Poesía entre modernismo y vanguardia

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Apuntes de literatura. Silvia Martínez López (Sigo fundamentalmente a TUSÓN, V. y LÁZARO, F.: LITERATURA DEL SIGLO XX) LA POESÍA ENTRE EL MODERNISMO Y LA VANGUARDIA: JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

“DEL CISNE AL BÚHO” (SALINAS) Si Machado había sido la figura principal de los primeros años del XX, la poesía de la llamada Generación del 14 está dominada por JUAN RAMÓN JIMÉNEZ. Es la época de la superación del modernismo y de la aparición de una lírica nueva que, con excepciones, mereció frecuentemente el calificativo de “pura”. Los nuevos caminos son muy variados: “revueltos y fecundos” llamó Guillén a aquellos años. Con el tiempo, tres etiquetas se han impuesto: “Novecentismo” (término acuñado por Eugenio D’Ors para englobar a ensayistas como Ortega o a novelistas como Gabriel Miró y Ramón Pérez de Ayala), “Vanguardismo” y “Generación del 27”. Tres ondas que se suceden y, a la vez, se superponen, y todas con contenidos complejos. Los novecentistas participan activamente en la vida social y política de su época. De mentalidad progresista, se declaran europeístas, pues pretenden atajar el atraso español respecto a Europa. Sin embargo, Europa está viviendo una situación muy complicada. Ya desde antes del inicio de la Primera Guerra Mundial, y durante todo el período de entreguerras, lo conocido como VANGUARDIAS, nuevos movimientos culturales, pretenden combatir la cultura anterior y proponen romper de forma radical con toda la herencia artística del siglo XIX. Van penetrando en España desde la primera década del siglo, por lo que los nuevos principios estéticos coinciden con el desarrollo del novecentismo, compartiendo, por ello, muchos rasgos, y siendo difícil establecer una frontera tajante entre novecentismo y vanguardismo. Lo primero fue más una depuración y lo segundo una ruptura. En España fue fundamental la obra de Ramón Gómez de la Serna y el Surrealismo, que tanta huella ha dejado en la Generación del 27. En 1914 escribió Azorín: “Otra generación ha llegado […] Dejémosles paso”. En realidad, no puede decirse que formen un grupo, pero sí puede hablarse, como hace Tuñón de Lara, de “un clima intelectual distinto”. De ahí las denominaciones para englobar a los escritores nacidos en los años 80: Generación de 1914 o Novecentismo. Se trata de una generación de intelectuales que tratan de realizar una verdadera modernización intelectual de España. Como ejemplo de la nueva mentalidad, El Sol, creado en 1917, periódico europeísta, combate todo lo que representa el más puro casticismo hispánico. A partir de 1923, la Revista de Occidente, fundada por Ortega y Gasset, será la más notable expresión de la nueva intelectualidad. Aparte de Ortega, destacan otros partícipes de esta nueva generación: Azaña, Américo Castro, Gregorio Marañón, Ramón Pérez de Ayala, Ramón Gómez de la Serna, Gabriel Miró y, aunque ligados todavía al Modernismo, Villaespesa y Juan Ramón Jiménez. De nexo con la generación que sigue servirán Benjamín Jarnés, León Felipe y Giménez Caballero. Aceptando el término de “novecentismo”, Díaz Plaja delimita su contenido por medio de dos negaciones: lo que YA NO ES NI MODERNIMO NI NOVENTAYOCHISMO, y lo que TODAVÍA NO ES VANGUARDISMO, que confluirá en la Generación del 27. Así, se gesta en la primera década del siglo, alcanza su madurez en 1914, convive con las vanguardias en los años 20 e inicia su ocaso ideológico y estético con la politización de la literatura a partir de 1930.

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Apuntes de literatura. Silvia Martínez López (Sigo fundamentalmente a TUSÓN, V. y LÁZARO, F.: LITERATURA DEL SIGLO XX) El novecentismo supone la consolidación de un tipo de intelectuales diferentes, profesionales sólidamente formados, lo que explica muchas de sus características 1 -algunas, como antirromanticismo y europeísmo, coinciden con los movimientos de vanguardia) : -Racionalismo (frente al irracionalismo modernista). Rigor intelectual, análisis objetivo, claridad expositiva. -Europeísmo: miran a Europa como modelo de superación, frente al atraso español. -Antirromanticismo. Se rechaza lo sentimental y lo pasional, el patetismo. Se prefiere lo clásico, el equilibrio. -Depuración estilística. El arte debe limitarse a proporcionar placer estético, es fin en sí mismo, no vehículo de otras preocupaciones (así lo afirma Ortega y Gasset en La deshumanización del arte). -Hermetismo. Se requiere un público entendido. La literatura de la época está dirigida, en palabras de Juan Ramón Jiménez, a la “inmensa minoría”. -Pulcritud estitlística. Se persigue un estilo pulcro y depurado. En poesía, Salinas sintetizó este proceso con esta fórmula: “del cisne al búho”; es decir, de la exquisitez sensorial de la poesía modernista a una lírica más reflexiva e incluso más intelectual. En Hispanoamérica, en 1911, el poeta E. González Martínez había lanzado su famosa consigna “Tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje”. En España también se produce un progresivo cansancio de los esplendores del Modernismo y los poetas tienden hacia una depuración estilística. Aunque la estética del Modernismo se prolongará más allá del 14, razón por la cual se habla de Posmodernismo, otros poetas vendrán a ocupar ese espacio entre el Modernismo y la erupción de las vanguardias. Son poetas que refrenan lo sentimental o lo someten al intelecto; se plantean un trabajo de selección y acendrar el lenguaje poético.En suma, tienden a una “POESÍA PURA”, “DESNUDA”. Se trata de poetas como De Basterra, Bacarisse, Domenchina, cuyas trayectorias, diferentes, coinciden con el magisterio de JUAN RAMÓN JIMÉNEZ. El “andaluz universal”, nacido en Moguer en 1881, se entregará a la poesía pronto y de manera total: renuncia a seguir sus estudios de derecho y se marcha a Madrid, en 1900, con Villaespesa y Rubén, para luchar “por el modernismo”. Tras la crisis por la muerte de su padre, empezará a frecuentar la Institución Libre de Enseñanza. Pero su depresión no cesa y en 1905 vuelve a Moguer, donde permanece retirado seis años e incia su famoso libro Platero y yo. Volverá a Madrid, instado por numerosos amigos, en 1911 y se hospedará en la Residencia de Estudiantes, que evocará más tarde en un bellísimo libro en prosa: La colina de los chopos. En 1916 se casa en Nueva York con Zenobia Camprubí Aynar. Viven en Madrid hasta que comienza la guerra y abandonan España. Tras residir en varios países americanos, se instgalan definitivamente en Puerto Rico, acogido por la Universidad. En 1956 le conceden el Premio 1

