localidades del centro de la ciudad y algunas zonas periféricas del sur. Su concentración en tales zonas es además de alta, sostenida en el tiempo: “Las localidades en donde se presenta una alta incidencia de homicidios instrumentales son precisamente aquellas donde se registra un mayor número de casos impulsivos, especialmente muertes por riña” (Llorente et ál., 2001, p. 20). Si bien se puede hablar de ciertas localidades y UPZ (Unidades de Planeamiento Zonal: unidades de planeación urbana más grandes que un barrio pero más pequeñas que la localidad) en particular, es la zona centro de la ciudad donde la situación cobra su expresión más elevada. Las localidades de Santafé, Los Mártires, Candelaria y Chapinero se identifican por esta característica que a su vez amerita ser leída a la luz de ciertas particularidades propias: elevada cantidad de población flotante, deterioro social, presencia de actividades ilegales o poco aceptadas (distribución de drogas, prostitución). Esas características terminan siendo centrales para la comprensión de fenómeno; para Aguirre, Restrepo, Mesa y Suárez (2005, p. 8) el perfil epidemiológico de las víctimas y los vectores de victimización, se encuentran directamente relacionados con esos elementos. Finalicemos este aparte que se centró en la ciudad de Bogotá, presentando el marco mediante el cual la política pública llevada a cabo en los últimos años ha buscado hacerle frente al problema de la violencia:
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Tabla 2. Política pública llevada a cabo en Bogotá para hacer frente al problema de la violencia CLASIFICACIÓN Medidas Garrote
POLÍTICAS DE SEGURIDAD a. Fortalecimiento de la Policía Metropolitana. b. Justicia Punitiva.
Teoría de la “Ventana Rota”
Programas orientados por la teoría de la “Ventana Rota” 9.
Medidas ZanahoriaGarrote
a. Programas de cultura ciudadana. b. Justicia cercana al ciudadano.
Fuente: Sánchez, Espinosa y Rivas (2003, citado en Aguirre et ál., 2005. p. 13).
El común denominador de estas políticas sería que “coinciden en señalar un alto grado de aglomeración de las acciones violentas, se concentran en el homicidio y buscan deshacer mitos que relacionan la violencia con causas sociales objetivas o comportamientos culturalmente aprendidos” (Aguirre et ál., 2005, p. 14).
9 Acciones propias de esta política serían: recuperación del espacio público, recuperación de entornos urbanos deteriorados, Misión Bogotá, entre otras. 10 Caso diferente presenta el contexto europeo que por ejemplo se caracteriza más por la violencia autoinflingida como los suicidios.
SOBRE LA PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA Según Buvinic (2008) los programas de prevención de la violencia en Latinoamérica tienden a abordar tres estrategias: seguridad ciudadana, inversión en jóvenes y desarrollo infantil temprano. Estrategias enmarcadas en un contexto donde prevalecen las formas de violencia interpersonal10 en el grupo poblacional de los jóvenes, con características adicionales tales como: alta debilidad institucional, problemas para la aplicación de las leyes, corrupción, fuertes mercados de droga, machismo como cultura dominante, entre otros. Desde su perspectiva, la violencia en el continente es un problema que afecta al menos en dos planos: el micro y el macro. Desde el primero se reduce la formación de capital humano, desde el segundo se reduce la inversión nacional y extranjera así como el ahorro social:
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La violencia dentro del hogar también daña los proyectos para el desarrollo, no solo las vidas de sus víctimas. El abuso afecta el rendimiento de los niños en el colegio y, por lo tanto, su productividad y rentabilidad futura y la rentabilidad del Estado en educación. Las mujeres que sufren violencia son menos productivas en sus lugares de trabajo y esta reducción de su productividad es una pérdida directa para la producción nacional (pp. 41-42).
venes y en el desarrollo infantil temprano, controlar la venta de armas, alcohol y drogas, fortalecer la denominada “prevención situacional” (reducir las oportunidades para el ejercicio de la violencia, haciendo que el crimen violento se haga más peligroso y difícil). Se exhiben como acciones de prevención más puntuales, de corto plazo y medibles, intentando sortear el análisis multicausal que es visto como el principal impedimento para desarrollar acciones concretas, sencillas y ejecutables.
La perspectiva que propone el planteamiento anterior está en la actualidad fuertemente posicionada a la hora de hablar de prevención de la violencia, de allí que en la discusión académica y política se hayan hecho emergentes las ideas del impacto económico y social de la violencia así como la de los costos de la violencia. El impacto económico de las violencia se entiende como el cálculo de los costos económicos “…a partir de contabilizar la menor acumulación de capital humano, una menor tasa de participación en el mercado laboral, menor productividad en el trabajo, mayor ausentismo, menores ingresos e impactos en la productividad de la generación siguiente” (p. 44).
Entramos de nuevo a un terreno en donde las perspectivas se muestran divergentes. Las ideas que propone Buvinic –respaldadas por el Banco Mundial– van en contracorriente de lo que la OMS desde 2002 ha venido reforzando. Por ejemplo, en la campaña llevada a cabo por la OMS denominada “Campaña Mundial de Prevención de la Violencia” lo que se busca es “Promover la toma de conciencia como problema de salud pública, y en particular acerca de los prejuicios de la violencia para la salud pública y de la función que esta puede desempeñar en su prevención” (Villaveces, 2003, p. 272); y en tanto tenga esa perspectiva, como problema de salud pública, la mirada multicausal es fundamental.
Los costos directos “…incluyen el valor de los bienes y servicios usados en la prevención de la violencia, el tratamiento de sus víctimas y la captura y castigar a sus perpetradores” (p. 42). Los indirectos
…incluyen impactos en la salud que no necesariamente generan una demanda para la utilización de servicios de salud, como por ejemplo, mayor morbilidad, mayor mortalidad debido a homicidios, al abuso de alcohol y las drogas y a los cuadros depresivos (p. 42). Mientras que el impacto social de la violencia se entiende como los costos que “…incluyen la transmisión intergeneracional de la violencia, la erosión del capital social, una reducción de la calidad de vida y una menor participación en los procesos democráticos” (p. 45). Desde esta perspectiva –al parecer demasiado preocupada por “los costos” y beneficios– las estrategias de prevención que han demostrado ser más efectivas son: invertir en los jó-
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De igual manera, el Banco Interamericano de Desarrollo al reconocer que la violencia es un problema prevenible y que la prevención de la violencia puede verse como una disciplina nueva, encuentra que los “Programas diseñados para combatir la violencia genérica están destinados al fracaso. Es necesario trabajar sobre las causas y los factores de riesgo de cada tipo de violencia específico en lugares también específicos” (Morrison, 2003, p. 257). Así también la Organización Panamericana de la Salud (2004) en el momento en que asume la violencia como un
…problema polifacético, de raíces biológicas, psicológicas, sociales y culturales, y para el que no existe una solución sencilla y única; por el contrario es una cuestión que debe abordarse a varios niveles y en múltiples sectores de la sociedad simultáneamente (p. 2). Ahora bien, revisando iniciativas concretas de prevención de la violencia que hayan tenido una magnitud importante en nuestro contexto, y teniendo en cuenta que pocas de estas
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acciones son documentadas y evaluadas con rigurosidad (Buvinic, 2008) pueden referirse, entre otras, las siguientes: el Programa de Convivencia Ciudadana de Medellín (1998)11, el Programa de Prevención Temprana de la Violencia (2001)12, la Estrategia de Información, Educación y Comunicación para la Prevención de la Violencia en Bogotá, Cali y Medellín 2003-200413. Este grupo de acciones operan en el nivel micro no obstante la cobertura que se han propuesto sea amplia. Chaux (2002) resalta la importancia de este tipo de iniciativas ya que el estudio de la violencia en el país ha tendido a priorizar el nivel macro a la luz de las posibles motivaciones políticas, haciéndose necesario aunar esfuerzos para trabajar el nivel micro en torno a la violencia interpersonal. En ese mismo orden de ideas se destaca el hecho según el cual
La prevención de la violencia parecería tener aun ciertos elementos de saber complejo y político, de disciplina peculiar a cada sociedad y a cada cultura, de trabajo de artesanía social y no ser una simple técnica susceptible de aplicación universal (Seminario Internacional sobre “Políticas de prevención del Crimen y la Violencia en Ámbitos Urbanos”, 2003). Los siguientes elementos se consideran de importancia a la hora de hablar de intervenciones exitosas para la prevención de la agresión14 –resultados encontrados por un grupo de institutos nacionales de salud de los Estados Unidos– (Duque et ál., 2007, p. 22): a. Se fundamentan en un marco teórico sólido. b. Se orientan hacia factores de riesgo de gran peso. c. Son de larga duración (por lo menos un año). d. Siguen la estrategia cognitivo-conductual, son multimodales y multicontextuales. e. Fomentan o fortalecen las competencias sociales para promover habilidades en los jóvenes o en sus familias.
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f. Son apropiadas para el desarrollo personal y comunitario. g. No se llevan a cabo en instituciones con ambiente coercitivo. h. Tienen características y formas de ejecución que permiten o favorecen una buena adhesión al programa. Estas ideas cobran mayor sentido cuando se hace referencia al concepto de prevención temprana de la violencia, muy en boga en la actualidad y de fuerte influencia en la política pública. Surge en medio de los elevados índices de violencia física contra la primera infancia, la violencia doméstica y su extensión fuera del hogar, identificando tres tendencias (Henao, 2005, p 162): a. Reproducción de la violencia doméstica, b. Tendencia a reproducir por fuera del hogar la violencia vivida en la familia, c. Tendencia a la transmisión intergeneracional de la criminalidad. Las iniciativas arriba señalas se encuentran muy en sintonía con este enfoque en tanto tienen en cuenta factores individuales pero a la luz de tres contextos principales: familiar, escuela y social, en sí la denominada perspectiva ecológica15. La prevención temprana de la violencia ubica como eje de sus acciones las posibilidades de prevenir la violencia antes de que muestre sus peores consecuencias, combinando modalidades de prevención temprana y secundaria, así como también desarrollando modalidades múltiples que se encuentren dirigidas tanto a los niños y adolescentes como a padres y maestros mejorando los factores de pronóstico, en sí “programas de carácter educativo que buscan intervenir sobre los factores de riesgo asociados con el desarrollo, de problemas de comportamiento agresivo focalizándose en algunos o varios de ellos” (Henao, 2005, p. 168).
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11 Cuyo objetivo se centró en modificar factores familiares e individuales, operando en el contexto familiar y en la escuela. Los supuestos de esta iniciativa: a) La familia como contribuyente para la generación de comportamientos violentos. b) El comportamiento agresivo de aparición temprana como signo precoz y altamente predictivo de la violencia adulta (Klevens y Montoya, 2003). 12 Uno de los programas de mayor envergadura en Colombia que tenía por objetivo “disminuir los índices de agresión, propiciar el desarrollo de comportamientos prosociales, prevenir la violencia y la agresión, prevenir el consumo de sustancias psicoactivas y el bajo rendimiento escolar en los niños de entre tres y once años de edad escolarizados en las instituciones educativas públicas de enseñanza preescolar y básica primaria” (Duque, Orduz, Sandoval, Caicedo y Klevens, 2007, p. 2). 13 Estrategia que enfatizaba la prevención del maltrato a menores y tenía por objetivo “… intentar modificar los patrones de interacción de los colombianos, en particular reducir la violencia física y verbal entre las parejas y entre estas y sus hijos” (Muñoz, Gutiérrez, Arango y Guerrero, 2004, p. 11). Esta estrategia trabajó mediante la metodología COMBI (comunicación para influenciar comportamientos) sumada al modelo de cambio de comportamiento propuesto por McAllister y Bandura. Tres datos relevantes acerca de la situación de violencia en esas ciudades pueden ofrecer una mejor orientación para comprender el trabajo de esta estrategia: los comportamientos violentos más prevalentes son el castigo físico a menores y la violencia verbal entre la pareja; aquellos que usan la violencia para castigar a sus hijos tienden a ser también violentos con sus parejas; y asimismo, quienes presentan comportamientos violentos contra sus hijos y parejas tienden a hacerlo también con los otros fuera del hogar (p. 13). 14 A esta altura es evidente que los conceptos de agresión y violencia son en absoluto equiparables, solamente una visión sesgada podría hacer una referencia en ese sentido; sin embargo, para revisar una sencilla distinción entre el concepto de agresión y el de violencia, véase García y Cabral (1999). 15 Esta perspectiva surge a finales de los años setenta preocupada por los elevados índices de maltrato a menores, de violencia juvenil, de pareja y hacia personas mayores; explora la relación entre los factores individuales y contextuales y considera la violencia como el producto de muchos niveles de influencia sobre el comportamiento destacando la causalidad múltiple del fenómeno y su interacción con los posibles factores de riesgo que operan en el interior de la familia y en los ámbitos más amplios: social, cultural y económico (OPS-OMS, 2003, p. 14).
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16 Sería más que reduccionista pretender hacerle frente, por ejemplo, a la violencia entre los jóvenes, sin comprender con cierta particularidad los entornos, características de los/las implicados/as, formas de interacción, condiciones socioeconómicas, culturales, etc, es claro que localidades como Kennedy o Bosa pueden tener ciertas semejanzas generales (estrato, por ejemplo), pero decir que los casos de violencia juvenil se presentan de igual manera y bajo las mismas condiciones es un poco arriesgado.
Del corolario de elementos presentados en cuanto a la prevención de la violencia, es necesario resaltar que en el tratamiento de la misma es central superar las visiones genéricas. Para hacerle frente resulta más contundente ser comprensivos de sus causas y factores particulares pues no es un fenómeno social sencillo o único en su expresión –no es solo un asunto de costos/beneficios–, vale la pena abrirle paso a las miradas sobre los entornos micro, pues los actores y contextos son disímiles, más aún si nos referimos al caso de la ciudad de Bogotá que presenta dinámicas particulares en este tema a lo largo y ancho de su territorio16. La prevención de la violencia en tanto disciplina nueva, es más proclive a la pluralidad de miradas, al diálogo de saberes y la complementariedad de puntos de vista. La discusión está abierta y son muchos los elementos por aportar conforme se reconocen reflexivamente las cualidades y magnitudes del fenómeno.
Consideraciones finales Valdría la pena que las personas o instituciones preocupadas por el fenómeno de la violencia, consideren contemplarla desde una postura más dinámica a la hora de hacer frente al fenómeno. La discusión que este suscita está lejos de darse por terminada y dada la naturaleza misma de las diversas áreas y saberes desde donde se le aborda, su aportes no pueden hacerse esperar, no solo porque hablar del tema en términos teóricos o conceptuales, de tipos o formas, es en sí mismo problemático, sino también porque llevar la discusión al terreno práctico, a prevenir en concreto los fenómenos violentos, todos esos espacios difusos que se encuentran en los textos y líneas escritas sobre el tema, cobran enormes consecuencias. Las ciencias sociales en particular ofrecen una amplia gama de elaboraciones frente al tema, que ameritan se realice un real ejercicio de transdisciplinariedad que en este caso juzga
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pertinente ser complementado con el punto de vista que ofrece la salud pública; la denominada perspectiva social, con su referente estructural y su énfasis en elementos tales como los valores y las normas, podría ser un adecuado complemento a la propuesta que hace la salud pública. Lo anterior porque se encuentra que la perspectiva allí ofrecida, además de situar en un lugar privilegiado el diálogo de saberes y la postura científico-metodológica, se preocupa por el desarrollo de acciones concretas que produzcan mejorías evidenciables desde la prevención y no en el momento en el que ‘los daños’ se han producido ya; así también porque enfatiza a la solidaridad y la cooperación como relaciones sociales importantes que además de hacer frente al fenómeno, fortalecen el tejido social haciéndolo más fuerte frente a futuras expresiones de la violencia. En tal orden de ideas, es una necesidad sentida alentar las miradas no unilineales, cortoplacistas y de carácter generalizante, tomando conciencia de que la violencia es un fenómeno complejo que aparece en la interacción social misma, multidimensional y cambiante, que tiende a variar acorde a contextos y momentos particulares. Claro panorama aplicable a la ciudad de Bogotá con sus importantes índices de inseguridad, en específico los relacionados con los homicidios, las lesiones personales (estos últimos con tendencia a la baja en la actualidad), la violencia intrafamiliar y de género, sean o no resultado del funcionamiento de estructuras organizadas que, en conjunto, se han asociado a dos ejes en la ciudad: el centro y ejes periféricos como Ciudad Bolívar y Suba. Más aún cuando las acciones que se han tomado para hacerle frente entran en el campo de las políticas y programas de la agenda pública, en donde las cuestiones presupuestales, políticas, procedimentales, entre otras, son más un impedimento que un dinamizador de las acciones.
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Editorial Policy (pp. 215 - 218)
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una perspectiva para el análisis filosófico desde la teoría de los juegos del lenguaje Alexander Ávila Martínez* Wittgenstein,
Fecha de recepción: 12 de julio de 2011 Fecha de revisión: 4 de septiembre de 2011
a perspective for the philosophical analysis based on the language games theory
Fecha de aceptación: 12 de octubre de 2011
Abstract
Resumen
This paper addresses the redefinition experimented by the language during the twentieth century, with the help of the transformation from the monistic to the dualistic paradigm conducted by the Phenomenology. Within the process, we take a journey from the origins of analytic philosophy to the results of the transformation that took place starting on its own base. In this way, we make a scrutiny of the transformation process experimented by the conception of language’s nature between the first Wittgenstein (Tractatus logico-philosophicus) and the second (Philosophical Investigations). In this regard, we open various possibilities for addressing studies about the use of language in various human achievements, having the theory of language games as background.
El presente texto aborda la redefinición que tuvo el lenguaje, durante el siglo XX, de la mano de la transformación del paradigma dualista al monista llevada a cabo por la fenomenología. Al interior de tal proceso, realiza un recorrido desde la génesis de la filosofía analítica hasta los resultados propios de la transformación que se llevó a cabo desde su propio seno. De esta manera, se realiza un escrutinio del proceso de transformación que tuvo la concepción de la naturaleza del lenguaje entre el primer Wittgenstein (Tractatus logico-philosophicus) y el segundo (Investigaciones filosóficas). En tal sentido, se abren diferentes posibilidades de abordar estudios sobre el uso del lenguaje en diversas realizaciones humanas, teniendo de fondo la teoría de los juegos del lenguaje.
Keywords
Palabras clave
Philosophy of language, phenomenology, analytic philosophy, language game.
Alexander Ávila Martínez
* Licenciado en Filosofía y letras, Universidad Santo Tomás. Magíster en Filosofía, Universidad Santo Tomás. Doctorando en Filosofía, Universidad Santo Tomás. Docente-Investigador de la Universidad Cooperativa de Colombia, Sede Ibagué. Correo electrónico: alexander. avila@campusucc.edu.co.
Filosofía del lenguaje, fenomenología, filosofía analítica, juego del lenguaje.
Wittgenstein, una perspectiva para el análisis filosófico desde la teoría de los juegos del lenguaje (pp. 63 - 73)
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Introducción El legado de Ludwig Wittgenstein, en relación con la filosofía del lenguaje, revistió un protagonismo insoslayable durante el siglo XX y, en lo que llevamos del XXI, continúa siendo una referencia inevitable y fuente de variados y siempre originales desarrollos. El artículo se centrará, principalmente, en el pensamiento maduro del filósofo austriaco, denominado “el segundo Wittgenstein”. No obstante, desarrollar una clara inteligencia de la segunda parte del pensamiento de Wittgenstein requiere, además de una aprehensión estructural de la visión del Tractatus, una revisión de otras corrientes que le dan primacía al lenguaje y que comparten ciertos “aires de familia”. Para ello se revisarán algunas corrientes que hacen parte del entramado de la filosofía analítica, dando primacía a los discernimientos de Investigaciones filosóficas en relación con el lenguaje como uso y los juegos del lenguaje. El escrito sobre el segundo Wittgenstein se compone de cinco partes que tienen una conexión entre sí: se empieza revisando algunas características del lenguaje para poder entender el análisis filosófico que se hace del lenguaje en la filosofía analítica; en el ejercicio posterior se realiza un breve resumen de la filosofía analítica, que va desde el atomismo lógico hasta la escuela analítica norteamericana; en la tercera parte, se muestra al Wittgenstein del Tractatus y la transición que hace en El cuaderno azul y marrón hacia una visión del lenguaje como uso, este será un momento importantísimo para poder entender la cuarta parte de las apreciaciones del presente escrito, que tiene que ver con las características del Wittgenstein de las Investigaciones filosóficas; en este cuarto estadio se realizará un análisis claro de lo que es el lenguaje como uso y la teoría de los juegos del lenguaje.
La reflexión sobre el lenguaje en la filosofía: su naturaleza, sus límites y sus posibilidades Los seres humanos se caracterizan por cumplir tres condiciones: la racionalidad, la conciencia de esa racionalidad y la
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capacidad de comunicarse a partir del lenguaje. Dichos elementos actúan no de manera secuencial sino simultánea, generando mutuas y complejas imbricaciones. Parte constitutiva de la racionalidad humana es su capacidad de relacionarse con el mundo, por ejemplo. Insistiendo en el carácter incluyente y relacional de las diferentes dimensiones humanas, Daniel Herrera (s.f.), expone en su texto ¿Qué es la fenomenología?, el momento específico de la intuición husserliana fundamental:
Husserl, en el año 1898, tuvo la intuición de que entre el hombre y el mundo existe una correlación, es decir, que yo no puedo comprender al hombre sin su relación con el mundo ni al mundo sin su relación con el hombre (Herrera, s.f., p. 6). Así pues, la imposibilidad de desligar al hombre de su específico mundo de la vida conlleva la imposibilidad concomitante de comprender la racionalidad al margen del lenguaje y viceversa. El ser humano es el único ente que necesita comprenderse para saber quién es, quién quiere ser y qué puede realizar; en otras palabras, el lenguaje no cumple únicamente el papel de lector o descifrador de lo que ya es el hombre sino que, además, es una instancia creadora que reelabora y reescribe continuamente el hombre a partir de los juicios que elabora sobre sí mismo y las decisiones y acciones que adelanta a partir de tales juicios. Racionalidad, conciencia y lenguaje se penetran mutuamente y dan razón de lo que es el hombre en medio de complejas interrelaciones. De tal modo, como una más entre múltiples posibles realizaciones, puede brotar la conciencia de la propia finitud, ese saber que no se es dueño del tiempo y que, por tanto, se necesita diseñar y proyectar la propia vida. En el ser humano, la conciencia es un proceso racional que se construye en el lenguaje. Ahora bien, desde tal marco fenomenológico, la conformación de la individualidad y la resignificación de la racionalidad a partir del lenguaje revisten una importancia mucho más influyente y decisiva, pues en el lenguaje nos juzgamos y decidimos no solo
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como individuos sino, además, como grupos sociales y como especie. El lenguaje es una manifestación social que le permite a las personas entenderse no solo por el idioma sino también mediante signos, expresiones y sonidos. El lenguaje es un elemento esencial de la cultura, mediante él y en él se construye la sociedad, dado que a través suyo los seres humanos se incorporan a la vida, acumulan conocimiento y consiguen que su historia permanezca vigente en el tiempo. Ya Husserl había subrayado la imposibilidad de comprender al hombre sin el mundo y al mundo sin el hombre, pero es necesario comprender también que tal afirmación supera por mucho la necesidad que tiene cada ser humano de leerse a través de la sociedad para encontrarse a sí mismo y el papel fundamental que juega el otro en el proceso de la construcción de la propia identidad. Además de ello, el lenguaje le permite a los seres humanos comprender el mundo y participar en él; como herramienta el lenguaje ofrece la posibilidad de la comunicación, tiene distintas categorías que van desde elementos muy sencillos como el gruñido hasta formas más complejas que permiten expresar y comunicar las distintas esferas de la realidad humana. Sin el lenguaje, sencillamente no existiría vínculo social, las civilizaciones no podrían reproducirse a nivel cultural y los complicadísimos e intrincados procedimientos que mantienen en funcionamiento la sociedad devendrían en el caos y en la nada. Así pues, el lenguaje no solo es creador de hombres, es también creador de sociedades. Ahora bien, en el seno del lenguaje también se esconden intrincados inconvenientes, razón por la cual se debe tener conciencia de que el mundo personal y social de los hombres encarna no solo las múltiples posibilidades del lenguaje sino, además, sus diversas dificultades. Para citar solo uno, podríamos revisar la manera como una palabra puede tener significados diferentes y así llegar al malentendido, el cual ha sido uno de los principales problemas del lenguaje a lo largo de la historia y se denota en varias áreas del conocimiento la filosofía, –por ejemplo–, pero también ese problema se evidencia en la interpretación de textos jurídicos y, en general, en todas las áreas específicamente humanas. Schleiermacher (1963) defiende “…la unidad del hablar con el pensamiento, [pues]
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el lenguaje es la manera de ser efectivo del pensamiento. (…) No existe pensamiento sin lenguaje” (Schleiermacher, 1963, p. 34). El problema radica en que al interior de lenguaje tanto el pensamiento como el discurso son realidades autónomas, pero necesariamente complementarias. Lo cual implica que, a nivel general, el simple proceso de la comunicación adquiere una complejidad impensable: en primer lugar se realiza el pensamiento al interior del individuo; en segundo lugar, el pensamiento es traducido en discurso; en tercer lugar, el discurso es recepcionado por otro individuo (soslayando las dificultades propias de la traducción y demás); en cuarto lugar, es necesario traducir el discurso en pensamiento; y, en quinto lugar, en su conjunto debe realizarse teniendo en cuenta que
…todo comprender se compone de los dos aspectos: el comprender el discurso como sacado del lenguaje [–teniendo en cuenta su inevitable significado social y, por lo tanto, contextual–] y el de comprenderlo como un hecho en la persona que piensa [– teniendo en cuenta también su inevitable significado personal y, por lo tanto, contextual en un nivel diferente–] (Schleiermacher, 1963, p. 39). Así las cosas, el lenguaje puede ser entendido no solo como el símbolo de nuestra comunicabilidad sino además, y en un sentido desgarrador, es posible entender el lenguaje como el símbolo de nuestra incomunicabilidad, como la fuente de una inagotable variedad de malentendidos, al interior de los cuales nos relacionaríamos creyendo hablar de las mismas cosas cuando, en realidad, hacemos referencia a cosas completamente diferentes. De esta forma, el lenguaje no es solo la herramienta que propicia y posibilita la construcción de los mundos personal y social sino además, y en un sentido que permite diferentes variables, su deconstrucción. En pocas palabras, el problema radica en la distancia irreductible que separa al significante del significado. El segundo Wittgenstein tiene una gran preocupación por el problema del significado y, en Investigaciones filosóficas, presenta una solución viable cuando emite que las palabras tienen significado solo en el flujo de la vida, pues el lenguaje es
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un “acto”, no una representación. Con esto, Wittgenstein nos permite entender que el significado de un nombre o palabra dependen del uso y del contexto donde se utiliza la palabra y solo allí: en el uso y en el contexto se encuentra el sentido. De esta forma, el lector no es solo un lector de palabras, sino un lector de situaciones específicas al interior de las cuales interactúan personas vivas.
La filosofía analítica: una pugna entre la referencia y el sentido El inicio del siglo XX trajo consigo una nueva perspectiva de carácter filosófico distinta a la que se elaboró en el siglo XIX; un nuevo movimiento empezó a entender a la filosofía como un análisis del lenguaje. Ese movimiento se gestó en el seno de la cultura anglo-norteamericana y recibió el nombre de filosofía analítica, como consecuencia del giro lingüístico que se produjo en las primeras décadas del siglo anterior y cuya principal característica fue manifestar que los problemas filosóficos se derivan del mal uso del lenguaje. Mostrar una definición de filosofía analítica tiene cierto grado de dificultad; sin embargo, como observa Freddy Santamaría (2007), la filosofía analítica es un grupo de corrientes que le dan primacía al lenguaje y que comparten ciertos “aires de familia”. La apreciación de Santamaría centra su análisis en el numeral 67 de Investigaciones filosóficas:
No puedo caracterizar mejor esos parecidos que con la expresión “parecidos de familia”; pues así como se superponen y entrecruzan los diversos parecidos que se dan entre los miembros de una familia: estatura, facciones, color de los ojos, andares, temperamento, etc., etc. –Y diré: los “juegos” componen una familia (Wittgenstein, 1998, p. 26). Para reconocer las características principales del pensamiento maduro de Wittgenstein se hace necesaria una revisión histórica que muestre en contexto las teorías de los juegos del lenguaje y del lenguaje como uso. El origen de la filosofía analítica está íntimamente ligado al desarrollo que tuvo la
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lógica en Inglaterra en los inicios del siglo XX y a la aparición de una corriente que se denominó el atomismo lógico. La figura importante de esta tendencia sin lugar a dudas es Bertrand Russell. No obstante, es necesario reconocerle al autor alemán Gottlob Frege el calificativo de fundador de la filosofía analítica, en tanto trae a colación, con su visión lógica de la filosofía, temas tan importantes como el de búsqueda del significado o intensión, y la distinción entre sentido (Sinn), y referencia (Bedeutung), que abre una puerta muy grande a teorías que ven el lenguaje relacionado con la lógica extensional, donde todo lo que se nombra tiene que existir y debe tener extensión. En su libro Analíticos y continentales. Guía de la filosofía en los últimos treinta años, D´Agostini (2000) presenta a Frege como el autor que anticipó el “giro lingüístico” en todas sus variantes, promoviendo incluso el interés por el lenguaje ordinario y por aspectos ejecutivos, pragmáticos del lenguaje. Otro eje de los inicios de la filosofía analítica es el inglés Bertrand Russell, quien a partir de su teoría de las descripciones y del atomismo lógico propone la aparición de un lenguaje lógico como modelo del lenguaje científico, en donde nombrar equivale a “etiquetar” las cosas. En este orden de ideas, un nombre es significativo si cumple los requisitos de correspondencia, en donde existe un isomorfismo entre los nombres y los objetos que dan origen al significado. De esta manera el lenguaje tiene la propiedad de representar, es decir, el lenguaje es descriptivo. Estas teorías que recibirán el nombre de modelo clásico verificacionista o de correspondencia, serán las fuentes de donde beberá Wittgenstein para la presentación del Tractatus logico-philosophicus. Otro autor que vivió en el mismo momento que Russell y compartió algunas de sus teorías es George Edward Moore, quien se aleja de los postulados de Russell en relación con el lenguaje lógico y se involucra en el análisis de los enunciados filosóficos, cuyo sentido hay que desentrañar en nociones simples e inteligibles, a lo que se le denomina análisis del lenguaje común. En orden cronológico, aparecería después del atomismo lógico Ludwig Wittgenstein y el Tractatus (1921), en donde se
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muestra al lenguaje como lógicamente perfecto. Ese apartado se mostrará cuando se expliciten los conceptos de Wittgenstein, pero antes es menester exponer la visión que del lenguaje tuvieron los representantes de la escuela de Viena y la forma como se nutrieron de las aseveraciones del Tractatus. La escuela de Viena, a la que también se le conoce con los nombres de positivismo lógico y neopositivismo, fue un grupo de filósofos, matemáticos y hombres de ciencia, que se dieron a la tarea de analizar el lenguaje de manera científica. El círculo de Viena se organizó como grupo en 1922 en torno a la figura de Moritz Schlick1, profesor de filosofía de la ciencia de la Universidad de Viena, y se convierte en un movimiento filosófico internacional, principal promotor del positivismo lógico. Dentro de los autores relevantes del positivismo lógico podríamos mencionar a Otto Neurathc, Friedrich Waismann y Rudolf Carnap. La forma como esta corriente entendió el lenguaje consistió en el análisis del lenguaje científico y la incidencia de este en la conceptualización de la ciencia. En el año 1949, Wittgenstein termina de escribir Investigaciones filosóficas, obra que dio un viraje total a la forma como se trató el lenguaje y el problema del significado en la historia de la filosofía. El Wittgenstein que hallamos en el Tractatus Logico-philosophicus es muy diferente al Wittgenstein que encontramos en las Investigaciones filosóficas, pues este pasó de concebir un lenguaje lógicamente perfecto a reivindicar un lenguaje más sencillo, más austero, por así decirlo: “un lenguaje para andar por casa” (Santamaría, 2007). Dicha visión del lenguaje entiende a este como uso, y se nutre de la teoría de los juegos del lenguaje. El segundo Wittgenstein es el asunto central que remite a este escrito y en páginas posteriores se explicitan sus conceptos; sin embargo, la cronología del devenir de la filosofía analítica se nutre de manera notable de las disquisiciones del segundo Wittgenstein en la segunda mitad del siglo XX e incluso en esta primera década del XXI. Después de Investigaciones filosóficas se gestaron nuevas posiciones acerca del lenguaje y el significado que se fundamentaron en Wittgenstein.
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Algo que resulta supremamente paradójico es que en Cambridge, lugar donde Wittgenstein pasó toda su vida intelectual, no se gestó una corriente tan fuerte como la que se produjo en Oxford. En Cambridge encontramos a John Wisdom, quien sucede a Wittgenstein en la cátedra desde 1952 y concibe a la filosofía como una función terapéutica uniendo conceptos de lenguaje y psicoanálisis2. Las figuras inglesas más representativas de la filosofía analítica se originaron en la escuela de Oxford. Los filósofos que hacen parte de esta corriente siguen las orientaciones del segundo Wittgenstein, desarrollando la filosofía del lenguaje ordinario dentro de la tradición de la filosofía analítica. Entre los autores más destacados de este movimiento deben mencionarse Gilbert Ryle3, John Langshaw Austin y Peter Frederick Strawson. Estos autores desarrollaron una teoría sistemática del lenguaje y del problema del significado y también intentaron reformular los problemas filosóficos, a los que consideraban mal planteados por usos inadecuados del lenguaje. La última corriente que se mueve en esos “aires de familia” que tiene que ver con el estudio filosófico del lenguaje, es una tendencia que se gesta en Norteamérica gracias al influjo de la Escuela de Oxford en John Searle, quien fue discípulo de Austin y Strawson. Searle se mueve en el análisis del sentido y la referencia que luego se convertirá en la teoría de los actos de habla4. Esta visión nutrirá la teoría causal de los nombres o de referencia directa o filosofías de sentido en donde encontramos autores como H. Putman y S. Kripke. Este entramado de corrientes filosóficas, que se dieron en su totalidad en el siglo XX y que son fruto de la filosofía anglo-norteamericana, tienen una relevancia única en la forma como se entiende hoy la filosofía y son un elemento clave para revisar la forma en que el lenguaje se convirtió en un problema filosófico supremamente estudiado hoy en la primera década del siglo XXI. Sin lugar a dudas, Wittgenstein se convierte en el eje central de la filosofía analítica en sus dos percepciones. Con el Tractatus formula la teoría de un lenguaje lógicamente perfecto o científico, allí el lenguaje tiene la propiedad de representar,
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1 Es considerado el compilador del núcleo de ideas que constituyeron el positivismo lógico, el alma y el animador del Círculo de Viena. Su muerte, causada por los disparos de Johann Nelböck, antiguo alumno suyo, en la escalinata de la entrada principal de la Universidad de Viena, causó la disolución del Círculo y la huida de sus miembros a Norteamérica. 2 De sus obras destacan Interpretación y análisis (1931), cinco ensayos publicados en Mind, sobre Construcciones lógicas (19311933), Otras mentes (1952) y La filosofía y su lugar en nuestra cultura (1975). 3 Dentro de sus obras relevantes es preciso señalar Systematically Misleading Expressions (1932), donde establece el marco conceptual de la filosofía analítica del lenguaje ordinario. Siguiendo al Wittgenstein de las Investigaciones filosóficas ve a la filosofía como una actividad que se encarga de esclarecer las confusiones conceptuales no a partir del análisis gramatical, sino mediante el análisis de los conceptos ordinarios. Según Ryle, en la filosofía tradicional abundan errores categoriales que se desprenden del dualismo cartesiano. 4 Searle abre una nueva puerta en la reflexión sobre el lenguaje al darle preponderancia en el lenguaje al aspecto comunicativo en relación con el aspecto de la significación. Searle cree que la unidad mínima de comunicación no es la frase, sino la forma en que esta se produce, a lo que denomina acto del lenguaje. Estos actos del lenguaje se clasifican en cuatro tipos: enunciativos, proposicionales, ilocutivos y perlocutivos.
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como en un espejo, la realidad del mundo; el lenguaje es la imagen del mundo porque tiene capacidad pictórica, o capacidad de representación. Esta visión se vincula con el pensamiento del atomismo lógico y de la escuela de Viena. Luego, el Wittgenstein de Investigaciones Filosóficas advierte que las palabras tienen significado solo en el flujo de la vida y que el lenguaje es un “acto” y no una representación; de esta manera influye en las disquisiciones sobre filosofía del lenguaje elaboradas por las escuelas de Cambridge y Oxford, y también influirá en las averiguaciones que sobre el lenguaje se realizaron en la segunda mitad del siglo XX en Norteamérica.
El Wittgenstein del Tractatus y su transición hacia la visión del lenguaje como uso Ludwig Josef Johann Wittgenstein (1889-1951) nació en Viena en 1889, en una de las familias más ricas de Europa. Su familia era de origen judío, sin embargo, los inicios de la vida de Wittgenstein y sus hermanos se orientaron en la tradición católica. En 1906 empezó estudios de ingeniería mecánica en Berlín y luego de aeronáutica en Manchester. En su periplo en Inglaterra conoció en 1911 a Frege, quien le sugirió estudiar matemáticas y lógica en Cambridge con Bertrand Russell. Wittgenstein conoció a este último y estudió bajo su supervisión hasta el año 1914, cuando decidió participar en la Primera Guerra Mundial. En Italia fue prisionero de guerra en 1918, situación en la cual inició la redacción del Tractatus que se publicó en 1921, tres años después de ser liberado. Entre 1920 y 26 se desempeñó como profesor de escuela en Austria. En 1922 renunció a su herencia que lo posicionaba como uno de los herederos más ricos de Europa y debido a problemas económicos trabajo entre 1927 y 28 en ámbitos de jardinería y arquitectura en Austria. Volvió a Inglaterra en 1929, allí se doctoró con el Tractatus e impartió clase en Cambridge desde 1930 hasta 1933.
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Durante cinco años permaneció en la URSS y en Noruega y regresó a Cambridge en 1938, momento en el que asumió la nacionalidad británica y remplazó a Moore en la cátedra. Empezó entonces a tener una visión distinta sobre el lenguaje desde 1929 con la aparición de los Cuadernos azul y marrón, visión explicitó cuando escribió entre 1939 y 1942 la primera parte de Investigaciones Filosóficas. Con el advenimiento de la Segunda Guerra Mundial, Wittgenstein volvió a los campos de batalla, esta vez como camillero entre 1942 y 45. Acabada la guerra volvió a la docencia en Cambridge, de donde se retiró en 1947. Viajó a Irlanda y allí terminó de escribir Investigaciones Filosóficas en 1949. Ese mismo año se le descubrió cáncer, motivo por el cual decidió regresar a Inglaterra en donde murió en 1951. La vida de Wittgenstein se encuentra llena de matices, de interrogantes y de características únicas, pues además de renunciar a su fortuna, siendo un intelectual considerado en Inglaterra como la máxima figura de la filosofía, renunció a su cátedra en Cambridge para ir a trabajar con niños en la más recóndita montaña de Austria. Perseguido en su Austria natal por su origen judío tuvo que migrar y lograr por mérito propio ser considerado la máxima figura de la filosofía inglesa siendo austriaco; reconocimiento muy difícil de conseguir. En cuanto a la vida personal de Wittgenstein se tejen también muchas versiones. A. Stroll documenta algunas de ellas, donde se tilda al autor de las Investigaciones Filosóficas como homosexual promiscuo y nazi, entre otras. El mismo Stroll nos muestra cómo esas indicaciones nada tienen que ver con el pensamiento de Wittgenstein y se convierten en elementos de divagación para muchos. Lo que sí no se puede negar es que Wittgenstein es, sin lugar a dudas, uno de los filósofos más importantes e influyentes del siglo XX. Dentro de sus obras principales es preciso destacar: Tractatus Logico-Philosophicus, Los Cuadernos azul y marrón, Investigaciones filosóficas, Sobre la certeza y Observaciones sobre los fundamentos de la matemática.
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EL WITTGENSTEIN DEL TRACTATUS En el Tractatus, Wittgenstein muestra una visión metafísica del mundo que está notablemente influenciada por el atomismo lógico de Russell. Describe al mundo como la totalidad de los hechos y al lenguaje como la totalidad de proposiciones que comparten una estructura lógica común: “La proposición muestra la forma lógica de la realidad”. En el Tractatus el lenguaje tiene la propiedad de representar, como en un espejo, la realidad del mundo; el lenguaje es la imagen del mundo porque tiene capacidad pictórica, o capacidad de representación. Existe, según Wittgenstein, un isomorfismo entre los nombres y los objetos, y las oraciones y los hechos que dan origen al significado. Esta visión del lenguaje es estática y muestra al lenguaje como un mapa o pintura que tiene como único objetivo describir al mundo. Concibe que un nombre es significativo si cumple con los requisitos de correspondencia fundamentándose en la lógica extensional y en el conocimiento ostensivo.
LA TRANSICIÓN A LAS INVESTIGACIONES FILOSÓFICAS En los Cuadernos azul y marrón, Wittgenstein hace una revisión de las teorías del lenguaje científico. Dicha revisión permite que surja la teoría de los juegos del lenguaje, donde empieza a virar su posición acerca del lenguaje y del problema del significado. En este periodo de transición empieza a entender que el significado de una palabra es su uso en el lenguaje y no su verdad o falsedad lógica. El autor del Tractatus muestra que el lenguaje ordinario prevalece sobre el lógico, y por ello el significado de las palabras se debe buscar en el uso normal que tienen los seres humanos en sus diversos contextos, situaciones y estados. Este momento de transición muestra un Wittgenstein que admite que la función del lenguaje no es representar científicamente al mundo, utilizando las palabras adecuadas o perfectas como se profirió en el Tractatus, sino que el lenguaje tiene múltiples usos que cumplen ciertas reglas como en un juego, pues hablar y jugar es lo mismo.
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EL WITTGENSTEIN DE INVESTIGACIONES FILOSÓFICAS Para poder acceder a ese conocimiento necesitamos recorrer la última parte de nuestro trayecto. Para iniciar recordemos que Wittgenstein escribe en los periodos 1939-1942, y 19471949 Investigaciones filosóficas, afirmando que la teoría del lenguaje que presentó el Tractatus es inadecuada. En el prólogo de Investigaciones filosóficas (1998) indica:
Hace cuatro años tuve ocasión de volver a leer mi primer libro (el Tractatus logico-philosophicus) y de explicar sus pensamientos. Entonces me pareció de repente que debía publicar juntos esos viejos pensamientos y los nuevos: que estos solo podían recibir su correcta iluminación con el contraste y en el trasfondo de mi viejo pensar. Pues, desde que hace dieciséis años comencé a ocuparme de nuevo de filosofía, hube de reconocer graves errores en lo que había suscrito en ese primer libro (p. 34). Como se puede ver en el anterior fragmento, Wittgenstein abandona las posiciones del Tractatus, que enfocan al lenguaje como representación de la realidad. Remitidos ya a Investigaciones filosóficas, es necesario aclarar que el libro consta de dos partes, la primera parte está escrita en párrafos numerados del 1 al 693, y la segunda parte, de aplicación póstuma, se compone de 14 capítulos.
EL LENGUAJE COMO USO En Investigaciones filosóficas, Wittgenstein indica que las palabras tienen significado solo en el flujo de la vida. El lenguaje es un “acto”, no una representación. Esa nueva visión acerca del lenguaje permitirá que se solucionen varios problemas filosóficos. Revisemos la visión que sobre la filosofía presenta Wittgenstein en Investigaciones filosóficas (1998): “Somos, cuando filosofamos, como salvajes, hombres primitivos, que oyen
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los modos de expresión de hombres civilizados, los malinterpretan y luego extraen las más extrañas conclusiones de su interpretación” (p. 98). Según el autor, la filosofía y los filósofos son los culpables de gran parte de los sinsentidos que existen hoy en filosofía, y por ello se necesita de un nuevo método que traiga consigo la consecución de expertos filósofos, que consigan una autonomía de la filosofía. Esos sinsentidos Wittgenstein (1998) los muestra así:
Los resultados de la filosofía son el descubrimiento de algún que otro simple sinsentido y de los chichones que el entendimiento se ha hecho al chocar con los límites del lenguaje. Estos, los chichones, nos hacen reconocer el valor de ese descubrimiento (p. 101). El principal propósito de Wittgenstein en las Investigaciones filosóficas es mostrar que el lenguaje debe pasar de condiciones de verdad, característica defendida por el modelo clásico verificacionista o de correspondencia, a condiciones de justificación de carácter lingüístico-pragmático. Para Wittgenstein el modelo clásico comete el error de creer que un nombre es significativo si se cumplen los requisitos de correspondencia, es decir, un nombre tiene significado si se da una relación nombre-objeto. Como puede notarse en Investigaciones filosóficas, Wittgenstein rechaza las ideas del atomismo lógico y del Tractatus. Russell ya no es el maestro, es el enemigo por combatir, y el Tractatus un conjunto de ideas susceptibles de recusación; además de esto, se puede denotar que Wittgenstein en su nuevo modelo pasó de concebir un lenguaje lógicamente perfecto a reivindicar un lenguaje sencillo, el lenguaje cotidiano con el cual nos comunicamos siempre. La propuesta de Wittgenstein muestra una concepción del lenguaje basada en condiciones de aseverabilidad, donde las palabras, los enunciados o los términos deben ser parte del entramado lingüístico en donde el uso va a ser criterio válido para su significatividad, es decir, la búsqueda del significado no recae en la extensión, sino que recae en el uso del lenguaje. Para poder lograr ese proceso de significatividad mediante el uso, se hace necesaria una recusación de las corrientes que pensaron un lenguaje lógicamente perfecto, pues el refe-
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rencialismo que los caracterizó hizo que la filosofía quedara inmersa durante mucho tiempo en un problema sin salida que necesitaba ser solucionado. En palabras de Wittgenstein (1998): “¿Cuál es tu objeto en la filosofía? –Mostrarle a la mosca la salida de la botella cazamoscas” (p. 132). La salida a ese problema, el mostrarle a la filosofía cómo salir de esa botella cazamoscas, debe empezar a construirse atacando el concepto de definición ostensiva. Esa definición conecta incorrectamente, en la mayoría de los casos, al lenguaje con la realidad, trayendo paradojas y confusión. Revisemos el pensamiento de Wittgenstein (1998):
Se puede definir ostensivamente un nombre de persona, un nombre de un color, el nombre de un material, un material, el nombre de un punto cardinal, etc. La definición del número dos “esto se llama dos” –mientras se señalan dos nueces– es perfectamente exacta. ¿Pero cómo se puede definir así el dos? Aquel a quien se da la definición no sabe qué se quiere nombrar con “dos”; ¡supondrá que nombras ese grupo de nueces! Puede suponer eso; pero quizá no lo suponga. A la inversa, cuando quiero asignar un nombre a ese grupo de nueces, él podría también malentenderlo como un numeral. E igualmente, cuando explico ostensivamente un nombre de persona, él podría considerarlo como nombre de un color, como designación de una raza e incluso como nombre de un punto cardinal. Es decir, la definición ostensiva puede en todo caso ser interpretada de maneras diferentes (p. 83). A partir de este numeral se denota que la principal confusión es no distinguir entre el significado del nombre con el portador del nombre, creyendo que para nombrar es necesario señalar. Wittgenstein propone en lugar de una visión del lenguaje fundamentada en la definición ostensiva, entender que el significado depende siempre del uso, y que es el uso el que da sentido a las palabras. Dicho de otra manera, el significado de un nombre propio no lo da el objeto al que se refiere sino el uso del contexto donde funciona la palabra. Este elemento será clave para poder entender la incidencia
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del segundo Wittgenstein en la interpretación de textos jurídicos a la que nos referiremos en la parte final de este escrito. Por ahora adentrémonos en la teoría del lenguaje como uso. Revisemos de nuevo las Investigaciones filosóficas:
LOS JUEGOS DEL LENGUAJE Para entender este neologismo que presenta Wittgenstein, se hace necesario recurrir a Investigaciones filosóficas:
Para una gran clase de casos de utilización de la palabra “significado” –aunque no para todos los casos de su utilización– puede explicarse así: El significado de una palabra es su uso en el lenguaje. Y el significado de un nombre se explica a veces señalando a su portador (p. 123).
Hay innumerables géneros: innumerables géneros diferentes de empleo de todo lo que llamamos “signos”, “palabras”, “oraciones”. Y esta multiplicidad no es algo fijo, dado de una vez por todas, sino que los nuevos tipos de lenguaje, nuevos juegos del lenguaje, como podemos decir nacen, y otros envejecen y se olvidan. […] La expresión juego de lenguaje debe poner de relieve aquí que hablar el lenguaje forma parte de una actividad o una forma de vida. Ten a la vista la multiplicidad de juegos del lenguaje en estos ejemplos y en otros:
El Wittgenstein de Investigaciones filosóficas presenta que el significado de una palabra no depende, en la mayoría de los casos, de su referente. El significado de una palabra o un nombre, depende de su uso en cierto universo lingüístico. Al respecto, Santamaría (2007) afirma:
Dar órdenes, y actuar siguiendo órdenes –describir un objeto por su apariencia o por sus medidas– fabricar un objeto de acuerdo con una descripción (hacer un dibujo) – relatar un suceso – hacer conjeturas sobre el suceso – formar y comprobar una hipótesis – presentar los resultados de un experimento mediante tablas y diagramas – inventar una historia; y leerla – actuar en teatro – cantar en coro – adivinar acertijos – hacer un chiste; contarlo – resolver un problema de aritmética aplicada – traducir de un lenguaje a otro – suplicar, agradecer, maldecir, saludar, rezar (Wittgenstein, 1998, p, 129).
Wittgenstein insiste reiterativamente en que el significado de un nombre se da en el contexto concreto y particular donde se usa tal palabra. En el contexto habla el sentido, y por eso mismo conocer el significado de una palabra es conocer el uso en su contexto específico ya que perder el contexto es perder el significado. (Santamaría, 2007, p, 23). Santamaría (2007) brinda una conclusión sobre el problema del significado y su posible solución a partir del lenguaje como uso:
El significado de un nombre, de una palabra, de una proposición, de una oración, depende de su uso en cierto universo lingüístico, no de su referente. Es así, que bajo esta misma idea, todas las palabras hacen parte de la gran familia del lenguaje donde tiene usos diferentes dentro del entramado lingüístico donde se desarrollen. Debemos pensar –según el autor de las investigaciones– en el lenguaje como una caja de herramientas, donde hay martillo, tenazas, sierra, destornillador, regla, pegante, clavos y tornillos. Tan diversas como las funciones de las palabras. Dentro de esa gran familia del lenguaje, las palabras u oraciones funcionan de varias maneras (Santamaría, 2007, p. 26).
