El arte textil es una de las disciplinas más antiguas del mundo, según han ido avanzando las civilizaciones y las sociedades, este arte también ha ido evolucionando, mutando y adaptándose a las necesidades del ser humano. La palabra ‘textil’ proviene del latín “texere” que significa “tejer”, “trenzar” o “construir”.
El concepto de “arte textil” comenzó a tomar fuerza en la era del romanticismo, donde se crea la diferencia entre oficio y bellas artes, asignándole el término a las piezas de arte decorativas a partir del textil.
En la actualidad, el arte textil ya no se usa solamente como una forma de decoración, sino que también podemos encontrar trabajos textiles que representan pensamientos sociales, temas de manifestación, expresión, ideas y sentimientos.
El proyecto “Hiladas” es una publicación donde muestra el trabajo de bor-
dadoras chilenas mediante un relato cuentan sus experiencias dentro del mundo del bordado y el trabajo textil en contexto del estallido social del año 2019, manifestaciones feministas y más, mostrando en su trabajo un medio de manifestación política y social.
Con esto se busca que lxs artistas que practican el arte del bordado tengan mayor visibilidad en la escena actual, visibilizar este medio y tenga la misma importancia que otras disciplinas artísticas.
Que se vea este arte como una forma de expresión, manifestación, memoria e identidad, para visibilizar el trabajo de artistas textiles chilenxs y mostrar a la gente detrás de esto. Mostrar la diversidad de técnicas que hay dentro del mismo mundo textil, porque ningún resultado es igual y cada artista tiene su propia identidad, forma de retratar y su lucha que manifestar.
Para mi bordar es gritar algo tan fuerte que muchas personas me alcanzan a escuchar.
Soy Kath Suil, tengo 27 años y crecí en San Bernardo y un tiempo en Antofagasta, actualmente vivo en Nuñoa, soy diseñadora de experiencia en una aplicación móvil, mi pasatiempo favorito es la arquería instintiva. Sueño con un país justo e inclusivo.
Mi primer bordado fue una frase feminista que nunca termine, la idea era llevarlo para un 8M, pero descubri que era un proceso lento y no logré terminar a tiempo.
Lo que me llevó a tomar hilo y aguja fue el estallido social del 18 de octubre, antes mi acercamiento al bordado había sido muy casual, pero con todo lo que estaba pasando encontré una manera de lidiar con la incertidumbre y la frustración mediante el bastidor, aguja e hilo.
Durante el estallido iba a muchas marchas, tanto que terminé con problemas respiratorios por las lacrimógenas, lo que me obligó a buscar otros medios para manifestar. Me he dado cuenta que el 99% de las veces el motivo de mis bordados es la rabia, cuando me siento frustrada o tengo algo que decir. La razón por la que escogí el bordado fue porque creo que las mujeres llevamos un legado de telas e hilos en la sangre.
Es un medio que parece silencioso pues en su momento fue la manera de mantener a las mujeres ocupadas largas horas en sus casas, pero que otras reivindicaron (en especial en Chile, donde las arpilleras de la vicaría de la solidaridad hicieron un trabajo super potente) para transformarlo en el medio de protesta.
Para mi bordar es hacer homenaje a todes quienes han subvertido este medio. En general espero plasmar un sentimiento común, cuando lo que yo siento también lo está sintiendo el resto, es ahí cuando trato de hacer algo en lo que las personas se puedan identificar, es como intentar darle forma a la voz de muchos que quizá no encuentran la manera de decirlo y plasmarlo en algo que, algún día, podría ser una documentación de la historia política, social y emocional del país. Podemos hacer grandes cambios, aunque parezca que lo que uno hace es insignificante, hay personas que se interesarán y se conmoverán con tus ideas. Conocer nuestro pasado para crear un mejor futuro, y que todas las memorias individuales son importantes para formar la sociedad que todes queremos.
“Busco desbordarme, busco liberarme, no sé si es para los otros, es para mi”
Durante mi infancia viví en varias comunas de Santiago; San Bernardo la cuna, mis raíces familiares textiles en la Villa Sur Pedro Aguirre Cerda, los traumas que me quebraron fueron en El Bosque. Pasé de los 8 a los 12 años viviendo en Rancagua donde estudié música clásica, el violín fue mi instrumento hasta que a los 12 años en un accidente me quebré el anular de la mano izquierda lo que provocó que no pudiera volver a tocar en la vida.
