Nankurunaisa

PAULO RUIZ CUBILLO

88

Esta es una postal que se hizo con papel reciclado en un taller cultural en el que participé en Hokkaido. En ese momento elegí un sello de una bandera con dos peces carpa ya que me parecieron coloridos y de buena suerte. Con el tiempo descubrí, que esas banderas se llaman koinobori y que en realidad son tradicionales de Japón. Se ponen frente a las casas cuando hay niños o cuando la pareja va a tener un hijo, con la esperanza de que crezcan fuertes y saludables. El color de color azul y más grande representa al padre, el siguiente (rojo) representa a la madre y los siguientes que pueden ser de varios colores y más pequeños representa a los hijos.

Esta tarjeta nunca fue enviada.

87

El viaje a Japón lo hice entre mayo y julio del año 2016. En total fueron 53 días. Estuve en Hokkaido (la isla más al norte de Japón) y Tokio. El motivo de mi salida fue para participar como becario en un programa de capacitación sobre amenazas volcánicas.

Un año antes del viaje, yo estaba casado y en junio del 2015 perdimos nuestro segundo embarazo. La primera vez que sucedió fue muy duro, pero cuando ocurrió de nuevo, fue más complicado porque la gestación ya estaba muy avanzada y teníamos muchas cosas listas. Después de eso nos costó mucho recuperarnos y cada uno de nosotros se fue concentrando en sus proyectos: yo en mi carrera de geólogo y ella en lo suyo.

Cuando la oportunidad de tomar la beca en Japón apareció, no lo dudé, y aunque sí tenía mucho interés en el tema de los volcanes, en realidad, siendo egoísta, lo que quería era escapar de mi realidad aquí. Así podría salir del ambiente en el que estaba viviendo en casa, para buscar cómo sanar todo el dolor que tenía y pensando poco o nada en lo que le podía estar pasando a ella. Creo que me autoengañaba y pensaba que, si yo salía y volvía bien, le iba a poder a ayudar a ella a sentirse mejor otra vez.

Siempre me ha gustado correr, era una forma de escape para hacer ejercicio y mientras corría, podía pensar en lo que me iba pasando en mi vida y resolvía situaciones. Antes de que mi esposa se sometiera al procedimiento de legrado, fácilmente podía correr hasta 60 km en una semana. Después de esa intervención, algo inexplicable me pasó, y cuando salía a correr, después los 3 o 4 km tenía que parar por un dolor intenso en mi pie izquierdo. Consulté a varios doctores, me hice exámenes, radiografías, ultrasonidos y nada ni nadie pudo explicar lo que me pasaba. En los exámenes todo estaba bien.

Al tomar la decisión de partir, me propuse como meta aprovechar para volver a correr allá y también curarme de lo que me detenía a los 4 kilómetros. Mi estrategia fue salir a correr despacio y con la cámara, para fotografiar aprovechando la luz de la madrugada. Esto me permitía hacer ejercicio y reflexionar antes de empezar a trabajar.

86

Una vez allá, el plan iba funcionando, fue una buena terapia, tanto para pensar en las cosas que habían pasado, como para mi pie. Poco a poco pude ir aumentando las distancias y ya en la cuarta semana estaba corriendo 10 km intercalando los días sin dolor. El momento en que tomé conciencia de que había sanado del pie izquierdo, fue cuando comprendí que con el tiempo todo sana y que, si ese embarazo no se hubiera truncado, muy probablemente no estaría en Japón, en el programa de capacitación, corriendo, viendo y fotografiando ese paisaje que tenía al frente. Aprendiendo cosas increíbles de volcanes, de la cultura japonesa y sobre mí mismo. Al final del viaje, en Tokio, pude correr hasta 15 km sin dolor, siempre con la cámara.

Muchas de las imágenes muestran los trayectos que realizaba hasta llegar al mar o a las montañas. También del centro de estudio muy temprano en la mañana, cuando no había gente. Otras fotos son simplemente lo que observaba tanto en las giras de trabajo como en los viajes que podía hacer en mi tiempo libre.

Regresar a casa con otra perspectiva, una mejor energía y superando lo del bebé, no propició que las cosas mejoraran en casa. Mi plan de ayudarla no funcionó y en su caso, ella había pasado por otro proceso. Eso lo percibí a la distancia, cuando hablábamos por teléfono o por Skype. En el 2017 nos divorciamos.

Nankurunaisa remite al concepto de cómo el tiempo se encarga de las cosas. El contexto de lo que yo viví en Japón fue un luto y el inicio del fin de una relación. Pero también, de seguir adelante y hacia nuevas oportunidades.

85

84

83

82

Flores explotan, verano que abraza nuestra piel.

81

80

79

78

77

76

Luz, luna clara impacto de reflejo, vence a la noche.

75

Corre, sí, corre.

Descapota el cielo. ¿Habrá un coche?

74

73

72

70

69

Contar la vida desde las cicatrices, no la herida.

68

67

66

65

64

63

62

La cigüeña burlona de una a otra montaña, por eso respiro.

61

El pez nadando en la sal de las olas, es pasajero.

60

59

58

57

A tiempo sana hasta el sapo rojo, Nankurunaisa.

56

55

54

53

52

Paz de tatami, mas vida de tsunami, allรก afuera.

51

50

49

48

47

De poco sirven las velas de los shintos si el volcรกn ruge.

46

44

43

Sol resplandece primavera no fugaz tu risa siempre.

42

41

40

39

Diez mil ladrillos. ¿Qué será de los cedros?

Grazna un cuervo.

38

37

36

35

Cae ceniza ha rugido la Tierra mi tarde es gris.

34

33

32

31

30

28

Isla del norte verano en algodรณn gaijin lejano.

27

26

25

Mil dinosaurios se extinguieron ayer.

Futuro sutil.

24

23

22

21

Dios del arrozal, piedra inmutable, con su ojo nutre.

20

19

18

17

16

15

14

13

El tiempo corre nunca se detiene sin comienzo ni fin.

11

10

9

8

7

6

Grullas de invierno territorios extraĂąos siempre lejanos.

5

4

Nankurunaisa Fotografías © Paulo Ruiz Cubillo Texto © Gerardo J. Soto © Natalia Castanedo © Paulo Ruiz Cubillo Edición Gabriela Téllez Encuadernado Hawi Naira Castaneda

Impreso en Costa Rica Abril 2020

3

2

N A N K U R U N A I S A 1

な ん く る な い さ