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Participación política y mundo digital en las nuevas generaciones Autor: Cárcar Benito, Jesús Esteban. Profesor Asociado de Ciencia Política de la Universidad de Murcia Asesor Jurídico: Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades. email: jesuse.carcar@gmail.com Resumen. La juventud está muy moldeada por la tecnología, pero mucho más por la recesión y las políticas de austeridad. Así, el 77% está preocupado en no endeudarse. Es una generación altruista, nada egoísta. Se mostrará fuerte y políticamente sensibilizada por cuestiones como la desigualdad económica y social. El 95% piensa que debe ayudarse a quien lo necesita, pero están muy desilusionados con la política tradicional (Cassandra Report, 2015). Por otra parte, hay una evidencia que indica que la juventud conlleva un modelo de analfabeto digital. Es decir, no son capaces de intuir y entender los profundos cambios que la red aporta a modelos de relación entre personas, empresas y administraciones. Como tampoco es un nativo digital quién sabe la diferencia entre WhatsApp y Telegram o es capaz de crear un perfil en Twitter. Por todo lo anterior, la conclusión: sería si la gente joven ignora absolutamente a lo que se enfrentará cuando necesite usar Internet para su crecimiento profesional. Navegan por la red con un desconocimiento de algunos términos y procesos clave para conseguir reputación y notoriedad. La pregunta clave es si: ¿Desconocen por qué no saben ni que existen? En el plano de la política, el problema es afirmar es si hoy, en 2015, se confirma que las nuevas formas de participación digital no penetran y no resuelven el problema de desafección política hacia las organizaciones políticas tradicionales y al maniqueísmo ideológico que favorece el sistema electoral. Posibles conclusiones: Es decir, es posible pensar que las TIC han dado una respuesta, al abstencionismo, a la desafección, a la dificultad de implicación de la juventud en las férreas burocracias de las organizaciones y de intervención efectiva. La situación es preocupante si la falta de respuesta es debida al analfabetismo digital que no tiene justificación en el siglo XXI. Y es un error de orientación, por el que miles de jóvenes no participan en las decisiones que les afecten a corto plazo, un precio probablemente demasiado elevado. Metodología: Incidencia sobre las fuentes secundarias; bases de datos estadísticos, encuestas documentadas, y revisión bibliográfica del problema

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1. El concepto de participación política En este momento estamos comprobando que muchos de los cambios que Internet y la era digital generan, transforman lo que hacíamos, como lo hacíamos y con quién lo hacíamos (Subirats, 2015). Subirats afirma si estamos dispuestos, en un marco democrático, a explorar vías alternativas de tomar decisiones y pensar y gestionar políticas que incorporen más directamente a la ciudadanía y que asuman el pluralismo inherente a una concepción abierta de las responsabilidades colectivas y de los espacios públicos La ciudadanía ha estado participando de manera directa en la vida política de la comunidad no sólo a través del voto en las consultas populares, sino también proponiendo demandas con el propósito de tener influencias en la decisión de los poderes públicos a través del ejercicio de derechos fundamentales como las libertades de expresión, reunión, asociación, etc. , y también

mediante los mecanismos de

democracia directa en sentido estricto (referéndum) o las de carácter participativo en un sentido amplio (plebiscito, iinciativa legislativa popular, intervención en el procedimiento legislativo) (Presno, 2014, p. 75). .La participación suele considerarse un deber cívico de los ciudadanos. (Robert Dowse y John Hughes (1972, p. 389). Lo que no es óbice para considerar que en democracias consolidadas una menor participación no es en sí un factor negativo, sino que puede tratarse de una manifestación de mayor confianza en la delegación y los grupos contendientes. Los teóricos del Capital Social, sin embargo, han insistido en la gran importancia para el desarrollo de la participación sociopolítica y desde los diferentes niveles: entre Administraciones, entre estas y la ciudadanía y para la propia organización de la sociedad civil. Relacionando las características presentadas del colectivo joven con el capital social, tenemos que tener en cuenta que la vinculación es el origen y la motivación, en la mayoría de los casos, en respuesta a la necesidad de encuentro, apoyo, identidad. Hay

una realidad que sigue siendo aglutinadora y

cohesionadora De forma, que el progreso que no se ve acompañado de una vertebración y participación sociopolítica significativa no puede considerarse desarrollo. En conexión, desde la Psicología social se han tratado sus efectos en la satisfacción de importantes necesidades psicológicas (Bourdieu, 1985; Coleman, 2000) En este contexto resulta imprescindible analizar y explicar los modos de incidencia política a los que pueden recurrir los sujetos, puesto que no sólo se tienen que considerar las conductas visibles sino también las condiciones socio-políticas, los procesos cognitivos y emocionales por los que atraviesa el hombre para poder tomar decisiones.tensiones internas que no son necesariamente políticas en su origen (Dowse 2