Para una explicación más completa, v. Casorrán, Mª J. (2011): Estudio crítico del “Romancero gitano”, Zaragoza, Mira editores.

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Apuntes de literatura. Silvia Martínez López (Sigo fundamentalmente a TUSÓN, V. y LÁZARO, F.: LITERATURA DEL SIGLO XX) Nobel, pero la noticia coincide con la muerte de Zenobia. El poeta sólo le sobrevive dos años: muere en 1958. SENSIBILIDAD DE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ Y CONCEPCIÓN DE LA POESÍA. Juan Ramón es el prototipo del poeta consagrado por entero a su Obra, con mayúscula, como a él le gustaba escribirlo. Ningún quehacer le distraía de su creación y cada vez se apartaba más de la vida pública; vivía su mundo “en soledad”, según sus propias palabras. Consecuentemente con ello resulta su famosa dedicatoria “A LA MINORÍA, SIEMPRE”. En efecto, su poesía es minoritaria, difícil y de selección y hermetismo crecientes. Su idea de la poesía está presidida por una triple sed: de belleza, de conocimiento y de eternidad. Goce exaltado de lo bello, penetración en la esencia de las cosas, y posesión de la Belleza y la Verdad. De ahí su preocupación por la fugacidad de las cosas, su idea de Dios, a quien identifica con la Naturaleza o con la Belleza absoluta o con al propia conciencia creadora. TRAYECTORIA POÉTICA Decía Juan Ramón que la “transición permanente es el estado más noble del hombre”: su permanente inquietud y su constante búsqueda explican que la evolución de su obra resuma los caminos recorridos por la poesía española desde el Modernismo hacia las nuevas formas. En esa trayectoria ininterrumpida suelen distinguirse varias ETAPAS, siguiendo declaraciones del propio autor. Según los veros de sus famoso poema de 1918, su poesía “vino, primero, pura, / vestida de inocencia.” y pasa por las siguientes fases: 1º. Poesía sencilla, “inocente”. 2º. Poesía envuelta en los “ropajes” del Modernismo. 3º. Etapa de depuración progresiva (“se fue desnudando / y yo le sonreía”) 4º. Poesía desnuda, definitivamente depurada de las galas modernistas (“y apareció desnuda toda”) Más tarde, Juan Ramón reducía su evolución a las tres siguientes etapas: 1ª. Época sensitiva (hasta 1915 aproximadamente) 2ª. Época intelectual (Diario, 1916 – abandono de España, 1936) 3ª. Época “suficiente” o “verdadera” (de 1936 a su muerte). Si bien, será necesario hacer matices, sobre todo en la 1ª etapa. Los primeros poemas que se conocen de Juan Ramón Jiménez datan de 1898 (él tenía 16 años), muestra de un posromanticismo becqueriano y de un tono adolescente que muy pronto acusará el influjo modernista. ADOLESCENCIA

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Apuntes de literatura. Silvia Martínez López (Sigo fundamentalmente a TUSÓN, V. y LÁZARO, F.: LITERATURA DEL SIGLO XX) En el balcón, un instante nos quedamos los dos solos. Desde la dulce mañana de aquel día, éramos novios. —El paisaje soñoliento dormía sus vagos tonos, bajo el cielo gris y rosa del crepúsculo de otoño.— Le dije que iba a besarla; bajó, serena, los ojos y me ofreció sus mejillas, como quien pierde un tesoro. —Caían las hojas muertas, en el jardín silencioso, y en el aire erraba aún un perfume de heliotropos.— No se atrevía a mirarme; le dije que éramos novios, ...y las lágrimas rodaron de sus ojos melancólicos. En su poema decía que su poesía “vino primero, pura”, pero antes, en 1900, los libros Almas de violeta y Ninfeas, prologados por Villaespesa y Rubén, respectivamente, respondían, en gran medida, a un Modernismo sensorial. La crítica no les fue favorable y el autor los rechazaría. En 1903 publica su primer gran libro, ARIAS TRISTES, el mismo año que ven la luz las Soledades de A. Machado. “Por él –le dirá éste – he pensado y he sentido y he llorado”. Aquí sí encontramos esa poesía “vestida de inocencia”, sencilla de formas, contenida, con un acento becqueriano evidente. Los temas (soledad, melancolía, paso del tiempo y muerte) son propios de este neorromanticismo que penetra en el espíritu modernista, o de un intimismo simbolista. La impronta del Simbolismo, como en Machado, es decisiva. Pero la versificación (predominan los octosílabos), la tenue musicalidad y el lenguaje sobrio lo sitúan al margen del Modernismo más ornamental y sonoro. Yo me moriré, y la noche triste, serena y callada, dormirá el mundo a los rayos de su luna solitaria. Mi cuerpo estará amarillo, y por la abierta ventana entrará una brisa fresca preguntando por mi alma. No sé si habrá quien solloce cerca de mi negra caja, o quien me dé un largo beso entre caricias y lágrimas. Pero habrá estrellas y flores y suspiros y fragancias, 4