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Con el lenguaje se puede hacer muchas más cosas que solo describir: es posible dar órdenes, rezar, contar historias, hacer chistes, cantar, adivinar, suplicar, agradecer, maldecir, saludar. El lenguaje es un instrumento de la vida, por lo que habrá tantos tipos de lenguaje como esferas fundamentales de la realidad, por ejemplo existe un lenguaje científico, otro que es propio de la pedagogía; también existe uno que es propio de la economía, o de la política, o del derecho y otros muchos más. Los juegos de lenguaje son los diferentes tipos de lenguaje que se dan en la cultura y mediante ellos podemos no solo entender sino también participar en distintos universos lingüísticos.
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El abogado, por ejemplo, está inmerso en un juego lingüístico diferente al del psicólogo, por lo tanto el significado de una proposición, o de los nombres, ha de ser comprendido en el ámbito de su contexto y en los términos de las reglas del juego, y el uso que hace de los nombres cada comunidad lingüística, que previamente los ha aceptado como válidos en su lenguaje. De la misma forma que el fútbol tiene unas reglas y deben cumplirse esas reglas para poder jugar al fútbol, el billar tiene unas reglas distintas a las del fútbol, pero si se quiere jugar billar es necesario cumplir las reglas del billar. Fútbol y billar son juegos, pero cada uno tiene sus reglas propias e independientes, esas reglas deben respetarse y no se pueden mezclar para poder jugar bien cualquiera de esos juegos. De la misma forma que en esos juegos existen reglas y deben ser cumplidas, en los distintos juegos del lenguaje, las reglas que cada comunidad lingüística ha aceptado deben cumplirse para poder ser entendidas y que se transmita el significado y el sentido dentro de cada uno de esos contextos. Cuando Wittgenstein hace alusión a los juegos del lenguaje está mostrando que hablar es como jugar: el lenguaje pertenece a los miembros de un sector que se comunican entre sí. El cirujano y la instrumentalista, el juez y el litigante, el in-
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geniero y los obreros, cada una de estas personas utiliza el lenguaje en un contexto, es decir, se hace un uso del lenguaje dentro de cada comunidad lingüística. Cada lenguaje tiene unas reglas propias, mostrándose el lenguaje como parte de la vida y cultura de cada sector. Los sectores del lenguaje o juegos del lenguaje, se identifican. Por ejemplo: el cirujano, el juez y el ingeniero se encuentran en la noche, cenan, toman unas cervezas, hablan de fútbol, cine, mujeres. El juego del lenguaje cambia, ahora se mueven en el ámbito del trato social, no podrán utilizar el lenguaje que utilizaron en el anterior contexto, pues ahora están en otro. Utilizar el lenguaje fuera de contexto da origen al sinsentido y esto es lo que produce confusión. Revisemos el pensamiento de Wittgenstein en Investigaciones filosóficas (1998): “Llamaré también ‘juego del lenguaje’ al todo formado por el lenguaje y las acciones” (p. 97). Wittgenstein muestra que el lenguaje no refleja al mundo, ni tiene como único objetivo descubrir al mundo. El lenguaje es producto de la conducta humana y tiene varias funciones, por ello el lenguaje debe interpretarse no solo gramaticalmente, sino también desde la pragmática: “Cuando hablo del lenguaje (palabras, frases, etc.) tengo que hablar el lenguaje de cada día” (p. 96).
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Referencias bibliográficas D´Agostini, F. (2000). Analíticos y continentales. Guía de la filosofía en los últimos treinta años. Madrid: Cátedra.
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Wittgenstein, L. (1994). Tractatus Logico-philosophicus (Trad. J. Muñoz e I. Reguera). Madrid: Alianza.
Santamaría, F. (2007). Nombres, Significados y Mundo. Salamanca: Universidad Pontificia de Salamanca.
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Wittgenstein, L. (1998). Investigaciones filosóficas (Trad. A. García y U. Moulines). México: Universidad Autónoma de México.
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Editorial Policy (pp. 215 - 218)
Hacia una comprensión
de la retórica judicial desde la perspectiva aristotélica Sergio Ángel Baquero *
Towards an understanding
Fecha de recepción: 13 de julio de 2011 Fecha de revisión: 6 de septiembre de 2011
of judicial rhetoric from the Aristotelian Perspective
Fecha de aceptación: 16 de octubre de 2011
Abstract
Resumen
This article describes the arguments developed by Aristotle in chapters X and XIII of the First Rethoric´s Book (Rethoric´s Book I), trying to contrast them with the arguments that Aristotle presents in Books III and V of the Nicomachean Ethics.The arguments that are going to be mention are: first, the causes of injustice in relation to the judicial area in rethoric, on the other hand, the distinguishing criteria of right and wrong. The final objective is to identify whether there is concordance in the arguments presented in both texts, or if instead the statements are contradictory considering that they were written at different stages of the life of the Greek philosopher.
El presente artículo se ocupa de describir los argumentos que Aristóteles desarrolla en los capítulos X y XIII del Libro I de la Retórica, buscando contrastarlos con la argumentación que el Estagirita presenta en los libros III y V de la Ética Nicomáquea. Los argumentos a los que se hará referencia son, por un lado, las causas de la injusticia en relación con el género judicial de la retórica y, por otro, los criterios de distinción de lo justo y lo injusto. Al final se espera identificar si existe concordancia en la argumentación que se presenta en los dos textos, o si por el contrario, son contradictorios los planteamientos teniendo en cuenta que fueron escritos en diferentes etapas de la vida del filósofo griego.
Keywords
Palabras clave
Rhetoric apodictic, deliberative rhetoric, judicial rhetoric, voluntary action, injustice, intentionality of acts, equity.
Sergio Ángel Baquero
* Politólogo Universidad Nacional de Colombia; estudios de Filosofía en la Pontificia Universidad Javeriana; Magíster en Estudios Políticos del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia; miembro del grupo de investigación Cultura Jurídico-política, Instituciones y Globalización; profesor e investigador de la Escuela de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Sergio Arboleda. Correo electrónico: sergio. angel@usa.edu.co.
Retórica apodíctica, retórica deliberativa, retórica judicial, acción voluntaria, injusticia, intencionalidad de los actos, equidad.
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1 Al comienzo del capítulo XII Aristóteles dice: “hasta aquí las causas por las que se cometen injusticias; pero señalemos ahora en qué disposición y contra quienes” (1372a 5). 2 O ley particular para Aristóteles. 3 En el capítulo VII del libro V de la Ética Nicomáquea se distingue entre la justicia natural y la justicia legal anotando que es “natural la que tiene en todas partes la misma fuerza y no está sujeta al parecer humano”; y “legal, la que considera las acciones en su origen indiferentes, pero que cesan de serlo una vez ha sido establecida” (1134b 20-25). 4 En el capítulo I del libro III de la Ética Nicomáquea se distingue entre las acciones involuntarias y las acciones voluntarias, señalando que las primeras “son las que se hacen por fuerza o ignorancia” (1110a) y las segundas las que se refieren a las acciones “cuyo principio está en el mismo agente que conoce las circunstancias concretas en las que radica la acción” (1111a 20). Asimismo, se diferencia entre lo voluntario y la elección anotando que la elección es algo voluntario, pero no es lo mismo, pues lo voluntario es más extenso al incluir las acciones impulsivas (1111b 10). De manera que, la particularidad de la elección es que esta va acompañada de razón y deliberación (1112a 15). 5 Esta claridad sobre las causas de las acciones de los hombres le sirve al acusador para “escudriñar cuántas y cuáles tendencias se dan en el contrario”; y al defensor para saber “cuáles y cuántas de esas tendencias no se dan” (1368b 30).
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El siguiente artículo tiene por objeto describir los argumentos que Aristóteles desarrolla en los capítulos X y XIII del libro I de la Retórica. El primero de estos argumentos se refiere a las causas de la injusticia, y el segundo, a los criterios de distinción de lo justo y lo injusto. Poco se aportaría a la discusión si únicamente se centrara la atención en estos capítulos; por tanto, con el fin de identificar los avatares del pensamiento aristotélico, se buscarán contrastar estos planteamientos con los que aparecen contenidos en los libros III y V de la Ética Nicomáquea.
Las causas de la injusticia El argumento de las causas de la injusticia aparece en el capítulo X del libro I de la Retórica, donde se introduce el género judicial después de haber tratado los géneros deliberativo y apodíctico de la retórica. Aristóteles plantea la necesidad de estudiar tres temas en lo que concierne a la acusación y la defensa, a saber: “primero, por cuáles y cuántas cosas se comete injusticia; segundo, en qué estado se encuentran aquellos ‹que la cometen›; y, tercero, contra quiénes ‹se comete› y estando en qué disposición” (1368b 5). El segundo y tercer tema fueron desarrollados por el Estagirita en el Capitulo XII1, razón por la cual, el argumento que será presentado a continuación corresponde al primero de los temas antes planteados. En este sentido, comenzando por la definición del acto injusto, se afirma que cometer injusticia consiste en hacer daño voluntariamente contra la ley. Pero al decir esto, se podría pensar que la injusticia consiste únicamente en la transgresión de la ley positiva2, y Aristóteles es claro al anotar que la ley se divide en particular, en referencia a la ley escrita de cada ciudad; y común, en relación con las normas no escritas sobre las que parece haber un acuerdo unánime. En este sentido, la injusticia puede ser la infracción voluntaria sobre la ley particular o sobre la ley común y no solamente sobre la primera (1368b 5-10)3.
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De este modo, si la injusticia se produce como un daño voluntario contra la ley, es preciso reconocer que una acción voluntaria se produce cuando alguien actúa con conocimiento y sin estar forzado. Pero teniendo en cuenta que de estas acciones se puede distinguir entre las que no se eligen de antemano y las que se eligen de antemano, se puede agregar, además, que todas las que se eligen de antemano, se hacen con conocimiento (1368b 10)4. Se puede decir, entonces, que en el caso de una acción injusta voluntaria, elegida de antemano, “las causas por las que se elige de antemano hacer daño y obrar contra la ley son la maldad y la falta de dominio sobre uno mismo” (1368b 15). Esto queda claro si se tiene en cuenta que para Aristóteles quienes tienen vicios, son injustos precisamente en aquello en lo que son viciosos, como por ejemplo, es injusto en el dinero aquel que es mezquino, o es injusto en los peligros aquel que es cobarde (1368b 15-20). Ahora bien, con base en lo anterior, Aristóteles continuará hablando sobre lo que se apetece y lo que se rehúye cuando se pretende hacer injusticia5, razón por la cual se pasará a tratar sobre las causas de las acciones de los hombres. Pero antes de continuar, se debe anotar que es confuso el tránsito que se da entre el planteamiento de: 1. “Las causas por las que se elige de antemano hacer daño”; y 2. El planteamiento de las causas de las acciones de los hombres. En concreto, hay dos asuntos que no resultan suficientemente claros del texto de Aristóteles: en primer lugar, si las causas de las acciones de los hombres son las que permiten distinguir lo que se apetece y lo que se rehúye; y segundo, la diferencia entre la “acción voluntaria con elección previa” y la “acción del hombre por causa de sí mismo” (de la que se hablará en el segundo planteamiento). Sin intención de responder a estos problemas, y más bien procurando dejarlos abiertos a la discusión, se podría decir, desde una interpretación personal, que en el primer planteamiento (1) Aristóteles no ha hablado de las causas de la injusticia sino de las causas por las que se elige hacer daño, que
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aun cuando ciertamente son injustas no son propiamente las causas de la injusticia. Esto queda claro cuando Aristóteles agrega que queda “por determinar por qué causas y en qué disposición se comete injusticia (…)” (1368b 25). En cuanto al segundo problema, se puede decir que, aun cuando no se establece ninguna relación entre los dos planteamientos, se puede decir que la “acción del hombre por causa de sí mismo” llevada a cabo por un impulso racional es una acción voluntaria con elección previa. Ciertamente esta afirmación se puede acusar de inatinente pues de ninguna manera aparece en el texto, pero en favor de esta inferencia se puede decir que Aristóteles al hablar del impulso racional dice que “el deseo voluntario es un apetito racional de bien (pues nadie quiere algo sino cuando cree que es bueno)” (1369a 5). En este orden de ideas, volviendo sobre las causas de las acciones de los hombres, se dice que estas se pueden dar sin que ellos mismos sean la causa, o bien, por causa de sí mismos (ver figura 1). De manera que, sobre el primer tipo de acciones se dice que pueden ser por azar, por naturaleza, o por fuerza, aclarando que estas dos últimas se dan por necesidad y no por azar como la primera. Las acciones por azar aluden a los sucesos cuya causa es indefinida; las acciones
por naturaleza se refieren a los hechos que suceden siempre o la mayoría de las veces de la misma manera; por último, las acciones por fuerza se refieren a los hechos que se producen contra el deseo y los cálculos racionales (1369a 30-1369b 5). En cuanto a las acciones que los hombres hacen por causa de sí mismos, se dice que pueden ser por hábito, cuando se habla de las cosas que se hacen por costumbre, o por impulso, cuando se habla de las cosas que se hacen por un apetito racional o irracional. Así que, mientras que las acciones que se llevan a cabo por un apetito irracional, o bien, son movidas por la ira en cuanto se hacen por venganza, o por un deseo pasional, en la medida que se hacen por placer, las acciones que se hacen por un cálculo racional se llevan a cabo por causa de la conveniencia (1369b 5-1369b 15). En consecuencia, como lo sostiene Aristóteles, “todas las acciones que los hombres ponen en práctica necesario es que las hagan por estas siete causas: por azar, por naturaleza, por fuerza, por hábito, por cálculo racional, por apetito irascible o por deseo pasional” (1369a 5).
6 Esta figura no es presentada por Aristóteles en la Retórica. Corresponde a la interpretación, que sobre las “siete causas de las acciones de los hombres” de Aristóteles, presenta el autor de este artículo.
Con base en lo anterior, se puede decir que los hombres llevan a cabo sus acciones por cualquiera de las causas an-
Figura 1. Causas de la acción (1369a 5)6
Fuente: Autor.
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7 En el capítulo IV del Libro III de la Ética Nicomáquea, Aristóteles muestra que hay quienes piensan que el objeto de la voluntad es el bien y quienes piensan que es el bien aparente. Para los primeros, “se sigue que el objeto deseado por un hombre que no elige bien no es objeto de voluntad” (1113a 15); mientras que para los segundos “no hay nada deseable por naturaleza, sino lo que a cada persona le parece: a unos una cosa y a otros otra” (1113a 20). De manera que, siguiendo a los que creen que el objeto de la voluntad es el bien aparente, se puede decir que la mayoría se engaña a causa del placer “pues parece un bien sin serlo. Y, por ello, eligen lo agradable como un bien y huyen del dolor como un mal” (1113b). 8 Para profundizar sobre el tema de la ley, se recomienda consultar el apartado anterior. 9 En el capítulo IX del libro V de la Ética Nicomáquea, Aristóteles afirma que “no es lo mismo hacer cosas injustas que tratar injustamente, ni sufrir cosas injustas que ser tratado injustamente” (1136a 25). De este modo, mientras que “actuar injustamente radica, absolutamente, en hacer daño voluntariamente a alguien, sabiendo a quién, con qué y cómo se hace el daño” (1136a 30), ser tratado injustamente “no es voluntario” (1136b 15).
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teriores, así que suponer que la edad o los modos de ser pueden considerarse como motivos de la acción y por ende como causas de la injusticia, resulta superfluo. De manera que, en palabras de Aristóteles, “si coincide que los jóvenes son iracundos y pasionales, no es que actúen así a causa de su juventud, sino a causa de la ira y el deseo pasional” (1369a 10). Pero esto no resulta del todo cierto, si se tiene en cuenta que a ciertos modos de ser se siguen ciertas acciones, como por ejemplo, del moderado se siguen opiniones y deseos honestos (1369a 20). Al respecto se puede agregar que aun cuando Aristóteles cree necesario considerar todas las circunstancias que hacen diferentes los caracteres de los hombres, en el capítulo X no se profundiza al respecto, centrando la atención, más bien, en las causas de la injusticia. En suma, todo lo que los hombres hacen por causa de sí mismos es voluntario y lo que hacen sin ser ellos mismos la causa es involuntario. Pero, teniendo en cuenta que antes se había dicho que las acciones que se llevan a cabo por un cálculo racional son acciones voluntarias con previa elección, es preciso anotar que no solo estas acciones son voluntarias, sino todas las acciones que se hacen por causa de uno mismo. De manera que, siguiendo a Aristóteles, se puede concluir diciendo que “todo lo que se pone en práctica voluntariamente será, o bien algo bueno o que aparezca como bueno, o bien algo placentero o que se muestre como tal” (1369b 20-25)7.
Criterios de distinción de lo justo y lo injusto El segundo argumento a desarrollar en este artículo es presentado por Aristóteles en el capítulo XIII del libro I de la Retórica y se refiere a los criterios de distinción de lo justo y de lo injusto. Siguiendo la traducción de Quintín Racionero, son tres los criterios de distinción, a saber: 1. La ley; 2. El carácter voluntario y la intencionalidad de los actos; y 3. La equidad. Pero si se tiene en cuenta la traducción de Ignacio Granero, no solo se habla de apreciación de la culpabilidad en lugar de criterios de distinción de lo justo y de lo injusto, sino que
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además los criterios para apreciar la culpabilidad no son tres sino seis: 1. La ley natural y la ley escrita; 2. El individuo y la comunidad; 3. El delito como acto voluntario; 4. Los delitos y la intención; 5. Los delitos no previstos por la ley; y 6. La equidad. Las dos traducciones llevan a una comprensión totalmente diferente del texto, así que por considerar más clara y consistente la versión de Racionero, se hablará de criterios de distinción de lo justo y de lo injusto y no de apreciación de la culpabilidad. El primer criterio de distinción es el de la ley, que, en conformidad con lo dicho en el apartado anterior, distingue entre la ley particular, definida por cada pueblo, y la ley común, conforme a la naturaleza8. En este sentido, si cometer injusticia es hacer daño voluntariamente contra la ley, este daño se puede hacer contra la ley particular o contra la ley común. Pero, al decir esto no queda claro aún con respecto a quiénes se define lo que se debe hacer y no hacer, al respecto agrega Aristóteles que las acciones justas o injustas se definen con relación a la comunidad o con relación a un particular. Esto queda claro si se tiene en cuenta que “el que comete adulterio y el que hiere hace injusticia a un sujeto determinado, mientras que el que no cumple sus deberes militares se la hace a la comunidad” (1373b 20). El segundo criterio de distinción es el del carácter voluntario y la intencionalidad de los actos. Aristóteles comienza afirmando que, mientras el que comete injusticia actúa voluntariamente, el que sufre la injusticia, no solo padece actos injustos de quien tiene voluntad de hacerlo, sino que además padece un daño contra su voluntad9. De manera que, partiendo del supuesto de que el hombre que comete una injusticia actúa voluntariamente, se señala que todos los cargos se deben referir a injusticias cometidas “contra la comunidad o contra un particular y ‹a personas que han obrado› o bien por ignorancia y sin voluntad o bien con voluntad y conocimiento y, en este último caso, ya sea por previa elección o como consecuencia de una pasión” (1373b 30-35). En otras palabras, los cargos que se le imputen al que cometa una injusticia deben precisar en contra de quién se hizo el daño y de qué forma actuó el que lo causó (figura 2).
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Figura 2. Cargos por injusticias cometidas
La comunidad
En contra de Quien comete injusticia
Un particular
Por ignorancia y sin voluntad
Lo hace Obra
Con voluntad y conocimiento
Fuente: Autor.
Ahora bien, luego de establecer el carácter voluntario del acto injusto, el Estagirita continúa con la intencionalidad anotando que es necesario dar definiciones de cada uno de los delitos, pues de no hacerlo quienes reconozcan haber cometido un daño, no reconocerán su calificativo. De manera tal que el que reconoce haber tomado no reconoce haber robado, o el que reconoce haber tenido relación con una mujer, no reconoce haber cometido adulterio (1374a). Por ende, la definición de cada una de estas acciones resulta relevante teniendo en cuenta que no solo se debe mirar la correspondencia de estas con el delito sino además su correspondencia con el acto injusto. De manera que si en la intención reside el acto injusto y “los nombres de esta clase, como ultraje o robo, son signos de la intención” (1374a 10), lo que define, por ejemplo, un ultraje no es si alguien golpeó a otro, pues la acción se pudo haber hecho sin culpa; lo que define el ultraje es que la acción se haya llevado a cabo por causa de algo, como, por ejemplo, darse a sí mismo un placer (1374a 15)10. El tercer criterio de distinción se refiere a la equidad, que, teniendo en cuenta a Aristóteles, se refiere al criterio de distinción de las leyes no escritas. En este sentido, hay dos especies de actos justos e injustos en las leyes no escritas:
…por una parte, los que ‹se califican según su exceso›, sea de virtud, sea de vicio, y para los que se reservan los reproches y los elogios, la deshonra y los honores y las mercedes (como, por
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Por previa elección Por pasión
ejemplo, dar las gracias a quien hace un beneficio, corresponder con un favor a quien nos ha hecho uno, ayudar a los amigos y otras cosas como estas); y, por otra parte, los que cubren lagunas de la ley particular y escrita (1374a 20-25). En consecuencia, se desprende que lo equitativo es justo, pero por fuera de la ley escrita, de manera tal que se ocupa de los casos para los que cabe hallar una disculpa. En este sentido, no se pueden tratar de la misma manera las equivocaciones y los delitos, ni las equivocaciones y las desgracias, pues los delitos son calculados y proceden de la maldad. Así que, la equidad al ser indulgente con las cosas humanas atiende al legislador y no a la ley y aboga porque se someta al que comete una injusticia a un arbitraje y no a un juicio (1374b 5-20). Evitando que actos cometidos sin intención, pero tipificados en la ley, sean considerados un delito47. En conclusión, se puede afirmar que varios de los elementos trabajados en los capítulos X y XIII de la Retórica son retomados en la Ética Nicomáquea. En algunos casos, Aristóteles solo complementa lo dicho en el primero de los textos antes mencionados, pero en otros parece decir algo diferente. Lo cierto es que, aun cuando no se tienen suficientes elementos de juicio, por lo expuesto en este artículo se puede pensar, siguiendo a Jaeger, que el texto de la Retórica es anterior al de la Ética pues, aun cuando sus materias son diferentes, los temas en los que concuerdan son explicados con mayor claridad y profundidad en el segundo.
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10 En el capítulo VIII del libro V de la Ética Nicomáquea se afirma que “de los actos voluntarios, unos los realizamos con intención y otros sin ella; con intención, cuando son objeto de una previa deliberación; sin intención, cuando no van precedidos de deliberación” (1135b 10-15). En este sentido, mientras que en la Retórica la intención consiste en llevar a cabo una acción por causa de algo, en la Ética alude a una previa deliberación. 11 En el capítulo X del libro V de la Ética Nicomáquea se afirma que “lo justo y lo equitativo son lo mismo, y aunque ambos son buenos, es mejor lo equitativo” (1137b10), pues aunque lo equitativo es justo, su justicia no se da de acuerdo con la ley (1137b 15), sino que antes bien su naturaleza consiste en “una corrección de la ley en la medida en que su universalidad la deja incompleta” (1137b 25). Ciertamente, el aspecto de mayor relevancia en la Ética con respecto a la Retórica es la afirmación, según la cual, la equidad es una corrección de la ley.
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Referencias bibliográficas
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Aristóteles. (1988). Ética Nicomáquea (trad. Julio Pallí Bonet). Madrid: Gredos.
Aristóteles. (2005). El arte de la retórica (trad. Ignacio Granero). Buenos Aires: Eudeba.
Aristóteles. (1999). Retórica (trad. Quintín Racionero). Madrid: Gredos.
Jaeger, W. (2000). Semblanza de Aristóteles. México: Fondo de Cultura Económica.
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Identidad, cultura y patrimonio, condiciones actuales del saber científico
Antonio José Rivadeneira Vargas*
Identity, Culture and Heritage,
Fecha de recepción: 24 de agosto de 2011
Current Conditions of Scientific Knowledge
Fecha de revisión: 5 de septiembre de 2011 Fecha de aceptación: 10 de octubre de 2011
Abstract
Resumen
Reflections about the honest and courageous posture that must be assume by the University community in Colombia towards the threats against identity, culture and heritage, the educational crisis, the superficiality of knowledge and the insignificant effect of critical thinking in today´s consumption society.
Este artículo reflexiona sobre la aptitud franca y valerosa que debe asumir la Universidad colombiana ante las amenazas a la identidad, la cultura y el patrimonio, la crisis de la educación, la superficialidad del conocimiento y la ínfima vigencia que tiene hoy el pensamiento crítico en la sociedad de consumo.
Keywords
Palabras clave
Identity, culture, heritage, science, truth, freedom.
Antonio José Rivadeneira Vargas
Identidad, cultura, patrimonio, ciencia, verdad, libertad.
Identidad, cultura y patrimonio, condiciones actuales del saber científico (pp. 83 - 88)
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* Abogado de la Universidad Nacional de Colombia. Académico de número de la Academia Colombiana de Historia. Académico de la lengua colombiana. Catedrático de la Universidad Nacional, Universidad Externado de Colombia y Universidad Santo Tomás. Correo electrónico: arjovar@ hotmail.com.
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En los tiempos actuales se viene produciendo una depredación permanente del medio ambiente, destrucción inmisericorde del patrimonio cultural y pérdida irreversible de la identidad histórica de la nación. Ante un panorama tan grave e incierto, quienes por compromisos académicos e intelectuales debemos velar por los fueros de la historia, por la integridad de la lengua y por las esotéricas esencias de nuestra identidad cultural, no podemos permanecer indiferentes y debemos disponernos desde ya a librar la cruzada pedagógica, científica, ciudadana y cívica encaminada a impedir que las fuerzas del consumo y del espectáculo acaben con nuestros valores cívicos esenciales como son la identidad, la cultura, la ética y la estética y demás bienes inherentes a nuestro comportamiento social. El prestigioso escritor peruano Mario Vargas Llosa acaba de publicar un interesante libro titulado La civilización del espectáculo, en el cual demuestra que la cultura atraviesa una crisis profunda y está en decadencia por obra de la frivolidad que ha traído consigo la moderna sociedad de consumo, cuyo objetivo primordial consiste en convertir a las personas en simple mercancía, carentes de iniciativa y de valores culturales y sociales. Es así como Vargas Llosa (2012) se pregunta:
¿Qué quiere decir civilización del espectáculo? La de un mundo donde el primer lugar en la tabla de valores vigentes lo ocupa el entretenimiento, y donde divertirse, escapar del aburrimiento, es la pasión universal. Este ideal de vida es perfectamente legítimo, sin duda. Solo un puritano fanático podría reprochar a los miembros de una sociedad que quieran dar solaz, esparcimiento, humor y diversión a unas vidas encuadradas por lo general en rutinas deprimentes y a veces embrutecedoras. Pero convertir esa natural propensión a pasarlo bien en un valor supremo tiene consecuencias inesperadas: la banalización de la cultura, la generalización de la frivolidad y, en el campo de la información, que prolifere el periodismo irresponsable de la chismografía y el escándalo (pp. 33-34).
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La citada civilización del espectáculo y la globalización de la economía han implantado las mal llamadas industrias culturales, dedicadas a transformar los insumos culturales en artículos de consumo de masas y especializadas en difundir productos nocivos para nuestra identidad y nuestro patrimonio natural y cultural, por cuanto:
La adquisición obsesiva de productos manufacturados, que mantengan activa y creciente la fabricación de mercancías, produce el fenómeno de la “reificación” o “cosificación” del individuo, entregado al consumo sistemático de objetos, muchas veces inútiles o superfluos, que las modas y la publicidad le van imponiendo, vaciando su vida interior de inquietudes sociales, espirituales o simplemente humanas, aislándolo y destruyendo su conciencia de los otros, de su clase y de sí mismo, a resultas de lo cual, por ejemplo el proletariado “desproletarizado” por la alienación deja de ser un peligro –y hasta un antagonista– para la clase dominante (p. 24). Recordemos que el vocablo identidad es un término nebuloso y omnipresente, que seduce y atrae a personas ilustradas, pero también confunde a los neófitos y a los desinformados, por cuanto su construcción histórica y sociológica se hace a través de un complejo proceso en que se decantan y condensan sucesos, experiencias y aspiraciones del imaginario colectivo. Por su naturaleza esencialmente intangible la identidad crece y se multiplica, por cuanto está en permanente transformación y adaptación al medio social, soporta procesos de cambio y se construye en torno a las formas peculiares de las diferentes creaciones humanas. La identidad presupone un juego de diferencias y como reflejo de una realidad social e histórica suele expresarse bajo la forma de un componente narrativo que emplea un lenguaje muy peculiar y expresa tres componentes diversos, a saber: lo personal o individual, que involucra el yo y comprende la circunstancia de su entorno; lo distinto, que es aquello que nos distingue de los demás y a su vez nos relaciona con el
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otro; y lo temporal o sincrónico, en cuanto la noción de identidad va siempre referida al acontecer histórico. Si analizamos la identidad con criterio eminentemente ontológico, orientado al llamado “ser colectivo”, captamos la necesidad de acudir también al criterio axiológico, en orden a precisar el conjunto de valores sociales que lo conforman como tal. No ha sido fácil definir nuestra identidad en función de tales criterios, por cuanto para el caso nuestro, antropológicamente debe corresponder a las cuatro etnias que, en diversas proporciones, se conjugaron para conformar la nación colombiana y caracterizar los determinantes históricos que la condicionaron. Así por ejemplo, conforme a esta dicotomía sociológica, si el empeño de los conquistadores fue arrasar con todo lo indígena para imponer en su lugar lo hispánico, cuando sobrevino la Independencia, el imaginario patriota expresó una voluntad inequívoca de no ser español, ni de seguir siéndolo bajo ningún aspecto. Esta posición radical encontró su fundamento en el Decreto de Guerra a Muerte, expedido por el Libertador Simón Bolívar en Trujillo, Venezuela, el 15 de junio de 1813, medida con la cual se internacionalizó el conflicto, por cuanto este dejó de ser conflagración civil, liberó a los patriotas de la condición de subversivos y los elevó a la categoría de beligerantes e indujo, por consecuencia, a que se aplicaran las normas humanitarias de la guerra entre naciones. El hecho citado demuestra que la identidad de un pueblo se relaciona no solo con factores étnicos o biológicos, sino con un mundo histórico y cultural y con los elementos de orden geopolítico que identifican a cada pueblo como distinto a los demás. Por ello, los especialistas han diseñado dimensiones de identidad bajo dos criterios: el subjetivo que comprende y conjuga raza, religión y costumbres y el objetivo, que incluye lo relativo al territorio, lengua y cultura.
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El vocablo identidad siempre nos remite al concepto de “patrimonio”, entendido este desde la época de los romanos como el conjunto de bienes y obligaciones que posee una persona, en tanto que en el orden cultural, el citado concepto lo conforman las creaciones humanas que ha acumulado la historia. Hoy se distingue entre patrimonio natural y cultural y a este último se lo define como la construcción social, producto del imaginario colectivo que refleja una realidad histórica y tiene un peculiar componente narrativo que se concreta en el concepto de “alteridad”. Rengifo (2012) define que: “El patrimonio cultural de una Nación comprende las obras materiales e inmateriales de sus artistas, escritores, músicos, arquitectos y sabios, como también las creaciones anónimas surgidas del sentimiento popular y del conjunto de valores que dan un sentido a la vida” (p. 4). Pero en la actualidad resulta difícil defender ese patrimonio cultural y los valores inherentes a él porque, como acertadamente lo señala Vargas Llosa (2012): “La ingenua idea de que, a través de la educación, se puede transmitir la cultura a la totalidad de la sociedad, está destruyendo la <alta cultura>, pues la única manera de conseguir esa democratización universal de la cultura es empobreciéndola, volviéndola cada día más superficial” (p. 15). Hoy en día, ante el hecho de que el mayor impacto que soporta nuestra cultura y sus valores procede de las fallas de nuestro sistema educativo en sus áreas media y superior, es urgente que propiciemos el retorno a la universidad científica, investigativa e innovadora, capaz de satisfacer las expectativas del país en sectores tan importantes como la salud, la alimentación, el ingreso y la dignificación del trabajo humano. Confirma nuestras preocupaciones el enfático e ilustrativo Editorial del diario El Tiempo del pasado 17 de agosto, en el cual bajo el título “Ni leen ni escriben” se informó a la opinión que:
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1 Sitio de internet donde los estudiantes acuden a copiar sus tareas.
Cifras reveladas recientemente sobre las lecturas de universitarios colombianos muestran que la mayoría no solo carecen del caldo básico que dejan los clásicos, sino que su dieta de lectura es dispersa, escasa y poco nutritiva. (…) Señala el estudio que en el 82 por ciento de los casos el texto más leído eran los dichosos apuntes y en el 80 por ciento, los materiales que reparte el profesor. Las siguientes fuentes de información y formación no son los textos de la materia (72 por ciento), la biblioteca de consulta (60), ni las publicaciones científicas o académicas especializadas (40), sino Internet (78). (…) … Un juez argentino y un concejal bogotano acabaron proponiendo endebles sentencias y acuerdos apoyados en datos del Rincón del Vago. (…) La poca lectura y la escasa contribución académica y científica dejan un retrato preocupante de los universitarios y las universidades colombianas (p. 22). Panorama tan sombrío nos induce a pensar que una nación de más de 40 millones de habitantes, donde apenas se obtienen 500 doctorados al año y el Estado solo asigna el 0.2% del producto interno bruto para investigación, ciencia y tecnología, desestimando áreas tan importantes como la salud y la educación, está condenada a vivir en la barbarie y a ser la primera consumidora de frivolidades en la civilización del espectáculo. Si como ha trascendido, hay ministros de Estado y jefes de partido que no saben leer y ni siquiera acuden al Rincón del Vago1 en busca de información y las universidades no asumen un papel decisivo en materia de formación, investigación e innovación, nos preguntamos con angustia: ¿Qué podemos
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hacer en esta emergencia política e institucional en que han naufragado casi todos los valores de la nacionalidad? Imprimirle responsabilidad académica y social a la universidad para que asuma su papel de promotora y divulgadora del conocimiento científico en orden a erradicar la pobreza, combatir la enfermedad, mejorar la salud de los asociados, defender el medio ambiente, abrir fuentes de trabajo y fortalecer el patrimonio cultural. La crisis en la educación, la cual se resiente de falta de cobertura, calidad, eficacia y pertinencia, requiere con urgencia restaurar los modelos académicos que buscan la verdad científica, propician la investigación, promueven la innovación y se esmeran en formar sin reprimir ni deformar a las juventudes en las cátedras. Hay que retornar al magisterio patriótico, moral e intelectual de antaño, en el cual el maestro, como transmisor de valores y de conocimientos, reafirmaba los principios del sistema republicano y democrático, el cual hacía de las escuelas y universidades poderosos instrumentos de movilidad social, estimulaba la convivencia pacífica por cuanto estaba convencido de que “el odio es una incapacidad de los pueblos para ser grandes y una falta de merecimiento en los hombres para ser libres” (Pérez, citado en Rivadeneira, 1966, p. 197). El insigne repúblico y pedagogo del siglo XIX don Santiago Pérez (1974), definió así la augusta y patriótica misión del maestro: “El institutor en el régimen moral de la sociedad es el primer funcionario público, por cuanto su tarea esencial consiste en desarrollar las facultades morales e intelectuales del educando para purificar y engrandecer sus sentimientos e ideas” (p. 151). Y cuando el señor Pérez, en ejercicio de la presidencia de la República, el 13 de diciembre de 1874, en la distribución de premios universitarios, advirtió a los estudiantes que “No es mártir solo el que rinde la vida al poder de los suplicios, ni liber-
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tador únicamente el que aparta los grillos del pie del hombre, o el yugo de la cerviz de los pueblos. Hay también sacrificio en el sacerdocio paciente y abnegado de las ideas, y en el reino de la justicia no se cuentan por más las cadenas quitadas que los abusos corregidos o los errores rectificados” (p. 244), cifró así la augusta misión docente de la universidad: “Preconizar la ciencia, no como poder sino como verdad; mantener el orden, no como esclavitud, sino como armonía, y enseñar a amar la libertad, no como belleza, sino como justicia” (p. 245). Consecuente con los criterios expresados y con el secreto anhelo de restaurar aquellos valores ancestrales de patriotismo egregio, amor por la ciencia, respeto por la verdad y auténtico servicio social, creemos que Colombia, en esta coyuntura, necesita concebir y desarrollar una política universitaria que afirme la fisonomía de una identidad regional, defienda y robustezca nuestra cultura y proteja el patrimonio material e intelectual que la representa. Colombia requiere dar plena vigencia al Estado Social de Derecho que estableció la Constitución de 1991, pues solo así podremos realizar la democracia participativa, ordenar el desarrollo económico, impulsar la ciencia y el conocimiento y construir una sociedad más igualitaria y justa, en la cual
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se estrechen los vínculos de confraternidad y de recíproca tolerancia y las gentes sean conscientes de sus derechos y obligaciones con sus semejantes. Como lo he expresado anteriormente, “es necesario que la Universidad colombiana adquiera el equilibrio, la dinámica y la calidad docente propias de la universidad moderna, cuyos rasgos de corporatividad, universalidad, cientifismo, espíritu investigativo y autonomía propia del saber se incorporen a la cultura nacional” (Rivadeneira, 2002, p. 230). Ello impone la necesidad de que en los institutos de educación superior se establezcan escuelas de formación y cátedras donde se investigue sobre la naturaleza y calidades de la identidad nacional, regional y local, y a su vez se enaltezcan los oficios del arte y se desarrollen tecnologías referidas a la defensa, mantenimiento, protección, recuperación, restauración, conservación y rehabilitación tanto del patrimonio natural como del cultural. En orden a defender y manejar con acierto nuestros valores sociales, es necesario e indispensable entrelazar identidad, educación y patrimonio, como fundamentos de la nacionalidad y máxima exaltación de la cultura patria.
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Referencias bibliográficas El Tiempo. (2012, agosto 14). Ni leen ni escriben [Editorial] (p. 21).
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Vargas Llosa, M. (2012). La civilización del espectáculo. Bogotá: Alfaguara.
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José Pedro Varela:
ideales masónicos en la reforma a la educación uruguaya decimonónica Miguel Olimpo Moreno Lugo* José Pedro Varela:
Fecha de recepción: 30 de agosto de 2011 Fecha de revisión: 2 de septiembre de 2011
Masonic ideals in the Uruguayan education reform of the nineteenth century
Fecha de aceptación: 8 de octubre de 2011
Abstract
Resumen
We will develop this presentation as follows: first of all, we will make a brief historical context of Pedro Varela’s times. Secondly, point out the Masonic influences in the work of Varela in order to develop some fundamental issues of Varela´s proposal.
Desarrollamos esta presentación del siguiente modo: en primer lugar haremos una breve contextualización histórica de la época de Pedro Varela; en segundo lugar, señalaremos las influencias masónicas en la obra de Varela para así desarrollar los temas fundamentales de la propuesta vareliana.
Keywords
Secular, free, compulsory, progress, Uruguay, Masons.
Miguel Olimpo Moreno Lugo
Palabras clave
* Licenciado en Filosofía y Letras de la Universidad Santo Tomás, Magíster en Filosofía Latinoamericana, Doctorando en Filosofía de la Universidad Santo Tomás. Docente Universidad Santo Tomás. Correo electrónico: miguelmoreno@ usantotomas.edu.co.
Laico, gratuito, obligatoriedad, progreso, Uruguay, masones.
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Para ti… la secreta, evidente y oculta estrella entre las nubes de la mañana… imperceptible, inadvertida… pero en mi vida, toda mi vida, en medio de los ojos otros que buscan el sol y no ven la luz del día. S.R. Se agradece especialmente a José Luciano Medina, sin su apoyo, este trabajo no hubiera sido posible. José Pedro Varela nació en Montevideo el 19 de marzo de 1845 y falleció a los 34 años. Es considerado el Reformador de la educación en la nación rioplatense. Se inició a los 20 años en un periódico local, en el cual escribió sus primeras reflexiones que tratan sobre las miradas europeizadas de un latinoamericano acerca de su contexto cultural. Viajó a París y a Estados Unidos, y allí se hizo amigo de Domingo Faustino Sarmiento. Se vinculó posteriormente al diario La Paz en Uruguay y desde allí creó la Sociedad de Amigos de la Educación Popular. En 1874 publicó la educación del pueblo.
Por ser un país pequeño, Uruguay se vio en la necesidad de jugar estratégicamente contra los intereses de otras naciones como Brasil y Argentina para conservar sus fronteras y su identidad propia. En 1868 Uruguay contaba con menos de medio millón de habitantes y más del 40% eran inmigrantes españoles e italianos. De otra parte, la economía uruguaya se concentraba en los bovinos y su principal socio económico era Brasil.
Breve contextualización histórica de la época de José Pedro Varela
Las influencias masónicas en la obra de Varela
Lorenzo Batlle era el presidente de Uruguay. En el año de 1868 el país sufrió una epidemia de cólera que diezmó la población. Se había terminado la Guerra Grande del Paraguay. Argentina se consolidaba como nación y Uruguay, como el resto de las naciones latinoamericanas, se debatía en intensas luchas intestinas que procuraban formar una nación con identidad propia. Caso particular fue la Revolución de las Lanzas, que comenzó en 1870 y tuvo su fin en 1872.
La certeza de que Varela fue masón no se ha establecido con contundencia y depende básicamente de quién haga la investigación; por ejemplo, para la Escuela Digital del Uruguay no cabe duda de ello, mientras que para el Colegio Nacional José Pedro Varela sí la hay. Sin embargo, es de extrañar que muchos de sus planteamientos se acerquen a las propuestas masónicas de educación. Una posible explicación puede ser la cercanía de José Pedro a masones, como fue el caso de su gran amistad con Francisco Bilbao. Sin embargo, revisaremos algunos aspectos simples que nos permiten establecer una aparente correlación con los principios masónicos (Gran Logia de España, s.f.). A continuación presentaremos algunos
En Uruguay existían dos partidos: por un lado se encontraban los colorados, llamados candomberos de manera despectiva, pues este adjetivo se aplicaba a quienes practicaban el can-
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dombe, ritmo musical de raíces africanas que fue introducido por los esclavos. Sus opositores, los blancos, se autodenominaban principistas. Estos dos partidos tenían ideologías muy distintas: los primeros eran más tradicionales, procuraban un orden político que buscaba mantener las tradiciones españolas de la colonia; los segundos, estaban influenciados por las nuevas tendencias de las formas de gobierno de Europa y Estados Unidos. Aunque ambos grupos estaban formados por burgueses y personas de la clase alta, fundamentalmente la diferencia radicaba en una tendencia conservadora de los candomberos contra una postura liberal de los principistas. En esta época se formaron los periódicos Bandera Radical y La Paz y se constituyeron el Club Radical y el Club Nacional, asociaciones de jóvenes que se dedicaron a pensar el país contra las estructuras tradicionales.
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argumentos que acercan la obra de Varela a los ideales masónicos. Para el año de 1848, las logias europeas y norteamericanas habían tomado como principios fundamentales los siguientes preceptos: • El derecho a la vida y a la seguridad de la misma. • El derecho a la libertad de conciencia y de culto. • El derecho a la libre expresión y difusión del pensamiento. • El derecho a una existencia digna y al trabajo. • El derecho a la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia. • El derecho a la escolaridad y formación pluralista, la enseñanza escolar gratuita y el aprendizaje de un idioma universal. • La separación e independencia de la Iglesia y el Estado. • La libertad de reunión, asociación y huelga pacífica. • La instauración de la justicia gratuita e institución del Jurado. • El espíritu pacifista y la creación de un servicio militar defensivo y voluntario. • El gobierno de los Estados como expresión de la soberanía popular a través del sufragio universal. • El matrimonio civil y la igualdad de los hijos ante la ley. • La abolición de la pena de muerte. Este marco contextual nos permite proponer la siguiente hipótesis de lectura sobre la obra La educación del pueblo y la legislación escolar de José Pedro Varela: el Reformador
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uruguayo conocía de los principios masones y debido a influencias como la de sus amigos masones Faustino Domingo Sarmiento, Lorenzo Batlle y Francisco Bilbao, propuso una reforma educativa en su país bajo los principios adoptados por las órdenes masónicas en Uruguay. Ahora bien, observemos unos cuantos casos en donde se articulan los principios masones con la propuesta de Varela. En el año 2000, el Gran Maestro de la Logia de Colombia (Salazar Avenia) se refería en estos términos a Varela: “En lo filosófico no se trató más del espiritualismo metafísico de la conciencia romántica sino del evolucionismo laico de la conciencia positivista que marcó toda una etapa en la historia de la enseñanza laica” (Logia, 2000). Esto con el fin de relacionar dos conceptos claves en la obra de Varela: la influencia de la filosofía moderna y la adhesión del Reformador uruguayo al positivismo, para de este modo comprender por qué Varela no firmó el 9 de julio de 1872 la Profesión de Fe Racionalista del Club Universitario1, ya que para Varela la connotación moderna de la educación rebasa la concepción eminentemente popular de la misma para adentrarse en el campo de la ciencia. No basta con enseñar científicamente el objeto, sino que el análisis debe hacerse con el auxilio de un método científico que permita su verdadero conocimiento. Por tanto, según el Gran Maestro, para Varela, de conformidad con los principios de la masonería:
1 Este club nació de la Sociedad de Amigos de la Educación Popular, de la cual uno de sus fundadores fue el propio Varela. Años más tarde el Club Universitario se convierte en el Ateneo de Montevideo vigente hoy en día. Pero retomando la profesión de fe, no sobra recordar que el Obispo de Montevideo, Jacinto Vera, la condenó y amenazó con la excomunión.
El empleo de este método científico en la educación es lo que va a marcar la necesidad de una educación laica, que enseñe sin dogmatismo. Este criterio de laicidad, así entendido, es el que caracteriza la educación que defienden los masones, la que debemos predicar y practicar (Logia, 2000). Pero escuchemos de nuevo al Gran Maestro, quien nos confirma cómo los principios masones se adecuan a la propuesta del uruguayo
…se requiere de una posición realista, antropológica y sociológica que considere además el sentido y fin de la educación en relación
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con el entorno geopolítico y cultural, las circunstancias, necesidades y oportunidades del hombre. La educación así concebida fortalece el concepto de igualdad que debe darse en toda sociedad humana y que tan caro es al ideario masónico (Salazar Avenia, 2012). De ahí que para Varela los fines de la educación sean más que la adquisición y adecuado desempeño de las habilidades de lectoescritura y las operaciones matemáticas básicas. En este sentido, afirma que:
La menor exigencia que cualquier hombre inteligente tiene hoy en su favor, es que su dominio alcance a la triple naturaleza del hombre: sobre su cuerpo, desarrollándolo, con la observación inteligente y sistemática de aquellas benignas leyes que conservan la salud, dan vigor y prolongan la vida; sobre su inteligencia, vigorizando la mente, enriqueciéndola con conocimiento, y cultivando los gustos, que se alían con la virtud, y también sobre sus facultades morales y religiosas, robusteciendo la conciencia del bien y del deber (Varela, s.f. p. 10). Lo cual se explicita en términos del propio Varela en la idea de que “Las grandes necesidades de una raza como la nuestra, en un mundo como el nuestro, son: Un cuerpo crecido en salud” (p. 10). Este pensamiento se adecua a la escuadra masónica: “(…) Una mente, tan fuerte para la vida inmortal, como el cuerpo para la mortal; igualmente iluminada por la sabiduría y aleccionada por los errores del pasado; con conocimiento de las leyes de la naturaleza” (p. 10) lo cual corresponde al compás, y “…una naturaleza moral, presidiendo el todo, como una divinidad, alejando la tristeza y el pesar, brillante en terrestres alegrías e inmortales esperanzas, y transfigurada y elevada por la soberana y sublime aspiración de conocer y realizar el bien” (p. 10), lo cual coincide con el Volumen de la Sagrada Ley (VSL). Como podemos apreciar, el desarrollo del cuerpo, la inteligencia y las virtudes morales son los fines de la educación; allí podemos ver cómo el método positivista hace su aparición.
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Si esos son los fines de la educación, si ella se propone desarrollar y dirigir bien nuestra entera naturaleza; si su oficio es darnos mayor poder en todo sentido: poder de pensar, de sentir, de querer, de practicar acciones externas; poder de observar, de razonar, de juzgar; poder de adoptar firmemente buenos fines, y de perseguir eficazmente su realización: poder de gobernarnos a nosotros mismos y de influenciar a los demás: poder de adquirir y de conservar la felicidad; si la inteligencia ha sido creada, no para recibir pasivamente algunas palabras, fechas, hechos, sino para ser activa en la adquisición de la verdad, la educación debe inspirarse en un profundo amor de lo verdadero y observar los procederes para investigarlo; pero, el hombre, así como en todas las circunstancias, es el artífice de su fortuna, lo es también de su propia mente. La inteligencia humana está constituida de tal modo que solo puede desarrollarse por su propia acción, y que en realidad cada hombre debe educarse a sí mismo (Varela, s.f. p. 10). Para poder educarse a sí mismo es necesario que sea el mismo hombre quien se construya, y esa es una imagen muy común dentro de la simbología masónica: un hombre que se esculpe a sí mismo, como sacado de la roca. Este es el ideal de los masones, autoconstruirse, hacer de la vida una obra de arte y eso a veces puede tomar una vida entera. Se presenta esta idea para introducirnos en los tres conceptos clave de la reforma educativa de Varela: a- Laicidad. Digámoslo de manera sintética, para pasar a desarrollar la idea: si para la masonería el VSL implica necesariamente que no existan dogmatismos, y si de acuerdo a sus principios entre los que destacamos para este apartado el derecho a la libre expresión y difusión del pensamiento y el derecho a la libertad de conciencia y de culto, podemos comprender el concepto de laicidad de Varela, mientras que el método para hacer realidad esos principios se debe a otro principio: Separación de la Iglesia y el Estado. Pasemos, pues, a desarrollar estos conceptos.