y Hughes, 1972, p. 362), a lo que cabría añadir el refuerzo personal que supone el establecimiento permanente de redes de información y cooperación. La participación política, por tanto, puede ser definida como el proceso por el que individuos, comunidades y agentes sociales intervienen en las políticas públicas que les afectan, implicándose en la elección de los representantes que las harán posible. En esta tarea, los nuevos medios de comunicación (TIC) de masas están modificando la forma de tradicional de intermediación entre la ciudadanía y sus representantes y la propia influencia de su la participación política en lo público. En concreto, las redes sociales han jugado dos efectos: de un lado, han ahondado en la influencia mediática sobre los distintos grados de participación política: en la variabilidad y volatilidad del voto, en una mayor capacidad para la formación de nuevas organizaciones, agrupaciones y vulnerabilidad de los candidatos; de otro, se han incrementado y mejorado considerablemente las posibilidades de influencia ciudadana en lo político: La ausencia de participación, por el contrario, generaría desarticulación del capital social y político, razón por la que el tema se ha constituido en un lugar común para el debate durante décadas, en la misma medida que iban incrementándose las tasas de abstención, identificación partidista, afiliación y sindicación juvenil (Morán, 2007, p. 54). Subyaciendo la preocupación en el compromiso político, que las redes sociales han evidenciado muy intenso en otros sentidos, como la adhesión a la cooperación, ayuda al desarrollo y causas sociales de toda índole. Las redes sociales, a su vez, han ido incrementando su influencia en la misma lógica con la que se articula el capital social y entre sus tres niveles ya citados: administraciones, agentes sociales y sociedad civil, pero sobre todo en este último. Por “pequeña democracia” se suele entender la capacidad que tienen los individuos de influir en sus situaciones de vida que no son reguladas directamente por las autoridades públicas. Su idea básica señala que al igual que los individuos ejercen cierto control sobre sus situaciones de vida que son reguladas directamente por las autoridades públicas, ese mismo control es posible dentro de otras esferas. La aparición así de la pequeña democracia formaría parte de un proceso general de democratización de las instituciones de la sociedad civil. Se trataría de dos conceptos, participación política y capital social, que se retroalimentan entre sí, generando sinergias positivas sobre la democracia y el desarrollo socioeconómico (Narayan, 2000). En este sentido, al debate clásico sobre la articulación de los instrumentos políticos representativos con las fórmulas de decisión directa ha venido a unirse al extraordinario desarrollo experimentado por las tecnologías de la comunicación y la 3


información (TIC). Esto ha provocado una variada terminología (e-democracia,, democracia electrónica, ciberdemocracia, democratización electónica). 2. Juventud, participación ciudadana y democracia digital Si distinguimos de otros recursos individuales de carácter socioeconómico, la edad no acentúa las desigualdades entre participantes y no participantes en las formas de participación no convencionales, más bien todo lo contrario. Las formas de participación distintas al voto suelen aumentar las diferencias entre la población que participa y la que no lo hace, pues habitualmente se trata de prácticas políticas que requieren de mayor información y esfuerzo, con lo que se acaban concentrando en la población con mayor formación y mejor estatus socioeconómico. Pues bien, con la edad eso no sucede y los jóvenes tienden a participar más en las formas no convencionales que en las elecciones. Históricamente, el ciclo de vida se ha considerado variable explicativa de la participación política, de modo que esta aumentaría con la edad y comenzaría a declinar después de los 50 ó 60 años (Dowse, 1972, p. 370). Pero si se analiza en los distintos estudios que arrojan una escasa implicación política de la juventud desde mediados del siglo pasado, se comprueba que estos suelen tomar una o dos formas de participación. Es decir, las investigaciones que consideran que los jóvenes son políticamente menos activos reducen la participación en las sociedades democráticas a un número escaso de actividades y con mayor grado de implicación, como ejercer el voto; concentrándose sobre todo el estudio de la crisis de representación juvenil en los partidos políticos y la afiliación (Henn, 2005). En España, por otra parte, las investigaciones que recalan en la desafección política de la juventud son muy numerosas (García-Albacete, 2008; Injuve, 2003, 2005a y 2005b; Valls, 2006; Martín, 2004), mostrando las más recientes que si los niveles de activismo político juvenil en las actividades institucionales son bajos, (Ferrer, 2006; Torcal, 2007) y no lo son recientemente movilizaciones, asambleas y agrupación a través de las redes sociales. Este hecho sobresale desde dos puntos de vista. En primer lugar, porque al contrario de lo que pudiera entenderse, las mismas se plantean dentro del marco de la democracia electrónica y la participación virtual, pero en realidad responden a una voluntad explícita de desvirtualización de la participación. Y en segundo lugar, porque las nuevas formas y su análisis ya eran contempladas en las definiciones clásicas de participación. Son definiciones como la de McClosky (1968), que engloba un conjunto amplio de “actividades voluntarias, mediante las cuales los miembros de una sociedad intervienen en la selección de los gobernantes y, directa o indirectamente, en la 4


formación de la política gubernamental”. Estas pueden clasificarse en categorías diversas, según la clasificación de Milbrath (1965, p. 18). Desde unaperspectiva más amplia de análisis, la conclusión es bien distinta y a escala global. Es decir, no se trata solo de que la juventud sea más participativa (Gauthier, 2003; O'Toole et al., 2003; Bermejo, 2003; Henn, 2005; Kovacherva, 2005), sino que además, está actuando como conductora (driver) de nuevas formas de implicación política.. 3