Apuntes de literatura. Silvia Martínez López (Sigo fundamentalmente a TUSÓN, V. y LÁZARO, F.: LITERATURA DEL SIGLO XX) y amor en las avenidas a la sombra de las ramas. Y sonará ese piano como en esta noche plácida, y no tendrá quien lo escuche sollozando en la ventana. Escribirá otros libros en la misma línea (1903 -1907): Jardines lejanos, Pastorales, Baladas de primavera. 2ª etapa: “los ropajes del Modernismo”. Entre 1908 y 1915 compone poemas que recogerá, entre otros, en los siguientes títulos: Elejías, La soledad sonora, Poemas májicos y dolientes, etc. Éstas con las obras en las que Juan Ramón adopta los “ropajes del Modernismo”. Típicamente modernistas son la utilización del color y de otros elementos sensoriales, la adjetivación brillante, ciertas imágenes, la aparición de ritmos amplios (el alejandrino es frecuente). Pero, con todo, el Modernismo de Juan Ramón Jiménez es de tipo intimista, orientado a la contemplación y la confesión sentimental. Por otro lado, en esos libros hay también muestras de estilo más sencillo, presagio de la inminente depuración de su lenguaje poético. Recuérdense los poemas “El viaje definitivo” o “Primavera amarilla”. A esta época corresponde su memorable Platero y yo, publicado en 1914. Poesía en prosa con indicios de voluntad de pureza junto a evidentes rasgos de estilo modernista: Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro. 3ª etapa: “mas se fue desnudando…” Estío, de 1915, representa el primer paso hacia una nueva sencillez: vuelta al octosílabo, a la asonancia, preferencia por el poema breve, supresión de lo ornamental… Pero la ruptura definitiva con el Modernismo lleva una fecha: 1916. ese año, durante su viaje a Nueva York, con motivo de su boda, Juan Ramón escribe el Diario de un poeta recién casado, publicado en 1917 y titulado, mucho más tarde, Diario de poeta y mar. “Con el Diario empieza el simbolismo moderno en la poesía española “ –dirá Ricardo Gullón. Y es que entre las Soledades de Machado y la mejor poesía de la generación Guillén-LorcaNeruda de los años 20, el Diario marca un hito decisivo en el desarrollo de la poesía lírica de su tiempo. Es una obra enormemente innovadora por la combinación de verso y prosa en el mismo libro, figura entre las primeras obras que recogen imágenes de Nueva York, desarrolla el poema en prosa, el arte del retrato y la representación de paisajes urbanos… 5


Apuntes de literatura. Silvia Martínez López (Sigo fundamentalmente a TUSÓN, V. y LÁZARO, F.: LITERATURA DEL SIGLO XX) Es un paradigma de ruptura porque sintetiza toda una brillante tradición de poesía lírica europea, y una ruptura con esta tradición: de géneros, de fronteras entre verso y prosa, de modos tradicionales de versificación… Y además, supone la elevación de lo propio a lo universal. Le siguen otros libros en los que continúa ese proceso de interiorización y acendramiento (Eternidades, 1918; Piedra y cielo, 1919; Poesía, 1923; Belleza, 1918…). Juan Ramón resume su idea del lenguaje poético con la definición de “sencillo”, “lo conseguido con menos elementos”; es decir, lo “neto”, que no deja de ser complicado a un tiempo. No cree en un arte para la mayoría ni le importa que la minoría entienda del todo el arte. De hecho, es notoria la dificultad creciente de su poesía: apunta a la realidad profunda de las cosas, a la esencia, llevado por esa “sed de conocimiento”; busca esa nueva “inteligencia” con que comienza Eternidades: “¡Intelijencia, dame / el nombre exacto de las cosas!”. Esta etapa intelectual se corona con el libro La estación total, escrito entre 1923 y 1936, pero no publicado hasta 1946. Su título alude a su obsesión: abolir el tiempo y llegar a una posesión total de la belleza, de la realidad y del propio ser. En suma, ansia de eternidad: “Sólo en lo eterno podría / yo realizar esta ansia / de la belleza completa”. Etapa final: Durante su exilio en América, Juan Ramón prosigue su indagación poética, cada vez más encerrado en sí mismo y atento a su Obra. A estos años corresponden En el otro costado (1936-1942)  y Dios deseado y deseante (1948-49), que en vida del poeta sólo se publicaron fragmentariamente. El segundo es un libro traspasado por esa sed de eternidad citada: muestra un absoluto dominio del verso libre y del lenguaje acendrado, profundo, de un hermetismo sustancial. Da fe de esa tensión creadora que Juan Ramón nunca abandona. Proyección de su obra: Juan Ramón Jiménez es la máxima encarnación de la búsqueda solitaria de Belleza y Absoluto. Sirvió de faro a los poetas puros y a los del 27: todos ellos, al menos en su juventud, recibieron su influencia. Los poetas de posguerra, acuciados por preocupaciones sociales, se alejan de su estética, pero posteriormente, cuando los “novísimos” orientan de nuevo la creación hacia la renovación del lenguaje, recobra la estimación que le corresponde. Cumplió una función importantísima, al asimilar y realizar plena y profundamente la estética romántico-simbolista en España. LAS VANGUARDIAS EN ESPAÑA El Vanguardismo, en Europa como en España, constituye una etapa de enorme interés que se corresponde con el periodo de entreguerras mundiales y, en España, con los años de la Guerra Civil: un bullir de ideas y experiencias que supone una nueva ruptura y conduce a una fecunda renovación del concepto de la literatura y del lenguaje poético. En España merecen especial atención, de una parte, la obra precursora de Ramón Gómez de la Serna y, de otra, la honda huella que el Surrealismo dejará en la llamada Generación del 27. 6