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En primer lugar, el Estado es una institución política y no una institución religiosa. Apoyándose en los principios generales de la moral, tiene por función garantizar las personas y las propiedades, asegurando el reino de la justicia, y no debe favorecer una comunidad religiosa determinada, con perjuicio de las otras que pueden ser profesadas por algunos miembros de la comunidad. La escuela, establecida por el Estado laico, debe ser laica como él (Varela, s.f., p. 38). Otro aspecto importante para dar esa separación es que entre otras cosas, si la educación se le ha dado a las instituciones religiosas y hay crisis de los valores, se puede demostrar que la Iglesia no ha sido capaz de responder a su misión, por lo tanto, le corresponde al Estado asumir esa tarea. De igual modo, si las instituciones religiosas dependen del cobro de un rubro para sostenerse, muy seguramente no todos tendrán acceso a esa educación; en cambio, el Estado debe garantizar el derecho a la educación más allá de los recursos económicos. b- Gratuidad: Varela viaja a Europa y después a Estados Unidos, se documenta y demuestra sus tesis con una gran cantidad de estadísticas, de allí llega a la conclusión de que la escuela, por ser laica, debe ser gratuita, para que esté:
Abierta a todos, recibiendo en sus bancos niños de todas las clases y de todos los cultos, (así se) hace olvidar las disensiones sociales, amortigua las animosidades religiosas, destruye las preocupaciones y las antipatías, e inspira a cada uno el amor de la patria común y el respeto por las instituciones libres (p. 36). Otro punto en favor de la gratuidad escolar es que ningún padre tendrá argumento para no llevar a su hijo a la escuela, no tendrá que preocuparse por gastos educativos y de segregaciones a causa de riqueza o pobreza. Para Valera hay dos clases de escuela: la privada y la pública. En la privada se puede enseñar de acuerdo a unos intereses propios del colectivo que la sostiene. Por ejemplo, en un seminario católico se debe instruir al estudiantado en moral católica, pero si se piensa en la escuela pública entonces el fin
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ya no es restringido a quienes pueden sufragar un costo que privilegia unos pocos, sino que se refiere a la comunidad; en ese sentido se privilegia el bien común, el ser social. c- El tercer principio de la reforma vareliana se deriva de los dos anteriores y se expresa como la obligatoriedad y la universalidad. Como ya apreciamos anteriormente, la división entre Estado e Iglesia permite posibilitar la educación gratuita; sin embargo, Varela pide que sea gratuita y obligatoria, es decir, que no sea únicamente para las clases altas, sino para todos los miembros de la sociedad. Su mayor argumento se expresaba de la siguiente manera:
¿Es necesario, para la conservación del orden social y para el juego armónico de las instituciones, la difusión universal de la enseñanza, en las sociedades democráticas y en los países republicanos? ¿Es necesario educar al ciudadano para que pueda desempeñar sus deberes y hacer un uso consciente de su derecho? ¿La educación hace desaparecer las causas de malestar de la sociedad, aminora la miseria, los crímenes y los vicios? Si se contesta afirmativamente a estas preguntas, habrá de reconocerse que la educación como el ejército, como la policía, como la justicia, es un servicio de utilidad pública, que debe ser pagado por la nación: y, a nuestro modo de ver, esto se hace más evidente cuando prevalece el principio de la instrucción obligatoria. El Estado exige de todos los ciudadanos la posesión de ciertos conocimientos, necesarios para el desempeño de la ciudadanía, y, respondiendo a esa exigencia, ofrece, gratuitamente a todos, los medios de educarse. Así, el Estado, junto con la obligación pone el medio de cumplirla: con la instrucción obligatoria, la escuela gratuita (p. 36). Ahora bien, si la escuela es obligatoria y gratuita es necesario que el Estado provea los elementos necesarios para que tal fin se pueda realizar; por ello, los impuestos que se destinen a la educación serán bien recibidos, porque se está invirtiendo en el país y como se está pensando en toda la nación, es
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necesario que todos participen de ese hecho. Así pues, la obligatoriedad se convierte no en una herramienta pedagógica de cómo se debe educar al niño, sino en la condición que asegure el éxito de la empresa educativa nacional, porque se está pensando en un fin social-laico. Hasta aquí hemos visto brevemente que si el Estado es la expresión del pueblo, es necesario que defienda las libertades personales y se consolide como regulador de las relaciones humanas que lo sostienen y esto se logra a través de la expresión democrática por excelencia: el sufragio universal, solo así es posible un sano pluralismo, más aun en un país hecho de inmigrantes, con un único producto de exportación y que acaba de terminar una guerra civil que lo ha dejado arruinado. La educación es entonces una herramienta para cohesionar el Estado. Varela no se anda con rodeos, la educación es un instrumento del Estado para ejercer su autoridad, es decir, si es Estado democrático, la educación debe ser democrática y por ser democrática debe ser laica, y por ser laica debe darse todos los medios para que todos puedan acceder a ella de manera obligatoria en tanto que es un derecho que engendra un deber. Por tanto, la educación debe formar para la libertad, esto es, para la democracia.
Para establecer la república, lo primero es formar los republicanos; para crear el gobierno del pueblo, lo primero es despertar, llamar a vida activa, al pueblo mismo: para hacer que la opinión pública sea soberana, lo primero es formar la opinión pública; y todas las grandes necesidades de la democracia, todas las exigencias de la república, solo tienen un medio posible de realización: educar, educar, siempre educar. Educación exige el voto consciente que se deposita en las urnas electorales, para saber apreciar, por juicio propio y razonado, el orden de ideas políticas, económicas o sociales a que se quiere servir; educación exige el veredicto consciente que se formula, para decidir de la felicidad, de la honra, de la vida del hombre, en los casos en que el ciudadano es llamado a fallar en los juicios populares; educación, exige el desempeño consciente e inteligente de todos los puestos públicos, que el ciudadano puede ser llamado a desempeñar, y a los que puede aspirar legítimamente;
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educación exige el voto consciente dado en pro o en contra de una ley, en el recinto del Cuerpo Legislativo; educación exige, y exige imperiosa e ineludiblemente, el uso consciente de todos los derechos y todos los deberes del ciudadano. La escuela es la base de la república; la educación, la condición indispensable de la ciudadanía. Así lo reconoce la razón, y así lo ha proclamado la ley fundamental de la República, al suspender en el ejercicio de la ciudadanía a todos aquellos que no saben leer y escribir (p. 27). En efecto, la propuesta vareliana surge de la combinación de elementos propios de la racionalidad moderna, del positivismo euro-norteamericano, de los principios masónicos y sobre todo, de los estudios sociológicos-estadísticos que Varela hace por su país durante más de ocho años. Es ahí donde está la novedad de la propuesta del Reformador uruguayo, en que solo a partir de las experiencias concretas de la sociedad, se puede pensar una educación que cambie esa sociedad, por ello el recurso de las cifras, las estadísticas y la demostración sobre las ventajas que tiene una población educada sobre una que no lo es. Ahora bien, debemos entender que para la época –y aun hoy– las formas hegemónicas del conocimiento se han establecido como modelos perennes del deber ser, las otras formas de conocimiento y aprendizaje no son tenidas en cuenta por ser consideradas retrógradas y bárbaras. Varios casos hay en la obra de Varela en donde se nota esta inclinación por considerar bárbaro lo autóctono y la intención de que con la educación se eliminen estos rasgos ajenos a una ciudad industrializada a partir del modelo euro-norteamericano:
No necesitamos poblaciones excesivas; lo que necesitamos es poblaciones ilustradas. El día en que nuestros gauchos supieran leer y escribir, supieran pensar, nuestras convulsiones políticas desaparecerían quizá. Es por medio de la educación del pueblo que hemos de llegar a la paz, al progreso y a la extinción de los gauchos. Entonces el habitante de la campaña a quien hoy embrutece la ociosidad, dignificado por el trabajo, convertiría su caballo, hoy elemento de salvajismo en elemento de progreso y trazaría con él el surco que ha de hacer productiva la tierra,
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que permanece hasta hoy estéril, y las inmensas riquezas nacionales, movidas por el brazo del pueblo trabajador e ilustrado, formarían la inmensa pirámide del progreso material. La ilustración del pueblo es la verdadera locomotora del progreso (Demarchi y Rodríguez, 1993). Finalmente, en la construcción de la república y del Estado democrático el papel de la educación es fundamental porque solo así se puede consolidar una nación auténticamente democrática regida por los principios liberales de la época. Por tanto, en ese proceso de reforma educativa, es inevitable que desaparezca todo aquello que retrase el progreso de la nación, no solo en términos industriales, sino culturales y sociales. Solo en un Estado democrático en donde los ciudadanos son conscientes de sus derechos y ejercen autónomamente sus deberes es posible encontrar un país de paz, desarrollado y que utilice sus riquezas de la mejor manera para que así exista una forma de progreso que redunde en todas las instancias de la vida social de la nación.
Varela actúa conforme al espíritu de su tiempo de acuerdo a las circunstancias que le tocó vivir. Para él sus propuestas eran lo que el pueblo uruguayo necesitaba en su momento y propone lo mejor que se podía pensar para la coyuntura histórica. Sin embargo, como dijimos al comenzar esta breve presentación sobre Varela, acá empieza la investigación, porque sería interesante estudiar cómo se articulan los conceptos de civilización y barbarie, de igualdad entre los sexos, de libertad de culto o de pluralismo en el modelo pedagógico del reformador José Pedro Varela.
Como regla general, y en cuanto sea posible, debe hacerse que los niños sean sus propios maestros –los descubridores de la verdad– los intérpretes de la Naturalezalos obreros de la ciencia: ayudarlos, para que se ayuden a sí mismos. José Pedro Varela
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Anexo Canción popular de Uruguay que los niños de las escuelas deben aprender
Sembrador de abecedarios Para colmarme en la vida, para llenarme de luz, imitando a mi bandera me voy a la escuela de blanco y azul. Imitando a mi bandera me voy a la escuela de blanco y azul. Siempre me dice el maestro, con dulce dejo de amor: El fundador de tu escuela se llama Varela, quiere, quiérelo. El fundador de tu escuela se llama Varela, quiere, quiérelo. Sembrador de abecedario, líder del verbo oriental, Don José Pedro Varela, pastor de la escuela jamás morirá. Don José Pedro Varela, pastor de la escuela jamás morirá. Gracias, señor Don Varela, gracias, señor Don José, Don Pedro fiel de los niños que cantan la letra que les dio su fe. Don Pedro fiel de los niños que cantan la letra que les dio su fe. Cuando me voy a la escuela, Don José Pedro, qué bien, Si viera usted qué contento me vuela por dentro pensando en usted. Si viera usted qué contento me vuela por dentro pensando en usted. Sembrador de abecedario, líder del verbo oriental, Don José Pedro Varela, pastor de la escuela jamás morirá. Don José Pedro Varela, pastor de la escuela jamás morirá. Jamás morirá, jamás morirá. Letra: Ruben Lena Intérprete: Los Olimareños
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Editorial Policy (pp. 215 - 218)
Relación de contraste
entre el pensamiento andino y la modernidad Manuel Leonardo Prada Rodríguez*
Relation of the contrast
Fecha de recepción: 30 de agosto de 2011 Fecha de revisión: 19 de septiembre de 2011
between andean thinking and Modernity
Fecha de aceptación: 21 de octubre de 2011
Abstract
Resumen
Bolivia, Peru, Ecuador and Colombia share a racial and indigenous cultural heritage. But today, we are not just Indians, we also share a Spanish cultural and racial heritage. So our religious thinking is a manifestation of the racial mixture “mestizaje” that took place during the colonial era: our thinking is not entirely Catholic, because it is also animist. In connection with the last aspect, some people have wondered what would have happened if we had been conquered by the British Protestants instead of the Spanish Catholics, as it happened in what is now North America. This essay is therefore an attempt to answer that question. It is not based on a fallacy hypothesis contrary to the fact, but in an attempt to answer from a historical and philosophical perspective, why is not easy to harmonize Protestantism with indigenous animism? and therefore, why it is not so easy for our territories to enter fully into modernity.
Bolivianos, peruanos, ecuatorianos y colombianos compartimos una herencia racial y cultural indígena. Pero, en la actualidad, no somos simplemente indígenas, ya que también compartimos una herencia racial y cultural española. Por eso nuestro pensamiento religioso es una manifestación del mestizaje que se llevó a cabo durante la época colonial: nuestro pensamiento no es enteramente católico, debido a que también es animista. En ilación con lo anterior, algunas personas se han preguntado: ¿qué hubiera pasado si no nos hubieran conquistado los españoles católicos, sino los británicos protestantes, como sucedió en lo que hoy en día es Norteamérica? Este ensayo es, pues, un intento de respuesta a dicha pregunta. No se basa en una falacia de hipótesis contraria al hecho, sino en un intento de contestar histórica y filosóficamente por qué no es tan fácil armonizar al protestantismo con el animismo indígena, motivo por el cual tampoco es tan sencillo que entre de lleno la modernidad en nuestros territorios.
Keywords
Catholicism, Protestantism, Indians, West, Modernity, oral tradition, scripture, myth, logos, cologne.
Manuel Leonardo Prada Rodríguez
* Teólogo de la Fundación Universitaria Seminario Bíblico de Colombia. Magíster en Filosofía Latinoamericana de la Universidad Santo Tomás. Docente de la Universidad La Gran Colombia y Universidad Santo Tomás Correo electrónico: manueco7@gmail.com.
Palabras clave
Catolicismo, protestantismo, indígenas, occidente, modernidad, tradición oral, escritura, mito, logos, colonia.
Relación de contraste entre el pensamiento andino y la Modernidad (pp. 101 - 120)
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La modernidad no puede ser concebida como un momento histórico desligado de otros movimientos históricos. No salió de la nada. Más bien, confluyen en ella, entre otros, los siguientes acontecimientos: a) 1492, fecha que puede ser pensada como el Descubrimiento de América o como la Invasión española a Abya-yala, dependiendo del punto de vista desde el cual se analice dicho hecho histórico; b) el Humanismo; c) el Renacimiento y d) la Reforma protestante. 1492 es la fecha en la cual se inicia el proceso de globalización capitalista, debido al flujo de mercancías y esclavos que hay entre los distintos continentes, por vía marítima. América y África son utilizadas por Europa como bodegas de materias primas. Los africanos y los indígenas también son usados como obreros que no tienen derecho a cobrar por su mano de obra, ya que son esclavos. Si se oponen a esa realidad, el español, el holandés, el inglés, en fin, el europeo eurocéntrico, los matan. Por su parte, el humanismo y el Renacimiento son movimientos culturales que protestan, principalmente desde el arte, contra la hegemonía que la Iglesia mantuvo durante la Edad Media. Como está expresado en el Hombre de Vitrubio, de Leonardo da Vinci, el hombre es posicionado en el centro del universo, quitándole así al concepto de Dios el lugar en el que estuvo ubicado aproximadamente diez siglos. Esto, en filosofía, será conocido como la posición del sujeto, enfrente del objeto. Es decir, el mundo e incluso Dios, ya no son considerados como sujetos, como cosas con realidad propia, sino como representaciones o ideas que se hace la mente humana a partir de los datos sensoriales. El mundo deviene imagen. Y si el mundo ya no tiene el estatus ontológico de realidad, entonces los científicos pueden hacer con él lo que quieran, por ejemplo, experimentar a través de la masacre de la naturaleza (bisecciones, explotaciones de yacimientos de metales, etc.). Lo anterior se puede resumir en la siguiente fórmula: metafísica de la subjetividad (yo) + ciencias físico-matemáticas = época de la técnica.
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De manera casi simultánea, mostrando así que es hija de su época, la Reforma protestante hace algo semejante al humanismo y al Renacimiento, solo que dando la estocada final al Medioevo. Dicho movimiento histórico posiciona al hombre en el centro del universo, ya no desde el arte ni desde la filosofía, sino desde la religión. Si antes el hombre tenía que encontrar su lugar en el orden creado por Dios y comunicarse con él a través de la Iglesia, ahora puede hacerlo de tú a tú, sin intermediarios, porque cree en el principio de la Sola Gracia. Si antes el hombre tenía que recibir los mandatos del Papa sin cuestionarlos, ahora puede ir en contra de toda la tradición, dado que cree en el principio de la Sola Escritura. Si antes los príncipes alemanes tenían que pagar impuestos al Papa, ahora –que ya no creen en el purgatorio y por eso no tienen por qué liberar almas de dicho lugar, por medio del pago de indulgencias– pueden invertir todos esos recursos en su nación, fortificando así la investigación científica y filosófica en las universidades, lo cual desembocará en el esplendor de la Ilustración alemana. Este “efecto dominó” también sucedió en Inglaterra (Enrique VIII y el anglicanismo), Suiza (Juan Calvino y el calvinismo) y Holanda (Menno Simons y el anabautismo). Para frenar el movimiento histórico de la Reforma protestante, el Papa y su fiel aliado, Carlos V de Alemania y I de España, comisiona a Ignacio de Loyola y la Compañía de Jesús para que, de acuerdo a lo dicho en el Concilio de Trento, cuide al continente americano de esa herejía. Hay que impedir a toda costa que el protestantismo entre a América, motivo por el cual se escriben largos índices de libros prohibidos. Su lectura será castigada férreamente por la Santa Inquisición. Vienen a este continente españoles medievales que quieren imponer por la fuerza a los indígenas el orden cristiano, a través de la mita, la encomienda y el Catecismo de la Doctrina Cristiana, del Padre Gaspar Astete, que consiste en la memorización de artículos doctrinales, a partir de la repetición, lo cual va trazando el camino de la enseñanza y la investigación
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en América: poco pensamiento crítico, poca actitud propositiva, solo recitación de doctrinas. Los indígenas son amenazados por los españoles: o aceptan la nueva fe y renuncian a sus dioses, mostrando sumisión por medio de la esclavitud, o son asesinados. Así, mientras que Alemania, Inglaterra, Suiza y Holanda estaban a la vanguardia epistemológica, generando todo tipo de avances cognitivos con base en el nuevo criterio de verdad –lo que puede ser comprobado empíricamente–, España quedó anquilosada en un ostracismo medieval, a nivel político, económico y, sobre todo, religioso. Esa fue precisamente la realidad que transterraron acríticamente a nuestro continente. Las comunidades indígenas dejaron de ser orientadas por un sabio de su comunidad, para ser sojuzgadas por un español en la colonia y por un criollo después de los procesos independentistas. El animismo propio de las religiones indígenas fue sincretizado con las creencias medievales, traídas por españoles que profesaban una fe a ciegas, una fe de carbonero. En otras palabras, personas poco pensantes, poco críticas, fueron las que llegaron a estas tierras a dominar. Aquí no llegó el pensamiento crítico de Martín Lutero; ni la sed científica, ávida de adquirir conocimiento a través de la experimentación, como la de Isaac Newton, quien también era protestante. No hubo críticas punzantes como la que hizo el hijo de un pastor protestante, llamado Friedrich Nietzsche, hacia la sociedad que se basaba en la religión tradicional, en esa moral de esclavos, que hacía creer al pueblo que la esperanza no es para construir un mundo mejor aquí y ahora, sino para vivir bien en el más allá, como premio por soportar el sufrimiento terrenal. Aquí se impusieron como únicas herramientas cognoscitivas el silogismo–tan criticado por el protestante Immanuel Kant, por no servir para fundamentar el conocimiento científico, pues es un juicio analítico que no permite acrecentar el conocimiento, como sí lo hacen los juicios sintéticos a priori– y la Falacia ad verecundiam o de apelación a la autoridad, según la cual no se exponen razones
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bien pensadas para ganar un debate, sino muchas citas de fuentes bibliográficas memorizadas, de textos de teología y no de filosofía ni de ciencia. Aquí se impuso el miedo medieval al infierno para mantener calmadas a las masas, mientras que en Europa se vivía la libertad de la Ilustración, en gran parte derivada de la Reforma protestante, que tanto promovió el Sapere aude, expresión latina que puede ser traducida como: “ten el valor de usar tu propia razón”. Aquí el que se atrevía a pensar y publicar sus reflexiones críticas, terminaba mutilado. Y todavía sigue pasando. Recordemos por ejemplo lo que le pasó a Jaime Hernando Garzón Forero por exponer en los medios de comunicación sus críticas al Estado colombiano. De ahí que sea tan difícil que hoy en día las personas latinoamericanas analicen, critiquen y propongan nuevas ideas. El latinoamericano es un heredero del pensamiento indígena que, acostumbrado a recibir orientaciones del sabio de su comunidad, luego se resignó a obedecer sin protestar las obligaciones impuestas por el español, generalmente bruto. ¿Cómo entonces, se puede pedir al latinoamericano que piense de manera crítica, propositiva, analítica, si su forma de ser está más próxima a la de los medievales españoles que a la de los modernos alemanes?, ¿Cómo pedirle que vote libremente, sin vender el voto, haciendo uso crítico de su derecho democrático a participar del sufragio universal, si no le gusta pensar por sí mismo, sino esperar a que alguien le diga lo que debe hacer?, ¿Cómo hablarle de la autonomía kantiana, de esa mayoría de edad, cuando es un niño que teme salir de esa condición, porque de lo contrario le tocaría crecer, tomar sus propias decisiones y afrontar las consecuencias? Latinoamérica es un continente poblado por una serie de castas coloniales que tienen una tradición sapiencial muy honda, pero que no tiene nada que ver con la mentalidad moderna. El conocimiento ancestral de un afroamericano es inapreciable. La sabiduría de un anciano indígena es digna de exaltar. Pero el hecho de que un indígena se gradúe con honores de una
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universidad, por ejemplo, no lo hace moderno, afortunadamente. Por estas razones no es prudente seguir importando modelos europeos de política, economía, pedagogía, etc., sino que hay que pensar cuál es nuestra condición epistemológica y postular desde allí un conocimiento autóctono. No netamente indígena, pues nuestra sangre también es africana y española, pero tampoco puramente europeo porque no somos simplemente europeos. Como se dijo con anterioridad, Latinoamérica no puede ser un continente completamente moderno, sencillamente porque aquí no se dieron los procesos que desembocaron en la modernidad. Aquí, por medio de la Santa Inquisición, se evitaron el humanismo, el Renacimiento y la Reforma protestante, y por eso cualquier intento de imponer la modernidad resulta ser un fracaso. No hay bases epistemológicas para montar aquí dicho proyecto. Un caso ejemplar de esa situación es el proceso independentista. Los criollos que estudiaron en Francia trataron de impartir las ideas ilustradas de libertad, fraternidad e igualdad entre personas pertenecientes a castas coloniales. Pero, ¿cómo un esclavo africano se iba a sentir libre?, ¿cómo un mestizo, que quería blanquearse comprando títulos, para tratar de parecerse cada vez más al español o al menos al criollo, iba a considerarse igual al indígena, al zambo, al zaino, al afroamericano?, ¿cómo un indígena iba a concebir como su hermano al criollo que lo dominaba? Nuestras independencias latinoamericanas no fueron revoluciones surgidas de entre el pueblo, sino promovidas por los criollos afrancesados. Estos últimos usaron la fuerza bruta de los esclavos para quitarles el poder a los españoles, pero, apenas lo tuvieron, el discurso independentista dejó de ser incluyente y la nueva dominación no se hizo esperar. Hubo un cambio de poderes, un cambio de dueños de la tierra y de los esclavos, pero no una independencia al estilo de la Revolución francesa, donde la gente llevaba a cabo su propia protesta, sentida, radicalizada, porque eran ellos quienes estaban viviendo la realidad contra la cual protestaron. Aquí, los independentistas quisieron que los indígenas y los afroamericanos desarrollaran una lucha que no era suya, a partir de ideas que tampoco
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eran suyas y no les interesaban. Como se ha dicho, los indígenas y los afroamericanos no eran protestantes. Su sueño no era vivir en libertad, entendida esta como un desligamiento de todo poder feudal, para vivir los derechos propios del individuo burgués. Su sueño era más bien retornar al cacicazgo, tal como lo manifiestan la fallida rebelión de los incas de Vilcabamba y la desmembración de José Gabriel Condorcanqui Noguera, también conocido como Tupac Amaru II, quien murió por tratar de restablecer el incanato. En otras palabras, quitarle al indígena y al afroamericano su hábito de vivir comunitariamente, dando la vida por el Otro en armonía con la madre tierra, solo para obligarlo a desentenderse del Otro y privarle de su legítimo derecho a habitar cualquier tierra, porque ahora se trata de respetar la propiedad privada… era una idea que no tenía una tierra abonada para ser sembrada. Aun así, hoy en día, continuamos basando el derecho en las ideas de libertad e individuo. Exploremos, por ello, un poco en qué consiste la idea europea de libertad y por qué no puede entrar tan fácilmente en nuestra idiosincrasia.
Idea europea de libertad Para el filósofo colombiano Danilo Cruz Vélez, libertad y trascendencia son términos equivalentes: “El hombre, la libertad y la existencia son lo mismo. Pero el contenido de estos términos se puede expresar igualmente mediante la palabra trascendencia” (Cruz Vélez, 1986, p. 76). Aparentemente, la libertad es un concepto asimismo libre, absoluto o desligado de toda realidad histórica, pero es quizá el concepto más ligado a la realidad histórica que hay. De hecho, el filósofo colombiano lo usa para postular su hipótesis sobre el origen de la cultura. Tras un movimiento de libertad del animal homínido que deja de ser simplemente un animal y, entonces, trasciende la naturaleza, para llegar a un mundo, bien sea entendido como horizonte de comprensión o como lenguaje, surge la morada humana conocida como cultura. La liberad nos hace humanos. Por tanto, desde esa postura, el hombre: o es libre, o no es hombre. O está desligado de sus estados
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predecesores, o no es hombre. O ha superado, mediante el progreso, lo natural –aquel estado en el cual estaba el homínido antes de hablar, antes de poseer lenguaje (o que el lenguaje lo poseyera a él, como preferiría decirlo Danilo Cruz Vélez)– o no es hombre. Esta idea de libertad como superación es, según José Luis Romero y su Historia de la mentalidad burguesa (1999, p. 19), el producto y, a la vez, la justificación de esa empresa burguesa que se inició en el siglo XII y que cogió más vuelo y fuerza en la Modernidad, al transmutarse en idea de progreso, de superación de obstáculos y estadios anteriores (el positivismo de Comte será una muestra de la plenitud de esa idea). Junto con la matematización del mundo, ese intento de ver en la naturaleza un lenguaje matemático, es decir, cuantificable, que le permite al ser humano dominarla, la idea de progreso hizo ver al ser del ser humano como incontenible. La voluntad de poder –que expone Danilo Cruz Vélez no solo al hablar de Friedrich Nietzsche, sino también al buscar el origen de la época de la técnica, del mundo actual– es una expresión de esa libertad desmedida del ser humano, de esa capacidad de desligarse sin límites de la naturaleza. El hombre moderno, para llegar a ser moderno, comenzó a desarrollar (“desarrollo”, palabra predilecta de la burguesía), mediante acciones concretas, su idea de libertad. O, visto de otra manera, la idea de libertad se fue elaborando a medida que el burgués se fue desligando de… para llegar a… Fastidiado del sistema feudal que no le permitía tener privilegios ni expresar su libertad, que le imponía una excesiva limitación por parte del señor feudal y del clero que lo sustentaba ideológicamente, el burgués fue desligándose poco a poco de dicho sistema feudal, por ejemplo, conformando burgos y criticando desde allí, paulatinamente, la ideología institucional que lo sustentaba. Así, la Reforma protestante fue tanto un desligamiento de la ideología que fundamentaba al sistema medieval como un desligamiento político y económico de dicho sistema. Desde la Reforma protestante, que se dio en la misma época del humanismo y del Renacimiento, el desli-
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gamiento del burgués y su sistema se dio, principalmente, a través de las siguientes vertientes: a) El burgués optó por no hacerle caso a la tradición, por no ser lo que la Iglesia decía que fuera, sino por ser un individuo libre, que puede realizar interpretaciones libres tanto de la Biblia como de su mundo circundante. Sucede que, al final de la época de la ruralización de la vida, el señor feudal era todavía el dueño de la tierra y de la gente, motivo por el cual, por ejemplo, si una mujer quedaba viuda, debía pagarle a dicho señor feudal por la pérdida de su trabajador, de aquel esposo muerto. Y la viuda no tenía otra opción sino pagarle, pues en la era preindustrial, por causa de la ideología religiosa que sustentaba el feudalismo, los campesinos aceptaban el lugar que les había asignado esa sociedad intensamente jerarquizada. Y los señores feudales, “ni cortos ni perezosos”, impusieron nuevas cargas a las comunidades agrarias. En aquel tiempo, a finales del siglo XV, también hubo un crecimiento inusitado de la población, que ocasionó disputas sobre la tierra, generando el arrendamiento de tierras, lo cual hizo cada vez más difícil que los campesinos pudieran obtener tierras para poder sobrevivir. Además, se aumentó la presión de los señores feudales sobre los recursos comunales de las villas y las haciendas, es decir, se expropiaron bosques y pastos comunales en los cuales sembraban los campesinos. También se cobraron más impuestos de guerra, etc. Ante esa condición socioeconómica protestó la gente. Así, por ejemplo, Sebastián Lotzer, con el apoyo de Christoph Schappeler, quien era el predicador de la ciudad de Memmingen, Alemania, redactó en marzo de 1525 los doce artículos del campesinado, que rezan: • Derecho a elegir el propio pastor. • Liberación del diezmo pequeño (pero conformidad con pagar el diezmo del grano).
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• Abolición de la servidumbre, puesto que todos los hombres estaban redimidos por el amor de Cristo. Sin embargo, prometían obedecer en todo lo que fuese razonable a sus gobernantes legalmente elegidos. • Libertad para cazar y pescar. • Una parte de los bosques para obtener leña para el hogar. • Restricción del servicio obligatorio. • Retribución del trabajo por encima y por debajo del contrato. • Reducción de rentas. • Cese de los castigos arbitrarios. • Devolución de los campos y pastos que habían sido quitados a las comunidades. • Abolición del derecho de restitución, por el que las viudas y los huérfanos eran privados de sus herencias. • Que todas estas peticiones se cotejasen con la Escritura y, si no concordaban, serían retiradas (Atkinson, 1980, pp. 224-225). Las reacciones del statu quo no se hicieron esperar. Aproximadamente, cien mil campesinos perdieron la vida. Los sublevados sobrevivientes fueron sometidos a la proscripción imperial Reichsacht, que era, palabras más, palabras menos, una muerte civil, pues fueron privados de todos sus derechos y posesiones. Comunidades enteras fueron desposeídas de todos sus derechos por haber sostenido a los insurgentes. En parte perdieron los derechos de jurisdicción, se prohibieron las fiestas y las fortificaciones de los pueblos fueron arrasadas. Las armas debieron ser entregadas y hasta se prohibió la frecuentación de tabernas por la noche.
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Esta situación, sumada a un cúmulo de situaciones semejantes acaecidas durante la Edad Media, motivó a la gente a salir del campo para conformar los burgos. Estos no eran lugares preestablecidos, sino construcciones realizadas por gente aburrida de la dura situación que se vivía en el campo, lugar donde dominaba el señor feudal, en unión con la ideología religiosa sustentada por los teólogos. Se construyeron ciudades habitadas por ciudadanos (burgos - burgueses). Estos eran artesanos, comerciantes y banqueros que comenzaron a mover la economía a través del sistema monetario. Entonces, la salida desde la Edad Media hasta la Modernidad no consiste solo en que, por ejemplo, a Leonardo da Vinci se le ocurrió colocar al hombre en el centro del universo (Hombre de Vitrubio), o a que Martin Lutero se le ocurrió emprender la reforma protestante contra la tradición católica, apostólica y romana (Disputatio pro declaratione virtutis indulgentiarum o El Cuestionamiento al Poder y Eficacia de las Indulgencias, más conocido como Las 95 tesis), posicionando también al individuo en el centro de la relación hombre-Dios. La salida tiene que ver también con factores económicos y políticos. El salto desde el sistema económico medieval de trueque hasta el sistema monetario de la Modernidad se da gracias, entre otros factores, a los burgueses, quienes generaron la cultura del ahorro, del comercio, del capitalismo. Esos comerciantes, que moraban en Florencia, por ejemplo, esos Médici, promovieron el auge del pensamiento nuevo, de la ciencia nueva. No era el monje en su monasterio quien posicionaba al hombre en el centro del universo, sino aquel inventor genial, patrocinado por mecenas adinerados. Pensamiento renacentista que favorecía a los burgueses y no a los señores feudales ni al papado medieval. Pintura del hombre en el centro del universo que muestra quién es el que ahora está en el centro del universo: el burgués (que ahora es más que un simple habitante del burgo) y el hombre de ciencia patrocinado por él: el sujeto (el sujeto no es el campesino ni el indígena ni el negro ni el esclavo, a los cuales los burgueses, en las expediciones expansionistas de sus imperios, comenzaron a sujetar, a dominar, a someter). Como afirma Oswald Spengler (1932):
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En la ciudad nace la sociedad con su orden jerárquico de clases – nobleza, sacerdocio, burguesía–, frente al “aldeanismo grosero”, como gradación artificial de la vida (la natural es la división en fuertes y débiles, listos y tontos) y como sede de una evolución cultural espiritualizada. Aquí domina el “lujo” y “la riqueza”. Estos son conceptos que, quienes no los poseen, malentienden envidiosamente. Pero el lujo no es más que la cultura en la forma más llena de pretensiones. Piénsese en la Atenas de Pendes, en la Bagdad de Harum-al-Raschid y en el “rococó”. Esta cultura de las ciudades es, en todo y por todo, lujo; lo es en todas sus capas y actividades y tanto más exuberante y maduro cuanto más avanzados son los tiempos; es cultura totalmente artificial, ya se trate de las artes diplomáticas, de la dirección dada a la vida, del adorno, de la producción escrita, del pensamiento o de la vida económica. Sin riqueza económica concentrada en pocas manos, es imposible también la “riqueza” de las artes plásticas, del espíritu, de los hábitos distinguidos, y no hablemos del lujo en las concepciones del universo, en el pensamiento teorético, sustituido por el pensamiento práctico. El empobrecimiento económico arrastra inmediatamente tras de sí el espiritual y el artístico (p. 107). b) Algunos nobles que no querían hundirse con el final del sistema feudal, se unieron a los burgueses protestantes (como luego pasaría en la Revolución francesa), no solo para protegerlos de las represalias del Papa y del ejército de Carlos V de España y I de Alemania –gran defensor del Medioevo en el auge de la Modernidad–, sino también para desligarse de dicho sistema y de dicha ideología. Así, con la protección o seguridad militar de la nobleza, los burgueses, mediante la Reforma protestante, lograron ese toque de autonomía que necesitaban sus burgos, sus ciudades, conformando lo que más tarde desembocaría en la generación de los Estados liberales (desligados, absolutos). Tras la anterior ruralización de la vida, desde el siglo XI los árabes cedieron ante la presión de, por ejemplo, los caballeros templarios y todos los reyes que emprendieron cruzadas
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para reconquistar la Tierra Santa. Esto ocasionó que el mar Mediterráneo volviera a ser un puente de comercio entre Occidente y Oriente, que los puertos marítimos volvieran a ser grandes ciudades, en conexión con las ciudades del interior de los países mediterráneos:
Entonces, se inició un movimiento migratorio de signo contrario al señalado. El campo quedó abandonado y la población retornó a las ciudades, en las cuales comenzó a florecer la industria y el comercio, y donde, frente al señor feudal solitario en su castillo en el campo y frente al obispo en su palacio en la ciudad, se afirmó enérgicamente el ciudadano, es decir, el burgués como el amo y en el ámbito urbano (Cruz Vélez, 1978, p. 6). c) El sistema económico de trueque quedó completamente superado (¿o será mejor decir: aniquilado?) en Europa (ya no se intercambiaban cabras por vestidos, por ejemplo, sino monedas por cabras y monedas por vestidos). La protesta luterana contra las bulas papales no solo permitió que tanto burgueses como nobles protestantes ya no tuvieran que donar gran parte de sus propiedades al Papa, sino también posibilitó el apogeo del sistema monetario, que venía abriéndose paso desde hacía siglos: “Lo que les interesaba a los burgueses eran los negocios, el comercio y la industria basados en la economía dineraria que acababa de aparecer con el auge de las ciudades” (Cruz Vélez, 1991, p. 260). Ahora el burgués le pagaba al noble por la protección que este le daba, y, entonces, comenzó a formarse, mediante muchísimos otros factores, el sistema ciudadano de impuestos:
Por otra parte, la ciudad no solo satisfizo ciertas aspiraciones de los nuevos grupos: la seguridad, la libertad; también puso en funcionamiento un mercado –un espacio libre donde se encontraban vendedores y compradores bajo la garantía de un poder– y muy pronto puso en funcionamiento una Economía de mercado. La ciudad fue, pues, no solo la forma de vida adoptada por las nuevas sociedades que se constituían, sino que demostró ser el más activo
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instrumento de cambio del sistema de relaciones económicas y sociales. Y no solo eso. El mercado que congregaba a vendedores y compradores se convirtió en un foro en el que los miembros de la nueva sociedad comenzaron a dialogar, a cambiar opiniones, a uniformar actitudes a partir de la crítica del comportamiento ajeno, a elaborar normas e ideas, a delinear proyectos. Uno de esos provechos pudo ser y lo fue, el de sobrepasar los límites del mercado urbano para acrecentar las ganancias. En rigor, estaba en la esencia del nuevo estilo económico una evolución semejante. El mercado mostraba el juego de la oferta y la demanda, y recogía muy sensiblemente las posibilidades que se ofrecían para su ámbito. Multiplicar el lucro solo requería estar presente en otros mercados (Romero, 1999, p. 7). Desprendimiento por parte de la burguesía del sometimiento a la Iglesia, que no solo ocasionó el tránsito del trueque al sistema monetario, sino también una nueva concepción política, cuyo nombre, liberalismo, hace gala de dicho desprendimiento o desatamiento. Entre tanto, la importancia de la burguesía vista como bisagra entre la Edad Media y la Modernidad, se nota más aún con el siguiente aparte de Danilo Cruz Vélez:
Con todo, solo en la época moderna comienza a adquirir el intelectual una cierta corporeidad social, al surgir en el Renacimiento como un producto de la destrucción de las férreas estructuras de la sociedad medieval. ¿Cómo se desató de ese orden social integrado por la clerecía, la nobleza y los guerreros, y fundado en la tradición, la sangre y la religión, es decir, en fuerzas irracionales ese nuevo ingrediente de la sociedad, carente de una ubicación precisa dentro de ella, y que vino a desalojar a los clérigos en sus funciones culturales? La causa sociológica del orto del intelectual como una figura social clara fue el surgimiento de la burguesía como la clase social protagonista del proceso histórico, cuando por las luchas internas entre el Pontificado y el Imperio y por la evaporación de la fe religiosa que les atribuía al Papa y al rey una autoridad
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derivada de Dios, la sociedad teocrática medieval se vino al suelo (Cruz, 1991, p. 260). d)
Se formalizó la nueva legitimación para justificar ese nuevo sistema político y económico de la nueva sociedad. Surgió, así, entonces, el liberalismo como abstracción y reglamentación del sistema monetario que ya estaba funcionando (economía) y como teoría política. Conjunción de economía y política, como se ve en la siguiente hipótesis de cómo surgió el contenido al cual se refiere la palabra “liberalismo”: en la Modernidad los individuos no tenían que estar estáticos en su parcela, como en la Edad Media. Ahora tenían que moverse por la ciudad, ofreciendo sus productos, fueran estos físicos, como en el caso de los comerciantes, o culturales, como en el caso de los profesores, escritores, artistas, etc. Movimiento que implicó la monetarización de la vida.
Si en el Medioevo la economía giraba en torno a la religión: “debo honrar a Dios mediante mi trabajo incondicional y esforzado en pro del señor feudal”, el lema en la Modernidad llegó a ser: “debo honrarme a mí mismo mediante mi trabajo incondicional y esforzado en pro de la acumulación de mi capital”. Y el hecho de que los burgueses no tuvieran que quedarse anclados en un terreno por obligación como les tocaba a los campesinos del sistema feudal, sino que ahora, por obligación, tuvieran que andar de un lado para el otro, desterritorializados, desligados de su territorio, causó que los burgos tampoco pudieran quedarse quietos, como las parcelas de la Edad Media. Los burgos fueron el reflejo o la extensión del burgués, no solo porque ahora debían, por la lógica interna de los burgos, extenderse, tragarse al campo, crecer y crecer para albergar a más y más ciudadanos, sino también porque, así como los ciudadanos, acostumbrados desde el sistema feudal a cambiar cabras por vestidos y tomates por cebollas, ahora necesitaban, como antaño, adquirir productos para su consumo, solo que ya no mediante el trueque, sino a través de la moneda.
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Y si, por ejemplo, un burgués de Albi –localidad francesa situada en el departamento del Tarn, del que es capital, en la región de Mediodía-Pirineos– quería un encaje de aguja de la villa de Alençon –ciudad capital del departamento de Orne, Normandía–, porque quería darle una grata sorpresa a su esposa, luego de haber visto días antes las muestras que un comerciante había exhibido, comerciante que ya no estaba en Albi, entonces dicho personaje debía movilizarse a dicha ciudad para comprar este producto o enviar a alguien por él o inventarse el sistema actual de correos. Eso implicaba que, de cualquier manera, con el fin de comerciar, el burgués o su representante tenían que atravesar un territorio que no era el suyo y entablar negocios con gente de cultura diferente a la suya. Pero, como esto no era un caso aislado, sino que muchas personas de muchas otras ciudades de Europa estaban anonadadas por la belleza de los point d’Alençon, entonces había que buscar la manera para que las personas pudieran viajar libremente, sin trabas de que en Alençon no estaban dejando entrar a extranjeros, o de que en el camino a dicha ciudad habían muchos asaltadores que se robaban las mercancías, etc. Dada la gran actividad comercial, en torno a la cual comenzó a girar la economía, había que establecer normas inter-ciudadanas, que, más adelante –cuando las ciudades-Estado dejaran de ser del todo autónomas para hacer parte de un conglomerado de ciudades: la Nación, o el Estado– serían las normas y acuerdos internacionales:
Esta clase, la burguesía, desarraigada de la tierra, que produce una nueva economía basada en la venta y en la producción de valores de cambio, para la cual lo más importante es el dinero, es la clase que va a decidir la evolución de la ciudad en la Edad Moderna (Cruz Vélez, 1991, p. 6). El liberalismo, entonces, no se oponía originariamente a la esclavitud o al conservadurismo, sino a la ligadura, a aquello que mantenía fijo o atado al individuo, impidiéndole moverse por un lado y por el otro. Al necesitar el burgués desligar la, valga la redundancia, ligadura de Alençon, que impedía a los extranjeros
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entrar en esa ciudad, y al requerir que se desatara la, valga la redundancia, atadura que le dificultaba ir y venir de esa ciudad hasta Albi, por motivos de inseguridad, entonces necesitaba, a su vez, un sistema político y económico que le permitiera viajar a Alençon y entrar a dicha ciudad a comerciar libremente. Entonces, hizo algo parecido a lo que hicieron los otros burgueses, conocidos como los humanistas y los renacentistas: mirar cómo vivían y pensaban los griegos y los romanos antes de que surgiera e imperara ese sistema oscuro (oscurantismo), que mantenía a la gente anclada de por vida en una sola parcela, sirviendo a un señor sin lograr mayores beneficios propios. A partir de esta búsqueda habían descubierto que antes de la ruralización de esa larga y retrógrada edad oscurantista –desde su perspectiva iluminista y progresista–, ya había funcionado un sistema de ciudades-estado, que se comunicaban entre sí por medio de vías custodiadas por soldados (como la Vía Apia), entonces consideraron que esa vivencia del pasado era relevante para su presente, y la tomaron como modelo para elaborar el sistema político y económico que necesitaban. No es de extrañar que a los edificios de las nuevas instituciones políticas les dieran la fachada greco-romana que aún sobrevive en la arquitectura republicana. No es de extrañar que la política internacional gire en torno al libre comercio. Tampoco es de extrañar, entonces, que la nueva técnica que se estaba fomentando en la sociedad burguesa se empleara en la construcción de vías que comunicaran las ciudades de manera más rápida y efectiva que las trochas rurales del Medioevo. Comunicación entre ciudades que ha tenido dos facetas: 1) comunicación física: mediante la construcción, en la época de la técnica, de autopistas que comunican un punto con otro dentro de las ciudades, dentro de los países y dentro de los continentes: en Bogotá, la Autopista Norte se convierte en Carrera 30 y esta, en Autopista Sur (Avenida Norte-QuitoSur), para transformarse a su vez en la carretera Panamericana, que une a toda América (con la afortunada excepción de un tramo de 87 kilómetros de selva montañosa que hay entre el extremo oriental de Panamá y el noroccidente de Colombia,
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conocido como el Tapón del Darién). 2) Comunicación no física: Internet, transacciones bancarias y giros internacionales, etc., que comunican ciudades lejanas en segundos. Como dice Danilo Cruz Vélez:
Ni Bacon ni Descartes se imaginaron nunca hasta dónde iba a llegar el Imperio que la técnica les otorga a los mortales. Ambos pensaban solo en el dominio de la naturaleza, de la res extensa, en lo referente a los procesos naturales corrientes. Pero el hombre actual ha rebasado la esfera que tenían a la vista esos primeros fundadores de la modernidad. Mediante la técnica de los transportes y de las comunicaciones, ha llegado a anular el obstáculo de las grandes distancias, logrando desplazarse dentro de la Tierra y entre los planetas. Gracias a la técnica atómica y la biotécnica, ha logrado penetrar en la intimidad del átomo y de la célula (Cruz Vélez, 1991, p. 253). Después de ver estas cosas en su conjunto, no es de extrañar que el liberalismo haya puesto como tema central la protección de las vías de acceso al comercio. En consecuencia, en nuestra patria el gobierno le da preeminencia al tema del comercio, de tal manera que base toda su política en el hecho de proteger las vías de acceso a dicho comercio. Liberalismo como unión de economía y política, que en nuestra Colombia, producto de una exacerbación de dicha doctrina burguesa expresada en su nueva variante neo-liberal, pasa por encima de muchas facetas de la vida de los colombianos, tales como el derecho a la salud o la educación. La política se reduce a, entre otras pocas cosas, mantener las vías libres de guerrilleros, motivo por el cual los recursos de la nación no son destinados a fortalecer la educación de nuestro pueblo que sigue siendo –para conveniencia de quienes están detrás de gobierno, quienes tienen el poder– ignorante, desnutrido y enfermo. Política y economía que hacen todo lo posible por, pasando por encima de la posibilidad de subsistencia de nuestros campesinos (más ligados a la medievalidad que a la Modernidad), llevar a cabo tratados de libre comercio con naciones que están muy lejos de aquí, pero que parecen estar muy cerca gracias al avión, el barco a motor, entre los otros inventos dados por la técnica moderna.
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Fundamentación política que, al conceptualizar un proceso que surgió y se desarrolló históricamente como un desligamiento de ataduras feudalistas, como una trascendencia de un estado previo al cual no se quiere volver, equiparó al ser humano –dícese del burgués– con libertad. De tal manera que, quien no se haya desligado de esas ataduras naturales o rurales, propias del Medioevo, no puede ser considerado como ser humano, pues no es libre, y es inherente al ser humano ser libre. Quien no se haya desprendido de esas ligaduras religiosas, que legitiman la permanencia sempiterna en el agro, sirviendo a un señor feudal, no es libre y, por tanto, no es humano. Al respecto, Martin Heidegger dice que:
Se puede ver la esencia de la Edad Moderna en que el hombre se libera de las ataduras del Medioevo, en que se libera hacia sí mismo. Pero esta determinación correcta queda, con todo, en la superficie. Ella tiene por consecuencia aquellos errores que impiden captar el fondo esencial de la Edad Moderna y desde allí medir el alcance de su esencia. Ciertamente que la Edad Moderna ha provocado, como consecuencia de la liberación del hombre, un subjetivismo e individualismo. Pero no menos cierto es que ninguna época anterior a ella ha creado un objetivismo comparable, y que en ninguna época precedente se ha hecho presente ni se ha impuesto lo no individual en figura de lo colectivo. Lo esencial es aquí el necesario juego recíproco entre subjetivismo y objetivismo. Pero, precisamente, este recíproco condicionarse señala hacia procesos más profundos. No es lo decisivo que el hombre se haya liberado hacia sí mismo de anteriores ataduras, sino lo decisivo es que la misma esencia del hombre se demuda al convertirse el hombre en sujeto. Esta palabra subjectum tenemos que entenderla – claro está– como traducción del griego hypokéimenon. Esta palabra nombra lo que yace–ante–nosotros, que como fondo colige todo sobre sí. Tal significación metafísica del concepto de sujeto no tiene, por lo pronto, ninguna relación acentuada con el hombre y por ende con el yo. Pero cuando el hombre deviene sujeto primero y propiamente dicho, entonces esto significa: el hombre deviene aquel ente en que se funda todo ente en el modo de su ser y de su verdad. El hombre deviene el centro de referencia del ente como tal (Heidegger, 1958, p. 278).