Opiniones y preferencias de la participación juvenil Son demandas apartidistas que han canalizado la participación juvenil en aras

del fortalecimiento democrático de las instituciones políticas y en la relación de estas con los medios, cuestionando planteamientos básicos sobre el papel de la sociedad civil. Por ejemplo, cuando con el caso Wikileaks surge el debate sobre los límites entre el Estado de Derecho frente a la razón de Estado. Algo que no sucedía en los movimientos culturales juveniles del siglo pasado más ideologizados. Anteriormente, tenemos, varios ejemplos, en el caso de los estudiantes del Mayo de 1968 (grupos trotskistas, antimperialistas, maoístas), la movilización estudiantil prosistema de los guardias rojos en la revolución cultural china de 1966, en la de signo democratizador antisistema de 1989, cuyo símbolo fue la Plaza de Tiananmen (y su ‘estudiante frente a un tanque'), o la Primavera de Praga de 1969 (como Jan Palach, que se quemó a lo bonzo en la Plaza de Wenceslao). Estudios en España anteriores a las movilizaciones de 2011 ya manifestaban que las nuevas formas de participación no provenían de un problema de desafección política, sino más bien hacia las organizaciones políticas tradicionales y de la ortodoxia ideológica que favorece el sistema electoral. Es decir, una respuesta, el abstencionismo, a la dificultad de implicación de la juventud en las férreas burocracias de las organizaciones y de intervención efectiva (Morales, 2005) en los problemas propios. Hecho aún más evidente en los estudios que consideraban segmentos de edad más reducidos y no la juventud como grupo homogéneo (García-Albacete, 2008) y, sobre todo, cuando las actividades de participación se realizan a través de las redes sociales digitales (Rubio, 2008 y 2010). Ferrer (2006) concluye que la juventud y el conjunto de la sociedad española comparten ciertas características comunes como son la visión crítica de las instituciones y actores políticos, unos bajos niveles de interés y de seguimiento de la información política, y altos niveles de desafección política. Las escasas diferencias relevantes se concentrarían básicamente en algunas pautas de

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participación política y, particularmente, en que la juventud es más propensa que la población en su conjunto a realizar acciones de protesta o consumo político. Las preferencias de participación juvenil han determinado la adopción de unas herramientas y aplicaciones en red sobre otras y su posterior extensión al resto de la sociedad, incluidos los medios y, más concretamente, en la normalización del uso de ciertas redes sociales (Twitter y Facebook) en un breve lapso de varios años, de igual modo que había ocurrido con otras aplicaciones como el correo electrónico o posteriormente los mensajes privados instantáneos -el Messenger- (Gordo, 2006, p. 60) y YouTube. Integrando todas estas y los medios anteriores (prensa, radio, televisión, etc.) y con una dimensión más gregaria, las redes sociales han resuelto las demandas de participación de la juventud en medios y organizaciones, debido «a su gran versatilidad técnica» (Tabernero, 2010), lo que se traduce en una extraordinaria capacidad para la adscripción y agrupación, el despliegue de funciones relacionadas con las necesidades culturales y de socialización, una alta interactividad,

así como capacidad para la

información sin límites (Bringué y Sádaba, 2003 y 2010). El problema es que no se trata que la decisión final la formen más personas, sino de que su adopción esté regida por la máxima deliberación, reflexión y espíritu crítico, y para ello no basta con participar en la votación, sino que es imprescindible colaborar en la formación de la decisión (Presno, 2014, p.77.) 4

La nueva democracia electrónica. La idea de una democracia electrónica forma parte del imaginario colectivo,

pero no tanto como la opuesta del control ideológico electrónico representada a través de la literatura orwelliana. Sin embargo, Matthew Hindman -entre otros- ubica en dicho terreno la idea con su obra El mito de la democracia (2009). El autor defiende que no solo el voto electrónico encuentra grandes limitaciones digital logísticas y estratégicas, sino que además las redes solo contribuyen a dar voz a los que ya la tienen -las élites y las personas de mediana edad- y no a la juventud y las minorías. Los nuevos grupos formados en las redes exigen una participación política más amplia, que es precisamente la que mejor entiende la juventud, antes que la adscripción a dogmas férreos o principios maniqueos. Participar ‘formando parte de', ‘siguiendo a', ‘uniéndose con', ‘asistiendo a', etc.; y todo ello desde unos principios identitarios propios del activismo solidario de carácter horizontal, de respeto al individuo como predicaba la democracia originaria y desconfiando del partidismo representativo, oligárquico o personalista.

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El debate sobre las posibilidades que la aplicación de las TIC ofrece a los sistemas políticos de las democracias avanzadas oscila entre dos posiciones. Por un lado, aquellos que plantean su utilización para mejorar las capacidades y el rendimiento de la democracia representativa. Por otro, los que plantean la superación de esta democracia representativa sustituyéndola, en mayor o menor medida, por mecanismos de democracia directa. Entre ambos se situarían las posiciones intermedias, representadas por los partidarios de combinar democracia representativa y democracia directa, en una suerte de democracia de nuevo tipo tratando de aprovechar las ventajas de ambos sistemas. Las posibilidades de las TIC son enormes para potenciar la libertad y la participación de los ciudadanos así como para el reforzamiento del Leviatán. La democracia electrónica es una oportunidad para posibilitar y facilitar el suministro de información y deliberación, fomentar la participación ciudadana con el fin de ampliar el debate político y favorecer una mejor y más legítima adopción de decisiones políticas. Sin embargo, es mejor tecnología, todavía no es universal. El lenguaje político evita ser profesional para ayudarse de signos que refuerzan la integración multimedia y social, la interacción y humanización de lo público. En las redes, ayudados de emoticonos (secuencias de caracteres ASCII que parten de la representación de una cara humana expresando emociones para compensar el déficit gestual en la comunicación en Internet), enlaces de información audiovisual o redirección a otras página setc.. Una participación política que no se sitúa en el seno de las instituciones representativas ni en los actores políticos tradicionales sino, como afirma Marco Bontempi (2008, p. 113) «en una nueva dinámica, de movilización cognitiva y particular», que parte del capital social de cada individuo (nexos y redes) y en el que se aúnan los discursos de la esfera pública y privada (familia y pares)”. Se refuerza el autocontrol, la argumentación y el razonamiento conjunto (que puede ser extenuante), la responsabilidad personal, para llegar al cambio de los vicios públicos y el respeto de lo otro. 5