Apuntes de literatura. Silvia Martínez López (Sigo fundamentalmente a TUSÓN, V. y LÁZARO, F.: LITERATURA DEL SIGLO XX) UNA VERDADERA RUPTURA Los novecentistas habían traído ya novedades al panorama literario español, pero no podía hablarse exactamente de ruptura con respecto a la literatura anterior, más bien de “depuración” o de “innovación”. El Vanguardismo supuso una verdadera ruptura, más intensa que la modernista y quizá la más radical de las que se ha dado en la historia de las artes y de las letras. Con el término “MOVIMIENTOS DE VANGUARDIA”, calcado del francés “avanti –garde”) se han designado aquellos movimientos que se oponían, muchas veces con virulencia, a la estética anterior y que proponían concepciones nuevas del arte y de las letras. Los “ISMOS” vanguardistas se suceden a un ritmo muy rápido: EXPRESIONISMO, FUTURISMO, CUBISMO, DADAÍSMO, SURREALISMO… Muchos de ellos afectan por igual a las artes plásticas, al arte escénico o cinematográfico, a las letras e incluso al pensamiento. Algunos pasan como efímeras modas; otros dejan huella imborrable. En estos apuntes nos centraremos en los que tuvieron mayor eco en España. Para empezar, hay que ver cómo fue la penetración y el desarrollo del VANGUARDISMO EN ESPAÑA: Hacia 1914, se percibe en España una nueva sensibilidad y nuevas orientaciones estéticas, que se acentúan en los años 20 y que indican que los escritores españoles están en perfecta sintonía con las vanguardias europeas. Progresivamente, y junto a rasgos comunes con el Novecentismo, como antirromanticismo, europeísmo, etc., se observa un alejamiento de la realidad –o ruptura con todo realismo – y aquella “deshumanización” diagnosticada por Ortega. Alcanzará intensidad la exploración estética, la búsqueda de nuevas formas. Los contactos con el Vanguardismo europeo son tempranos, de hecho: PICASSO había sido el motor del arte nuevo: de 1907 son sus “Señoritas de Avignon”, con las que impuso el CUBISMO, una de cuyas cimas será otro español, Juan GRIS. En literatura, el pionero e impulsor de las Vanguardias fue Ramón Gómez de la Serna, pero en el ambiente literario del momento proliferan las tertulias y las revistas donde el Vanguardismo halla también acogida o comentario. Son famosas las tertulias del Café del Pombo, presididas por Ramón, o las del Café Colonial, en torno a Cansinos-Assens, otro gran animador de la nueva literatura. Y esenciales fueron dos revistas: la Revista de Occidente (creada en 1923 por José Ortega y Gasset) y La Gaceta Literaria, fundada en 1927 por Giménez Caballero y Guillermo de Torre). La primera inserta, ya en 1925, la traducción del Manifiesto del Surrealismo, y Guillermo de Torre publica Literaturas europeas de vanguardia en el mismo año, fecha en la que aparece también La deshumanización del arte de Ortega. Hierven, pues, en estos años, inquietudes y experiencias.

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Apuntes de literatura. Silvia Martínez López (Sigo fundamentalmente a TUSÓN, V. y LÁZARO, F.: LITERATURA DEL SIGLO XX) En síntesis, pueden distinguirse 4 ETAPAS en el desarrollo del Vanguardismo español: -1ª (1908 – 1918): primeras manifestaciones, protagonizadas esencialmente por Ramón Gómez de la Serna. -2ª (1918 – 1925, 27): la de los años del ULTRAÍSMO y el CREACIONISMO, con predominio de lo lúdico, la exaltación vital y la deshumanización. -3ª (1925 – 1930): bajo el influjo dominante del SURREALISMO, inicia una “REHUMANIZACIÓN”, acompañada de angustia o rebeldía antes los efectos “deshumanizantes” de la sociedad moderna. -4ª (1930 – 1936): las inquietudes del momento llevan hacia “un nuevo Romanticismo”. Tras ciertos intentos de conciliar vanguardia estética y vanguardia política, las “urgencias” políticas llevan al ocaso del Vanguardismo español. En estas etapas se inscriben las tendencias que vamos a ir examinando.: El FUTURISMO nace en 1909, año en el que el escritor italiano MARINETTI publica su primer manifiesto, vital e iconoclasta. Resueltamente antirromántico (“¡Matemos al claro de luna!”) exalta la civilización mecánica y la técnica: “Un automóvil de carreras es más hermoso que la Victoria de Samotracia”. Así, se tratarán temas como al máquina, el avión, la energía eléctrica, el deporte… El estilo busca el dinamismo, la rapidez verbal, rompiendo en ocasiones con la sintaxis para dejar las “palabras en libertad”. No dio frutos notables en Europa, pero abrió sus puertas a temas inéditos a nuevas posibilidades del lenguaje. El CUBISMO nace como escuela pictórica hacia 1907, pero el llamado CUBISMO LITERARIO arranca en Francia en 1913 gracias a GUILLAUME APOLLINAIRE (1880-1918) y a otros poetas franceses. Como en la pintura, el Cubismo literario se propone descomponer la realidad para proceder a composiciones libres de conceptos, imágenes o frases. A ello se añaden, sobre todo tras los famosos Caligramas de Apollinaire, especiales disposiciones tipográficas de los versos, formando “imágenes visuales”. Éste y otros artificios como el “collage” serán aprovechados por posteriores movimientos de vanguardia. El DADAÍSMO, encabezado por Tristan Tzara, surge en Zurich en 1916, en torno a las veladas del Cabaret Voltaire. Su nombre, elegido al azar, abriendo un diccionario con un cuchillo, es el de un balbuceo infantil: “da-da”. El movimiento Dadá o Dadaísmo es la rebeldía pura: contra toda lógica, contra las convenciones estéticas o sociales, contra el sentido común. Propugna liberar “la fantasía de cada individuo”, superar todas las inhibiciones y recurrir a un lenguaje incoherente. Junto a Tzara, ya en París, hallamos a poetas como Breton, Aragon, etc., luego importantes surrealistas. En el fondo, el gran papel del Dadá fue preparar el camino para el Surrealismo. El EXPRESIONISMO se distingue del resto en no niega radicalmente la tradición artística anterior, sino que acentúa rasgos ya presentes en el Naturalismo y en el Impresionismo. 8