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Así, surgen doctrinas políticas tales como la de John Locke. Para dicho filósofo británico, la libertad del individuo es un principio básico para lograr una sociedad civil, libre de ataduras, a no ser que estas sean impuestas por la razón y el sentido común. Pero reconoce que la libertad de un individuo, al chocar con la libertad de otro individuo, puede generar la discordia. Y de lo que se trata es que los burgueses sigan experimentando esa liberación del feudalismo en los burgos. Es decir, que el individuo pueda ser libre, pero no solo, independiente de todos los demás individuos, cual ermitaño, sino acompañado de otros individuos, en la ciudad. O sea, el individuo debe trascender ese estado de naturaleza –en el cual goza de plena libertad individual pero sin forma, sin normas, lo cual puede conducirlo hasta la muerte–, para llegar al estado civil. En el Segundo ensayo sobre el gobierno civil, en el capítulo VII, intitulado “De la sociedad Política o civil”, dicho filósofo dice lo siguiente:
I.– [Formación de la sociedad civil. El consentimiento] 89. En su consecuencia, siempre que cierto número de hombres se une en sociedad renunciando cada uno de ellos al poder de ejecutar la ley natural [igual que en el pensamiento contractualista de Thomas Hobbes], cediéndolo a la comunidad, entonces y solo entonces se constituye una sociedad política o civil. Ese hecho se produce siempre que cierto número de hombres que vivían en el estado de Naturaleza se asocian para formar un pueblo, un cuerpo político, sometido a un gobierno supremo, o cuando alguien se adhiere y se incorpora a cualquier gobierno ya constituido [¿no suena esto al desligamiento de los individuos del feudalismo rural, para conformar burgos?]. Por ese hecho autoriza a la sociedad o, lo que es lo mismo, a su poder legislativo para hacer las leyes en su nombre según convenga al bien público de la sociedad y para ejecutarlas siempre que se requiera su propia asistencia (como si se tratase de decisiones propias suyas). Eso es lo que saca a los hombres de un estado de Naturaleza y los coloca dentro de una sociedad civil, es decir, el hecho de establecer en este mundo un juez con autoridad para decidir todas las disputas y reparar todos los daños que
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pueda sufrir un miembro cualquiera de la misma. Ese juez es el poder legislativo, o lo son los magistrados que el mismo señale. Siempre que encontremos a cierto número de hombres asociados entre sí, pero sin disponer de ese poder decisivo a quien apelar, podemos decir que siguen viviendo en el estado de Naturaleza. II.– [Crítica a la Monarquía Absoluta] 90. Resulta, pues, evidente que la Monarquía absoluta, a la que ciertas personas consideran como el único gobierno del mundo, es, en realidad, incompatible con la sociedad civil, y, por ello, no puede ni siquiera considerarse como una forma de poder civil. La finalidad de la sociedad civil es evitar y remediar los inconvenientes del estado de Naturaleza que se producen forzosamente cuando cada hombre es juez de su propio caso, estableciendo para ello una autoridad conocida a la que todo miembro de dicha sociedad pueda recurrir cuando sufre algún atropello, o siempre que se produzca una disputa y a la que todos tengan obligación de obedecer. Allí donde existen personas que no disponen de esa autoridad a quien recurrir para que decida en el acto las diferencias que surgen entre ellas, esas personas siguen viviendo en un estado de Naturaleza. Y en esa situación se encuentran, frente a frente, el rey absoluto y todos aquellos que están sometidos a su régimen (Locke, 1980, p. 64-65). Esta versión de la libertad es una manifestación de la relación de esta última con la voluntad de poder, de dominio, como la interpreta Martin Heidegger. El capítulo II del Ensayo sobre el gobierno civil, intitulado Del estado natural, tiene su origen en el momento histórico del Glorious Revolution, una revolución burguesa que se dio en Inglaterra, en 1688. Dicha revolución declaró ciertos derechos fundamentales, sobre todo el Habeas corpus (1679) y la Bill of rights (1689). Así quedaba declarada la igualdad humana frente a la ley, en cuyo centro se encontraba la garantía del parlamento como representante del pueblo y de la propiedad privada (Hinkelammert, 1999). Tal declaración de igualdad se dio cuando Inglaterra se estaba convirtiendo en imperio, es decir, ya estaba comenzando su expansionismo colonial en territorios que quedaban fuera
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de Europa. América del Norte aún no había sido conquistada por el imperio español ni por el holandés, motivo por el cual fue el objetivo principal del imperio naciente. Anteriormente, el expansionismo imperial se justificaba por el derecho divino de los reyes, que había reemplazado a las asignaciones papales de las tierras por conquistar, tales como la Bula Inter caetera, por ejemplo. Mas ahora, la revolución burguesa ya había suprimido ese derecho divino de los reyes y, entonces, dicha legitimación teórica del imperialismo estaba mandada a recoger. Por eso, había que crear una nueva justificación, desde el ámbito de la burguesía dominante. Justificación que fue la elevación al concepto de la revolución burguesa de Inglaterra y que también ha venido sustentando las guerras declaradas por el imperio económico y político de la actualidad (OTAN), en busca de un buen botín, como por ejemplo el petróleo de Irak. La teoría de John Locke se convirtió en algo más que la descripción de una justificación concreta de la trata de esclavos y la posesión “legítima” de tierras por parte del imperio inglés. Su teoría llegó a ser tan importante, que se volvió prescriptiva. Como dice Rubén Sierra Mejía:
…hay que reconocer que esa participación política del filósofo ha servido en ocasiones para dar origen a un pensamiento, que luego ha llegado a tener una influencia en el mundo de las ideas como en su aplicación a cambios sociales de los pueblos. Los Ensayos sobre el gobierno civil, de John Locke, que son una especie de manifiesto del liberalismo, tuvieron su origen en su participación durante la llamada revolución gloriosa (Sierra, 1996, p. 144). Tal justificación lockeana partía de la premisa de que todos los hombres son iguales por naturaleza, para llegar al resultado opuesto: la esclavitud es legítima y la expropiación de los pueblos indígenas de América del Norte tiene plena justificación. ¿Cómo llegó John Locke a plantear la justificación de esa inversión de la igualdad de todos los hombres? Para John Locke, el estado civil es la superación o trascendencia de la vida social llevada a cabo en el estado natural. No es una negación rotunda, una aniquilación, como sí lo es en la
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teoría contractualista de Thomas Hobbes, para quien el estado natural es un estado de guerra de todos contra todos (el hombre es lobo para el hombre), razón por la cual hay que aniquilarlo, mediante la creación del estado civil que sí puede garantizar la vida humana, al ceder cada ciudadano su derecho a la legítima autodefensa, dándole así al Estado absoluto todo el poder para defender a dicho ciudadano que confía en él. John Locke, en cambio, es más optimista, está más en la línea de Jean-Jacques Rousseau, para quien el hombre nace libre, pero en todos lados está encadenado. Así, lo que diferencia a América del Norte de Europa es que esta última cuenta con un estado civil, mientras que la primera cuenta solo con un estado natural. Y en ambos estados existe cierta ética. Por tal motivo, nadie puede hacer lo que quiere, nadie puede, por ejemplo, matar a otra persona. Y, por esa misma razón, si alguien comete una violación a los derechos de otro ser humano, entonces va a ser considerado como alguien irracional y como un peligro para todo el género humano:
§ 8. …El culpable, por el hecho de transgredir la ley natural, viene a manifestar que con él no rige la ley de la razón y de la equidad común, que es la medida que Dios estableció para los actos de los hombres, mirando por su seguridad mutua; al hacerlo, se convierte en un peligro para el género humano. Al despreciar y quebrantar ese hombre el vínculo que ha de guardar a los hombres del daño y de la violencia, comete un atropello contra la especie toda y contra la paz y seguridad de la misma que la ley natural proporciona (Hinkelammert, 1999, p. 39). El castigo consiste, básicamente, en una reparación de las víctimas. Las víctimas pueden adueñarse de los bienes del hombre culpable, el cual no solo es considerado como un degenerado irracional y dañino para todo el género humano, sino también una bestia que, por su amenaza al género humano, le declara la guerra y, por tanto –a manera de guerra preventiva–, hay que matarla. Como dice Franz Hinkelammert:
Así pues, al culpable ahora no se le ha robado nada, aunque lo haya perdido todo, sino que se le ha cobrado lo justo que es
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la reparación de los daños. Aquí aparece ya la dimensión de la esclavitud legítima como resultado de la vigencia de los derechos humanos. Locke dice que el perjudicado puede ‘apropiarse los bienes o los servicios del culpable’. Si le exige los servicios, lo esclaviza legítimamente ( p. 38). El texto de John Locke lo confirma:
§ 11. El perjudicado tiene la facultad de apropiarse de los bienes o los servicios del culpable en virtud del derecho a la propia conservación, tal y como cualquiera tiene la facultad de castigar el crimen para evitar que vuelva a cometerse, en razón del derecho que tiene a proteger al género humano, y a poner por obra todos los medios razonables que le sean posibles para lograr esa finalidad. Por eso, todo hombre tiene en el estado de Naturaleza poder para matar a un asesino, a fin de apartar a otros de cometer un delito semejante (para cuyo daño no existe compensación), poniéndoles ante los ojos el castigo que cualquiera puede infligirles, y, al mismo tiempo, para proteger a los seres humanos de las acometidas de un criminal al que, habiendo renunciado a la razón, regla común y medida que Dios ha dado al género humano, ha declarado la guerra a ese género humano con aquella violencia injusta y aquella muerte violenta de que ha hecho objeto a otro; puede en ese caso el matador ser destruido lo mismo que se mata un león o un tigre, o cualquiera de las fieras con las que el hombre no puede vivir en sociedad ni sentirse seguro (p. 39). Esta fundamentación del estado civil tiene un aspecto tranquilizador. Bajo la cobertura de un estado así, “uno puede estar tranquilo”, pues sabe que si alguien le viola un derecho, hay garantías no solo para que el culpable no vuelva a cometer el crimen, sino también para que pague los daños. El problema es que dicha fundamentación, en un principio, no fue hecha para todos los seres humanos, sino solo para el género humano, es decir, para la burguesía inglesa que costeaba los navíos y las armas para que el imperio inglés pudiera expandirse. Posteriormente, Franz Hinkelammert explica que esa declaración de guerra es la constante ante la cual debe enfrentarse el género humano, es decir, la burguesía inglesa. Cualquier estado
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natural es un pretexto para emprender la guerra, y la guerra genera grandes ganancias. Donde hay estado natural, Inglaterra debe intervenir para civilizarlo, para transformarlo en estado civil. En otras palabras, puesto que lo propio del ser humano, que es racional, es vivir en un estado civil, hay que trascender desde ese estado natural hasta el civil, pues en el estado natural, aunque sí se puede vivir racionalmente, no hay garantías ante las irracionalidades de las fieras (y en esto sí se parece el pensamiento lockeano al hobbesiano). Pero, ¿qué quieren los nativos de los estados naturales?, ¿a ellos les gustaría ser civilizados por el “género humano”, que viene con armas a tratar de esclavizarlos? Muy seguramente, ante los “primeros intentos civilizatorios” de Inglaterra, los habitantes de los estados naturales, en todos los casos, opondrían resistencia. Esa resistencia, no en todos los casos, sería como la de Mahatma Gandhi en la India, sino que, muy probablemente, sería una resistencia violenta. Y es eso, precisamente, lo que busca John Locke con su teoría: toda resistencia violenta de los estados naturales a la civilización burguesa es una guerra de agresión, y toda agresión contra ella es una agresión contra el género humano que debe ser castigada. ¿Cómo debe ser castigada? Con la muerte o con la esclavitud, y con la expropiación de tierras, pues la víctima burguesa tiene derecho a una reparación, bien sea obteniendo los servicios del victimario o sus posesiones (o ambas cosas). Resumiendo la teoría de John Locke: todos los seres humanos somos iguales y tenemos derechos. Cada persona debe velar por esos derechos, lo cual le da el derecho de aniquilar a cualquier persona que los viole. Debido a que, a la Aristóteles, el hombre es un animal racional, si una persona ataca a otra, no obra racionalmente, o sea, actúa como animal, pero no racional. ¿Qué hace uno con un león cuando este se aproxima a la carpa donde uno está durmiendo?, ¿Qué pasa si a uno se le mete una serpiente al cuarto? A esas fieras hay que matarlas, con ellas no se puede entablar un diálogo racional. De la misma manera, a las fieras que ya no son humanas por cometer un acto irracional, por violar los derechos humanos, hay que matarlas. ¿Quién las puede matar? el género huma-
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no. ¿Y quién es el género humano? No se trata de todas las personas, sino de Inglaterra, pues esta tiene el poder necesario para matar a la fiera. Es que, por ejemplo, un adulto no puede mandar a un niño de tres años a que mate al león. Es el adulto, fuerte y capacitado para manejar la escopeta, quien debe matar al león. De la misma manera es Inglaterra el género humano que tiene las armas, la capacidad militar, para matar a la fiera (Duchrow y Hinkelammert, 2003, pp. 82-83). Teoría lockeana que considera a la víctima como un animal que hay que matar, convirtiéndola en victimaria, y transformando al victimario en víctima. Cuando el indígena o el indio quieren defender su territorio del colonialismo británico, este último considera dicha defensa como una agresión que amerita matar al agresor y cobrarle por el dinero invertido en ese castigo, expropiándole la tierra. De ahí que esa nueva propiedad privada –que de ahora en adelante ya no será usada como lo hacían los indígenas o los indios, sino buscando la mayor productividad posible de la tierra, emplazándola, para que dé muchas más ganancias económicas–, sea considerada como un becerro de oro al cual hay que proteger con todas las garras. Entonces, ¿quién es realmente la fiera salvaje: el indígena que trata de defender la tierra sagrada en la cual su pueblo (ancestros y contemporáneos) ha vivido por miles de años o el imperialista que quiere expropiársela, para adueñarse de ella y, luego de convertirla en propiedad privada, defenderla a muerte de quien quiera ingresar en ella? Estos pasos de la argumentación de John Locke, aplicados, se pueden ver más claramente, así: 1. Todos los seres humanos somos iguales. 2. Todos los seres humanos tenemos derechos humanos. 3. Todos los seres humanos estamos en la obligación de defender los derechos humanos. 4. Quienes violan los derechos humanos actúan irracionalmente, es decir, se convierten en animales no racionales, o sea, en fieras.
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5. Los indígenas norteamericanos, al llegar los ingleses, quisieron defender sus tierras, agrediéndolos. 6. Toda agresión es una violación a los derechos humanos. Por tanto, los indígenas norteamericanos violaron los derechos humanos, convirtiéndose así en fieras irracionales a las cuales hay que matar. 5. Solo puede defender los derechos humanos, erigiéndose como juez, quien tiene la fuerza suficiente para detener a la fiera. 6. El imperio inglés tiene ese poder 7. El imperio inglés está, por tanto, en obligación de detener a la fiera. 8. El imperio inglés lleva a cabo esta acción castigadora, y el indígena norteamericano, violador de los derechos humanos, tiene que pagar los gastos de esa acción. 9. El imperio inglés tiene derecho legítimo para reclamar las tierras de los indígenas norteamericanos y su servicio a manera de esclavos, por haber puesto coto a esa violación de los derechos humanos. 10. La tierra deja de ser sagrada y pública (de todos los indígenas, de todos los indios, de todos los nativos que serán colonizados), para convertirse en una propiedad privada del inglés blanco, que la defenderá, de ahora en adelante, a muerte, matando a todo aquel que ingrese en ella sin previo aviso. Como se puede observar, esta teoría es una política de agresión. Política que –en términos fenomenológicos– muestra un síntoma de paz, que oculta lo que hay debajo: el deseo de hacer la guerra, para esclavizar, expropiar tierras y matar a los resistentes. Política desenmascarada por Mahatma Gandhi, en la Marcha de la sal emprendida el 12 de marzo de 1930,
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cuando, de manera pacífica, sin agredir a ningún inglés, los indios unidos como un solo hombre fueron al mar para recoger el agua salada en sus recipientes. Sal que les pertenecía, pero que el imperio británico les prohibía recolectar e incluso les cobraba impuesto para poder usarla. Ahí fue cuando, al no soportar la presión de la prensa internacional que tomaba fotos a los soldados ingleses que maltrataban injustamente a los indios, el imperio británico reconoció que su política de agresión ya no contaba con la legitimación lockeana. Por eso, no le quedó otra que aceptar la independencia de la India. La voluntad de poder, tal como la entendía Martin Heidegger, fue combatida con la voluntad de resistencia y sumisión, como diría Dietrich Bonhoeffer, con la no-violencia, con la fuerza de la satyagraha. Entonces, las nuevas ideas surgen en los burgos, en las ciudades, patrocinadas por los grandes burgueses, como le pasó no solo a los renacentistas y reformadores, sino también a filósofos como John Locke, Georg Wilhelm Friedrich Hegel, quien estaba patrocinado por el Estado prusiano, o Karl Heinrich Marx, quien estaba patrocinado por el burgués Friedrich Engels. Los grandes ideólogos de la metafísica de la subjetividad fueron burgueses. Quienes se opusieron al Medioevo fueron burgueses, quienes fueron en contra de ese sistema feudal dominado por el señor feudal y el Papa, fueron esos excluidos del sistema feudal, los que nunca pudieron hacer nada en él, y que, más tarde, en el imperio de la burguesía, excluyeron a los demás. ¿Quiénes fomentaron la Revolución francesa? Los que no hacían parte del clero ni de la nobleza ni de la realeza. Pero tampoco fue el pueblo. Fueron los burgueses, “los de la plata”, los que ahora querían tener el poder, y podían tenerlo. Fueron ellos quienes patrocinaron ideólogos para que le dieran forma a la idea de República, por ejemplo. “Antes se prohibía la alquimia, se condenaba a la hoguera. Hagamos ahora lo que antes nos prohibía la inquisición, pues ¿qué papa nos va a quemar, si estamos en nuestra propia ciudad, donde somos dueños, amos y señores?” podría ser una recreación de lo que los burgueses pensaban. Las investigaciones científicas fueron patrocinadas por burgueses, pero no de manera gratuita.
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Así como en el Hombre de Vitrubio, en el centro del universo no está ubicado el campesino ni el Papa ni el noble, sino el burgués, de la misma manera quien se va a beneficiar de las ganancias de los avances tecnológicos causados por la ciencia físico-matemática, es el burgués. “Yo invierto dinero, pero voy a recuperarlo y no solo eso, sino que voy a ganar más, por causa de este sistema agiotista-capitalista”, mediante la ganancia de intereses tan prohibida en la Edad Media. Así surgen en nuestro siglo el bombillo, la calefacción eléctrica, el viaje a la luna, el radio, el teléfono, el computador, el Internet, el celular, y detrás de esos avances tecnológicos están los burgueses. Los burgueses que conforman los nuevos Estados liberales, las potencias económicas y tecnológicas como Estados Unidos. La tecnología no se hace sola, no es el campesino experimentando, sino la gente adinerada que puede emprender esos proyectos. Hombres con educación, con mentalidad de dominio, que no siempre trabajan en sus empresas privadas, sino que también “sirven a la patria”, inventando armas militares, tecnología en pro de la seguridad, etc. Recordemos que el sujeto de la Modernidad no es toda la gente, no es el campesino ni el negro, sino el blanco burgués, propietario, el que piensa hasta llegar a la duda metódica. Y el científico es el que piensa cómo transformar la naturaleza en un servicio para el burgués. Junto al poder político está la tecnología: tecnocracia. Uno de los grandes desarrolladores de la tecnología es la política, estrechamente relacionada con el ejército. Acerca de esto, Douglas Kellner, compilador de los textos inéditos de Herbert Marcuse, dice y cita sobre dicho filósofo lo siguiente:
Marcuse sitúa el análisis de las nuevas funciones de la tecnología en las sociedades contemporáneas, en el contexto de un análisis de desarrollo capitalista, e intenta demostrar cómo “los negocios, la técnica, las necesidades humanas y la naturaleza se fusionan en un mecanismo racional y ventajoso […] Lo ventajoso en términos de razón tecnológica es, al mismo tiempo, la homogeneización y concentración monopolísticas”. Marcuse, entonces, se va por la línea del medio entre las dos posiciones
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que compiten en el Instituto, argumentando que los factores políticos y económicos están relacionados de manera integral en la construcción de la sociedad fascista. En lugar de argumentar a favor de la primacía de lo económico o de lo político, Marcuse plantea así que ambas cosas están interrelacionadas y señala las diversas conexiones entre burocracias privadas, semiprivadas (del partido) y públicas (del gobierno). La eficiente realización de los intereses de las empresas de gran escala fue uno de los motivos más poderosos por los que se transformó el control económico en un control político totalitario, y la eficiencia es una de las principales razones del poder que el régimen fascista tiene sobre la población que vive sometida a él (Marcuse, 2001, pp. 86-87). Política, economía y tecnología se unen, conformando un único poder con bases, por el momento, inquebrantables. Por tanto, es imposible disociar esos elementos del poder. Así, por ejemplo, la tecnología satelital tiene su origen en la Guerra Fría, en esa competencia entre Estados Unidos y Rusia por ver quién podía dominar más. La técnica ha llegado a ser lo que es, gracias a la voluntad de poder –de acuerdo a las explicaciones sobre ella dadas por Martin Heidegger– de unos pocos, no de todos, de los que son sujeto, de los que conforman “el género humano”. Puede que el pobre tenga un celular, pero no es el dueño de la técnica. No le pone mucho cuidado al hecho de que ese celular caro que está usando, por el cual se endeudó tanto para poder pagarlo, enriquece más al burgués y le da más dominio. El celular no es solo una herramienta para llamar; de hecho, si no tiene minutos, no importa. Es, ante todo, un juguete que los propietarios de empresas de tecnología le impusieron mediante la publicidad, y de una manera más trágica que las imposiciones feudales de la Edad Media, donde se le daba al campesino una pala para que labrara la tierra del terrateniente y luego de la cosecha le diera casi la totalidad de los productos de la tierra. Al menos en esa imposición, el campesino podía sacar algo para él, podía estar en relación con la tierra y alimentarse. ¿Pero qué saca el pobre con un Blackberry o un iPhone, si este no le da para comer? Muy por el contrario, las elevadas cuotas mensuales que debe pagar, le impiden enfocar su esfuerzos en inversiones que van más en pro de la humanitas, tales como la comida, la educación, incluso la
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recreación. Y no solo aquello que lo hace hombre se ve amenazado, sino también su vida, pues por un aparato de esos, en un intento de atraco, lo pueden matar. El que ahora más gente disfrute de tanta tecnología, no significa que sea rica, que sea burguesa, que ya no exista brecha entre ricos y pobres. Más bien, los aparatos tecnológicos de avanzada contribuyen, por medio de la publicidad que sustenta al capitalismo salvaje, con el avance de las brechas socio-económicas y la legitimación de las mismas.
La dificultad de que la Reforma protestante sea aceptada en Latinoamérica Ahora bien, ¿por qué se ha resaltado tanto la importancia del protestantismo? Teniendo en cuenta los acontecimientos históricos del siglo XVI, que fueron pieza fundamental en el auge de la Modernidad, se puede plantear el siguiente silogismo: Premisa 1) Sin Reforma protestante no hay Sola Gracia, Sola Escritura, énfasis en el individuo, etc. Premisa 2) Sin Sola Gracia, Sola Escritura, énfasis en el individuo, etc., no hay Modernidad completa. Q) No hay Modernidad completa sin Reforma protestante. Al mencionar que la Reforma protestante es pieza fundamental de la Modernidad, no se está diciendo que haya sido la única causa de esta última. Por eso se afirma que sin Reforma protestante no hay Modernidad completa, mas no que no hay Modernidad. Es decir, mediante este silogismo se busca mostrar la importancia que el protestantismo tuvo para el auge de la Modernidad, como lo dice Patricio Carvajal (1999), con base en los estudios de Ernst Troeltsch:
a. Una nueva cultura eclesiástica (luterana, calvinista): Eclesiología democrática. b. Un nuevo concepto de libertad. c. Una nueva relación sociológica - institucional entre las organizaciones
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espiritual (Iglesia) y temporal (Estado). d. Desarrollo de la teoría jurídica de los derechos fundamentales. e. Desarrollo de un nuevo sistema de producción: el capitalismo. f. Desarrollo de una racionalidad calculista que se expresará institucionalmente en la burocracia, los negocios y el Estado. g. Desarrollo de una teoría de la democracia participativa. En contraste con la influencia que tuvo la Reforma protestante en la Modernidad, los países andinos no contaron con dicha influencia, debido a que la evangelización estuvo a cargo de diversas órdenes católicas, no de grupos protestantes. Como se explicitó anteriormente, lo que se vivió acá fue la Contrarreforma, el índice de libros prohibidos y la inquisición. Fue a raíz del Concilio Vaticano II que en estos países las misas comenzaron a ser realizadas en el idioma vernáculo (mas no necesariamente autóctono, pues las misas se hicieron en castellano, no en quechua), como proponía Martín Lutero en el siglo XVI. A raíz de ese concilio también comenzó a promoverse la lectura de la Biblia entre los feligreses, por ejemplo, lo cual es un principio bastante parecido al principio luterano de la Sola Escritura. En otras palabras, las reformas eclesiales en los países andinos han estado a cargo de la Iglesia católica misma, pero estas jamás han causado aquí el mismo revolcón que la Reforma protestante causó en Europa. Es decir, las reformas eclesiales en Latinoamérica han tenido más influencia al interior de la Iglesia que en la sociedad. De hecho, todavía podemos ver aquí, por ejemplo, a una viuda que no le ve problema a pagar una misa para que el alma de su difunto salga del purgatorio y se vaya para el cielo, así haya teólogos católicos andinos, como Gustavo Gutiérrez, que denuncien, cual Martín Lutero, que dichas cobranzas son medios opresivos de ciertos sacerdotes que abusan de su autoridad y de la ignorancia de la gente. La gente sigue pagando misas para evitar que las almas de sus seres queridos se vayan para el purgatorio, así el papa Juan Pablo II haya afirmado que el infierno, como el cielo, es un estado del alma, no un lugar en el más allá. Al hecho de que en Latinoamérica no ha habido modernidad completa, por cuanto no hubo Reforma protestante, se
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suma que en los países andinos hay manifestaciones simultáneas de pre-modernidad, Modernidad y posmodernidad, que pueden ser ejemplificadas jocosamente al observar en una autopista principal de Bogotá un carro último modelo rodando junto a una zorra, la cual es un carruaje que tiene, literalmente, un caballo de fuerza (esto nos habla también de la desigualdad social de nuestra ciudad). La carreta del Medioevo va junto al carro moderno. Es por esto que nos preguntamos: ¿por qué faltando pocos años para la celebración del quinto centenario de la Reforma protestante todavía es tan difícil que sean aceptados en los países andinos los supuestos que esta difundió en Europa y que contribuyeron considerablemente al auge de la Modernidad? Para contestar esta interrogante hay que indagar sobre las posibles causas por las cuales la Modernidad no se ha desarrollado en su totalidad en nuestros países andinos, que son, principalmente, dos. La primera causa consiste en que el individualismo característico de la Modernidad es incompatible con la estructura comunitaria del pensamiento andino. La segunda causa concierne a la discordancia que hay entre la visión desacralizadora del mundo que tiene la Modernidad y la visión panenteísta del pensamiento andino. Para este último, todo está en Dios (diferente del panteísmo, según el cual todo es Dios), lo cual podría concordar con el pensamiento de Baruch de Spinoza. En un próximo ensayo, se explicarán a profundidad estas causas.
Conclusiones Los latinoamericanos somos producto del mestizaje de varias razas, ninguna de las cuales basó su cultura en las ideas de libertad e individualidad. Por ello, cuando nuestros gobernantes implantan en nuestro territorio modelos económicos, políticos, pedagógicos y sociales procedentes de Europa, tales modelos no empatan bien. En relación con lo anterior, quienes realizan esos implantes de manera acrítica, para nada bien pensada, echan la culpa del fracaso a los latinoamericanos. Así, por ejemplo, en Colombia los medios de comunicación nos hacen creer que somos malos por
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naturaleza, alardeando de la antropología hobbesiana, mostrándonos una serie de asesinatos, robos, fraudes, secuestros, entre otros acontecimientos que no realiza la mayoría de nosotros, pero que todos sentimos como si lo hubiéramos hecho. Terminamos por creer que realmente somos malos, inclinados solamente hacia las bajas pasiones: sexo, violencia, pereza, ambición, narcotráfico, corrupción política, etc., tal como nos concebía Luis López de Mesa en su Disertación sociológica de 1939:
Pueblo de tipo mongoloide, probablemente originario del norte asiático; de baja estatura, feo de fisonomía, musculatura recia para la marcha y la respiración en la altiplanicie […con] inclinación al hurto, a la crueldad, a la cobardía, a la bebida embriagante, a la promiscuidad sexual, y probablemente a la mugre (Uribe, 2007, p. 399). Lo que nos falta ver es que esos juicios realizados por nuestros gobernantes ni siquiera son propios de ellos. Como están acostumbrados a estudiar ideas foráneas, ni siquiera las critican, sino que las reproducen irreflexivamente, repetidas veces. Nos juzgan con criterios occidentales que poco tienen que ver con nuestra idiosincrasia. Por ejemplo, postulan la racionalidad por encima de la afectividad y la sensitividad, como si nuestro fin último fuera alcanzar el mundo de las ideas, a partir de la negación de nuestros instintos y la supremacía de una racionalidad no pura ni práctica, sino instrumental. Pero, ¿Por qué debemos negar lo que somos, solo para dar la razón a quienes usan pésimos instrumentos de medición del ser latinoamericano?, ¿A quién se le ocurre cuestionar nuestra cultura basada en la celebración ritual, en la vida comunitaria, desde posturas libertarias e individualistas?, ¿A cuento de qué debemos seguir siendo encajados a la fuerza en formatos que nos son aptos para nosotros? Eso es como evaluar el progreso
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de la ciencia desde la metafísica, o criticar un bambuco desde la música clásica. Es una falacia de abuso de analogía, que hay que erradicar. Por consiguiente, en lugar de sentirnos mal por lo que somos, costumbre que viene desde 1492, debemos certrarnos en nuestra propia identidad, validándola y enorgulleciéndonos de ella. Afortunadamente, somos diferentes de los europeos eurocéntricos. Somos herederos de la gente del maíz, de los hijos de la madre tierra, de los africanos que cantaban la alegría de vivir en medio de la naturaleza y de españoles que llegaron a Abya-yala con sueños de salir adelante. Por cuanto somos una mezcla de razas, una raza cósmica como diría el mexicano José Vasconcelos Calderón, afortunadamente no pura, debemos partir de lo que somos para llegar a elaborar una política autóctona, no basada en afrancesamientos que no encajan, sino en realidades que ameritan un estudio político crítico y serio, incluyente de nuestros sistemas comunitarios de gobierno, nuestra tradición oral para memorizar normas y nuestros castigos pedagógicos, no destrozadores ni corruptores del ser humano. Lo mismo hay que decir de la educación, que cada vez más se vuelca hacia la instrumentalización de la naturaleza y del ser humano, en lugar de optar por la ética ecologista y la humanización propia de nuestros ancestros. Tenemos que crear instrumentos de medición que sirvan para acercarse a nuestra identidad, en lugar de seguir usando telescopios para observar bacterias. Para ello, sería pertinente que los educadores dejemos de continuar imponiendo a los estudiantes respuestas a preguntas que ellos jamás hicieron, para elaborar junto con ellos preguntas que realmente les interesen, porque buscan entender y transformar su propio contexto. En lugar de seguir importando pedagogías absurdas e irrelevantes, debemos
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optar por un modelo pedagógico socio-crítico, que nos ayude a construir una nación a partir de lo que somos, y no de lo que debemos ser según los occidentales, lo cual es traducido como: lo que ellos quieren que seamos, para que sigamos siendo dominados. La pedagogía debe apuntar hacia la liberación de esos prejuicios, de esas miradas sesgadas y aniquiladoras de nuestra autoestima, para llegar a la elaboración libre y original de seres humanos, no de máquinas ni esclavos volcados en una cotidianidad que no les pertenece, sino que se basa en la imitación acrítica y disfuncional. Ahora bien, la libertad no puede, por obvias razones, entenderse según el criterio occidental descrito y criticado en este ensayo. No tiene sentido que los latinoamericanos comunitarios nos volvamos mónadas aisladas, autónomas, indepen-
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dientes, subsistentes por sí mismas, solo para afirmar que somos libres. No tiene sentido renunciar a lo que somos para tratar de ser individuos, sujetos de derechos y ciudadanos. Más bien, validando que somos comunitarios, seres humanos en el mundo y co-ciudadanos, nuestra libertad debe consistir en pensar acerca de nuestras raíces, para mirar cómo podemos acercarnos a ellas, a partir de una deconstrucción cultural. Quitando capas, a manera de arqueología, podemos llegar a desocultar lo que éramos antes de la segunda colonización, la neoliberal. Con la noción de pueblo, cuya preminencia gira en la gente y no en la nación ni en el Estado, y con la noción de tradición oral como base de nuestro aprendizaje, mas no de libros ininteligibles ni investigaciones descontextualizadas, podemos construir unas mejores bases para el libre desenvolvimiento histórico de nuestro ser.
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Referencias BIBLIOGRÁFICAS Atkinson, J. (1980). Lutero y el nacimiento del protestantismo. Madrid: Alianza Editorial. Carvajal, P. (s.f.). La reforma política: Una introducción al pensamiento político-jurídico del Protestantismo en los siglos XVI y XVII. Recuperado el 26 de abril de 2007 de:http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttex t&pid=S0716-54551999002100012&lng=es&nrm=iso Cruz Vélez, D. (1978). La ciudad frente al campo. ECO, Revista de la Cultura de Occidente, (200). Bogotá: Librería Buchholz Galería. Cruz Vélez, D. (1986). De Hegel a Marcuse (2ª. ed.). Bogotá: Universidad Santo Tomás. Cruz Vélez, D. (1991). Tábula rasa. Bogotá: Planeta. Duchrow, U. y Hinkelammert, F. (2003). La vida o el capital. Alternativas a la dictadura global de la propiedad. San José: DEI. Heidegger, M. (1958). La época de la imagen del mundo. En Anales de la Universidad de Chile. Santiago: Imprenta del Siglo.
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El positivismo
en el discurso de Camacho Roldán Carlos Augusto Corredor Ramírez*
Fecha de recepción: 31 de agosto de 2011
Positivism
Fecha de revisión: 17 de septiembre de 2011
in Camacho Roldan´s discourse
Fecha de aceptación: 16 de octubre de 2011
Abstract
Resumen
Historical evidence show that in the characters of Latin American thinking approaches that have developed between the ideas of positivism and sociology, Camacho Roldán is who has established within the policy approaches, to support the use of science specifically, revealing ways to interpret a reality subject to many social events that determined the destiny of a continent in the nineteenth century.
Las evidencias históricas reflejan que dentro de los personajes del pensamiento latinoamericano que han desarrollado acercamientos entre las ideas del positivismo y la sociología, Camacho Roldán es quien las ha consolidado dentro de los planteamientos políticos, con el fin de contribuir al uso de las ciencias de forma específica, dando a conocer maneras de interpretar una realidad sujeta a muchos fenómenos sociales que marcaron el destino de un continente durante el siglo XIX.
Keywords
Politics, philosophy, positivism, history, Latin, sociology, economics, science, Colombia.
Carlos Augusto Corredor Ramírez
* Licenciado en Filosofía y Letras de la Universidad Santo Tomás, Magíster en Filosofía Latinoamericana, Universidad Santo Tomás, docente Fundación Universitaria Los Libertadores, Correo electrónico: cacorredorr@ libertadores.edu.co.
Palabras clave
Política, filosofía, positivismo, historia, Latinoamérica, sociología, economía, ciencias, Colombia.
El positivismo en el discurso de Camacho Roldán (pp. 123 - 128)
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Introducción Salvador Camacho Roldán fue uno de los pensadores más importantes en los inicios del pensamiento sociológico, el desarrollo de la reflexión económica y la conformación moderna del Estado nacional (Colombia). Nació en Nunchía, departamento del Casanare, en 1827. Se graduó en 1847 y de forma instantánea llevó a cabo su papel como jurisprudente, desempeñándose de forma loable en cargos públicos identificado desde el rol de juez de rentas. A sus 33 años, ya había asumido el cargo como gobernador de Panamá, representante y senador del Casanare. Durante ese periodo, Camacho comenzó a generar conocimiento con la publicación de sus primeros artículos sobre asuntos políticos y económicos. La temática y eje central de sus discursos eran las relaciones entre la economía, sociedad y política, esto es, el estudio de las consecuencias sociales de toda acción económica. Entre 1860 y 1880, emprendió diversas actividades políticas a la par con su labor periodística. Formó parte de la Convención de Rionegro en 1863. Asumió el poder ejecutivo por ausencia del presidente Gutiérrez en diciembre de 1868, la secretaría de Hacienda en el gobierno de Eustorgio Salgar, y a mediados del 71, fue postulado como candidato para la presidencia de la República. Sus memorias como ministro de hacienda en 1871 y 1872 son conocidas en su género por la rigurosidad de la narración ofrecida, por el conocimiento de causa de los problemas económicos del país y la claridad de las políticas defendidas en sus páginas. Hizo especial énfasis en el desarrollo de las comunicaciones y en sus consecuencias económicopolíticas. Al observar la formación de este pensador latinoamericano, es de vital importancia revisar cómo el positivismo ayudó a generar diversos tipos de modelos de pensamiento que le permitiesen abordar temáticas tan complejas, las cuales lo denotan como uno de los artífices del conocimiento social y económico en la Colombia del siglo XIX. El objetivo de este trabajo es hacer un recorrido en el discurso titulado “Estudio de la sociología” puesto en común en
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1882, y destacar cómo ese documento es el planteamiento más descriptivo del positivismo en su forma y contenido, y a su vez, cómo la sociología se vio influenciada por este método. Para realizar esta labor, se tendrán en cuenta en el modelo de análisis, el contexto de la época, sus márgenes económicos y políticos, el positivismo en la obra de Camacho Roldán y el punto de vista crítico frente a los contenidos expuestos (Ramírez Gómez, 2001). Jesús Bejarano (1982) expone los diversos aspectos que conformaron el siglo XIX en Colombia y que permitieron que el pensamiento de Camacho manejara diversos intereses a nivel académico.
Aspectos económicos Durante el siglo XIX, en la economía se dio una gran transformación con el incremento de los cultivos de café en el territorio nacional, producto que con el tiempo sustituyó al tabaco que en periodos inmediatamente anteriores se había robado la atención en el campo productivo. Bienes de producción tales como el algodón y el añil, ocuparon lugares de consideración en la economía de ese instante. Argumenta Bejarano que muchas personas, especialmente mujeres, se dedicaban a las labores del campo, empleándose por salarios muy reducidos. El ejercicio agrícola facilitó la evolución tecnológica de varios de los sectores del territorio nacional, entre ellos Cundinamarca, Santander y Valle del Cauca, siendo allí donde se adecuaron los espacios de manera contundente para la instalación de líneas férreas diseñadas para trasladar el producto interno.
Aspectos políticos Durante el mandato de Santander, argumenta Bejarano, se propagó la filosofía utilitarista a través de los libros del pensador
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inglés Jeremy Bentham, quien procuraba el bienestar personal. La moral quedaba reducida a una cuestión de intercambio: “El ingreso es el placer, el egreso es el dolor”. A los pocos años, tras la conspiración de Bolívar, se prohibió la difusión de las ideas de Bentham, argumentando que su base ética era contraria a la religión católica y llevaba al individualismo. Esta fue la primera manifestación de un conflicto que duraría gran parte del siglo XIX, sobre si la Iglesia o el Estado debían manejar la educación y bajo qué valores. A partir de 1851, por iniciativa del liberalismo se dicta una serie de leyes que directamente tienen que ver con las relaciones entre el clero y lo gubernamental. Algunas fueron: -
Se dio fin al patronato escolástico (15 de junio de 1853).
-
Aceptación del divorcio y matrimonio civil (20 de junio de 1853).
- Se permitía el funcionamiento de las comunidades religiosas a excepción de la Compañía de Jesús (9 de mayo de 1851). -
Abolición de los diezmos y libertad de enseñanza (1853).
La medida que mas debilitó el poder de la Iglesia consistió en la desamortización de sus bienes, lo que quiere decir que las comunidades religiosas debían entregar todas sus propiedades de los campos y ciudades al Estado, excepto los lugares destinados al culto, o al servicio a la comunidad, como las residencias de los religiosos, los terrenos destinados al servicio público, hospitales, etc. Todos estos bienes se llevaron a subastas públicas. Ante esta situación, el clero reaccionó y quiso enfrentarse excomulgando a los causantes de tales medidas, cerrando las iglesias y
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no administrando los sacramentos; pero el gobierno dicta una ley mediante la cual se disolverán las comunidades religiosas que no acatan estas reformas. Tomás Cipriano de Mosquera, máximo exponente de esta medida anticlerical, se basaba en los siguientes puntos para afianzar sus ideas: • La intervención de religiosos en la política perturbaba la paz pública. • Los dineros adquiridos por este medio se utilizarían para el bienestar social. En general esta medida favoreció a los comerciantes y políticos que se hicieron a estos bienes. No se transformó en nada la estructura agraria, solo se llevó a cabo un cambio de dueño. Se buscó también, al acabar con tanta riqueza y tanta pompa por parte de la Iglesia, el retorno a lo sencillo y al cristianismo primitivo. El congreso de Cúcuta decretó la libertad de vientres y prohibió la trata de esclavos.
La influencia del positivismo en Camacho Roldán El positivismo es un modelo de pensamiento que se puede definir como la búsqueda incansable de las certezas que se esconden bajo el velo de la naturaleza humana. Camacho Roldán en su discurso plantea diferentes perspectivas para la formación del conocimiento, y este es permeado por ideas que de algún modo traslucen múltiples significaciones. El contexto que rodea a Camacho es muy rico en cambios a nivel social, político, económico, ideológico y pedagógico. Este marco le permite centrarse en desarrollar motivaciones en su discurso que mueven el espíritu y que hacen de este documento un llamado al despertar y a la búsqueda del sentido de las acciones humanas:
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Crecer y multiplicarse es la primera ley a la que obedecen todos los seres, tanto individuales como colectivos. Es la primera parte de este precepto que abarca los fenómenos de transformación necesaria desde un principio débil hasta levantarse, por medio de la alimentación y del ejercicio sucesivo de todas sus facultades, a un periodo de virilidad y de madurez en el que se ostenta la plenitud de sus fuerzas. En este cenit de la vida empieza otra marcha de descomposición y decadencia que tiene por término la muerte; y en el seno de ella la regeneración de la materia, que torna a reaparecer en otras vidas. He aquí lo que se llama la evolución de los seres; ley que impera del mismo sobre los individuos y sobre la sociedad, compuesta de una aglomeración de los primeros (Camacho Roldán, 1990, p. 212). El manejo de ideales es muestra de una actitud que tiene como fundamento establecer criterios para que el individuo sea autodidacta, que sienta el deseo de descubrir cada uno de los fenómenos que la naturaleza genera. Don Marco Fidel Suárez (Sánchez, 1944, p. 351) habla sobre las motivaciones que tiene el positivismo en el hacer y en el actuar. En su escrito “El Positivismo” arguye que el instrumento por excelencia del positivismo para el análisis de las cosas es la inducción, la cual, como lo representa Camacho Roldán, es necesaria, pues con este método se puede ahondar en cada uno de los saberes convirtiéndolos en una especialidad que cada hombre debe manejar, en tanto el conocimiento es una fuente de certezas que se deben explorar y reconocer. Destaca, en este sentido, a ciencias tales como la química, la medicina y la astronomía, consideradas por él como ciencias exactas que son las que permiten definir los conceptos. Así la inducción en el positivismo pasa de los hechos a la ley, tal como lo menciona Don Marco Fidel Suárez, pues en su definición se aproxima no solo con las categorizaciones clásicas, sino que a su vez presenta la función y aproximaciones del movimiento positivista del siglo XIX. Uno de esos conceptos que es transversal en el texto de Camacho Roldán es la inducción, ella pasa de los hechos a la ley. Pone de ma-
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nifiesto que para que un hecho se convierta en ciencia debe ser experimentado muchas veces y ello hace que se vuelva objeto de estudio. Por ejemplo en el caso de una enfermedad se debe hacer un ejercicio de investigación y observación, pues el análisis de la misma hace que surja un antídoto que la controle, pero este debe ser medido para corroborar su efectividad. Es aquí donde se puede manifestar que Camacho Roldán es sin lugar a dudas un digno representante del positivismo colombiano y latinoamericano. Entre líneas se observa cómo Camacho Roldán enfatiza sobre las ciencias y cómo ellas clasifican a las especies según su naturaleza:
Los vegetales se disputan entre sí los jugos alimenticios de la madre tierra, la sombra del árbol mata al arbusto, el pez grande vive del chico, el león devora al cordero. El hombre vive de la carne del animal inferior y de los vegetales; estos se alimentan de despojos de los animales muertos y de la descomposición de sus propios congéneres. Esta lucha incesante mantiene el equilibrio entre los reinos y las especies de la naturaleza; de suerte que la armonía exterior que presenciamos sobre la tierra es solo efecto de la brega encarnizada e incesante que reina en el interior de la vida. En este combate pertenece siempre la palma de la victoria al más fuerte, al más ágil, al más astuto, al más inteligente; cualidades diversas que se reducen a una sola: la fuerza física, intelectual o moral (Camacho Roldán, 1990, p. 213). Como sociólogo, Camacho Roldán presenta no solo la función descriptiva de la naturaleza de las ciencias, sino que a su vez plantea diversas disposiciones de la clasificación jerárquica de los seres. Esto en el positivismo se traduce, según Don Marco Fidel Suárez, en que las verdades de orden necesario provienen de la observación y de la experiencia; pero esta teoría no puede sustentar la diferencia entre ciencias exactas y las ciencias naturales. Por ello surge otra categoría que estructura el método, la cual radica en la evidencia, y dicha evidencia es la que permite relacionar e indagar sobre las verdades. La sociología en su método recoge estas herramientas para darle peso a su función social, la cual está argumentada
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en la definición de las sociedades y presenta estados del arte que puedan permitir el análisis de las formas de comportamiento individual y colectivo del hombre junto con la evolución al unísono de su entorno. Camacho Roldán no solo presenta un discurso sobre las ciencias, también lo construye bajo el componente político que le hace empezar a definir las categorías que básicamente tienen como sustento ubicar una población bajo un orden llamado ley, el cual permite ejecutar a sumo bien la libertad. Bajo estas premisas se nota claramente la influencia del positivismo en Camacho, no solo por los objetos de análisis que toca en su discurso, sino también por el método que le permite reconocer verazmente los principales sistemas que debe tener un hombre en cuenta para ser significativo en su mundo de la vida, diferenciar, observar, captar, analizar, con mecanismos que fundamentan el carácter riguroso de una ciencia específica. Su valiosa labor dejó claro que integrando la economía, la filosofía y la teoría del conocimiento se puede llegar a comprender múltiples fenómenos que ocurren a nivel histórico.
Punto de vista crítico Existen algunos comentaristas colombianos como el sociólogo, profesor de la Universidad Nacional de Colombia, Fernando Cubides, quien presenta una descripción sobre la forma como Camacho Roldán elabora su discurso y como las actividades positivistas son las que motivan a recrear una nueva forma retórica de hacer llegar el conocimiento a las juventudes:
Escrito para una ocasión que exige algo de pompa y mucho de circunstancias, este breve discurso puede considerarse el comienzo oficial de la disciplina sociológica entre nosotros. Dos
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años antes en una ocasión semejante (a la sesión de entrega de premios y final de curso, se invitaba a pronunciar el discurso a un personaje destacado de la vida política) Rafael Núñez, que al momento de pronunciar el discurso estaba en su primer periodo como presidente de la República, había firmado: “La sociología, por mucho tiempo ignorada, debe ser el primer curso de la educación política, porque ella define muestra y explica las leyes predominantes del movimiento social; leyes anteriores y superiores a las que dictan las asambleas y gobiernos” . Así pues don salvador Camacho Roldán recoge el guante, y se propone con retórica en tono menor, definir a su auditorio el contenido de la disciplina, los lineamientos de su método y algunas de sus explicaciones. Casi toda la ciencia en sus orígenes recibe aportes decisivos de los diletantes (Cubides, 1882). En la justificación del movimiento positivista se incluyen la diversidad de intereses que el hombre puede llegar a despertar desde la misma comprensión de la ciencia como recurso y modelo de aproximación para encontrar la verdad científica, tal como lo mencionaría posteriormente Emile Durkheim, quien de algún modo apoya las distinciones de Camacho en cuanto que plantea que el sentimiento es el objeto de estudio de la ciencia, pues es ella la que se encarga de satisfacer los espíritus (Durkheim, 1998, p. 88). La perspectiva de Camacho Roldán es prueba de cómo el positivismo actualmente se sirve de guía para realizar nuevos estudios a nivel científico, etnográfico, topológico y descriptivo de las sociedades actuales. Así la sociología no se considera como un sistema de acopio de información para un posterior análisis, sino que a su vez esta ciencia actúa de forma transversal con el fin de presentar diversas realidades fundamentadas en lo latitudinal, lo legislativo y lo sociológico de los pueblos, y cómo ellos se estructuran de acuerdo al referente demográfico e ideológico que posean, determinando conceptos como nación y patria en búsqueda de una identidad.
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Carlos Augusto Corredor Ramírez
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Estructuración y dislocación del sujeto. Un acercamiento a su transformación identitaria Carlos Augusto Corredor Ramírez * Dory Luz González Hernández ** Jenny Alexandra Jiménez Medina ***
Building and dislocation of the subject. An approach to its identity transformation Fecha de recepción: 31 de agosto de 2011 Fecha de revisión: 25 de septiembre de 2011 Fecha de aceptación: 22 de octubre de 2011
Abstract
Resumen
Referring to the construction and dislocation of the subject involves making a historical route, in which its transformation evidences its subjection to social, economic and political dynamics, which, depending on their intensity, have drawn or blurred its act in society. Thus, it is vitally important to keep in mind that in the same way it is possible to profile different times of the subject, the conceptual instruments that have been used to refer it, are not the same (it means, epistemological polysemy); in fact, the term subject comes from modernity, and its characterization is linked to Cartesian rationalism and Kant´s Enlightenment vision. But, not for that the disquisitions from antiquity have to be disregarded, because is in this historical moment where the human action is going to prove the human disposition, as a political animal, in the active power exercise of citizenship. In the same way, the proposal that this article aims to do, is to make a review of the deconstruction of the modern subject that in postmodernism, or late modernism, will be seated in a globalized context, which drives it to its dislocation, fragmentation and discontinuity; delineating new conceptual instruments, as identity, which will allow its diffuse understanding.
Hacer referencia a la construcción y dislocación del sujeto implica realizar un recorrido histórico en el que se evidencie que la transformación del mismo se ha visto sujeta a dinámicas sociales, económicas y políticas, las cuales dependiendo de su intensidad, han dibujado o desdibujado el actuar del mismo en la sociedad. En este sentido, es de suma importancia tener de presente que así como se perfilan distintos momentos del sujeto, de igual manera los instrumentos conceptuales que se han utilizado para referirlo no han sido los mismos (es decir, una polisemia epistemológica); de hecho, el término sujeto proviene de la Modernidad y su caracterización se somete al racionalismo cartesiano y a la visión ilustrada de Kant. Pero no por ello las disquisiciones propias de la Antigüedad dejan de tener validez, pues es en este momento histórico donde el actuar humano va a demostrar la disposición del hombre, como animal político, a hacer el ejercicio activo del poder desde la ciudadanía. Del mismo modo, la propuesta que realiza este artículo apunta a hacer una revisión de la deconstrucción de este sujeto moderno, que en la postmodernidad, o Modernidad tardía, se situará en un contexto globalizado que lo conduce a su dislocación, fragmentación y discontinuidad; delineando así nuevos instrumentos conceptuales, como la identidad, que permitirán su difusa comprensión.
Keywords
Subject, power, identities, politics, history, economy, Nation-State.
Carlos Augusto Corredor Ramírez Dory Luz González Hernández Jenny Alexandra Jiménez Medina
Palabras clave
* Licenciado en Filosofía y Letras, Universidad Santo Tomás. Magíster en Filosofía Latinoamericana, Universidad Santo Tomás. Docente Fundación Universitaria Los Libertadores. Correo electrónico: cacorredorr@ libertadores.edu.co. ** Licenciada en Ciencias Sociales, Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Especialista en Pedagogía del Lenguaje Audiovisual, Universidad el Bosque. Magíster en Investigación Social Interdisciplinaria, Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Docente, Fundación Universitaria Los Libertadores. Docenteinvestigadora, Corporación Universitaria Republicana. Correo electrónico: dlgonzalezh@libertadores. edu.co. *** Filósofa, Universidad Nacional de Colombia. Magíster en Investigación Social Interdisciplinaria, Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Docente, Fundación Universitaria Los Libertadores. Docente, Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Correo electrónico: jajimenezm4@ libertadores.edu.co.
Sujeto, poder, identidades, política, historia, economía, Estado-nación.