.Las redes sociales y otras formas de instrumentar la participación En este sentido, se puede afirmar que la participación social se ha convertido en

una actividad clave con relación a los usos de Internet en España. El 64% de los internautas ha utilizado mensajería instantánea o ha escrito mensajes en redes sociales, frente al 57% de los internautas europeos. Asimismo, los internautas españoles

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continúan por encima de la media comunitaria en la lectura de periódicos, noticias y revistas online, si bien este dato se ha visto disminuido con respecto a 20121 . Del lado de partidos, candidatos y de la oferta electoral, las redes sociales han sido empleadas más para medir el estado de la opinión pública que para llegar a ella, sin hacer un empleo intensivo, por más que estas se prometan muy eficientes para el político en la posmodernidad por marketing su acceso inmediato a un público previamente segmentado. Solo uno de cada cuatro diputados/as (25,14 por ciento) tiene perfil o página personal en Facebook y hay un porcentaje que se reduce casi a la mitad entre parlamentarios/as tienen un perfil abierto al que puede acceder cualquier usuario de la red social (16,28 por ciento). Uno de cada cinco diputados/as (22,28 por ciento) prefiere el perfil a la página para comunicarse en Facebook, a pesar de que las páginas resultan mucho más exitosas, con una media de seguidores de 4.831, mientras que la media de contactos de los perfiles se encuentra en torno a los 2.794 seguidores. Solo uno de cada tres diputados/as con presencia en Facebook recurre a los recursos multimedia -fotos, vídeos, audio, aplicaciones gráficas, etc. (Túñez, 2011). Por último, el voto electrónico remoto (no presencial) se ha constituido en un tema pendiente de la democracia digital, a pesar de postularse durante décadas como vía para la ampliación de la participación política juvenil, incrementar la rapidez, la adaptación idiomática, la accesibilidad, el ahorro de costes y la prevención de errores. Más allá de las limitaciones técnicas, partidos y Administraciones públicas no terminan de encontrar sus beneficios y sí una cesión de poder y mayor complicación para la toma de decisiones, interesados como están en reforzar la democracia representativa, pero no en ampliar los canales de participación (Borge, 2005). Mientras tanto, un sector importante de los movimientos sociales y jóvenes familiarizados con las transacciones seguras (compras, juego, finanzas, exámenes), son proclives a que sean las TIC las principales implicadas en alcanzar un nuevo modelo de democracia. Todo ello en consonancia con la configuración legal de la Administración Electoral española, que considera que la participación ciudadana debe ser directa, sin que esto exija la pervivencia de las mesas electorales, sino más bien que la democracia evolucione con dicha participación ciudadana. 6

. El analfabetismo digital El ordenador, la consola, el móvil -sobre todo el móvil- y, desde hace un tiempo,

la tableta. Es el equipamiento común de buena parte de los jóvenes. Ahora bien, aún se observa que cuando aparece este aparataje el número de usuarios es pequeño, y crece a 1

Informe eEspaña 2014 Edita: Fundación Orange

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medida que las herramientas tecnológicas se generalizan, se observa una nueva línea divisoria o Brecha Digital que surge de entre “los que tienen” y “los que no tienen” acceso a las tecnologías digitales, que son el sector de colectivos excluidos de la Sociedad Postindustrial y los sectores de la población que no se adaptan a las TIC. A partir de un momento, la utilización de las TIC se convierte en algo general y el conocimiento de su uso en algo casi imprescindible; el problema es cuando la Sociedad de la Información se va conformando y el “analfabetismo digital” empieza a ser una categoría con connotaciones negativas para el desarrollo de muchas actividades laborales, e incluso para las relaciones sociales (Serrano Santoyo, 2003). Con el paso del tiempo este grupo acaba sumándose al gran colectivo de excluidos y marginados sociales (Ballestero, 2002, cap. 3.4).Los adultos se inclinan a afirmarlo, mientras que los expertos advierten que el uso cotidiano de la tecnología que para los adolescentes, en su condición de nativos digitales, forma parte de su vida desde que nacieron- no comporta ni de lejos su dominio. Los progenitores mitifican y sobrevaloran el dominio que tienen sus hijos de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), Hablamos de nativos digitales, no podemos olvidar su heterogeneidad, existen diferencias importantes entre ellos. La educación tiene un carácter determinante. Los jóvenes son poco competentes utilizando las TIC en ámbitos de aprendizaje, porque no se ha trabajado con ellas en la escuela. El concepto de nativo digital se ha puesto en duda a menudo en ese sentido: si no se forma en el uso de las TIC más vinculado al aprendizaje. Los investigadores de vinculan esta percepción de los padres a su falta de familiarización con las TIC. Un estudio del ONTSI revela que el 16% de los adultos de entre 35 y 44 años nunca usa el ordenador ni navega por internet, mientras que otro 21% se considera un "usuario básico"2. El porcentaje de los que carecen de ordenador y no son internautas se eleva hasta el 28,5% entre aquellos que tienen entre 45 y 54 años -a los que hay que sumar otro 23,5% de usuarios básicos-. En paralelo, conviene recordar que los hogares con hijos escolarizados suelen ser los mejor equipados tecnológicamente. Además, la brecha que separa a los adultos (léase inmigrantes digitales) de los niños y jóvenes (nativos digitales) no se acorta, según la investigación. Un punto clave que explica esta distancia se encuentra en el denominado factor de aprendizaje. Predomina el carácter funcional de las TIC; para los jóvenes resulta fundamental en la 2