Apuntes de literatura. Silvia Martínez López (Sigo fundamentalmente a TUSÓN, V. y LÁZARO, F.: LITERATURA DEL SIGLO XX) Sus límites cronológicos son difusos, aunque los de mayor influencia van de 1910 a 1925. En Alemania y en los países centroeuropeos y nórdicos es donde se desarrolla con mayor vigor, la estética expresionista rechaza que el arte sea una mera representación de la realidad, porque ha de revelar la realidad interior. Se resaltan hasta la deformación aquellos aspectos que expresan mejor las características físicas o psicológicas de lo que se describe. Esa búsqueda de la “expresividad” aparta la obra artística de la reproducción realista del natural, por lo que abundan personajes extraños, descripciones intensas y a menudo simbólicas, las caricaturas, los motivos grotescos, los rasgos distorsionados, la expresión cruda de ambientes y comportamientos, las situaciones absurdas… Y el uso libre del lenguaje, que rompe con las convenciones de la lógica. En esta atmósfera debe situarse la obra de Kafka. Y decisiva será la influencia del expresionismo en la obra del dramaturgo Bertolt Brech. En España, aunque tardaron en desarrollarse movimientos específicamente españoles, estos ismos llegaron pronto: El FUTURISMO se conoció ya en 1910, año en que Ramón Gómez de la Serna publicó su manifiesto en la revista Prometeo. No creó escuela en nuestro país, pero sí se hallarán huellas de su temática, esporádicamente, en poetas del 27: Salinas escribe poemas a la bombilla eléctrica o a la máquina de escribir; Alberti compone un madrigal al billete de tranvía y canta a actores de cine o a un portero de fútbol, etc. 35 BUJÍAS Sí, cuando quiera yo la soltaré. Está presa aquí arriba, invisible. Yo la veo en su claro castillo de cristal, y la vigilan -cien mil lanzas- los rayos -cien mil rayos- del sol. Pero de noche, cerradas las ventanas para que no la vean -guiñadoras espías- las estrellas, la soltaré (Apretar un botón.). Caerá toda de arriba a besarme, a envolverme de bendición, de claro, de amor, pura. En el cuarto ella y yo no más, amantes eternos, ella mi iluminadora musa dócil en contra de secretos en masa de la noche -afueradescifraremos formas leves, signos, perseguidos en mares de blancura por mí, por ella, artificial princesa, amada eléctrica. El CREACIONISMO fue iniciado en París por el poeta chileno Vicente Huidobro y el francés Pierre Reverdy. En 1918, Huidobro lo da a conocer en España. “Los creacionistas –decíaqueremos hacer un arte que no imite ni traduzca la realidad”. Nos hallamos en ese camino de alejamiento de la realidad que conducirá a la abstracción. El poema será un objeto autónomo, 9


Apuntes de literatura. Silvia Martínez López (Sigo fundamentalmente a TUSÓN, V. y LÁZARO, F.: LITERATURA DEL SIGLO XX) “creación” absoluta (no “imitación”). “Hacer un poema como al Naturaleza hace un árbol” es la divisa de Huidobro. Así, el poeta cultivará el “juego de zar de las palabras”. La imagen no se basará en la comparación entre dos realidades: éstas se aproximan de moto gratuito en virtud de una relación arbitraria que el poeta “crea” entre ellas. Vicente Huidobro es tenido en la actualidad por una figura clave en la renovación de la poesía hispanoamericana. Entre sus seguidores está JUAN LARREA, luego surrealista; pero su máximo representante es GERARDO DIEGO. Contribuyó a expandir los principios fundamentales de la vanguardia y estuvo en el origen de un ismo hispano: el Ultraísmo. El ULTRAÍSMO tuvo un carácter muy ecléctico. Recogió ingredientes de diversas vanguardias: elementos futuristas, facetas cubistas, el anhelo de experimentación formal y la temática, la hostilidad a la tradición… Es un efímero movimiento español cuyo primer manifiesto aparece en 1919, en la revista Cervantes. Su nombre (“Ultra” o “Ultraísmo”) indica su voluntad de ir “más allá” del Modernismo. En la línea del antisentimentalismo, de la deshumanización, incluye los temas maquinistas y deportivos, busca imágenes nuevas y recurra a disposiciones tipográficas al modo de los Caligramas. Su principal promotor fue Guillermo de Torre (1899-1971), que ilustró sus doctrinas con los poemas visuales de su libro Hélices (1923). EL SURREALISMO La palabra “Surrealismo”, adaptación del francés “Surréalisme” se debe e Apollinaire, aunque será Breton y sus compañeros quienes le den el significado definitivo. Su traducción exacta sería ‘Suprerrealismo’, ‘Suprarrealismo’ o ‘Sobrerrealismo’, palabras que conviven en la época (el prefijo francés no significa lo mismo que el español). Propone ser una revolución integral, propugna una liberación total del hombre: liberación de los impulsos reprimidos en el subconsciente (según Freud) por una razón sumisa a las convenciones morales y sociales; o liberación de la represión que (según Marx) ejerce sobre le hombre la sociedad burguesa. Su lema es la frase de Rimbaud (poeta maldito francés del XIX): “TRANSFORMAR LA VIDA”. Propugna una liberación total del hombre. Liberación, también, del poder creador del hombre, y en esto la poesía ocupa un papel privilegiado como instrumento para iluminar la vida. Dejan la razón a un lado y se utilizan técnicas diversas para “registrar” de forma incontrolada, libre, los estados de ánimo. Los impulsos. Se practica la escritura automática, realizada sin reflexión (aunque en España no llega a cuajar). Se acude a la ensambladura fortuita de palabras, se mezclan palabras arbitrariamente, al azar, mediante el collage de frases recortadas por periódicos o prospectos. De especial importancia es la reseña de los sueños. Una liberación del lenguaje respecto a los límites de la expresión lógica. En un poema surrealista se entremezclan objetos, conceptos y sentimientos que la razón mantiene separados; hay asociaciones libres e inesperadas de palabras, metáforas insólitas, imágenes oníricas, delirantes… Pero se diferencia del dadaísta o del creacionista en que el lenguaje acarrea una carga humana, e incluso subversiva, liberadora. El lenguaje se dirige, no a la razón, no son poemas para comprender, pero transmiten sensaciones impactantes capaces de modificar el estado de ánimo y de suscitar nuevas emociones. Se inaugura, así, un nuevo modo de leer. 10