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Configuración del sujeto político y su relación con el Estado, el mercado y la sociedad civil El eje de las naciones está constituido básicamente por su factor humano, esto es, la población que habita un territorio. La población actual se ha venido caracterizando por su rol en el ámbito, el cual impone unas instituciones que rigen la autoridad del Estado. Dicho rol se da a través del conjunto de personas designadas en la categoría de ciudadanos que agrupados toman decisiones colectivas con incidencia en lo público. Es así como en una relación entre el individuo y la sociedad, el ciudadano, gracias a los derechos, garantías y libertades civiles que heredó de la labor del liberalismo y de la ilustración, adquiere la facultad de intervenir en la distribución del poder a favor del bienestar de la población. El ciudadano interviene en una constante dialéctica con la construcción y el manejo del poder que requiere una observación de evaluación y valoración de la realidad que habita; sin embargo, en este ámbito será decisivo si el ciudadano es actor político o sujeto político (en términos de Touraine). La característica de sujeto político supone una libertad decisiva donde el ser humano desarrolla la capacidad de fijar objetivos, metas y alianzas acorde con su contexto real, mientras que si decide convertirse en actor político deberá desempeñarse acorde con un papel preestablecido por otros, restando o anulando su autonomía, situación que se recrea con el dominio del régimen de Estado al igual que con la influencia del mercado global sobre la población. Gutiérrez (2009) asevera al respecto:
Ser sujeto es siempre un proceso que supone una lucha minuto a minuto contra el objeto, porque siempre el régimen político estará luchando para que vos seas un objeto y el mercado también está luchando para que vos seas un objeto (p. 56). El hecho es que el modelo capitalista en su estructura siempre ha perseguido cosificar al ser humano, esto quiere decir que
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busca anular su conciencia acerca de la realidad, invadiendo su actuar teórico-práctico en un acto de alienación. Para este sistema la esencia del sujeto es ser objeto, por tanto debe estar en permanente construcción, porque de no ser así, el ser humano por naturaleza dejaría surgir el sujeto reflexivo y controversial frente a la situación de la verdad material fuera de su ser para proyectarse hacia la realidad universal, que en este caso se constituiría en un pensar reflexivo acerca del poder estructurado y planeado en pro de la sociedad misma. La afirmación anterior indica que para ser sujeto político, no basta con ser un individuo que participa en elecciones con su voto y que posee derechos; se requiere el reconocimiento personal de la realidad, es decir, comprometerse, instalarse, decidir, concretar y asumir responsabilidades. Adicionalmente y además en alusión al sujeto, Dri (1997) afirma:
Como sujeto es un universal pobre, abstracto. Es el germen que contiene todo lo que será, pero solo en-sí, no realizado. Para ser sujeto verdaderamente debe ponerse, optar, particularizarse, asumir compromisos. Esta particularización debe luego ser negada para recuperar la universalidad, pero ahora enriquecida por la particularización. Es el universal concreto. (s.f.). Si esta es la particularidad más importante del sujeto político, analizaremos a continuación algunos aspectos adicionales que permitirán profundizar sus características.
Deconstrucción del sujeto El sujeto en la filosofía clásica aparece caracterizado por sus más notables representantes, entre los cuales el más destacado es Sócrates, quien satiriza la forma de pensar de sus colegas con la máxima más preponderante: “Yo solo sé que nada sé”, para conducir de forma inductiva su reflexión sobre la búsqueda propia del conocimiento. El acto mero de hallarse a sí mismo se logra a partir del proceso de auscultación entre sus pares, contendiendo frente a otras visiones del mundo con el objeto principal de construir una categoría:
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la verdad. Por ende, es cuando radica el acto de indagar que el gran pensador griego Sócrates concreta en su actuar filosófico la tarea específica de ilustrar a los novatos a partir del diálogo, siguiendo con el modelo de Platón, que en el orden del conocimiento se proyecta por el ejercicio de preguntarse por la realidad del individuo para deducir la verdad que contiene el mundo de las ideas. Con sus bases de trascendentales crea un instrumento que le permite acceder a las evidencias sobre el conocimiento: la dialéctica, la cual le da morada a la verdad. El ejercicio de indagar es a priori a todo tipo de acción del ser humano, dado que para Platón el conocimiento se encuentra encapsulado en el hombre, partiendo de que este interpela por las cosas y fenómenos que no le son cercanos, y está en su voluntad hallar dicha verdad que le permita establecer certezas sin la necesidad de quedar con información parcial basada en la mera opinión (Doxa). Dado lo anterior, el sujeto tiene como horizonte enfocar las acciones con el fin de plasmar siempre la idea de bien sobre cada contexto. Generalizando desde la visión histórica de Heródoto, él arguye que “en Atenas la educación tiende a formar al ciudadano. El carácter político y social siempre ha permeado la vida griega teniendo el cuenta que el hombre es un animal político”. Por tanto, el sujeto se educa en la vida política, los juegos olímpicos, el teatro y las fiestas religiosas, de ahí que la educación según el historiador tiene dos objetos explícitos: el desarrollo del ciudadano leal al Estado y la formación del hombre como persona individual. Por el contrario, Hesíodo, en Los trabajos y los días proyecta una educación digna, dirigida al hombre sencillo, del pueblo, trabajador. Posteriormente en Roma, pensadores como Cicerón y Séneca promulgaron un elemento retórico que permitía definir al individuo desde sus ideas a partir de los niveles de convencimiento y veracidad con los cuales eran organizados los argumentos. En este sentido, el sujeto está construido desde los elementos éticos que lo hacen estandarte de una cultura. En la Edad Media se consideraba al sujeto desde un perfil que lo vincula directamente con la manera de objetar sobre el hombre:
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Primeramente Santo Tomás de Aquino (1225-1274) con un enfoque teologista declara que la virtud depende de las disposiciones del cuerpo, es decir, hay gentes que por las disposiciones del cuerpo tienden al mal, tienden al pecado, y entonces estos sujetos no son tan culpables como parecen, pero también hay quienes por las disposiciones del cuerpo tienden a la virtud y entonces no son tan santos como aparentan. Por lo que en el hombre existe voluntad, siempre y cuando este goce de libre albedrío y esté dotado de razón (De Aquino, citado en Rodríguez, 2003). Puntualmente, el sujeto se define desde la filosofía como el actuar y es ese actuar el que permite evidenciar qué papel juega y en qué medida aporta a nivel social su intervención. Este oficio definido como descripción de las conductas lo había realizado ya en Perú Huamán Poma de Ayala, en un texto titulado Nueva Crónica y buen gobierno (siglo XVII), donde por medio de xilografías realizaba un estudio sociológico del rol del indígena (sujeto originario) frente al poder del invasor español. Cada imagen depositada en esta obra define de forma jerárquica la relación distante entre el emancipador, el colonizador y Dios como mediador en diferente medida de acuerdo a las circunstancias en que se interrelacionan. La forma como se presenta cada una de las situaciones permite distinguir de forma despectiva el papel de estos individuos y las diferencias que los separan. La historia presenta ejemplos muy concretos sobre las diferencias sociales y cómo ellas se establecen por el manejo impositivo del poder como elemento preponderante en la construcción de una civilización, razón por la cual el análisis de las transformaciones sociales no solo es un ejercicio de la antropología o de la arqueología desde su oficio de rastreo de instrumentos cercanos determinantes a la hora de categorizar los problemas que genera la estratificación social. Los principales componentes de un contexto que permite determinar las conductas de una agrupación de individuos que conforman un pueblo o cultura, son los ideales, la visión de progreso y la equidad. La historia de la humanidad nos ha mostrado desde la antigua Grecia hasta nuestros días que la lucha de intereses hace que se establezcan de forma impositiva nor-
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mas que permitan crear lo que Rousseau llamó el pacto social, donde se exponía una serie de acuerdos que llevasen a respetar al otro y permitiera alcanzar objetivos comunes en un plazo, intentando crear un mundo ideal como lo presentan todos los pensadores a nivel político. Si se idealiza a esta forma una sociedad, es probable que todas las acciones y propósitos que construya esta solo se quede en tareas utópicas tal como las famosas propuestas políticas que se ofrecen en época de elecciones y que solo son pretexto para subir al poder, pero que no se concretan generalmente. Los vacíos que presenta la política gracias a su grado de corrupción son los que afectan direccionalmente a una civilización. Las problemáticas frente a los manejos del poder son las que producen no solo inestabilidad sino que a su vez se pierde la esperanza de un futuro prometedor, dado que los engaños de quienes manejan la ley hacen que la idea de felicidad solo sea un mito provocado por unos pocos que venden el fin último como idea para incrementar su cantidad de crédulos, quienes después se convierten en un partido crítico que busca la diferencia y que se preocupa por el bienestar de aquellos que no tienen la suerte de gozar con lo mínimo para la supervivencia. La totalidad de los fenómenos sociales cuestionables nace en esos contextos, y el papel de la psicología comunitaria no solo es el de clasificar, sino a su vez analizar cada una de las problemáticas que afectan los procesos de educación, salud y orientación a las familias que son víctimas de la violencia, como en el caso de los que son marginados de sus tierras por la invasión de otros, tal como ocurrió en el proceso de conquista en Suramérica. Las personas que sufren este tipo de escenarios deben ser tratadas desde cada una de las vivencias para que les permitan sobrevivir en otro contexto adecuándose a las normatividades y principios. Comprender la diversidad es el principal factor para poder asumir el nuevo entorno, supliendo aquello de lo que se carecía y nivelando en proporción su proyección para que sea el ejemplo desde su familia y pueda trascender en la sociedad. Si el psicólogo es neutral no es porque no desee comprometerse, sino que su papel debe ser mediar
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y priorizar acciones que permitan acomodar a la víctima a su nueva realidad, dejar de lado su pasado y poder llevarlo a un nivel donde se reconozca que existe la esperanza mejor de una vida tanto en lo individual como en lo colectivo. Lo anterior no solo es una condición, sino una manera de ver que el ejercicio de empoderar más allá tiene relevancia de lo individual, dado que si ello se magnifica con fines de convencer y de evocar ideales de progreso que generen una visión fraternal de la sociedad, se estaría encontrando el punto a donde se debe enfocar la praxis humana. La herencia que se debe dejar no debe ser solo la ley para mantener a una sociedad en orden, sino los ejemplos y los hechos que permiten comprender que lo realizado por el sujeto es un intento por mejorar algo y un esfuerzo por asumir una nueva forma de pensar, todo basado en la autonomía como principal estandarte. Cuando se interviene una sociedad no es con el fin de afectar su evolución, sino de proteger lo que es el fuerte de la misma y hacer notar el nivel de bienestar que ello puede impartir en un colectivo. Desde Immanuel Kant se defendía la autonomía del sujeto, teniendo en cuenta que es él quien sobresale y llega a ser libre, mientras que el hombre como tal depende de la tutela de otro, tal como lo expresa en su documento ¿Qué es la ilustración? (1784). Aquí se recoge una serie de argumentos donde se explica que el hombre está asumiendo una condición de menor de edad. Ese estado hace que el individuo siempre dependa de quien tiene un margen de conocimiento superior, el cual le permite acceder a nuevas formas de actuar y de ser. El principio para que el hombre pueda superar esa minoría se edad cuando él decida sobrepasar su propia razón y abrir un camino que lo proyecte a su independencia, donde la libertad juega un papel relevante dado que cada decisión que se asuma tiene un margen de independencia que construye actos decisivos. Desde los ámbitos axiológicos, Kant sostenía que la conciencia moral es el reino de lo que debe ser, lo anterior en oposición a la naturaleza, que es el reino del ser. Las leyes son: leyes de la naturaleza (leyes por las cuales todo sucede) y leyes de la libertad (leyes según las cuales
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todo debe suceder). La ciencia de las primeras se denomina física; la de las segundas, ética. A su vez, en la naturaleza predomina la necesidad, la causalidad; dentro de la conciencia moral encontramos un imperativo categórico que orienta a un sujeto libre, que puede o no acatar un mandato. El imperativo es por excelencia categórico (debes trabajar) y no hipotético (si quieres sentirte útil, tienes que trabajar), porque este último depende de una circunstancia particular (que yo quiera o no sentirme útil). El imperativo moral aloja más allá de cualquier circunstancia o acción concreta. Teniendo en cuenta que el hombre no es solo racional sino también sensible, el actuar no se halla solo dominado por el uso de la razón sino también inclinaciones y deseos y por tanto al hombre el acto de obrar bien se le presenta como un deber, una obligación, una exigencia muchas veces opuesta a sus inclinaciones. Y justamente en la medida en que el hombre actúa por deber, su obrar es moralmente bueno, porque el valor moral de una acción no depende de lo que se pretenda lograr con ella sino del principio por el cual se la realiza. Posteriormente el esclavo, el proletariado como fuerza productiva, los militares y en la historia más reciente los movimientos estudiantiles ecológicos, feministas y étnicos, han generado una diversidad en cuanto a los cuestionamientos frente al Estado y a su vez matizado unos roles específicos en el contexto presente. Para el esclavo la condición es peor al ser considerado como objeto y no como ser humano, por dicha razón desde ningún punto de vista podría considerársele sujeto y menos sujeto político, para lo cual en primer término debe asumir una posición de reconocimiento de su existencia como ser y no como objeto de trabajo ni propiedad de otro, seguidamente asumir los derechos inherentes a él y emanciparse para hacer parte de la sociedad como ciudadano. Significa entonces tener conciencia de clase. Se puede afirmar al respecto que aunque para el esclavo ha sido grande el avance sigue siendo objetivado por el sistema actual como fuerza de trabajo y objeto útil para el mercado y para el régimen. El proletario es el trabajador, el obrero que vende su fuerza de trabajo para subsistir por cuanto carece de propiedades
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y medios de producción. El proletario, trabajador u obrero como fuerza de trabajo es solamente eso según el sistema de producción capitalista, por cuanto carece de propiedades y medios de producción, lo cual significa que no se le considera sujeto. Es a él a quien le corresponde hacerse tal, es decir, tener conciencia de clase o pasar del en-sí al para-sí. Al respecto, Dri (2007) expresa:
Lo particular como negación de lo universal es el proletariado. Es la negación de todo lo humano, por cuanto ha sido reducido a mera fuerza de trabajo, una determinada cantidad de energía a ser consumida. Esta negación es sólo la posibilidad de la negación hasta que el proletario la ponga como tal, o sea, se ponga a sí mismo como sujeto (p. 91). No escapan a la condición de objetos los militares, en tanto su condición de agentes de la seguridad del régimen, los hace en sí objetos del mismo. En algunos países se les impide participar en política y se les prohíbe el voto. Son ciudadanos en su mayoría proletarios objetos del mercado; algunos pocos pasan a la condición de sujeto político cuando deciden ser protagonistas, observando al respecto que la mayoría de las veces ha sido a través de la fuerza y en condición de dictadores. Los movimientos estudiantiles, ecológicos, feministas, étnicos, etc., como colectivos se reconocen como sujetos cuando actúan dentro de una realidad social y universal, y como sujetos políticos cuando consiguen ser parte del poder político del Estado mediante reformas constitucionales como es el caso actualmente en Latinoamérica, donde los grupos étnicos han logrado consolidarse y ser parte del gobierno en los distintos grupos de representación popular. Se puede citar al respecto a López (2007), quien señala la lucha de los pueblos indígenas en procura de una democracia participativa. En definitiva, el sujeto históricamente asume una gran cantidad de roles acoplándose a necesidades coyunturales de tipo moral, político, económico y dogmático. Cada valoración que se otorga desde cada modelo de pensamiento le asigna una serie de adjetivos que lo convierten en un modelo que se debe asumir con unas
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condiciones específicas dados los patrones que imperen. Por tanto, el sujeto es quien rige y desde quien se debe tomar el modelo que puede facilitar y poner en evidencia los principios fundamentales que sustentan cada forma de pensamiento. El sujeto es quien permea la sociedad y quien define el perfil humanístico de un momento dado y trasciende en los ámbitos relevantes que articulan un sistema cuya finalidad es categorizar un actuar y un razonamiento.
EL SUJETO Y EL ESTADO NEOLIBERAL Son los intelectuales quienes en el presente forjan los lineamientos de procesos capitalistas, formados generalmente en las universidades de alto prestigio (Oxford, Harvard, Cambridge, entre otras). Son generaciones pertenecientes a familias de las elites políticas, preparadas para incidir de manera directa en el manejo del poder, especialmente en un marco de políticas económicas y financieras cuyo objetivo es constituir individuos con una potencialidad consumista. Es el surgir de un sujeto político proyectado hacia el universo de la sociedad capitalista que se ha apropiado para su beneficio de las decisiones de las fuerzas políticas. Sobre el particular, Álvarez (2005) expresa:
La elite intelectual es una fuerza productiva social, en ocasiones objetivizada materialmente, en otras síntesis del “espíritu capitalista” de la época presente en el pensamiento y la acción de los grupos económicos, el Estado, los poderes públicos, los partidos, los gremios económicos, las universidades, los centros de investigación, los thinksthanks, los medios de comunicación, las individualidades, los grupos y redes de la intelectualidad orgánica del capital, aun en organizaciones sociales y populares (p. 83). La elite intelectual se gestó en los parámetros capitalistas de los años setenta del siglo XX, siendo la encargada de generar políticas encaminadas a la fijación de parámetros generales del sistema neoliberal y su sustento.
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El Estado en su facultad de regular los ámbitos del poder a través de entes institucionalizados, da cabida a un sujeto que establece paradigmas dentro de la sociedad, la cual, vista como un escenario de participación, permite emitir conceptos acerca de una verdad creada e incluso manipulada, para que a través de ella se forjen preceptos que sean acatados por la generalidad de la población. A partir de ese convencimiento se trazan parámetros que el sujeto actuante (político) utiliza para imponer su poder sobre la generalidad de la población. La imposibilidad de la intervención y actuación en el Estado de todo el componente humano da cabida a un sujeto que lo represente, en pro de los intereses comunes o de la acción colectiva. En este ámbito surge según el análisis la necesidad de aceptar verdades impuestas o delegar el manejo del poder teniendo presente la regulación de los parámetros sociales. Si se opta por lo segundo se está actuando dentro de un marco de confianza por parte de quien delega el poder, como lo afirma Cubides (2006) en su análisis sobre Foucault:
…la confianza consiste en dejar una parte de iniciativa a otro, en aceptar que el porvenir puede en parte descansar sobre la acción de otro diferente de uno, implica aceptar el riesgo de renunciar parcialmente al poder, creando un espacio de libertad en donde el otro puede instituirse como objeto (p. 37). Como siempre habrá necesidad de ceder libertad y actuación por parte del resto de la población en un agente político regulador, el ciudadano que delegue su derecho no pierde la condición de sujeto político por este hecho para resignarse a ser un simple actor. Puesto que el sujeto político no se puede pensar en un ámbito subjetivo, debe estructurarse a partir de la universalidad de la humanidad reconociendo seres semejantes aunque diferentes en su individualidad, situados en el mundo concreto. Ello implica que debe salirse de su pensamiento interior y proyectarse hacia una realidad que puede analizar e interrogar como un sistema creador de parámetros incluyentes y favorecedores para la sociedad.
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EL SUJETO Y EL MERCADO El sistema neoliberal involucra un conjunto de doctrinas e hipótesis económicas que suscitan el fortalecimiento de la macroeconomía nacional y su acogida en el proceso globalizador. En su objetivo de reformar y reestructurar sus bases ha creado la teoría de la elección, que interpreta los aspectos políticos respecto a supuestos básicos de la economía. Las personas intuitiva y permanentemente buscan mejorar sus condiciones, tal como sucede con los agentes del mercado, que ambicionan maximizar el beneficio y pretenden permanentemente reducir riesgos y costos. Quizás por ello fueron privatizadas las instituciones del Estado que en su mayoría no perseguían un lucro, encargadas de cumplir con las obligaciones sociales en materia de salud, educación, seguridad pública, pensiones, etc., dejándose en manos del mercado operante en el sistema, que está diseñado con unos parámetros preestablecidos, para exaltar en las mentalidades de los individuos que capturan y moldean de acuerdo a sus necesidades. El mercado impregna en las mentalidades de la población el ideal de que la situación a elegir es aquella en la que lo imprescindible es la adquisición de productos necesarios o innecesarios como objetivo para satisfacer la necesidad de acumular riqueza y obtener beneficio personal, con lo cual anula la libertad de la sociedad y sesga la realidad en su claro objetivo de convertir el sistema económico en una verdad material (su verdad). Ante lo anterior, se vislumbra un panorama donde el sujeto universal de Hegel se va desplazando cada vez más y cede su espacio al individuo consumista que no le da trascendencia al beneficio de la sociedad, ya que su finalidad está trazada por anhelos de sobresalir a costa de la adquisición desmesurada de artículos, y asimismo anula el sujeto pensante que analiza y confronta la realidad existente para adoptar una realidad creada en la necesidad de poseer artificios que lo ubiquen en una posición más elevada que la de los demás. De esta manera, el mercado del mundo neoliberal se abre camino en su intención de usurpar el lugar que la sociedad civil le ha
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conferido al Estado como ente regulador de los poderes, aspecto trascendental a la hora de decidir sobre la administración de la potestad, la autoridad e incluso la jurisdiccionalidad. Así, se sofoca cualquier intento de surgimiento del ente pensante, dialéctico e interactuante en plena libertad frente a la administración del poder y se demuestra una actitud reduccionista del Estado y la política.
EL SUJETO Y LA SOCIEDAD CIVIL Un sujeto político plural conforma sus bases a partir de agrupamientos en la sociedad civil o tercer sector, como la denominan autores como Leal (2008), quien afirma: “la economía se ocupa del sector privado, la ciencia política del sector público, y la sociología del tercer sector, es decir de la sociedad civil…”. El sujeto político entendido como tal lo constituyen los grupos o individuos que generan acciones políticas en el proceso evolutivo de la sociedad civil, donde convergen distintas perspectivas, ideologías y proyectos con un contenido de orientación social. Es imprescindible manifestar que el sujeto político que trasciende en el tercer sector posee características que lo identifican, es decir, expone una identidad ideológica, un discurso propio y unos intereses políticos, como lo ha definido Gutiérrez (2001). Para René Descartes, el sujeto es un ser individual, en cuanto ha tomado conciencia de su existencia en la realidad. Con posterioridad Kant concibe ese sujeto pero situado en un plano aún más real, proyectando su conciencia, exteriorizando sus valores. El sujeto político actual tiende a concebirse más desde una perspectiva colectiva que individual, proyectando sus fines hacia la sociedad en una relación dialéctica frente a la administración del poder. Otra característica en el sujeto político es la de ser conformado por ciudadanos con derechos políticos (derecho a la libertad de reunión y asociación, derecho a elegir y a ser elegido, y a participar en los asuntos públicos, derecho a poder demandar a la autoridad pública), que le permiten actuar en un marco de libertades dadas dentro del ejercicio de sus derechos con-
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cebido en el contexto de las ideas liberales de la ilustración. El idealismo, contemplado desde la visión marxista, se asume de la siguiente forma en relación con el sujeto (Ferrater Mora, 2001):
y más extensamente en determinados países, pero no por esta razón están confinadas a una forma política o económica particular de gobierno.
Se llama idealista al filósofo para el cual la realidad es un producto de la actividad del sujeto. Se debe por tanto ser precavido con esta definición pues ningún individuo se opone a que existen realidades que son consecuencia de la actividad del sujeto: los objetos artificiales son generados por el hombre gracias a la intervención de su cuerpo, el artesano crea físicamente un objeto a partir del movimiento de sus manos y de la planificación de su mente; por otro lado, los objetos de la fantasía también dependen de nosotros, en este caso no de nuestro cuerpo sino de nuestra mente. Cuando se indica que para el idealismo la realidad es consecuencia de la actividad del sujeto no se quiere decir nada de lo anterior. Esa actividad no es la de los órganos corporales del sujeto, y la realidad creada de este modo no es una mera fantasía como en el caso de los productos de la imaginación. El idealismo considera que en el acto de conocimiento el sujeto que conoce influye en la realidad conocida, que la mente está sometida a unos procesos o mecanismos que determinan y construyen la realidad del objeto conocido (p. 217).
2. El objetivo de estas luchas son los efectos del poder en sí. Por ejemplo, la profesión médica no es en primera instancia criticada por su provecho económico, sino porque ejerce un poder no controlado sobre los cuerpos de la gente, su salud, su vida y su muerte.
Partiendo de este argumento, se considera que el sujeto es quien interactúa de forma perenne en cada elemento que acaece sobre la realidad. Es la base que evoca una serie de condiciones para que la realidad misma tenga una caracterización propia y condicional. La actividad directa del sujeto es la que se toma como ejemplo, dado que encasilla una serie de perfiles que definen un hacer, un ser y un llevar a cabo. Cada connotación que es realizada deja una huella de forma relevante en las maneras como interviene el sujeto en cada una de las sociedades. Tal como lo manifiesta Michel Foucault (1970), el sujeto tiende a generar una serie de pugnas con el poder, las cuales se manifiestan en cinco ámbitos. 1. Son luchas “transversales”, esto es, no están limitadas a un país. Es evidente que se desarrollan más fácilmente
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3. Son luchas “inmediatas” porque en ellas la gente cuestiona las instancias de poder que están más cercanas a ellas, aquellas que ejercen su acción sobre los individuos. Estas luchas no se refieren al “enemigo principal” sino al enemigo inmediato y no como tampoco esperan solucionar los problemas en un futuro preciso (esto es liberaciones, revoluciones, fin de la lucha de clases). En contraste con una escala teorética de explicaciones o un orden revolucionario que polariza la historia, ellas son luchas anarquistas.
Pero estos no son los puntos más originales, en cambio los puntos siguientes parecen ser los más específicos.
4. Son luchas que cuestionan el estatus del individuo: por un lado, afirman el derecho a ser diferentes y subrayan todo lo que hace a los individuos verdaderamente individuos. Por otro lado, atacan lo que separa a los individuos entre ellos, lo que rompe los lazos con otros, lo que rompe con la vida comunitaria, y fuerzan al individuo a volver a sí mismo atándolo a su propia identidad de forma constrictiva. Estas luchas no están a favor o en contra del “individuo”, pero sí son luchas en contra del gobierno de la individualización. 5. Estas luchas, en oposición a los efectos del poder, ligados al conocimiento, a la competencia y la calificación, están contra los privilegios del conocimiento. Pero son también una oposición contra el secreto, la deformación y las representaciones mistificadas impuestas a la gente.
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Bajo esta caracterización, el sujeto moderno adquiere nuevos mecanismos de participación que denotan no solo su influencia en el papel político, sino también otorgan una serie de criterios que enaltecen el papel del individuo dado que la historia no solo es garantía de evolución a nivel teórico, sino que a su vez rige toda normatividad que establece parámetros para que una sociedad pueda llevar a cabo todo un andamiaje que le permita proyectar y garantizar el futuro mediático de una cultura multiideológica, donde el interés prevalece sobre el derecho.
Fragmentación del sujeto contemporáneo Para empezar, es necesario tener presente que la contemporaneidad trajo consigo el regreso del sujeto, es decir, la distinción sujeto-objeto −que en la Modernidad era considerada “el método” para acercarse a la cuestión sobre la forma como se conoce y lo que se conoce− en la actualidad se desdibuja y se reconfigura en la relación sujeto-sujeto, que sobrepasa dicha distinción, amplía las fronteras de lo que se puede conocer y las formas de conocer. Así, la sociedad actual descubre un nuevo sujeto cargado de subjetividades, quien está dispuesto a ejercer sus propios procesos políticos e identitarios, no solo en la esfera pública, sino también en la privada. De este modo, en la actualidad es posible referirse a un sujeto que emerge del anquilosamiento positivista, a fin de transformar su entorno, de tal suerte que le proporciona un nuevo sentido al orden establecido y ejerce un cambio en el devenir de una sociedad cada vez más cambiante y alejada de la colectividad. Hugo Zemelman (2005), uno de los pensadores latinoamericanos que le ha dado un lugar especial a los estudios sobre el sujeto, considera que “El sujeto es la voluntad del individuo de actuar y de ser reconocido como actor” (p. 15); en este sentido, se busca permitir al individuo que sus comportamientos y acciones generen procesos identitarios, con respecto a las diversas manifestaciones de su entorno y, por consiguiente, con su propia historia de vida. En ese espacio el sujeto actual logra concebir su conducta como elemento de transforma-
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ción a través de nuevas prácticas y experiencias, como las que en el contexto contemporáneo son dadas por el consumo reiterativo de los medios de comunicación; tal es el caso de los mass media, que producen en el individuo nuevas formas de comunicación con sí mismo y los demás. Una de las maneras como se realiza dicha comunicación es a través de las pantallas, donde también es posible que se propicie el reconocimiento de los otros como actores y agentes de transformación, gracias a la visualización que allí se ofrece. Es de vital importancia precisar que existe una diferencia fundamental entre pensar a un individuo que responde al desafío de transformar su época en experiencia, y otro individuo que está sujeto a través de las disciplinas y su construcción de verdad. En la primera perspectiva hay un espacio de autonomía de ejercicio mayor al existente en la propuesta de Michel Foucault, pues para este autor el proceso de subjetivación implica una objetivación del sujeto, es decir, que la subjetivación es una producción tanto discursiva como política de la modernidad. Para Foucault (2001), “el sujeto solo es tal en la medida en que está escindido a través de dicotomías tales como sano-enfermo, lococuerdo, normal-anormal, entre otros” (p. 115). En este escenario el ser humano se convierte en un sujeto de dominio de saberes, como la sexualidad, la psiquiatría y el derecho, entre otros. Asumir la noción de sujeto, solo a través de los planteamientos dados por Foucault, no implica desconocer cualidades como la propia voluntad, pues no necesariamente la producción del mismo es un ejercicio estrictamente heterónomo; sin embargo, para Zemelman es fundamental la autonomía en la construcción de aquel individuo actuante que es reconocido como actor: el sujeto. Desde la perspectiva de Foucault, la construcción de subjetividad pasa por una imposición de verdad que un individuo debe reconocer y que los otros deben reconocer en él. Esta imposición, en tanto forma de poder, hace a los individuos sujetos. Tal sujeción define al sujeto como alguien que, por
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el control y la dependencia, está ligado a su propia identidad, por conciencia o autoconocimiento. Se crea un sujeto para sí y para los demás, lo cual implica que si queremos entender este concepto, es necesario entender las luchas que se dan contra la subjetividad, la sumisión y la sujeción. Se podría buscar el origen del “sujeto” en el planteamiento cartesiano del “ego cogito ergo sum” o en el kantiano de un individuo “mayor de edad”, que es capaz de gobernarse con principios que él se da a sí mismo, a condición de que puedan ser convertidos en máximas universales. Sin embargo, estas definiciones darían cuenta de un sujeto autónomo y autoconstruido, desconociendo las prácticas y los saberes que lo han constituido como tal. Por ejemplo, en el caso de Kant, se desconocería en un primer momento el hecho de que la razón también funcionaliza y crea un sujeto ideal que, posteriormente, se convertirá en el pilar de los Estados modernos y de las distintas concepciones de ciudadanía. La razón de dicha situación no es un elemento neutral y la subjetividad que desde ella opera, antes que dar la posibilidad de una completa autonomía, crea una sujeción que va a manifestarse cuando se llegue a la forma institucional del Estado como materialización de la razón (perspectiva hegeliana). Si previamente se ha configurado un individuo gobernado por su propia razón, la cual llegará a materializarse un día en el Estado, tanto Descartes como Kant habrán dado las herramientas necesarias −aún sin proponérselo− en la constitución de una subjetividad demandada por los Estados nacionales modernos: la subjetividad entendida como ciudadanía. Desde la perspectiva de Zemelman (Torres, 2001, p. 15), “el sujeto es aquel hombre que responde al desafío de cómo él transforma su época en experiencia” es decir, que es capaz de lograr cambios en la historia y realizar un futuro provisto de nuevas realidades, que responderán a las necesidades de los nuevos contextos. En ello es importante partir de la mediatización de las relaciones y la desaparición gradual del acercamiento a otros individuos, pues su mundo carece ahora de proximidades y va creando un sujeto con una construcción de
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conocimiento nuevo, donde sobresale la agilidad visual, la desaparición de la intimidad y el surgimiento de la invisibilidad. Por otro lado, al hablar de subjetividad es necesario entender que en los desafíos contemporáneos, dicha subjetividad se encuentra mediada por las nuevas formas en las que el capitalismo hace presencia: el consumo y en especial el consumo de las nuevas tecnologías, pues es allí donde se aborda un sujeto que se encuentra desprovisto de sociedad que lo sostenga y se sujeta cada vez más a la virtualidad como escenario en el que se encuentra todo y a la vez nada. La subjetividad ya no es algo que se encuentra en construcción constante del mismo sujeto, sino que está ya dada por el capitalismo, que se reinventa y se construye para producir múltiples subjetividades, para cada uno de los sujetos que operan en el plano del mercado y del consumo. Si las subjetividades ya no son creadas por los sujetos, sino producidas por las dinámicas del consumo de bienes y productos, pero a la vez de formas de ser –los consumos culturales– se hace necesario comprender que en este escenario, el de los consumos culturales, las subjetividades parecen ser planteadas por las pantallas –el internet, la televisión y el cine– que son proyectadas por la globalización para generarlas desde la pérdida de la identidad, pues de allí depende cómo se conforman las comunidades de hoy y la esfera pública. En este sentido, la identidad se convierte en una forma de subjetivación, toda vez que se percibe como un proceso cambiante que puede ser ofrecido e impuesto por otras culturas. Por tanto, es necesario pensar en las transformaciones que al interior de ella se han producido y las causas y efectos, para el ordenamiento de la sociedad y la comprensión de las mismas en la era de globalización, generadas por la nueva mirada de los procesos identitarios. Anteriormente, la identidad era vista como algo que debía ser construido, y al momento de ser edificada arraigarse a ella para mantenerla unida a los individuos, logrando así la cohesión de la colectividad e instaurándose en el sustrato mis-
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mo de los Estados-nación. Hoy la identidad es uno de los problemas más estudiados por los académicos –en especial aquellos que buscan reconocer los nuevos fenómenos culturales– debido a la globalización y su idea de hacer del mundo una sola aldea, en las que se ofrecen múltiples, variadas y fluctuantes formas de constituirse y de generar apego. Por un lado, la identidad no es percibida hoy como algo fijo e inmóvil, que consecuentemente deriva en la pérdida y la disolución de unos rasgos y señas de unidad nacional o regional, como ya lo indica Jesús Martín Barbero (1999):
Mientras desde el centro la mirada parece focalizar la cuestión de cómo convivir en la diversidad, o mejor cómo hacerla convivible, desde la periferia la cuestión es otra: cómo no perderse, no disolverse en la potente marejada que la globalización empuja desestabilizando los países y amenazando la pluralidad de sus culturas. Hasta los procesos de integración, que la propia globalización impone a unos y otros, muestran el calado que a este respecto alcanzan las contradicciones (p. 88). La identidad hoy es necesario pensarla desde el lugar en el que se está originando, y ese lugar privilegiado en el que se construyen los procesos identitarios y sus respectivas señas, es sin lugar a dudas el del consumo de las pantallas, que mediadas por las dictaduras comerciales tienden a neutralizar culturalmente el escenario en el que se reproducen dichas identidades, haciendo fórmulas narrativas que propenden por unificar las atmósferas de la variedad folclórica, en especial la de los latinoamericanos. Desde esta perspectiva es importante destacar la televisión y el cine como los dispositivos más reiterativos para la reproducción de identidades fluctuantes que se encaminan a estereotipos:
Las fronteras hoy no solo son borrosas sino móviles, se trasladan de uno a otro campo, desplazando el sentido de las identidades culturales –etnias, razas, géneros– y de las ideologías políticas izquierdas, centro, derechas, liberales/radicales, neoliberales/conservadores, confundiéndolas y encabalgándolas (Martín Barbero, 1997, p. 89).
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Se piensa entonces la identidad cuando no se está seguro del lugar en el que ubicarse en la eminente variedad de propuestas que la globalización ofrece. La identidad, como la manifiesta Bauman, es la salida a la incertidumbre, ocasionada por el eminente ofrecimiento de símbolos, signos y manifestaciones estéticas y culturales, que la virtualidad y los medios masivos de comunicación traen consigo. Retornando a Bauman, quien realiza una paradoja lingüística con el concepto, se vislumbra claramente la percepción que en la actualidad se concibe de identidad:
De allí que, si bien la palabra es de manera notoria un sustantivo, se comporte como un verbo, pero un verbo extraño, sin lugar a dudas: solo aparece en futuro. Aunque objetivada con demasiada frecuencia como un atributo de una entidad material, la identidad tiene el estatus ontológico de un proyecto y un postulado (Bauman, 2003b, pp. 41-42). Es así entonces como se hace necesario profundizar rigurosamente un acercamiento a la mirada contemporánea de identidad, desde el lugar privilegiado en donde la aproximación se hace más factible: el del consumo de los medios masivos de comunicación y la convergencia digital que ellos proponen en la cotidianidad.
TRES CONCEPCIONES DE IDENTIDAD CULTURAL Desde el consumo reiterativo de los medios de comunicación y su insistente deseo en que los individuos se conviertan en sujetos conectados a las pantallas, se permite esclarecer que es precisamente en dicho escenario en el que puede pensarse con mayor facilidad la constitución de procesos identitarios. Las cuestiones de la identidad en la contemporaneidad, responden al deseo de evitar los compromisos y su fijación mediante la constante dilatación de escenarios, ideologías y posiciones. Dicha situación repercute en sujetos que desean adentrase en procesos identitarios que sean cambiantes y
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de los cuales se pueda salir y entrar, sin inconveniente alguno. Los procesos identitarios entonces se convierten en epicentros neutros, en los que es mejor reducir las marcas folclóricas y dibujar estereotipos únicos, que son asignados por la televisión, cine e internet, desdibujando las verdaderas subjetividades que se adentran en la multiplicidad de los sujetos que componen la sociedad. Desde esta perspectiva, es necesario aproximarse a una mirada de la constitución de los procesos identitarios en la sociedad globalizada de hoy.
LA IDENTIDAD COMO PALIMPSESTO Jesús Martín Barbero, estudioso de la comunicación y de los consumos culturales, entiende la importancia de la constitución de identidades hoy como la oportunidad de esclarecer lo que la globalización ha logrado en las diferentes regiones del mundo, diferenciando los procesos europeos de los latinoamericanos. Si en los primeros pese a la multiplicidad de lenguas, rasgos culturales y diversidad la integración los ha llevado a aprender a vivir en dicha diferencia y generar procesos identitarios que cohesionen y fortalezcan, en el caso de los segundos, en Latinoamérica, la cuestión es completamente diferente, a pesar de poseer unas características culturales muy comunes, como la lengua y la historia, entre otras, la globalización ha traído consigo la atomización, desintegración y la poca solidaridad entre los países. Desde esta perspectiva, los Estados europeos han comprendido la importancia de lo audiovisual en la constitución de identidades, que aunque diluidas o subvaloradas permiten la integración de la comunidad y su posible acercamiento cultural. Mientras los latinoamericanos han perdido de la mira la importancia de lo audiovisual en la construcción de procesos identitarios más parecidos a lo suyo, que a lo que desde afuera se impone como identitario. Un ejemplo claro es el porcentaje televisivo extranjero cada vez mayor y lo mismo sucede en lo referente al cine u otros medios.
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En este sentido, es importante esclarecer que uno de los dispositivos claros en la constitución de identidades se encuentra relacionado con los medios de comunicación y la convergencia digital en que se trasladan dichos dispositivos. Se entiende bajo esta perspectiva que las identidades deben pensarse desde una mirada diferente:
Desde dónde pensar la identidad cuando sus referentes y significados, sus territorios y discursos, tienen la frágil textura del palimpsesto: ese texto en el que un pasado borrado emerge tenazmente, aunque borroso, en las entre líneas que escriben el presente (Martín Barbero, 1997, p. 89). El palimpsesto en la figura que representa Martín Barbero es el surgimiento de nuevas identidades o de procesos identitarios, pensados desde lo confuso e incomprensible, que es provocado por la manera como se establecen unas sobre otras, o emergen para acomodarse sobre las ya existentes. Para dar claridad a esta figura en la que se encuentran las identidades hoy, Martín Barbero las ubica desde dos lugares y afirma: “de ahí que mi propósito sea únicamente el de señalar algunas pistas desde el desborde de lo nacional y el estallido de la ciudad” (p. 90). El desborde de lo nacional es interpretado como la pérdida de las categorías de pueblo y nación, y en que la esfera pública ahora invadida por la vida privada remplaza el asunto de las identidades. El estallido de la ciudad, figura que representa un modelo más claro del llamado palimpsesto de la identidad, se presenta según Martín Barbero desde dos tópicos: desespacialización y des-centramiento. La primera figura es la correspondiente a la creciente demanda y densificación de los flujos electrónicos y la convergencia digital, en la que la memoria cultural es depreciada, desencadenando en una exigencia de los consumidores o espectadores de muestras de pertenencia e identidad, que son reconocidas por los medios audiovisuales, a través de procesos identitarios homogenizados y de señas estereotipadas que de ninguna forma representan la mirada de lo nacional. Por esa misma línea, la des-
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especialización ofrece una reconfiguración de la ciudadanía que es asumida por el mercado, haciendo que los procesos identitarios se muestren desde la sociedad del consumo. El des-centramiento, identificado como la pérdida de centro de los lugares de encuentro, desencadena nuevos lugares de encuentros que se disponen no para la interacción sino para la fluidez, como los centros comerciales, que se limitan a ofrecer espectáculos arquitectónicos y escenográficos. De esta manera, el palimpsesto de identidad se establece según la siquiente apreciación:
La oralidad cultural de las mayorías en estos países descubre ahí su compenetración y complicidad con la visualidad electrónica, develándonos las desconcertantes hibridaciones de que están hechas las nuevas identidades (p. 94). Las nuevas identidades se erigen de forma camaleónica, adaptándose a los cambiantes escenarios de los medios de comunicación, en donde las identidades tradicionales rígidas ya no tienen cabida, pues el escenario de los procesos identitarios se interrumpe en la oleada de virtualidad y fluidez de la convergencia digital y el espectáculo de lo privado.
EL TURISTA, EL VAGABUNDO, EL PASEANTE Y EL JUGADOR En este mismo horizonte, el sociólogo polaco Bauman, muestra una visión de los procesos identitarios contemporáneos, enmarcados en la metáfora del turista, el vagabundo, el paseante y el jugador. Para Bauman la identidad se piensa cuando el sujeto no se encuentra seguro del lugar en el que se encuentra, ni de cómo ubicarse en un lugar, para salir de la incertidumbre; por ello, las identidades no pueden fijarse en los individuos por un largo tiempo, ni establecerse para siempre. Las iden-
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tidades se establecen para dar libertad de elección y al mismo tiempo generar dependencia de una tutoría experta. Bauman apunta a establecer, al igual que Martín Barbero, que el consumo y los cambios de la esfera pública han suscitado una transformación de ver las identidades, que fluctúan y son líquidas en medio de la lividez de los medios de comunicación y de las redes. Lo anterior contrasta con la percepción de las identidades pasadas en la Modernidad, en las que se puede mirar hacia atrás sin perder de vista el presente y cuya visión de sentido es el estar unidos y cada uno se ve a través del otro, al ser pertenecientes a un entramado social y cultural en el que la tarea más buscada y exigente se constituía en la búsqueda de la identidad. Hoy el cambio en la manera de percibir las identidades y los procesos identitarios establece cuatro formas en las que se piensa la identidad, que no son figuras nuevas del escenario mundial, pero que se retoman para definir el miedo de los individuos de ahora por la inmovilidad, la rigidez y los límites. La primera de estas formas es el turista, aquel que deambula por el mundo para el disfrute estético de los espacios, que se sabe perteneciente a un territorio y al que desea regresar en algún momento. Su identidad se encuentra establecida en la experiencia, su idea es la búsqueda de nuevas experiencias:
Los turistas quieren sumergirse en un extraño y curioso elemento (una sensación placentera, una sensación cosquilleante y rejuvenecedora, como dejarse, como dejarse golpear por las olas del mar), con la condición, sin embargo, de que no se pegue a la piel y, en consecuencia, puedan desprenderse de él cuando lo deseen (Bauman, 2003b, p. 59). Para los turistas lo estético prima por encima de otras percepciones, su deseo inevitable es encontrarse por diversos rumbos que le proporcionen seguridad, placer y sofisticación y la sensación de estar allí de momento y saber que se encuentra de todas formas atado a un lugar: el “hogar”. El turista es entonces la metáfora del individuo que construye procesos identitarios, a partir del goce de los territorios y de aquello que estéticamente
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1 Zapping se entiende como el salto consecutivo de los programas o canales televisivos, muy frecuentes en la era digital de hoy, que ofrece medios electrónicos que permiten estos saltos de diversas maneras (varios canales en una sola pantalla, selección rápida de canales favoritos, etc.) Para Bauman este concepto no se limita a lo puramente televisivo, el consumo ha generado zapping en diversos ámbitos y espacios, como en los shopping, internet y otros.
es placentero para su gusto. El turista descarta de su identidad lo que se encuentra marcado por la marginalidad y lo extraño, porque para él todo es complacer, estimular y divertir.
edifica, sino que fluctúa según las circunstancias en las que se circunscribe el vagabundo. El mundo según Bauman se está construyendo a la medida de los vagabundos.
El paseante, el llamado flaneur de los tiempos modernos, aquel que camina entre la multitud y goza de los entretejidos que se forman entre los habitantes de las calles y que se relaciona en ese entonces con el hombre ocioso, que deambula sin sentido, perdiendo el tiempo, se contrapone al paseante de hoy, que se convierte en la vida misma. La contemporaneidad reivindicó al paseante, transformando su esencia en la de aquel que deambula por las calles, pero no para reconocer su espacio y disfrutar de las formas en las que se relaciona la multitud. El paseante de hoy es el acelerado comprador compulsivo, que busca afanosamente sus bienes de consumo; o aquel que deambula por la televisión en un frenético zapping1 en busca de lo que no va encontrar, o en la larga caminata por la red de internet tropezando con conexiones cada vez más rápidas y tumultuosas. Así, la identidad del paseante es la de una búsqueda constante, inacabada, fluida y acelerada de las múltiples ofertas del consumo de los medios y el progresivo sistema electrónico.
Por último, se encuentra el jugador, que se espera entienda que se encuentra en las dinámicas del juego; su objetivo es adelantarse a las jugadas de sus contrincantes y que el mundo viva en la ambivalencia de la legalidad e ilegalidad. Para la construcción de procesos identitarios desde allí, basta con entender que la vida es un juego.
El vagabundo, otra de las metáforas de los procesos identitarios de la actualidad expuestos por Bauman, presume una diferenciación entre el vagabundo concebido en la Modernidad y el de la contemporaneidad. En el primer caso los gobernantes deseaban invisibilizarlo y controlarlo; el vagabundo preocupaba entonces porque era sinónimo de libertad y descontrol. En esa mirada él contaba con la buena voluntad de las personas de los lugares en los que transitaba o de las noticias recibidas de lugares con mayores oportunidades. Los vagabundos de entonces eran pocos y se esperaba dominarlos o regresarlos a los lugares de origen. En contraste, el vagabundo de hoy no es la excepción, sino la regla. Los habitantes del mundo caminan por diversos escenarios en busca de oportunidades y lugares que brinden la posibilidad de asentarse, porque la miseria se encuentra rondando en todas partes, y en ese sentido, la identidad no se
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Bauman acude a estas metáforas para demarcar críticamente las posibilidades identitarias de hoy, enmarcadas en las dificultades del sujeto de arraigarse y de hacer parte de un lugar, haciendo que la identidad siga siendo un problema, pero un problema no de creación sino de reciclaje, ambivalencia y de coyuntura.
LA MULTICULTURALIDAD E INTERCULTURALIDAD DE LAS IDENTIDADES Continuando con las posibilidades de construcción de identidades y procesos identitarios en las sociedades contemporáneas, Néstor García Canclini presenta la identidad como un proceso que debe darse desde la negociación, dado el carácter híbrido, dúctil y multicultural en el que se encuentran constituidos los Estados hoy. Para García Canclini la identidad se ha construido a partir de relatos, en los que los medios de comunicación han tenido una gran influencia, pero desafortunadamente esos medios a su vez se encuentran influenciados por elementos traídos de otras sociedades. De esta forma, las identidades se encuentran construidas por múltiples rasgos y señas de diferentes culturas haciendo un proceso de multiculturalidad, es decir, el de entender que la cultura de diversos países latinoamericanos se ha visto constituida por una gran cantidad de culturas que confluyen en un territorio, gracias a los medios de comunicación y las multimedia.
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Entender entonces las identidades de hoy es pensarlas desde dos horizontes que confluyen: por un lado las culturas nacionales que aún hacen presencia en los territorios y por otro, las formaciones posnacionales. Desde esta perspectiva, la estética y el arte en general, como el cine, juegan un papel importante en la creación y constitución de identidades y procesos identitarios, pues es evidente que el creciente consumo de las industrias culturales ha hecho que el mercado de lo cultural genere identidades marcadas por estereotipos y no por verdaderos rasgos nacionales. García Canclini realiza en este sentido una reflexión sobre la búsqueda de identidades o la reconstrucción de las que aún permanecen, reconociendo el capital simbólico que se establece en los saberes, hábitos y experiencias étnicas o regionales y en especial configurando un discurso nacional que se encuentre afincado en las tecnologías de la información, debido al creciente consumo de estas:
Las naciones y las etnias siguen existiendo. Están dejando de ser para las mayorías las principales productoras de cohesión social. Pero el problema no parece ser el riesgo de que las arrase la globalización, sino entender cómo se reconstruyen las identidades étnicas, regionales o nacionales en procesos globalizados de segmentación e hibridación intercultural (García Canclini, 1995, p. 113).
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Entonces cuestiona García Canclini la visión que deben tener las industrias culturales respecto a la identidad:
Si concebimos las naciones como escenarios relativos, en los que se cruzan otras matrices simbólicas, la pregunta es qué tipos de literatura, de cine y de televisión pueden narrar la heterogeneidad y la coexistencia de varios códigos en un mismo grupo y hasta en un mismo sujeto (p. 114). En este sentido, se observa que los discursos mediáticos consumistas están tratando de diseñar identidades desde lo global, y allí precisamente debe pensarse en la construcción de identidades fundamentadas en lo inter y multicultural, porque ellas se fundamentan en un proceso de negociación en el que “la identidad es teatro, es política, es actuación y acción” (p. 116). De esta manera, las nuevas percepciones de la construcción de identidad y los procesos identitarios se realizan desde la mirada de lo global y los dispositivos multimediales, que confluyen en la era globalizada. Ya no se puede pensar en la identidad como algo fijo e inacabado, sino en un proyecto en constante construcción y búsqueda, que en muchas ocasiones funciona como un palimpsesto, en otras con metáforas de estereotipos y en otras desde la negociación.
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PolĂtica editorial (pp. 215 - 218)
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Catedral Primada de Bogotรก
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La Fundación Universitaria Los Libertadores en el panorama de la educación superior en Colombia
Stella Poveda Torres* Fundación Universitaria Los Libertadores
Fecha de recepción: 31 de agosto de 2011 Fecha de revisión: 24 de septiembre de 2011
within the perspective of higher education in Colombia
La historia de la universidad en Colombia es múltiple y variada, por cuanto se inicia en la Colonia con los claustros de la tomística, la Javeriana y el Colegio Mayor del Rosario y por el año de 1783 el Arzobispo Virrey Antonio Caballero y Góngora, al crear la Expedición Botánica, alto instituto de cultura que actuó hasta 1812, dotó a la nación en ciernes de una verdadera universidad itinerante que garantizó la autonomía investigativa e incitó a maestros y discípulos a asumir con criterio lúcido sus responsabilidades ante el saber científico. El investigador David Mejía Velilla atribuye al eximio jurista antioqueño José Félix de Restrepo la idea de organizar en Popayán una universidad de tipo humanista y de exigir al gobierno de la República el establecimiento de una Universidad Pública, que es la que inaugura en la Gran Colombia el vicepresidente Francisco de Paula Santander, en desarrollo del Plan de Estudios de 1826. Don Mariano Ospina Rodríguez, en cumplimiento de la Ley del 21 de marzo de 1842, introdujo reformas a la Universidad Central y mantuvo su vigencia hasta 1850, cuando por medio de la Ley del 15 de marzo se suprimió la Universidad oficial creada por Santander.