::Hogares y ciudadanos, Perfil sociodemográfico de los internautas (datos INE 2014) El ONTSI (Observatorio nacional de las telecomunicaciones y la sociedad de la información) presenta el informe “Perfil sociodemográfico de los internautas. Análisis de datos INE 2014” realizado en virtud del convenio con el Instituto Nacional de Estadística. 9


construcción de redes sociales y relacionales y, a determinada edad, de su propia identidad. Hay diferencias entre la significación y la intensidad en el uso de las TIC". Aparte del gran peso de las redes sociales, de la posibilidad de estar conectados las 24 horas del día y de navegar con facilidad a través del móvil, hay otros aspectos que mantienen abierta esta brecha generacional en constante evolución. Las conclusiones serían que los jóvenes perciben el ciberespacio como una continuación de la realidad de la vida cotidiana, saben distinguir entre el locus físico y las redes sociales, pero para ellos no existe una vida presencial y otra digital, Un analfabeto digital no es aquel que no sabe usar el hardware y el software..Es aquella persona que no es capaz de intuir y entender los profundos cambios que la red aporta a modelos de relación entre personas, empresas y administraciones (Gutiérrez, 2003). Como tampoco es un nativo digital quién sabe la diferencia entre WhatsApp y Telegram o es capaz de crear un perfil en Twitter. Es algo evidente y fuera de discusión que la red está cambiando a enorme velocidad nuestra forma de comunicar y consumir Hay muchos factores a tener en cuenta; la opinión de un sólo individuo puede tener tanta fuerza como una gran campaña publicitaria, cada persona lleva una imprenta en el bolsillo, y el consumidor se ha convertido en un prosumer que puede generar más información y opinión de la que recibe. Las empresas empiezan a tenerlo muy presente, al igual que los trabajadores por cuenta ajena.. La red social convierte al ciudadano en una pieza más de un enorme intercambio de información. La única alternativa es una renovación continua. Se trata de una renovación cultural, no tecnológica. Al mismo tiempo que la democracia representativa se ha ido expandiendo y consolidando como sistema de regulación política por todo el mundo, hay preocupantes síntomas de agotamiento. Las democracias occidentales han experimentado en las últimas décadas vaivenes significativos en la participación electoral y un descenso muy notable en las tasas de afiliación en los partidos políticos y los sindicatos. El desinterés, el escepticismo y el distanciamiento de la ciudadanía respecto a la política tradicional (basada en la participación a través de los partidos) suponen una nueva marcha. Hay, sin embargo, una gran resistencia en el mantenimiento de las formas tradicionales de hacer política, y si bien tenemos suficientes indicios de que los mecanismos de representación y organización de la vida política e institucional, que no funcionan como deberían hacerlo, tampoco están muy claras las alternativas. No nos vale con decir que “lo viejo” se contrapone con “lo nuevo”, cuando de hecho los perfiles no son tan claros y cuando tal contraposición más bien simplifica la complejidad real del tema. Por tanto, 10


indefectiblemente, si se trata con seriedad el análisis de los jóvenes y sus interacciones con la política. Sobre el uso ocioso de la red, los jóvenes y adolescentes no necesitan ninguna enseñanza. Lo saben prácticamente todo y renuevan sus conocimientos y preferencias casi a diario. Empero, no saben nada más que eso e ignoran por completo las capacidades de la red para potenciar su vida profesional, que les serán fundamentales.. El sistema educativo incurre en una grave dejación de responsabilidades en la enseñanza de términos y procesos, clave para conseguir reputación y notoriedad digital. La situación es preocupante. Y es un error porque miles de jóvenes no estarán preparados. Hoy, sin embargo, se habla de la generación Z, que la teoría del consumo dice que el segmento poblacional de 18 a 24 años es el más influyente3. Esta generación ya no se conforma co ser sujeto de consumo, desean producir contenidos (Verdu, 2015). La tendencia alcanza a la educación y a los nuevos canales de acceso. 7

El acceso a la información política en la Red Desde sus inicios Internet ha mostrado una gran capacidad para la innovación en

el terreno de las comunicaciones permitiendo establecer conversaciones tanto síncronas como asíncronas, y dirigidas tanto a un solo receptor como a un grupo de contactos o al universo de todos los internautas4. Esto provoca que Internet no suponga una simple mejora en el desarrollo de las comunicaciones interpersonales sino que es un elemento disruptivo que transforma el propio hecho comunicativo-mediático y lo integra de diversas maneras en la vida social de los internautas. Durante el año 2014, el uso de estas herramientas continúa evolucionando, reflejando cada vez más los gustos y necesidades de la población. Se observa como las redes sociales principales empiezan a dar síntomas de agotamiento y el ritmo de crecimiento desciende de forma considerable. Por ejemplo, Facebook ha pasado de un ritmo de crecimiento del 32,5% en el 1T de 2012 al 15% en el IT de 2014 y es que Facebook alcanza 1,28 millones de usuarios en el primer trimestre de 2014 y supera la cifra de la mitad de internautas del mundo conectados a esta red social; en el caso de Twitter se pasa de un crecimiento del 103% al 25% en este mismo período de tiempo1 . Además de un cierto estancamiento en la adquisición de nuevos usuarios en Facebook (72 millones en el primer trimestre de 2011 a 49 millones en el mismo trimestre de 2014) se observa que todo el crecimiento procede de mercados emergentes y que si en 2010 el número de nuevos usuarios de