Apuntes de literatura. Silvia Martínez López (Sigo fundamentalmente a TUSÓN, V. y LÁZARO, F.: LITERATURA DEL SIGLO XX) Sin lugar a dudas, fue el movimiento que mayor huella dejó en la literatura española, y mayor que en el resto de países europeos. Se conoció muy pronto: se tradujo el Manifiesto ya en 1925, Breton visitó varias España el mismo año y Aragón vino a la residencia de estudiantes de Madrid (allí vivían Lorca, Buñuel y Dalí). El poeta JUAN LARREA contribuyó decisivamente a la difusión del movimiento. Según Cernuda, a él se debe la orientación surrealista de varios de los del 27. También fue fundamental la influencia de Dalí o Buñuel. Todos los componentes del grupo quedaron fuertemente marcados por el surrealismo. Destacan dos libros fundamentales. SOBRE LOS ÁNGELES, de Alberti, Y POETA EN NUEVA YORK, de Lorca. En España, aunque no fue ortodoxo, se liberó la imagen y se enriqueció el lenguaje poético. Supuso la crisis del ideal de pureza y deshumanización que había prevalecido en los años anteriores: lo humano, e incluso lo social y lo político, penetrarán de nuevo en la literatura por los cauces de la expresión surrealista, como demuestran las obras de Lorca, Alberti o Neruda. Salvo en el caso singular de Gómez de la Serna, autor de las “greguerías”, estos movimientos afectaron sustancialmente a la poesía.

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Apuntes de literatura. Silvia Martínez López (Sigo fundamentalmente a TUSÓN, V. y LÁZARO, F.: LITERATURA DEL SIGLO XX) LOS POETAS DE LA GENERACIÓN DEL 27: ENTRE LA TRADICIÓN Y LA VANGUARDIA Este grupo se nutre en buena medida de las vanguardias, pero sabe hacerlas compatibles con un enriquecedor arraigo en la tradición literaria española (literatura popular, como ya hicieran los clásicos del Siglo de Oro, Góngora o Lope). Dicho de otro modo, el Vanguardismo es “traducido” en España a fórmulas originales y no por ello menos universales ni renovadoras. Esto, y la altura excepcional de sus componentes, supondrá uno de los momentos culminantes de nuestra historia literaria. Para José Carlos Mainer, son dos las vanguardias que se dan en España: 1. La primera, la de los “felices años 20”, supone el descubrimiento adolescente de un mundo alegre y banal, donde toda búsqueda y todo experimento está permitido (cubismo, música, cine…) 2. La segunda, la de los “hoscos 30”, cuestiona la finalidad del arte y se pregunta si puede sobrevivir sin un contenido humano y comprometido. A principios de los años 20 dominaba la poesía española JUAN RAMÓN JIMÉNEZ, cuyo magisterio era seguido todavía por algunos poetas, y las ideas vanguardistas del Creacionismo y el Ultraísmo. Éste pretende ser una síntesis de toda la vanguardia mundial, suprimiendo la anécdota y el sentimiento para revalorizar la imagen y el concepto. Posteriormente, los escritores recibirán influencias “humanizadoras”, tanto del surrealismo como del expresionismo, que les llevarán hacia una poesía teñida de “impureza”. La irrupción del Surrealimo supone la “crisis del ideal de pureza” y de “deshumanización”. Lo humano, e incluso lo social y lo político, penetran de nuevo en la literatura. Los primeros movimientos entran, pues, en decadencia. A mediados de la década ya surgen poetas jóvenes que consolidan su presencia en la lírica española, hasta convertirse, en los años 30, en un grupo poético de gran importancia. La “Generación del 27”, o, como prefieren muchos, el “Grupo poético del 27” o “Generación de la amistad”, está integrado por Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Emilio Prados, Rafael Alberti, Luis Cernuda y Manuel Altolaguirre. Cabría añadir también a Dámaso Alonso, aunque él mismo afirma haber acompañado a la generación más “como crítico” que como poeta y publicó sus principales libros en la posguerra. Miguel Hernández se incluye también, aunque por su nacimiento no cuadra en el Grupo, como el epígono de la generación. Se trata de un grupo de poetas a los que unieron muchas cosas, a pesar de que no encajen a la perfección con otros criterios para hablar en el sentido estricto de “generación”: -

La Residencia de Estudiantes de Madrid fue uno de sus lugares de encuentro: algunos viven allí y todos van atraídos por sus tertulias y actividades culturales. También se juntan en el Centro de Estudios Históricos, compartiendo con Menéndez Pidal y Américo Castro, entre otros, el fervor por los autores medievales y clásicos.

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El acto común que les da nombre es el centenario de Góngora en 1927 en Sevilla.

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Apuntes de literatura. Silvia Martínez López (Sigo fundamentalmente a TUSÓN, V. y LÁZARO, F.: LITERATURA DEL SIGLO XX) - Colaboran en las mismas revistas. En las dos más importantes, la REVISTA DE OCCIDENTE y LA GACETA LITERARIA, pero en muchas más: Litoral (Málaga, fundada en 1926 por Altolaguirre y Prados); del 27 son Verso y prosa (Murcia); Mediodía (Sevilla), Meseta (Valladolid), Carmen (Santander); Cruz y Raya (1933, Bergamín), Caballo verde para la Poesía (1935, Neruda). -

La Antología preparada por Gerardo Diego en 1932 incluye un significativo muestrario de la obra realizada hasta la fecha por los poetas del 27. Sus declaraciones sobre poesía sirven de manifiesto y poética.