Stella Poveda Torres
Fecha de aceptación: 20 de octubre de 2011
En 1867 el general Santos Acosta fundó la Universidad Nacional y durante la época radical se intentó organizar la Universidad Laica, que tuvo su primer modelo en el Externado de Derecho, fundado por el doctor Nicolás Pinzón Walostren, quien fue el gran contradictor de los desafueros de la Regeneración. En mi modesto trabajo Educación pública e instrucción laica en el pensamiento del general Santander, sostuve que el principio constitucional de la libertad de enseñanza consideraba incompatible la tutela eclesiástica en la educación. En efecto, la libertad otorgada al entendimiento no solo se consideraba como un don dispensado al ser humano, sino como un gran poder social encaminado al mejoramiento del cuerpo político y a la prosperidad nacional. Por consiguiente, la instrucción pública, al ensanchar la esfera de la libertad civil y al defender la libertad política de las amenazas del absolutismo, no podría tener otro límite que aquel que le señalara la autonomía del espíritu humano. Luego la enseñanza, como saber nuevo de carácter renovador, debe tener necesariamente una orientación laica (citado en Rivadeneria, 2002, p.153).
* Socióloga de la Universidad Santo Tomás. Magíster en Desarrollo Rural de la Universidad Central de Venezuela. Docente, Fundación Universitaria Los Libertadores. Correo electrónico: spovedat@ libertadores.edu.co.
Por medio de la Ley 68 de 1935, el gobierno del presidente Alfonso López Pumarejo modeló un tipo de universidad de
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perfil populista, la cual agrupó las facultades dispersas desde la época de la Regeneración, abrió otras nuevas, las dotó de nuevos recursos y dispuso la construcción de la Ciudad Universitaria. En la década que va de 1948-1952 la universidad pública fue intervenida por los gobiernos dictatoriales, de manera que esta circunstancia incentivó la creación sucesiva de universidades privadas, las cuales superaron en número a las instituciones oficiales. La Universidad Nacional de Colombia fue objeto de una reforma estructural que se plasmó en la Ley de 1963, en virtud de la cual se consagró de manera explícita la autonomía universitaria. No obstante la resistencia que despertó en la opinión el modelo tecnocrático y desarrollista propuesto en 1966, este indujo a los asesores del presidente Julio César Turbay Ayala a utilizar las facultades otorgadas al Gobierno Nacional por la Ley 8 de 1979 para expedir el Decreto 80 de 1980, con el cual se revivió en Colombia el tipo de universidad napoleónica, de carácter oficial, autoritaria y sometida a rígidas pautas. En ella hay intervención excesiva de la entidad oficial en la vida universitaria, prescinde del modelo de universidad científica e investigativa y lo sustituye por otro de tipo burocrático, técnico y profesionalista. Su misión consiste en producir servidores fieles y profesionales respetuosos del régimen establecido, promociona la obediencia y no promueve la investigación, pues solo prepara funcionarios obsecuentes con el régimen imperante.
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perfil del egresado se sustenta en principios y valores que no son otros que los legados por los próceres de la nacionalidad. En su docencia, la Fundación Universidad Los Libertadores se esfuerza en cumplir estrictamente con los cánones universitarios referentes a cobertura, calidad, eficiencia y pertinencia, como también a asumir y transmitir cuanto se relaciona con la adaptación de las nuevas tecnologías que a la docencia trae consigo la era cuántica. Entre sus presupuestos fundamentales podemos destacar la defensa de la identidad nacional y local, destacar el sentido de pertenencia al claustro y reducir los funestos efectos de la cultura del espectáculo en el medio universitario. Podemos concluir que en las aulas de la Fundación Universidad los Libertadores se ilustran y se forman las juventudes en las cátedras, se persigue en silencio y sin fatiga la belleza y se busca con fervor y sentido social la verdad científica. En su quehacer docente y de acuerdo al espíritu de sus fundadores, la Fundación Universidad Los Libertadores procura el desarrollo humano, científico, ético y social de sus estudiantes, garantiza la libertad de pensamiento, el pluralismo ideológico, responde por la eficiencia y la calidad institucional, promueve el espíritu de investigación, los avances científicos y los logros académicos. En orden a procurar la calidad, eficiencia y pertinencia de los programas académicos, la institución, desde su fundación, se ha mantenido integrada a las comunidades distrital, regional, nacional e internacional.
Es entonces en esta emergencia cuando se crea la Fundación Universidad de Los Libertadores, con inequívoco carácter de autónoma, científica e investigativa, que actúa en función de la libertad, define y defiende la autonomía universitaria y la hace prevalecer como depositaria del saber científico.
Y no ha tenido pausa en ejercer un magisterio cívico e intelectual encaminado a cumplir estrictamente con su función docente, científica e investigativa, con alto sentido social, desvelo patriótico y respeto por la persona humana, tal como corresponde al ideal y a los prospectos de sus fundadores.
Según sus estatutos propone y mantiene en docentes y discentes un criterio de libertad responsable y por eso el
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perfilado como la auténtica Universidad Nueva, servicial y autónoma que el ex maestro de educación Jaime Posada (2012) definió así:
Universidad Nueva, pues, frente a Universidad Arcaica. Reforma con el alma en tensión hacia el futuro y no al amparo de signos anacrónicos. Reforma científica y progresista que para estudiantes y profesores quiere decir transformación en los métodos de enseñanza, actualización de técnicas y programas, orientación profesional, facilidades de enseñanza y de investigación mediante unidades docentes adecuadas, número competente de catedráticos de tiempo completo, carrera del profesorado, reconocimiento de méritos y consagración –al servicio patriota– (p. 663). Cierro el presente escrito al manifestar que la Fundación Universitaria Los Libertadores reúne todas las calidades de excelencia por cuanto es autónoma, moderna, abierta a la ciencia y a la investigación, esencialmente crítica, laica y pluralista.
Stella Poveda Torres
Referencias BIBLIOGRÁFICAS Rivadeneira, A. (1992). La educación superior en los planes santanderinos de 1826 y 1834. Boletín de Historia y Antigüedades, (777). Bogotá: Academia Colombiana de Historia. Rivadeneira, A. (2002). El poder del saber y los arquetipos de la universidad colombiana. Bogotá: Academia Colombiana de Historia. Posada, J. (2012). Utopía de la Universidad. Bogotá: Universidad de América. Poveda, S. (1991). Educación pública e instrucción laica en el pensamiento del General santander. Bogotá: ASCUN. Wasserman, M. (2012). Buscando el futuro, Educación superior para Colombia en el siglo XXI. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.
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Wittgenstein, a perspective for the philosophical analysis based on the language games theory (pp. 63 - 73)
Colegio Mayor de San Bartolomé Alexander Ávila Martínez
Wittgenstein, una perspectiva para el análisis filosófico desde la teoría de los juegos del lenguaje (pp. 63 - 73)
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Alexander テ」ila Martテュnez
Wittgenstein, a perspective for the philosophical analysis based on the language games theory (pp. 63 - 73)
IN MEMORIA M
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Wittgenstein, una perspectiva para el análisis filosófico desde la teoría de los juegos del lenguaje (pp. 63 - 73)
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Carolina Rodríguez Rodríguez: el laberinto del lenguaje. Aportes para una teoría general del lenguaje Edwin Armando Barrientos Rey* Carolina Rodríguez Rodríguez:
Dedicado a “la india”…
The language labyrinth. Contribution to a general language theory
Nunca habrá una puerta, estás adentro, y el alcázar abarca el universo. No tiene anverso ni reverso, externo muro o secreto centro.
Fecha de recepción: 30 de agosto de 2011 Fecha de revisión: 24 de septiembre de 2011 Fecha de aceptación: 12 de octubre de 2011
Una invitación editorial, como la expresada en la presente ocasión, se encuentra obligada a mantener el equilibrio entre la corrección formal propia de un texto académico y la flexibilidad material que corresponde a un escenario en el cual las personas se han visto convocadas no debido al amor de verse publicadas sino, ante todo, en torno al recuerdo amoroso de una persona con la cual tejieron sus vidas. Las afirmaciones aquí contenidas tratan de presentar la síntesis de las últimas conversaciones que, en íntima soledad, sostuve en torno al lenguaje con una maestra que dedicó su vida a la investigación sobre el lenguaje. Debo confesar que, en medio de una radical desaprobación de la Dra. Carolina, se encuentran enunciadas en clave fenomenológica, precisamente, por ser Fenomenología la primera cátedra que, bajo su dirección, tuve el honor de recibir y cuya relación con cierto proyecto inconcluso de una Teoría general del lenguaje se constituyó en el eje de nuestras discusiones –al margen de otras relaciones que nunca fueron de su agrado y de una serie de proyectos que quedaron, para siempre, inconclusos–. De hecho, a su lado, era imposible prescindir de la continua indagación.
Edwin Armando Barrientos Rey
Jorge Luis Borges, “Laberinto” ¡Pero cuán desconcertante resulta, no obstante, el haber disfrutado de una serie de observaciones en torno a la forma en la cual había lenguagiado un ser tan querido, cuya vida se nos escapaba, precisamente, como un gas de entre las manos! Estas giraron, de manera específica, sobre la forma como el lenguaje media la experiencia de vivir y lo que hoy podría considerarse como nuestra economía cognitiva.
Del lenguaje como arista a las aristas del lenguaje Ciertamente, el mundo nos lenguagea. Habitamos un planeta que parece consistir hoy en un vasto tejido de ciudades, contenido en sí mismo por interminables autopistas recorridas por autos, sobrevoladas por aviones, surcadas por embarcaciones y abrumadas de información. Y pensar que hace apenas algunos siglos nos resultaba muy difícil concebirnos habitando un planeta, al menos en tanto errabunda roca cósmica sustentadora de vida, que hasta hace unas décadas
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* Licenciado en Filosofía y Letras de la Universidad Santo Tomás. Magister en Educación, Universidad Santo Tomás. Docente, Universidad Santo Tomás Correo Electrónico: ebarrientosrey@gmail.com.
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las ciudades eran difícilmente concebidas como megalópolis demográficamente hiperconcentradas cuasi imposibles de sustentar, o que hace apenas algunos años nos habría resultado descabellado concebir autopistas de información que harían las veces de sustrato imprescindible para el desarrollo de una vida cosmopolita en idioma económico. El mundo se adhiere a nuestro ser lingüísticamente, poblando de consistencias eso que es y, dentro de ello, eso que somos: ciudadanos planetarios, urbanos en mayor proporción y usuarios incansables de redes de alta velocidad –de hecho, no somos ciudadanos de nuestro planeta tierra, sino de sus ciudades de concreción–. El lenguaje se constituye, de esta manera, en la única forma en la cual nos es dado aprehender el ser o, en otros términos, en la vía expedita a través de la cual lo que es en sí adquiere consistencia ante los ojos humanos como siendo para nosotros. En fin, nos aporta la materia del mundo, precisamente ahí, en su mundanidad. El lenguaje torna las cosas parte de nuestro mundo o, en otros términos, únicamente en él nos es posible habitar el mundo de las cosas. Solo al lenguajear nuestra existencia adquiere consistencia la materialidad del ser, de un ser que solo nos es dado aprehender lingüísticamente y que, lingüísticamente, llega a ser parte de nosotros: humanos, ciudadanos, occidentales, liberales, trabajadores, cibernautas, etc. Y sin embargo, con ello solo nos ha sido dado intuir, de forma necesaria aunque no suficiente, la mediación que el lenguaje establece entre nuestras palabras y las cosas o, si se desea, entre lenguaje y conocimiento. Ciertamente, lenguagiamos nuestro mundo. Y no consiste esta, tal vez, en una afirmación tan radical como podría llegar a serlo en relación con nuestra extrema incapacidad para configurar el mundo más allá de los límites del lenguaje. Nuestro mundo, transido de sentidos, pletórico de significados, emerge y naufraga continuamente en el océano infinito del lenguaje, más allá de lo cual nada puede ser para nosotros, al margen del cual nada es en nosotros y de cuya materia se encuentra constituido nuestro ser. Difícilmente nuestra vida colectiva se encontraría hoy tan determinada por esos descomunales cuerpos políticos coloquialmente llamados
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países, de no haber concebido lingüísticamente la existencia del Estado - nación como indisoluble connubio entre la circunvalación territorial de las fronteras y el régimen de la verdad intersubjetiva de la ley, y todo ello al interior del marco de la soberanía de un pueblo garante de la civilidad. Todo aquello que sabemos nos pertenece solo en la medida en la cual haya podido ser atrapado por y pueda permanecer retenido en nuestra red lingüística, constituyéndose el lenguaje en el trazado del mundo o, si se desea, en la forma pura que instaura la única posibilidad en la cual lo que es puede llegar a ser para nosotros. La palabra economía y la palabra mercado difícilmente podrían continuar gravitando si no se encontrasen anudadas por otras palabras, tales como oferta, demanda y una mano ya no tan invisible, precisamente, la del intervencionismo, y todo ello al interior del marco que ofrecen palabras como desarrollo y, más osadamente, progreso. Y progreso remite a evolución, evolución a adaptación y, si se desea, adaptación a supervivencia. En fin, lenguagiar el mundo consiste en el proceso de constitución de una red lingüística o, si se acepta, en el desarrollo natural de cierta capacidad para hacer de las meras cosas algo verdaderamente nuestro: precisamente, el desarrollo de nuestra sed por darle a cada cosa su lugar. Y sin embargo, con ello solo nos ha sido dado intuir, de forma necesaria aunque no suficiente, la mediación que el lenguaje establece entre el mundo de una conciencia y las cosas de nuestro mundo o, si se desea, entre lenguaje y verdad. Ciertamente, somos nuestro lenguaje del mundo. Justamente, comprendido al interior de ciertos desarrollos que hacen posible concebir al lenguaje en tanto cierta competencia que nos permite aprehender y dar razón del mundo. Aún más, en tanto se aprehende al lenguaje como el escenario en el cual no solo nos situamos en el mundo sino, como la carta de navegación que nos torna posible orientarnos en él. Expresiones tales como proyecto de vida, vida laboral y carrera profesional, entre otras, no solo se atan entre sí para dar razón de un mundo de cosas tal como estas se le presentan a la conciencia –esto es, fenoménicamente– sino, aún más, para dar razón de una conciencia de yo que se presume capaz
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de orientarse satisfactoriamente en su mundo. Coadyuvan, entonces, términos como objetivo, planificación, estrategia, proceso e inversión, entre otros, y todo ello al interior del marco de cierta realización en cuya búsqueda esperamos hallar nuestra felicidad. Si asistía algo de razón a Gadamer al señalar que la compresión, la interpretación y aplicación conforman un atado inextricable, debemos darle la razón a Kant cuando señaló que vivir consiste, precisamente, en tomar decisiones y orientar actos a partir de representaciones de las cuales somos, al menos parcialmente, su causa. En otros términos, el carácter humano de la vida acontece cuando somos causa de las representaciones que determinan nuestros actos. Si el virtuosismo hermenéutico en la interpretación de la vida solo puede darse al interior del continuo ciclo re-significante que establecen una conciencia intencional y el mundo fenoménico, el lenguaje se establece como la atalaya que permite aprehender un yo y una cosa imposibles de aprehender en sí mismos sino, tan solo, fenoménicamente. Cada decisión que nos atrevemos a tomar y cada acto que osamos realizar, suponen que hemos apostado por la comprensión de un mundo –que también somos nosotros mismos pero que no se reduce a nuestra mera asunción significativa– tal como nos hemos arriesgado a comprenderlo y no, precisamente, de todas las demás formas mediante las cuales podríamos haber configurado el mundo como nuestro. Y sin embargo, con ello solo nos ha sido dado intuir, de forma necesaria aunque no suficiente, la mediación que el lenguaje establece entre una conciencia de yo y el mundo de las cosas o, si se desea, entre lenguaje y psique. Ciertamente, somos el lenguaje del ser. Es difícil precisar el límite en el cual colindan y conviven la matemática y la gramática, las categorías lógicas y la semántica de los lexemas, la sintaxis de una proposición y la corrección de un silogismo, etc., al menos al interior de las fronteras que ha establecido la política del conocimiento. Y, no obstante, parece ser que el lenguaje consiste, precisamente, en ese vórtice en el cual cohabitan la materia y la forma, o en otros términos, el orden de un mundo que informa la imagen de nuestro pensamiento y un mundo ordena-
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do que se torna en la consistencia de nuestro conocimiento. El lenguaje se constituye, así, en el escenario en el cual el caos deviene en kosmos o, si se desea, el escenario en el cual el fárrago fenoménico de nuestra percepción de las cosas puede llegar a ser reducido a la aprehensión racionalmente determinada de un orden. El lenguaje, en tanto potencia, consiste en el correlato de un acto de pensamiento que ordena. Lenguagiar consistiría, justamente, en aprehender ordenadamente el mundo de las cosas o, de forma correlativa, en la estructura formal que permite dar razón ordenadamente de un mundo que, en tanto evidencia apodíctica incontrovertible, presuponemos kosmos. De hecho, la obligación que nos impuso Wittgenstein de callar en relación con aquello de lo cual no pudiéramos decir algo claramente posee un carácter más objetivo que moral, esto es, y a modo de imperativo categórico, nos obliga a reconocer que los problemas que tienen como fuente la incomprensión de la lógica de nuestro lenguaje (que, por cierto, no se reduce a la lógica) descansan, en última instancia, sobre nuestra incapacidad para comprender el mundo no como conjunto de cosas sino, en su lugar, como conjunto de hechos, aún más, no como el mero conjunto de los hechos epistemológicamente validados sino, en su lugar, como la totalidad de los hechos ontológicamente concluyentes. Nuestro lenguaje es pues, al menos parcialmente, el lenguaje del mundo de las cosas, el cual se nos da no obstante como el mundo de los hechos que, de hecho, acontecen incluso al margen de nuestra humana (y, por lo tanto, restringida) experiencia del ser. Nunca deberíamos obviar las implicaciones que conlleva comprender que, al lenguagiar, estamos obligados a hacerlo lógicamente, esto es, a hacer un uso correcto de la matemática del ser, en fin, del idioma del universo… claro está, a no ser que estemos dispuestos a dar cabida a aquellos fantasmas lingüísticos que tanto espantaban a Hobbes o al temerario uso dialéctico del entendimiento que tanto aterrorizó a Kant. Y sin embargo, con ello solo nos ha sido dado intuir, de forma necesaria aunque no suficiente, la mediación que el lenguaje establece entre la forma en la cual tomamos conciencia de nuestro mundo y el mundo de las cosas efectivas o, si se desea, entre lenguaje y lógica.
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Ciertamente, somos en el lenguaje. Dado que, al parecer, nuestras palabras pretenden dar razón no solo del contenido intencional de la conciencia sino, aún más, de la estructuración lógica mediante la cual las diversas cosas configuran el mundo de los hechos, el lenguaje se constituye en el escenario en el cual se configura el mundo de los sentidos, esto es, en el cual colisionan, se desmiembran y reconfiguran los significados humanos. En otros términos, aquello que las cosas son para una persona distinta a mí, al entrar en contacto con mi propio entendimiento y empezar a formar parte de mi conocimiento, empieza a ser en sí, esto es, tales sentidos y significados ya no pueden ser tratados únicamente como si fuesen verdaderos o falsos de acuerdo a cierta adecuación lógica al referir una determinada relación entre el entendimiento y la cosa sino, aún más, como algo que verdaderamente es así para alguien, aún más, como algo que verdaderamente puede ser así para un gran número de personas y que, precisamente al ser así y no de otra manera, da razón de su mundo de una manera tan incontrastable como de manera irrefutable puede hacerlo la lógica. De hecho, la constelación de palabras de nuestra red lingüística parece consistir en la referencia de cierto referente ontológico, a saber, de un mundo axiomático de cosas que solo se nos da epistémicamente al interior de un universo de hechos, tales como el amoroso cuidado de una madre, la devastadora arbitrariedad de la guerra, la seductora irracionalidad del amor o la insensible voracidad de un mercado que solo parece querer saber de los seres que son aquello que puedan llegar a hacer en tanto se demuestren competentes. El lenguaje se constituye en el único escenario en el cual aquellos sentidos y significados que originariamente no son más que una propiedad íntima y exclusiva llegan a convertirse en la constelación discursiva que instaura sobre nosotros su cielo estrellado y al interior de nosotros su ley moral. El lenguaje sedimenta. Y sin embargo, con ello solo nos ha sido dado intuir, de forma necesaria aunque no suficiente, la mediación que el lenguaje establece entre el mundo de nuestras conciencias particulares y las coordenadas genéricas que empiezan a informar –¡cómo negarlo!– el mundo de nuestras conciencias o, si se desea, entre lenguaje y sociedad.
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De la intuición inefable al lenguaje inaprehensible La discusión fundamental que Husserl sostiene en contra de la positivización del conocimiento humano radica en su contradictoria e insostenible estructura formal, a saber, cuando el pensamiento se determina a confinar las características particularmente humanas de la experiencia viva en el sombrío terreno de lo incognoscible –justamente, al evidenciarse irreductible a su lenguaje– mientras que, de manera simultánea, se arroga el deber de limitar efectivamente el régimen de la verdad humana mediante la imposición de sus caracteres meramente empíricos. No obstante, la inconsistencia fundamental que se anida en el seno de la reducción positivista del conocimiento impide que un mero lenguaje de hechos pueda constituirse, a su vez, en el lenguaje de la vida de los hombres, esto es, que podamos hacer del mundo de las cosas factuales algo efectivamente nuestro y, como su correlato, que nuestro mundo intencionalmente determinado pueda llegar a constituirse, efectivamente, en un mundo de hechos y no solo de desesperanzadas ilusiones. La solución a tan complejo predicamento parecería radicar, a primera vista, en la introducción de eso que las cosas son para nosotros al interior del conjunto de las cosas que efectivamente son en sí. No obstante, hoy nos vemos inundados por indicadores de percepción, índices de favorabilidad, jerarquías de ponderación y demás herramientas aparentemente cualitativas que, en última instancia, no consisten en algo diferente a una extrema reducción de los significados humanos a sus caracteres meramente empíricos, esto es, a la necesidad de identificar las preferencias para poder integrarlas como características constitutivas de un producto rentable y como criterios para la supervisión de sus procesos de fabricación. Los significados humanos habrían de reducirse, así, a una check list que tendría que asegurar las ventas. Que le digan a los intelectuales cuáles son las características de aquel conocimiento que las comunidades de interventores desean consumir para que puedan, por fin, determinarse a producir
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un best seller susceptible de ser validado y publicitado. Que se nos diga a todos cuáles son las cosas de las cuales puede hablarse objetivamente, cuáles los temas sobre los cuales conviene profundizar, cuáles las formas de las cuales se aceptaría que dijéramos algo; en suma, cuál es la manera en la cual nos resulta lícito hacer uso del lenguaje… En síntesis, la positivización de nuestro conocimiento que opera mediante la reducción de la manera en la cual hacemos uso de nuestro pensamiento parecen conllevar, como correlativo insoslayable, la reducción positivista de nuestro lenguaje. Es probable que aún estemos lejos de consolidar algo que pueda llamarse una Teoría general del lenguaje, precisamente, una que logre articular las exigencias gramaticales de las academias y sus regímenes de construcción, el rigor disciplinar de las comunidades y sus modos de veridicción, el afán de la conciencia por identificar sus intuiciones inefables y las exigencias de justicia de ciertos grupos sociales, en fin, que logre comunicar en lugar de separar aún más a un yo y a
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una cosa ubicados hoy a una distancia tan insalvable como desapacible, justamente ahí, en el escenario en el cual nos sería dado consolidar la relación que se establece entre la conciencia y el mundo, a saber, en el lenguaje. Sin embargo, es un hecho que la relación que sostenemos con la vida humana continuará siendo tan paupérrima como frágiles continúen siendo los lazos que, a través del lenguaje, se establecen entre el mero estar vivos y aquello que para los hombres significa vivir, justamente aquel sentido –inefable para nuestro lenguaje– que nos arroja a querer permanecer vivos, en fin, que al lenguagiar, de manera tanto individual como colectiva, conocemos nuestro mundo, pensamos nuestra vida y dotamos de sentido nuestra existencia. Y dado que, al parecer, aún no podemos decir algo clara y distintamente sobre nuestro lenguaje –que no sea meramente lógico, que no sea meramente gramático, que no sea meramente ético, que no sea meramente performativo, que no sea meramente construccionista, que no sea meramente…–, tal vez convenga imponernos categóricamente el deber de callar sobre el mismo.
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Hobbes, T. (2000). Tratado sobre el cuerpo. Madrid: Trotta. Husserl, E. (1991). La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental. Barcelona: Crítica. Husserl, E. (1999). Investigaciones lógicas. Madrid: Alianza. Kant, I. (1989). La metafísica de las costumbres. Bogotá: Tecnos. Kant, I. (2006). Crítica de la razón pura. México: Taurus. Rousseau, J. (1999). El contrato social. Madrid: EDAF.
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Heidegger, M. (1987). El Ser y el Tiempo. México: Fondo de Cultura Económica.
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Bernardo Hoyos Pérez: el adiós al maestro de la cultura Carlos Augusto Corredor Ramírez* Bernardo Hoyos Pérez:
Fecha de recepción: 31 de agosto de 2011
A goodbye to the master of culture
Fecha de revisión: 20 de septiembre de 2011 Fecha de aceptación: 9 de octubre de 2011
Mucho tiempo he estado acostándome temprano. A veces apenas había apagado la bujía, cerrábanse mis ojos tan presto, que ni tiempo tenía para decirme: “Ya me duermo”. Y media hora después despertábame la idea de que ya era hora de ir a buscar el sueño; quería dejar el libro, que se me figuraba tener aún entre las manos, y apagar de un soplo la luz; durante mi sueño no había cesado de reflexionar sobre lo recién leído, pero era muy particular el tono que tomaban esas reflexiones, porque me parecía que yo pasaba a convertirme en el tema de la obra, en una iglesia, en un cuarteto, en la rivalidad de Francisco I y Carlos Marcel Proust, En busca del tiempo perdido ¿Cuántas veces y cuantas horas el maestro Bernardo Hoyos leyó en español, en francés y en ingles este inicio de su obra favorita? Considero que el número es lo que menos atañe, pero lo que más dice de su culto frente a la obra de Marcel Proust. En una conferencia reciente publicada por el diario El Tiempo, expresaba que su pasión frente a este autor era irrefrenable, pues por fortuna o para su pesar, el hecho de haberse acercado a este modelo literario lo hizo abandonar a otros autores. Cuando se tiene cercanía inicial frente a este tipo de experiencias narrativas, siempre despiertan una distancia, dado que la manera rigurosa como se describen las acciones en la obra En busca del tiempo perdido, hacen que el lector
Carlos Augusto Corredor Ramírez
pase a un plano de fenomenólogo, donde entra a inspeccionar inductivamente ese mundo ficcional. A su vez se puede explorar la categoría que los físicos describen como el paso de un momento cero a uno, dado que es el tiempo como fenómeno quien define la posición de la mirada sobre las cosas y las hace íntegras, completas y detalladas.
* Licenciado en Filosofía y Letras, Universidad Santo Tomás. Magíster en Filosofía Latinoamericana, Universidad Santo Tomás. Docente Fundación Universitaria Los Libertadores. Correo electrónico: cacorredorr@ libertadores.edu.co.
Con esa misma prolijidad, Hoyos realizaba sus apreciaciones tanto en la emisora, como en su espacio de acercamiento al cine transmitido por un canal local. En el 2002 presentó, como lo era habitual un viernes de un mes cualquiera después de las 11:00 p.m., la película de Ingmar Bergman En presencia del payaso (Larmar och gör sig till, 1997). En este espacio de introito, le dedicó mucho tiempo a la relación entre Schubert (elemento extra-diegético en el film) y el personaje sombrío que participaba en este ejercicio dramático de representar a un hombre al borde de la locura. Cada palabra y cada reflexión apuntaban a esa gran pasión que para él implicaba hablar no solo de esos recursos del cine, sino del papel que cumple la fotografía y la música en la recreación de una escena fílmica. Esto es propio de un maestro que conoce con minuciosidad el cine y que a su vez explora formas de hacer de cada película un recurso hermenéutico donde pueden explotar múltiples herramientas que definen un referente colectivo.
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El mayor sentido de apropiación frente al reconocimiento de la imagen fílmica lo ha tenido con Ingmar Bergman, sin demeritar sus comentarios frente a Herzog, Kieslowsky, Buñuel, Chabrol, Carné, Truffáut y Fellini. En él encontró un vínculo particular, pues dentro del repertorio cinematográfico, decidió abordar filmes tales como El séptimo sello (Det Sjunde inseglet, 1957), donde se evoca una serie de recursos tomados de la filosofía medieval y plasmados con gran detalle y majestuosidad, recreando fielmente el papel de la muerte, parca que está recaudando hombres, con el propósito de generar el equilibrio en la humanidad. Allí la muerte es un elemento que genera “posibilidades”, las cuales dan chance al hombre de poder vencer este temor de perecer por medio de una partida de ajedrez. El sentido narrativo de Bergman es lo que facilitó el acercamiento de Hoyos a su obra cinematográfica, pues teniendo
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una gran influencia de los clásicos tendría la suficiencia para comparar con un poder avasallador el poder de la Electra de Eurípides y los monólogos de Segismundo visualizados en un contexto moderno, tal como lo manifiesta en su film Persona (1966). Entre sus gustos musicales estaban los grandes compositores como Bach, Strauss, Chopin, de quienes percibió esa armonía matemática que permite comprender los orígenes de las grandes obras y es esta orientación la que lo lleva a ser reconocido como una autoridad en este campo. Otras influencias sobrecogieron a Hoyos como Picasso, Velásquez y Goya, quienes en sus lienzos expresaban momentos coyunturales de la historia universal. Lo anterior solo es un esbozo de esa gran magnitud de percepciones que el maestro Bernardo Hoyos (q.e.p.d.) poseía y que le permitía dar múltiples definiciones sobre lo que llamaba su atención, y es desde allí donde generó poco a poco espacios gratos, llenos de cultura para la inmensa minoría.
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Wittgenstein, a perspective for the philosophical analysis based on the language games theory (pp. 63 - 73)
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DOCUMENTOS HISTÓRICOS* HISTORICAL DOCUMENTS
* En el marco de los 30 años de la Fundación Universitaria Los Libertadores, la Revista Dialéctica Libertadora Nº 6 presenta algunos de los documentos de los prohombres baluarte de la Institución. En la transcripción de los manuscritos se conservó su caligrafía original.
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por la Patria, la Libertad y la Justicia *
La ilusión del triunfo libertador inspiró al General Santander una sentida proclama para llamar al patriotismo y exaltar el valor y la disciplina de sus tropas. (1819) PROCLAMA DEL GRAL SANTANDER, COMANDANTE EN GÉFE DE LAS TROPAS DE CAZANARE Á ELLAS Á LOS HABITANTES DE LA PROVINCIA Cuando en los últimos días de Noviembre del año pasado tuve la satisfacción de poner el pié en el territorio de Casanare, consagrado á la LIBERTAD, lloré sobre las males en que lo encontré sumergido. Sin fuerzas suficientes, que oponer al Enemigo, que se preparaba á invadir la Provincia: dispersos, y disminuidos los Cuerpos del Ejército: el Tesoro Público exhausto, y lo que era mas sensible, los ánimos todos discordes, divididos, oponiendo dificultades para realizar los proyectos, ó medidas mas saludables; tal era el melancólico estado en que se hallaba esta heroica Provincia. Después de tres meses de mi mando ¡qué aspecto tan diferente presenta á nuestros Conciudadanos! Un Ejército formidable por su número, formidable por su valor, mas formidable, por su disciplina forma las esperanzas de todos los Granadinos: el Tesoro está recibiendo fondos conque ocurrir á los gastos del Ejército, sin necesidad de acudir a contribuciones extraordinarias: la discordia ha desparecido, y en su lugar imperan el orden, la organización, y la tranquilidad. Casanare en vez de temer á los Tiranos, es temible á sus depravados
* A.G.N. Sección República. Secretaría de Guerra y Marina, Tomo 323, folios 376-379.
designios. Estoy muy distante de atribuirme el mérito de tan feliz, y pronta transformación. Nos soy Yo, sois vosotros, los que la habéis efectuado Dóciles, obedientes, y animados de un PATRIOTISMO puro, muy poco he tenido, que poner de mi parte. El Militar, el Labrador, el Eclesiástico, todos han cooperado con el mayor interés á la creación de tropas, a su organización, a su subsistencia, al restablecimiento del orden, y pública tranquilidad. Oficiales: Soldados: Ciudadanos de todos estados: me glorio de estar al frente de hombres, cuyo patriotismo, y obediencia no tienen límites. Me lisonjeo con la esperanza de que sabréis sostener, y conservar la obra de vuestros esfuerzos. Me prometo, que con el mismo interés conque hasta hoy os habéis conducido, os conduciréis, no solamente en la defensa de dicha Provincia, sino en las operaciones que emprendiéremos contra los opresores de nuestra PATRIA. Soldados: de vuestra constancia y de vuestro valor depende la suerte de la Nueva Granada. Ciudadanos: de vuestro PATRIOTISMO depende el aumento, y conservación de Ejército. No manchéis vuestro nombre, ni hagáis gemir en una perpetua servidumbre á vuestros Compatriotas. O perder la vida combatiendo contra los Enemigos de la INDEPENDENCIA, ó salvarla con gloria, y con honor libertando nuestro País, es la alternativa que os resta, y que Yo debo presentaros. Al Cuartel General en la Laguna á 17 de Marzo de 1819.-Firmado.F.P. Santander.”
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Carta de Antonio Nariño al General Simón Bolívar* Antonio Nariño´s letter to General Simón Bolívar
Rosario 10 de mayo de 1821 Mi buen amigo, mi Respetable General la carta de V. de 21 del pasado, que he leído y releído muchas veces me ha causado un(sic) sensación extraordinaria. En ella pinta V. con viveza y puntualidad los males que padece la Patria, es indubitable que quien conoce el mal está en aptitud de aplicar el remedio. Por otra parte se obstina V. en querer dejar el mando, y si esta resolución, que lleva V. demasiado lejos, le hace honor y manifiesta sentimientos sublimes de un verdadero ciudadano, ella nos es perjudicial; no porque no sea cierto que las graves atenciones de la guerra deban impedir a V. entrar en una porción de pormenores de un Gobierno que se esta formando, sino porque su enflujo de V. sobre todas las clases de la sociedad es el único que puede hacer marchar esta máquina de ruedas complicadas y sin cinto. Yo me habría creído criminal para con la Patria si en las circunstancias en que nos hallamos me hubiera dejado llevar por sus reflecciones y le hubiera dado gusto; no, mi amigo, el que ha arrostrado por 27 años el furor de los españoles por amor a su Patria, no ve jamás delante de sí sino otra misma Patria, y cierra los ojos a to// da otra consideración, y a la misma amistad. Usted me ha honrrado con la suya, usted me ha distinguido desde el momento que nos hemos visto, y haría traición a mi corazón si no le hablara con la franqueza que estas consideraciones me deben. En toda otra circunstancia, yo mismo le aconsejaria a V. la renuncia, no para que descanzara sino para quitar hasta las sombras que pudieran empañar una reputación, una celebridad justamente adquirida; pero en el día la creo perjudicial a los intereses comunes, asi, mi amigo en esta ocasión, no he creído deber acceder a sus deseos, y lejos de haberlos apoyado, he hecho todo lo contrario.
El Congreso se instaló el domingo 6 del corriente, venciendo cuantas dificultades se me opusieron, y entre ellas la mayor fue la del número de los diputados; pues en lugar de esperar que aguardando se aumentaran, iva sucediendo lo contrario, que se ivan disminuyendo; y yo crei que lo que nos convenía era que se instalará, aunque después se disuelva, por que en esto creo yo no son responsables, por esta vera usted las razones en que me he fundado para instalarlo con menos de las dos terceras partes. Lo que hasta ahora tienen de bueno es que no hay venezolanos ni cundinamarqueses, y que si hay alguna rivalidad es de deferencia queriéndose sobrepujar los unos a los otros. Va la contestación del Congreso, que aunque no la he visto me dicen que dejan las cosas como se están para que no agriándose usted con la no admisión de su renuncia, siga su marcha el Gobierno sin hacer novedad, que es lo que nos conviene.
* A.G.N., Sección Colecciones, Enrique Ortega R., Caja 81, Carpeta 296, folios 2219922200.
Tengo oficiado a Maracayvo para que su Gobernador me informe sobre el estado político de aquélla plaza, y sobre la opinión publica, pues hay sus hablillas sobre que se van trastornando, y yo quisiera que en caso de moverse de aquí el Congreso fuera a Maracayvo, porque se afianzaría con esto la opinión publica, el Gobierno se pondría en un puesto mas ventajoso para sus relaciones con todos los puntos de la costa, y encontraría allí recursos que aquí es imposible encontrar. Yo no se todavía sobre esto lo que se debe esperar. Aquí me encuentro con embarazos muy grandes con los comandantes militares que gobiernan en lo político, y no quieren obedecer las providencias que el Gobierno expide en esta
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parte. El de estos valles donde reside el Gobierno y el Congreso, nos ha dicho que él no depende ni del Vicepresidente ni del Congreso, sino del General de la Guardia a quien pertenece este territorio; y yo he creído deber manejar este punto con prudencia, hasta que usted expida una orden que levante unos obstáculos que dependen de la ignorancia de estas gentes, y que subsistiendo son ociosas las funciones de la Vicepresidencia. El Congreso ha comenzado a tratar en sesiones extraordinarias el punto de su subsistencia, y anoche me han pedido las órdenes que usted haya expedido para el efecto; yo pienso enviarles una por todas, y es la contestación que usted da Aresola (sic) sobre las consultas que este se hace sobre gastos de secretaria y del Congreso, en ella esta recapitulado cuanto hay que decirles. La imprenta no ha llegado, y como la que hay aquí no alcanza para dar una gaceta, dispuse que se diera aunque fuese un
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boletín, de que remito una docena de ejemplares, pero como tampoco tenemos aquí mas personas para estos trabajos, me vi precisado a encargarlo a los mismos diputados y si la imprenta tarda creo que no podrán seguir los mismos editores, pues será un milagro sino se nos ofrecen algunas contestaciones con el cuerpo de que son miembros. Paséelo usted bien, mi estimado amigo, que el cielo llene de bendiciones su trabajos y fatigas, y que dentro de poco tiempo tengamos el gusto de oyr la libertad de Venezuela, y de dar a usted un estrecho abrazo, su apasionado servidor y amigo. Nariño. (firma y rúbrica) P.D. no va lo que dije al Congreso al tiempo de su instalación porque aun andan rodando sobre manera los apuntes que hice, y que aun no están cordinados; en estando los remitiré.
Al General Bolívar.
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Discurso de Angostura*
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Discurso publicado en el Correo del Orinoco, números 19, 20, 21 y 22 del 20 de febrero al 13 de marzo de 1819. El Libertador, en carta de Tunja de 26 de marzo de 1820, escribía lo siguiente al general Santander: «Mando a usted la Gaceta. Número 22, para la continuación de mi discurso; en ella es menester tomar el mayor interés en sus enmendaduras, porque lo he hecho en el mayor desorden, pero lo que está borrado debe no ponerse. Lo que está subrayado, como son las expresiones de Montesquieu, que se ponga en letra bastardilla, y la divisa en letra mayúscula» La reproducción la hizo Nicomedes Lora en la imprenta de B. Espinosa, año de 1820. Nosotros hemos adoptado la versión del Correo del Orinoco. 1819 Señor. ¡Dichoso el ciudadano que bajo el escudo de las armas de su mando ha convocado la soberanía nacional para que ejerza su voluntad absoluta! Yo, pues, me cuento entre los seres más favorecidos de la Divina Providencia, ya que he tenido el honor de reunir a los representantes del pueblo de Venezuela en este augusto Congreso, fuente de la autoridad legítima, depósito de la voluntad soberana y árbitro del destino de la nación. Al trasmitir a los representantes del pueblo el Poder Supremo que se me había confiado, colmo los votos de mi corazón, los de mis conciudadanos y los de nuestras futuras generaciones, que todo lo esperan de vuestra sabiduría, rectitud y prudencia. Cuando cumplo con este dulce deber, me liberto de la inmensa autoridad que me agobiaba , como de la responsabilidad ilimitada que pesaba sobre mis débiles fuerzas. Solamente una necesidad forzosa, unida a la voluntad imperiosa del pueblo, me habría sometido al terrible y peligroso encargo de Dictador
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Jefe Supremo de la República. ¡Pero ya respiro devolviéndoos esta autoridad, que con tanto riesgo, dificultad y pena he logrado mantener en medio de las tribulaciones más horrorosas que pueden afligir a un cuerpo social! No ha sido la época de la República, que he presidido, una mera tempestad política, ni una guerra sangrienta, ni una anarquía popular, ha sido, sí, el desarrollo de todos los elementos desorganizadores; ha sido la inundación de un torrente infernal que ha sumergido la tierra de Venezuela. Un hombre, ¡y un hombre como yo!, ¿qué diques podría oponer al ímpetu de estas devastaciones? En medio de este piélago de angustias no he sido más que un vil juguete del huracán revolucionario que me arrebataba como una débil paja. Yo no he podido hacer ni bien ni mal; fuerzas irresistibles han dirigido la marcha de nuestros sucesos; atribuírmelos no sería justo y sería darme una importancia que no merezco. ¿Queréis conocer los autores de los acontecimientos pasados y del orden actual? Consultad los anales de España, de América, de Venezuela; examinad las Leyes de Indias, el régimen de los antiguos mandatarios, la influencia de la religión y del dominio extranjero; observad los primeros actos del gobierno republicano, la ferocidad de nuestros enemigos y el carácter nacional. No me preguntéis sobre los efectos de estos trastornos para siempre lamentables; apenas se me puede suponer simple instrumento de los grandes móviles que han obrado sobre Venezuela; sin embargo, mi vida, mi conducta, todas mis acciones públicas y privadas están sujetas a la censura del pueblo. ¡Representantes! Vosotros debéis juzgarlas. Yo someto la historia de mi mando a vuestra imparcial decisión; nada añadiré para excusarla; ya he dicho cuanto puede hacer mi apología. Si merezco vuestra aprobación, habré alcanzado el sublime título de buen ciudadano, preferible para mí al de
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* Colección: Misceláneas. Temas: Bolívar, Simón, 17831830 -- Correspondencia, memorias, etc.;Colombia -- Historia -- 1819-1831 -- Fuentes; Congreso de Angostura, 1819.