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Winter/Spring 2015 Cassandra Report on Gen Z, by Catalina Nita in helpful tools ,7 APR, 2015. Fundación telefónica , la Sociedad de la información española 2014, SiE(14.

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Estados Unidos y Canadá era del 25%, cuatro años más tarde es del 1,3%. Y lo mismo sucede con Europa, que pasa del 29,1% al 9,7%2. El efecto de la globalización en las redes sociales se observa también en el hecho de que en países como Francia o Reino Unido más del 30% de los usuarios tiene más de un 10% de contactos internacionales, el doble que tres años antes. Otro suceso que se asienta es la utilización de las plataformas móviles para el acceso a redes sociales, así al comenzar 2014 la mayoría de usuarios acceden con un modelo multiplataforma a Facebook (45%), en otras redes como Instagram, Twitter o Linkedin no se da tanto el fenómeno multiplataforma y los usuarios generalmente acceden desde el ordenador de sobremesa o la plataforma móvil, siendo mayoría en las dos primeras los que acceden desde el móvil (Instagram 54% y Twitter 43%), y en la última los que acceden desde el ordenador de sobremesa (65%)4 . Sin embardo, cuando se trata de tiempo de consumo, en todas las redes menos linkedin es principalmente móvil, así en el caso de Facebook es del 68% pero en otras aplicaciones como Twitter e Instagram alcanza el 86% y el 98% respectivamente. Se observa por tanto que en los casos de las plataformas más tradicionales el uso desde el móvil es ya mayor, y en el de las más modernas el móvil es casi exclusivamente el único medio de acceso. Otro fenómeno que en 2014 muestra un incremento son las redes sociales basadas en las fotografías. De hecho, durante el año 2014 este tipo de redes absorbe la mayoría del crecimiento en número de usuarios, al menos considerando a los usuarios más activos. Así, las tres redes sociales que más crecen son: Instagram que crece un 25%, Tumblr un 22% y Pinterest un 7%, mientras que Facebook baja un 6% y Twitter un 3%. . Destaca la segmentación según edades y género en el uso de este tipo de redes. Al igual que sucede con otras tendencias emergentes, los jóvenes son los que primero utilizan estos servicios y, así frente a un perfil de edad muy homogéneo de Facebook, el porcentaje de usuarios de Instagram entre los millenials5 es del 14%, casi el doble que los de la generación X (8%) y siete veces más que los boomers (2%). En cuanto al género hay un gran predominio femenino. También se observa como durante el año 2014 se materializa un desplazamiento de la comunicación del entorno de las redes sociales al de la mensajería instantánea y en varios casos ya superan al uso de las redes sociales tradicionales. Un motivo de este movimiento es la búsqueda de una mayor privacidad, ya que los usuarios se han dado cuenta de la necesidad de dar mayor importancia a la privacidad y no colocar permanente toda su vida a la Red, por ese motivo la plataforma de mensajería que más ha crecido durante el año 2014 es Snaptchat que crece un 67% 12


entre el tercer trimestre de 2013 y el primero de 2014 y cuyo aspecto diferencial es que los mensajes desaparecen una vez llegan al destinatarios. . 8

La adscripción política en la juventud y su instrumentación La actual situación ha permitido que haya una enorme masa de personas

dedicadas ininterrumpidamente a reflexionar sobre lo común. Los actores, los jóvenes, son políticos, porque expresan reivindicaciones políticas; que reclaman, si no el poder, sí el poder de controlar al poder; porque impugnan, al menos las valoraciones de los interese generales llevados a cabo por las instancias decisorias (Guillén López, 2014). Las pregunta sería si el uso de las redes sociales ha crecido exponencialmente en los últimos años y ha cambiado los usos y la participación política de la adolescencia y juventud, dicho impacto exige preguntarse sobre el papel de las mismas en la socialización y el desarrollo de la personalidad en etapas críticas (Bernete, 2010; Rubio, 2010). La socialización secundaria (Berger, 1968) es la que se desarrolla desde la adolescencia y entraña la tarea de iniciarse en los roles propios de la vida adulta: los asociados a la división del trabajo, la diversidad profesional, los grupos de diversión, los religiosos, el género, las relaciones intersexuales y, por supuesto, la participación ciudadana y política. En dichas tareas de anclaje social (Giddens, 1993), lo característico de los nativos digitales es haber crecido en mundos técnicos y relacionarse a través de redes sociales, en correspondencia con una ‘individualización avanzada' como rasgo característico de la posmodernidad (Urry, 2003). En esta, la exigencia de pertenencia y las obligaciones de los grupos disminuyen, pero «las personas ya no pueden encontrar su propia identidad en determinaciones colectivas» (Tully, 2007), sino que tienen que buscarla. Las redes sociales cumplen entonces una importante función en el proceso, a la hora de descifrar la estructura ideológica del entorno y como soporte para encontrar referentes o simplificar el conflicto de roles (Colemán, 1985, p. 24), tan propio de esta etapa de la vida. 9

El difícil camino del aprendizaje político A través de las redes, los jóvenes aprenden qué es lo aceptable e inaceptable en

la orbe simbólica de su propio grupo social juvenil y desde edades muy tempranas. Cuentan con unos contenidos que parten más de sí mismos que con ningún otro agente socializador, como son los medios convencionales, y estos incluyen ética, formación de valores, adscripción, actitudes hacia la participación y el consumo.