Después de un largo proceso de recuperación y dos operaciones, mis padres decidieron volver a Santiago y desde ese entonces hasta los 21 años viví en La Cisterna.
Actualmente tengo 32 años y 11 años siendo mamá, ocupé un departamento con mi hija Violeta, mis gatos Kratos y Mafia en la Villa Los Presidentes en ñuñoa. Desde inicios de la pandemia hasta el día de hoy me autogestiono la vida, realizó diversas labores para poder costear los gastos de nuestra vida. Vendo ropa reciclada e intervenida, hago bordados, vendo en ferias y en toda actividad que sea colaborativa y autogestionada. También participo activamente en las “Autoconvocadas Capuchas Rojas en Resistencia”, grupo de mujeres y disidencias que trabajan desde el estallido social en la visibilización de las demandas sociales a través del Arte Textil, el Teatro, la música, etc. .
Paso todo mi tiempo haciendo relación a lo textil. Últimamente gracias a que no hay tantas restricciones para reunirse, paso ocupo mi tiempo con compañeras que también trabajan lo textil, creo que básicamente en mi actualidad todo gira en torno a lo textil.
Mi quehacer de madre también me permite encontrarme con el bordado dentro de los espacios cotidianos del hogar y me llevan a estar constantemente pensando en la trama que genera la vida.
Estoy agradecida de poder cultivar el bordado en mí. Gracias a diversas conversaciones con amigas y compañeras, me decidí y estoy intentando reunir el dinero para poder viajar a México, así poder aprender nuevas técnicas textiles. Viajar por esas tierras tan inspiradoras es mi próximo sueño.
Mis primeras aproximaciones al bordado fueron interviniendo ropa de mi hija y la mía. En esa misma época una amiga de la Universidad, Fernanda Gormaz me invita a participar de un lienzo colaborativo del Colectivo Ojo de Tigre, donde se exponía la violencia machista. “Arpilleras contra el Femicidio” se inicio en septiembre del 2017 y yo estuve encargada del retrato de Antonia Garros, primer suicidio femicida por violencia en el pololeo en Chile.
Me marcó profundamente saber que la justicia no llegó para Antonia y no llega para muchas compañeras más. Luego de ese primer gran motivo para bordar, como fue el retrato de Antonia. Me sentí con la necesidad emocional y social de gritar lo que me dolía y molestaba.
Además justo el 2017 estuve participando en el área de mediación y educación del Museo Violeta Parra, lo que incentivó mi pasión por las arpilleras y el mundo textil.
No tengo muy claras mis motivaciones porque son mucha, pero sí creo firmemente que es para sacar lo que me duele, no busco transmitir, busco desbordarme, busco liberarme, no se si es para los otros, es para mi.
El bordado y las manifestaciones textiles siempre estuvieron a mi alrededor y están presentes porque son mi herencia familiar, más bien creo que es un proceso que se dio natural y que se sigue dando de esa manera en mi quehacer cotidiano.
Los temas que tocó tienen que ver con mi sentir particular desde ser mujer, pasando por la maternidark, el amor, pero también mi descontento por vivir en un país sumamente injusto e indolente. En verdad toda mi realidad intento desplazarla al dispositivo que se convirtió para mí el bordado, todos los temas se pueden y se deben tocar para mí a través del bordado.
Y siento que cuando los corazones se llenaron de fuego en el estallido social, todos buscamos sacar la rabia y dolor que nos provocaba vivir en esta realidad de mierda.
Mi trinchera, es el bordado porque es la materialidad más familiar y cotidiana para mi. También porque aprendí que al bordar voy dejando en la tela y la maraña de hilos todos mis sentires, y eso me produce de cierta manera una catarsis que en estos tiempos de crisis son fundamentales para poder vivir en este país.
Costura
Hacer o remendar ropa Unir o reparar telas Coser la piel y el alma”
Cuando niña jugaba a coserme las manos, a veces sangraba a veces lloraba
a veces olvidaba que sentía. Seguí cosiendome la vida entera Intentando reparar los daños de la infancia... intentando unir mi cuerpo a esta tierra. Intentando
Intentando
Intentando Mi piel se marchitó
Y mi alma se enredó en una maraña de hilos y agujas...