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Libertador que me dio Venezuela, al de Pacificador que me dio Cundinamarca, y a los que el mundo entero puede dar. ¡Legisladores! Yo deposito en vuestras manos el mando supremo de Venezuela. Vuestro es ahora el augusto deber de consagraros a la felicidad de la República; en vuestras manos está la balanza de nuestros destinos, la medida de nuestra gloria, ellas sellarán los decretos que fijen nuestra libertad. En este momento el Jefe Supremo de la República no es más que un simple ciudadano; y tal quiere quedar hasta la muerte. Serviré, sin embargo, en la carrera de las armas mientras haya enemigos en Venezuela. Multitud de beneméritos hijos tiene la patria capaces de dirigirla, talentos, virtudes, experiencia y cuanto se requiere para mandar a hombres libres, son el patrimonio de muchos de los que aquí representan el pueblo; y fuera de este Soberano Cuerpo se encuentran ciudadanos que en todas épocas han mostrado valor para arrostrar los peligros, prudencia para evitarlos, y el arte, en fin, de gobernarse y de gobernar a otros. Estos ilustres varones merecerán, sin duda, los sufragios del Congreso y a ellos se encargará del gobierno, que tan cordial y sinceramente acabo de renunciar para siempre. La continuación de la autoridad en un mismo individuo frecuentemente ha sido el término de los gobiernos democráticos. Las repetidas elecciones son esenciales en los sistemas populares, porque nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía. Un justo celo es la garantía de la libertad republicana, y nuestros ciudadanos deben temer con sobrada justicia que el mismo magistrado, que los ha mandado mucho tiempo, los mande perpetuamente. Ya, pues, que por este acto de mi adhesión a la libertad de Venezuela puedo aspirar a la gloria de ser contado entre sus más fieles amantes, permitidme, señor, que exponga con la franqueza de un verdadero republicano mi respetuoso dictamen en este Proyecto de Constitución que me tomo la liber-
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tad de ofreceros en testimonio de la sinceridad y del candor de mis sentimientos. Como se trata de la salud de todos, me atrevo a creer que tengo derecho para ser oído por los representantes del pueblo. Yo se muy bien que vuestra sabiduría no ha menester de consejos, y sé también que mi proyecto acaso, os parecerá erróneo, impracticable. Pero, señor, aceptad con benignidad este trabajo, que más bien es el tributo de mi sincera sumisión al Congreso que el efecto de una levedad presuntuosa. Por otra parte, siendo vuestras funciones la creación de un cuerpo político y aun se podría decir la creación de un sociedad entera, rodeada de todos los inconvenientes que presenta una situación la más singular y difícil, quizás el grito de un ciudadano puede advertir la presencia de un peligro encubierto o desconocido. Echando una ojeada sobre lo pasado, veremos cuál es la base de la República de Venezuela. Al desprenderse América de la Monarquía Española, se ha encontrado, semejante al Imperio Romano, cuando aquella enorme masa, cayó dispersa en medio del antiguo mundo. Cada desmembración formó entonces una nación independiente con forme a su situación o a sus intereses; pero con la diferencia de que aquellos miembros volvían a restablecer sus primeras asociaciones. Nosotros ni aun conservamos los vestigios de lo que fue en otro tiempo; no somos europeos, no somos indios, sino una especie media entre los aborígenes y los españoles. Americanos por nacimiento y europeos por derechos, nos hallamos en el conflicto de disputar a los naturales los títulos de posesión y de mantenernos en el país que nos vio nacer, contra la oposición de los invasores; así nuestro caso es el más extraordinario y complicado. Todavía hay más; nuestra suerte ha sido siempre puramente pasiva, nuestra existencia política ha sido siempre nula y nos hallamos en tanta más dificultad para alcanzar la libertad, cuanto que estábamos colocados en un grado inferior al de la servidumbre; porque no solamente se nos había robado la libertad, sino también la tiranía activa y doméstica. Permítaseme explicar esta paradoja. En el régimen absoluto, el poder autorizado no admite límites. La voluntad del déspota, es la ley suprema ejecutada arbitrariamente por los subalternos que participan de la opresión organizada en razón de la autoridad
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de que gozan. Ellos están encargados de las funciones civiles, políticas, militares y religiosas, pero al fin son persas los sátrapas de Persia, son turcos los bajáes del gran señor, son tártaros los sultanes de la Tartaria. China no envía a buscar mandarines a la cuna de Gengis Kan que la conquistó. Por el contrario, América, todo lo recibía de España que realmente la había privado del goce y ejercicio de la tiranía activa; no permitiéndonos sus funciones en nuestros asuntos domésticos y administración interior. Esta abnegación nos había puesto en la imposibilidad de conocer el curso de los negocios públicos; tampoco gozábamos de la consideración personal que inspira el brillo del poder a los ojos de la multitud, y que es de tanta importancia en las grandes revoluciones. Lo diré de una vez, estábamosabstraídos, ausentes del universo, en cuanto era relativo a la ciencia del gobierno. Uncido el pueblo americano al triple yugo de la ignorancia, de la tiranía y del vicio, no hemos podido adquirir, ni saber, ni poder, ni virtud. Discípulos de tan perniciosos maestros las lecciones que hemos recibido, y los ejemplos que hemos estudiado, son los más destructores. Por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza; y por el vicio se nos ha degradado más bien que por la superstición. La esclavitud es la hija de las tinieblas; un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción; la ambición, la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia, de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil; adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la libertad; la traición por el patriotismo; la venganza por la justicia. Semejante a un robusto ciego que, instigado por el sentimiento de sus fuerzas, marcha con la seguridad del hombre más perspicaz, y dando en todos los escollos no puede rectificar sus pasos. Un pueblo pervertido si alcanza su libertad, muy pronto vuelve a perderla; porque en vano se esforzarán en mostrarle que la felicidad consiste en la práctica de la virtud; que el imperio de las leyes es más poderoso que el de los tiranos, porque son más inflexibles, y todo debe someterse a su benéfico rigor; que las buenas costumbres, y no la fuerza, son las columnas de las leyes; que el ejercicio de la justicia es el ejercicio de la libertad. Así, legisladores, vuestra empresa es tanto más ímproba cuanto que tenéis que constituir a hombres pervertidos por las ilusiones del error, y por
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incentivos nocivos. «La libertad-dice Rousseau es un alimento suculento, pero de difícil digestión». Nuestros débiles conciudadanos tendrán que enrobustecer su espíritu mucho antes que logren digerir el saludable nutritivo de la libertad. Entumidos sus miembros por las cadenas, debilitada su vista en las sombras de las mazmorras, y aniquilados por las pestilencias serviles, ¿eran capaces de marchar con pasos firmes hacia el augusto templo de la libertad? ¿Serán capaces de admirar de cerca sus espléndidos rayos y respirar sin opresión el éter puro que allí reina? Meditad bien vuestra elección, legisladores. No olvidéis que vais a echar los fundamentos a un pueblo naciente que podrá elevarse a la grandeza que la naturaleza le ha señalado, si vosotros proporcionáis su base al eminente rango que le espera. Si vuestra elección no está presidida por el genio tutelar de Venezuela que debe inspiraros el acierto de escoger la naturaleza y la forma de gobierno que vais a adoptar para la felicidad del pueblo; si no acertáis, repito, la esclavitud será el término de nuestra transformación. Los anales de los tiempos pasados os presentarán millares de gobiernos. Traed a la imaginación las naciones que han brillado sobre la tierra, y contemplaréis afligidos que casi toda la tierra ha sido, y aún es, víctima de sus gobiernos. Observaréis muchos sistemas de manejar hombres, mas todos para oprimirlos; y si la costumbre de mirar al género humano conducido por pastores de pueblos, no disminuyese el horror de tan chocante espectáculo, nos pasmaríamos al ver nuestra dócil especie pacer sobre la superficie del globo como viles rebaños destinados a alimentar a sus crueles conductores. La naturaleza, a la verdad, nos dota al nacer del incentivo de la libertad; mas sea pereza, sea propensión inherente a la humanidad, lo cierto es que ella reposa tranquila aunque ligada con las trabas que le imponen. Al contemplarla en este estado de prostitución, parece que tenemos razón para persuadirnos que, los más de los hombres tienen por verdadera aquella humillante máxima, que más cuesta mantener el equilibrio de la libertad que soportar el peso de la tiranía. ¡Ojalá que esta máxima contraria a la moral de la naturaleza, fuese falsa! ¡Ojalá que esta máxima no estuviese sancionada
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por la indolencia de los hombres con respecto a sus derechos más sagrados! Muchas naciones antiguas y modernas han sacudido la opresión; pero son rarísimas las que han sabido gozar de algunos preciosos momentos de libertad; muy luego han recaído en sus antiguos vicios políticos; porque son los pueblos, más bien que los gobiernos, los que arrastran tras sí la tiranía. El hábito de la dominación, los hace insensibles a los encantos del honor y de la prosperidad nacional; y miran con indolencia la gloria de vivir en el movimiento de la libertad, bajo la tutela de leyes dictadas por su propia voluntad. Los fastos del universo proclaman esta espantosa verdad. Sólo la democracia, en mi concepto, es susceptible de una absoluta libertad; pero ¿cuál es el gobierno democrático que ha reunido a un tiempo, poder, prosperidad y permanencia? ¿Y no se ha visto por el contrario la aristocracia, la monarquía cimentar grandes y poderosos imperios por siglos y siglos? ¿Qué gobierno más antiguo que el de China? ¿Qué República ha excedido en duración a la de Esparta, a la de Venecia? ¿El Imperio Romano no conquistó la tierra? ¿No tiene Francia catorce siglos de monarquía? ¿Quién es más grande que Inglaterra? Estas naciones, sin embargo, han sido o son aristocracias y monarquías. A pesar de tan crueles reflexiones, yo me siento arrebatado de gozo por los grandes pasos que ha dado nuestra República al entrar en su noble carrera. Amando lo más útil, animada de lo más justo, y aspirando a lo más perfecto al separarse Venezuela de la nación española, ha recobrado su independencia, su libertad, su igualdad, su soberanía nacional. Constituyéndose en una República democrática, proscribió la monarquía, las distinciones, la nobleza, los fueros, los privilegios; declaró los derechos del hombre, la libertad de obrar, de pensar, de hablar y de escribir. Estos actos eminentemente liberales jamás serán demasiado admirados por la pureza que los ha dictado. El primer Congreso de Venezuela ha estampado en los anales de nuestra legislación con caracteres indelebles, la majestad del pueblo dignamente expresada, al sellar el acto social más capaz de formar la dicha de una nación. Necesito de recoger todas mis fuerzas para sentir con toda la vehemencia de que
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soy susceptible, el supremo bien que encierra en sí este Código inmortal de nuestros derechos y de nuestras leyes. ¡Pero cómo osaré decirlo! ¿Me atreveré yo a profanar, con mi censura las tablas sagradas de nuestras leyes?... Hay sentimientos que no se pueden contener en el pecho de un amante de la patria; ellos rebosan agitados por su propia violencia, y a pesar del mismo que los abriga, una fuerza imperiosa los comunica. Estoy penetrado de la idea de que el gobierno de Venezuela debe reformarse; y que aunque muchos ilustres ciudadanos piensan como yo, no todos tienen el arrojo necesario para profesar públicamente la adopción de nuevos principios. Esta consideración me insta a tomar la iniciativa en un asunto de la mayor gravedad, y en que hay sobrada audacia en dar avisos a los consejeros del pueblo. Cuanto más admiro la excelencia de la Constitución federal de Venezuela, tanto más me persuado de la imposibilidad de su aplicación a nuestro estado. Y, según mi modo de ver, es un prodigio que su modelo en el Norte de América subsista tan prósperamente y no se trastorne al aspecto del primer embarazo o peligro. A pesar de que aquel pueblo es un modelo singular de virtudes políticas y de ilustración moral; no obstante que la libertad ha sido su cuna, se ha criado en la libertad, y se alimenta de pura libertad; lo diré todo, aunque Bajo de muchos respectos, este pueblo es único en la historia del género humano es un prodigio, repito, que un sistema tan débil y complicado como el federal haya podido regirlo en circunstancias tan difíciles y delicadas como las pasadas. Pero sea lo que fuere de este gobierno con respecto a la nación norteamericana, debo decir, que ni remotamente ha entrado en mi idea asimilar la situación y naturaleza de los Estados tan distintos como el inglés americano y el americano español. ¿No sería muy difícil aplicar a España el Código de libertad política, civil y religiosa de Inglaterra? Pues aun es más difícil adaptar en Venezuela las leyes de Norteamérica. ¿No dice el Espíritu de las Leyes que éstas deben ser propias para el pueblo que se hacen? ¿Que es una gran casualidad que las de una nación puedan convenir a otra? ¿Que las leyes deben ser relativas a lo físico del país, al clima, a la calidad del terreno, a su situación, a su extensión, al género de vida de los pueblos? ¿Referirse al grado de libertad que la Constitución puede sufrir, a la religión de los habitantes, a sus inclinaciones, a
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sus riquezas, a su número, a su comercio, a sus costumbres, a sus modales? ¡He aquí el Código que debíamos consultar, y no el de Washington! La Constitución venezolana sin embargo de haber tomado sus bases de la más perfecta, si se atiende a la corrección de los principios y a los efectos benéficos de su administración, difirió esencialmente de la americana en un punto cardinal y, sin duda, el más importante. EL Congreso de Venezuela como el americano participa de algunas de las atribuciones del Poder Ejecutivo. Nosotros, además, subdividimos este Poder habiéndolo sometido a un cuerpo colectivo sujeto, por consiguiente, a los inconvenientes de hacer periódica la existencia del gobierno, de suspenderla y disolverla siempre que se separan sus miembros. Nuestro triunvirato carece, por decirlo, de unidad, de continuación y de responsabilidad individual; está privado de acción momentánea, de vida continua, de uniformidad real, de responsabilidad inmediata y un gobierno que no posee cuanto constituye su moralidad, debe llamarse nulo. Aunque las facultades del Presidente de los Estados Unidos están limitadas con restricciones excesivas, ejerce por sí solo todas las funciones gubernativas que la Constitución le atribuye, y es indudable que su administración debe ser más uniforme, constante y verdaderamente propia, que la de un poder diseminado entre varios individuos cuyo compuesto no puede ser sernos menos que monstruoso. El poder judicial en Venezuela es semejante al americano, indefinido en duración, temporal y no vitalicio, goza de toda la independencia que le corresponde. El Primer Congreso en su Constitución federal más consultó el espíritu de las provincias, que la idea sólida de formar una República indivisible y central. Aquí cedieron nuestros legisladores al empeño inconsiderado de aquellos provinciales seducidos por el deslumbrante brillo de la felicidad del pueblo americano, pensando que, las bendiciones de que goza son debidas exclusivamente a la forma de gobierno y no al carácter y costumbres de los ciudadanos. Y, en efecto, el ejemplo de los Estados Unidos, por su peregrina prosperidad, era de-
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masiado lisonjero para que no fuese seguido. ¿Quién puede resistir al atractivo victorioso del goce pleno y absoluto de la soberanía, de la independencia, de la libertad? ¿Quién puede resistir al amor que inspira un gobierno inteligente que liga a un mismo tiempo, los derechos particulares a los derechos generales; que forma de la voluntad común la ley suprema de la voluntad individual? ¿Quién puede resistir al imperio de un gobierno bienhechor que con una mano hábil, activa, y poderosa dirige siempre, y en todas partes, todos sus resortes hacia la perfección social, que es el fin único de las instituciones humanas? Mas por halagüeño que parezca, y sea en efecto este magnifico sistema federativo, no era dado a los venezolanos gozarlo repentinamente al salir de las cadenas. No estábamos preparados para tanto bien; el bien, como el mal, da la muerte cuando es súbito y excesivo. Nuestra constitución moral no tenía todavía La consistencia necesaria para recibir el beneficio de un gobierno completamente representativo, y tan sublime que podía ser adaptado a una república de santos. ¡Representantes del Pueblo! Vosotros estáis llamados para consagrar, o suprimir cuanto os parezca digno de ser conservado, reformado, o desechado en nuestro pacto social. A vosotros pertenece el corregir la obra de nuestros primeros legisladores; yo querría decir, que a vosotros toca cubrir una parte de la belleza que contiene nuestro Código político; porque no todos los corazones están formados para amar a todas las beldades; ni todos los ojos, son capaces de soportar la luz celestial de la perfección. EL libro de los Apóstoles, la moral de Jesús, la obra Divina que nos ha enviado la Providencia para mejorar a los hombres, tan sublime, tan santa, es un diluvio de fuego en Constantinopla, y el Asia entera ardería en vivas llamas, si este libro de paz se le impusiese repentinamente por código de religión, de leyes y de costumbres. Séame permitido llamar la atención del Congreso sobre una materia que puede ser de una importancia vital. Tengamos presente que nuestro pueblo no es el europeo, ni el americano del norte, que más bien es un compuesto de África y de América, que una emanación de Europa, pues que hasta
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España misma, deja de ser Europa por su sangre africana, por sus instituciones y por su carácter. Es imposible asignar con propiedad a qué familia humana pertenecemos. La mayor parte del indígena se ha aniquilado, el europeo se ha mezclado con el americano y con el africano, y éste se ha mezclado con el indio y con el europeo. Nacidos todos del seno de una misma madre, nuestros padres, diferentes en origen y en sangre, son extranjeros, y todos difieren visiblemente en la epidermis; esta desemejanza trae un reato de la mayor trascendencia. Los ciudadanos de Venezuela gozan todos por la Constitución, intérprete de la naturaleza, de una perfecta igualdad política. Cuando esta igualdad no hubiese sido un dogma en Atenas, en Francia y en América, deberíamos nosotros consagrarlo para corregir la diferencia que aparentemente existe. Mi opinión es, legisladores, que el principio fundamental de nuestro sistema, depende inmediata y exclusivamente de la igualdad establecida y practicada en Venezuela. Que los hombres nacen todos con derechos iguales a los bienes de la sociedad, está sancionado por la pluralidad de los sabios; como también lo está que no todos los hombres nacen igualmente aptos a la obtención de todos los rangos; pues todos deben practicar la virtud y no todos la practican; todos deben ser valerosos, y todos no lo son; todos deben poseer talentos, y todos no lo poseen. De aquí viene la distinción efectiva que se observa entre los individuos de la sociedad más liberalmente establecida. Si el principio de la igualdad política es generalmente reconocido, no lo es menos el de la desigualdad física y moral. La naturaleza hace a los hombres desiguales, en genio, temperamento, fuerzas y caracteres. Las leyes corrigen esta diferencia porque colocan al individuo en la sociedad para que la educación, la industria, las artes, los servicios, las virtudes, le den una igualdad ficticia, propiamente llamada política y social. Es una inspiración eminentemente benéfica, la reunión de todas las clases en un estado, en que la diversidad se multiplicaba en razón de la propagación de la especie. Por este solo paso se ha arrancado de raíz la cruel discordia. ¡Cuántos celos, rivalidades y odios se han evitado! Habiendo ya cumplido con la justicia, con la humanidad, cumplamos ahora con la política, con la sociedad, allanando las dificultades que opone un sistema tan sencillo y natural, mas
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tan débil que el menor tropiezo lo trastorna, lo arruina. La diversidad de origen requiere un pulso infinitamente firme, un tacto infinitamente delicado para manejar esta sociedad heterogénea cuyo complicado artificio se disloca, se divide, se disuelve con la más ligera alteración. El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política. Por las leyes que dictó el primer Congreso tenemos derecho de esperar que la dicha sea el dote de Venezuela; y por las vuestras, debemos lisonjearnos que la seguridad y la estabilidad eternizarán esta dicha. A vosotros toca resolver el problema. ¿Cómo, después de haber roto todas las trabas de nuestra antigua opresión podemos hacer la obra maravillosa de evitar que los restos de nuestros duros hierros no se cambien en armas liberticidas? Las reliquias de la dominación española permanecerán largo tiempo antes que lleguemos a anonadarlas; el contagio del despotismo ha impregnado nuestra atmósfera, y ni el fuego de la guerra, ni el específico de nuestras saludables leyes han purificado el aire que respiramos. Nuestras manos ya están libres, y todavía nuestros corazones padecen de las dolencias de la servidumbre. EL hombre, al perder la libertad, decía Homero, pierde la mitad de su espíritu. Un gobierno republicano ha sido, es, y debe ser el de Venezuela; sus bases deben ser la soberanía del pueblo, la división de los poderes, la libertad civil, la proscripción de la esclavitud, la abolición de la monarquía y de los privilegios. Necesitamos de la igualdad para refundir, digámoslo así, en un todo, la especie de los hombres, las opiniones políticas y las costumbres públicas. Luego, extendiendo la vista sobre el vasto campo que nos falta por recorrer, fijemos la atención sobre los peligros que debemos evitar. Que la historia nos sirva de guía en esta carrera. Atenas, la primera, nos da el ejemplo más brillante de una democracia absoluta, y al instante, la misma Atenas, nos ofrece el ejemplo más melancólico de la extrema debilidad de esta especie de gobierno. El más sabio legislador de Grecia no vio conservar su República diez años, y sufrió la humillación de reconocer la insuficiencia de la democracia absoluta para regir ninguna especie de sociedad, ni con la más cuita, morígera y limitada, porque sólo brilla con relámpagos de libertad. Reco-
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nozcamos, pues, que Solón ha desengañado al mundo; y le ha enseñado cuán difícil es dirigir por simples leyes a los hombres. La República de Esparta, que parecía una invención quimérica, produjo más efectos reales que la obra ingeniosa de Solón. Gloria, virtud moral, y, por consiguiente, la felicidad nacional, fue el resultado de la legislación de Licurgo. Aunque dos reyes en un Estado son dos monstruos para devorarlo, Esparta poco tuvo que sentir de su doble trono, en tanto que Atenas se prometía la suerte más espléndida, con una soberanía absoluta, libre elección de magistrados, frecuentemente renovados. Leyes suaves, sabias y políticas. Pisístrato, usurpador y tirano fue más saludable a Atenas que sus leyes; y Pericles, aunque también usurpador, fue el más útil ciudadano. La República de Tebas no tuvo más vida que la de Pelópidas y Epaminondas; porque a veces son los hombres, no los principios, los que forman los gobiernos. Los códigos, los sistemas, los estatutos por sabios que sean son obras muertas que poco influyen sobre las sociedades: ¡hombres virtuosos, hombres patriotas, hombres ilustrados constituyen las repúblicas! La Constitución Romana es la que mayor poder y fortuna ha producido a ningún pueblo del mundo; allí no había una exacta distribución de los poderes. Los Cónsules, el Senado, el Pueblo, ya eran Legisladores, ya magistrados, ya Jueces; todos participaban de todos los poderes. El Ejecutivo, compuesto de dos Cónsules, padecía el mismo inconveniente que el de Esparta. A pesar de su deformidad no sufrió la República la desastrosa discordancia que toda previsión habría supuesto inseparable de una magistratura compuesta de dos individuos, igualmente autorizados con las facultades de un monarca. Un gobierno cuya única inclinación era la conquista, no parecía destinado a cimentar la felicidad de su nación. Un gobierno monstruoso y puramente guerrero, elevó a Roma al más alto esplendor de virtud y de gloria; y formó de la tierra un dominio romano para mostrar a los hombres de cuánto son capaces las virtudes políticas; y cuán diferentes suelen ser las instituciones. Y pasando de los tiempos antiguos a los modernos encontraremos a Inglaterra y a Francia llamando la atención de todas las naciones, y dándoles lecciones elocuentes de toda
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especie en materia de gobierno. La revolución de estos dos grandes pueblos, como un radiante meteoro, ha inundado al mundo con tal profusión de luces políticas, que ya todos los seres que piensan han aprendido cuáles son los derechos del hombre y cuáles sus deberes; en qué consiste la excelencia de los gobiernos y en qué consisten sus vicios. Todos saben apreciar el valor intrínseco de las teorías especulativas de los filósofos y legisladores modernos. En fin, este astro, en su luminosa carrera, aun ha encendido los pechos de los apáticos españoles, que también se han lanzado en el torbellino político; han hecho sus efímeras pruebas de libertad, han reconocido su incapacidad para vivir bajo el dulce dominio de las leyes y han vuelto a sepultarse en sus prisiones y hogueras inmemoriales. Aquí es el lugar de repetiros, legisladores, lo que os dice el elocuente Volney en la dedicatoria de su Ruinas de Palmira: «A los pueblos nacientes de las Indias Castellanas, a los jefes generosos que los guían a la libertad: que los errores e infortunios del mundo antiguo enseñen la sabiduría y la felicidad al mundo nuevo». Que no se pierdan, pues, las lecciones de la experiencia; y que las secuelas de Grecia, de Roma, de Francia, de Inglaterra y de América nos instruyan en la difícil ciencia de crear y conservar las naciones con leyes propias, justas, legítimas, y sobre todo útiles. No olvidando jamás que la excelencia de un gobierno no consiste en su teórica, en su forma, ni en su mecanismo, sino en ser apropiado a la naturaleza y al carácter de la nación para quien se instituye. Roma y la Gran Bretaña son las naciones que más han sobresalido entre las antiguas y modernas; ambas nacieron para mandar y ser libres; pero ambas se constituyeron no con brillantes formas de libertad, sino con establecimientos sólidos. Así, pues, os recomiendo, representantes, el estudio de la Constitución británica, que es la que parece destinada a operar el mayor bien posible a los pueblos que la adoptan; pero por perfecta que sea, estoy muy lejos de proponeros su imitación servil. Cuando hablo del Gobierno británico sólo me refiero a lo que tiene de republicanismo, y a la verdad ¿puede llamarse pura monarquía un sistema en el cual se reconoce la soberanía popular, la división y el equilibrio de los poderes, la libertad civil, de conciencia, de imprenta, y cuanto es sublime
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en la política? ¿Puede haber más libertad en ninguna especie de república? ¿y puede pretenderse a más en el orden social? Yo os recomiendo esta Constitución popular, la división y el equilibrio de los poderes, la libertad civil, de como la más digna de servir de modelo a cuantos aspiran al goce de los derechos del hombre y a toda la felicidad política que es compatible con nuestra frágil naturaleza. En nada alteraríamos nuestras leyes fundamentales, si adoptásemos un Poder Legislativo semejante al Parlamento británico. Hemos dividido como los americanos la representación nacional en dos Cámaras: la de Representantes y el Senado. La primera está compuesta muy sabiamente, goza de todas las atribuciones que le corresponden y no es susceptible de una reforma esencial, porque la Constitución le ha dado el origen, la forma y las facultades que requiere la voluntad del pueblo para ser legítima y competentemente representada. Si el Senado en lugar de ser electivo fuese hereditario, sería en mi concepto la base, el lazo, el alma de nuestra República. Este Cuerpo en las tempestades políticas pararía los rayos del gobierno, y rechazaría las olas populares. Adicto al gobierno por el justo interés de su propia conservación, se opondría siempre a las invasiones que el pueblo intenta contra la jurisdicción y la autoridad de sus magistrados. Debemos confesarlo: los más de los hombres desconocen sus verdaderos intereses y constantemente procuran asaltarlos en las manos de sus depositarios; el individuo pugna contra la masa, y la masa contra la autoridad. Por tanto, es preciso que en todos los gobiernos exista un cuerpo neutro que se ponga siempre de parte del ofendido y desarme al ofensor. Este cuerpo neutro, para que pueda ser tal, no ha de deber su origen a la elección del gobierno, ni a la del pueblo; de modo que goce de una plenitud de independencia que ni tema, ni espere nada de estas dos fuentes de autoridad. El Senado hereditario como parte del pueblo, participa de sus intereses, de sus sentimientos y de su espíritu. Por esta causa no se debe presumir que un Senado hereditario se desprenda de los intereses populares, ni olvide sus deberes legislativos. Los senadores en Roma, y los lores en Londres, han sido las columnas más firmes sobre que se ha fundado el edificio de la libertad política y civil. Estos senadores serán elegidos la primera vez por el Congreso. Los sucesores al Senado llaman la primera atención del
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gobierno, que debería educarlos en un colegio especialmente destinado para instruir aquellos tutores, legisladores futuros de la patria. Aprenderían las artes, las ciencias y las letras que adornan el espíritu de un hombre público; desde su infancia ellos sabrían a qué carrera la Providencia los destinaba y desde muy tiernos elevarían su alma a la dignidad que los espera. De ningún modo sería una violación de la igualdad política la creación de un Senado hereditario; no es una nobleza la que pretendo establecer, porque, como ha dicho un célebre republicano, sería destruir a la vez la igualdad y la libertad. Es un oficio para el cual se deben preparar los candidatos, y es un oficio que exige mucho saber, y los medios proporcionados para adquirir su instrucción. Todo no se debe dejar al acaso y a la ventura en las elecciones: el pueblo se engaña más fácilmente que la naturaleza perfeccionada por el arte; y aunque es verdad que estos senadores no saldrían del seno de las virtudes, también es verdad que saldrían del seno de una educación ilustrada. Por otra parte, los Libertadores de Venezuela son acreedores a ocupar siempre un alto rango en la República que les debe su existencia. Creo que la posteridad vería con sentimiento, anonadados los nombres ilustres de sus primeros bienhechores; digo más, es del interés público, es de la gratitud de Venezuela, es del honor nacional, conservar con gloria hasta la última posteridad, una raza de hombres virtuosos, prudentes y esforzados que superando todos los obstáculos, han fundado la República a costa de los más heroicos sacrificios. Y si el pueblo de Venezuela no aplaude la elevación de sus bienhechores, es indigno de ser libre, y no lo será jamás. Un Senado hereditario, repito, será la base fundamental del Poder Legislativo y, por consiguiente, será la base de todo gobierno. Igualmente servirá de contrapeso para el gobierno y para el pueblo; será una potestad intermediaria que embote los tiros que recíprocamente se lanzan estos eternos rivales. En todas las luchas la calma de un tercero viene a ser el órgano de la reconciliación, así el Senado de Venezuela será la traba de este edificio delicado y harto susceptible de impresiones violentas; será el iris que calmará las tempestades y mantendrá la armonía entre los miembros y la cabeza de este cuerpo político.
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Ningún estímulo podrá adulterar un Cuerpo Legislativo investido de los primeros honores, dependiente de sí mismo, sin temer nada del pueblo, ni esperar nada del gobierno, que no tiene otro objeto que el de reprimir todo principio de mal y propagar todo principio de bien; y que está altamente interesado en la existencia de una sociedad en la cual participa de sus efectos funestos o favorables. Se ha dicho con demasiada razón que la Cámara alta de Inglaterra, es preciosa para la nación porque ofrece un naluarte a la libertad, y yo añado que el Senado de Venezuela, no sólo sería un baluarte de la libertad, sino un apoyo para eternizar la República. El Poder Ejecutivo británico está revestido de toda la autoridad soberana que le pertenece; pero también está circunvalado de una triple línea de diques, barreras y estacadas. Es Jefe del Gobierno, pero sus ministros y subalternos dependen más de las leyes que de su autoridad, porque son personalmente responsables, y ni aun las mismas órdenes de la autoridad real los eximen de esta responsabilidad. Es Generalísimo del Ejército y de la Marina; hace la paz, y declara la guerra; pero el Parlamento es el que decreta anualmente las sumas con que deben pagarse estas fuerzas militares. Si los Tribunales y Jueces dependen de él, las leyes emanan del Parlamento que las ha consagrado. Con el objeto de neutralizar su poder, es inviolable y sagrada la persona del Rey; y al mismo tiempo que le dejan libre la cabeza le ligan las manos con que debe obrar. El Soberano de Inglaterra tiene tres formidables rivales: su Gabinete que debe responder al Pueblo y al Parlamento; el Senado, que defiende los intereses del Pueblo como Representante de la Nobleza de que se compone, y la Cámara de los Comunes, que sirve de órgano y de tribuna al pueblo británico. Además, como los jueces son responsables del cumplimiento de las leyes, no se separan de ellas, y los administradores del Erario, siendo perseguidos no solamente por sus propias infracciones, sino aun por las que hace el mismo gobierno, se guardan bien de malversar los fondos públicos. Por más que se examine la naturaleza del Poder Ejecutivo en Inglaterra, no se puede hallar nada que no incline a juzgar que es el más perfecto modelo, sea para un Reino, sea para una Aristocracia, sea para una democracia. Aplíquese a Venezuela este Poder Ejecutivo en la persona de un Presidente, nombrado por el Pueblo o por sus Representantes, y habremos dado un gran paso hacia la felicidad nacional.
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Cualquiera que sea el ciudadano que llene estas funciones, se encontrará auxiliado por la Constitución; autorizado para hacer bien, no podrá hacer mal, porque siempre que se someta a las leyes, sus ministros cooperarán con él; si por el contrario, pretende infringirlas, sus propios ministros lo dejarán aislado en medio de la República, y aun lo acusarán delante del Senado. Siendo los ministros los responsables de las transgresiones que se cometan, ellos son los que gobiernan, porque ellos son los que las pagan. No es la menor ventaja de este sistema la obligación en que pone a los funcionarios inmediatos al Poder Ejecutivo de tomar la parte más interesada y activa en las deliberaciones del gobierno, y a mirar como propio este departamento. Puede suceder que no sea el Presidente un hombre de grandes talentos, ni de grandes virtudes, y no obstante la carencia de estas cualidades esenciales, el Presidente desempeñará sus deberes de un modo satisfactorio; pues en tales casos el Ministerio, haciendo todo por sí mismo, lleva la carga del Estado. Por exorbitante que parezca la autoridad del Poder Ejecutivo de Inglaterra, quizás no es excesiva en la República de Venezuela. Aquí el Congreso ha ligado las manos y hasta la cabeza a los magistrados. Este cuerpo deliberante ha asumido una parte de las funciones ejecutivas contra la máxima de Montesquieu, que dice que un Cuerpo Representante no debe tomar ninguna resolución activa: debe hacer leyes y ver si se ejecutan las que hace. Nada es tan contrario a la armonía entre los poderes, como su mezcla. Nada es tan peligroso con respecto al pueblo, como la debilidad del Ejecutivo, y si en un reino se ha juzgado necesario concederle tantas facultades, en una república, son éstas infinitamente más indispensables. Fijemos nuestra atención sobre esta diferencia y hallaremos que el equilibrio de los poderes debe distribuirse de dos modos. En las repúblicas el Ejecutivo debe ser el más fuerte, porque todo conspira contra él; en tanto que en las monarquías el más fuerte debe ser el Legislativo, porque todo conspira en favor del monarca. La veneración que profesan los pueblos a la magistratura real es un prestigio, que influye poderosamente a aumentar el respeto supersticioso que se tributa a esta autoridad. El esplendor del trono, de la corona, de la púrpura; el apoyo formidable que le presta la nobleza; las in-
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mensas riquezas que generaciones enteras acumulan en una misma dinastía; la protección fraternal que recíprocamente reciben todos los reyes, son ventajas muy considerables que militan en favor de la autoridad real, y la hacen casi ilimitada. Estas mismas ventajas son, por consiguiente, las que deben con firmar la necesidad de atribuir a un magistrado republicano, una suma mayor de autoridad que la que posee un príncipe constitucional. Un magistrado republicano, es un individuo aislado en medio de una sociedad, encargado de contener el ímpetu del pueblo hacia la licencia, la propensión de los jueces y administradores hacia el abuso de las leyes. Está sujeto inmediatamente al Cuerpo Legislativo, al Senado, al pueblo: es un hombre solo resistiendo el ataque combinado de las opiniones, de los intereses y de las pasiones del Estado social que, como dice Carnot, no hace más que luchar continuamente entre el deseo de dominar, y el deseo de substraerse a la dominación. Es, en fin, un atleta lanzado contra otra multitud de atletas. Sólo puede servir de correctivo a esta debilidad, el vigor bien cimentado y más bien proporcionado a la resistencia que necesariamente le oponen al Poder Ejecutivo, el Legislativo, el Judiciario y el pueblo de una república. Si no se ponen al alcance del Ejecutivo todos los medios que una justa atribución le señala, cae inevitablemente en la nulidad o en su propio abuso; quiero decir, en la muerte del gobierno, cuyos herederos son la anarquía, la usurpación y la tiranía. Se quiere contener la autoridad ejecutiva con restricciones y trabas; nada es más justo; pero que se advierta que los lazos que se pretenden conservar se fortifican sí, mas no se estrechan. Que se fortifique, pues, todo el sistema del gobierno, y que el equilibrio se establezca de modo que no se pierda, y de modo que no sea su propia delicadeza, una causa de decadencia. Por lo mismo que ninguna forma de gobierno es tan débil como la democracia, su estructura debe ser de la mayor solidez; y sus instituciones consultarse para la estabilidad. Si no es así, contemos con que se establece un ensayo de gobierno, y no un sistema permanente; contemos con una sociedad
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díscola, tumultuaria y anárquica y no con un establecimiento social donde tengan su imperio la felicidad, la paz y la justicia. No seamos presuntuosos, legisladores; seamos moderados en nuestras pretensiones. No es probable conseguir lo que no ha logrado el género humano; lo que no han alcanzado las más grandes y sabias naciones. La libertad indefinida, la democracia absoluta, son los escollos adonde han ido a estrellarse todas las esperanzas republicanas. Echad una mirada sobre las repúblicas antiguas, sobre las repúblicas modernas, sobre las repúblicas nacientes; casi todas han pretendido establecerse absolutamente democráticas, y a casi todas se les han frustrado sus justas aspiraciones. Son laudables ciertamente hombres que anhelan por instituciones legítimas y por una perfección social; pero ¿quién ha dicho a los hombres que ya poseen toda la sabiduría, que ya practican toda la virtud, que exigen imperiosamente la liga del poder con la justicia? ¡Ángeles, no hombres, pueden únicamente existir libres, tranquilos y dichosos, ejerciendo todos la potestad soberana! Ya disfruta el pueblo de Venezuela de los derechos que legítima y fácilmente puede gozar; moderemos ahora el ímpetu de las pretensiones excesivas que quizás le suscitaría la forma de un gobierno incompetente para él. Abandonemos las formas federales que no nos convienen; abandonemos el triunvirato del Poder Ejecutivo; y concentrándolo en un presidente, confiémosle la autoridad suficiente para que logre mantenerse luchando contra los inconvenientes anexos a nuestra reciente situación, al estado de guerra que sufrimos, y a la especie de los enemigos externos y domésticos, contra quienes tendremos largo tiempo que combatir. Que el Poder Legislativo se desprenda de las atribuciones que corresponden al Ejecutivo; y adquiera no obstante nueva consistencia, nueva influencia en el equilibrio de las autoridades. Que los tribunales sean reforzados por la estabilidad, y la independencia de los jueces; por el establecimiento de jurados; de códigos civiles y criminales que no sean dictados por la antigüedad, ni por reyes conquistadores, sino por la voz de la naturaleza, por el grito de la justicia y por el genio de la sabiduría.
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Mi deseo es que todas las partes del gobierno y administración, adquieran el grado de vigor que únicamente puede mantener el equilibrio, no sólo entre los miembros que componen el gobierno, sino entre las diferentes fracciones de que se compone nuestra sociedad. Nada importaría que los resortes de un sistema político se relajasen por su debilidad, si esta relajación no arrastrase consigo la disolución del cuerpo social, y la ruina de los asociados. Los gritos del género humano en los campos de batalla, o en los campos tumultuarios claman al cielo contra los inconsiderados y ciegos legisladores, que han pensado que se pueden hacer impunemente ensayos de quiméricas instituciones. Todos los pueblos del mundo han pretendido la libertad; los unos por las armas, los otros por las leyes, pasando alternativamente de la anarquía al despotismo o del despotismo a la anarquía; muy pocos son los que se han contentado con pretensiones moderadas, constituyéndose de un modo conforme a sus medios, a su espíritu y a sus circunstancias. No aspiremos a lo imposible, no sea que por elevarnos sobre la región de la libertad, descendamos a la región de la tiranía. De la libertad absoluta se desciende siempre al poder absoluto, y el medio entre estos dos términos es la suprema libertad social. Teorías abstractas son las que producen la perniciosa idea de una libertad ilimitada. Hagamos que la fuerza pública se contenga en los límites que la razón y el interés prescriben; que la voluntad nacional se contenga en los límites que un justo poder le señala; que una legislación civil y criminal análoga a nuestra actual Constitución domine imperiosamente sobre el poder judiciario, y entonces habrá un equilibrio, y no habrá el choque que embaraza la marcha del Estado, y no habrá esa complicación que traba, en vez de ligar la sociedad. Para formar un gobierno estable se requiere la base de un espíritu nacional, que tenga por objeto una inclinación uniforme hacia dos puntos capitales: moderar la voluntad general, y limitar la autoridad pública. Los términos que fijan teóricamente estos dos puntos son de una difícil asignación, pero se puede concebir que la regla que debe dirigirlos, es la restricción, y la concentración recíproca a fin de que haya la menos frotación posible entre la voluntad y el poder legíti-
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mo. Esta ciencia se adquiere insensiblemente por la práctica y por el estudio. El progreso de las luces es el que ensancha el progreso de la práctica, y la rectitud del espíritu es la que ensancha el progreso de las luces. EL amor a la patria, el amor a las leyes, el amor a los magistrados son las nobles pasiones que deben absorber exclusivamente el alma de un republicano. Los venezolanos aman la patria, pero no aman sus leyes; porque éstas han sido nocivas, y eran la fuente del mal; tampoco han podido amar a sus magistrados, porque eran inicuos, y los nuevos apenas son conocidos en la carrera en que han entrado. Si no hay un respeto sagrado por la patria, por las leyes y por las autoridades, la sociedad es una confusión, un abismo: es un conflicto singular de hombre a hombre, de cuerpo a cuerpo. Para sacar de este caos nuestra naciente república, todas nuestras facultades morales no serán bastantes, si no fundimos la masa del pueblo en un todo; la composición del gobierno en un todo; la legislación en un todo, y el espíritu nacional en un todo. Unidad, unidad, unidad, debe ser nuestra divisa. La sangre de nuestros ciudadanos es diferente, mezclémosla para unirla; nuestra Constitución ha dividido los poderes, enlacémoslos para unirlos; nuestras leyes son funestas reliquias de todos los despotismos antiguos y modernos, que este edificio monstruoso se derribe, caiga y apartando hasta sus ruinas, elevemos un templo a la justicia; y bajo los auspicios de su santa inspiración dictemos un Código de leyes venezolanas. Si queremos consultar monumentos y modelos de legislación, la Gran Bretaña, la Francia, la América septentrional los ofrecen admirables. La educación popular debe ser el cuidado primogénito del amor paternal del Congreso. Moral y luces son los polos de una república; moral y luces son nuestras primeras necesidades. Tomemos de Atenas su areópago, y los guardianes de las costumbres y de las leyes; tomemos de Roma sus censores y sus tribunales domésticos; y haciendo una santa alianza de estas instituciones morales, renovemos en el mundo la idea de un pueblo que no se contenta con ser libre y fuerte, sino que quiere ser virtuoso. Tomemos de Esparta sus austeros estable-
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cimientos, y formando de estos tres manantiales una fuente de virtud, demos a nuestra República una cuarta potestad cuyo dominio sea la infancia y el corazón de los hombres, el espíritu público, las buenas costumbres y la moral republicana. Constituyamos este areópago para que vele sobre la educación de los niños, sobre la instrucción nacional; para que purifique lo que se haya corrompido en la República; que acuse la ingratitud, el egoísmo, la frialdad del amor a la patria, el ocio, la negligencia de los ciudadanos; que juzgue de los principios de corrupción, de los ejemplos perniciosos; debiendo corregir las costumbres con penas morales, como las leyes castigan los delitos con penas aflictivas, y no solamente lo que choca contra ellas, sino lo que las burla; no solamente lo que las ataca, sino lo que las debilita; no solamente lo que viola la Constitución, sino lo que viola el respeto público. La jurisdicción de este tribunal verdaderamente santo, deberá ser efectiva con respecto a la educación y a la instrucción, y de opinión solamente en las penas y castigos. Pero sus anales, o registros donde se consignan sus actas y deliberaciones; los principios morales y las acciones de los ciudadanos, serán los libros de la virtud y del vicio. Libros que consultará el pueblo para sus elecciones, los magistrados para sus resoluciones, y los jueces para sus juicios. Una institución semejante que más que parezca quimérica, es infinitamente más realizable que otras que algunos legisladores antiguos y modernos han establecido con menos utilidad del género humano. ¡Legisladores! Por el proyecto de Constitución que reverentemente someto a vuestra sabiduría, observaréis el espíritu que lo ha dictado. Al proponeros la división de los ciudadanos en activos y pasivos, he pretendido excitar la prosperidad nacional por las dos más grandes palancas de la industria, el trabajo y el saber. Estimulando estos dos poderosos resortes de la sociedad, se alcanza lo más difícil entre los hombres, hacerlos honrados y felices. Poniendo restricciones justas y prudentes en las asambleas primarias y electorales, ponemos el primer dique a la licencia popular, evitando la concurrencia tumultuaria y ciega que en todos tiempos han imprimido el desacierto en las elecciones y ha ligado, por consiguiente, el desacierto a los magistrados, y a la marcha del gobierno;
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pues este acto primordial, es el acto generativo de la libertad o de la esclavitud de un pueblo. Aumentando en la balanza de los poderes el peso del Congreso por el número de los legisladores y por la naturaleza del Senado, he procurado darle una base fija a este primer cuerpo de la nación y revestirlo de una consideración importantísima para el éxito de sus funciones soberanas. Separando con límites bien señalados la jurisdicción ejecutiva, de la jurisdicción legislativa, no me he propuesto dividir sino enlazar con los vínculos de la armonía que nace de la independencia, estas potestades supremas cuyo choque prolongado jamás ha dejado de aterrar a uno de los contendientes. Cuando deseo atribuir al Ejecutivo una suma de facultades superior a la que antes gozaba, no he deseado autorizar un déspota para que tiranice la República, sino impedir que el despotismo deliberante no sea la causa inmediata de un círculo de vicisitudes despóticas en que alternativamente la anarquía sea reemplazada por la oligarquía y por la monocracia. Al pedir la estabilidad de los jueces, la creación de jurados y un nuevo código, he pedido al Congreso la garantía de la libertad civil, la más preciosa, la más justa, la más necesaria. En una palabra, la única libertad, pues que sin ella las demás son nulas. He pedido la corrección de los más lamentables abusos que sufre nuestra judicatura, por su origen vicioso de ese piélago de legislación española que semejante al tiempo recoge de todas las edades y de todos los hombres, así las obras de la demencia como las del talento, así las producciones sensatas, como las extravagantes, así los monumentos del ingenio, como los del capricho. Esta enciclopedia judiciaria, monstruo de diez mil cabezas, que hasta ahora ha sido el azote de los pueblos españoles, es el suplicio más refinado que la cólera del cielo ha permitido descargar sobre este desdichado Imperio. Meditando sobre el modo efectivo de regenerar el carácter y las costumbres que la tiranía y la guerra nos han dado, me he sentido la audacia de inventar un poder moral, sacado del fondo de la oscura antigüedad, y de aquellas olvidadas leyes que mantuvieron, algún tiempo, la virtud entre los griegos y
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romanos. Bien puede ser tenido por un cándido delirio, mas no es imposible, y yo me lisonjeo que no desdeñaréis enteramente un pensamiento que mejorado por la experiencia y las luces, puede llegar a ser muy eficaz. Horrorizado de la divergencia que ha reinado y debe reinar entre nosotros por el espíritu sutil que caracteriza al Gobierno federativo, he sido arrastrado a rogaros para que adoptéis el centralismo y la reunión de todos los Estados de Venezuela en una República sola e indivisible. Esta medida, en mi opinión, urgente, vital, redentora, es de tal naturaleza que, sin ella, el fruto de nuestra regeneración será la muerte. Mi deber es, legisladores, presentaros un cuadro prolijo y fiel de mi administración política, civil y militar, mas sería cansar demasiado vuestra importante atención y privaros en este momento de un tiempo tan precioso como urgente. En consecuencia, los secretarios de Estado darán cuenta al Congreso de sus diferentes Departamentos exhibiendo al mismo tiempo los documentos y archivos que servirán de ilustración para tomar un exacto conocimiento del estado real y positivo de la República. Yo no os hablaría de los actos más notables de mi mando si éstos no incumbiesen a la mayoría de los venezolanos. Se trata, señor, de las resoluciones más importantes de este último período. La atroz e impía esclavitud cubría con su negro manto la tierra de Venezuela, y nuestro cielo se hallaba recargado de tempestuosas nubes, que amenazaban un diluvio de fuego. Yo imploré la protección del Dios de la humanidad, y luego la redención disipó las tempestades. La esclavitud rompió sus grillos, y Venezuela se ha visto rodeada de nuevos hijos, de hijos agradecidos que han convertido los instrumentos de su cautiverio en armas de libertad. Sí, los que antes eran esclavos, ya son libres; los que antes eran enemigos de una madrastra, ya son defensores de una patria. Encareceros la justicia, la necesidad y la beneficencia de esta medida, es superfluo cuando vosotros sabéis la historia de los ilotas, de Espartaco y de Haití; cuando vosotros sabéis que no se pue-
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de ser libre y esclavo a la vez, sino violando a la vez las leyes naturales, las leyes políticas y las leyes civiles. Yo abandono a vuestra soberana decisión la reforma o la revocación de todos mis estatutos y decretos; pero yo imploro la confirmación de la libertad absoluta de los esclavos, como imploraría mi vida y la vida de la República. Representaros la historia militar de Venezuela sería recordaros la historia del heroísmo republicano entre los antiguos; sería deciros que Venezuela ha entrado en el gran cuadro de los sacrificios hechos sobre el altar de la libertad. Nada ha podido llenar los nobles pechos de nuestros generosos guerreros, sino los honores sublimes que se tributan a los bienhechores del género humano. No combatiendo por el poder, ni por la fortuna, ni aun por la gloria, sino tan sólo por la libertad, títulos de libertadores de la República, son sus dignos galardones. Yo, pues, fundando una sociedad sagrada con estos ínclitos varones, he instituido el orden de los Libertadores de Venezuela. ¡Legisladores! A vosotros pertenecen las facultades de conocer honores y decoraciones, vuestro es el deber de ejercer este acto augusto de la gratitud nacional. Hombres que se han desprendido de todos los goces, de todos los bienes que antes poseían, como el producto de su virtud y talentosos hombres que han experimentado cuanto es cruel en una guerra honrosa, padeciendo las privaciones más dolorosas, y los tormentos más acerbos, hombres tan beneméritos de la patria, han debido llamar la atención del gobierno. En consecuencia he mandado recompensarlos con los bienes de la nación. Si he contraído para con el pueblo alguna especie de mérito, pido a sus representantes oigan mi súplica como el premio de mis débiles servicios. Que el Congreso ordene la distribución de los bienes nacionales, conforme a la ley que a nombre de la República he decretado a beneficio de los militares venezolanos. Ya que por infinitos triunfos hemos logrado anonadar las huestes españolas, desesperada la Corte de Madrid ha pretendido sorprender vanamente la conciencia de los magnánimos soberanos que acaban de extirpar la usurpación y la
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tiranía en Europa, y deben ser los protectores de la legitimidad y de la justicia de la causa americana. Incapaz de alcanzar con sus armas nuestra sumisión, recurre España a su política insidiosa; no pudiendo vencernos, ha querido emplear sus artes suspicaces. Fernando se ha humillado hasta confesar que ha menester de la protección extranjera para retornarnos a su ignominioso yugo, ¡a un yugo que todo poder es nulo para imponerlo! Convencida Venezuela de poseer las fuerzas suficientes para repeler a sus opresores, ha pronunciado, por el órgano del gobierno, su última voluntad de combatir hasta expirar, por defender su vida política, no sólo contra España, sino contra todos los hombres, si todos los hombres se hubiesen degradado tanto, que abrazasen la defensa de un gobierno devorador, cuyos únicos móviles son una espada exterminadora y las llamas de la Inquisición. Un gobierno que ya no quiere dominios, sino desiertos; ciudades, sino ruinas; vasallos, sino tumbas. La declaración de la República de Venezuela es el Acta más gloriosa, más heroica, más digna de un pueblo libre; es la que con mayor satisfacción tengo el honor de ofrecer al Congreso ya sancionada por la expresión unánime del pueblo de Venezuela. Desde la segunda época de la República nuestro ejército carecía de elementos militares, siempre ha estado desarmado; siempre le han faltado municiones; siempre ha estado mal equipado. Ahora los soldados defensores de la independencia no solamente están armados de la justicia, sino también de la fuerza. Nuestras tropas pueden medirse con las más selectas de Europa, ya que no hay desigualdad en los medios destructores. Tan grandes ventajas las debemos a la liberalidad sin límites de algunos generosos extranjeros que han visto gemir la humanidad y sucumbir la causa de la razón, y no la han visto tranquilos espectadores, sino que han volado con sus protectores auxilios, y han prestado a la República cuanto ella necesitaba para hacer triunfar sus principios filantrópicos. Estos amigos de la humanidad son los genios custodios de América, y a ellos somos deudores de un eterno reconocimiento, como igualmente de un cumplimiento religioso, a las sagradas obligaciones que con ellos hemos contraído. La deuda nacional, legisladores, es el depósito de la fe, del honor y de la gratitud de Venezuela. Respetadla como la Arca Santa, que encierra no tanto los derechos de nuestros bienhechores, cuanto la gloria de nuestra
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fidelidad. Perezcamos primero que quebrantar un empeño que ha salvado la patria y la vida de sus hijos. La reunión de Nueva Granada y Venezuela en un grande Estado ha sido el voto uniforme de los pueblos y gobiernos de estas Repúblicas. La suerte de la guerra ha verificado este enlace tan anhelado por todos los colombianos; de hecho estamos incorporados. Estos pueblos hermanos ya os han confiado sus intereses, sus derechos, sus destinos. Al contemplar la reunión de esta inmensa comarca, mi alma se remonta a la eminencia que exige la perspectiva colosal, que ofrece un cuadro tan asombroso. Volando por entre las próximas edades, mi imaginación se fija en los siglos futuros, y observando desde allá, con admiración y pasmo, la prosperidad, el esplendor, la vida que ha recibido esta vasta región, me siendo arrebatado y me parece que ya la veo en el corazón del universo, extendiéndose sobre sus dilatadas costas, entre esos océanos, que la naturaleza había separado, y que nuestra patria reúne con prolongados y anchurosos canales. Ya la veo servir de lazo, de centro, de emporio a la familia humana; ya la veo enviando a todos los recintos de la tierra los tesoros que abrigan sus montañas de plata y de oro; ya la veo distribuyendo por sus divinas plantas la salud y la vida a los hombres dolientes del antiguo universo; ya la veo comunicando sus preciosos secretos a los sabios que ignoran cuan superior es la suma de las luces, a la suma de las riquezas, que le ha prodigado la naturaleza. Ya la veo sentada sobre el trono de la libertad, empuñando el cetro de la justicia, coronada por la gloria, mostrar al mundo antiguo la majestad del mundo moderno. Dignaos, legisladores, acoger con indulgencias la profesión de mi conciencia política, los últimos votos de mi corazón y los ruegos fervorosos que a nombre del pueblo me atrevo a dirigiros. Dignaos conceder a Venezuela un Gobierno eminentemente popular, eminentemente justo, eminentemente moral, que encadene la opresión, la anarquía y la culpa. Un Gobierno que haga reinar la inocencia, la humanidad y la paz. Un Gobierno que haga triunfar bajo el imperio de leyes inexorables, la igualdad y la libertad. Señor, empezad vuestras funciones; yo he terminado las mías.
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A los representantes del pueblo en la Convención Nacional Gaceta de Colombia. N° 342, 1° de Mayo de 1828 * Message to the Convetion of Ocaña To the people’s representatives in the National Convetion * Tomo XXXIII del Archivo del Libertador.