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Por otra parte, el hecho de haber cursado como drivers (conductores y promotores) en la evolución de las redes sociales, consigue que estas sean parte de las señas de identidad grupal, que a su vez se asocian con actitudes políticas claras, como la de mayor apertura a la crítica de las actuaciones de partidos y mandatarios, beligerancia frente a las que consideran injustas, movilización, etc. Es decir, unas plataformas útiles para la articulación de los intereses no solo juveniles, en el entorno de una sociedad postindustrial anónima y fragmentada (en grupos de escasa capacidad de poder, orientados hacia fines exclusivos y sin capacidad de negociación). En resumen, las redes sociales digitales en la Web 2.0 permiten una interconexión compleja y en soportes diversos de la información política y de todo orden, que van configurando los propios usuarios, facilitando la participación informal y permanente: descarga de vídeos con informaciones, anécdotas, protestas; ‘colgado de' mensajes interesantes de , wikis o webs; debate en foros blogs y chat; acceso a la información por medio de post y notas en las que pueden compartirse denuncias, noticias, manifiestos, redacción de artículos enciclopédicos (Wikipedia). Una inflación de recursos comunicativos que sortean la opacidad informativa de los medios tradicionales. En estudios como los por el Profesor Llera (2011), con otros coincidentes con otros realizados en otras comunidades, el 31 por ciento dice haber participado en alguna actividad del 15M, y a la pregunta sobre “¿En qué actividades?”, el 18 por ciento lo había hecho a través de redes sociales; el 27 por ciento participando en manifestaciones; el 14 por ciento en sus asambleas, y sólo en acampadas el 5 por ciento y en boicots el 2 por ciento. Dos factores, el activismo juvenil anterior y organización a través de la Red fueron los fundamentales en la conformación de las plataformas digitales que resultaron decisivas en el éxito del movimiento 15-M (Spanish Revolution ). Tanto es así que una de sus principales novedades es haber sido un movimiento que pretende revolucionar ambos ámbitos, el político y el mediático. Es de reseñar que desde entornos que se dicen próximos al 15-M se han formado propuestas, como la Democracia 4.0., para que los ciudadanos participen de manera directa en las votaciones de los órganos representativos, computándose, junto al voto de los representantes, la cuota

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soberanía de cada integrante del censo electoral, para lo que bastaría, en teoría, con un sistema de acceso seguro a Internet ( Presno, 2014). De otro lado, los grupos como Anonymous (usuarios que actúan coordinadamente contra toda limitación a la libre distribución del conocimiento y la cultura en Internet), LOIC (voluntarios en defensa de Julian de Assange, fundador de Wikileaks y la libertad informativa) y los disconformes con lo que consideran una la 14


ley electoral ineficiente, el bipartidismo resultante, el déficit democrático (NoLesVotes, Democracia Real YA [DRY]) o la inequidad en el reparto de los costes de la crisis. No es que los jóvenes en comparación con los adultos tengan más conciencia política, pues el uso que hacen es muy diferente: los jóvenes suelen hacer con mayor frecuencia acciones como recibir convocatorias de protestas, buscar información sobre acontecimientos políticos o escribir en foros y prensa online; los adultos, en cambio, utilizan más las páginas de las administraciones públicas, contactan con administraciones para quejarse, con partidos políticos o hacen donaciones. Se observa que, a diferencia de los adultos, el uso que hacen los jóvenes de Internet está muy desvinculado de la política tradicional (instituciones públicas y partidos). 10 Conclusiones La participación política de la juventud ha sido calificada de inferior a la de otras etapas vitales durante décadas, sorprendiendo a especialistas y opinión pública su revitalización en los dos últimos años, bajo la influencia de las redes sociales. Por medio de ellas, «las personas, pueden colaborar para obtener metas comunes, mientras que sus posiciones en la Red les capacitan como agentes para obtener poder y estatus», si bien -puede añadirse con Bruggeman- todo ello da lugar a nuevas formas de desequilibrios sociales (Bruggeman, 2008, p. 2). Pero, es precisamente la política y la democracia lo único que, a nuestro entender, puede configurar las respuestas colectivas frente al escenario actual. En este sentido, debe ser asumida la complejidad como condición y no como obstáculo y proponemos un cambio profundo en la concepción de la democracia y la forma de conceptualizar y llevar a cabo sus políticas, incorporando las potencialidades del nuevo escenario que genera Internet, e incorporando a la ciudadanía de manera directa, comunitaria y autónoma a la tarea de organizar las nuevas coordenadas vitales Internet, red adoptada desde principios de siglo como flexible y símbolo juvenil (Rubio, 2008), ha sido el subterfugio a través del cual poder salvar la distancia entre el ideal de una democracia deliberativa y una democracia virtual en la que la juventud refiere nuevas relaciones, procesos y movimientos sociopolíticos, con una clase de solidaridad mecánica, dado que el vínculo social surge de la identidad, de forma espontánea y en tiempo real; comunitaria y expresiva (Alonso, 1998, p. 170) Se trata de una participación política más ligada a la expresión del malestar y la identidad grupal a través de una dinámica de autorreferencial que se encuentra modificando no solo las relaciones entre electores, partidos y Administraciones, sino también los propios movimientos sociales y las formas de participación e intervención 15