Olvidé por muchos años lo que era jugar a coserse...
olvidé cómo repararme...
olvidé que mi piel muerta entre los hilos algún día sanaría. Me cosí botones para entrar en camisas de fuerza. Para encajar y engancharme a la fuerza.
Fuerza
Fuera
¡Afuera!
¡¡No funcionó!! ¡¡Nunca funcionó !!
Pero recordé mis manos de niña
recordé que sangraba
ocupe todos los pedazos rotos y me cosí una nueva vida. Cree un pespunte en mis manos, capaz de sostener todo
El cuero se transformó en algodón
Y aprendí como mi abuela, como mi madre, como mis tias a reparar ropa, telas...
la piel y el alma.
Josefina Salgado @puntoancla“Mis bordados no son para nadie, son cosas que están sucediendo en mi presente”
Crecí en San Fernando, Casablanca y Reñaca, tengo 29 años, y actualmente vivo en Valparaíso. Me dedico a la carpintería, principalmente con maderas recuperadas. Comencé con enmarcaciones, voy haciendo los encargos que se presenten. Me gusta mucho ir a playas y rocas del mar.
Mi primer bordado fue un papagayo en punto cruz con lana sobre esterilla. Mi mamá nos pasó a mi y a mi hermano (yo tenía unos 7 años y el Agustín 4) unas esterillas ya marcadas, muy pequeñas en comparación a los bordados que ella hacía. El de mi hermano era un pingüino que terminó muy enredado porque obvio, era muy chico. Que risa.
Cuando chica creo que hice 2 bordados y después no supe más hasta unos 5 años atrás, cuando me puse a bordar de nuevo. Me llamaba mucho la estética ilimitada, podía ser cualquier cosa. Podía escribir. Me golpeaba mucho internamente el tiempo que tomaba y lo que eso significaba. Quería escribir algo importante, y lo iba bordando sin anotarlo en ninguna parte, entonces si se me olvidaba se esfumaba la idea, y a medida que iba avanzando, por el mismo
tiempo que requería bordar letra a letra, iba modificando las frases. Era hermoso.
Además en ese tiempo amigas muy cercanas también estaban, desde sus distintos lugares, rallando con el bordado y nos juntamos varias veces a bordar, reflexionamos harto sobre nuestras biografías y ese oficio y nos volvíamos creici con ciertos puntos y una vez fuimos a la Campana y todo era un bordado, los líquenes eran punto rococó y así. Mundo bordado.
Hay una cosa que siempre está presente en los bordados que hago y es el disfrute. Me acordé de una frase que una persona me dijo, como si fuera un defecto: ‘tú sólo haces lo que tienes ganas’. Es obvio, estar disfrutando es el motivo, la continuidad y también la pregunta en cada bordado. Me digo: ¿estoy disfrutando? No siempre hay comodidad o fluidez. Muchas veces siento insatisfacción y a veces lo encuentro feo. Me está quedando feo. Y sigo, porque profundamente me mueve ese disfrute que también tiene que ver con estar sacando mundos nuevos y estar en la incertidumbre y estar cambiando.
Por lo mismo creo que me motiva mucho bordar sin plantilla. En general voy dibujando lo que me va saliendo a medida que bordo, sin marcas de lápiz como guía, sintiendo ese riesgo.
Mis bordados no son para nadie, son cosas que están sucediendo en mi presente. Si son un regalo para alguien, obviamente intento que se note lo que es, aunque muchas veces tengo que explicarlo y que risa. Si lo pienso, esto puede decir que me pongo a mí y a mi proceso por sobre el resultado. Si es un bordado para una amiga, por ejemplo regalo de cumpleaños, voy a hacer algo que me motive mucho y que crea que le va a gustar y hacer sentido, y agradezco ese regalo que sin saber ella me está haciendo, de regalarme el tiempo para esta práctica fuera del mundo productivo, y también agradezco que a ella le va a gustar mucho independiente del resultado.
El bordado lo siento accesible, me gusta, lo paso bien eligiendo colores, me gusta tocarlo, se me hace fluido, me gusta también teñir telas, descubrir materiales nuevos, conocerme más. Es toda una combinación de cosas. Estos tratan de procesos internos que voy viviendo. A veces íntegro palabras cuando necesito recordar algo con ese lenguaje. Otras veces lo dejo sólo en imágenes. Últimamente me siento muy llamada por el cruce entre patrones y paisajes, muchas cascadas, piedritas, todas distintas entre sí y armando un mundo completo.