Puede hablarse de un grupo y de comunidad, aunque hay que hablar también de la variedad si se estudian sus trayectorias personales. Comparten gustos y afirmaciones estéticas: -

TENDENCIA AL EQUILIBRIO: tienden a hacer una original síntesis entre ciertos polos entre los que había oscilado la poesía anterior: o

Entre lo intelectual y lo sentimental: se refrena la emoción, pero se les acusa de “intelectualismo”. Lo cierto es que fundían ambas cosas. La poesía y la sensibilidad de Salinas funde los dos conceptos de forma peculiar y en lso elementos futuristas se atisba un sentido oculto y trascendente.

o

Entre una concepción romántica y una concepción clásica de la creación poética (entre “inspiración” y “técnica”): en las “poéticas” de G. Diego se advierte, de una parte, una concepción de la poesía como algo inexplicable, de manera cuasi-mística, pero , por otra parte, destaca la exigencia de lucidez y de rigor técnico (Lorca confesó que si era poeta “por la gracia de Dios (o del demonio) no lo era menos por la gracia de la técnica y el esfuerzo”).

o

Entre la pureza estética y la autenticidad humana: en todos ellos son evidentes las ansias de belleza. Con los años, no obstante, la preocupación por la autenticidad humana irá en aumento, aunque sin abandonar la exigencia estética. En este punto, el equilibrio es especialmente notable.

o

Entre lo minoritario y la “inmensa compañía” (Salinas) : su anhelo de selección acerca su poesía a un “arte de minorías”, pero ninguno llega al lema de Juan Ramón Jiménez (“A la minoría, siempre”), que recuerda a los paraísos para pocos del Barroco. En sus trayectorias, alternan “hermetismo” y “claridad”. Aspecto particular es cómo conviven lo culto y lo popular en Lorca, Alberti y Gerardo Diego, entre otros. Dice Salinas: el poeta “ni piensa en docenas ni se imagina millones”; el poeta está en “esa zona fronteriza entre insobornable soledad e inmensa compañía”. En casi todos puede hablarse de una apertura del “yo” al “nosotros” (“el poeta canta por todos” –afirma Aleixandre).

o

Entre lo universal y lo español: con Dámaso Alonso, diremos que la poesía del 27, “aunque abierta a muchos influjos exteriores, está profundamente arraigada en al entraña nacional y literaria española”. Esto último nos lleva al 13


Apuntes de literatura. Silvia Martínez López (Sigo fundamentalmente a TUSÓN, V. y LÁZARO, F.: LITERATURA DEL SIGLO XX) aspecto quizá más notorio que los une: su riginal posición ante el binomio tradición / renovación: Por una parte, sabemos que están a tono con los movimientos de Vanguardia. Sin embargo, tienden a frenar las estridencias, a cribar las innovaciones. No son tan “iconoclastas” como ciertas vanguardias y nunca negaron a sus antepasados para afirmarse, como dijo Guillén. Conocido es el doble magisterio de Juan Ramón Jiménez y de Ramón Gómez de la Serna, de la generación anterior. Pero mirando más atrás, admiran a Unamuno y a Los Machado, y no fue menor la admiración por Rubén Darío. Del siglo XIX les llega la influencia de Bécquer, perceptible en el comienzo de todos ellos e incluso más adelante: Sobre los ángeles de Alberti incluyen un hermoso “Homenaje a Bécquer”, y un verso de las rimas sirve de título a un libro de Cernuda: Donde habite el olvido. Su amor por los clásicos también fue inmenso. El primer nombre que surge es Góngora, pero la lista de otros clásicos que contaron con su fervor es interminable. Aparte de las huellas que dejaron en su obras (temas, versos, estrofas), como profesores y críticos, algunos de los miembros del grupo han dejado estudios magistrales de Manrique, Garcilaso, Fray Luis, San Juan de la Cruz, Quevedo… Especial interés suscitó Lope de Vega, sobre todo por su poemillas de corte popular, y es que, junto a la estética cultísima, hay en ellos una honda veneración de ls formas populares. El Romancero, el Cancionero tradicional, las cancioncillas de Gil Vicente, de Juan del Encina, etc. Están presentes en Lorca, Alberti, Dámaso Alonso, Gerardo Diego… En la métrica, el verso libre y al prosa poética conviven sin dificultad con las estrofas más clásicas. En suma, asombra la asimilación de formas anteriores y su respeto por la tradición, lo que no contradice esa inmensa labor de renovación de la lírica española. Todo lo dicho puede comprobarse estudiando la EVOLUCIÓN CONJUNTA DEL GRUPO: del neorromanticismo lírico al compromiso social y político. Desde Dámaso Alonso (1969) y Cernuda (1972) se han señalado varias fases en la evolución del grupo poético. Se reducen, para mayor claridad, a TRES ETAPAS, con la advertencia de que no todos los poetas las cumplen en la misma medida ni al mismo tiempo.  1ª ETAPA: HASTA 1927.  2ª ETAPA: DE 1927 A LA GUERRA CIVIL.  3ª ETAPA: DESPUÉS DE LA GUERRA.