pública. Sin embargo, dichos movimientos, como la Spanish Revolution, no han sido un mero consecuencia de las herramientas tecnológicas, sino el resultado de la articulación de los movimientos sociales preexistentes (Offe, 1988, p. 228), en las primeras décadas del siglo XXI. Para dar analizar estos asuntos destacable necesitamos estudios comparativos mucho más abiertos a perspectivas holísticas y bastantes más enfoques multiculturales que los que tenemos ahora. En demasiadas ocasiones, el marco de referencia es la cultura de los medios del mundo occidental. Hay una necesidad imperante de que el orden del día se abra a pensamientos no occidentales y de que se multipliquen los enfoques interculturales en la participación política Hay una demanda de aprendizaje de contenidos. Además, hay una urgencia de nuevos indicadores, estadísticas y otras herramientas que documenten las tendencias desde una perspectiva a largo plazo de la participación política de la juventud. El desarrollo de estos recursos no permitirá ir siguiendo los desarrollos en el campo de los medios, cuyo panorama cambia con rapidez en los ámbitos nacionales, regionales e internacionales, para sacar a relucir los fenómenos y relaciones nuevas. Tales medidas de carácter internacional serán cruciales para poder hacer frente adecuadamente a los asuntos mediáticos difíciles pertinentes a los jóvenes y a los medios en el mundo global del futuro. Para situar lo anterior muchos de los asuntos urgentes a los que se enfrenta tanto la clase política como la legislación de hoy tienen que ver con los medios digitales y los fenómenos del ciberespacio. Las organizaciones internacionales y regionales, así como los parlamentos y gobiernos de las naciones deben reflexionar acerca del futuro de internet, es decir, deben hacer hincapié sobre a los términos legales que van a constituir las normativas de internet, a quién pertenecerá y las necesidades que deberá cubrir. Estas cuestiones apuntan a valores democráticos básicos como el tipo de sociedad que deseamos y aclaran quiénes somos “nosotros” (Mansell, 2009). Es precisa la consolidación de una infraestructura y comunicación fiable debe desarrollarse, la difusión eficaz del nuevo sistema entre todos los destinatarios, y en especial, entre las personas con más dificultades para asimilar y poner en práctica estos instrumentos participativos, y la actualización de normas reguladoras. Debe haber un debate político institucional y social en el que se expongan con claridad las distintas opciones en presencia, los objetivos que se pretenden alcanzar, su coste sus fortalezas y cualidades. La protección de los derechos humanos y la libertad de expresión, proporcionar acceso universal a internet como servicio público y promover la en la participación 16


democrática son prioridades básicas. Desde este punto de vista, debemos reconocer que un buen gobierno y una dirección transnacional son más importantes que nunca en esta era de rápida globalización y digitalización. Se necesitan soluciones multilaterales para problemas globales de vital importancia y algunas necesitarán una fuerte influencia de los medios de comunicación, sin olvidar los asuntos de los jóvenes e internet y los de la alfabetización mediática. Bibliografía Alonso, E. (1998). "Los nuevos movimientos sociales en la sociedad de riesgo" En J. F. Tezanos y R. Sánchez Morales, Tecnología y Sociedad en el Nuevo Siglo. Madrid: Sistema. Barnes,S. H. y Kaase, M (1979). Political action: Mass participation in Five Western Democracies, Berverly Hills, Sage. Bermejo, F. (2003), "Democracia electrónica, participación ciudadana y juventud", Estudios de Juventud, No. 61, pp. 51-57, Madrid. Bernete, F. (2010). Usos de las TIC, relaciones y cambios en la socialización de las y los jóvenes, en Rubio Gil, Jóvenes y nuevos medios, Madrid, Injuve. Bourdieu, Pierre. (1985). "The forms of capital". En Richardson, J. G. (ed.) (1985). Handbook of theory and research for the sociology of education. New York. Greenwood. Borge Bravo, R. (2005). "La participación electrónica: estado de la cuestión". Revista de Internet, Derecho y Política, Barcelona, UOC. Bontempi M., (2008), “Significados y formas de la participación política juvenil en Italia”, Revista de Estudios de Juventud, nº 81, (Ejemplar dedicado a: Jóvenes y participación política: investigaciones europeas), pp.113-131. Bringué, X. y Sádaba, Ch. (2009). La Generación Interactiva en España. Niños y adolescentes ante las pantallas. Barcelona: Ariel. Bruggeman, J (2008). Network analysis: a reappraisal. Current Anthropology, 20(2). Chicago: The Chicago University Press. Coleman, J. (2000). Social Capital in the creation of human capital. American Journal of Sociology, 94, 95120. Dowse, R. E. y Hughes, J. A. (1972). Sociología Política. Madrid: Alianza. García-Albacete, G. (2008, junio). ¿Apatía política? Evolución de la implicación de la juventud española desde los años 80. Revista de Estudios de Juventud, 81. Madrid: Injuve. 17


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