El placer también ha estado muy presente como tema. También el revés me interesa mucho. Hace poco estoy con un punto, que involucra mucho el revés, y que le puse punto escama, que vino primero de un bordado sobre una competencia que hacían en un pueblo europeo para cosechar creo que lúpulo. Lo hermoso de mi-
rar el recorrido es darse cuenta que cosas están ahí sin proponérselo, sin proponerse qué cosas crear, sin darse color de ‘mi creación’ y etc. Están ahí y se van repitiendo y por algo será. Y este punto me gusta mucho porque por el frente tiene aspecto de trama, por detrás es lineal un poco como sashiko, y cuando se pone a contraluz se completa y aparecen las escamas en todo su esplendor. Es un tema que también me gusta mucho, la relación material del cuerpo con la técnica.
Recuerdo que en un principio, a los 25 años, el bordado fue muy depurativo para mí. Me ayudó a expresar unas cosas que no daban en otro medio. En todo caso no fue solo el bordado, también dibujar, hacer unos collages, escribir harto.
Era chistoso porque iba a muchas partes con lo que estuviera bordando (ahora también), de repente en el banco mientras esperaba bordaba, y después quien me
atendía, que me vio todo ese rato que yo esperaba, me pedía con amabilidad si le podía mostrar qué estaba haciendo, y yo toda tranquila estiraba el paño frente a mí, y se desplegaba un monstruo con una vulva gigante y un pozo oscuro y una serpiente negra y vomitando y quedaban en shock y yo por dentro lo disfrutaba en realidad porque por qué se esperan cosas de una. Lo pasaba bien en esas situaciones, viendo reacciones inesperadas. Es un desafío para mí, bordar lo que siento sin importar lo que vayan a ver otras personas. En eso siento que es una práctica. No de practicar puntos o técnicas perfectas, sino practicar los desapegos y poder lograr existir ahí sin juicios ni competencias ni productividad ni que pasa si no le gusta a nadie y nadie me lo va a comprar y etc. Pasarlo cada vez mejor y shao.
@jaquelinevargas.790
“Soy firme creyente de que las manifestaciones textiles son políticas”
Crecí en Santiago, en el barrio Independencia, cuando fue el golpe de estado me mudé a la comuna de Peñalolén, que es dónde sigo viviendo actualmente. En estos momentos trabajo en una empresa privada a cargo del departamento de gestión de personas y recursos humanos.
Mis pasatiempos son el cine, la música, la lectura, el senderismo, viajar y realizar telarres Mapuches. Un sueño que quiero cumplir es tomar un curso de “bordado mexicano” ¡En Mexico!, poder subir la montaña al ladito de las bordadoras de San Nicolás de Tenango de Doria ¡Soñar no cuesta nada!.
Mi motivación para bordar es el poder pintar con hilos, ver lanas, hilos de distinto tipo y las puntadas, torsiones y nudos que van generando algo real o abstracto, con la calidez que no encuentro en las pinturas con técnicas tradicionales de artes.
En mi camino en el bordado he tenido dos etapas; la etapa “infantil” y mi etapa adulta. En mi etapa infantil (desde los 7 a 10 años) mi tía Lucy asistía a un “Centro de madres”, me enseñó a bordar con enorme cariño y paciencia. Una sábana de bebé, con nudo francés ¡Ese fue mi primer bordado! Ya en mi etapa “adulta” fue mi motivación de ser parte del Taller de experimentación textil “Con el alma en un hilo”, donde cada semestre ense-
ñaban sobre textiles de pueblos originarios de Chile y América Latina, todo esto puesto en el contexto de sus pueblos, motivaciones y realidad social que ellos viven, esto me dio otra mirada del bordado.
En el año 2019, el taller textil al que pertenezco “Con el alma en un hilo”, fue convocado a la actividad de “Mil agujas por la dignidad” para ser parte de la organización, difusión y desarrollo del encuentro, que mediante el bordado se realizaban denuncias, marcó un antes y un después en los bordados que realizaba.
Luego de esa experiencia, se formó el colectivo @Resistencia.textil; el cual junto con los conocimientos, talentos, fuerza y creatividad de las compañeras, nos juntamos a bordar denunciando el contexto social que vivía Chile y América Latina.