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Apuntes de literatura. Silvia Martínez López (Sigo fundamentalmente a TUSÓN, V. y LÁZARO, F.: LITERATURA DEL SIGLO XX) 1ª ETAPA: hasta 1927 Entre los textos iniciales, se nota la presencia de los tonos becquerianos (1918: El Romancero de la novia, de Gerardo Diego), junto a resabios modernistas, pero pronto se deja sentir el influjo de las vanguardias: Ultraísmo y Creacionismo (Gerardo Diego destaca como representante español del Creacionismo, con esa poesía de libre imaginación de Imagen y Manual de espumas). A la vez, el magisterio de J. R. Jiménez los orienta hacia la “poesía pura”, un anhelo de depurar el poema de “anécdota humana”, de toda emoción que no sea estrictamente artística. El gran instrumento de este arte “puro” es la metáfora, con nuevas audacias aprendidas de Ramón Gómez de la Serna o de otros vanguardistas. De ahí que se les tildara de “herméticos”, de “fríos” y de “deshumanizados”, en perfecta sintonía con las ideas de Ortega y Gasset. Pero la deshumanización no era tan exagerada. Lo humano había entrado por múltiples puertas: la salvia de Bécquer y de la lírica popular discurre desde sus comienzos por la poesía de Lorca o de Alberti. Incluso Guillén, máximo representante de la poesía pura, cultiva una poesía “compuesta”, “con otras cosas humanas”. Y Salinas atisba en sus elementos futuristas un sentido oculto y trascendente. Paralelamente, la sed de perfección forma les lleva hacia los clásicos. La huella clasicista caracteriza, según Cernuda, un momento de evolución del grupo. A ello responde el cultivo de formas tradicionales que entre 1925 y 1927 se observa en los libros de G. Diego (Versos humanos), de Alberti (Cal y canto), de Cernuda (Égloga, elegía y oda), así como en el vigor con que trabajo Guillén los poemas de su futuro Cántico. Y así se desemboca en el fervor por Góngora. Éste ya se había propuesto, tres siglos antes, hallar un lenguaje especial para la poesía, netamente alejado del usual. Seducían especialmente sus deslumbrantes metáforas. Dámaso Alonso ha sido el que mejor ha señalado el sentido de la seducción ejercida por Góngora: “Góngora venía a favorecer el culto por la imagen, la ambición universal de nuestros anhelos de arte y el enorme intervalo que queríamos poner entre poesía y realidad”. 2ª ETAPA: de 1927 a la Guerra Civil El culto a Góngora marca la cima y el descenso de los ideales esteticistas. Comienza a notrase cierto cansancio del puro formalismo. Se inicia así el proceso de rehumanización, más rápido y neto en unos que en otros, pero con un deseo de comunicación más cordial en todos. Ello coincide con la IRRUPCIÓN DEL SURREALISMO (recuerda, 1925, Manifiesto), radicalmente opuesto a la “poesía pura”. Ya hemos indicado cómo penetró en España y qué grande fue su impronta, pero recordemos cómo van a pasar a primer término los más hondos sentimientos humanos: el mor, el ansia de plenitud, las frustraciones, las inquietudes sociales o existenciales, etc. “Ha comenzado –dice Dámaso – una nueva época de poesía española: época de gritos, de vaticinios, o de alucinación, o de lúgubre ironía. Una época de poesía trascendente, HUMANA Y APASIONADA”.

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Apuntes de literatura. Silvia Martínez López (Sigo fundamentalmente a TUSÓN, V. y LÁZARO, F.: LITERATURA DEL SIGLO XX) Hay un par de fechas significativas: 1930, en que se publica el ensayo de Díaz Fernández, “El nuevo Romanticismo”, propugnando “un arte para la vida”; y 1935, en que el chileno Pablo Neruda funda la revista Caballo verde para la poesía, donde aparece el “Manifiesto por una poesía sin pureza”, inmersa en las circunstancias humanas y sociales más concretas. La caída de la Dictadura y de la Monarquía, las vicisitudes de la República, etc., han traído nuevas inquietudes. Ya a propósito de su gran libro surrealista, Lorca había dicho: “Con Poeta en Nueva York un acento social se incorpora a mi obra”. Y, en efecto, los acentos sociales y políticos de la novela entran en la poesía. Más aún: Alberti, Cernuda o Prados adpotarán una concreta militancia política; y de formas más o menos activa, todos se mostrarán partidarios de la República al estallar la guerra. 3ª ETAPA: DESPUÉS DE LA GUERRA Lorca muere en 1936 y, tras la guerra, los demás, salvo tres (Aleixandre, Dámaso Alonso y Gerardo Diego) parte a un largo EXILIO. El grupo se ha dispersado, aunque ninguno abandonará ya los caminos de una poesía entrañablemente humana. En el exilio, el mismo Guillén –tenido por poeta “puro” -, inicará en 1950 con Clamor, un nuevo ciclo poético atento al dolor humano. Si Cántico era la expresión del entusiasmo ante el mundo y ante la vida, un sí al amor y a la vida, similar al de Salinas, Clamor son gritos de protesta ante los hombres y las miserias del mundo. Aunque siempre prevalece el sí. Sí, vomité, rechacé, Mundo, lo que nos sobraba. Pero te guardé mi fe. Destaca en este proceso de rehumanización y de incorporación a la poesía de las angustias del siglo. Valga como ejemplo el poema “Cero” de Salinas, suscitado por el horror de la bomba atómica. En Clamor, y en otros, hay imprecaciones contra los vencedores, pero, con el tiempo, la nota dominante en ellos será la nostalgia de la patria perdida. En España, la poesía deriva hacia un humanismo angustiado, de tonos existenciales, cuya muestra más intensa es Hijos de la ira, de Dámaso Alonso (1944) – véase Mujer con alcuza -. Poco después, Vicente Aleixandre comienza a escribir Historia del corazón, notable giro hacia una concepción del poeta como solidario, como “una conciencia puesta en pie hasta el fin”. Todos ellos siguieron en plenitud creadora hasta edad avanzada. La concesión del Premio Nobel de 1977 a Aleixandre y el Miguel de Cervantes a Jorge Guillén fueron, en cierto modo, la confirmación de la importancia de todo un grupo que dio a la lírica española una nueva Edad de Oro: PEDRO SALINAS (Madrid, 1891 – Boston, 1951) JORGE GUILLÉN (Valladolid, 1893 - Málaga, 1984) GERARDO DIEGO (Santander, 1896 – Madrid, 1987) DÁMASO ALONSO (Madrid, 1898 – Madrid, 1990) VICENTE ALEIXANDRE (Sevilla, 1898 - Madrid, 1984) FEDERICO GARCÍA LORCA (Fuentevaqueros, Granada, 1898 – Granada, 1936) RAFAEL ALBERTI (Puerto de Santa María, Cádiz, 1902 – 1999) LUIS CERNUDA (Sevilla, 1902 – México, 1963) EMILIO PRADOS (Málaga, 1899 – México, 1962) MANUEL ALTOLAGUIRRE (Málaga, 1905 – 1959) (MIGUEL HERNÁNDEZ, 1910-1942)

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