Conciudadanos: Os congratulo por la honra que habéis merecido de la nación, confiándoos sus altos destinos. Al representar la legitimidad de Colombia os halláis revestidos de los poderes más sublimes. También participo yo de la mayor ventura devolviéndoos la autoridad que se había depositado en mis cansadas manos: tocan a los queridos del pueblo las atribuciones soberanas, los derechos supremos, como delegados del omnipotente augusto de quien soy súbdito y soldado. ¿En qué potestad más eminente depondría yo el bastón de presidente, y la espada de general? Disponed libremente de estos símbolos de mando y de gloria en beneficio de la causa popular, sin atender a consideraciones personales, que os impidieran una reforma perfecta. Constituido por mis deberes a manifestaros la situación de la república, tendré el dolor de ofreceros el cuadro de sus aflicciones. No juzguéis, que los colores que empleo los ha encendido la exageración, ni que han salido de la tenebrosa mansión de los misterios: yo los he copiado a la luz del escándalo: su conjunto puede pareceros ideal; pero si lo fuera, ¿Colombia os llamara? Los quebrantos de la patria han empezado desde luego a remediarse, ya que congregados los escogidos se disponen a examinarlos. Vuestra empresa, en verdad, es tan difícil como gloriosa; y aunque algo se han disminuido los obstáculos con
la fortuna de poderos presentar a Colombia unida y dócil a vuestra voz; he de deciros, que no debemos esta inapreciable ventaja sino a las esperanzas libradas en la convención: esperanzas que os muestran la confianza nacional y el peso que os abruma. Os bastará recorrer nuestra historia para descubrir las causas de nuestra decadencia. Colombia, que supo darse vida, se halla exánime. Identificada antes con la causa pública, no estima ahora su deber como la única regla de salud. Los mismos que durante la lucha se contentaron con su pobreza, y que no adeudaban al extranjero tres millones, para mantener la paz han tenido que cargarse de deudas vergonzosas por sus consecuencias. Colombia, que al frente de las huestes opresoras, respiraba sólo pundonor y virtud, padece como insensible el descrédito nacional. Colombia, que no pensaba sino en sacrificios dolorosos, en servicios eminentes, se ocupa de sus derechos, y no de sus deberes. Habría perecido la nación si un resto de espíritu público no la hubiese impelido a clamar el remedio y detenido al borde del sepulcro. Solamente un peligro horroroso nos haría intentar la alteración de las leyes fundamentales; sólo este peligro se habría hecho superior a la pasión que profesábamos a instituciones propias y legítimas, cuyas bases nos habían procurado la deseada emancipación. Nada añadiría a este funesto bosquejo, si el puesto que ocupo no me forzara a dar cuenta a la nación de los inconvenien-
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tes prácticos de sus leyes. Sé que no puedo hacerlo sin exponerme a siniestras interpretaciones, y que al través de mis palabras se leerán pensamientos ambiciosos: mas, yo que no he rehusado a Colombia consagrarle mi vida y mi reputación, me conceptúo obligado a este último sacrificio. Debo decirlo: nuestro gobierno está esencialmente mal constituido. Sin considerar que acabamos de lanzar la coyunda, nos dejamos deslumbrar por aspiraciones superiores a las que la historia de todas las edades manifiesta incompatibles con la humana naturaleza. Otras veces hemos equivocado los medios y atribuido el mal suceso a no habernos acercado bastante a la engañosa gula que nos extraviaba, desoyendo a los que pretendían seguir el orden de las cosas, y comparar entre si las diversas partes de nuestra constitución, y toda ella con nuestra educación, costumbres, e inexperiencia para que no nos precipitáramos en un mar proceloso. Nuestros diversos poderes no están distribuidos cual lo requiere la forma social y el bien de los ciudadanos. Hemos hecho del legislativo sólo el cuerpo soberano, en lugar de que no debía ser más que un miembro de este soberano: le hemos sometido el ejecutivo, y dado mucha más parte en la administración general, que la que el interés legitimo permite. Por colmo de desacierto se ha puesto toda la fuerza en la voluntad, y toda la flaqueza en el movimiento y la acción del cuerpo social. El derecho de presentar proyectos de ley se ha dejado exclusivamente al legislativo, que por su naturaleza está lejos de conocer la realidad del gobierno y es puramente teórico. El arbitrio de objetar las leyes concedido al ejecutivo, es tanto más ineficaz, cuanto que se ofende la delicadeza del congreso con la contradicción. Este puede insistir victoriosamente, hasta con el voto de la quinta o con menos de la quinta parte de sus miembros; lo que no deja medio de eludir el mal. Prohibida la libre entrada a los secretarios del despacho en nuestras cámaras, para explicar o dar cuenta de los motivos
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del gobierno, no queda ni este recurso que adoptar para esclarecer al legislativo en los casos de objetarse algún acuerdo. Mucho habría podido evitarse, requiriendo determinado lapso de tiempo, o un número proporcional de votos, considerablemente mayor que el que ahora se exige para insistir en las leyes objetadas por el ejecutivo. Obsérvese, que nuestro ya tan abultado código en vez de conducir a la felicidad ofrece obstáculos a sus progresos. Parecen nuestras leyes hechas al acaso: carecen de conjunto, de método, de clasificación y de idioma legal. Son opuestas entre sí, confusas, a veces innecesarias, y aun contrarias a sus fines. No falta ejemplo, de haberse hecho indispensable contener con disposiciones rigorosas vicios destructores y que se generalizaban: la ley, pues, hecha al intento ha resultado mucho menos adecuada que las antiguas, amparando indirectamente los vicios que se procuraban evitar. Por aproximarnos a lo perfecto, adoptamos por base de representación una escala que nuestra capacidad no admite todavía. Prodigándose esta augusta función, se ha degradado, y ha llegado a parecer, en algunas provincias, indiferente y hasta poco honroso representar al pueblo. De esto ha emanado en parte el descrédito en que han caído las leyes; y leyes despreciadas ¿qué felicidad producirán? El ejecutivo de Colombia no es el igual del legislativo; ni el jefe del judicial: viene a ser un brazo débil del poder supremo, de que no participa en la totalidad que le corresponde, porque el congreso se ingiere en sus funciones naturales sobre lo administrativo, judicial, eclesiástico y militar. El gobierno, que debería ser la fuente y el motor de la fuerza pública, tiene que buscarla fuera de sus propios recursos, y que apoyarse en otros que le debieran estar sometidos. Toca esencialmente al gobierno ser el centro y la mansión de la fuerza, sin que el origen del movimiento le corresponda. Habiéndosele privado de su propia naturaleza, sucumbe en un letargo, que se hace funesto para los ciudadanos, y que arrastra consigo la ruina de las instituciones.
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No están reducidos a estos los vicios de la constitución con respecto al ejecutivo. Rivaliza en entidad con los mencionados, la falta de responsabilidad de los secretarios del despacho. Haciéndola pesar exclusivamente sobre el jefe de la administración, se anula su efecto, sin consultar cuanto es posible la armonía y el sistema entre las partes; y se disminuyen igualmente los garantes de la observancia de la ley. Habrá más celo en su ejecución, cuando con la responsabilidad moral obre en los ministros, la que se les imponga. Habrá entonces más poderosos estímulos para propender al bien. El castigo que por desgracia se llegara a merecer, no seria el germen de mayores males, la causa de trastornos considerables y el origen de las revoluciones. La responsabilidad en el escogido del pueblo será siempre ilusoria, a no ser que voluntariamente se someta a ella, o que contra toda probabilidad carezca de medios para sobreponerse a la ley. Nunca, por otro lado, puede hacerse efectiva esta responsabilidad, no hallándose determinados los casos en que se incurre, ni definida la expiación. Todos observan con asombro el contraste que presenta el ejecutivo, llevando en sí una superabundancia de fuerza al lado de una extrema flaqueza: no ha podido repeler la invasión exterior o contener los conatos sediciosos, sino revestido de la dictadura. La constitución misma, convencida de su propia falta, se ha excedido en suplir con profusión las atribuciones que le habla economizado con avaricia. De suerte que el gobierno de Colombia es una fuente mezquina de salud, o un torrente devastador. No se ha visto en nación alguna entronizada a tanta altura la facultad de juzgar como en Colombia. Considerándose el modo con que están constituidos entre nosotros los poderes, no puede decirse que las funciones del cuerpo político de una nación se reducen a querer y a ejecutar su voluntad. Se aumentó un tercer agente supremo, como si la facultad de decidir las leyes que convengan a los casos, no fuese la principal incumbencia de la ejecución. Para que no influyese indebidamente en los encargados de decidirlo, los dejaron del
todo inconexos con el ejecutivo, de que son por su naturaleza parte integrante; y a pesar de que se encargó a éste velar de continuo en la pronta y cumplida administración de justicia, se le cometió el encargo sin proveerle de medios para descubrir cuando fuese oportuna su intervención, ni declararle hasta qué punto pudiese extenderse. Aun la facultad de elegir, entre personas aptas, se le ha coartado. No satisfechos con esta exaltación hemos dado por leyes posteriores a los tribunales civiles una absoluta supremacía en los juicios militares, contra toda la práctica uniforme de los siglos, derogatoria de la autoridad que la constitución atribuye al Presidente, y destructora de la disciplina que es el fundamento de una milicia de línea. Las leyes posteriores en la parte judicial han extendido, hasta donde nunca debió ser, el derecho de juzgar. A consecuencia de la ley de procedimiento se han complicado las litis. Por todas partes se han establecido nuevos juzga. dos y tribunales de cantón, por cuya reforma claman los miserables pueblos, que enredan y sacrifican en provecho de los jueces. Repetidas ocasiones han decidido de la buena o mala aplicación de la ley cortes superiores, compuestas casi exclusivamente de legos. El ejecutivo ha oído lastimosos reclamos contra el artificio o prevaricación de los jueces, y no ha tenido medios para castigarlos: ha visto la hacienda pública víctima de la ignorancia y de la malicia de los tribunales, y no ha podido aplicar el remedio. La acumulación de todos los ramos administrativos en los agentes naturales que el ejecutivo tiene en los departamentos aumenta su impotencia, porque el intendente, jefe del orden civil y de la seguridad interior, se halla recargado de la administración de las rentas nacionales, cuyo cuidado exige muchos individuos, sólo para impedir su deterioro. No obstante que esta acumulación parece conveniente, no lo es sino con respecto a la autoridad militar, que debería estar reunida en los departamentos marítimos a la civil, y la civil separada de la de rentas, para que cada uno de estos ramos se sirva de un modo satisfactorio al pueblo y al gobierno.
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Las municipalidades, que serían útiles como consejo de los gobernadores de provincias, apenas han llenado sus verdaderas funciones; algunas de ellas han osado atribuirse la soberanía que pertenece a la nación, otras han fomentado la sedición; y casi todas las nuevas, mas han exasperado, que promovido el abasto, el ornato, y la salubridad de sus respectivos municipios. Tales corporaciones no son provechosas al servicio a que se les ha destinado: han llegado a hacerse odiosas por las gavelas que cobran, por la molestia que causan a los electos que las componen, y porque en muchos lugares no hay siquiera con quien reemplazarlas. Lo que las hace principalmente perjudiciales es la obligación en que pone a los ciudadanos de desempeñar una judicatura anual, en que emplean su tiempo y sus bienes, comprometiendo muy frecuentemente su responsabilidad y hasta su honor. No es raro el destierro espontáneo de algunos individuos de sus propios hogares, porque no los nombren para estos enojosos cargos. Y si he de decir lo que todos piensan, no habría decreto más popular que el que eliminase las municipalidades. No habiendo ley sobre la policía general, no existe ni su sombra. Resulta de aquí, que el estado es una confusión, diría mejor un misterio para los subalternos del ejecutivo, que se hallan en relación con uno a uno de los individuos, los que no son manejables sin una policía diligente y eficaz que coloque a cada ciudadano en conexión inmediata con los agentes del gobierno. De aquí provienen diversos inconvenientes para que los intendentes hagan cumplir las leyes y reglamentos en todos los ramos de su dependencia. Destruida la seguridad y el reposo, únicos anhelos del pueblo, ha sido imposible a la agricultura conservarse siquiera en el deplorable estado en que se hallaba. Su ruina ha cooperado a la de otras especies de Industria, desmoralizado el albergue rural, y disminuido los medos de adquirir; todo se ha sumido en la miseria desoladora; y en algunos cantones los ciudadanos han recobrado su independencia primitiva, porque perdidos sus goces nada los liga a la sociedad, y aun se convierten en sus enemigos. El comercio exterior ha seguido la misma
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escala que la industria del país; aun diría, que apenas basta para proveemos de lo indispensable; tanto más, que los fraudes favorecidos por las leyes y por los jueces, seguidos de numerosas quiebras, han alejado la confianza de una profesión, que únicamente estriba en el crédito y buena fe. Y ¿qué comercio habrá sin cambios y sin provechos? Nuestro ejército era el modelo de la América y la gloria de la libertad: su obediencia a la ley, al magistrado, y al general, parecían pertenecer a los tiempos heroicos de la virtud republicana. Se cubría con sus armas, porque no tenía uniformes; pereciendo de miseria se alimentaba de los despojos del enemigo, y sin ambición no respiraba más que el amor a la patria. Tan generosas virtudes se han eclipsado, en cierto modo, delante de las nuevas leyes dictadas para regirlo y para protegerlo. Participe el militar de los sacudimientos que han agitado toda la sociedad, no conserva más que su devoción a la causa que ha salvado, y un respeto saludable a sus propias cicatrices. He mencionado el funesto influjo que ha debido tener en la subordinación, el haberle sujetado a tribunales civiles, cuyas doctrinas y disposiciones son fatales a la disciplina severa, a la sumisión pasiva y a la ciega obediencia que forma la base del poder militar, apoyo de la sociedad entera. La ley que permite al militar casarse sin licencia del gobierno, ha perjudicado considerablemente al ejército en su movilidad, fuerza y espíritu. Con razón se ha prohibido tomar reemplazos de entre los padres de familia: contraviniendo a esta regla, hemos hecho padres de familia a los soldados. Mucho ha contribuido a relajar la disciplina el vilipendio que han recibido los jefes de parte de los súbditos por escritos públicos. El haberse declarado detención arbitraria una pena correccional, es establecer por ordenanzas los derechos del hombre, y difundir la anarquía entre los soldados, que son los más crueles, como los más tremendos cuando se hacen demagogos. Se han promovido peligrosas rivalidades entre civiles y militares con los escritos, y con las discusiones del congreso, no considerándolos ya como los libertadores de la patria, sino como los verdugos de la libertad. ¿Era esta la recompensa debida a tan dolorosos y sublimes sacrificios? ¿Era ésta la recompensa reservada para los hé-
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roes? Aun ha llegado el escándalo al punto de excitarse odio y encono entre los militares de diferentes provincias para que ni la unidad ni la fuerza existieran. No quisiera mencionar la clemencia que ha recaído sobre los crímenes militares en esta época ominosa. Cada uno de los legisladores está penetrado de toda la gravedad de esta vituperable indulgencia. ¿Qué ejército será digno, en adelante, de defender nuestros sagrados derechos, si el castigo del crimen ha de ser recompensarlo? ¡Y si la gloria no pertenece ya a la fidelidad, el valor a la obediencia! Desde ochocientos veintiuno, en que empezamos a reformar nuestro sistema de hacienda, todos han sido ensayos; y de ellos el último nos ha dejado más desengañados que los anteriores. La falta de vigor en la administración, en todos y cada uno de sus ramos, el general conato por eludir el pago de las contribuciones, la notable infidelidad y descuido por parte de los recaudadores, la creación de empleados innecesarios, el escaso sueldo de éstos, y las leyes mismas, han conspirado a destruir el erario. Se ha confiado vencer algunas veces este conjunto de resistencia, invocando la acción de los tribunales; pero los tribunales, con la apariencia de protectores de la inocencia, han absuelto al contribuyente quejoso y al recaudador procesado, cuando la lentitud y la secuela de los juicios no ha dado tiempo al congreso para dictar nuevas leyes que enervasen aun la acción del gobierno. Todavía el congreso no ha arreglado las comisarías que manejan las más cuantiosas rentas. Todavía el congreso no ha examinado, por la primera vez, la inversión de los fondos de que el gobierno es simple administrador. La demora en Europa de la persona a quien por órdenes expedidas en 1823 toca responder de los millones que se deben por el empréstito contratado y por el ratificado en Londres: la expulsión del encargado de negocios que teníamos en el Perú, y que gestionaba el cobro de los suplementos que hicimos a aquella república: por último la distribución y consunción de los bienes nacionales, nos han forzado a suplir con numerosas inscripcio-
nes en el libro de la deuda nacional valores que ellos pudieron dejar satisfechos. El erario de Colombia ha tocado, pues, a la crisis de no poder cubrir nuestro honor nacional, con el extranjero generoso que nos ha prestado sus fondos confiando en nuestra fidelidad. El ejército no recibe la mitad de sus sueldos, y excepto los empleados cíe hacienda, los demás sufren la más triste miseria. El rubor me detiene, y no me atrevo a deciros que las rentas nacionales han quebrado, y que la república se halla perseguida por un formidable concurso de acreedores. Al describir el caos que nos envuelve, casi me ha parecido superfluo hablaros de nuestras relaciones con los demás pueblos de la tierra. Ellas prosperaron a medida que se exaltaba nuestra gloria militar, y la prudencia de nuestros conciudadanos, inspirando así, confianza de que nuestra organización civil y dicha social alcanzarían el alto rango que la Providencia nos había señalado. El progreso de las relaciones exteriores ha dependido siempre de la sabiduría del gobierno y de la concordia del pueblo. Ninguna nación se hizo nunca estimar, sino por la práctica de estas ventajas: ninguna se hizo respetable sin la unión que la fortifica. Y discorde Colombia, menospreciando sus leyes, arruinando su crédito, ¿qué alicientes podrá ella ofrecer a sus amigas? ¿Qué garantes para conservar siquiera a las que tiene? Retrogradando, en vez de avanzar, en la carrera civil, no inspira sino esquivez. Ya se ha visto provocada, insultada por un aliado, que no existiera sin nuestra magnanimidad. Vuestras deliberaciones van a decidir, si arrepentidas las naciones amigas de habernos reconocido hayan de borrarnos de entre los pueblos que componen la especie humana. ¡Legisladores! Ardua y grande es la obra que la voluntad nacional os ha cometido. Salvaos del compromiso en que os han colocado nuestros conciudadanos salvando a Colombia. Arrojad vuestras miradas penetrantes en el recóndito corazón de vuestros constituyentes: allí leeréis la prolongada angustia que los agoniza: ellos suspiran por seguridad y reposo. Un gobierno firme, poderoso, y justo es el grito de la patria.
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Miradla de pie sobre las ruinas del desierto que ha dejado el despotismo, pálida de espanto, llorando quinientos mil héroes muertos por ella: cuya sangre sembrada en los campos, hacia nacer sus derechos. Si, legisladores, muertos y vivos, sepulcros y ruinas, os piden garantías. Y yo que sentado ahora sobre el hogar de un simple ciudadano, y mezclado entre la multitud. recobro mi voz y mi derecho, yo que soy el último que reclamo el fin de la sociedad: yo que he consagrado un culto religioso a la patria y a la libertad, no debo callarme en momento tan solemne. Dadnos un gobierno en que la ley sea obedecida, el magistrado respetado, y el pueblo libre: un gobierno que impida la transgresión de la voluntad general y los mandamientos del pueblo. Considerad, legisladores, que la energía en la fuerza pública es la salvaguardia de la flaqueza individual, la amenaza que aterra al injusto. y la esperanza de la sociedad. Considerad, que la corrupción de los pueblos nace de la indulgencia de los tribunales y de la impunidad de los delitos. Mirad, que sin fuerza no hay virtud; y sin virtud perece la república. Mirad, en fin, que la anarquía destruye la libertad, y que la unidad conserva el orden. ¡Legisladores! ¡A nombre de Colombia os ruego con plegarias infinitas, que nos déis, a imagen de la Providencia que representáis, como árbitros de nuestros destinos, para el pueblo, para el ejército, para el juez, y para el magistrado ¡Leyes inexorables!
Bogotá, 29 de febrero de 1828. SIMÓN BOLÍVAR Borradores existentes en el archivo: I. AUTÓGRAFO El gobierno es ejecutivo con respecto al legislativo, observador con respecto al judicial y administrativo con relación a los ciudadanos: así la fuerza debe residir en su centro en lugar de buscarla fuera de él; pero no como motor sino como estímulo
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suficiente; si el gobierno recibe cuando debe dar no será más que máquina sin acción, móvil sin dirección. Arrojad vuestras miradas penetrantes hasta los recónditos corazones de vuestros compatriotas: allí encontraréis el conflicto de las instituciones con las primitivas tendencias de sus votos, de sus hábitos y profesiones. No quieren lo ageno ni lo prestado, y les choca lo que todavía no ha penetrado sus ánimos avezados a las doctrinas y prácticas antiguas. Pensar que basta escribir innovaciones para que sean adoptadas es no conocer la marcha progresiva y lenta de las épocas que no avanzan sin haber arraigado profundamente sus impresiones seculares: ellas se aseguran muy de antemano del terreno que van a ocupar no ya como conquistas sino como poseedores. De la misma manera el Legislador ha de imitar la. maestría de la naturaleza pues la sabiduría de sus pasos son las lecciones del ejemplo nunca erróneo. Desde que nos propusimos reformar nuestro sistema de ser imaginamos lograrlo con la mudanza de todo; como si fuera el enmarañado laberinto del espíritu humano como una casa que desamoblada y reedificada admite los huéspedes que la ocupan. No así del hombre que jamás cambia de alma en un día en un año ni en un siglo. Que no se crea que esos Legisladores famosos por la novedad y ventaja de sus leyes hayan impelido a los súbditos a obedecerles ciega y absolutamente en un instante: y sí alguno como Licurgo hizo mutaciones asombrosas para nosotros no eran, quizás, más que la regularización de máximas y usos ya sancionados. El Gobierno de Colombia como está, no se parece sino a la vieja monarquía española que mandaba sin ser obedecida, ocupaba sin llenar y se mostraba fuerte a pesar de la flaqueza de sus partes constitutivas. Nosotros nos hallamos en la misma relación porque la extensión de aquella monarquía es a la república como el despotismo de la primera es a nuestra lánguida libertad. La España no era capaz de regir tan dilatados dominios después de su decadencia y corrupción: Colombia con leyes débiles no alcanza a sus extremidades sino con la voz de la fama que aumenta el ruido y no la esencia de las cosas. Ocupamos vastos territorios más inhabitados, y por lo mismo
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la acción del gobierno es lenta, sin contigüidad ni supremacía, porque el desierto es la morada de la independencia individual y absoluta. Y donde estará la fortaleza de un niño que nace de madre decrépita! Nuestra infancia misma nos persuade que la herencia que nos han dejado pertenecía a nuestros padres. Todo en los Primeros días de nueva vida que gozamos es de la naturaleza de la antigua. Si combatimos, fué con españoles, si nos reformamos fueron sus teorías indigestas nuestros modelos; y si nos organizamos también es a la española, pero a la española moderna; quiero decir, para que un día contra la opinión general y para poner en ludibrio a la libertad y a la filosofía. La organización americana es para forzar a la república a sucumbir a semejanza de la constitución inadecuada a la monarquía española tan incompatible con un rey como es la de Colombia con la extensión, situación y calidad de nuestros elementos orgánicos. ¡El español supera en nosotros! ¡Desgraciada de Colombia si juzgáis que los rasgos de mis colores han sido encendidos por la mano de la exageración! No, el cuadro que os ofrezco no ha salido de la tenebrosa mansión de los misterios; yo lo he copiado a la luz del escándalo que publica nuestros desastres; que realza nuestra ruina en asedio de las aclamaciones de los tiranos y de los alaridos de un mundo entero! No hagáis, legisladores! con vuestra obstinada incredulidad del mal que padecemos, que más exasperados aún los pueblos, maldigan la esperanza que los sedujo y se entreguen a los remordimientos del desengaño cruel. Yo los veo levantarse fieros contra los mismos principios que los han devorado, y acusar las víctimas heroicas muertas por la Libertad, y sacrificar a los sacerdotes del culto de las leyes. Entonces, entonces os poseeréis de un espanto que antes fuera saludable, pero inútil en la Crisis. Un gobierno que salve la independencia americana es la primera necesidad popular: este gobierno no ha de ser como los que han prolongado la dolorosa agonía de la revolución, que si no ha terminado en diecisiete años, es culpa nuestra, no
de su esencia. La de Francia misma continuó bamboleando en el tumulto de agitaciones infinitas hasta que se acordaron los principios del gobierno con la naturaleza de las cosas y el espíritu de los Ciudadanos. Tan notable y tan reciente fenómeno de la inconsistencia humana en todo lo que es absolutamente especulativo, nos demuestra que ni aun la nación más instruida del universo antiguo y moderno, no ha podido resistir la violencia de las tempestades inherentes a las puras teorías; y que si la Francia Europea, siempre independiente y soberana no ha soportado el peso enorme de una libertad indefinida ¿cómo será dado a Colombia realizar el delirio de Robespierre, de Maratt? Se logrará tomar siquiera este político sonambulismo? Legisladores! que no os ocurra pasar a la par de los monstruos de la Francia a las posteridades que nos aguardan con su inexorable juicio. Allá no alcanzarán ni las circunstancias, ni las excusas de la mala fe. El bien que se ha hecho o el mal que se ha causado serán vuestros jueces: y no los podéis engañar!
II. DE LETRA DE O’LEARY Asegurar la independencia de cada uno, y diese al primero toda su fuerza necesaria para hacer marchar una máquina complicada cuál es la república en el estado en que se halla. Es una circunstancia digna de notarse por los Representantes del pueblo y que manifiesta de un modo claro lo defectuoso de nuestra actual constitución, que desde que ésta se estableció, le ha sido necesario al Podar Ejecutivo en los tiempos críticos, cuando la república se hallaba amenazada con una invasión exterior o perturbado algún departamento con conmociones interiores, revestirse con las facultades extraordinarias que concede la Ley. Esta especie de Dictadura, tanto más odioso, cuanto que está al arbitrio del primer magistrado declararse en uso de ella, debe ser abolida y sustituida por una fuerza moral en las leyes que ponga una barrera, entre la tiranía y el gobernante, como entre éste y la licencia de los gobernados.
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Recórrase la historia de Colombia de seis años a esta parte y verán los representantes del pueblo que una gran porción de los males que ha sufrido la república ha nacido de la debilidad constitucional del Poder Ejecutivo. Compárese los gloriosos resultados de los años anteriores a 1822 con los que han seguido: Véanse en aquellos tiempos el pacífico ciudadano, el pastor, el labrador, el comerciante y el artesano gustosos prestando obediencia a la ley, y el sobrante de su industria para sostener al gobierno. Entonces hubo virtud en el pueblo porque un tensor saludable servía de freno a la corrupción y a los vicios, y de estímulo para cimentar el orden. Mas, en el día que todos hablan de sus derechos, y ninguno de sus deberes, los vínculos sociales se han relajado, los vicios y ¡os crímenes se han multiplicado y si un recuerdo de nuestros días heroicos no hubiese detenido a la república al borde mismo del precipicio, ella habría perecido infaliblemente. Otro defecto cardinal tiene nuestro código fundamental. Todo el peso de la responsabilidad cae sobre el jefe de la administración. Los secretarios del despacho vienen a ser meros amanuenses, y es natural deducir que el encargado del Poder Ejecutivo, oiga con desconfianza el consejo de hombres eximidos de toda responsabilidad y que puedan tener un interés en destruirlo. No sucedería esto si los Secretarios tuviesen que responder a la nación. Los inmediatos agentes del ejecutivo en los departamentos participan de su debilidad legal. Fáltales el vigor necesario para hacerse respetar por los ciudadanos. De aquí provienen la dilapidación de las rentas del estado y la impunidad del crimen. Añádase a esto que se ha atribuido a los juzgados mucho de lo que es puramente gobernativo. Así son eludidas las órdenes de los jefes departamentales, y el malvado encuentra un escudo en la gracia que la ley intento a favor de la inocencia oprimida. En lugar de estar sostenidos por una vigorosa y bien organizada policía, los intendentes y gobernadores a cada paso encuentran trabas que hacen ilusoria su autoridad y resultan en menoscabo del gobierno. Parece que sería digna la atención de los representantes del pueblo la actual organización de las municipalidades. Lejos
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de ser útiles a los pueblos estas corporaciones, como están constituidas actualmente, producen una infinidad de males. Los ramos de policía que son de su natural resorte están enteramente abandonados por ella: la administración e inversión de los propios participan de este abandono. Los pueblos se quejan de la multitud de oficios concejiles que los ciudadanos respetables rehusan servir por el descrédito en que han caído. Los representantes del pueblo deben tener presente los escándalos cometidos en los años próximos pasados por algunas municipalidades que han tenido la osadía de arrogarse hasta la autoridad del pueblo. Pero lo que principalmente clama por una reforma radical en nuestras leyes fundamentales es el Poder Judicial. Los vicios y defectos de que éste adolece son inconcebibles. En los países en donde unas supremacía goza este ramo del cuerpo político, jamás se ha visto llegar a tanta altura la facultad de juzgar. Su absoluta independencia del Poder Ejecutivo de que debe ser parte, es opuesta a la razón. Es justo y conforme a las luces del siglo en que vivimos que el Poder Judicial esté separado del Ejecutivo; que éste no pueda pronunciar ni revocar sentencias ya pronunciadas por los tribunales, pero debe tener una intervención directa, una facultad coactiva y económica para examinar si los jueces cumplen o no con sus deberes. En caso de negligencia o injusticia, debe estar al alcance del jefe de la nación suspender los que delinquen y someterlos a juicio. Sólo de este modo habrá una fuerza moral en el gobierno que impela a los jueces a llenar sus deberes. Nuestras leyes secundarias son igualmente defectuosas. Su complicación junto con la mala administración de justicia, ha llegado a tal extremo que los pueblos las ven como su azote. Los legisladores de Cúcuta sin tomar en consideración la envilecida educación de nuestros pueblos querían exceder los otros de la tierra en un punto a liberalidad. Así es que manifestaron una ignorancia en los principios mismos de la sociedad como en la naturaleza de los pueblos para los cuales legislaban. En los Estados Unidos, donde el Poder Judicial es independiente, el Ejecutivo nombra todos los jueces -y esta
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facultad aumenta su fuerza moral-. Muchas consideraciones de gravedad me inducen a recomendaros que examinéis en vuestra sabiduría las reformas que deban hacerse en este ramo de nuestro código fundamental. Ahora me incumbe el desagradable deber de manifestar la influencia que han tenido nuestras instituciones políticas en la penuria y abatimiento a que está reducida la hacienda nacional. Un estado no ruede existir sin hacer consumos costosos, pero desgraciadamente la complicación de nuestra máquina política y los empleos superfluos reconocidos por nuestras leyes aumentan considerablemente los gastos indispensables. Añádase a esto la inmoralidad de nuestros pueblos, la corrupción de los jueces, la resistencia del contribuyente a pagar la cantidad que le corresponde, el descuido, la ineptitud, la infidelidad y la usurpación de los recaudadores y la imposibilidad del Poder Ejecutivo de castigar el delito. El tesoro está agotado, y la nación abrumada con una deuda exterior de treinta millones y otra interior de seis.
su valor y privaciones de las garras del despotismo. Nuestro ejército ha visto invadidos sus derechos y apenas se quejó mientras sus males fueron soportables. Lo que más ha contribuido a la relajación de la disciplina es la ley que somete los sentencias de los consejos de guerra a la confirmación de un tribunal civil. De este modo fueron los jefes de división privados de una autoridad que siempre tenían y los militares aprendieron en estas cortas doctrinas incompatibles con la obediencia pasiva. Se ha visto con escándalo la declaratoria de detención arbitraria por el arresto impuesto por un jefe a su subalterno. La ley que concede al militar licencia de contraer matrimonio sin previa licencia de su jefe también ha influido poderosamente. El espíritu de desconfianza que prevalecía en el Congreso contra los militares le ha inducido a dividir los mandos en los departamentos y esta división no ha podido menos que contribuir al incremento de la indisciplina y al fomento de partidos entre los civiles y los militares. Yo recomiendo a los representantes del pueblo esta clase benemérita de la sociedad.
Aumentase mi aflicción ah deciros que la nación no ha podido pagar ni los intereses vencidos sobre estas enormes Guasas desde principios del año 1826.
Tenemos buques de guerra pero sin marineros, ni los tendremos nunca mientras no se restablezcan las matrículas abolidas por opuestas al sistema liberal.
Puede decirse que no tenemos sistema de hacienda. Los ensayos que se han hecho desde 1821 a esta parte han sido incompetentes y cada año nos hemos encontrado más pobres que el anterior.
Consultad, representantes del pueblo, la naturaleza de vuestro comitente. Yo que nací entre vosotros y me glorio en pertenecer a la familia Colombiana tengo un derecho de hablar de ella tal cual me parece, no siento otro embarazo que el rubor que me causa el deciros que nuestros pueblos tienen muchos vicios, muchas preocupaciones, poco amor a la verdadera libertad que es inseparable de la práctica de la virtud. No os alucinéis con vanas teorías. Sean la razón y el sano juicio los fanales que os guíen. Dados un gobierno liberal, fuerte capaz de reprimir el crimen. Dadnos leyes pero justas, adecuadas a nuestra índole, hábitos y costumbres, y vosotros mereceréis las bendiciones de futuras generaciones, como habéis merecido ha confianza del pueblo soberano.
Muy doloroso me es informaros que el ejército participo de la desmoralización general que ha minado en estos últimos años al resto de la sociedad colombiana y aunque varias son las camisas que han influido en la relajación de su disciplina, no han dejado de tener una parte principal nuestras leyes fundamentales y secundarias. El pequeño resto de virtudes militares que aun conservan nuestros guerreros no es debido sino al amor de esta patria, que han arrancado por
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Bolívar encomienda a Santander la Vicepresidencia de la Nueva Granada* Se organiza el Gobierno de la República Recién creada Colombia, Bolívar encargó de la vicepresidencia de la Nueva Granada al General Santander, para que organizara y pusiera a funcionar el nuevo país Bolívar entrusts the Vicepresidency of New Granada to Santander
(1819) SANTANDER VICEPRESIDENTE DE LA NUEVA GRANADA 1819 Deseando dar a las provincias libres de la Nueva Granada un Govierno Provisional, mientras que el Congreso Gral resuelve la conbocacion de las representeacion Nacional a quien corresponde elegir la forma permanente del Govierno, he venido en decretar y decreto la siguiente Art. 1o El Govierno de las Provincias Libres de la N. Granada sera executado En mi ausencia por un vice presidente Art. 2o El titulo funciones y atribuciones del vice presidente de la Nueva Granada seran las mismas que concede el vice Presidente de Venezuela. al reglamento de 26 de febrero ultimo Art. 3o El Sr. Gral de divi-
* A.G.N. Sección República, Libros Manuscritos y Leyes Originales, libro 5, folio 1.
sion Francisco de Paula Santander esta nombrado vice presidente de la Nueva Granada. Publiquese executese e incertece en la Gazeta de esta Capital. Dado firmado de mi mano Sellado con el Sello provicional del Estado, y refrendado por el Secretario del Despacho en Santafe de a 1o de septiembre de 1819,- 9º. Simón Bolívar
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Naturaleza de la revista El Departamento de Formación Humana y Social de la Fundación Universitaria Los Libertadores ha considerado pertinente crear un escenario académico de divulgación de temas relacionados con el campo epistemológico de las humanidades; donde se evidencie la universalidad del conocimiento, los debates contemporáneos que se dan al interior de la ciencias sociales, los análisis de coyuntura política, económica y social y las producciones de los académicos de la Comunidad Libertadora y de otras instituciones (públicas, privadas, gremios, asociaciones nacionales e internacionales). En este orden de ideas se da inicio a la revista Dialéctica Libertadora, cuyo objetivo es constituirse progresivamente en un escenario para plantear perspectivas acerca del mundo social en donde los referentes teóricos y metodológicos sean rigurosos y atiendan a la necesidad de cualificar, desde la propia Universidad, el debate, la opinión y el análisis del mundo contemporáneo visto desde enfoques epistemológicos críticos, reflexivos y propositivos. La revista Dialéctica Libertadora tiene como público objetivo a todos los académicos interesados en reflexionar en torno a las Ciencias Humanas y Sociales, pertenecientes a instituciones de educación, gremios, asociaciones de índole privado o público en el ámbito nacional e internacional. La publicación de la revista Dialéctica Libertadora tiene una periodicidad anual en la que se abordará temáticas generales sobre las Ciencias Sociales y Humanas, que permitirá la reflexión epistemológica y la relación teórico-práctica de los artículos. La convocatoria pública se realizará a través de los medios que la Fundación Universitaria Los Libertadores considere pertinentes. Dialéctica Libertadora, tiene una audiencia que la conforman los profesionales de las Ciencias Humanas y Sociales, al igual que, los estudiantes y otros interesados en dicho campo académico.
Estructura de la revista
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En su organización, la revista Dialéctica Libertadora posee varias secciones: Discusiones y debates: plantea problemáticas entorno a: Educación y Pedagogía, Historia y Memoria, Perspectiva Antropológica y Coyuntura. Documentos históricos: pretende dar a conocer aquellos escritos que han trascendido la historia y se convierten en documentos clásicos dignos de ser tenidos en cuenta por las diferentes ciencias y disciplinas. In memoriam: homenaje a los intelectuales del país que han dejado su huella en el campo de las humanidades. Reseña: procura ser el lugar donde se estudia y analizan publicaciones recientes e innovadoras que plantean nuevos horizontes a los estatutos epistemológicos de las humanidades. Documentos Institucionales: trata de reconstruir la memoria y la historia del Departamento de Formación Humana y Social de la Fundación Universitaria los Libertadores. Diálogos: conversaciones con protagonistas de la vida académica, cultural y en general del campo de las Ciencias Humanas y Sociales. Estas conversaciones pretenden ser un punto de reflexión alrededor de las ultimas interpretaciones de la sociedad, los sujetos y del devenir histórico. Cultura, ciencia y tecnología: pretende reflexionar sobre los fenómenos sociales alrededor de la influencia de la ciencia y la tecnología en el campo cultural. La vertiginosa transformación que estas han generado en el desarrollo de la sociedad y los sujetos contemporáneos.
Clasificación Para la clasificación de los artículos, acogemos la descripción que hace Publindex en el documento oficial de indexación, que es la siguiente: 1) Artículos de investigación: presentan de manera detallada proyectos terminados de investigación. La estructura utilizada generalmente contiene cuatro apartes: introducción, metodología, resultados y conclusiones, con un máximo de 20 cuartillas.
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2) Artículos de reflexión: presentan resultados de investigación terminada, desde una perspectiva analítica, interpretativa o crítica sobre un tema específico, en el que se recurre a fuentes originales, con un número de referencias del cuarenta (40) por ciento del texto. 3) Artículos de revisión: analizan, sistematizan e integran los resultados de investigaciones publicadas o no publicadas sobre un campo del saber, para dar cuenta de los avances y las tendencias prevalecientes. Presentan una cuidadosa revisión bibliográfica de, por lo menos, cincuenta referencias. 4) Artículos cortos: presentan los resultados preliminares o parciales de una investigación. 5) Reportes de caso: presentan los resultados de un estudio sobre una situación particular con el fin de dar a conocer las experiencias técnicas y metodológicas consideradas en un caso específico. Incluye una revisión sistemática comentada de la literatura sobre casos análogos. 6) Revisión de tema: presentan la revisión crítica de la literatura sobre un tema particular. 7) Recensiones y reseñas bibliográficas: presentan de manera resumida los planteamientos principales de una obra recientemente publicada o una obra que por interés particular o de una investigación se reseña. 8) Traducciones
Aspectos formales Los autores deben enviar sus artículos siguiendo los aspectos formales descritos a continuación:
Información sobre el (los) autor (es) y el origen de los artículos Cada uno de los artículos deberá presentar en el mismo escrito el nombre completo del o los articulistas, dirección del correo electrónico, títulos del más antiguo al más reciente con la correspondiente institución que lo otorga, vinculación laboral docente e investigativa, u otra si diera lugar.
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Los artículos remitidos al editor de la revista serán inéditos y que no se encuentren en proceso de selección en otra revista y/o publicación y se aclarará si este es producto de investigación (deberá señalarse el título del proyecto, la institución ejecutora y financiadora, fecha de inicio y finalización), tesis de grado, ensayo o reseña crítica, in memoriam, reseña histórica u otro. Así mismo, el articulista enviará una hoja de vida junto con el artículo (formato institucional), que contendrá por lo menos tres posibles pares evaluadores correspondientes al tema tratado en el artículo, estos pueden ser nacionales o internacionales. Extensión: Los artículos deben tener una extensión mínima de 10 páginas y máxima de 20 páginas Resumen y palabras clave: el artículo debe presentarse con un resumen de máximo 150 palabras y mínimo 250, en el que el autor describe lo que va a desarrollar en su artículo. Se debe también incluir un mínimo de 5 palabras clave y máximo 8 que den cuenta de las temáticas centrales, autores y demás temas por destacar en el artículo. Tanto como el resumen como las palabras clave deben ser presentadas en español e inglés. Lo anterior no aplica para los documentos institucionales, los documentos históricos, las reseñas y el in memoriam. Espacios: el espacio marcado en el párrafo del texto es de 1.5 puntos. En las citas textuales que tengan más de tres renglones se disminuye el espacio a 1.0 puntos. Entre los títulos se mantienen los 1.5 puntos y se da doble espaciado. Fuente: la letra para el artículo debe ser Times New Roman 12 puntos y para las citas textuales con sangría de párrafo y en espacio de 1.0 puntos, letra Times New Roman 10. Pie de página: los pies de página se usan exclusivamente para notas aclaratorias y/o ampliaciones que el autor considere que debe ir por fuera del texto. La fuente es Times New Roman 10. Los pies de página de símbolo (*) se utilizan para los datos del autor y el tipo de artículo según catalogación señalada. La serie de estas notas a pie de página se aumenta con un nuevo símbolo (*, **, ***…). Las notas a pie de página del texto del artículo se inician en 1 y se continúa la serie. Citación y referencias bibliográficas: Los autores deben enviar sus artículos siguiendo la citación internacional de las nor-
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mas APA (American Psychological Association, sexta edición 2010). Así mismo, deberá incluir al final del documento una lista de Referencias bibliográficas en donde se incluyan todos los trabajos que han sido citados, y solo los que hayan sido referenciados, organizados alfabéticamente por el apellido del autor, se sugiere que el autor del artículo que se presenta para ser publicado en Dialéctica Libertadora, referencie por lo menos una cita de las anteriores ediciones de la revista. Ejemplos de citación en referencias bibliográficas • Libro Autor, A. A. (Año de la publicación). Título de la publicación, (edición, si la hay), lugar de la publicación y editorial. Ejemplo: Bourdieu, P. (2003). Los herederos: los estudiantes y la cultura, Buenos Aires: Siglo XXI editores. • Capítulo de libro Autor, A. A. y Autor, B. B. (Año de la publicación). Título del capítulo. En A. Editor & B. Editor (Eds.). Título del libro (páginas del capítulo). Ubicación (Ciudad y país, preferiblemente). Ejemplo: Fuller T. (1996). Jeremy Bentham y James Mill. En L. Strauss & J. Cropsey (Eds.) Historia de la filosofía política (pp. 668-689). México: Fondo de Cultura Económica.
Dorta, M. y Babini, D. (2011). Iniciativas regionales multidisciplinarias de acceso abierto a la producción científica de América Latina y el Caribe –contribución a la investigación interdisciplinaria en las ciencias sociales. Buenos Aires, Argentina: CLACSO. Recuperado el 25 de marzo de 2011 de http://conference.ifla. org/past/ifla77/142-ortiz-es.pdf • Artículos obtenidos de una base de datos electrónica: Autor, A. A. y Autor, B. B. (Año). Título del artículo. Título de la revista, volumen (número), páginas. Recuperado el… (Introduzca el día, el mes y el año) en… (Introduzca el nombre de la base de datos). • Artículo publicado en revista de Internet: Autor, A. A. y Autor, B. B. (Año, si se encuentra). Título del artículo. Título de la revista, volumen –si se encuentra− (Número, si se encuentra). Recuperado el… (introduzca el día, el mes y el año) de… (introduzca la dirección URL). • Tesis consultada en biblioteca o hemeroteca Autor, A. A. (Fecha). Título. Universidad, Ciudad, País. Ejemplo: Méndez, C. (2006). Historia de la pedagogía infantil en Colombia. Fundación Universitaria Los Libertadores, Bogotá, D.C. Colombia. En caso de que las referencias bibliográficas carezcan de algún dato, no olvide insertar las abreviaturas que lo indican:
• Revista o periódico Autor, A. A., Autor, B. B. y Autor, C. C. (Año de la publicación, incluya el mes y día de la publicación para publicaciones diarias, semanales o mensuales). Título del artículo. Título de la revista, del diario o del semanario, volumen (número), páginas. Ejemplo: Ojeda, R. (2011). Participación de la plebe santafereña en los albores de la Independencia. Dialéctica Libertadora, (4), 93-105.
S. a.: sin autor; s. e.: sin editor; s. f.: sin fecha; s. i.: sin imprenta; s. l.: sin lugar; s. l. f.: sin lugar y sin fecha; s. l. i.: sin lugar de impresión; s. l. n. a.: sin lugar ni año.
• Internet Autor, A. A. y Autor, B. B. (Año de publicación). Título o descripción del documento. Ubicación (Ciudad y país, preferiblemente, si lo tiene especificado): Editorial (si es documento impreso convertido a digital). Recuperado el… (introduzca la fecha de cuando se recuperó) del sitio Web… (introduzca la dirección URL, “Uniform Resource Locator”). Ejemplo:
APA Style- American Psychological Association http://www.apastyle.org/index.aspx Consultas Real Academia Española http://www.rae.es/rae/gestores/gespub000018.nsf/voTodospo rId/651DD2E435FC3039C12571F8003AAE85?OpenDocument Diccionario de la Real Academia Española, DRAE 2001, 22.ª ed.
La revista Dialéctica Libertadora sugiere a sus autores que en caso de presentar dudas idiomáticas visiten los siguientes enlaces (el uso de los contenidos consultados será responsabilidad exclusiva de quien realiza la consulta).
http://www.rae.es/rae.html Política editorial (pp. 215 - 218)
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Diccionario panhispánico de dudas http://www.rae.es/dpd/ Fundación del español urgente http://www.fundeu.es/consultas.html Ortografía básica de la lengua española (2011) http://www.rae.es/rae/gestores/gespub000039.nsf/voTodospor Id/6994DD89C871EF0AC12579C700269C47?OpenDocument Títulos digitalizados de la RAE http://www.cervantesvirtual.com/autor/real-academia-espanola--1/ Dialéctica Libertadora al finalizar la convocatoria seleccionará el grupo de artículos que ira a la evaluación de un par externo, luego de la revisión por parte del comité editorial. La evaluación externa se realizará con pares evaluadores en el sistema doble ciego, los evaluadores se elegirán de una base de datos y con los criterios de pertinencia temática.
Aclaraciones y correcciones
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El contenido de los artículos es responsabilidad exclusiva de los autores y no comprometen el criterio del editor o del Departamento de Formación Humana y Social de la Fundación Universitaria los Libertadores. El comité editorial se reserva el derecho de aceptar, rechazar, solicitar modificaciones y hacer las correcciones que estimen necesarias para ajustar el manuscrito al estilo de la revista. Se respeta el derecho de los autores a la confidencialidad. La convocatoria de los artículos se realizará previa decisión del comité editorial, frente a las necesidades del contexto de la revista. La revista Dialéctica Libertadora es un espacio de divulgación. Las opiniones allí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan la opinión o posición de la Fundación Universitaria Los Libertadores.
Dialéctica Libertadora acepta las retractaciones argumentadas de los autores y corregirá los errores tipográficos o de otros tipos que se puedan haber cometido en la publicación.
Comunicación
Cesión de derechos y certificación de originalidad
Para la recepción de artículos y otros requerimientos, se podrá hacer a través de:
Una vez realizada la evaluación de pares bajo el sistema de doble ciego, se comunicará por escrito a los autores los resultados de la misma (arbitraje) y su selección, en un plazo de más de dos meses. En caso de ser aceptado el texto para su publicación, se le solicitará al autor el diligenciamiento de los documentos legales, esto es, autorización de uso y sesión de derechos patrimoniales –mas no morales– a la Revista Dialéctica Libertadora. Igualmente el certificado de originalidad del mismo, en perspectiva de evitar plagios y autoplagios.
Revista Dialéctica Libertadora Departamento de Formación Humana y Social Fundación Universitaria Los Libertadores Dirección electrónica: dialecticali@libertadores.edu.co Carrera 16 Nº 63 A – 68. Edificio Administrativo Cuarto Piso. Oficina 403 PBX: 2 544750 Exts. 3581, 3582, 3583. Teléfono: 2 544778 Bogotá, D.C., Colombia
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C O N V O C AT O R I A C a l l f or pa pa e r s d ia l é ctica l i b e rta d ora n º 6
EL DEPARTAMENTO DE FORMACIÓN HUMANA Y SOCIAL
Para mayor información y recepción de los documentos comunicarse a:
Los invita a presentar artículos en la edición número 6 de La revista Dialéctica Libertadora, la cual sigue el propósito de constituirse progresivamente en un espacio académico que dé cuenta de diversas perspectivas acerca del mundo social, en donde los referentes teóricos y metodológicos se caracterizan por su rigurosidad y atienden a la necesidad de cualificar, desde la propia universidad, el debate, la opinión y el análisis del mundo contemporáneo visto desde enfoques epistemológicos críticos, reflexivos y propositivos.
Revista Dialéctica Libertadora Departamento de Formación Humana y Social Fundación Universitaria Los Libertadores Dirección electrónica: dialecticali@libertadores.edu.co Link: http://www.ulibertadores.edu.co:8089/?idcategoria=5714 Carrera 16 Nº 63 A – 68. Edificio Administrativo Cuarto Piso, Oficina 403 PBX: 2 544750 Ext. 3581, 3582, 3583. Teléfono: 2 544778 Bogotá, D.C., Colombia
Fecha de apertura: 1 de abril de 2013 Fecha de cierre: 31 de julio de 2013
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C ES I Ó N DE DE R E C H O S R E V I S TA D I A LÉ C T I C A L I BE RTA D O R A
El autor del artículo titulado, ..........................................................................................., ................................................................., identificado con la cédula de ciudadanía número C.C Nº ................................. vecino de........................................., por medio del presente traspaso en toda propiedad y dominio a la FUNDACIÓN UNIVERSITARIA LOS LIBERTADORES, domiciliada en Bogotá, Colombia, todos los derechos patrimoniales que le correspondan sobre el artículo publicado en la revista Dialéctica Libertadora. En virtud de lo anterior, EL CESIONARIO puede considerarse de ahora en adelante como única titular de los derechos patrimoniales de la citada Obra. Para constancia se firma en ............................ a los ................................... días del mes de .................................. de dos mil trece (2013).
El CEDENTE,
El CESIONARIO
.................................................... Articulista
..................................................... Representante Legal
C.C. Nº
C.C. Nº
....................................
.....................................
SUSCRIPCIÓN S U BS C R I P T I O N
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DIALÉCTICA LIBERTADORA
Revista del Departamento de Formación Humana y Social Número 5 Bogotá, Colombia Enero 2012 Impreso por Corcas Editores
2012 YURY MILENA CABALLERO GONZÁLEZ Fundación Universitaria Los Libertadores: 30 años de compromiso y calidad al servicio de los colombianos
DISCUSIONES Y DEBATES
ALBERTO CARVAJALINO SLAGHEKKE La construcción del paisaje y los bienes comunes: estudio del caso de la Bahía de Santa Marta GUSTAVO OCTAVIO GARCÍA RODRÍGUEZ La violencia: de la polisemia del discurso a la contundencia de la realidad ALEXANDER ÁVILA MARTÍNEZ Wittgenstein, una perspectiva para el análisis filosófico desde la teoría de los juegos del lenguaje SERGIO ÁNGEL BAQUERO Hacia una comprensión de la retórica judicial desde la perspectiva aristotélica ANTONIO JOSÉ RIVADENEIRA VARGAS Identidad, cultura y patrimonio, condiciones actuales del saber científico MIGUEL OLIMPO MORENO LUGO José Pedro Varela: masonería e ideales libertarios en educación MANUEL LEONARDO PRADA RODRÍGUEZ Relación de contraste entre el pensamiento andino y la modernidad
5 ISSN 2011-3501 Enero / 2012
CARLOS AUGUSTO CORREDOR RAMÍREZ El positivismo en el discurso de Camacho Roldán
Enero
DOCUMENTOS INSTITUCIONALES
CARLOS AUGUSTO CORREDOR RAMÍREZ DORY LUZ GONZÁLEZ HERNÁNDEZ JENNY ALEXANDRA JIMÉNEZ MEDINA Estructuración y dislocación del sujeto Un acercamiento a su transformación identitaria
REFLEXIONES LIBERTADORAS
STELLA POVEDA TORRES La Fundación Universitaria Los Libertadores en el panorama de la educación superior en Colombia
IN MEMORIAM
EDWIN ARMANDO BARRIENTOS REY Carolina Rodríguez Rodríguez: El laberinto del lenguaje Aporte para una teoría general del lenguaje CARLOS AUGUSTO CORREDOR RAMÍREZ Bernardo Hoyos Pérez: El maestro de la cultura
DOCUMENTOS HISTÓRICOS
Santander: por la Patria, la Libertad y la Justicia Carta de Antonio Nariño al General Simón Bolívar Discurso de Angostura Mensaje a la Convención de Ocaña. A los representantes del pueblo, en la Convención Nacional Bolívar encomienda a Santander la Vicepresidencia de la Nueva Granada
REVISTA DEL DEPARTAMENTO DE FORMACIÓN HUMANA Y SOCIAL
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Dialéctica Libertadora
Bogotá D.C. Colombia
Número 5
pp. 224
Enero
2012
ISSN 2011-3501