Soy firme creyente de que las manifestaciones textiles son políticas, porque son reserva histórica donde los textiles dejan plasmada su historia profunda individual y colectiva, entregan su visión de mundo y nos enseñan su relación con la naturaleza.
De un tiempo a esta parte los colectivos textileros, particularmente los colectivos femeninos, han demostrado ser medios de organización, sacando el quehacer textil del ámbito doméstico.
Cuando lo textil, nos convoca fuera de la casa, nos reúne, nos organiza, nos hace maestra y aprendices a la vez y, lo dedicamos a denunciar, eso rompe con los patrones individualistas y patriarcales impuestas por siglos. Entonces, te digo que escogí el bordado porque es cálido, feminista y solidario.
Tania Macuer
@bordado_taniamacuer
“El bordado se convirtió en nuestra resistencia”
Me llamo Tania Macuer, nací en Estación Central y crecí en Maipú, actualmente vivo en Ñuñoa. Soy socióloga de profesión, con especialización en políticas públicas. Actualmente trabaja en un proyecto llamado ”Ahora nos toca participar” que promueve la participación inclusiva en el proceso constituyente, además trabajó como investigadora en Sur Corporación en tema de género y territorio. También soy madre de Enrique de 8 años, me dedico a su crianza y cuidado.
Participó en un colectivo llamado Bordando Resistencia, además de participar activamente en un grupo de abastecimiento de mi barrio. Pertenezco también a una red de mujeres por la ciudad, donde tratamos temas del derecho de las mujeres a la ciudad y el territorio. Me gusta mucho estar con mis amigues, conversar, salir y disfrutar con elles.
Tengo varios recuerdos de primeros bordados, pero el primero que hice con intención profunda de bordar y expresar, fue un árbol de la vida en lana sobre tela de jeans que lo comencé cuando nació mi hijo en 2013, jamás lo terminé; pero creo que ahí surgiò mi interés por desarrollarme en esta técnica. Fue un espacio de reflexión profunda sobre un momento tan hermoso cómo lo es la maternidad, pero a la vez complejo cómo definir
qué es lo que realmente quería como proyecto de vida.
El bordado lo tomé activamente en 2019 cuando con dos amigas Leslie Vallejos y Agustina Bosio comenzamos el colectivo bordando resistencia un 25 de julio, con la idea de generar un espacio de encuentro, cuidado y colaboración entre mujeres, ya que se sentía una gran sobrecarga de un sistema social, político y económico que nos tenìa sumidas en una gran desesperanza; pensando que nuestras vidas personales eran difíciles, con una gran sensaciòn de agobio por todas las responsabilidades, el trabajo fuera y dentro del hogar, los hijes, las parejas y ex, también los proyectos a medio camino. Nos fuimos dando cuenta que esta sensación no era personal, sino muy compartida. Y asì comenzamos con la idea de tener un espacio de pausa, comenzamos a compartir saberes y técnicas respecto al bordado, y comenzamos a juntarnos. Luego vino el estallido social, y el bordado se convirtió en nuestra resistencia, la posibilidad de expresar nuestro descontento por las violaciones a los DDHH que vivenciamos, pero también elevar nuestra voz por un nuevo país que necesitamos construir. Era nuestra manifestación.
Mi motivación es colectiva y personal. Colectiva porque rescató la tradición política del bordado como una forma de expresión, un lenguaje, una manera de decir y denunciar de las mujeres. Mi inspiración es el bordado popular, admiro las tramas latinoamericanas, los bordados de resistencia y la voz de justicia social detrás de ellos. Y personalmente, el proceso de aprendizaje que hay en cada pieza, el color, la textura y enamorarme de lo que hago, contemplar mis avances y también mis fracasos, entender el bordado como un proceso. El bordado es, para mí, una manera de echar afuera lo que siento, de conectarme con mis pensamientos y expresarme.
Siempre bordo con dedicación lo que me hace sentido, lo que me impacta y conmueve.
He dedicado mi trabajo principalmente a bordar la vida de las mujeres, tomando como referencia mi quehacer profesional relacionado con la investigación social. Me inspiró en fotografías que guardo de esas experiencias. Me gusta mostrar la fuerza y la esencia de cada diálogo, relato, experiencia. Además me gusta mucho bordar frases con contenido social y reflexión social.